Boletín Museo Mapuche
Boletín Museo Mapuche
Boletín Museo Mapuche
ISSN 0716-2243
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EDICIONES DE LA DIRECCION DE BIBLIOTECAS,
ARCHIVOS Y MUSEOS
Ministerio ~e Educación Púbica
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INDICE
PRESENTACION . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..... . . .. . . . . 5
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PRESENT ACION
I Ojeda Cárcamo, Raúl , "Academias Juveniles: Vna nueva experiencia en el quehacer educaciol/al",
Boletín Museo Mapu che, Cañete, N" 1. Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, p. 89·9l.
1985 .
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(/ /el presencia de estudiantes y adultos, quienes han comprendido que el
Mu seo es un elemento de apoy o didáctico a las actividades educativas y per-
//lite en la esencia de su mensaje, valorar en toda su amplia dimensión nues-
{ro patrimonio cultural que nos identifica como nación.
En el transcurso de los años, ostensiblemente ha estado presente en la
accióll educativa del Museo , la identificación y el valor que la comunidad
debe otorgar a nuestro patrimonio cultural. De diversas formas se ha difun-
dido este propósito , sobre todo si pensamos que nuestra ubicación está en
los cerros de Nahu elbuta y bosques de Arauco, inmersos en este entorno geo-
gráfico , como un homenaje a la cultura mapuche, que en la época contempo-
ránea se mantiene plenamente vigente.
Esta caracteristica peculiar y el contenido del Museo especializado
sobre esta cultura indz'gena, permite que trascienda los limites fisicos de la
Pro l'incia de A rauco , alcanzando una connotación Regional otorgada precisa-
mente por los alcances geográficos y culturales de la sociedad mapuch e.
Para este propósito fue necesario poner en valor una sala de ex posicio-
nes temporales, implementada convenientemente, que facilita estas activida-
des dedicadas a nuestros visitantes, permitiendo conocer una faceta diferente
del rol que desarrolla una Institución de esta naturaleza en una Región.
En esta presentación del segundo número del Boletz'n del Museo Mapu-
che. deseamos expresar nuestro reconocimiento a la 1. Municipalidad local,
como asimismo, a los Señores A lealdes, que en el transcurso de los años, han
manifestado su valiosa colaboración, que se traduce en el mejoramiento de
los espacios adyacentes d estinados a la formación de un parque, cuya arbole-
da nativa se vislumbra como el marco más apropiado para el Museo Mapu che.
A esto último deb emos agregar como un aporte especial la con strucción en
1983. de una plaza de juegos infantiles, que permite a los más pequeños de
nu estros visitantes disfnttar d e un dia de visita al Museo.
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A 11 tropológico, que sobrepasa los lr'mites locales por su cont enido r caracte-
r(sticas.
Junto con la publicación de este segundo número del Bolet¡'n , también
oFecemos a los estudiantes, a partir de este afio, una guia didáctica especial-
m ente elaborada para facilitar el conocimiento del Museo y de la Cultura
Mapuche en general.
Deseamos agradecer muy sinceramente a todos los profesionales e inte-
lectuales que colaboran en esta publicación con los resultados d e sus investi-
gaciones, quienes desinteresadamente los han puesto a disposición del Museo .
Finalmente, agradecemos a los numerosos visitantes que nos conocieron
en el transcurso de estos diez años, a ellos se debe en gran medida la conti-
nu idad de este Boletin; como asimismo a la Dirección de Bibliotecas, Archi-
vo s y Museos, por el apoyo que permite mantener en la Provincia de Araueo
esta publicación especializada.
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LA COMUNIDAD DE "HUENTELOLEN":
LA CESTERIA COMO ACTIVIDAD ECONOMICA
HECTOR ZUMAETA ZUÑIGA *
La comunidad mapuche de Huentelolen, se ubica en la VIII Región , equidis-
tante del Lago Lanalhue y del Lago LIeu-Lleu a orillas del camino que conduce
hacia la Comuna de Tirúa, que corresponde al límite Sur de la Provincia de Arau-
co .
* Li cen ciado en Antropología , Conservador del Mu seo Mapuche de Cañete. Casilla 28 , Cañet e.
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La comunidad tiene fácil acceso; esta situación pennite a sus habitantes dis-
poner en fonna regular, de la movilización necesaria para viajar de acuerdo a sus
necesidades a la Comuna de Cafiete, que es el centro urbano más cercano e impor-
tante para ejecutar compras de alimentos y utensilios, vender productos y atender
otras situaciones personales que deben realizarse en esta ciudad de aproximada-
mente 14.000 habitantes.
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Terminada la construcción de la infraestructura para el Centro Artesanal la
Gobernación Provincial' de Arauco, a través de diferentes organismos, procedió a
la organización de l'Os artesanos, entregándoles la nueva construcción, como un
taller implementado para el desarrollo de sus actividades y como un punto de
comercialización de sus productos.
LA CESTERIA
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El incentivo de la cestería como actividad económica puso a prueba la. exis-
tencia de este recurso. Los artesanos han mantenido una explotación constante de
los sectores donde existe materia prima y su utilización sostenida hasta el presente
ha provocado su paulatino y prematuro agotamiento.
La influencia del turismo y compradores ejerce sobre los artesanos una cre-
ciente motivación innovadora, se advierte gran demanda por determinados obje-
tos, por ejemplo , portamaceteros para plantas decorativas de base plana, redondos
y de fina urdimbre, pequeños manteles decorados con el mismo material, con sus
correspondientes portavasos de similares características. Se aprecia la confección
de diversos objetos con fines decorativos para hogares urbanos y en general , desti-
nados a un mercado que presiona por objetos artesanales, pero cada vez más sofis-
ticados en gustos y diseños.
COMERCIALIZACION DE LA CESTERIA
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A pesar de la existencia en ciudades vecinas de comerciantes revendedores,
esta comunidad mapuche se mantiene como el lugar por excelencia para la adqui-
sición de cestería, imagen que favorece estas actividades y ayuda a mantener un
poder de compra constante. Los artesanos venden su propia producción directa-
ment e al público uniformando los precios de los objetos de común acuerdo y las
ganancias favorecen su propio pecunio .
Desde otro punto de vista, los artesanos debieran clarificar su identidad étni-
ca, como portadores de una cultura rica en tradiciones y que ellos son los únicos y
genuinos representantes e interesados en mantener vigente, que les permita obser-
var con detenimiento la presión ejercida por los compradores tendiente a introdu-
cir nuevas formas, diseños y técnicas que afectan paulatinamente a las artesanías.
Lentamente pero perceptible en el tiempo, estas artesanías mapuches en proceso
de cambi o, pueden ser asimiladas a las artesanías Huincas~ y perder el sello indige-
nista qUe en este momento tienen y que las hacen se r diferent es y apreciada s
co mo objetos rep rese ntativos de esta cultura de nuestra época co ntemporánea .
OBSERVACIONES FINALES
La situación soc iocultural y eco nómica de los cesteros, obviamente es int er-
depend ien te de otras , arbitrariamente la he separado , por lo tanto el artículo no
refleja en realidad una ex haustiva visión de la Comunidad de Huentelolen y de la
idiosincrac ia de sus miembros.
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Vocablo en lengua mapudungu que se refiere a personas no·mapuche.
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en general yen particular , en el nive.1 de los registros escritos, fotográficos y otros,
que den cuenta entre otros aspectos, de las formas y diseños de las artesanías en el
presente y de los posibles cambios que eventualmente puedan afectarlas , como
una auténtica expresión de la cultura material de la sociedad mapuche en la época
contemporánea , que en el futuro el Museo deberá incorporar a sus colecciones
para otras generaciones.
BIBLIOGRAFIA
HARDOY, JORGE E. Y MARIO DOS SANTOS. Impacto de la modernización el! Centros históricos
lat inoamericanos. PNUD / UNESCO, 1983 .
JOSEPH, R.H. CLAUDE. La Platería Araucana. Establecimiento s gráficos Balcells & Co . Santiago ,
Chile, 1928. .
Los tejidos Araucanos. Imprenta La Información , Santiago , Chile, 1929 .
DIRECCION DE BIBLIOTECAS, ARCHIVOS Y MUSEOS Y PNUDjUNESCO .50IIJ emos lo nues·
tro. Santiago , Chile, 1986 .
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EL PALIN O JUEGO DE LA CHUECA:
UNA DESCRIPCION BASICA
DAN IEL QUIROZ LARREA *
INTRODUCCION
Poco ti em p o d espu és. pudim o yer. esta vez en la ciudad d e Osorno . nu t:'\'a-
ment e el ju ego, a ho ra pract ica d o po r adult os . en el marco d e un festiva l o rgani za -
d o por Radi o La Voz de la Costa y FREDER (Fund ac ión Radío Escu ela para e l
Desarro ll o Rural ). Once ju gadores p or equipo , con camisetas d e futboli st as , pa n-
tal o nes largos arr emangados a la rodilla ya pie pelado, trataban de lanzar una bo la
d e mad era a los ex tremas d el campo de juego , supervisados y controlados por un
árbitro , con pit o y todo. Se tratab a, obviam ente, de un proceso d e id entificac ió n
d e la chu eca con el fútbol.
Lict:nciad o e n Anl ro po lo¡: ía. lJ . d e C hil e. Departament o de Mu seos. Dir ecció n d e Biblio t ecas. rc hivo , l'
Mu seo~ .Cla,ificador 1400 . Sant iago
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Estas observaciones y datos nos llevaron a plantearnos algunas pregunta s res-
pecto de la vigencia y las transformaciones que el juego ha experimentado entre
los mapuches. El trabajo que presentamos en esta ocasión es el resultado de una
investigación bibliográfica (Manqtiileff 1914; Robles 1914 ; Matus 1920; Coña
1(73) complementada con entrevistas a dos informantes, en sus tiempos mozos
j ugadores habituales de chueca: Armando Marileo, de Pucono (Cañete, Arauco) y
. rcadio Yefi, de Cuinco (San Juan de la Costa, Osorno). Nuestro interés es pre-
cntar una descripción básica del juego, de sus componentes y su mecánica opera-
cional, como una primera aproximación a una comprensión global , evolutiva y
si ntética del juego de la chueca o palín. Hemos dejado para otra ocasión el análisis
de las funciones que el juego cumple en la sociedad mapuche .
1. EL ESCENARIO
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Las líneas laterales reciben el nombre de katrül o atajadoras y las de fondo e l
de tripal o salidas: el /argo de las rayas atajadoras queda may or que el ancho d e
las salidas (Coña, 26). En el medio de cada salida se planta una pequeña escul tura
de madera o rewe y en el medio de la cancha se excava un hoyo chico, llam ado
dünülo shenell (Manquileff, 149 ; Coña , 26). En la zona de San Juan de la Costa
los nombres varían un poco : las atajadoras reciben el nombre de kaní y las salidas
el nombre de rayas (ver figura 1).
2. LOS PROTAGONISTAS
El núm ero de jugad ores e ta mbién m uy variable: /10 bajando de J' eillle a
treinta por cada lado (Manqu ileff, 74); ocho po r lado (Rob les, 259) ; d e nue~' e a
d iez i siete individuos por cada lado (Matu s. ~5) ; de ve in te para arriba (A. Mari-
leo). La influ encia d el fútb o l ha logrado qu e el núm ero más socorrido sea de on ce
por lado : los contendores fo rmaban parejas alineadas d e 11 jugadores por campo
(El M ercurio, 19.0 2 .79 ), o , co mo en los ca mp eo nat os de Lumaco. ::O por equ ipo .
15 para la cancha y 5 para reservas (La Tercera . 0 8.0 1.80 ). Sin embargo. segú n
J .L. Huilcamán , de Lumaco, es el estil o huinka , pues antiguam ente no habla
limitación de jugadores (La Tercera , 08 .01 .80 ).
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El vestuario de los jugadores es aquél que les permita un cómodo desplaza-
miento por la cancha: los hombres iban descalzos)' vest¡'an pantalones arreman-
gados o "chiripas" [ y ] en la frente lIepaban atados palluelos de colores (El Mer-
curio. 19.02.79). Este tipo de vestimen ta era la tradicional: los jugadores se desnu-
dan desde' medio cuerpo para arriba ; el chamal bien levantado i el ancho calzonci-
llo se eJ/vuelve en la pierna (Manquileff, 74); los jugadores, con el torso desnudo
(Matus. 25) ; los quedeber¡'an tomar parte en el juego se despojaban de los zapatos.
de sus blusas i sombreros (Robles , ~59). En la figura 4 hemos dibujado a los pali-
fes, con su vestimenta tradicional (Matus, 24).
A. Marileo, de Pucono , Cañete, nos contó que, al centro se ubican los dun-,
gulve u hoyero, que son dos que apretan la bola para hacerla salir del hoyo , detrás
están los takuve, que esperan que la bola salte del hoyo para lanzarla lo más lejOS
posible, después están los inalev, que eran escogidos entre los más rápidos de los
jugadores, y se encargaban de acercar más toda v lÍlla bola a la ray a.
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3. LOS IMPLEMENTOS
1. EL DESAFIO
Todo partido de chueca comienza con un desafío . Nos parece muy ilu strati-
vo, y por ello lo transcribiremos íntegramente , el que aparece en Manquile ff (147-
]48), quien explica que se trata del que enviara , mediant e un werkén o men sajero ,
el cacique de Pela] al de Tricauco , ambas reducciones pert enecientes a la subdele-
gación de Huilío, Temuco:
Buen amigo: según las relaciones que conservamos de nuestros padres i abue-
los fueron los juegos los que nos unieron en la amistad que hoi nos distingu e. f1ace
ya mucho tiempo que no nos vemos i qu e no nos.brindamos una copa de licor. Al
enviarte hoi mi mensajero me hago un honor en saludarte i en decirt e que organi-
cemos un juego de chueca, para ver si todavla conservamos la destreza i habilidad
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en el lonkotún i en la carrera; juegos tan illferesalltes de nuestros abuelos. En esta
reunión trataremos de acentuar más nuestra amistad como también la que une a
nuestros mocetones amigos. Como los dos somos vecinos podemos siempre ser los
mejores amigos para jugar después a los del otro lado del n'o; conoceremos más a
nuestros jugadores i sabremos siempre derrotar i beber a costa de los que no sab en
manejar la chueca. Por otra parte, querido amigo , creo que con la llegada de la pri-
mavera debemos organizar un juego de chueca. Jugaremos a los ocho dias de la
luna: carne, mudai i vino.
Una vez aceptado el desafío , están dadas las condiciones para preparar los
detalles previos al partido mismo de chueca. Nos interesa mostrar una manera de
aceptar el desafío, que aparece como canción en Augusta (332):
2. LOS PREPARATIVOS
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provisiones (Robles, 251). A las mujeres de los organizadores del juego les corres-
ponde preparar la cazuela y comidas para servirlas a los jugadores terminado el
torneo (Coña, 28). Finalmente, cada jugador escoge su rival ; las parejas hacen sus
apuestas y empiezan en seguida la lucha (Coña, 28).
3. LAS APUESTAS
En este tema todos los autores e informantes están de acuerdo. Es uno de los
asuntos más importantes: todos los jugadores apuestan : nadie puede entrar a la
cancha sin cumplir con este requisito [y] nadie puede apostar contra los de su
reducción (Manquileff, 148). En general las apuestas no son muy subidas, cuaren-
ta o sesenta centavos, lo que hacia esclamar a algunos que con ese dinero apenas 'si
podrz'an comprar los gananciosos empanadas i vino i que no les alcanzaba para
invitar a los amigos (Robles, 259). Habiéndose comprometido las apuestas, el jue-
go puede comenzar. El resto de los asistentes , aunque no apuesten , provocan a los
contrarios de uno a . otro lado del circule¿ i los incitan a apostar licor o dinero
(Manquileff, 148).
1. EL COMIENZO
2. EL DESARROLLO
Una vez qu e la bola ha salido del hoyo , pu ed en entrar en juego todos los ju-
gado res, si quieren, pero siempre qu edan algunos a retaguardia para impedir una
sorpresa (Matu s, 26). Cada equipo trata de enviar la bola hacia las líneas de fondo ,
un part id o L .. ] empuja la bo la hacia su m eta , el otro partido trata de atajarla
(Coñ a, '2 7).
Si la bola sal e por las líneas de fondo , el equipo que lo logra obtiene una
raya o punto y si sale por las líneas laterales es una quemada o fuera (Robles, 259),
es kani para A. Yefi y kaichi para A. Marileo. Cada vez que la bola sale de los lími-
t es de la can cha , sea en el sentido de las líneas laterales o de fondo , el juego se rei-
n ic ia desde el ho yo al centro de la cancha , en la forma que hemos descrito. El úni-
co mom ento qu e esto no sucede es cuando uno de los dos equipos ha obtenido los
cu at ro puntos de ventaja , con lo que se daba por terminado el encu entro . Cada
dos ra ya s se usa ca mbiar d e lado , aunque no su cede así en todas part es.
So n num ero sas la s jugadas que pueden ob servarse durant e un encu entro de
chu eca y su s nombres, por supuesto , también varían regionalm ent e. Po r ejemplo ,
en la zo na de San Juan d e la Costa , ten emos la s siguientes jugadas: 1) si un juga-
dro logra lanzar la pelot a a una distancia considerable se dice qu e hizo un witro ;
'2 ) si le pega en el aire es un maiko ; 3) si se la entrega a un compañero es un pase;
4 ) si se lanz a la pelo ta , voluntaria o involuntariament e, por las líneas laterales es
kani ; 5 ) ta mbi én es kani si el jugador lanza la bola ha cia su propia línea' d e fondo
(n o exi ste el autogo l en la chu eca). Existen algunas jugadas algo bru sca s que son
lícita s: 1) mancornar o tomar de la cintura al riva l; 2) dar caballazos o empujarlo
co n el cu erp o . En cambio es ilícito enyugar al rival , es decir , tom ar la chu eca por
a mbos ex tremos y go lp ear con fuerza el pecho del contrario .
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3. LA CUENTA
Una vez que el partido ha finalizado toman asiento sobre pellejas o frazadas ,
cada U/lO junto co n su rival [o konwenJ. Lu ego comen, beben y se emborrachan
(Coñ a. 28).
COMENTARIOS FINALES
Nuestro interés fue mostrar algunos aspectos básicos del juego de la chueca
sin adentrarnos en otros más complejos. Se ha discutido mucho su origen: alguno~
plantean su procedencia hispana, ya que en la península existe un juego muy pare-
cido ; otros señalan que es un juego netamente mapuche. En todo caso , sabemos
~ue en el siglo XVII el juego se había extendido también a los criollos, quienes
lntrodujeron en él algunas pequeñas modificaciones, hasta que el gran número de
desgracias que a menudo ocurrz'an hicieron que el Gobierno Español lo prohibiera
severa:nente (Matus, 29). Ot.ros se han preocupado de estudiar el papel que juega
el pahn en la estructura SOCIal mapuche y plantean que su función última es pre-
parar para la guerra, descargar agresividad, entretenerse, etc. Como ya lo hemos
seflalado . nuestro interés era únicamente, por ahora , mostrar el juego.
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En la actualidad subsiste la éhu ec a. sin grandes modificaciones a la forma tra-
dic ional. También se da. paralelament e , otra manera d e jugar, má s mod erna y
semejante a nuestro deport e m ás popular , el fútbol. Esta última es la forma como
se ju ega en los torneos demo strativos que se realizan en el marco de festivales
llamados mapuches en la Regi ó n d e la Araucanía.
Muchos han tratado de reglam entar el juego y así hacerlo más inofensivo. 1n-
clu so un profeso r , Dn . Leot3 rd o Matu s. mu y lipdo a las disciplinas antropológicas
(fu e J efe de la Secc ió n .\ntropo logía d el Museo Nacional de Historia Natural , a
comienzos del prese ntt' siglo ). trat ó de introducirlo en la escu ela como deport e y
e labo ró un pequ eño reglam ent o (ve r apéndice). En los torneos de Lum ¡¡co se usa
tambi én un reg lam ento , reda cTado por perso nas antiguas co nocedoras de lo m ás
antiguo de la tradición del pa/¡'II, COII caciquillos y palifes de la comuna de Luma-
ca. El manual se había h echo , según lo allí escrito , con el ánimo qu e sirva de gran-
d eza en bien d e la cOl1sen'ació n d e lIu estras tradiciones y costumbres, para que
ellas IZO mueran como muchas p erso nas piensan que los mapuch es ya no Tenem os
io propio, d e nuest ros antepasados (La Tercera , 08.01.80).
Se han p erdido o acomodado las formas antiguas en algunos lugares por nece-
sidad. pues como lo señala José Luis Huilcamán , de Lumaco , Mall eco , Ten emos
que adaptarnos al m edio en qu e como pu eb lo éTnico estamos viviendo, más bien
sob reviviendo, cuando todo se da en contra d e nu estra raza. A pesar de todo , el
palín o chueca es un juego todavía \'igent e.
AGRADECIMIENTOS
APENDICE
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REGLAS PARA ELJUEGO DE LA CHUECA
La chueca es un juego deportivo que se practica por dos partidos , que preten-
den llevar hacia la raya contraria una bola que ha sido colocada dentro de un hoyo ,
en el centro del campo elegido para el juego .
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Entre tanto la bola no salga, ninguno de los jugadores puede tomar parte en
la lucha i deben sólo estar muí listos esperándola.
5. Cuando la bola sale por uno de los lados [ ... J, un jugador del mismo partido
que la echó tiene la obligación ,de servirla desde el mismo punto por donde la
bola salió . Este servicio se hará respetando el mandato del jugador contrario
que es quien tiene derecho de golpearla primero, sin que ningún otro jugador
del partido que la echó fuera pueda intervenir, hasta que no haya sido toca-
da , la bola, por la chueca de un contrario.
El jugador que va a golpear la bola puede pedirla alta, media o baja, como
mejor le convenga i el que la sirve no puede dejar de obedecer, pues si no
hace lo que se le ordena, el juez lo castiga, dando un golpe libre al partido
contrario.
6. Los fallos del juez (ranmevoe) son inapelables i nadie tiene derecho a recla-
mar en contra de ellos por ningún motivo.
7. Si un jugador levanta la chueca más arriba de la cabeza, juega con una mano ,
o tira su chueca para atajar la bola, o la ataja con el pie, o se pone intencio-
nalmente delante de un jugador para interceptarle el paso, comete una falta
que se castiga dando un golpe libre al partido contrario , desde el mismo pun-
to donde se cometió la falta.
10. La bola con que se juega será hecha de lana bastante apretada , sirviéndole de
armazón una pelotita de corcho.
Será forrada con cuero delgado i bien redonda.
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Cuando los jugadores ya sean bastante diestros, se hará de cáñamo, sólo en
casos mui limitados se permitirá jugar con bola de madera liviana. El diáme-
tro de la bola no podrá ser mayor de 7.5 cms.
11. El uño será de madera mui liviana i elástica i torcido, en uno de sus estremos.
Medirá de 1 mt. 10 cms. a 1 mt . 30 cms. de largo, i 2,5 a 3 cms. de grueso.
Todos los de un mismo equipo serán pintados de un mismo color.
Igualmente los trajes de los equipos.contrarios, deberán ser todos iguales.
, BIBLIOGRAFIA
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LAS CEREMONIAS DEL PUEBLO MAPUCHE
GABRIELA DEL c. MENDEZ SAEZ *
Son ellos, el pueblo mapuche , que ha vencido al tiempo y aún se afe rran a
sus tradiciones , un tanto cambiadas por la cultura que ha roto el cerco misterioso
que encerraba celosamente, un ramillete de creencias y seres míticos . cu yas histo-
rias corren de boca en boca.
* P r ofe~ora de l.:,ducación General Básica en Escuela F-832 de Cañete . Egre:.llua de la Fscuela !\3l'Íona l d I!
r ol Uore con I ~Iw c iali cbd en Folk lore y Educación . Concepción. 1987 .
33
En su afán por conservar sus tradiciones y hacer que la juventud actual,
considere y defienda la identidad cultural de su pueblo, éstos se han repetido por
varios anos consecutivos en diferentes lugares de la provincia.
En cada una de estas ocasiones, se han reunido grupos venidos desde las
reducciones más apartadas, con el fin de mostrar en forma auténtica, aspectos mu-
sicales y ceremoniales que aún se conservan en plena vigencia.
Son pocas las personas que han tenido la oportunidad de presenciar estas
ceremonias que se realizan junto al árbol sagrado de la Machi, 'en la canch'a de
chueca antes de un partido, o en la casa de un enfermo que solicitó la visita y
atención de su Machi; pero son muchas las que quisieran vivir la inolvidable expe-
riencia de asistir a alguna de ellas.
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El Machitún se conserva vigente , especialmente en aquellos lugares apartados ,
en donde los mapuches no cuentan con un consultorio, médico o donde la fe hacia
su Machi es más poderosa que cualquier otro medio científico.
o
El rewe canelo, está hecho de un tronco de árbol sin defectos y cortado de
un lugar especial del bosque . Con este tronco se confecciona una escala y luego se
entierra en el patio de la casa de la Machi. Este será el altar que estará renovándose
cada cierto t iempo , ya que es en él, donde la Machi sube a comunicarse con su
Dios, cada vez que siente el llamado .
La segunda parte, expresa una petición a la que los mapuches llaman rogativa
a Dios, para que si llueve y el agua inunda sus sembrado , él detenga la lluvia y si
por el co ntrario se presenta un año seco, solicitan qu e riegue la tierra para salvar
sus frutos de la seq uía . Esta ceremonia se realiza también en caso de qu e el paí. ,
ciudad o región sufra alguna calamidad, ya sea , inundaciones, sequías , terremot o.
o si n iestro s.
3S
En relación a su religión. los mapuches so n monoteístas, creen en un Dios
Todopoderoso y ellos lo adoran alrededor del rewe , guiados por la Machi que es
como una sacerdotisa de su pueblo .
Si hay sequía se postran hacia el Norte , pidiendo a Dios que les otorgue
lluvia abundante para que riegue la tierra y la mantenga fértil. Esto también lo rea-
lizan frente a una cascada de agua , ya que existe la creencia de que un espíritu de
Dios habita en estas aguas .
La ceremonia del nguillatún termina con una rogativa de la Machi , para que
Dios conserve al pueblo mapuche, con sus tradiciones y para que las pueda realizar
libremente. Ruega por Chil e y sus gobernantes . Terminada la ceremonia, se reúnen
los asistentes para servirse lo s alimentos qu e cada familia ha traído y que general-
mente consiste en carne asada. hortalizas, mot e y muday , la bebida de los arauca-
nos desde tiempos remoto s.
36
cio entre el novio y su familia , con el padre de la novia y familiares. El novio
debía pagar un precio por su novia. que pod ía consistir en semillas de cereales,
herramientas para trabajar la tierra , útiles para la casa, animales , etc.
Durante todo el juego hay música y gritos para avivar a los equipos ; cuando
se anota un punto , el grupo que acompaña al ganador, canta y baila para celebrar.
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Antes de terminar el presente artículo , es necesario reflexionar en relación
al número de Machis que existen en la actualidad. Según encuestas realizadas en
los sectores de Lloncao , Huentelolén , Los Huapes , Pangueco , Antiquina , Ranquil-
hue, Tirúa, etc. , éstas estarían desapareciendo. Se sabe que la persona pred estina-
da a ser Machi, recibe el mandato mediante un sueño y esto su cede cada vez con
menos frecuencia.
Así es el misterioso mundo mapuche , así han hecho historia a través de los
siglos, así conservan y defienden en gran medida la identidad cultural qu e les dio
fama en tiempos de Conquista.
BIBLlOGRAFIA
ISAMITT, CARLOS. El Machitún y su s elementos musicales de carácter mágico . Revista de Arte, 1934 .
GREBE, MARIA ESTER. Cosmovisión Mapuche. CUadernos de la Realidad Nacional, 1972.
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LA PRESENCIA VASCO-FRANCESA
EN LA ZONA DE CAÑETE
FRANCISCO J. MONTORY G. *
INTRODUCCION
* Ingeniero Civil.
39
Pacificació n . que co rrespond e :.1 la ¿poca de llegada de la may oría de lo s vasc,
franceses y fran ceses .
En un pasado remoto y lejano , que todavía no han logrado precisar con cer-
teza la historia y la arqueología, llegó a establecerse a ambos lados de la Cordille-
ra de los Pirineos y junto al Golfo de Gascuña o de Vizcaya, una pueblo de origen
caucásico , proveniente de algún lugar ignoto, que se denominaba a sí mismo como
euzkaldun y a su lenguaje euzkera. Aquella migración pareciera haber ocurrido
durante durante la Edad del Hierro .
La denominación de vascos o vascones les fue dada por los romanos, perdu-
rando hasta nuestros días.
Tras la caída del Imperio Romano , los vascos debieron enfrentar las invasio-
nes de visigodos, francos y otros pueblos bárbaros germánicos.
40
· Las provincias vascas de Alaba (Alava), Biskaia (Vizcaya), Gipuzkoa (Guipuz-
coa) y Nabarra (Navarra) quedaron formando parte de España, mientras que Bena-
barre (Bass-Nabarre), Laburdí (Labourd) y Zubero¡l (Soule) eran incorporadas a la
corona francesa.
Por una part~ , bajo el gobierno de Napoleón 111. en la Francia del Segundo
Imperio se creaba una verdadera conciencia nacional del papel mesiánico y princi-
pal que debía tener Francia en todo el mundo . Sus intluencias se repartían por
muchos lugares, pacíficamente como su cultura y productos o militar y colonial-
mente en las zonas más atrasadas o menos desarrolladas. Un deseo de aventuras se
apoderaba de la juventud francesa.
Por otra parte, en aquellos años la economía del país vasco-francés era bási-
camente agrícola , existiendo multitud de medianas y pequeñas propiedades agríco-
135 dicielltemente trabajadas. Lógicamente también se desarrollaban actividades
.:-o merciales complementarias.
Dado que las familias vasco-francesas tenían numerosos hijos y que las pro-
. piedades se heredaban preferentemente por el sistema del mayorazgo , a muchos
jóvenes se les hacía estrecha su tierra y anhelaban viajar.
42
guerra francés D'Entrecasteaux estuvo tondeado en los puertos de Corral y Lebu .
Más curioso resulta saber que ese fue el buque que trajo a Orelie secretamente en
su segundo viaje.
Tras el "exilio final de su Majestad Orelie Antaine 1" a Francia, se dedicó allí
a publicar libros y revistas sobre la Araucanía, en los que defendía sus derechos
reales sobre las tierras de la Araucanía y Patagonia.
Muchas de estas historias de ese lejano y exótivo Chilí llegaban a oídos de los
vasco-franceses, aumentando las inquietudes de aquellos de espíritu joven y em-
prendedor.
Además todo esto era forzado por folletos publicitarios y carteles distribui-
dos por la Agencia General de Colonización de Chile en Europa, abierta en París
por el Gobierno de Chile el! O de octubre de 1882.
Pero lo que más los entusiasmaba eran las cartas que enviaban algunos que ya
habían partido a esas tierras. Algunas familias como la Duhart y la Etchepare ya
habían visto alejarse a algunos de sus hijos hacia las tierras de la Araucanía.
Ad emás, a los vasco-franceses ese lejano Chilí no debía resultarles muy extra-
ño , ya que hacía más de trescientos años que vasco-españoles estaban emigrando a
ese país y sus descendientes dominaban en la aristocracia política y económica de
Chile.
Paradojalmente , a pesar de que los vascos han sido muy apegados a su terru-
ño , a lo largo de la historia se ha transformado en grandes emigrantes.
43
del himn o (jU lo' l' 1 poe l:1 Ip Ll rraguinrrt! dedicó al lege nd ario roble d e G ué mi c:1 tam -
bi én resullle el esp íritu pio ne ro y colonizad o r d e la raza vasca :
Los vasco-franceses que iban llegando en esa época se fuero n instalando prin-
cipalmente en los nuevos territorios de la Araucanía , en especial entre la Cordille-
ra de Nalhuelbuta y el mar. Cañete , Lebu , Los Alamos y otros lugares cercanos
eran los preferidos. Algunos se quedaron en la zona d e Concepción y otros se fu e-
ron mucho más al Sur, hacia La Unión y Osorno .
Por esos años los cuatro principales caciques aliados del gobierno, que habita-
' ban la región cañetina eran Hueramanque, Juan Mariñán, Juan Polma e Ignacio
Lepiñanco .
44
De acuerdo a un Decreto del 29 de marzo de 1860, emitido en Santiago por
el Presidente de la República don Manuel Montt, estos caciques fueron designados
Gobernadores de sendos distritos comprendidos entre los ríos Pilpilco-Lebu por el
Norte y el Río Tirúa por el Sur.
Entre ellos había todo tipo de personas: elegantes señores, humildes campesi-
nos, comerciantes , artesanos , aventureros y salteadores.
4S
En la ti erra caiietina. el1 donde ahora se hab la mapu che, caste lla no. fran cés y
\·asco. los le nguaraces o trad uc to res so n personajes muy so lici tados .
Los primero años de co lo ni zac ió n fueron difí cil es y con resu ltad os poco
ale nt ado res. Esto e claramente cap tado por el esc rit o r e in vestigado r franc és J ea n
Pierre Blancpa in , quien man ifi est a lo sigui ent e:
Una ava nzada al mand o d e l Capitán d e Mili cia s José Lui s Aguayo se trabó en
co mbat e co n los mapu ch es qu e venía n de m ás al Sur , en Loncotipai , a l Sur d e
Tirúa . El ot ro com bate se de sarrolló en Relún , donde un a co lumna a l ma ndo d el
Teniente de Gu ardias Cívi cas Patricio Rojas derrotó a la s fuerzas del Caciqu e
Cayupi.
46
mendy, Ganderats, Harismendy, Hiriart, Hiribarren, Irazoqui, lriarte, lrigoyen ,
Jaureguiberry, Lasserre, Lafontaine, Larroulet, Lascorret, Larret, Manchot.
Mendiboure, Montory, Otondo, Pierry, Pouchucq, Petit-Larrent, Salaberry ,
Vicenty, etc.
El primer vasco-francés que llegó a la región cañetina fue don Pedro Etche-
pare, en el año 1870.
Pareciera ser que la Cordillera de Nahuelbuta, con sus cerros, valles y loma-
jes aledaños, dotados de un clima marítimo templado, les recordaba gratamente
sus lejanas tierras pirineicas.
En un sentido más amplio, la relación de los vascos con esta región comenzó
ya hace más de cuatrocientos años. Cuando el toqui Lautaro y sus fuerzas mapu-
ches destruyeron el Fuerte Tucapel a fines del año 1553 , pocos días antes de la
Batalla de Tucapel y de la muerte del Conquistador de Chile don Pedro de Valdi-
via, quien dirigió la desesperada y finalmente inútil defensa del fuerte, fue su Capi-
tán don Martín de Ariza, un aguerrido oficial vasco-español.
Este rudo deporte , que requiere gran estado físico y agilidad por parte del
jugador se practicaba en el frontón cañetino con la modalidad del uso de la chiste-
ra. Esta es una cesta cóncava de mimbre , con un guante de cuero incorporado al
extremo , que permite recibir e impulsar la pelota contra el frontón a muy alta
velocidad. La chistera hab ía sido creada y desarrollada en el pa ís vasco-francés a
mediados del siglo XIX .
47
En general , y a diferencia de otras colonias ex tranjeras , los franceses y vasco-
franceses no constituyeron grupos demasiado cerrados, integrándose rápidamente
sus miembros a la cultura y vida nacionales . Por cierto que recordaban orgullosos
su origen y mantenían antiguas tradiciones y costumbres traídas desde Francia ,
parte de los cuales también transmitieron a las familias chilenas.
Curiosamente, a fines del siglo pasado y a comienzos del act.ual, los mapu-
ches preferían por lo general ser clientes y hacer negocios con los establecimientos
comerciales de los vasco-franceses y franceses. Parece que el recuerdo ancestral de
las guerras de Arauco contra los españoles y de las no tan lejanas campañas de
Pacificación por parte de los chilenos, los hacía desconfiar de los huincas y de sus
tiendas.
I
Dado este contacto comercial directo , era común hacia fines del siglo pasado
y comienzos del presente, que jóvenes vasco-franceses que eran empleados de las
tiendas y establecimientos comerciales de propiedad de sus padres o patrones, ade-
más del francés y castellano, aprendieron a hablar en idioma mapuche.
48
· , A fines del siglo XIX yen' el primer cuartO' del siglo actual, la influencia de
los vasco-franceses, franceses y sus descendientes era grande en la región cáñetina.
El Club Deportivo Comercio , formado básicament~ por los hijos de los' vasco-
franceses y franceses tenía destacada actuación en competencias de fútbol y atle-
tismo . Curiosamente este Club debió ser disuelto voluntariamente por sus miem-
bros hacia 1925 , ya que sus continuos triunfos en las canchas provocaba una irra-
cional reacción de muchos espectadores, chilenos de origen español, en contra de
los gringos. (Expresión con que se designaba y se continúa llamando en la región
cañetina a los vasco-franceses, franceses y a sus descendientes).
Por otra parte , los lazos afectivos con Francia seguían fuertes entre los hijos
de los vasco-franceses y franceses. En muchos casos, varios de estos jóvenes fueron
llevados a educarse en Bayona , principal ciudad del país vasco-francés. Además,
diarios y revistas franceses llegaban periódicamente a los hogares cañetinos de los
miembros de la colonia.
Ha sta hoy perduran tales procedimientos y rec~tas que hacen que las cecinas
de la regió n cañetina sea n muy apetecidas, siendo claramente diferentes en gusto a
las cecinas de origen español que se producen en la zona central y a las alemanas
de más al sur. En general , la influencia cu linaria de los vasco-franceses y franceses
todavía perdura.
Las actividades culturales tampoco les eran ajena~. Los hijos de los franGeses
49 .
y vasco-franceses eran el alma y motor de grupos de música y teatro qu e por aque-
llos años desarrollaba la juventud cañetina.
Un hecho curioso que resume la gran influencia que tuvo por aquellos años la
colonia francesa y vasco-francesa en Cañete , es que el 14 de julio , día na cional de
Francia , era en la región un día tan importante como el 18 de Septiembre. El
comercio cerraba, se orga nizaban fiestas , en las casas de los miembro s de la co lo-
nia se enarbolaban ambos pabellones tricolores, azul , blanco y rojo y el Orfeón de
Cañete recorría las calles tocando La Marsellesa y la Canción Nacional.
Finalmente tras el paso de los años los hijos y nietos de los vasco-franceses y
franceses que fueron llegando en aquellos lejanos días, se incorporaron pl enam en-
te a la nacionalidad chilena , repartiéndose por todo el país. La boina vasca de los
abuelos se transformó en un sombrero de huaso en los nietos , mientras que en
Naahuelbuta aún se escuchan los sones de trutrucas y kultrunes.
El autor, cañetino y nieto de vasco-francés, realizó este trabajo en base a antecedentes tan dispares
como experiencia e investigación personal, tradiciones familiares transmitidas oralmente por padres, tíos y
abuelos y con el apoyo de la bibliografía que se cita a continuación:
CHANOINE J .B, DARANA IZ. CUriosistes du Pays Basque (Tome 1 et Tome 11). Librairie Lasserre,
1927, Bayonne.
FERNANDEZ·PADRAL, PEDRO XA VIER. Linajes vascos y montañeses en Chile. Talleres Gráfico s
San Rafael, 1930, Santiago .
CAMPOS MENCHACA, MARIANO JOSE SJ . Nahuelbuta. Editorial Francisco de Aguirre, 1972 ,
Santiago.
N.N. Crónica Militar de la Araucania (Tomos 1 y 2). (Publicación de fines del siglo XIX o de comienzos del
actual).
MONTORY G., FRANCISCO J. De los Pirin eos a Nahuelhuta (Biografía de Pedro Montory Athens) .
1985 .
. BLANCPAIN, JEAN-PIERRE. [,os alemanes en Chile (1816·1945). Colección Histo-Hachete, 1985 .
50'
EL EXILIO DE LA FRAGANCIA RESQUEBRAJADA
O UNA REFLEXION EN TORNO A LA ANTROPOLOGIA
JUAN CARLOS OLN ARES TOLEDO *
Motivado por claros designios que nacieron conmigo, sin hacer mucho caso a
las tendencias intelectuales de la antropología del presente, ayudado por mis hu-
manas fuerzas, todavía apuntaladas con Lorazepan 2 mg, Amitriptilina 25 mg,
Meleril 100 mg y Carbonato de Litio 300 mg, todas bestias de la química de nues-
tros días y todas las noches, fármacos necesarios para el antropólogo viajero que
después de recorrer los inconmensurables círculos de las eternidades reales y tam-
bién las irreales, retorna a este mundo que se fragmenta irremediablemente, para
advertir. junto con Nietzsche que , quien sigue estos caminos particulares no se
encuentra a nadie por ellos /. ..1, nadie acude a auxiliarle; él solo tiene que librarse
de todos los peligros, de todos los azares, de todas las maldades y de todas las tor-
mentas que sobrevengan 2 , así, horrendamente solo y con mucho amor, sin gran-
des fronteras que detengan mi creación antropológica y con la sabiduría casi silen-
ciosa de Black Bird Crow, mi maestro en estos menesteres inmensos y complejos
de la antropología y la vida toda , rasgando él las penumbras con sus patas de pája-
ro , abriéndole paso a una claridad ~alvaje , cuyo resplandor nunca me cegará que
nunca me impedirá ver, le entregué significados arrancados al mundo a unas pala-
bras sueltas, sin más destino que morir ellas en el olvido de la insignificancia y dí
origen a Prácticas alucinógenas entre los moradores de la Cordillera de la Costa 3
mi primer intento de relato etnográfico publicado después de ese largo viaje deli-
rante y con el gran pensador alemán, de hoy y siempre , quiero deciros. en efecto .
amigos. lo que hada allá abaja , quiero deciroslo en este prólogo tardío. ya que he
vuelto y he salido del pas0 4 • Buscaba la verdad antropológica, no la verdad parti-
dista del militante , del creyente o del simpatizante, ni siquiera la filosófica, mucho
* Licenciado en Antropolog ía. Univer sidad de Chile. Huanhualí 291 , Villa Alemana .
51
menos la periodística y allá abajo , entre las grietas azules de la realidad descubier-
ta , sólo encontré realidade s culturales, una carencia etnográfica y la ausencia de la
antropología y tuvimos que señalar la necesidad estricta de propon er una nu eva
forma de relaro etnográficos. Indiscutiblemente , no pretende ser una nueva etno-
grafía. La historia del desarrollo de la antropología americana y europea , el bison-
te blanco de una gran mayoría de los antropólogos chilenos, está saturada de ten-
tativas que pretendieron generar una nueva etnografza 6 • Tentativas fracasadas qu e
aportaron poco y nada al desarrollo de la disciplina . Por el contrario , generaron
confusión y oscurantismo. Abrieron caminos que no llegaron a part e alguna. Des-
. de ese instante, todo ha sido un recomenzar. Por eso, no pretendemos serlo ni
considerarnos, en el momento de las evaluaciones y recuentos hi stóricos , como
una tentativa más en el esfuerzo de generar una nueva etnografía. Prim ero, debe-
mos dar los pasos requeridos para crear una etnografía chilena. Carecemos de ella.
Muchos de los informes etnográficos que preparan los antropólogos chilenos son
similares a la tradicional composición que debe realizarse , en los colegios del país ,
cuando los alumnos vuelven a clases, en nuestro especial mes de marzo , en la asig-
natura de Castellano , titulada , ¿Qué hicimos en el verano? No es nuestra intención
desmerecer a los escolares. Para ser justos, no hay necesidad d e aiíadi.r que, a este
respecto , cualquier trabajo de campo cientIfico está muy por encima del m ejor
logro amateur, / ... / no hay duda, Malinowski no estuvo nunca en Chile / ... / sin em-
bargo , hay un punto en que ha menudo sobresalen. Se trata de la descripción d e
los rasgos ¡'ntimos de la vida indz'gena, de la capacidad para hacernos llegar estos
aspectos con los que sólo es posible familiarizarse a través de un estrecho contacto
con los indz'genas, cualquiera sea la forma , durante un largo perz'odo de tiempo 7.
Por eso , un primer paso , el movimiento primordial hacia la creación , consiste en
proponer una manera diferente de escribir el relato etnográfico , cuyo propósito es
lograr entregar el material cultural de problemátic.as espeCIficas en la dinámica de
los estilos de vidas , siempre y cuando , este material cultural o data cultural se
haya logrado conseguir mediante un acabado y sistemático trabajo de campo jy
asz'j el lector pueda estimar con precisión , de un vistazo , el nivel de trato personal
que el autor tiene con los hechos que describe y hacerse una idea de en qué condi-
ciones obtuvo la información d e los indz'genas 9 • No es relato de una novela , reali-
zado por un escritor o un escribidor (esto último para no enojar a Vargas LI~sa).
Sin duda , de ellos, de los escribidores y otros demonios de la palabra tenemos
mucho que aprender. Acotamos que, la extrema especialización de las disciplinas
universitarias conduce generalmente a la formación de trabajadores a destaja que
se condenan ellos mismos a redactar minuciosas, sabias pero ilegibles monogra-
f¡'as JO , de esta forma, una especie de resentimiento parece surgir en estos medios
sabios que testimonian hacia lo que llaman literatura, un desprecio concentrado
que no es más que - Nietzsche ya lo habla notado- una forma sofisticada de ren-
cor o de envidia ll • Yo no tengo grandes rencores ni envidias sofisticadas, por eso,
no desprecio en su totalidad a la literatura y aún más, me siento un poco poeta y
el poeta , es el guardián del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejo-
res 12 • Sin embargo , esto debo decirlo, no me agradan algunos representantes de
ciertas generaciones literarias chilenas, sobre todo, aquellos que buscan desespe-
radamente la universalidad y el cosmopolitismo y otros ismos obscuros. En gene-
ral , estas tendencias se sustentan sobre un desarraigo profundo y una carencia de
52
sentido histórico 13 . Aclamados. como el grupo rock Los prisioneros y toda la mal-
dición de malinche que se nos vino encima cuando el caballo viejo y flaco de
Diego de Almagro cruzó despavorido los desiertos norteños en donde siglos más
tarde, ahora, pastan y balan las ovejas del poeta Raúl Zurita, el único descubridor
del Desierto de Atacama, esa noble tarea de peregrinos que estaba incluida en el
destino de los arqueólogos. A veces, como alucinaciones, escuchamos el relato de
la visión de otro peregrino, José Berenguer, rodeado por el aliento denso, obscuro
del encuentro . Mas, a pesar de estos susurros, ¿dónde están los arqueólogos? En-
tonces, una nueva forma de escribir el relato etnográfico, es la construcción de un dis-
curso sobre y acerca del material cultural, esas desconocidas cosas tangibles e in-
tangibles, esas ausentes realidades de los estilos de vida, que nos son ajenos y con
las cuales trabaja la antropología, y que se constituyen en problemática antropoló-
gicas específicas cuando, discriminando la diversidad, profundidad y complejidad
del fenómeno cultural en base a arbitrios previamente establecidos y definidos , el
antropólogo decide dedicar su atención sobre algunas de estas problemáticas. Es
un hecho certero , al definir una problemática antropológica , hemos delimitado la
realidad. Sin embargo, a pesar de haber delimitado la realidad , sosteníamos en
nuestro artículo que, los estilos de vida están envueltos en la realidad tota[14 . Una
muchacha dijo , esa realidad eterna y todo lo que ella significa va junto o está in-
serta dentro de un todo aún mayor 1.../ es un todo Universal que incluye lo espiri-
tual y material que nuestro mundo es l ../ abarca al Hombre en toda su magnitud
y también la naturaleza l ../ abarca desde el más profundo sentimiento hasta la
densidad más desconocida 15 • Aquí, como dijo un poeta al volver del viaje, la reali-
dad secreta brillaba como un fruto maduro 16 • Al mirar más allá de las fronteras
reales de su objeto de estudio, el antropólogo, descubre que ese objeto continúa
encadenado a la inmensidad eterna de la realidad total y se horroriza, y siente
miedo cuando se percibe él mismo también prisionero de aquella realidad total ,
sin poder, pese a sus esfuerzos intelectuales, colocar una distancia real entre él y el
objeto. Si su actitud, frente al hecho' de ser un habitante involuntario o volunta-
rio de ese océano eterno, quizás por culpa de las tendencias intelectuales contem-
poráneas que le susurraron al oído que se podía establecer una distancia real entre
él (sujeto) y la problemática a investigar (objeto); cambia, después de mucho
sufrir, podrá liberarse y no dudamos que su trabajo será más veraz, más antropoló-
gico y fundamentalmente, más humano. Entonces, de manera brutal , para espan-
tar a las polillas y los escarabajos, establecemos que la categoría antropólogo-
estilo de vida (sujeto-objeto) es l ../ una unidad indivisible dentro del universo real
total 17 • Decir esto, .es un acto ' heroico 1.. ./ desmitifica a los antropólogos que pre-
tenden manejar una problemática o fenómeno cultural y los pone en su lugar l8 •
No abandonamos nuestra posición. La realidad total es una realidad eterna y
rodea a los estilos de vida y al antropólogo. De esto se desprende que, la única
verdad es que la antropologia estudia estilos de vida y sobre eso deb emos centrar-
nos l9 • Este camino, entrega al antropólogo, un marco guia semejante a un papel
blanco cuyo margen está lleno de sabiduria']J) . La etnografía a crear, sustentada en
estos principios e ideas, es todavía una etnografía sin definición , sin nombre , es
una bandada de palomas ciegas lanzadas al misrerio 21 • ¡Venid a mirar cómo
vuelan los pájaros guiados por la fragancia de la realidad! ¡Mirad!
53
Desde su naclnllento . la antropología, al pretender estudiar los estilos de
,'id a. e ha relacionado e. trecha y vitalmente con los viajes. Aquí, el acto mismo
del Jliaje etnológico supera la simple naturaleza del viajen . El viaje ya es algo más
que un ir y venir sin sentido . Ll evan al hombre desde el manantial de su propio
estilo de vida hasta las vastedades obscuras, desconocidas, mágicas y misteriosas
de otro estilo de vida, su preocupación fundamental y su razón de ser. Desde sí
mismo el antropólogo viaja a la otredad de una realidad que había permanecido
ausente . Es un peregrino que busca similitudes y diferencias, su estilo de vida .
Con él a cuestas va a todas partes. Mas, algunos antropólogos que se creen listo s,
niegan que su estilo de vida , esas diferencias y similitudes puedan tener injeren-
cia en el trabajo antropológico. Estas perso nas , llegan a manifestar, públicamen-
te y sin verguenza que ellos han asumido sus prejuicios y suspendidos los juicios,
como si esta actitud y posición fuese suficiente para realizar un trabajo veraz,
completo, profundo y fundamentalmente objetivo. Esto último , pareciera ser la
razón profunda de su trabajo, mucho más que los aspectos descriptivos y explica-
tivos en el proceso de conocer los estilos de vida. Entonces, la objetividad del tra-
bajo , la investigación y la docencia , es efecto de la asunción de los prejuicios y la
suspensión de los juicios. A fuerza de buscar una objetividad que pareciera no
existir en la realidad, el antropólogo abandona juicios y prejuicios, vacía sus con-
tenidos mentales y se convierte en un desarraigado. Entre estos peregrinos extra-
viados encontramos al antropólogo infiltrado por la psicología, el poseído por la
contracultura, el planificador que sobrevuela la realidad a 3.000 pies de altura y
otras bestias que no es necesario, todavía, identificar. ¡Mirad a vuestro alrededor!
Otro grupo de antropólogos que se consideran aún más listos, niegan que los
marcos teóricos y metodológicos que utilizan en su labor antropológica , tengan
ingerencia en la definición sustancial de los significados ocultos y ausentes de la
realidad trabajada. Estos antropólogos, que abandonaron el ámbito de la creación
(en tanto la hayan intentado en alguna oportunidad) de nuevas directrices en
busca de la verdad antropológica y se cobijaron bajo el techo descolorido de los
libros de teoría y metodología, están por ahí, diseminados sobre la delirante geo-
grafía de nuestro territorio , aferrados a la ciega convicción que les proporcionan
sus teorías y métodos, y el apoyo condicional de verdaderas transnacionales del
conocimiento científico, norteamericanas, europeas del Este y el Oeste y algunas
"tercermundistas", cuyos científicos han reiterado la prueba de tales teorías y mé-
todos, generalmente en nuestros tercermundistas países, acción imitada por nues-
tros antropólogos hasta la saciedad y sin siquiera plantear una innovación o alguna
crítica renovadora, incluso, muchas veces, la acción imitada es hecha de manera
defectuosa e incorrecta. Estos antropólogos, sin oponerse a la multinacional ,
gozan de buena salud y de regulares rentas. Ellos sostienen y se consideran buenos
científicos y que sólo ellos lograrán el ansiado (por todos nosotros) desarrollo de
la antropología chilena. Inmersos en una escatología homogeneizante, desarrollis-
ta, inclusive un poco mesiánica, se nutren del deseo de la universalidad. Sin embar-
go, esto no es más que el reflejo de un profundo desarraigo. En este grupo , encon-
tramos antropólogos atrapados por ideologías políticas y religiosas, fundamental-
mente. Aves raras que han hecho de la obscuridad, su reino. Las posiciones descri-
tas anteriormente, que representan extremos, suelen presentarse, algunas veces,
S4
(~ t!zcladas. A pesar de este esfuerzo integrador, han fracasado, a igual como han
tracasa~o al actuar independientemente. El fracaso no ha sido reconocido. ¡Yo 10
denuncIo en este momento! ¡Por qué tan duro!, dijo en otro tiempo el carbón de
co cina al diamente; ¿no somos parientes cercanos?23 . Duro con los ~ ntropólogos ,
porque dejaron de lado la realidad y porque ven la categoría antropólogo-estilo de
vida como una unidad divisible dentro del universo real total. Su trabajo es un
quehacer desarraigado y por lo tanto , carece de significación (en el sentido de im-
portante) en el logro del relato (principalmente) y la explicación de fondo . A ellos
les digo , haciendo mías las palabras de Nietzsche , los creadores son duros, en efec-
to /. . ./ y una bienaventuranza tiene que pareceros el imprimir vuestra mano sobre
milenios como si fuesen de cera /. . ./ sólo lo totalmente duro es lo más noble de
tod0 24 • La literatura en cambio , al contrario de la antropología , de los antropólo-
gos, no han dejado de lado a la realidad eterna. He ahí, los ejemplos de relato que
significan El reino de este mundo de Carpentier, Cien años de Soledad de García
Márquez y Los trenes de la noche, un poema largo de Teillier Sandoval, para nom-
brar uno de los nuestros, tal vez , el mejor. Aquí, también recordamos a Barquero .
55
creación haga justicia al trabajo de Gusinde. Esto tardará un tiem po . Nuestro
arqueólogos, si exceptuamos a M. Masson e, sólo tienen ojos y aliento para el
desierto nortino y (María Eugenia Solari acompaña a) los franc eses sólo vienen
una vez al ai10 a Patago nia (Carlos Ocampo nos ha prom etido una po esía sobre la
mu ert e de Tenenesk). El sentimiento de ausencia, genera un giro en Gusind e, cam -
bio que se manifiesta en su relato et nográfico . Pregunta , ¿en dónd e están los hom-
bres fu ertes, las mujeres de presencia gallarda y hermosa, la alegre juventud ... :'
¿Dónde las mozas que buscaban marisco en la play a y los jóvenes qu e se adiestra-
ban en el manejo del arco ? ¿Dónde los cazadores y sus familias ?27 . Se responde.a
sí mismo y dice , ¡Pereciero1l .. .! ¡Están anonadosj28. ¿La causa d e esta ausencIa
verdadera?: Gusinde responde nuevamente , 1.. ./ esta obra de d eso la ción no la co n-
sumó ni la peste ni la guerra, sino el roce con los blancos y la codicia de los CÍJ'ili-
zados 29 • Este sacerdote cristiano y etnógrafo , contemporáneo de Malinowski ,
ambos separados por miles de kilómetros y todas las vastedad es culturales que la
distancia cobija , inicia su labor etnográfica en las tierras australes el día 8 de
diciembre de 1918 30 . En octubre de ese mismo año , Malinowski nos dice qu e, ob-
tiene información de un cierto número de indz"genas Dobu y d el distrito meridio-
nal de Massin (interrogados en Samarai)31. Este polaco peregrino señala , también
ca me tz', una y otra vez , faltas de cortes(a que los ind¡genas, bastante familiarizado's
conmigo, no tardaron en seiíalarme /. . ./ tu ve que aprender a comportarme y, hasta
cierto punto, adquirz' el sentido de las buenas y malas maneras indígenas /. . ./ y fu e
gracias a esto, a saber go zar de su compañza y a participar en algunos juegos y
diversiones, como empecé a sentirme de verdad en contacto con los indzgenas /. . ./
y ésta es ciertamente la condición previa para poder llevar a cab o con éxito cual-
quier trabajo de camp033. Por otra parte, el cura errante, Gusinde , dic e, /. . ./ nun-
ca el extranjero podrá adaptarse por completo a las costumbres y modales de un
pueblo , si no se presenta a él asimilándose todas las peculiaridades y la idiosincra-
sia de ese mismo pueblo /. . ./ y si no se amolda a su sentir con el fin d e nivelar las
diferencias esenciales de la resp ectivas culturas, nunca jamás puede conseguir el
extranjero la confianza de un pueblo , indolente a su presencia e indiferencia a sus
intereses científicos 1. ../ sin la explotación de la confianza absoluta del indz"gena,
cualquier trabajo o empeño qu e se haga en este sentido , quedará sin resultad0 33 .
No hay duda , Martin Gusinde y Bronislaw Malinowski están hablando de lo
mismo . El éxito del trabajo etnográfico se sustenta en la capacidad de poder ser el
otro y el viaje antropológico permite que éste pueda transformarse hasta ser el
otro. Este en aquél. Así, el descubrimiento del otro nos obliga a cambiar nuestro
ser 34 • Ante la ausencia que comienza a ser presencia cuando el peregrino arriba a
su destino . no hay otra posibilidad que ser como ese otro, si no , el desarraigo ,
realizará su trabajo hasta aniquilar al viajero y sin éste no es posible la etnografía .
Si no se logra ser el otro, se confunden todos los caminos y es posible que nunca
se logre encontrar ese por el cual se retorna a casa . Mas, antes de convertirse y ser
el otro, el antropólogo debe vencer al vacío. Allí, en aquella lucha salvaje, se en-
cuentra algo asi" como un shock existencial sin el cual nQ hay experiencia antro po-
lógica 35 . Atravesar las puertas de la realidad eterna es el sacrificio que el antropó-
logo ofrece para aplacar las fuerzas que quieren llevarlo lejos de sí, aquel cambio,
muchas veces tormentoso, que le permite ser otro, encontrar arraigo. El cambio de
estilo de vida como ofrenda, una entrega llena de soledad. Inmerso en una eterni-
dad que no puede ser segmentada y dividida. cada vez que se siente a sí mismo se
56 .
siente como soledad 36. Entonces, sentirse solos posee un doble significado: por una
parte consiste en tener conciencia de sí, por la otra, es un deseo de salir de sí37 • Este
deseo de salir de sí, transforma a éste en aquél, a Martin Gusinde en Ventura Tene-
38
nesk yen ese instante, ya puede decir, me he amoldado a ser tan íntimamente que
he sentido con ellos y como ellos 39 • Igual hecho intenta manifestar y decirnos Mali-
nowski: poco después de haberme instalado en Omarakana (Islas Trobriand),
empecé a tomar parte, de alguna manera, en la vida del poblado, a esperar con im-
paciencia los acontecimientos importantes o las festividades, a tomarme interés
personal por los chismes y por el desenvolvimiento de los pequeños incidentes
pueblerinos; cada mañana, al despertar, el día se me presentaba más o menos
como para una indígena~ . El antropólogo como ofrenda es la transformación del
hombre en otro hombre, motivado por la soledad que lo impulsa a derrotar el
vacío para buscar así, en la ausencia, distintos estilos de vida en donde poder ser
otro. De fondo, en esta idea , están el viaje y el arraigo como factores fundamenta-
les de la acción etnográfica. El desarraigo impide el trabajo etnográfico. El antro-
pólogo como peregrino posee el destino mágico de ser otro. De encontrar en un
lar diferente un nuevo mundo donde habitar. Allí están todos los significados
ausentes. La búsqueda parece terminar. Entonces, la propuesta de una nueva
forma de encarar el trabajo etnográfico y su relato , nace fundamentalmente , desde
el vacío fértil , ese vacío que un esquizofrénico no puede derrotar y cuya expresión
es el desarraigo total de la realidad , sin ninguna posibilidad de poder volver a in-
gresar a ella. Vacío fértil como consecuencia de un deseo profundo de ser antro-
pólogo. Como dice Hui Neng, desde el principio ninguna cosa es 41 y , aunque la
greda puede ser moldeada en un jarro , la utilidad del ja"o reside en lo que no está
allí~. Allí donde no hay nada , donde todo pareciera estar ausente, está todo. En
la ausencia está la presencia. Sólo es necesario buscar y en esta búsqueda hay que
renunciar, sacrificarse, ser ofrenda , caminar en el vacío para surgir desde la otra
realidad tranformado en otro, habitando el lar, la tierra. Ahora, sobrecogidos,
envueltos en las penumbras aún heladas que presagian la nueva madrugada , espera-
mos que nuestra propuesta colabore para que nuestra olorosa antropología chile-
na, pueda volver rápidamente a la realidad eterna o como le hemos llamado , la
real realidad. Su mediodía, la altura que Gusinde , sin saberlo, mostró. Sin duda ,
quisiéramos contar con las rabietas del distinguido y polémico Marvin Harris ,
quien , está profundamente aburrido de leer monografías etnográficas. Sin embar-
go , él no sabe que yo existo . Deberé conformarme con quienes están aún en casa.
Entre éstos, también existen personajes aburridos , como Harris, de leer relatos
etnográficos, de esos que hacemos acá, profundamente modestos. ¿Cómo han po-
dido leer tan poco en tanto tiempo? Son los celacantos, fósiles vivientes que habi-
tan la profundidad opaca de las aguas de la ignorancia , herederos del natura1ism~
colonialista que pretenden morir con gloria , después de haber disfrutado de una
tibia jubilación. De hecho, existe una mentalidad de los grupos cientlficos que los
sociólogos nunca han estudiado y que merece una particular atención puesto que
da forma a un sistema de valores medios que recollocen los gobiernos y los esta-
dos l ..! esta mentalidad define también las normas de una ciencia mediocre
q/le no perturba las normas establecidas, que no hace hablar de ella , que no moles-
ta por talento: la acumulación de conocimiento 43 • Nosotros , los que miramos a la
57
tierra , queremos cambiar la historia. ¡Que no sea necesario repetir la denuncia de
Martin Gusinde! Entonces. el alarido tremendo en la noche, ¿qué significa?
58
creen, tengo una foto, otra y aún otra más, tengo mi memoria que casi no conoce
olvido, mi diario de campo, aunque a veces todo parece haber sido un sueño un
delirio , sin embargo, lúcidos después del retorno, sabemos que toda ausencia bus-
ca refugio alrededor de las mismas realidades abandonadas, sin obligación el cre-
yente en Huentiao abraza la muerte y con ella, sobre una sombra divina, rumbos
del mar se va, al fallecer y para él, las cosas de la realidad bruscamente desapare-
cen y, a pesar de los susurros del ave, debo relatarle la presencia de la quila , la
murra , la mosqueta, el pasto ballica, el trébol de enanas flores azules, margaritas
blancas desparramadas en la vastedad de la pradera y aquí no acaba el relato, ahí
están el panguí , la chilla, la huiña , el chingue, el ratoncito lanoso y de los emplu-
mados , el churrín , el fío fío , el chucao y el huet huet y , el difunto, en ese instan-
te me hace callar, es 10 de noviembre, ya llegan los parientes con muday , con
chicha de manzana , de arveja, miltrines, carne de oveja vieja , tabaco y ramos de
ordinarias flores porque las tierras erosionadas de los indígenas ya no pueden parir
una bell eza grandiosa y colorida , aun así, aquí nada se marchita , la vida y la muer-
te retornan eternamente y ahí yo , en el atardecer, entre las sepulturas, tendido
boca arriba bajo la lluvia, azotado por el viento , por la boca me salen sueños y por
los ojos me salen los ramajes espinosos del latúe 46 y por las manos sangre y , en el
cuajarón de sangre transparentada y sus profundidades , el viento despliega la vasta
envergadura de sus alas eternas y todo mi cuerpo se llena con esa cosa horripilante
que hay en el viento y que está en el hombre también: el espíritu de la muerte.
Ahora , salto sobre los charcos y dejo mis huellas tibias en el barro oloroso ,
corro tras las palabras que todo no lo dicen y, una vez más , intento relatar mi pro-
puesta antes. que el mundo acabe. No olvidemos ninguna tragedia . Mientras el tañi-
do desgarrado de nuestra conciencia sea un sonido real , la tarea del antropólogo
debe continuar 47 • La búsqueda de las ausencias no debe ser abandonada.
59
¡Dios ha muerto !So . El hombre está enfermo SI • La voluntad de la nada , el
nihilismo. está aquí. Somos nosotros , los nihilistas, todos nosotros, qu e el domin-
go creemos en Dios, qu e hacemos uso de las diversiones masivas, del tiempo libre
organizado por los otros. para no ser devorados por el horroroso'aburrimiento d e
una vida que no quiere nada s2 . Consecuencia de una falsa interpretación acerca de
la existencia humana. la bestia milenaria , cobra tremenda forma e intenso movi-
miento , viva emerge desde los cañaverales de la mentira y, en nuestra realidad , nos
atemoriza y desgarra por entero. Aquí , en un mundo miserable , el nihilismo no es
consecuencia de la miseria . La miseria no impugna nada. Sólo en la interpretación
concreta, cristiana acerca de la existencia' humana , descansa el nihilismo s3 , Aquí ,
la locura de milenios es la interpretación idealista del hombre y del mundo 54 . El
nihilismo significa que , los valores supremos han perdido su crédito j. .. / falta el
fin /. ..! falta la contestación al por qué ss . Así, el universo nos parece desvaloriza-
do, falto de sentido S6 • Tal carencia es consecuencia del desplazamiento del centro
de gravedad, que ya no está en la vida , sino en el más allá, en la nada y se le ha
hurtado a la vida carácter de centro de gravedad s7 • Entonces, ese odio contra lo
humano , más aún, contra lo animal, contra lo material, esa repugnancia ante los
sentidos, ante la razón misma, el miedo a la felicidad ya la belleza, ese anhelo de
apartarse de toda apariencia , cambio, devenir, muerte, deseo , anhelo mismo
- ¡todo eso ~ignifica , atrevámonos a comprenderlo-, una voluntad de la nada , una
aversión contra la vida, un rechazo de los presupuestos más fundamentales de la
vida, pero es, y no deja de ser, una voluntad ... ! Y repitiendo al final lo qu e dije al
principio: el hombre prefiere querer la nada a no querer.. , 58 . En este atardecer
frío y lluvioso , bajo cuyo amparo creamos, lentamente , nuestra propuesta , Nietzs-
che nos acompaña y mientras escribo, puedo verle calentar sus manos , incompara-
blemente bellas y noblemente formadas 59 , en la estufilla que también entrega
calor a mi cuarto. Desde el pasado se desprende su voz y se nos anticipa y dice, la
humanidad no representa una evolución hacia algo mejor, o más fuerte. o más
alto , al modo como hoy se cree eso /. ,.; el progreso es meramente una idea moder-
na, es decir, una idea fa Isa 60 • En este instante, asoma frente a nuestros ojos, cuan-
do la misma lluvia de siglos cae otra vez sobre la ciudad , la tremenda fuerza del
mensaje del solitario de Sils-María y ya no de él, las palabras dicen la vida misma
es para m( instinto de crecimiento, de duración, de acumulación de fuerzas, de
poder: donde falta la voluntad de poder hay decadencia / .. .! y a todos los valores
supremos de la humanidad les falta esa voluntad 61 • La consecuencia es que, son
valores de decadencia, valores nihilistas los que, con los nombres más santos, ejer-
cen el domini0 62 • Así, sólo los valores superiores son eternos y, por consiguiente,
realmente reales 63 • ¡Mirad! ¡De estos valores está hecha nuestra realidad total,
nuestra realidad eterna, la real realidad que rodea a los estilos de vida y al antro-
pólogo!
60
solamente que su pensamiento era un pensamiento serio y que le obligaba a él
mismo 64 • Nos obliga , a pesar de todo dolor.
Entonces, ¿qué hay en los vientos, Mao Tse Tung? Ustedes, todos aquellos
que se parecen a Mao, incluso los otros, los que aborrecen a Mao, ¿qué hay en los
vientos? No me contestes Mao, permanece en silencio, acomódate en tu tumba y
escucha con atención, como si escucharas el destello de la vida toda perecedera
arrastrándose entre las sombras que te rodean. Los otros, ·dejen por un momento
sus afanes y oficios de muerte, en silencio sobre los muros de la noche, pennanez-
can los fusiles, callen y también escuchen: en los inconmensurables vientos hay
una imagen poética. Bien saben ustedes que estas imágenes poéticas, poseen auten-
ticidad, constituyen una realidad objetiva y nos dicen algo sobre el mundo y ese
algo, aunque parezca disparatado, nos revela de veras lo que somos6S • Imagen que
brota en la vastedad antigua del poeta, el creador de la verdad 66 • Poeta, aquel cuya
poiesis se orienta a la verdad originaria, al comienzo de una nueva comprensión
del universo 67 • Así, la imagen poética de los vientos soplando por toda la realidad ,
nos relata la representación de una fuerza, profundamente real. Los vientos todos,
representan el espíritu de la muerte, es thanatos, esa es la fuerza y ella, con su pre-
sencia nos señala que el nihilismo, está aquí, ahora. Los vientos soplan en todo el
universo , en la tierra y sus realidades: entre ellas, el hombre y los estilos de vida.
61
creador no pu ed e ser m enoscabada por la libertad diÍlilia 70 , tamp oco por poder
alguno cuyo sustento sea siquiera un trazo desvaído de divinid ad , Es hora de
regresar a caS¡l, al lar, la t ierra : apaga esa estrella, que esp ero unos barco s que
suben. sonando d el sur a m i encuentro y, estrújam e so les que hablen de trigales,
porqu e en mi tardanza. se agacha otro entierro , d eja qu e m e acu est e sobre tu
hombro grave, triza mi m em o ria con un gesto tierno, téjem e una espera con mu e-
lles J' ma res, Y Ilolcan es I;ivos, )' árboles secretos y pfdele al mapa que te cu ente
un /'limb o para que podamo s m orir de regreso 7 1 , El roc ío es inmutable al azote de
los vientos,
3. LA OBSCURIDAD DE LA LUZ
La realidad que reve la la poesia y que aparece detrás de/lenguaje - esa reali-
dad lIisible sólo por la anulación de/lenguaje en qu e consiste la operación poéti-
ca- es literalmente insorportable y enloqu ecedora. A 1 mismo tiempo , sin la visión
de esa realidad ni el hombre es hombre ni el lenguaje es lenguaje. La poesia nos
alimenta y nos aniquila, nos da la palabra y nos condena al silencio. Octavio Paz 72 •
Vacío es una extraña palabra. Todavía más extraño es el propio vacío. Aquí,
la ausencia que sólo es la otra faz de la presencia. Entonces, lo que es, lo que no
es, lo hacen ser. Se extiende, por un lado, infinitamente, lejos del átomo y, por el
otro, infinitamente, lejos ' las constelaciones. Allí, en alguna parte del recorrido
fantástico, el estilo de vida, la única creación del hombre, realidad descubierta con
el advenimiento de la antropología y el retorno de hombres ya no hombres, sino
antropólogos, nosotros mismos. El vacío, también buscó refugio en los estilos de
vida y la obscuridad de la luz, las pulsaciones del vacío, genera las diferencias y
similitudes. En el mundo de Antiñir, el vacío es el escenario de la creación, sin
embargo', para nosotros, es destrucción.
63
pero no está vacío. es 1111 (a os /lellu s de posihilidade.l'7t>. Una de ellas, es el retorno
a la tierra al lar y la superación del hombrc'. de aquel hombre que se hunde en su
ocaso y el otro. transvalorado . que asciend e hacia el mediodía 77 porque , el camino
hacia el dla es a {rapés d e la lIo rl! e78 . Es necesario cruzar sin tropiezo el piso de
tierra de la cocina d e Bela rmin o Antiñir y rodar gritando. por la colina desforesta-
da que comienza a ser erosionada por la lluvia y los vientos , los mismos vientos de
siempre , vientos de mu erte cabalgando sobre el nihilismo .
64
del hombre, especialmente de esa especie de hombre que se ha dado en llamar
antropólogo loo.! cuando hablo de antropólogo estoy pensando en el superhombre-
nietzscheano, es decir, también algo que debemos superar l ..'; creo que la soledad
es el escenario bajo el cual los hombres se encuentran. Sobre todo los hombres
diferentes: el antropólogo y su informante, Juan Carlos Olivares y Arcadio Yefi.
Sólo bajo este escenario se producen encuentros fecundos 80 . Aquello, la fugaz
sombra que se acerca temerosa, al encuentro con la nueva realidad por descubrir,
el forastero y sus derroteros de peregrino, motivado por la soledad, a una búsque-
da demencial que sólo terminará con la muerte , es el antropólogo: lo sale uno a
encontrar, le habla con todo respeto y cualquier favor que se le pueda hacer, hay
que servirle a ese cristiano, porque, anda muy lejos de sus partes en donde él vive,
de donde nació, donde se crió. Entonces, uno tiene que ser bueno con esas perso-
nas, porque esas personas andan entristecidas de su alejada parte de donde vienen
/. .. 1 y hay personas que no los quieren ver, porque dicen, a éste no lo conozco
/. .. 1 y todos son hijos de Dios /.oo/ uno tiene que tratar de ayudar, de ayudarse
unos con otros y entonces, si usted no me ay udara, en ninguna parte me conversa-
ra /oo'; usted sabe que con la misma vara que mide, será medido /. ..1 dice Dios,
entonces eso es opinión mfa 81 •
65
mi abu elita. murió por aqu/. murió por enf ermedad. Era muy conocida la ah ueli-
tao Cuando falleció, se pasaron d e 250 p ersonas en el fun eral. Está sepultá' aq uz'
1... 1 los velatorios aquz'. en estas partes d el sur, se velan y se da d e co m er en la
noche, se da de comer, se dan presas. carn es, si hay harina, se da harina y si en
caso hay chichita. tamb ién se da. Se le da comida a la gent e y la -chicha no es para
euradera. asI' no más, sus corriditas. Toda la gente está al resp eto, mirando el cadá-
ver que se encuentra aMo Despu és d e tres haches, se saca al parqu e y se le instala
en el cem enterio de Cuin co /. . ./ se hace un hoyo , con una pala /. .. 1 d e un m etro
para adelante /. .. 1 antes, en los tiempos muy antiguos, ah z'. le po nian bastimentas ,
troquín se llamaba , en lengua /. ../ hoy dI'a , cuando murió mi mamá , hace poco
falleció ella y la pusieron con zapatos í. ..1 los hijos no quisiero n d ejarlos /. .. 1 los
pusieron en el ataúd /. ../ son cosas que parecen y a están de más, o sea que, zapa-
tos, sombreros y sombreros buenos, ¡no! Yo , por eso , le digo a mis hijos que no,
que no m e pongan nada d e sombrero, de ninguna cosa, qu e todo qued e para los
hijos, pueden tener utilidad 1.../ asi es la vida por aqui.
5. DEDICADO
6. AGRADECIDO DE
66
7. REFERENCIAS BffiUOGRAFICAS
1 DUVIGNAUD, J . El lenguaje perdido: ensayo sobre la diferencia antropológica, México, Siglo XXI,
p. 152, 1977.
2 NIETZSCHE, F. Aurora, Buenos Aires, Ediciones del mediod ía, p. 7, 1967 .
3 OLIVARES, J.C . Prácticas alucinógenas entre los moradores de la Cordillera de la Costa, Bol. Mus.
Mapuche Cañete, 1: 39-52 , 1985b.
4 Id. nota 2, p. 7.
5 Id. nota 3, p. 49 .
6 CONKLIN, H. Etnografía, en: Llobera, J., (ed.), La antropología como ciencia, Barcelona, Anagrama,
pp. 153-163, 1975 .
7 MALINOWSKI, B. Los argonautas del Pacífico Occidental. Barcelona , Península, p. 34, 1975 .
8 Id . nota 3, p. 49 .
9 Id . nota 7, p. 2l.
10 Id . nota 1, p. 153.
11 Id. nota 1, p. 153.
12 TEILLIER, J . Mu ertes y maravillas, Santiago , Universitaria , p. 14, 1971.
13 Id . nota 12, p. 17 .
14 Id. nota 3, p. 49 .
15 Comentario de Teresa ~onte c inos a un trabajo de Olivares, J.c. . que lleva por t ítulo , El nacimiento de la
etnografía lárica. Santiago . 1986, mecanografiado.
16 Id . nota 12, p. 85 .
17 Co mentario d e Daniel Quiroz a un trabajo de Olivares, 1986 (ver nota 15 ).
18 Id . nota 17.
19 Id . nota 17.
:!O Id . nota 15 .
21 GARCIA LORCA. F. Camas I/uevos.
n Id . nota l . p. 124.
23 NIETZSCHE, F. Oepúsculo de los idolos, Madrid. Alianza . p. 139. 1975.
67
24 Id. nota 23. p. 139.
25 VAN DUSEN, W. WU \Vei. No·Mente y el vacío férti l, en: Steven s, J. , {ed .) . Esto es Cuesta lr, Santiago .
Cuatro Vientos Editorial, pp . 9 1·97, 1978 .
26 Id . nota 1 . p. 51.
27 GUSINDE. M. Expedició n a la Tierra del Fuego, Santiago , Universitaria . p. 28. 1980.
28 Id . nota 27. p. 47.
68
(" PAZ . O . I;'lar¡'o y /u lira. ~te:,(lCO, F.C.E .. pp. 107-108. 19 72.
M Id . ll ü t:1 52, p. 73.
67 Id . nota 52 , p . 73 .
68 El café Trumao es un sucedáneo del café, fabricado en el pueblo de Trumao (Provincia de O ~orno , X Re-
gión), en base a la cebada y se bebe, preferentemente, como infusión, por la mañana. Para mejo -
rar el sabor, se le agregan higos secos y molidos.
(fJ Sobre el concepto de tierra en Nietzsche, ver Fink , (1979) , Id . nota 5 2.
70 Id . nota 52 , p . 89 .
7\ MANNS, P. Concierto de Trez Vella , en: La muerte no va conmigo, Santiago , ALe 503 , 1985 .
72 PAZ, O. El mono gramático, Barcelona , Se ix Barral, p. 113 ,1 974.
73 El biloche es una carreta de madera a medio labrar, sin ru edas y que se utiliza para arrastrar , con ayuda d e
tracción animal, los tron cos ya talados, limpios y si n ramajes, ha cia lugares planos, donde se podrá
continuar con la faena de hacer leña.
74 Id. nota 50 , p. 261.
75 Id . nota 25, p. 95.
76 Id . nota 25, p. 96-97 .
77 Id . nota 50 , p. 31-46.
78 Id. nota 25, p. 96.
79 NIETZSCHE, F _ El libro del filósofo, Madrid , Tauru s, p. 85 , 1974.
80 QUIROZ LARREA, D. Carta del 16 de mayo , año de 1986 .
8\ OLIVARES, J .C. Un encuentro con Arcadio Yefi Melillanca : bajo la hojarasca estaba la gota de rocío ,
Bol. Mus. Mapuche Cañete, 1: 19-2 7, 1985a.
69
SEOFRECE y SE ACEPTA CANJE
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On désire I'échange avec des publications congénéres.
Wir bitten um Austauch mit aehnlicen Fachzeitschriften.
Si desiderá i1 cambio con publicazioni congeneri.
Deseja-se a permuta con as publicacoes congéneres.
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