El Apego Ansioso
El Apego Ansioso
El Apego Ansioso
¿Qué es el apego?
El apego es el vínculo que se crea entre el bebé y los cuidadores para garantizar la supervivencia del
bebé, y genera una forma de relacionarse íntimamente a lo largo de la vida. En este vínculo, los padres
satisfacen las necesidades más básicas del bebé, como la alimentación y el sueño; dado que los bebés
humanos son por naturaleza dependientes y no podrían sobrevivir sin un cuidador.
Este vínculo está cargado de emociones y es una relación principalmente de seguridad que garantiza
la protección frente al peligro, pues el cuidador es como un refugio para el infante, un lugar de
seguridad que aporta consuelo frente a su malestar, lo protege del peligro, y ayuda a regular sus
emociones. Además, el cuidador es una base segura que apoya la exploración del mundo que le rodea
y le protege también en la distancia, por ejemplo durante el juego en los parques infantiles. En este
sentido, el vínculo de apego es un vínculo de confianza y seguridad en el cuidador, donde el bebé
puede cubrir sus necesidades para desarrollarse porque esa figura cuidadora estará ahí como un
sostén.
Estas primeras experiencias de vida permiten que el bebé aprenda cómo es el mundo exterior y cómo
los otros se comportan hacia él; lo que hace posible el desarrollo de su cerebro y su organismo, así
como de sus capacidades mentales y emocionales. En este encuentro entre el bebé y el cuidador, el
bebé mostrará principalmente dos comportamientos: bien de cercanía hacia el cuidador cuando
necesita satisfacer alguna necesidad o calmar su malestar; o bien de exploración del mundo exterior
(por ejemplo, el juego). La calidad del vínculo que favorece un correcto desarrollo del niño,
dependerá de cómo el cuidador pueda leer estas señales y responder a ellas.
Es importante para el desarrollo que el cuidador pueda estar disponible para el bebé, y pueda
satisfacer sus necesidades, en el tiempo y el modo adecuado. Cuando esto no se produce así, existen
problemas en el apego que tendrán consecuencias en la maduración del niño, que se ha desarrollado
con carencias, dando lugar en la vida adulta a problemas psicológicos.
En este sentido, en la relación entre el niño y sus cuidadores se construye un sentimiento básico de
que el niño es alguien diferente de sus papás, de que van a estar si lo necesita, que le ayudan a
explorar; también un sentimiento de confianza en el mundo y en uno mismo, y de autoestima. Por
ello, es un vínculo principalmente emocional donde además los cuidadores ayudan a desarrollar las
capacidades emocionales básicas del niño: el niño aprende que tiene un mundo interior propio
formado por diferentes emociones y sensaciones, que su angustia se puede calmar, e irá
desarrollando la capacidad de empatía que le vincula a las demás personas.
Así, los padres permiten construir la seguridad emocional atendiendo al mundo interno del
bebé/infante. Cuando ese vínculo no es seguro, porque los padres no responden adecuadamente a
la necesidad, hablamos de apego inseguro, que puede ser de tipo ansioso-ambivalente o de tipo
evitativo. En estos casos, como el cuidador no cubre la necesidad, pero el bebé no puede sobrevivir
sin el cuidador, el bebé continuará acercándose a él pero la propia relación le dará miedo y esto
tendrá consecuencias sobre su desarrollo emocional, mental y cerebral.
En este sentido, las carencias en el desarrollo determinan también dificultades en la vida adulta,
principalmente a nivel emocional (por ejemplo, para regularse emocionalmente, para sentir empatía,
para conocer su mundo interior, etc), y también en las relaciones con otros donde la persona puede
anticipar que no van a satisfacer sus necesidades, y comportarse de acuerdo a ello; lo que hace que
la herida se perpetúe.
El apego ansioso-ambivalente o resistente, se puede describir como niños preocupados. En estos
casos, el cuidador satisface la necesidad sólo algunas veces, de manera que los niños no sienten
suficiente seguridad hacia él. Es decir, en algunas ocasiones el cuidador se encuentra tranquilo,
animado, quiere relacionarse con el niño y se muestra sensible y cariñoso hacia él, reconociendo sus
necesidades y satisfaciéndolas de manera cálida.
Sin embargo, en muchas otras ocasiones no está disponible, de manera que se vuelve imprevisible
para el niño, que no sabe cuándo vendrá. Para poder sobrevivir, dado que necesita al cuidador para
ello; el niño aprende que si insiste en llamar su atención, el cuidador acaba acudiendo. Es decir, el
bebé emite una respuesta para que el cuidador cubra su necesidad, y el cuidador acude cuando ha
hecho varios intentos, no a la primera. De este modo, el bebé aprende que para sobrevivir en esa
relación, debe persistir haciendo llamadas de atención al cuidador, y se expresa de manera más
intensa para que los papás puedan acudir a calmar su necesidad, dado que tardan en hacerlo.
En este sentido, se desarrollan como niños que no han sido calmados, y que para obtener la calma o
cubrir sus necesidades, tienen que expresarse intensamente por eso son hipersensibles a su
necesidades, muy emocionales, incluso a veces exagerados y demandantes.
Esto es así porque si no se comportaban de este modo, los padres no les atendían, de modo que su
supervivencia quedaba en riesgo. Cada vez que tenían una necesidad, el cuidador podía acudir quizás
sí, quizá no; de modo que en la vida adulta las personas con este estilo de apego son muy sensibles
a sus emociones, pues aprendieron que para sobrevivir y tener atención y apoyo de los demás
necesitaban acentuar su angustia, emociones y necesidades para que otros pudieran verlas y
atenderlas.
Sin embargo, no vivían a los cuidadores como cercanos o disponibles, de manera que al centrarse en
obtener su atención, dejaron de explorar el mundo que les rodeaba, lo que supone un coste en la
autonomía e independencia de la persona.
En la vida adulta, el apego ansioso-ambivalente puede llevar a la dependencia emocional, por la falta
de independencia y la búsqueda de otra persona que pueda calmarme dado que no fui calmado.
Además, tienden a exagerar sus necesidades, angustias y emociones para poder asegurarse que el
otro va a estar cerca emocionalmente, pues fue la manera en la que consiguieron tener cerca a sus
cuidadores. Por otro lado, son personas sensibles a la idea de abandono en la pareja, que van a mirar
la realidad con “gafas” de que podrán ser abandonados, y tratarán de evitar esto a toda costa para
no repetir el dolor de su herida.
Así, nos encontramos con personas que creen que necesitan del otro para estar bien y calmar su
angustia, de manera que son personas que cuando están cerca de otro, pueden cuidarse a sí mismas;
pero cuando esta persona importante no está, tienden a descuidarse, a angustiarse, a pensar que no
pueden solas, y tratan de buscar consejo y apoyo en los demás dificultando que aprendan a dárselo
por ellos mismos y funcionar autónomamente. En general, dudan de sí mismos y tienen dificultad
para creer que pueden confiar en sí mismos.
Es importante que la persona con apego ansioso-ambivalente pueda aprender a lo largo de la terapia
que no necesita recurrir al otro para poder estar bien, que puede calmar sus angustias e identificar
sus emociones de manera autónoma. Es decir, aprender qua no necesita estar con el otro para poder
estar calmado, y porque que el otro no esté físicamente no quiere decir que no vaya a estar para lo
que necesita. En general, se trata de aprender que puede ser apoyado incondicionalmente sin
necesidad de que tenga que estar pendiente de los demás o expresando lo que siente.
Por otro lado, es importante que pueda experimentar que aunque el otro no esté, esto no significa
que se quede vacío, o que le abandone.
Finalmente, es importante que sientan la suficiente seguridad y confianza durante la terapia para que
puedan explorar el mundo que les rodea sin necesidad de acudir a otros, para que puedan
desarrollarse independientemente del otro, sintiendo seguridad en sí mismos aunque otros no estén
presentes.
Recordemos, que fueron niños que renunciaron a explorar porque tenían miedo de que su cuidador
no estuviera cerca de ellos, y se centraron en obtener su atención. Sólo cuando nos sentimos seguros,
las personas podemos explorar lo que nos rodea; de este modo, es importante que sientan suficiente
seguridad y confianza en sí mismos para poder madurar en su propia independencia.
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