ANTOLOGIA

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v

Introducción
Este libro de poemas del genero del terror que fueron
recopilados fue con el fin de utilizarlos especialmente
para la lectura de un lector en específico.

El propósito es aprender la redacción y el trabajo de los


poetas que han escrito esos versos para convertirla en
una composición donde el lector queda sorprendido y
aturdido por la lectura de este género de horror.

La poesía está hecha de un compartir sensible. Al


aprender los senderos de la emoción, de la sensibilidad
y la imaginación, transmite conocimientos y valores
humanos.
La poesía despierta los sentidos mediante las palabras y
de su belleza en el lenguaje, además de la memoria y la
imaginación, porque la forma de cuanto se dice o
escribe es tan importante como el sentido o el mensaje.
En la poesía del terror pretende o quiera asustar,
causar miedo o terror a sus lectores.
Este libro tiene la conclusión de lograr esas emociones
en el lector.

Prólogo
6
Este libro fue concluido en enero del año de dos mil
veintitrés. Reúne 26 poemas los cuales son del género
de terror y horror.
Cuando se me propuso el hacer una antología literaria
de genero libre, me sentí atraída por la idea de poemas
relacionados al terror. Un escrito donde se expongan
emociones como el miedo, preocupación, malestar y la
pérdida del control en uno mismo.
Desde que era pequeña me ha llamado la atención lo
paranormal, lo terrorífico y lo desconocido. El miedo
que me provocaban esas películas o series de terror, el
sentimiento de dar suspenso y que me sintiera
alarmada y temerosa de saber que era lo siguiente, la
continuación.
Esas sensaciones y reacciones que mi cuerpo expresaba
y sentía eran mis favoritas. Ésta antología quiere tocar
el punto a esos jóvenes con gustos específicos hacia el
género de horror, confió en que personas con diferentes
gustos al terror se acerquen a incursionarse en estas
páginas por el interés o el hecho de descubrir algo
diferente muy poco mencionado

Espero les agrade esta lectura que eh creado yo con


querer, y que disfruten tanto leerla como yo la eh
amado al recopilarla.

7
…Por qué tememos a la muerte?...
si es el descanso eterno.

- Abby E.
“Espíritus de los muertos”
Edgar Allan Poe

Tu alma, sobre la tumba de piedra gris


A solas yacerá con sombríos pensamientos;
Nadie en toda esa intimidad, penetrara,
En la delgada hora de tu Secreto

Se silencioso en esa quietud,


La cual no es Soledad, ya que
Los Espíritus de los Muertos,
Quienes te precedieron en la Vida,
En la Muerte te rodearan,
Y con Sombras, tu quietud enlazara;
La noche, tan clara, se oscurecerá,
Y las estrellas nos arrebataran su brillo
Desde sus altos tronos en el Cielo,
Con su luz de esperanza para los mortales,
Para sus esferas rojas, apagadas,
En tu hastió tendrán la forma de Fiebre y Llamas,
Y te reclamaran para siempre.

9
Ahora son pensamientos que no desterraras,
Ahora son visiones casi desvaneciéndose;
De tu Espíritu no pasaran jamás,
Como la gota de rocío muere sobre la hierva

La brisa aliento de Dios, es inmóvil,


Y la niebla sobre la colina
Sombría, sombría y a la vez intocable,
Es una Señal y un Símbolo.
¡Como se extiende sobre los árboles,
Misterio de Misterios!

10
“Réquiem”
Robert Louis Stevenson

Bajo el vasto cielo estrellado


Cavad una tumba y dejadme yacer allí.
Alegremente viví y con alegría moriré
Acostado con un último deseo.

Que sea este el verso que graben para mí


“Aquí yace donde quería yacer;
Ha vuelto el marinero, ha vuelto del mar;
Y el cazador ha regresado de la colina”.

11
“Gato negro”
Rainer María Rilke

Un fantasma, aunque invisible, todavía es como un lugar


donde
Su vista puede tocar, haciendo eco; pero aquí
Dentro de esta piel negra y espesa, tu mirada más fuerte
Será absorbida y desaparecerá por completo:
 
Al igual que un loco, loco, cuando nada más
Puede aliviarlo, se lanza a su oscura noche
Aullando, golpea la pared acolchada y siente que
La rabia es absorbida y pacificada.
 
Parece esconder todas las miradas que alguna vez han caído
En ella, para que, como una audiencia,
Pueda mirarlas, amenazadoras y hoscas,
Y acurrucarse para acostarse con ellas. Pero de repente
 
Como si hubiera despertado, vuelve su rostro hacia el tuyo;
Y con un susto, te ves, pequeña,
Dentro del ámbar dorado de sus globos oculares
Suspendidos, como una mosca prehistórica.

12
“Debajo de la tumba”
Robert Nelson

Seres aterradores andan a tientas en lagos sangrientos,


Una bruma asquerosa se arrastra y se alimente de hinchadas
babosas;
De los lechos de plantas perfumadas se retuercen serpientes
fétidas,
Y como una flor cultivada con negras sustancias,
Una luna de acero gotea sangre sobre un cielo oscurecido
Por las profecías de locos fantasmas.

Pero esta ha cesado, ha quedado atrás,


Y en este bosque mefítico, debajo de la tumba.
Los muertos cenan donde las sombres flotan,
Y velas abrasadoras limpian la pútrida penumbra;
Y los que estaban de pie en la alegría y el dolor de la tristeza,
Ahora urden el estribillo extático del infierno.

Muy por debajo, donde criaturas tumefactas se mantienes


En habitaciones glaciales, y los cráneos arden como
lámparas
Para guiar a través de la vida más allá, y donde se corren

13
Los velos verdes de un limo rezumante y mortales
humedades,
Resuena la tumba eternamente en alegre liberación.

“Canción de cuna para un vampiro”


Lisa14Ben

Duerme profundamente en tu tamba silenciosa


Suena con el festín carmesí que anhelas,
Hasta que el hambre te despierte
Y debas de abandonar
tu lugar de descanso.

Sueña, sueña con tu furtivo vuelo


A las tierras sombrías de la noche.
Tus colmillos se encuentran con la suave carne blanca
Y regresas rejuvenecido.
Tus labios son una mancha escarlata.

Duerme, duerme en tu cama sombría.


Tierra de tu patria sobre tu cabeza,
Hasta que la luna en lo alto
Del cielo aterciopelado
Te llame de nuevo.

“El mensajero”
15
Howard Phillips Lovecraft

La Cosa, dijo el, por la noche vendría,


Desde el viejo camposanto sobre la colina,
Agachado frente a un rubor de un fuego de robles
Trate de decirme que aquello no podía ser.
Seguramente reflexione, esto es una burla,
Urdida por alguien que desconoce sin dudas
El Signo Mayor, legado de antigua solemnidad,
Que libera las formas que hurgan en la oscuridad.

El no quiso afirmarlo, no, pero igual encendí


Otra lámpara, mientras el estrellad Leo
Remontaba el rio, la llama chispeo como un deseo,
Y la luz de la lumbre se deshizo, lento, muy lento
¡Entonces en la puerta, de la cautelosa habitación vino
Y la verdad demencial me devoro como una llama!

“Calle”
16 Storni
Alfonsina

Entre altos paredones grises


A cada momento
La boca oscura de las puertas,
Los tubos de los zaguanes,
Trampas conductoras
A las catatumbas humanas.

¿No hay un escalofrió


en los zaguanes?
¿un poco de terror
en la blancura ascendente
de una escalera?

Paso con premura


Todo ojo que me mira
Me multiplica y dispersa por la ciudad.

17
“En el bosque negro”
Amy Levy

Me acosté debajo de los pinos,


Mire hacia arriba, hacia el verde
Oscuro en la copa de los árboles,
Brillo sombrío que marca el paso del azul.

Cerré los ojos, y una increíble


Sensación fluyo sin criterio:
Aquí yazgo, muerta y enterrada,
Y este es un cementerio.

Estoy en un reposo eterno,


Han terminado todos los conflictos.
Caí recta y sentí los lamentos
Por mi pequeña vida pasada.

Derecho injusto y labor perdida,


Sabio conocimiento despreciado;
La pereza y el pecado y el fracaso,
¿Me sentí apenada por esto?

18
Triste me han puesto a menudo;
Ahora ya no pueden entristecerme,
Mi corazón estaba lleno de pesar
Por la alegría que nunca tuvo.

19
“Así es la muerte”
Charles Hamilton Sorley

Así, así es la Muerte: ningún triunfo: ningún triunfo: ninguna


derrota:
Solo un cubo vacío, una limpia pizarra rota,
Una distancia misericordiosa de lo que ha sido.

Y esto sabemos: la muerte no es la vida,


Estrellado, el cubo se vacía. Y nosotros que hemos
alcanzado
Cosas maravillosas, sabemos que al final no ha llegado.

Vencedor y vencido son uno en la muerte:


Amigo y enemigo, cobarde y valiente.

Los fantasmas no dicen, “¿Qué recuerdas de tu atardecer?”


Pero un desacorde se oculta en cada ayer,
Tan famélico, tan prolijamente incompleto.

Y su promesa brillante, marchita y apresurada,


Se roza, se mueve, se eleva, crece dulcificada.
Esas flores son como tu cuando estés muerto.
“A la muerte” 
20
Amy Levy

Si dentro de mi corazón hay hastió,


Si la llama de la poesía
Y el fuego del amor se hacía frio,
Lacera mi carne sin cortesía.

Rápido, sin pausa ni demora;


No dejes que el campo de mi vida se nutra
Con la ceniza de los sentimientos de muertos,
Deja que tu canto fluya con ternura.

21
“Un bosque silencioso”
Elizabeth Siddal

Oh, silencioso bosque, te atravieso


Con el corazón tan lleno de miseria
Por todas las voces que caen de los árboles,
Y las hierbas que rasgan mis piernas.

Deja que me siente en tu sombra más oscura,


Mientras los grises búhos vuelan sobre ti;
Allí eh de rogar tu bendición:
No convertirme en una ilusión,
No desvanecerme en un lento letargo.

Escrutando a través de las penumbras


Como alguien vacío de vida y esperanzas,
Congelada como una escultura de piedra,
Me siento en tu sombra, pero no sola.

¿Podrá Dios traer de vuelta aquel día,


En el que como dos figuras sombrías
Nos agitamos bajo las hojas tibias
En este silencioso bosque?

22
“Cuando entre la sombra oscura”
Gustavo Adolfo Bécquer

Cuando entre la sombra oscura

Perdida una voz murmura

Turbando su triste calma,

Si en el fondo de mi alma

La oigo dulce resonar,

Dime: ¿es que el viento en sus giros

se queja, o que tus suspiros

me hablan de amor al pasar?

Cuando el sol en mi ventana

Rojo brilla a la mañana

Y mi amor tu sombra evoca,

Sentir creo la impresión,

23
Dime: ¿es que ciego deliro,

o que un beso en un suspiro

me envía tu corazón?

Y en el luminoso día

Y en la alta noche sombría,

Si en todo cuanto rodea

Al alma que te desea

Te creo sentir y ver,

Dime: ¿es que toco y respiro

soñando, o que en un suspiro

me das tu aliento a beber?

24
“Esta noche”
Amy Levy

¿Cruel? creo que nunca hubo una trampa


Mas infame y agotadora que esta.
No es un sueño, así lo decía mi corazón,
Con la sobria certeza del despertar.

¿Sueños? yo conozco sus rostros,


En apariencia agradables; vaporosos,
Adornados de alas multicolores;
He tenido sueños antes y esto no es soñar.
Llega la luz del día y la alegría cubre mi pesar.

¿Que le hiere, amor mío; que dolor le arrebata?


Pues ella en soledad empalidece;
Y sus facciones lentamente se desvanecen.
No puedo unirme a ella,
Me estiro hacia allí sin sentido,
Mientras mis brazos rodean el silencio y el vacío.

“Remordimiento póstumo”
25
Charles Baudelaire

Cuando en el fondo duermas, mi Bella Tenebrosa,


De una tumba de mármol negro construida;
Y tan solo tengas por lecho o guarida
Una bóveda lluviosa y una profunda fosa.

Cuando oprima la losa tu carne trémula


Y tus flancos doblados con encanto tendida,
El latir y el desear a tu pecho le impidan,
Y a tus pies huir su carrera azarosa.

La tumba, confidente de mi sueño infinito,


(Porque la tumba siempre comprenderá al poeta)
En esas largas noches en las que el sueño está prohibido,

Te dirá: “¿De qué os sirve, indiscreta cortesana,


No haber conocido lo que los muertos lloran?”.
Y el gusano roerá tu carne,
Como un Remordimiento.

26
“El aullador”
Howard Phillips Lovecraft

Me dijeron que evitara el sendero de Briggs’ Hill,


Que antiguamente había sido el camino de Zoar,
Porque Goody Watkins, ahorcada en mil setecientos cuatro,
Había dejado un destajó monstruoso detrás.

Pero cuando desobedecí, y observé ante mi


La cabaña cubierta de hierba, junto a una gran ladera rocosa,
No pude pensar en olmos o cuerdas de cáñamo,
Solo me pregunte por que la casa parecía nueva.

Al detenerme un momento para contemplar el ocaso,


Oí débiles aullidos, como en una habitación en el piso alto,
Mientras la hiedra entre los cristales dejo pasar un desgano
Un rayo de sol, que tomó por sorpresa al Aullador.
Llegué a verlo, y de aquel lugar hui, presa del pavor,
De aquella cosa en cuatro patas y rostro humano.

27
“Incluso en la tumba”
Walter de la Mare

Deposite mi inventario en la mano de la muerte,


En su arboleda oscura y frondosa;
Mientras dulce y desolado, sin distraerse,
Oí al amor cantar en esta tierra silenciosa.

El leyó el registro hasta el final:


Las descuidadas y duraderas heridas del destino,
La carga del enemigo, la carga del amor y el odio;
Las heridas del enemigo, las amargas heridas de un amigo.

Todo, todo lo leyó, incluso la indiferencia,


La frívola conversación, el vano silencio, la esperanza y el
sueño.
El me pegunto: ¿Qué buscas, entonces, en su lugar?
Incline mi rostro en el pálido brillo de la tarde.
Luego me miro con extraña inocencia, y dijo:
Incluso en la tumba te tendrás a ti mismo.

28
“Casa fantasma”
Robert Frost

Habito en una solitaria casa, y se


Que hace muchos veranos desapareció,
Salvo las paredes del sótano,
Los muros donde se cae la luz del día,
Y donde las fresas salvajes se arrastran.

Sobre las vallas arruinadas las vides la ocultan


Del bosque, volviendo al campo fértil;
Pues el árbol del huerto ha cultivado un bosque
Donde aletea el carpintero y corta su madera;
Sanado para bien el sendero que baja.

Habito con un extraño dolor en el corazón,


En aquella casa desaparecida sin un rumor,
Sobre aquel camino perdido y olvidado,
Que ni siquiera es refugio de lagartos.
Llega la noche, los murciélagos caen con sus dardos;

29
El ave nocturna llega para silenciar
Los sonidos y la agitación del cielo;
Los oigo comenzar lejos, muy lejos,
Balbuceando muchas veces su decir,
Antes que de que el arribe, sin otra cosa que callar.

Es bajo la pequeña, débil, estrella estival,


Pero nada se sobre la muda multitud
Que comparte las penumbras junto a mí,
Aquellas sombras bajo el árbol oscuro
Sin duda llevan nombres ocultos en el musgo.

Son gente incansable, pero lentos y tristes,


Aunque dos, los más cercanos, son hombre y mujer,
Ninguno entre ellos se atreve a cantar,
Y a pesar de estar rodeados de soledad,
Como dulces compañeros, continúan en este lugar.

“Antarktos”
30
Howard Phillips Lovecraft

En lo profundo de mi sueño el gran pájaro susurraba


extrañamente,
Hablándome del cono negro de los desiertos polares,
Que se alza lúgubre y solitario sobre el casquete glaciar,
Azotado, desfigurado, por eones de frenéticas tormentas.
Allí no palpita ninguna forma de vida terrestre;
Solo pálidas auroras, solo mortecinos,
Que brillan sobre ese peñón horadado, cuyo origen primitivo
Intenta adivinar, a oscuras, los antiguos.

Si los hombres lo vieran, se preguntarían entonces:


Qué raro capricho de la naturaleza contemplo;
Pero el pájaro me ha hablado de lugares más vastos
Que meditan, escondidos, bajo la espesa mortaja de hielo.
¡Dios ayude al soñador cuyas locas visiones le muestren
Esos ojos muertos engastados en abismos de cristal!

31
“Hacia atrás camina el Diablo”
Juan Ortiz

Su madre se lo dijo,
Una vez, otra vez mas:
“No camines hacia atrás,
Porque así camina el Diablo”.

Riéndose de aquello,
El niño no hizo caso
Y se fue solo y descalzo
Calle abajo haciendo eso.

Una sombra apareció


En un callejón oscuro,
Se le acercó y le dijo: “Te vi”,
“No fui yo, en verdad, ¡lo juro!”.

Pese a que el niño negó su actuar,


Hoy no puede esconder
Los cuernos que el Diablo suele poner
A los que caminan hacia atrás.

32
“Cuando entre la sombra oscura”
Gustavo Adolfo Bécquer

Cuando entre la sombra oscura


Perdida una voz murmura
Turbando su triste calma,
Si en el fondo de mi alma
La oigo dulce sonar,

Dime: ¿es que el viento en sus giros


Se queja, o que tus suspiros
me hablan de amor al pasar?

Cuando el sol en mi ventana


Rojo brilla a la mañana
Y mi amor tu sombra evoca,
Si en mi boca de otra boca
Sentir creo la impresión,

Dime: ¿es que ciego deliro,


O que un beso en un suspiro
Me envía tu corazón?

33
Y en el luminoso día
Y en la alta noche sombría,
Si en todo cuanto rodea
Al alma que te desea
Te creo sentir y ver,

Dime: ¿es que toco y respiro


Sonando, o que en un suspiro
me das tu aliento a beber?

34
“La sombra que visita”
Juan Ortiz

La sombra visita
Traslucida,
La habitación de madrugada.
Va,
Volando oscuridades.
A cada sitio al que le dejan los incautos en la noche.

Pesa, juro que pesa su mano presionando su pecho al


despertar;
Huele,
Juro que huele a azufre su presencia.

35
La sombra a veces se sienta allí,
Detrás del que lee estos versos,
Y se ríe del incrédulo,
Del que se mofa,
Y va y lo busca a tientas,
En su recamara,
Y de repente unos ojos se abren por el peso de unas manos,
Y la respiración se agita por el azufre en el aire.

No debí escribir esto,


La sombra sonríe,
Detrás de ti,
Y lo sabes.

36
“El arlequín de la casa”
Juan Ortiz

Juega,
Niño,
Juega,
Nocturno en esa sala de octubre,
Da tus pasos taciturnos
Antes que el alba despunte.

Juega con tu cuerpo perlado,


Con tu atuendo de circo de pueblo,
Payaso sonriente acerado
Salido de algún infierno.

Te vi en la sala de mi madre,
Una madrugada fría,
Bailando con tus chanclas blancas
Frente al retrato de mi tía.

Desde entonces no has salido


De mi psique ni un instante,
Ni aquí en el manicomio,

37
En esta celda distante.

Y no puedo dejar de decir


Los versos que a ti te hice,
Los repito en ciclos sin fin
En cada rincón que yo pise:

“Juega,
Niño,
Juega,
Nocturno en esa sala de octubre,
De tus pasos taciturnos
Antes que el alba despunte.

Juega con tu cuerpo perlado,


Con tú atuendo de circo de pueblo,
Payaso sonriente acerado,
Salido de algún infierno”.

38
“La bruja”
Mary Elizabeth Coleridge

He caminado mucho sobre la nieva,


No soy alta ni mi corazón muerte.
Mis ropas están mojadas,
Y mis dientes se estremecen,
El camino ha sido largo,
Por el penoso sendero crujiente.
He vagado sobre la exuberante tierra,
Pero nunca he venido aquí antes.
¡Oh, levantadme sobre el Umbral
Y dejadme ante la Puerta!

El filo del viento es un enemigo cruel,


No me atrevo a pararme en la tempestad.
Mis manos son de piedra,
Y mi voz se lamenta.
Lo peor de la muerte ha pasado,
Pero aun soy una pequeña dama.
Mis delicados pies se han llagado,
Y en blancas heridas sangrando.
¡Oh, levantadme sobre el Umbral

39
Y dejadme ante la Puerta!

Su voz era la voz que las mujeres tienen


Rogando por un deseo del corazón.
Ella vino,
Ella llego,
Y la llama temblando,
Hundiéndose en el fuego
Finalmente murió.
Nunca más en mi alma se encendió,
Desde que me agite en el suelo,
Levantándola sobre el umbral,
Y dejándola ante la puerta.

40
“La aparición”
John Donne

Cuando por tu despecho, ¡oh inmoladora!, esté muerto,


Y libre te creas de todos mis asedios,
Vendrá entonces mi espectro hasta tu lecho
Y a ti, vestal farsante, en ajenos brazos te hallará.
Dudara entonces tu enfermiza llama,
Y aquel, tu entonces dueño, fatigado ya,
Si te mueves, o intentas alzarlo con pellizcos,
Pensara que clamas por mas,
Y en simulado, sopor te rehuirá,
Y entonces, álamo tembloroso, menospreciada, abandonada,
Te bañaras en gélido sudor de azogue,
Espectro más real que el mío propio.
Lo que diré no eh de decirlo ahora,
No vaya eso a protegerte.
Desvanecido ya mi amor,
Antes quisiera verte con dolor arrepentida
Que, por mis amenazas, inocente.

41
“El canto del sepulturero”
Robert Spencer Carr

Yo soy el que los atrapa a todos,


¡Ho! ¡Balanceo mi pala!
Los magros, los bajos, los altos, los gordos,
¡Ho! ¡Balanceo mi pala!
Ricos y pobres, profundo los coloco,
Donde los gusanos se arrastran y se retuercen
En la tierra fría y fangosa.
¡Ho! ¡Balanceo mi pala!

Sobre ataúdes brillantes y nuevos,


¡Ho! ¡Balanceo mi pala!
Sobre los privilegiados de los mausoleos;
¡Ho! ¡Balanceo mi pala!
Oye como caen los terrones mojados,
El predicador, el payaso, el ladrón,
El vestido elegante, los harapos.
¡Ho! ¡Balanceo mi pala!

42
Lejos de las preocupaciones banales,
¡Ho! ¡Balanceo mi pala!
Mordisquea la larva de tus dedos expuestos,
Nacido para morir—¡qué broma cruenta! —
En el mejor de los casos, después de los cuarenta,
Después te pudrirás con el resto,
¡Ho! ¡Mientras balanceo mi pala!

43
“Esta mano viviente”
John Keats

Esta mano viviente, ahora tibia y capaz


De agarrar firmemente, si estuviera fría
Y en el silencio helado de la tumba,
De tal modo hechizaría tus días y congelaría tus sueños
Que desearías tu propio corazón secar de sangre
Para que en mis venas roja vida corriera otra vez,
Y tu aquietar tu conciencia—la ves, aquí esta—
La sostengo frente a ti.

44
Dedicatoria

Para Candlle

Esta antología tiene el fin de mostrarte la poesía en el


ámbito del género del terror y horror. Espero lo hayas
disfrutado leer tanto como yo; y que te haya llamado la
atención como para tomarte el tiempo y haberlo leído
hasta el final.

Te dedico este pequeño libro con emoción, te quiero y te


mando un fuerte abrazo.

- Abby E. Rodríguez Ramírez

45

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