TESIS
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RESUMEN
PALABRAS CLAVE
AUTOR:
VICENTE BUSTAMANTE SEGARRA 1
UNIVERSIDAD DE CUENCA
ÍNDICE TEMÁTICO
Página
1. Denominación 4
2. Delimitación del contenido de la investigación 4
3. Importancia y Justificación 4
4. Objetivos 5
4.1. Objetivos Generales 5
4.2. Objetivos Específicos. 5
5. Fundamentación Teórica 6
5.1. El proceso laboral ecuatoriano 6
5.1.1. La Audiencia Preliminar de Conciliación, Contestación a la
Demanda y Formulación de Prueba 7
5.1.2. La Audiencia Definitiva 8
5.1.3. La Sentencia 8
5.1.4. El Recurso de Apelación. 8
5.1.5. Estructura del Juicio Oral Laboral en Segunda Instancia 9
5.1.6. El Juicio Oral Laboral en Casación 9
5.2. Aspectos Criticables de Dichos Proceso 10
5.2.1. El aspecto de la hora para la instalación de las Audiencias 10
5.2.2. La Obligación de portar el certificado de votación para la
recepción de la Confesión Judicial y de la Prueba Testimonial 11
5.2.3. La imposibilidad de que actúen distintos testigos de aquellos
nominados en la Audiencia Preliminar 11
5.2.4. La necesidad inexcusable de que sea el empleador y el
trabajador los que personalmente rindan la confesión judicial 11
5.2.5. La presentación de pruebas es difusa 12
5.3. Forma, formalidad y formalismo 13
5.4. El Activismo Judicial 16
5.5. La antinomia formalidad procesal y justicia 17
6. Procedimientos Metodológicos. 17
7. Esquema Tentativo 20
8. Cronograma de Actividades 21
9.Bibliografía 21
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Realizado por:
Director:
Tema:
Cuenca-Ecuador
AUTOR:
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1. -DENOMINACIÓN
El proyecto se denomina:
El tema propuesto aborda una problemática que consiste en determinar cuáles son
aquellos aspectos reguladores del proceso oral laboral ecuatoriano, que constituyen
una antinomia entre el formalismo procesal y el valor justicia, dicho análisis se
realizará en torno a una investigación de orden bibliográfica acerca del tema en
mención, y además una investigación de campo en base a un cuestionario dirigido a
jueces y funcionarios judiciales de los tres juzgados de primera instancia existentes
en el cantón Cuenca, además a los servidores judiciales de los Juzgados
Multicompetentes de los restantes cantones de la Provincia del Azuay, y también a
los Jueces de la Corte Provincial de Justicia del Azuay, cuestionario que
básicamente se propondrá encontrar respuestas acerca de que en caso de
presentarse algún conflicto de orden relevante frente a la ritualidad para la actuación
de los procesos judiciales y el fin justicia, cuál sería su actuación, y de esta manera
obtener conclusiones.
Los resultados que se pretenden alcanzar con el tema propuesto son en primer
lugar uno de orden académico a efectos de encontrar aquellos elementos que
resuelvan la contradicción entre formalismo y justicia, y el otro efecto quizás un poco
más ambicioso es alcanzar una reforma legislativa a efectos de que se confiera
mayores facultades a los jueces, para alcanzar un formalismo valorativo, en el que a
petición de parte o de oficio, al encontrar uno o mas elementos procesales que
atenten al valor justicia, puede éste soslayarse a efectos de aplicar el precepto
constitucional, en virtud del cual no se sacrificará la justicia por la sola omisión de
formalidades.
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4.- OBJETIVOS
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Otro tema importante es que hasta antes de la reforma del año 2003, que es cuando
se instituye el proceso oral laboral para los conflictos individuales de trabajo, los
procesos de orden laboral no tenían una regulación especial sino que se hallaban
mas bien subsumidas dentro de lo prescrito para la sustanciación de los juicios
civiles.
Además que las mentadas reformas tuvieron como objetivo la justicia social dentro
de un mundo marcado por complejos e intrincados fenómenos económicos,
políticos, sociales y culturales que demandan de leyes que se adecuen a una
realidad estructurada por redes y culturas móviles, y que al mismo tiempo tutelen de
manera efectiva los derechos sociales y garanticen el respeto de los derechos
fundamentales y propendiendo a erradicar las inequidades que caracterizan al
decadente mundo contemporáneo.
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Este juicio se desarrolla en tres partes generales: una primera instancia que se
desarrolla ante el Juez de Trabajo, con jurisdicción provincial, o ante el Juez
Multicompetente de las respectivas jurisdicciones cantonales, en las que no existe
un Juez especializado en dicha materia; la segunda instancia que se desarrolla ante
la Sala Especializada de lo Laboral, Niñez y Adolescencia de la Corte Provincial de
Justicia; y, el recurso de casación, ante la Sala de lo Laboral y Social de la Corte
Nacional de Justicia.
Dentro de la estructura del juicio oral laboral en primera instancia, este inicia por la
presentación de la demanda, luego se procede a su sorteo, después a la calificación
del libelo dentro del término de dos días posteriores a su recepción en el juzgado,
luego la citación al demando que debe realizarse en el término de cinco días
contados desde la calificación de la demanda, optativamente el demandado puede
señalar casilla judicial, o directamente acudir a la Audiencia Preliminar de
Conciliación, Contestación a la Demanda y Formulación de Prueba.
En esta audiencia debe señalarse día y hora para la práctica de dicha prueba que
deberá tener lugar dentro del término improrrogable de quince días. El solicitante
deberá fundamentar su pedido en forma verbal o escrita en la misma audiencia.
Para su realización habrá un solo señalamiento, salvo fuerza mayor o caso fortuito
debidamente calificados. También se debe solicitar las pruebas que fueren
necesarias, entre ellas: confesión judicial, juramento deferido y declaraciones de
testigos con indicación de sus nombres y domicilios, quienes comparecerán previa
notificación al juez en la Audiencia Definitiva.
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5.1.3 LA SENTENCIA
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La Sala tiene constancia de ello por la grabación según los cassetes adjuntos y
transcripción de los mismos dentro del proceso. Se bien el Art. 6 del C. de Trabajo,
determina que en lo que no estuviere expresamente prescrito en ese Código, se
aplicaran las disposiciones del Código Civil y de Procedimiento Civil, dándoles a
esos cuerpos legales la calidad de normas supletorias, las mismas no pueden
contradecir a las especiales constantes en el Código Laboral. La audiencia en
estrados tiene su razón de ser en el campo Civil, por cuanto esa clase de juicios son
básicamente escritos en tanto que los de trabajo son tramitados mediante el sistema
oral, adicionalmente se debe tener en cuenta que esta Sala Laboral, es
estrictamente de apelaciones, resuelve sobre en merito de los autos, por ello la
razón de la norma prevista en el Art. 1016 del Código de Procedimiento Civil que
prevé la posibilidad de la audiencia en estrados una vez que ha concluido el término
probatorio.
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Sobre este tema existen dos normas que regulan esta situación en el juicio oral
laboral, la primera contenida en el artículo 1006 del Código de Procedimiento Civil
que prescribe: “Cuando se señale día y hora para que tenga lugar una diligencia
judicial, se considera que ha incurrido en rebeldía por falta de comparecencia la
parte que no ha concurrido diez minutos después de la hora fijada”, éste artículo
tiene aplicación en el juicio laboral por ser el Código Civil y el Código de
Procedimiento Civil, normas supletorias del Código del Trabajo, por así reconocerlo
este último cuerpo legal en su artículo 6. La otra norma que regula el aspecto
temporal de las Audiencias es aquella contenida en el Art. 580 del Código del
Trabajo que señala: “Si no asiste el demandado a la Audiencia Preliminar se tendrá
como negativa pura y simple de los fundamentos de la demanda y se procederá en
rebeldía…”; el artículo citado del código adjetivo civil, al decir de algún profesor
universitario “constituye la positivización de la impuntualidad”; pero el aspecto que
realmente trasciende en este tema va más allá, así si no se llega hasta diez minutos
después de la hora señalada para el caso de la Audiencia Preliminar de
Conciliación, Contestación a la Demanda, y Formulación de Prueba, si se trata de
actor o del demandado aquellos no podrían en primer lugar proponer una fórmula
de arreglo que ponga fin al litigio de una manera pronta y efectiva, como sucedería
si llega al acuerdo conciliatorio; pero lo más grave resultaría el hecho de que no
podría ni practicar, ni pedir, ni anunciar ninguna prueba que acredite sus
alegaciones expresadas en el libelo inicial.
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Este es otro de los casos en que se acentúa el sacrificio de la justicia por una mera
formalidad, pues como podemos obtener sentencias justas, con confesiones fictas, o
imposibilitar que rinda testimonio un testigo que a lo mejor puede ser clave, pero que
por carecer de dicho documento no puede deponer al interrogatorio que se le
presente. En esta parte de la investigación vemos que el juez y los auxiliares no
deberían exigir este requisito; primero porque es un atentado a la justicia y,
segundo, porque en la practica si por parte del Estado se quiere incentivar la
participación ciudadana en los procesos de elección popular, en las otras
instituciones del Estado se exige a los ciudadanos portar el certificado de votación,
pero en la función judicial no debería acontecer aquello, porque en sus manos están
en juego intereses que resultan gravemente afectados a la ciudadanía.
El rigor del proceso oral laboral no permite que en la Audiencia Definitiva actúen
testigos distintos de aquellos nominados en la Audiencia Preliminar, en base a un
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principio conocido como de lealtad procesal, pues la otra parte contra la cual se
pretende hacer valer el testimonio tuviera el tiempo necesario para analizar alguna
situación, en la que por ejemplo un testigo no idóneo este por rendir un testimonio
que mas bien induciría al error al juzgador. Digamos que esta es la justificación
plausible que se así se lo haya instituido dentro del proceso oral laboral, pero la
interrogante que surge es que pasaría si por ejemplo una parte presenta solo dos
testigos, el uno fallece y el otro no puede acudir, significa entonces que la parte que
sufrió esta calamidad se vería privada de toda prueba testimonial. El rigor del
formalismo procesal en esta parte debería atenuarse a efectos de que con
motivación suficiente, y con traslado a la parte contraria, y a efectos de que no se
atente al principio de lealtad procesal se pueda receptar el testimonio de testigos no
anunciados, para no privar de una prueba que en el caso del despido intempestivo
por ejemplo, es junto con la confesión judicial las únicas pruebas de dicha situación.
La investigación abordará hasta donde no se vería afectado el principio de lealtad
procesal permitiendo que deponga el interrogatorio un testigo no anunciado en la
Audiencia Preliminar de Conciliación, Contestación a la Demanda y Formulación de
Prueba.
La ley que introdujo el proceso oral para la resolución de los conflictos individuales
de trabajo, no estructuró un proceso típico oral; sin salirse de los lineamientos
típicos del juicio verbal sumario, le introdujo el sistema de la doble audiencia, por lo
que se dice doctrinariamente que en este proceso no es sino el mismo juicio verbal
sumario al que se lo ha reformado introduciéndole un nuevo sistema de audiencias y
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Las dos ideas han sido superadas, puesto que ya no existe la tesis monista del
derecho, ahora prevalece la dualidad deontológica o existencial entre el derecho
sustantivo y el derecho adjetivo, pues se concibe que cada uno de ellos tiene
finalidades disimiles aunque no contradictorias, así por ejemplo el derecho adjetivo
per se, su sola realización configura la existencia de la institución jurídica del debido
proceso, considerado como un derecho fundamental, he aquí entonces que no todo
el derecho adjetivo es mera forma o instrumento del derecho sustantivo. La segunda
idea es también superada, pues en base a la consideración anterior en la que ya no
se subsume como subordinada la existencia del derecho procesal, no se debe
trasladar en forma automática los mismos requisitos de los actos jurídicos del
derecho sustantivo a los del derecho adjetivo, porque en el negocio jurídico, en la
ley o en el propio acto jurídico procesal la sustancia no llega a manifestarse sin la
forma y no existe por sí en el mundo del derecho, en la hipótesis del proceso, no
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Sin embargo los apologistas del formalismo que han sido también defensores del
Estado Legalista de los Derechos, siempre traen a colación en el debate jurídico,
aunque erróneamente razonamientos como los de Montesquieu quien manifestaba
que “las formas procesales son el precio que el ciudadano debe pagar por su
libertad” o aquel de Piero Calamandrei, que manifestaba: “siendo la certeza el
carácter esencial del derecho, las partes deben conocer cuáles son los actos que
deben realizar para obtener los fines que persiguen, lo mismo que su forma, ante
que funcionario, y en que tiempo y sitio deben celebrarlos. Además el establecer la
ley cierto orden y cierto método para el proceso, respecto a los actos de las partes y
del juez, se aseguran los principios del contradictorio y de la igualdad de las partes
en el juicio, de manera que, en realidad se trata de una preciosa garantía de los
derechos y libertades individuales”, son excelentes razonamientos para una época
en la que se quería salir de la arbitrariedad monárquica, en la que si era necesario
que ese caprichoso actuar de los jueces, este maniatado por la Ley, y solo a ésta,
se sujete su actuación. Pero en las actuales condiciones del derecho se vuelve
necesario otorgar mayor poder al juez, situación que detalladamente analizaremos
en el siguiente punto de este proyecto, denominado “el activismo judicial”.
La forma en sentido estricto es el envoltorio del acto procesal, la manera como éste
debe exteriorizarse, se trata, por tanto del conjunto de signos por los cuales la
voluntad se manifiesta y de los requisitos a ser observados en su celebración,
añadiéndose además del medio de expresión lingüístico (conjunto de signos),
circunstancias que tienen que ver con el lugar y tiempo en que se realiza el acto
procesal.
Para avanzar hacia la concepción de lo que son las formalidades, observamos que
los elementos enunciados en el párrafo anterior, son condiciones que no
constituyen elementos intrínsecos del acto procesal, por lo que son circunstancias
que, por delimitar los poderes de los sujetos procesales y organizar el proceso
integran el formalismo procesal, pero no la forma en sentido estricto, precisamente
constituyen las formalidades consideradas como acto, hecho o plazo previstos por
una norma general a fin de condicionar el ejercicio de las funciones de un órgano o
de un sujeto procesal.
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su exigencia y realización, que exige la forma por la forma, que imponen una burda
y mecanicista aplicación de las normas procesales, y que conllevan a que los jueces
sean a lo mucho -en palabras de Montesquieu- “bocas de la ley”, cuando en el
estado constitucional de los derechos y justicia ahora requerimos de que todo el
sistema procesal, constituya –como lo sostiene Miguel Carbonell- “el cerebro y los
brazos de la Constitución y la Ley”.
Por lo que la nueva fase por la que el derecho procesal, y en especial aquel que se
halla vinculado con la órbita del derecho social como es en efecto el derecho del
trabajo, debe superar el mero instrumentalismo para ingresar al formalismo
valorativo, es decir que los jueces en pro de la justicia deben analizar en cada
situación concreta del proceso, si la ritualidad o formalidad de un acto procesal
constituyen o no un elemento que sirva para garantizar un sistema procesal justo y
válido.
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A más de ello las leyes no reglamentan todo, tienen muchas lagunas, no observan
todos los problemas, ahora bien, los jueces deben siempre “decir el derecho”,
cuando se les presente una petición con ese motivo no pueden refugiarse en el non
liquet, para abstenerse de juzgar. Por lo tanto cuando los textos guardan silencio,
los jueces están obligados a elaborar ellos mismos la solución jurídica ilustrándose
en las tradiciones, en los trabajos preparatorios de las leyes, sobre todo en los
principios generales del derecho, en la toma de decisiones, luego su actividad no es
de mera interpretación, por lo que en muchas ocasiones el remedio judicial precede
al legislado, por lo que el falso principio positivista acerca de que las sentencias de
los jueces no crean, sino, que tan sólo declaran derechos, ha venido a ser revaluado
de fondo, gracias a los postulados atrevidos que desde el nuevo paradigma se
hacen por los doctrinarios y por el eco que esta realización doctrinaria ha tenido
aplicación en los tribunales constitucionales europeos.
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Como se observa a lo largo del desarrollo de este marco teórico, la formalidad esta
prevista de un poder ordenador que restringe el arbitrio judicial, promueve la
igualdad de las partes y otorga mayor eficiencia al proceso, todo con miras a
incentivar la justicia del proveimiento judicial; sin embargo y pesar de ello aparece
de cuerpo entero la antinomia, puesto que siendo el fin de la formalidad procesal la
realización del derecho, el exceso de formalidades, conlleva al mismo tiempo el
riesgo de aniquilar el propio derecho. Hegel, en su obra: “Principios de la Filosofía
del Derecho, estableció el contenido de esta antinomia con los siguientes términos:
“un Tribunal debe tener el poder de decidir sobre el caso concreto sin atenerse a las
formas del procedimiento jurídico y, en particular, a medios de prueba objetivos, los
cuales pueden ser recogidos legalmente, juzgándose según el interés particular del
caso concreto como tal, y no ya de una disposición legal de contenido general”.
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para la justicia material y pasa a ser su verdugo; en vez de propiciar una solución
rápida y eficaz del proceso, contribuye a la extinción de éste sin juzgamiento del
mérito, impidiendo el sistema procesal alcanzar su fin esencial.
Entonces en primer plano se coloca la discusión hasta qué punto es posible aceptar,
o no, una visión rígida y rigurosa de la formalidad procesal y, al mismo tiempo, la
problemática de la investigación y búsqueda de soluciones para el antagonismo
entre valores en conflicto. En esta perspectiva, el proceso no sirve solamente para la
elaboración de una decisión, ni ésta se legitima sólo por haber sido impuesta según
los cánones del rito, sino también por haber hecho justicia, también se realza la
importancia el hecho de que en cada legislación se otorgue a los jueces un papel
determinado, en virtud del nuevo paradigma neoconstitucional se manifiesta en el
sentido de liberar al órgano judicial de las ataduras formalistas, otorgándole a los
jueces un papel activo en la dirección del instrumento procesal y en la búsqueda de
la verdad fáctica y su valoración en tanto, al mismo tiempo, procura intensificar los
poderes de las partes y ampliar sus garantías, de manera que el proceso ya no sea
sólo una cosa de las partes ni del juez, sino un valor de la sociedad como un todo,
en definitiva, en materia procesal el activismo e inclusive la postura cooperativa del
juez constituyen hoy un fenómeno prácticamente irreversible, y en la historia del
Derecho Procesal, se revela que no es la pasividad del órgano judicial la manera
más eficiente de obtener los resultados del propio proceso, otra arista del problema
se evidencia en que de parte del órgano judicial existe una constante actividad en
torno a los juicios a su cargo, pero con la incapacidad de previsión por la ley de la
hipótesis posibles con la generalidad de la regla y aún con factores fácticos inciertos
e inconstantes, agravado por los diversos grados de capacidad personal, tanto en la
recolección del material probatorio como en su selección y valoración, lo cual
evidencia de forma bastante clara los riesgos siempre presentes de estar presente
la antinomia, y aún más el problema se acentúa en el tránsito de lo abstracto a lo
concreto, cuando se pueden crear situaciones límite, no previstas expresamente por
la Ley, capaces de romper con el sentimiento de justicia.
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INTRODUCCIÓN
Capítulo I
Generalidades del proceso oral laboral
1.1. Antecedentes para la implementación del proceso oral para los procesos
judiciales para la resolución de los conflictos individuales de trabajo.
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Capítulo II
Las formas, la formalidad y el formalismo
Capítulo III
Aspectos meramente formalistas y antitéticos del fin justicia dentro del
proceso laboral
CONCLUSIONES
RECOMENDACIONES
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9.- BIBLIOGRAFÍA
10.- DIRECTOR
AUTOR:
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