Excavaciones Anfiteatro Romano y Termas Cartagena

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VERDOLAY

Revista del Museo Arqueológico de Murcia, n.º 13, 2011


Tercera época

REGIÓN DE MURCIA
Consejería de Cultura y Turismo

Edita
Dirección General de Bienes Culturales
Servicio de Museos y Exposiciones
Museo Arqueológico de Murcia
Avda. Alfonso X El Sabio, 9
30008 Murcia
Teléfono: 968 23 46 02

© de los textos y sus ilustraciones: los autores


© de la edición: Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Consejería de Cultura y Turismo

Coordinación
Luis E. de Miquel Santed

Gestión editorial
Ediciones Tres Fronteras

ISSN: 1130-9776

Diseño y maquetación
Alioth arte&ciencia
www.aliotharteyciencia.com

Imagen de portada
Torre del Espolón, Lorca, tras el terremoto del 11 de mayo de 2011

Reservados todos los derechos

Murcia 2012
índice
Actualización y revisión de la Carta Arqueológica de la Región de Murcia.
Verónica Carricondo Vázquez, José Javier Martínez García ..................................................................9

El yacimiento de vertebrados del Puerto de la Cadena (Murcia).


Miguel A. Mancheño Jiménez, Ignacio Fierro Bandera ........................................................................19

La Sima de las Palomas del Cabezo Gordo en Torre Pacheco: excavación e investigación en 2011.
Michael J. Walker, Mariano López Martínez, María Haber Uriarte, Jon Ortega Rodrigáñez ............31

El hacha y el fuego: la Cueva Negra del estrecho del río Quípar hace 800.000 años.
Michael J. Walker, Mariano López Martínez, María Haber Uriarte, Antonio López Jiménez ............43

“Proyecto La Bastida”: economía, urbanismo y territorio de una capital argárica.


Vicente Lull, Rafael Micó, Cristina Rihuete Herrada, Roberto Risch ..................................................57

Excavaciones urbanas en Lorca: solar esquina calle Álamo con calle Núñez de Arce
(santuario ibérico de tipo orientalizante).
Efraím Cárceles Díaz, Juan Gallardo Carrillo, Francisco Ramos Martínez ........................................71

El anfiteatro romano de Cartagena. Excavaciones 2010-2011.


José Pérez Ballester, M. Carmen Berrocal Caparrós, Francisco Fernández Matallana ....................83

Hallazgo de un nuevo edificio público en Carthago Nova: las termas del foro.
Lorenzo Suárez Escribano ....................................................................................................................113

La frontera entre visigodos y bizantinos en el Parque Regional de El Valle (ciudad de Murcia).


Juan Francisco Jordán Montes, José Antonio Molina Gómez, José Antonio Zapata Parra ..........127

La villa romana de Los Cantos, Bullas. Campañas de 2009 y 2010.


Alfredo Porrúa Martínez ........................................................................................................................143

El hamman de Los Torrejones (Yecla). Trabajos arqueológicos en un complejo termal


de época almohade (campañas de 2008-2011).
Liborio Ruiz Molina ................................................................................................................................157

La Casa Fontes de Torre Pacheco. De la excavación arqueológica al museo: una propuesta


de actuación museográfica.
Federico Fuentes Miralles ......................................................................................................................171

La excavación preventiva y la lectura muraria como apoyo a la restauración de


la iglesia de Santa María (Lorca).
José Manuel Crespo Valero, Juan Gallardo Carrillo ............................................................................193

Arquitectura residencial andalusí y jardines en el arrabal de la Arrixaca. Breve síntesis de las


excavaciones arqueológicas realizadas en el jardín de San Esteban, Murcia (2009).
Alfonso Robles Fernández, José A. Sánchez Pravia, Elvira Navarro Santa-Cruz ............................205

Verdolay n.º 13 (2011) - ISSN: 1130-9776


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El número 13 de la revista del Museo Arqueológico de Murcia Verdolay, que aquí presentamos, supone un significativo punto de inflexión
en la evolución de la publicación, de forma que podemos hablar de una nueva época, y ello desde un doble punto de vista.

Es un número monográfico, desde una perspectiva muy puntual, porque se trata, por primera vez y de momento única vez, de un número
cuya temática procede de unos encuentros científicos. En noviembre del año 2011 el Museo Arqueológico de Murcia albergó la celebración
de los I Encuentros sobre Arqueología y Paleontología de la Región de Murcia, evento donde se presentaron una cincuentena de comu-
nicaciones acerca de los últimos trabajos científicos en estas áreas del conocimiento en el ámbito de la Región de Murcia.

El I Encuentro fue un éxito, tanto por el amplio número de comunicaciones y participantes, como por la importancia de las novedades
presentadas. Tal es así que han tenido su continuación en el año 2012 con la celebración de una exposición monográfica en el Museo
Arqueológico de Murcia, bajo el título de “Novedades Arqueológicas de la Región de Murcia”.

Un buen número de los trabajos presentados respondían a investigaciones inéditas, por lo que estimamos importante poder llevarlas a
una primera publicación, aunque fuese solo aproximativa, con la mayor brevedad. Y para ello el mejor instrumento que contábamos era
la revista Verdolay.

Al final, catorce han sido las aportaciones que se han incluido en esta edición, correspondiente al año 2011 y ante nuestra voluntad de
no demorar más su aparición, pero esperamos que el resto vayan publicándose, conforme sus autores completen sus investigaciones,
en los próximos números de Verdolay.

Se tratan siempre de comunicaciones muy sintéticas, pues así se había pedido a sus autores, como una primera aproximación a unas
investigaciones todavía en curso y que deberán alcanzar toda su profundidad arqueológica en los próximos años, en este u otro canal
de transmisión del conocimiento científico.

Por otra parte, es una edición electrónica y desde una perspectiva mucho más de continuidad, hemos decidido, por fin, dar el paso a la
edición únicamente en este formato de Verdolay. Hasta ahora esta revista había sido en sus dos etapas una revista científica tradicional,
en papel, aunque recientemente habíamos introducido en nuestra página web (www.museosdemurcia.com/arqueologicodemurcia) una
versión en PDF de todos los números editados a la fecha.

Sin embargo, las circunstancias económicas actuales, y el deseo de apostar por unas fuentes de difusión del conocimiento más abiertas,
ágiles y participativas, nos ha animado a pasarnos definitivamente al formato digital.

Todos los artículos y comunicaciones que se sigan publicando en esta nueva etapa de Verdolay gozarán de todos los registros legales
correspondientes, para salvaguardar la propiedad intelectual de sus autores, y esperamos de esta forma llegar a un público todavía mayor
que con la tradicional edición en papel, siempre con tiradas muy limitadas para la demanda existente. La edición digital será accesible,
igualmente, desde nuestra página web y, a demanda, en la secretaría de la misma en el Museo Arqueológico de Murcia.

Esta transformación tecnológica de la edición de Verdolay podrá significar una agilización en su edición y en la publicación de novedades
de mayor actualidad, sin perder un ápice en profundidad y calidad contrastada. De esta forma preveemos que podamos a finales del
presente año presentar el número 14, ahora ya con artículos y comunicaciones variadas de arqueología y museología, como en números
anteriores, por lo que animamos a los investigadores a seguir confiando en esta línea editorial de marcado carácter científico.

Luis E. de Miquel (director)


Actualización y
revisión de la Carta
Arqueológica de la
Región de Murcia

Verónica Carricondo Vázquez*


José Javier Martínez García**

RESUMEN ABSTRACT
Tras la promulgación de la Ley de Patrimonio Cultural de la Comu- After the promulgation of the Law of Cultural Heritage of the Auto-
nidad Autónoma de la Región de Murcia, Ley 4/2007, la Carta Ar- nomous Community of Murcia Region, Law 4/2007, the Archaeo-
queológica se ha visto inmersa en un proceso complejo de logical Map has been immersed in a complex process of updating
actualización del sistema y de revisión de cada uno de los yaci- the system and review of each of the sites in the Region that has
mientos de la Región, lo que ha permitido tanto una puesta al día allowed both an update of the same, due to the revision in the field
de los mismos, debido a la revisión en campo como una accesibi- and total access to specialists through online access to the data of
lidad total a los especialistas mediante su acceso online a los datos the same.
de los mismos.

PALABRAS CLAVE KEY WORDS


Patrimonio cultural, yacimiento, Carta Arqueológica. Cultural Heritage, site achaeological, map.

* [email protected]
** [email protected]

Verdolay n.º 13 (2011) - ISSN: 1130-9776 Pág. 9-17


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Actualización y revisión de la Carta Arqueológica de la Región de Murcia • Verónica Carricondo Vázquez / José Javier Martínez García

1. INTRODUCCIÓN

La revisión y actualización de la Carta Arqueológica de la Región de Murcia tiene


su punto de partida en la Ley 4/2007 de 16 de marzo, de Patrimonio Cultural de
la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, ya que marca la motivación
del proyecto de referencia, que es la adaptación de yacimientos arqueológicos
a las categorías establecidas en la Ley1. Estas son, según el Artículo 2: Bienes
de interés cultural, bienes catalogados por su relevancia cultural y bienes inven-
tariados.

2. LA ACTUALIZACIÓN DEL SISTEMA

Con el proyecto de revisión de la Carta Arqueológica de la Región de Murcia se con-


sideró en primer lugar realizar una actualización del sistema de gestión de la misma.

Para ello durante el 2008 el Servicio de Patrimonio Histórico desarrolló una aplica-
ción de base de datos online que integró la antigua Carta Arqueológica que dispo-
nía en formato Access, y que también supuso una revisión de los apartados y
campos de la base de datos, a la vez que creó un Sistema de Información Geográ-
fico mediante un visor web usando el motor de Google.

2.1. La estructura interna del sistema

De cara a la actualización del sistema se vieron diferentes opciones de trabajo y


desarrollo, optando por las plataformas de software libre, siendo estas finalmente
por MySQL2 como base de datos y con PHP3 como gestor web de los datos. De
igual manera se optó por la utilización de API4 de Google Maps para la inserción y
visualización de los mapas por el usuario externo.

2.2. La estructura externa o visualización de usuario

La estructura externa a nivel visual mantuvo el diseño general de la antigua Carta


Arqueológica en formato Access, pero ahora desarrollada en un entorno web, lo
que supone un acceso rápido desde cualquier lugar mediante una clave de usuario,
a la vez que también permite la actualización rápida por parte del equipo de revisión
en cualquier momento.

2.2.1. La puerta de acceso al sistema

La entrada principal de acceso es la URL de la Carta: www.arqueomurcia.com/carta,


en caso de no disponer de cuenta de usuario, en la parte inferior de la página se
dispone de un formulario de alta para nuevos usuarios (lám. 1).

2.2.2. Entrada y búsqueda general

Tras el paso por el control de usuarios, tenemos a nuestra disposición la pantalla


1 El proyecto de adaptación de yaci-
principal y de búsqueda general de la Carta Arqueológica. Esta pantalla le permitirá
mientos se ha realizado por la em- buscar yacimientos por denominación, municipio, localización por coordenadas,
presa Grupo Entorno y Vegetación listados por selección o incluso por búsqueda múltiple. También disponemos aquí
S.A. Los trabajos de campo se inicia- de un acceso al visor de mapas o a las estadísticas generadas automáticamente
ron en diciembre del año 2008.
2 Sistema de gestión de base de datos
por el sistema en función de los datos aportados por cada yacimiento.
relacional, multihilo y multiusuario.
3 PHP Hypertext Pre-processor (inicial- Los resultados obtenidos se muestran en un listado a través del cual o bien se
mente PHP Tools, o Personal Home puede abrir el mapa con la localización exacta del yacimiento seleccionado en el
Page Tools), lenguaje de programación
interpretado para la creación de pági-
visor de mapas SIPMUR, o bien entrar en la ficha correspondiente para ver todos
nas web dinámicas. y cada uno de los apartados relativos al yacimiento y que pasamos a detallar a
4 Interfaz de Programación de Aplica- continuación (lám. 2).
ciones.

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Actualización y revisión de la Carta Arqueológica de la Región de Murcia • Verónica Carricondo Vázquez / José Javier Martínez García

Lámina 1.
Entrada de acceso principal mediante
usuario y contraseña a la base de datos
de la Carta, donde también podemos ver
en la zona inferior, que se encuentra el
sistema de registro para nuevos usuarios.

Lámina 2.
Página de búsqueda principal con los
diferentes sistemas de localización de
yacimientos, ya sea por nombre, munici-
pio o coordenadas, así como otras he-
rramientas como el visor de mapas y las
estadísticas.

2.2.3. Localización y descripción

Este apartado muestra los datos básicos sobre el yacimiento, como puede ser la
cultura predominante o el municipio donde se encuentra entre otros, pero también
encontramos datos de gran importancia como la localización por coordenadas, los
accesos de que dispone o la descripción del yacimiento, uno de los más impor-
tantes de la ficha. Y por último, el material gráfico, como pueden ser las fotografías
del yacimiento y de materiales (lám. 3).

2.2.4. Medio natural y conservación

En esta sección se recogen los datos relativos al medio morfoclimático, el aspecto


físico-ambiental, así como el estado de conservación. Datos importantes ya que
informa sobre la situación actual de los restos arqueológicos conservados en su-
perficie o las principales causas de degradación (lám. 4).

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Actualización y revisión de la Carta Arqueológica de la Región de Murcia • Verónica Carricondo Vázquez / José Javier Martínez García

Lámina 3.
Sección datos básicos del apartado de
localización y descripción del yaci-
miento castillo de Abanilla.

Lámina 4.
Sección medio morfoclimático del apar-
tado de medio natural y conservación
del yacimiento castillo de Abanilla.

2.2.5. Administración y registro

Este apartado ofrece información sobre actuaciones que se han llevado a cabo en
el yacimiento, el expediente administrativo, bibliografía, descubrimiento y noticias
de prensa (lám. 5).

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Actualización y revisión de la Carta Arqueológica de la Región de Murcia • Verónica Carricondo Vázquez / José Javier Martínez García

Lámina 5.
Sección actuaciones del apartado admi-
nistración y registro del yacimiento cas-
tillo de Abanilla.

2.2.6. Normativa y propiedad

Este es un apartado restringido, tan solo visible para la gestión interna de los téc-
nicos del Servicio de Patrimonio Histórico y que contiene información sobre el pla-
neamiento, declaración, propietarios afectados por el procedimiento de
catalogación o fases del procedimiento administrativo.

2.2.7. El visor de mapas: SIPMUR

El visor de mapas SIPMUR no es más que el visor de Google Maps optimizado y adap-
tado a nuestras necesidades, desarrollando en él las herramientas y botones necesarios
para activar y desactivar las capas de información relativas al patrimonio cultural de la
Región de Murcia y principalmente las capas de la Carta Arqueológica (lám. 6).

3. LA REVISIÓN DE LA CARTA ARQUEOLÓGICA

En cuanto a los yacimientos revisados, unos 1.725, hay que matizar que no repre-
sentan la totalidad de los existentes en la Región. Los criterios de selección5 de
yacimientos responden principalmente a estos puntos, si bien, la mayoría de los
casos están representados en los dos primeros:

- Yacimientos no recogidos en los Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de


los diversos municipios.

- Yacimientos recogidos en los PGOU pero que presentan discrepancias con res-
pecto a la localización y/o delimitación contenida en la Carta Arqueológica.

- Yacimientos recogidos en los PGOU pero que merecen la categoría de Bien de 5 Con anterioridad al inicio del proyecto
Interés Cultural (BIC). se llevó a cabo la preparación de los
yacimientos a revisar.

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Lámina 6.
Visor de mapas SIPMUR con la fotogra-
fía aérea de Google y los yacimientos
arqueológicos de la Región de Murcia.

- Bienes de interés cultural que no se encuentran incoados, o que se inició el pro-


cedimiento y este caducó.

- Yacimientos recogidos en los PGOU pero sin documentación en la Carta Arqueológica.

- Yacimientos recogidos en los PGOU que han sufrido actuaciones arqueológicas


y que por tanto precisan de modificaciones en sus delimitaciones.

- Yacimientos recogidos en los PGOU, pero que tras el análisis de las fotografías
aéreas se aprecia como pueden haber sufrido alteraciones por causas naturales,
pero principalmente antrópicas.

- Yacimientos recogidos en los PGOU, pero que tras el estudio cartográfico, foto-
gráfico y la descripción de los mismos, cabe la posibilidad de que se encuentren
mal situados.

El desarrollo de los trabajos se estructuró principalmente en dos fases; una pri-


mera de estudio previo de los yacimientos, su posterior revisión en campo y vol-
cado de los datos en la base de datos de la Carta Arqueológica de la Región de
Murcia, y una segunda fase correspondiente al procedimiento administrativo para
su declaración.

3.1. Fase 1. Metodología de trabajo

3.1.1. Planificación previa

Antes de la salida a campo se llevaron a cabo las consultas pertinentes en la Carta


Arqueológica regional, el estudio de bibliografía relacionada y la consulta de los
expedientes administrativos, así como el estudio de la cartografía (mapas topográ-
ficos 1:25.000, ortofotomapas: vuelo del satélite Quickbird de los años 2003 y 2008,
así como el vuelo americano de la USAF6 del año 1956, o el vuelo Ruiz de Alda en
6 United States Air Force. los casos donde era posible).

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3.1.2. Equipo de trabajo y material

El equipo necesario en esta fase estuvo formado por dos equipos compuestos por
dos técnicos arqueólogos que realizaron los trabajos de campo, un técnico en Sis-
temas de Información Geográfica (SIG), un geólogo, informáticos, así como diver-
sos técnicos encargados de la preparación de la documentación y de la
coordinación. El material indispensable para el desarrollo de la prospección estaba
formado por la documentación cartográfica indicada anteriormente, integrada por
planos en diferentes escalas que permitían así trabajar directamente sobre ellos en
campo. También se llevaba una ficha completa del yacimiento que se genera di-
rectamente de la base de datos, junto a jalones, cámaras fotográficas, escalas, fle-
xómetros, así como un GPS para cada uno de los prospectores.

3.1.3. Trabajo de campo

Se realizó una prospección intensiva que permite un reconocimiento total de la su-


perficie del área de estudio, mediante recorridos longitudinales o transets. El obje-
tivo principal de esta técnica es la documentación de los restos materiales visibles
en superficie que van a permitir la caracterización del yacimiento, unido a otros fac-
tores como son el entorno físico, el medio natural, emplazamiento, recursos, etc.
En este sentido, se tienen en cuenta también las limitaciones que en la investigación
se pueden presentar, como son por ejemplo la accesibilidad o la visibilidad.

Registro de datos en campo. Los datos quedan recogidos directamente en la ficha


de cada yacimiento, fundamentalmente los campos referentes al medio morfo-cli-
mático, aspectos físico-ambientales y estado de conservación, mientras que sobre
el emplazamiento y descripción del yacimiento se toma la información necesaria
que permita su desarrollo en la fase posterior de gabinete. Se realiza una descripción
de las estructuras murarias localizadas (medidas, fábrica, orientación), de los restos
materiales de carácter cerámico, lítico, óseo o metálico; este método es extensible
a otros yacimientos como los rupestres o las canteras. Entre los factores a tener en
cuenta son las características, distribución y densidad de estos elementos arqueo-
lógicos, que van a propiciar la posible sectorización del yacimiento y el estableci-
miento de los criterios de protección más adecuados en cada caso concreto.

Registro fotográfico. Se toman fotografías panorámicas, generales y de detalle de


restos arqueológicos. Del conjunto se realiza una selección que va acompañada
de una ficha de registro fotográfico.

3.1.4. Trabajo de gabinete

Tras los resultados obtenidos en la prospección, se realizó una propuesta de delimi-


tación del área arqueológica del yacimiento, consensuada en las reuniones técnicas,
en las que se estableció la delimitación definitiva, grado de protección y categoría.
En el siguiente paso el técnico en Sistemas de Información Geográfica realizó las
modificaciones en las capas vectoriales del SIG de la comunidad autónoma.

En cuanto a la descripción del yacimiento, se han establecido unos criterios que


permiten la uniformidad en la redacción, unas pautas a seguir. Así por ejemplo,
para el emplazamiento, se indica el paraje donde se encuentra, los núcleos pobla-
cionales más cercanos, emplazamiento topográfico, recursos fluviales, así como
el uso del suelo y vegetación. Para su descripción, se realiza una identificación del
yacimiento, actividad y cronología, los elementos que lo caracterizan, descripción
de los restos localizados y en ocasiones una breve interpretación y relación con
yacimientos cercanos. En esta descripción se aunan los datos de la prospección
realizada, junto con los de los trabajos anteriores, de expedientes administrativos,
así como de toda la bibliografía consultable relacionada con el yacimiento.

Tras completar la ficha de la base de datos de la Carta Arqueológica, se genera


una propuesta de declaración como bien de interés cultural, bien catalogado o bien

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Actualización y revisión de la Carta Arqueológica de la Región de Murcia • Verónica Carricondo Vázquez / José Javier Martínez García

inventariado. Esta consta de una descripción del emplazamiento, descripción del


yacimiento, delimitación, justificación, criterios de protección, planimetrías del área
arqueológica, actuaciones, expedientes administrativos, bibliografía, fotografías y
listado de propietarios.

Sobre esta propuesta y, tras las correcciones pertinentes apuntadas por la dirección
facultativa, los técnicos de gestión del Servicio de Patrimonio Histórico emiten su
informe y posteriormente la resolución del director general con competencias en
materia de patrimonio cultural.

3.2. Fase 2. Procedimiento administrativo

La resolución de los expedientes de declaración de yacimientos según las catego-


rías establecida en la Ley, se lleva a cabo en esta fase. Hay que destacar que en
esta etapa se realiza la notificación de los expedientes a los propietarios de los te-
rrenos donde se encuentra el yacimiento, así como a los ayuntamientos.

Abarca desde la incoación hasta la resolución final, entre los que se realiza también
la información pública y trámite de audiencia.

3.2.1. Tiempo máximo de duración del procedimiento

Bienes de interés cultural: dos años para los monumentos y tres para el resto de
las figuras (Artículo 18).

Bienes catalogados por su relevancia cultural: veinte meses (Artículo 25).

Bienes inventariados: un año (Artículo 29.5).

En esta fase se realiza un apoyo arqueológico y jurídico, vinculado a la atención


personalizada de los propietarios de los terrenos e interesados en los expedientes,
y a la realización de los informes técnicos de contestación de los recursos de alzada
y alegaciones.

4. CONCLUSIÓN

La actualización y revisión de la Carta Arqueológica de la Región de Murcia ha per-


mitido en definitiva tanto la puesta al día de los yacimientos de la Región a nivel de
fotografías y datos, como se ha puesto en conocimiento de los propietarios de las
parcelas donde se ubican estos yacimientos de la existencia en su propiedad de
un bien del patrimonio arqueológico de la Región de Murcia. Labor de información
y divulgación de gran importancia para la concienciación del público general sobre
la importancia de los yacimientos arqueológicos de la Región de Murcia, a la vez
que esta divulgación también se ha visto reflejada mediante los procedimientos en
el BORM y en los periódicos de la Región.

Por otra parte disponer de la Carta Arqueológica online está suponiendo un gran
ahorro de tiempo para el arqueólogo ya que no tiene que desplazarse a Murcia para
la consulta de la Carta, pudiendo hacerlo ahora desde su lugar de trabajo.

A la vez se esta dando acceso a otras entidades públicas como ayuntamientos,


agentes medioambientales, ingenieros, etc., que también se benefician del acceso
online del sistema para un mejor desarrollo de su trabajo.

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Actualización y revisión de la Carta Arqueológica de la Región de Murcia • Verónica Carricondo Vázquez / José Javier Martínez García

BIBLIOGRAFÍA

MARTÍNEZ, J., 2008: “El Proyecto SIP- PAVÓN, J., 2005: Creación de un portal WELLING, L. y THOMSON, L., 2005:
MUR: los sistemas de información geo- con PHP y MySQL. Madrid. Desarrollo web con PHP y MYSQL. Ma-
gráficos aplicados a la gestión del drid.
patrimonio de la Región de Murcia”. Ar- PEÑA, J., 2006: Sistemas de información
queoMurcia 3. Murcia. geográfica aplicados a la gestión del te-
rritorio. Alicante.

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El yacimiento de
vertebrados del Puerto
de la Cadena (Murcia)

Miguel A. Mancheño Jiménez*


Ignacio Fierro Bandera**

RESUMEN ABSTRACT
El yacimiento paleontológico del Puerto de la Cadena se ha con- Puerto de la Cadena paleontological outcrop has become, possibly,
vertido, posiblemente, en uno de los yacimientos de vertebrados in one of Murcia Region most important vertebrate outcrop and a
más importantes de la Región de Murcia y uno de los referentes a national level reference. During the past few year, research has been
nivel nacional. La investigación desarrollada en el mismo durante doing in order to date it (upper Miocene – Pliocene) and know its
los últimos años, está permitiendo precisar su edad (Mioceno su- diverse fauna better (mastodons, giraffes, bovines, horses, prima-
perior – Plioceno) y conocer mejor su diversa fauna (mastodontes, tes, turtles,…).
jiráfidos, bóvidos, équidos, primates, quelonios,…).

PALABRAS CLAVE KEY WORDS


Vertebrados, Messiniense, Murcia. Vertebrates, Messiniense, Murcia.

* Dpto. de Química Agrícola, Geología y Edafología. Universidad de Murcia. Campus de Espinardo. 30100 Murcia
** Director científico del MUPE (Museo Paleontológico de Elche). Plaza de San Joan s/n. 03203 Elche (Alicante)

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El yacimiento de vertebrados del Puerto de la Cadena (Murcia) • Miguel A. Mancheño Jiménez / Ignacio Fierro Bandera

1. INTRODUCCIÓN

El yacimiento del Puerto de la Cadena se encuentra a unos ocho kilómetros al sur de


Murcia, junto a la salida 15 (Nonduermas - La Paloma) de la autovía de Cartagena
(lám. 1). Fue descubierto en el año 2008 por miembros de la Asociación Cultural Pa-
leontológica Murciana, como consecuencia de unas obras en la autovía MU-31. Desde
ese momento, miembros de la Fundación Cidaris – Museo Paleontológico de Elche,
han realizado diversas intervenciones (varias excavaciones de urgencia, seguimiento
de obras y una excavación sistemática) con el fin de recuperar la mayor cantidad de
fósiles posibles durante el desarrollo de las obras (lám. 2). A partir del 2010 el yaci-
miento está siendo estudiado por un grupo interdisciplinar subvencionado por la Fun-
dación Séneca (PHCS 11891/09). Hasta la fecha, se han salvaguardado cerca de
2.000 piezas entre macrovertebrados, microvertebrados, invertebrados y plantas.

El estudio de todos los yacimientos neógenos españoles y del resto de Europa oc-
cidental permite hacernos una idea bastante aproximada de la sucesión de am-
bientes y faunas continentales a lo largo del Mioceno superior. A partir de hace
unos 9 millones de años (Tortoniense), las condiciones tropicales que reinaban en
el sur de Europa y, en particular, en el este de la península Ibérica, fueron dejando
paso a un régimen climático más estacional, con un incremento en el índice de ari-
dez, lo que provocó la paulatina sustitución de los bosques de laurisilva por bos-
ques caducifolios abiertos, desembocando finalmente en la propagación de los
ambientes de tipo pradera. El cambio de escenario se refleja muy bien en el con-
junto de mamíferos que poblaron nuestro entorno durante esa época, como mues-
tra el yacimiento de vertebrados fósiles de Crevillente 2 (Alicante), del Turoliense
inferior o MN11 (c. 8,5 millones de años).

Ligado a este fenómeno, en el Turoliense medio, o MN12, se produce la prolifera-


ción del grupo de los bóvidos, con la primera aparición de los auténticos antílopes.
Esto ha sido detectado en los yacimientos de Crevillente 15-16, donde aparece un
pequeño antílope del grupo de las gacelas, asignado al género Hispanodorcas.

En las últimas etapas del Mioceno, es decir en el Turoliense superior o MN13, con-
tinuó el incremento del índice de aridez en el sur de Europa, a la vez que los am-

Lámina 1.
Localización del yacimiento del Puerto
de la Cadena (estrella azul) al suroeste
de Murcia.

MAM Verdolay n.º 13 (2011) - ISSN: 1130-9776 Pág. 19-29


20
El yacimiento de vertebrados del Puerto de la Cadena (Murcia) • Miguel A. Mancheño Jiménez / Ignacio Fierro Bandera

Lámina 2.
Trabajo de recuperación de restos pale-
ontológicos durante el seguimiento de
las obras. Fotografía Fundación Cidaris.

bientes abiertos de tipo pradera o sabana alcanzaban su plenitud. Coincidiendo


con este hecho, desde hace unos 7 millones de años comenzaron a diversificarse
algunos grupos de mamíferos típicos de estos espacios abiertos, como los caballos
tridáctilos del género Hipparion o los antílopes.

Además, en esta época se detectan sucesivas entradas a Europa occidental de fau-


nas inmigrantes. Así, hicieron su aparición en la península Ibérica una serie de grupos
de mamíferos procedentes del sudeste europeo, de Asia e incluso de Norteamérica
y África (Agustí et al., 2006; Made et al., 2006). Este hecho se ha relacionado con
factores climáticos, eustáticos y con otros puramente geológicos. Además, uno de
los sucesos relevantes acaecidos en las postrimerías del Mioceno fue la llamada “cri-
sis de salinidad del Messiniense”, que supuso la desecación de la cuenca medite-
rránea, lo cual condicionó buena parte de estos procesos de intercambio faunístico.

Un magnífico ejemplo de estas faunas plagadas de elementos exóticos lo encon-


tramos en el yacimiento valenciano de Venta del Moro (Morales, 1984; Montoya et
al., 2006) y, a mucha menor escala, debido a la escasez en macrovertebrados, en
el yacimiento murciano de Librilla (Alberdi et al., 1981).

A toda la información existente de los yacimientos mencionados, habrá que sumar


las aportaciones que en los próximos años pueda realizar el equipo que trabaja en
el Puerto de la Cadena.

2. ANTECEDENTES

Los yacimientos paleontológicos del Puerto de la Cadena son conocidos desde fi-


nales del siglo pasado, aunque la mayoría de las citas antiguas no permiten precisar
su posición exacta. Los hallazgos iniciales los llevó a cabo Christian Montenat, a
finales de los años 60, durante la realización de su tesis doctoral. De este modo,
en Montenat y Crusafont (1970) aparecen los primeros datos publicados, haciendo
referencia a los yacimientos de La Alberca y La Paloma, y posteriormente, en la
mencionada tesis doctoral (Montenat, 1973) y en Mein et al. (1973). Ellos atribuyen
una edad que oscila entre el Vallesiense (Mioceno superior) y la base del Plioceno.
Aguirre et al. (1974) y Bruijn et al. (1975) sitúan su edad en la parte final del Mioceno.
Morales (1984) propone su inclusión en la edad de mamíferos Ventiense, propuesta
por Aguirre et al. (1974), con una antigüedad en torno a los 6 millones de años
Núñez et al. (1974) en la cartografía geológica de la Hoja de Murcia (934), consideran

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El yacimiento de vertebrados del Puerto de la Cadena (Murcia) • Miguel A. Mancheño Jiménez / Ignacio Fierro Bandera

este sector como perteneciente al Andaluciense. Posteriormente, Montenat (1990)


actualiza sus datos relativos a la cuenca neógena de Murcia. En las últimas décadas
se ha ido incrementando el conocimiento sobre las faunas de vertebrados del Mio-
ceno superior del entorno geográfico considerado, especialmente por lo que se re-
fiere al yacimiento de Crevillente (Montoya, 1994 y Montoya y Alberdi, 1995).

También se han descubierto macrovertebrados en varias localidades del Turoliense


de Murcia, como Librilla (Alberdi et al., 1981), Casa del Acero en Fortuna (Agustí et
al., 1981), La Celia y Los Gargantones en Jumilla (Agustí et al., 1983). Igualmente,
se ha estudiado recientemente un importante yacimiento de finales del Turoliense
con icnitas fósiles, en la Hoya de la Sima, en Jumilla (Pérez Lorente et al., 1999).
Rodríguez Estrella et al. (1999) analizan con detalle la neotectónica y tectónica ac-
tiva en la depresión pliocuaternaria del río Segura.

En relación con los microvertebrados, se han documentado importantes secuencias


en Librilla, Molina de Segura y Jumilla (en Murcia) (ver Agustí et al., 1983, 2006), y
en Crevillente (Alicante) (ver Bruijn et al., 1975).

Aunque los yacimientos clásicos descritos por Montenat no han vuelto a ser loca-
lizados, desde entonces y hasta las intervenciones del seguimiento de las obras
de la autovía MU-31, se han encontrado en el entorno varios restos de vertebrados
que han sido objeto de intervenciones de urgencia. Algunos de los restos se ubi-
caron en el barranco del Cigarrón (a menos de 1,5 kilómetros de los yacimientos
ahora estudiados) mientras que otros lo fueron en el propio talud de la autovía.

3. CONTEXTO GEOLÓGICO

La serie estratigráfica del sector donde se localiza el yacimiento forma parte del re-
lleno Neógeno de la Cuenca de Murcia-Carrascoy, al norte de la sierra de Carras-
coy-Cresta del Gallo, la cual está formada por materiales pertenecientes a las zonas
internas de las Cordilleras Béticas, fundamentalmente rocas paleozoicas y triásicas
de los complejos Alpujárride y Maláguide y que ha podido actuar durante parte del
Neógeno como área fuente de los materiales que se han depositado en sus bordes.

La Cuenca de Murcia-Carrascoy está delimitada por sistemas de fallas originaria-


mente normales de borde de cuenca y en épocas recientes (al menos durante el
Pleistoceno) de carácter inverso (Rodríguez et al., 1999), y por fallas de salto en di-
rección con movimiento sinestroso que han actuado en diversas etapas del Mio-
ceno medio y superior, condicionando la sedimentación en los bordes de la cuenca.

En general, los materiales neógenos del borde septentrional de la sierra de Carras-


coy están formados por depósitos margosos con intercalaciones turbidíticas per-
tenecientes a las denominadas margas de Torremendo, que transicionan a techo
hacia niveles más calcareníticos. Discordantemente, encontramos materiales sili-
ciclásticos, fundamentalmente areniscas más o menos cementadas y niveles de
conglomerados. Entre ambos, se sitúan varios niveles margosos. Seguidamente y
tras una importante intercalación de margas con algunos niveles de areniscas con
laminación cruzada, se instala un potente banco de areniscas, poco cementadas
en la base y que hacia el techo incluye varias pasadas de conglomerados. En el
seno de estos materiales es donde se localizan los yacimientos con restos de ver-
tebrados terrestres del Puerto de la Cadena.

Las excavaciones paleontológicas sistemáticas llevadas a cabo desde el año 2009


están permitiendo recuperar una importante información estratigráfica y sedimen-
tológica de las unidades fosilíferas, así como, de aquellas supra e infrayacentes.
La principal unidad portadora de restos de huesos está constituida por arenas ama-
rillentas con una estructura interna en sets con estratificación cruzada y frecuentes
bases erosivas de naturaleza conglomerática (lám. 3). El sistema tiene una impor-
tante continuidad lateral, destacando la complejidad del mismo y la constancia de
restos a lo largo de toda su extensión.

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El yacimiento de vertebrados del Puerto de la Cadena (Murcia) • Miguel A. Mancheño Jiménez / Ignacio Fierro Bandera

Lámina 3.
Aspecto de la unidad arenosa fosilífera
y del frente excavado en la misma du-
rante las campañas de 2009 y 2010.

4. INTRODUCCIÓN A LA BIOTA DEL YACIMIENTO DEL PUERTO DE LA CADENA

Los restos paleontológicos del yacimiento del Puerto de la Cadena revisten un enorme
interés, dada la abundancia y diversidad en macrovertebrados. La observación in situ
de los ejemplares excavados, y el estudio preliminar de los elementos una vez prepa-
rados en laboratorio, permiten extraer una serie de observaciones de interés:

En primer lugar, llama la atención la presencia de un jiráfido del grupo de los sivate-
rinos, caracterizados por la ausencia del alargamiento de las extremidades y del
cuello que exhiben los miembros de la subfamilia de los jirafinos. Los sivaterinos
eran, en cambio, grandes animales robustos provistos de dos pares de apéndices
craneales. El último de los sivaterinos reconocido en el Mioceno peninsular fue el
género Birgerbohlinia, bien representado en el Turoliense inferior del yacimiento ali-
cantino Crevillente 2 (Montoya y Morales, 1991). En diversas localidades españolas
de niveles estratigráficos más recientes, del Turoliense medio y superior, e incluso
del Plioceno inferior, se ha citado Birgerbohlinia o sivaterinos indeterminados, a partir
siempre de muy escaso material que no permite una mayor precisión. La posibilidad
de recuperar material completo de este jiráfido en el Puerto de la Cadena permitirá
conocer la evolución del grupo en las últimas etapas del Mioceno.

Otro elemento de gran interés es un mastodonte con defensas curvadas (lám. 4).
Esta característica, a priori, descarta su pertenencia al género Anancus, que es el
mastodonte europeo típico del tránsito Mio-Plioceno. Dicho patrón lo aproxima al
mastodonte de Crevillente 2, un extraño taxón todavía en fase de estudio.

Por otro lado, la presencia de un bóvido de reducidas dimensiones hace pensar en


su pertenencia al grupo de los antilopinos, representado en el Turoliense medio por
los géneros Gazella e Hispanodorcas, y en el Plioceno por Gazella. Además, el
grupo de los bóvidos es realmente interesante debido a la presencia de elementos
de diversas tallas que permiten diferenciar, al menos, tres tipos diferentes.

Igualmente, destacar la presencia de Perisodáctilos (Equidae; Hipparion) que, aun-


que no constituyen los restos más abundantes, si existe cierta representación,
sobre todo a partir de molares aislados (lám. 5).

Por último, debemos resaltar la abundancia de restos de tortugas gigantes atribui-


das a la especie Cheirogaster bolivari (Mancheño et al., 2001). Destacan los diver-
sos grados de conservación en que se han encontrado los caparazones de estas
tortugas, con restos de placas rodados e irreconocibles frente a caparazones to-
talmente articulados, pasando por todas las fases intermedias posibles. También
otros restos de quelonios, atribuibles a Trionychinae indet., han sido identificados
(Pérez-García et al., en prensa), constituyendo de esta manera, la primera cita de
fósiles de tortugas acuáticas en la Región de Murcia.

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El yacimiento de vertebrados del Puerto de la Cadena (Murcia) • Miguel A. Mancheño Jiménez / Ignacio Fierro Bandera

Lámina 4.
Trabajos para la extracción del incisivo
de mastodonte VLP2-357 durante la
campaña sistemática de 2010.

Lámina 5.
Molar de Hipparion in situ, localizado
durante el seguimiento de las obras en
2011. Puede apreciarse una importante
abrasión.

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El yacimiento de vertebrados del Puerto de la Cadena (Murcia) • Miguel A. Mancheño Jiménez / Ignacio Fierro Bandera

Sin duda, a las faunas aquí comentadas se añadirán muchos otros taxones, cuando
se disponga de todo el material preparado y, especialmente, conforme se siga ex-
cavando el yacimiento. Este posee un enorme potencial, dada su riqueza en ma-
crovertebrados y la gran extensión lateral del afloramiento. También reviste un gran
interés el muestreo de los diferentes niveles para la obtención de micromamíferos,
lo cual permitirá precisar los límites de edad de esta formación geológica, edad
que sin poder aventurarnos a establecer una datación precisa (de momento), todo
parece apuntar a que nos encontramos en un intervalo situado entre el Turoliense
medio (c. 7 millones de años) y el Plioceno inferior (c. 5 millones de años).

Por su parte, durante la última fase de los trabajos de seguimiento de las obras se
ha localizado un importante yacimiento paleobotánico (lám. 6) que se sitúa varios
metros estratigráficamente por debajo de la unidad fosilífera con restos de verte-
brados. De este punto, han sido recuperados varios centenares de restos de hojas
atribuibles a diversas especies que aún se encuentran en estudio.

5. METODOLOGÍA DE TRABAJO

Uno de los retos más atrayentes del estudio del yacimiento del Puerto de la Cadena
es el de inferir datos bioestratigráficos, cronoestratigráficos, ecoestratigráficos y
paleoecológicos.

La bioestratigrafía es el nivel básico de análisis, correspondiendo a la delimitación


de la secuencia local de bioeventos que se suceden en la secuencia estratigráfica.
Tales eventos están marcados por la aparición y desaparición estratigráfica de de-
terminados taxones. Resulta especialmente interesante para ello el uso de micro-
fósiles, siendo el estudio de los micromamíferos el que mayor incidencia ha tenido.
La recuperación de muestras de sedimento durante las campañas de excavación
y su posterior lavado y tamizado en la Universidad de Murcia (lám. 7) ha permitido
contar con abundante material para el triado. Por otro lado, desde el año 2010, du-
rante el desarrollo de las campañas de excavación, se está apostando por la for-
mación de personal universitario a través de su participación en los trabajos de
recuperación de restos fósiles in situ.

Respecto a los datos cronoestratigráficos, comentar que se basan fundamental-


mente en la magnetoestratigrafía. Su aplicación sobre las mismas secuencias
bioestratigráficas anteriormente citadas, permite correlacionar los bioeventos de-

Lámina 6.
Nivel estratigráfico de acumulación de
restos vegetales que fue protegido du-
rante el avance de las obras.

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Lámina 7.
Tamizado de sedimento para la separa-
ción de restos de micromamíferos en la
Universidad de Murcia.

tectados en las mismas con el registro isotópico oceánico. Al proporcionar edades


absolutas, constituye así mismo una herramienta fundamental a la hora de calibrar
la sincronicidad de los diversos eventos. La recuperación de muestras para su es-
tudio magnético se ha desarrollado en el entorno del barranco del Cigarrón (muy
próximo a los principales afloramientos y en el que se encuentra la misma unidad
fosilífera) y en los sectores excavados de forma sistemática durante las campañas
de 2010 y 2011.

En cuanto a los datos ecoestratigráficos, más allá del nivel puramente bioestrati-
gráfico, comentar que no solo es importante la presencia o ausencia de determina-
das especies en un yacimiento, sino abordar el análisis semicuantitativo o
cuantitativo de las comunidades de vertebrados, reconociendo la existencia de eco-
zonas basadas en la abundancia relativa de taxones de alta significación ecológica.

Finalmente, el análisis paleoecológico, fundamentado en los principios de la pale-


oecología evolutiva, se refiere a aquellos aspectos relativos a la estructura de los
ecosistemas terrestres.

Lámina 8.
Vista general de la zona excavada du-
rante la campaña de 2011.

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Para poder desarrollar con coherencia todo lo anterior se toma como punto de par-
tida las campañas de excavación sistemáticas. En ellas, un equipo de personal cua-
lificado recupera información paleobiológica, estratigráfica y sedimentológica. Debido
a las características del yacimiento, los frentes de excavación suelen ser amplios, con
cerca de veinte metros de longitud y dos o tres de anchura (lám. 8). Todos los restos
localizados son posicionados mediante el uso de estación total, recuperando además,
antes de su extracción, toda la información tafonómica posible (dirección, inclinación,
conservación, asociaciones, ubicación en el set sedimentario,…). Respecto a las téc-
nicas de excavación, estas no revisten especial complicación, recurriendo al uso de
herramientas sencillas tales como pequeños martillos y punzones para ir eliminando
el sedimento. En el entorno de los restos localizados suelen ser utilizados palillos de
madera para evitar dejar marcas en su superficie.

6. INTERPRETACIÓN DEL YACIMIENTO E IMPLICACIONES PALEOGEOGRÁ-


FICAS Y PALEOAMBIENTALES

La fauna recuperada en el yacimiento del Puerto de la Cadena permitirá su com-


paración con la procedente de yacimientos paleontológicos cercanos tanto geo-
gráfica como temporalmente (en el sentido cronoestratigráfico). Sin embargo, hoy
ya sabemos que las características de los ambientes sedimentarios que se dieron
en el Puerto de la Cadena, difieren considerablemente de las de todos ellos. La
principal unidad fosilífera, un cuerpo arenoso de estructura compleja, parece reflejar
el resultado del depósito de un sistema fluvial con frecuentes cambios de energía
en el transporte de sus aguas.

Probablemente, la fauna identificada en el Puerto de la Cadena viviría en zonas pró-


ximas a dicho sistema fluvial. Los restos óseos de distintos animales sufrieron una
incorporación al mismo sin poder determinar, por el momento, más datos a este
respecto (existencia de uno o varios depósitos primarios, probable incorporación
de carcasas de animales muertos, grado de desarticulación de las mismas antes
de su incorporación, exposición y alteraciones,…). La mayoría de los huesos de-
notan un importante transporte a través de canales ya que presentan un elevado
grado de abrasión. Por contra, otros se han conservado prácticamente intactos
como si durante su transporte hubieran existido restos orgánicos que protegieran
la superficie de los mismos.

La influencia marina en este sistema fluvial no parece muy marcada. Las escasas
evidencias de restos paleontológicos marinos (algunos dientes de tiburón y frag-
mentos rodados de moluscos bivalvos) podrían proceder de afloramientos pree-
xistentes de edad Tortoniense. Los cantos conglomeráticos no parecen presentar
evidencias de actividad biótica marina (bioerosión, crecimientos orgánicos) en un
depósito costero o de transición. No obstante, el contexto paleogeográfico, la in-
terpretación de capas infrayacentes y otros afloramientos cercanos evidencian que
la línea de costa se encontraba próxima.

El estudio en conjunto de toda la información existente nos permitirá obtener con-


clusiones novedosas desde el punto de vista paleogeográfico y paleoambiental
para un momento geológico en el que el mar Mediterráneo se encontraba en plena
configuración, tal y como hoy lo conocemos. Algunos datos del yacimiento ya in-
dican que habría que revisar las interpretaciones relacionadas con el momento ge-
ológico en el que se pudo constituir la sierra de Carrascoy y en la influencia que el
desarrollo de la misma pudo ejercer sobre el depósito de materiales de su entorno
o sobre la deformación de los mismos.

7. CONCLUSIONES

En vista de los resultados preliminares de la investigación, puede decirse que el


yacimiento del Puerto de la Cadena es el más importante para su edad (Mioceno
superior – Plioceno inferior) de la Región de Murcia y uno de los referentes a escala
nacional.

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Los trabajos de seguimiento de las obras y las campañas de excavación sistemá-


ticas en el marco del proyecto de investigación han permitido recuperar hasta la
fecha un total de 1.860 restos paleontológicos siendo fundamentalmente restos de
vertebrados (mamíferos y reptiles) y botánicos.

La información científica recuperada con la investigación del yacimiento permitirá


completar y precisar el marco evolutivo de la fauna, así como los ambientes ofre-
cidos por otros yacimientos de mamíferos del entorno como los de Crevillente (Ali-
cante), Venta del Moro (Valencia) o Librilla (Murcia).

Los restos fósiles encontrados en el yacimiento tratarán de explicar cuál es la inci-


dencia de los cambios ambientales de carácter global o regional sobre los procesos
de dispersión, evolución y extinción en el seno de las asociaciones de mamíferos
neógenos. También, uno de los principales alicientes de este lugar es la posibilidad
de incrementar en gran medida el conocimiento de la sucesión de faunas conti-
nentales de finales del Mioceno en el este peninsular.

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La Sima de las Palomas
del Cabezo Gordo en
Torre Pacheco:
excavación e
investigación en 2011

Michael J. Walker* ***


Mariano López Martínez* ***
María Haber Uriarte* ** ***
Jon Ortega Rodrigáñez*

RESUMEN ABSTRACT
Se ofrece un resumen de la campaña del 2011 de excavación en The 2011 excavation in the upper cutting of the open natural shaft
el corte superior de la sima y de las investigaciones elaboradas en is summarized together with ongoing research in relation especially
relación especialmente con los restos neandertales excavados en to Neanderthal remains excavated in previous seasons; for detailed
campañas recientes; para más detalles consúltese la bibliografía. accounts, see bibliographical references cited.

PALABRAS CLAVE KEY WORDS


Neandertal, Pleistoceno reciente antiguo, Paleolítico. Neanderthal, Pleistocene, Paleolithic.

* Miembros del grupo de investigación E0A0-03 de la Universidad de Murcia “Tecnología, Antropología y Ecología del Cuaternario”, Área de Antro-
pología Física, Departamento de Zoología y Antropología Física, Facultad de Biología, Universidad de Murcia, Campus Universitario de Espinardo,
30100 Murcia; Investigador Responsable, M.J. Walker, [email protected]
** Área de Prehistoria, Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Letras, Universidad de Murcia, [email protected]
*** Codirectores de la campaña de excavación en 2011

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La Sima de las Palomas del Cabezo Gordo en Torre Pacheco • Michael J. Walker / Mariano López Martínez / María Haber Uriarte / Jon Ortega Rodrigáñez

1. EXCAVACIÓN EN 2011

La excavación ordinaria en 2011 transcurrió entre el 22 de julio y el 11 de agosto


(ambas fechas incluidas), en el “corte superior” de la sima (lám. 1-5). El proceso de
excavación manual recuperó hallazgos significativos cuyas coordenadas fueron re-
gistradas. No obstante, todo el sedimento extraído por dicho proceso, con docu-
mentación correspondiente al nivel y la zona excavada, fue recogido y bajado en
cubos mediante tirolina en la sima para luego ser transportado y lavado sobre con-
juntos de nuestros tamices geológicos de acero inoxidable (con mallas de 8, 6 y 2
milímetros) en las instalaciones de la empresa marmolista Cabezo Gordo SA. Agra-
decemos la amabilidad de la empresa que nos ofrece agua a alta presión que faci-
lita la separación del sedimento, carbonatado y cementado con características de
conglomerado, y la consiguiente recuperación de algunos hallazgos pequeños que
habían eludido la atención de los excavadores. En 2011 la excavación manual del
corte superior de la sima se efectuó en subáreas denominadas en campañas an-
teriores (lám. 3) SUP o superior, SEXT o superior extensión, SEL o superior exten-
sión lateral, SEN o superior extensión norte, SEW o superior extensión oeste y
SEWE2 o superior extensión oeste segunda ampliación.

En 2009 se había iniciado la excavación en casi todas las citadas subáreas de una
delgada capa de conglomerado fosilífero de dureza excepcional, de tan sólo 10 cen-
tímetros de espesor en algunos sitios, hasta entre 30 y 40 especialmente en el sector
sureste. Fue designada la capa 4 del yacimiento, o conglomerado B, para separarlo
así del carbonatado conglomerado A del talud, rocoso y pedregoso, (acumulado en-
cima del “B”), que había aportado el descubrimiento sin parangón de los esqueletos
de tres neandertales en conexión anatómica, aproximados muy cerca unos de otros
y casi tocándose. La superficie de la capa 4 ofrecía el aspecto de una pendiente
suave de unos 5 grados que bajaba desde el noroeste a sureste. La textura de la
capa presentaba las características de un chinarro anguloso crioclástico, tan fuerte-
mente cementado que el conglomerado B resistía nuestra labor excavadora manual
aún más que lo había hecho el duro conglomerado A, con lo que la excavación del
conglomerado B nos ocupó durante casi toda la campaña del 2010. Por otra parte,
por fin habíamos encontrado en 2010 una única capa litoestratigráfica que recubría
toda el área en vías de excavación (ya que arriba esta se separaba entre el conglo-
merado A y los sedimentos posteriores acumulados detrás). La dureza del conglo-
merado B era de la de hormigón armado, por lo que la excavación fue muy difícil y a
veces no nos quedó otro remedio que el de separar bloques del conglomerado con
martillo y cincel y llevarlos al laboratorio para su posterior disgregación, donde no
dejó de sorprendernos la presencia de diversos elementos encontrados desde uten-
silios de sílex retocado, hasta huesos y dientes de animales y posiblemente humanos.
Entre los elementos recuperados durante el proceso de la excavación manual, cuyas
coordenadas tridimensionales fueron documentadas, destacaron cuatro lascas de
sílex con posible retoque (una con retoque inverso, otra con forma de perforador),
otras dos sin retoque, al menos dos fragmentos informes de sílex (uno de color me-
loso), y una lasca de cuarzo. Entre los restos óseos mayores destacaron un fragmento
de posible húmero humano, dos piezas dentarias de ovicáprido, tres fragmentos dia-
fisarios y dos fragmentos dentarias de mamíferos mayores, y fragmentos de al menos
dos huesos quemados. Dichos elementos bastaron como demostración de que el
conglomerado B en absoluto era estéril pero representaron solo una muestra ya que
algunos más fueron encontrados durante el proceso de disgregación de bloques de
conglomerado en el laboratorio temporal y aún quedaban bloques para reducir en el
laboratorio de la facultad y los datos correspondientes se encuentran en proceso de
homologación. Por razones metodológicas, para la excavación de esta capa de con-
glomerado fue necesario el abandono de la división en planta en las cuadrículas di-
ferenciadas que se habían usado hasta ese momento, ya que la extracción de
grandes bloques de dicho conglomerado no era compatible con la limitación im-
puesta por cuadrículas preestablecidas. Una vez reducido el conglomerado y com-
probado que en el siguiente nivel (5a) el sedimento volvía a ser excavable con los
utensilios finos tradicionales, recuperamos la división en cuadrículas.

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La Sima de las Palomas del Cabezo Gordo en Torre Pacheco • Michael J. Walker / Mariano López Martínez / María Haber Uriarte / Jon Ortega Rodrigáñez

El conglomerado B tapaba un sedimento, fino y suelto, de matiz rojizo, con nume-


rosos caracoles u otros gasterópodos, que ha sido denominado la capa 5, y en
2010 la excavación fue iniciada en la parte superior (5a) con hallazgos de interés,
entre ellos una raedera convergente, una raedera lateral, cuatro o cinco lascas sin
retoque, tres fragmentos y diversos esquirlas de la talla, además de una o dos las-
cas de cuarzo y un fragmento del mismo, y diversos elementos óseos entre los que
hay un molar de artiodáctilo, dos fragmentos óseos quemados, tres fragmentos
diafisarios, otro que podría ser de una falange o un metapodio de un animal de ta-
maño humano, y varios fragmentos de caparazón de tortuga. La campaña del 2011
se dedicaba a la ampliación y profundización de esta capa, con la excavación de
los capas de 5 centímetros de espesor (5b), (5c), (5d), (5e), (5f), (5g), (5h), (5i), (5j).
Los restos paleolíticos incluyen 10 raederas de sílex, 1 en cuarzo y otra en cuarcita,
6 puntas de sílex, 5 lascas retocadas de sílex y una más en cuarzo, 63 lascas sin
retoque de sílex, 17 de cuarzo, 3 de cuarcita y dos más de caliza, 3 posibles núcleos
de sílex, 65 fragmentos y restos de talla de sílex y 87 de cuarzo, y tres posibles
percutores. De especial interés es el hallazgo de mandíbulas y dientes del puerco-
espín (Hystrix). Hasta ahora, del Pleistoceno reciente (o superior) se conocían muy
pocos yacimientos peninsulares con puercoespín (en Gibraltar, en Granada, y Ca-
taluña). El proceso de investigación taxonómica de nuestros hallazgos está en vías
de elaboración. Desgraciadamente, donde hay puerco espín no suelen encontrarse
muchos restos óseos debido a la roedura que caracteriza a este mamífero. No cabe
duda de que las capas inferiores de la Sima de las Palomas siguen ofreciendo gran-
des expectativas para campañas futuras.

2. INVESTIGACIONES SIGNIFICATIVAS

El doctor Jean-Luc Schwenninger (Head of OSL Laboratory, Oxford University Re-


search Laboratory for Archaeology and the History of Art) volvió a visitar el yaci-
miento en noviembre del 2011, trayendo el espectrómetro portátil de rayos-gamma
para estimar la irradiación de trasfondo, y tomó una muestra para la metodología
geocronológica de la estimulación de la luminiscencia óptica de sedimento a 60
centímetros bajo la superficie de la capa (5a) (lám. 3), y esperamos el resultado de
la investigación con gran expectación porque hasta ahora no tenemos ninguna
fecha geofísica debajo de los esqueletos neandertales. Agradecemos también la
colaboración con la actualización de la planimetría de la sima el equipo liderado
por Ignacio Nicolás de la Escuela de Espeleología de la Región de Murcia (lám. 1).
En agosto del 2011 el geoarqueólogo de la universidad italiana de Trento, el doctor
Diego Angelucci, ha iniciado un programa de análisis de los sedimentos acumula-
dos en el depósito por la metodología de la micromorfología microscópica en la
que es un experto reconocido.

El año 2011 ha visto la profundización de diversos estudios científicos y técnicos


en relación con la investigación de la Sima de las Palomas que fueron iniciados en
2010. De especial relevancia es el exhaustivo informe científico, elaborado con gran
detalle sobre la geología del entorno del yacimiento por el doctor Tomás Rodríguez
Estrella (profesor titular de Geología de la Universidad Politécnica de Cartagena y
colaborador oficial de nuestro grupo de investigación E0A0-03 de la Universidad
de Murcia, interfacultativo e incluso interinstitucional). Tanto este científico como
el doctor Juan Luis Polo Camacho (profesor titular de Química Analítica en la Uni-
versidad de Murcia e investigador oficial del grupo de investigación E0A0-03) han
elaborado estudios analíticos recientemente sobre la composición sedimentológica
elemental, especialmente de comparación de las capas grises (lám. 3 y 4) excava-
das en campañas anteriores en el corte superior con los sedimentos beige, y sus
apreciaciones detalladas serán publicadas en fecha próxima. El doctor Rodríguez
Estrella, ayudado amablemente por Luis Alberto Alcolea Rubio en la Universidad
Politécnica de Cartagena, ha aplicado la metodología de la difracción de rayos-X y
la detección de energías dispersivas de estos con un microscopio electrónico de
barrido. El doctor Polo, con la grata colaboración del doctor Francisco Guitián Ri-
vera, director del Centro Tecnológico del Instituto de Cerámica de Galicia en la Uni-
versidad de Santiago de Compostela, ha empleado la metodología de la

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La Sima de las Palomas del Cabezo Gordo en Torre Pacheco • Michael J. Walker / Mariano López Martínez / María Haber Uriarte / Jon Ortega Rodrigáñez

Lámina 1.
Izquierda: El túnel minero desde la gale-
ría principal A, B: elevación y planime-
tría de la cueva por Ignacio Nicolás
Vázquez. Derecha: Galería principal con
torre de andamio hacia el corte superior
(indicado por flechas).

fluorescencia de rayos-X. Se ha reafirmado la incidencia de la combustión en la capa


gris “superior”, por otra parte evidenciada por la presencia de huesos carbonizados
de lagomorfos, a diferencia de los esqueletos neandertales excavados en el talud
del conglomerado A, acumulado antes del adosamiento de la capa gris superior.

El talud de los esqueletos se acumulaba encima de la capa gris “inferior” que lo se-
paraba del conglomerado B (lám. 3 y 4). La formación de la capa gris “inferior” im-
plica un proceso complejo, quizás con incidencia tanto de combustión como
infiltración hídrica. Algunos fragmentos óseos recogidos en ella ofrecen señales de
haber sido sometidos al fuego y no se puede descartar una próxima relación tem-
poral con tres astrágalos de caballo con tales señales excavados junto con utensilios
paleolíticos musterienses cerca de los huesos no quemados del esqueleto inferior,
SP 92, de los tres esqueletos neandertales con huesos en conexión anatómica, e
incluso no se puede excluir la conjetura del depósito intencional de los cadáveres
acompañado por la preparación de elementos de origen animal y seguido por recu-
brir todo con piedras y lajas quizás para evitar remoción por los leopardos o hienas
que hacen acto de presencia en la fauna de la sima (Walker, 2009; Walker et al.,
2010-2012, en prensa 2012a; 2011-2012, en prensa 2012b; en prensa 2012c).

El análisis de caracterización mineral ha incluido una curiosa masa, blanquecina y


compacta, excavada en la capa gris inferior, que a primera vista se parecía al frag-
mento de rama o raíz fosilizada de árbol. La microscopía, sin embargo, demuestra
una estructura de microtúbulos filiformes de composición mineral, que suelen ser se-
gregados por las bacterias denominadas como “envainadas”. Estas se dan con fre-
cuencia en charcos de agua de caudal exiguo en entornos geológicos o edafológicos
caracterizados por la presencia del hierro, que alrededor de la sima abunda en el mi-
neral denominado magnetita que hace acto de presencia en vetas entrecruzadas en
el mármol que conforma la montaña del Cabezo Gordo. Agradecemos la valiosa ayuda
científica aportada por los profesores de la Universidad de Murcia, el geólogo doctor
Rafael Arana Castillo y el microbiólogo doctor Francisco Torrella Mateu, además de la
antracóloga la doctora Ernestina Badal García de la Universidad de Valencia.

Nuestro lamentado amigo y ex-codirector de las excavaciones el doctor Josep Gi-


bert i Clols, que desgraciadamente falleció en septiembre del 2007, vino a Murcia
varias veces en 2007 y estuvo aquí en enero de ese año para presenciar la visita

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La Sima de las Palomas del Cabezo Gordo en Torre Pacheco • Michael J. Walker / Mariano López Martínez / María Haber Uriarte / Jon Ortega Rodrigáñez

Lámina 2.
A: Acceso superior de la sima.
B: Corte superior de excavación.
D: Excavación de niveles donde se
encontraron los esqueletos neanderta-
les SP 96, SP 97 y SP 92 en el talud
cementado del conglomerado A.
D: El conglomerado B debajo de los
esqueletos.

del ilustre doctor Erik Trinkaus, catedrático de antropología y autoridad mundial


sobre la anatomía de los neandertales en la Universidad Washington de San Luis
(Misuri, EE.UU.). El doctor Erik Trinkaus volvió a Murcia en octubre del 2007 y en
2011 hizo una visita de diez días en enero para colaborar con nosotros en la pre-
paración de la publicación de los esqueletos neandertales articulados, en estado
de conexión anatómica, excavados entre 2005 y 2009. El doctor Trinkaus es aca-
démico de la National Academy of Sciences de los EE.UU. en la que presentó un
artículo que la Academia ha publicado en sus muy prestigiosas actas semanales
(Proceedings of the National Academy of Sciences, PNAS) en diciembre del 2008
(Walker et al., 2008), y en 2011 presentó otro que fue publicado en julio del 2011
(Walker et al., 2011a) sobre el esqueleto SP-96, la chica “Paloma” (lám. 5 y 6); tam-
bién en 2010 y 2011 nos ayudó a elaborar dos artículos sobre los restos neander-
tales de la Sima de las Palomas publicados en las revistas científicas de referencia
internacional que son el American Journal of Physical Anthropology y el Journal of
Dental Research (Walker, et al., 2010, 2011b, 2011c).

Presentamos un póster en el congreso anual en 2009 de la Asociación Americana


de Antropología Física firmado por M.J. Walker, J. Ortega, J. Maki y E. Trinkaus con
el título de “Inferred body proportions of two Southern European Neandertals, Pa-
lomas 92 and 96”. La lámina 6 recoge cuatro gráficas del póster que ofrecen arriba
(A) las proporciones y masa corporales comparadas con otros neandertales y con
esqueletos de anatomía moderna del Pleistoceno reciente (o superior), con la de-
mostración contundente del tamaño relativamente reducido de los esqueletos de
la Sima de las Palomas, a pesar de que aparecen abajo (B) con correspondencia
métrica a los demás neandertales y separados de las formas modernas del homo
sapiens. Esto pone de relieve dos asuntos diferentes, ambos de gran importancia.

En primer lugar, el estado excepcional de preservación de esqueletos casi enteros,


cuyos huesos articulados fueron descubiertos en posiciones de conexión anató-
mica, permite la determinación, precisa y exacta, de muchas mediciones, que pro-
porcionan datos sobre la talla y masa corporal de los difuntos individuales asimismo
las proporciones entre las partes del cuerpo. Se elimina así, la incertidumbre esta-
dística que siempre condiciona la verosimilitud de aquellas inferencias, acerca de
los valores medios para la talla, relación proporcional y masa corporal en un grupo
humano determinado cuando, a través de tablas comparativas referidas a nuestra

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La Sima de las Palomas del Cabezo Gordo en Torre Pacheco • Michael J. Walker / Mariano López Martínez / María Haber Uriarte / Jon Ortega Rodrigáñez

Lámina 3.
Izquierda: El corte superior al final de la
campaña del 2011 con análisis en vías
de elaboración por el doctor J.-L.
Schwenninger (Universidad de Oxford)
por la metodología de la estimulación
de luminiscencia óptica (OSL). Derecha:
perfiles y planimetría del corte superior
(círculos negros indican algunos de los
niveles donde sedimento ha sido anali-
zado por OSL). En los perfiles destacan
dos capas grises y el conglomerado B
(flecha). Se ofrecen también algunos
utensilios musterienses característicos
del yacimiento.

Lámina 4.
Lugares horizontales (círculos negros) y
profundidad vertical (triángulos negros)
de muestras fechadas. Se indica la po-
sición de SP 96, SP 97 y SP 92 ocupa-
ban situaciones ligeramente por debajo
de SP 96: estos esqueletos articulados
fueron excavados entre 2005 y 2009.
También se indican algunos otros res-
tos neandertales; adherido al SP 59 es-
taba un fragmento óseo que permitió
determinación del C14. SP 80 no es-
taba asociado con material fechable.
SP 1 fue encontrado en 1991 en la si-
tuación inferior indicada cerca del mar-
gen del corte de excavación actual. El
talud cementado del conglomerado A
que recubría los esqueletos es indicado
por el haz de líneas quebradas, con la
capa gris superior de material quemado
adosada. La capa gris inferior recubría
el conglomerado B de extrema dureza
(lám. 1, D) cuya excavación en 2009 y
2010, sin embargo, proporcionó utensi-
lios musterienses y fragmentos óseos.
En 2011 se excavó más abajo en sedi-
6. 35, 030+270 BP (calib. 40, 986, 38, 850; C14) Burnt rabbit bones
mento menos endurecido (lám. 3).

especie moderna, dichas inferencias se basan en mediciones de cantidades varia-


bles de los fémures, tibias, cúbitos, húmeros o radios recuperados por excavación
de un conjunto (o más) conformado por huesos procedentes de esqueletos revuel-
tos o removidos, con la consiguiente imposibilidad de asignar los huesos de los
diferentes tipos a esqueletos separados individuales a ciencia cierta.

En segundo lugar, son esta precisión y exactitud en la Sima de las Palomas que
han posibilitado, por primera vez en casi dos siglos de la investigación anatómica

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Lámina 5.
La preparación y limpieza del SP 96
con vibroincisor alimentado por aire
comprimido. La reconstrucción del es-
queleto en estado de conexión anató-
mica corresponde a una mujer
neandertal.

de los neandertales, la apreciación estadística de una interesante diferencia mor-


fológica entre los neandertales de la Sima de las Palomas en la orilla del Medite-
rráneo en el suroeste de Europa y la gran mayoría de los restos neandertales
europeos descubiertos mucho más al norte. La distinción suscita posibles inter-
pretaciones variadas, desde la influencia del entorno benigno en la adaptación y
selección natural para la morfología menuda, hasta la deriva genética y el aisla-
miento con endogamia. Desgraciadamente han sido infructuosos los rigurosos en-
sayos científicos para detectar y caracterizar secuencias haplotípicas del ácido
desoxirribunucléico, tanto del genoma mitocondrial como nuclear de nuestros ne-
andertales, debido probablemente a la fragmentación intensiva de las cadenas de
nucleótidos a causa de la muy elevada temperatura ambiental del yacimiento en
verano, según opina el célebre genetista sueco, doctor Svante Pääbo, director del
Instituto Max-Planck para la Antropología Evolutiva de Leipzig, que nos envió in-
vestigadores que participaron en las excavaciones y tomaron muestras en el yaci-
miento que fueron estudiadas por él en el prestigioso centro alemán.

No cabe aquí un resumen de la información científica ofrecida en las publicaciones


recientes que se ofrecen en la bibliografía. Sin embargo, conviene hacer mención
de algunos trabajos de investigación de publicación próxima. Ha sido aceptado
por la revista PaleoAnthropology un artículo (Power et al., en prensa) sobre la evi-
dencia para la contribución vegetal en la dieta de los neandertales de la Sima de
las Palomas, proporcionada mediante la investigación de fitolitos recuperados por
ablación láser de cálculos dentarios y también de filos de utensilios paleolíticos por
los estadounidenses, doctora Amanda Henry y Robert Power y el español doctor
Domingo Carlos Salazar García en el Instituto Max-Planck de Antropología Evolutiva
de Leipzig. El doctor Salazar está también analizando isótopos estables de restos
óseos animales de la sima en colaboración con nuestro amigo el catedrático an-
glocanadiense doctor Michael Richards que acaba de salirse de Leipzig para la
Universidad de British Colombia. También se presenta al American Journal of Physi-
cal Anthropology un artículo extenso sobre las muchísimas piezas dentarias de la
Sima de las Palomas, que pone en relieve la intensa labor científica de la doctora
Josefina Zápata Crespo, investigadora de nuestro grupo de investigación E0A0-03
y profesora del Área de Antropología Física del Departamento de Zoología y Antro-
pología Física de la Universidad de Murcia, con coautoría de los doctores Walker

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La Sima de las Palomas del Cabezo Gordo en Torre Pacheco • Michael J. Walker / Mariano López Martínez / María Haber Uriarte / Jon Ortega Rodrigáñez

Lámina 6.
Izquierda: El esqueleto femenino SP 96.
Derecha: Comparaciones morfométri-
cas. Los datos de los adultos de la
Sima de las Palomas los definen como
neandertales (2 A y 2 B) aunque con
talla (1 A) y masa corporal baja (1 B) en
relación con la mayoría de los neander-
tales tanto europeos (Eur Nean) como
de Israel e Irak del suroeste asiático
(SWA Nean); se ofrece también compa-
ración con el Homo sapiens o “Hombre
de Cromañón” del Paleolítico superior
(EUP) y con esqueletos modernos más
antiguos del Paleolítico medio de Israel
hace cien mil años (MPMH).

Lámina 7.
La investigación de los neandertales de
la Sima de las Palomas por la tecnolo-
gía avanzada con el escáner del Hospi-
tal de Veterinaria de la Universidad de
Murcia. Izquierda arriba: los doctores
Michael Walker, Christoph Zollikofer
(Universidad de Zurich) y Erik Trinkaus
(Washington University de St. Louis). Iz-
quierda abajo: el doctor Zollikofer intro-
duce el cráneo del niño SP 97 en el
escáner y también la pelvis extraordina-
riamente completa de la chica SP 96.

y Trinkaus además del exprofesor adjunto de la Universidad de Harvard el antro-


pólogo y odontólogo doctor Vincent Lombarda, viejo colaborador muy apreciado
por nosotros, que participó en una reunión científica en la Universidad de Murcia
en julio del 2011. Participaron también otro apreciado colaborador, el doctor Ale-
jandro Pérez-Pérez, profesor titular del Departamento de Antropología Física de la
Universidad de Barcelona, que publicará en fecha próxima los resultados de su in-
vestigación microscópica de las microestrías en el esmalte de los dientes poste-
riores excavados en la sima, la antropóloga francesa doctora Patricia Bayle de la
Universidad de Toulouse que desea realizar un estudio de las piezas dentarias con
el microescáner TAC portátil, que quiere traer a Murcia desde Francia en 2012 por

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Lámina 8.
Izquierda arriba: En el Instituto de An-
tropología de la Universidad de Zurich
los doctores Christoph Zollikofer y Mar-
cia Ponce de León con Jon Ortega es-
tudian con el tratamiento informatizado
de imagen la digitalización del cráneo
del niño SP 97 realizada con el escáner
de Murcia. Derecha arriba: Jon Ortega
excava parte del esqueleto articulado
SP 92. Izquierda abajo: El pie articulado
de SP 92. Derecha abajo: los doctores
Ponce de León y Zollikofer introducen
el cráneo de SP 96 en el escáner del
Hospital de Veterinaria de la Universi-
dad de Murcia.

recomendación del doctor Trinkaus (es una herramienta especialmente útil para in-
vestigar elementos de dimensiones tan reducidas como son los dientes), y un doc-
torando del doctor Trinkaus, John Wilman, que estudia la atrición microscópica de
piezas dentarias anteriores; además el doctor Trinkaus quiere que participe su doc-
toranda Sarah Lacy, que estudia la morfometría geométrica comparada de nean-
dertales y humanos modernos del Paleolítico superior. Todas estas investigaciones
podrán aumentar considerablemente los conocimientos científicos acerca de la
dieta y las costumbres alimenticias de los neandertales gracias a la muy abundante
colección de piezas recuperadas en nuestras campañas de excavación.

Durante la visita del doctor Trinkaus en enero del 2011 se reunió con nosotros el
catedrático doctor Christoph Zollikofer, director del Instituto de Antropología de la
Universidad de Zurich, para ayudarnos a iniciar investigaciones sobre los restos
con el nuevo escáner TAC, instalado en el Hospital Universitario de Veterinaria de
la Universidad de Murcia en 2010 (lám. 7). El doctor Zollikofer y su esposa la doc-
tora Marcia Ponce de León son investigadores de renombre internacional de los
homínidos fósiles a través del escáner; Michael Walker y Jon Ortega les visitaron
en Zúrich en septiembre de 2011 y luego los doctores Zollikofer y Ponce de León
volvieron a Murcia para trabajar con nosotros en el escaneo de los restos que sigue
en vías de elaboración en nuestra universidad (lám. 8). El escáner nos ayuda a pre-
ver la ubicación precisa de los huesos y dientes neandertales en los bloques del
conglomerado A durante el proceso de limpieza y preparación en nuestro labora-
torio. Este proceso se ha agilizado con la adquisición en 2011 de vibroincisores
(lám. 5), alimentados por aire comprimido de un compresor, ambos de la marca de
la empresa italiana CTS, con sucursal en Getafe, fabricante especializada de ma-
teriales de restauración artística y técnica.

En septiembre del 2011 el paleolitista doctor Ignacio Martín Lerma se incorporó a


la Universidad de Murcia como profesor del Área de Prehistoria, y también en nues-
tro grupo de investigación E0A0-03 que le facilita los equipos de episcopía para
digitalización de imagen, y microscopía petrográfica, para desarrollar la investiga-
ción traceológica en la que se formó en Madrid. La industria musteriense de la Sima
de las Palomas podría volver a someterse al análisis traceológico que desgracia-
damente se quedó interrumpido hace algunos años a pesar del fuerte impulso inicial

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promovido a través de una acción integrada hispano-británica del entonces Minis-


terio de Educación y Ciencia con la Oxford University “Donald Baden-Powell” Qua-
ternary Research Centre donde el prestigioso catedrático de Arqueología del
Paleolítico doctor Derek Roe, exprofesor y amigo de M.J. Walker, fue un pionero
con el laboratorio traceológico en un centro de excelencia internacional. La trace-
ología podría ser especialmente interesante si ayuda en la definición del empleo
por los neandertales murcianos de los implementos sobre materia prima alimenticia,
tanto de origen animal como vegetal. También conviene comentar que en 2011 se
ha incorporado en nuestro grupo interfacultativo e interinstitucional el doctor João
Zilhão, recientemente designado profesor de investigación por ICREA en la Univer-
sidad de Barcelona después de haber ostentado la cátedra de la Arqueología del
Paleolítico en la Universidad de Bristol.

AGRADECIMIENTOS

Se agradece la concesión del disfrute durante el período de las excavaciones del


colegio público, polideportivo y centro cívico en Dolores de Pacheco, gracias a la
gestión del Ayuntamiento de Torre Pacheco. También se agradece la colaboración
de voluntarios de diversos centros nacionales e internacionales que participaron
en nuestra Escuela de campo para la Paleoantropología y Prehistoria del Cuater-
nario en la Región de Murcia.

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MÉNEZ, A., ORTEGA RODRIGÁÑEZ, del XVII Congreso de la Sociedad Espa-
J., AVILÉS FERNÁNDEZ, A. y CAMPI- WALKER, M.J., ZAPATA, J., LOM- ñola de Antropología Física, Universidad
LLO BOJ, M., 2010-2012, en prensa BARDI, A.V. y TRINKAUS, E., 2011c: de Barcelona, 2-4 de junio de 2011”.
2012a: “Dos yacimientos del Hombre fósil “New evidence of dental pathology in
en Murcia: La Cueva Negra del Río Quí- 40,000 year old Neandertals” Journal of
par en Caravaca de la Cruz y la Sima de Dental Research, 90, p. 428-432.

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El hacha y el fuego:
la Cueva Negra del
estrecho del río Quípar
hace 800.000 años

Michael J. Walker* ***


Mariano López Martínez* ***
María Haber Uriarte* ** ***
Antonio López Jiménez*

RESUMEN ABSTRACT
En 2011 restos indudablemente afectados por combustión fueron In 2011 remains showing undeniable traces of fire were excavated
excavados en sedimentos profundos con una antigüedad de lying in deep sediments dated to 780,000-990,000 years ago in a
780.000-990.000 años en un abrigo del Sureste español que ha southeastern Spanish rock-shelter containing a bifacial hand-axe,
proporcionado un hacha de mano bifacial, un conjunto de utensi- an assemblage of retouched small tools, hominin teeth, and a late
lios paleolíticos retocados menores, dientes humanos, y una fauna Early Pleistocene fauna.
del Pleistoceno antiguo reciente.

PALABRAS CLAVE KEY WORDS


Combustión, Pleistoceno antiguo reciente, paleolítico. Fire, Early Pleistocene, Paleolithic.

* Miembros del grupo de investigación E0A0-03 de la Universidad de Murcia “Tecnología, antropología y ecología del cuaternario”, Área de Antro-
pología física, Departamento de Zoología y Antropología física, Facultad de Biología, Universidad de Murcia, Campus Universitario de Espinardo,
30100 Murcia; Investigador responsable, M.J. Walker, [email protected]
** Área de Prehistoria, Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Letras, Universidad de Murcia, Campus de La Merced, 30001 Murcia.
[email protected]
*** Codirectores de la campaña de excavación en 2011

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El hacha y el fuego: la Cueva Negra del estrecho del río Quípar • Michael J. Walker / Mariano López Martínez / María Haber Uriarte / Antonio Lñopez Jiménez

1. FUEGO HACE UN MILLÓN DE AÑOS EN LA CUEVA

La Cueva Negra del estrecho del río Quípar (lám. 1) es un yacimiento de referencia
obligada en el Pleistoceno antiguo reciente de Europa. Lo más importante, sin duda,
de la campaña del 2011 ha sido el descubrimiento, en los niveles 5g y 6a de la cua-
drícula C2d a una profundidad en los sedimentos del Pleistoceno de 4,5 metros
(lám. 2, fig. 1c), de restos óseos calcinados y otros de sílex entre los que se destaca
un nódulo partido como el capullo de una flor por el “golpe térmico” de la alta tem-
peratura de combustión (lám. 3).

El doctor Francesco Berna del equipo del ilustre catedrático doctor Paul Goldberg
del Departamento de Arqueología de la Universidad de Boston (EE.UU.), en una
comunicación personal en noviembre del 2011 ha adelantado la información de
que se ha podido confirmar la influencia de temperatura elevada, entre 500 y 800
grados, en una muestra de estos fragmentos óseos analizada en Boston por la me-
todología de la espectrometría infrarrojo con transformación Fourier, desarrollada
por Paul Goldberg que la ha empleado en numerosos yacimientos paleolíticos en
todo el mundo con gran éxito.

La elevada temperatura implica la incidencia del hombre sin duda alguna. Los res-
tos afectados, tanto óseos como de sílex, fueron excavados en situación dema-
siado adentro en la cueva para poder haberse sujetos a tamaña temperatura
mediante invasión de un incendio forestal aleatorio. Pese a que los análisis polínicos
publicados por el catedrático de Evolución Vegetal, el doctor José Sebastian Ca-
rrión García (Área de Botánica, Departamento de Biología Vegetal, Universidad de
Murcia) pusieron en relieve la presencia de árboles tanto caducifolios como peren-
nes en sedimentos superiores en la cueva, no le han proporcionado polen nuevas
muestras sedimentarias tomadas después de la campaña del 2011 en situación
profunda cerca del hallazgo de huesos calcinados, por lo que el material principal
de combustión se queda sin determinar. Muestras sedimentarias se encuentran en
vías de análisis fisicoquímico para indagar sobre la alteración mineral que la com-
bustión pudo efectuar, y otras han sido enviadas a científicos especialistas en la
detección antracológica y de fitolitos.

Lámina 1.
Cueva Negra. Arriba: La flecha larga in-
dica la cueva; la flecha pequeña indica
el afloramiento de conglomerado Torto-
niense del Mioceno, cantera paleolítica
para la cueva. Debajo, de izquierda a
derecha: el doctor Angelucci tomando
muestras; La excavación escalonada;
Los doctores Schwenninger, Gunnell,
Calvet y Braucher tomando muestras,
la flecha superior indica la superficie
erosionada mencionada en el texto y la
inferior indica el nivel con restos afecta-
dos por combustión; los doctores Scott
y Gibert Beotas tomando muestras.

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Lámina 2.
El nivel con huesos calcinados y sílex al-
terado por combustión, con los arqueó-
logos Winston Zack y Kellie Carlson.

Lámina 3.
Hueso calcinado y sílex alterado por
temperatura elevada de combustión.

Es importante resaltar la excepcional antigüedad de esta evidencia murciana del


fuego en una cueva del paleolítico europeo. Todo el relleno sedimentario de la cueva
pertenece al período reciente de 990.000 y 780.000 años del Pleistoceno antiguo
(o inferior). Las determinaciones paleomagnéticas publicadas por el catedrático y
geofísico doctor Gary Scott del Berkeley Geochronology Center (EE.UU.) con el
doctor Lluis Gibert Beotas (Facultad de Geología, Universidad de Barcelona) de-
muestran que todos los 5 metros de acumulación sedimentaria en la cueva tienen
una antigüedad superior a 780.000 cuando el “cron” Matuyama dio paso al actual
de Brunhes (Scott y Gibert, 2009) y así pues, que fueron depositados en un período
relativamente corto en términos geológicos sin llegar a sufrir remoción o alteración
posterior.

Las especies de mamíferos fósiles excavados, especialmente los roedores, implican


un período después del intervalo en el Matuyama denominado Jaramillo (1.090.000
– 990.000). El estudio en vías de realización por Antonio López Jiménez indica una

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Figura 1.
Arriba Figura 1a,b; abajo Figura 1c,d,e.
Cueva Negra: perfiles y planimetría. Los
perfiles indican la profundidad alcan-
zada en las cuadrículas en 2011 de
acuerdo con la información ofrecida en
el texto. Se excavaron huesos calcina-
dos y sílex alterado por la combustión
en la cuadrícula C2d en los niveles 5g y
6a en la profundidad indicada en la
parte central del perfil este de la Figura
1c. El hacha de mano bifacial fue exca-
vada en el lugar indicado por el trián-
gulo negro ligeramente encima de una
superficie de erosión dentro de la acu-
mulación sedimentaria. Los rombos ne-
gros indican donde se excavaron
algunas de las lascas extraídas por la
talla centrípeta repetida. Círculos ne-
gros son cantos alóctonos. Las estrellas
indican algunos de los niveles donde
sedimento ha sido analizado por la me-
todología de la estimulación de luminis-
cencia óptica (OSL).

gama de especies fósiles parecida a la que caracteriza los estratos ATD 3, 4, 5, 6,


7 y 8 en la Gran Dolina de Atapuerca, antes e inmediatamente después de la tran-
sición paleomagnética Matuyama-Brunhes hace 780.000 años; especies ausentes
en yacimientos más antiguos pero no acompañadas todavía por algunas nuevas
que aparecen solo en estratos o yacimientos posteriores (lám. 4, fig. 2). Esto es
otro indicio de que el relleno sedimentario no fue sometido a alteración o incidencia
posterior capaz de mezclar el conjunto por introducción de elementos más recien-
tes.

En África existen vestigios de fuego en yacimientos paleolíticos del Pleistoceno an-


tiguo: en Suráfrica en la cuevas de Wonderwerk hace 1.700.000 años (Beaumont,
2011) y Swartkrans hace 1.500.000-1.000.000 (Brain, 1985; Mitchell, 2002); en
Kenia en el yacimiento de “FxJj 20 East” en Koobi Fora hace 1.600.000 (Rowlett,
1999, 2000) y en Chesowanja hace 1.400.000 (Gowlett et al., 1981). En el umbral
de Asia hay indicios del fuego hace 790.000 años en el yacimiento paleolítico israelí
de Gesher Benoth Ya’aqov (Goren-Inbar et al., 2004; Alperson-Afil y Goren-Inbar,
2010). No obstante su duda tan recientemente publicada de que el fuego fuera cui-
dado en el paleolítico europeo hasta apenas 400.000 años (Roebroeks y Villa, 2011),
cuando M.J. Walker visitó al doctor Wil Roebroeks en la Universidad de Leiden en
septiembre del 2011, el arqueólogo neerlandés opinaba que la evidencia contun-
dente de la Cueva Negra cumple mejor incluso que el yacimiento al aire libre israelí
con las condiciones rigurosas para la incidencia humana, especialmente la de estar
en una cueva con difícil alcance de incendios forestales naturales (Roebroeks y
VIlla, 2011, véase “Supporting Information”; cf. James, 1989). Cuidado por el hom-

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Lámina 4.
La tamización por lavado en la expla-
nada de la cueva permite recuperar
dientes de roedores extintos.

Figura 2.
Tabla sinóptica de especies de roedores
en algunos yacimientos del Pleistoceno
antiguo y medio.

bre el fuego proporciona calor, muy necesario durante la noche (Cueva Negra está
a 740 metros sobre el nivel del mar y sometida a fuertes heladas invernales), ade-
más de espantar animales fieras, y según el antropólogo Richard Wrangham, cate-
drático en la Universidad de Harvard (Wrangham, 2009; Wrangham et al., 1999)
esto ha sido fundamental en nuestra evolución, mediante la ingerencia de alimentos
calentados, para agilizar la adsorción de nutrientes, y aumentar la energía extraíble
de la materia prima recogida y disponible para nuestro metabolismo, reduciendo,
así, el desperdicio de aquella: este efecto indudablemente ha contribuido a facilitar
tanto la dispersión humana fuera de África en el Pleistoceno antiguo, como la evo-
lución cerebral por aumento cortical y del ingenio humano correspondiente.

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2. EL INGENIO PALEOLÍTICO MANIFIESTO EN CUEVA NEGRA

Esto tiene implicaciones muy importantes en Europa para la arqueología del pale-
olítico. El bifacial hacha de mano achelense en caliza de la Cueva Negra es la más
antigua excavada en Europa en sedimentos cerrados (lám. 5). Los sedimentos tam-
bién han proporcionado algunas lascas pequeñas de sílex cuyas caras dorsales
demuestran la repetida actividad previa de la talla centrípeta sobre la base (lám. 5).
Ocasionalmente hay piezas de forma triangular y subrectangular que preconizan
las muy conocidas formas levaloisenses, incluso al menos una lasca con pequeñas
facetas múltiples de la plataforma (en forma de tricornio o “chapeau de gendarme”)
para el golpe de extracción definitiva. Dos pequeñas bases nodulares discoideas
demuestran la concavidad principal correspondiente a la cara ventral de la última
lasca extraída (lasca preferida o “éclat préférentiel” en la terminología levaloisense),
siendo tales núcleos discoideos así, el deshecho final de la cadena operativa.

Diversas lascas y fragmentos excavados pueden designarse como raederas (lám.


5) y ofrecen retoque marginal continuo por extracciones abruptas de tamaño redu-
cido (musteroide), pero también hay otras piezas con retoque semiabrupto e inva-
sivo. Algunas lascas con retoque son muy pequeñas (3 centímetros o menos) y
muy pocas superan 6 centímetros. Por otra parte, el conjunto también ofrece nu-
merosos elementos denticulados, desde lascas con filos en forma de sierra produ-
cida por retoque semiabrupto, hasta fragmentos gruesos con extracciones que
conforman una o dos muescas que a veces definen una terminación aguda (“per-
forador”). Piezas carenadas (lám. 5) incluyen elementos asimétricos que terminan
en espuelas (picos de pájaro o “becs”) y formas simétricas planoconvexas (babosas
o “limaces”). Tales piezas carenadas suelen ser controvertidas. Por un lado, diver-
sos análisis traceológicos de elementos parecidos en América del Pleistoceno re-
ciente (o superior) y Holoceno implican su empleo como utensilios (por ejemplo
microperforadores, los “becs”; cepillos para trabajar madera, las babosas), de
acuerdo con la noción tradicional de paleolitistas europeos. Por otro lado, en el im-
portante yacimiento italiano de Isernia La Pineta (cuya secuencia comienza hace
730.000 años y acaba sobre 400.000 años), el análisis traceológico apenas detecta
señales de desgaste o uso en “becs”, babosas, denticulados o elementos con
muescas, aunque las detecta, eso sí, en lascas muy pequeñas y sin retoque.
Usando sílex de afloramientos próximos al yacimiento, la talla experimental me-
diante la técnica bipolar reproduce lascas diminutas parecidas y deja “becs”, ba-
bosas, denticulados y elementos con muescas como deshechos del proceso
(Crovetto et al., 1994a, 1994b, 1994c; Longo, 1994).

Cueva Negra ofrece otra similitud con Isernia La Pineta en el recurso para materia
prima a cantos de forma paralelepípedo de sílex tabular, meteorizado y fisurado,
más propenso a la fragmentación irregular en respuesta al golpe del percutor, que
a la fracturación concoidea (también algunos elementos son de caliza y cuarcita).
En Cueva Negra esto tiene dos consecuencias. En primer lugar, la inmensa mayoría
de los elementos, incluso con retoque o señales de la talla posterior, son fragmentos
expeditivos oportunos (“informales”) y son menos frecuentes las lascas definidas
por una cara ventral convexa y talón con plataforma de percusión; el tamaño redu-
cido de los elementos del conjunto descarta su estimación como “clactoniense”.

Tanto el hacha de mano bifacial achelense como los elementos que preconizan la
técnica descalifican cualquier pretensión de estimar el conjunto paleolítico como
oldowayense, del que lo separa, además, la ausencia casi total de cantos o nódulos
tallados en forma de “pebble-” o “chopping-tool” (sólo hay uno), esferoide, pico
triedro o discoideo biconvexo simétrico. La presencia, empero, del hacha de mano
bifacial en el conjunto, en fecha anterior a 780.000 años, pone en tela de juicio la
inferencia de un paleolítico inferior europeo, sea achelense o clactoniense post-ol-
dowayense, seguido de forma diacrónica por un paleolítico medio europeo, carac-
terizado sea por la técnica levaloisense o retoque musteriense, durante el
Pleistoceno medio avanzado hace 350.000 años (aunque en algunos conjuntos
más antiguos paleolitistas ilustres han detectado elementos adecuados de la cali-

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Lámina 5.
Elementos paleolíticos de interés. El
bec fue excavado en 2011 en lugar in-
mediatamente encima de los huesos
calcinados y sílex afectados por la
combustión pero aparentemente no fue
afectado.

ficación “protomusteriense”, “premusteriense”, “musteroide”, “musteriense ar-


caico” o incluso “protocharentiense”). Puesto que al final del Pleistoceno antiguo
(o inferior) en la Cueva Negra coexistieron elementos tanto del “inferior” como
“medio”, se queda en entredicho la relevancia en el siglo XXI de una noción arrai-
gada en el XIX (que además puede ser engañosa por la asignación tipológico me-
todológica a un supuesto paleolítico “medio” de conjuntos encontrados fuera de
contexto cronológico definido).

En segundo lugar, puesto que en África oriental la técnica de reducción levaloisense


apareció hace más de 1.400.000 años, es verosímil buscar su origen la reducción
bifacial que hizo acto de presencia hace 1.700.000, como proponen De la Torre et
al. (2003). Ambas técnicas de reducción implican la preparación bifacial de la base.
Por otra parte, el desarrollo del proceso de reducción sigue caminos diferentes,
correspondientes a conceptos separados por consideración de las alternativas bien
del plano secante de simetría (achelense) o asimetría (levaloisense).

Como en África, los talladores en Cueva Negra practicaron ambas técnicas (a las
que se puede añadir además, la técnica extractiva bipolar), lo que demuestra tanto
la habilidad manual cómo la versatilidad cognitiva (Walker, 2009a). Esto es funda-
mental. Una cosa es tallar una gran base relativamente plana, de manera similar
en sus dos caras para reducirla a una forma oval con simetría bifacial, ya que la
forma de la base predetermina el resultado de manera ostensible y predecible. Otra
cosa es tallar una base con forma de bollo, para reducirla, primero verticalmente
por la periferia, después por la talla centrípeta del volumen mayor, y finalmente vol-
viendo para modificar una zona de la periferia previo al golpe que extrae la lasca
final que hasta ahora no ha sido ostensible en la forma originaria del bollo, sino ha
quedado latente, “oculta” de la vista del tallador como si de prever la forma de la
yema dentro del huevo sin abrir se tratara. Las demandas de esta cadena levaloi-
sense, tanto cognitiva como manual, son mayores incluso que las de la extracción
de láminas, finas y alargadas, de las bases piramidales del paleolítico superior eu-
ropeo (Coolidge y Wynn, 2005; Wynn, 1979). En conclusión, las aptitudes cognitivas
y manuales de la gente en la Cueva Negra son perfectamente compatibles con el
cuidado del fuego y demuestran su capacidad de elegir, seguir y mantener, dife-
rentes cadenas de conducta sin retorno hasta alcanzar las últimas consecuencias.

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En Cueva Negra los homínidos fueron capaces tanto de separar elementos de fauna
mayor (mamuts, rinoceronte) como captar micromamíferos y aves (66 especies:
Walker et al., 1998, 1999, 2004). Sus dientes con características y dimensiones ne-
andertalenses (Walker, 2009b; Walker et al., 1998, 1999, 2006, 2011, en prensa
2102a) y la antigüedad del conjunto implican que perteneciesen al Homo heidel-
bergensis que a su vez fue el antepasado del Homo neanderthalensis. La posibili-
dad de que esta trayectoria evolutiva comenzase en la época del “chico de la Gran
Dolina” u H. antecessor hace 780.000 años es admitida ahora por distinguidas au-
toridades (Dennell, Martiñón-Torres y Bermúdez de Castro, 2011).

3. LA EXCAVACIÓN EN 2011

La excavación arqueológica ordinaria en la Cueva Negra se desarrolló del día 1 al


20 (ambos incluidos) de julio de 2011 en las cuadrículas métricas C2b, C2c, C2d,
C2e, C2f, C2g, C2h, C2i, C3a, C3b, C3d, C3e, C3g, C3h (fig. 1). Nuestro objetivo
priotiario fue el de agilizar la profundización de la excavación debido a la necesidad
urgente de ampliar la investigación de las capas inferiores, puesto que las capas 5
y 6 sólo habían sido alcanzadas y excavadas en la cuadrícula C2a. Cada cuadrícula
tiene un área de 1 por 1 metro y cada nivel un grosor de 5 centímetros. Los niveles
reducidos en 2011 fueron: los niveles (4e), (4f), (4g) y (4h) en las cuadrículas C2c,
C2f, C2i; los niveles (4q), (4r), (4s), (4t), (4u) en las C2b y C2e; los (4q), (4r), (4s) y (4t)
en la C2h; los (4z), (5a), (5b), (5c), (5d), (5e) y (5f) en la C2g; los (4z), (5a), (5b), (5c),
(5d), (5e), (5f), (5g) y (6a) en la C2d; los (3r), (3s), (3t) en las C3a, C3d y C3g; los (2gi),
(2gii) en las C3b, C3e y C3h; y el nivel (2c) en la cuadrícula D3a. Todo el sedimento
excavado fue lavado sobre conjuntos de tamices geológicos de acero inoxidable
(con mallas de 8, 6 y 2 milímetros).

Las características litosedimentológicas de los niveles superiores son parecidas a


las documentadas en otras cuadrículas, recogidas en informes anteriores. La me-
todología de excavación escalonada, universalmente empleada en abrigos, nos ha
permitido profundizar en diferentes bloques principales del depósito en la campaña
de 2011. El bloque inferior corresponde a las cuadrículas C2d y C2g. Un bloque
algo superior corresponde a las C2b, C2e y C2h. Algo más arriba, otro bloque co-
rresponde a las cuadrículas C2c, C2f y C2i. Más arriba todavía se excavaron sedi-
mentos en las C3a, C3b, C3d, C3e, C3g y C3h. Como en campañas anteriores, el
nivel (3r) proporcionó utensilios interesantes, entre los que destacan dos raederas,
dos perforadores y una lasca levaloisense en C3g, dos raederas en C3a y dos rae-
deras y una punta en C3d. Otros elementos a destacar son una lasca con retoque
y una raedera procedentes del nivel (3s) en C3g, una raedera del nivel (4g), otra
más del nivel (4h) en C2c, otra en el nivel (4t) en C2h, otra del nivel (5b) en C2g, una
lasca con retoque en el nivel (4z) del cuadro C2g, una raedera en el nivel (5e) de
C2d y una última raedera, así como un perforador en el nivel (6a) del cuadro C2d.
Otros elementos líticos documentados en la campaña del 2011 son 262 fragmen-
tos, restos de talla y esquirlas en sílex, 10 en caliza y 3 en cuarcita, 24 lascas sin
retocar de sílex y 2 en caliza y 1 canto rodado en cuarcita que podría corresponder
a un percutor.

4. NUEVAS INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS COMPLEMENTARIAS

Diversos estudios científicos y técnicos en relación con la investigación de la Cueva


Negra iniciados en 2010 han sido continuados en 2011 y también algunos nuevos.
De especial relevancia es el exhaustivo informe científico, elaborado con gran de-
talle sobre la geología del entorno del yacimiento por el doctor Tomás Rodríguez
Estrella, profesor titular de Geología de la Universidad Politécnica de Cartagena y
miembro de nuestro grupo de investigación E0A0-03 de la Universidad de Murcia,
interfacultativo e incluso interinstitucional. Durante la campaña del 2010 el profesor
Rodríguez Estrella ha acompañado a nosotros y el jóven investigador Winston Zack
(licenciado en Antropología y Arqueología por la Universidad de Arizona, actual-
mente doctorando en Geoarqueología en la Universidad de North Texas) en trabajos
de campo dirigidos a la identificación de diversos afloramientos de sílex posible-

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mente asequibles por los talladores paleolíticos de Cueva Negra y disponibles para
el aprovisionamiento de materia prima (Walker et al., en prensa 2012b). Gracias a
la amable gestión del catedrático y geoarqueólogo doctor Vance Holliday (Depar-
tamentos de Antropología y de las GeoCiencias en la Universidad de Arizona),
muestras han sido analizadas para oligoelementos crustales por el investigador
doctor Alex Andonikov del prestigioso Laboratorio lunar y Planetario de dicha uni-
versidad, que ponen de relieve la similitud de sílex excavado en la cueva con sílex
del afloramiento cercano (a 800 metros) del Tortoniense del Mioceno superior (co-
rrectamente identificado así, en otras publicaciones, por ejemplo Walker, 2009b;
Walker et al., 1998, 1999, 2004, pero erróneamente atribuido al Pleistoceno en Wal-
ker et al., 2006), a diferencia de muestras de sílex recogidas en otros afloramientos
de conglomerados y gravas de la zona. Gracias a la gestión en 2011 del doctor
Juan Luis Polo Camacho (profesor titular de Química Analítica en la Universidad de
Murcia y miembro de nuestro grupo de investigación E0A0-03) la composición de
oligoelementos en muestras de sílex de la excavación y de los afloramientos está
en vías de investigación por la metodología de la espectrometría fotoelectrónica de
rayos-X empleada por el doctor José Luis García Fierro (director del Instituto de
Catálisis y Petroleoquímica del CSIC en la Universidad Autónoma de Madrid); esta
metodología permite la identificación de cualquier átomo de la tabla atómica pe-
riódica salvo hidrógeno y helio.

El especialista alemán en la metodología de la termoluminiscencia aplicada al sílex


quemado, doctor Daniel Richter, del Instituto Max-Planck para Antropología Evo-
lutiva en Leipzig y profesor en el Departamento de Geografía de la Universidad de
Bayreuth, está analizando muestras del sílex en un ensayo de determinar la tem-
peratura de combustión con precisión además, quizás, de la fecha absoluta. En
agosto el geoarqueólogo de la universidad italiana de Trento, el doctor Diego An-
gelucci, ha iniciado un programa de análisis de los sedimentos acumulados en el
depósito por la metodología de la micromorfología microscópica en la que es un
experto reconocido. Su apreciación macroscópica preliminar considera la secuen-
cia sedimentaria como una acumulación bastante homogénea que fue introducida
por sedimentación a través de la extensión esporádica del río (entonces más cerca
de la cueva que luego fue elevada por la neotectónica pleistocénica para su situa-
ción actual de 40 metros encima del cauce).

El científico italiano nos propone una secuencia litoestratigráfica ligeramente más


sencilla que la que publicamos hace un lustro (Walker et al., 2006) pero recoge el
fenómeno que entonces comentamos de una pequeña discontinuidad, a aproxi-
madamente 1,8 metros bajo la superficie del testigo sedimentaria del Pleistoceno
antiguo, conformada por una capa que tal vez implica un breve intervalo de en-
charcamiento quizás con afloramiento orgánico, cuya superficie sufrió erosión antes
de reiniciarse el proceso de sedimentación. Tanto el doctor Angelucci como el doc-
tor Gary Scott reafirman nuestra estimación de que la interrupción incidió de ma-
nera meramente trivial, sin desordenar el proceso de sedimentación suave, ya que
todas las capas excavadas muestran una estratificación aproximadamente hori-
zontal e ininterrumpida, sin ser quebradas por paleocanales significativos y sin ofre-
cer indicios de remoción diacrónica. Tanto arriba como debajo del breve episodio
erosivo la investigación del paleomagnetismo sitúa toda la secuencia sedimentaria
antes de la transición Matuyama-Brunhes, lo que elimina cualquier posibilidad de
incidencia significativa después de hace 780.000 años. Además, la composición
mayoritaria de la industria paleolítica es básicamente similar arriba y debajo del epi-
sodio erosivo (raederas, denticulados, elementos con muescas, babosas, “becs”,
etcétera).

Conviene comentar que la investigación en vías de elaboración por el doctor An-


gelucci sostiene nuestras apreciaciones publicadas (Walker et al., 2006). El inves-
tigador italiano estima el relleno sedimentario como un “fluvent” aluvial, depositado
por transporte fluvial de energía baja, probablemente en la orilla del pantano del
antiguo terraplén, conformado macroscópicamente por dos complejos mayores,
separado por el episodio erosivo, con desglose del inferior en dos subcomplejos.

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El hacha y el fuego: la Cueva Negra del estrecho del río Quípar • Michael J. Walker / Mariano López Martínez / María Haber Uriarte / Antonio Lñopez Jiménez

Esto simplifica ligeramente nuestra designación, elaborada de manera cautelar du-


rante el avance de las excavaciones, de cinco posibles unidades litoestratigráficas,
enumeradas II, III, IV, V y VI, y el episodio erosivo sucedió entre II y III (la unidad II
corresponde a los niveles arbitrarios 2 y 3 hasta 3j; la III corresponde a 3j a 3z, las
IV, V y VI corresponden a los niveles arbitrarios 4, 5 y 6). Por otra parte, el sedimento
excavado en 2011, con los huesos calcinados y sílex sometido a temperatura ele-
vada, tapa nuestra unidad VI, y parece ser alterado por la combustión según el doc-
tor Angelucci; lo que parece implicar una tercera división del complejo inferior.
También el doctor Angelucci reafirma nuestra consideración de la cueva como una
estructura geomorfológica de origen kárstico (probablemente endokárstico bajo un
lago del Plioceno superior según el hidrogeólogo doctor Rodríguez Estrella), ya que
el doctor Scott interpreta la cueva como un “tafone” y atribuye al relleno sedimen-
tario un mayor componente de elementos de origen no fluvial, a diferencia de los
demás investigadores en la cueva, de los cuales los siguientes merecen mención.

En noviembre del 2011 el geoarqueólogo doctor Jean-Luc Schwenninger (jefe de


la OSL Unit del Oxford University Research Laboratory for Archaeology and the His-
tory of Art) volvió al yacimiento por tercera vez, trayendo consigo el espectrómetro
portátil de rayos gamma para medir la irradiación de trasfondo, y tomó muestras
de sedimento para la metodología geocronológico de la estimulación de la lumi-
niscencia óptica de sedimento (OSL). Ahora considera sólo como una estimación
mínima e inexacta los datos cronológicos publicados con nosotros hace un lustro
que los avances metodológicos recientes puedan aportar resultados aceptables.
En la misma ocasión visitaron la cueva, para realizar investigaciones geocronológi-
cas por la metodología del análisis de núclidos cosmogénicos sobre muestras de
sedimento tomadas, el geofísico francés, doctor Régis Braucher (Laboratoire de
Nucléides Cosmogéniques, LN2C CEREGE UMR 6635, en Aix-en-Provence, del
Centre National de la Recherche Scientifique) acompañado por sus colegas geo-
morfólogos, especialistas en el Pleistoceno antiguo y medio, los doctores Yanni
Gunnell (Departamento de Geografía, Universidad de Lyons) y Marc Calvet (Depar-
tamento de Geografía, Universidad de Perpiñán). El doctor Gunnell investigará la
granulometría de muestras de la secuencia sedimentaria tomadas en cajas de Ku-
biena. En relación con la Biocronología de la cueva, paleontólogo doctor Jan van
der Made, del Museo de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigacio-
nes Científicas en Madrid, ha iniciado su estudio de los rumiantes mayores durante
una visita a Murcia en marzo del 2011, y se pregunta sobre la posibilidad de que
Cueva Negra tenga un Megaloceros del Pleistoceno antiguo final que podría estar
muy cerca del ancestro común de dos linajes europeos de enormes cérvidos ex-
tintos que empezaban a separarse al comienzo del Pleistoceno medio. Conviene
mencionar también que en 2011 la grata colaboración con la actualización de la
planimetría de la cueva el equipo liderado por Ignacio Nicolás Vázquez de la Escuela
de Espeleología de la Región de Murcia.

Por último, en septiembre del 2011 el paleolitista doctor Ignacio Martín Lerma se
incorporó en la Universidad de Murcia como profesor del Área de Prehistoria, y
también como investigador de nuestro grupo de investigación E0A0-03 que le fa-
cilita los equipos de episcopía para digitalización de imagen, y microscopía petro-
gráfica, para desarrollar la investigación traceológica en la que se formó en Madrid.
También se ha incorporado en nuestro grupo interfacultativo e interinstitucional el
doctor João Zilhão, recientemente designado profesor de investigación por ICREA
en la Universidad de Barcelona después de haber sido catedrático de Arqueología
del paleolítico en la Universidad de Bristol. La industria de la Cueva Negra podría
volver a someterse al análisis traceológico que se quedó interrumpido hace varios
años después del impulso inicial promovido a través de una acción integrada his-
pano-británica del entonces Ministerio de Educación y Ciencia con el Oxford Uni-
versity “Donald Baden-Powell” Quaternary Research Centre donde el prestigioso
catedrático de Arqueología del Paleolítico doctor Derek Roe, exprofesor y amigo
de M.J. Walker, fue un pionero con el laboratorio traceológico en un centro de ex-
celencia internacional. Desgraciadamente, las investigaciones preliminares sobre
elementos de la Cueva Negra fueron poco prometedoras debido al escaso relieve

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El hacha y el fuego: la Cueva Negra del estrecho del río Quípar • Michael J. Walker / Mariano López Martínez / María Haber Uriarte / Antonio Lñopez Jiménez

de los micropulidos detectados con aumentos de 400x en piezas retocadas. Tanta


homogeneidad microscópica no era de esperar en un conjunto que entonces se
suponía tener apenas 100.000 años de antigüedad. Ahora sabemos que tiene
800.000 – 900.00, por lo que es comprensible que la compactación en el yacimiento
del sedimento de litarenita de gran dureza haya afectado muchos filos paleolíticos.
Por otra parte, la publicación de Isernia La Pineta sugiere la posibilidad de que un
nuevo estudio debería abarcar las lascas menores sin retoque y no limitarse a los
elementos con retoque.

AGRADECIMIENTOS

Se agradece la concesión del disfrute durante el mes de julio de las dependencias


residenciales del Colegio Público de Educación Especial “Ascruz” por parte del
Ayuntamiento de Caravaca de la Cruz. También se agradece la colaboración de vo-
luntarios de diversos centros nacionales e internacionales que participaron en nues-
tra Escuela de Campo para la Paleoantropología y Prehistoria del Cuaternario en la
Región de Murcia.

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El hacha y el fuego: la Cueva Negra del estrecho del río Quípar • Michael J. Walker / Mariano López Martínez / María Haber Uriarte / Antonio Lñopez Jiménez

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“Proyecto La Bastida”:
economía, urbanismo
y territorio de una
capital argárica

Vicente Lull*
Rafael Micó*
Cristina Rihuete Herrada*
Roberto Risch*

RESUMEN ABSTRACT
Las excavaciones recientes en el marco del “Proyecto La Bastida” Recent fieldwork in the context of “La Bastida Project” has increa-
permiten avanzar en el conocimiento de la organización urbanística sed the knowledge about the territorial and urbanistic organization
y territorial de una de las principales unidades políticas argáricas. of one of the paramount Argaric polities. This paper shows a
En este artículo ofrecemos una síntesis de los principales resulta- synthetic view of the main results issued from the archaeological
dos a partir de las investigaciones en curso en los yacimientos de research being done at La Bastida and La Tira del Lienzo sites (To-
La Bastida y La Tira del Lienzo (Totana, Murcia). tana, Murcia).

PALABRAS CLAVE KEY WORDS


La Bastida, Tira del Lienzo, sociedad argárica, urbanismo, conjun- La Bastida, Tira del Lienzo, Argaric society, urbanism, funerary con-
tos funerarios, territorio. texts, territory.

* Departament de Prehistòria, Universitat Autònoma de Barcelona. Campus de Bellaterra, edifici B 08193, Bellaterra (Barcelona)

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“Proyecto La Bastida”: economía, urbanismo y territorio de una capital argárica • Vicente Lull / Rafael Micó / Cristina Rihuete Herrada / Roberto Risch

1. INTRODUCCIÓN

La Bastida (Totana, Murcia) es uno de los yacimientos clave para el conocimiento


de la Edad del Bronce argárica. Posee una dilatada historia de excavaciones y pros-
pecciones que se remonta a 1869 (tabla 1), cuando el estudio de la Prehistoria re-
ciente en la península Ibérica apenas contaba con un puñado de referentes. Dichas
actuaciones, sujetas o no a control administrativo, han generado un registro infor-
mativo marcado por una calidad desigual y amplia dispersión1. A este respecto,
baste señalar que hasta ocho museos europeos custodian piezas procedentes de
La Bastida2. Aun así, ello no ha impedido que constituya un yacimiento de referencia
en la bibliografía sobre el inicio de la Edad del Bronce en el sureste (Lull, 1983;
Eiroa, 2004), y que en la actualidad, pese al daño causado por numerosas excava-
ciones clandestinas, conserve un enorme potencial para el avance y difusión del
conocimiento sobre las primeras sociedades de clase en Europa occidental.

Campaña o intervención Cronología

Rebuscas previas a R. de Inchaurrandieta Década de 1860 o incluso con anterioridad

R. de Inchaurrandieta (primer reconocimiento


1868 o 1869
y tal vez excavación de tanteo)

R. de Inchaurrandieta (excavación) Verano de 1869 (tres días)

L. Siret y P. Flores (excavación) Noviembre-diciembre de 1886

Remociones puntuales de un “buscador de


Entre 1869 y finales del siglo XIX
tesoros” (noticia recogida por J. Cuadrado)
Antes del inicio de las actividades fraudulen-
Hallazgo de vasijas por el labrador del cortijo
tas de “El Corro” y “El Rosao”, a principios
de la Casa del Pantano
de la década de 1890
Desde principios de la década de 1890
Rebuscas de El Corro y El Rosao
hasta aproximadamente 1913/1914
1905-1907 (quizás hacia 1906, durante la
Visita y recogida superficial de fragmentos de estancia en Murcia del militar para la elabo-
1 La recopilación y análisis de esta infor-
cerámica a cargo de M. González Simancas ración de su contribución al Catálogo Mo-
mación constituye una línea de trabajo
paralela a la de las investigaciones de numental de España)
campo y de laboratorio. Por el mo- Hallazgos de tres tumbas en trabajos de ex-
mento, ha proporcionado gran canti- tracción de áridos (descripción recogida por Principios del siglo XX
dad de datos que enriquecen el
J. Cuadrado)
conocimiento del yacimiento y matizan
algunas de las informaciones publica- J. Cuadrado (visita y prospección) Antes de septiembre de 1927
das. Quisiéramos agradecer especial-
mente a J.D. Evans (†), J.F. Jordá
J. Cuadrado (primera excavación) Primavera de 1928
Pardo, I. Martín Lerma, C. Posac Mon,
Mariló Posac y M.J. Walker habernos
facilitado documentos inéditos, perso- J. Cuadrado y L. Siret (excavación puntual du-
Julio de 1932
nales o familiares, relativos a interven- rante excursión con grupo de exploradores)
ciones realizadas en La Bastida en el
siglo XX. También agradecemos a J. Cuadrado (excavaciones con presos del
Rubí Sanz, Concepción Papí, Aurora Mayo de 1938
campo de trabajo de Totana)
Ladero y Virginia Salve (Museo Ar-
queológico Nacional) la consulta de
los diarios de P. Flores correspondien- Primera campaña del Seminario de Historia Pri-
Agosto-septiembre de 1944
tes a la campaña de 1886. mitiva del Hombre (J. Martínez Santa-Olalla)
2 Museo Arqueológico de Murcia,
Museo Arqueológico de Almería,
Museo Arqueológico Nacional (Ma- Segunda campaña del Seminario de Historia
Agosto-octubre de 1945
drid), Museo Arqueológico de Lorca, Primitiva del Hombre (J. Martínez Santa-Olalla)
Museo Arqueológico Municipal de Car-
tagena, Musées Royaux d’Art et d’His-
toire (Bruselas, Bélgica), Museo de la Tercera campaña del Seminario de Historia Pri-
Agosto-septiembre de 1948
Universidad de Gante (Bélgica) y la mitiva del Hombre (V. Ruiz Argilés y C. Posac)
Casa-Museo Arrese (Corella, Navarra).

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“Proyecto La Bastida”: economía, urbanismo y territorio de una capital argárica • Vicente Lull / Rafael Micó / Cristina Rihuete Herrada / Roberto Risch

Campaña o intervención Cronología

Cuarta campaña del Seminario de Historia


Noviembre-diciembre de 1950
Primitiva del Hombre (F. Jordá y J.D. Evans)

Aterrazamiento de la ladera norte y de la


cima en el marco de programa de repobla- Principios de la década de 1970
ción forestal

Recogida superficial de muestras óseas para


Diciembre de 1976
datación radiocarbónica (M.J. Walker)

Apertura de un camino desde la rambla de


Inicio de 1990
Lébor

Prospección superficial de la Universidad de


Otoño de 1990
Murcia (equipo dirigido por J. Lomba)
Recogida superficial de escorias
Otoño de 1991
(H.-G. Bachmann)
Limpieza, excavación y restauración
2003 Tabla 1.
(ArqueTec)
Relación de intervenciones en La Bas-
tida desde mediados del siglo XIX hasta
Limpieza y planimetría (Arqueoweb) Enero de 2005
la actualidad.

El “Proyecto La Bastida” está dirigido por V. Lull, R. Micó, C. Rihuete y R. Risch,


del Departamento de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona. Dio
comienzo en 2008 como resultado de la convergencia de intereses entre la Conse-
jería de Cultura y Turismo de la Región de Murcia, el Ayuntamiento de Totana y la
propia Universidad Autónoma3. Entre sus principales objetivos figura realizar una
investigación arqueológica interdisciplinar que incluye un programa de excavacio-
nes y análisis especializados, así como la creación de un parque arqueológico que
integre la visita al yacimiento y a un centro museístico monográfico dotado además
de laboratorios de investigación y de un repositorio documental. Entre 2009 y 2011,
el proyecto ha cubierto buena parte de sus objetivos en lo que a trabajos de campo
se refiere. En la actualidad, se hallan en curso las tareas de inventario, de consoli-
dación y restauración de hallazgos muebles e inmuebles, así como la realización
de análisis científicos especializados.

El presente artículo tiene el objetivo de presentar sintéticamente algunos de los re-


sultados fruto de la labor realizada entre 2009 y 2011 en La Bastida y en otro yaci-
miento argárico cercano, La Tira del Lienzo, excavado desde 2010 al amparo del
mismo proyecto. Como es lógico dado lo reciente de estas actuaciones, algunas
de las conclusiones que expondremos aquí poseen un carácter preliminar.

2. EXCAVACIONES EN LA BASTIDA: URBANISMO Y SOCIEDAD DE UNA CA-


PITAL ARGÁRICA
3 El proyecto cuenta también con el
Enclavado en un cerro abrupto de 450 metros sobre el nivel del mar, situado en la apoyo de varios proyectos de I+D pa-
confluencia de la rambla de Lébor y el barranco Salado y enmarcado por las estri- trocinados por los ministerios de Cien-
baciones de las sierras de La Tercia y Espuña, La Bastida presenta una superficie cia e innovación (HUM2006-04610 y
de unos 40.000 m2, lo que le convierte en uno de los asentamientos argáricos más HAR2011-25280) y de Industria, Tu-
rismo y Comercio (TSI-070100-2008-
extensos. Las excavaciones entre 2009 y 2011 han afectado una superficie apro- 133). Para una presentación de los
ximada de 5.200 m2. Se han concentrado principalmente a cotas bajas de la ladera objetivos e instituciones involucradas
sureste en un área de 2.113 m2 contigua a lo que denominamos “Zona 0” (fig. 1). del proyecto, véase http://www.la-
Esta incluye los sectores explorados en las cuatro campañas entre 1944 y 1950, y bastida.com. Las memorias de actua-
ción de 2008, 2009 y 2010 resumen
también su extensión al este hasta el corte del barranco (1.833 m2). Por fortuna, la los principales trabajos realizados du-
detección y excavación de sectores intactos en dicha Z0 ha permitido ampliar el rante esas anualidades (Lull et alii,
registro informativo de aquellas excavaciones. Los límites de las zonas 1 y 2 esta- 2009, 2010a, 2011).

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Figura 1.
Plano topográfico de La Bastida con in-
dicación de las zonas excavadas y del
área afectada por los aterrazamientos
de la repoblación forestal en la cima y
ladera norte (8.260 m2).

ban condicionados por la extensión de las excavaciones antiguas, varios elementos


orográficos (vaguada, desnivel) y el camino acondicionado hace años. Por su parte,
los límites de las zonas abiertas en diversos puntos de las laderas medias y altas
(Z3, 4, 5 y 7), resultan provisionales a la espera de futuras extensiones. Cabe señalar
que la cima (Z6) resultó muy afectada por las obras de repoblación forestal de la
década de 1970, y como consecuencia presenta una superficie prácticamente
plana (fig. 1).

2.1. Secuencia estratigráfica y aspectos de arquitectura y urbanismo

El análisis de la información de las campañas de los años 40 permitió a uno de


nosotros proponer dos fases de ocupación datadas en momentos plenos y avan-
zados del periodo argárico (Lull, 1983, p. 315-316 y 323-324). Las diferencias ar-
quitectónicas señalaban una preferencia por los recintos absidales en la primera
fase y un incremento en la compartimentación de los ámbitos en la segunda.
Ambas, sin embargo, compartían el hecho de que las viviendas se levantaban sobre
aterrazamientos artificiales empleando una misma técnica constructiva basada en
sólidos muros de piedra.

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Las campañas recientes han permitido ampliar este esquema. En primer lugar, in-
dican que la ocupación de La Bastida cubrió la totalidad del periodo argárico y no
solo sus fases media y final. Los testimonios del primer asentamiento se remontan
hacia 2200-2000 cal ANE en forma de cabañas de planta curva, con el zócalo oc-
cidental ligeramente excavado en la pendiente del terreno y con alzados de tapial
sustentados por postes de madera y entramados vegetales que han dejado nume-
rosas improntas4. La erosión y las construcciones posteriores han afectado el de-
pósito de esta fase, de forma que ninguna de estas cabañas ha conservado
completo su perímetro. Todas las documentadas por el momento aparecen des-
truidas por incendio. Entre los hallazgos artefactuales destaca cuantitativamente
la cerámica, caracterizada por una elevada frecuencia de pastas de color amari-
llento correspondientes a recipientes que, en el caso de los cuencos de borde bi-
selado, recuerdan morfológicamente a producciones de tradición calcolítica. Otros
vasos, como las ollas pequeñas de borde ligeramente indicado, o las decoraciones
a base de series de triángulos incisos rellenos de puntos, resultan análogas a piezas
halladas en Lugarico Viejo (Siret y Siret, 1890, lám. 16), yacimiento datable en los
momentos iniciales del grupo arqueológico argárico. No hay constancia de vasos
con decoración campaniforme. Artefactos macrolíticos, pesas de telar, contadísi-
mos elementos de cobre y restos de cestería completan el repertorio artefactual.
Ninguna de las tumbas documentadas se asocia estratigráficamente a alguna de
las cabañas, circunstancia que pone de relieve una vez más la escasez de enterra-
mientos encuadrables a inicios de la Edad del Bronce en el sureste.

Hacia la transición entre el III y el II milenio cal ANE se produjo la implantación de


los elementos típicos de la arquitectura y del urbanismo argárico, es decir, edifica-
ciones de planta alargada y muros rectos de piedra que se disponen sobre terrazas
artificiales en ladera. Sin embargo, el desarrollo de la tupida trama urbana que cu-
brió toda la superficie del cerro (fig. 2), habría de esperar hasta el siglo XIX cal ANE.
Desde entonces y hasta el abandono de La Bastida, en las postrimerías del siglo
XVII o comienzos del XVI cal ANE, se respetó una misma implantación urbana en
la que se distinguen en general dos fases principales, jalonadas por una sucesión
de refacciones arquitectónicas. Las construcciones se asientan sobre la roca madre
o sobre potentes estratos de formación coluvial que cubrieron los derrumbes de
las estructuras de las fases previas. Ocupan terrazas sucesivas a lo largo de las la-
deras adaptándose a sus cambios de orientación, separadas a veces por angostos
accesos de menos de un metro de amplitud. La planta de los recintos reproduce
formas trapezoidales, a veces con las esquinas redondeadas, o, en menor número,
de tendencia absidal levantadas mediante muros de doble paramento a base de
piedras trabadas con argamasa y a menudo enlucidos. Se han conservado en oca-
siones hasta una altura de 1,5 metros y 10 hiladas, y presentan anchuras medias
de 0,60-0,80 metros. Los paramentos se adaptan puntualmente para acoger postes
de madera a modo de pilastras de refuerzo, aunque no resultan extraños los postes
exentos, sobre todo junto a las intersecciones entre tramos de pared. Los tabiques
internos son escasos, mientras que las infraestructuras habituales incluyen pisos
acondicionados, hornos u hogares y banquetas de formas y tamaños variados, en-
lucidas o no con una capa de arcilla amarilla (greda) (fig. 2).

Llaman poderosamente la atención las grandes dimensiones de algunos edificios,


entre 75 y 90 m2, aunque por encima de todos destaca lo que hubo de ser una
4 La excavación de 1944 en el “Depar-
construcción monumental en la cima, de la que se conserva un tramo de muro de tamento II” también sacó a la luz res-
1,90 metros de anchura. La mayoría de las sepulturas se relacionan estratigráfica- tos de esta primera fase de ocupación,
mente con algún recinto habitacional, por lo general en el interior de fosas practi- como indica la mención a capas de
cadas desde el piso o, más raramente, embutidas en banquetas (infra). En las áreas cenizas asociadas a barro cocido con
improntas de cañas y paja, y a cerámi-
excavadas no hemos documentado restos atribuibles a una muralla, aunque en al- cas de tonos amarillentos (Posac et
gunos puntos de la ladera oriental afloran tramos de paramento con grandes pie- alii, 1947, p. 49-50). Sin embargo, y
dras que no permiten descartar esta posibilidad. pese a constatar la anterioridad estra-
tigráfica de estos restos respecto a
una sepultura en cista, Martínez
Una parte de los recintos investigados cabrían en la definición de vivienda. De entre Santa-Olalla y su equipo no agruparon
los restantes, una estructura destaca por su morfología y función. Se trata de una estas evidencias en una fase de ocu-
balsa de gran capacidad que experimentó varias remodelaciones (lám. 1). Inicial- pación inicial.

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mente pudo aprovechar una horizontalización de la pendiente o una hondonada


naturales, que se acondicionó impermeabilizando el suelo con aportes de greda y
construyendo un cierre curvo de piedras grandes por el lado oriental5. Si esta pri-
mera balsa contó con un muro de cierre por el norte junto al barranco Salado, es
algo que difícilmente podremos saber porque la erosión de ladera ha eliminado
todo posible resto arquitectónico. No obstante, sabemos que en una fase posterior
dicho cierre se hizo efectivo mediante un potente muro a modo de dique, enlucido
con greda impermeabilizadora, de 20,25 metros de longitud, 4,15 metros de an-
chura máxima y 1,70 metros de altura conservada. En una primera estimación, la
balsa habría tenido en este momento de uso una capacidad de 320 m3.

La arqueología argárica ha proporcionado ejemplos de cisternas (El Oficio, Siret y


Siret, 1890; Fuente Álamo, Schubart et alii, 2000; Castellón Alto, Molina y Cámara,
2004; Illeta dels Banyets, Soler et alii, 2004). No obstante, la estructura que nos ocupa
se diferencia de estas por sus mayores dimensiones, por no hallarse en la “acrópolis”
cuando se trata de asentamientos en cerro, y por el hecho significativo de carecer
de estructuras de techado o cubrimiento, lo cual la vincula a la definición de “balsa”
o “embalse”. Tal vez por dimensiones, carácter y ubicación topográfica, la estructura
más parecida sería la descubierta en Peñalosa (Moreno et alii, 2008). Al igual que en
este caso, sigue abierto el interrogante sobre el destino del gran volumen de agua
potencialmente almacenado. Es muy dudoso su empleo para el consumo de boca,
dada la dificultad de mantener unas condiciones de salubridad mínimas en un de-
pósito al aire libre de estas características. Cobra mayor fuerza la utilización del agua
para variados usos domésticos y artesanales (limpieza, hervido, preparación de ar-
gamasas y morteros para la construcción, alfarería, cestería y textiles), sin descartar
posibles derivaciones relacionadas con el riego o la ganadería.

Los conjuntos estratigráficos argáricos más recientes no muestran niveles de in-


cendio que pudieran sugerir un abandono por destrucción. Tampoco, a día de hoy,
se han documentado restos muebles o inmuebles datables en el Bronce postargá-
5 Parte de este muro afloraba en super- rico. Tan solo un puñado de piezas de las épocas romana y altomedieval dan fe de
ficie, y su presencia fue advertida y co- frecuentaciones esporádicas tras el cese de la ocupación argárica.
mentada por distintos excavadores del
yacimiento desde tiempos de Inchau-
rrandieta. Todavía sin excavar la es-
2.2. El registro funerario
tructura, algunos señalaron
acertadamente que se trataba de una Las excavaciones en La Bastida a lo largo de casi un siglo y medio han proporcionado
balsa (Inchaurrandieta, 1875, p. 349; información sobre 229 tumbas (tabla 2). Las excavadas por nuestro equipo ascienden
Cuadrado, 1927, documentación in-
édita facilitada por I. Martín Lerma,
bisnieto de J. Cuadrado; Martínez
Santa-Olalla, 1947a, p. 27, 1947b, p.
44). Posiblemente los Siret también se Año Intervención Serie6 N.º de tumbas Referencias
referían a ella cuando apuntaron la po-
sible presencia en La Bastida de una 1869 R. de Inchaurrandieta BAI 147 Inchaurrandieta, 1870
cisterna (Siret y Siret, 1890, p. 239).
6 A fin de conservar la numeración ori- Siret y Siret, 1890, Schubart y Ul-
ginal establecida en cada una de las 1886 L. Siret y P. Flores BAS 13 reich, 1991, diario de P. Flores
intervenciones, cada sepultura va pre- (Museo Arqueológico Nacional)
cedida por una sigla diferente.
7 Pese a que Inchaurrandieta excavó Notas inéditas de J. Cuadrado
entre 20 y 22 sepulturas, solamente 1927 Anónima BAC 3 facilitadas por su bisnieto I.
disponemos de información individua- Martín Lerma
lizada sobre 14.
8 El número total de tumbas referido en Martínez Santa-Olalla et alii,
1944- Seminario de Historia
esas dos campañas es de 102, pero al BAO 988 1947, diarios inéditos de E. del
menos cuatro de las urnas considera- 1945 Primitiva del Hombre
Val y C. Posac
das funerarias parecen ser de carácter
doméstico (Lull, 1983, p. 323). Seminario de Historia
1948 BAR 15 Ruiz Argilés y Posac, 1956
Primitiva del Hombre
Tabla 2. Seminario de Historia Diarios inéditos de F. Jordá
1950 BAJ 13
Distribución cuantitativa de las tumbas Primitiva del Hombre Cerdá y J. D. Evans
halladas durante las excavaciones en 2009- Universitat Autònoma de
La Bastida. No se dispone de datos BA 73 Inéditas
2011 Barcelona/ASOME
sobre las tumbas excavadas por Juan
Cuadrado Ruiz. Total sepulturas 229

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Figura 2.
Plano de las principales estructuras ha-
bitacionales y funerarias de las zonas
de excavación en las laderas bajas su-
rorientales de La Bastida.

Lámina 1.
La Bastida. Vista de la balsa desde el su-
roeste, durante el proceso de excavación.

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Lámina 2.
La Bastida. Tumba en cámara BA 60.
En el centro de la imagen pueden
apreciarse los efectos de una intrusión
postdeposicional.

a 73, localizándose una parte de ellas en los sectores explorados en la década de


1940. En conjunto, presentan un estado de conservación muy variable fruto, en pri-
mera instancia, de la intensidad de las actuaciones clandestinas, pero también de las
remodelaciones arquitectónicas acaecidas en época argárica. Sin embargo, la cifra
de las que hemos hallado intactas, 40, no es en absoluto despreciable.

Entre las tumbas excavadas entre 2009 y 2011, las urnas son los contenedores más
frecuentes, ya que superan el 80% del total. Suelen aparecer en posiciones hori-
zontales y selladas con una laja de yeso. Solo en dos casos hemos documentado
el encaje entre dos urnas afrontadas. Las urnas de forma 4 son las más numerosas
(60%), seguidas a mucha distancia por las formas 2 y 5 (26% y 14%, respectiva-
mente). También se diferencian respecto al perfil de la persona inhumada, pues
mientras que las F4 sirvieron para dar sepultura a individuos de todas las edades,
en las F2 y F5 solo se enterraba a infantiles9. En algunos casos, pese a que tanto el
acondicionamiento de la urna en el subsuelo como el tipo y posición de artefactos
asociados son propios de contextos funerarios, no hay evidencia alguna de restos
humanos. Estos “cenotafios” ya fueron identificados en algunas campañas previas10
y también se ha documentado en niveles argáricos bajo el casco urbano de Lorca11.
9 La única posible excepción es BA-
25, representada por restos fragmen-
tarios de una F5 asociados a huesos Los restantes contenedores funerarios incluyen cistas (seis ejemplares de lajas y
de un individuo adulto. Sobre la rela- uno de mampostería), fosas (tres casos) y un tipo especial que denominamos cá-
ción entre edad de fallecimiento y mara (dos casos), consistente en una fosa cuadrangular forrada o no con aparejo
tipo del contenedor cerámico, véase
en piedra y provista de un hoyo de poste en cada una de sus cuatro esquinas. La
Lull et alii (2004).
10 Sepulturas 14 o 49 (Posac et alii única sepultura que hemos localizado en la cima del yacimiento corresponde a este
1947: 96 y 103, respectivamente). tipo (BA 60), y contenía el esqueleto de una mujer asociado a una vasija de la forma
11 Excavaciones en Calle Zapatería 11 6 (elemento característico de las élites argáricas), una pequeña tulipa, un puñal de
(Martínez Rodríguez, 1995, p. 74).
tres remaches, un punzón, una pata de bóvido, un fragmento redondeado de goe-
12 Vale la pena reseñar que no hemos
encontrado un solo caso con más de thita y dos dientes fósiles de tiburón (lám. 2). Respecto al tipo de sepultura, vale la
dos individuos. En el resto de las in- pena subrayar la ausencia de covachas, en consonancia con los resultados de in-
tervenciones de que tenemos noticia, vestigaciones previas en La Bastida y en la mayoría del territorio murciano.
las tumbas múltiples se restringen a
dos casos con tres inhumaciones
cada una: BAO-80 (Posac et alii, Tres cuartas partes de las sepulturas que hemos descubierto contenían un solo in-
1947, p. 112) y BAR-11 (Ruiz y dividuo, mientras que el resto eran dobles, independientemente del tipo de conte-
Posac, 1956, p. 74). nedor utilizado12. La posición habitual suele ser de costado y con las extremidades

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Lámina 3.
La Bastida. Sepultura en urna BA 18.

flexionadas, pero también se documentan casos con el tronco en decúbito supino


y las piernas flexionadas y giradas hacia un lado.

En las inhumaciones dobles se cumple la tendencia habitual de dos adultos de dis-


tinto sexo, pese a que también encontramos asociaciones de adulto (hombre o
mujer) e infantil y de dos infantiles. La única excepción a la norma de las tumbas
dobles con asociación de mujer y hombre la constituye la sepultura 18 (lám. 3), una
urna en la que fueron inhumados de forma sucesiva dos hombres y cuyo ajuar es-
taba compuesto por una tulipa (exterior), un cuenco que contenía granos de cebada
carbonizados, un hacha, un puñal de tres remaches, un arete de plata y porciones
de ovicáprido y bóvido13.

La valoración preliminar de las 40 tumbas halladas intactas revela una ligera ma-
yoría de las que presentan ajuar respecto a las que carecen de él, así como una
proporción considerable de ajuares externos, pues en 11 de las 24 sepulturas con
ajuar hallamos vasijas cerámicas en posición exterior. Las asociaciones de ajuar
documentadas corresponden a todas las categorías propuestas por Lull y Estévez
(1986). La presencia relativamente frecuente de objetos de cobre como punzones,
cuchillos/puñales y algún hacha da idea de la relevancia de los ajuares de catego- 13 Hasta donde hemos podido saber,
los únicos casos publicados de tum-
rías intermedias, mientras que solo una tumba incluye ítems metálicos propios de bas dobles con individuos del mismo
la primera categoría (BA 40, una alabarda). En el apartado cerámico destaca la sexo son también masculinas y pro-
abundancia de tulipas, pues una de cada dos vasijas depositadas en las sepulturas ceden de Jaén: la tumba 12 del Cerro
era de forma 5. Solo el ajuar de BA 60 contaba con una vasija bicónica de F6, lo del Alcázar (Baeza), consistente en
una cista de mampostería con una
que basta para situarla entre las asociaciones de primera categoría. Ofrendas re- botella como único ajuar (Robledo y
currentes son también las porciones cárnicas, registradas en prácticamente la Trancho, 2003), y la tumba 9 de
mitad de las sepulturas con ajuar. El dato más interesante, sin embargo, reside en Úbeda (Nocete et alii, 2010, tab. 5).

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el perfil demográfico que presentan, pues todas las tumbas sin ajuar son de indivi-
duos infantiles y no hemos encontrado un solo adulto que no tuviera, al menos, un
objeto amortizado como ajuar funerario.

Para finalizar este somero repaso, y pese a que el estudio osteológico se halla en
curso, podemos avanzar que los esqueletos infantiles constituyen aproximada-
mente el 50% de la colección antropológica. Este dato cobra especial relevancia
si tenemos en cuenta que tres de cada cuatro infantiles falleció antes de cumplir
18 meses. Tanto si lo leemos en clave demográfica (elevada mortandad infantil),
como social (derechos de enterramiento garantizados incluso a neonatos y perina-
tales), la morbilidad de la población infantil de La Bastida es uno de los aspectos
clave en la interpretación económica y política de esta sociedad.

3. EXCAVACIONES EN LA TIRA DEL LIENZO

La Tira del Lienzo (también llamado Cabezo de los Yesares o de Guerao) (Martínez
Cavero, 1997, p. 121; González Guerao, 2005) es un yacimiento argárico situado
sobre un pequeño cerro de 1,2 hectáreas de superficie rodeado por la rambla Sis-
quilla y a escasos 3 kilómetros al noreste del casco urbano de Totana (coordenadas
UTM 30N X: 633576.48, Y: 4184481.07). Su cima se levanta 310 metros sobre el
nivel del mar, unos 35 metros por encima del llano adyacente hoy en día totalmente
dedicado al cultivo intensivo. Al igual que el también yacimiento argárico de Cabeza
Gorda (Ayala y Tudela, 1993), del que dista menos de 2 kilómetros, posee unas ex-
celentes condiciones de visibilidad respecto al valle del Guadalentín.

Los trabajos de campo comenzaron a mediados de 2010 en el marco de una ini-


ciativa didáctica coordinada entre el “Proyecto La Bastida” y los centros públicos
de enseñanza secundaria de Totana (González Guerao, 2010). Sin embargo, lo que
en principio no iba a pasar de una prospección superficial y de la limpieza de un
sector muy afectado por hoyos de aficionados en la ladera norte, se convirtió en
una excavación sistemática en extensión al comprobar la entidad de las estructuras
arquitectónicas y la potencialidad informativa del yacimiento.

Las excavaciones se han centrado en la cima y las laderas norte y noreste, aunque
se prevé extenderlas a las zonas de la ladera meridional donde la limpieza superfi-
cial ha revelado diversas estructuras. Hasta el momento, los restos arquitectónicos
visibles cubren una superficie de 865 m2, de los cuales se han investigado algo
más de 700 aunque no siempre alcanzando el sustrato geológico. Se definen dos
fases principales de ocupación, divididas cada una a su vez en al menos dos sub-
fases. Según las primeras dataciones radiocarbónicas, la fundación del asenta-
miento se remontaría a la transición entre el III y el II milenio cal ANE, cuando se
alzó un muro de doble paramento y 1,20 metros de anchura máxima, del que se
conservan casi 60 metros aunque su recorrido completo debió rondar los 110 me-
tros. Este muro delimitaba un recinto de tendencia rectangular de unos 40 metros
de longitud (eje NE-SW) y 23 metros de anchura (eje NW-SE) en la cima del cerro.
Los restos asociados a los momentos iniciales (diversos tramos de muros y ban-
quetas, una estructura de combustión y una amplia área de almacenamiento de
alimentos) se han conservado de manera fragmentaria y, por ahora, no permiten
definir con claridad la organización interna del asentamiento.

La imagen más completa de la ordenación urbanística corresponde a la segunda


y más reciente fase de ocupación, cuando se construyeron un mínimo de nueve
recintos adosados de planta rectangular o trapezoidal (fig. 3). Estas construc-
ciones se disponen en torno a un gran edificio central, del que quedan separadas
por una calle y una placeta. El espacio interno de la mayoría de los recintos ado-
sados oscila entre 15 y 22 m2, mientras que el de la construcción central triplica
14 Yacimientos como El Barranco de la con holgura estos valores. Su mayor tamaño y solidez constructiva, así como su
Viuda (Medina y Sánchez, 1999) y el ubicación preeminente y contenidos, entre los que destacan varios yunques de
Cerro de las Viñas (Ayala, 1991) tam-
bién podrían formar parte de esta ca-
piedra y grandes molinos de rocas volcánicas, subrayan la singularidad del edi-
tegoría. ficio.

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Figura 3.
La Tira del Lienzo. Plano de las estruc-
turas de la fase reciente de ocupación.

Pese a la extensión del sector excavado, solo se han hallado dos tumbas, ambas
en urna y ocupadas por un individuo infantil. Además, se han localizado dos cistas
expoliadas en el llano al pie de la ladera meridional, sin conexión aparente con es-
tructuras habitacionales.

Con los datos disponibles, La Tira del Lienzo se incluye en una categoría de asen-
tamientos argáricos caracterizada por un tamaño reducido, presencia de muro de-
limitador o muralla, escasez de tumbas y buenas condiciones de visibilidad14
(Delgado, 2008, p. 597-608; Lull et alii, 2010b, p. 14). La función de estos núcleos
pudo haber residido en el control administrativo de bienes, al servicio de otros asen-
tamientos de orden superior.

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4. CONCLUSIONES

El “Proyecto La Bastida” ha comenzado a aportar datos para el conocimiento de


las relaciones económicas en el marco territorial de una de las principales unidades
políticas argáricas.

• Las dimensiones y características del entramado urbano de La Bastida entre


los siglos XIX y XVI cal ANE revelan una concentración demográfica sin pre-
cedentes en el sureste, una compleja planificación del área de habitación y la
aplicación de profundos conocimientos prácticos de arquitectura y de inge-
niería.

• Llama la atención el contraste entre la elevada concentración demográfica de


La Bastida y su relativo alejamiento de las fértiles tierras del valle del Guada-
lentín. Habría que ver en la elección del asentamiento motivos de orden polí-
tico-social, en el marco de un territorio económico forzosamente más amplio.
El tamaño y la entidad arquitectónica y material de La Bastida la colocan en
una posición de centralidad dentro de una unidad político-económica.

• La ubicación geográfica de La Bastida, oculta en cierta manera entre las ele-


vaciones circundantes, contrasta con la visibilidad que ofrece y permite La
Tira del Lienzo. Sin renunciar a las ventajas estratégicas de una posición ele-
vada y de la protección de un muro de cierre, La Tira del Lienzo se asoma fí-
sicamente al valle para controlar la población de las aldeas en llano y su
producción.

• La cercanía de la Cabeza Gorda añade un grado más de variabilidad, si no de


jerarquía, a la estructura de poblamiento argárica. Desde la capitalidad osten-
tada por La Bastida se entrevé una organización con centros de segundo (Ca-
beza Gorda) y tercer orden (Tira del Lienzo) más estrechamente conectados
con la base de la pirámide económica y social que habitaría aldeas en llano.
Esta base configuraría un cuarto nivel apenas conocido en nuestra área de
estudio, aunque mejor documentado al sur de esta (Los Cipreses, Martínez et
alii, 1996 y 1999; El Rincón, Ayala, 1991; La Alcanara, Ayala, 1977-1978).

• Fuera del ámbito egeo, y particularmente del cretense, es difícil encontrar en


Europa casos comparables a La Bastida y La Tira del Lienzo en términos de
monumentalidad y complejidad arquitectónica, estructura socio-política y di-
ferenciación geográfica entre espacios de producción y de consumo.

El análisis de los productos líticos, cerámicos y metálicos hallados en La Bastida y


Tira del Lienzo contribuirá a perfilar los límites de los territorios políticos y econó-
micos, cuya explotación hizo de La Bastida un centro fundamental de la sociedad
argárica.

AGRADECIMIENTOS

Los resultados resumidos en este texto han sido posibles gracias a investigaciones
respaldadas por la Consejería de Cultura y Turismo de la Región de Murcia, los mi-
nisterios de Ciencia e Innovación (proyectos HUM2006-04610 y HAR2011-25280)
y de Industria, Turismo y Comercio (Plan AVANZA: TSI-070100-2008-133), la Uni-
versitat Autónoma de Barcelona y la Direcció General de Recerca de la Generalitat
de Catalunya (2009SGR778). Agradecemos también la contribución del Ayunta-
miento de Totana, así como de todo el personal científico y técnico que forma parte
del “Proyecto La Bastida” (http://www.la-bastida.com/proyecto/equipo/).

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Excavaciones urbanas en
Lorca: solar esquina calle
Álamo con calle Núñez de
Arce (santuario ibérico de
tipo orientalizante)

Efraím Cárceles Díaz*


Juan Gallardo Carrillo**
Francisco Ramos Martínez***

RESUMEN ABSTRACT
Presentamos en este artículo los resultados de la intervención In the city of Lorca, at the corner of Alamo St. with Núñez de Arce
arqueológica llevada a cabo en el solar ubicado en la calle Álamo St., the archaeological excavations discovered an Iberian cemetery
esquina con la calle Núñez de Arce de la ciudad de Lorca, de la dated in the 4th century BC and Iberian sanctuary older than the
cual destacamos una necrópolis de época ibérica (siglos IV a.C.- cemetery, with oriental influences.
II a.C.) y un santuario ibérico de tipo orientalizante anterior a
dicha necrópolis.

PALABRAS CLAVE KEY WORDS


Ibérico, necrópolis, santuario, altar, orientalizante. Iberian, cemetery, sanctuary, altar, orientalizing Period.

* [email protected]
** [email protected]
*** [email protected]

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Excavaciones urbanas en Lorca: solar esquina calla Álamo con calle Núñez de Arce • Efraim Cárceles Díaz / Juan Gallardo Carrillo / Francisco Ramos Martínez

1. INTRODUCCIÓN

Al igual que en otros conjuntos ibéricos, en Lorca nos encontramos con el esquema
típico de poblado, necrópolis y santuario. A pesar de las escasas evidencias materia-
les, la existencia del poblado ibérico está ampliamente aceptada ya desde la década
de los años 90 con los estudios de Andrés Martínez (1990) y Juana Ponce (1995).

El asentamiento principal se extendería desde la sierra del Caño, y por todo el cerro
que ocupa el castillo de Lorca hasta su ladera noroeste. Podemos adscribirlo a un
oppidum fortificado que ejercería un control territorial y estratégico en la confluencia
del valle del Guadalentín con la depresión que forma un camino natural a Puerto
Lumbreras.

2. NECRÓPOLIS

A partir del poblado se definiría la necrópolis de la cual se han excavado en esta


intervención un total de treinta tumbas ibéricas, todas ellas siguiendo el rito común
de la cremación apareciendo casi la gran mayoría afectadas en algún grado por la
gran rambla localizada en la calle Álamo y los torrentes hallados en el solar.

Una de las propiedades más significativas de este sector de la necrópolis ibérica


de Lorca, han sido las superposiciones de los enterramientos que se han docu-
mentado en varios puntos del solar, incluso para las etapas más altas. Es impor-
tante decir que casi todas las tumbas ibéricas halladas en el yacimiento se
encontraban rompiendo toda una clase de estructuras que posteriormente se iden-
tificaría con un santuario de tipo orientalizante.

Aun no está del todo claro a qué se debe la superposición de tumbas en las necró-
polis ibéricas ya que puede deberse a una limitación de espacio. Aunque sabemos
que las necrópolis ibéricas se tratan de espacios sagrados que no crecen (Blán-
quez, 2001). Otra de las teorías que se barajan sobre la explicación de la superpo-
sición de tumbas en las necrópolis ibéricas, es la interpretación de la necrópolis de
Pozo Moro (Alcalá-Zamora, 2003). Allí, alrededor del monumento turriforme hallado,
se desarrolló una necrópolis, ya que el grupo gentilicio que se apropió del mismo
espacio quiso enterrarse cerca del monumento o del difunto allí enterrado, por una
posible relación de parentesco real o ficticio. Este hecho es lo que puede dar ex-
plicación a la aparición de superposición de tumbas en esta zona de la necrópolis
de Lorca, y es aquí, donde el santuario de época orientalizante localizado, man-
tendría un elemento fundamental en esta zona de la necrópolis. Es muy posible
que la reminiscencia del recuerdo de este santuario, una vez arruinado, fuera el
motivo por el que una parte de la población ibérica quisiera enterrarse en las inme-
diaciones o incluso sobre los restos de este santuario.

Hemos de indicar que con lo que respecta a los tipos de enterramiento, se han ha-
llado un total de siete tipologías distintas, encuadradas cada una de ellas en tres
fases cronológicas diferentes, que muestran la larga continuidad en el tiempo de
esta necrópolis, y a la vez el cambio en el ritual funerario que se produce en la so-
ciedad ibérica con el trascurrir de los años. Tenemos que destacar un tipo de tumba
que consiste en una fosa excavada en la tierra de forma rectangular con los bordes
redondeados y con cubierta de tierra y adobe, también conocida como lingote chi-
priota o piel de toro (lám. 1).

Los materiales incluidos en las tumbas corresponden fundamentalmente a objetos


de adorno, uso doméstico y de armamento. Es de destacar el ajuar de la tumba
26, que es uno de los más completos que hemos hallado, ya que en él se encuentra
toda la panoplia del guerrero ibérico, es decir, una falcata completa, una punta de
lanza y manillas de escudo. Además estos se encontraban acompañados por varias
páteras de imitación ática y lo que pensamos que puede ser un braserillo votivo de
bronce.

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Lámina 1.
Fosa de incineración con forma de piel
de toro extendida.

Destaca el hallado en la tumba 15, en primer lugar se trata de una tumba de inci-
neración en urna, aunque el recipiente usado para contener los restos del difunto
no era una urna ibérica propiamente dicha ya que se trataba de una pieza excep-
cional denominada Kernos. Esta gran pieza excepcional se presentaba acompa-
ñada de otras piezas, no tan sorprendentes pero de al menos de gran valor como
una falcata, dos puntas de lanza y dos regatones, una placa de cinturón de bronce,
además de dos piezas de cerámica ática de la forma L40 y una pátera completa
de producción ibicenca (lám. 2). Uno de los elementos a destacar en esta parte de
la necrópolis lorquina es la aparición y conservación en parte de un ustrinum y de
un silicernium (lám. 3 y 4).

3. SANTUARIO

Otro de los elementos a resaltar y que constituye una nueva fase en el yacimiento
siendo un importante punto de interés para el conocimiento del conjunto ibérico
lorquino, es la aparición de una serie de estructuras y habitáculos que creemos que
pueden formar parte de una edificación que tendría la funcionalidad de santuario o
lugar de carácter ritual por los restos encontrados y que vamos a tratar de exponer
brevemente. Geográficamente este edificio se situaría en el camino de acceso al
poblado y sería observado y admirado por cualquier visitante o comerciante ex-
tranjero que pretendiese acceder al poblado.

Por lo que hemos podido descubrir se trataría de un edificio donde quedarían en-
cuadradas cinco estancias y la posibilidad de una más, aunque esta última es muy
difícil de definir por el mal estado de conservación y seccionamiento de sus muros
de cierre. Los restos hallados de este edificio son casi en su totalidad de los ci-
mientos de sus muros, realizados con cantos rodados, y pequeños restos de su
alzado construidos con adobes de color ligeramente verde.

La planta del edificio se asienta directamente sobre el terreno natural que en oca-
siones aparece trabajado para nivelar el terreno, o por el contrario se asienta sobre
un relleno artificial con el motivo de nivelar los grandes saltos del terreno. Tenemos
que considerar el edificio por tanto como un edificio de nueva planta, que cuando

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Lámina 2.
Urna de incineración o Kernos, proce-
dente de la tumba 15.

Lámina 3.
Ustrinum seccionado.

dejó de utilizarse se aprovechó su espacio para realizar enterramientos, o posible-


mente fuera este edificio el motivo por lo que una parte de la población escogiera
este lugar para su último descanso (lám. 5).

La estancia 2 es de planta rectangular aunque tenemos que indicar que la planta


de esta estancia no ha llegado a nuestros días completa al igual que no se han ha-
llado restos de un umbral que diera acceso al interior de la estancia.

El suelo de esta estancia era una lechada de yeso color blanquecino que se arrojó
directamente sobre el nivel geológico trabajado y nivelado. Sobre este suelo se ha-

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Lámina 4.
Deposición de un silicernium.

Lámina 5.
Restos de estructuras halladas del san-
tuario.

llaron restos de un ánfora ibérica, dato que nos podría estar hablando de la función
que desempeñaba esta estancia en el complejo, que podría estar relacionada con
la función de conservar el grano o la bebida que se usaría en el acto religioso, no
obstante como indicamos, no deja de ser una hipótesis.

La estancia 3 es de dimensiones más pequeñas y es la única en la que conserva-


mos su planta completa. Es significativo que aunque tengamos la planta completa
no hemos hallado el umbral que diera acceso al interior de la habitación. El suelo
consistía en una lechada de yeso de color blanquecino al que se le había rociado
con otra lechada mucho más fina de color rojo, conservada en muy mal estado.

De la estancia 4 apenas conservamos una esquina de la habitación ya que su planta


se introduce en el perfil de seguridad de la excavación y nos es imposible continuar

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excavando. De nuevo no hemos hallado un umbral de entrada. Presenta un pavi-


mento de similares características al de las demás estancias. Sobre este suelo nos
aparecieron también restos de un decantador y un ánfora de cerámica ibérica que
nos podrían estar indicando la función para la que fue creada y utilizada esta es-
tancia.

Pero lo más característico es que sobre este suelo se levantaba una estructura cua-
drangular, de pequeñas dimensiones, construida en adobe y revestida con una
capa de yeso de características similares a los suelos, y un altar hallado en la es-
tancia 1 que veremos más adelante. Esta estructura se conservaba en condiciones
bastante aceptables, conservando sus cuatro caras laterales revestidas con una
capa de yeso y una quinta cara superior también revestida con yeso de color
blanco. Creemos que constituiría una mesa con funciones secundarias para el
culto. Al encontrarse en el interior de esta habitación también un ánfora y un de-
cantador, podemos pensar que esta mesa quizás cumpliese una función purifica-
dora de las ofrendas que se fueran a entregar al altar, aunque también podría
utilizarse para la colocación de quemador de perfumes o exvotos, no obstante ca-
recemos de evidencias arqueológicas que nos puedan dar motivos para una inter-
pretación más precisa. El paralelo más cercano de estas estructuras auxiliares para
el culto lo encontramos en el santuario III hallado en Caura, Coria del Río, Sevilla,
donde se hallaron estructuras parecidas a la aquí interpretada (lám. 6).

De la estancia 5 es importante decir que sobre el pavimento se hallaron de nuevo


restos de un ánfora fragmentada que nos podría estar indicando la función de esta
estancia dentro del complejo.

Como ya hemos indicado se han hallado un total de cinco habitaciones, en la es-


tancia de mayores dimensiones denominada estancia 1, se ha podido documentar
el muro maestro de la estancia que quedaba cerrada así por el noroeste, adosado
a este muro apareció un banco corrido enlucido con yeso de color blanco, otro
banco corrido de similares características al noreste en el lado menor de la estancia,
aunque esta vez no hallamos el muro al que se adosaría este banco, en el cual apa-
rece un umbral de entrada, que por otra parte es el único hallado en el edificio. Es
muy posible que este muro fuese seccionado por completo por el cauce de la ram-
bla que arrasa parte de las estructuras y de la necrópolis.

La estancia aparecía colmatada de un relleno a base de adobes de color verdoso


y amarillento, mezclados a su vez con gran cantidad de finas capas de yeso de
color blanco. Este derrumbe nos hizo pensar que se tratase de los posibles de-
rrumbes de los muros de la estancia, y a la vez nos confirmaba que las paredes in-
teriores muy posiblemente estuvieran enlucidas con yeso, por ello aparecían estas
finas capas de yeso revueltas con los adobes. No aparecieron restos de madera o
improntas de ramaje que nos indicara si esta estancia se encontraba cubierta, pero
es muy posible que así fuera, ya que bajo este derrumbe apareció un suelo que
por el material usado para su construcción no hubiese perdurado al aire libre ex-
puesto a los avatares de la climatología. Este suelo está compuesto por una fina
capa de yeso pintado de color rojo que se extendía por toda la planta encontrada
de la estancia. Hemos de hacer especial hincapié, ya que parece que dichos suelos
pintados de color rojo se reservan para los espacios sacros, como sucede en varios
paralelos como en Caura (Escacena, 2001) y Carambolo (Fernández y Rodríguez,
2005).

El suelo se presentaba interrumpido hacia el centro de la estancia por una gran su-
perficie blanca de similares características al enlucido de los rebancos. Esta su-
perficie tenía los lados cóncavos y los apéndices desarrollados en la esquina
propiciándole una forma conocida como de lingote chipriota o de piel de toro que
sobresalía del suelo rojo de la estancia. Se podría decir que este elemento se trata
del mismo suelo que el de la estancia, pero lo que ocurre es que se deja este es-
pacio sin pintar de rojo y el material de color blanco con el que está realizado este
pavimento, resalta sobre el rojo dándole esta forma tan característica (lám. 7).

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Lámina 6.
Mesa ritual hallada en la estancia 4.

Lámina 7.
Altar en forma de piel de toro extendida.

Sobre este suelo se eleva una estructura, alrededor de 50 centímetros, en forma


de un altar. El altar es de planta rectangular, sus cuatro esquinas fueron decoradas,
ya que fueron moldeadas al exterior mediante tres rehundimientos curvilíneos que
dan la sensación de columnas estriadas en sus cuatro extremos y que se desarro-
llan desde el suelo donde nace, hacia su parte superior, aunque esta no ha sobre-
vivido hasta nuestros días, por lo que no sabemos su acabado completo. En los
paralelos que existen sobre altares en época ibérica, estos aparecen con gran can-
tidad de cenizas en la parte superior de dicho altar, considerándose que es sobre
el altar donde se desarrolla el acto religioso. Nosotros al no hallar la parte superior
de dicho altar, no podemos afirmar que en este altar se realizase de este modo,
aunque no desechamos esta idea. Por otra parte al igual que ocurre en los paralelos
existentes, el suelo de la estancia se encontraba sin restos de cenizas y carbones,
por lo que se piensa que el suelo recibía una cuidada limpieza (lám. 8).

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Lámina 8.
Altar en forma de piel de toro extendida.

Es este el motivo por el que consideramos a esta estancia como la más importante
del conjunto (cella), tanto por sus dimensiones como por ser el lugar por el que jus-
tificamos nuestra teoría sobre el posible carácter religioso del edificio.

Uno de los paralelos de mayor importancia lo constituye El Carambolo, yacimiento


descubierto en 1958 y que había supuesto uno de los símbolos más emblemáticos
de la cultura tartésica, que tras las últimas revisiones y excavaciones ha pasado a
ser considerado como un santuario fenicio dedicado a Baal y Astarté. Un santuario
extraurbano que controlaría la antigua desembocadura del Guadalquivir. En su con-
junto debemos destacar el altar con forma de piel de toro hallado en la fase III del
santuario de Carambolo (Camas, Sevilla), fechado en el siglo VII a.C. (Flores y Ro-
dríguez, 2005), en una estancia que presentaba también un banco corrido, con
suelo pintado en rojo sobre gruesas capas de arcilla.

Pero el paralelo que más se asemeja a lo que encontramos en nuestras excavacio-


nes es el del palacio-santuario de Cancho Roano, donde se hallaron dos altares
con forma de piel de toro, y en concreto el altar hallado en lo que se viene a deno-
minar Cancho Roano B, repitiendo los mismos motivos decorativos que el altar ha-
llado en esta excavación, y de nuevo encuadrado en una estancia con un banco
corrido perimetral con un intenso color blanco resaltando sobre un suelo de color
rojo (Celestino, 1994). Además sus estancias colindantes han sido interpretadas
como zonas de servicio y almacén, como las nuestras. Lo que pensamos casi con
toda seguridad es que hacia el sur este edificio tenía que continuar configurando
un complejo, más o menos simétrico, parecido a los paralelos hallados en el resto
de España (lám. 9).

Naturalmente no se trata de comparar esta construcción con la encontrada en Can-


cho Roano, pero sí destacar la relativa semejanza entre la existencia de pequeñas
estancias en ambos conjuntos cultuales, y la vinculación con el consumo o al
menos, ofrenda de alimentos y bebidas que se da en la serie de habitaciones pe-
rimetrales de Cancho Roano, habitaciones, por lo tanto, cuyo contenido ritual pa-
rece quedar fuera de duda, unos ritos los celebrados allí que naturalmente, no
conocemos pero que muestran una clara vinculación con un centro de poder polí-
tico, al que sirven y del que dependen.

En nuestro caso particular se ha hallado una fosa que por su localización y conte-
nido llamó especialmente la atención al equipo técnico desde un principio. Esta

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Lámina 9.
Detalle de una de las esquinas del altar
en forma de piel de toro extendida.

fosa rectangular y muy profunda se hallaba justo debajo del suelo de la estancia 1,
que donde se localiza el altar, sin romperlo, por lo que pensamos que pueda tratarse
de una fosa de fundación del edificio. Cuando retiramos su cubierta apareció un
relleno de tierra marrón claro suelta que escondía tres platos de cerámica ibérica
colocados en su extremo noreste y un fragmento de pared de un ánfora de cerá-
mica ibérica. Para Mata y Bonet (1992), suele ser una característica habitual de la
Edad del Hierro plena. Este descubrimiento es el que nos dio la pista para identificar
esta fosa como fundacional y es el único indicio que se ha hallado que pueda indi-
car algún tipo de ofrenda a la divinidad.

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4. CONCLUSIONES

Por lo tanto, por estratigrafía y paralelos podemos decir que este santuario se cons-
truiría entre los siglos V y IV a.C. Aunque no cabe duda de la influencia orientalizante
de este santuario, marcada especialmente en el altar con forma de piel de toro.
Tres son los santuarios de un marcado carácter orientalizante donde han aparecido
altares con forma de piel de toro, Cancho Roano (Badajoz), fechado en el siglo VII
a.C., El Carambolo (Camas, Sevilla), fechado en el siglo VIII a.C., y el santuario de
Coria del Río (Sevilla), también fechado en el siglo VIII a.C. Nosotros no hemos ha-
llado ningún indicador que nos acerque a cronologías tan tempranas, salvo claro
está el altar.

El hallazgo de estas estructuras que hemos interpretado como santuario hace que
podamos plantear como hipótesis de trabajo la integración de las estructuras que
nos han aparecido en la intervención arqueológica de calle Rincón de Moncada
(Lorca). De hecho existe gran similitud en la técnica constructiva empleada y en los
materiales asociados.

Por otro lado, tanto en el caso del Carambolo y Cancho Roano la zona del santuario
se completa además de la zona de servicio y almacén con una serie de muros que
rodea todo el complejo arquitectónico y que lo aísla del exterior no descartándose
en sus casos un foso que pueda cerrar todo el conjunto. Por lo tanto podemos
pensar al igual que como ocurre en Cancho Roano o en el Carambolo, alrededor
del santuario se vayan generando gran cantidad de estancias anexas al propio san-
tuario, por ello podríamos explicar la similitud de las estructuras halladas en la ex-
cavación de calle Rincón de Moncada con las halladas en la excavación de la calle
Álamo de Lorca.

Nuestro planteamiento es la existencia de un témenos dispuesto alrededor del edi-


ficio del santuario. De esta manera existiría una frontera física entre el espacio re-
ligioso, del profano (fig. 1).

Figura 1.
Interpretación del santuario.

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Excavaciones urbanas en Lorca: solar esquina calla Álamo con calle Núñez de Arce • Efraim Cárceles Díaz / Juan Gallardo Carrillo / Francisco Ramos Martínez

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El anfiteatro romano
de Cartagena.
Excavaciones 2010-2011

José Pérez Ballester*


M. Carmen Berrocal Caparrós**
Francisco Fernández Matallana***

RESUMEN ABSTRACT
Las intervenciones arqueológicas en el anfiteatro romano que The archaeological interventions in the Roman amphitheatre of
aquí presentamos se desarrollaron entre diciembre de 2009 y Cartagena were developed between December, 2009 and Janu-
enero de 2010, y entre febrero y marzo de 2011, promovidas y ary, 2010, and between February and March, 2011, promoted
financiadas por la Fundación Anfiteatro Romano, donde partici- and financed by the Foundation Roman Amphitheatre. It is the
paban la Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma de first archaeological action inside the project of recovery and put-
la Región de Murcia y el Ayuntamiento de Cartagena. Se trataba ting in value of the Roman amphitheatre.
de la primera actuación arqueológica dentro del proyecto de re-
cuperación y puesta en valor del anfiteatro romano, junto al edi-
ficio de la plaza de toros de Cartagena.

PALABRAS CLAVE KEY WORDS


Cartagena, excavaciones arqueológicas, anfiteatro romano, Cartagena, archaeological excavations, Roman amphitheatre,
plaza de toros. bullring.

* Universidad de Valencia. [email protected]


** UNED Cartagena. [email protected]
*** Arqueología Integral S.L. [email protected]

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El anfiteatro romano de Cartagena. Excavaciones 2010-2011 • José Pérez Ballester / M. Carmen Berrocal Caparrós / Francisco Fernández Matallana

1. INTRODUCCIÓN

El anfiteatro ha sido un edificio presente en la ciudad de Cartagena a lo largo de


toda su historia, siendo conocido desde antiguo. Tras su abandono, las estructuras
de carácter monumental quedaron visibles durante siglos, motivando numerosas
referencias escritas y gráficas hasta que en el año 1852 la edificación romana quedó
totalmente sepultada por la construcción de la plaza de toros.

Sin embargo, será en la segunda mitad del siglo XIX cuando se lleven a cabo los
dos proyectos más determinantes para el anfiteatro y su entorno: la construcción
de la plaza de toros en el año 1854 que lo ocultará definitivamente; y la apertura de
la calle Gisbert (1878-1893) que divide en dos la ladera este del cerro de la Con-
cepción descontextualizando el entorno original y adquiriendo el conjunto su as-
pecto actual.

La plaza de toros estuvo activa hasta el año 1986. A partir de este momento la plaza,
de propiedad privada, entrará en un proceso imparable de decadencia acelerado por
el abandono del edificio y la aluminosis de las estructuras. Fue adquirida por el Ayun-
tamiento de la ciudad a finales de los años 90, iniciándose una nueva etapa en la re-
cuperación del anfiteatro romano. Se abrió un activo debate sobre su proyecto de
recuperación en convivencia con la plaza de toros, así como sobre su futuro uso so-
cial y cultural en una zona urbana monumental rodeada por edificios del siglo XVIII,
actualmente ocupados por el campus de la Universidad Politécnica de Cartagena.

En el año 2009, se aprueba por las administraciones públicas un proyecto que pre-
tendía la excavación íntegra del anfiteatro y su puesta en valor, así como la con-
servación del volumen cilíndrico de la plaza de toros y la construcción de un museo
adjunto. La coincidencia con la crisis económica actual, ha reducido las actuacio-
nes arqueológicas al mínimo, aun así los resultados obtenidos en dos breves cam-
pañas en 2010 y 2011, que presentamos, hacen prever un futuro más favorable a
la investigación y recuperación del monumento (fig. 1).

En cuanto a las actuaciones arqueológicas, las primeras excavaciones sistemáticas


y adecuación de la zona fueron realizadas por Pedro A. San Martín Moro y un
equipo de la Universidad Autónoma de Madrid dirigido por J. Sánchez Meseguer,
en el área de la calle Dr. Fleming y en la zona del Pabellón de Autopsias, entre los
años 1967 y 1975; siguieron diversas actuaciones puntuales dentro y junto a la
plaza de toros, dirigidas por José Pérez Ballester y Pedro A. San Martín Moro (1979-
1991) y a partir de 1992 por José Pérez Ballester y M. Carmen Berrocal Caparrós
(1992-2003).

Todo el proceso ha estado acompañado durante estos últimos años, por la realiza-
ción de más de una veintena de publicaciones científicas sobre el anfiteatro romano
de Cartagena.

2. EL SECTOR SW

El planteamiento de la intervención realizada entre diciembre de 2009 y enero de


2010 tenía como objetivo definir el pasillo de acceso SW del eje mayor (a partir de
ahora AccSW), su encuentro con la arena, la constatación del muro del podium y
las estructuras aledañas del mismo (lám. 1). La superficie estimada de excavación
fue un rectángulo con unas medidas aproximadas de 15 metros de anchura por 20
metros de fondo, con un total de unos 300 m2. La potencia media estimada de los
rellenos varía desde los 4 metros en el interior del pasillo hasta apenas 1 metro en
las zonas de cotas más elevadas. Sobre el AccSW y hacia el interior de la plaza de
toros, y por lo tanto hacia la arena, hallamos unos considerables depósitos de re-
lleno que alcanzan 4 metros de espesor. Estos potentes niveles con abundantes
lajas de pizarra y núcleos de esquistos colmatan y rellenaban las estructuras ro-
manas para edificar sobre ellos la plaza de toros.

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Figura 1.
Plano actualizado de la plaza de toros y
anfiteatro romano de Cartagena.

La excavación ha proporcionado importantes datos relativos al acceso SW del eje


mayor, de la cavea en esa zona, del muro del podium y de la arena.

2.1. El acceso SW del eje mayor (AccSW) del anfiteatro (lám. 2)

Su extremo de fachada desapareció con la construcción de la calle Gisbert. Es un


amplio pasillo con una anchura regular de 4,60 metros y una longitud conservada
de 17,30 metros, de un total estimado de 20 metros. En la zona más exterior pre-
senta en sus laterales entalles para las hojas de la puerta exterior. Está construido
en opus caementicium revestido de opus vittatum. En el lado sur, el muro se halla
en mejores condiciones que el de la pared opuesta, hasta una altura de 3,20 metros.
Conserva parte del revoco o enlucido original que lo recubría (1 por 0,70 metros),
con al menos dos capas de recubrimiento identificadas, y posibles restos de pig-
mentos en la superficie. Esta característica ya la habíamos señalado en otro lugar

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Lámina 1.
Fotografía aérea del yacimiento con in-
dicación de las áreas excavadas.

Lámina 2.
Ortofotoplano de los alzados laterales
del acceso SW del eje mayor.

del mismo sector, concretamente sobre paramentos actualmente cortados por la


calle Gisbert, aunque en este caso su conservación era mínima (Pérez, San Martín
y Berrocal, 1995, p. 111).

El recubrimiento del opus caementicium o de sus paramentos con una o varias


capas de enlucidos, es habitual en los primeros anfiteatros campanos de época
republicana: sobre caementicium y opus incertum en Capua; sobre opus quasire-
ticulatum en el primer anfiteatro de Puteoli; sobre opus reticulatum en Abella, Cales
o Nola (Welch, 2007, p. 201-245). Pero no se documenta en la bibliografía sobre
paramentos de vittatum, algo más recientes (Adam, 1984, p. 147-151; Golvin, 1988,

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p. 71-73; p. 140-145), ni tampoco nosotros lo hemos constatado en los grandes


monumentos revestidos de vittatum de Tarraco (anfiteatro y circo). Una noticia de
Mélida recogida por Golvin nos informa sin embargo que sobre los paramentos ex-
ternos de incertum del anfiteatro de Emerita, existió un revestimiento de enlucido
del que en ese momento quedaba algún resto (Golvin, 1988, p. 110).

La pendiente del suelo entre la parte exterior conservada y la arena es considerable,


con una diferencia de cota de 1,05 metros desde la arena hasta el inicio de las car-
ceres exteriores, por lo que es posible que nos encontremos posiblemente ante la
Porta Libitinensis, dada su fuerte pendiente. Como ya se documentó en la campaña
de 1985, toda la extensión del acceso AccSW está tallada en la roca natural del
monte, con restos de una nivelación y de un posible pavimento de losas de are-
nisca, aunque la permanencia a la intemperie durante siglos con esta fuerte pen-
diente, la reutilización en la segunda mitad del siglo XVIII como cementerio del
Hospital Real y el uso del sector como lugar de habitación durante la primera mitad
del siglo XIX, han alterado de forma irreversible esta superficie.

En la parte superior de ambas paredes del pasillo, a una distancia de 1,05 metros
del arranque de las bóvedas de las carceres exteriores se han documentado una
serie de sillares de arenisca colocados “a sardinel” a una altura de 2,10 metros en
la pared sur y 2,30 metros en la norte. Lo interpretamos como el arranque de un
gran arco de sillares, que iniciaría y embellecería la bóveda de cubrición del AccSW.
Hacia la arena nos encontraríamos ante un corredor abierto, como vemos en otros
anfiteatros de distintas épocas: Pompeya, Sutrium, Leptis Magna, etc. (Golvin,
1988, Lám. XXIII, 2; XXV, 1; XIII,1), o en Hispania, Emerita (Bendala y Durán, 1995,
fig. 1 y lám II, 1; Calero, 1995, fig.1), Italica (Corzo 1995a, 194, Plano IV), Tarraco
(TED’A, 1990, p.e. lám.2) o quizás Carmona (Corzo, 1995b). Esta bóveda, siguiendo
el mismo desnivel del suelo, marca la inclinación sobre la que se sustentaría el gra-
derío sobre el acceso a la arena, dejando también una pequeña terraza donde
poder colocar inscripciones relativas a la construcción o laudatorias como se in-
terpreta también para Tarraco (Ruiz de Arbulo, 2006, p. 35-38).

En la línea de encuentro del AccSW con la arena, aparece un umbral formado por
cuatro piezas de caliza gris (lám. 3). La del extremo sur se encuentra in situ, mien-
tras que las otras tres están removidas de su posición original, siendo la situada
más al norte una pieza de cornisa reutilizada. Todas tienen un entalle continuo que
indica la apertura de las hojas de la puerta hacia el interior del pasillo, como es ha-
bitual (Golvin, 1988, p. 323). Las piezas de los extremos, la sur in situ y la norte reu-
tilizada, presentan dos grandes huecos para alojar los espigones de la quicialera
de sustentación de las dos hojas integrantes de la puerta. Las medidas de las pie-
zas del umbral, de sur a norte son:

Bloque 1 (in situ): 0,80 metros de largo por 0,50 metros de ancho.
Bloque 2: 1,65 metros de largo por 0,60 metros de ancho.
Bloque 3: 1,30 metros de largo por 0,60 metros de ancho
Bloque 4 (cornisa): 0,60 metros de largo por 0,50 metros de ancho.

Conserva cuatro habitaciones o carceres abovedadas, simétricas dos a dos. Las más
exteriores (Pérez, San Martín y Berrocal, 1995) están situadas tras los entalles para
la puerta exterior, y las otras dos se abren a la arena y al AccSW (lám. 2).

De las carceres más interiores, tapiadas en época moderna, solo se ha excavado


la carcer interior norte, que se encontraba colmatada de escombros y tierra proce-
dente del relleno de las estructuras que se realiza para la construcción de la plaza
de toros.

2.2. La carcer interior norte

Es una habitación con dos accesos: el primero, abierto al AccSW y el segundo a la


arena, practicado en el muro del podium (lám. 4). Esta característica de los dos ac-

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Lámina 3.
Umbral de acceso a la arena desde el
pasillo SW del eje mayor.

Lámina 4.
Vista de los dos accesos de la carcer
interior norte.

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cesos o puertas, siempre en la misma ubicación, la encontramos en una docena


de anfiteatros de todo el Imperio (Golvin, 1988, p. 229-230, cuadro 41), entre ellos
los de Carmona y Emerita en Hispania, a los que hay que añadir los de Bobadela
(Frade y Portas, 1995, p. 351) y Londres, más recientemente (Wilmott, 2009, fig.
13.5). No es una característica que debamos adjudicar a una época concreta de la
construcción de anfiteatros, pues aparece ya desde época republicana (Carmona,
Roselle) hasta el siglo II d.C. (p.e. Lambese, Tuburbo Maius, etc.). Es más bien un
recurso propio de anfiteatros que, por haberse construido excavados en la roca
total o parcialmente, con un sistema de estructura maciza (estructure pleine) o de
grandes cajones o compartimentos macizados (remblais compartimentés), son edi-
ficios con escasez de espacios y habitaciones de servicio, si los comparamos con
los grandes anfiteatros “construidos” en toda su extensión o en gran parte sobre
bóvedas. Esto hace que los primeros necesiten una mayor polivalencia en el uso
de las habitaciones, cuando además en muchos casos no presentan ni corredor
perimetral tras el muro del podium. Efectivamente, entre los anfiteatros dotados
con carceres de doble puerta, todos menos uno, Pola, están construidos con ma-
cizados, y solo presentan estructura hueca o construida en algunos alzados de la
summa cavea. En algún caso, como en Carmona, estas carceres, dos en cada ex-
tremo del eje mayor, son las únicas habitaciones de servicio a la arena (Corzo,
1995b; Welch, 2007, p. 252-254, fig. 186).

La puerta de la carcer hacia el AccSW (lám. 5) se encontraba en parte tapiada por


ladrillos modernos trabados con mortero de cal, así como por un tambor de co-
lumna reutilizado de travertino rojo procedente posiblemente del cerro de La Alma-
gra (Mula, Murcia) (Soler Huertas, 2005), de 0,80 metros de diámetro y una altura
de 0,47 metros. El acceso tiene una anchura de 2,04 metros y una altura de 3,14
metros. La parte superior se encuentra alterada por la construcción de una trampilla
sensiblemente cuadrada (1,45 por 1,60 metros) hecha igualmente con ladrillos y
mortero de cal.

Tiene una planta con una superficie de 11,07 m2, aproximadamente rectangular
con unas medidas de 2,05 metros de anchura, 5,40 metros de largo y 2,78 metros
de altura. Las paredes están revestidas de opus vittatum, cubierta por una bóveda
construida con lajas de andesita y arenisca incrustadas en el opus caementicium
de forma radial, dispuestas de la misma forma que las documentadas en las habi-
taciones o carceres exteriores norte y sur del mismo AccSW.

Esta peculiar disposición de bóvedas en blocage con piedras colocadas en forma


radial por encima del encofrado cogidas con mortero, solo aparecen hasta época
Julio-Claudia (siendo por tanto anteriores a época Flavia) en anfiteatros como los
de Siracusa, Saintes, Cassino, Venosa y Périgeux (Golvin, 1988, p. 144), y es un
importante dato que se suma a los aportados en su momento para centrar la cro-
nología del edificio (Pérez, San Martín y Berrocal, 1995, p. 112-113).

Las paredes conservan restos de revoco y enlucido original hasta una altura de
0,20 metros en su encuentro con el pavimento. Hacemos notar que la pared lateral
interior (5,40 metros de longitud) es ligeramente curva, paralela al muro del podium;
se trata de uno de los anillos concéntricos (hemos documentado tres) que con los
muros radiales conforman el anfiteatro.

A la puerta que se abre directamente al podium se accede por un pasillo de 2,52


metros de largo con una anchura de 1,48 metros, y se presenta oblicuo con res-
pecto a dicha puerta. El pasillo está cubierto por grandes bloques horizontales de
arenisca, en vez de la bóveda radial del resto de la estancia. La puerta tiene una
anchura menor que la del AccSW: entre 1,40 y 1,60 metros, y una altura de 2,10
metros. Conserva un umbral de piedra caliza in situ con entalles para inserción de
los espigones y cierres de una puerta de madera. Apoyado en un lateral del umbral
se sitúa otro gran bloque de caliza que redujo el vano de la puerta en un momento
posterior (lám. 6).

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Lámina 5.
Puerta de la carcer hacia el acceso SW.

Lámina 6.
Puerta de la carcer que accede directa-
mente a la arena a través del podium.

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2.3. La carcer interior sur

Situada exactamente frente a su opuesta del lado norte, su puerta al AccSW tiene
una anchura de 2,07 metros y una altura de más de 3 metros. Se encuentra total-
mente tapiada en época moderna, mientras que la parte superior con dintel abo-
vedado, aparece hundida (lám. 2). Por motivos de seguridad no se ha procedido
todavía a su excavación. Suponemos que tendrá como en su simétrica del lado
norte, dos puertas: al AccSW y a la arena.

2.4. El muro del podium

A él se abren los grandes accesos del eje mayor y diferentes puertas y portillos,
unas constatadas arqueológicamente y otras documentalmente (lám. 7). Se han
exhumado 11 metros del mismo en el lado norte del AccSW, mientras que hacia el
lado sur solo se descubrió un tramo muy pequeño, para confirmar su existencia.
Presenta una conservación muy desigual, pues debemos tener en cuenta que es-
tuvo a la intemperie desde su construcción hasta la edificación de la plaza de toros
en 1854, siendo objeto, como todo el monumento, de expolios y reutilizaciones do-
cumentadas al menos desde el siglo XVI.

En este sector SW, el muro del podium está construido en opus quadratum que re-
viste un núcleo de opus caementicium. El aparejo de grandes piedras es habitual
en los anfiteatros romanos de una cierta entidad, ya que proporcionan la necesaria
superficie lisa y alta fundamental para su función protectora. En Hispania, tienen el
muro del podium construido con grandes sillares en Mérida, Segóbriga, Tarraco,
Italica, Bobadela, seguramente Cáparra (Cerrillo, 1995, lám. 5), y Legio (León)
(Durán, Fernández Ochoa y Murillo, 2009, p. 22-23), siendo el de Segóbriga el más
parecido al nuestro.

La zona más completa consta de 4 hiladas de bloques paralelepípedos de arenisca,


colocados horizontalmente uno junto a otro o bien a soga y tizón, según la hilada
(lám. 8). La quinta hilada o superior no se conserva, aunque sí su impronta en el
caementicium; sobre ella podría ir una cornisa y una reja metálica, o bien un Bal-
thus. Sobre este particular diremos que la pieza de caliza gris reutilizada en el um-
bral del AccSW (vid. supra), es una cornisa de amplia chyma que podría ser
perfectamente parte de la cornisa del muro del podium, fechable en época del al-
toimperial, como ha interpretado I. Escrivà Chover (Universidad de Valencia) en un
primer acercamiento a la pieza. Este remate en cornisa de amplia chyma lo encon-
tramos en otros ejemplos hispanos: Mérida, Tarraco, Italica, y en Bobadela (Frade
y Portas, 1995, p. 350).

Las medidas de los bloques son aproximadas debido a su estado, pues la arenisca
local (tabaire) es muy sensible a los agentes atmosféricos, y aparece muy erosio-
nada y desgastada. Los bloques tienen unas dimensiones de 1,20 por 0,50-0,60
metros, 0,80 por 0,50 metros, y 1 por 0,50 metros. La altura total del muro del po-
dium sería la suma de: 1ª hilada 0,50 metros, 2ª hilada 0,60 metros, 3ª hilada 0,50
metros, 4ª hilada 0,50 metros, 5ª hilada 0,50 metros (aunque pudo estar sustituida
por la cornisa reutilizada en el umbral, que tiene una altura de 0,27 metros).

Por tanto, la altura total del podium sería la siguiente: 2,60 metros más cornisa,
total 2,87 metros; pero si consideramos que la cornisa sustituye a la 5ª hilada: 2,10
metros más 0,27 metros, entonces 2,37 metros de altura. Estas medidas entran
dentro de la media de los anfiteatros conocidos: 2,63 metros sin balteus y sobre
los 3 metros con él (Golvin, 1988, p. 314). Entre los de Hispania más próximos,
mencionamos los 3,15 metros con balteus en Segobriga (Almagro y Almagro Gor-
bea, 1995, p.144), y los 3,25 en Tarraco (Dupré, 1995, p. 81).

El muro estuvo cubierto por varias capas de enlucido del que se conservan restos
en diferentes bloques de todas las hiladas. Sobre este revoco, en la hilada inferior
quedan restos de pintura roja, mientras que en las superiores aparecen restos de

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Lámina 7.
Ortofotoplano del alzado del podium y
acceso a la arena de la carcer interior
norte.

Lámina 8.
Vista frontal del podium.

pintura más oscura. El hecho de enlucir sobre un revoco el muro del podium es
muy frecuente en los anfiteatros, cuando no se coloca un placado de mármol a me-
nudo en una segunda fase constructiva, como ocurre en Tarraco o en Arles. El en-
lucido proporciona una superficie regular totalmente lisa, pero es además soporte
ideal de sistemas decorativos, que pueden ir desde una simple capa de color rojo
(Carnuntum, Alba Fucens, Lugdunum, etc), a una imitación de mármoles veteados
en varios colores, ya en anfiteatro de Pompeya, o en los más recientes de Thysdrus
(El Djem), Aquincum o Augusta Raurica (Hufschmid, 2009, p. 64 y 539). En nuestro
anfiteatro, los escasos restos conservados nos hablan de una ancha franja roja en
la base del muro, y de restos policromos algo más arriba, que podrían corresponder
a imitaciones de mármol veteado; pero todavía es prematuro asegurar nada.

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2.5. La cavea

Las excavaciones de la campaña de 2010 han puesto de manifiesto importantes


elementos pertenecientes a la cavea del monumento. Se trata del primer maenia-
num (ima cavea) y un vomitorium que se abre a la primera praecinctio; esto es, el
pasillo que separaba la ima de la media cavea, o más estrictamente, el primer del
segundo maenianum (lám. 9).

2.5.1. La ima cavea

La ima cavea se ha descubierto un tramo de unos 8 metros de longitud al norte del


AccSW, y consta de cuatro gradas claramente definidas construidas en opus cae-
menticium, faltando las losas de revestimiento que las recubrirían. Su estado, a
pesar de su exposición a la intemperie durante siglos, permite restituir las dimen-
siones de las gradas aunque, tal y como hemos comentado, siempre a falta del re-
vestimiento.

Grada Anchura media Altura media


1ª Grada 0,80 m 0,45 m
2ª Grada 0,87 m 0,50 m
3ª Grada 0,78 m 0,44 m
4ª Grada 0,75 m 0,44 m

La grada más baja, la primera, tiene por delante un amplio espacio de 1,60 metros,
hasta la cara exterior del muro del podium. Si tenemos en cuenta la existencia de
un bloque de aproximadamente 0,50 metros de anchura o en su defecto una cor-

Lámina 9.
Vista aérea de la cavea.

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nisa de 0,27 metros y balteus o verja, quedaría espacio suficiente (1,30-1,10 metros)
para la colocación de bisellia o sillones plegables para los magistrados o personajes
de primer orden de la ciudad (lám. 10). En todo caso, parece algo estrecho en com-
paración con la mayoría de los anfiteatros, que están entre los 2,20 metros y los
1,30 metros (Golvin, 1988, p. 354-355).

La ima cavea, está construida de manera diversa: sobre bóvedas en el sector más
próximo al AccSW; o bien sobre un relleno de tierra compactada entre muros ra-
diales, más hacia el norte. Es importante este detalle constructivo, pues solo a partir
de época Julio-Claudia comenzamos a ver gradas construidas sobre bóvedas (Gol-
vin, 1988, 144).

La diferencia entre las gradas sobre bóvedas y aquellas apoyadas sobre rellenos
es bien visible, ya que una antigua grieta de asentamiento separa una zona de la
otra, la segunda ligeramente vencida o inclinada debido a la presencia de una trin-
chera perpendicular al muro del podium que seguramente debilitó la estabilidad
del relleno y que de momento delimita este sector de la cavea. Por debajo de la
grada y en el corte de dicha trinchera, podemos apreciar a simple vista unos estra-
tos de tierras rojizas que contienen mayoritariamente cerámicas de época republi-
cana, pero también algunas altoimperiales, como luego veremos. Al limpiar la zona
para la consolidación de las estructuras, apareció bajo la cavea parte de un muro
curvo de adobes, semejante al que conocíamos del sector NW (Pérez, San Martín
y Berrocal, 1995).

2.5.2. El vomitorium y la primera praecinctio

El vomitorium 1 se sitúa a 1,30 metros al norte del AccSW y unos 4 metros de altura
por encima del nivel de paso del mismo. Arranca del extremo de un espacio rec-
tangular delimitado por muros revestidos de vittatum interpretado como una caja
de escaleras, y que desemboca en la cavea. El vomitorium completamente hori-

Lámina 10.
Ima cavea.

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zontalizado está delimitado por muros de opus vittatum, su longitud es de 6,75 me-
tros y la anchura de 1,46 metros; la máxima altura conservada es de 1,16 metros,
aunque debió estar cubierto por bóveda (lám. 11).

La caja de escaleras tiene la misma anchura que el vomitorium y una longitud con-
servada de 5,50 metros, pues falta el extremo más exterior desaparecido por la
apertura de la calle Gisbert. Un hueco semejante se ubica simétricamente en el
lado sur del AccSW. Ambos albergarían escaleras de madera o hierro, que salvarían
los más de 3 metros de desnivel existentes entre el nivel de paso en la entrada del
anfiteatro y la primera praecinctio. No es fácil documentar estas escaleras de es-
tructura ligera, aunque la presencia de huecos similares en otros anfiteatros, han
sugerido su existencia, como se observa en la restitución realizada para el anfiteatro
de Terni, de los primeros decenios del siglo I d.C. (Tosi, 2003, p. 366-368, fig.43).

La primera praecinctio se reconoce únicamente por la existencia de un espacio ho-


rizontalizado al que desemboca el vomitorium 1 (lám. 12). En esa zona el monu-
mento está muy arrasado, probablemente de cuando se preparó la zona para
levantar la plaza de toros, de manera que incluso se descarnó o eliminó parte del
caementicium que formaba la base de la praecinctio como hemos podido constatar.
En cuanto a la anchura de la praecinctio, tendría entre 0,97 y 1 metro de anchura,
como en Pompeya, Carmona, Segóbriga o Verona, aunque en algunos casos po-
dían llegar a 1,45 metros como en Mérida, especialmente en la primera praecinctio
(Golvin, p. 366-367, cuadro 48). En el tramo excavado ha desaparecido totalmente
el balteus o murete trasero que separaría físicamente y en altura la ima de la media
cavea.

2.5.3. La cronología del relleno de la grada

Junto a la huella de la praecinctio aflora el relleno de tierras rojas que ya vimos en


el extremo norte del graderío. Allí se han recogido abundantes materiales de época
republicana, pero también algunos minoritarios posteriores, como un ánfora bética
adscrita al tipo Haltern 70 de clara cronología augustea (lám. 12),1 un pequeño frag-
mento de pared de vasito de paredes finas de cáscara de huevo, tipo Mayet XXXIV,
de cronología Julio-Claudia y dos de T. Sigillata Sudgállica, uno de ellos un borde
de la forma Drag. 27. La cronología más avanzada de estos fragmentos nos pro-

Lámina 11.
Vomitorium 1 que da acceso a la pri-
mera praecinctio (a la derecha, la caja
de escaleras).

1 En relación con la cronología de las


Haltern 70, cada vez más precisa, ya
que se ha podido situar su inicio a me-
diados del siglo I a.C. (pecio de la Ma-
drague de Giens) y su desaparición en
época Flavia, según la datación del
pecio de Cala Culip IV en época de
Vespasiano y otras estratigrafías como
las de Estrasburgo, Roma, Lyon, Nij-
megen, Augst, York, Chester, Pentre
Farm, Segontium y Lincoln.

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Lámina 12.
Primera praecinctio.

porciona, a falta de excavaciones más exhaustivas del relleno, una datación post
quem para la construcción de la ima cavea de época de Claudio (41-54 d.C.), cro-
nología que hay que “cruzar” con las referentes a las técnicas constructivas, como
luego veremos.

2.6. La arena

A una profundidad de 4,05 metros a partir del nivel de cimentación del muro interior
de la plaza de toros, localizamos, junto a la pared externa del podium un nivel de
escasos centímetros de potencia de tierra muy fina y compacta de color marrón
claro, sin aporte de materiales cerámicos, que hemos interpretado como la super-
ficie de la arena del anfiteatro. Debajo de esta capa, se ha documentado otro es-
trato de tierra más amarillenta, de las mismas características que la anterior, que
nos muestra de forma fehaciente al menos dos momentos de utilización de la
arena que podría corresponderse con las fases constructivas del monumento do-
cumentadas entre otras zonas, como en la puerta de acceso a la arena de la carcer
interior norte (ver infra). Niveles similares, especialmente el amarillento de arenisca
disgregada y compactada y otro superior castaño o rojizo, fueron identificados en
los sondeos realizados en el ruedo de la plaza de toros en el año 1983, por encima
de un fino nivel con cerámicas republicanas (t.a.q 40-30 a.C.) que descansaba di-
rectamente sobre la roca natural nivelada (Pérez, San Martín y Berrocal, 1995, p.
103-104).

Al igual que ocurriera en las campañas de 1983 y 1991-2 (Pérez Ballester, p. 1987,
283-285; Pérez y Berrocal, 1998, p. 250-251), la secuencia estratigráfica hasta lle-
gar a la arena es clara y uniforme: bajo el nivel de la plaza de toros, en este caso
el muro interior, se documentan una serie de vertidos de relleno que amortizan el
monumento para nivelar la zona con motivo de la construcción de la plaza. Por
debajo de estos, y en este caso rompiendo la superficie de la arena, se ha locali-
zado una fosa con una superficie documentada hasta el momento de 12,30 m2,
colmatada de piedras, tierra suelta y huesos humanos que situamos dentro del
momento correspondiente a la utilización del anfiteatro como osario en la segunda
mitad del siglo XVIII, entre los años 1760 y 1785 (Pérez y Berrocal, 1998, p. 251)
(lám. 13).

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Lámina 13.
Arena del anfiteatro y fosa que la rompe
con restos de huesos humanos.

3. EL SECTOR SE

Corresponde a las excavaciones de enero-febrero de 2011, cuando también se re-


alizó un sondeo (corte 1) en el sector norte, que proporcionó el dato de la localiza-
ción del muro del podium muy degradado (un solo bloque) y el macizado de
caementicium donde se apoyaba (lám. 2). En el sector SE la excavación tenía como
objetivo localizar la línea del muro del podium, así como las posibles estructuras
asociadas a él que conocemos por el dibujo de 1751 del M.A.N. (fig. 2).

Se abrió un sondeo de aproximadamente 17,50 por 7 metros, y se documentaron


las siguientes estructuras, de arriba a abajo (lám. 14): Un macizado de opus cae-
menticium; por debajo, tres ambientes abovedados (norte, central y sur), reventa-
dos hacia el muro del podium; el muro del podium; y la gran cloaca.

3.1. El macizado de opus caementicium

Sensiblemente horizontalizado, apenas a 0,60 metros de la cota del ruedo de la


plaza de toros. Aparece sobre las bóvedas que describiremos más abajo. Su cota
coincide con el asiento de la primera grada de la ima cavea del sector SW (lám.
15). Lo importante es que los restos conservados se encuentran a 2,75 metros del
muro del podium, lo que podría significar que estamos ante los restos de la tribuna,
pulpitum o pulvinar, un ancho espacio despejado que situado sobre el eje menor
como es nuestro caso, estaba destinado a las personalidades que presidían los
juegos, como ocurre en la mayoría de los anfiteatros. La ubicación es la más favo-
rable (orientado a norte y en sombra) para el disfrute de los spectacula. Las medi-
das teóricas que proponemos para el de Cartagena estarían entre 6,50-8 metros
de anchura, y 3,50-5 metros de profundidad.

3.2. Los ambientes abovedados (lám. 16)

En primer lugar tenemos que decir que han sido plenamente identificados con las
tres estancias descritas por Montanaro y López del Castillo en 1736, excavadas
por este último y reflejadas en el conocido dibujo de 1751 del archivo del M.A.N.
(fig. 2). Las tres estarían comunicadas por detrás. Coinciden además con las bó-

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Lámina 14.
Vista aérea del sondeo 2.

Lámina 15.
Macizo de opus caementicium coinci-
dente con el asiento de la primera
grada de la ima cavea del Sector SW.

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Lámina 16.
Ortofotoplano de los alzados de las es-
tructuras documentadas en el eje
menor.

Figura 2.
Dibujo del anfiteatro de 1751 conser-
vado en el archivo del M.A.N.

vedas y muros excavados por Berrocal Caparrós y Pérez Ballester en 1998-99 en


el pasillo perimetral de la plaza de toros. También se ha comprobado topográfica-
mente que la bóveda central, de mayor anchura, es la misma que aparece conso-
lidada fuera de la plaza de toros, al otro lado de la calle Dr. Fleming (Pérez, San
Martín y Berrocal, 1995).

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3.2.1. El ambiente norte

Queda reflejado con su bóveda en el perfil del sondeo. Su parte más avanzada es-
taba ya destruida entre los siglos XVIII y XIX. Un importante derrumbe, todavía sin
excavar, la separa del muro del podium, al que se adosaría. Está colmatada por un
relleno ligero, a través del cual se aprecia el hueco interior, así como parte de un
enlucido de cal de época moderna, como el que encontrábamos en las carceres y
ambientes abovedados del sector SW. El tipo de bóveda es en blocage, como los
del resto de las bóvedas del anfiteatro. La bóveda tiene una anchura de 2,20 me-
tros, y se apoya en dos muros radiales, apenas visibles; uno de ellos sirve también
para el arranque de la bóveda del ambiente central (lám. 17).

3.2.2. El ambiente central

Ha perdido la bóveda igualmente en toda el área excavada, y también de antiguo.


La parte en la que se conserva la bóveda íntegra, sin excavar, aparece tapiada por
dos veces en época moderna. Este hecho se corresponde con las noticias que
desde finales del siglo XVIII (1787, carta de Vargas Ponce a Salafranca) hablan de
la utilización de las bóvedas del anfiteatro como humildes viviendas. Por una pe-
queña abertura de la puerta tapiada, se puede ver que el interior está vacío. La bó-
veda, con una anchura de 3 metros, es en blocage, con restos de enlucido de cal
en el techo abovedado como en el ambiente norte. A este ambiente comunicaría
la puerta que hemos visto al hablar del muro del podium, a través de un pasillo de
5 metros delimitado a ambos lados por sillares de arenisca. Su situación y medidas
son idénticas al espacio abovedado que abre en el muro de cierre exterior del an-
fiteatro, sobre la gran canalización o cloaca visible al otro lado de la calle Dr. Fle-
ming. La planimetría nos dice que se trata en realidad del mismo espacio
abovedado, que con una longitud de alrededor de 20 metros, tendría diversos usos:
habitación de servicio a la arena, soporte del pulpitum, tribuna o pulvinar, y galería
de apoyo a la gran cloaca del anfiteatro. Desconocemos si su encuentro con el
muro del podium sería a tope, o dejaría un pequeño pasillo abierto (lám. 18).

Lámina 17.
Ambiente abovedado norte.

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Lámina 18.
Ambiente abovedado central.

3.2.3. El ambiente sur

Contiguo al anterior, llega casi hasta el muro del podium, con un ligero relleno de
escombros que deja ver el interior con un enlucido de cal moderno. De factura idén-
tica a las anteriores, su anchura es como la del ambiente norte, de 2,20 m. Tampoco
se ha procedido a su vaciado. Sobre ella se conserva la mayor parte del caemen-
ticium original (lám. 19). Nos encontramos pues ante una cavea de construcción
mixta: construida sobre bóvedas en toda la extensión de las mismas (7,50 metros)
y sobre rellenos compactados entre muros radiales en el extremo norte del sondeo
(4,50 metros). Estos rellenos de color anaranjado, contienen mayoritariamente ma-
teriales de época republicana junto a algunos muy escasos fechables antes del 60-
70 d.C. Es como el que encontrábamos en el sector SW junto a la carcer interior
norte, y que soportaba también parte de la grada. El relleno llega hasta el muro del
podium.

3.2.4. El muro del podium

Se ha conservado en una longitud de 11,84 metros (lám. 20). Se abre con una
puerta al espacio abovedado central, coincidiendo con lo que parece ser el centro
del eje menor (SE) del anfiteatro. La línea del podium “entra” en este ambiente, de-
limitando un pasillo con un ancho de 1,10 metros en la zona del podium y de 1,31
metros en la entrada de la bóveda central. Está formado por sillares de opus qua-
dratum, de tamaños que oscilan entre 1,33 y 0,84 metros, de los que se conservan
entre 2 y 4 hiladas, según las zonas. Por delante aparecieron restos de otros blo-
ques caídos, algunos con capas de enlucidos pintados. Los que se conservaban
in situ mostraban al menos dos capas superpuestas de enlucidos, donde se pu-
dieron observar diseños en rojo (lám. 21). Lo más interesante es que estos conti-

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Lámina 19.
Ambiente abovedado sur.

Lámina 20.
Vista aérea del tramo de podium docu-
mentado en el sondeo 2.

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Lámina 21.
Detalle de los restos de enlucido pin-
tado documentados en la pared del po-
dium.

nuaban por debajo del nivel de arena documentado en los sectores SW y NW. No
se trata de cimientos, pues siguen presentando ahora una sola capa enlucida y pin-
tada, lo que implica que estaban a la vista. Solo se profundizó en un punto, para
comprobar este extremo: los bloques del podium llegaban al menos a una cota de
50-55 centímetros por debajo del nivel de arena mencionado. El resultado es evi-
dente: el muro del podium estuvo funcionando en un momento anterior al del anfi-
teatro monumental que conocemos, como parte de otro anfiteatro anterior, o de
una primera fase del actual.

3.2.5. La gran cloaca

Coincidiendo con la entrada a la arena y en el mismo eje, un portillo antiguo pero


reutilizado en los siglos XVIII-XIX, de acceso a la gran cloaca del anfiteatro, que en
realidad son dos, con una cota total de 4-5 metros por debajo del nivel de arena.
El conjunto consta de:

- Un portillo o registro que da paso a una estructura subterránea formada por dos
conductos superpuestos, aquí comunicados por tratarse de un punto de acceso
para limpieza de los mismo (figs. 16, 17, 24 y 25). Es un elemento habitual en las
estructuras de evacuación de aguas, como señala Golvin (1988, p. 333-334) con
múltiples ejemplos.

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Lámina 22.
Portillo de acceso a la cloaca.

Lámina 23.
Acceso a la cloaca.

- Una cloaca superior, de sección rectangular, que tiene un metro de altura y 0,60
metros de anchura. Se dirige hacia el centro de la arena, y en el tramo observado
(3,30 metros) se aprecian un arco de ladrillo romano y un sumidero en lo alto.

- Una cloaca inferior, de paredes de caementicium rematada por una cubierta a dos
aguas de grandes bloques de arenisca; se dirige hacia el exterior del anfiteatro,
con una longitud descubierta actualmente de 16 metros (figs. 26 y 27). Presenta
un considerable relleno de sedimentos, que reduce su altura a 1,50 metros, aun-

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Lámina 24.
Vista de un tramo de cloaca.

Lámina 25.
Cubierta a dos aguas de la cloaca inferior.

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Lámina 26.
En la actualidad, parte de la cloaca ex-
cavada en la calle Dr. Fleming por P.A.
San Martín en 1968.

que seguramente tiene más de 2 metros, como en su sección exterior. La presen-


cia de acanaladuras verticales en uno de sus lados, podrían interpretarse como
bajantes. Su anchura es uniforme: 0,60 metros, y hacia la arena su techo es plano,
de caementicium. La presencia de un gran colector subterráneo que por debajo
de uno de los ejes principales del anfiteatro conduce las aguas fuera de él se ob-
serva en bastantes anfiteatros. En la misma Tarraco, este colector pasa bajo la
bóveda de servicio del eje menor hacia el mar, como en Cartagena (TED’A, 1990,
p. 178). Las cubiertas de estos canales suelen ser de caementicium o de losas
planas; aunque el tramo que atraviesa la cavea construida puede aparecer abo-
vedada para mejor repartir las cargas como en Casinum, ya en la segunda mitad
del siglo I d.C. (Golvin 1988, p. 144; Tosi, 2003, p. 52-53) o en Cesarea, también
del siglo I d.C. (Golvin, 1988, p. 112). En nuestro caso, algo más antiguo, las losas
colocadas a doble vertiente cumplirían también esta función, al pasar bajo la
cavea.

Hay que decir que son las dos mismas cloacas que aparecieron y se excavaron en
1968 al realizar la calle Dr. Fleming, y que actualmente pueden verse (solo la supe-

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Lámina 27.
Muro de adobe bajo la cavea del sector
SW documentado en 2011.

rior, aquí cubierta por grandes lajas de piedra) por debajo de la bóveda reconstruida
en esa época por P. A. San Martín Moro en el área vallada entre dicha calle y el an-
tiguo Hospital Real (figs. 28 y 29), bóveda que como hemos dicho continúa hasta
la arena con nuestro “ambiente abovedado central” (Pérez, San Martín y Berrocal,
1995, p. 105-106, fig. 7).

Su hallazgo nos ha hecho valorar de nuevo los resultados de unas prospecciones


geofísicas realizadas en 1988 por el Instituto de Geología del C.S.I.C., en el ruedo
de la plaza de toros. Las isocurvas marcaban una estructura central de al menos 5
por 5 metros en el centro de la arena. Es posible que exista allí, como parece indicar
el dibujo de 1751, un sumidero central que acabaría en una caja o cisterna de re-
gular tamaño, como los que se documentan por ejemplo en los ya mencionados
anfiteatros de Casinum y Cesarea, pero también en Ivrea (Maggi, 1997, p. 49-50;
Tosi, 2003, p. 569-570) o Siracusa (Tosi, 2003, p. 616-618) siempre en el siglo I d.C.
De allí saldrían las aguas a través de una de las cloacas, hacia el exterior del anfi-
teatro. Estas estructuras aparecieron en los dos últimos días de excavación, por lo
que no ha sido posible aun su excavación y documentación gráfica.

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Figura 3.
Sección de las cloacas documentadas en
la intervención de 1968 por P.A. San Martín.

4. CONCLUSIONES

4.1. El anfiteatro monumental

Nos encontramos ante un anfiteatro diversamente construido, con unas medidas


exteriores de 100 por 77 metros, que aumentan a 110 por 77 metros si se tiene en
cuenta la existencia de un cuerpo adelantado en el eje mayor. Las medidas de la
arena son de 60 por 37,50 metros.

Sobre su cronología, la construcción de todas las bóvedas del anfiteatro con el sis-
tema en blocage, es habitual en anfiteatros de época Julio-Claudia, y no se en-
cuentra ya en época Flavia, según Golvin. A su vez, la construcción de parte de la
grada de la cavea sobre bóvedas, solo la encontramos a partir de época Julio-Clau-
dia. El hallazgo de un arco de ladrillo en las canalizaciones subterráneas, no nos
aleja de esa cronología, tras los estudios del Pizzo (2010 A y B) sobre su uso en
Mérida, donde tanto el opus latericium como el testaceum se documenta ya desde
los momentos de fundación augusteos de la ciudad. Solo la existencia de una ga-
lería periférica con arcadas, documentada en campañas anteriores, nos podría lle-
var a un momento más avanzado. Presente en teatros desde finales de época
republicana, no se generaliza en anfiteatros hasta época Flavia aunque conocemos
cuatro ejemplos ya de época Julio-Claudia: Verona, Pula, Interamna y Nahars (Gol-
vin 1988, p. 216). También podría corresponder a una ampliación posterior, como
ocurre en otros anfiteatros. Estos argumentos ayudan a fechar la erección del mo-
numento antes de época Flavia y después de época Augustea.

La datación de los rellenos compactados de distintas zonas del anfiteatro, y espe-


cialmente los procedentes del relleno bajo el que se asienta parte del graderío en
el sector SW, nos lleva a una fecha ante quem de época de Claudio (41-54 d.C.). Y
los materiales procedentes de la fase 5 de los niveles de relleno del área exterior
del anfiteatro, relacionados con su erección, tienen una fecha ante quem de 50-70
d.C. (Pérez Ballester, 1991; Pérez Ballester, 2000; Pérez, San Martín y Berrocal,
1995, p. 100-101; Pérez y Berrocal, 1999) por lo que precisan provisionalmente la
fecha de su erección en época Claudio-Neroniana.

4.2. La posible existencia de un primer anfiteatro

Nos viene confirmada por la aparición, en la campaña de 2011, cubierta por la


cavea del sector SW, de los restos de un muro de adobe curvo (lám. 27). Es similar

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Lámina 28.
Muro de adobe documentado en el
sector NW.

al muro anular también de adobe de dos metros de anchura documentado ante-


riormente en el sector NW (Pérez, San Martín y Berrocal, 1995, p. 103 y 113; Pérez
y Berrocal, p. 1999) (lám. 28). También construida en adobes, existe una estructura
abovedada en el sector NE, cortada por el muro periférico exterior del anfiteatro
monumental. A estas evidencias hay que añadir la certeza de que el muro del po-
dium realizado en quadratum tiene una primera fase anterior a la arena del anfiteatro
actual. Teniendo en cuenta que arena y muro del podium constituyen siempre los
elementos que inician y determinan la construcción de un anfiteatro, proponemos
la existencia de un anfiteatro anterior, construido en parte apoyado en la ladera ro-
cosa del cerro de la Concepción, con muros de adobes y probable alzados de
grada en madera. No podemos asegurar aún que la cloaca más inferior del anfite-
atro pertenezca a este momento.

Los materiales arqueológicos del relleno del muro de adobe, de la estructura abo-
vedada también de adobes y los del posible primer estrato de nivelación de arena
localizado en 1983, así como los de la fase 4 del área que rodea al monumento,
tienen todos un mismo terminus ante quem: 40-30 a.C. (Pérez Ballester, 1991; Pérez
Ballester, 2000; Pérez, San Martín y Berrocal, 1995, p. 100-101; Pérez y Berrocal,
1999), es decir, inicios de época Augustea o incluso algo antes.

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El anfiteatro romano de Cartagena. Excavaciones 2010-2011 • José Pérez Ballester / M. Carmen Berrocal Caparrós / Francisco Fernández Matallana

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Hallazgo de un nuevo
edificio público en
Carthago Nova:
las termas del foro

Lorenzo Suárez Escribano*

RESUMEN ABSTRACT
Este trabajo es una síntesis de los resultados obtenidos tras la The archaeological excavation in the street Arco de la Caridad of
intervención arqueológica realizada entre septiembre de 2010 y Cartagena, has completed the town planning of the area of the
mayo de 2011 en la calle Arco de la Caridad 8, 10 y 12 de Car- forum of the city, with one of the most important buildings that
tagena. Su excavación ha permitido completar la planificación can be contemplated about the square, in this case, the correspon-
urbana del área del foro de la ciudad, insertando en el mismo dent to the big thermal baths of the forum.
uno de los edificios más importantes que pueden contemplarse
alrededor de la plaza, en este caso el correspondiente a las gran-
des termas del foro.

PALABRAS CLAVE KEY WORDS


Cartagena, calle Arco de la Caridad, excavación arqueológica, Cartagena, Arco de la Caridad street, archaeological excavation,
foro romano, termas. Roman forum, thermal baths.

* [email protected]

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Hallazgo de un nuevo edificio público en Carthago Nova: las termas del foro • Lorenzo Suárez Escribano

1. CONTEXTO ESPACIAL

El yacimiento, localizado en la calle Arco de la Caridad números 8, 10 y 12 de Car-


tagena, engloba un terreno de aproximadamente 620 m2, concretamente el espacio
que quedaría entre dos de los más importantes edificios de carácter público pre-
sentes en el foro, la curia y la sede de los Augustales1 (fig.1).

2. INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA

Los trabajos comenzaron a una cota inicial de 8,05 metros sobre el nivel del mar2
y dividiendo la excavación en dos sectores. A partir de aquí, y tras los niveles aso-
ciados a la ocupación contemporánea, a excepción del cuadrante noroeste, se
pudo apreciar un nivel de tierra de color marrón oscuro muy limoso en el sector A
y en parte del B, fechable a fines del siglo XVI o principios del XVII. Tras este, los
restos de época romana se alcanzaron a una cota más elevada en esta zona, lle-
gando a apreciarse a una altura de 6,30 metros sobre el nivel del mar, es decir, a
1,75 metros de profundidad con respecto al nivel de calle, por lo que la colmatación
de limos no los cubría aquí.

Tras los primeros niveles de época contemporánea y moderna, el hallazgo de mayor


importancia en la intervención ha sido la localización de la continuación del baluarte
de San Ginés realizado por el ingeniero militar Lorenzo Possi, que fue excavado
por el que suscribe en el año 2004 en el solar colindante de la calle Caballero n.º
13-17 (Suárez Escribano, 2004, p. 203-204; ídem., 2005, p. 197-205), y en la exca-
vación de la esquina de la calle Duque con la calle Caridad en el año 20063. En este
solar se ha podido constatar hasta 1,30 metros de altura máxima conservada de
alzado y una anchura de alrededor de 3,80 metros. La muralla, con una orientación
NW-SE, está dispuesta de forma oblicua en el solar, cortándolo en dos mitades,
hecho que nos ha facilitado la denominación de la mitad occidental como sector B
y la mitad oriental como sector A (lám.1).

2.1. Sector B

En el sector B hemos podido distinguir hasta 8 ambientes o espacios. La mitad sur


1 Véanse los trabajos de De Miquel San-
ted (1993), De Miquel Santed y Berro-
de este sector parece quedar destruida por completo hacia finales de época ba-
cal Caparrós (1994, p. 119-121), joimperial como atestigua la cronología aportada por el material cerámico (lám. 2).
Berrocal Caparrós (1997, p. 64-71),
Martínez Andréu (1997, p. 264-265), 2.1.1. Ambiente n.º 1
Berrocal Caparrós y De Miquel Santed
(1999, p. 187-194), De Miquel Santed
y Subías (1999, p. 56-65), De Miquel El espacio n.º 1 parece haber sido construido hacia finales del siglo I o inicios del
Santed y Ruiz Valderas (2003, p. 267- siglo II d.C.; en él se han podido constatar 2 pavimentos distintos y la reparación
281), Noguera Celdrán (2002, p. 63- del último de ellos, una remodelación esta última ya de época bajoimperial o tardía,
96), Fuentes Sánchez y Martín Camino
(2006, p. 105-106; idem, p. 61-84) y
momento en el que se construye el horno que está situado en el rincón noreste. La
Noguera et alii (2009, p. 217-302), para solera de este horno se cimenta, entre otros, sobre restos de enlucido pintado que
los edificios públicos descubiertos al- se corresponden con el tipo de enlucido que ha aparecido en forma de placas pin-
rededor del foro hasta la fecha de des- tadas junto a varias piezas de cornisas molduradas en estuco en el ambiente n.º
cubrimiento de estas termas.
2 Todas las cotas a las que hacemos re-
14 contiguo y situado al este4.
ferencia son relativas al nivel del mar.
3 La excavación no se ha concluido por Esta habitación está comunicada con el espacio n.º 2 y con el n.º 15, pero desco-
el momento. nocemos por el momento, el uso original de la estancia, aunque de una de sus fases
4 Durante la intervención arqueológica,
también se llevaron a cabo tareas de
de ocupación, probablemente de la primera, conservamos restos de un revesti-
extracción y conservación de la pin- miento de pintura mural de color blanco que decoraba los muros norte, este y oeste.
tura mural exhumada, véase para lo
cual obras de referencia como las de 2.1.2. Ambiente n.º 2
Philippot y Mora (1969 y 1984), AA.VV.
(1992), AA.VV. (1998), Plaza, García y
Fernández (2004, p. 125-138), AA.VV. Este espacio no está excavado completamente ya que se introduce en el perfil
(2005), Doménech y Yusá (2007) y oeste. Su cronología, sería similar a la del ambiente n.º 1, pudiendo distinguir hasta
Roig, Sánchez y Soriano (2008).

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Figura 1.
Situación del solar excavado en la Car-
tagena actual y con relación a su en-
torno en el siglo I d.C.

Lámina 1.
Hallazgo de distintos tramos del ba-
luarte de San Ginés encontrados en las
tres excavaciones mencionadas
(Fotos: Lorenzo Suárez Escribano).

5 Algunos de los fragmentos están de-


corados con molduras y son de dife-
rentes tipos, como por ejemplo
tres suelos diferentes, el último de ellos construido en época bajoimperial o tardía,
diversas variedades de mármol numí-
utilizando como relleno constructivo parte del enlucido con pintura de las estruc- dico, “brecchia” y mármol “greco
turas cercanas y fragmentos de mármol5, tal vez provenientes de la decoración de scritto”.
alguna de las salas del conjunto termal colindante. De la misma época que este úl- 6 Solo conservamos 2,14 metros de lon-
gitud puesto que su extremo sur se
timo suelo es un rebanco con dirección norte-sur, de 3,12 metros de longitud por
encontraba en muy mal estado de
0,62 metros de anchura y 0,45 metros de altura máxima conservada6, construido conservación y se optó por practicar
con adobes crudos y apoyado a lo largo del muro UE 1085 y en parte del muro UE en esta zona un sondeo que permitiera
1019. conocer las anteriores fases de ocu-
pación del ambiente.

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Lámina 2.
Vista general del sector “B” en su zona
más occidental (Foto: Lorenzo Suárez
Escribano).

2.1.3. Ambiente n.º 3

De esta habitación se ha podido excavar una superficie de alrededor de 13,50 m2,


en la que se observa una conexión por el lado occidental de la misma con el espa-
cio n.º 4. En las unidades más superficiales de la misma han aparecido 2 monedas
legibles de Alfonso X, fechadas entre los años 1258 y 1265, de lo que se deduce la
ocupación medieval de la zona antes de la construcción de la muralla de Lorenzo
Possi del siglo XVII. No obstante, lo más importante de este ambiente es el hallazgo
de algunos fragmentos escultóricos que podrían corresponderse con una estatua
femenina de las muchas que habría en un conjunto termal como el que nos ocupa,
y la conservación del pavimento de la estancia realizado en opus signinum sobre
el que aparece, bajo uno de los fragmentos perteneciente a las bóvedas realizadas
en opus caementicium (UE 1225), un fragmento de placa de mármol de grandes
dimensiones con epigrafía monumental (n.º de inventario A-CAR-8-12/11/1106-
250-1 y 2)7 (lám. 3).

Este ambiente se delimita por el sur, mediante un muro (la UE 1019), que presenta
una longitud conservada en dirección este-oeste de 13,30 metros, una anchura de
0,94 metros y una altura de 2,15 metros. Por su parte, el norte lo cierra el muro UE
1089, que tiene una longitud este-oeste de alrededor 2,84 metros conservados,
una anchura 1,48 metros y una altura de al menos 2,74 metros (lám.4).

En el rincón noreste de este espacio se practicó un sondeo previendo la posibilidad


de encontrar un praefurnium (UE 1121), hallazgo que se confirmó al adentrarnos
unos 30 centímetros hacia el este, junto al muro UE 1089. Las dimensiones con-
servadas del mismo, sin haber podido completar su excavación, alcanzan una an-
chura de 0,35 metros y una altura de 1,14 metros.

La cronología de este espacio, al igual que la de todos los espacios relacionados


con el conjunto termal sería de época de Augusto.

2.1.4. Ambiente n.º 4


7 Los epígrafes encontrados en este ya-
cimiento se encuentran actualmente
en fase de estudio y de publicación La habitación n.º 4, construida en época Augustea, no está excavada completa-
por quien firma este trabajo. mente por lo que solo se pueden apreciar 3,70 m2 aproximadamente de superficie

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Lámina 3.
Situación y detalle de la placa hallada
(Fotos: Lorenzo Suárez Escribano).

Lámina 4.
Detalle de la zona norte del sector “B”
(espacios 3, 4 y 5), donde se puede
apreciar la altura conservada del muro
UE 1089 (Foto: Lorenzo Suárez Escri-
bano).

y su función es difícil de concretar. En este reducido espacio, se encuentra parte


de una gran bóveda construida en opus caementicium que se introduce en el perfil
occidental de la excavación, así como la salida de una canalización con dirección
este-oeste, que sigue, probablemente, por debajo del suelo UE 1114 del espacio
n.º 3, y que podría haber sido utilizada para la evacuación de aguas de la zona del
hipocausto.

2.1.5. Ambiente n.º 5

Al igual que el n.º 3, parece tener continuidad en los sectores A y B8. Aunque en
este último no se ha podido llegar a excavar completamente, parece que se trata
del hypocaustum de una de las salas calientes del conjunto termal. La parte que
se encuentra en el sector A sí se ha podido excavar hasta el pavimento inferior de
la sala, donde se apoyan las pilae, sin embargo, en cuanto a la extensión del am-
biente solo conservamos alrededor de 15 m2 de un posible total de 108,56 m2 que
calculamos podría llegar a alcanzar una sala como esta (vid., Fernández y García, 8 Este espacio se ha denominado igual
2000). Dicha superficie sería posible si tenemos en cuenta que lo que nos queda en ambos sectores de la excavación.

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conservado de dicho espacio mide alrededor de 11,80 metros de longitud este-


oeste (longitud de las UUEE 1089 y 1064, cierre sur) y aproximadamente alrededor
de 9,20 metros de anchura norte-sur. Asimismo, la localización en su extremo orien-
tal de un posible alveus de 1,85 metros de anchura por 6,90 metros de longitud
norte-sur, conforma una superficie total del ambiente de alrededor de 121,36 m2
(lám. 5).

En el interior del hipocausto se han podido distinguir hasta 12 pilae (UE 1111) for-
madas por ladrillos superpuestos trabados con mortero de cal y arena, así como la
impronta de una de ellas. Del total de pilae conservadas, siete están formadas por
ladrillos circulares de alrededor de 30 centímetros de diámetro y cinco lo están por
ladrillos rectangulares9, siendo significativo que estas últimas se encuentran en la
zona más oriental del ambiente, donde también se han encontrado fragmentos de
opus signinum con media caña. El muro UE 1200 también serviría de apoyo al pa-
vimento y a estas pilae, sobre este muro se conservan restos in situ de este tipo de
suelo que hacen pensar en la posibilidad de que se trate de parte de los restos de
la piscina o alveus del caldarium que estaría situada en esta zona. Asimismo, en
su sector más occidental, también aparecen restos de opus signinum (UE 1110)
que formarían parte, en esta ocasión, de la suspensura del hipocausto. Gracias al
hallazgo de ambos pavimentos, podemos saber que la altura interior del hipocausto
es de alrededor de 0,90 metros, situándose el pavimento superior a 4,50 metros
sobre el nivel del mar aproximadamente. Es de destacar el muro UE 1063 situado
en la esquina sureste de este ambiente ya que tiene alrededor 2,66 metros de an-
chura norte-sur y 3,40 metros este-oeste, enlaza con los muros UUEE 1049-50-
64-65 y 1137, y probablemente sirve de apoyo a la bóveda dándole más resistencia
(lám. 6).

2.1.6. Ambiente n.º 14

Construido en época altoimperial, tiene alrededor de 22 m2 pero no conocemos su


acceso ya que está sin terminar de excavar. Se ha podido conservar in situ parte

Lámina 5.
Vista general del hipocausto (ambiente
n.º 5) (Foto: Lorenzo Suárez Escribano).

9 Estas pilae están conformando apo-


yos que oscilan entre 0,35 metros por
0,30 metros y 0,60 metros por 0,30
metros.

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Lámina 6.
Detalle de las pilae y de la suspensura
del hipocausto (Foto: Lorenzo Suárez
Escribano).

de la decoración de pintura parietal del muro UE 1084 y del muro UE 1019, que es
la misma que sigue recubriendo el interior de la estancia como puede apreciarse
en el ángulo noroeste de la misma. Es de destacar el derrumbe (UE 1204) de varias
placas con decoración pictórica, algunas de ellas de gran tamaño y buen estado
de conservación, probablemente perteneciente al piso superior (lám. 7). Estas pin-
turas se corresponden con el estilo denominado como “provincial”, que se desarrolla
en todo el Imperio entre la segunda mitad del siglo I d.C. y la primera mitad del
siglo II d.C., como también constatamos en otros ejemplos de la ciudad (Fernández
Díaz, 2008; Guiral, Fernández y Cánovas, 2011); no obstante, por los elementos
decorativos presentes en los candelabros de los interpaneles y por la calidad de
dichas pinturas, nos inclinaríamos hacia una cronología de época Trajano-Adrianea.

2.1.7. Ambiente n.º 15

Este espacio configurado en época altoimperial, aunque sin terminar de excavar,


conserva alrededor de 8,80 metros de longitud este-oeste y una anchura conser-
vada norte-sur de 2,53 metros, por tanto una superficie de 22 m2. Parece tratarse
de un patio o espacio abierto, en cuyo extremo más oriental se puede apreciar
parte de una canalización de 2,86 metros de longitud máxima conservada, que pa-
rece comenzar en el espacio n.º 16.

2.1.8. Ambiente n.º 16

Esta habitación podría pertenecer al primer momento de construcción del conjunto


termal, probablemente a época Augustea, no obstante solo conocemos el ángulo
suroeste ya que el resto se introduce por debajo de la cimentación de la muralla de
Lorenzo Possi (UE 1026) y dificulta mucho conocer su forma, extensión y su fun-
ción. Conserva el pavimento de opus signinum (UE 1210) en condiciones más o
menos buenas, y sobre este pavimento hemos de destacar la presencia de lo que
podría ser parte de una pileta de ladrillo trabada con mortero.

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Hallazgo de un nuevo edificio público en Carthago Nova: las termas del foro • Lorenzo Suárez Escribano

Lámina 7.
Vista general del sector “B” en su zona
más oriental y detalle del derrumbe de
pintura del ambiente n.º 14 (Fotos: Lo-
renzo Suárez Escribano).

2.2. Sector A

2.2.1. Ambiente n.º 6

De época Augustea, esta habitación tiene forma rectangular de la que solo se pue-
den apreciar 7,50 m2. En su pavimento (UE 1020), similar al del espacio n.º 3, se
puede apreciar una reparación de época posterior (UE 1119), y en su ángulo noreste
se conserva una pila de tres ladrillos superpuestos que podría haber sido utilizada
para la nivelación del pavimento tras el hundimiento del mismo y la posterior repa-
ración, ya que tiene una cota similar a este. Asimismo, al igual que sucedió en el
ambiente n.º 3, y dadas las dimensiones de los restos, parece posible la existencia
de otro praefurnium (UE 1217). Esta hipótesis se confirmó con la presencia de un
vano que, sin terminar de excavar, presenta 0,39 metros de anchura y 0,92 metros
de altura, posiblemente un horno que, a diferencia del de la UE 1121, tiene la im-
pronta de lo que podría ser un alargamiento de la longitud del mismo con la finalidad
de poder ofrecer un mayor poder calorífico (lám. 8).

En definitiva, los ambientes n.º 3 y n.º 6 conformarían un único de alrededor de 11


metros de longitud este-oeste por 3,95 metros de anchura, es decir, aproximada-
mente 43,50 m2, que podrían suponer la sala de trabajo de los hornos en la que
también se acumulaba leña, carbón, etc. para el abastecimiento de los mismos. La
estancia también conserva parte de un vano de hasta 0,70 metros de anchura y
que, aunque cortado por un aljibe, la comunica con el espacio n.º 7.

2.2.2. Ambiente n.º 7

De época Augustea, esta habitación también presenta un vano hacia el sur de 0,60
metros y de acceso al espacio n.º 11, que también es cortado por el mismo aljibe
que el del espacio n.º 6. Su extensión es de alrededor de 9 m2, y su pavimento se
encuentra en pésimo estado de conservación, pero parece ser continuación del
pavimento de los espacios n.º 3 y 6.

2.2.3. Ambiente n.º 8

Construido también en época Augustea y situado en el ángulo noreste del sector


A, esta habitación está sin terminar de excavar al quedarse casi en su totalidad de-

MAM Verdolay n.º 13 (2011) - ISSN: 1130-9776 Pág. 113-125


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Hallazgo de un nuevo edificio público en Carthago Nova: las termas del foro • Lorenzo Suárez Escribano

Lámina 8.
Vista general del sector “A” visto desde
el norte y desde el sureste (Fotos: Lo-
renzo Suárez Escribano).

bajo del perfil norte y este de dicho sector. Desconocemos si entre este espacio,
el n.º 5 o caldarium y el n.º 9 habría comunicación, pues solo conservamos la es-
quina suroeste del mismo, en la que se aprecian 0,50 m2 de un pavimento no muy
bien conservado, realizado con mortero de cal y arena sobre una capa de rudus;
sin embargo, su función sí podría estar relacionada con el conjunto termal.

2.2.4. Ambiente n.º 9

Correspondiente a la misma época que el anteriormente descrito, se encuentra al


sur del n.º 8, tiene alrededor de 3,18 m2 excavados y desconocemos si habría co-
municación entre los ambientes 8, 9 y 10. De este ambiente conservamos la mayor
parte de su pavimento que, aunque su superficie no se encuentra en buen estado,
sabemos que está realizado con mortero de cal y arena sobre una capa de rudus
hecha con piedras de pequeño tamaño y mortero.

2.2.5. Ambiente n.º 10

Esta habitación, anterior a la construcción de la muralla, al igual que los ambientes


11 y parte del 7, está muy arrasada ya desde época antigua por lo que descono-
cemos su función; no obstante, parece haber tenido una pavimentación hecha con
tierra muy arcillosa mezclada con láguena (UE 1143 similar a UE 1141 del espacio
n.º 11) a fines de época altoimperial. Este pavimento cubre la cimentación (UE 1146)
de un muro con dirección este-oeste y de 2,13 metros de longitud conservada (se
introduce en el perfil este del sector A), situado en la zona sur y realizado con gran-
des sillares de arenisca de 1,05 metros de anchura, material y técnica constructiva
que nos podría llevar a época Augustea, aunque hacia finales de época altoimperial
o bajoimperial sabemos que sufre una remodelación.

2.2.6. Ambiente n.º 11

Se encuentra en la zona centro-occidental del sector A, y al igual que parte del am-
biente n.º 10, se encuentra muy arrasado, especialmente en su zona sur. Está sin
terminar de excavar por este mismo motivo, pudiéndosele estimar una longitud
norte-sur de 4,28 metros y una anchura este-oeste de 5,15 metros. Asimismo, si
pensamos que su cierre occidental es el mismo que el cierre oriental del espacio
n.º 14, podríamos estar ante una superficie de alrededor de 22 m2.

Esta habitación podría estar comunicada con el espacio n.º 16 y, probablemente,


también con el espacio n.º 14, teniendo la misma cota de suelos que los ambientes
n.º 6, 7 y 11. A partir del vano que comunica los espacios 7 y 11, se utiliza también
un estrato (UE 1141) para nivelar y pavimentar, similar al utilizado en el espacio n.º
10 (UE 1143). Se encuentra acabado mediante una capa de mortero fina y, al igual

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Hallazgo de un nuevo edificio público en Carthago Nova: las termas del foro • Lorenzo Suárez Escribano

que en el ambiente n.º 10, también cubre una cimentación realizada principalmente
por bloques de arenisca (UUEE 1139-1186).

En el ángulo noreste de este ambiente se ha podido excavar un derrumbe de pin-


tura mural (UE 1132) del que se han podido recuperar varias placas de buen tamaño
y calidad, probablemente perteneciente a una zona superior o al techo, como se
interpreta por el sistema decorativo que presenta basado en un esquema de círcu-
los secantes (Fernández Díaz et alii, 2011). Asimismo, por debajo de este derrumbe
hemos encontrado parte de una placa de mármol con inscripción monumental (n.º
de inventario A-CAR-8-12/11/1132-250-1).

2.2.7. Ambiente n.º 12

Este espacio que puede fecharse en época altoimperial, se encuentra en la zona


sur del sector A y tuvo que apuntalarse tras la interrupción de la intervención ar-
queológica en el año 2009. Ello, unido al pequeño espacio disponible provocó que
no se terminara de excavar imposibilitándonos conocer el uso o la función a la que
estaba destinado; únicamente podemos concretar que el primero de sus pavimen-
tos tiene una cota de alrededor de 3,50 metros sobre el nivel del mar, más o menos
similar a la de los suelos de los espacios 11, 7 y 6.

2.2.8. Ambiente n.º 13

En este ambiente, a pesar de no haber podido terminarlo de excavar, se han podido


distinguir dos pavimentos: el original, hecho con una capa de argamasa blanca de

Figura 2.
Restitución hipotética del conjunto ter-
mal teniendo en cuenta los tramos de
calzadas de época romana existentes
en sus alrededores, de los edificios pú-
blicos en época altoimperial, y de la lo-
calización del descubrimiento de la
escultura “joven con clámide” (Restitu-
ción y digitalización: Lorenzo Suárez Es-
cribano).

MAM Verdolay n.º 13 (2011) - ISSN: 1130-9776 Pág. 113-125


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Hallazgo de un nuevo edificio público en Carthago Nova: las termas del foro • Lorenzo Suárez Escribano

alrededor de 1 centímetro de grosor, y un segundo pavimento de opus signinum


del que solo quedan los restos que se apoyan en los muros UUEE 1046 y 1149.
Las cotas de estos suelos son más elevadas que en la estancia n.º 12 (3,82 y 4,01
metros sobre el nivel del mar) y, al igual desconocemos su función. La cronología
de este espacio parece ser de época altoimperial.

3. VALORACIONES FINALES

De la intervención arqueológica realizada, hemos de destacar por encima de todo


el descubrimiento de parte de un gran complejo termal que, por su ubicación en la
trama urbana, en el lateral este del foro y encajado entre dos importanes edificios
públicos como son la curia al norte y la sede de los Augustales al sur, podría tratarse
con toda seguridad de las grandes termas del foro de Carthago Nova10, con unas
dimensiones estimadas de alrededor de 3.400 m2.

La identificación de estos restos con las termas del foro nos la proporciona también
un antiguo descubrimiento, el de la escultura del joven muchacho ataviado con clá-
mide, aparecida en la esquina formada entre la calle Arco de la Caridad y la calle
de la Caridad (Beltrán, 1948, Noguera, 2001), un tipo escultórico asociado normal-
mente a espacios abiertos como patios y peristilos, y por qué no, a palestras como
podría ser la que tendrían estas termas (fig. 2).

La importancia de este complejo, la técnica constructiva y los materiales utilizados


en su ejecución, así como la construcción de otros edificios tras la renovación au-
gustea de Carthago Nova, nos conduce a pensar que el edificio pudo erigirse a ini-
cios del siglo I d.C. Asimismo, el hallazgo de una moneda de época algo posterior,
concretamente de Calígula, nos indica la importancia de la ciudad todavía en estos
momentos, pues en Hispania, durante el mandato de este emperador, se reduce
considerablemente el número de cecas en funcionamiento (Llorens Forcada,
1994)11.

10 Hasta ahora solo conocíamos las ter-


mas de la calle Honda, véase para lo
cual Ramallo, 1989-1990, p. 161-
177.
11 Junto a Carthago Nova, durante este
mandato, solo se encuentran en fun-
cionamiento otros siete talleres situa-
dos en la Tarraconense, y a partir de
este momento, se deja de emitir aquí.

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Hallazgo de un nuevo edificio público en Carthago Nova: las termas del foro • Lorenzo Suárez Escribano

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La frontera entre
visigodos y bizantinos en
el Parque Regional de
El Valle (ciudad de Murcia)

Juan Francisco Jordán Montes*


José Antonio Molina Gómez**
José Antonio Zapata Parra***

RESUMEN ABSTRACT
Propecciones arqueológicas en el Parque Regional de El Valle Archaeological prospections in “Parque Regional del Valle”, in
(Murcia) han proporcionado nuevos e interesantes datos sobre Murcia, has revealed new and interesting information on estab-
establecimientos de control del territorio en la frontera entre vi- lishments of control of the territory in the border in the Late an-
sigodos y bizantinos. Se han descubierto nuevos yacimientos y tiquity. There are new sites and of other already known sites there
se han estudiado con mayor profundidad otros enclaves ya co- is now more information.
nocidos.

PALABRAS CLAVE KEY WORDS


Prospecciones arqueológicas, Parque Regional del Valle, Murcia, Archaeological prospections, Murcia, site, border, Late antiquity.
yacimiento, frontera, Antigüedad tardía, visigodos, bizantinos.

* [email protected]
** [email protected]
*** [email protected]

Verdolay n.º 13 (2011) - ISSN: 1130-9776 Pág. 127-142


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La frontera entre visigodos y bizantinos en el Parque Regional de El Valle • Juan Francisco Jordán Montes / José Antonio Molina Gómez / José Antonio Zapata Parra

PRELIMINAR

Las antiguas Jornadas de Arqueología Espacial celebradas en Teruel en 1987 y or-


ganizadas por el Seminario de Arqueología y Etnología Turolense, junto a las Jor-
nadas de Arqueología Espacial Fronteras, reunidas por la misma institución y en la
misma ciudad en 1989, consolidaron y forjaron en España la necesidad de esta-
blecer campañas de prospecciones sistemáticas en un territorio para fundamentar
las excavaciones de los yacimientos. En esa línea hemos de reconocer que la Junta
de Comunidades de Castilla La Mancha y la Comunidad Autónoma de la Región
de Murcia financiaron en los años noventa cartas arqueológicas en su territorio, en
las que participamos. Este trabajo es continuación de aquellas primeras prospec-
ciones.

1. INTRODUCCIÓN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA: LO QUE SABÍAMOS


HASTA AHORA

Este trabajo es el producto de un esfuerzo triple: de interpretación histórica, de


prospección arqueológica y, finalmente, del análisis o revisión del material arqueo-
lógico recogido. El territorio cuyo estudio hemos emprendido ha sido la cordillera
sur de Murcia, coincidente con el Parque Regional del Valle, perteneciente a la ciu-
dad de Murcia, desde el puerto del Garruchal al este, hasta el puerto de la Cadena
al oeste, quedando en medio la Cresta del Gallo. Cuando comenzamos, pensába-
mos que estaba ya todo explorado meticulosamente; sin embargo, pronto surgieron
enormes sorpresas, ya que las excavaciones de yacimientos emblemáticos como
el Cabecico del Tesoro en Verdolay, el poblado de Santa Catalina del Monte, el san-
tuario ibérico de La Luz, así como el estudio de los castillos de origen islámico re-
alizados en los años 90 del pasado siglo, habían arrojado la falsa imagen de que la
montaña no escondía ningún secreto más.

Hasta el día de hoy se conocían en dicha cordillera o sierra, por la comunidad cien-
tífica, los siguientes yacimientos arqueológicos, todos ellos con un antecedente o
precedente de origen romano:

1. La basílica de Algezares (Mergelina, 1940-41; Schlunk, 1945; Schlunk y Haus-


child, 1978; Mergelina y Sánchez, 1982; Amante Sánchez, 1988 y 1993; Martínez
Rodríguez, 1988 y 1989; Ramallo, 1991; García Vidal, 1996 y 1998; González
Fernández, 1997; García Blánquez, 2006; Vizcaíno, 2007 y 2010). Acaso se trata
de la sede episcopal visigoda de la vieja Ello, ya que aparece asociada a un com-
plejo áulico. Está relacionada con el topónimo Ayuelo y que no debe confundirse
con Eio. Cayetano de Mergelina proponía que se trataba de una iglesia bizantina
de tres naves, ábside, pórtico, baptisterio para inmersión de los neófitos y can-
celas. Y sugería una cronología de los años de Recaredo: 587-602. Schlunk pen-
saba que se trataba de una iglesia visigoda. Los restos actuales están datados
en los siglos V-VI d.C.

2. Edificio porticado hallado en el entorno de la basílica de Algezares (Ramallo, Gar-


cía y Vizcaíno, 2008). Localizado a 130 metros de la basílica, el edificio presenta
una orientación similar a la misma, con cabecera al sureste y pies al noroeste,
así como las mismas técnicas constructivas. Los autores proponen un origen
constructivo en el siglo V d.C.

3. La villa y el mausoleo (“martyrium”) de La Alberca (Mergelina, 1947; Schlunk,


1947 y 1952; Hauschild, 1971; Mergelina y Sánchez, 1982; Martínez, 1988 y
1989; Molina, 2004; Nieto y Molina, 2006; Vizcaíno, 2007), del siglo IV d.C. Para
Mergelina se trata de una iglesia bizantina. Para Schlunk es un edificio martirial
paleocristiano, vinculado a una villa romana de grandes dimensiones, lo que evi-
dencia una cristianización intensa de los latifundistas del valle del Segura. Nieto
y Molina sugieren un santuario articulado en torno a un mártir.

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La frontera entre visigodos y bizantinos en el Parque Regional de El Valle • Juan Francisco Jordán Montes / José Antonio Molina Gómez / José Antonio Zapata Parra

Figura 1.
Localización de los yacimien-
tos conocidos (círculos azules)
hasta ahora en la cordillera sur.

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La frontera entre visigodos y bizantinos en el Parque Regional de El Valle • Juan Francisco Jordán Montes / José Antonio Molina Gómez / José Antonio Zapata Parra

4. El santuario Ibérico de la Luz, excavado y analizado por P. Lillo Carpio (Lillo, 1999
y 2007).

5. El castillo de Los Garres (Fernández, 1947 y 1953; Matilla, 1988 y 1997). Con un
recinto fortificado y acrópolis, conocemos la planimetría de esta última gracias
a los trabajos de Matilla Séiquer. Conserva restos de una muralla ciclópea de 70
metros de longitud. La cronología, según los materiales aportados por G. Matilla,
abarcaría desde el siglo II d.C. hasta el siglo VII, situando el final del emplaza-
miento hacia las campañas de Sisebuto y Suintila, a principios del siglo VII. Las
torres y murallas las fecha después del año 550 d.C., lo que facilita la hipótesis
de la ocupación bizantina.

6. El castillo de La Asomada (Manzano y Bernal, 1993; Murcia, 2000). Se inició su


construcción en la etapa de Ibn Mardanis, el denominado rey Lobo, en el siglo
XII. Garantizaba el control del puerto de la Cadena y el tránsito desde la vega de
Murcia hacia puerto costero de Cartagena, y viceversa. Por allí los romanos tra-
zaron la vieja vía romana Cartagena-Complutum (Sillieres, 1982; Rabal, 1988).
La fortaleza quedó inconclusa por la invasión almohade. Se descubrieron cerá-
micas fechadas entre los años 530 y el 580 d.C. Por tanto es posible admitir una
posible guarnición bizantina.

7. El castillo de El Portazgo (Pozo, 1988). Está compuesto por dos recintos, uno
superior y otro inferior. Ambos realizados con tapial y con unas dimensiones de
31 por 23 metros y 40 por 60 metros, controlaban el ascenso y descenso del
puerto de la Cadena. En la zona se documentaron algunos fragmentos de cerá-
mica iberorromana y sigillatas altoimperiales.

8. El castillo del Verdolay (Mergelina, 1924; Nieto, 1943; Manzano, Bernal y Cala-
buig, 1991; Manzano, 1992; Navarro y Mateo, 1993; Manzano, 1997), con alca-
zaba y albacar. Para Manzano se trató de un Hisn o castillo de poblamiento. Para
este investigador, y basándose en el estudio de las cerámicas, Verdolay co-
mienza a declinar cuando la huerta y ciudad de Murcia empiezan a destacar a
partir de los siglos XI y XII. Para Manzano se localizaría aquí la ciudad de Ello,
destruida por Abderramán II a principios del IX (año 825). Esta idea ya fue ex-
puesta previamente por Gómez Moreno.

9. El castillo de Tabala (Manzano y Bernal, 1995). Permitía el control y tránsito del


puerto de San Pedro. Una vía romana de Murcia a Orihuela y de Cartagena a
Orihuela, discurría por aquel paso. Se observan torres y aljibes. La ccronología
abarca los siglos XI-XII. Los investigadores detectaron un precedente en la ocu-
pación durante la Antigüedad tardía.

2. LAS PROSPECCIONES MÁS INTENSAS NOS FACILITAN NUEVOS HALLAZ-


GOS: LO QUE EMPEZAMOS A DESCUBRIR

Nuestra primera sorpresa se produjo cuando Ángel Riquelme, director del Museo
de la Huerta (Alcantarilla), nos indicó un día que conocía la existencia de algunos
petroglifos en el citado Parque Regional del Valle. Merece la pena mencionar esto
aun cuando no sea el período objeto de nuestra atención, porque destaca la nece-
sidad ineludible de realizar prospecciones serias y organizadas en territorios apa-
rentemente muy investigados y recorridos. En efecto, hasta el momento han
aparecido hasta cuatro estaciones de insculturas: Cabezo Pascual, El Cerillar, El
Cañejar y Los Teatinos. Todas han sido publicadas ya en la revista Verdolay (Jordán
et alii, 2009).

Alertados por tanto por estos hallazgos inéditos, comenzamos a sospechar que
los 6 kilómetros de distancia que separaban las estaciones de arte rupestre de
nuestra ciudad de Murcia, debían ser 6.000 para otras instituciones, por lo que ini-
ciamos una serie de prospecciones de tanteo para ver hasta qué punto todo estaba
descubierto o había posibilidad de realizar nuevas aportaciones, pese a la esforzada

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La frontera entre visigodos y bizantinos en el Parque Regional de El Valle • Juan Francisco Jordán Montes / José Antonio Molina Gómez / José Antonio Zapata Parra

Figura 2.
Planimetrías de los yacimientos arqueo-
lógicos conocidos hasta ahora.

labor de prospectores anteriores que han frecuentado el espacio geográfico de la


cordillera sur. Nos referimos a los trabajos de Matilla en Los Garres o a los de Man-
zano en los asentamientos y fortificaciones musulmanas, por caso. Nuestro trabajo
continúa el de ellos y de ellos somos deudores.

La segunda sorpresa se produjo cuando apareció de súbito una ciudadela fortifi-


cada, la que hemos denominado Los Teatinos-1, que al principio consideramos el
típico asentamiento argárico. Sin embargo, el material cerámico hallado y los restos
de fortificación, con una compleja distribución de las torres y de las murallas, indi-
caba que allí había obrado y actuado un ingeniero militar de los siglos V y VI d.C.

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Figura 3.
Localización de los nuevos yaci-
mientos (círculos rojos) hallados
en la cordillera sur.

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Figura 4.
Planimetría de la ciudadela de
Los Teatinos-1.

Tras levantar el plano, acudimos al castillo de Los Garres, para comparar los siste-
mas defensivos, documentando en este yacimiento nuevas defensas hasta ahora
desconocidas, formadas por cuatro torres y varios lienzos que formaban un recinto
fortificado que conducía hasta la acrópolis superior, que había sido estudiada y pu-
blicada por Matilla en 1988. Estábamos convencidos de que estaba todo por hacer.
Por ello, durante todo un año, emprendimos una serie de prospecciones exhausti-
vas desde el puerto de San Pedro y el castillo de Tabala, hasta el puerto de La Ca-
dena y el castillo de La Asomada. El resultado se resume en las siguientes
aportaciones inéditas de yacimientos:

1. Los Teatinos-1, se trata de una ciudadela con cuatro torres, una muralla defensiva
de 25 metros de longitud y otra de 40 metros, formando 3.000 m2 de superficie ha-
bitable. El emplazamiento controlaba la agricultura y la ganadería situadas en el
paisaje de las navetas o planicies de la montaña superior, cuyo acceso se realizaba
por senderos a veces tallados en la roca. Los materiales cerámicos documentados
corresponden a cerámica fina de mesa, representada por el fragmento de una
forma abierta de mesa elaborada en sigillata africana D. La mayoría de fragmentos
recuperados son de cerámica común romana como el asa de una jarra y el pie anu-
lar de una forma abierta de mesa. Entre la cerámica de cocina hay que destacar el
borde vertical de una olla globular elaborada a mano asimilable a la forma M6 de
Gutiérrez. La cronología abarca del siglo V al VII d.C.

2. Reestudio del castillo de Los Garres, bien conocido por el estudio de Matilla, las
prospecciones realizadas en él por nosotros nos han permitido hallar un recinto
fortificado previo a lo que denominamos acrópolis, que es lo que hasta ahora se
conocía a nivel planimétrico (ver fig. 2-5). Dicho recinto presenta cuatro torres de
base cuadrada y dos lienzos de muralla de mampostería, de unos 50 metros de
longitud cada una, al que se accedía mediante una entrada en codo donde se en-
contraba el cuerpo de guardia. Los materiales cerámicos documentados por nos-
otros son los siguientes: la cerámica fina de mesa está representada por fragmentos
de platos elaborados en sigillata africana D como la forma 104 de Hayes. Entre la
cerámica común romana predominan las formas cerradas pero también se ha re-
cuperado el borde de un cuenco asimilable al tipo 21.5 de Vegas/Vila-roma 6.150.
La cocina se compone de fragmentos de ollas globulares elaboradas a torno y co-
cidas en atmósfera oxidante asimilables a la forma T6 de Gutiérrez. Por lo tanto, la
cronología propuesta abarca los siglos V-VI y principios del VII d.C.

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Figura 5.
Planimetría actualizada del castillo de
Los Garres.

Figura 6.
Planta de la torre documentada en el
Puntarrón Grande.

Figura 7.
Planta de la torre documentada en el
Cabezo del Palomar-1.

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Lámina 1.
Detalles de los restos de estructuras
documentadas en las prospecciones re-
alizadas.

3. El puerto del Garruchal. Se trata de un yacimiento sin fortificación, de 1.000 m2,


que controlaba visualmente la salida del puerto del mismo nombre, que unía la
huerta y vega de Murcia con el Campo de Cartagena. El material cerámico docu-
mentado está compuesto por cerámica fina de mesa representada por fragmentos
de formas abiertas elaboradas en sigillata africana D (tipos 91 A-B y 99). Entre los
fragmentos de cerámica común se ha recuperado el borde reentrante de una olla
de almacenamiento de borde reentrante asimilable al tipo 3 de Vegas. La cerámica
de cocina se compone de fragmentos de ollas globulares de borde inclinado al ex-
terior asimilables al tipo 2 de Láiz y Ruiz. La cronología propuesta abarca los siglos
IV al VII d.C.

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4. Puntarrón Grande (Bellón y Martínez, 1996). Atalaya de observación del Garruchal


formada por una torre de 11 por 5 metros, con posible enclave de ocupación muy
reducido correspondiente a época visigoda y emiral.

5. El Cabezo del Palomar-1, con una torre de vigilancia de 4,50 metros de lado formada
por gruesos muros de mampostería trabada en seco y un espacio doméstico de apro-
ximadamente 1.000 m2. Sirvió de apoyo estratégico y visual al asentamiento y castillo
de Verdolay, así como de control de la pequeña naveta situada al este del propio yaci-
miento. Los materiales cerámicos recogidos nos dan una fecha de mediados del siglo
VI d.C., entre los que destaca un borde de olla globular con la forma IIb de Gutiérrez.

Así mismo, hemos hallado otros yacimientos en la zona que corresponden a etapas
de la prehistoria y posiblemente de época tardoantigua y que están en proceso de
estudio:

6. Los Teatinos-2, asentamiento muy arrasado, probablemente tardoantiguo.

7. El Guaraño, asentamiento posiblemente tardoantiguo.

8. Umbría de los Lages, asentamiento muy desmantelado de la Edad del Cobre y


del Bronce.

9. El Cabezo del Palomar-2, restos de construcciones y cerámicas propias de la


Edad del Bronce.

3. LA HISTORIA “LOCAL” Y SU INSERCIÓN EN LA HISTORIA GENERAL: CON-


CLUSIONES Y RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA

Creemos que la imagen de la Antigüedad tardía ha sido sustancialmente comple-


tada después de realizadas las prospecciones que aquí hemos ofrecido y de las
investigaciones que acabamos de referir. Aún siendo todavía muy pronto para es-
tablecer conclusiones definitivas, sí podemos observar que la nota dominante es
la fortificación en espacios de bosque y monte, jalonando la cordillera sur de la ciu-
dad y vega de Murcia. Las sorprendentes dimensiones de la fortaleza de los Garres,
así como el material asociado a ella, y la naturaleza fortificada de los demás em-
plazamientos tardoantiguos que hemos localizado, nos retrotrae al momento de
fricción entre bizantinos y visigodos.

Los estudios sobre las ciudades del Tolmo de Minateda (Abad y su serie de títulos;
Gutiérrez y su serie de títulos) y sobre Begastri (González y su serie, 1993, 1994),
manifiestan perfectamente ese mundo de frontera, de permeabilidad y de incerti-
dumbre que significó el medio siglo que discurre aproximadamente entre el 570 y
el 625 d.C., es decir, desde las campañas de Leovigildo en la Oróspeda hasta la
caída de Cartagena en manos de los visigodos con Suintila.

Nuestra hipótesis inicial es que nos encontraríamos ante emplazamientos avanza-


dos, dispersos por la cordillera sur cada cierto espacio, los pasos naturales (puerto
de San Pedro, del Garruchal y de La Asomada o Cadenas) que conducían a Carta-
gena y que eventualmente pudieron servir para defender las posiciones bizantinas
de la presión visigoda o albergar población local en momentos de inseguridad ante
la fluctuación de las fronteras entre visigodos y bizantinos. Probablemente la pre-
sión visigoda se hizo muy palpable desde la campaña de Leovigildo en la Oróspeda,
en el último cuarto del siglo VI, y la incorporación de los obispados de Begastri y
Ello a la órbita visigoda, así como con la posterior presión de Recaredo y Sisebuto
(conquista de Málaga en el año 619) sobre los dominios bizantinos. Estas circuns-
tancias obligaron a fortificar las murallas de Cartagena con Comenciolo y proba-
blemente provocaría la necesidad de redoblar esfuerzos defensivos en las
ciudadelas y emplazamientos fortificados avanzados, tierra adentro y hacia el norte,
que protegían los pasos al mar. Como es posible apreciar en el mapa, hay una au-
téntica red defensiva formada por las ciudadelas de los Garres y Los Teatinos y

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Figura 8.
Localización de todos los yaci-
mientos y vías de comunicación en
la cordillera sur.

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otras fortificaciones o asentamientos menores. Sin perjuicio de que hayan sido ha-
bitadas y reempleadas por población mozárabe de repliegue en épocas posteriores,
todo anima a pensar que formaron parte de un sistema defensivo orquestado desde
la Cartagena bizantina.

Hemos de pensar que para los bizantinos resultaba vital mantener la paz con Persia,
cuyo rey Cosroes II es contemporáneo de Recaredo. En efecto, cada vez resultaba
más evidente la necesidad de concentrar recursos en Occidente. A finales del siglo
VI nuevos problemas surgen en los territorios occidentales, en particular la presión
de los longobardos en Italia. Las fronteras danubiana y balcánica amenazan con
hundirse. A lo largo de la década de los noventa, que coincide con la última década
de Recaredo, fueron de constantes enfrentamientos contra los avaros. También los
eslavos presionan los límites del Imperio bizantino, el Danubio y los Balcanes.
Dadas las circunstancias, Constantinopla intenta llegar a un entendimiento con la
corte de Austrasia, y pagan de hecho intervenciones militares contra los longobar-
dos. En medio de esta situación de alarma, constante también en España, la situa-
ción se vuelve complicada para Constantinopla. Ya hemos dicho que la presión
visigoda sobre territorio bizantino se remonta a Leovigildo. El monarca intenta una
política religiosa más fuerte (infructuosa dado su apego al arrianismo), y militar más
enérgica de más éxito frente al reino suevo (al que incorpora al reino visigodo), y
frente a los territorios de la Bética y los bizantinos. Como parte de esta política de
expansión hemos de entender la anexión de la Oróspeda a manos del rey. En este
momento, hacia el final del siglo VI, podrían haberse incorporado al reino visigodo
las ciudades de Begastri y Ello.

Leovigildo, además, se ve implicado en una lucha civil contra su hijo Hermenegildo,


que finalmente es ejecutado. Pero su esposa, la princesa franca (y católica) Ingunda,
que es hija de Sigeberto I y de Brunegilda/ Brunilda, hermana de Childeberto II,
consigue huir llevándose a su hijo Atanagildo. El pequeño es embarcado a toda
prisa hacia Constantinopla. Es un rehén valioso, emparentado con el rey de Aus-
trasia y nada menos que un posible heredero al trono visigodo. Cuando Recaredo
llega al poder, busca establecer relaciones con la corte franca, el propósito es ga-
rantizar la paz con los francos para asegurar la situación en la Narbonense. La tran-
quilidad en esta zona posibilita concentrar mayores energías frente a los bizantinos.
La frontera apenas había variado desde la renovatio de Justiniano (527-565). Re-
caredo opta al parecer por una política más agresiva y aumenta la presión sobre
los territorios bizantinos, lo que sin duda debió de provocar el aumento de los es-
fuerzos defensivos de los imperiales en torno a Cartagena.

Como vemos, la situación en todo el Occidente es complicada. El emperador Mau-


ricio abrió por ello dos nuevos exarcados: Ravena y Cartago. Pretendía con ellos
reforzar los interesantes imperiales en Occidente, objetivo que llevaba implícito el
control de las Baleares y del suereste peninsular frente al poder de Toledo. El Me-
diterráneo occidental bizantino y las imposiciones imperiales en la Península Ibérica
y las Baleares se vieron reforzadas. En medio de esta política de confrontación
hemos de entender la llegada a Spania de Comenciolo, quien fortifica Cartagena,
así como la ulterior querella por el nombramiento de Juan, obispo de Málaga.

En medio del marco general de finales del siglo VI, la frontera con los bizantinos en
la cordillera sur debió de sufrir, si no constantes envites sí la creciente presión visi-
goda que se haría insoportable en la primera mitad el siglo siguiente, el VII, bajo
Suintila. La gran fortificación de los Garres, cuyas auténticas dimensiones estamos
conociendo ahora, así como las demás ciudadelas más pequeñas, y a juzgar por el
estudio de los materiales cerámicos de procedencia norteafricana formarían parte
del sistema defensivo bizantino, y por tanto ilustrarían ese momento de la historia,
en que el fruto de la reconquista de Justiniano peligra por Occidente, pudiendo con
nuestra investigación poner los siglos “oscuros” de la historia de Murcia en una co-
nexión más esclarecedora con el resto de la historia del Mediterráneo occidental
para este período.

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La villa romana de
Los Cantos, Bullas.
Campañas de 2009 y 2010

Alfredo Porrúa Martínez*

RESUMEN ABSTRACT
La villa romana de Los Cantos se descubrió en marzo de 1867 The Roman Villa of Los Cantos was discovered in March 1867
como consecuencia de las excavaciones realizadas por Bernar- during the excavations undertaken by Bernardino García, the
dino García, vicario de Caravaca, en los terrenos propiedad de Vicar of Caravaca, on the land belonging to the Marchioness of
la marquesa de las Almenas, esposa del marqués de Corvera. Las Almenas, the wife of the Marquis of Corvera. Some of the
Algunos de los materiales hallados en el transcurso de estas in- materials found in the course of the excavations were donated
tervenciones fueron donados a la Real Academia de la Historia y to the Royal Academy of History while others went to form part
otros pasaron a colecciones particulares y desaparecieron. Sin of private collections and disappeared. However, at the end of
embargo, a finales del pasado siglo el Colectivo Local de Arqueo- the last century, the Local Archaeology Collective gathered some
logía reunió algunas de estas piezas y las depositó en el Museo of these pieces together and placed them in the care of the Bullas
del Vino de Bullas, que emprendió una serie de excavaciones Wine Museum, which started a number of systematic excava-
sistemáticas en dicho yacimiento durante los años 2009 y 2010. tions at the site during the years 2009-2010.

PALABRAS CLAVE KEY WORDS


Bullas, villa, excavaciones arqueológicas, Real Academia de la Bullas, villa, archaeological excavations, Royal Academy of His-
Historia, Museo del Vino. tory, Wine Museum.

* [email protected]

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La villa romana de Los Cantos, Bullas. Campañas de 2009 y 2010 • Alfredo Porrúa Martínez

1. UBICACIÓN DEL YACIMIENTO

La villa romana de Los Cantos se encuentra ubicada en el término municipal de


Bullas (Murcia), en la zona noroccidental de la Región de Murcia, y al sureste del
núcleo urbano. El acceso al yacimiento se produce desde la carretera local MU-
503 Bullas-Zarzadilla de Totana; en esta carretera, a la altura del kilómetro 1, hay
que desviarse por un carril no asfaltado en dirección este. A unos 500 metros apro-
ximadamente, se encuentra otro camino en dirección sur que desemboca directa-
mente en el lugar de destino. Esta situación se encuentra georreferenciada en el
mapa topográfico nacional de España, hoja 911-IV a escala 1:25.000, siendo sus
coordenadas UTM centrales 4211718 N y 618263 E. El área arqueológica se localiza
en la cima de un pequeño cerro ocupando una extensión aproximada de 10.000
metros cuadrados. Dicho cerro domina las pendientes de erosión que van descen-
diendo hacia las terrazas fluviales de la cuenca alta del río Mula, que discurre por
un valle encajado que se divisa desde el yacimiento.

2. CARACTERÍSTICAS GEOMORFOLÓGICAS DEL ÁREA ADYACENTE

El término de Bullas se encuentra englobado dentro de la zona Subbética externa,


y como tal, se ha formado a partir de materiales sedimentarios levantados por el
impulso alpino, la mayor parte de las veces plegados y algunas veces ligeramente
cabalgados. Esta zona no se ha visto afectada por fenómenos metamórficos ni por
vulcanismo relacionado con el propio plegamiento alpino1. Geomorfológicamente
se encuadra en las pendientes de erosión caracterizadas por la presencia de suelos
margosos que alternan con una potente costra caliza y litosoles arcillosos, carac-
terísticos de las terrazas fluviales de los ríos del noroeste de la Región. Dicha pen-
diente, con una inclinación de 5 a 7 grados, se inclina hacia el valle del río Mula de
manera uniforme, viéndose surcada por pequeños cauces y ramblizos, que drenan
la altiplanicie existente en las proximidades del núcleo urbano actual2. En cuanto a
su hidrogeología, Bullas está encuadrada en su mayor parte dentro del acuífero
Bullas-Coy, concretamente en la unidad de recarga del mismo, que abarca los mu-
nicipios de Bullas, Mula, Cehegín y Lorca. Se trata de un acuífero equilibrado, que
no está sobreexplotado, lo que se manifiesta en la gran cantidad de nacimientos
de agua presentes en el área inmediata al yacimiento3.

3. CAMPAÑAS ARQUEOLÓGICAS PREVIAS. HALLAZGOS CASUALES

El descubrimiento oficial de la villa romana de Los Cantos se produjo en marzo de


1867, como consecuencia de las excavaciones realizadas por Bernardino García,
vicario de Caravaca, en los terrenos propiedad de la marquesa de las Almenas, es-
posa del marqués de Corvera, si bien existían diversas referencias antiguas a la
existencia de la misma. Algunos de los materiales hallados en el transcurso de estas
intervenciones fueron donados a la Real Academia de la Historia; de hecho, en el
Gabinete de Antigüedades existen numerosos oficios y minutas relativos a tales
1 AZEMA, 1965; NEBBAD, 239; SANZ hallazgos. En uno de ellos se enumeran los restos descubiertos en la villa, en los
DE GALDEANO, 1990. siguientes términos:
2 LÓPEZ BERMÚDEZ, 1973; SUÁREZ,
1986.
3 En la zona de Los Cantos existía una “…un espacio cuadrangular revestido con argamasa hidráulica; restos constructi-
fuente hasta la década de los sesenta vos; camino romano; sepulturas; clavos de cabeza; sillares ciclópeos…”4.
del pasado siglo, momento en el que
se abrió un pozo secundario que secó
el nacimiento. En todo caso, los naci-
En el mismo sentido, se hace un inventario sucinto de los restos materiales exhumados:
mientos de agua son extremadamente
numerosos dentro del área de influen- “Fragmentos de mosaicos del Alto Imperio; objetos de barro cocido; fragmento de
cia del yacimiento y en las proximida- revestimiento de un muro pintado; dos conchas grandes unidas; tejas de forma
des del río Mula (DUPUY y NOVO,
1917).
curvilínea, fragmento de estatua de mármol blanco, una moneda de Nerón de
4 Aparece con la signatura CAMU/9/7963/10 bronce, varios fragmentos de cerámica saguntina; trozos de argamasa, sillares la-
(1) (GÓMEZ, 2001, p. 157). brados; numerosos fragmentos de vidrio”5.
5 Ibídem.

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La villa romana de Los Cantos, Bullas. Campañas de 2009 y 2010 • Alfredo Porrúa Martínez

Figura 1.
Localización del término municipal de
Bullas en la Región de Murcia.

Ante estos resultados, en 1868 se decidió proseguir la realización de excavaciones


y la intervención de la Comisión Provincial de Monumentos a través del arquitecto
Francisco Bolarín, descubriéndose un mosaico bícromo al que se suponía parte in-
tegrante de unas termas domésticas6.

Las conclusiones de estos trabajos fueron expuestas en un informe emitido el 16


de abril de 1869 al que seguirían numerosos escritos en los que se aconsejaba ro-
dear los restos exhumados de un muro y una cubierta que los protegiera. Sin em-
bargo, no se hizo gran cosa, pues Manuel González Simancas, al visitar el área
excavada en 1905 se refiere a estos mosaicos de forma tangencial mostrando poco
interés por el lugar:

“En Bullas, se conserva un dibujo de aquel mosaico que era de labor geométrica
de gusto decadente (fig. 98), alternando fajas contrapuestas de triángulos isósceles
con cruces griegas y pequeños rombos que encerraban cuadrados, todo labrado
con piedrecitas blancas y negras de mármol ordinario. El sr. Cura de Bullas, citado
ya en otro lugar, me regaló, además de los objetos arriba catalogados, un gran trozo
de mosaico de Los Cantos recogido por él en la misma habitación donde se en-
contró el otro y del cual tal vez formó parte en una cenefa que no aparece en la
copia mencionada. Su dibujo, con un vástago serpenteante, formado con teselas 6 Aparece con la signatura CAMU/9/7963/10
negras sobre fondo blanco, recuerda la labor de uno de los pavimentos bizantinos (9) (GÓMEZ, 2001, p. 159).

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La villa romana de Los Cantos, Bullas. Campañas de 2009 y 2010 • Alfredo Porrúa Martínez

Figura 2.
La villa romana de Los Cantos. Planta
general de las estructuras descubiertas
durante las campañas de excavación
que van de 1995 a 2009. (plano de AE-
ROGRAPH STUDIO).

7 GONZÁLEZ SIMANCAS, 1997, pp.


484-486.
8 Juan Bautista Molina Núñez fue pá-
rroco de Bullas entre 1902-1913. Una
breve semblanza del mismo y su
papel en el yacimiento de Los Cantos
en GUIRADO ESCÁMEZ, 2005, pp.
387-391.
9 El hallazgo de estas cuatro esculturas
que solo era conocido a través de de Cartagena (p. 163) y el resto de cenefa del que cubría las sepulturas en la cripta
testimonios orales fue recogido por de la Alberca”7.
Guirado Escámez, en el estudio ci-
tado en la nota anterior y se ha visto
recientemente confirmado por la
De esto se deduce que en 1905, el mosaico ya no se encontraba en el paraje de
mención que se hizo a su descubri- Los Cantos, sino que había sido desmontado y solo se conservaba un dibujo del
miento en la edición del diario inde- mismo y algunos fragmentos sueltos. Uno de ellos al menos, lo poseía el cura pá-
pendiente El Tiempo de 28 de rroco de Bullas, Juan Bautista Molina Núñez8, que ya había acompañado a Gonzá-
diciembre de 1909. Se menciona
aquí además la existencia de catorce
lez Simancas a otros parajes de interés similar en la comarca.
“balsas”, tres de ellas con pavimento
de mosaico, que podrían ser otras No era esta una casualidad; dicha pieza no había sido donada o adquirida a través
tantas habitaciones de la villa. Dicho de terceras personas, sino que este había dirigido entre 1905 y 1909 una serie de
artículo fue reproducido en facsímil
por Santiago Caballero Escribano en
excavaciones en Los Cantos, apareciendo restos de muros y numerosos elementos
el boletín de las fiestas patronales de arquitectónicos, junto con cuatro pequeñas esculturas de mármol que representa-
Bullas 2009, p. 62. ban a otros tantos kairoi o geniecillos estacionales, un altar doméstico, monedas y
10 Se trataría de una alegoría del otoño, todo tipo de artefactos9. Hasta hace poco, y dado que estos restos desaparecieron
de ahí que aparezca con un racimo
de uvas en la mano y un gazapo a
en circunstancias poco conocidas, solo nos quedaban algunas fotografías de uno
sus pies. de los geniecillos mencionados, el conocido como Niño de las Uvas10.

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La villa romana de Los Cantos, Bullas. Campañas de 2009 y 2010 • Alfredo Porrúa Martínez

Lámina 1.
Vista aérea del yacimiento de la villa ro-
mana de los Cantos con el valle del río
Mula y la sierra de Lavia al fondo (foto
de AEROGRAPH STUDIO).

11 Fidel Fita Colomé (Arenys de Mar,


1835-Madrid, 1918) fue un arqueó-
logo y epigrafista español. Miembro
de la Compañía de Jesús, ingresó en
la Real Academia de la Historia en
1877, dirigiendo el boletín de la
misma a partir de 1883. A la muerte
de Marcelino Menéndez Pelayo, fue
nombrado director de la Academia,
cargo que desempeñó hasta su falle-
cimiento. Cf. Abascal Palazón, J.M,
Sin embargo, se han descubierto recientemente, ciertas cartas que dirigió al epi- Fidel Fita. Su legado documental en
grafista Fidel Fita11, miembro de la Real Academia de la Historia y director del bo- la Real Academia de la Historia, Ma-
letín de la RAH, en las que le detallaba sus hallazgos, acompañándolos de un drid, 1999.
croquis a escala realizado por un agrimensor y una serie de fotografías de un mo- 12 Una breve semblanza de los materia-
les que fueron recuperados por este
saico y del grupo escultórico de los kairoi aquí mencionados. Durante la guerra civil colectivo en García Caballero, J.L.,
se tiene constancia de nuevas actuaciones en la villa de Los Cantos a través del Base de datos de piezas arqueológi-
recurso a las bolsas de trabajo que pretendían paliar el paro y la escasez de jorna- cas del municipio de Bullas, Trabajo
les, pero estas noticias son muy fragmentarias y no van acompañadas de descrip- de fin de carrera de la Escuela Uni-
versitaria de Biblioteconomía y Docu-
ción alguna. El yacimiento permanecerá en el olvido por muchos años, siendo mentación, Murcia, 1995, inédito.
rescatado por la voluntad decidida de los miembros del Colectivo Local de Arqueo- Agradezco, tanto a su autor, como a
logía de Bullas, que prospectaron la zona repetidas veces y convencieron a la Ad- los miembros del colectivo el ha-
ministración local y regional de la importancia de este enclave12. Por fin, estos berme facilitado su lectura.

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La villa romana de Los Cantos, Bullas. Campañas de 2009 y 2010 • Alfredo Porrúa Martínez

Lámina 2.
Juan Bautista Molina Núñez, cura pá-
rroco de Bullas.

esfuerzos cristalizaron en el comienzo de una serie de campañas sistemáticas de


excavación, dirigidas por Manuel Campuzano López, entre los años 1995-199713.

Dichas campañas sugerían la existencia de un conjunto edilicio de grandes dimen-


siones, una villa de bloque simple con un enorme patio central que se abría a una
extensa área de almacenes en su ala oeste. Del registro material obtenido durante
las excavaciones parecía deducirse que la villa había sido fundada en torno al 41-
68 d.C., permaneciendo habitada hasta finales del siglo II d.C., momento en el que
es abandonada y se inicia otra fase de ocupación residual de las ruinas de la misma
que llega hasta finales del siglo III14.

La importancia del conjunto descubierto supuso un cambio en la estrategia a seguir


para la conservación y puesta en valor del yacimiento, pues la Corporación muni-
cipal decidió adquirirlo y proceder a su vallado y acondicionamiento. Dicha decisión
trajo consigo un largo proceso administrativo que culminó en 2009, con el reinicio
de excavaciones arqueológicas en la villa de Los Cantos, previa apertura de un ca-
rril de comunicación de 300 metros que unía el yacimiento con la carretera comarcal
MU-503 Bullas-Zarzadilla de Totana.

4. PLANTEAMIENTO DE LOS TRABAJOS. OBJETIVOS GENERALES DE LA


CAMPAÑA DE ABRIL-JULIO DE 2009

Durante los meses de abril, mayo, junio y julio de 2009 se realizó una intervención ar-
queológica en el yacimiento de la villa de Los Cantos por parte de la empresa Ligia, Co-
municación y Tecnología S.L. A tal fin se le concedió permiso de excavación a Alfredo
Porrúa Martínez con fecha de 2 de abril de 2009 (número de expediente: 385/2009).
Dicha intervención se efectuó siguiendo dos directrices básicas: por una parte, se bus-
caba limpiar y delimitar las estructuras aparecidas en las campañas de 1994 y 1995 a
fin de establecer el estado de conservación de las mismas de cara a futuras campañas
de consolidación; por otra, se trataba de averiguar cuál era la disposición interna de las
habitaciones que debían encontrarse en el sector sur del praetorium al que se aludía en
las campañas anteriores. Dicho sector se hallaba encuadrado entre los muros de cierre
13 El mismo arqueólogo había realizado sur, este y oeste, limitando al norte con un altozano en el que se advertía una diferencia
con anterioridad una excavación de de nivel de dos metros con el nivel máximo conservado de los muros perimetrales. Tal
urgencia al pie de las laderas orien- elevación parecía, por su ubicación en el conjunto del yacimiento y por su contorno, en
tales del cerro en el que se encuentra el que se advertía la existencia de ángulos rectos, del todo artificial. Las hipótesis que
el yacimiento, localizando una serie
de estructuras de almacenaje a las se nos planteaban para su existencia eran dos:
que dio una cronología que iba del
siglo III al V d.C. - Dicha elevación correspondía a la existencia de estructuras cuyos alzados se con-
14 La interpretación del conjunto arqui- servaban parcialmente, alcanzando alturas mayores que las aparecidas hasta la
tectónico en relación con la cronolo-
gía que arrojan la estratigrafía y el fecha. Los niveles de derrumbe de dichas estructuras habían formado un talud
registro material en López Campu- que los propietarios del terreno habrían aprovechado para construir terrazas en
zano, M. Op. Cit, pp. 261-264. los que colocar sus plantaciones de almendros.

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La villa romana de Los Cantos, Bullas. Campañas de 2009 y 2010 • Alfredo Porrúa Martínez

Lámina 3.
Croquis que Juan Bautista Molina envió
a Fidel Fita con la localización de los
principales hallazgos: a la izquierda,
zona de termas con una cabecera en
forma de ábside. Cerca de este se dis-
tingue claramente un tepidarium con las
pilastras que soportaban el falso suelo
del hypocaustum. El núcleo central
viene determinado por los muros A, B y
C que formarían el praetorium de la
villa. A la derecha, fuera de este bloque,
estancias en las que se encontraron las
esculturas entre las que se cuenta el
Niño de las Uvas.

- Otra posibilidad la suministraban la evidencia de anteriores intervenciones en el


yacimiento, destacando especialmente por su intensidad y el número de operarios
empleado, las realizadas en el tránsito del siglo XIX al XX. Tales intervenciones
supondrían una ingente remoción de tierras y elementos constructivos que de-
positarían en algún sitio. La elevación podía ser una terrera.

En base a estos planteamientos, decidimos plantear una red de cuadrículas de 4


por 4 metros que fueran del centro de este altozano hasta el muro perimetral me-
ridional, estableciendo de este modo una sección que nos permitiera saber cómo
se había formado dicha elevación y su relación con el resto del conjunto edilicio. Al
hacerlo vimos que aparecían, casi en superficie, unos muros formados por grandes
mampuestos de piedra caliza local trabados a hueso que seguían el contorno de
dicho altozano. Formaban una crujía rectangular cuyas dimensiones se adaptaban
a las curvas de nivel del terreno; los materiales recuperados en los intersticios de
las piedras que formaban el muro nos permitió fecharlos en el siglo IV. Bajo estos
muros aparecían otros muros, trabados con mortero de cal, que seguían la orien-
tación de los primeros, delimitando una superficie de ocupación mucho más redu-
cida. En el extremo de uno de estos muros apareció un horno doméstico de 2 por
2 metros con dos bocas de entrada: una sobre el muro, y otra abierta hacia el in-
terior de la habitación. El abandono de estas estructuras se produjo no antes de la
segunda mitad del siglo III, como demostraba el registro cerámico y el hallazgo de
una moneda de Claudio Gótico II en las inmediaciones de la boca exterior del
horno.

La ladera del altozano arrojó unos resultados diferentes. Una gran pedriza se ado-
saba a los muros del siglo IV, cubriendo un nivel de derrumbe de estructuras pree-
xistentes que se abandonaron durante el siglo III. Se advertía en este punto la
presencia de la huella de un gran contenedor que había sido enterrado en el suelo.
Bajo este apareció un suelo de opus signinum bien conservado con una inclinación
de 5 a 7 grados, que delimitaba una habitación de 4,50 por 8 metros en cuyo muro
sur se abría un desagüe que vertía hacia el muro perimetral sur. Denominamos pro-
visionalmente dicha habitación como habitación A y pasamos a limpiarla abriendo
al sur y al oeste de la misma sendos cuadros. Cubriendo la junta que formaba dicho

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La villa romana de Los Cantos, Bullas. Campañas de 2009 y 2010 • Alfredo Porrúa Martínez

Lámina 4.
Grupo escultórico formado por el Niño
de las Uvas, primero por la izquierda y
tres posibles kairoi más.

suelo y el arranque de los muros de la habitación se encontraba una media-caña


de cuarto de círculo de 5 centímetros de altura. Lamentablemente, a ambos lados
de esta habitación tan solo aparecía el rudus de otras habitaciones que hubieron
de estar a una cota superior a la de dicha habitación. El cuadro situado al sur de la
habitación A, que limitaba con el muro de cierre meridional fue muy parco en ha-
llazgos. Se constató la presencia de un pseudo-ábside cubierto de un encachado
de piedras medianas sin tallar que se adosaba a un muro de piedra de 0,60 metros
de anchura que cortaba perpendicularmente al muro perimetral. Los materiales ha-
llados nos permiten pensar que las estructuras aquí descritas corresponden al siglo
I a.C. y que fueron utilizadas hasta principios del siglo II d.C.

Ante la posibilidad de encontrar habitaciones similares a la descrita que nos articu-


laran la disposición interna de todo el sur de la villa ampliamos en extensión desde
la habitación A hasta el muro perimetral oeste. Al hacerlo advertimos que los suelos
habían sido arrasados intencionadamente, apareciendo numerosas teselas sueltas.
Esto, unido a la presencia en los perfiles de zanjas de extracción de materiales que
arrancaban en superficie y llegaban hasta los suelos, nos llevó a pensar que el área
en la que nos encontrábamos había sido intervenida entre los siglos XIX y XX, ex-
trayéndose los suelos de opus tesselatum que allí se encontraban.

Al llegar al muro perimetral oeste advertimos la presencia de un vano constatable


por la presencia de un suelo de opus signinum muy arrasado que aparecía en el
espacio entre los dos lienzos del muro de cierre excavados en 1994-1995, sobre
los que asentaban una serie de escalones de 20 centímetros de altura, que forma-
ban una escalinata de grandes dimensiones por las que se accedía al interior del
ala sur. Sobre las mismas se hallaron dos monedas altoimperiales que no han po-
dido aún ser datadas con claridad, dado su estado de conservación.

Se excavó también el interior de los silos hallados en 1995 en el sector central del ya-
cimiento comprobando que dos de estos se encontraban comunicados intencionada-
mente entre sí y que el desgaste de la zona de transición entre los mismos parecía
obedecer a un trasvase de líquidos de algún tipo entre ambos. La excavación del cuarto
silo, que no había sido excavado del todo en anteriores campañas nos confirmó en
esta hipótesis, pues lo que apareció no era una estructura circular sino rectangular y
con los extremos redondeados, con unas dimensiones máximas de 2,80 por 1,30 me-
tros en la que se desembocaba un canal de traída de 0,35 metros de anchura excavado
en la roca, en todo punto similar a los pozos de noria aparecidos en otros yacimientos.
Sin embargo, la profundidad de este silo no excedía 1,20 metros y presentaba varias
subdivisiones: una de ellas presentaba forma circular, con 1,05 metros de diámetro,

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La villa romana de Los Cantos, Bullas. Campañas de 2009 y 2010 • Alfredo Porrúa Martínez

Lámina 5.
Vista general del ala sur de la villa, con
situación de la habitación A con res-
pecto a los muros perimetrales sur y
oeste.

Lámina 6.
Deambulatorio que rodeaba la habita-
ción A y la crujía rectangular que ce-
rraba el sector meridional del
praetorium.

mientras que en el otro extremo del silo se encontraba otra oquedad tallada en la roca,
con forma semicircular, con el mismo diámetro que la anterior. Se advertía también
como dos silos se comunicaban entre sí por un orificio que hacía de pico vertedor, en
el que se advertía una costra calcárea producto del paso de agua de un depósito a
otro. Por todo ello, estimamos que es posible que nos encontremos ante un tipo de
instalación industrial que formara parte de la pars fructuaria de la villa. No sabemos
aun de qué tipo de instalación hablamos pero es muy posible que el proceso industrial
que comportara necesitara de agua o aprovechara la fuerza motriz del agua.

A continuación se distribuyó el equipo de trabajo en tres grupos encargados de la-


bores diferenciadas:

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La villa romana de Los Cantos, Bullas. Campañas de 2009 y 2010 • Alfredo Porrúa Martínez

Lámina 7.
Detalle de los pilares y tambores de co-
lumna que formaban parte del deambu-
latorio que rodeaba la habitación A y la
crujía rectangular que cerraba el sector
meridional del praetorium.

- El primer grupo debía limpiar el muro perimetral sur de la villa, tanto en su cara
externa como en el interior del mismo, para lo cual realizamos un sondeo de 1
metro de anchura que cubría todo el interior del muro. Al hacerlo descubrimos
varios muros que lo cortaban perpendicularmente, determinando la existencia de
varias cubicula en ese sector de la villa. También advertimos la presencia de un
atarjea que daba salida a las conducciones que vertían las aguas del interior de
la villa, y más concretamente de la habitación A de la villa. Consistía este en una
estructura adintelada formada por dos grandes bloques cuadrangulares de caliza,
toscamente tallados, sobre los que apoyaba lajas del mismo material.

- El segundo grupo debía retirar los restos de una terrera procedentes de las cam-
pañas de 1994-1995 sita en la esquina sureste de la villa. Se pretendía con ello
restituir el cierre que enlazaba los muros perimetrales sur y este, o en su defecto,
algún acceso que comunicara el interior del praetorium de la villa con las terrazas
inferiores. Al hacerlo descubrimos un muro que cortaba perpendicularmente la
cerca meridional; en dicho muro se advertía la presencia de un vano de 90 centí-
metros de anchura, con una altura máxima conservada de 1,70 metros que había
sido cegado.

Asimismo, se documentó la presencia de un horno rudimentario cuya solera estaba


realizada con una tongada de cal aérea de 3 centímetros de grosor, mezclada con
fragmentos de imbrex. El registro material permite pensar que dicha estructura fue
abandonada en la segunda mitad del siglo III d.C. Por último, el tercer grupo docu-

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La villa romana de Los Cantos, Bullas. Campañas de 2009 y 2010 • Alfredo Porrúa Martínez

Lámina 8.
Pars fructuraria de la villa. Huella de re-
cipientes de almacenamiento. Posible
instalación industrial.

mentó el muro de cierre que limita por el norte la crujía meridional de la villa, advir-
tiéndose la presencia de un deambulatorio abierto a modo de peristilo, que rodeaba
la habitación A. En cuanto al muro que cerraba la crujía meridional de la villa, se
constató la presencia de dos vanos de caliza local de 1 metro de ancho, que co-
municaban esta con otras dependencias que ocupaban el centro de la villa. La dis-
posición de los vanos indica que debía existir un patio central abierto en torno al
cual se articulaban las distintas dependencias de la villa.

Por último, el 30 de agosto de 2010 se solicitó la realización de una supervisión ar-


queológica preventiva en el yacimiento de Los Cantos a fin de proceder a una lim-
pieza del yacimiento que asegurara dos objetivos: mantener las estructuras
halladas en el curso de la campaña del año precedente a salvo de las intrusiones
de maleza y suciedad, y crear un cortafuegos en el perímetro interior de la zona
vallada del yacimiento para evitar riesgo de incendios, dado que había vegetación
herbácea (gramíneas, principalmente) muy seca que apuntaban a esta posibilidad.
Esto, que ya se había hecho al finalizar la campaña de 2009, por razones obvias,
debía hacerse con una pala excavadora mixta y bajo la supervisión de un arqueó-
logo. La intervención en sí no arrojó grandes novedades en el plano de los hallazgos
materiales pero sí se confirmó la existencia de estructuras en las terrazas laterales
que flanqueaban el conjunto edilicio excavado en las intervenciones precedentes,
como así apuntaba el croquis enviado por Juan Bautista Molina en 1909 a Fidel
Fita. Tan solo aparecieron la cresta de dos muros de opus caementicium de 60 cen-
tímetros de grosor asociados a CAC y a un fragmento de TSA A, Hayes 9, si bien

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La villa romana de Los Cantos, Bullas. Campañas de 2009 y 2010 • Alfredo Porrúa Martínez

el carácter superficial de los hallazgos no permite asignar una cronología a estos


muros en función de estas muestras. Dado que la finalidad de la intervención efec-
tuada no era la de excavar estructura alguna, sino evitar daños a las que aparecie-
ren y dirigir los trabajos de limpieza evitando tales daños, se situaron, se
fotografiaron y se cubrieron a la espera de futuras intervenciones.

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La villa romana de Los Cantos, Bullas. Campañas de 2009 y 2010 • Alfredo Porrúa Martínez

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El hamman de
Los Torrejones (Yecla).
Trabajos arqueológicos
en un complejo termal de
época almohade
(campañas de 2008-2011)

Liborio Ruiz Molina*

RESUMEN ABSTRACT
En las excavaciones arqueológicas en Los Torrejones (Yecla, In the archaeological excavations in Torrejones (Yecla, Murcia),
Murcia) han aparecido restos de una villa rústica romana y de there are buildings of a rustic Roman villa and Arabic baths dated
unos baños árabes de época almohade. in Almohad period.

PALABRAS CLAVE KEY WORDS


Yecla, Torrejones, excavaciones arqueológicas, villa romana, Yecla, Torrejones, archaeological excavations, Roman villa, Ara-
baños árabes, hamman. bic baths, hamman.

*Museo Arqueológico Municipal “Cayetano de Mergelina” (Yecla, Murcia).

MAM
[email protected]

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El hamman de Los Torrejones (Yecla). Trabajos arqueológicos en un complejo termal de época almohade • Liborio Ruiz Molina

1. LAS ACTUACIONES: PROSPECCIONES Y EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS

En diciembre del año 2008 y como consecuencia de la apertura de una zanja des-
tinada a la instalación de una tubería de riego del denominado Pozo Santiago, que-
daron al descubierto restos constructivos que en un principio, y por la envergadura
de los mismos, mostraban pertenecer a un edificio de gran tamaño, localizado en
un pequeño promontorio situado en el extremo noroeste de la parcela de titularidad
municipal con la referencia catastral Polígono 45, parcelas 295-296, coordenadas
UTM X 667307 Y 4273867 (lam. 1 y 2).

Tales circunstancias aconsejaban la realización de una excavación de urgencia, que


fue llevaba a efecto entre el mes de diciembre de 2008 y el mes de enero de 2009.
Los resultados obtenidos en la misma, como ya se verá más adelante, propiciaron
la continuidad de una segunda intervención arqueológica llevada a cabo con la re-
alización de un campo de trabajo promovido por la Dirección General de Juventud
y el propio Ayuntamiento de Yecla y cuyo desarrollo se llevó a efecto en julio de
2009. En la primera intervención se planteó una trinchera de 12 metros de longitud
por 4 metros de anchura para abarcar en su totalidad el trayecto de zanja que
afectó a las estructuras arquitectónicas que habían quedado al descubierto. El re-
sultado sobrepasó las expectativas iniciales ya que pusimos al descubierto una es-
tancia longitudinal con orientación NW-SE cuyos muros perimetrales eran de clara
factura islámica, mostrando el calicastrado característico y encofrados donde que-
daban visibles las tabladas exteriores. A ambos extremos de esta estancia, cuyo
nivel de pavimentación había sido destruido por la apertura de la zanja, fueron
puestos al descubierto dos nuevos espacios de planta cuadrada y que vinieron a
completar la totalidad de lo excavado en aquella primera intervención. El primero
de estos espacios se encuentra adosado en el lado oeste y conserva en buena me-
dida su pavimentación a base de un enlosado de ladrillo macizo, de clara factura
medieval. En segundo de los espacios, también de planta cuadrada, parecía cons-
tituir el cierre del edificio en su ángulo este (lám. 3, fig. 1). Lo excavado en ese mo-
mento no nos permitió establecer la funcionalidad de estas construcciones.

Lámina 1.
Vista aérea con las zonas arqueológicas.

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Lámina 2.
Zanja.

Lámina 3.
Baños árabes, zona enlosada.

La segunda intervención arqueológica se planteó con el objetivo de excavar en ex-


tensión para poder valorar en su justa medida los hallazgos producidos como con-
secuencia de la intervención arqueológica de urgencia. En esta nueva campaña al
poder excavar en extensión nos permitió poder despejar el interrogante de partida:
habíamos descubierto las instalaciones pertenecientes a un hamman de época is-
lámica (lám. 4). El hallazgo de la sala caliente no ofrecía dudas. A partir de ahí las
partes de las que se compone un baño árabe quedaron definidas con meridiana
claridad: recibidor (bayt al-musla), sala fría (bayt al-barid), sala templada (bayt al-
wastany), sala caliente (bayt al-sajun), horno (furnay) y pileta (sahrij) (fig. 2).

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Figura 1.
Plano de planta con las
estructuras arqueológicas
y la zanja.

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Figura 2.
Planimetría de los
baños árabes. 1. Reci-
bidor (bayt al-muslá), 2.
Sala fría (bayt al.barid),
3. Sala templada (bayt
al wastani), 4. Sala ca-
liente (bayt al-sajun), 5.
Pileta (Sahrij), 6. Horno
(furnay).

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En septiembre de 2009 y ante la importancia de los restos arquitectónicos hallados


se plantea la necesidad de adquirir por parte del Ayuntamiento de Yecla los terre-
nos correspondientes a la parcela 296, circunstancia que se produce en marzo de
2010. Ello suponía aumentar considerablemente la superficie de titularidad muni-
cipal perteneciente al yacimiento arqueológico de Los Torrejones, pasando de
6.000 metros cuadrados iniciales a 20.000 metros cuadrados de extensión en la
actualidad (fig. 3).

Los restos arqueológicos exhumados como consecuencia de estas dos interven-


ciones arqueológicas nos situaban ante un edificio de nueva planta construido muy
probablemente en el tránsito de los siglos XII al XIII. Nos encontramos, por tanto,
ante un nuevo horizonte cronológico y de ocupación para este yacimiento arqueo-
lógico, que hasta la fecha nos había ofrecido una marcada impronta romana, defi-
nida por un asentamiento rural cuya secuencia cronología partía a fines del siglo II
a.C. y principios del siglo I a.C., mostrando el momento de máximo desarrollo entre
los siglos I al IV d.C., para fijar su abandono a fines del siglo V d.C. y principios del
siglo VI d.C. Este asentamiento respondía a un establecimiento agrícola tipo villa y
de la que hasta la fecha solo se había excavado de manera parcial su pars rustica,
localizada en el extremo sureste de la parcela.

A la vista de lo expuesto, se decide practicar en la totalidad de la parcela número


295 una prospección geofísica multisistema1, con el propósito de poder hacer
una lectura de conjunto del espacio intermedio no excavado e interrelacionar así
las dos áreas excavadas. El resultado de la prospección fue ciertamente especta-
cular. De una primera lectura de la planta resultante, se infiere que nos encontra-
mos ante un tipo de villa rústica de cierta envergadura, organizada en torno a un
gran espacio abierto central y de cuya extensión no podemos dar cuenta por el
momento pues sobrepasa la propia extensión de la parcela. Estas estructuras vie-
nen definidas como grupo R2 y se corresponderían con la trama ya conocida que
se adscribe a época romana, diferenciándose seis ámbitos para el conjunto. Dos
grupos más completan la planta resultante. El grupo R1, situado hacia el centro
de la parcela y cuya orientación se diferencia claramente del resto de estructuras
(grupo R2) parece corresponder a una fase o momento de ocupación posterior y
que probablemente haya de asociarse al tercer grupo (R3) detectado junto al área
excavada de los baños árabes. En cualquier caso y a falta de la verificación e in-
terpretación que el método arqueológico deberá proporcionar en el futuro, el
avance operado, tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo, al
aplicar estas técnicas de prospección ha sido muy grande, lo que sin duda facili-
tará de manera sustancial los futuros planteamientos de intervención arqueológica
sobre la parcela (fig. 4 y 5).

Por último, en el presente año de 2011 se procedió al vallado de las dos parcelas
de titularidad municipal (número 295 y 296) a través del Plan Estatal de Empleo,
para lo que se requirió efectuar una excavación arqueológica de carácter preventivo
que nos permitió concluir la excavación en toda su extensión del conjunto termal
islámico. Tras ella quedó al descubierto un edifico de gran formato identificado
como unos baños árabes. Se estructuran principalmente en cinco espacios: el ves-
tíbulo, las tres naves que componen el hamman propiamente dicho y una última
1 En noviembre del año 2009 el Museo estancia dedicada al horno. La superficie total construida es 175 metros cuadrados.
Arqueológico Municipal encargó a la
empresa “SOT. Prospecciones Ar-
Los baños públicos andalusíes se componían básicamente de dos áreas: el recibi-
queológicas de Barcelona” una pros- dor o sala de reposo y el baño propiamente dicho, formado por tres salas de dis-
pección geofísica multisistema de la tintas temperaturas. La primera de las salas era de temperatura baja, donde
parcela número 295. Una copia del in- quedaban instaladas las letrinas, tal y como sucede en nuestro caso (espacio de
forme resultante elaborado por R.
Sala, E. García y R. Tamba fue depo-
planta cuadrada localizado en el extremo este de la sala fría). Desde esta sala se
sitada en el Servicio de Patrimonio de accedía a las salas templada y caliente. Esta última presenta un sistema de cale-
la Dirección General de Bellas Artes y facción compuesto por el hipocausto, que es sostenido mediante pilares de ladrillos
Bienes Culturales. Es intención del (cuatro en nuestro caso) y recibe el calor de un horno. El grosor de los muros (0,80
Museo Arqueológico Municipal de
Yecla publicarlo en la Revista de Estu-
metros) que modulan las tres salas dispuestas en paralelo y que venían a sostener
dios Yeclanos. Yakka, en su número 19 cubiertas de medio punto, son buena muestra del carácter aislante que define este
correspondiente al año 2012. tipo de arquitectura.

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Figura 3.
Mapa de situación de las parcelas estu-
diadas.

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Figura 4.
Prospección
geofísica,
zonas explo-
radas.

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Figura 5.
Prospección geofísica,
detalle.

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Algunos paralelos con nuestro baño, a modo de ejemplos, resultan ser muy ilus-
trativos en cuanto a su similitud constructiva y distribución espacial. La sala de
agua caliente es quizás la muestra más clara de ello. Esta sala suele quedar definida
por tres ámbitos: dos alcobas laterales (en una de ellas se sitúa una pileta denomi-
nada sharij) y el espacio central destinado a hipocausto de planta rectangular donde
localizamos los pilares de ladrillos. Cuatro toberas semicirculares situadas en los
cuatro vértices de la estancia actúan como chimeneas de salida de humo. De esta
manera se presentan los baños árabes de San Lorenzo (Castaño y Jiménez, 2004,
p. 533-544), los baños árabes de San Nicolás (Navarro y Robles, 1992, p. 329-339)
ambos en el ámbito murciano, y el baño árabe de Churriana de la Vega (Granada)
para el ámbito territorial andaluz (López y Torres, 2008, p. 187-206) (fig. 6 y 7).

Asociado al complejo termal se halló una estructura de planta cuadra cuya factura
constructiva atiende a muros de mampostería a base de piedras de tamaño irregu-
lar unidas con argamasa de cal y arena, presentando revestimiento o enlucido en
sus caras interna y externa. Su orientación (este-oeste) y la existencia de un pozo
asociado a su lado oeste al que vierten sus aguas dos tramos de canales excava-
dos en la roca base y que discurren por los laterales oeste y sur del edificio, nos
han hecho barajar la posibilidad de que este espacio tuviera una función religiosa,
a modo de oratorio (zawiya). De momento, tal circunstancia no deja de ser más que
una posibilidad especulativa, que deberá ser confirmada en el futuro como certeza
o no. La continuidad de los trabajos arqueológicos podrá despejar esta duda.

2. REDEFINIENDO UN NUEVO MARCO INTERPRETATIVO: UNA REVISIÓN DEL


CONTEXTO ARQUEOLÓGICO

Hasta la fecha en la que son descubiertos los baños árabes el yacimiento arqueoló-
gico de Los Torrejones quedaba inserto en un esquema poblacional construido sobre
la base de un conjunto de instalaciones agrícolas tipo villae extendidas por un ex-
tenso territorio (actual término municipal de Yecla), cuya vertebración se debía en
buena medida al trazado viario de primer orden que discurre por él y que se corres-
ponde con el conocido Camino de Aníbal. En la actualidad su trazado coincide con
la denominada “Traviesa de Caudete” que vendría a ser parte del trazado identificado
con la distancia que separaba las estaciones Ad Aras y Ad Palem (Silleres, 1977, p.
31-83; Brotóns y otros, 1986, p. 75-83; Ruiz y Muñoz, 1986, p. 67-74). Ambas esta-
ciones son referenciadas, como se sabe, en los denominados Vasos de Vicarello, fe-
chados en el siglo I d.C.2. En este amplio territorio al que nos referimos quedan
instaladas cuatro villas rústicas, localizadas en los parajes de Los Torrejones, en Casa
de la Ermita (Amante y otros, 1993, p. 165-206; Ruiz Molina, 1988, p. 565-598; 1995,
p. 134-152), El Pulpillo (Iniesta Sanmartín, 1993, p. 25-35) y Marisparza (Brotóns
Yagüe, 1993, p. 156-164). Las mansio de Casa de las Cebollas (Ruiz y Muñoz, 1987,
p. 107-111), Casas de Almansa y el lagar romano de la Fuente del Pinar (Ruiz Molina,
2008), situadas junto al trazado viario completan el paisaje rural de la época.

2 Conviene recordar que los vasos de Los cuatro centros de producción agrícola referenciados y por añadido las dos es-
Vicarello o Apolinares son cuatro, tie-
nen forma cilíndrica y están fabricados
taciones viarias y el lagar, obedecen a las siguientes características generales:
en plata. Fueron hallados en el año
1852 en los Baños de Vicarello (Italia), - Están situados en zonas de llanura con grandes extensiones de terreno cultivable,
en las antiguas termas Aquae Apolli- buenas infraestructuras viarias y suficiencia en recursos hídricos.
nares, lugar donde se erigía un templo
en honor a Apolo, cerca de la ciudad
de Roma. En las superficie exterior de - El componente poblacional indígena debió ser muy marcado si nos atenemos a
los vasos viene grabado en cuatro co- los elevados porcentajes de cerámicas de tradición ibérica que han podido ser
lumnas el itinerario de Cádiz a Roma, documentados.
siendo necesario para realizarlo em-
plear entre 104 y 110 etapas, mar-
cando las distancias entre ellas en - Parece adivinarse en los cuatro establecimientos un momento de recesión que
millas romanas. Los vasos están fe- puso situarse en torno a mediados del siglo III d.C. Los bajos porcentajes de terra
chados en el primer tercio del siglo I sigillata Clara C que se han registrado es sintomático de tal apreciación.
d.C. y casi con toda probabilidad
debió tratarse de una ofrenda efec-
tuada por un devoto hispano natural - El momento de mayor desarrollo económico para el conjunto se centra entre fines
de Cádiz. del siglo III y primera mitad del siglo IV d.C. Para el caso del yacimiento de Los

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El hamman de Los Torrejones (Yecla). Trabajos arqueológicos en un complejo termal de época almohade • Liborio Ruiz Molina

Figura 6.
Baños de San Lorenzo, Murcia (Bláz-
quez y Castillo, 2004).

Torrejones (única villa rústica excavada hasta el momento), esta secuencia cro-
nológica parece coincidir con el momento de ampliación de las instalaciones y
con el registro de materiales muebles más suntuosos: presencia de mármoles de-
corados, estucos, mosaicos, etc.

- Tres de las villae: Pulpillo, Marisparza y Casa de la Ermita muestran el mismo mo-
mento de abandono, en torno a comienzos del siglo V. Tan solo Los Torrejones
muestra continuidad a lo largo de esta centuria y al menos hasta comienzos de la
siguiente, momento en el que se dota a las antiguas instalaciones una línea de
fortificación de cierta envergadura. Probablemente y a lo largo del siglo V el hábitat
poblacional en este territorio, que había sido de carácter disperso pase en esos
momentos a ser de clara tendencia a la concentración en torno a esta instalación
fortificada. Conviene señalar que la obra de fortificación tardo romana de Los To-
rrejones, al igual que una parte de las antiguas instalaciones agrícolas serán reu-
tilizadas a partir del último cuarto del siglo XII y hasta, al menos el último cuarto
del siglo XIII, coincidiendo con el periodo de unificación almohade y tercer periodo
de taifas postalmohades.

El panorama ha cambiado sustancialmente al menos en lo que se refiere al yaci-


miento arqueológico de Los Torrejones. Hemos pasado de considerar la reutiliza-
ción de una parte de las instalaciones romanas a partir del siglo XII, (momento en
el que se documenta una habitación construida en tapial asociada a un aljibe cu-

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El hamman de Los Torrejones (Yecla). Trabajos arqueológicos en un complejo termal de época almohade • Liborio Ruiz Molina

Figura 7.
Baños árabes en al-Andalus (López y
Torres Carbonell, 2008).

bierto con cimbra de medio punto, cuyo seno había pertenecido a una antigua balsa
de opus signinum construida en el siglo I de nuestra era), a una ocupación de mayor
envergadura con la presencia de un complejo termal construido ex profeso proba-
blemente en el tránsito de los siglos XI al XIII. Estaríamos, por tanto, ante otro ele-
mento más que viene a ampliar nuestro conocimiento actual sobre proceso de
islamización de este territorio, que se inicia con la ocupación almohade y en la que
se advierte una ampliación sustancial de la antigua fortaleza y la construcción en
la ladera sur del cerro, donde aquella se instala, de una medina o poblado de nueva
planta. Nos veníamos planteando que del hisn Yakka (denominación de la Yecla is-
lámica según las fuentes literarias de la época) dependían un conjunto de alquerías,
en concreto la localizada en la barriada de El Peñón situada sobre la actual trama
urbana, la alquería del Pupillo a 11 kilómetros al noroeste de la actual ciudad de
Yecla y la que consideramos se instalaba en el paraje de Los Torrejones. Salvo en
este último caso para el que contábamos con registro arqueológico, para las otras
dos restantes solo disponíamos de indicios arqueológicos más o menos fiables

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El hamman de Los Torrejones (Yecla). Trabajos arqueológicos en un complejo termal de época almohade • Liborio Ruiz Molina

Lámina 4.
Vista aérea de la zona de los baños árabes.

(Ruiz Molina, 2009, p. 77-131). La relativa proximidad de los baños árabes al hisn
Yakka (recordemos que el paraje de Los Torrejones se encuentra en una extensa
llanura a escasos 3 kilómetros al sureste de la actual ciudad de Yecla) y sobre todo
la importancia y envergadura de los restos exhumados aconsejan replantearse cual
podía ser el tipo de establecimiento al que obedece tal estructura. Por tanto ¿de-
bemos seguir manteniendo la hipótesis de que en el lugar hubo una torre de alque-
ría o por el contrario estaríamos ante unas instalaciones pertenecientes a una
almunia?. La respuesta la hallaremos dando continuidad a los trabajos arqueológi-
cos.

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El hamman de Los Torrejones (Yecla). Trabajos arqueológicos en un complejo termal de época almohade • Liborio Ruiz Molina

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La Casa Fontes
de Torre Pacheco.
De la excavación
arqueológica al museo:
una propuesta de
actuación museográfica

Federico Fuentes Miralles

RESUMEN ABSTRACT1
Con este trabajo se pretende hacer la propuesta de un discurso The aim of this work is to propose a museological discourse taking
museográfico tomando como temática principal el poblamiento as the main topic the rural settlement in Torre-Pacheco from the
rural en Torre Pacheco, desde época romana hasta la actualidad Roman period to present. The grounds that must be considered
y considerando como base los propios restos documentados du- are the rests documented during the archaeological tasks prior
rante las labores arqueológicas previas a la reconstrucción de la to the rebuilding work of the “Casa Fontes” in Torre-Pacheco
Casa de Fontes en Torre Pacheco (Murcia). Para ello, se plantea (Murcia). In order to do that, a diachronic tour within the frame-
un recorrido diacrónico para cada una de dichas fases, enmar- work of the different architectural spaces of the building is pre-
cado en los diferentes espacios arquitectónicos del edificio. sented for each of the phases.

PALABRAS CLAVE KEY WORDS


Poblamiento rural, museo, plan museológico, excavación ar- Rural settlement, museum, museological plan, archaelogical ex-
queológica. cavation.

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La Casa Fontes de Torre Pacheco. De la excavación arqueológica al museo: una propuesta de actuación museográfica • Federico Fuentes Miralles

1. INTRODUCCIÓN

La Casa Fontes es un caserío de finales del siglo XIX. El Ayuntamiento de Torre Pa-
checo se propuso utilizar este edificio para albergar el Museo de la Ciudad y, me-
diante una ampliación, ubicar en un anexo el Archivo Histórico de Torre Pacheco.
En el año 2006 el Ayuntamiento de Torre Pacheco, como promotor de la obra, en-
carga la redacción del proyecto a los arquitectos Carolina Podio Sánchez, Lorenzo
Tomás Gabarrón y Jaime Pérez Zulueta. En 2009 se le adjudican las obras de re-
construcción de la Casa Fontes y la construcción del Archivo Histórico a la empresa
Ferrovial-Agromán S.A. Las labores de excavación arqueológica se llevaron a cabo
entre octubre de 2009 y enero de 2010.

La propuesta de actuación del proyecto se ha llevado a cabo en dos fases, por un


lado la recuperación de la Casa Fontes en la que se ubica el museo, y por otro la
ampliación, usando las trazas existentes de las edificaciones colindantes a las mis-
mas (casa del guarda, caballeriza, almacenes, etc.) para la ubicación del Archivo
Municipal.

Durante las obras de reconstrucción de la Casa Fontes aparecen en el subsuelo res-


tos arqueológicos de relevante importancia2, por lo que se modifica el proyecto ini-
cial, y se obliga a la promotora, desde la Dirección General de Bellas Artes y Bienes
Culturales de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, a realizar una exca-
vación arqueológica sistemática y a integrar los restos arqueológicos en el proyecto.

El presente trabajo pretende, desde la base del estudio de los restos exhumados
durante las labores de excavación arqueológica y junto con el material histórico
existente en el municipio, hacer una propuesta de discurso museográfico, cen-
trando la temática de este discurso en el poblamiento rural desde época romana
hasta la actualidad.

La finalidad principal es que los habitantes del municipio y visitantes del museo tengan
una visión general espacio-temporal y física del espacio geográfico y de la historia local.

Dentro de las políticas culturales, el municipio de Torre Pacheco ha desarrollado la


propuesta de un eje museístico formado por tres museos: el Museo de la Ciudad y
Archivo Histórico de Torre Pacheco en la Casa Fontes (objeto de nuestro estudio),
el futuro Museo Regional de Paleontología y de la Evolución Humana en el Cabezo
Gordo (en construcción desde enero de 2011) y el Museo del Campo en la Casa
de Valderas (con elementos etnográficos de una colección particular). Los tres mu-
seos se encuentran en el ámbito geográfico del municipio de Torre Pacheco y su-
pondrán un salto cualitativo y cuantitativo en políticas culturales. Actualmente sería
conveniente integrar la colección museográfica de carácter etnográfico, en el
Museo de Ciudad de la Casa Fontes, ya que la creación de dos museos sería un
gran problema en cuanto al mantenimiento.

Para el desarrollo del bloque temático de la excavación arqueológica y del archivo


gráfico se ha utilizado la memoria de excavación arqueológica presentada en la Di-
rección General de Bellas Artes y Bienes Culturales de la Comunidad Autónoma
de la Región de Murcia en julio de 20103. Para el desarrollo de la propuesta de dis-
curso museográfico se ha utilizado bibliografía relacionada con museografía y mu-
1 La traducción al inglés ha sido reali-
zada por Elena Miralles Pérez, licen-
seología y se han tomado las nociones básicas y ha servido de guion el manual
ciada en Traducción e Interpretación. Criterios para la elaboración del Plan Museológico del Ministerio de Cultura4. Los
2 Parte de la finca se encuentra en el ya- planos del museo son del “Proyecto Básico y de Ejecución de Museo y Archivo
cimiento arqueológico Los Fontes, ca- Histórico de Torre Pacheco. Murcia”.
talogado en la Carta Arqueológica
Municipal de Torre Pacheco.
3 Fuentes, 2010. La excavación arqueológica permitió documentar un foso de un campamento mi-
4 www.mcu.es/museos/MC/PM/index.html litar romano republicano, una estructura hidráulica romana de época imperial con
[consulta: 05/04/2011]. restos de pinturas en su interior (que se ha integrado en el proyecto del museo), un

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La Casa Fontes de Torre Pacheco. De la excavación arqueológica al museo: una propuesta de actuación museográfica • Federico Fuentes Miralles

campo de silos de época islámica, y estructuras hidráulicas moderno-contempo-


ráneas (atarjeas y restos de una noria).

Para poder desarrollar un discurso museográfico hay que partir del entendimiento
e interpretación de los restos arqueológicos que aparecieron en el mismo subsuelo
del edifico del museo. Es una oportunidad para poner de manifiesto el poblamiento
rural con los materiales y estructuras que aparecieron, ya que no se tenía conoci-
miento de la realización de una excavación sistemática de este tipo en el municipio
de Torre Pacheco hasta la fecha. El trabajo se ha estructurado en dos bloques. En
el primero se efectúa una descripción histórica arqueológica del espacio, con los
datos en bruto de las excavaciones arqueológicas interpretados para crear una se-
cuencia temporal de los diferentes estadios culturales que ocuparon el espacio. En
un segundo bloque se ha desarrollado el discurso museográfico de las diferentes
salas del museo, utilizando como base los datos de la excavación arqueológica,
intentando ser coherente con la presentación de los datos.

Por lo tanto el trabajo es multidisciplinar porque utiliza las herramientas de la ar-


queología, de la historia, de la geografía y de la historia del arte, para el desarrollo
de un proyecto común.

2. LA CASA FONTES: ESTUDIO ARQUEOLÓGICO DEL SUBSUELO Y ANÁLISIS


DEL POBLAMIENTO RURAL EN TORRE PACHECO DESDE ÉPOCA ROMANA
AL PRESENTE

2.1. Ubicación

La Casa Fontes se encuentra situada en el paraje de Los Fontes, el cual delimita


por el norte con el barrio de San José Obrero, al sur con el camino rural del siglo
IX que enlaza la carretera general con el paraje de la Hita, al este con la carretera
que comunica el camino interior mientras que por el oeste se encuentra delimitado
por el recinto ferial IFEPA y su entorno.

2.2. Antecedentes históricos

Situada a las afueras de Torre Pacheco, la Casa Fontes es un caserón del siglo XIX
de los más antiguos conservados en el municipio5. Presenta un alzado de dos plan-
tas y ático, y ostenta en la fachada el escudo nobiliario del marquesado de Torre
Pacheco, título otorgado por el rey Carlos II a D. Macías Fontes y Carrillo de Albor-
noz, caballero de Santiago, transmitido después a sus sucesores los Fontes y Saa-
vedra. La concesión del marquesado de Torre Pacheco a los Fontes de Murcia, por
Carlos II se produce a finales del siglo XVII6. Fue una de las casas solariegas más
importantes y conocidas de estas tierras. La torreta que la culminaba ha desapare-
cido casi totalmente, quedando solo un trozo de tabique como vestigio de la misma.

Esta casa, situada a las afueras de Torre Pacheco, era residencia de temporada de
los marqueses de Fontes, Fernando Fontes y Díaz de Mendoza (octavo marqués de
Torre Pacheco) y Joaquina de Saavedra y Fontes7, que acostumbraban a dar grandes
fiestas a las que se invitaban a personajes célebres del mundo artístico, destacando
la presencia en muchas de estas fiestas, de actores de la época como Fernando Díaz
de Mendoza y María Guerrero. A la muerte de los marqueses, la finca pasó a manos
de los cinco descendientes que dejó la pareja y en ese momento comenzó su declive.
Por los años cuarenta la casa fue enajenada a Gregorio Pérez Garre y después a Vic-
toriano Jiménez. El caserón seguía abandonado con la excepción de un único inqui-
lino: Pepe Sáez que vivió durante años en la casa de los labradores. Victoriano
Jiménez hizo algunas reparaciones y posteriormente pasó a manos de sus descen-
dientes, quienes en el año 2006 cedían el inmueble al Ayuntamiento8. 5 Pérez Rojas, 2003; Nicolás, 1993.
6 Candel, 1969, p. 43-44.
7 En www.abcgenealogia.com [con-
Según el proyecto presentado, dividido en dos ámbitos diferenciados, encontramos sulta: 14/06/2011].
por una parte el edificio antiguo reconstruido, del cual se han rescatado las dos fa- 8 En www.torrepacheco.es [consulta:
chadas principales que quedaban en pie y por otro lado una parte nueva donde se si- 07/04/2011].

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La Casa Fontes de Torre Pacheco. De la excavación arqueológica al museo: una propuesta de actuación museográfica • Federico Fuentes Miralles

tuaban las antiguas caballerizas. Esta parte nueva es complemento de la antigua,


y se realizó respetando la traza original del conjunto. Tendrá una sola altura, para
que pase más desapercibida que la zona antigua, verdadera protagonista del con-
junto. Ambas partes se unen mediante una pasarela que servirá como lugar de ex-
posiciones, desde el edificio centenario hasta el salón de actos, situado en la zona
nueva. También se han creado dos patios de distinto carácter, uno orgánico y de
mayor tamaño donde desarrollar actividades al aire libre y otro más pequeño y pa-
vimentado.

2.3. Intervención arqueológica en el subsuelo del espacio museístico: descrip-


ción de los hallazgos

González Simancas, a principios del siglo XX, afirma que en los terrenos de su
amigo el marqués de Fontes hay “restos de escorias metalúrgicas, restos de hue-
sos, que han desaparecido por las roturaciones agrícolas y fragmentos de barro
saguntino (cerámica romana)9”.

En 1998 el arqueólogo Luis de Miquel Santed llevó a cabo por encargo del Ayun-
tamiento de Torre Pacheco, la elaboración de la Carta Arqueológica del término
municipal. Fue en este trabajo donde se catalogó por primera vez el yacimiento ar-
queológico de los Fontes, ya que hasta la fecha era inédito10, salvo por lo que se
podía intuir por lo señalado por González Simancas.

En 2006, y a causa de la elaboración del Plan General de Ordenación Urbana del


término municipal de Torre Pacheco, se realizó una actualización de la Carta Ar-
queológica, donde se incluyó de nuevo el yacimiento de Los Fontes, además de
aparecer nuevos yacimientos inéditos hasta la fecha.

Ya en 2009, y con motivo de las obras de construcción del museo y Archivo His-
tórico de Torre Pacheco, comenzaron las labores de supervisión y excavación ar-
queológica que se detallarán más adelante.

Las evidencias arqueológicas superficiales se extendían en una superficie total de


5 hectáreas. El yacimiento se ubica a 1.100 metros al norte de la rambla del Albujón,
cerca de los límites municipales entre Torre Pacheco y Cartagena.

La intervención arqueológica comenzó con una supervisión de los movimientos de


tierra que derivó en la aparición de materiales romanos de época republicana ro-
mana. A raíz de este primer hallazgo y sabiendo que había mucha probabilidad de
encontrar restos por la calidad de los materiales exhumados y la abundancia de
ellos, se puso en conocimiento inmediatamente del Servicio de Patrimonio Histórico
de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales. Se comenzó a rebajar
el estrato vegetal que había en la zona para dejar a la vista los niveles arqueológicos
que pudieran salir y ser excavados detenidamente.

Una vez retirado el nivel vegetal aparecieron varios elementos significativos, por lo
que se planteó realizar la excavación arqueológica en extensión delimitando las es-
tructuras y las zonas de excavación.

Para la realización de la excavación se ha contado con un director técnico arqueó-


logo, un técnico arqueólogo, un dibujante, así como una persona encargada de re-
alizar el inventario de los materiales exhumados, dibujándolos y digitalizándolos.
Además para las labores de excavación manual se ha contado con mano de obra
especializada, varios licenciados en historia, especializados en arqueología y con
experiencia en trabajo de campo.

Una vez localizados sobre el terreno los elementos a profundizar se planteó prime-
9 González Simancas, 1997, p. 357-
358.
ramente, la excavación de los silos de época islámica. En los silos se han hallado
10 En www.arqueomurcia.com [con- restos materiales de época islámica, y en uno de ellos han aparecido ejemplares
sulta: 18/09/2009]. de gran calidad. Uno de los silos obedece a una posible ocultación.

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La Casa Fontes de Torre Pacheco. De la excavación arqueológica al museo: una propuesta de actuación museográfica • Federico Fuentes Miralles

A continuación se realizó un sondeo junto a la pared sur interior de una balsa de época
romana que había sido rellenada con restos de la propia balsa (posiblemente de la su-
praestructura), y que lo único que quedaba de la balsa era la infraestructura. En el in-
terior comenzaron a surgir innumerables fragmentos de pintura mural con varios tipos
de decoración. Al aparecer un lienzo de dimensiones considerables se paró para que
en un futuro pudiera ser excavado por especialistas restauradores. Se continuó bajando
en la esquina suroeste de la balsa para intentar llegar al fondo de la misma, fondo que
estaba a más de dos metros de profundidad, y que acababa en una media caña, propia
de las estructuras hidráulicas. Debido a que uno de los pilares de cimentación del edi-
ficio iba a caer en el centro de la balsa, y dado que la Dirección General de Bellas Artes
y Bienes Culturales decidió su conservación, se modificó el proyecto para cambiar la
ubicación del pilar que afectaba a la balsa. Se ha exhumado solamente una parte de
la misma debido a la aparición de lienzos de pintura, por lo que se tuvo que parar in-
mediatamente la excavación para que en un futuro cercano se pueda realizar una ex-
tracción y restauración de los restos de pintura mural que rellenan a la misma.

Al finalizar el sondeo dentro de la balsa se procedió a profundizar dos fosas que se


encontraban al sur del yacimiento y que parecieron ser fosas vertederos de época
romana altoimperial.

Después se realizó una cata en lo que parecía una zanja excavada en el terreno
geológico natural y que se ha interpretado, según los materiales aparecidos (de
cronologías más antigua), como una fosa realizada a finales del siglo II a.C., pro-
bablemente de un asentamiento de tipo defensivo y donde se asocian a esta di-
versos agujeros de poste.

Por último se efectuó la excavación de la habitación que se encontraba en el SO


del yacimiento y donde apareció un horno, probablemente doméstico con un re-
banco de piedras y donde han aparecido materiales romanos de cronología bajo-
rrepublicana y altoimperial, además de una moneda de época de Trajano.

Una vez finalizada la excavación arqueológica en extensión de las diferentes evi-


dencias antrópicas aparecidas se procedió a la supervisión de los movimientos de
tierra de forma mecánica de las zapatas del edificio. Además de supervisar la reti-
rada del estrato vegetal de la zona donde se edificará el Archivo.

Destacar que, bajo los elementos antrópicos aparecidos durante el desarrollo de ex-
cavación arqueológica, aparecía inmediatamente el nivel geológico natural, ya que se
comprobó como los silos, por ejemplo, estaban excavados en el estrato natural. Ade-
más se realizaron diversas catas selectivas para ver el estado del terreno, donde apa-
recen alternados los niveles de arcillas con los niveles de ramblizo, caracterizados por
componerse de una arenilla fina y piedras rodadas de tamaño mediano y pequeño.

2.3.1. Dinámica histórica documentada

Durante las labores de excavación arqueológica se ha seguido un sistema de re-


gistro estratigráfico donde se han podido diferenciar las siguientes fases cronoló-
gico-culturales:

- Fase I: Contemporánea-moderna

Aparecen varios restos de estructuras pertenecientes a canalizaciones, atarjeas, y


una posible fosa séptica del caserío de época contemporánea (lám. 1). Esta fosa
se presenta apoyándose sobre un muro de época romana. Muro que surgía debajo
de los muros de cimentación de la casa y cuya cronología es romana imperial por
los materiales que aparecen en el nivel de destrucción de la habitación (lám. 2). En
una zona del yacimiento aparece la cimentación de una noria de sangre de época
moderna (lám. 3). Se detectan claramente las estructuras contemporáneas por los
materiales que se asocian a dichas estructuras, muchas veces rellenándose con
materiales de desecho y utilizadas como basureros.

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La Casa Fontes de Torre Pacheco. De la excavación arqueológica al museo: una propuesta de actuación museográfica • Federico Fuentes Miralles

Lámina 1.
Construcciones hidráulicas modernas.

Lámina 2.
Detalle de las diferentes fases presen-
tes en el yacimiento.

- Fase II: Islámica

Formada por nueve de los once silos excavados en el nivel geológico natural (lám.
4). En dichos silos se encuentran materiales cerámicos que ofrecen una horquilla
cronológica que iría desde el siglo IX al XIII d.C., siendo la mayoría de los materiales
del siglo XII d.C.

Todos los silos tienen la misma tipología de excavación, a excepción del silo 7, que
se manifiesta con la pared revestida de una argamasa de barro apelmazado que
serviría de aislante. Dentro de los silos, han aparecido varios restos cerámicos casi
intactos, como una jarrita de cuerda seca parcial (siglo XIII), una orcita (siglo XIII) y
una olla de cocina (siglo XI-XIII). Además, en el silo 3 se manifiestan restos bastante

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Lámina 3.
Cimentación de la noria.

Lámina 4.
Detalles de los silos excavados.

significativos de ceniza y abundantes restos de malacofauna. Destaca la aparición


en uno de los silos de aperos de labranza, jarras islámicas con digitaciones en man-
ganeso; ataifores de vidriado melado; redomas; que surgieron casi intactos y que
propiciaron el comienzo de la excavación (lám. 5).

- Fase III: Romana altoimperial

A esta fase corresponden los restos de la habitación y niveles de destrucción, así


como el horno doméstico que surgió en la esquina suroeste del yacimiento, y que
probablemente la cronología se confirma por la moneda del emperador Trajano
que se exhumó en los niveles de abandono de la habitación. En la zona suroeste
del sector A, y la zona sureste del mismo sector se presentan, asociados a un re-

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Lámina 5.
Detalle de los materiales in situ dentro
del silo.

lleno de color grisáceo-marrón restos de terra sigillata Sudgálica, varios fragmentos


de una lucerna de volutas (Dressel 9 c) con decoración de un águila en alegoría a
Júpiter y dos fragmentos de ánforas bien conservados, ya que persiste el borde
completo, asas, cuello y parte del cuerpo de las mismas. La primera de ellas se
correspondería con una forma Dressel 8 y la segunda con una forma Dressel 2-4.
Estos restos no están asociados a ninguna estructura (lám. 6).

En la zona sureste, surgen restos de cerámica común romana, fechados en el siglo


I d.C., pero mezclados, en parte, con restos de cerámica islámica. Aparece un muro
de piedras trabadas con argamasa de cal, con orientación este-oeste (cimentación
de la casa moderna). La anchura del mismo es de aproximadamente 0,70 metros.
Este muro aparece cortando una fosa-vertedero similar a la que se ubica en la zona
sureste y se corresponde con un relleno de tierra color grisácea-amarronada, en la
que emergen restos cerámicos romanos mezclados con materiales de época islá-
mica en la primera capa del estrato, hecho que podría interpretarse como arrastre
de la tierra, probablemente cuando realizaron el edificio de época contemporánea,
que seccionó lo silos de época islámica (lám. 7).

A esta fase corresponden además, los restos de una balsa para el almacenamiento
de agua11. Está excavada en nivel geológico del yacimiento. En el interior, en la sec-
ción excavada, se aprecia un revestimiento hidráulico de opus signinum, que pre-
senta unas molduras a modo de media caña en los extremos internos para evitar
filtraciones y en la zona central se manifiesta otra media caña convexa (lám. 8).

El relleno de la balsa se corresponde con dos niveles bien diferenciados. El primero


está compuesto por tierra marrón anaranjada muy compacta. Se aprecian grandes
fragmentos de opus signinum, posiblemente del derrumbe de la supraestructura de la
balsa, junto con un amplio repertorio de fragmentos de estuco pintado en varios colores
(lám. 9). Aparecen pocos restos materiales; solamente en la zona más baja del estrato.

El segundo nivel se corresponde con una tierra de color marrón, más oscura que
la anterior, y de granulometría más fina y menos compacta a su vez. Continúan sur-
11 La balsa tiene unas medidas interiores giendo restos de pintura mural romana, asociada a cerámica de época altoimperial.
de 2,50 metros de ancho, 4,50 metros Aparece un fragmento de Sigillata aretina con el sigillum y un borde de una forma
de largo y 2,12 metros de profundi-
dad.
Dressel 2-4 en el nivel de abandono.

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La Casa Fontes de Torre Pacheco. De la excavación arqueológica al museo: una propuesta de actuación museográfica • Federico Fuentes Miralles

Lámina 6.
Detalle de la fosa-vertedero donde apa-
recen materiales cerámicos altoimperia-
les (siglo I d.C.).

Lámina 7.
Detalle del muro cortando la fosa.

- Fase IV: Romana-republicana

A esta fase pertenecen los restos correspondientes con una fosa y su relleno. La
fosa12, en forma de V, se halla excavada en el nivel geológico natural (lám. 10). Den-
tro del relleno de la fosa hay gran cantidad de restos de cerámica romana-republi-
cana, entre ellas ánforas PE 17-18-19, Mañá D, Mañá C2. La trinchera estuvo
abierta y en uso durante un tiempo, como demuestran sus trabajos de manteni-
miento. Esta hipótesis se apoya en el hecho de que se rellenara con grandes can-
tidades de adobes, lo que habla de unas estructuras asociadas de este material,
inconcebibles para un asentamiento de días o de pocas semanas, puesto que solo 12 Las medidas de la fosa son: 2,07 me-
este tiempo habría sido necesario para la fabricación de aquellas. En nuestra opi- tros de ancho en la zona alta, 1,92
metros de alto y 7,27 metros de largo
nión, este esfuerzo de excavación y mantenimiento de la trinchera y de construc- (la zona vista).

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Lámina 8.
Detalle de las labores de excavación de
una parte de la balsa.

Lámina 9.
Detalle de las placas de pintura en el in-
terior de la balsa.

ción de estructuras de adobe nos podría demostrar la hipótesis de que fuera un


asentamiento de algunos meses, probablemente estacional y, de acuerdo con las
costumbres militares romanas, presumiblemente invernal (Vegecio, III, 8).

Solo se ha excavado una sección de dos metros de largo. A esta fase también se
pueden asociar múltiples agujeros de poste que servirían para la sustentación de las
tiendas del campamento o como para realizar una empalizada defensiva (lám. 11).

A esta fase pertenecen dos silos, de menor entidad que los de época islámica. Se
corresponden con el silo 2 y el silo 6. En el silo 2 se hallaron restos de cerámica ro-
mana-republicana, como restos de ánforas Dressel 1, junto con un sustrato impor-
tante de malacofauna.

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La Casa Fontes de Torre Pacheco. De la excavación arqueológica al museo: una propuesta de actuación museográfica • Federico Fuentes Miralles

Lámina 10.
Detalle de la excavación de una parte
de la posible fosa defensiva.

Lámina 11.
Detalle de los agujeros de poste exca-
vados y al fondo el foso defensivo.

En el silo 6, surgieron restos de un ánfora Lamb. 2, entre los cuales hallamos el


borde fragmentado, en el que se aprecia el sello del fabricante.

2.3.2. Contextos materiales y secuencia poblacional

La fundación del yacimiento debe fecharse a finales del siglo III a.C. e inicios del
siglo II a.C., cronología propuesta a partir de la presencia de ánforas púnicas Mañá
C2 e itálicas Dressel 1A y Lamb. 2, así como fragmentos de Campaniense A.

El lugar tendrá una fuerte vitalidad en el siglo I a.C. En la primera mitad del siglo I a.C.,
siguen documentándose ánforas Lamb. 2, junto a las producciones campanas Dressel 1A
y Dressel 1B, además de producciones en Campaniense B y Campaniense C de Siracusa.

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A mediados del siglo I a.C., las producciones Dressel 1 serán sustituidas progresi-
vamente por las Dressel 2-4, junto a las importaciones de Ibiza, PE-25 y ánforas
de la isla de Rodas, mientras que las producciones campanienses van dejando
paso a las producciones aretinas.

Desde finales del siglo I a.C. y hasta el siglo II d.C., el yacimiento experimenta un
momento de apogeo en el que destacan las importaciones de terra sigillata africana
clara A, cazuelas y tapaderas, junto a cerámica terra sigillata sudgálica y ánforas
Dressel 7-11 de la Bética.

Desde principios del siglo III d.C. hasta finales del siglo V d.C., el yacimiento expe-
rimentará cambios importantes en el volumen y calidad de los materiales, lo que
supone una cierta continuidad en el desarrollo del mismo, pero con una ocupación
más restringida que en las fases anteriores. Para este momento destacan las cerá-
micas africanas con decoración Hayes AII, o materiales como Hayes 61B y Hayes
95. Desde finales del siglo V d.C. hasta finales del siglo IX d.C. existe un hiato o
vacío ocupacional.

La fundación o establecimiento del nuevo yacimiento islámico debió producirse a


finales del siglo IX o principios del siglo X; hay que advertir que estaríamos fuera
del núcleo de población al que se asociarían los silos, ya que estos suelen situarse
en el entorno del mismo y nunca en su interior, localizándose presumiblemente el
núcleo al N-NE de los silos. Para esta cronología, aparte de los materiales clásicos
de la misma, destacan las importaciones de cerámicas aglabíes procedentes del
norte de África (Túnez).

En la primera mitad del siglo XI, los hechos relacionados con la Fitna alteraron la
vida del yacimiento, produciendo una ocultación en la que sobresalen, por su can-
tidad y calidad, los hierros. Una espada, dos azuelas, un posible bocado de caballo
y un complejo artefacto de madera, rejillas y anillas destacan en un ajuar compuesto
por jarras, redomas, ataifores y jofainas en un buen estado de conservación.

Se conoce poco la vida del yacimiento entre la segunda mitad del siglo XI y los dos
primeros tercios del siglo XII; a juzgar por la escasez de materiales claramente ads-
cribibles a esta cronología, es posible que se produjese una restricción del núcleo
poblacional original.

Sin embargo, a finales del siglo XII y hasta el primer cuarto del siglo XIII, el lugar
experimentará un extraordinario desarrollo derivado del establecimiento del poder
almohade en la zona, destacando las producciones en cuerda seca parcial, mar-
mitas a mano vidriadas al interior o ataifores en verde y melado.

El yacimiento pervivirá durante la segunda mitad del siglo XIII, ya bajo poder cas-
tellano, como un establecimiento mudéjar en el que destaca la presencia de can-
diles de pie alto, marmitas a torno vidriadas al interior o ataifores en blanco; sin
embargo, la ausencia de materiales típicos de finales del siglo XIII, como las pro-
ducciones en verde y morado de Paterna-Manises, ollas grises catalanas o marmi-
tas facturadas nuevamente a mano/torneta, indican que el mismo no sobreviviría
como tal tras los sucesos de la rebelión mudéjar de 1266.

2.3.3. Interpretación de los restos arqueológicos

Podemos estar ante un espacio que fue utilizado desde época romana-republicana,
a modo de castrum o castellum (campamento militar), en las primeras etapas de la
romanización de la península Ibérica, debido a que la cerámica hallada en las zonas
más antiguas, nos da una cronología de finales del siglo II y principios del siglo I
a.C., por lo que es muy probable que esté relacionado con un asentamiento por
motivos estratégicos de una o varias legiones vinculadas con los episodios bélicos
que acontecieron en el último siglo de la República, y con mayor probabilidad los
que se desarrollaron en tierras cartageneras durante las guerras sertorianas. Su

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La Casa Fontes de Torre Pacheco. De la excavación arqueológica al museo: una propuesta de actuación museográfica • Federico Fuentes Miralles

uso como espacio de carácter militar nos lo dan los restos abundantes de agujeros
de poste, así como, en mayor medida, el hallazgo del foso, que podría tratarse de
una fossa fastigata, al igual que aparecen en otros yacimientos del mismo carácter,
como en la zona de Villajoyosa13 (lám. 12).

Dicho espacio sería más tarde reutilizado para la construcción de un hábitat, posi-
blemente una granja agropecuaria, villa, ya en las últimas décadas de la República
romana (60-20 a.C.). Durante la excavación de la balsa se documentó en el nivel
de abandono un fragmento de terra sigillata aretina (fines del siglo I a.C), por lo
tanto esta estructura podría asociarse en una primera fase al campamento militar.

La balsa podría haber sido, posteriormente, un pequeño depósito hidráulico (cas-


tellum aquae), asociado a la pars rustica de una posible granja. Paralelismos en
Ampurias, donde se han hallado restos de una estructura similar en la zona de la
Neápolis14. Es posible, que la zona estuviera habitada hasta mediados o finales del
siglo I d.C., como lo demuestran los restos de cerámica altoimperial hallados en
un sector del yacimiento. La estructura hidráulica se encuentra colmatada por frag-
mentos de opus signinum de la cubierta y de las paredes de la supraestructura, así
como se encuentra rellena de lienzos de pintura mural posiblemente de alguna es-
tructura asociada a la pars urbana de la granja.

Ya en época islámica, el espacio sería reutilizado a modo de zona de almacenamiento


de una alquería, reaprovechando posiblemente, la pars rustica antes mencionada.
Pero la cerámica hallada da un espectro cronológico muy amplio (siglos IX-XIII), des-
tacando el hallazgo fortuito en un silo, de jarras completas, ataifores, jarritas, redo-
mas, aperos de labranza fabricados en hierro, así como un fragmento de vaina con
la hoja de la espada dentro y restos de cuero en el exterior, fechados todos estos
elementos en el siglo XII d.C. Este almacenamiento de objetos en unos de los silos
correspondería a una ocultación (como en el caso de Liétor, Albacete)15. Así pues,
podría tratarse de un hábitat en forma de alquería, aunque no se han hallado restos
de estructuras, por el momento, que se asocien a una fase concreta, probablemente
dos muros que nos cerrarían un espacio, en la zona noroeste del sector A. Pero di-
chos muros tienen una cronología romana, con lo cual, estarían reutilizados.

Los restos de cronología moderna-contemporánea corresponden a una serie de


estructuras relacionadas con la conducción o almacenamiento de aguas (atarjeas),
que aparecen en los sectores B-C del yacimiento. Pero una de las estructuras apa-
recidas en el sector B, concretamente al N del mismo, podría ser de época romana,
y reutilizada en época contemporánea, como atarjea de la Casa Fontes.

Así mismo, la construcción de la casa se apoyó en algunas de las estructuras, que


se han diferenciado, y que parecen seguir la misma orientación que las correas de
la casa; además de seccionar parte de los silos excavados.

3. HACIA UN MUSEO DE HISTORIA LOCAL EN TORRE PACHECO. LA CASA


FONTES COMO ESPACIO MUSEÍSTICO: PROPUESTA DE DISCURSO MUSE-
OGRÁFICO

3.1. Justificación

El Museo de Torre Pacheco es un museo de ámbito geográfico local, de los califi-


cados generalistas, o mejor aun, históricos, pues su planteamiento pretende inter-
pretar los procesos históricos de su marco geográfico a partir de una serie de
bienes culturales muebles e inmuebles. Estos bienes pertenecen a la Comunidad
Autónoma de la Región de Murcia, sean de los llamados bienes artísticos, de pro-
cedencia arqueológica, de carácter etnográfico o de cualquier otro signo útil para
su cometido.
13 Espinosa Ruiz et alii, 2008, p. 199-
220.
Su cometido se extiende, como se deduce de lo dicho, a amplios parajes culturales: 14 Carbonel et alii, 2005.
todo tipo de bienes susceptibles de poseer interés o significación cultural y una 15 Navarro y Robles, 1996.

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Lámina 12.
Foso documentado en el campamento
tardorrepublicano de Villajoyosa (foto-
grafía de A. Espinosa Ruiz).

cronología tan vasta como la que sanciona la legislación de Patrimonio cuando


alude a los testimonios materiales del hombre y sus actividades, dejando aparte el
patrimonio paleontológico, que tendrá cabida en el Museo Regional de Paleonto-
logía y de la Evolución Humana que se está construyendo en Torre Pacheco.

Torre Pacheco se ubica en pleno corazón del Campo de Cartagena, zona que
cuenta con un copioso y reconocido pasado histórico que ha dejado huellas mo-
numentales y culturales de primera magnitud, tanto en la propia ciudad de Carta-
gena como en el resto del territorio que engloba. Cartagena ha apostado desde
hace unos años por explotar la gran riqueza de su patrimonio arqueológico y cul-
tural, y para ello ha creado el Museo del Teatro Romano y en breve se pondrá en
marcha para su visita el Parque Arqueológico del Molinete. Creo, por tanto, que un
museo monográfico dedicado a la evolución del poblamiento rural emplazado en
Torre Pacheco sería un excelente apéndice y complemento de la “Cartagena Mo-
numental”16.

Este potencial tanto cultural como educativo y turístico carece sin embargo, de un
reflejo museístico adecuado y comparable al que de manera normalizada, tienen
la mayoría de los municipios de la Región de Murcia: un museo local que salva-
guarde y gestione eficazmente los recursos derivados de este patrimonio público.
La sede del museo debería efectuar los cometidos más primarios y primordiales,
como son la custodia, la preservación y la muestra pública de parte de sus bienes,
ofreciendo una perspectiva de la historia de su territorio, en plena consonancia con
sus posibilidades de hacerlo.

La función y relaciones del museo con su territorio de referencia, el Campo de Car-


tagena, deriva pues, de su propia definición y sentido institucional: se trataría del
organismo encargado de custodiar, conservar, incrementar, investigar, comunicar
y difundir el patrimonio cultural mueble propiedad de los ciudadanos, de titularidad
pública. En el sentido de las colecciones, se trataría de poner en valor los restos
de la propia excavación arqueológica que se realizó justo en la parcela donde está
ubicado el propio museo. Además de contactar con las personas que tengan co-
lecciones particulares para que las donen o cedan y puedan formar parte de las
16 Noguera Celdrán, 2003. colecciones del museo.

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Cabe señalar una distinción básica entre un usuario directo, el visitante de las ex-
posiciones y participante en actividades del museo, y el cuerpo social que mantiene
el museo y lo considera un organismo útil, a su servicio, pues este último contin-
gente es casi universal. El museo sirve a la ciudadanía realizando todas las funcio-
nes que marca su definición como tal museo, independientemente de que tenga el
respaldo de unas visitas que refrendan una parte de su trabajo. Por ello es finan-
ciado con dinero de los ciudadanos y a ellos, deben dedicarse sus actividades para
lograr un nivel de implicación creciente en el tratamiento de un patrimonio cultural
que nos pertenece a todos. En su caso, el futuro museo de Torre Pacheco debe
crear acciones hacia los escolares y académicos, como institución formativa, y
hacia los propios habitantes del municipio, ya que el aporte turístico o foráneo será
de gran relevancia por la ubicación que tiene Torre Pacheco, en cuanto a nivel tu-
rístico.

3.2. Usos y funciones del museo

En los sentidos que se va comentando, la función del museo como servicio público
cobra relevancia especial en varios aspectos, tanto institucionales como sociales,
que se esquematizan a continuación.

- Es el único centro estable de la comarca del Campo de Cartagena (exceptuando


a la propia Cartagena, por supuesto) y Mar Menor dedicado a la custodia, con-
servación, restauración y documentación (un tratamiento técnico integral, en re-
sumen) de los bienes culturales muebles.

- Podrá ser un centro expositivo de referencia a nivel, tanto local como regional.
Tanto en cuanto a la particularidad de sus colecciones, como a los montajes tem-
porales, propios o ajenos, ya que dispone de un espacio específico para la dis-
posición de exposiciones temporales.

- El museo debe ser un instrumento educativo de primera magnitud en el ámbito


académico local y provincial a todos los niveles. Los grupos escolares de primera,
segunda enseñanza y universitarios, así como otros contingentes culturales utili-
zarían, de forma habitual y programática, el museo como parte de su plan acadé-
mico o docente, lo que supone destinarles un área de acogida y preparación
previa de las visitas.

- Centro de investigación. A través de sus colecciones, con una proyección externa


de los trabajos relacionados con ellos, ya sea desde el punto de vista interno de
los técnicos del museo, ya desde el uso del museo como infraestructura hacia el
exterior, dando completa disponibilidad al acceso al patrimonio custodiado como
de la biblioteca, los medios materiales y humanos y su fondo documental. Sería
importante crear una publicación periódica que recogiera todo tipo de hallazgos
y estudios realizados en la zona.

- Referencia de los trabajos arqueológicos ejecutados en el municipio de Torre Pa-


checo, tanto en materia de recepción y control de los objetos extraídos a conse-
cuencia de los mismos (pues este debería ser, según normativa, su lugar de
depósito) como de puesta a disposición de la ciudadanía de los resultados de los
trabajos de este tipo, por medio de su aprecio social y su divulgación en términos
de accesibilidad al conocimiento y valoración.

- Receptor de bienes de titularidad privada y pública cuyo depósito se acuerde.


Hay una gran cantidad de patrimonio histórico y cultural de interés que se en-
cuentra en manos privadas, y que debería de recalar en el museo en forma de
donaciones y depósitos.

- Elemento de promoción turística de primer orden. Volcado como está el municipio


en el aprovechamiento de los recursos patrimoniales e históricos, la visita al centro
monumental de Cartagena, así como el propio Museo Regional de Paleontología

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y de la Evolución Humana que se está construyendo en Torre Pacheco (las obras de


construcción comenzaron en enero de 2011), se completaría con la disposición de un
museo local de primer orden, moderno y avalado por sus fondos, donde tomar noción
del contexto histórico y de la evolución histórica de la comarca del Campo de Cartagena.

- Un referente de dinamización cultural destacado en Torre Pacheco y por exten-


sión, en el Campo de Cartagena y la Región de Murcia a través de las múltiples
actividades complementarias a la mera exhibición de sus colecciones. Tanto en
la organización de conferencias, congresos científicos y debates, como en la edi-
ción de libros técnicos o divulgativos, programación de cursos de formación, re-
cepción de alumnado en prácticas, actividades pedagógicas para grupos,
asesoramiento técnico, conservación del patrimonio cultural local, etc. pueden
convertir al museo en uno de los centros culturales indiscutibles de su territorio.

En resumen, el futuro museo de Torre Pacheco se define como una parte sustancial
e imprescindible de la infraestructura cultural y de atención al patrimonio en su
marco geográfico de actuación.

3.3. El discurso museográfico: una propuesta

El criterio a propósito de un discurso museológico expositivo es que su mensaje


último, su contenido debe poder expresarse con una sola frase o sencillo enun-
ciado. En este sentido, el contenido del discurso del museo de Torre Pacheco que
se propone debe ser la comprensión del proceso histórico de su territorio a través
de los bienes culturales muebles seleccionados de ese pasado. Su objetivo por
tanto, será la divulgación e interpretación del patrimonio cultural que atesora, con
un horizonte de transmisión de conocimientos aplicado al ámbito de su competen-
cia, resaltando esta especificidad pero sin perder de vista el contexto general his-
tórico y geográfico.

El museo conformaría una argumentación temática, en línea con el Museo Teatro


Romano de Cartagena17 y el Museo Arqueológico de Cartagena18. Como es sabido,
estos dos museos muestran a través de los contenidos de sus salas el urbanismo
y la monumentalización romana.

La gran urbe de Carthago Nova podría incorporar un complemento a este recorrido


con la visita al museo de Torre Pacheco, es decir, ciudad y campo.

Según la división de espacios, la musealización se realizaría utilizando la separación


entre las salas y las plantas del edificio para crear una línea cronológica y concep-
tual del poblamiento rural. Se distribuiría de la siguiente manera:

Planta baja

Vestíbulo: Área de recepción del visitante. Se ubicaría geográficamente al visitante,


explicándole la geología y geografía con fotografías aéreas. El medio físico, entrevisto
de forma sumaria como el escenario de la historia que se desarrolla a continuación.

Sala 1 (balsa): denominada “La pintura mural en las villae”.

Sala monográfica sobre la pintura mural en época romana. Explicando además, las
técnicas de extracción de las placas de pintura del interior de la balsa19.

Se describirían los distintos períodos de la pintura mural romana, así como las téc-
nicas pictóricas aplicadas en todo el Imperio romano. Este museo se uniría a otros
que aportan información sobre estas técnicas pictóricas, como el Museo de las Vi-
llas de Almenara-Puras en Valladolid, y el recientemente inaugurado Museo de Al-
17 Ruiz y Moreno, 2007, p. 165-185.
18 Martín Camino, 1999.
calá de Henares que dedican parte de la museografía a explicar las pinturas de
19 Plaza, García y Fernández, 2004, p. época romana. Por lo tanto, esta sala dedicada a la pintura mural romana sería la
125-138. única de todo el Levante y sur de España de estas características.

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La Casa Fontes de Torre Pacheco. De la excavación arqueológica al museo: una propuesta de actuación museográfica • Federico Fuentes Miralles

Para ello es necesaria una intervención arqueológica en la zona denominada “sala


de la balsa”. Las pinturas se encuentran in situ en el interior de la balsa a falta de
ser extraídas por un técnico restaurador que ponga en valor estos restos arqueo-
lógicos tan importantes.

Sala 2: denominada El Ager Carthaginensis.

En este ambiente se explicará lo que es el poblamiento en villae o explotaciones


rurales, poniéndolas en relación con las dos vías romanas que atravesaban el mu-
nicipio de Torre Pacheco (vía Augusta y vía Carthago Nova-Complutum)20. Es im-
portante destacar la presencia en el término municipal de Torre Pacheco de
diecisiete explotaciones rurales romanas21.

En esta sala se pretende testimoniar la presencia sin solución de continuidad du-


rante seis siglos de numerosos núcleos de población agrícola. Conocida es la de-
nominación de esta zona durante los siglos tardíos (siglos IV-V) como Carthago
Spartaria hasta la llegada de los Bizantinos.

Esta sala explicará la arquitectura de una villa romana, con su pars rustica (o de
explotación) y su pars urbana (o residencial)22. Se pretende, con la dedicación de
este ambiente, cubrir un vacío que existe en la Región de Murcia, que es el del es-
tudio o puesta en valor de la temática rural y agropecuaria. Museos de sitio dedi-
cados a las explotaciones agrícolas existen en la villa de Carranque (Toledo), la villa
de Almenara-Puras (Valladolid) y la villa de la Olmeda (Palencia).

Junto con la explotación agrícola en este Ager de Carthago Nova intensa fue la ex-
plotación de las canteras de mármol del Cabezo Gordo23. Mármol que fue utilizado
para distintas edificaciones de Carthago Nova. Famosa es la lápida de Comencio-
lus24, grabada sobre un bloque de caliza marmórea del Cabezo Gordo, encontrada
en 1698 en la plaza de La Merced de Cartagena.

Con la destrucción de Carthago Spartaria hacia el 625 d.C. concluye una impor-
tante etapa en la vida de la ciudad de Carthago Nova y por ende en todo el Ager
que esta explotaba25, dándose un vacío histórico hasta finales del siglo IX con la
aparición del Islam.

Planta 1

En este nivel del museo estaría explicada la historia de Torre Pacheco desde el siglo
IX hasta principios del siglo XIX. Además en esta planta se encuentra la sala noble
con techos con artesonado en madera, que sirve de acceso al mirador. Esta sala
se podría utilizar para explicar la evolución histórica del caserío (Casa Fontes) y el
mirador con vistas al Cabezo Gordo y podría poner de manifiesto la importancia
de este monte para Torre Pacheco.

Sala 3: El poblamiento rural islámico.

El periodo cronológico aquí tratado sería desde finales del siglo IX, que supuso la in-
vasión de la península Ibérica por tropas del Islam, hasta 1243, con la firma del Tra-
tado de Alcaraz entre Ibn Hud al-Dawla, el emir de Murcia, y Fernando III el Santo de
Castilla, que determinaba la entrada de tropas castellanas en los principales castillos 20 García Cano et alii, 1998, p. 31-38.
murcianos, las cuales velarían por la seguridad del territorio a cambio de parte de las 21 Durante el año 2007 se llevó a cabo
rentas recaudadas. La rebeldía de las ciudades de Mula, Lorca y Cartagena supuso la actualización de la Carta Arqueo-
lógica del municipio de Torre Pa-
la incorporación de estas poblaciones a Castilla por la vía militar, culminada en 1245. checo para el PGOU de Torre
Las tropas cristianas consiguieron someter totalmente el territorio en 126626. Pacheco.
22 Aguilar, 1991, p. 261-280.
La excavación realizada durante el proceso de construcción del museo arrojó ma- 23 Ramallo y Arana, 1987.
24 Abascal y Ramallo, 1997, p. 447-450.
teriales de excelente factura, como redomas, jarras de acarreo de agua, platos, 25 Ramallo, Berrocal y Ruiz, 1996, p.
cuencos, un candil de vidriado melado, así como varios elementos de hierro y 135-190.
bronce, que explicarían la vida cotidiana en el mundo agrario islámico. 26 Torres Fontes, 1963, 1993, 1997.

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La restauración de los elementos de carácter metálico (hierro y bronce) sería de


gran interés para la musealización de estos elementos.

Sala 4: Hitos en la historia de Torre Pacheco desde época moderna hasta 1836.

Dos son los hitos cronológicos que definen la historia de Torre Pacheco en la época
moderna:

La donación a Pero Pacheco de un “pedaso de tierra con un villar e algibe” el 7 de


noviembre de 147827. Momento a partir del cual podemos considerar que estamos
en el origen del actual Torre Pacheco. El 7 de noviembre de 1478, el concejo de la
ciudad de Murcia dona al antepasado del deán, Pero Pacheco, las tierras donde
construirá el cortijo y la torre fortaleza que darían lugar a la creación de Torre Pa-
checo. Pero fue sin duda, su sucesor Luis Pacheco de Arróniz quien, en 1603, fun-
daría la parroquia28.

Una lápida de mármol blanco en la fachada actual del templo parroquial, deja cons-
tancia de la fundación (lám. 13).

Esta sala contaría fundamentalmente con reproducciones facsímiles de documen-


tos relacionados con la historia de Torre Pacheco depositados en el Archivo General
de Murcia y otros archivos.

Junto a ello se trataría de que fuesen cedidos materiales de esta etapa. Por ejem-
plo, un tesorillo de 44 monedas de los siglos XVIII-XIX, aparecido durante las labo-
res de restauración de la Casa Valderas que custodia el Ayuntamiento29.

Planta 2

En esta planta se explicaría la historia de Torre Pacheco desde 1836 hasta la ac-
tualidad.

Sala 5: de la constitución del Ayuntamiento (1836) al siglo XXI.

El 17 de septiembre de 1836 se constituye definitivamente en municipio Torre Pa-


checo30. Fue durante el siglo XIX donde surgieron los molinos de viento que forma-
ron parte del paisaje del Campo de Cartagena. La agricultura intensiva es una de
las principales actividades económicas de Torre Pacheco, por lo tanto se podría
explicar los actuales sistemas de explotación agraria.

Importante es, a partir de la segunda mitad del siglo XX, el crecimiento del núcleo
urbano de Torre Pacheco. Personajes relevantes en este desarrollo de Torre Pa-
checo han sido el arquitecto Pedro Cerdán Martínez, el profesor Francisco Hernán-
dez Ardieta y el escritor Luis Manzanares31.

El museo dispone además de una sala de exposiciones temporales, en la planta


baja con 86 metros cuadrados, y una gran zona de exposiciones al aire libre tam-
bién en la planta baja. Esta zona se podría utilizar para crear un espacio donde
acercar la “excavación arqueológica” al público, creando una réplica de una exca-
vación in situ.

En el pasillo porticado que se encuentra en la planta baja y que da acceso a la zona


de “exposiciones al aire libre” se podrían ubicar escudos heráldicos y fotos con la
explicación del desarrollo de la excavación arqueológica y de la reconstrucción del
edificio.
27 Archivo Municipal de Murcia. Acta
Capitular 1478. Ff. 74 r.- 75 r. 4. CONCLUSIONES
28 Rodríguez et alii, 2005, p. 163.
29 Matilla y Arias, 2003.
30 Ferrándiz, 2003, p. 26. Durante las obras de reconstrucción de la Casa Fontes, surgen en el subsuelo res-
31 Nicolás, Henares y Galindo, 2007. tos arqueológicos de relevante importancia, lo que obliga a modificar el proyecto

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Lámina 13.
Lápida de mármol blanco donde se re-
fleja la fecha de fundación de la parro-
quia.

inicial y se exige a la promotora, desde la Dirección General de Bellas Artes y Bienes


Culturales de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, a conservar e inte-
grar algunos restos arqueológicos estructurales. El hallazgo de restos arqueológicos
lleva a replantear el proyecto museológico incorporándolos en el discurso museo-
gráfico. La documentación de estos restos arqueológicos ha llevado a desarrollar
un importante estudio sobre el poblamiento rural de la zona, ya que se ha docu-
mentado una diacronía en este espacio. Sería interesante promover en el futuro ex-
cavaciones arqueológicas en la zona para poder ver la amplitud del yacimiento
arqueológico, ya que la excavación se llevó a cabo en el espacio que ocupa el pro-
yecto, sin poder realizar ningún tipo de movimiento de tierras en las cercanías.

No obstante este trabajo no podría llevarse a cabo sin la colaboración de las auto-
ridades locales, que deben poner más esmero y empeño en cuidar este tipo de
procesos a la hora de crear una infraestructura museística, ya que no es solo cons-
truir el continente, es necesario cuidar los aspectos museológicos y museográficos
a la vez que se va creando el edificio. Además, las labores de excavación arqueo-
lógica supusieron para las autoridades locales un reto a la hora de realizar las obras,
por los retrasos y costes económicos de esta actuación. Hasta la fecha no se había
documentado, en el municipio de Torre Pacheco, una secuencia histórica de estas
características.

Este trabajo ha sido fruto de una excavación arqueológica donde, dentro de lo que
son las excavaciones de urgencia, se han obtenido todos los datos posibles para
su posterior interpretación y puesta en valor en un museo que los integre.

A la hora de elaborar esta propuesta museográfica, se ha considerado que el visi-


tante pueda utilizar los recursos de “ver, tocar, oír y sentir”. Estos cuatro recursos
hacen que el museo sea mucho más dinámico que un espacio expositivo donde
abundan las proyecciones y los elementos audiovisuales.

Este trabajo ha mostrado en dos bloques temáticos, por un lado el desarrollo de


una excavación arqueológica y su documentación e interpretación, y por otro lado
el desarrollo de un discurso museográfico integrado en un museo. Reseñar las di-
ficultades que hay hoy en día a la hora de que se elaboren planes museológicos y
museográficos antes de realizar el edificio o durante las labores de construcción
de un espacio museístico, como es el caso que hemos puesto de manifiesto.

Por lo tanto, se ha intentado integrar unos restos arqueológicos que sirvan para
conocer aspectos desconocidos hasta ahora, del poblamiento rural desde época
romana hasta la actualidad.

Un museo se vincula a un emplazamiento y por tanto, está abocado a realizar una


aportación al lugar, es arquitectura, contenidos, funciones anexas, funciones reales
y simbólicas, internas y externas, es un potencial lugar de reflexión, emoción está-

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tica, conocimiento y gozo social, y debe ser distinguible por sus cualidades de otros
establecimientos de ocio y cultura. La arquitectura puede contribuir a reforzar el
mensaje del museo, el medio puede ser el mensaje32.

El edifico del museo se convertiría en reclamo turístico, capaz de rivalizar con otros
polos de recreo en una sociedad del ocio como la nuestra. A veces, esta atracción
se debe directamente a la importancia de la colección, pero otras es resultado del
éxito del edificio por sí mismo o en combinación con otros factores, como puede
ser la industria del turismo de la zona, los intereses políticos y empresariales, la
oferta cultural de la ciudad o el funcionamiento del propio museo, puede producirse
una modificación de la costumbre turística en la ciudad y su entorno, dando lugar
a la inclusión de la población en circuitos turísticos que hasta la construcción del
edificio no la tenían en cuenta.

32 Layuno Rosas, 2008, p. 30.

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La excavación preventiva
y la lectura muraria como
apoyo a la restauración
de la iglesia de Santa
María (Lorca)

1
José Manuel Crespo Valero*
Juan Gallardo Carrillo**

RESUMEN ABSTRACT
La intervención arqueológica realizada en la iglesia de Santa The archaeological intervention done in the Santa Maria church
María de Lorca consistió en la ejecución de una excavación ar- of Lorca city consisted of an archaeological excavation in different
queológica en diferentes zonas ubicadas en el interior y exterior areas from the inside and the outside of the church, as well as a
de la iglesia así como un estudio murario que ha permitido la lec- wall study which have allowed us the reading and the obtaining
tura y la obtención de la secuencia estratigráfica de los paramen- of the stratigraphic sequence of the paraments of the temple
tos del templo desde su edificación hasta las reformas from its building up to the reforms carried out by Pedro San
efectuadas por Pedro San Martín en el siglo XX. Martín in the 20th century.

PALABRAS CLAVE KEY WORDS


Lorca, Santa María, gótico, tapial, arqueología de la arquitectura. Lorca, Santa María, gothic, tapial rammed earth, archaeology of
the architecture.

* [email protected]
** [email protected]
1

MAM
Además autor de todas las imágenes.

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La excavación preventiva y la lectura muraria como apoyo a la restauración de la iglesia de Santa María (Lorca) • José Manuel Crespo Valero / Juan Gallardo Carrillo

1. INTRODUCCIÓN

Las labores de excavación arqueológica realizadas en la iglesia de Santa María de


Lorca vienen justificadas ante la ejecución del proyecto de rehabilitación y adecua-
ción para la visita turística de dicho templo.

Los trabajos iniciados en marzo de 2010, se realizaron en dos fases. Una primera
consistió en la realización de una excavación arqueológica intensiva previa a la eje-
cución de las obras de restauración/rehabilitación de este inmueble; y una segunda
fase que consistió en la supervisión, registro y estudio de los paramentos sobre los
que se intervino durante dichos trabajos de rehabilitación.

2. UBICACIÓN

La iglesia de Santa María de Lorca se ubica en las inmediaciones del extremo orien-
tal del castillo de Lorca, en la vertiente meridional de la sierra del Caño, en lo que
se conoce como barrios altos de dicha ciudad.

Esta zona, se caracteriza por la presencia de importantes desniveles provocados


por la morfología de la ladera en la que se ubica. Este hecho condiciona, de forma
irremediable, tanto en el análisis la secuencia estratigráfica observable al efectuar
cualquier tipo de intervención arqueológica, como las diferentes soluciones cons-
tructivas que los instalados en este lugar, a lo largo del tiempo, se vieron obligados
a tomar para poder asentarse, o por ejemplo, la impronta dejada, y con evidencias
perfectamente distinguibles todavía actualmente, en la articulación urbana una vez
efectuada su instalación definitiva en esta parte del cerro (lám. 1).

3. LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA

La excavación arqueológica se efectuó en diferentes áreas de la iglesia. Intervinién-


dose primeramente en una zona ubicada en la parte NO del interior del templo, de
grandes dimensiones, y que cuya excavación vino condicionada por una escasa

Lámina 1.
Vista frontal de la iglesia.

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profundización en el subsuelo de entre 0,50 metros y 1 metro. Un segundo sector


se hallaba situado en una de las capillas de la parte este de la iglesia, realizándose
una cata de 3 por 3 metros. En la parte exterior se efectuó una segunda cata cuyas
dimensiones fueron 3 por 3 metros y 2,50 metros de profundidad máxima. Una ter-
cera cata se realizó junto a la puerta de acceso a la iglesia, con unas dimensiones
de 2 por 3 metros y una profundidad máxima de 3,50 metros. La última cata que
pudimos realizar se ejecutó en la parte sur del corte ubicado en la zona noroeste
de la iglesia, con el objeto de documentar los restos arqueológicos aparecidos en
torno al pilar de la nave central desaparecido. Posteriormente se efectuó una zanja
para la colocación de una serie de acometidas, en la parte este de la iglesia (fig. 1).

De la fase más reciente pudimos documentar una secuencia estratigráfica que se


caracterizó por contener numerosos elementos constructivos contemporáneos, así
como desperdicios procedentes de los trabajos de restauración que efectuó Pedro
San Martín2 en 1967 y 1970 en diferentes puntos de la iglesia.

Bajo estos primeros niveles registramos los derrumbes de las cubiertas de la iglesia,
documentándose un importante estrato compuesto por un revuelto de tejas, ladri-
llos y disoluciones de mortero de cal, así como dovelas de arcos y una lápida fu-
neraria. El pavimento de esta fase cronológica se conserva puntualmente en las
esquinas de la capilla noroeste y en parte de la nave lateral norte, y su falta es atri-
buida al saqueo que debió sufrir la iglesia una vez abandonado su uso como lugar
de culto durante la guerra civil española.

De la fase correspondiente a la Edad Moderna, durante los siglos XVII y XVIII el


templo sufrió una notable remodelación en su interior, tanto en los paramentos
como en una serie de espacios ubicados en el interior de la iglesia. Así, uno de los
restos más significativos que hemos podido registrar fue la presencia de un suelo
realizado por medio de una tongada de mortero de cal de 10 centímetros, en la
mayor parte del interior de la iglesia. Bajo esta superficie, que no cuenta con la pre-
sencia de fosas ni marcas de tipo alguno, se presenta un notable estrato de entre
50 y 70 centímetros de altura compuesto por un revuelto de restos óseos humanos
sin disposición anatómica. La presencia de este paquete de materiales hace indicar
que este suelo fue colocado posteriormente a la proclamación de la Ley de Carlos
III, en 1787, por la que se prohibían los enterramientos en el interior de las iglesias.

También, de esta fase documentamos la existencia de una cripta en la parte norte


de la cabecera de la iglesia. Se accedería por su parte mediante una escalera de
dos peldaños de ladrillos, siendo las dimensiones de la cripta de 4 por 1,50 por
1,15 metros. Fue registrado en su interior uno de los tres individuos completos, en-
terrado en decúbito supino, hallados durante la excavación arqueológica.

La siguiente fase documentada nos traslada a mediados del siglo XV pudiendo ob-
servarse que, al igual que otras edificaciones de la ciudad, el templo sufrió un im-
portante proceso de monumentalización. De este periodo destacan las numerosas
reutilizaciones de estructuras islámicas usadas como cimentaciones (lám. 2).

La excavación arqueológica en el interior del edificio permitió localizar la basa que


faltaba, así como su cimentación realizada con sillares y argamasa, de la misma
manera que los muros perimetrales de la iglesia de esta fase. La ubicación de la
cimentación de esta basa, desplazada con respecto a su eje, se encuentra cu-
briendo parte de uno de los muros de un aljibe islámico.

Otra de las reutilizaciones se observa en el muro norte de la capilla noreste, donde


se observa que el muro de sillares está ubicado sobre el de tapial pero poseen dis-
tinto trazado. Otro ejemplo que se puede observar en el muro de tapial que rela-
ciona las catas 1 y 3, documentándose la colocación de la rezarpa para la
cimentación del muro de la iglesia sobre un grueso muro de tapial calicastrado que
se extiende de forma perpendicular al muro de la fachada (lám. 3). 2 Granados González, 2010.

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Figura 1.
Planimetría de los
restos documenta-
dos en la excava-
ción arqueológica.

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Lámina 2.
Detalle de una de las reutilizaciones de
las estructuras de tapial.

Pudimos documentar también el enterramiento de dos individuos completos. Para


la colocación de uno de ellos, rompen el único suelo conservado de la fase del siglo
XIII, y parte de un muro de tapial calicastrado. Ambos, y al igual que el individuo 3,
están enterrados en decúbito supino.

Los resultados de la excavación arqueológica son escasos en cuanto a restos re-


gistrados adscribibles con posterioridad a la conquista cristiana, y que resultarían
muy interesantes para poder verificar la existencia de una iglesia anterior al siglo
XV. Los restos registrados se encuentran muy alterados por las diferentes remode-
laciones efectuadas en el siglo XV. Únicamente se han documentado restos de un
pavimento y un pequeño tabique, de ladrillos, cortado por la rezarpa para la fachada
de la iglesia.

La intervención arqueológica también ha permitido documentar numerosos restos


estructurales correspondientes a una fase islámica. Principalmente se tratan de es-
tructuras realizadas en tapial calicastrado, cuya cronología se enmarcaría especial-
mente en el siglo XII, abarcando también parte del siglo XIII. Estas estructuras
parecen corresponderse a los de un edificio de entidad en base al importante grosor
que poseen los muros de tapial, de 1 metro de anchura y una profundidad mínima
de 2 metros con impronta de los cajones de 90 centímetros de altura, que quedarían
situados en la parte nororiental de la iglesia, donde se ubica la cabecera y que lle-
garían hasta el actual atrio situado en la fachada de la iglesia. Posee varios trazados
de muros que envolverían este edificio en sentido norte-sur formando posiblemente
un espacio abierto, que contaría, mínimo, con dos estancias cuadrangulares y dos
aljibes en su interior (fig. 2).

El aljibe 1, reutilizado como cimentación para la basa de la nave central de la iglesia,


posee unas dimensiones de 4,80 metros de longitud mínima3 y 3,75 metros de an-
chura máxima. En él muere un canal realizado con argamasa que aprovisionaría de
agua por la parte sur del aljibe. La cubierta del aljibe se encuentra en su interior,
habiéndose registrado gran cantidad de material cerámico de finales del siglo XII y
3 La longitud total es desconocida al in-
primera mitad del siglo XIII, así como diferentes elementos constructivos, como sertarse este aljibe bajo los restos de
dos fustes lisos de mármol similares a las de las ventanas bíforas, visibles en este la basa de la nave central.
período en la decoración de diferentes tipos de arcadas de tipo civil o religioso4., 4 Pavón Maldonado, 2004 y 2009.

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Lámina 2.
Ejemplo de reutilización de estructuras
islámicas por parte del muro que con-
forma la fachada principal.

así como parte de una moldura de mármol lobulada que podría provenir de algún
tipo de pileta de abluciones o dispensador de aguas.

Bajo los niveles islámicos se hallan niveles prehistóricos, donde pudo registrarse
diferentes elementos que marcan cierta actividad, como un nivel de suelo en una
de las catas, y por otro lado, restos de fuegos y molinos de mano con signos de
alteración térmica.

4. ESTUDIO MURARIO

La segunda fase de los trabajos arqueológicos, una vez finalizada la fase de exca-
vación arqueológica, consistió en la realización de un estudio murario de todos los
paramentos de la iglesia que se verían afectados por las obras de rehabilitación
del edificio.

Este registro se realizó efectuando, primeramente, una ortofotografía de detalle de


cada uno de los muros que serían afectados por las labores de restauración. Pos-
teriormente, se generó el dibujo arqueológico de dichos paramentos sobre la foto-
grafía. Y ya con toda esta información, junto con los datos obtenidos en campo y
la documentación histórica que se tiene del edificio, se fue clasificando y datando
cada uno de los elementos que componen el edificio (fig. 3).

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Figura 2. Plano con la ubicación de los restos de la fase islámica en relación con los restos de la fase cristiana.

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Figura 3.
Vista del estudio realizado en uno de
los muros interiores de la iglesia.

Estos datos nos han permitido documentar que la mayor parte de los restos visibles
de la iglesia se adscriben a una fase constructiva datable en el siglo XV. Momento,
como ya hemos comentado anteriormente, en el que se efectuó una importante
monumentalización de la iglesia. Todos estos restos datados en el siglo XIII, están
realizados en mampostería no concertada. Las estructuras de la fase del siglo XV
están realizadas con sillares, dispuestos por el cuerpo principal de la iglesia, ex-
cluyendo la sacristía (fig. 4).

La disposición de las naves varió con respecto a la que tiene en la actualidad. Se


han podido apreciar, en el lienzo ubicado a los pies de la iglesia, diferentes arran-
ques de arcos dispuestos en diferentes planos a causa, con total seguridad, de los
problemas de estabilidad causados por su ubicación sobre un aljibe de época is-
lámica.

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Figura 4.
Representación de la datación de los di-
ferentes elementos de la fachada.

Figura 5.
Planta de la iglesia con las fases cons-
tructivas de los distintos muros pertene-
cientes a la iglesia.

En el siglo XVI se construye la torre del campanario de forma cuadrangular con


mampuestos de piedra, y adosándola a los muros del siglo XV junto a la cabecera.
Ya en el siglo XVII se efectúan nuevas intervenciones, como la sustitución total de
las cubiertas, abriendo más la nave central. Las cubiertas de ladrillo son reforzadas
con la colocación de una serie de muros de mampostería.

Tras el terremoto de 1674, al igual que en el resto de iglesias de los barrios altos se
efectúan obras de consolidación de las grietas aparecidas, observables en las dis-
tintas superposiciones de argamasa y yeso que hay sobre los muros. También se
refuerzan los arcos góticos con arcos de medio punto en su parte inferior. Por otro
lado se acomete el refuerzo exterior de los muros del siglo XV por su parte oeste y
sur, construyendo unos muros bajos adosados a los originales en los primeros, y
en los segundos, una serie de contrafuertes de mampostería (fig. 5).

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MAM
201
La excavación preventiva y la lectura muraria como apoyo a la restauración de la iglesia de Santa María (Lorca) • José Manuel Crespo Valero / Juan Gallardo Carrillo

Posteriormente el camarín, construido en 1753, de forma poligonal, así como las


puertas y los contrafuertes de la fachada principal, que fueron realizados a finales
del siglo XVIII, ocultando éstos últimos parte de una puerta del siglo XV, serían las
últimas actuaciones en la iglesia hasta las obras efectuadas en la segunda mitad
del siglo XX, donde se intentó consolidar diferentes elementos para detener su de-
terioro.

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La excavación preventiva y la lectura muraria como apoyo a la restauración de la iglesia de Santa María (Lorca) • José Manuel Crespo Valero / Juan Gallardo Carrillo

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Arquitectura residencial
andalusí y jardines en el
arrabal de la Arrixaca.
Breve síntesis de las
excavaciones
arqueológicas realizadas
en el jardín de
San Esteban, Murcia
(2009)

Alfonso Robles Fernández*


José A. Sánchez Pravia
Elvira Navarro Santa-Cruz

RESUMEN RESUME
Se describen las transformaciones urbanas y la evolución del es- On décrit les changements dans le quartier résidentiel connue
pacio en un sector del arrabal de la Arrixaca localizado al norte sous le nom Arrixaca, un secteur situé au nord de la ville. Les
de la ciudad andalusí. La excavación arqueológica ha mostrado fouilles archéologiques ont révélé l’existence d’un quartier den-
la ocupación del lugar desde finales del siglo XI y la existencia sement peuplé depuis le milieu du XIIe siècle jusqu´à la fin du
de un barrio densamente poblado desde mediados del siglo XII XIIIe siècle. Le XIVe siècle a marqué l’abandon du quartier et l’uti-
hasta finales de la centuria siguiente. En el siglo XIV asistimos a lisation résiduelle du site. Au XVe siècle, le terrain est destiné à
su abandono y a la ocupación residual del mismo. Durante el l´agriculture et l´on trace des canaux d´irrigation, tout en permet-
siglo XV el terreno se destina a la agricultura y se trazan ace- tant l´apparition de grandes propriétés dont les jardins limitent
quias, surgiendo extensas propiedades cuyos jardines limitan al au nord avec une nouvelle enceinte extérieure. Ces dits jardins
norte con la nueva cerca exterior de la ciudad. Dichos jardines ont été incorporés dans la propriété du collège des Jésuites et
fueron incorporados a la propiedad del colegio jesuita en la se- sont restés à ce jour.
gunda mitad del XVI y su uso se ha mantenido hasta nuestros
días.

PALABRAS CLAVE MOTS-CLES


Urbanismo islámico, arquitectura residencial, mezquita, cemen- Urbanisme islamique, architecture résidentielle, mosquées, ci-
terio, jardines. metière, jardins.

* [email protected]

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Arquitectura residencial andalusí y jardines en el arrabal de la Arrixaca • Alfonso Robles Fernández / José A. Sánchez Pravia / Elvira Navarro Santa-Cruz

1. INTRODUCCIÓN

La intervención arqueológica realizada en el jardín de San Esteban de Murcia ocupa


un papel singular entre las últimas actuaciones centradas en el periodo medieval
llevadas a cabo en la Región de Murcia gracias al descubrimiento de un impresio-
nante barrio, densamente poblado desde mediados del siglo XII hasta las postri-
merías de la siguiente centuria, en el antiguo arrabal de la Arrixaca (al-rabad al
Rixaq), sector periférico de madîna Mursiya. En la presente síntesis daremos
cuenta, en líneas generales, de los resultados más interesantes relativos a la im-
plantación urbana y evolución de los usos del terreno constatados en los periodos
andalusí y mudéjar (área residencial), en los siglos XV-XVI (espacios ajardinados de
las propiedades previas a la fundación del colegio jesuita), y durante la existencia
del propio colegio hasta la expulsión de su comunidad acontecida en 1767.

Las limitaciones de la presente publicación no permiten exponer, con el deteni-


miento requerido, todos los aspectos que se derivan de la excavación de una su-
perficie de 10.443 m2, extraordinaria en el contexto de la arqueología urbana (fig.
1), con una secuencia temporal de nueve siglos (XI-XXI). Advertimos, por último,
que los resultados deben considerarse parciales en el caso del periodo andalusí
ya que no fue posible alcanzar dicho nivel en amplios sectores del área excavada
dado que la intervención arqueológica no agotó, por causas ajenas a su desarrollo,
los plazos previstos para su finalización. Hoy por hoy es imposible establecer una
evolución pormenorizada de todo el caserío sin entrar en el terreno de la conjetura.
Solo futuras excavaciones permitirían establecer cómo evolucionó el barrio y los
cambios habidos en el interior de los espacios residenciales.

2. ORIGEN Y DESARROLLO DEL ARRABAL ANDALUSÍ

Hasta el presente, las excavaciones arqueológicas en el interior del arrabal de la Arri-


xaca han puesto de manifiesto unos usos del espacio que difieren de los detectados
habitualmente en el interior de la madîna. Se trata de un terreno singular por su ca-
rácter periférico, muy alejado del núcleo original de fundación –el Alcázar Mayor y la
Mezquita Aljama–, cuya urbanización no se inició hasta las postrimerías del siglo XI.
Tras el replanteo topográfico realizado en la fundación de la ciudad, es factible que
este terreno quedara inscrito como una propiedad perteneciente al mustalaj, o terreno
reservado por el Estado para su ulterior uso o urbanización en función de las necesi-
dades de la comunidad musulmana. Su fisonomía hubo de transformarse paulatina-
mente cuando los barrios residenciales rebasaron los límites de la urbe. A las dos
infraestructuras promovidas por las autoridades estatales en este lugar –la cerca ex-
terior y una acequia, de la que han sido documentados varios tramos en el propio mo-
nasterio de Santa Clara y en el Teatro Circo Villar– les sucedieron las primeras
construcciones diseminadas en los últimos años del siglo XI (Pozo, Robles y Navarro,
2007a). Si hasta ese momento los terrenos hortícolas habían dominado el paisaje, este
fue urbanizado con el tiempo, quedando algunos caminos fosilizados en el viario.

2.1. El trazado de la muralla del arrabal

Aunque no se haya localizado resto alguno, el perímetro norte de la trama urbana


descubierta permite avanzar una hipótesis razonable sobre el trazado del disposi-
tivo defensivo del arrabal, que lógicamente contaría con un paso de ronda interior.
La calle X y los testeros de algunos inmuebles situados al noreste del área interve-
nida (n.º 89 y 101) giran varios grados hacia el sur, circunstancia que permitiría su-
poner la existencia de un elemento arquitectónico importante, anterior a la
urbanización del terreno, condicionando la traza y orientación de aquellos. Ese
“obstáculo” no sería otro que la muralla. Varios indicios sitúan su recorrido a la al-
tura de la fachada de un conocido centro comercial. Uno sería que la proyección
hacia el norte de una vivienda dotada de arriate (n.º 97), a medio descubrir, llegaría
a alcanzar la acera norte de la calle Jerónimo de Roda (lám. 1 y fig. 2).

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Arquitectura residencial andalusí y jardines en el arrabal de la Arrixaca • Alfonso Robles Fernández / José A. Sánchez Pravia / Elvira Navarro Santa-Cruz

SECTOR I E
ORT
IA N
Unidades TAP C. 3000

OIN T A S ED L R P
1000-3000 U.

SECTOR II
Unidades
3000-5000
A
ACEQUI
CAJA DE 5000
U. C.

SECTOR III
Unidades
5000-7000

ESIAGL

DE

BANEST Figura 1.
Perímetro y sectorización inicial de la
superficie excavada en función de la
tapia norte de la propiedad y del tra-
zado de la última caja de la acequia de
Caravija.

Otro vendría dado por la ubicación de la iglesia de Santiago, de origen medieval


rehecha en el siglo XVI, que creemos pudo situarse en las inmediaciones de la
cerca, pero extramuros. Con nuestra propuesta de recorrido de la muralla del arra-
bal, por tanto, la vivienda n.º 97 marcaría el límite norte del caserío intramuros.

En su trazado, la cerca iría girando varios grados a tramos, como se deduce de los
ligeros cambios de alineación de los paramentos de algunas viviendas septentrio-
nales. Sobrepasada el área del jardín de San Esteban, la línea defensiva continuaría
hasta cerrar la propiedad del complejo palatino o Dar al-Sugrà (palacio menor), tal
como fue planteado hace unos años (Pozo, Robles, Navarro, 2007a, p. 210-211 y
fig. 2), quebrando más adelante hacia el sur, entre la Merced y Puerta Nueva (García
Antón, 1993), para finalizar conectando con la muralla de la ciudad.

2.2. Características urbanas generales

Todos los testimonios arqueológicos señalan que la urbanización de este sector


del barrio aconteció en época almorávide, en los últimos años del siglo XI o inicios
del XII, cuando la ciudad adquiere una relevancia política sin precedentes en el con-
texto político de al-Andalus. En el paisaje urbano de este período tenían cabida re- 1 A mediados del XII, al-Idrīsī ya des-
cribe un barrio que puede identificarse
sidencias de carácter palacial (como la documentada en el llamado patio norte del con el documentado en la intervención
palacio de San Esteban, contemporánea del alcázar menor), viviendas de gran am- arqueológica: “De (Murcia) depende
plitud, con extensos espacios ajardinados, y huertos que se localizaban entre di- un arrabal floreciente y muy poblado
chos inmuebles y la muralla que protegía el arrabal (Navarro Santa-Cruz y Robles, que, a igual que la ciudad, está rode-
ado de murallas y fortificaciones muy
2008, p. 349-356). sólidas. Este arrabal está atravesado
por dos corrientes de agua”. Abū abd
En la segunda mitad del siglo XII se intensificó la actividad constructiva –hecho co- Allāh Mohamed al-Idrīsī, Nuzhat
rroborado por las fuentes documentales1– en una ciudad que se había convertido al-Mustaq fī ikhtirāq l-āfāq, “Placer
en foco de atracción para la población inmigrante y desplazada de otras regiones que calma el ansia”. Descripción de
España. Ed. de Dozy y de Goeje, Ley-
de Sharq al-Andalus y de áreas rurales de la extensa taifa murciana. En nuestro sec- den, 1886.

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Arquitectura residencial andalusí y jardines en el arrabal de la Arrixaca • Alfonso Robles Fernández / José A. Sánchez Pravia / Elvira Navarro Santa-Cruz

Lámina 1.
Vista aérea del barrio andalusí en pro-
ceso de excavación desde el sureste.
Trama urbana de la fase II (siglos XII-XIII).

tor del arrabal puede verificarse una progresiva y rápida ocupación de espacios li-
bres con la aparición de varias manzanas de viviendas que comparten medianera
de tapia de tierra, todo ello articulado mediante una red viaria jerarquizada de am-
plias arterias de entre 3,83 y 3,17 metros de anchura (calles C, Ñ y T) a partir de las
cuales se ramifican otras de menor entidad de entre 2,70 y 1,77 metros de anchura
(calles A-B, F-E, H, N, S, O, U, V y X). Algunas de esas calles devienen, bien en adar-
ves de largo recorrido (K y Q) o bien en adarves más angostos, de entre 1,67 y 0,70
metros de luz (calles L, D-G, I-J y M). Todas contaban con albañales jerarquizados
y conectados entre sí, aunque también se han identificado dos pozos ciegos.

Ese barrio denso, en el que ha sido posible identificar 101 inmuebles, con las in-
evitables transformaciones en el interior de cada uno de ellos, se mantuvo habitado
en las etapas almohade y hudí, así como durante todo el protectorado castellano.
No obstante, dentro del conjunto conviene destacar un grupo de cuatro recintos
residenciales caracterizados por disfrutar de una mayor superficie, con crujías am-
plias distribuidas en torno a patios rectangulares, con andén central y doble arriate
en la mayoría de los casos. También es reseñable el hecho de que algunas de esas

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Figura 2. Planimetría provisional del barrio andalusí (mediados del siglo XIII).

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residencias dispusieran de crujías anexas, cuya función es difícil de precisar por el


momento, peculiaridad que podría remitirnos a la presencia de actividades artesa-
nales y/o comerciales en un área propicia para ello dada la proximidad de dos ar-
terias principales (calles Ñ y T), actividades que no han dejado huella en el registro
arqueológico.

2.3. El Recinto I

Dentro del grupo de recintos residenciales descubiertos sobresale por su extensión


el n.º I (370,80 m2), es un edificio que hubo de tener varias alturas, construido con
potentes muros de mortero de cal, dotado de sala norte, pórtico de vano tripartito
y alhanías en sus extremos, y crujía oriental compartimentada en dos estancias
(lám. 2). El patio era rectangular, con un eje mayor este-oeste (14,13 por 12,03 me-
tros). En la fase II dispuso de un amplio arriate (11,82 por 9,82 metros) con cuatro
frentes de andén (norte: 1,11 metros; este: 1,03 metros; sur: 1,11 metros; oeste:
1,21 metros de anchura respectivamente). En la siguiente fase se introdujo un andén
central (0,92 metros de anchura), del cual solo se conservaba la mitad norte (5,88
metros de longitud), conformando dos arriates simétricos (9,82 por 5,43 metros).
Dos particularidades de este edificio lo apartan de los modelos habituales en la ar-
quitectura doméstica andalusí: carece de crujía sur y posee una crujía oeste fun-
cionalmente atípica, con letrinas al norte, una estancia de representación abierta al
patio en el tramo central y zona de servicios al sur. Por todos estos rasgos, suge-
rimos la posibilidad de que el Recinto I fuese una posada de viajeros o comercian-
tes, que se alojarían en las crujías este y norte de la planta baja y en las plantas
superiores, a las que se accedía desde una escalera ubicada en el cuerpo noroeste.
Así tendrían explicación las habitaciones y los espacios colectivos (cocina y área
donde se utilizaba abundante agua) en la crujía oeste.

2.4. Hipótesis de desarrollo urbano

A partir de sondeos practicados en diversos puntos del área intervenida y de la es-


tratigrafía definida tras sanear fosas intrusivas de época mudéjar, ha sido posible
delimitar, a grandes rasgos, tres sectores o fases de crecimiento que básicamente
responden a otros tantos impulsos urbanizadores.

Lámina 2.
Calle Ñ y Recinto I desde el norte, fase
III (segunda mitad del siglo XIII).

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Arquitectura residencial andalusí y jardines en el arrabal de la Arrixaca • Alfonso Robles Fernández / José A. Sánchez Pravia / Elvira Navarro Santa-Cruz

Sector A-1. Localizado al sur, el más cercano a la madîna. Debía extenderse desde
un hipotético trazado de la acequia Aljufía y la vía paralela a ella (actual calle Acisclo
Díaz, antes calle de la Acequia) hasta la calle C y un presunto camino a la altura de
esta amortizado y ocupado posteriormente por testeros de varias viviendas. De
este sector se ha excavado una franja de 36 metros. Fue urbanizado en los últimos
años del siglo XI o inicios del XII, como lo atestiguan algunos restos constructivos
dispersos.

Sector A-2. Situado entre los sectores A-1 y A-3, entre dos amplias calles paralelas,
C y Ñ. Abarca una banda de terreno de unos 38 metros. Probablemente sería ur-
banizado a mediados del siglo XII. Aquí se encontraban las residencias de mayor
superficie registrada. A lo construido se sumarían nuevas manzanas de viviendas
ocupando terrenos que habían permanecido sin edificar hasta ese momento. En
estos últimos casos los testeros de las viviendas del momento precedente se trans-
formaron en medianeras de otras viviendas cuya fase de fundación tiene una cota
más elevada. Las manzanas fueron replanteadas en su conjunto, con muros me-
dianeros que compartían cuatro o más viviendas proyectadas y levantadas al
mismo tiempo. Como rasgo diferenciador respecto a la trama anterior, en el replan-
teo de A-2 se proyectan calles y adarves de largo recorrido (no acodados) dispues-
tos perpendicularmente respecto a la calle Ñ.

Sector A-3. Localizado al norte, en las inmediaciones de la muralla del arrabal. Ocu-
paría desde la calle Ñ hasta un presumible paso de ronda de la cerca, en torno a 40
metros de los que se han documentado 32. Posiblemente terminó de urbanizarse
en época almohade. Según lo que hemos podido apreciar hasta ahora, el diseño
viario en esta franja septentrional del barrio se diferenciaba de los sectores anteriores
en que las calles fueron trazadas con dirección norte-sur, partiendo de la calle Ñ o
del paso de ronda de la muralla, quedando comunicadas por arterias perpendicu-
lares. Tampoco han aparecido los adarves definidos en el sector A-1. Además, la
disposición de las medianeras de muchas de las viviendas no parece reflejar un cre-
cimiento con el mismo grado de planificación de los sectores precedentes.

2.4.1. El cementerio

Se localiza en el sector A-3 y tiene una superficie de 218 m2. Los muros del recinto
funerario (al-maqbara) eran tapias de tierra común compactada con pilares de la-
drillos a tramos. El acceso debió situarse en el flanco sur, en su extremo este,
abierto a la arteria principal (calle Ñ). El área de enterramiento estaba libre de cons-
trucciones en tres de sus laterales (norte, sur y oeste), ya que los cierres daban a
otras tantas calles (Ñ, U y T), mientras que por el este lindaba con varias viviendas.

En el cementerio, que no llegó a ser excavado, se detectaron escasas inhumacio-


nes y muy arrasadas debido a que el terreno fue roturado en las postrimerías de la
Edad Media. La mayoría estaban localizadas en la mitad norte del recinto. Por lo
que pudimos advertir en superficie, las tumbas eran fosas excavadas en la tierra,
revestidas de ladrillos puestos de canto con el cadáver dispuesto según el ritual
musulmán. A nuestro juicio, pudieron existir varios niveles de enterramiento pues
es muy posible que el uso de la maqbara se prolongara durante la etapa mudéjar.

2.4.2. El barrio y la mezquita mudéjar (segunda mitad del siglo XIII)

Con la conquista castellana de la ciudad se iniciaría un lento declive de la comuni-


dad musulmana que habitaba en la madîna y en el arrabal, aunque este colectivo
continuó siendo abrumadoramente mayoritario, tanto que fue capaz de protagoni-
zar una conocida rebelión en la que se recuperó el Alcázar Mayor. El traslado de la
corte por parte del emir Ibn Hûd al-Daula al cercano Alcázar Menor y la construc-
ción de un nuevo palacio principal (Pozo, Robles y Navarro, 2007b) debieron pro-
piciar la continuidad en la ocupación de las viviendas del área excavada del arrabal,
que se tradujo en numerosas reformas estructurales y reparación de muros, sobre
todo testeros.

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En el sector A-3 se levantó una pequeña mezquita (masyid) al norte del cementerio,
amortizando varias residencias y una calle anterior (fig. 3 y lám. 3). El edificio religioso
fue promovido por los últimos habitantes mudéjares del barrio, quienes probable-
mente habían sido despojados de su mezquita; recordemos que coexistían con dos
colaciones cristianas, la de San Miguel y la de Santiago (Torres Fontes, 1991).

La mezquita estaba compuesta por una sala de oración y torre, que identificamos
como alminar. La sala era de planta rectangular (10,73 por 3,05 metros), con muros
de mortero de cal (0,66 metros de anchura y 0,40 metros de alzado conservado)
levantados sobre solera de mortero (0,12 metros de altura) y varias tongadas de
ladrillos puestos de plano e irregularmente que rellenaban la zanja de cimentación
(0,40 metros de profundidad). La qibla se encontraba arrasada casi hasta la raíz
del cimiento. A pesar de su deterioro, se han identificado restos que pudieron per-
tenecer al mihrab y al almimbar. El suelo de la mezquita no se ha conservado, pero
debió coincidir con la solera de cimentación, cuya cota de altura está en el plano
de uso de las viviendas mudéjares.

En cuanto a la torre, se levantaba en el extremo oeste de la qibla, tenía planta cua-


drangular (2,92 por 2,85 metros de lado), era de mortero de cal, maciza en su alzado
conservado (0,76 metros), y contaba con una cimentación del mismo material de
0,55 metros de potencia.

2.4.3. El barrio despoblado: usos residuales (finales del siglo XIII-siglo XIV)

Tras el abandono de este sector del arrabal, la ruina del caserío debió acaecer en
un intervalo temporal reducido, puesto que los tapiales de tierra precisan de un
mantenimiento continuado. Entonces pasó a convertirse en una enorme “cantera”
dedicada a la recuperación de materiales constructivos, actividad que ha dejado
huella en el registro arqueológico: el ladrillo, por ejemplo, desapareció en numero-
sos umbrales, atajos de alcoba, soleras de patios y frentes de arriate de las vivien-
das, así como la teja de sus cubiertas.

La extracción de arcilla o barro fue otro de los usos a los que se destinó este espacio.
Fue posible documentar decenas de “barreros” excavados de diferente amplitud, con
su característica planta circular y sección en forma troncocilíndrica; algunas de las
fosas, incluso, superaban la veintena de metros de diámetro y varios de profundidad.
El material de relleno era escombro, entre el que se recuperó cerámica andalusí de
los siglos XII y XIII, pero también loza del XIV que data las citadas fosas intrusivas.

No sería extraño que el arrasamiento de las viviendas que ha podido documentarse


parcialmente en la franja norte del barrio andalusí-mudéjar fuese consecuencia del

Lámina 3.
Vista de la mezquita mudéjar y el ce-
menterio desde el oeste. En primer tér-
mino la estructura del alminar, detrás la
qibla y restos de sepulturas en proceso
de excavación.

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94

95

96

9015
CALLE U
9014

9000

9003

ORATORIO 9007

9002

9006
9005

T-12

T-3

T-4
9010
T-13 T-5

9004 T-14
T-6 T-7
T-15
T-16 T-10 T-8

T-9
T-11

T-1

MAQBARA

9008

lad-
9008b

9009

Alberca
9011

8710

8737 9012

Figura 3. Superposición de la planta del oratorio mudéjar, fase III, sobre cementerio y trama urbana andalusí, fase II (siglo XIII).

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Lámina 4.
Panorámica del sector II. En primer tér-
mino las viviendas andalusíes arrasa-
das. Al fondo, vano abierto en el cierre
norte de la propiedad n.º 2, sector III.

impacto de alguna de las frecuentes avenidas aluviales que sufrían los barrios de
la Arrixaca (Torres Fontes, 1975). Todos los datos coinciden en señalar que la mayor
parte de este sector del arrabal se convirtió en un auténtico “despoblado” durante
el siglo XIV. No obstante, en la zona meridional, en torno a la Aljufía, se mantuvieron
en pie algunos edificios de cierta entidad hasta mitad del XV. Finalmente, dichas
construcciones también cayeron por el embate de las riadas y por la construcción
de varios trazados de una nueva canalización hidráulica. En resumen, la evolución
poblacional de este sector excavado del arrabal durante el periodo bajomedieval
puede sintetizarse en un despoblamiento generalizado del terreno comprendido
entre la muralla y el entorno de la Aljufía a lo largo del siglo XIV, y en la desaparición
total de edificios habitados en la segunda mitad del XV.

2.4.4. Reordenación del espacio y nuevos usos del terreno (siglo XV)

El siglo XV dio paso a una paulatina y generalizada recuperación demográfica y


económica en el reino de Murcia, circunstancia que tuvo su reflejo en la capital. En
nuestro sector de la Arrixaca, tras su abandono y pérdida de función residencial,
hubo una reordenación del espacio y nuevos usos del terreno. Por un lado, casi
todo el terreno fue destinado a labores agrícolas, siendo atravesado en su mitad
sur por la acequia de Caravija (0,82 metros de anchura y 0, 44 metros de profundi-
dad), con dirección noroeste-sureste, abierta sobre el nivel de escombro de las vi-
viendas andalusíes. Por otro, quizá ya en el último cuarto del siglo, surgieron
grandes parcelas cerradas por el norte con muros que formaban un frente más o
menos paralelo al recorrido de la muralla del arrabal pero retranqueado unos 35
metros aproximadamente hacia el sur. Estas fábricas, los restos de la más antigua
eran de mortero de cal, constituirían el nuevo límite norte de la ciudad, fosilizado
hasta el siglo pasado, mientras la cerca defensiva, notoriamente quebrantada (Gar-
cía Antón, 1993), iba perdiendo significación material.

En la propiedad situada al oeste (n.º 1) se definieron pavimentos de tierra apisonada


y abundantes fragmentos de ladrillo en disposición un tanto irregular que dibujan
unos paseadores perimetrales de un patio a cielo abierto. En la propiedad central
(n.º 2) fueron localizados restos de un pavimento de fina capa de cal de coloración
blanquecina y de contorno irregular, situado sobre fosas bajomedievales datadas

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Arquitectura residencial andalusí y jardines en el arrabal de la Arrixaca • Alfonso Robles Fernández / José A. Sánchez Pravia / Elvira Navarro Santa-Cruz

3000 99.61
99.91

99.37

99.95

arriate 3
99.93 99.40
99.55
99.34
99.53

99.73
97.95
99.46

99.07

100.16 99.54

5073b

OIN T A S ED
99.58
3019 3010 99.32

99.66

99.70 arriate 4 99.31

99.71
99.43

100.10

100.06
100.05
100.20

5089b

arriate 5 99.73
99.83

99.05

99.65

99.83
5089a
99.60
99.66

99.68
99.52

99.71

99.66
99.78
99.70

99.70

99.70

5131
99.69

99.71
arriate 2
99.72

99.72 99.71

99.72

5073a
arriate 1
99.52

99.61

99.58

99.64

99.87
99.65 98.79
99.07
5210 99.23
98.61 98.96
98.76 98.93 99.02 98.90
99.03 98.94 98.51 100.08
5183
98.70 98.56
5183 98.31 98.66 98.73 99.10
98.62 98.92
98.86
98.98 99.65 99.57 5047
99.00 98.96 5191 99.01 99.65 5210
98.51 98.84 98.83
99.09 99.33 5185
Tramo 98.89 5187 99.77

sur 2 99.59
98.78
99.28
99.38 100.08

PATIO
98.68

5352
Tramo
sur 3c

NORTE

IGLESIA DE
SAN ESTEBAN
PATIO
RENACENTISTA
OZNER L ./C

Figura 4a-b. Comparativa entre la planimetría levantada por Thomas Moncalvo (ca. 1767) y los restos materiales pertenecientes a la fase barroca del
jardín definidos en el proceso de excavación.

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en el siglo XIV y bajo el nivel de circulación del patio renacentista. La propiedad si-
tuada al este (n.º 3) estaba atravesada por varios tramos de la citada acequia.

2.4.5. Primera mitad del siglo XVI. El colegio de religiosos jesuitas (1555-1767)

Durante la primera mitad del siglo XVI se habilitaron nuevas propiedades con po-
tentes tapias de mampostería. En ellas fueron abiertos dos vanos cuyos umbrales
se sitúan en un plano inferior al de los andenes del jardín renacentista que vincula-
mos con el colegio jesuita, lo que evidencia que las tapias fueron construidas con
anterioridad.

El nombramiento de Esteban de Almeida, por parte de Carlos V, para ocupar la sede


episcopal de Cartagena el 13 de julio de 1546, influyó enormemente en la evolución
del sector que tratamos. Poco después de recalar en la ciudad, el obispo de origen
luso adquiría tres propiedades enfrente de la iglesia de San Miguel, donde erigió una
casa solariega con amplios jardines siguiendo los patrones y el ideal renacentista de
las villas rústicas (Arnaldos, sf.; Astrain, 1912). Entre las actividades constructivas lle-
vadas a cabo en la propiedad n.º 1 (Segunda fase), pudimos documentar el acondi-
cionamiento de un espacio como jardín, con dos extensos arriates, mediante amplios
andenes perimetrales adosados a los muros de cierre (norte: 3,35 metros de anchura;
este: 2,55 metros de anchura) y uno central (4,38 metros de anchura). Los andenes
estaban solados con ladrillos puestos de canto trabados con mortero, reproduciendo
un motivo en espiga, y delimitados por una cenefa en sardinel (lám. 5).

La decisión del obispo de fundar colegio de religiosos jesuitas, cediendo para ello
parte de sus posesiones, conllevó que edificaciones de entidad, iglesia y colegio,
ennoblecieran este sector. Asimismo, el paulatino incremento de propiedades de
los jesuitas en torno al núcleo inicial fue modificando la fisonomía del lugar durante
los siglos XVII y XVIII. A reseñar entre las nuevas construcciones el Convictorio de
la Anunciata (Robles y Navarro, 2005). El registro arqueológico, con el apoyo de la
planimetría histórica (plano de Thomas Moncalvo, año 1767), indica que previa-
mente se había rediseñado el espacio abierto correspondiente a la mitad norte de
la propiedad, desapareciendo todo rastro de las divisiones del parcelario prece-
dente y siendo cegadas las salidas al exterior (lám. 6). Así nacía un magnífico jar-
dín-huerto dotado de amplios andenes (de entre 1,64 y 1,95 metros de anchura) y
arriates (fig. 4a-b). Aprovechando esta circunstancia, se varió el trazado de la ace-
quia de Caravija y se levantaron dependencias de servicio y almacenamiento vin-
culadas con la explotación agrícola al sureste de la parcela.

2.4.6. Transformaciones desde la expulsión de los religiosos jesuitas hasta


nuestros días

Tras la súbita expulsión de los jesuitas, la propiedad pasó a ser Casa de Misericor-
dia, aunque no parece que esta nueva institución provocara transformaciones de
importancia en los inmuebles ni en el espacio abierto preexistente. En cambio, sí
tuvo una mayor repercusión la construcción del Manicomio Provincial en la última
década del siglo XIX. Promovido por Juan de la Cierva, con proyecto de Justo Mi-
llán de 1889, e inaugurado en 1892, este establecimiento sanitario se levantó en el
espacio abierto al norte y este de la iglesia de San Esteban. Del mismo pudimos
documentar su patio central y ala oeste, además de otras dependencias secunda-
rias, en uso hasta los años setenta del siglo pasado.

Entre las construcciones más recientes documentadas en el sector excavado, hacia


los últimos años del XIX e inicios del XX, destacamos algunos edificios de carácter
agropecuario adosados al exterior de la tapia norte de la parcela de los jesuitas y
varias canalizaciones hidráulicas que recorrían los caminos entre el carril de Bu-
rruezo y la huerta del entorno.

Terminada la guerra civil, la antigua Casa de Misericordia era transformada en Casa


de José Antonio. Por iniciativa de la FAT, el espacio existente entre el Manicomio

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Lámina 5.
Colegio de religiosos jesuitas. Vista del
andén central, con solera en spicatum,
desde el sur. Al fondo, tapia a la que
debía adosarse, fase II, sector II (último
tercio del siglo XVI-siglo XVII).

Lámina 6.
Detalle del paño exterior del cierre norte
de la propiedad n.º 2, sector III. Vano
cegado y recrecido de mampostería de
la primera mitad del siglo XVIII.

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Provincial y la antigua Casa de Misericordia (palacio de San Esteban) fue adecuado


como espacio recreativo con piscina y pabellones anexos a su alrededor. Tras la
llegada de la democracia, iniciándose la década de los ochenta, se realizaron tra-
bajos de restauración en la iglesia y en el interior del palacio. Finalmente, la acequia
de Caravija dispuso de una nueva caja que atravesaba de oeste a este el sector
excavado, por su tercio norte, alejándose así de su recorrido perimetral extramuros
del palacio y la iglesia, donde había sido realojada, quizá, con motivo de la edifica-
ción del manicomio. Asimismo, se proyectaba y ejecutaba el jardín desmantelado
en 2009.

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BIBLIOGRAFÍA

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apellido), en minúscula, año, página (p.), columna (col.), nota (n.), figura (fig.), lámina (lám.). Ej: Hodder y Orton, 1976, p. 33.

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texto según los siguientes criterios:
- Libros: Ej.: PEÑA LIGERO, A., 2003: La necrópolis de El Molar (San Fulgencio- Alicante). Revisión de las excavaciones realizadas en
1928 y 1929, Villena.
- Capítulos de libros: Ej.: MARTÍ OLIVER, B., 2003: “El arte rupestre levantino y la imagen del modo de vida cazador: entre lo narrativo
y lo simbólico”. En Arqueología e Iconografía. Indagar en las imágenes. (Ed. “L’erma” di Bretschneider), Roma, p. 59-75.
- Artículos en revistas periódicas: Ej.: MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, A., 1991-1992: “El Villar de Coy. Una villa romana de larga continuidad”.
Anales de Prehistoria y Arqueología, 7-8, 1991-1992, p. 207-217.
- Congresos: Ej.: SANZ GAMO, R., 1997: “De los oppida ibéricos a las ciudades romanas en el territorio de la provincia de Albacete”,
XXIV CNA, Cartagena, 1997. Ed. Instituto de Patrimonio Histórico, Murcia, p. 281-284.
- Artículos en grandes series: Este tipo de artículos solo se citará en el texto, quedando excluidos del listado bibliográfico final. Ej.: EAA,
VI, s.v. Riegl, A. (R. Bianchi Bandinelli), p. 683-686.
- En las abreviaturas de las revistas se seguirán las establecidas en Archäeologische Bibliographie, programa bibliográfico Dyabola o
L’Année Philologique.
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