Excavaciones Anfiteatro Romano y Termas Cartagena
Excavaciones Anfiteatro Romano y Termas Cartagena
Excavaciones Anfiteatro Romano y Termas Cartagena
REGIÓN DE MURCIA
Consejería de Cultura y Turismo
Edita
Dirección General de Bienes Culturales
Servicio de Museos y Exposiciones
Museo Arqueológico de Murcia
Avda. Alfonso X El Sabio, 9
30008 Murcia
Teléfono: 968 23 46 02
Coordinación
Luis E. de Miquel Santed
Gestión editorial
Ediciones Tres Fronteras
ISSN: 1130-9776
Diseño y maquetación
Alioth arte&ciencia
www.aliotharteyciencia.com
Imagen de portada
Torre del Espolón, Lorca, tras el terremoto del 11 de mayo de 2011
Murcia 2012
índice
Actualización y revisión de la Carta Arqueológica de la Región de Murcia.
Verónica Carricondo Vázquez, José Javier Martínez García ..................................................................9
La Sima de las Palomas del Cabezo Gordo en Torre Pacheco: excavación e investigación en 2011.
Michael J. Walker, Mariano López Martínez, María Haber Uriarte, Jon Ortega Rodrigáñez ............31
El hacha y el fuego: la Cueva Negra del estrecho del río Quípar hace 800.000 años.
Michael J. Walker, Mariano López Martínez, María Haber Uriarte, Antonio López Jiménez ............43
Excavaciones urbanas en Lorca: solar esquina calle Álamo con calle Núñez de Arce
(santuario ibérico de tipo orientalizante).
Efraím Cárceles Díaz, Juan Gallardo Carrillo, Francisco Ramos Martínez ........................................71
Hallazgo de un nuevo edificio público en Carthago Nova: las termas del foro.
Lorenzo Suárez Escribano ....................................................................................................................113
Es un número monográfico, desde una perspectiva muy puntual, porque se trata, por primera vez y de momento única vez, de un número
cuya temática procede de unos encuentros científicos. En noviembre del año 2011 el Museo Arqueológico de Murcia albergó la celebración
de los I Encuentros sobre Arqueología y Paleontología de la Región de Murcia, evento donde se presentaron una cincuentena de comu-
nicaciones acerca de los últimos trabajos científicos en estas áreas del conocimiento en el ámbito de la Región de Murcia.
El I Encuentro fue un éxito, tanto por el amplio número de comunicaciones y participantes, como por la importancia de las novedades
presentadas. Tal es así que han tenido su continuación en el año 2012 con la celebración de una exposición monográfica en el Museo
Arqueológico de Murcia, bajo el título de “Novedades Arqueológicas de la Región de Murcia”.
Un buen número de los trabajos presentados respondían a investigaciones inéditas, por lo que estimamos importante poder llevarlas a
una primera publicación, aunque fuese solo aproximativa, con la mayor brevedad. Y para ello el mejor instrumento que contábamos era
la revista Verdolay.
Al final, catorce han sido las aportaciones que se han incluido en esta edición, correspondiente al año 2011 y ante nuestra voluntad de
no demorar más su aparición, pero esperamos que el resto vayan publicándose, conforme sus autores completen sus investigaciones,
en los próximos números de Verdolay.
Se tratan siempre de comunicaciones muy sintéticas, pues así se había pedido a sus autores, como una primera aproximación a unas
investigaciones todavía en curso y que deberán alcanzar toda su profundidad arqueológica en los próximos años, en este u otro canal
de transmisión del conocimiento científico.
Por otra parte, es una edición electrónica y desde una perspectiva mucho más de continuidad, hemos decidido, por fin, dar el paso a la
edición únicamente en este formato de Verdolay. Hasta ahora esta revista había sido en sus dos etapas una revista científica tradicional,
en papel, aunque recientemente habíamos introducido en nuestra página web (www.museosdemurcia.com/arqueologicodemurcia) una
versión en PDF de todos los números editados a la fecha.
Sin embargo, las circunstancias económicas actuales, y el deseo de apostar por unas fuentes de difusión del conocimiento más abiertas,
ágiles y participativas, nos ha animado a pasarnos definitivamente al formato digital.
Todos los artículos y comunicaciones que se sigan publicando en esta nueva etapa de Verdolay gozarán de todos los registros legales
correspondientes, para salvaguardar la propiedad intelectual de sus autores, y esperamos de esta forma llegar a un público todavía mayor
que con la tradicional edición en papel, siempre con tiradas muy limitadas para la demanda existente. La edición digital será accesible,
igualmente, desde nuestra página web y, a demanda, en la secretaría de la misma en el Museo Arqueológico de Murcia.
Esta transformación tecnológica de la edición de Verdolay podrá significar una agilización en su edición y en la publicación de novedades
de mayor actualidad, sin perder un ápice en profundidad y calidad contrastada. De esta forma preveemos que podamos a finales del
presente año presentar el número 14, ahora ya con artículos y comunicaciones variadas de arqueología y museología, como en números
anteriores, por lo que animamos a los investigadores a seguir confiando en esta línea editorial de marcado carácter científico.
RESUMEN ABSTRACT
Tras la promulgación de la Ley de Patrimonio Cultural de la Comu- After the promulgation of the Law of Cultural Heritage of the Auto-
nidad Autónoma de la Región de Murcia, Ley 4/2007, la Carta Ar- nomous Community of Murcia Region, Law 4/2007, the Archaeo-
queológica se ha visto inmersa en un proceso complejo de logical Map has been immersed in a complex process of updating
actualización del sistema y de revisión de cada uno de los yaci- the system and review of each of the sites in the Region that has
mientos de la Región, lo que ha permitido tanto una puesta al día allowed both an update of the same, due to the revision in the field
de los mismos, debido a la revisión en campo como una accesibi- and total access to specialists through online access to the data of
lidad total a los especialistas mediante su acceso online a los datos the same.
de los mismos.
* [email protected]
** [email protected]
1. INTRODUCCIÓN
Para ello durante el 2008 el Servicio de Patrimonio Histórico desarrolló una aplica-
ción de base de datos online que integró la antigua Carta Arqueológica que dispo-
nía en formato Access, y que también supuso una revisión de los apartados y
campos de la base de datos, a la vez que creó un Sistema de Información Geográ-
fico mediante un visor web usando el motor de Google.
Lámina 1.
Entrada de acceso principal mediante
usuario y contraseña a la base de datos
de la Carta, donde también podemos ver
en la zona inferior, que se encuentra el
sistema de registro para nuevos usuarios.
Lámina 2.
Página de búsqueda principal con los
diferentes sistemas de localización de
yacimientos, ya sea por nombre, munici-
pio o coordenadas, así como otras he-
rramientas como el visor de mapas y las
estadísticas.
Este apartado muestra los datos básicos sobre el yacimiento, como puede ser la
cultura predominante o el municipio donde se encuentra entre otros, pero también
encontramos datos de gran importancia como la localización por coordenadas, los
accesos de que dispone o la descripción del yacimiento, uno de los más impor-
tantes de la ficha. Y por último, el material gráfico, como pueden ser las fotografías
del yacimiento y de materiales (lám. 3).
Lámina 3.
Sección datos básicos del apartado de
localización y descripción del yaci-
miento castillo de Abanilla.
Lámina 4.
Sección medio morfoclimático del apar-
tado de medio natural y conservación
del yacimiento castillo de Abanilla.
Este apartado ofrece información sobre actuaciones que se han llevado a cabo en
el yacimiento, el expediente administrativo, bibliografía, descubrimiento y noticias
de prensa (lám. 5).
Lámina 5.
Sección actuaciones del apartado admi-
nistración y registro del yacimiento cas-
tillo de Abanilla.
Este es un apartado restringido, tan solo visible para la gestión interna de los téc-
nicos del Servicio de Patrimonio Histórico y que contiene información sobre el pla-
neamiento, declaración, propietarios afectados por el procedimiento de
catalogación o fases del procedimiento administrativo.
El visor de mapas SIPMUR no es más que el visor de Google Maps optimizado y adap-
tado a nuestras necesidades, desarrollando en él las herramientas y botones necesarios
para activar y desactivar las capas de información relativas al patrimonio cultural de la
Región de Murcia y principalmente las capas de la Carta Arqueológica (lám. 6).
En cuanto a los yacimientos revisados, unos 1.725, hay que matizar que no repre-
sentan la totalidad de los existentes en la Región. Los criterios de selección5 de
yacimientos responden principalmente a estos puntos, si bien, la mayoría de los
casos están representados en los dos primeros:
- Yacimientos recogidos en los PGOU pero que presentan discrepancias con res-
pecto a la localización y/o delimitación contenida en la Carta Arqueológica.
- Yacimientos recogidos en los PGOU pero que merecen la categoría de Bien de 5 Con anterioridad al inicio del proyecto
Interés Cultural (BIC). se llevó a cabo la preparación de los
yacimientos a revisar.
Lámina 6.
Visor de mapas SIPMUR con la fotogra-
fía aérea de Google y los yacimientos
arqueológicos de la Región de Murcia.
- Yacimientos recogidos en los PGOU, pero que tras el análisis de las fotografías
aéreas se aprecia como pueden haber sufrido alteraciones por causas naturales,
pero principalmente antrópicas.
- Yacimientos recogidos en los PGOU, pero que tras el estudio cartográfico, foto-
gráfico y la descripción de los mismos, cabe la posibilidad de que se encuentren
mal situados.
El equipo necesario en esta fase estuvo formado por dos equipos compuestos por
dos técnicos arqueólogos que realizaron los trabajos de campo, un técnico en Sis-
temas de Información Geográfica (SIG), un geólogo, informáticos, así como diver-
sos técnicos encargados de la preparación de la documentación y de la
coordinación. El material indispensable para el desarrollo de la prospección estaba
formado por la documentación cartográfica indicada anteriormente, integrada por
planos en diferentes escalas que permitían así trabajar directamente sobre ellos en
campo. También se llevaba una ficha completa del yacimiento que se genera di-
rectamente de la base de datos, junto a jalones, cámaras fotográficas, escalas, fle-
xómetros, así como un GPS para cada uno de los prospectores.
Sobre esta propuesta y, tras las correcciones pertinentes apuntadas por la dirección
facultativa, los técnicos de gestión del Servicio de Patrimonio Histórico emiten su
informe y posteriormente la resolución del director general con competencias en
materia de patrimonio cultural.
Abarca desde la incoación hasta la resolución final, entre los que se realiza también
la información pública y trámite de audiencia.
Bienes de interés cultural: dos años para los monumentos y tres para el resto de
las figuras (Artículo 18).
4. CONCLUSIÓN
Por otra parte disponer de la Carta Arqueológica online está suponiendo un gran
ahorro de tiempo para el arqueólogo ya que no tiene que desplazarse a Murcia para
la consulta de la Carta, pudiendo hacerlo ahora desde su lugar de trabajo.
BIBLIOGRAFÍA
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gráficos aplicados a la gestión del drid.
patrimonio de la Región de Murcia”. Ar- PEÑA, J., 2006: Sistemas de información
queoMurcia 3. Murcia. geográfica aplicados a la gestión del te-
rritorio. Alicante.
RESUMEN ABSTRACT
El yacimiento paleontológico del Puerto de la Cadena se ha con- Puerto de la Cadena paleontological outcrop has become, possibly,
vertido, posiblemente, en uno de los yacimientos de vertebrados in one of Murcia Region most important vertebrate outcrop and a
más importantes de la Región de Murcia y uno de los referentes a national level reference. During the past few year, research has been
nivel nacional. La investigación desarrollada en el mismo durante doing in order to date it (upper Miocene – Pliocene) and know its
los últimos años, está permitiendo precisar su edad (Mioceno su- diverse fauna better (mastodons, giraffes, bovines, horses, prima-
perior – Plioceno) y conocer mejor su diversa fauna (mastodontes, tes, turtles,…).
jiráfidos, bóvidos, équidos, primates, quelonios,…).
* Dpto. de Química Agrícola, Geología y Edafología. Universidad de Murcia. Campus de Espinardo. 30100 Murcia
** Director científico del MUPE (Museo Paleontológico de Elche). Plaza de San Joan s/n. 03203 Elche (Alicante)
1. INTRODUCCIÓN
El estudio de todos los yacimientos neógenos españoles y del resto de Europa oc-
cidental permite hacernos una idea bastante aproximada de la sucesión de am-
bientes y faunas continentales a lo largo del Mioceno superior. A partir de hace
unos 9 millones de años (Tortoniense), las condiciones tropicales que reinaban en
el sur de Europa y, en particular, en el este de la península Ibérica, fueron dejando
paso a un régimen climático más estacional, con un incremento en el índice de ari-
dez, lo que provocó la paulatina sustitución de los bosques de laurisilva por bos-
ques caducifolios abiertos, desembocando finalmente en la propagación de los
ambientes de tipo pradera. El cambio de escenario se refleja muy bien en el con-
junto de mamíferos que poblaron nuestro entorno durante esa época, como mues-
tra el yacimiento de vertebrados fósiles de Crevillente 2 (Alicante), del Turoliense
inferior o MN11 (c. 8,5 millones de años).
En las últimas etapas del Mioceno, es decir en el Turoliense superior o MN13, con-
tinuó el incremento del índice de aridez en el sur de Europa, a la vez que los am-
Lámina 1.
Localización del yacimiento del Puerto
de la Cadena (estrella azul) al suroeste
de Murcia.
Lámina 2.
Trabajo de recuperación de restos pale-
ontológicos durante el seguimiento de
las obras. Fotografía Fundación Cidaris.
2. ANTECEDENTES
Aunque los yacimientos clásicos descritos por Montenat no han vuelto a ser loca-
lizados, desde entonces y hasta las intervenciones del seguimiento de las obras
de la autovía MU-31, se han encontrado en el entorno varios restos de vertebrados
que han sido objeto de intervenciones de urgencia. Algunos de los restos se ubi-
caron en el barranco del Cigarrón (a menos de 1,5 kilómetros de los yacimientos
ahora estudiados) mientras que otros lo fueron en el propio talud de la autovía.
3. CONTEXTO GEOLÓGICO
La serie estratigráfica del sector donde se localiza el yacimiento forma parte del re-
lleno Neógeno de la Cuenca de Murcia-Carrascoy, al norte de la sierra de Carras-
coy-Cresta del Gallo, la cual está formada por materiales pertenecientes a las zonas
internas de las Cordilleras Béticas, fundamentalmente rocas paleozoicas y triásicas
de los complejos Alpujárride y Maláguide y que ha podido actuar durante parte del
Neógeno como área fuente de los materiales que se han depositado en sus bordes.
Lámina 3.
Aspecto de la unidad arenosa fosilífera
y del frente excavado en la misma du-
rante las campañas de 2009 y 2010.
Los restos paleontológicos del yacimiento del Puerto de la Cadena revisten un enorme
interés, dada la abundancia y diversidad en macrovertebrados. La observación in situ
de los ejemplares excavados, y el estudio preliminar de los elementos una vez prepa-
rados en laboratorio, permiten extraer una serie de observaciones de interés:
En primer lugar, llama la atención la presencia de un jiráfido del grupo de los sivate-
rinos, caracterizados por la ausencia del alargamiento de las extremidades y del
cuello que exhiben los miembros de la subfamilia de los jirafinos. Los sivaterinos
eran, en cambio, grandes animales robustos provistos de dos pares de apéndices
craneales. El último de los sivaterinos reconocido en el Mioceno peninsular fue el
género Birgerbohlinia, bien representado en el Turoliense inferior del yacimiento ali-
cantino Crevillente 2 (Montoya y Morales, 1991). En diversas localidades españolas
de niveles estratigráficos más recientes, del Turoliense medio y superior, e incluso
del Plioceno inferior, se ha citado Birgerbohlinia o sivaterinos indeterminados, a partir
siempre de muy escaso material que no permite una mayor precisión. La posibilidad
de recuperar material completo de este jiráfido en el Puerto de la Cadena permitirá
conocer la evolución del grupo en las últimas etapas del Mioceno.
Otro elemento de gran interés es un mastodonte con defensas curvadas (lám. 4).
Esta característica, a priori, descarta su pertenencia al género Anancus, que es el
mastodonte europeo típico del tránsito Mio-Plioceno. Dicho patrón lo aproxima al
mastodonte de Crevillente 2, un extraño taxón todavía en fase de estudio.
Lámina 4.
Trabajos para la extracción del incisivo
de mastodonte VLP2-357 durante la
campaña sistemática de 2010.
Lámina 5.
Molar de Hipparion in situ, localizado
durante el seguimiento de las obras en
2011. Puede apreciarse una importante
abrasión.
Sin duda, a las faunas aquí comentadas se añadirán muchos otros taxones, cuando
se disponga de todo el material preparado y, especialmente, conforme se siga ex-
cavando el yacimiento. Este posee un enorme potencial, dada su riqueza en ma-
crovertebrados y la gran extensión lateral del afloramiento. También reviste un gran
interés el muestreo de los diferentes niveles para la obtención de micromamíferos,
lo cual permitirá precisar los límites de edad de esta formación geológica, edad
que sin poder aventurarnos a establecer una datación precisa (de momento), todo
parece apuntar a que nos encontramos en un intervalo situado entre el Turoliense
medio (c. 7 millones de años) y el Plioceno inferior (c. 5 millones de años).
Por su parte, durante la última fase de los trabajos de seguimiento de las obras se
ha localizado un importante yacimiento paleobotánico (lám. 6) que se sitúa varios
metros estratigráficamente por debajo de la unidad fosilífera con restos de verte-
brados. De este punto, han sido recuperados varios centenares de restos de hojas
atribuibles a diversas especies que aún se encuentran en estudio.
5. METODOLOGÍA DE TRABAJO
Uno de los retos más atrayentes del estudio del yacimiento del Puerto de la Cadena
es el de inferir datos bioestratigráficos, cronoestratigráficos, ecoestratigráficos y
paleoecológicos.
Lámina 6.
Nivel estratigráfico de acumulación de
restos vegetales que fue protegido du-
rante el avance de las obras.
Lámina 7.
Tamizado de sedimento para la separa-
ción de restos de micromamíferos en la
Universidad de Murcia.
En cuanto a los datos ecoestratigráficos, más allá del nivel puramente bioestrati-
gráfico, comentar que no solo es importante la presencia o ausencia de determina-
das especies en un yacimiento, sino abordar el análisis semicuantitativo o
cuantitativo de las comunidades de vertebrados, reconociendo la existencia de eco-
zonas basadas en la abundancia relativa de taxones de alta significación ecológica.
Lámina 8.
Vista general de la zona excavada du-
rante la campaña de 2011.
Para poder desarrollar con coherencia todo lo anterior se toma como punto de par-
tida las campañas de excavación sistemáticas. En ellas, un equipo de personal cua-
lificado recupera información paleobiológica, estratigráfica y sedimentológica. Debido
a las características del yacimiento, los frentes de excavación suelen ser amplios, con
cerca de veinte metros de longitud y dos o tres de anchura (lám. 8). Todos los restos
localizados son posicionados mediante el uso de estación total, recuperando además,
antes de su extracción, toda la información tafonómica posible (dirección, inclinación,
conservación, asociaciones, ubicación en el set sedimentario,…). Respecto a las téc-
nicas de excavación, estas no revisten especial complicación, recurriendo al uso de
herramientas sencillas tales como pequeños martillos y punzones para ir eliminando
el sedimento. En el entorno de los restos localizados suelen ser utilizados palillos de
madera para evitar dejar marcas en su superficie.
La influencia marina en este sistema fluvial no parece muy marcada. Las escasas
evidencias de restos paleontológicos marinos (algunos dientes de tiburón y frag-
mentos rodados de moluscos bivalvos) podrían proceder de afloramientos pree-
xistentes de edad Tortoniense. Los cantos conglomeráticos no parecen presentar
evidencias de actividad biótica marina (bioerosión, crecimientos orgánicos) en un
depósito costero o de transición. No obstante, el contexto paleogeográfico, la in-
terpretación de capas infrayacentes y otros afloramientos cercanos evidencian que
la línea de costa se encontraba próxima.
7. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA
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nover in the Spanish mammal record in a Hist. nat. Paris, 13 (3-4): 177-200.
RESUMEN ABSTRACT
Se ofrece un resumen de la campaña del 2011 de excavación en The 2011 excavation in the upper cutting of the open natural shaft
el corte superior de la sima y de las investigaciones elaboradas en is summarized together with ongoing research in relation especially
relación especialmente con los restos neandertales excavados en to Neanderthal remains excavated in previous seasons; for detailed
campañas recientes; para más detalles consúltese la bibliografía. accounts, see bibliographical references cited.
* Miembros del grupo de investigación E0A0-03 de la Universidad de Murcia “Tecnología, Antropología y Ecología del Cuaternario”, Área de Antro-
pología Física, Departamento de Zoología y Antropología Física, Facultad de Biología, Universidad de Murcia, Campus Universitario de Espinardo,
30100 Murcia; Investigador Responsable, M.J. Walker, [email protected]
** Área de Prehistoria, Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Letras, Universidad de Murcia, [email protected]
*** Codirectores de la campaña de excavación en 2011
1. EXCAVACIÓN EN 2011
En 2009 se había iniciado la excavación en casi todas las citadas subáreas de una
delgada capa de conglomerado fosilífero de dureza excepcional, de tan sólo 10 cen-
tímetros de espesor en algunos sitios, hasta entre 30 y 40 especialmente en el sector
sureste. Fue designada la capa 4 del yacimiento, o conglomerado B, para separarlo
así del carbonatado conglomerado A del talud, rocoso y pedregoso, (acumulado en-
cima del “B”), que había aportado el descubrimiento sin parangón de los esqueletos
de tres neandertales en conexión anatómica, aproximados muy cerca unos de otros
y casi tocándose. La superficie de la capa 4 ofrecía el aspecto de una pendiente
suave de unos 5 grados que bajaba desde el noroeste a sureste. La textura de la
capa presentaba las características de un chinarro anguloso crioclástico, tan fuerte-
mente cementado que el conglomerado B resistía nuestra labor excavadora manual
aún más que lo había hecho el duro conglomerado A, con lo que la excavación del
conglomerado B nos ocupó durante casi toda la campaña del 2010. Por otra parte,
por fin habíamos encontrado en 2010 una única capa litoestratigráfica que recubría
toda el área en vías de excavación (ya que arriba esta se separaba entre el conglo-
merado A y los sedimentos posteriores acumulados detrás). La dureza del conglo-
merado B era de la de hormigón armado, por lo que la excavación fue muy difícil y a
veces no nos quedó otro remedio que el de separar bloques del conglomerado con
martillo y cincel y llevarlos al laboratorio para su posterior disgregación, donde no
dejó de sorprendernos la presencia de diversos elementos encontrados desde uten-
silios de sílex retocado, hasta huesos y dientes de animales y posiblemente humanos.
Entre los elementos recuperados durante el proceso de la excavación manual, cuyas
coordenadas tridimensionales fueron documentadas, destacaron cuatro lascas de
sílex con posible retoque (una con retoque inverso, otra con forma de perforador),
otras dos sin retoque, al menos dos fragmentos informes de sílex (uno de color me-
loso), y una lasca de cuarzo. Entre los restos óseos mayores destacaron un fragmento
de posible húmero humano, dos piezas dentarias de ovicáprido, tres fragmentos dia-
fisarios y dos fragmentos dentarias de mamíferos mayores, y fragmentos de al menos
dos huesos quemados. Dichos elementos bastaron como demostración de que el
conglomerado B en absoluto era estéril pero representaron solo una muestra ya que
algunos más fueron encontrados durante el proceso de disgregación de bloques de
conglomerado en el laboratorio temporal y aún quedaban bloques para reducir en el
laboratorio de la facultad y los datos correspondientes se encuentran en proceso de
homologación. Por razones metodológicas, para la excavación de esta capa de con-
glomerado fue necesario el abandono de la división en planta en las cuadrículas di-
ferenciadas que se habían usado hasta ese momento, ya que la extracción de
grandes bloques de dicho conglomerado no era compatible con la limitación im-
puesta por cuadrículas preestablecidas. Una vez reducido el conglomerado y com-
probado que en el siguiente nivel (5a) el sedimento volvía a ser excavable con los
utensilios finos tradicionales, recuperamos la división en cuadrículas.
2. INVESTIGACIONES SIGNIFICATIVAS
Lámina 1.
Izquierda: El túnel minero desde la gale-
ría principal A, B: elevación y planime-
tría de la cueva por Ignacio Nicolás
Vázquez. Derecha: Galería principal con
torre de andamio hacia el corte superior
(indicado por flechas).
El talud de los esqueletos se acumulaba encima de la capa gris “inferior” que lo se-
paraba del conglomerado B (lám. 3 y 4). La formación de la capa gris “inferior” im-
plica un proceso complejo, quizás con incidencia tanto de combustión como
infiltración hídrica. Algunos fragmentos óseos recogidos en ella ofrecen señales de
haber sido sometidos al fuego y no se puede descartar una próxima relación tem-
poral con tres astrágalos de caballo con tales señales excavados junto con utensilios
paleolíticos musterienses cerca de los huesos no quemados del esqueleto inferior,
SP 92, de los tres esqueletos neandertales con huesos en conexión anatómica, e
incluso no se puede excluir la conjetura del depósito intencional de los cadáveres
acompañado por la preparación de elementos de origen animal y seguido por recu-
brir todo con piedras y lajas quizás para evitar remoción por los leopardos o hienas
que hacen acto de presencia en la fauna de la sima (Walker, 2009; Walker et al.,
2010-2012, en prensa 2012a; 2011-2012, en prensa 2012b; en prensa 2012c).
Lámina 2.
A: Acceso superior de la sima.
B: Corte superior de excavación.
D: Excavación de niveles donde se
encontraron los esqueletos neanderta-
les SP 96, SP 97 y SP 92 en el talud
cementado del conglomerado A.
D: El conglomerado B debajo de los
esqueletos.
Lámina 3.
Izquierda: El corte superior al final de la
campaña del 2011 con análisis en vías
de elaboración por el doctor J.-L.
Schwenninger (Universidad de Oxford)
por la metodología de la estimulación
de luminiscencia óptica (OSL). Derecha:
perfiles y planimetría del corte superior
(círculos negros indican algunos de los
niveles donde sedimento ha sido anali-
zado por OSL). En los perfiles destacan
dos capas grises y el conglomerado B
(flecha). Se ofrecen también algunos
utensilios musterienses característicos
del yacimiento.
Lámina 4.
Lugares horizontales (círculos negros) y
profundidad vertical (triángulos negros)
de muestras fechadas. Se indica la po-
sición de SP 96, SP 97 y SP 92 ocupa-
ban situaciones ligeramente por debajo
de SP 96: estos esqueletos articulados
fueron excavados entre 2005 y 2009.
También se indican algunos otros res-
tos neandertales; adherido al SP 59 es-
taba un fragmento óseo que permitió
determinación del C14. SP 80 no es-
taba asociado con material fechable.
SP 1 fue encontrado en 1991 en la si-
tuación inferior indicada cerca del mar-
gen del corte de excavación actual. El
talud cementado del conglomerado A
que recubría los esqueletos es indicado
por el haz de líneas quebradas, con la
capa gris superior de material quemado
adosada. La capa gris inferior recubría
el conglomerado B de extrema dureza
(lám. 1, D) cuya excavación en 2009 y
2010, sin embargo, proporcionó utensi-
lios musterienses y fragmentos óseos.
En 2011 se excavó más abajo en sedi-
6. 35, 030+270 BP (calib. 40, 986, 38, 850; C14) Burnt rabbit bones
mento menos endurecido (lám. 3).
En segundo lugar, son esta precisión y exactitud en la Sima de las Palomas que
han posibilitado, por primera vez en casi dos siglos de la investigación anatómica
Lámina 5.
La preparación y limpieza del SP 96
con vibroincisor alimentado por aire
comprimido. La reconstrucción del es-
queleto en estado de conexión anató-
mica corresponde a una mujer
neandertal.
Lámina 6.
Izquierda: El esqueleto femenino SP 96.
Derecha: Comparaciones morfométri-
cas. Los datos de los adultos de la
Sima de las Palomas los definen como
neandertales (2 A y 2 B) aunque con
talla (1 A) y masa corporal baja (1 B) en
relación con la mayoría de los neander-
tales tanto europeos (Eur Nean) como
de Israel e Irak del suroeste asiático
(SWA Nean); se ofrece también compa-
ración con el Homo sapiens o “Hombre
de Cromañón” del Paleolítico superior
(EUP) y con esqueletos modernos más
antiguos del Paleolítico medio de Israel
hace cien mil años (MPMH).
Lámina 7.
La investigación de los neandertales de
la Sima de las Palomas por la tecnolo-
gía avanzada con el escáner del Hospi-
tal de Veterinaria de la Universidad de
Murcia. Izquierda arriba: los doctores
Michael Walker, Christoph Zollikofer
(Universidad de Zurich) y Erik Trinkaus
(Washington University de St. Louis). Iz-
quierda abajo: el doctor Zollikofer intro-
duce el cráneo del niño SP 97 en el
escáner y también la pelvis extraordina-
riamente completa de la chica SP 96.
Lámina 8.
Izquierda arriba: En el Instituto de An-
tropología de la Universidad de Zurich
los doctores Christoph Zollikofer y Mar-
cia Ponce de León con Jon Ortega es-
tudian con el tratamiento informatizado
de imagen la digitalización del cráneo
del niño SP 97 realizada con el escáner
de Murcia. Derecha arriba: Jon Ortega
excava parte del esqueleto articulado
SP 92. Izquierda abajo: El pie articulado
de SP 92. Derecha abajo: los doctores
Ponce de León y Zollikofer introducen
el cráneo de SP 96 en el escáner del
Hospital de Veterinaria de la Universi-
dad de Murcia.
recomendación del doctor Trinkaus (es una herramienta especialmente útil para in-
vestigar elementos de dimensiones tan reducidas como son los dientes), y un doc-
torando del doctor Trinkaus, John Wilman, que estudia la atrición microscópica de
piezas dentarias anteriores; además el doctor Trinkaus quiere que participe su doc-
toranda Sarah Lacy, que estudia la morfometría geométrica comparada de nean-
dertales y humanos modernos del Paleolítico superior. Todas estas investigaciones
podrán aumentar considerablemente los conocimientos científicos acerca de la
dieta y las costumbres alimenticias de los neandertales gracias a la muy abundante
colección de piezas recuperadas en nuestras campañas de excavación.
Durante la visita del doctor Trinkaus en enero del 2011 se reunió con nosotros el
catedrático doctor Christoph Zollikofer, director del Instituto de Antropología de la
Universidad de Zurich, para ayudarnos a iniciar investigaciones sobre los restos
con el nuevo escáner TAC, instalado en el Hospital Universitario de Veterinaria de
la Universidad de Murcia en 2010 (lám. 7). El doctor Zollikofer y su esposa la doc-
tora Marcia Ponce de León son investigadores de renombre internacional de los
homínidos fósiles a través del escáner; Michael Walker y Jon Ortega les visitaron
en Zúrich en septiembre de 2011 y luego los doctores Zollikofer y Ponce de León
volvieron a Murcia para trabajar con nosotros en el escaneo de los restos que sigue
en vías de elaboración en nuestra universidad (lám. 8). El escáner nos ayuda a pre-
ver la ubicación precisa de los huesos y dientes neandertales en los bloques del
conglomerado A durante el proceso de limpieza y preparación en nuestro labora-
torio. Este proceso se ha agilizado con la adquisición en 2011 de vibroincisores
(lám. 5), alimentados por aire comprimido de un compresor, ambos de la marca de
la empresa italiana CTS, con sucursal en Getafe, fabricante especializada de ma-
teriales de restauración artística y técnica.
AGRADECIMIENTOS
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par en Caravaca de la Cruz y la Sima de Dental Research, 90, p. 428-432.
RESUMEN ABSTRACT
En 2011 restos indudablemente afectados por combustión fueron In 2011 remains showing undeniable traces of fire were excavated
excavados en sedimentos profundos con una antigüedad de lying in deep sediments dated to 780,000-990,000 years ago in a
780.000-990.000 años en un abrigo del Sureste español que ha southeastern Spanish rock-shelter containing a bifacial hand-axe,
proporcionado un hacha de mano bifacial, un conjunto de utensi- an assemblage of retouched small tools, hominin teeth, and a late
lios paleolíticos retocados menores, dientes humanos, y una fauna Early Pleistocene fauna.
del Pleistoceno antiguo reciente.
* Miembros del grupo de investigación E0A0-03 de la Universidad de Murcia “Tecnología, antropología y ecología del cuaternario”, Área de Antro-
pología física, Departamento de Zoología y Antropología física, Facultad de Biología, Universidad de Murcia, Campus Universitario de Espinardo,
30100 Murcia; Investigador responsable, M.J. Walker, [email protected]
** Área de Prehistoria, Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Letras, Universidad de Murcia, Campus de La Merced, 30001 Murcia.
[email protected]
*** Codirectores de la campaña de excavación en 2011
La Cueva Negra del estrecho del río Quípar (lám. 1) es un yacimiento de referencia
obligada en el Pleistoceno antiguo reciente de Europa. Lo más importante, sin duda,
de la campaña del 2011 ha sido el descubrimiento, en los niveles 5g y 6a de la cua-
drícula C2d a una profundidad en los sedimentos del Pleistoceno de 4,5 metros
(lám. 2, fig. 1c), de restos óseos calcinados y otros de sílex entre los que se destaca
un nódulo partido como el capullo de una flor por el “golpe térmico” de la alta tem-
peratura de combustión (lám. 3).
El doctor Francesco Berna del equipo del ilustre catedrático doctor Paul Goldberg
del Departamento de Arqueología de la Universidad de Boston (EE.UU.), en una
comunicación personal en noviembre del 2011 ha adelantado la información de
que se ha podido confirmar la influencia de temperatura elevada, entre 500 y 800
grados, en una muestra de estos fragmentos óseos analizada en Boston por la me-
todología de la espectrometría infrarrojo con transformación Fourier, desarrollada
por Paul Goldberg que la ha empleado en numerosos yacimientos paleolíticos en
todo el mundo con gran éxito.
La elevada temperatura implica la incidencia del hombre sin duda alguna. Los res-
tos afectados, tanto óseos como de sílex, fueron excavados en situación dema-
siado adentro en la cueva para poder haberse sujetos a tamaña temperatura
mediante invasión de un incendio forestal aleatorio. Pese a que los análisis polínicos
publicados por el catedrático de Evolución Vegetal, el doctor José Sebastian Ca-
rrión García (Área de Botánica, Departamento de Biología Vegetal, Universidad de
Murcia) pusieron en relieve la presencia de árboles tanto caducifolios como peren-
nes en sedimentos superiores en la cueva, no le han proporcionado polen nuevas
muestras sedimentarias tomadas después de la campaña del 2011 en situación
profunda cerca del hallazgo de huesos calcinados, por lo que el material principal
de combustión se queda sin determinar. Muestras sedimentarias se encuentran en
vías de análisis fisicoquímico para indagar sobre la alteración mineral que la com-
bustión pudo efectuar, y otras han sido enviadas a científicos especialistas en la
detección antracológica y de fitolitos.
Lámina 1.
Cueva Negra. Arriba: La flecha larga in-
dica la cueva; la flecha pequeña indica
el afloramiento de conglomerado Torto-
niense del Mioceno, cantera paleolítica
para la cueva. Debajo, de izquierda a
derecha: el doctor Angelucci tomando
muestras; La excavación escalonada;
Los doctores Schwenninger, Gunnell,
Calvet y Braucher tomando muestras,
la flecha superior indica la superficie
erosionada mencionada en el texto y la
inferior indica el nivel con restos afecta-
dos por combustión; los doctores Scott
y Gibert Beotas tomando muestras.
Lámina 2.
El nivel con huesos calcinados y sílex al-
terado por combustión, con los arqueó-
logos Winston Zack y Kellie Carlson.
Lámina 3.
Hueso calcinado y sílex alterado por
temperatura elevada de combustión.
Figura 1.
Arriba Figura 1a,b; abajo Figura 1c,d,e.
Cueva Negra: perfiles y planimetría. Los
perfiles indican la profundidad alcan-
zada en las cuadrículas en 2011 de
acuerdo con la información ofrecida en
el texto. Se excavaron huesos calcina-
dos y sílex alterado por la combustión
en la cuadrícula C2d en los niveles 5g y
6a en la profundidad indicada en la
parte central del perfil este de la Figura
1c. El hacha de mano bifacial fue exca-
vada en el lugar indicado por el trián-
gulo negro ligeramente encima de una
superficie de erosión dentro de la acu-
mulación sedimentaria. Los rombos ne-
gros indican donde se excavaron
algunas de las lascas extraídas por la
talla centrípeta repetida. Círculos ne-
gros son cantos alóctonos. Las estrellas
indican algunos de los niveles donde
sedimento ha sido analizado por la me-
todología de la estimulación de luminis-
cencia óptica (OSL).
Lámina 4.
La tamización por lavado en la expla-
nada de la cueva permite recuperar
dientes de roedores extintos.
Figura 2.
Tabla sinóptica de especies de roedores
en algunos yacimientos del Pleistoceno
antiguo y medio.
bre el fuego proporciona calor, muy necesario durante la noche (Cueva Negra está
a 740 metros sobre el nivel del mar y sometida a fuertes heladas invernales), ade-
más de espantar animales fieras, y según el antropólogo Richard Wrangham, cate-
drático en la Universidad de Harvard (Wrangham, 2009; Wrangham et al., 1999)
esto ha sido fundamental en nuestra evolución, mediante la ingerencia de alimentos
calentados, para agilizar la adsorción de nutrientes, y aumentar la energía extraíble
de la materia prima recogida y disponible para nuestro metabolismo, reduciendo,
así, el desperdicio de aquella: este efecto indudablemente ha contribuido a facilitar
tanto la dispersión humana fuera de África en el Pleistoceno antiguo, como la evo-
lución cerebral por aumento cortical y del ingenio humano correspondiente.
Esto tiene implicaciones muy importantes en Europa para la arqueología del pale-
olítico. El bifacial hacha de mano achelense en caliza de la Cueva Negra es la más
antigua excavada en Europa en sedimentos cerrados (lám. 5). Los sedimentos tam-
bién han proporcionado algunas lascas pequeñas de sílex cuyas caras dorsales
demuestran la repetida actividad previa de la talla centrípeta sobre la base (lám. 5).
Ocasionalmente hay piezas de forma triangular y subrectangular que preconizan
las muy conocidas formas levaloisenses, incluso al menos una lasca con pequeñas
facetas múltiples de la plataforma (en forma de tricornio o “chapeau de gendarme”)
para el golpe de extracción definitiva. Dos pequeñas bases nodulares discoideas
demuestran la concavidad principal correspondiente a la cara ventral de la última
lasca extraída (lasca preferida o “éclat préférentiel” en la terminología levaloisense),
siendo tales núcleos discoideos así, el deshecho final de la cadena operativa.
Cueva Negra ofrece otra similitud con Isernia La Pineta en el recurso para materia
prima a cantos de forma paralelepípedo de sílex tabular, meteorizado y fisurado,
más propenso a la fragmentación irregular en respuesta al golpe del percutor, que
a la fracturación concoidea (también algunos elementos son de caliza y cuarcita).
En Cueva Negra esto tiene dos consecuencias. En primer lugar, la inmensa mayoría
de los elementos, incluso con retoque o señales de la talla posterior, son fragmentos
expeditivos oportunos (“informales”) y son menos frecuentes las lascas definidas
por una cara ventral convexa y talón con plataforma de percusión; el tamaño redu-
cido de los elementos del conjunto descarta su estimación como “clactoniense”.
Tanto el hacha de mano bifacial achelense como los elementos que preconizan la
técnica descalifican cualquier pretensión de estimar el conjunto paleolítico como
oldowayense, del que lo separa, además, la ausencia casi total de cantos o nódulos
tallados en forma de “pebble-” o “chopping-tool” (sólo hay uno), esferoide, pico
triedro o discoideo biconvexo simétrico. La presencia, empero, del hacha de mano
bifacial en el conjunto, en fecha anterior a 780.000 años, pone en tela de juicio la
inferencia de un paleolítico inferior europeo, sea achelense o clactoniense post-ol-
dowayense, seguido de forma diacrónica por un paleolítico medio europeo, carac-
terizado sea por la técnica levaloisense o retoque musteriense, durante el
Pleistoceno medio avanzado hace 350.000 años (aunque en algunos conjuntos
más antiguos paleolitistas ilustres han detectado elementos adecuados de la cali-
Lámina 5.
Elementos paleolíticos de interés. El
bec fue excavado en 2011 en lugar in-
mediatamente encima de los huesos
calcinados y sílex afectados por la
combustión pero aparentemente no fue
afectado.
Como en África, los talladores en Cueva Negra practicaron ambas técnicas (a las
que se puede añadir además, la técnica extractiva bipolar), lo que demuestra tanto
la habilidad manual cómo la versatilidad cognitiva (Walker, 2009a). Esto es funda-
mental. Una cosa es tallar una gran base relativamente plana, de manera similar
en sus dos caras para reducirla a una forma oval con simetría bifacial, ya que la
forma de la base predetermina el resultado de manera ostensible y predecible. Otra
cosa es tallar una base con forma de bollo, para reducirla, primero verticalmente
por la periferia, después por la talla centrípeta del volumen mayor, y finalmente vol-
viendo para modificar una zona de la periferia previo al golpe que extrae la lasca
final que hasta ahora no ha sido ostensible en la forma originaria del bollo, sino ha
quedado latente, “oculta” de la vista del tallador como si de prever la forma de la
yema dentro del huevo sin abrir se tratara. Las demandas de esta cadena levaloi-
sense, tanto cognitiva como manual, son mayores incluso que las de la extracción
de láminas, finas y alargadas, de las bases piramidales del paleolítico superior eu-
ropeo (Coolidge y Wynn, 2005; Wynn, 1979). En conclusión, las aptitudes cognitivas
y manuales de la gente en la Cueva Negra son perfectamente compatibles con el
cuidado del fuego y demuestran su capacidad de elegir, seguir y mantener, dife-
rentes cadenas de conducta sin retorno hasta alcanzar las últimas consecuencias.
En Cueva Negra los homínidos fueron capaces tanto de separar elementos de fauna
mayor (mamuts, rinoceronte) como captar micromamíferos y aves (66 especies:
Walker et al., 1998, 1999, 2004). Sus dientes con características y dimensiones ne-
andertalenses (Walker, 2009b; Walker et al., 1998, 1999, 2006, 2011, en prensa
2102a) y la antigüedad del conjunto implican que perteneciesen al Homo heidel-
bergensis que a su vez fue el antepasado del Homo neanderthalensis. La posibili-
dad de que esta trayectoria evolutiva comenzase en la época del “chico de la Gran
Dolina” u H. antecessor hace 780.000 años es admitida ahora por distinguidas au-
toridades (Dennell, Martiñón-Torres y Bermúdez de Castro, 2011).
3. LA EXCAVACIÓN EN 2011
mente asequibles por los talladores paleolíticos de Cueva Negra y disponibles para
el aprovisionamiento de materia prima (Walker et al., en prensa 2012b). Gracias a
la amable gestión del catedrático y geoarqueólogo doctor Vance Holliday (Depar-
tamentos de Antropología y de las GeoCiencias en la Universidad de Arizona),
muestras han sido analizadas para oligoelementos crustales por el investigador
doctor Alex Andonikov del prestigioso Laboratorio lunar y Planetario de dicha uni-
versidad, que ponen de relieve la similitud de sílex excavado en la cueva con sílex
del afloramiento cercano (a 800 metros) del Tortoniense del Mioceno superior (co-
rrectamente identificado así, en otras publicaciones, por ejemplo Walker, 2009b;
Walker et al., 1998, 1999, 2004, pero erróneamente atribuido al Pleistoceno en Wal-
ker et al., 2006), a diferencia de muestras de sílex recogidas en otros afloramientos
de conglomerados y gravas de la zona. Gracias a la gestión en 2011 del doctor
Juan Luis Polo Camacho (profesor titular de Química Analítica en la Universidad de
Murcia y miembro de nuestro grupo de investigación E0A0-03) la composición de
oligoelementos en muestras de sílex de la excavación y de los afloramientos está
en vías de investigación por la metodología de la espectrometría fotoelectrónica de
rayos-X empleada por el doctor José Luis García Fierro (director del Instituto de
Catálisis y Petroleoquímica del CSIC en la Universidad Autónoma de Madrid); esta
metodología permite la identificación de cualquier átomo de la tabla atómica pe-
riódica salvo hidrógeno y helio.
Por último, en septiembre del 2011 el paleolitista doctor Ignacio Martín Lerma se
incorporó en la Universidad de Murcia como profesor del Área de Prehistoria, y
también como investigador de nuestro grupo de investigación E0A0-03 que le fa-
cilita los equipos de episcopía para digitalización de imagen, y microscopía petro-
gráfica, para desarrollar la investigación traceológica en la que se formó en Madrid.
También se ha incorporado en nuestro grupo interfacultativo e interinstitucional el
doctor João Zilhão, recientemente designado profesor de investigación por ICREA
en la Universidad de Barcelona después de haber sido catedrático de Arqueología
del paleolítico en la Universidad de Bristol. La industria de la Cueva Negra podría
volver a someterse al análisis traceológico que se quedó interrumpido hace varios
años después del impulso inicial promovido a través de una acción integrada his-
pano-británica del entonces Ministerio de Educación y Ciencia con el Oxford Uni-
versity “Donald Baden-Powell” Quaternary Research Centre donde el prestigioso
catedrático de Arqueología del Paleolítico doctor Derek Roe, exprofesor y amigo
de M.J. Walker, fue un pionero con el laboratorio traceológico en un centro de ex-
celencia internacional. Desgraciadamente, las investigaciones preliminares sobre
elementos de la Cueva Negra fueron poco prometedoras debido al escaso relieve
AGRADECIMIENTOS
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Roberto Risch*
RESUMEN ABSTRACT
Las excavaciones recientes en el marco del “Proyecto La Bastida” Recent fieldwork in the context of “La Bastida Project” has increa-
permiten avanzar en el conocimiento de la organización urbanística sed the knowledge about the territorial and urbanistic organization
y territorial de una de las principales unidades políticas argáricas. of one of the paramount Argaric polities. This paper shows a
En este artículo ofrecemos una síntesis de los principales resulta- synthetic view of the main results issued from the archaeological
dos a partir de las investigaciones en curso en los yacimientos de research being done at La Bastida and La Tira del Lienzo sites (To-
La Bastida y La Tira del Lienzo (Totana, Murcia). tana, Murcia).
* Departament de Prehistòria, Universitat Autònoma de Barcelona. Campus de Bellaterra, edifici B 08193, Bellaterra (Barcelona)
1. INTRODUCCIÓN
Figura 1.
Plano topográfico de La Bastida con in-
dicación de las zonas excavadas y del
área afectada por los aterrazamientos
de la repoblación forestal en la cima y
ladera norte (8.260 m2).
Las campañas recientes han permitido ampliar este esquema. En primer lugar, in-
dican que la ocupación de La Bastida cubrió la totalidad del periodo argárico y no
solo sus fases media y final. Los testimonios del primer asentamiento se remontan
hacia 2200-2000 cal ANE en forma de cabañas de planta curva, con el zócalo oc-
cidental ligeramente excavado en la pendiente del terreno y con alzados de tapial
sustentados por postes de madera y entramados vegetales que han dejado nume-
rosas improntas4. La erosión y las construcciones posteriores han afectado el de-
pósito de esta fase, de forma que ninguna de estas cabañas ha conservado
completo su perímetro. Todas las documentadas por el momento aparecen des-
truidas por incendio. Entre los hallazgos artefactuales destaca cuantitativamente
la cerámica, caracterizada por una elevada frecuencia de pastas de color amari-
llento correspondientes a recipientes que, en el caso de los cuencos de borde bi-
selado, recuerdan morfológicamente a producciones de tradición calcolítica. Otros
vasos, como las ollas pequeñas de borde ligeramente indicado, o las decoraciones
a base de series de triángulos incisos rellenos de puntos, resultan análogas a piezas
halladas en Lugarico Viejo (Siret y Siret, 1890, lám. 16), yacimiento datable en los
momentos iniciales del grupo arqueológico argárico. No hay constancia de vasos
con decoración campaniforme. Artefactos macrolíticos, pesas de telar, contadísi-
mos elementos de cobre y restos de cestería completan el repertorio artefactual.
Ninguna de las tumbas documentadas se asocia estratigráficamente a alguna de
las cabañas, circunstancia que pone de relieve una vez más la escasez de enterra-
mientos encuadrables a inicios de la Edad del Bronce en el sureste.
Figura 2.
Plano de las principales estructuras ha-
bitacionales y funerarias de las zonas
de excavación en las laderas bajas su-
rorientales de La Bastida.
Lámina 1.
La Bastida. Vista de la balsa desde el su-
roeste, durante el proceso de excavación.
Lámina 2.
La Bastida. Tumba en cámara BA 60.
En el centro de la imagen pueden
apreciarse los efectos de una intrusión
postdeposicional.
Entre las tumbas excavadas entre 2009 y 2011, las urnas son los contenedores más
frecuentes, ya que superan el 80% del total. Suelen aparecer en posiciones hori-
zontales y selladas con una laja de yeso. Solo en dos casos hemos documentado
el encaje entre dos urnas afrontadas. Las urnas de forma 4 son las más numerosas
(60%), seguidas a mucha distancia por las formas 2 y 5 (26% y 14%, respectiva-
mente). También se diferencian respecto al perfil de la persona inhumada, pues
mientras que las F4 sirvieron para dar sepultura a individuos de todas las edades,
en las F2 y F5 solo se enterraba a infantiles9. En algunos casos, pese a que tanto el
acondicionamiento de la urna en el subsuelo como el tipo y posición de artefactos
asociados son propios de contextos funerarios, no hay evidencia alguna de restos
humanos. Estos “cenotafios” ya fueron identificados en algunas campañas previas10
y también se ha documentado en niveles argáricos bajo el casco urbano de Lorca11.
9 La única posible excepción es BA-
25, representada por restos fragmen-
tarios de una F5 asociados a huesos Los restantes contenedores funerarios incluyen cistas (seis ejemplares de lajas y
de un individuo adulto. Sobre la rela- uno de mampostería), fosas (tres casos) y un tipo especial que denominamos cá-
ción entre edad de fallecimiento y mara (dos casos), consistente en una fosa cuadrangular forrada o no con aparejo
tipo del contenedor cerámico, véase
en piedra y provista de un hoyo de poste en cada una de sus cuatro esquinas. La
Lull et alii (2004).
10 Sepulturas 14 o 49 (Posac et alii única sepultura que hemos localizado en la cima del yacimiento corresponde a este
1947: 96 y 103, respectivamente). tipo (BA 60), y contenía el esqueleto de una mujer asociado a una vasija de la forma
11 Excavaciones en Calle Zapatería 11 6 (elemento característico de las élites argáricas), una pequeña tulipa, un puñal de
(Martínez Rodríguez, 1995, p. 74).
tres remaches, un punzón, una pata de bóvido, un fragmento redondeado de goe-
12 Vale la pena reseñar que no hemos
encontrado un solo caso con más de thita y dos dientes fósiles de tiburón (lám. 2). Respecto al tipo de sepultura, vale la
dos individuos. En el resto de las in- pena subrayar la ausencia de covachas, en consonancia con los resultados de in-
tervenciones de que tenemos noticia, vestigaciones previas en La Bastida y en la mayoría del territorio murciano.
las tumbas múltiples se restringen a
dos casos con tres inhumaciones
cada una: BAO-80 (Posac et alii, Tres cuartas partes de las sepulturas que hemos descubierto contenían un solo in-
1947, p. 112) y BAR-11 (Ruiz y dividuo, mientras que el resto eran dobles, independientemente del tipo de conte-
Posac, 1956, p. 74). nedor utilizado12. La posición habitual suele ser de costado y con las extremidades
Lámina 3.
La Bastida. Sepultura en urna BA 18.
La valoración preliminar de las 40 tumbas halladas intactas revela una ligera ma-
yoría de las que presentan ajuar respecto a las que carecen de él, así como una
proporción considerable de ajuares externos, pues en 11 de las 24 sepulturas con
ajuar hallamos vasijas cerámicas en posición exterior. Las asociaciones de ajuar
documentadas corresponden a todas las categorías propuestas por Lull y Estévez
(1986). La presencia relativamente frecuente de objetos de cobre como punzones,
cuchillos/puñales y algún hacha da idea de la relevancia de los ajuares de catego- 13 Hasta donde hemos podido saber,
los únicos casos publicados de tum-
rías intermedias, mientras que solo una tumba incluye ítems metálicos propios de bas dobles con individuos del mismo
la primera categoría (BA 40, una alabarda). En el apartado cerámico destaca la sexo son también masculinas y pro-
abundancia de tulipas, pues una de cada dos vasijas depositadas en las sepulturas ceden de Jaén: la tumba 12 del Cerro
era de forma 5. Solo el ajuar de BA 60 contaba con una vasija bicónica de F6, lo del Alcázar (Baeza), consistente en
una cista de mampostería con una
que basta para situarla entre las asociaciones de primera categoría. Ofrendas re- botella como único ajuar (Robledo y
currentes son también las porciones cárnicas, registradas en prácticamente la Trancho, 2003), y la tumba 9 de
mitad de las sepulturas con ajuar. El dato más interesante, sin embargo, reside en Úbeda (Nocete et alii, 2010, tab. 5).
el perfil demográfico que presentan, pues todas las tumbas sin ajuar son de indivi-
duos infantiles y no hemos encontrado un solo adulto que no tuviera, al menos, un
objeto amortizado como ajuar funerario.
Para finalizar este somero repaso, y pese a que el estudio osteológico se halla en
curso, podemos avanzar que los esqueletos infantiles constituyen aproximada-
mente el 50% de la colección antropológica. Este dato cobra especial relevancia
si tenemos en cuenta que tres de cada cuatro infantiles falleció antes de cumplir
18 meses. Tanto si lo leemos en clave demográfica (elevada mortandad infantil),
como social (derechos de enterramiento garantizados incluso a neonatos y perina-
tales), la morbilidad de la población infantil de La Bastida es uno de los aspectos
clave en la interpretación económica y política de esta sociedad.
La Tira del Lienzo (también llamado Cabezo de los Yesares o de Guerao) (Martínez
Cavero, 1997, p. 121; González Guerao, 2005) es un yacimiento argárico situado
sobre un pequeño cerro de 1,2 hectáreas de superficie rodeado por la rambla Sis-
quilla y a escasos 3 kilómetros al noreste del casco urbano de Totana (coordenadas
UTM 30N X: 633576.48, Y: 4184481.07). Su cima se levanta 310 metros sobre el
nivel del mar, unos 35 metros por encima del llano adyacente hoy en día totalmente
dedicado al cultivo intensivo. Al igual que el también yacimiento argárico de Cabeza
Gorda (Ayala y Tudela, 1993), del que dista menos de 2 kilómetros, posee unas ex-
celentes condiciones de visibilidad respecto al valle del Guadalentín.
Las excavaciones se han centrado en la cima y las laderas norte y noreste, aunque
se prevé extenderlas a las zonas de la ladera meridional donde la limpieza superfi-
cial ha revelado diversas estructuras. Hasta el momento, los restos arquitectónicos
visibles cubren una superficie de 865 m2, de los cuales se han investigado algo
más de 700 aunque no siempre alcanzando el sustrato geológico. Se definen dos
fases principales de ocupación, divididas cada una a su vez en al menos dos sub-
fases. Según las primeras dataciones radiocarbónicas, la fundación del asenta-
miento se remontaría a la transición entre el III y el II milenio cal ANE, cuando se
alzó un muro de doble paramento y 1,20 metros de anchura máxima, del que se
conservan casi 60 metros aunque su recorrido completo debió rondar los 110 me-
tros. Este muro delimitaba un recinto de tendencia rectangular de unos 40 metros
de longitud (eje NE-SW) y 23 metros de anchura (eje NW-SE) en la cima del cerro.
Los restos asociados a los momentos iniciales (diversos tramos de muros y ban-
quetas, una estructura de combustión y una amplia área de almacenamiento de
alimentos) se han conservado de manera fragmentaria y, por ahora, no permiten
definir con claridad la organización interna del asentamiento.
Figura 3.
La Tira del Lienzo. Plano de las estruc-
turas de la fase reciente de ocupación.
Pese a la extensión del sector excavado, solo se han hallado dos tumbas, ambas
en urna y ocupadas por un individuo infantil. Además, se han localizado dos cistas
expoliadas en el llano al pie de la ladera meridional, sin conexión aparente con es-
tructuras habitacionales.
Con los datos disponibles, La Tira del Lienzo se incluye en una categoría de asen-
tamientos argáricos caracterizada por un tamaño reducido, presencia de muro de-
limitador o muralla, escasez de tumbas y buenas condiciones de visibilidad14
(Delgado, 2008, p. 597-608; Lull et alii, 2010b, p. 14). La función de estos núcleos
pudo haber residido en el control administrativo de bienes, al servicio de otros asen-
tamientos de orden superior.
4. CONCLUSIONES
AGRADECIMIENTOS
Los resultados resumidos en este texto han sido posibles gracias a investigaciones
respaldadas por la Consejería de Cultura y Turismo de la Región de Murcia, los mi-
nisterios de Ciencia e Innovación (proyectos HUM2006-04610 y HAR2011-25280)
y de Industria, Turismo y Comercio (Plan AVANZA: TSI-070100-2008-133), la Uni-
versitat Autónoma de Barcelona y la Direcció General de Recerca de la Generalitat
de Catalunya (2009SGR778). Agradecemos también la contribución del Ayunta-
miento de Totana, así como de todo el personal científico y técnico que forma parte
del “Proyecto La Bastida” (http://www.la-bastida.com/proyecto/equipo/).
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(MARTÍNEZ SANTA-OLALLA, J., poblado de la Edad del Bronce. Arqueología llena, p. 269-284.
RESUMEN ABSTRACT
Presentamos en este artículo los resultados de la intervención In the city of Lorca, at the corner of Alamo St. with Núñez de Arce
arqueológica llevada a cabo en el solar ubicado en la calle Álamo St., the archaeological excavations discovered an Iberian cemetery
esquina con la calle Núñez de Arce de la ciudad de Lorca, de la dated in the 4th century BC and Iberian sanctuary older than the
cual destacamos una necrópolis de época ibérica (siglos IV a.C.- cemetery, with oriental influences.
II a.C.) y un santuario ibérico de tipo orientalizante anterior a
dicha necrópolis.
* [email protected]
** [email protected]
*** [email protected]
1. INTRODUCCIÓN
Al igual que en otros conjuntos ibéricos, en Lorca nos encontramos con el esquema
típico de poblado, necrópolis y santuario. A pesar de las escasas evidencias materia-
les, la existencia del poblado ibérico está ampliamente aceptada ya desde la década
de los años 90 con los estudios de Andrés Martínez (1990) y Juana Ponce (1995).
El asentamiento principal se extendería desde la sierra del Caño, y por todo el cerro
que ocupa el castillo de Lorca hasta su ladera noroeste. Podemos adscribirlo a un
oppidum fortificado que ejercería un control territorial y estratégico en la confluencia
del valle del Guadalentín con la depresión que forma un camino natural a Puerto
Lumbreras.
2. NECRÓPOLIS
Aun no está del todo claro a qué se debe la superposición de tumbas en las necró-
polis ibéricas ya que puede deberse a una limitación de espacio. Aunque sabemos
que las necrópolis ibéricas se tratan de espacios sagrados que no crecen (Blán-
quez, 2001). Otra de las teorías que se barajan sobre la explicación de la superpo-
sición de tumbas en las necrópolis ibéricas, es la interpretación de la necrópolis de
Pozo Moro (Alcalá-Zamora, 2003). Allí, alrededor del monumento turriforme hallado,
se desarrolló una necrópolis, ya que el grupo gentilicio que se apropió del mismo
espacio quiso enterrarse cerca del monumento o del difunto allí enterrado, por una
posible relación de parentesco real o ficticio. Este hecho es lo que puede dar ex-
plicación a la aparición de superposición de tumbas en esta zona de la necrópolis
de Lorca, y es aquí, donde el santuario de época orientalizante localizado, man-
tendría un elemento fundamental en esta zona de la necrópolis. Es muy posible
que la reminiscencia del recuerdo de este santuario, una vez arruinado, fuera el
motivo por el que una parte de la población ibérica quisiera enterrarse en las inme-
diaciones o incluso sobre los restos de este santuario.
Hemos de indicar que con lo que respecta a los tipos de enterramiento, se han ha-
llado un total de siete tipologías distintas, encuadradas cada una de ellas en tres
fases cronológicas diferentes, que muestran la larga continuidad en el tiempo de
esta necrópolis, y a la vez el cambio en el ritual funerario que se produce en la so-
ciedad ibérica con el trascurrir de los años. Tenemos que destacar un tipo de tumba
que consiste en una fosa excavada en la tierra de forma rectangular con los bordes
redondeados y con cubierta de tierra y adobe, también conocida como lingote chi-
priota o piel de toro (lám. 1).
Lámina 1.
Fosa de incineración con forma de piel
de toro extendida.
Destaca el hallado en la tumba 15, en primer lugar se trata de una tumba de inci-
neración en urna, aunque el recipiente usado para contener los restos del difunto
no era una urna ibérica propiamente dicha ya que se trataba de una pieza excep-
cional denominada Kernos. Esta gran pieza excepcional se presentaba acompa-
ñada de otras piezas, no tan sorprendentes pero de al menos de gran valor como
una falcata, dos puntas de lanza y dos regatones, una placa de cinturón de bronce,
además de dos piezas de cerámica ática de la forma L40 y una pátera completa
de producción ibicenca (lám. 2). Uno de los elementos a destacar en esta parte de
la necrópolis lorquina es la aparición y conservación en parte de un ustrinum y de
un silicernium (lám. 3 y 4).
3. SANTUARIO
Otro de los elementos a resaltar y que constituye una nueva fase en el yacimiento
siendo un importante punto de interés para el conocimiento del conjunto ibérico
lorquino, es la aparición de una serie de estructuras y habitáculos que creemos que
pueden formar parte de una edificación que tendría la funcionalidad de santuario o
lugar de carácter ritual por los restos encontrados y que vamos a tratar de exponer
brevemente. Geográficamente este edificio se situaría en el camino de acceso al
poblado y sería observado y admirado por cualquier visitante o comerciante ex-
tranjero que pretendiese acceder al poblado.
Por lo que hemos podido descubrir se trataría de un edificio donde quedarían en-
cuadradas cinco estancias y la posibilidad de una más, aunque esta última es muy
difícil de definir por el mal estado de conservación y seccionamiento de sus muros
de cierre. Los restos hallados de este edificio son casi en su totalidad de los ci-
mientos de sus muros, realizados con cantos rodados, y pequeños restos de su
alzado construidos con adobes de color ligeramente verde.
La planta del edificio se asienta directamente sobre el terreno natural que en oca-
siones aparece trabajado para nivelar el terreno, o por el contrario se asienta sobre
un relleno artificial con el motivo de nivelar los grandes saltos del terreno. Tenemos
que considerar el edificio por tanto como un edificio de nueva planta, que cuando
Lámina 2.
Urna de incineración o Kernos, proce-
dente de la tumba 15.
Lámina 3.
Ustrinum seccionado.
El suelo de esta estancia era una lechada de yeso color blanquecino que se arrojó
directamente sobre el nivel geológico trabajado y nivelado. Sobre este suelo se ha-
Lámina 4.
Deposición de un silicernium.
Lámina 5.
Restos de estructuras halladas del san-
tuario.
llaron restos de un ánfora ibérica, dato que nos podría estar hablando de la función
que desempeñaba esta estancia en el complejo, que podría estar relacionada con
la función de conservar el grano o la bebida que se usaría en el acto religioso, no
obstante como indicamos, no deja de ser una hipótesis.
Pero lo más característico es que sobre este suelo se levantaba una estructura cua-
drangular, de pequeñas dimensiones, construida en adobe y revestida con una
capa de yeso de características similares a los suelos, y un altar hallado en la es-
tancia 1 que veremos más adelante. Esta estructura se conservaba en condiciones
bastante aceptables, conservando sus cuatro caras laterales revestidas con una
capa de yeso y una quinta cara superior también revestida con yeso de color
blanco. Creemos que constituiría una mesa con funciones secundarias para el
culto. Al encontrarse en el interior de esta habitación también un ánfora y un de-
cantador, podemos pensar que esta mesa quizás cumpliese una función purifica-
dora de las ofrendas que se fueran a entregar al altar, aunque también podría
utilizarse para la colocación de quemador de perfumes o exvotos, no obstante ca-
recemos de evidencias arqueológicas que nos puedan dar motivos para una inter-
pretación más precisa. El paralelo más cercano de estas estructuras auxiliares para
el culto lo encontramos en el santuario III hallado en Caura, Coria del Río, Sevilla,
donde se hallaron estructuras parecidas a la aquí interpretada (lám. 6).
El suelo se presentaba interrumpido hacia el centro de la estancia por una gran su-
perficie blanca de similares características al enlucido de los rebancos. Esta su-
perficie tenía los lados cóncavos y los apéndices desarrollados en la esquina
propiciándole una forma conocida como de lingote chipriota o de piel de toro que
sobresalía del suelo rojo de la estancia. Se podría decir que este elemento se trata
del mismo suelo que el de la estancia, pero lo que ocurre es que se deja este es-
pacio sin pintar de rojo y el material de color blanco con el que está realizado este
pavimento, resalta sobre el rojo dándole esta forma tan característica (lám. 7).
Lámina 6.
Mesa ritual hallada en la estancia 4.
Lámina 7.
Altar en forma de piel de toro extendida.
Lámina 8.
Altar en forma de piel de toro extendida.
Es este el motivo por el que consideramos a esta estancia como la más importante
del conjunto (cella), tanto por sus dimensiones como por ser el lugar por el que jus-
tificamos nuestra teoría sobre el posible carácter religioso del edificio.
En nuestro caso particular se ha hallado una fosa que por su localización y conte-
nido llamó especialmente la atención al equipo técnico desde un principio. Esta
Lámina 9.
Detalle de una de las esquinas del altar
en forma de piel de toro extendida.
fosa rectangular y muy profunda se hallaba justo debajo del suelo de la estancia 1,
que donde se localiza el altar, sin romperlo, por lo que pensamos que pueda tratarse
de una fosa de fundación del edificio. Cuando retiramos su cubierta apareció un
relleno de tierra marrón claro suelta que escondía tres platos de cerámica ibérica
colocados en su extremo noreste y un fragmento de pared de un ánfora de cerá-
mica ibérica. Para Mata y Bonet (1992), suele ser una característica habitual de la
Edad del Hierro plena. Este descubrimiento es el que nos dio la pista para identificar
esta fosa como fundacional y es el único indicio que se ha hallado que pueda indi-
car algún tipo de ofrenda a la divinidad.
4. CONCLUSIONES
Por lo tanto, por estratigrafía y paralelos podemos decir que este santuario se cons-
truiría entre los siglos V y IV a.C. Aunque no cabe duda de la influencia orientalizante
de este santuario, marcada especialmente en el altar con forma de piel de toro.
Tres son los santuarios de un marcado carácter orientalizante donde han aparecido
altares con forma de piel de toro, Cancho Roano (Badajoz), fechado en el siglo VII
a.C., El Carambolo (Camas, Sevilla), fechado en el siglo VIII a.C., y el santuario de
Coria del Río (Sevilla), también fechado en el siglo VIII a.C. Nosotros no hemos ha-
llado ningún indicador que nos acerque a cronologías tan tempranas, salvo claro
está el altar.
El hallazgo de estas estructuras que hemos interpretado como santuario hace que
podamos plantear como hipótesis de trabajo la integración de las estructuras que
nos han aparecido en la intervención arqueológica de calle Rincón de Moncada
(Lorca). De hecho existe gran similitud en la técnica constructiva empleada y en los
materiales asociados.
Por otro lado, tanto en el caso del Carambolo y Cancho Roano la zona del santuario
se completa además de la zona de servicio y almacén con una serie de muros que
rodea todo el complejo arquitectónico y que lo aísla del exterior no descartándose
en sus casos un foso que pueda cerrar todo el conjunto. Por lo tanto podemos
pensar al igual que como ocurre en Cancho Roano o en el Carambolo, alrededor
del santuario se vayan generando gran cantidad de estancias anexas al propio san-
tuario, por ello podríamos explicar la similitud de las estructuras halladas en la ex-
cavación de calle Rincón de Moncada con las halladas en la excavación de la calle
Álamo de Lorca.
Figura 1.
Interpretación del santuario.
BIBLIOGRAFÍA
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RESUMEN ABSTRACT
Las intervenciones arqueológicas en el anfiteatro romano que The archaeological interventions in the Roman amphitheatre of
aquí presentamos se desarrollaron entre diciembre de 2009 y Cartagena were developed between December, 2009 and Janu-
enero de 2010, y entre febrero y marzo de 2011, promovidas y ary, 2010, and between February and March, 2011, promoted
financiadas por la Fundación Anfiteatro Romano, donde partici- and financed by the Foundation Roman Amphitheatre. It is the
paban la Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma de first archaeological action inside the project of recovery and put-
la Región de Murcia y el Ayuntamiento de Cartagena. Se trataba ting in value of the Roman amphitheatre.
de la primera actuación arqueológica dentro del proyecto de re-
cuperación y puesta en valor del anfiteatro romano, junto al edi-
ficio de la plaza de toros de Cartagena.
1. INTRODUCCIÓN
Sin embargo, será en la segunda mitad del siglo XIX cuando se lleven a cabo los
dos proyectos más determinantes para el anfiteatro y su entorno: la construcción
de la plaza de toros en el año 1854 que lo ocultará definitivamente; y la apertura de
la calle Gisbert (1878-1893) que divide en dos la ladera este del cerro de la Con-
cepción descontextualizando el entorno original y adquiriendo el conjunto su as-
pecto actual.
La plaza de toros estuvo activa hasta el año 1986. A partir de este momento la plaza,
de propiedad privada, entrará en un proceso imparable de decadencia acelerado por
el abandono del edificio y la aluminosis de las estructuras. Fue adquirida por el Ayun-
tamiento de la ciudad a finales de los años 90, iniciándose una nueva etapa en la re-
cuperación del anfiteatro romano. Se abrió un activo debate sobre su proyecto de
recuperación en convivencia con la plaza de toros, así como sobre su futuro uso so-
cial y cultural en una zona urbana monumental rodeada por edificios del siglo XVIII,
actualmente ocupados por el campus de la Universidad Politécnica de Cartagena.
En el año 2009, se aprueba por las administraciones públicas un proyecto que pre-
tendía la excavación íntegra del anfiteatro y su puesta en valor, así como la con-
servación del volumen cilíndrico de la plaza de toros y la construcción de un museo
adjunto. La coincidencia con la crisis económica actual, ha reducido las actuacio-
nes arqueológicas al mínimo, aun así los resultados obtenidos en dos breves cam-
pañas en 2010 y 2011, que presentamos, hacen prever un futuro más favorable a
la investigación y recuperación del monumento (fig. 1).
Todo el proceso ha estado acompañado durante estos últimos años, por la realiza-
ción de más de una veintena de publicaciones científicas sobre el anfiteatro romano
de Cartagena.
2. EL SECTOR SW
Figura 1.
Plano actualizado de la plaza de toros y
anfiteatro romano de Cartagena.
Lámina 1.
Fotografía aérea del yacimiento con in-
dicación de las áreas excavadas.
Lámina 2.
Ortofotoplano de los alzados laterales
del acceso SW del eje mayor.
En la parte superior de ambas paredes del pasillo, a una distancia de 1,05 metros
del arranque de las bóvedas de las carceres exteriores se han documentado una
serie de sillares de arenisca colocados “a sardinel” a una altura de 2,10 metros en
la pared sur y 2,30 metros en la norte. Lo interpretamos como el arranque de un
gran arco de sillares, que iniciaría y embellecería la bóveda de cubrición del AccSW.
Hacia la arena nos encontraríamos ante un corredor abierto, como vemos en otros
anfiteatros de distintas épocas: Pompeya, Sutrium, Leptis Magna, etc. (Golvin,
1988, Lám. XXIII, 2; XXV, 1; XIII,1), o en Hispania, Emerita (Bendala y Durán, 1995,
fig. 1 y lám II, 1; Calero, 1995, fig.1), Italica (Corzo 1995a, 194, Plano IV), Tarraco
(TED’A, 1990, p.e. lám.2) o quizás Carmona (Corzo, 1995b). Esta bóveda, siguiendo
el mismo desnivel del suelo, marca la inclinación sobre la que se sustentaría el gra-
derío sobre el acceso a la arena, dejando también una pequeña terraza donde
poder colocar inscripciones relativas a la construcción o laudatorias como se in-
terpreta también para Tarraco (Ruiz de Arbulo, 2006, p. 35-38).
En la línea de encuentro del AccSW con la arena, aparece un umbral formado por
cuatro piezas de caliza gris (lám. 3). La del extremo sur se encuentra in situ, mien-
tras que las otras tres están removidas de su posición original, siendo la situada
más al norte una pieza de cornisa reutilizada. Todas tienen un entalle continuo que
indica la apertura de las hojas de la puerta hacia el interior del pasillo, como es ha-
bitual (Golvin, 1988, p. 323). Las piezas de los extremos, la sur in situ y la norte reu-
tilizada, presentan dos grandes huecos para alojar los espigones de la quicialera
de sustentación de las dos hojas integrantes de la puerta. Las medidas de las pie-
zas del umbral, de sur a norte son:
Bloque 1 (in situ): 0,80 metros de largo por 0,50 metros de ancho.
Bloque 2: 1,65 metros de largo por 0,60 metros de ancho.
Bloque 3: 1,30 metros de largo por 0,60 metros de ancho
Bloque 4 (cornisa): 0,60 metros de largo por 0,50 metros de ancho.
Conserva cuatro habitaciones o carceres abovedadas, simétricas dos a dos. Las más
exteriores (Pérez, San Martín y Berrocal, 1995) están situadas tras los entalles para
la puerta exterior, y las otras dos se abren a la arena y al AccSW (lám. 2).
Lámina 3.
Umbral de acceso a la arena desde el
pasillo SW del eje mayor.
Lámina 4.
Vista de los dos accesos de la carcer
interior norte.
Tiene una planta con una superficie de 11,07 m2, aproximadamente rectangular
con unas medidas de 2,05 metros de anchura, 5,40 metros de largo y 2,78 metros
de altura. Las paredes están revestidas de opus vittatum, cubierta por una bóveda
construida con lajas de andesita y arenisca incrustadas en el opus caementicium
de forma radial, dispuestas de la misma forma que las documentadas en las habi-
taciones o carceres exteriores norte y sur del mismo AccSW.
Las paredes conservan restos de revoco y enlucido original hasta una altura de
0,20 metros en su encuentro con el pavimento. Hacemos notar que la pared lateral
interior (5,40 metros de longitud) es ligeramente curva, paralela al muro del podium;
se trata de uno de los anillos concéntricos (hemos documentado tres) que con los
muros radiales conforman el anfiteatro.
Lámina 5.
Puerta de la carcer hacia el acceso SW.
Lámina 6.
Puerta de la carcer que accede directa-
mente a la arena a través del podium.
Situada exactamente frente a su opuesta del lado norte, su puerta al AccSW tiene
una anchura de 2,07 metros y una altura de más de 3 metros. Se encuentra total-
mente tapiada en época moderna, mientras que la parte superior con dintel abo-
vedado, aparece hundida (lám. 2). Por motivos de seguridad no se ha procedido
todavía a su excavación. Suponemos que tendrá como en su simétrica del lado
norte, dos puertas: al AccSW y a la arena.
A él se abren los grandes accesos del eje mayor y diferentes puertas y portillos,
unas constatadas arqueológicamente y otras documentalmente (lám. 7). Se han
exhumado 11 metros del mismo en el lado norte del AccSW, mientras que hacia el
lado sur solo se descubrió un tramo muy pequeño, para confirmar su existencia.
Presenta una conservación muy desigual, pues debemos tener en cuenta que es-
tuvo a la intemperie desde su construcción hasta la edificación de la plaza de toros
en 1854, siendo objeto, como todo el monumento, de expolios y reutilizaciones do-
cumentadas al menos desde el siglo XVI.
En este sector SW, el muro del podium está construido en opus quadratum que re-
viste un núcleo de opus caementicium. El aparejo de grandes piedras es habitual
en los anfiteatros romanos de una cierta entidad, ya que proporcionan la necesaria
superficie lisa y alta fundamental para su función protectora. En Hispania, tienen el
muro del podium construido con grandes sillares en Mérida, Segóbriga, Tarraco,
Italica, Bobadela, seguramente Cáparra (Cerrillo, 1995, lám. 5), y Legio (León)
(Durán, Fernández Ochoa y Murillo, 2009, p. 22-23), siendo el de Segóbriga el más
parecido al nuestro.
Las medidas de los bloques son aproximadas debido a su estado, pues la arenisca
local (tabaire) es muy sensible a los agentes atmosféricos, y aparece muy erosio-
nada y desgastada. Los bloques tienen unas dimensiones de 1,20 por 0,50-0,60
metros, 0,80 por 0,50 metros, y 1 por 0,50 metros. La altura total del muro del po-
dium sería la suma de: 1ª hilada 0,50 metros, 2ª hilada 0,60 metros, 3ª hilada 0,50
metros, 4ª hilada 0,50 metros, 5ª hilada 0,50 metros (aunque pudo estar sustituida
por la cornisa reutilizada en el umbral, que tiene una altura de 0,27 metros).
Por tanto, la altura total del podium sería la siguiente: 2,60 metros más cornisa,
total 2,87 metros; pero si consideramos que la cornisa sustituye a la 5ª hilada: 2,10
metros más 0,27 metros, entonces 2,37 metros de altura. Estas medidas entran
dentro de la media de los anfiteatros conocidos: 2,63 metros sin balteus y sobre
los 3 metros con él (Golvin, 1988, p. 314). Entre los de Hispania más próximos,
mencionamos los 3,15 metros con balteus en Segobriga (Almagro y Almagro Gor-
bea, 1995, p.144), y los 3,25 en Tarraco (Dupré, 1995, p. 81).
El muro estuvo cubierto por varias capas de enlucido del que se conservan restos
en diferentes bloques de todas las hiladas. Sobre este revoco, en la hilada inferior
quedan restos de pintura roja, mientras que en las superiores aparecen restos de
Lámina 7.
Ortofotoplano del alzado del podium y
acceso a la arena de la carcer interior
norte.
Lámina 8.
Vista frontal del podium.
pintura más oscura. El hecho de enlucir sobre un revoco el muro del podium es
muy frecuente en los anfiteatros, cuando no se coloca un placado de mármol a me-
nudo en una segunda fase constructiva, como ocurre en Tarraco o en Arles. El en-
lucido proporciona una superficie regular totalmente lisa, pero es además soporte
ideal de sistemas decorativos, que pueden ir desde una simple capa de color rojo
(Carnuntum, Alba Fucens, Lugdunum, etc), a una imitación de mármoles veteados
en varios colores, ya en anfiteatro de Pompeya, o en los más recientes de Thysdrus
(El Djem), Aquincum o Augusta Raurica (Hufschmid, 2009, p. 64 y 539). En nuestro
anfiteatro, los escasos restos conservados nos hablan de una ancha franja roja en
la base del muro, y de restos policromos algo más arriba, que podrían corresponder
a imitaciones de mármol veteado; pero todavía es prematuro asegurar nada.
2.5. La cavea
La grada más baja, la primera, tiene por delante un amplio espacio de 1,60 metros,
hasta la cara exterior del muro del podium. Si tenemos en cuenta la existencia de
un bloque de aproximadamente 0,50 metros de anchura o en su defecto una cor-
Lámina 9.
Vista aérea de la cavea.
nisa de 0,27 metros y balteus o verja, quedaría espacio suficiente (1,30-1,10 metros)
para la colocación de bisellia o sillones plegables para los magistrados o personajes
de primer orden de la ciudad (lám. 10). En todo caso, parece algo estrecho en com-
paración con la mayoría de los anfiteatros, que están entre los 2,20 metros y los
1,30 metros (Golvin, 1988, p. 354-355).
La ima cavea, está construida de manera diversa: sobre bóvedas en el sector más
próximo al AccSW; o bien sobre un relleno de tierra compactada entre muros ra-
diales, más hacia el norte. Es importante este detalle constructivo, pues solo a partir
de época Julio-Claudia comenzamos a ver gradas construidas sobre bóvedas (Gol-
vin, 1988, 144).
La diferencia entre las gradas sobre bóvedas y aquellas apoyadas sobre rellenos
es bien visible, ya que una antigua grieta de asentamiento separa una zona de la
otra, la segunda ligeramente vencida o inclinada debido a la presencia de una trin-
chera perpendicular al muro del podium que seguramente debilitó la estabilidad
del relleno y que de momento delimita este sector de la cavea. Por debajo de la
grada y en el corte de dicha trinchera, podemos apreciar a simple vista unos estra-
tos de tierras rojizas que contienen mayoritariamente cerámicas de época republi-
cana, pero también algunas altoimperiales, como luego veremos. Al limpiar la zona
para la consolidación de las estructuras, apareció bajo la cavea parte de un muro
curvo de adobes, semejante al que conocíamos del sector NW (Pérez, San Martín
y Berrocal, 1995).
El vomitorium 1 se sitúa a 1,30 metros al norte del AccSW y unos 4 metros de altura
por encima del nivel de paso del mismo. Arranca del extremo de un espacio rec-
tangular delimitado por muros revestidos de vittatum interpretado como una caja
de escaleras, y que desemboca en la cavea. El vomitorium completamente hori-
Lámina 10.
Ima cavea.
zontalizado está delimitado por muros de opus vittatum, su longitud es de 6,75 me-
tros y la anchura de 1,46 metros; la máxima altura conservada es de 1,16 metros,
aunque debió estar cubierto por bóveda (lám. 11).
La caja de escaleras tiene la misma anchura que el vomitorium y una longitud con-
servada de 5,50 metros, pues falta el extremo más exterior desaparecido por la
apertura de la calle Gisbert. Un hueco semejante se ubica simétricamente en el
lado sur del AccSW. Ambos albergarían escaleras de madera o hierro, que salvarían
los más de 3 metros de desnivel existentes entre el nivel de paso en la entrada del
anfiteatro y la primera praecinctio. No es fácil documentar estas escaleras de es-
tructura ligera, aunque la presencia de huecos similares en otros anfiteatros, han
sugerido su existencia, como se observa en la restitución realizada para el anfiteatro
de Terni, de los primeros decenios del siglo I d.C. (Tosi, 2003, p. 366-368, fig.43).
Lámina 11.
Vomitorium 1 que da acceso a la pri-
mera praecinctio (a la derecha, la caja
de escaleras).
Lámina 12.
Primera praecinctio.
porciona, a falta de excavaciones más exhaustivas del relleno, una datación post
quem para la construcción de la ima cavea de época de Claudio (41-54 d.C.), cro-
nología que hay que “cruzar” con las referentes a las técnicas constructivas, como
luego veremos.
2.6. La arena
A una profundidad de 4,05 metros a partir del nivel de cimentación del muro interior
de la plaza de toros, localizamos, junto a la pared externa del podium un nivel de
escasos centímetros de potencia de tierra muy fina y compacta de color marrón
claro, sin aporte de materiales cerámicos, que hemos interpretado como la super-
ficie de la arena del anfiteatro. Debajo de esta capa, se ha documentado otro es-
trato de tierra más amarillenta, de las mismas características que la anterior, que
nos muestra de forma fehaciente al menos dos momentos de utilización de la
arena que podría corresponderse con las fases constructivas del monumento do-
cumentadas entre otras zonas, como en la puerta de acceso a la arena de la carcer
interior norte (ver infra). Niveles similares, especialmente el amarillento de arenisca
disgregada y compactada y otro superior castaño o rojizo, fueron identificados en
los sondeos realizados en el ruedo de la plaza de toros en el año 1983, por encima
de un fino nivel con cerámicas republicanas (t.a.q 40-30 a.C.) que descansaba di-
rectamente sobre la roca natural nivelada (Pérez, San Martín y Berrocal, 1995, p.
103-104).
Al igual que ocurriera en las campañas de 1983 y 1991-2 (Pérez Ballester, p. 1987,
283-285; Pérez y Berrocal, 1998, p. 250-251), la secuencia estratigráfica hasta lle-
gar a la arena es clara y uniforme: bajo el nivel de la plaza de toros, en este caso
el muro interior, se documentan una serie de vertidos de relleno que amortizan el
monumento para nivelar la zona con motivo de la construcción de la plaza. Por
debajo de estos, y en este caso rompiendo la superficie de la arena, se ha locali-
zado una fosa con una superficie documentada hasta el momento de 12,30 m2,
colmatada de piedras, tierra suelta y huesos humanos que situamos dentro del
momento correspondiente a la utilización del anfiteatro como osario en la segunda
mitad del siglo XVIII, entre los años 1760 y 1785 (Pérez y Berrocal, 1998, p. 251)
(lám. 13).
Lámina 13.
Arena del anfiteatro y fosa que la rompe
con restos de huesos humanos.
3. EL SECTOR SE
En primer lugar tenemos que decir que han sido plenamente identificados con las
tres estancias descritas por Montanaro y López del Castillo en 1736, excavadas
por este último y reflejadas en el conocido dibujo de 1751 del archivo del M.A.N.
(fig. 2). Las tres estarían comunicadas por detrás. Coinciden además con las bó-
Lámina 14.
Vista aérea del sondeo 2.
Lámina 15.
Macizo de opus caementicium coinci-
dente con el asiento de la primera
grada de la ima cavea del Sector SW.
Lámina 16.
Ortofotoplano de los alzados de las es-
tructuras documentadas en el eje
menor.
Figura 2.
Dibujo del anfiteatro de 1751 conser-
vado en el archivo del M.A.N.
Queda reflejado con su bóveda en el perfil del sondeo. Su parte más avanzada es-
taba ya destruida entre los siglos XVIII y XIX. Un importante derrumbe, todavía sin
excavar, la separa del muro del podium, al que se adosaría. Está colmatada por un
relleno ligero, a través del cual se aprecia el hueco interior, así como parte de un
enlucido de cal de época moderna, como el que encontrábamos en las carceres y
ambientes abovedados del sector SW. El tipo de bóveda es en blocage, como los
del resto de las bóvedas del anfiteatro. La bóveda tiene una anchura de 2,20 me-
tros, y se apoya en dos muros radiales, apenas visibles; uno de ellos sirve también
para el arranque de la bóveda del ambiente central (lám. 17).
Lámina 17.
Ambiente abovedado norte.
Lámina 18.
Ambiente abovedado central.
Contiguo al anterior, llega casi hasta el muro del podium, con un ligero relleno de
escombros que deja ver el interior con un enlucido de cal moderno. De factura idén-
tica a las anteriores, su anchura es como la del ambiente norte, de 2,20 m. Tampoco
se ha procedido a su vaciado. Sobre ella se conserva la mayor parte del caemen-
ticium original (lám. 19). Nos encontramos pues ante una cavea de construcción
mixta: construida sobre bóvedas en toda la extensión de las mismas (7,50 metros)
y sobre rellenos compactados entre muros radiales en el extremo norte del sondeo
(4,50 metros). Estos rellenos de color anaranjado, contienen mayoritariamente ma-
teriales de época republicana junto a algunos muy escasos fechables antes del 60-
70 d.C. Es como el que encontrábamos en el sector SW junto a la carcer interior
norte, y que soportaba también parte de la grada. El relleno llega hasta el muro del
podium.
Se ha conservado en una longitud de 11,84 metros (lám. 20). Se abre con una
puerta al espacio abovedado central, coincidiendo con lo que parece ser el centro
del eje menor (SE) del anfiteatro. La línea del podium “entra” en este ambiente, de-
limitando un pasillo con un ancho de 1,10 metros en la zona del podium y de 1,31
metros en la entrada de la bóveda central. Está formado por sillares de opus qua-
dratum, de tamaños que oscilan entre 1,33 y 0,84 metros, de los que se conservan
entre 2 y 4 hiladas, según las zonas. Por delante aparecieron restos de otros blo-
ques caídos, algunos con capas de enlucidos pintados. Los que se conservaban
in situ mostraban al menos dos capas superpuestas de enlucidos, donde se pu-
dieron observar diseños en rojo (lám. 21). Lo más interesante es que estos conti-
Lámina 19.
Ambiente abovedado sur.
Lámina 20.
Vista aérea del tramo de podium docu-
mentado en el sondeo 2.
Lámina 21.
Detalle de los restos de enlucido pin-
tado documentados en la pared del po-
dium.
nuaban por debajo del nivel de arena documentado en los sectores SW y NW. No
se trata de cimientos, pues siguen presentando ahora una sola capa enlucida y pin-
tada, lo que implica que estaban a la vista. Solo se profundizó en un punto, para
comprobar este extremo: los bloques del podium llegaban al menos a una cota de
50-55 centímetros por debajo del nivel de arena mencionado. El resultado es evi-
dente: el muro del podium estuvo funcionando en un momento anterior al del anfi-
teatro monumental que conocemos, como parte de otro anfiteatro anterior, o de
una primera fase del actual.
- Un portillo o registro que da paso a una estructura subterránea formada por dos
conductos superpuestos, aquí comunicados por tratarse de un punto de acceso
para limpieza de los mismo (figs. 16, 17, 24 y 25). Es un elemento habitual en las
estructuras de evacuación de aguas, como señala Golvin (1988, p. 333-334) con
múltiples ejemplos.
Lámina 22.
Portillo de acceso a la cloaca.
Lámina 23.
Acceso a la cloaca.
- Una cloaca superior, de sección rectangular, que tiene un metro de altura y 0,60
metros de anchura. Se dirige hacia el centro de la arena, y en el tramo observado
(3,30 metros) se aprecian un arco de ladrillo romano y un sumidero en lo alto.
- Una cloaca inferior, de paredes de caementicium rematada por una cubierta a dos
aguas de grandes bloques de arenisca; se dirige hacia el exterior del anfiteatro,
con una longitud descubierta actualmente de 16 metros (figs. 26 y 27). Presenta
un considerable relleno de sedimentos, que reduce su altura a 1,50 metros, aun-
Lámina 24.
Vista de un tramo de cloaca.
Lámina 25.
Cubierta a dos aguas de la cloaca inferior.
Lámina 26.
En la actualidad, parte de la cloaca ex-
cavada en la calle Dr. Fleming por P.A.
San Martín en 1968.
Hay que decir que son las dos mismas cloacas que aparecieron y se excavaron en
1968 al realizar la calle Dr. Fleming, y que actualmente pueden verse (solo la supe-
Lámina 27.
Muro de adobe bajo la cavea del sector
SW documentado en 2011.
rior, aquí cubierta por grandes lajas de piedra) por debajo de la bóveda reconstruida
en esa época por P. A. San Martín Moro en el área vallada entre dicha calle y el an-
tiguo Hospital Real (figs. 28 y 29), bóveda que como hemos dicho continúa hasta
la arena con nuestro “ambiente abovedado central” (Pérez, San Martín y Berrocal,
1995, p. 105-106, fig. 7).
Figura 3.
Sección de las cloacas documentadas en
la intervención de 1968 por P.A. San Martín.
4. CONCLUSIONES
Sobre su cronología, la construcción de todas las bóvedas del anfiteatro con el sis-
tema en blocage, es habitual en anfiteatros de época Julio-Claudia, y no se en-
cuentra ya en época Flavia, según Golvin. A su vez, la construcción de parte de la
grada de la cavea sobre bóvedas, solo la encontramos a partir de época Julio-Clau-
dia. El hallazgo de un arco de ladrillo en las canalizaciones subterráneas, no nos
aleja de esa cronología, tras los estudios del Pizzo (2010 A y B) sobre su uso en
Mérida, donde tanto el opus latericium como el testaceum se documenta ya desde
los momentos de fundación augusteos de la ciudad. Solo la existencia de una ga-
lería periférica con arcadas, documentada en campañas anteriores, nos podría lle-
var a un momento más avanzado. Presente en teatros desde finales de época
republicana, no se generaliza en anfiteatros hasta época Flavia aunque conocemos
cuatro ejemplos ya de época Julio-Claudia: Verona, Pula, Interamna y Nahars (Gol-
vin 1988, p. 216). También podría corresponder a una ampliación posterior, como
ocurre en otros anfiteatros. Estos argumentos ayudan a fechar la erección del mo-
numento antes de época Flavia y después de época Augustea.
Lámina 28.
Muro de adobe documentado en el
sector NW.
Los materiales arqueológicos del relleno del muro de adobe, de la estructura abo-
vedada también de adobes y los del posible primer estrato de nivelación de arena
localizado en 1983, así como los de la fase 4 del área que rodea al monumento,
tienen todos un mismo terminus ante quem: 40-30 a.C. (Pérez Ballester, 1991; Pérez
Ballester, 2000; Pérez, San Martín y Berrocal, 1995, p. 100-101; Pérez y Berrocal,
1999), es decir, inicios de época Augustea o incluso algo antes.
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RESUMEN ABSTRACT
Este trabajo es una síntesis de los resultados obtenidos tras la The archaeological excavation in the street Arco de la Caridad of
intervención arqueológica realizada entre septiembre de 2010 y Cartagena, has completed the town planning of the area of the
mayo de 2011 en la calle Arco de la Caridad 8, 10 y 12 de Car- forum of the city, with one of the most important buildings that
tagena. Su excavación ha permitido completar la planificación can be contemplated about the square, in this case, the correspon-
urbana del área del foro de la ciudad, insertando en el mismo dent to the big thermal baths of the forum.
uno de los edificios más importantes que pueden contemplarse
alrededor de la plaza, en este caso el correspondiente a las gran-
des termas del foro.
1. CONTEXTO ESPACIAL
2. INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA
Los trabajos comenzaron a una cota inicial de 8,05 metros sobre el nivel del mar2
y dividiendo la excavación en dos sectores. A partir de aquí, y tras los niveles aso-
ciados a la ocupación contemporánea, a excepción del cuadrante noroeste, se
pudo apreciar un nivel de tierra de color marrón oscuro muy limoso en el sector A
y en parte del B, fechable a fines del siglo XVI o principios del XVII. Tras este, los
restos de época romana se alcanzaron a una cota más elevada en esta zona, lle-
gando a apreciarse a una altura de 6,30 metros sobre el nivel del mar, es decir, a
1,75 metros de profundidad con respecto al nivel de calle, por lo que la colmatación
de limos no los cubría aquí.
2.1. Sector B
Figura 1.
Situación del solar excavado en la Car-
tagena actual y con relación a su en-
torno en el siglo I d.C.
Lámina 1.
Hallazgo de distintos tramos del ba-
luarte de San Ginés encontrados en las
tres excavaciones mencionadas
(Fotos: Lorenzo Suárez Escribano).
Lámina 2.
Vista general del sector “B” en su zona
más occidental (Foto: Lorenzo Suárez
Escribano).
Este ambiente se delimita por el sur, mediante un muro (la UE 1019), que presenta
una longitud conservada en dirección este-oeste de 13,30 metros, una anchura de
0,94 metros y una altura de 2,15 metros. Por su parte, el norte lo cierra el muro UE
1089, que tiene una longitud este-oeste de alrededor 2,84 metros conservados,
una anchura 1,48 metros y una altura de al menos 2,74 metros (lám.4).
Lámina 3.
Situación y detalle de la placa hallada
(Fotos: Lorenzo Suárez Escribano).
Lámina 4.
Detalle de la zona norte del sector “B”
(espacios 3, 4 y 5), donde se puede
apreciar la altura conservada del muro
UE 1089 (Foto: Lorenzo Suárez Escri-
bano).
Al igual que el n.º 3, parece tener continuidad en los sectores A y B8. Aunque en
este último no se ha podido llegar a excavar completamente, parece que se trata
del hypocaustum de una de las salas calientes del conjunto termal. La parte que
se encuentra en el sector A sí se ha podido excavar hasta el pavimento inferior de
la sala, donde se apoyan las pilae, sin embargo, en cuanto a la extensión del am-
biente solo conservamos alrededor de 15 m2 de un posible total de 108,56 m2 que
calculamos podría llegar a alcanzar una sala como esta (vid., Fernández y García, 8 Este espacio se ha denominado igual
2000). Dicha superficie sería posible si tenemos en cuenta que lo que nos queda en ambos sectores de la excavación.
En el interior del hipocausto se han podido distinguir hasta 12 pilae (UE 1111) for-
madas por ladrillos superpuestos trabados con mortero de cal y arena, así como la
impronta de una de ellas. Del total de pilae conservadas, siete están formadas por
ladrillos circulares de alrededor de 30 centímetros de diámetro y cinco lo están por
ladrillos rectangulares9, siendo significativo que estas últimas se encuentran en la
zona más oriental del ambiente, donde también se han encontrado fragmentos de
opus signinum con media caña. El muro UE 1200 también serviría de apoyo al pa-
vimento y a estas pilae, sobre este muro se conservan restos in situ de este tipo de
suelo que hacen pensar en la posibilidad de que se trate de parte de los restos de
la piscina o alveus del caldarium que estaría situada en esta zona. Asimismo, en
su sector más occidental, también aparecen restos de opus signinum (UE 1110)
que formarían parte, en esta ocasión, de la suspensura del hipocausto. Gracias al
hallazgo de ambos pavimentos, podemos saber que la altura interior del hipocausto
es de alrededor de 0,90 metros, situándose el pavimento superior a 4,50 metros
sobre el nivel del mar aproximadamente. Es de destacar el muro UE 1063 situado
en la esquina sureste de este ambiente ya que tiene alrededor 2,66 metros de an-
chura norte-sur y 3,40 metros este-oeste, enlaza con los muros UUEE 1049-50-
64-65 y 1137, y probablemente sirve de apoyo a la bóveda dándole más resistencia
(lám. 6).
Lámina 5.
Vista general del hipocausto (ambiente
n.º 5) (Foto: Lorenzo Suárez Escribano).
Lámina 6.
Detalle de las pilae y de la suspensura
del hipocausto (Foto: Lorenzo Suárez
Escribano).
de la decoración de pintura parietal del muro UE 1084 y del muro UE 1019, que es
la misma que sigue recubriendo el interior de la estancia como puede apreciarse
en el ángulo noroeste de la misma. Es de destacar el derrumbe (UE 1204) de varias
placas con decoración pictórica, algunas de ellas de gran tamaño y buen estado
de conservación, probablemente perteneciente al piso superior (lám. 7). Estas pin-
turas se corresponden con el estilo denominado como “provincial”, que se desarrolla
en todo el Imperio entre la segunda mitad del siglo I d.C. y la primera mitad del
siglo II d.C., como también constatamos en otros ejemplos de la ciudad (Fernández
Díaz, 2008; Guiral, Fernández y Cánovas, 2011); no obstante, por los elementos
decorativos presentes en los candelabros de los interpaneles y por la calidad de
dichas pinturas, nos inclinaríamos hacia una cronología de época Trajano-Adrianea.
Lámina 7.
Vista general del sector “B” en su zona
más oriental y detalle del derrumbe de
pintura del ambiente n.º 14 (Fotos: Lo-
renzo Suárez Escribano).
2.2. Sector A
De época Augustea, esta habitación tiene forma rectangular de la que solo se pue-
den apreciar 7,50 m2. En su pavimento (UE 1020), similar al del espacio n.º 3, se
puede apreciar una reparación de época posterior (UE 1119), y en su ángulo noreste
se conserva una pila de tres ladrillos superpuestos que podría haber sido utilizada
para la nivelación del pavimento tras el hundimiento del mismo y la posterior repa-
ración, ya que tiene una cota similar a este. Asimismo, al igual que sucedió en el
ambiente n.º 3, y dadas las dimensiones de los restos, parece posible la existencia
de otro praefurnium (UE 1217). Esta hipótesis se confirmó con la presencia de un
vano que, sin terminar de excavar, presenta 0,39 metros de anchura y 0,92 metros
de altura, posiblemente un horno que, a diferencia del de la UE 1121, tiene la im-
pronta de lo que podría ser un alargamiento de la longitud del mismo con la finalidad
de poder ofrecer un mayor poder calorífico (lám. 8).
De época Augustea, esta habitación también presenta un vano hacia el sur de 0,60
metros y de acceso al espacio n.º 11, que también es cortado por el mismo aljibe
que el del espacio n.º 6. Su extensión es de alrededor de 9 m2, y su pavimento se
encuentra en pésimo estado de conservación, pero parece ser continuación del
pavimento de los espacios n.º 3 y 6.
Lámina 8.
Vista general del sector “A” visto desde
el norte y desde el sureste (Fotos: Lo-
renzo Suárez Escribano).
bajo del perfil norte y este de dicho sector. Desconocemos si entre este espacio,
el n.º 5 o caldarium y el n.º 9 habría comunicación, pues solo conservamos la es-
quina suroeste del mismo, en la que se aprecian 0,50 m2 de un pavimento no muy
bien conservado, realizado con mortero de cal y arena sobre una capa de rudus;
sin embargo, su función sí podría estar relacionada con el conjunto termal.
Se encuentra en la zona centro-occidental del sector A, y al igual que parte del am-
biente n.º 10, se encuentra muy arrasado, especialmente en su zona sur. Está sin
terminar de excavar por este mismo motivo, pudiéndosele estimar una longitud
norte-sur de 4,28 metros y una anchura este-oeste de 5,15 metros. Asimismo, si
pensamos que su cierre occidental es el mismo que el cierre oriental del espacio
n.º 14, podríamos estar ante una superficie de alrededor de 22 m2.
que en el ambiente n.º 10, también cubre una cimentación realizada principalmente
por bloques de arenisca (UUEE 1139-1186).
Figura 2.
Restitución hipotética del conjunto ter-
mal teniendo en cuenta los tramos de
calzadas de época romana existentes
en sus alrededores, de los edificios pú-
blicos en época altoimperial, y de la lo-
calización del descubrimiento de la
escultura “joven con clámide” (Restitu-
ción y digitalización: Lorenzo Suárez Es-
cribano).
3. VALORACIONES FINALES
La identificación de estos restos con las termas del foro nos la proporciona también
un antiguo descubrimiento, el de la escultura del joven muchacho ataviado con clá-
mide, aparecida en la esquina formada entre la calle Arco de la Caridad y la calle
de la Caridad (Beltrán, 1948, Noguera, 2001), un tipo escultórico asociado normal-
mente a espacios abiertos como patios y peristilos, y por qué no, a palestras como
podría ser la que tendrían estas termas (fig. 2).
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RESUMEN ABSTRACT
Propecciones arqueológicas en el Parque Regional de El Valle Archaeological prospections in “Parque Regional del Valle”, in
(Murcia) han proporcionado nuevos e interesantes datos sobre Murcia, has revealed new and interesting information on estab-
establecimientos de control del territorio en la frontera entre vi- lishments of control of the territory in the border in the Late an-
sigodos y bizantinos. Se han descubierto nuevos yacimientos y tiquity. There are new sites and of other already known sites there
se han estudiado con mayor profundidad otros enclaves ya co- is now more information.
nocidos.
* [email protected]
** [email protected]
*** [email protected]
PRELIMINAR
Hasta el día de hoy se conocían en dicha cordillera o sierra, por la comunidad cien-
tífica, los siguientes yacimientos arqueológicos, todos ellos con un antecedente o
precedente de origen romano:
Figura 1.
Localización de los yacimien-
tos conocidos (círculos azules)
hasta ahora en la cordillera sur.
4. El santuario Ibérico de la Luz, excavado y analizado por P. Lillo Carpio (Lillo, 1999
y 2007).
5. El castillo de Los Garres (Fernández, 1947 y 1953; Matilla, 1988 y 1997). Con un
recinto fortificado y acrópolis, conocemos la planimetría de esta última gracias
a los trabajos de Matilla Séiquer. Conserva restos de una muralla ciclópea de 70
metros de longitud. La cronología, según los materiales aportados por G. Matilla,
abarcaría desde el siglo II d.C. hasta el siglo VII, situando el final del emplaza-
miento hacia las campañas de Sisebuto y Suintila, a principios del siglo VII. Las
torres y murallas las fecha después del año 550 d.C., lo que facilita la hipótesis
de la ocupación bizantina.
7. El castillo de El Portazgo (Pozo, 1988). Está compuesto por dos recintos, uno
superior y otro inferior. Ambos realizados con tapial y con unas dimensiones de
31 por 23 metros y 40 por 60 metros, controlaban el ascenso y descenso del
puerto de la Cadena. En la zona se documentaron algunos fragmentos de cerá-
mica iberorromana y sigillatas altoimperiales.
8. El castillo del Verdolay (Mergelina, 1924; Nieto, 1943; Manzano, Bernal y Cala-
buig, 1991; Manzano, 1992; Navarro y Mateo, 1993; Manzano, 1997), con alca-
zaba y albacar. Para Manzano se trató de un Hisn o castillo de poblamiento. Para
este investigador, y basándose en el estudio de las cerámicas, Verdolay co-
mienza a declinar cuando la huerta y ciudad de Murcia empiezan a destacar a
partir de los siglos XI y XII. Para Manzano se localizaría aquí la ciudad de Ello,
destruida por Abderramán II a principios del IX (año 825). Esta idea ya fue ex-
puesta previamente por Gómez Moreno.
Nuestra primera sorpresa se produjo cuando Ángel Riquelme, director del Museo
de la Huerta (Alcantarilla), nos indicó un día que conocía la existencia de algunos
petroglifos en el citado Parque Regional del Valle. Merece la pena mencionar esto
aun cuando no sea el período objeto de nuestra atención, porque destaca la nece-
sidad ineludible de realizar prospecciones serias y organizadas en territorios apa-
rentemente muy investigados y recorridos. En efecto, hasta el momento han
aparecido hasta cuatro estaciones de insculturas: Cabezo Pascual, El Cerillar, El
Cañejar y Los Teatinos. Todas han sido publicadas ya en la revista Verdolay (Jordán
et alii, 2009).
Alertados por tanto por estos hallazgos inéditos, comenzamos a sospechar que
los 6 kilómetros de distancia que separaban las estaciones de arte rupestre de
nuestra ciudad de Murcia, debían ser 6.000 para otras instituciones, por lo que ini-
ciamos una serie de prospecciones de tanteo para ver hasta qué punto todo estaba
descubierto o había posibilidad de realizar nuevas aportaciones, pese a la esforzada
Figura 2.
Planimetrías de los yacimientos arqueo-
lógicos conocidos hasta ahora.
Figura 3.
Localización de los nuevos yaci-
mientos (círculos rojos) hallados
en la cordillera sur.
Figura 4.
Planimetría de la ciudadela de
Los Teatinos-1.
Tras levantar el plano, acudimos al castillo de Los Garres, para comparar los siste-
mas defensivos, documentando en este yacimiento nuevas defensas hasta ahora
desconocidas, formadas por cuatro torres y varios lienzos que formaban un recinto
fortificado que conducía hasta la acrópolis superior, que había sido estudiada y pu-
blicada por Matilla en 1988. Estábamos convencidos de que estaba todo por hacer.
Por ello, durante todo un año, emprendimos una serie de prospecciones exhausti-
vas desde el puerto de San Pedro y el castillo de Tabala, hasta el puerto de La Ca-
dena y el castillo de La Asomada. El resultado se resume en las siguientes
aportaciones inéditas de yacimientos:
1. Los Teatinos-1, se trata de una ciudadela con cuatro torres, una muralla defensiva
de 25 metros de longitud y otra de 40 metros, formando 3.000 m2 de superficie ha-
bitable. El emplazamiento controlaba la agricultura y la ganadería situadas en el
paisaje de las navetas o planicies de la montaña superior, cuyo acceso se realizaba
por senderos a veces tallados en la roca. Los materiales cerámicos documentados
corresponden a cerámica fina de mesa, representada por el fragmento de una
forma abierta de mesa elaborada en sigillata africana D. La mayoría de fragmentos
recuperados son de cerámica común romana como el asa de una jarra y el pie anu-
lar de una forma abierta de mesa. Entre la cerámica de cocina hay que destacar el
borde vertical de una olla globular elaborada a mano asimilable a la forma M6 de
Gutiérrez. La cronología abarca del siglo V al VII d.C.
2. Reestudio del castillo de Los Garres, bien conocido por el estudio de Matilla, las
prospecciones realizadas en él por nosotros nos han permitido hallar un recinto
fortificado previo a lo que denominamos acrópolis, que es lo que hasta ahora se
conocía a nivel planimétrico (ver fig. 2-5). Dicho recinto presenta cuatro torres de
base cuadrada y dos lienzos de muralla de mampostería, de unos 50 metros de
longitud cada una, al que se accedía mediante una entrada en codo donde se en-
contraba el cuerpo de guardia. Los materiales cerámicos documentados por nos-
otros son los siguientes: la cerámica fina de mesa está representada por fragmentos
de platos elaborados en sigillata africana D como la forma 104 de Hayes. Entre la
cerámica común romana predominan las formas cerradas pero también se ha re-
cuperado el borde de un cuenco asimilable al tipo 21.5 de Vegas/Vila-roma 6.150.
La cocina se compone de fragmentos de ollas globulares elaboradas a torno y co-
cidas en atmósfera oxidante asimilables a la forma T6 de Gutiérrez. Por lo tanto, la
cronología propuesta abarca los siglos V-VI y principios del VII d.C.
Figura 5.
Planimetría actualizada del castillo de
Los Garres.
Figura 6.
Planta de la torre documentada en el
Puntarrón Grande.
Figura 7.
Planta de la torre documentada en el
Cabezo del Palomar-1.
Lámina 1.
Detalles de los restos de estructuras
documentadas en las prospecciones re-
alizadas.
5. El Cabezo del Palomar-1, con una torre de vigilancia de 4,50 metros de lado formada
por gruesos muros de mampostería trabada en seco y un espacio doméstico de apro-
ximadamente 1.000 m2. Sirvió de apoyo estratégico y visual al asentamiento y castillo
de Verdolay, así como de control de la pequeña naveta situada al este del propio yaci-
miento. Los materiales cerámicos recogidos nos dan una fecha de mediados del siglo
VI d.C., entre los que destaca un borde de olla globular con la forma IIb de Gutiérrez.
Así mismo, hemos hallado otros yacimientos en la zona que corresponden a etapas
de la prehistoria y posiblemente de época tardoantigua y que están en proceso de
estudio:
Los estudios sobre las ciudades del Tolmo de Minateda (Abad y su serie de títulos;
Gutiérrez y su serie de títulos) y sobre Begastri (González y su serie, 1993, 1994),
manifiestan perfectamente ese mundo de frontera, de permeabilidad y de incerti-
dumbre que significó el medio siglo que discurre aproximadamente entre el 570 y
el 625 d.C., es decir, desde las campañas de Leovigildo en la Oróspeda hasta la
caída de Cartagena en manos de los visigodos con Suintila.
Figura 8.
Localización de todos los yaci-
mientos y vías de comunicación en
la cordillera sur.
otras fortificaciones o asentamientos menores. Sin perjuicio de que hayan sido ha-
bitadas y reempleadas por población mozárabe de repliegue en épocas posteriores,
todo anima a pensar que formaron parte de un sistema defensivo orquestado desde
la Cartagena bizantina.
Hemos de pensar que para los bizantinos resultaba vital mantener la paz con Persia,
cuyo rey Cosroes II es contemporáneo de Recaredo. En efecto, cada vez resultaba
más evidente la necesidad de concentrar recursos en Occidente. A finales del siglo
VI nuevos problemas surgen en los territorios occidentales, en particular la presión
de los longobardos en Italia. Las fronteras danubiana y balcánica amenazan con
hundirse. A lo largo de la década de los noventa, que coincide con la última década
de Recaredo, fueron de constantes enfrentamientos contra los avaros. También los
eslavos presionan los límites del Imperio bizantino, el Danubio y los Balcanes.
Dadas las circunstancias, Constantinopla intenta llegar a un entendimiento con la
corte de Austrasia, y pagan de hecho intervenciones militares contra los longobar-
dos. En medio de esta situación de alarma, constante también en España, la situa-
ción se vuelve complicada para Constantinopla. Ya hemos dicho que la presión
visigoda sobre territorio bizantino se remonta a Leovigildo. El monarca intenta una
política religiosa más fuerte (infructuosa dado su apego al arrianismo), y militar más
enérgica de más éxito frente al reino suevo (al que incorpora al reino visigodo), y
frente a los territorios de la Bética y los bizantinos. Como parte de esta política de
expansión hemos de entender la anexión de la Oróspeda a manos del rey. En este
momento, hacia el final del siglo VI, podrían haberse incorporado al reino visigodo
las ciudades de Begastri y Ello.
En medio del marco general de finales del siglo VI, la frontera con los bizantinos en
la cordillera sur debió de sufrir, si no constantes envites sí la creciente presión visi-
goda que se haría insoportable en la primera mitad el siglo siguiente, el VII, bajo
Suintila. La gran fortificación de los Garres, cuyas auténticas dimensiones estamos
conociendo ahora, así como las demás ciudadelas más pequeñas, y a juzgar por el
estudio de los materiales cerámicos de procedencia norteafricana formarían parte
del sistema defensivo bizantino, y por tanto ilustrarían ese momento de la historia,
en que el fruto de la reconquista de Justiniano peligra por Occidente, pudiendo con
nuestra investigación poner los siglos “oscuros” de la historia de Murcia en una co-
nexión más esclarecedora con el resto de la historia del Mediterráneo occidental
para este período.
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pp. 247-258. 321.
RESUMEN ABSTRACT
La villa romana de Los Cantos se descubrió en marzo de 1867 The Roman Villa of Los Cantos was discovered in March 1867
como consecuencia de las excavaciones realizadas por Bernar- during the excavations undertaken by Bernardino García, the
dino García, vicario de Caravaca, en los terrenos propiedad de Vicar of Caravaca, on the land belonging to the Marchioness of
la marquesa de las Almenas, esposa del marqués de Corvera. Las Almenas, the wife of the Marquis of Corvera. Some of the
Algunos de los materiales hallados en el transcurso de estas in- materials found in the course of the excavations were donated
tervenciones fueron donados a la Real Academia de la Historia y to the Royal Academy of History while others went to form part
otros pasaron a colecciones particulares y desaparecieron. Sin of private collections and disappeared. However, at the end of
embargo, a finales del pasado siglo el Colectivo Local de Arqueo- the last century, the Local Archaeology Collective gathered some
logía reunió algunas de estas piezas y las depositó en el Museo of these pieces together and placed them in the care of the Bullas
del Vino de Bullas, que emprendió una serie de excavaciones Wine Museum, which started a number of systematic excava-
sistemáticas en dicho yacimiento durante los años 2009 y 2010. tions at the site during the years 2009-2010.
Figura 1.
Localización del término municipal de
Bullas en la Región de Murcia.
“En Bullas, se conserva un dibujo de aquel mosaico que era de labor geométrica
de gusto decadente (fig. 98), alternando fajas contrapuestas de triángulos isósceles
con cruces griegas y pequeños rombos que encerraban cuadrados, todo labrado
con piedrecitas blancas y negras de mármol ordinario. El sr. Cura de Bullas, citado
ya en otro lugar, me regaló, además de los objetos arriba catalogados, un gran trozo
de mosaico de Los Cantos recogido por él en la misma habitación donde se en-
contró el otro y del cual tal vez formó parte en una cenefa que no aparece en la
copia mencionada. Su dibujo, con un vástago serpenteante, formado con teselas 6 Aparece con la signatura CAMU/9/7963/10
negras sobre fondo blanco, recuerda la labor de uno de los pavimentos bizantinos (9) (GÓMEZ, 2001, p. 159).
Figura 2.
La villa romana de Los Cantos. Planta
general de las estructuras descubiertas
durante las campañas de excavación
que van de 1995 a 2009. (plano de AE-
ROGRAPH STUDIO).
Lámina 1.
Vista aérea del yacimiento de la villa ro-
mana de los Cantos con el valle del río
Mula y la sierra de Lavia al fondo (foto
de AEROGRAPH STUDIO).
Lámina 2.
Juan Bautista Molina Núñez, cura pá-
rroco de Bullas.
Durante los meses de abril, mayo, junio y julio de 2009 se realizó una intervención ar-
queológica en el yacimiento de la villa de Los Cantos por parte de la empresa Ligia, Co-
municación y Tecnología S.L. A tal fin se le concedió permiso de excavación a Alfredo
Porrúa Martínez con fecha de 2 de abril de 2009 (número de expediente: 385/2009).
Dicha intervención se efectuó siguiendo dos directrices básicas: por una parte, se bus-
caba limpiar y delimitar las estructuras aparecidas en las campañas de 1994 y 1995 a
fin de establecer el estado de conservación de las mismas de cara a futuras campañas
de consolidación; por otra, se trataba de averiguar cuál era la disposición interna de las
habitaciones que debían encontrarse en el sector sur del praetorium al que se aludía en
las campañas anteriores. Dicho sector se hallaba encuadrado entre los muros de cierre
13 El mismo arqueólogo había realizado sur, este y oeste, limitando al norte con un altozano en el que se advertía una diferencia
con anterioridad una excavación de de nivel de dos metros con el nivel máximo conservado de los muros perimetrales. Tal
urgencia al pie de las laderas orien- elevación parecía, por su ubicación en el conjunto del yacimiento y por su contorno, en
tales del cerro en el que se encuentra el que se advertía la existencia de ángulos rectos, del todo artificial. Las hipótesis que
el yacimiento, localizando una serie
de estructuras de almacenaje a las se nos planteaban para su existencia eran dos:
que dio una cronología que iba del
siglo III al V d.C. - Dicha elevación correspondía a la existencia de estructuras cuyos alzados se con-
14 La interpretación del conjunto arqui- servaban parcialmente, alcanzando alturas mayores que las aparecidas hasta la
tectónico en relación con la cronolo-
gía que arrojan la estratigrafía y el fecha. Los niveles de derrumbe de dichas estructuras habían formado un talud
registro material en López Campu- que los propietarios del terreno habrían aprovechado para construir terrazas en
zano, M. Op. Cit, pp. 261-264. los que colocar sus plantaciones de almendros.
Lámina 3.
Croquis que Juan Bautista Molina envió
a Fidel Fita con la localización de los
principales hallazgos: a la izquierda,
zona de termas con una cabecera en
forma de ábside. Cerca de este se dis-
tingue claramente un tepidarium con las
pilastras que soportaban el falso suelo
del hypocaustum. El núcleo central
viene determinado por los muros A, B y
C que formarían el praetorium de la
villa. A la derecha, fuera de este bloque,
estancias en las que se encontraron las
esculturas entre las que se cuenta el
Niño de las Uvas.
La ladera del altozano arrojó unos resultados diferentes. Una gran pedriza se ado-
saba a los muros del siglo IV, cubriendo un nivel de derrumbe de estructuras pree-
xistentes que se abandonaron durante el siglo III. Se advertía en este punto la
presencia de la huella de un gran contenedor que había sido enterrado en el suelo.
Bajo este apareció un suelo de opus signinum bien conservado con una inclinación
de 5 a 7 grados, que delimitaba una habitación de 4,50 por 8 metros en cuyo muro
sur se abría un desagüe que vertía hacia el muro perimetral sur. Denominamos pro-
visionalmente dicha habitación como habitación A y pasamos a limpiarla abriendo
al sur y al oeste de la misma sendos cuadros. Cubriendo la junta que formaba dicho
Lámina 4.
Grupo escultórico formado por el Niño
de las Uvas, primero por la izquierda y
tres posibles kairoi más.
Se excavó también el interior de los silos hallados en 1995 en el sector central del ya-
cimiento comprobando que dos de estos se encontraban comunicados intencionada-
mente entre sí y que el desgaste de la zona de transición entre los mismos parecía
obedecer a un trasvase de líquidos de algún tipo entre ambos. La excavación del cuarto
silo, que no había sido excavado del todo en anteriores campañas nos confirmó en
esta hipótesis, pues lo que apareció no era una estructura circular sino rectangular y
con los extremos redondeados, con unas dimensiones máximas de 2,80 por 1,30 me-
tros en la que se desembocaba un canal de traída de 0,35 metros de anchura excavado
en la roca, en todo punto similar a los pozos de noria aparecidos en otros yacimientos.
Sin embargo, la profundidad de este silo no excedía 1,20 metros y presentaba varias
subdivisiones: una de ellas presentaba forma circular, con 1,05 metros de diámetro,
Lámina 5.
Vista general del ala sur de la villa, con
situación de la habitación A con res-
pecto a los muros perimetrales sur y
oeste.
Lámina 6.
Deambulatorio que rodeaba la habita-
ción A y la crujía rectangular que ce-
rraba el sector meridional del
praetorium.
mientras que en el otro extremo del silo se encontraba otra oquedad tallada en la roca,
con forma semicircular, con el mismo diámetro que la anterior. Se advertía también
como dos silos se comunicaban entre sí por un orificio que hacía de pico vertedor, en
el que se advertía una costra calcárea producto del paso de agua de un depósito a
otro. Por todo ello, estimamos que es posible que nos encontremos ante un tipo de
instalación industrial que formara parte de la pars fructuaria de la villa. No sabemos
aun de qué tipo de instalación hablamos pero es muy posible que el proceso industrial
que comportara necesitara de agua o aprovechara la fuerza motriz del agua.
Lámina 7.
Detalle de los pilares y tambores de co-
lumna que formaban parte del deambu-
latorio que rodeaba la habitación A y la
crujía rectangular que cerraba el sector
meridional del praetorium.
- El primer grupo debía limpiar el muro perimetral sur de la villa, tanto en su cara
externa como en el interior del mismo, para lo cual realizamos un sondeo de 1
metro de anchura que cubría todo el interior del muro. Al hacerlo descubrimos
varios muros que lo cortaban perpendicularmente, determinando la existencia de
varias cubicula en ese sector de la villa. También advertimos la presencia de un
atarjea que daba salida a las conducciones que vertían las aguas del interior de
la villa, y más concretamente de la habitación A de la villa. Consistía este en una
estructura adintelada formada por dos grandes bloques cuadrangulares de caliza,
toscamente tallados, sobre los que apoyaba lajas del mismo material.
- El segundo grupo debía retirar los restos de una terrera procedentes de las cam-
pañas de 1994-1995 sita en la esquina sureste de la villa. Se pretendía con ello
restituir el cierre que enlazaba los muros perimetrales sur y este, o en su defecto,
algún acceso que comunicara el interior del praetorium de la villa con las terrazas
inferiores. Al hacerlo descubrimos un muro que cortaba perpendicularmente la
cerca meridional; en dicho muro se advertía la presencia de un vano de 90 centí-
metros de anchura, con una altura máxima conservada de 1,70 metros que había
sido cegado.
Lámina 8.
Pars fructuraria de la villa. Huella de re-
cipientes de almacenamiento. Posible
instalación industrial.
mentó el muro de cierre que limita por el norte la crujía meridional de la villa, advir-
tiéndose la presencia de un deambulatorio abierto a modo de peristilo, que rodeaba
la habitación A. En cuanto al muro que cerraba la crujía meridional de la villa, se
constató la presencia de dos vanos de caliza local de 1 metro de ancho, que co-
municaban esta con otras dependencias que ocupaban el centro de la villa. La dis-
posición de los vanos indica que debía existir un patio central abierto en torno al
cual se articulaban las distintas dependencias de la villa.
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RESUMEN ABSTRACT
En las excavaciones arqueológicas en Los Torrejones (Yecla, In the archaeological excavations in Torrejones (Yecla, Murcia),
Murcia) han aparecido restos de una villa rústica romana y de there are buildings of a rustic Roman villa and Arabic baths dated
unos baños árabes de época almohade. in Almohad period.
En diciembre del año 2008 y como consecuencia de la apertura de una zanja des-
tinada a la instalación de una tubería de riego del denominado Pozo Santiago, que-
daron al descubierto restos constructivos que en un principio, y por la envergadura
de los mismos, mostraban pertenecer a un edificio de gran tamaño, localizado en
un pequeño promontorio situado en el extremo noroeste de la parcela de titularidad
municipal con la referencia catastral Polígono 45, parcelas 295-296, coordenadas
UTM X 667307 Y 4273867 (lam. 1 y 2).
Lámina 1.
Vista aérea con las zonas arqueológicas.
Lámina 2.
Zanja.
Lámina 3.
Baños árabes, zona enlosada.
Figura 1.
Plano de planta con las
estructuras arqueológicas
y la zanja.
Figura 2.
Planimetría de los
baños árabes. 1. Reci-
bidor (bayt al-muslá), 2.
Sala fría (bayt al.barid),
3. Sala templada (bayt
al wastani), 4. Sala ca-
liente (bayt al-sajun), 5.
Pileta (Sahrij), 6. Horno
(furnay).
Por último, en el presente año de 2011 se procedió al vallado de las dos parcelas
de titularidad municipal (número 295 y 296) a través del Plan Estatal de Empleo,
para lo que se requirió efectuar una excavación arqueológica de carácter preventivo
que nos permitió concluir la excavación en toda su extensión del conjunto termal
islámico. Tras ella quedó al descubierto un edifico de gran formato identificado
como unos baños árabes. Se estructuran principalmente en cinco espacios: el ves-
tíbulo, las tres naves que componen el hamman propiamente dicho y una última
1 En noviembre del año 2009 el Museo estancia dedicada al horno. La superficie total construida es 175 metros cuadrados.
Arqueológico Municipal encargó a la
empresa “SOT. Prospecciones Ar-
Los baños públicos andalusíes se componían básicamente de dos áreas: el recibi-
queológicas de Barcelona” una pros- dor o sala de reposo y el baño propiamente dicho, formado por tres salas de dis-
pección geofísica multisistema de la tintas temperaturas. La primera de las salas era de temperatura baja, donde
parcela número 295. Una copia del in- quedaban instaladas las letrinas, tal y como sucede en nuestro caso (espacio de
forme resultante elaborado por R.
Sala, E. García y R. Tamba fue depo-
planta cuadrada localizado en el extremo este de la sala fría). Desde esta sala se
sitada en el Servicio de Patrimonio de accedía a las salas templada y caliente. Esta última presenta un sistema de cale-
la Dirección General de Bellas Artes y facción compuesto por el hipocausto, que es sostenido mediante pilares de ladrillos
Bienes Culturales. Es intención del (cuatro en nuestro caso) y recibe el calor de un horno. El grosor de los muros (0,80
Museo Arqueológico Municipal de
Yecla publicarlo en la Revista de Estu-
metros) que modulan las tres salas dispuestas en paralelo y que venían a sostener
dios Yeclanos. Yakka, en su número 19 cubiertas de medio punto, son buena muestra del carácter aislante que define este
correspondiente al año 2012. tipo de arquitectura.
Figura 3.
Mapa de situación de las parcelas estu-
diadas.
Figura 4.
Prospección
geofísica,
zonas explo-
radas.
Figura 5.
Prospección geofísica,
detalle.
Algunos paralelos con nuestro baño, a modo de ejemplos, resultan ser muy ilus-
trativos en cuanto a su similitud constructiva y distribución espacial. La sala de
agua caliente es quizás la muestra más clara de ello. Esta sala suele quedar definida
por tres ámbitos: dos alcobas laterales (en una de ellas se sitúa una pileta denomi-
nada sharij) y el espacio central destinado a hipocausto de planta rectangular donde
localizamos los pilares de ladrillos. Cuatro toberas semicirculares situadas en los
cuatro vértices de la estancia actúan como chimeneas de salida de humo. De esta
manera se presentan los baños árabes de San Lorenzo (Castaño y Jiménez, 2004,
p. 533-544), los baños árabes de San Nicolás (Navarro y Robles, 1992, p. 329-339)
ambos en el ámbito murciano, y el baño árabe de Churriana de la Vega (Granada)
para el ámbito territorial andaluz (López y Torres, 2008, p. 187-206) (fig. 6 y 7).
Asociado al complejo termal se halló una estructura de planta cuadra cuya factura
constructiva atiende a muros de mampostería a base de piedras de tamaño irregu-
lar unidas con argamasa de cal y arena, presentando revestimiento o enlucido en
sus caras interna y externa. Su orientación (este-oeste) y la existencia de un pozo
asociado a su lado oeste al que vierten sus aguas dos tramos de canales excava-
dos en la roca base y que discurren por los laterales oeste y sur del edificio, nos
han hecho barajar la posibilidad de que este espacio tuviera una función religiosa,
a modo de oratorio (zawiya). De momento, tal circunstancia no deja de ser más que
una posibilidad especulativa, que deberá ser confirmada en el futuro como certeza
o no. La continuidad de los trabajos arqueológicos podrá despejar esta duda.
Hasta la fecha en la que son descubiertos los baños árabes el yacimiento arqueoló-
gico de Los Torrejones quedaba inserto en un esquema poblacional construido sobre
la base de un conjunto de instalaciones agrícolas tipo villae extendidas por un ex-
tenso territorio (actual término municipal de Yecla), cuya vertebración se debía en
buena medida al trazado viario de primer orden que discurre por él y que se corres-
ponde con el conocido Camino de Aníbal. En la actualidad su trazado coincide con
la denominada “Traviesa de Caudete” que vendría a ser parte del trazado identificado
con la distancia que separaba las estaciones Ad Aras y Ad Palem (Silleres, 1977, p.
31-83; Brotóns y otros, 1986, p. 75-83; Ruiz y Muñoz, 1986, p. 67-74). Ambas esta-
ciones son referenciadas, como se sabe, en los denominados Vasos de Vicarello, fe-
chados en el siglo I d.C.2. En este amplio territorio al que nos referimos quedan
instaladas cuatro villas rústicas, localizadas en los parajes de Los Torrejones, en Casa
de la Ermita (Amante y otros, 1993, p. 165-206; Ruiz Molina, 1988, p. 565-598; 1995,
p. 134-152), El Pulpillo (Iniesta Sanmartín, 1993, p. 25-35) y Marisparza (Brotóns
Yagüe, 1993, p. 156-164). Las mansio de Casa de las Cebollas (Ruiz y Muñoz, 1987,
p. 107-111), Casas de Almansa y el lagar romano de la Fuente del Pinar (Ruiz Molina,
2008), situadas junto al trazado viario completan el paisaje rural de la época.
2 Conviene recordar que los vasos de Los cuatro centros de producción agrícola referenciados y por añadido las dos es-
Vicarello o Apolinares son cuatro, tie-
nen forma cilíndrica y están fabricados
taciones viarias y el lagar, obedecen a las siguientes características generales:
en plata. Fueron hallados en el año
1852 en los Baños de Vicarello (Italia), - Están situados en zonas de llanura con grandes extensiones de terreno cultivable,
en las antiguas termas Aquae Apolli- buenas infraestructuras viarias y suficiencia en recursos hídricos.
nares, lugar donde se erigía un templo
en honor a Apolo, cerca de la ciudad
de Roma. En las superficie exterior de - El componente poblacional indígena debió ser muy marcado si nos atenemos a
los vasos viene grabado en cuatro co- los elevados porcentajes de cerámicas de tradición ibérica que han podido ser
lumnas el itinerario de Cádiz a Roma, documentados.
siendo necesario para realizarlo em-
plear entre 104 y 110 etapas, mar-
cando las distancias entre ellas en - Parece adivinarse en los cuatro establecimientos un momento de recesión que
millas romanas. Los vasos están fe- puso situarse en torno a mediados del siglo III d.C. Los bajos porcentajes de terra
chados en el primer tercio del siglo I sigillata Clara C que se han registrado es sintomático de tal apreciación.
d.C. y casi con toda probabilidad
debió tratarse de una ofrenda efec-
tuada por un devoto hispano natural - El momento de mayor desarrollo económico para el conjunto se centra entre fines
de Cádiz. del siglo III y primera mitad del siglo IV d.C. Para el caso del yacimiento de Los
Figura 6.
Baños de San Lorenzo, Murcia (Bláz-
quez y Castillo, 2004).
Torrejones (única villa rústica excavada hasta el momento), esta secuencia cro-
nológica parece coincidir con el momento de ampliación de las instalaciones y
con el registro de materiales muebles más suntuosos: presencia de mármoles de-
corados, estucos, mosaicos, etc.
- Tres de las villae: Pulpillo, Marisparza y Casa de la Ermita muestran el mismo mo-
mento de abandono, en torno a comienzos del siglo V. Tan solo Los Torrejones
muestra continuidad a lo largo de esta centuria y al menos hasta comienzos de la
siguiente, momento en el que se dota a las antiguas instalaciones una línea de
fortificación de cierta envergadura. Probablemente y a lo largo del siglo V el hábitat
poblacional en este territorio, que había sido de carácter disperso pase en esos
momentos a ser de clara tendencia a la concentración en torno a esta instalación
fortificada. Conviene señalar que la obra de fortificación tardo romana de Los To-
rrejones, al igual que una parte de las antiguas instalaciones agrícolas serán reu-
tilizadas a partir del último cuarto del siglo XII y hasta, al menos el último cuarto
del siglo XIII, coincidiendo con el periodo de unificación almohade y tercer periodo
de taifas postalmohades.
Figura 7.
Baños árabes en al-Andalus (López y
Torres Carbonell, 2008).
bierto con cimbra de medio punto, cuyo seno había pertenecido a una antigua balsa
de opus signinum construida en el siglo I de nuestra era), a una ocupación de mayor
envergadura con la presencia de un complejo termal construido ex profeso proba-
blemente en el tránsito de los siglos XI al XIII. Estaríamos, por tanto, ante otro ele-
mento más que viene a ampliar nuestro conocimiento actual sobre proceso de
islamización de este territorio, que se inicia con la ocupación almohade y en la que
se advierte una ampliación sustancial de la antigua fortaleza y la construcción en
la ladera sur del cerro, donde aquella se instala, de una medina o poblado de nueva
planta. Nos veníamos planteando que del hisn Yakka (denominación de la Yecla is-
lámica según las fuentes literarias de la época) dependían un conjunto de alquerías,
en concreto la localizada en la barriada de El Peñón situada sobre la actual trama
urbana, la alquería del Pupillo a 11 kilómetros al noroeste de la actual ciudad de
Yecla y la que consideramos se instalaba en el paraje de Los Torrejones. Salvo en
este último caso para el que contábamos con registro arqueológico, para las otras
dos restantes solo disponíamos de indicios arqueológicos más o menos fiables
Lámina 4.
Vista aérea de la zona de los baños árabes.
(Ruiz Molina, 2009, p. 77-131). La relativa proximidad de los baños árabes al hisn
Yakka (recordemos que el paraje de Los Torrejones se encuentra en una extensa
llanura a escasos 3 kilómetros al sureste de la actual ciudad de Yecla) y sobre todo
la importancia y envergadura de los restos exhumados aconsejan replantearse cual
podía ser el tipo de establecimiento al que obedece tal estructura. Por tanto ¿de-
bemos seguir manteniendo la hipótesis de que en el lugar hubo una torre de alque-
ría o por el contrario estaríamos ante unas instalaciones pertenecientes a una
almunia?. La respuesta la hallaremos dando continuidad a los trabajos arqueológi-
cos.
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Revista de Estudios Yeclanos, 4. Yecla. Antigüedad y Cristianismo V. Murcia.
RESUMEN ABSTRACT1
Con este trabajo se pretende hacer la propuesta de un discurso The aim of this work is to propose a museological discourse taking
museográfico tomando como temática principal el poblamiento as the main topic the rural settlement in Torre-Pacheco from the
rural en Torre Pacheco, desde época romana hasta la actualidad Roman period to present. The grounds that must be considered
y considerando como base los propios restos documentados du- are the rests documented during the archaeological tasks prior
rante las labores arqueológicas previas a la reconstrucción de la to the rebuilding work of the “Casa Fontes” in Torre-Pacheco
Casa de Fontes en Torre Pacheco (Murcia). Para ello, se plantea (Murcia). In order to do that, a diachronic tour within the frame-
un recorrido diacrónico para cada una de dichas fases, enmar- work of the different architectural spaces of the building is pre-
cado en los diferentes espacios arquitectónicos del edificio. sented for each of the phases.
1. INTRODUCCIÓN
La Casa Fontes es un caserío de finales del siglo XIX. El Ayuntamiento de Torre Pa-
checo se propuso utilizar este edificio para albergar el Museo de la Ciudad y, me-
diante una ampliación, ubicar en un anexo el Archivo Histórico de Torre Pacheco.
En el año 2006 el Ayuntamiento de Torre Pacheco, como promotor de la obra, en-
carga la redacción del proyecto a los arquitectos Carolina Podio Sánchez, Lorenzo
Tomás Gabarrón y Jaime Pérez Zulueta. En 2009 se le adjudican las obras de re-
construcción de la Casa Fontes y la construcción del Archivo Histórico a la empresa
Ferrovial-Agromán S.A. Las labores de excavación arqueológica se llevaron a cabo
entre octubre de 2009 y enero de 2010.
El presente trabajo pretende, desde la base del estudio de los restos exhumados
durante las labores de excavación arqueológica y junto con el material histórico
existente en el municipio, hacer una propuesta de discurso museográfico, cen-
trando la temática de este discurso en el poblamiento rural desde época romana
hasta la actualidad.
La finalidad principal es que los habitantes del municipio y visitantes del museo tengan
una visión general espacio-temporal y física del espacio geográfico y de la historia local.
Para poder desarrollar un discurso museográfico hay que partir del entendimiento
e interpretación de los restos arqueológicos que aparecieron en el mismo subsuelo
del edifico del museo. Es una oportunidad para poner de manifiesto el poblamiento
rural con los materiales y estructuras que aparecieron, ya que no se tenía conoci-
miento de la realización de una excavación sistemática de este tipo en el municipio
de Torre Pacheco hasta la fecha. El trabajo se ha estructurado en dos bloques. En
el primero se efectúa una descripción histórica arqueológica del espacio, con los
datos en bruto de las excavaciones arqueológicas interpretados para crear una se-
cuencia temporal de los diferentes estadios culturales que ocuparon el espacio. En
un segundo bloque se ha desarrollado el discurso museográfico de las diferentes
salas del museo, utilizando como base los datos de la excavación arqueológica,
intentando ser coherente con la presentación de los datos.
2.1. Ubicación
Situada a las afueras de Torre Pacheco, la Casa Fontes es un caserón del siglo XIX
de los más antiguos conservados en el municipio5. Presenta un alzado de dos plan-
tas y ático, y ostenta en la fachada el escudo nobiliario del marquesado de Torre
Pacheco, título otorgado por el rey Carlos II a D. Macías Fontes y Carrillo de Albor-
noz, caballero de Santiago, transmitido después a sus sucesores los Fontes y Saa-
vedra. La concesión del marquesado de Torre Pacheco a los Fontes de Murcia, por
Carlos II se produce a finales del siglo XVII6. Fue una de las casas solariegas más
importantes y conocidas de estas tierras. La torreta que la culminaba ha desapare-
cido casi totalmente, quedando solo un trozo de tabique como vestigio de la misma.
Esta casa, situada a las afueras de Torre Pacheco, era residencia de temporada de
los marqueses de Fontes, Fernando Fontes y Díaz de Mendoza (octavo marqués de
Torre Pacheco) y Joaquina de Saavedra y Fontes7, que acostumbraban a dar grandes
fiestas a las que se invitaban a personajes célebres del mundo artístico, destacando
la presencia en muchas de estas fiestas, de actores de la época como Fernando Díaz
de Mendoza y María Guerrero. A la muerte de los marqueses, la finca pasó a manos
de los cinco descendientes que dejó la pareja y en ese momento comenzó su declive.
Por los años cuarenta la casa fue enajenada a Gregorio Pérez Garre y después a Vic-
toriano Jiménez. El caserón seguía abandonado con la excepción de un único inqui-
lino: Pepe Sáez que vivió durante años en la casa de los labradores. Victoriano
Jiménez hizo algunas reparaciones y posteriormente pasó a manos de sus descen-
dientes, quienes en el año 2006 cedían el inmueble al Ayuntamiento8. 5 Pérez Rojas, 2003; Nicolás, 1993.
6 Candel, 1969, p. 43-44.
7 En www.abcgenealogia.com [con-
Según el proyecto presentado, dividido en dos ámbitos diferenciados, encontramos sulta: 14/06/2011].
por una parte el edificio antiguo reconstruido, del cual se han rescatado las dos fa- 8 En www.torrepacheco.es [consulta:
chadas principales que quedaban en pie y por otro lado una parte nueva donde se si- 07/04/2011].
González Simancas, a principios del siglo XX, afirma que en los terrenos de su
amigo el marqués de Fontes hay “restos de escorias metalúrgicas, restos de hue-
sos, que han desaparecido por las roturaciones agrícolas y fragmentos de barro
saguntino (cerámica romana)9”.
En 1998 el arqueólogo Luis de Miquel Santed llevó a cabo por encargo del Ayun-
tamiento de Torre Pacheco, la elaboración de la Carta Arqueológica del término
municipal. Fue en este trabajo donde se catalogó por primera vez el yacimiento ar-
queológico de los Fontes, ya que hasta la fecha era inédito10, salvo por lo que se
podía intuir por lo señalado por González Simancas.
Ya en 2009, y con motivo de las obras de construcción del museo y Archivo His-
tórico de Torre Pacheco, comenzaron las labores de supervisión y excavación ar-
queológica que se detallarán más adelante.
Una vez retirado el nivel vegetal aparecieron varios elementos significativos, por lo
que se planteó realizar la excavación arqueológica en extensión delimitando las es-
tructuras y las zonas de excavación.
Una vez localizados sobre el terreno los elementos a profundizar se planteó prime-
9 González Simancas, 1997, p. 357-
358.
ramente, la excavación de los silos de época islámica. En los silos se han hallado
10 En www.arqueomurcia.com [con- restos materiales de época islámica, y en uno de ellos han aparecido ejemplares
sulta: 18/09/2009]. de gran calidad. Uno de los silos obedece a una posible ocultación.
A continuación se realizó un sondeo junto a la pared sur interior de una balsa de época
romana que había sido rellenada con restos de la propia balsa (posiblemente de la su-
praestructura), y que lo único que quedaba de la balsa era la infraestructura. En el in-
terior comenzaron a surgir innumerables fragmentos de pintura mural con varios tipos
de decoración. Al aparecer un lienzo de dimensiones considerables se paró para que
en un futuro pudiera ser excavado por especialistas restauradores. Se continuó bajando
en la esquina suroeste de la balsa para intentar llegar al fondo de la misma, fondo que
estaba a más de dos metros de profundidad, y que acababa en una media caña, propia
de las estructuras hidráulicas. Debido a que uno de los pilares de cimentación del edi-
ficio iba a caer en el centro de la balsa, y dado que la Dirección General de Bellas Artes
y Bienes Culturales decidió su conservación, se modificó el proyecto para cambiar la
ubicación del pilar que afectaba a la balsa. Se ha exhumado solamente una parte de
la misma debido a la aparición de lienzos de pintura, por lo que se tuvo que parar in-
mediatamente la excavación para que en un futuro cercano se pueda realizar una ex-
tracción y restauración de los restos de pintura mural que rellenan a la misma.
Después se realizó una cata en lo que parecía una zanja excavada en el terreno
geológico natural y que se ha interpretado, según los materiales aparecidos (de
cronologías más antigua), como una fosa realizada a finales del siglo II a.C., pro-
bablemente de un asentamiento de tipo defensivo y donde se asocian a esta di-
versos agujeros de poste.
Destacar que, bajo los elementos antrópicos aparecidos durante el desarrollo de ex-
cavación arqueológica, aparecía inmediatamente el nivel geológico natural, ya que se
comprobó como los silos, por ejemplo, estaban excavados en el estrato natural. Ade-
más se realizaron diversas catas selectivas para ver el estado del terreno, donde apa-
recen alternados los niveles de arcillas con los niveles de ramblizo, caracterizados por
componerse de una arenilla fina y piedras rodadas de tamaño mediano y pequeño.
- Fase I: Contemporánea-moderna
Lámina 1.
Construcciones hidráulicas modernas.
Lámina 2.
Detalle de las diferentes fases presen-
tes en el yacimiento.
Formada por nueve de los once silos excavados en el nivel geológico natural (lám.
4). En dichos silos se encuentran materiales cerámicos que ofrecen una horquilla
cronológica que iría desde el siglo IX al XIII d.C., siendo la mayoría de los materiales
del siglo XII d.C.
Todos los silos tienen la misma tipología de excavación, a excepción del silo 7, que
se manifiesta con la pared revestida de una argamasa de barro apelmazado que
serviría de aislante. Dentro de los silos, han aparecido varios restos cerámicos casi
intactos, como una jarrita de cuerda seca parcial (siglo XIII), una orcita (siglo XIII) y
una olla de cocina (siglo XI-XIII). Además, en el silo 3 se manifiestan restos bastante
Lámina 3.
Cimentación de la noria.
Lámina 4.
Detalles de los silos excavados.
Lámina 5.
Detalle de los materiales in situ dentro
del silo.
A esta fase corresponden además, los restos de una balsa para el almacenamiento
de agua11. Está excavada en nivel geológico del yacimiento. En el interior, en la sec-
ción excavada, se aprecia un revestimiento hidráulico de opus signinum, que pre-
senta unas molduras a modo de media caña en los extremos internos para evitar
filtraciones y en la zona central se manifiesta otra media caña convexa (lám. 8).
El segundo nivel se corresponde con una tierra de color marrón, más oscura que
la anterior, y de granulometría más fina y menos compacta a su vez. Continúan sur-
11 La balsa tiene unas medidas interiores giendo restos de pintura mural romana, asociada a cerámica de época altoimperial.
de 2,50 metros de ancho, 4,50 metros Aparece un fragmento de Sigillata aretina con el sigillum y un borde de una forma
de largo y 2,12 metros de profundi-
dad.
Dressel 2-4 en el nivel de abandono.
Lámina 6.
Detalle de la fosa-vertedero donde apa-
recen materiales cerámicos altoimperia-
les (siglo I d.C.).
Lámina 7.
Detalle del muro cortando la fosa.
A esta fase pertenecen los restos correspondientes con una fosa y su relleno. La
fosa12, en forma de V, se halla excavada en el nivel geológico natural (lám. 10). Den-
tro del relleno de la fosa hay gran cantidad de restos de cerámica romana-republi-
cana, entre ellas ánforas PE 17-18-19, Mañá D, Mañá C2. La trinchera estuvo
abierta y en uso durante un tiempo, como demuestran sus trabajos de manteni-
miento. Esta hipótesis se apoya en el hecho de que se rellenara con grandes can-
tidades de adobes, lo que habla de unas estructuras asociadas de este material,
inconcebibles para un asentamiento de días o de pocas semanas, puesto que solo 12 Las medidas de la fosa son: 2,07 me-
este tiempo habría sido necesario para la fabricación de aquellas. En nuestra opi- tros de ancho en la zona alta, 1,92
metros de alto y 7,27 metros de largo
nión, este esfuerzo de excavación y mantenimiento de la trinchera y de construc- (la zona vista).
Lámina 8.
Detalle de las labores de excavación de
una parte de la balsa.
Lámina 9.
Detalle de las placas de pintura en el in-
terior de la balsa.
Solo se ha excavado una sección de dos metros de largo. A esta fase también se
pueden asociar múltiples agujeros de poste que servirían para la sustentación de las
tiendas del campamento o como para realizar una empalizada defensiva (lám. 11).
A esta fase pertenecen dos silos, de menor entidad que los de época islámica. Se
corresponden con el silo 2 y el silo 6. En el silo 2 se hallaron restos de cerámica ro-
mana-republicana, como restos de ánforas Dressel 1, junto con un sustrato impor-
tante de malacofauna.
Lámina 10.
Detalle de la excavación de una parte
de la posible fosa defensiva.
Lámina 11.
Detalle de los agujeros de poste exca-
vados y al fondo el foso defensivo.
La fundación del yacimiento debe fecharse a finales del siglo III a.C. e inicios del
siglo II a.C., cronología propuesta a partir de la presencia de ánforas púnicas Mañá
C2 e itálicas Dressel 1A y Lamb. 2, así como fragmentos de Campaniense A.
El lugar tendrá una fuerte vitalidad en el siglo I a.C. En la primera mitad del siglo I a.C.,
siguen documentándose ánforas Lamb. 2, junto a las producciones campanas Dressel 1A
y Dressel 1B, además de producciones en Campaniense B y Campaniense C de Siracusa.
A mediados del siglo I a.C., las producciones Dressel 1 serán sustituidas progresi-
vamente por las Dressel 2-4, junto a las importaciones de Ibiza, PE-25 y ánforas
de la isla de Rodas, mientras que las producciones campanienses van dejando
paso a las producciones aretinas.
Desde finales del siglo I a.C. y hasta el siglo II d.C., el yacimiento experimenta un
momento de apogeo en el que destacan las importaciones de terra sigillata africana
clara A, cazuelas y tapaderas, junto a cerámica terra sigillata sudgálica y ánforas
Dressel 7-11 de la Bética.
Desde principios del siglo III d.C. hasta finales del siglo V d.C., el yacimiento expe-
rimentará cambios importantes en el volumen y calidad de los materiales, lo que
supone una cierta continuidad en el desarrollo del mismo, pero con una ocupación
más restringida que en las fases anteriores. Para este momento destacan las cerá-
micas africanas con decoración Hayes AII, o materiales como Hayes 61B y Hayes
95. Desde finales del siglo V d.C. hasta finales del siglo IX d.C. existe un hiato o
vacío ocupacional.
En la primera mitad del siglo XI, los hechos relacionados con la Fitna alteraron la
vida del yacimiento, produciendo una ocultación en la que sobresalen, por su can-
tidad y calidad, los hierros. Una espada, dos azuelas, un posible bocado de caballo
y un complejo artefacto de madera, rejillas y anillas destacan en un ajuar compuesto
por jarras, redomas, ataifores y jofainas en un buen estado de conservación.
Se conoce poco la vida del yacimiento entre la segunda mitad del siglo XI y los dos
primeros tercios del siglo XII; a juzgar por la escasez de materiales claramente ads-
cribibles a esta cronología, es posible que se produjese una restricción del núcleo
poblacional original.
Sin embargo, a finales del siglo XII y hasta el primer cuarto del siglo XIII, el lugar
experimentará un extraordinario desarrollo derivado del establecimiento del poder
almohade en la zona, destacando las producciones en cuerda seca parcial, mar-
mitas a mano vidriadas al interior o ataifores en verde y melado.
El yacimiento pervivirá durante la segunda mitad del siglo XIII, ya bajo poder cas-
tellano, como un establecimiento mudéjar en el que destaca la presencia de can-
diles de pie alto, marmitas a torno vidriadas al interior o ataifores en blanco; sin
embargo, la ausencia de materiales típicos de finales del siglo XIII, como las pro-
ducciones en verde y morado de Paterna-Manises, ollas grises catalanas o marmi-
tas facturadas nuevamente a mano/torneta, indican que el mismo no sobreviviría
como tal tras los sucesos de la rebelión mudéjar de 1266.
Podemos estar ante un espacio que fue utilizado desde época romana-republicana,
a modo de castrum o castellum (campamento militar), en las primeras etapas de la
romanización de la península Ibérica, debido a que la cerámica hallada en las zonas
más antiguas, nos da una cronología de finales del siglo II y principios del siglo I
a.C., por lo que es muy probable que esté relacionado con un asentamiento por
motivos estratégicos de una o varias legiones vinculadas con los episodios bélicos
que acontecieron en el último siglo de la República, y con mayor probabilidad los
que se desarrollaron en tierras cartageneras durante las guerras sertorianas. Su
uso como espacio de carácter militar nos lo dan los restos abundantes de agujeros
de poste, así como, en mayor medida, el hallazgo del foso, que podría tratarse de
una fossa fastigata, al igual que aparecen en otros yacimientos del mismo carácter,
como en la zona de Villajoyosa13 (lám. 12).
Dicho espacio sería más tarde reutilizado para la construcción de un hábitat, posi-
blemente una granja agropecuaria, villa, ya en las últimas décadas de la República
romana (60-20 a.C.). Durante la excavación de la balsa se documentó en el nivel
de abandono un fragmento de terra sigillata aretina (fines del siglo I a.C), por lo
tanto esta estructura podría asociarse en una primera fase al campamento militar.
3.1. Justificación
Lámina 12.
Foso documentado en el campamento
tardorrepublicano de Villajoyosa (foto-
grafía de A. Espinosa Ruiz).
Torre Pacheco se ubica en pleno corazón del Campo de Cartagena, zona que
cuenta con un copioso y reconocido pasado histórico que ha dejado huellas mo-
numentales y culturales de primera magnitud, tanto en la propia ciudad de Carta-
gena como en el resto del territorio que engloba. Cartagena ha apostado desde
hace unos años por explotar la gran riqueza de su patrimonio arqueológico y cul-
tural, y para ello ha creado el Museo del Teatro Romano y en breve se pondrá en
marcha para su visita el Parque Arqueológico del Molinete. Creo, por tanto, que un
museo monográfico dedicado a la evolución del poblamiento rural emplazado en
Torre Pacheco sería un excelente apéndice y complemento de la “Cartagena Mo-
numental”16.
Este potencial tanto cultural como educativo y turístico carece sin embargo, de un
reflejo museístico adecuado y comparable al que de manera normalizada, tienen
la mayoría de los municipios de la Región de Murcia: un museo local que salva-
guarde y gestione eficazmente los recursos derivados de este patrimonio público.
La sede del museo debería efectuar los cometidos más primarios y primordiales,
como son la custodia, la preservación y la muestra pública de parte de sus bienes,
ofreciendo una perspectiva de la historia de su territorio, en plena consonancia con
sus posibilidades de hacerlo.
Cabe señalar una distinción básica entre un usuario directo, el visitante de las ex-
posiciones y participante en actividades del museo, y el cuerpo social que mantiene
el museo y lo considera un organismo útil, a su servicio, pues este último contin-
gente es casi universal. El museo sirve a la ciudadanía realizando todas las funcio-
nes que marca su definición como tal museo, independientemente de que tenga el
respaldo de unas visitas que refrendan una parte de su trabajo. Por ello es finan-
ciado con dinero de los ciudadanos y a ellos, deben dedicarse sus actividades para
lograr un nivel de implicación creciente en el tratamiento de un patrimonio cultural
que nos pertenece a todos. En su caso, el futuro museo de Torre Pacheco debe
crear acciones hacia los escolares y académicos, como institución formativa, y
hacia los propios habitantes del municipio, ya que el aporte turístico o foráneo será
de gran relevancia por la ubicación que tiene Torre Pacheco, en cuanto a nivel tu-
rístico.
En los sentidos que se va comentando, la función del museo como servicio público
cobra relevancia especial en varios aspectos, tanto institucionales como sociales,
que se esquematizan a continuación.
- Podrá ser un centro expositivo de referencia a nivel, tanto local como regional.
Tanto en cuanto a la particularidad de sus colecciones, como a los montajes tem-
porales, propios o ajenos, ya que dispone de un espacio específico para la dis-
posición de exposiciones temporales.
En resumen, el futuro museo de Torre Pacheco se define como una parte sustancial
e imprescindible de la infraestructura cultural y de atención al patrimonio en su
marco geográfico de actuación.
Planta baja
Sala monográfica sobre la pintura mural en época romana. Explicando además, las
técnicas de extracción de las placas de pintura del interior de la balsa19.
Se describirían los distintos períodos de la pintura mural romana, así como las téc-
nicas pictóricas aplicadas en todo el Imperio romano. Este museo se uniría a otros
que aportan información sobre estas técnicas pictóricas, como el Museo de las Vi-
llas de Almenara-Puras en Valladolid, y el recientemente inaugurado Museo de Al-
17 Ruiz y Moreno, 2007, p. 165-185.
18 Martín Camino, 1999.
calá de Henares que dedican parte de la museografía a explicar las pinturas de
19 Plaza, García y Fernández, 2004, p. época romana. Por lo tanto, esta sala dedicada a la pintura mural romana sería la
125-138. única de todo el Levante y sur de España de estas características.
Esta sala explicará la arquitectura de una villa romana, con su pars rustica (o de
explotación) y su pars urbana (o residencial)22. Se pretende, con la dedicación de
este ambiente, cubrir un vacío que existe en la Región de Murcia, que es el del es-
tudio o puesta en valor de la temática rural y agropecuaria. Museos de sitio dedi-
cados a las explotaciones agrícolas existen en la villa de Carranque (Toledo), la villa
de Almenara-Puras (Valladolid) y la villa de la Olmeda (Palencia).
Junto con la explotación agrícola en este Ager de Carthago Nova intensa fue la ex-
plotación de las canteras de mármol del Cabezo Gordo23. Mármol que fue utilizado
para distintas edificaciones de Carthago Nova. Famosa es la lápida de Comencio-
lus24, grabada sobre un bloque de caliza marmórea del Cabezo Gordo, encontrada
en 1698 en la plaza de La Merced de Cartagena.
Con la destrucción de Carthago Spartaria hacia el 625 d.C. concluye una impor-
tante etapa en la vida de la ciudad de Carthago Nova y por ende en todo el Ager
que esta explotaba25, dándose un vacío histórico hasta finales del siglo IX con la
aparición del Islam.
Planta 1
En este nivel del museo estaría explicada la historia de Torre Pacheco desde el siglo
IX hasta principios del siglo XIX. Además en esta planta se encuentra la sala noble
con techos con artesonado en madera, que sirve de acceso al mirador. Esta sala
se podría utilizar para explicar la evolución histórica del caserío (Casa Fontes) y el
mirador con vistas al Cabezo Gordo y podría poner de manifiesto la importancia
de este monte para Torre Pacheco.
El periodo cronológico aquí tratado sería desde finales del siglo IX, que supuso la in-
vasión de la península Ibérica por tropas del Islam, hasta 1243, con la firma del Tra-
tado de Alcaraz entre Ibn Hud al-Dawla, el emir de Murcia, y Fernando III el Santo de
Castilla, que determinaba la entrada de tropas castellanas en los principales castillos 20 García Cano et alii, 1998, p. 31-38.
murcianos, las cuales velarían por la seguridad del territorio a cambio de parte de las 21 Durante el año 2007 se llevó a cabo
rentas recaudadas. La rebeldía de las ciudades de Mula, Lorca y Cartagena supuso la actualización de la Carta Arqueo-
lógica del municipio de Torre Pa-
la incorporación de estas poblaciones a Castilla por la vía militar, culminada en 1245. checo para el PGOU de Torre
Las tropas cristianas consiguieron someter totalmente el territorio en 126626. Pacheco.
22 Aguilar, 1991, p. 261-280.
La excavación realizada durante el proceso de construcción del museo arrojó ma- 23 Ramallo y Arana, 1987.
24 Abascal y Ramallo, 1997, p. 447-450.
teriales de excelente factura, como redomas, jarras de acarreo de agua, platos, 25 Ramallo, Berrocal y Ruiz, 1996, p.
cuencos, un candil de vidriado melado, así como varios elementos de hierro y 135-190.
bronce, que explicarían la vida cotidiana en el mundo agrario islámico. 26 Torres Fontes, 1963, 1993, 1997.
Sala 4: Hitos en la historia de Torre Pacheco desde época moderna hasta 1836.
Dos son los hitos cronológicos que definen la historia de Torre Pacheco en la época
moderna:
Una lápida de mármol blanco en la fachada actual del templo parroquial, deja cons-
tancia de la fundación (lám. 13).
Junto a ello se trataría de que fuesen cedidos materiales de esta etapa. Por ejem-
plo, un tesorillo de 44 monedas de los siglos XVIII-XIX, aparecido durante las labo-
res de restauración de la Casa Valderas que custodia el Ayuntamiento29.
Planta 2
En esta planta se explicaría la historia de Torre Pacheco desde 1836 hasta la ac-
tualidad.
Importante es, a partir de la segunda mitad del siglo XX, el crecimiento del núcleo
urbano de Torre Pacheco. Personajes relevantes en este desarrollo de Torre Pa-
checo han sido el arquitecto Pedro Cerdán Martínez, el profesor Francisco Hernán-
dez Ardieta y el escritor Luis Manzanares31.
Lámina 13.
Lápida de mármol blanco donde se re-
fleja la fecha de fundación de la parro-
quia.
No obstante este trabajo no podría llevarse a cabo sin la colaboración de las auto-
ridades locales, que deben poner más esmero y empeño en cuidar este tipo de
procesos a la hora de crear una infraestructura museística, ya que no es solo cons-
truir el continente, es necesario cuidar los aspectos museológicos y museográficos
a la vez que se va creando el edificio. Además, las labores de excavación arqueo-
lógica supusieron para las autoridades locales un reto a la hora de realizar las obras,
por los retrasos y costes económicos de esta actuación. Hasta la fecha no se había
documentado, en el municipio de Torre Pacheco, una secuencia histórica de estas
características.
Este trabajo ha sido fruto de una excavación arqueológica donde, dentro de lo que
son las excavaciones de urgencia, se han obtenido todos los datos posibles para
su posterior interpretación y puesta en valor en un museo que los integre.
Por lo tanto, se ha intentado integrar unos restos arqueológicos que sirvan para
conocer aspectos desconocidos hasta ahora, del poblamiento rural desde época
romana hasta la actualidad.
tica, conocimiento y gozo social, y debe ser distinguible por sus cualidades de otros
establecimientos de ocio y cultura. La arquitectura puede contribuir a reforzar el
mensaje del museo, el medio puede ser el mensaje32.
El edifico del museo se convertiría en reclamo turístico, capaz de rivalizar con otros
polos de recreo en una sociedad del ocio como la nuestra. A veces, esta atracción
se debe directamente a la importancia de la colección, pero otras es resultado del
éxito del edificio por sí mismo o en combinación con otros factores, como puede
ser la industria del turismo de la zona, los intereses políticos y empresariales, la
oferta cultural de la ciudad o el funcionamiento del propio museo, puede producirse
una modificación de la costumbre turística en la ciudad y su entorno, dando lugar
a la inclusión de la población en circuitos turísticos que hasta la construcción del
edificio no la tenían en cuenta.
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ximación a las vías romanas de Cartagena Luís Manzanares. Torre Pacheco.
1
José Manuel Crespo Valero*
Juan Gallardo Carrillo**
RESUMEN ABSTRACT
La intervención arqueológica realizada en la iglesia de Santa The archaeological intervention done in the Santa Maria church
María de Lorca consistió en la ejecución de una excavación ar- of Lorca city consisted of an archaeological excavation in different
queológica en diferentes zonas ubicadas en el interior y exterior areas from the inside and the outside of the church, as well as a
de la iglesia así como un estudio murario que ha permitido la lec- wall study which have allowed us the reading and the obtaining
tura y la obtención de la secuencia estratigráfica de los paramen- of the stratigraphic sequence of the paraments of the temple
tos del templo desde su edificación hasta las reformas from its building up to the reforms carried out by Pedro San
efectuadas por Pedro San Martín en el siglo XX. Martín in the 20th century.
* [email protected]
** [email protected]
1
MAM
Además autor de todas las imágenes.
1. INTRODUCCIÓN
Los trabajos iniciados en marzo de 2010, se realizaron en dos fases. Una primera
consistió en la realización de una excavación arqueológica intensiva previa a la eje-
cución de las obras de restauración/rehabilitación de este inmueble; y una segunda
fase que consistió en la supervisión, registro y estudio de los paramentos sobre los
que se intervino durante dichos trabajos de rehabilitación.
2. UBICACIÓN
La iglesia de Santa María de Lorca se ubica en las inmediaciones del extremo orien-
tal del castillo de Lorca, en la vertiente meridional de la sierra del Caño, en lo que
se conoce como barrios altos de dicha ciudad.
3. LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA
Lámina 1.
Vista frontal de la iglesia.
Bajo estos primeros niveles registramos los derrumbes de las cubiertas de la iglesia,
documentándose un importante estrato compuesto por un revuelto de tejas, ladri-
llos y disoluciones de mortero de cal, así como dovelas de arcos y una lápida fu-
neraria. El pavimento de esta fase cronológica se conserva puntualmente en las
esquinas de la capilla noroeste y en parte de la nave lateral norte, y su falta es atri-
buida al saqueo que debió sufrir la iglesia una vez abandonado su uso como lugar
de culto durante la guerra civil española.
La siguiente fase documentada nos traslada a mediados del siglo XV pudiendo ob-
servarse que, al igual que otras edificaciones de la ciudad, el templo sufrió un im-
portante proceso de monumentalización. De este periodo destacan las numerosas
reutilizaciones de estructuras islámicas usadas como cimentaciones (lám. 2).
Figura 1.
Planimetría de los
restos documenta-
dos en la excava-
ción arqueológica.
Lámina 2.
Detalle de una de las reutilizaciones de
las estructuras de tapial.
Lámina 2.
Ejemplo de reutilización de estructuras
islámicas por parte del muro que con-
forma la fachada principal.
así como parte de una moldura de mármol lobulada que podría provenir de algún
tipo de pileta de abluciones o dispensador de aguas.
Bajo los niveles islámicos se hallan niveles prehistóricos, donde pudo registrarse
diferentes elementos que marcan cierta actividad, como un nivel de suelo en una
de las catas, y por otro lado, restos de fuegos y molinos de mano con signos de
alteración térmica.
4. ESTUDIO MURARIO
La segunda fase de los trabajos arqueológicos, una vez finalizada la fase de exca-
vación arqueológica, consistió en la realización de un estudio murario de todos los
paramentos de la iglesia que se verían afectados por las obras de rehabilitación
del edificio.
Figura 2. Plano con la ubicación de los restos de la fase islámica en relación con los restos de la fase cristiana.
Figura 3.
Vista del estudio realizado en uno de
los muros interiores de la iglesia.
Estos datos nos han permitido documentar que la mayor parte de los restos visibles
de la iglesia se adscriben a una fase constructiva datable en el siglo XV. Momento,
como ya hemos comentado anteriormente, en el que se efectuó una importante
monumentalización de la iglesia. Todos estos restos datados en el siglo XIII, están
realizados en mampostería no concertada. Las estructuras de la fase del siglo XV
están realizadas con sillares, dispuestos por el cuerpo principal de la iglesia, ex-
cluyendo la sacristía (fig. 4).
Figura 4.
Representación de la datación de los di-
ferentes elementos de la fachada.
Figura 5.
Planta de la iglesia con las fases cons-
tructivas de los distintos muros pertene-
cientes a la iglesia.
Tras el terremoto de 1674, al igual que en el resto de iglesias de los barrios altos se
efectúan obras de consolidación de las grietas aparecidas, observables en las dis-
tintas superposiciones de argamasa y yeso que hay sobre los muros. También se
refuerzan los arcos góticos con arcos de medio punto en su parte inferior. Por otro
lado se acomete el refuerzo exterior de los muros del siglo XV por su parte oeste y
sur, construyendo unos muros bajos adosados a los originales en los primeros, y
en los segundos, una serie de contrafuertes de mampostería (fig. 5).
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RESUMEN RESUME
Se describen las transformaciones urbanas y la evolución del es- On décrit les changements dans le quartier résidentiel connue
pacio en un sector del arrabal de la Arrixaca localizado al norte sous le nom Arrixaca, un secteur situé au nord de la ville. Les
de la ciudad andalusí. La excavación arqueológica ha mostrado fouilles archéologiques ont révélé l’existence d’un quartier den-
la ocupación del lugar desde finales del siglo XI y la existencia sement peuplé depuis le milieu du XIIe siècle jusqu´à la fin du
de un barrio densamente poblado desde mediados del siglo XII XIIIe siècle. Le XIVe siècle a marqué l’abandon du quartier et l’uti-
hasta finales de la centuria siguiente. En el siglo XIV asistimos a lisation résiduelle du site. Au XVe siècle, le terrain est destiné à
su abandono y a la ocupación residual del mismo. Durante el l´agriculture et l´on trace des canaux d´irrigation, tout en permet-
siglo XV el terreno se destina a la agricultura y se trazan ace- tant l´apparition de grandes propriétés dont les jardins limitent
quias, surgiendo extensas propiedades cuyos jardines limitan al au nord avec une nouvelle enceinte extérieure. Ces dits jardins
norte con la nueva cerca exterior de la ciudad. Dichos jardines ont été incorporés dans la propriété du collège des Jésuites et
fueron incorporados a la propiedad del colegio jesuita en la se- sont restés à ce jour.
gunda mitad del XVI y su uso se ha mantenido hasta nuestros
días.
1. INTRODUCCIÓN
SECTOR I E
ORT
IA N
Unidades TAP C. 3000
OIN T A S ED L R P
1000-3000 U.
SECTOR II
Unidades
3000-5000
A
ACEQUI
CAJA DE 5000
U. C.
SECTOR III
Unidades
5000-7000
ESIAGL
DE
BANEST Figura 1.
Perímetro y sectorización inicial de la
superficie excavada en función de la
tapia norte de la propiedad y del tra-
zado de la última caja de la acequia de
Caravija.
En su trazado, la cerca iría girando varios grados a tramos, como se deduce de los
ligeros cambios de alineación de los paramentos de algunas viviendas septentrio-
nales. Sobrepasada el área del jardín de San Esteban, la línea defensiva continuaría
hasta cerrar la propiedad del complejo palatino o Dar al-Sugrà (palacio menor), tal
como fue planteado hace unos años (Pozo, Robles, Navarro, 2007a, p. 210-211 y
fig. 2), quebrando más adelante hacia el sur, entre la Merced y Puerta Nueva (García
Antón, 1993), para finalizar conectando con la muralla de la ciudad.
Lámina 1.
Vista aérea del barrio andalusí en pro-
ceso de excavación desde el sureste.
Trama urbana de la fase II (siglos XII-XIII).
tor del arrabal puede verificarse una progresiva y rápida ocupación de espacios li-
bres con la aparición de varias manzanas de viviendas que comparten medianera
de tapia de tierra, todo ello articulado mediante una red viaria jerarquizada de am-
plias arterias de entre 3,83 y 3,17 metros de anchura (calles C, Ñ y T) a partir de las
cuales se ramifican otras de menor entidad de entre 2,70 y 1,77 metros de anchura
(calles A-B, F-E, H, N, S, O, U, V y X). Algunas de esas calles devienen, bien en adar-
ves de largo recorrido (K y Q) o bien en adarves más angostos, de entre 1,67 y 0,70
metros de luz (calles L, D-G, I-J y M). Todas contaban con albañales jerarquizados
y conectados entre sí, aunque también se han identificado dos pozos ciegos.
Ese barrio denso, en el que ha sido posible identificar 101 inmuebles, con las in-
evitables transformaciones en el interior de cada uno de ellos, se mantuvo habitado
en las etapas almohade y hudí, así como durante todo el protectorado castellano.
No obstante, dentro del conjunto conviene destacar un grupo de cuatro recintos
residenciales caracterizados por disfrutar de una mayor superficie, con crujías am-
plias distribuidas en torno a patios rectangulares, con andén central y doble arriate
en la mayoría de los casos. También es reseñable el hecho de que algunas de esas
Figura 2. Planimetría provisional del barrio andalusí (mediados del siglo XIII).
2.3. El Recinto I
Lámina 2.
Calle Ñ y Recinto I desde el norte, fase
III (segunda mitad del siglo XIII).
Sector A-1. Localizado al sur, el más cercano a la madîna. Debía extenderse desde
un hipotético trazado de la acequia Aljufía y la vía paralela a ella (actual calle Acisclo
Díaz, antes calle de la Acequia) hasta la calle C y un presunto camino a la altura de
esta amortizado y ocupado posteriormente por testeros de varias viviendas. De
este sector se ha excavado una franja de 36 metros. Fue urbanizado en los últimos
años del siglo XI o inicios del XII, como lo atestiguan algunos restos constructivos
dispersos.
Sector A-2. Situado entre los sectores A-1 y A-3, entre dos amplias calles paralelas,
C y Ñ. Abarca una banda de terreno de unos 38 metros. Probablemente sería ur-
banizado a mediados del siglo XII. Aquí se encontraban las residencias de mayor
superficie registrada. A lo construido se sumarían nuevas manzanas de viviendas
ocupando terrenos que habían permanecido sin edificar hasta ese momento. En
estos últimos casos los testeros de las viviendas del momento precedente se trans-
formaron en medianeras de otras viviendas cuya fase de fundación tiene una cota
más elevada. Las manzanas fueron replanteadas en su conjunto, con muros me-
dianeros que compartían cuatro o más viviendas proyectadas y levantadas al
mismo tiempo. Como rasgo diferenciador respecto a la trama anterior, en el replan-
teo de A-2 se proyectan calles y adarves de largo recorrido (no acodados) dispues-
tos perpendicularmente respecto a la calle Ñ.
Sector A-3. Localizado al norte, en las inmediaciones de la muralla del arrabal. Ocu-
paría desde la calle Ñ hasta un presumible paso de ronda de la cerca, en torno a 40
metros de los que se han documentado 32. Posiblemente terminó de urbanizarse
en época almohade. Según lo que hemos podido apreciar hasta ahora, el diseño
viario en esta franja septentrional del barrio se diferenciaba de los sectores anteriores
en que las calles fueron trazadas con dirección norte-sur, partiendo de la calle Ñ o
del paso de ronda de la muralla, quedando comunicadas por arterias perpendicu-
lares. Tampoco han aparecido los adarves definidos en el sector A-1. Además, la
disposición de las medianeras de muchas de las viviendas no parece reflejar un cre-
cimiento con el mismo grado de planificación de los sectores precedentes.
2.4.1. El cementerio
Se localiza en el sector A-3 y tiene una superficie de 218 m2. Los muros del recinto
funerario (al-maqbara) eran tapias de tierra común compactada con pilares de la-
drillos a tramos. El acceso debió situarse en el flanco sur, en su extremo este,
abierto a la arteria principal (calle Ñ). El área de enterramiento estaba libre de cons-
trucciones en tres de sus laterales (norte, sur y oeste), ya que los cierres daban a
otras tantas calles (Ñ, U y T), mientras que por el este lindaba con varias viviendas.
En el sector A-3 se levantó una pequeña mezquita (masyid) al norte del cementerio,
amortizando varias residencias y una calle anterior (fig. 3 y lám. 3). El edificio religioso
fue promovido por los últimos habitantes mudéjares del barrio, quienes probable-
mente habían sido despojados de su mezquita; recordemos que coexistían con dos
colaciones cristianas, la de San Miguel y la de Santiago (Torres Fontes, 1991).
La mezquita estaba compuesta por una sala de oración y torre, que identificamos
como alminar. La sala era de planta rectangular (10,73 por 3,05 metros), con muros
de mortero de cal (0,66 metros de anchura y 0,40 metros de alzado conservado)
levantados sobre solera de mortero (0,12 metros de altura) y varias tongadas de
ladrillos puestos de plano e irregularmente que rellenaban la zanja de cimentación
(0,40 metros de profundidad). La qibla se encontraba arrasada casi hasta la raíz
del cimiento. A pesar de su deterioro, se han identificado restos que pudieron per-
tenecer al mihrab y al almimbar. El suelo de la mezquita no se ha conservado, pero
debió coincidir con la solera de cimentación, cuya cota de altura está en el plano
de uso de las viviendas mudéjares.
2.4.3. El barrio despoblado: usos residuales (finales del siglo XIII-siglo XIV)
Tras el abandono de este sector del arrabal, la ruina del caserío debió acaecer en
un intervalo temporal reducido, puesto que los tapiales de tierra precisan de un
mantenimiento continuado. Entonces pasó a convertirse en una enorme “cantera”
dedicada a la recuperación de materiales constructivos, actividad que ha dejado
huella en el registro arqueológico: el ladrillo, por ejemplo, desapareció en numero-
sos umbrales, atajos de alcoba, soleras de patios y frentes de arriate de las vivien-
das, así como la teja de sus cubiertas.
La extracción de arcilla o barro fue otro de los usos a los que se destinó este espacio.
Fue posible documentar decenas de “barreros” excavados de diferente amplitud, con
su característica planta circular y sección en forma troncocilíndrica; algunas de las
fosas, incluso, superaban la veintena de metros de diámetro y varios de profundidad.
El material de relleno era escombro, entre el que se recuperó cerámica andalusí de
los siglos XII y XIII, pero también loza del XIV que data las citadas fosas intrusivas.
Lámina 3.
Vista de la mezquita mudéjar y el ce-
menterio desde el oeste. En primer tér-
mino la estructura del alminar, detrás la
qibla y restos de sepulturas en proceso
de excavación.
94
95
96
9015
CALLE U
9014
9000
9003
ORATORIO 9007
9002
9006
9005
T-12
T-3
T-4
9010
T-13 T-5
9004 T-14
T-6 T-7
T-15
T-16 T-10 T-8
T-9
T-11
T-1
MAQBARA
9008
lad-
9008b
9009
Alberca
9011
8710
8737 9012
Figura 3. Superposición de la planta del oratorio mudéjar, fase III, sobre cementerio y trama urbana andalusí, fase II (siglo XIII).
Lámina 4.
Panorámica del sector II. En primer tér-
mino las viviendas andalusíes arrasa-
das. Al fondo, vano abierto en el cierre
norte de la propiedad n.º 2, sector III.
impacto de alguna de las frecuentes avenidas aluviales que sufrían los barrios de
la Arrixaca (Torres Fontes, 1975). Todos los datos coinciden en señalar que la mayor
parte de este sector del arrabal se convirtió en un auténtico “despoblado” durante
el siglo XIV. No obstante, en la zona meridional, en torno a la Aljufía, se mantuvieron
en pie algunos edificios de cierta entidad hasta mitad del XV. Finalmente, dichas
construcciones también cayeron por el embate de las riadas y por la construcción
de varios trazados de una nueva canalización hidráulica. En resumen, la evolución
poblacional de este sector excavado del arrabal durante el periodo bajomedieval
puede sintetizarse en un despoblamiento generalizado del terreno comprendido
entre la muralla y el entorno de la Aljufía a lo largo del siglo XIV, y en la desaparición
total de edificios habitados en la segunda mitad del XV.
2.4.4. Reordenación del espacio y nuevos usos del terreno (siglo XV)
3000 99.61
99.91
99.37
99.95
arriate 3
99.93 99.40
99.55
99.34
99.53
99.73
97.95
99.46
99.07
100.16 99.54
5073b
OIN T A S ED
99.58
3019 3010 99.32
99.66
99.71
99.43
100.10
100.06
100.05
100.20
5089b
arriate 5 99.73
99.83
99.05
99.65
99.83
5089a
99.60
99.66
99.68
99.52
99.71
99.66
99.78
99.70
99.70
99.70
5131
99.69
99.71
arriate 2
99.72
99.72 99.71
99.72
5073a
arriate 1
99.52
99.61
99.58
99.64
99.87
99.65 98.79
99.07
5210 99.23
98.61 98.96
98.76 98.93 99.02 98.90
99.03 98.94 98.51 100.08
5183
98.70 98.56
5183 98.31 98.66 98.73 99.10
98.62 98.92
98.86
98.98 99.65 99.57 5047
99.00 98.96 5191 99.01 99.65 5210
98.51 98.84 98.83
99.09 99.33 5185
Tramo 98.89 5187 99.77
sur 2 99.59
98.78
99.28
99.38 100.08
PATIO
98.68
5352
Tramo
sur 3c
NORTE
IGLESIA DE
SAN ESTEBAN
PATIO
RENACENTISTA
OZNER L ./C
Figura 4a-b. Comparativa entre la planimetría levantada por Thomas Moncalvo (ca. 1767) y los restos materiales pertenecientes a la fase barroca del
jardín definidos en el proceso de excavación.
en el siglo XIV y bajo el nivel de circulación del patio renacentista. La propiedad si-
tuada al este (n.º 3) estaba atravesada por varios tramos de la citada acequia.
2.4.5. Primera mitad del siglo XVI. El colegio de religiosos jesuitas (1555-1767)
Durante la primera mitad del siglo XVI se habilitaron nuevas propiedades con po-
tentes tapias de mampostería. En ellas fueron abiertos dos vanos cuyos umbrales
se sitúan en un plano inferior al de los andenes del jardín renacentista que vincula-
mos con el colegio jesuita, lo que evidencia que las tapias fueron construidas con
anterioridad.
La decisión del obispo de fundar colegio de religiosos jesuitas, cediendo para ello
parte de sus posesiones, conllevó que edificaciones de entidad, iglesia y colegio,
ennoblecieran este sector. Asimismo, el paulatino incremento de propiedades de
los jesuitas en torno al núcleo inicial fue modificando la fisonomía del lugar durante
los siglos XVII y XVIII. A reseñar entre las nuevas construcciones el Convictorio de
la Anunciata (Robles y Navarro, 2005). El registro arqueológico, con el apoyo de la
planimetría histórica (plano de Thomas Moncalvo, año 1767), indica que previa-
mente se había rediseñado el espacio abierto correspondiente a la mitad norte de
la propiedad, desapareciendo todo rastro de las divisiones del parcelario prece-
dente y siendo cegadas las salidas al exterior (lám. 6). Así nacía un magnífico jar-
dín-huerto dotado de amplios andenes (de entre 1,64 y 1,95 metros de anchura) y
arriates (fig. 4a-b). Aprovechando esta circunstancia, se varió el trazado de la ace-
quia de Caravija y se levantaron dependencias de servicio y almacenamiento vin-
culadas con la explotación agrícola al sureste de la parcela.
Tras la súbita expulsión de los jesuitas, la propiedad pasó a ser Casa de Misericor-
dia, aunque no parece que esta nueva institución provocara transformaciones de
importancia en los inmuebles ni en el espacio abierto preexistente. En cambio, sí
tuvo una mayor repercusión la construcción del Manicomio Provincial en la última
década del siglo XIX. Promovido por Juan de la Cierva, con proyecto de Justo Mi-
llán de 1889, e inaugurado en 1892, este establecimiento sanitario se levantó en el
espacio abierto al norte y este de la iglesia de San Esteban. Del mismo pudimos
documentar su patio central y ala oeste, además de otras dependencias secunda-
rias, en uso hasta los años setenta del siglo pasado.
Lámina 5.
Colegio de religiosos jesuitas. Vista del
andén central, con solera en spicatum,
desde el sur. Al fondo, tapia a la que
debía adosarse, fase II, sector II (último
tercio del siglo XVI-siglo XVII).
Lámina 6.
Detalle del paño exterior del cierre norte
de la propiedad n.º 2, sector III. Vano
cegado y recrecido de mampostería de
la primera mitad del siglo XVIII.
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noviembre), pp. 349-356. RRO SANTA-CRUZ, E., 2005: “La Real
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se citarán como fig. y lám. Si procede, al final de cada pie se indicará siempre el autor de la ilustración (en caso de ser de un trabajo pu-
blicado se seguirán las normas para las referencias bibliográficas, indicando el apellido del autor, año de publicación y figura o lámina
correspondiente).
8. Para las referencias bibliográficas dentro el texto, se aceptan los sistemas normalizados de notas a pie de página, numeradas corre-
lativamente, y el anglosajón con citas incluidas dentro del texto. Se opte por uno u otro sistema, todos los autores han de seguir el
siguiente modelo de cita bibliográfica: apellido, (si se trata de un solo autor podrán ponerse los dos apellidos, dos o más autores solo un
apellido), en minúscula, año, página (p.), columna (col.), nota (n.), figura (fig.), lámina (lám.). Ej: Hodder y Orton, 1976, p. 33.
9. Al final del trabajo se incluirá un listado bibliográfico siguiendo un orden alfabético, por apellidos, con todas las obras referidas en el
texto según los siguientes criterios:
- Libros: Ej.: PEÑA LIGERO, A., 2003: La necrópolis de El Molar (San Fulgencio- Alicante). Revisión de las excavaciones realizadas en
1928 y 1929, Villena.
- Capítulos de libros: Ej.: MARTÍ OLIVER, B., 2003: “El arte rupestre levantino y la imagen del modo de vida cazador: entre lo narrativo
y lo simbólico”. En Arqueología e Iconografía. Indagar en las imágenes. (Ed. “L’erma” di Bretschneider), Roma, p. 59-75.
- Artículos en revistas periódicas: Ej.: MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, A., 1991-1992: “El Villar de Coy. Una villa romana de larga continuidad”.
Anales de Prehistoria y Arqueología, 7-8, 1991-1992, p. 207-217.
- Congresos: Ej.: SANZ GAMO, R., 1997: “De los oppida ibéricos a las ciudades romanas en el territorio de la provincia de Albacete”,
XXIV CNA, Cartagena, 1997. Ed. Instituto de Patrimonio Histórico, Murcia, p. 281-284.
- Artículos en grandes series: Este tipo de artículos solo se citará en el texto, quedando excluidos del listado bibliográfico final. Ej.: EAA,
VI, s.v. Riegl, A. (R. Bianchi Bandinelli), p. 683-686.
- En las abreviaturas de las revistas se seguirán las establecidas en Archäeologische Bibliographie, programa bibliográfico Dyabola o
L’Année Philologique.
- En el caso de que se citen obras de un único autor publicadas el mismo año, se organizarán con el sistema: 2000a, 2000b, 2000c...
- Las obras de un autor concreto se ordenarán disponiendo, primero, aquellas en que firma solo y, a continuación, aquellas en que firma
con otros autores. Si las obras tienen más de un autor, se separarán entre ellos mediante comas.
10. Finalmente rogamos a todos los autores tengan en cuenta para la redacción de sus trabajos las nuevas normas de la Real Academia de
la Lengua Española (Ortografía de la lengua española 2010), así como se intente evitar en la medida de lo posible el uso indiscriminado
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