Ponencia Maribel Fierro
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Este trabajo ha sido llevado a cabo dentro del proyecto de investigacin Knowledge, heresy and
political culture in the IslamicWest (eighth-fifteenth centuries (KOHEPOCU), financiado por el
European Research Council (Advanced Research Grant 2009-2014).
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El ulema (rabe ,alim, pl. ,ulama,) es el especialista en el saber religioso islmico, es decir, es aqul que conoce y estudia el Corn y la Tradicin del Profeta, las dos
fuentes de la Revelacin Divina, y lleva a cabo tambin una labor de interpretacin
de esas fuentes con el objeto de asegurar a la comunidad de creyentes una correcta
comprensin de las normas que Dios ha impuesto a los hombres. Esto vale para
la versin sunn del Islam, es decir, para aquellos que piensan que la sucesin de
Muhammad en tanto que profeta y hombre de estado qued tras su muerte repartida
entre dos figuras de autoridad. Por un lado, est el califa que es vicario del Profeta
de Dios y no vicario directo de Dios como piensan los si,es. Por otro lado, estn los
ulemas, los encargados de preservar, transmitir y de hecho conformar el ,ilm o
conocimiento religioso. En este sentido, los ulemas son herederos de los Profetas,
herencia que los eleva por encima de los dems creyentes y les hace merecedores del
respeto y amor de estos, as como merecedores de otras prerrogativas y responsabilidades sobre las que los ulemas nunca dejan de insistir en sus escritos2. En efecto,
los ulemas hombres de clamo han dedicado muchos pasajes a hablar de la
importancia crucial del saber religioso para los musulmanes3 y, en consecuencia, de
la importancia crucial de la existencia de ellos mismos, los ulemas, en un esfuerzo de auto-promocin de dimensiones considerables y con consecuencias de largo
alcance para las sociedades islmicas pre-modernas que aun deben seguir siendo
estudiadas en profundidad. Se podra enumerar un sinfn de materiales al respecto
aun limitndonos tan slo a los escritos por ulemas andaluses. Entre ellos se cuenta
un libro completo dedicado al ,ilm y a los ulemas, el del cordobs Ibn ,Abd al-Barr
(368/978 463/1071) titulado Kitab yami, bayan al-,ilm wa-fadli-hi wa-ma yanbagi
fi riwayati-hi wa-hamli-hi4, sobre el que Estrella Samba prepara actualmente una tra-
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Abu l-Hasan al-Asari, Kitab sayarat al-yaqin, trad. Concepcin Castillo Castillo, Madrid: IHAC,
1987, p. 80. La importancia que se da a los sabios (ulama) es debido a que son los encargados de
comentar el Libro sagrado, de explicar las leyes que se derivan de l, de vigilar que sean aplicadas y
de asegurar la difusin de la ciencia religiosa (ilm).
Entre los numerosos ejemplos que se podran poner vase C. Adang, This day have I perfected
your religion for you. A Zahiri conception of religious authority, Speaking for Islam, ed. Gudrun
Kraemer and Sabine Schmidtke, Leiden: Brill, 2006, pp. 15-48, 28.
F. Rosenthal, Knowledge triumphant: the concept of knowledge in medieval Islam, Leiden: Brill, 1970.
Sobre y el autor y su obra vase Maribel Fierro, Abu ,Umar b. ,Abd al-Barr, en Enciclopedia de
al-Andalus. Diccionario de autores y obras andaluses, tomo I (A-Ibn B), direccin Jorge Lirola
Delgado y Jos Miguel Puerta Vlchez, Consejera de Cultura de la Junta de Andaluca / Fundacin
El legado andalus, 2003, pp. 287-92, n 147.
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Ibn Baskuwal (m. 578/1183), Kitab al-mustagitin bi-llah (En busca del socorro divino), ed., trad. y
estudio de M. Marn, Madrid: CSIC, 1991 (FAH, 8) y Kitab al-qurba il rabb al-,alamin (El acercamiento a Dios), ed., trad. y estudio de C. de la Puente, Madrid: CSIC, 1995 (FAH, 19).
Yaacov Lev, Piety and political activism in twelfth century Egypt, Jerusalem Studies in Arabic
and Islam 31 (2006), pp. 289-324, pp. 302-3, 317. Una fetua (dictamen jurdico) sobre si la ,ibada
(prctica ritual) es superior al ,ilm (saber religioso) est recogida en el Mi,yar de al-Wansariisi:
V. Lagardre, Histoire et socit en Occident musulman au Moyen ge. Analyse du Mi,yar dalWanarisi, Madrid: Casa de Velzquez, 1995, p. 465, nmero 13.
J. M. Continente, "Abu Marwan al-Yaziri, poeta ,amir", Al-Andalus XXXIV (1969), pp. 123-141,
pp. 138-9.
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sunn8. Los sucesores del Profeta, los califas, dejaron pronto de ejercer un dominio
directo sobre todo el mundo islmico, al aparecer gobernantes locales, a los que se
llam emires, reyes o sultanes. Si se hubiese permitido a uno de estos gobernantes
jugar un papel determinante en el desarrollo del derecho, ello habra significado que
las normas resultantes habran sido de aplicacin tan slo en las regiones por l controladas. Y este proceso habra tambin trado consigo la ruptura o descomposicin
de la unidad de la ley islmica en funcin de las fronteras de pequeos estados que
cambiaban a menudo de gobernantes o dinastas. Lo que sucedi, en cambio, fue que
la legitimacin del contenido del derecho islmico sujeto a variaciones a lo largo
del tiempo correspondi a los ulemas en su conjunto, independientemente de su
lugar de procedencia o de la ciudad en la que vivan. Esos ulemas formaban parte
de una comunidad textual que podramos llamar global, pues a travs del cumplimiento del precepto de la peregrinacin y sobre todo a travs del viaje de estudios
realizado fuera de sus lugares de origen entraban en contacto con ulemas de otras
regiones del mundo islmico9. De esta manera, los ulemas andaluses al igual que
los originarios o procedentes de otras zonas acababan compartiendo los mismos
maestros que tenan, por ejemplo, los iraques, los yemenes o los egipcios, contribuyendo todo ello a mantener un elevado grado de unidad doctrinal e intelectual. Dicho
de otra forma, la adjudicacin por as decir del campo del derecho islmico a los
ulemas y el hecho de que estos constituan una comunidad global jugaron un papel
crucial a la hora de asegurar un elevado grado de homogeneizacin ideolgica y
doctrinal de las elites religiosas en el mundo islmico ante la heterogeneidad poltica
y ante la ausencia de una estructura religiosa jerarquizada al estilo de la Iglesia. Al
desaparecer la unidad poltica, los esfuerzos se concentraron en asegurar esa unidad
Sobre esos intentos vase, en general, Patricia Crone, Medieval Islamic Political Thought, Edinburgh
University Press, 2004; para el caso oriental M. Q. Zaman, The caliphs, the ,ulama, and the law:
defining the role and function of the caliph in the early ,Abbasid period", Islamic Law and Society/1
(1997), pp. 1-36 y para el caso andalus, Maribel Fierro, "The legal policies of the Almohad caliphs
and Ibn Rushd,s Bidayat al-mujtahid, Journal of Islamic Studies 10/3 (1999), pp. 226-248.
Para el caso andalus, vanse Luis Molina, Lugares de destino de los viajeros andaluses en el Ta,rij
de Ibn al-Faradi", Estudios Onomstico-Biogrficos de al-Andalus. I, ed. M. Marn, Madrid: CSIC,
1988, pp. 585-610; Carmen Escribano Rdenas y Juan Martos Quesada, Los itinerarios de aprendizaje exterior de los intelectuales hispano-musulmanes: estudio estadstico, en S.M.R. Ansari (ed.),
Science and Technology in the Islamic world. Proceedings of the XXth International Congress of
History of Science, Lige, 1997, vol. XXI, Proceedings of the XXth International Congress of History of Science (Lige, 20-26 July, 1997), Turnhout, 2002, pp. 43-64; M. L. Avila, "The search of
knowledge. Andalusi scholars and their travels to the Islamic East", Arabic Islamic prosopography,
in Medieval Prosopography (Western Michigan University), 23 (2003), pp. 125-139.
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Knut Vikor, Between God and the Sultan. A History of Islamic Law, London: Hurst, 2005, p. 91.
Maribel Fierro, La poltica religiosa de `Abd al-Rahman III, Al-Qantara XXV (2004), pp. 119-156.
Nimrod Hurvitz, The formation of Hanbalism: piety into power, Londres: Routledge Curzon, 2002.
Sobre una fase de este proceso vase el excelente estudio de Muhammad Qasim Zaman, Religion
and politics under the early ,Abbasids. The emergence of the Proto-Sunni elite, Leiden: Brill, 1997.
M. Dols, The Black Death in the Middle East, Princeton, 1977, pp. 298-9.
Ira M. Lapidus, Muslim Cities in the later Middle Ages, Cambridge: Harvard University Press, 1967;
Manuela Marn, "Ciencia, enseanza y cultura en la ciudad islmica", La ciudad islmica, Zaragoza,
1991, pp. 113-133; G. Martinez-Gros, La ville andalouse et le pouvoir, La ville dans le monde
ibrique et ibro-amricain, La Licorne (1992), pp. 9-18, 17-8.
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Christopher Melchert, The formation of the Sunni schools of law, 9th-10th centuries C.E., Leiden /
New York / Kln: Brill, 1997.
Vikor, Between God and the Sultan, p. 92.
Khaled Abou El Fadl, Rebellion and violence in Islamic law, New York: Cambridge University
Press, 2001.
Delfina Serrano, Doctrina legal sobre la rebelin en juristas andaluses, en Maribel Fierro y Francisco Garca Fitz (ed.), El cuerpo derrotado: cmo trataban musulmanes y cristianos a los enemigos
vencidos (Pennsula Ibrica, ss. VIII-XIII), Madrid: CSIC, 2008, pp. 257-82.
Maribel Fierro, El miedo y sus implicaciones legales en textos legales malikes, comunicacin
presentada en el seminario "El miedo en la Edad Media", Dpto de Historia Medieval, Universidad
Complutense, 23 de febrero 2011. Cf. nota 89.
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Mara Luisa vila, El gnero biogrfico en al-Andalus, Estudios onomstico-biogrficos de alAndalus. VIII (Biografas y gnero biogrfico en el Occidente islmico), ed. M.L. vila y M. Marn, Madrid, 1997, pp. 35-52 y Mayte Penelas, Textos biogrficos andaluses: sus ediciones, ibid.,
pp. 58-60; Wadad al-Qadi, Biographical dictionaries: inner structure and cultural significance, en
George N. Atiyeh, The Book in the Islamic world. The written word and communication in the Middle East, State University of New York Press, 1995, pp. 93-122.
Maribel Fierro, Proto-Malikis, Malikis and reformed Malikis, P. Bearman, R. Peters, F. E. Vogel
(eds.), The Islamic School of Law: Evolution, Devolution, and Progress, Cambridge, Mass.: Harvard
University Press, 2005, pp. 57-76.
H. Munson Jr., Religion and power in Morocco, New Haven / Londres: Yale University Press, 1993;
N. Feldman The fall and rise of the Islamic state, Princeton: Princeton University Press, 2008.
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Cuando su padre ,Abd al-Rahman III quiso usurpar unos bienes habices (legados pos), intent que los alfaques dictaminasen a su favor, pero no lo hicieron.
Al reprocharles su conducta el visir del omeya, el alfaqu Ibn Hayyun justific la
negativa en que se les haba ordenado hacer algo ilegal y finaliz diciendo que los
alfaques saban que el califa no comparta las acusaciones lanzadas por su visir contra ellos, pues de ser ciertas esas acusaciones todos sus actos y documentos, desde
el comienzo de su califato hasta ese momento, seran nulos, pues los mismos haban
sido validados gracias al testimonio de los alfaques28. No hay mejor forma de describir lo que estaba en juego.
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J. T. Monroe, The Historical Arjuza of Ibn `Abd Rabbihi, a tenth century Hispano-Arabic epic
poem, Journal of the American Oriental Society 91/1 (1971), pp. 67-95, p. 71.
Alejandro Garca Sanjun, Hasta que Dios herede la tierra. Los bienes habices en al-Andalus. Siglos X al XV, Universidad de Huelva, 2002, p. 345, con mencin de otros intentos de usurpacin y
los alfaques que colaboraron o se opusieron a ellos. Vase tambin Ana Mara Carballeira,Legados
pos y fundaciones familiares en al-Andalus (siglos IV/X-VI/XII),Madrid: CSIC,2002.
M. G. S. Hodgson, The Venture of Islam: Conscience and History in a World Civilization, 3 vols.,
Chicago: University of Chicago Press, 1974.
Patricia Crone, Slaves on Horses. The evolution of the Islamic polity, Cambridge: Cambridge University Press, 1980.
M. Shatzmiller, The Crusades and Islamic warfare a re-evaluation, Der Islam 69 (1992), pp. 247288; M. J. Viguera, El hroe en el contexto rabe-islmico, Cuadernos del Cemyr I (1994), pp. 53-74.
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Las funciones de los ulemas eran fundamentalmente cuatro: 1) el mantenimiento de la unidad de la umma musulmana como una comunidad religiosa universal;
2) la integridad de las creencias y prcticas normativas del islam, a partir del consenso alcanzado dentro de cada una de las escuelas consideradas sunnes y a partir del rechazo de aquellas doctrinas teolgicas consideradas peligrosas, siendo el
as, arismo la tendencia teolgica ms generalmente aceptada a partir del s. IV/X; 3)
la implementacin de la sari,a bajo la supervisin de los ulemas, especialmente en
cuestiones relativas al derecho de familia y a los rituales religiosos; 4) la preservacin y diseminacin de las ciencias religiosas islmicas bajo su gua. En tanto que
intrpretes de la ley divina, los ulemas resolvan disputas religiosas y emitan fetuas o dictmenes jurdicos, suministrando a los creyentes una gua religiosa sobre
todo tipo de cuestiones. Tambin organizaban y lideraban las oraciones hechas en
comunidad, supervisaban la celebracin de los festivales islmicos, llevaban a cabo
ceremonias de matrimonio y los rituales de la muerte.
De dnde sacaban recursos estos ulemas para vivir? Dentro de las variaciones
propias de cada sociedad e individuo, precisamente del ejercicio de esas funciones,
muchas de ellas remuneradas de manera directa o indirecta.
Naturalmente, la enseanza era una de las fuentes principales de ingresos. Del
gramtico al-Salawbin se dice que en un mes gan con sus clases unos 4.000 dirhams32, pero esta cifra no se puede tomar como representativa de manera intemporal,
ya que refleja el papel preponderante que se otorg a los estudios lingsticos en el
mundo del saber de poca almohade. Las actividades extra-religiosas de los ulemas
estaban generalmente asociadas al comercio o al zoco, como en el caso de Muhammad b. Fath b. Hudayl (primera mitad s. IV/X), especialista en teologa dogmtica
(kalam) y cuyo oficio era el comercio en el zoco de los herreros33. No es necesario
extenderse ms en los ejemplos: Manuela Marn ha dedicado varios artculos a los
que remito a mostrar la estrecha conexin entre el mundo del saber religioso y el
del comercio y el zoco34.
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Maribel Fierro, alawbn, Encyclopaedia of Islam, Second Edition, ed. P. Bearman, Th. Bianquis, C.E. Bosworth, E. van Donzel and W.P. Heinrichs, Brill, 2011. Brill Online. EI3-contributors.
05 April 2011 <http://www.brillonline.nl/subscriber/entry?entry=islam_SIM-6794>; M. Dolores
Rodrguez Gmez, Abu ,Ali al-Salawbin: un gramtico andalus de la etapa almohade, en A.
Escobedo Rodrguez (coord.), Homenaje a la Profesora Elena Pezzi, Granada, 1992, pp. 97-104.
P. Chalmeta, "Simancas y Alhandega", Hispania 36 (1976), pp. 359-444, p. 379.
Manuela Marn, El oficio de la ciencia y otros oficios: en torno a la onomstica de los ulemas andaluses. Estudios Onomstico-Biogrficos de al-Andalus. VII, Madrid: CSIC, 1995, pp. 377-436 y
"Biographical dictionaries and social history of al-Andalus: trade and scholarship", Scripta Mediterranea (Toronto), XIX-XX (1998-99), pp. 239-257.
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Las prcticas matrimoniales de los ulemas andaluses han sido analizadas por Manuela Marn,
"Parentesco simblico y matrimonio entre los ulemas andaluses", Al-Qantara, XVI (1995), pp.
335-356.
Vase el estudio introductorio en Abu Bakr al-Turtusi, Kitab al-hawadit wa-l-bida, (El libro de las
novedades y las innovaciones), traduccin y estudio por M. I. Fierro, Madrid: CSIC, 1993; Giuseppe
Mandal, Il Prologo delle Risposte alle questioni siciliane di Ibn Sab,in come fonte storica. Politica
mediterranea e cultura arabo-islamica nellet di Federico II, Schede medievali 45 (2007), pp. 2594, p. 43.
mile Fricaud, Les talaba dans la socit almohade (le temps dAverros), Al-Qantara, XVIII
(1997), pp. 331-388.
al-Marrakusi (m. d. 621/1224), Kitab al-mu,yib fi taljis ajbar al-Magrib, ed. R. Dozy, 2 ed., Leiden,
1881, p. 175; ed. Muhammad Sa,id al-,Aryan y Muhammad al-,Arabi al-,Alami, Casablanca:Dar
al-Kitab,1978, p. 353;- trad. A. Huici Miranda, Tetun, 1955, p. 196.
Manuela Marn, Sentidos y usos de yah en biografas de ulemas andaluses, Al-Qantara XXXII
(2011), pp. 129-173.
F. N. Velzquez Basanta, Ibrahim ibn al-Hayy al-Numayri: poeta y viajero granadino contemporneo de Ibn al-Jatib, Draco 2 (1990), pp. 293-313.
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en cierta ocasin a favor del califa en un asunto que tena que ver con la apropiacin
de unos legados pos41. Pero de otros ulemas en cambio se dice que se enfrentaron
al gobernante cuando ste iba a comportarse de manera injusta42 y aunque a veces
sufrieron por ello43, en otras el propio gobernante acab recompensndoles por haberle sabido aconsejar bien y apartarles del mal camino44. Tambin hubo ulemas que
buscaron exprofeso mantenerse apartados del gobernante de turno45.
Fue la institucin de las fundaciones pas la que acab ofreciendo a los ulemas
la mejor garanta de unos ingresos y unos beneficios econmicos. Destaca la escasez
de legados pos (ahbas, awqaf) realizados por los gobernantes andaluses, lo cual,
hasta cierto punto, resulta extrao, porque entre los soberanos islmicos medievales
el waqf fue usado como una forma de propaganda y de ganar legitimidad ante los
sbditos. Como ha sealado Garca Sanjun, la mayor parte de las informaciones
que nos transmiten las crnicas en relacin a la actitud de los soberanos andaluses
hacia los legados pos se refieren a actitudes encaminadas a utilizar dichos bienes
para usos ilegtimos y a las reacciones, generalmente negativas, que esa actitud provoc en los alfaques y cades, encargados de proteger y administrar esos bienes.
Todo ello indica que los gobernantes andaluses carecan de la autoridad necesaria
para inmiscuirse en la gestin de los legados pos o para decidir el destino de las
rentas que stos producan46. En efecto, esa gestin estaba en manos de los ulemas,
quienes se ocupaban de recoger y distribuir los ingresos, recibiendo sus salarios de
esos mismos ingresos, pero el control de los legados pos les permita asimismo
adquirir pequeas o grandes fortunas. Garca Sanjun ha concluido que los mayores
beneficiarios de los legados pos caritativos no eran de hecho los que constaban en el
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J. Martos Quesada, Ibn Lubaba, Biblioteca de al-Andalus, vol. IV, ed. Jorge Lirola, Almera: Fundacin Ibn Tufayl, 2006, pp. 22-4, n 733.
L. Bariani, Almanzor, San Sebastin: Editorial Nerea, 2003, pp. 160, 162. En otro contexto geogrfico, Ibn ,Abd al-Rafi, se atrevi a acusar al hijo de sultn de homicidio: Nelly Amri, La gloire des
saints. Temps du repentir, temps de lesprance au Maghreb mdival, daprs une source hagiographique du VIIIe au XIVe sicle", Studia Islamica 93 (2001), pp. 133-148, p. 137.
Ibn Mufawwaz se march de Menorca cuando Ibn Hakam mand decapitar en su presencia a un
hombre por beber vino: Manuela Marn, Sa,id b. Hakam (601-680/1205-1282): una reconsideracin biogrfica, Publicacions des Born (Ciudadela de Menorca), 15-16 (2006), pp. 95-113; T.
Gallega Ortega, Ibn Mufawwiz, Biblioteca de al-Andalus, vol. IV, pp. 216-7, n 832.
M. Fierro, Caliphal legitimacy and expiation in al-Andalus, Islamic legal interpretation. Muftis
and their fatwas, ed. M. Kh. Masud, B. Messick y D. Powers, Cambridge, Mass./Londres: Harvard
University Press, 1996, pp. 55-62.
Manuela Marn, Inqibad ,an al-sultan: ,ulama and political power in al-Andalus, Saber religioso
y poder poltico en el Islam, Madrid: AECI, 1994, pp. 127-139.
Garca Sanjun, Hasta que Dios herede la tierra. Los bienes habices en al-Andalus, p. 343.
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acta fundacional, sino los ulemas y alfaques: los legados pos pblicos aunque su
intencin declarada fuese promover el bienestar general de los musulmanes ayudaban de hecho tan slo a un pequeo nmero de personas fortaleciendo su posicin
financiera y social, ya que las poderosas familias de ulemas que controlaban esos
legados pos amasaban fortunas, mientras que el resto slo reciban mseras porciones47. La autonoma financiera de las mezquitas y de las madrasas all donde
stas prosperaron48 se convirti as en una fuente importante de la base de poder
independiente de los ulemas.
Precisamente por estar presentes en todo el entramado de la vida urbana en
distintas capacidades y cumpliendo con distintas funciones, los ulemas aparecen a
menudo como representantes de las ciudades en momentos difciles y esa funcin se
puede documentar desde fechas muy tempranas.
Cuando Mrida fue conquistada en el ao 315/928, los habitantes pidieron el
amn a travs de uno de sus habitantes, un berber llamado Ibn Mundir
que les haca de alfaqu, inteligente y astuto, que conoca al chambeln Mus ibn
Muhammad ibn Hudayr, lo que esperaban les sera provechoso. As pues acordaron enviarlo a la capital con su misiva y condiciones, en unin de cuatro personas
de confianza, y al llegar aqul a Crdoba, comenz por dirigirse al chambeln, en
excelente mediacin, que resolvi la situacin de los de Mrida, pues les llevaron
el amn para ellos y su emir, Ibn Tayit, en las condiciones propuestas, a las que Ibn
Mundir aadi por su cuenta su nombramiento como cad all49.
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Garca Sanjun, Hasta que Dios herede la tierra:los bienes habices en al-Andalus, pp. 350-5. En
el mismo sentido Mahmoud Yazbak, The waqf as a tool for enrichment / impoverishment: Nablus
1650-1700, en Jean-Paul Pascual (ed.), Poverty and Wealth in the Muslim Mediterranean World /
Pauvret et richesse dans le monde musulman mditerranen, Paris, Maisonneuve & Larose, 2003,
pp, 69-97. En este ultimo trabajo se seala (pp. 93-4) que la rapacidad de los gestores urbanos de
legados pos que consistan en propiedades rurales poda provocar el empobrecimiento de los campesinos encargados del cultivo de esas propiedades
Para el caso de al-Andalus, vase G. Makdisi The madrasa in Spain: some remarks, ROMM 15-16
(1973), pp. 155-58.
Ibn Hayyan, Muqtabis V, ed. P. Chalmeta, F. Corriente, F. y M. Sobh, Madrid/Rabat, 1979; traduccin M. J. Viguera y F. Corriente, Zaragoza, 1981, 158/183. Creo que el personaje es hijo de Mundir
b. Hazm b. Sulayman (m. 306/918), quien haba ocupado una posicin destacada en Badajoz y sobre
cuyas interesantes actividades puede verse Marn, Sentidos y usos de yah en biografas de ulemas
andaluses, pp. 165-6.
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Maribel Fierro, "The qadi as ruler", Saber religioso y poder poltico. Actas del Simposio Internacional (Granada, 15-18 octubre 1991), Madrid, 1994, pp. 71-116; Gabriel Martnez-Gros, Le
gouvernment du juge: Ibn `Abdun et Seville au dbut du XIIIe sicle, Les Cahiers de Fontenay.
Ides de villes, villes idales, 1993, pp. 37-51. Para la idea si, de que en ausencia del imam tan
slo el alfaqu cualificado puede representarlo, vase Hairi, Abdul-Hadi, "Nark, djdj Mull
Amad", Encyclopaedia of Islam, Second Edition, ed. P. Bearman, Th. Bianquis, C.E. Bosworth,
E. van Donzel and W.P. Heinrichs. Brill, 2011. Brill Online. EI3-contributors. 05 April 2011 http://
www.brillonline.nl/subscriber/entry?entry=islam_SIM-5797.
Vanse los distintos volmenes de los Estudios onomstico-biogrficos de al-Andalus, y en especial
el volumen V (ed. M. Marn y J. Zann, Madrid, 1992) dedicado a las familias.
Un ejemplo es el de Ibn Waddah, miembro de una familia de clientes omeyas: vase Maribel Fierro,
"Bazi,, mawl de ,Abd al-Rahman I, y sus descendientes", Al-Qantara VIII (1987), pp. 99-118. Para
el caso de otros hombres de clamo, los secretarios, vase Bruna Soravia, "Entre bureaucratie
et littrature: la kitaba e les kuttab dans ladministration de lEspagne musulmane", Al-Masaq 7
(1994), pp. 165-200, p. 195, nota 43.
Susana Pea, Ibn al-Makwi", Estudios onomstico-biogrficos de al-Andalus. VI, ed. M. Marn,
Madrid, 1994, pp. 353-383. Vase tambin Marn, Sentidos y usos de yah en biografas de ulemas
andaluses, pp. 134 y 167.
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Siria e Iraq, y ningn contemporneo suyo pudo rivalizar con l54. Otro ejemplo tambin de poca almohade es el de Abu l-Hasan Ibn al-Ni,ma (491/1098-567/1171), famoso almocr, exegeta y tradicionista. Ibn al-Ni,ma no tena antecedentes familiares
en el mundo del saber, pudiendo entrar a formar parte de ese mundo por su propio
esfuerzo y mritos. Abu l-Hasan b. Lubb cuenta que el padre de Ibn al-Ni,ma que
era bruidor le envi un da a hacer un recado, pero se retras a la hora de volver.
Su padre sali a buscarle y se lo encontr en el crculo de estudios (halqa) de Abu
Muhammad b. al-Sid, escuchando lo que se enseaba. Se lo llev de all para que se
ocupase del asunto que le haba encargado, pero nuevamente se retras, tardando todava ms que la vez anterior. Lo volvi a encontrar en el mismo sitio y le reprendi
severamente. Mientras estaban en ello, pas por all el to paterno de Ibn al-Ni,ma,
que era un comerciante acomodado. Pregunt qu pasaba y su hermano le describi
la conducta, para l reprensible y no beneficiosa, del joven, indicando lo descabellada que le pareca la posibilidad de que su hijo pudiese convertirse en ulema. Pero el
to le pregunt a su sobrino por sus intereses y cuando vio que se senta atrado por
el estudio, le pidi a su hermano que lo pusiese bajo su cuidado. As se hizo e Ibn
al-Ni,ma qued en manos de su to, quien le dej que se dedicase a estudiar, si bien
esa formacin en el mundo del saber le result dificultosa. Luego Dios le concedi
la gracia de conseguir lo que deseaba. Las relaciones con el to, a pesar de la ayuda
prestada, acabaron mal, pues el to era de los que a veces beban vino. Un da que
fue a verle y no le encontr en su casa, Ibn al-Ni,ma rompi todos los recipientes y
vasijas que su to tena en su casa para la bebida55.
No haba sido sa la actitud predominante durante la poca omeya, pues tenemos
noticia de numerosos cades que hicieron la vista gorda ante el consumo de bebidas
alcohlicas56. En general, la impresin que dan las fuentes rabes es que los ulemas
intentaban islamizar ms a travs del ejemplo que a travs del castigo, ms mediante
la conviccin que mediante la coercin. Pero no faltaron ulemas que buscaron por
distintos motivos imponer a la fuerza lo que ellos consideraban era la forma correcta
de hacer las cosas o lo que para ellos era el verdadero islam, como al-,Azafi (poca
almohade) quien golpeaba con un ltigo a quienes no hacan la oracin57.
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Ibn ,Abdun, (ss. V/XI-VI/XII), Risala fi l-qada, wa-l-hisba, ed. E. Lvi-Provenal, Talat rasa,il andalusiyya fi adab al-hisba wa-l-muhtasib, El Cairo, 1955, pp. 1-65; trad. E. Garca Gmez-E. Levi-Provenal, Sevilla a comienzos del siglo XII. El tratado de Ibn ,Abdun, Madrid, 1948 (ed. facsmil, Sevilla,
1981), pp. 26-7/94-6, parag. 52; Manuela Marn, Mujeres en al-ndalus. Madrid: CSIC, 2000.
David Waines, The darmak decree, Al-Qantara XIII (1992), pp. 267-270.
Fierro, The qadi as ruler", pp. 72-8.
Ibn Hayyan, Muqtabis II/1, ed. M. 'A. Makki, Al-Sifr al-tani min Kitab al-Muqtabas, Riyad, 1424/2003,
149v.; trad. F. Corriente y M. A. Makki, Crnica de los emires Alakam I y Abdarramn II entre
los aos 796 y 847 [Almuqtabis II-1], Zaragoza, 2001, p. 200.
T. Gallega Ortega, al-Abyad, Abu Bakr, Enciclopedia de al-Andalus. Diccionario de autores y
obras andaluses, tomo I, pp. 48-9, n 9.
150
Esperas ser juez, con los defectos que tienes? Pardiez, que has llegado a sufrir
delirio; te haces la ilusin de tocar el sol naciente. De ningn modo; lo que
intentas no resultar; a cada persona le van bien ciertas cosas, y el lobo no es
de fiar a cargo de rebao, que si a los lobos se confa reses, se apoderan de las
que no devoran 63.
Por su parte, el poeta ,Ubada b. Ma, al-sama, compara al alhel, flor que disimula su aroma, con el jurisconsulto, aparente asceta que vive la vida del libertino:
Parece el alhel, escondiendo su olor, / un alfaqu deseoso de prolongar su hipocresa (riya,). Se hace el asceta durante el da y pasa / la noche desenfrenado
en compaa de sus amiguitos64.
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Ibn Hayyan, Muqtabis II/1, trad. pp. 83-4. Sobre el poeta vase David Wasserstein, Ghirbib ibn
`Abd Allah al-Thaqafi and the beginnings of linguistic and ethnic accomodation to Arab islam in
al-Andalus, en R.G. Hoyland y P. F. Kennedy (eds.), Islamic reflections, Arabic musings. Studies in
Honour of Professor Alan Jones, Oxford: Gibb Memorial Trust, 2004, pp. 217-229.
W. Hoenerbach, El andalus ,Ubada b. Ma, al-Sama,: su poesa clsica en las antologas de Ibn
Bassam e Ibn al-Kattani", Andaluca Islmica. Textos y estudios (Anejos de Cuadernos de Historia
del Islam) IV-V (1983-1986), pp. 69-105, p. 80, 105.
Existe el estudio previo de Mhammad Benaboud, El papel poltico y social de los ,ulama, en alAndalus durante el periodo de los Taifas", Cuadernos de Historia del Islam XI (1984), pp. 7-52.
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Maribel Fierro
prefirieron en tanto que andalus a los zires, berberes nuevos que haban llegado no haca mucho tiempo del Norte de frica66. Una vez reconquistada la ciudad,
Badis
concedi monturas y seal excelentes emolumentos a los alfaques y lectores
cornicos de Mlaga, como se hizo notorio en todas partes, siendo as que
anteriormente vivan con escasez y sin remuneracin alguna,
y ello a pesar de que haban apoyado a Ibn ,Abbad. Sin embargo, Badis decidi
perdonarles, aun
sabiendo como saba que, mientras Ibn ,Abbad haba estado en Mlaga, se
haba hecho el sermn del viernes en nombre suyo y que en este sermn se
haba dicho de su parte "Hoy es cuando he perfeccionado vuestra religin, he
completado mis beneficios para con vosotros y he quedado satisfecho de ver
que al final profesis el islam como religin" [Corn V,5]. Pero Badis tuvo
por buena poltica no castigar a ninguno de ellos, porque todos eran igualmente culpables y nadie puede retener en su poder una ciudad sin contar con sus
habitantes [la cursiva es ma]67.
Como se ve, a pesar de que el sermn pronunciado bajo los abbades pareca
condenar a los anteriores gobernantes los zires como malos musulmanes, cuando los zires vuelven a hacerse con Mlaga, el emir Badis no castiga a los alfaques
y lectores cornicos, entendiendo que la adhesin de los ulemas implica la adhesin
de los habitantes de la ciudad, como si los ulemas fuesen sus representantes.
Pero los ulemas no sirven tan slo para ser portavoces de la poblacin, tambin
cumplen importantes funciones en la actividad poltica del reino. As, cuando Badis
decide perdonar y hacer volver a su hijo Maksan quien se haba rebelado enva con el amn a un alfaqu68. Tambin su nieto el emir ,Abd Allah recurre a los
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,Abd Allah al-Ziri, al-Tibyan ,an al-hadita al-ka,ina bi-dawlat Bani Ziri fi Garnata, ed. E. LviProvenal, El Cairo, 1955; trad. espaola E. Lvi-Provenal y E. Garca Gmez, El siglo XI en 1
persona: las "Memorias" de ,Abd Allah, ltimo rey Zir de Granada, destronado por los almorvides (1090), Madrid, 1981, p. 137 (las citas que siguen estn tomadas de esta traduccin). Hay una
traduccin inglesa llevada a cabo por A.T.Tibi, The "Tibyan". Memoirs of ,Abd Allah b. Buluggin
last zirid amir of Granada, Leiden, 1986.
,Abd Allah al-Ziri, al-Tibyan, trad. espaola, p. 137.
,Abd Allah al-Ziri, al-Tibyan, trad. espaola, p. 146.
152
alfaques, pero esta vez para castigar a unos rebeldes, contrbulos suyos, los Banu
Tagnaut, cuya lealtad era dudosa en la plaza que gobernaban. Una vez ocupada la
ciudad, dice ,Abd Allah, el ltimo rey zir de Granada:
Consult a los magnates y alfaques de la ciudad qu se deba hacer con ellos,
y me aconsejaron obrar con arreglo a la excitacin divina cuando dice: La
nica retribucin de los que combaten contra Dios y contra su Profeta, y se
dedican a hacer mal en la tierra es la muerte o la crucifixin o la amputacin
de las manos y los pies ... [Corn, V:37].
Mediante la cita de esa aleya cornica, los consejeros del emir negaban a los
Banu Tagnaut la categora de rebeldes, tachndolos de bandoleros que asaltaban rutas, sembrando el pnico entre las gentes y matando a los viajeros de las caravanas,
cuyas mercancas se llevaban a su castillo, de ah que su pena fuera la crucifixin:
El da de su ejecucin fue una gran fiesta para las gentes, contentas y satisfechas de haberse visto libres de su perversidad69.
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aquellos almorvides que concentraron su expansin hacia el interior de Marruecos, de manera que la direccin del movimiento almorvide qued limitada al emir
poltico-militar en la persona de Yusuf b. Tasufin, el fundador de la dinasta almorvide y conquistador de al-Andalus. La figura del imam religioso no desapareci, en
cambio, en la rama almorvide que se concentr en la expansin hacia el sur y que
buscaba controlar la ruta comercial con Gana y las minas de oro, bajo el liderazgo
de Abu Bakr b. ,Umar. En efecto, a este ltimo le acompa un alfaqu malik de
Qayrawan, Abu Bakr al-Muradi, conocido por al-Imam al-Hadrami (m. 489/1096),
experto en teologa as,ar y del que se dice que pretendi ocupar el lugar dejado
vacante por Ibn Yasin71. Este al-Muradi, muerto en el Shara, acab convirtindose
en un santo local. He expuesto en otra ocasin72 que las caractersticas que adoptan
las figuras de lderes magrebes que actan en el Occidente islmico entre los ss. V/
XI-VI/XII parecen estar en estrecha relacin con las sociedades de los territorios
conquistados por los movimientos que ellos mismos pusieron en marcha o a los que
se adhirieron. Al instalarse en el entorno tribal subsahariano, el ulema y telogo alMuradi se transform en un santo. La figura de Ibn Yasin, cuya actividad entre los
berberes Sanhaya se parece a la de un santo o de una figura carismtica prxima al
mesianismo de Ibn Tumart, se consolida como la de un alfaqu malik, casi como un
reflejo de esos alfaques y cades que llamaron a los almorvides a intervenir en la
Pennsula Ibrica. El fundador del movimiento almohade se constituy en Mesas o
mahdi, en directa correspondencia con la figura del mahdi andalus, el suf Ibn Qasi,
que les facilit la entrada en al-Andalus.
Los andaluses buscaron a los almorvides, no en tanto que reformadores, sino
en tanto que soldados. Una vez que los almorvides aprovecharon la ocasin para
hacerse con el poder poltico, su forma de gobernar dependi estrechamente del apoyo otorgado por los notables andaluses y por los alfaques, hasta el punto que se dice
que los emires almorvides consultaban los asuntos de gobierno con estos ltimos.
E. Gellner73, para quien las sociedades islmicas se caracterizan por la presencia de
"un estado dbil y una cultura fuerte", afirma que la debilidad del estado es doble:
frente a las tribus que se escapan a su control y frente a la nomocracia urbana, en
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A.W. Ould Sheikh y B. Saison, Vie(s) et mort(s) de al-Imam al-Hadrami. Autour de la posterit
saharienne du mouvement almoravide (11e-17e s.)", Arabica 34 (1987), pp. 48-79; M. Fierro, Ibn
al-Hasan al-Muradi, Biblioteca de al-Andalus, vol. 3, Enciclopedia de la Cultura andalus, I., ed.
J. Lirola Delgado y J.M. Puerta Vlchez, Almera, 2004, pp. 300-2, n 554.
Maribel Fierro, Le mahdi Ibn Tumart et al-Andalus: l,laboration de la lgitimit almohade", Revue
d,Etudes sur le Monde Musulman et la Mditerrane 91-4 (2001), pp. 107-124.
E. Gellner, Muslim society, Cambridge University Press, 1981.
154
cuyas manos estn los smbolos de la legitimidad y que puede, por tanto, otorgarla,
pero tambin retirarla. Pues bien, en el caso de los andaluses, las elites letradas
urbanas no habran concedido a los almorvides la legitimidad de gobernar ms que
con mucha reticencia, mostrndose dispuestos a ponerla en cuestin ante el menor
error que cometiesen74. Por ello, los almorvides decidieron ganarse el apoyo desde
el primer momento de los ulemas y juristas andaluses75, para muchos de los cuales
resultaba inaceptable mantener las relaciones que haban predominado hasta entonces entre los reinos de taifas y los cristianos, sobre todo a partir de la cada de Toledo
en manos de Alfonso VI en el ao 478/1085.
Como reflejan las reveladoras palabras del emir zir ,Abd Allah, ste pronto se
dio cuenta de que el emir almorvide estaba empeado en tratar bien a los ulemas76,
de lo que tuvo una prueba palpable cuando el rey de Sevilla al-Mu,tamid pidi dictamen a los alfaques sobre el caso de Ibn Rasiq, quien se haba rebelado contra l despus de haberle jurado fidelidad, a raz de tomar Murcia. Reunidas todas las pruebas
contra Ibn Rasiq, se celebr una junta de alfaques en la que estos dictaminaron que
el rebelde deba ser expulsado de la comunidad musulmana y entregado a su sultn.
Ibn Rasiq recurri al emir almorvide, pero ste que se haba dado cuenta de que
Ibn Rasiq jugaba tambin a ayudar a los cristianos le contest:
Si tu falta hubiera sido en contra ma, yo te la perdonara, pero yo no puedo
oponerme a la aplicacin de los preceptos de la Zuna"77.
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Las derrotas almorvides frente a los cristianos terminaron por producir un sentimiento de desesperanza y de hostilidad hacia los almorvides, que se refleja en una de las cartas escritas por el secretario de la corte almorvide, el andalus Abu Marwan b. Abi l-Jisal. P. Guichard seala su sorpresa
ante el tono tan duro de esta carta y se pregunta hasta qu punto fue fruto del "patriotismo" del andalus o bien Ibn Abi l-Jisal se olvid de que los soldados almorvides, a los que criticaba por haber
sido derrotados por los cristianos, eran del mismo grupo de los gobernantes para los que escriba: P.
Guichard, Les musulmans de Valence et la Reconqute (XIe-XIIIe sicles), 2 vols., Damasco, 19901991, I, 87-9, 91-2; Maribel Fierro, "La religin", vol. VIII/2 (El retroceso territorial de al-Andalus.
Almorvides y almohades. Siglos XI al XIII) de la Historia de Espaa fundada por R. Menndez
Pidal, coord. M.J. Viguera, Madrid: Espasa Calpe, 1997, 435-546, p. 440.
Franois Clment, Pouvoir et lgitimit en Espagne musulmane l,poque des Taifas (Ve/XIe sicle). L,imam fictif, prface de Pierre Guichard, Paris / Montral: L,Harmattan, 1997, p. 111.
,Abd Allah al-Ziri, al-Tibyan, trad. espaola, p. 209. Segn Benaboud, "El papel poltico y social
de los ,ulama, en al-Andalus, pp. 45-6, la importancia del papel de los alfaques radica sobre todo
en haber dado a Yusuf b. Tasufin una justificacin legal a su ocupacin de los reinos de taifas, pues
habran apoyado las dos razones por las que el emir almorvide des-legitimaba a los reyes de taifas:
su colaboracin con Alfonso VI y el pago de tributos o parias, as como el cobro de impuestos no
islmicos a sus sbditos.
,Abd Allah al-Ziri, al-Tibyan, trad. espaola, p. 210.
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Pues bien, entre los alfaques consultados entonces por al-Mu,tamid figuraba
Ibn al-Qulay,i, quien ms tarde se gloriaba de su intervencin ante el emir ,Abd
Allah, diciendo:
"Ya ver Ibn Rasiq lo que se le va a venir encima, puesto que se me ha consultado sobre su caso. Y si los alfaques nos reunisemos en consejo para juzgar
a otros prncipes, haramos contra ellos otro tanto [la cursiva es ma]". Estas
palabras las repeta ante el emir ,Abd Allah durante el asedio de Aledo de 1092
y cuando se pona de manifiesto cada vez en mayor grado la anarqua que reinaba entre los reyes andaluses78.
Esas palabras Y si los alfaques nos reunisemos en consejo para juzgar a otros
prncipes, haramos contra ellos otro tanto que repeta Ibn al-Qulay,i sacaban de
quicio dice el emir ,Abd Allah, pues iban acompaadas de amenazas, de refranes
alusivos y de maledicencia; es decir, el caso de la condena de Ibn Rasiq hizo que
ulemas en el entorno de los reyes de taifas como Ibn al-Qulay,i se diesen cuenta de
que la llegada del emir almorvide les haba dado un renovado poder.
Fue durante ese asedio de Aledo, adems, cuando se vio la incapacidad de los
reyes de taifas andaluses para ponerse de acuerdo entre s y cuando como dice el
emir ,Abd Allah sus sbditos empezaron a llegar
en tropel a quejarse de todo ante quien pensaban que les apoyara ... Para formular sus denuncias tomaban como mediadores a sus alfaques, en cuya busca
corran. Uno de los alfaques ms favorecidos fue Ibn al-Qulay,i, cuya tienda
en el campamento se convirti en imn de todos los que iban y venan, con los
cuales buscaba la manera de perderme, por una decisin decretada por Dios,
que lo permiti79.
Ibn al-Qulay,i no slo reciba en su tienda a los descontentos, sino que escriba
desde el mismo campamento a sus conciudadanos de mi capital que no me pagasen
nada, y les anunciaba lo que iba a suceder80. De condenar a muerte a un rebelde, Ibn
al-Qulay,i haba pasado en muy poco tiempo a incitar a la rebelin no armada, eso
s a los granadinos contra su rey.
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El emir ,Abd Allah empez a darse cuenta de su reino estaba en peligro no slo
por parte almorvide, sino tambin a causa de las amenazas de Ibn al-Qulay,i contra
m, y la dureza con que ste me trataba y cmo rechazaba cualquier responsabilidad en lo que pudiera ocurrirme81. El emir ,Abd Allah se enter adems de que su
hermano Tamim, prncipe de Mlaga, haba enviado a un famoso alfaqu, Ibn Sahl,
cincuenta meticales, con intento de concilirselo y de ponerlo en contra suya, con
apariencias de legalidad, pero el mencionado Ibn Sahl, indignado de este proceder,
le devolvi el dinero. Intervino entonces Ibn al-Qulay,i, quien hizo ver al emir
,Abd Allah lo mucho que le convena atraerse a Ibn Sahl para que no favoreciese a
su hermano Tamim ante los almorvides. Le propuso por ello que escribiese a Ibn
Sahl prometindole nombrarlo cad de Granada, eso s, asocindole a l a Ibn alQulay,i en el cargo, pues al hacerlo cesaran los problemas del emir tanto con los
almorvides como con sus sbditos. Por qu? Porque dijo Ibn al-Qulay,i:
si quieres sacar a cualquiera aunque no sea ms que un dirhem contra la ley,
las gentes lo tendrn por odioso, y, en cambio, si les sacas mil por va legal,
podrs hacerlo sin que nadie diga nada [la cursiva es ma]82.
El emir sigui sus consejos y escribi a Ibn Sahl garantizndole su nombramiento para el cadiazgo y las pagas mensual y anual que habran de corresponderle83. Sin
embargo, pronto las cosas empezaron a torcerse, especialmente tras preguntar el
emir ,Abd Allah a Ibn al-Qulay,i cmo poda obtener por vas legales esas sumas
elevadas de las que le haba hablado dinero que necesitaba para hacer frente a sus
gastos habituales y para mantener el ejrcito. Fue entonces cuando Ibn al-Qulay,i
comenz a malmeterle con
gentes que estaban muy por encima de l, en punto de honradez y moralidad.
Al que puso por delante fue al curador de los bienes de manos muertas, Ibn
Salmun, sobre quien intent inducirme a sospechas a propsito de su gestin,
y luego cit a otras personas que no haban dado pruebas sino de lealtad y
probidad.
"Dios es grande! me dije para mis adentros Este hombre no va ms que
contra las gentes que siempre nos han rodeado, a m y a mis mayores. Sin duda
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se propone aislarme de todos ellos, para lograr sus propsitos y dejarme sin un
solo amigo en el que pueda descansar. Todo esto, sin contar los malos sentimientos, los siniestros designios y los nefastos proyectos de que da pruebas ...
Al punto se puso a perseguir (para arrancarles dinero) a los Banu l-Sunaydi, a
los secretarios de la cancillera y a otros personajes que eran hechuras mas y
de cuya integridad estaba seguro84.
Pero a pesar de estas palabras, es evidente que el emir ,Abd Allah se dej aconsejar durante un tiempo por este Ibn al-Qulay,i, quien le haba prometido que intercedera por l junto al emir almorvide, pero que, por otro lado, le sugera medidas
que indisponan al emir con su ejrcito, pues implicaban retirarles sus salarios, al
tiempo que le deca que poda sustituirlo con soldados que viniesen de Berbera. El
emir empez a darse cuenta de que con esos consejos iba en camino de hacerme
odioso a mis soldados, que son mis dos alas y de quedarme slo con los que desean
mi destronamiento85. Decidi entonces que ms le vala enfrentarse a Ibn al-Qulay,i
que no a sus soldados y esclavos y les anunci, en presencia del alfaqu, que haba
cambiado de opinin y que les devolva sus derechos. Ante el intento de los soldados
de apoderarse de Ibn al-Qulay,i, el emir les retuvo temiendo que pudieran matarlo,
lo que hubiera sido una muestra pblica de mi falta de autoridad, que habra trado
aparejadas malas consecuencias. Exigi entonces que le dejaran a l el castigo de
Ibn al-Qulay,i y lo hizo detener en una casa prxima al alczar, donde fue tratado
benvola y honradamente, convencindole de que la razn de tratarlo as se deba
a la excitacin del populacho, pero que lo pondra en libertad cuando el tumulto se
aplacase. As lo hizo, pero exigindole que refrenase su lengua y evitase todo entrometimiento de palabra y obra, limitndose a hacer lo que le concerna y se acomodaba a su profesin.
Me contest: "Desde luego. Si Dios quiere, pienso retirarme a las rabitas y llevar una vida apacible. Pero apenas fue puesto en libertad, le falt tiempo para
ir a ver al emir de los musulmanes con quejas que llovan sobre mojado86.
Este Ibn al-Qulay,i siempre haba mostrado un cierto grado de oposicin a los
zires que vena de lejos, y todo ello debido a que el abuelo del emir ,Abd Allah
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El creciente poder de los alfaques se refleja en otros episodios del reinado del
emir zir. Tras la revuelta de Loja instigada por uno de los ,abid (Mu,ammal, el
antiguo protector de Ibn al-Qulay,i), mand el emir ,Abd Allah traer los cautivos a
Granada, donde los encarcel y pidi a los alfaques un dictamen jurdico referente a
lo que deba hacerse con ellos. Unos alfaques dictaminaron que, conforme a la sunna, no era lcito condenarlos a muerte, puesto que su disidencia obedeci al temor
... Otros alfaques, en cambio, dictaminaron su condena a muerte. El emir, ante esta
divisin de opiniones, decidi perdonar a los rebeldes89.
No mucho despus, el emir almorvide se dirigi a Ceuta en lo que era claramente un preludio de ataque contra el emir zir, razn por la cual ste envi como
embajador al cad Ibn Sahl y a un berber Talkata con objeto de que le asegurasen de
su lealtad y de su prisa por participar en la guerra santa que se propona emprender.
Aunque ambos embajadores, a su regreso, afirmaron que el emir de los musulmanes
haba acogido favorablemente sus palabras, de hecho
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Cuando las tropas almorvides llegaron ante Granada, el emir zir envi al emir
almorvide a otros alfaques para entregarle una suma de dinero y decirle
en mi nombre que me consideraba hijo suyo; que en nada me opona a l y que
estaba dispuesto a someterme a l tal como l quisiera y sin necesidad de que
se tomara tan grande trabajo,
pero el emir almorvide le envi al alfaqu Ibn Sa,dun con un amn que garantizaba la seguridad de su persona y de su familia, pero no de sus bienes91. Este alfaqu
volvi a ser enviado, una vez rendido el emir zir, para exigirle que entregase sus
riquezas y los inventarios92.
Otro rey de taifas, Ibn Sumadih, rey de Almera, al ver que el emir almorvide
quera apoderarse tambin de sus estados, envi a un hijo suyo para convencerle de
su lealtad. Este prncipe se hizo pasar por un alfaqu93, pero la treta no dio el resultado esperado
Es una prueba del poco discernimiento ... que reinaba en los negocios polticos: viendo que las circunstancias ardan, querer apagarlas con sermones! En
efecto, apenas el prncipe lleg al lado del soberano, ste mand inmediatamente cargarlo de hierros94.
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ticas toledanas, partidaria una de las facciones de mantener el acuerdo existente con
los cristianos, mientras que la otra faccin se inclinaba por una poltica agresiva y
de no compromiso con los enemigos de religin. Ibn Hatim al-Tulaytuli consigui
huir de Toledo para evitar la pena de muerte y durante un tiempo vivi a salvo en
Badajoz. Pero cuando la situacin se le complic all, yendo camino de Zaragoza,
fue apresado en Crdoba en el momento en que la ciudad haba cado en poder de
al-Mu,tamid en 461/1069. Ibn Sahl volvi a encontrarse con Ibn Hatim en esa ciudad
donde actuaba como alfaqu consultor del cad y aunque intent ayudarle, el hereje
fue condenado a la pena capital en el ao 464/26 de marzo de 1072. Las fechas del
proceso de Ibn Hatim son reveladoras de cmo la creciente presin militar y recaudatoria de los cristianos influa en las posturas religiosas y polticas de los ulemas
toledanos:
Ao 435/1043: el rey al-Ma,mun paga un enorme tributo a Fernando de Castilla y Len.
Ao 450/1058: el padre de Sa,id el autor de la famosa historia de las ciencias de los antiguos Tabaqat al-umam en la que hay una apreciacin de los
logros cientficos de los no musulmanes- es sustituido en el cargo de cad de
Toledo por Abu Zayd.
Aos 453-4/1062: el rey al-Ma,mun empieza a pagar sumas regulares (parias)
al rey Fernando.
Ao 456/1064: Barbastro es tomada por los cristianos.
Ao 457/1064: proceso contra Ibn Hatim en Toledo durante el gobierno de alMa,mun y siendo cad Abu Zayd. Antes de que se pronuncie la sentencia que
lo condena a muerte, Ibn Hatim huye a Badajoz.
Aos 457/1064-460/1067 (antes de la muerte de al-Muzaffar de Badajoz): el
censor de costumbres (muhtasib) toledano Ibn Labid al-Murabit decide que
Ibn Hatim no puede quedar impune y recorre Denia, Murcia, Almera, Crdoba y Badajoz, recogiendo dictmenes de los alfaques no toledanos sobre el
caso. Crdoba es todava dominio de los Banu Yahwar.
Ao 460/1068 (mes de marzo): el cad Abu Zayd, los alfaques al-Lawranki,
el hijo de Ibn Mugit y ,Abd al-Rahman b. Muhammad b. Salama, entre otros,
son perseguidos (los tres ltimos, encarcelados) por al-Ma,mun a instigacin
de Yahy b. Sa,id b. al-Hadidi y su hermano Ahmad (los Banu l-Hadidi). En
ese mismo ao, el rey de Toledo al-Ma,mun y el rey de Sevilla al-Mu,tadid
firman un acuerdo por el que el segundo ayudara al primero a conquistar Crdoba. Al-Ma,mun sitia Crdoba en 461/1068; muere al-Mu,tadid y le sucede
al-Mu,tamid, quien decide romper el pacto y ayudar al gobernante de Crdoba
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Ibn Yahwar. Una vez que al-Ma,mun ha sido derrotado, al-Mu,tamid acaba
apoderndose de Crdoba en 461/1069.
Aos 460/1067-464/1071-2: Ibn Hatim abandona Badajoz, se refugia en
Santarn y finalmente decide marchar a Zaragoza, donde reina al-Muqtadir
(441/1049-475/1082). Los alfaques toledanos que haban dictaminado en su
proceso siguen encarcelados; a pesar de ello, Ibn Hatim no parece haberse
planteado volver a Toledo y de hecho se dirige a Zaragoza a travs de Crdoba. De paso por esta ciudad, todava en manos de al-Mu,tamid, es apresado y
ejecutado.
Ao 464/1072: Alfonso VI reside en Toledo durante nueve meses, durante la
poca de predominio poltico-religioso de la faccin de los Banu l-Hadidi.
Ao 466/1074: Alfonso VI y su aliado al-Ma,mun hacen una campaa militar
por el SE de la Pennsula con dos objetivos: en el caso de Alfonso VI, obtener
el tributo anual del rey de Granada; en el caso de al-Ma,mun, hacerse con
Crdoba.
Ao 467/1075: al-Ma,mun logra finalmente apoderarse de Crdoba, pero
muere envenenado en ese mismo ao.
Ao 468/1075: reinando ya al-Qadir en Toledo, Yahy b. Sa,id b. al-Hadidi
es asesinado tras haber sido puestos en libertad los alfaques encarcelados,
muchos de los cuales haban participado en el proceso contra Ibn Hatim.
Ao 472/1080: al-Qadir huye de Toledo y los toledanos ofrecen el reino al
aftas de Badajoz al-Mutawakkil. Poco despus (473/1081), al-Qadir recupera
su reino gracias a la ayuda de Alfonso VI.
Ao 474/1082: los toledanos se rebelan contra al-Qadir. El jefe de la oposicin, Ibn Mugit uno de los alfaques que haba sido encarcelado durante el
reinado de al-Ma,mun fallece en ese ao.
Ao 478/1085: Toledo pasa a manos de los cristianos.
Toledo, adems de ser un centro de estudio de las ciencias de los antiguos
(,ulum al-awa,il), era tambin un centro de vida de ribat, es decir, de ascetismo
asociado a la guerra contra los infieles (yihad). Ibn Labid perteneca a la categora
de los murabitun. Tambin era un censor de costumbres (muhtasib) como muchos
murabitun: no se limitaba a hacer lo que l entenda era el bien y prohibir el mal,
sino que quera que los dems se comportasen de la misma manera, de acuerdo
con las normas que l consideraba correctas. En el asunto de Ibn Hatim, Ibn Labid
parece actuar como agente del partido de los alfaques opuestos a colaborar con
los cristianos y al estudio de las ciencias racionales. Tal vez las acusaciones formuladas contra Ibn Hatim incluyendo el hecho de que se burlaba del Profeta lo
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Maribel Fierro
fueron para desacreditarle, pero tambin cabe la posibilidad de que Ibn Labid si
no tuvo nada que ver con esas acusaciones actuase movido por un sentido del
deber: no permitir que un hereje que poda contaminar al resto de la comunidad
pudiese salvarse del castigo. Su celo en perseguir a Ibn Hatim pudo haberse despertado por el profundo impacto producido entre los andaluses por la conquista
cristiana de Barbastro. Ese acontecimiento, unido a la prdida de otras ciudades
musulmanas como Coimbra, mostraba a las claras una Cristiandad a la ofensiva y
un Islam en retirada ante el avance de los cristianos, cuyos xitos planteaban un
difcil problema teolgico. El terreno era pues el adecuado para fomentar el cumplimiento del precepto de la censura de costumbres (hisba) y para intentar reforzar
el Islam. Dicho de otra manera, Ibn Labid pensara que el debilitamiento poltico
de los musulmanes era el resultado de un debilitamiento religioso por haberse
apartado del camino recto y haberse inclinado por ciencias, creencias y prcticas
que l pensaba no eran islmicas. Su celo en perseguir a Ibn Hatim acaba dando
resultados cuando el hereje es detenido en Crdoba en un momento en que alMu,tamid busca debilitar a su principal rival, el rey de Toledo al-Ma,mun, quien se
haba decantado abiertamente a favor de los ulemas que no vean con malos ojos
el entendimiento con los cristianos. Ibn Labid, cuya actuacin tiene lugar ms de
diez aos antes de Zallaqa y de la intervencin de los almorvides en la Pennsula,
prefigura a ulemas posteriores que como Ibn al-Qulay,i retiraron su apoyo a los
reyes de taifas que no actuaban de acuerdo con sus principios doctrinales.
Es la llegada de los almorvides la que parece provocar el envalentonamiento
de algunos alfaques y una mayor presencia pblica de estos, motivado todo ello
por el hecho que los primeros almorvides necesitaban a los ulemas para legitimar
su gobierno. Llama la atencin que es a partir de ese momento cuando parece
convertirse en necesario consultar con los alfaques la legalidad de las actuaciones polticas relativas a los rebeldes y al destronamiento de los reyes de taifas, tal
y como hemos visto en algunos de los textos citados. Fue tambin poco tiempo
despus de Zallaqa cuando los ulemas andaluses dijeron al soberano almorvide
que obedecerle no sera una obligacin hasta que no hubiese hecho pronunciar la
jutba en nombre del califa ,abbas y en tanto que no hubiese obtenido de l una
investidura oficial100.
100
Clment, Pouvoir et lgitimit en Espagne musulmane, p. 108 (texto de Ibn al-Atir). Sobre la obtencin de la investidura oficial ,abbas para el emir almorvide vase Mara Jess Viguera, "Las
cartas de al-Gazali y al-Turtusi al soberano almorvid Yusuf b. Tasufin", Al-Andalus XLII (1977),
pp. 341-374.
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