Chona Madera
Chona Madera
Chona Madera
OBRAS
COMPLETAS
EDICIONES RONDAS
BARCELONA
19 7 9
NOTA BIOGRÁFICA
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CHONA MADERA
OBRAS
COMPLETAS
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BtBUOTKA UHIVEfieiTARIA
U S nUJiáAS DE G. CANARIA
N* Doeumwno >(^2.^5>-^
BARCELONA
197 9
© CHONA MADERA PÉREZ
Primera Edicrón: julio 1979
Depósito Legal: B-21854-1979
I.S.B.N.: 84-300-1071-8
Impreso en los talleres de
Gráficas Fomento
C. Peligro, 8. Tel. 258 04 25. Barcelona
PROLOGO
Perfecciona tu modo dulcemente
y pon en cada cosa, lo adecuado.
Una triste dulzura ante la muerte
y una alegtia man^ en lo dichoso.
AliONSO QUESACA
SEBASTIÁN DE LA NUEZ
Universidad de La Laguna
Febrero de 1979.
EL VOLCADO SILENCIO
A mi hermana María Fernanda
Era su vida y la mía
como un mismo corazón.
POR MI CALLE
A Mari Carbone de Castro
Va la señora enlutada.
Abriga a sus pobres muertos
con sus crespones, tapada,
ha calle, se pone triste.
Las luces toman un tinte
de media noche mojada.
13
¡SALVE!
A D. Cristóbal de Castro
con mi admiración más fervorosa.
15
CUANDO CIERTO ES AMOR
A Miguel Pérez Ferrero
Toda una vida es poco para el amor, si es cierto.
Rebosa de la vida y \todo es su cantar]
Su aliento de gigante, en su expansión, rebota
pujante en los cantiles, espuma de pleamar.
Nada que más nos hable del corazón de Cristo.
\ Amor!... Amor es todo, si en nosotros es amor.
Y lo nimio se agranda, y se avisa, y deslumbra
y es, más que nunca vivo, que milagro es amor.
Porque amor es mirando tal que un foco fecundo,
que descorre las sombras y levanta los mundos;
y es gracia de misterio, y es, cuál lente de un dios,
que a su luz todo clama: —Bendición soy del cielo;
bendición al que ama; por siempre bendición.
Oh, pasar sin su incendio no es vivir, y ser ciego.
Intenso, helado soplo cuajará los alientos.
El es quien ilumina. Sólo él, claridad.
Sólo él, dulce fuego. Nevará en lo distante
de las rosas del tedio, pétalos, sin cesar...
y tristes, como guía que conduce al desierto
os veréis. Y, aunque vivos, pobre carga de muerto.
Y os será toda fiesta, como erial... sin bondad...
Pobres de los que fueron de otros fuegos prendidos;
de pequeñas pasiones. —\Oh, eso no es él amorl—
Los que, pobres miserias, creyeron su sonrisa,
y unos besos cualquiera, creyeron su calor.
No; no fueron tocados de la llama que incendia;
de ese fuego insaciable que no basta la vida
y la vida parece que se funde en su flama.
I Oh, si prende la llama! ¡ Oh, si fuesen cien vidas
en ese viento eterno que la inflama, la inflama\...
16
TU RETRATO
A Elisa Miura Pérez
iQué dolor te abruma el alma,
que en esa aparente calma
diciendo estás de un pesar?
Y ese sereno mirar, \ no es tan sereno 1
si el que te mira,
sabe ver que está tu üanto
escondido en el quebranto
que produce tu mirar...
¿Qué te hirió que se adivina
que llevas dolida el alma
¡Oh, esas suavidades tuyas,
que a mí ruinas me parecen,
de algo que va en H en reveses,
y, a fuerza de tempestad,
se te volvieron mudeces
y ya... enmudecida estás.
¿Qué te hirió tan hondamente?
¡Si pudiera hacerte hablar\
Mas, por tu porte presumo,
que tú eres corno la rosa
que azotara el vendaval...
Tú morirás silenciosa...;
me lo está diciendo él Üanto
contenido en tus pupilas;
ese Uanto contenido
tal que un río de cristal,
que he adivinado
a través de ese tu porte sereno,
de esa mirada que duele...
al que te sepa mirar.
¡A pesar de tan serena,
duele tu serenidad]
17
A LA BLANDA PUERTA
A Carmen Bautista de Falencia
El ruido del mundo, teníame sorda.
El ruido del mundo... \y mi juventud\
\0h, vuelo impetuoso, por entre el paisaje
de lo deslumbrante, bebiendo su luzl
Oh, salón de fiesta. Oh, casa brillante
en que era invitada de sus moradores,
donde concurría la flor, la selecta
sociedad isleña, sus grandes señores.
Y un mundo extranjero, bien representado:
marinos de guerra, cuerpo consular.
Y déla península, todo lo excelente.
Con sus uniformes, todo lo oficial.
Lleno está el recuerdo; bello es el desfile.
Pero siempre, siempre, hubo un algo triste.
Tras de cada cosa, una honda inquietud,
que al quedarme sola sentía resbalando
lenta, lentamente, por mi juventud.
Y eran ya mis versos... Y eran ya mis penas.
Habían de tener forma, y eran, en embrión,
que ya iban llamando quedo, quedamente,
a la blanda puerta... de mi corazón.
CUERPECITO DE CERA
18
LA HERMANA MAS PEQUEÑA
Todo era de ella.
De eüa era la rosa.
De ella era h estrella.
En toda cosa,
a su Dios, alababa.
En su humilde lenguaje,
a la piedra, le hablaba.
Nada fue a su alma esquivo.
Todo, le saludaba.
Todo, le sonreí.
De ella fueron la noche,
y la aurora, y el día.
El agua de las fuentes.
IY las voces del viento]
El mar tenía arrullos
para su encantamiento...
Era todo ternura.
Inmensa comprensión.
En su costado izquierdo,
aunque ocultara el sol,
ifulg^ eternamente,
extraño resplandor]
19
CINCO DE ENERO
A mi hermana Lola Madera
Juguetes, noche de Reyes...
I cómo me traéis mi infancial
mi zapatito al balcón,
mi cabeza en la almohada,
y el latido de mis sienes
cabalga que te cabaiga...
Campanas de media noche,
rebutios entre las sábanas;
mis hermanaos y yo
los ojos como las ascuas.
...Aún tendremos que esperar
quietecitos en la cama...
{y el latido de las sienes
cabalga que te cabalga...)
Sí vendrán ya por él üano
y pasadas las montañas;
si entrados en la ciudad,
si ya cerca..., si ya en casa.
{El latido de las sienes
cabalga que te cabdga...)
—\Han dejado unos juguetes \,
se ha oído la voz del ama.
Desatho y loco tropel...
¡Oh, mi muñeca mulatal
¡Toda en sorpresa se abre
la rosa de la mañana,
y los Reyes han colmado
los zapatitos... y el almal
n
Hoy son otros los caminos:
menos hermanos... la casa...
Sólo una vez, sólo una
la degiia de la infancia.
El latido de mis sienes
cabalga que te cabalga,
un imposible horizonte,
alta nube, sueño... riada
20
DIVERSIDAD DEL MAR
A un marinista extranjero
¡Diversidad dd mar... I El mar,
ofrécenme tus cuadros, extramjero.
¡Y es ofrecerme que conozco el mar:
Vivo y nad a su arrullo montero.
Y hay en tus cuadros auténticas tormentas,
y turbiones, y encrespadas olas.
Y en las que la dulce hñsa ordena
él mar, de estas riberas españolas.
Móvü corporeidad tienen sus aguas
y las calmas —que tanto el mar ofrece—,
donde la luz, a veces se desmaya
interminable e inenarrable, a veces.
Y sus colores, y la forma, innúmera,
y la gracia turbia, y la transparente
de los béUos aguajes, sorprendidos
por tu inquietud, cada hora, diferentes.
Y d salto, y la resaca, y sus espumas,
y el volver hacia atrás... por los rompientes,
empinado en su fuerza, impetuoso
replegado en alturas..., por vencerles.
Y él pereMso estirado halago...
[Oh, vario luchador\ Cómo se apura
hecho brazos, por la tierra amada;
la eterna amada esquiva, a su dulzura!
¡Qué dócil a tu antojo se ha mostrado]
¡Cómo debes de amarlo: mtensanente,
pues que se dio a tu afán de enamorado
el verdadero mar, él mar ingente \
El que ruge sin piedad oBiorotado.
El duro; el ya suave; el altanero.
iCómo debes de amarb, con qué fuerza,
con qué inmensa ternura, extranjero]
21
MI SUEÑO
Aíf sueño —que ya no es sueño
porque no es sueño de nadie—
pronunció un profundo "no"
y se me quedó en la calle.
HA TIEMPO...
¡Sí encenderme pudieras\... Ha tiempo que voy muerta.
¡Si encenderme pudierasl... Sí fuera para ti.
Aunque el alma va inerte por mil duras tormentas,
que a tus besos resurja; que sean para mis labios
la brasa soterrada del volcán que hubo en mí.
Que la miel de mi pecho con tu fuego derritas.
Siéntame yo inundada como panal de miel.
Y tus caricias blandas, restañando mi herida
produzcan el milagro: iQue yo vuelva a querer\
Van tan grises los dios. Tan colmados de llanto...
Mas, la aurora se alza de las sombras, y el día
aquel que me encontraste uceada en el camino,
sedienta de ternura —pura alma sin hiél—,
y (d reconocer que era fulgor de lurui
me dijiste: leoántiae. Yo saciaré tu sed.
Oh, si fueras tú ese a éste mi mal tan hondo;
si cual otro Jesús, a mi sepulcro abierto,
por esa tu mirada, como a Lázaro muerto,
fueras sol que dumbras mi extensión apagada.
22
Ay, si fueras tú ese ¡ Una recia Uamadal
no fuera más dichosa si no fuera llagada.
No fuera más dichosa la primera aldabada.
I Que más dulce es el agua, cuando} grande es la sed I
POR LA MANO QUE ESTUVO ENTRE LAS MÍAS
iQué cerrado silencio, ajeno a todo\
¡Qué exudación de alma,, en agoráa\...
El mirarme y el verme me da pena,
por esta vida sola, y tan báldia.
Que aquí estoy triste y sin amor ninguno,
por la mano que estuvo entre las mias...
LA ULTIMA MIRADA
Señor, Tú sabes que fue mi amor
y también sabes. Señor,
que fue quien me puso triste.
1 Ya nada tiene el color dorado
de los ensueños]...
Porque sólo él fue mi dueño
todo ensombrece el dolor...
¡ Y la última mirada que no vi,
está tan fija,
que para siempre clavada,
atraviésame el costado
donde tengo el corazón
como a Ti, Crucificado.
Como aquella lanza a Ti,
Redentor... de mis pecados]
25
ESTA TERNURA INFINITA
Justificándome a Dios:
I esta ternura infinita,
que dentro de mí se agital
i Lampañta
de roja sangre exquisita!;
corazón, \Tni corazón]
NADIE SABE...
Nadie sabe por qué lloran
los poetas.
¡ Nadie sabe, nadie sabe...!
El llanto en los demás
justifícanlo: sus duelos.
Ellos: porque vuela el ave;
porque ayer fue el mar de seda;
porque sonó dulce el clave
y se hizo polvo de oro
la luz en la rosaleda,
o porque unos ojos bellos
le miraron con bondades...
Nadie sabe
por qué lloran los poetas.
¡Nadie sabe, nadie sabe\
26
LA EDAD MADURA...
Al acuarelista
D. Francisco Bonnim
La edad madura
traerá lo mejor.
Mas yo, si prefiero,
es la del error;
cuando no se sabe
casi que es pensar,
y el impulso es todo:
¡correr y cantar]
¡Qué pena, recuerdos
de aquellos tesoros:
la cuerda, la comba,
y el corro sonoro]
Cuando arrebolada
de tanto correr,
¡el mundo era mío...,
sólo con mis piesl
Y no más sabía
que leer muy mal,
y alguna labor...
¡Correr y cantar]
28
AMOR COLEGIAL
ESTAS MANOS
29
LO FRATERNO
Mía es siempre la pena de todo el que padece;
del que sortea en derrotas las mares encrespadas;
del que trajo en herencia una triste locura,
y el que, sin culpa alguna, lleva muchas, lloradas;
del que se cree solo por ignorar que soy
la dulcísima hermana que comparte su suerte;
del que sufrió en silencio la zarpa de la muerte;
y el que lloró sin tregua por su pupila ciega.
Todos: en hospitales, en leproserías,
los sedientos nómadas que cruzan los desiertos
junto con los que en cárcel cumpliendo estén condena,
I sabed, mis hermanos, que en la noche,
en las horas más tristes, si escucháis,
mi corazón, que ha huido del personal problema,
en fraternal latido, junto a los vuestros suena!
30
A DON ALONSO QUESADA
En su amistad postuma.
Poeta amigo; compañero, por el milagro de tu libro abierto,
y él camino seguro de tus libros:
savia fecunda de tu pensamiento.
A mí viene el caudaloso río de tu voz honda,
que no apaga el viento.
El polvo del olvido a tu obra; intitil,
ha de encontrarte para siempre enhiesto.
A tu noble corazón, ¡qué tempestades;
cómo batió el huracán, adentro...]
Tu palabra fue mundo de verdades;
pura y cierta si la hay: la tuya,
venciéndote la tumba, y el silencio...
En cada verso va tu pulso fuerte
doliéndose de ti, de un sino adverso.
Y el que como yo, se apacentare de sus trigos amargos,
duele el verso.
No sé si fue mejor que la fortuna
no sonriera al bronce de tu pecho.
No sé..., cruel, para lo que anhelaste,
trocó oro puro el contrario viento,
que bien amado de los dioses, ellos
diéronte nombre, para el mayor tiempo.
Admirable poeta don Alonso:
la invisible cantaste sin recelo.
Sólo tuyo..., y para siempre... nunca;
nunca jamás mayor fuera el secreto.
Quizá, para ti fue lo más blando
en ese abrazo..., en que quedaste muerto.
31
VIEJO PARQUE DE DORAMAS
32
SIN HUELLA ALGUNA
El horizonte, plomo,
se confunde
con el gris horizonte
corazón.
TODO UN D Í A S I N VERTE
33
SI YA SOMOS...
Si ya somos amor, tarda el momento,
y yéndose están tantos..., tantas horas
en que es probable ser humo, o ser viento,
que ya doy por vivido lo que, acaso
sólo sea roce, en el pensamiento.
Si cuanto más tarde, más polvo has de encontrarme,
y tú serás más polvo en el camino,
y serás mucho menos para amarme;
deja que sueñe que ya todo ha sido,
que eres a mi resto, dulce aliento,
porque sustraje tu imagen al olvido
de la que Ueno está mi sentimiento.
34
EN MI HORIZONTE
[Siempre tú...\
En mi horizonte,
tú siempre:
—El eterno deseado—.
Y aún no vendrás
tú, mi amado,
es tu imagen mi amor
y mi locura.
Tú, en quien conoú
la desventura,
por haber, a un ser asi,
imaginado...
'3R
MI VERSO
Yo no sé si mi verso
les gustará a las gentes.
Sólo sé que en murmullos
brotaron de mi fuente.
Que su cauce virgíneo
lo labró su corriente.
¡Sólo sé que refrescan
el ardor de mi frente]
SOLO
36
AUSENCIA
CUANDO OS CERRÉIS
37
LO CIERTO ES QUE SOY ASI
No hay nada que me conforme.
Es la pena de vivir.
y no es que quiera monr.
¡Yo pienso si no es de aquí
la felicidad del hombre]
Lo cierto es que soy asi:
Llanto y más llanto por todo:
por la alegría, por la pena.
Hay algo que me encadena
al manantial del sufrir.
A esa pena, que yo no sé definir.
Pero que siento fluir
por los cauces de mis venas,
como la sangre,
sin Que se me quiera ir...
38
LETANÍA A CRISTO
Cristo, el de la faz hermosa. El de la llama pura.
Al que toda la carne sólo fuera envoltura.
Como la primavera trae al árbol las hojas,
al mirarte..., el pecado me llena de congojas.
Cristo, cúmulo inmenso de todas las clemencias.
El ejemplo más grande de la pura inocencia.
El que al ser comprendido limpia el alma de hiél.
El más dulce y más triste del pueblo de Israel.
El hijo todo hermoso de la dulce María.
El que es ya por los siglos en las generaciones.
El de las mil parábolas —dulce miel del panal
de las sabidurías—, ya por siempre jamás.
Eterno manantial donde humanidad abreva
desde su nacimiento, hasta la hora postrera.
El que acoge a los grandes, igual que a los mendigos,
al abierto costado, dejándolos cautivos,
mientras van —caminantes— al gran seno de Dios.
—¡Eí dulce cautiverio de la fe y el amor\—
Cristo, todo ternura, y la dulce mirada,
que florecísteme el pecho de una rosa de amor,
a la que fue consuelo mirar para tu cruz,
cuando todo le fuera privado de la luz,
de la felicidad y todos los halagos.
El que dio en recompensa a mi noche la calma.
La que es ya, para siempre, paisaje de mi alma.
El mirarlo y el ver manando tu costado,
me es consuelo que aún no se haya secado.
Su inagotable fuente séame la ribera
de la paz que yo añoro, para cuaruio me muera.
Cristo, séanme perdonadas las faltas cometidas.
Seas Tú quien me prodigue lo que aquí no he tenido.
Cristo, [esta ansia, esta ansia de amor, que va conmigo\
38
PASIÓN QUE DOLORIDA...
40
EL QUE LO HAYA VENCIDO
A María Rosa Alonso
EL DE LA FAZ SERENA
LA NOCHE
A mi habitación, la noche,
ha envuelto en su capuchón.
Nada es rojo, ni amarillo, ni gris;
nada tiene su color.
Pero distingo más claro que de día,
en mi corazón.
41
MI ABUELO JUAN ANTONIO
Cómo te recuerdo, abuelo,
y hace de esto \tanto tiempo\
Cuando llegabas del puerto,
con tu prestancia mañna,
tus grandes ojos azules
con todos los mares dentro,
en tu tez, todos los soles, y tu gesto
de escrutador de distancias,
de borrascas y de vientos.
Cómo te recuerdo, abuelo,
y hace de esto \tanto tiempo]
Cuando después de besamos,
de contar todos los nietos,
ocupabas tu sillón
—aquel gran sillón de cuero—,
y mandaos que trajeran
la maleta "del misterio".
42
SOLO TE DEBES DOLER
Aunque oigas maldecir,
nada es maldito, mujer.
Dios lo libró del no ser
y, por eso, al florecer,
nada puede ser maldito.
Nunca maldigas, mujer.
Cuando te punce la espina...
sólo te debes doler.
AMBICIÓN
Tiempo ilimitado para el verso,
un poco de paseo y de teatro,
unos buenos amigos, la tertulia,
y el vivir, corto o largo.
Tuve otras ambiciones... —]Cuántas, cuántas]-
Pero... se derrumbaron.
Mas, doy gracias a Dios, por los ensueños:
reducto inmenso, el mayor regalo.
43
ACASO UNA NOCHE...
Si en ninguna he de verle,
¿para qué tantas horas, y a porfía?
Si en ninguno me es dedo el contemplarle,
¿por qué este devanar de cada día?
En mí se agotan h ambición y el tiempo
en esta ausencia, que al corazón devora.
Yo diera lo que quédame de auroras
por hacer la postrera en compañía
del que tiene en dolor el alma mía.
Horas, nada sabéis, del sufrimiento ajenas,
qué frías, qué lentas, qué serenas,
pardas, innúmeras, jcomo las arenas\...
44
LLANTO...
VEJEZ
QUEJAS DE AMIGOS
45
ABRÁZALO POR MIS BRAZOS
j Cuan grande es este dolor
de mi amor de cementerio\...
Yo, en el férreo cautiverio
que me trajo tal dolor.
Mi amor..., en un cementerio.
\Dolor\... ¿Dónde lo hay mayor
que aquel que trajo la muerte?
Decidme sí hay un dohr
y hay un destierro mayor
que el que impone un cementerio.
Tierra que no se transita;
que quieto está, el que la habita.
¡Qué triste el que va por juera\
\Qué triste rorida de amantes
a esa tierra..., la que quiso
que mi amor la conociera]
Tierra tan cerca e imposible
para aquellos nuestros pasos.
Tierra, que te me has comido
del corazón un pedazo.
Porque a mi amor has querido,
sólo es ya... de tus abrazos.
¿Por qué ad me lo dormiste,
si él preferia mi regazo?
Guárdame a su lado el nido...
¡ Tierra, que me lo has dormido,
abrázalo por mis brazos]
LA VEREDA
Real circunstancia rnla, que
hasta a mi misma me niegas;
mas..., no conoces la vereda
a donde voy noche y dia...
Bendita seas tú, vereda, que
aunque mi fiesta no llega,
por conocerme me estirruis
y haces mi vida tan mía,
que ya no ambiciono cosa
que no me des... | fanta^ generosa I
46
EL CUADRO INACABADO
A mi hermana
María Fernanda
El caballete tiene un cuadro inacabado,
empezado por ella, que ha diez años... ha muerto.
El, espera apacible, como siempre, confiado,
y yo sé, por mi mal, que el regreso... no es cierto.
Tú, caballete, eres feliz, porque no sabes
qué circunstancia esconde la mano compañera.
Mil veces he envidiado esa tu paz, amigo.
Ni pasado, ni presente: —Ni historia, ni quimera—.
Sin ese dardo agudo —memoria que atormenta—.
Ay, si de palo mi alma como la tuya fuera.
j Dichoso tú que tienes el alma, de madera I
47
It <5»^iir.<í
MI PRESENCIA MAS CLARA
MI PRESENCIA MAS CLARA
MADRE
Qué tormenta de amor en las entrañas
cuando pienso de ti la ausencia cierta-
Qué tormenta de amor tras esa puerta
donde espero encontrarte todavía.
51
En conducirme fuiste la enseñanza y la palabra
la medida: que en ti era la prudencia.
En perdonar eras siempre indulgente,
y toda tú, paz. Inmensamente paz.
52
SI LA YEDRA HA DE SER YA FATALMENTE
A Gabriel Celaya
¿Por qué, vida, dime,
por qué no has de servirme para nada?
Por qué, obstinada yedra,
has de cubrir, con tan profusa trama,
cuanto resquicio en mí pudiera abrirse
para gozar siquiera una esperanza;
S3
HASTA CUANDO
CONTRASTES
54
Por sentirme ligera,
y hace olvidar, la prisa.
Porque alegre me toma,
encántame la risa.
(¡Ay el agua que corre
por la abrupta cascada\
i Ay la gracia del agua
que no yace estancadal)
55
LA QUE VEIS POR FUERA
No es posible; no podría quererte.
Sólo a ellos:
En mis ausentes vivo;
no podría decirte
como dije: "te quiero",
hace tiempo.
No sabría decírtelo hoy a ti
dulce amigo.
Todos mis sentimientos
se me van a unos rótulos
lacónicos, con fechas...,
a distintas ciudades.
Aunque veas,
que, animadamente hablo,
que francamente río,
¡Tantas veces he muerto...]
{madre..., novio..., hermanos...).
¡Me he muerto hace ya tanto
para el ir de la vida...!
—Me confunden por eso—.
Pero ay si supieran qué triste niña llevo;
qué desolada y triste;
qué diferente era.
Qué diferente soy
a la que veis por fueral
HERMANO ESCLAVO
A Colacho Massieu
Por ti, hermano esclavo,
me duele la vida.
(Por la noche eterna del oscuro sino.)
Más que las cadenas y el rudo trabajo
que el cruel tirano te dio, triste hermano,
por aquélla herida...
Por aquella herida, sangrando en silencio,
de tu alma, uncida a la adversa suerte.
Por tu alma, hermano,
me duele la vida.
56
Acaso, por verte liberto, ansiabas la muerte,
como él pan: a diario.
Como el agua, hermano —que la sed se siente—.
Porque sé que el alma vino para el vuelo
y basta apresarla para sentir duelo.
\Qué angustia la tuya bajo el cruel tirano\
¡Qué pena la tuya, mi doliente hermano\
Por ti, hermano esclavo.
Por el peso inmenso que fue en ti la vida,
yo oscurezco, hermano,
y vibra una pena humana, de siempre,
que llevo escondida.
TIERRA
A Horacio Castro Carbone
Y eres humilde, tierra.
Siempre bajo los pies
\dándolo todo]...
Tan parda, y, sin embargo,
tú el color posees.
Y todos los matices
emergen de tu seno.
En una sola flor,
tú perfumada.
Una fruta cualquiera
es tu capaz dulzura.
\Qué llena va tu falda
de cuanto es la vidal
Tu corazón inmenso,
\qué pleno de ternura!
Constantemente, en árbol,
en fruto, te prodigas.
Los hombres no comprenden
tu derramada entraña.
Los hombres, como ciegos,
miran a las alturas.
¡Y la lección más noble.
Dios, en ti, les va dando \
57
PORQUE EL NO SE ACABA NUNCA
Porque él no se acaba nunca,
esta condición humana
menesterosa de amor.
Porque él no se acaba nunca,
el corazón roto en fuente,
y las manos extendidas,
en vilo, un suave dolor
de angustia que no termina.
INTROSPECCIÓN
Rematasteis cúpulas,
pusisteis veletas
y las cerraduras
a todas las puertas.
para que tengamos
el rincón que anhela
el alma, cansada
de ruido y de fiesta.
\Oh manos benditasl
Cuando por la calle
conmigo os cruzáis,'
el cesto en la diestra,
—oh manos obreras
de blanco empolvadas,
o de polvo negras—,
siempre os he besado...
sin que os dieseis cuenta.
60
A mí sus miradas, sonrisas t/ sueño.
A mí, todo el llanto —de ignorada causa—.
A mí, manecitas que pedís caricias.
Yo tengo el calor del nido deshecho,
y mi pecho, anchura por todos los pechos.
A mí, bienamados:
los niños de nieve,
los niños rosados,
los niños morenos y demás colores.
Los niños son flores.
Por eso los hay tan varios en raza.
SIN ALARDE
A la memoria de Montian
Placeres, en el tiempo.
61
Deja, deja que te lleve
y sin palabras te quiera
sin cuerpo ni voz me digas,
hasta que llegue el instante
en que se rompa mi vida.
Deja, deja que te guarde
como una flor preferida.
62
Qué distante sólo con morirse:
Silencio el suyo el más cerrada y serio.
No, nunca es nadie como fuera entonces
aunque el recuerdo afirme que les vemos.
EL SILENCIO
El silencio
es inmenso palacio
por el que ando despacio.
El silencio,
{que no tiene barreras)
nunca me dice: Espera.
El silencio,
que no es primavera,
ni es verano,
ni otoño,
ni es invierno siquiera,
que no es nada —para tantos—
constituye mi encanto.
El silencio
no me tiene por rara.
Es mi mejor amigo,
mi palabra más clara.
68
DONDE
TODOS SOMOS DE TI
64
Allá, allá termina tu rumor,
tu apego.
Remota en promesas y mañanas,
desprendida,
imposible ya tu mano.
\ Ignorándonos ya
eternamente!
65
SEÑOR...
Señor,
porque me diste
este sensible modo, tan agudo,
y más que lo alegre me tomó lo triste,
mil protestas oí.
Sí Tú quisiste
que así fuera mi canto;
si soy tu voluntad,
—para mí, llanto—,
¿qué he de hacer yo mejor
que cual Tú quieres?
II
66
LAS ESTANCIAS VACIAS
A la memoria de mi madre y a la de mis
hermanas María Fernanda y María Dolo-
res, que en mi corazón viven mientras yo
vaya por estos caminos.
El fondo poético
es el fondo de la propia vida.
GOETHE
He vuelto...
Las estancias vacías he visitado:
iQué profundo silencio se ha cemidol
(Igual al de la mueríe es de callado).
Yerra el dolor
y soy yo su sembrado.
Donde quiera que vaya irá enlutado
mi corazón.
Ya
sólo tuyo, silencio, sólo tuyo.
ilQué bien lo sé con ellos enterradol).
ee
MIENTRAS ELLA DURA
A Esperanza Vernetta de Quevedo,
entrañablemente.
Cuántas calles andadas. Cuántos caminos.
Techos, paredes cobijándonos.
y como sutil viento,
circunstancias
que por imprevistas
nos sorprenden.
¡Siempre algo ciego que a su antojo
nos forja cien posturas,
en otras cien negando cuanto somosl
Qué soledad tremenda
sentirnos golpeados
por esa otra verdad que no es la nuestra.
Por esa otra luz
creciendo en descontento
en el lento cansancio de las horas.
Triste y lejos {apenas si el pañuelo
en una despedida inacabable)
el defraudado...
Y por él,
mientras la vida dura \cuánto llanto]
71
COTIDIANAMENTE
A Manuel Padrón Quevedo
72
EN MEDIO DEL CAMINO
A Anita y Tomás
Por más que ande, él mundo, son unas pocas gentes;
aquella que ya cuenta entre los años idos.
Aunque deambulamos con la inmensa corriente
ellas son: constituyen los eternos amigos.
73
CLARIDAD IMPOSIBLE
A Femando González
¡Isla de gracia, de frescura y de dicha,
edad de oro de los niños; siempre te
halle yo en mi vida, mar de duelo!
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
74
EL POBRE DE LA PLAZUELA
A Carlos Ramírez Suárez
Para calar naciste la más negra miseria.
De las renunciaciones quizá sabio en el fondo.
Atenazada vida —piel y huesos y hambre—,
que hasta en la sombra palpas harapos para el sueño.
Para ti todo traje sabe ya de otro cuerpo -.
nada es expresamente medido para el tuyo.
\0h pobre cuerpo-andamio en que se depositan
los desechos de aquellos a los cuales sonríesl
Pobre, pobre del todo que a mi paso tropiezo.
Siempre que en ella estás más clara es la plazuela.
Acaso de este andar traspuestos ya los límites,
tengas esa sonrisa que aquí pocos disfrutan.
Pobre, pobre del todo, como un aura te luce,
la miseria te envuelve y extraño te destaca.
¿Qué bosque de ternuras te brinda sus panales?
Qué apacible mirada y dé mieles la tuya.
Ay, cómo me sugieres del Maestro la huella.
No, no es preciso que digas la lección: de aprendida
no precisa palabras; de los ojos te mana.
Oh cuan dulces, cuan dulces. Ni siquiera curiosos.
Por mirar lo que llevo ni siquiera resbalan...
UNIFORMADA SERIEDAD
Al Dr. D. Francisco González Medina
Como el árbol; igual que el árbol
el tiempo lo madura {Ley de imposible tregua).
Mas la virtud de renovarse es suya.
No así el hombre nació
para tal prueba.
Por él —¡si será penal —
perdida para siempre,
75
aún sin moverse de donde fue nacido,
ve
su figura pequeña.
Y sus juguetes —aquel mundo de múltiples
colores alegres— a sus manos
nada dirán, crecidas ya
y para el trabajo serias.
(Por más que los recuerde la memoria
de la infantil pasión,
nada le queda).
Día tras día e inconscientemente,
—hay sabias inconsciencias—
madurándolo va.
iQué dolor, qué enorme dolor no sería
si de pronto, crecido,
desnudo de inocencia se viera
y con la cara hecha a una costumbre
y cada vez más quieta I
De mayores —penosa actitud esta—,
sin más que ese silencio con que transita,
del que se siente envuelto,
juzgado es de persona seria.
(Administrada seriedad, tal un impuesto,
sin más pensar, si alguien,
por otra seriedad,
es su contento y más luz en sus pupilas lleva).
A veces, una sonrisa al paso una palabra amiga
le recuerda
que un corazón tiene
capaz de dialogar con la menuda hierba
y que, como todos, tuvo
esa graciosa cara de los niños.
Ya tan lejos, tanto...
Allá, donde todo era azul
como la infancia era.
¡Áridos caminos los de los años]
¡Qué uniforme seriedad guardanl
Por creer estoy que de un modo vago
y por ella,
todos un poco a disgusto vamos.
¡Oh aquella libertad pequeñal
76
OTRA POSIBLE EN TI
(Carta que quizás no leas...)
Sé que pudiste ser otra. Tu espíritu
desencantado, silencioso ya,
nacía espera, nada desea.
(¡Tanto fue el rigor dispuesto para tí,
contrario a tu enorme temural)
¿Qué podría hacerse?
(¡A mucha pena te tocó vivir\)
Sé que hubieses sido otra sin
esa carga.
Otra posible en ti hubiesen conocido
los tuyos, los demás.
Sé que a veces hablas a solas y protestas
y gimes
por verte inlítil a ti misma,
doliéndote de tu auténtico ser,
exiliado del tiempo,
hundido en ese mar terrible del que
no se vuelve, del que nadie regresa...
Sí,
fantasma de él has sido,
de la tú imposible.
Sé que por eso mismo
la arropaste en lo más íntimo tuyo,
en tu yo infranqueable,
y por tan oculta en ti
crees que nadie sospecha su existencia.
Aun con todo la aman,
porque sin darte cuenta transparentas
la otra,
la que nadie ha visto y sin embargo
por esa intuición que descubre
el trasfondo de tanta apariencia,
la piensan,
ven tras de ti,
conocen.
Incontables veces he pensado en tu yo,
sin tiempo;
en los que, como tú, sin el suyo pasaron.
Consuélate.
Apenas hay quien diga: "yo vivo
plenamente". Sí, apenas quien
pueda decirlo. Quien lo diga...
78
Descubridores de Islas, Continentes
y razas.
En cualquier piedra, seguro os daña
lo mismo,
por seros todas ellas conocidas,
y ser todo contacto entre vosotros
humilde,
a fuerza de saberos barro.
Acaso aún es tiempo: esperad,
—ya que de paciencia sabéis tanto—
que quizá no esté lejos
el día que un soñador jus-ticia
os haga,
levantándoos monumento altísimo.
Acaso aún es tiempo y han de veros
dándoos el sol de cualquier clima,
pulidos,
de tantos siglos de olvido, limpio
el polvo, ya
entre la fila de los erigidos.
Porque todo es posible en la Esperanza,
acaso aún sea tiempo. Sí:
alguien vendrá que vea vuestra importancia.
A Blanca y Domingo
79
Y será siempre ad tras esas estaciones.
Otoño e invierno bajan sus nieblas hasta el alma.
Imposible el impulso, las mismas ilusiones,
ni el ánimo ni el fuego de la pasión que abrasa.
Con el ímpetu fueron quemándose los oros
—lo mismo le sucede al sol en el ocaso—.
No volverá a sentirse aquel canto sonoro.
Y se cumple la ley que nos da igual abrazo.
A UN BOLSO DE PIEL
Todas mis galas, todos mis objetos
quedarán un día fatalmente abandonados;
y teniendo que amoldarse
a distinto trato, a aquellos que han de
darle un nuevo orden,
o acaso distribuidos entre nuevos dueños,
ajenos a mis cuidados,
no podrán por menos de sentirse
extraños.
{\Cómo crece el tierno, amable afecto
que ha ido creando el uso
bajo este ánimo vistos]).
Seguro tampoco oirán las palabras
que ellos me inspiran
ya al cogerlos, ya al guardarlos de nuevo.
Ahora mismo, mi enorme
bolso de piel blanca, sobre el tocador,
me ha parecido
como si sintiera, como si le doliera
80
mi ausencia en una tarde última
en la que ya a mis manos
les fuera imposible asirlo,
y más blanca que nunca
me ha parecido su piel; como si hubiera
muerto en él
la vida que le he dado en este ir y venir
en el que a veces
ha sido mi única compañía.
Sí, por parecerme más blanca
que nunca su blancura
un vago y extraño temor me ha incitado
a acariciarlo:
No parece sino que supiera la dulce
embriaguez de la costumbre...
¡Y quién sabe, quién sabe que vida resta
a lo que un día
llevó dentro el latir de un corazón;
de irracional criatura
sí, pero al fin soplo de Dios,
a la que un día cualquiera privan
de su gran derecho; arrebatan
el incomparable gozo de vivir I
81
Rescatarte; sacarte de ese duelo
que no trajo el amor ni nadie trajo
y te anubla y me tiene en desconsuelo.
82
No obstante, cuánta felicidad brota de ti.
(También la angustia del imposible
de ti surge, potente).
Común a todos los climas de la tierra,
tu llama, tu calor.
Tú, la gran fuente de la dicha.
(También en ti los oscuros pozos del dolor).
Tú, el árbol sombroso e inmarchitable
a través de todos los tiempos.
A veces,
defectuoso manantial,
raquítica planta sin arraigo ni flor...
Tú, la inescrutable selva de cada ser.
de cada alma
él abismo insondable...
Elegir es tu necesidad;
siendo en parte el elegido
un nuevo ser por ti creado.
Y aunque sales afuera,
buscas tu imagen,
sólo vas en quien te siente
y como un dios,
aún en el fracaso centelleas
y en nada pierde tu virtud.
II
III
83
COMO MUÑECOS...
A Luis Doreste Silva
Como muñecos, en sus cajas de cartón
a la ajena contemplación expuestos,
se es la opinión que quiera emitir
quien sea.
A veces, el corazón exprimió el jugo
de su palabra porque lo consolaran.
Nadie lo oyó. Nadie fue capaz.
Ya solo —inescapablemente solo—
se da cuenta, al volver,
que sigue en pie la ingente muralla de su soledad...
Aú como permanece soterrada la raíz
del árbol, sin que le sea posible ver el fruto
del que es origen y causa, así la verdad de cada uno,
ya que nadie quiere saber de nadie.
Ver transcurrir los días y en uno cualquiera
marcharse como lo habían hecho vivir,
acaso sea la más tremenda de las amarguras.
I Cuántas conquistas por los caminos del mal!
Uno piensa si habrá que suplir con otro vocablo
el dulce y entrañable de hermano.
Por el constante suceder, desde todos
los tiempos, no parece sino que el más estrecho
y cumplido pacto entre los hombres
sea el de no amarse.
84
CUANTA NOCHE
A Ignacio Quintana Marrero
j Cuánta noche, mi Dios, ay, cuánta noche
sepultamos con sueño en la almohada]
Cuánta vida se queda sepultada
sin memoria, sin tiempo: negro velo.
Cuánta vigilia también, cuánta vigilia
tan sin notarse, gris, amontonada,
sin un hito, un perfil que las destaque:
de una en otra igual, cuánta jomada.
TRASFONDO
A Gala de Reschko de Gómez
Llama de eternidad quisiera para ti,
verso mío. La rama de la carne es quebradiza
y al menor soplo la nada está esperando
algo que sabe bien le pertenece.
Ambición de permanencia,
¿por qué tan en mi raíz y más allá,
profunda?
85
Acaso antes que naciera
(Tal es el tiempo en que me pierdo
si he de ahondar en su latido).
A Mercedes G. de Linares
86
LA CARTA SEMANAL
A mis hermanos Quela y Gregorio
Justamente es el día,
pero bien sé que el cartero
no hará sonar el timbre tres veces
—la consigna—,
para volar más que correr
la enorme galería.
{\0h caña en tantos años
por la que Madrid
paréceme, tras cada esquina, al paso a cualquier hora).
II
Qué prisa porque acaben vuestros pasos
franceses e italianos,
de ruinas, museos y catedrales.
Qué lejos, qué lejos vuestros pasos
de hoteles de turismo y de fronteras.
Vuestro andar
viniendo en telegramas:
Noticias en cobre,
sugeridas preguntas
en espera.
Tal si de un clavo
pesadamente suspendida,
cada momento sueño erguirme
al toque del cartero.
\0h la primera carta tras el viaje \
Reestrenaré algo mío que naufraga.
-VV.- .,87
^
\
sacado a flote por ese sobre blanco.
Oh letra amada,
¡letra entrañable]
Volveré a ser la que era
y esperando va por mis rincones.
i Oh la carta primera tras el viaje!
{¡Valdrá toda esta angustia esa alegríal
Quedaste en escribirme.
i Cuánto decir, cuánto influir, cuánto
con los tuyos
porque tus sueños realizables fueranl
No quiero creer que lo olvidaste todo
como tantos y tantos... {¿Qué tiene América?...)
Al menos dime si he contribuido
a desplegar tus alas, y esa tierra
brillante, fabulosa, de holgado espacio,
al contacto real no ha deshecho la sutil trama
que los sueños crean.
Al menos que yo sepa de tu asombro
ante esos caminos broncos de ingente
cordillera.
Paréceme verte los atónitos ojos contemplando
vastedad tan enorme. (¡Aquí todo es tan cercad...).
ilOh prometedora tierra que haces fácil
el oro,
y acaso ha hecho fácil tu quimera!).
90
menuda lluvia de tristeza
que un día y otro va calando el alma
y por fin la hace parecer eterna).
Acaso ya de ti no sabré nunca, muchacho
de ilusión tremenda...
Mas acompáñete Dios. Si bien te hice, es la carta mejor
—aunque sin letras—.
Como a nuestro mar, a tu ancho olvido nada cabe oponerle,
¡y bien quisieral
Duele pensarlo. Qué remedio. A veces,
aunque duela pensarlo,
así es América.
91
De nuestra sangre —la tuya de la mía
no demasiado lejos— ya que sólo tú, dulce
Virginia, quedas, una generación desaparece...
Quiera Dios por aquí tenerte, y en otras
muchas tardes más y otras aún lejanas,
de nuevo pueda recibir de ti tanto recuerdo,
tanta vida; la que sólo tú, así de delicada,
así de tibia, así de frágil, casi sólo respiro,
punto de luz, casi sombra ya..., darme puedes.
92
A JESÚS ARENCIBIA
¿De qué atormentada fuente tus santos y penitentes?
¿De qué atmósferas celestiales, de qué éxtasis divinos
tus ángeles imperiales?
¡ Oh qué enormes Nazarenos los tuyos,
por todos, por ti y por mí su sangre trocando en miel,
esta hieh
¿De dónde esta visión de espíritus exaltados,
transfigurados, de camales tentaciones huidos?
\ Oh tu hierático San Bruno a través del simbólico
marfil a Dios viendo \
Por el silencio creciendo, trascendido de vida perecedera,
para sus tan altos fines ya diluida, sin palabras:
apenas las del ritual... y de todos, de todos: "Ya lo sabemos".
¡ Qué intenso y trágico aliento el tuyo, Jesús
tú, el predestinado apenas mirado,
de tan responsable nombre bautizado]
No hay figura del bien o el mal, creada por ti, Jesús,
que el corazón no taladre...
(Fantasmal tranquilidad, acaso, esta que sentimos.
¡Ay, pecado original: lamentación, penitencial).
Exposición de enorme meditación...
Capítulo trascendente para el que quiera pensar.
Y pesar de no saber si el bien o el mal hicimos
eternamente agobiando el corazón mientras vivimos.
93
A JANE MILLARES
A Pedro Lezcano
94
Sólo vosotros de él daréis noticia
—siempre os cabe componerlo—.
A vosotros, que dais cauce a tanta cosa
hermosa —que sólo en el espíritu tendremos-
y testimonio sois ya para siempre
de aquel otro... \tan bueno]
95
CANCIONES BREVES Y OTRAS CANCIONES
Una canción es una herida de amor
que nos abrieron las cosas.
GABRIELA. MISTRAL
CANCIONES BREVES
II
Aunque gravita sin cesar
poco advertimos de su acción:
El tiempo fluye al esperar.
(Tazón inmenso el corazón
donde he sentido su manar).
El tiempo es "algo" a interpretar.
III
¡Cuánta belleza « ilusiónl
Ella nos hace cada vez.
Ella es el único timón.
96
IV
Es toda vida (¡ ay cuánto albur!'
hilo invisible a devanar.
Por él se fue mi juventud
como ha de irse este soñar.
{Todo se va..., llega y se va).
VI
Qué difícil traducir
en palabras un gran dolor;
como un perfume de sutil
escapa al tacto de la voz.
VII
Surgió él puerto donde anclar,
reinaba calma y suave luz,
reparé el agua y era azul.
{Aun sin querer hemos de andar.
Nada es estable en la quietud.
Ella nos mueve a caminar).
VIII
Aun quedándonos aquí y allí,
tiene su encanto este cambiar.
{¡ Aun miro al tiempo en que te vi!
¡En el eterno deambular
aún miro al tiempo, y era abril...!)
IX
Ya llegará el de descansar.
Y seré poca la salud.
97
Como un dolor será el cantar.
Quizá no acierte a sonreír.
{Aún es tiempo de soñar).
X
Y vendrá el de descansar,
en que sólo cuenta la virtud.
Donde no cuenta este contar.
Donde ya nada es la salud.
(Todo está antes de llegar).
CANCIÓN DE LO NO DICHO
A Juan Rodríguez Doreste
98
CANCIONCILLA A DOS MIRADAS
En sus columpios
todas holgaban
—falta no hacían—
soñando las palabras
que se aburrían.
Como llorosos
—¿por qué sería ?—
Nadie se enteró nunca
qué le ocurría.
Lo que pensaba.
Qué tormento tenía.
Por qué lloraba.
{En lo profundo
—hincada lanza—
acaso le dolía
honda añoranza).
Casi no hablaba.
Nada decía.
Cuando Amor la miraba
se entristecía.
{Siempre que se encontraban
oscurecía).
CANCIONCILLA DE SOLEDAD
A Sebastián de la Nuez Caballero
Soledad:
Aun a aquel que te temió
acompañándole vas.
Sol-edad:
{El único a cierta edad).
Sentido de una verdad
descubierto en un guión;
por un guión nada más.
Qué brevedad,
qué simple asi,
y qué verdad.
Y todo por un guión.
Todo y nada: soledad.
100
CANCIÓN DE VIGILIA Y SUEÑO
A Lolita Salí de Millares
y Juan Millares Carió.
Me voy a dormir.
¿Cómo no me asusta?
Dormir es morir...
Al quedar dormida
cuando ya despierto,
sólo sé que he vuelto
de nuevo a la vida.
Y qué ágil el cuerpo.
Y qué paz el alma.
Acaso la muerte sea eso:
la calma, fluyendo,
fluyendo, fluyendo del alma..
CANCIONCILLA A UN POETA
Un verso es la sorpresa,
lo más inesperado.
ÁNGEL CBE.SPO
No, no te quejes,
que al hacerte poeta
tuviste suerte.
101
Que tras mañana,
acaso no seas polvo en el polvo,
ceniza y nada.
Y, en tu canto,
hecho luz quedes,
tarde, flor, llanto...
Y aún en siglos
al niño arrullen, duerman,
con tu cariño.
No, no te quejes,
que es de quedarte un modo,
cuando ya ceses.
102
Igual que tú,
humo,
igual.
A E. Gutiérrez Arbelo
103
Pero ya va uno deshecho:
deshecho de su mitad como no hecho en verdad.
Cangilones ú vados...
qué poco es el cangilón.
Agua ha de llevar el rio para que suene,
sea TÍO,
guijos, si seco
camino al paso,
caminos son.
104
ELEGÍAS
SOLO DE TIERRA
A vosotros.
105
Amargo espejismo es y con exceso
ya que sólo memoria es tu regazo,
y triste de nuevo vuelvo a verte lejos...
II
106
TU YA UNO MAS
(A mi hermano Gregorio Pérez Conesa,
que tanto quería, muerto inesperadamente).
108
Tu perro, como un niño más,
ajustando su paso a los de ellos,
silencioso, tristes las oscuras pupilas,
no miraba ni atendía a otra cosa
que a tu pequeña cajita cuajada de rosas
deslumbradoramente blancas, alguna que otra
rosa-cobre, amarillo-oro.
Como ahora, era Mayo, y el recuerdo de tu almita bella,
de tu querida e inolvidable figurita,
sus rosas hace más intenso...
Todo suena:
rumores se hacen los silencios
de apenas una hora.
La lluvia va vertiéndose recia
sobre el paisaje.
Extendida,
calándome así el ser, esta pena
desde que tú partiste,
desde la tarde aquella...
hacia la otra ribera.
109
EL MARCADO...
I
Como todos,
apostaste a la eterna jugada
que la vida supone: azar y acontecer.
Yo sé que para muchos
"Ella" es pródiga y buena,
que en cuanto apostaron
hubo ganancia plena.
A ti sé como nadie
que te tocó perder.
Y si unas bellas rosas
te prodigó el destino,
si hasta ti llegó un halago
tan fino,
fue
cuando ya su hermosura
te era imposible ver.
II
¿De esta vida
el sufrir recuerdas?
{Mi fe ha desbordado tu partida).
En un goce sin fin
y ya sin fechas
tengo esperanzas.
Yo he de verte un día,
trascendido del acuciante anhelo
terrenal.
Ahí —bien lo presiento— ya,
todo alma,
cesa la angustia y el dolor termina...
110
HASTA A L L Í N O FUE NADIE...
A Juan Sosa Suárez
I
¿No sabes? —dijeron—
el tonto ha muerto
sólo
en unos días;
como era tonto nada decía,
nada sabía el médico...
II
Hasta allí no fue nadie.
Pero aquel día —ya
sin su voz,
sin el paso tardo de sus rotos caminos
de sonámbulo eterno—
le dio importancia el pueblo.
De él
se ocupó la tertulia del casino,
los de la plaza,
el barrio nuevo;
de pronto el pueblo
descubrió en su perfil de tonto
algo serio,
con carácter;
un no sabía qué
de elemento representativo:
como si en parte fuera el Ayuntamiento.
Y pensaron
con ligero sentimiento
en el hueco que dejaba su ausencia...
jamás sospechado
fuera así de notable...
III
Uno, de mezquina cabeza,
forastero,
no se sabe de dónde recién llegado,
como si de una rara planta
111
se tratara, dijo: —"Ahora
a esperar que nazca otro
I quién sabe el tiempo \..."
IV
A Carmen Conde
112
n
A la deriva
un fino objeto
en la inconmensurable soledad
del mar
donde flota sin destino.
Nadie hace por rescatarlo
ya que parece una pequeña armazón
inútil;
una roja mancha, a veces;
algo que desaparece
y reiteradamente vuelve,
tal una visión alucinante;
algo
que no parece de este mundo...
EL ULTIMO COLOR
113
de tus graciosos verdes;
exáhusta por el sol —tan riguroso—,
a tu asomada vida
apenas hoja,
casi germen, casi
tierra y agua aún
a donde ibas a perderte aquella tarde
irremisiblemente.
¿Qué pensaste al sentirme,
que al tocarte mi mano protectora?
¿Habrá una segunda
conciencia entre tus oros
a tu destino último
de pájaro caldo de su rama?
¿Acaso me llamaste
con la voz sin palabras del misterio?
Algo pasó por ti,
por mi,
—que no es decible—
salvando tu cadáver
del viento que azotaba.
II
Aquella tarde
tu dorada mortaja me dio pena infinita:
tanta era
que revistieron mis ojos pensativos
del último color...
cuanto miraron.
Símbolo de los niños muertos,
por ti nacida,
una inmensa amargura
vino a mi corazón estremecido:
Por sus frentes de nardo marchitado.
Por sus frentes doblemente blancas.
Por sus frentes para siempre frías.
Y las lágrimas —rio de las madres—,
y sus brazos vacíos...
]Por el trágico viento huracanado
que sopla para ellos
tan despiadadamente
la sin labios]
114
INTIMIDAD
Cuando alguien es una pura herida,
curarlo es matarlo.
HEBBEL
II
No me dejes cuajar en desaliento,
no lo permitas. Señor,
ya que tu ley
contra toda borrasca
dice "Espera".
Líbrame de flotar en la laguna
en que yacen aquellos:
los que huyeron por la puerta de la desesperanza.
115
Sin que Tú los llamaras,
por no querer más tiempo
tu gloria así perdieron...
Mas no quiero creer
que eternamente,
y un día han de llegar
a tu ribera.
Tenga a bien tu mano defenderme
si el ave de la sombra
ha de rondarme...
Tú bien lo sabes. Señor,
•su aliento
avienta cuerpos cual si fueran paja.
Sus negras alas, Señor,
toda luz ciega
DE DONDE
116
SI NADA PUEDO HACERLES
117
INTIMO DOLOR
118
Si entibiar tu materia consiguieras.
Si un día al contacto con mi mano
la fatal impresión se redujera...
Pero eres siempre igual: De ti me alejo
como quien ve de nuevo lo que dejo
—\a mi pesar \— tras la losa inerte.
Bien es verdad que te eligió la muerte
para nombrar a los que no responden...,
siendo tú, mármol, su único exponente...
AUN
Aún andan mis muertos,
van de aquí para allí,
aún hablan,
aún ríen,
aún lloran,
tienen sueños y esperanzas,
gozan
y proyectan mañanas.
Puede decirse que la muerte
no les ha destruido el andamiaje del cuerpo,
no les ha paralizado el noble corazón
mientras yo sea respetada por ella.
Cuando ya me lleve,
ese día moriremos todos:
ellos y yo.
Mi memoria no los albergará más,
mi quieto corazón no los hará andar,
ir de aquí para allí,
reir y llorar,
tener sueños y esperanzas,
gozar
y proyectar mañanas.
Cuando ella me lleve,
ese día moriremos todos
y seré yo la única que lleven a enterrar...
119
cuántas cosas,
cuántas como si fuera la más rigurosa realidad.
Ningún indicio,
nada ha de dar idea de todos los muertos
que irán conmigo;
yo la única a pesar de todos los que conmigo
irán como yo...,
conmigo,
muertos para siempre ya...
120
LA VOZ QUE ME DESVELA
A ti. Poesía; la voz que me desvela;
la de las mil resonancias;
la eterna.
CHONA MADERA
Incontaminados, puros,
cada vez más hacia dentro vamos.
Recuerdo nos será siempre ese otro:
luminoso, nuestro, inalcanzado.
123
Y no sé por qué clesignio
una eterna espera hacia un mañana.
Y pasarán los días y nuestra frente
jamás sentirá el roce... de su ala.
A Agustín de la Hoz
124
COMO AQUEL JAMAS VISTO
Donde lo mío
mejor
germina.
(A veces,
como surgiendo de otra orilla
opuesta a esta en que pisamos,
en la que saludamos,
nos sabemos,
y venimos y vamos,
como ante aquel jamás visto,
extraño... nos miramos).
125
OH ESTA ILUSIÓN AMIGOS
A Demetrio Castro Villacañas.
"La lengua en corazón tengo bañada"
MIGUEL HERNÁNDEZ
126
Pero dulce me es soñar en que he de hablaros,
aunque polvo en el polvo ya,
con propia lengua.
Que el corazón aún tendré de la emoción cautivo,
y aunque de un modo distinto,
se es presencia.
Amigos:
pasado ya es-te puente —el más temido—
y para esta ilusión que a nada cede,
que eterna amistad sueña,
hermoso he de estimar ese otro trato
en el silencio augusto de las bibliotecas.
127
Pero bástele haber llegado a tan diáfana altura,
que si breve en el tiempo
y aunque regresado y ya su pecho
sepultura se sepa
de esa muerte,
el "Amor" —la máxima ventura—
le fue dable.
A VECES...
"Mientras yo te sienta, tú me
serás, dolor, la prueba de otra
vida en que no me dolías".
PEDRO SALINAS
128
Como la hoguera, que da su máxima llama
a punto de extinguirse,
así brotó de nuestras almas —como nunca
vivieron—
todo lo que de ternura, de amor
eran capaces,
desde lo alto de sus cimas
ya en sus últimas cotas
coronadas.
Habría de bastarnos tal revelación,
ya que morir uno de los dos...
parecía ser el precio.
(Como ninguna otra estación,
breve es la de la dicha).
Llorémosla como al amado
que un día se nos llevó la muerte.
Como a un tierno niño
que se nos perdiera para siempre en la noche.
Pero con llanto sereno, sosegado,
ya que nos cabe volver;
el inmenso consuelo de volver
a donde ella —como todo aquéllo
que se nos fue —nos está esperando...
(Triste andadura es la de la nostalgia).
Pero oh volver,
volver de algún modo —del ya
posible— cuantas veces queramos,
nos acucie el deseo.
Aquel que la dicha elevó hasta su trato,
embriagó con su vino,
que sintió henchírsele el corazón de una dulce
substancia —inequívocamente suya, única,
inigualable—,
aún poniendo su más esforzado empeño
sabe
que jamás
lograda es por mucho tiempo...
(Por una u otra causa,
como ninguna otra estación
breve es la de la dicha).
129
NADIE HA PODIDO OTRA COSA...
A Lázaro Santana
EN su casa, en su propia casa un muerto,
cómo parece de pronto
dolorosamente nuevo;
el transeúnte de urgencia con apenas horas,
tiempo.
El callado: ya sin reclamaciones de esto
o aquello.
M margen de todo; ni llaves ni monedero
le hacen jaita.
Sus amores,
la profesión,
el dinero {cuanto nos mueve y conmueve,
cero).
De pronto, el "otro" que todos llevamos dentro.
El medicamento arrumbado;
las ropas;
los zapatos vacíos, huecos.
(Ya ni su sombra por los espejos).
Y porque nada se puede...,
al dolor se ha de echar tiempo {cirineo
de esa cruz ya por siempre: su recuerdo).
Ya, transeúnte de urgencia...
No. Nadie ha podido verlo
{por más que quiera)
más allá de ese plazo —que traemos—.
130
NO, NO SEAS DE CENIZA...
"Tú no lo puedes ver; yo sí"
PKDRO SALINAS
NO. Aguarda:
ya que nada se puede..., no; no seas de ceniza.
No te aferres al muerto.
No seas de ceniza como yo, antes de tiempo...
Aunque tu gran amor llévalo dentro. Si quieres
como una enorme herida
en la carne, inefable, de misterio;
en esa donde siempre brota i
y nadie sabe como le fue surgiendo. j
(Aunque tu gran amor y te parezca |
que con él se ha ido; rebrota; rebrota I
en otro cuerpo). 8
131
tan profundo es su aliento: a veces
sólo comparable al mar
en su batir eterno).
Aún así, mira hacia delante. No.
No te aferres al muerto.
Enormemente triste es ser ceniza; ceniza antes de tiempo.
Sólo una vez se vive y vivir tiene mucho de juego.
A veces como este: heroico {cuanto por una u otra causa
apostando o perdiendo).
Sí. Sólo una vez pasamos; pasamos por su puente: de
siempre ya se sabe: quebradizo.
A veces
en el mejor momento,
hundiendo cuanto habíamos confiado
seríamos,
soñábamos despiertos.
No. No seas como he sido. Mírate en mí: oscura
en tanto tiempo.
No. Oye. No .ñgas, {igual es a estar muerto).
SU BUTACA
OH, el orden de las cosas: Una vez asignado,
tal un nuevo lenguaje —entre ellas desusado—
nos hablan; nos hablan, haciéndose más vivo, si ausentes,
alejados.
Hasiéndose más vivo si vueltos, regresados
después de todo un día
acaso de inquietud.
Qué sonoro silencvio por vosotras, oh
cosas.
Qué sonoro silencio al eterno fervor; a tantas
soledades..., que casi sois sujetos
a los que comunico
si una nueva pena el alma me ha rozado.
A los que comunico mi silencio mejor.
132
Oh, vuestros sitios
de imposible traslado,
fijos ya,
bienamados "centinelas de puesto",
{del que habéis hecho honor).
Y aunque las circunstancias nos sean otras,
distintas, de vosotras nos lleven {nada sabemos ya),
nos volveréis a un mundo que vivimos y amamos {toda
nuestra ventura es un tiempo pasado.
Toda nuestra ventura es pura evocación.
Cómo es de expresivo este vuestro lenguaje. No. No se
os hace preciso él timbre de la voz.
Su butaca de siempre,...
entre todo, destaca. Y en ella,
recostada «u señorial cabeza —ligeramente altiva—,
corónala esa infundente plata
que los años nos dan.
Oh su hermosa cabeza: jamás vimos un canon
de más pura belleza.
Un canon de belleza tan puro y superior.
Su butaca:
aún sueña y reza en ella, cómoda,
entre sus brazos.
Pero algo nos dice: "Sólo está en tu regazo".
Y así hemos ya de verla, {sólo en el corazón...).
134
¿ESTA TU GOZO EN ESA FUERZA OSCURA?
TIEMPO DE CAZA
A Luis Dores Silva
135
sin daros cuenta que es un riesgo
cada nueva ascensiónl
Sólo la noche —oscura madre amparadora-
os libra del acecho,
del ruin plomo,
de tan tremendo desamor...
Cuántas veces desde los arbotantes,
ios cornisas,
desde los alambres del telégrafo
nos habéis sido alas al alma,
evasión del tiempo,
de cuanto pesa aquí
y es atadura y hiél.
(Qué duro es el contraste que ofrecéis
si ya vuestra ágil gracia derrotada
en una muda, quieta pesantez...).
Por qué os verían desde ese ángulo
islas del aire,
de candor,
de miel.
(Como tantos otros males
sin remedio,
apenas si os han visto,
si os verán ya con otros ojos...).
136
CANCIÓN DE LA VIDA ANDADA
A Femando Ramírez
YA la vida andada,
ya la espalda vuelta,
los "tiros", si vienen,
ya no nos importa
de donde provienen.
(Y es a^ mejor.
más conforme a Dios).
(Y es así mejor.
Más conforme a Dios).
Ya la vida andada,
ya la espalda vuelta,
una gran ternura
nos invade el pecho,
forja una gran puerta
abriéndose a todo,
a todos abierta.
Y entran los que hirieron.
Y los que quisieron
el daño causar.
Y los que ignorándolo,
nos hicieron mal...
137
(Y es así mejor.
Más conforme a Dios).
Ya la vida andada,
ya la espalda vuelta,
el rezo es más hondo.
Dios vemos más cerca.
Y es perdón el ruego
de toda oración: Por
todos los males.
Por esa gran sombra
que es toda ambición.
Por nosotros y ellos.
Por el desamor: que
somos hermanos.
Por la incomprensión
de siempre. De todos.
De todos, de todos,
pedimos perdón.
138
LOS CONTADOS INSTANTES
A ti, amistad: donde quiera que te des,
inmenso bien.
Al pobre "TRAPO", ya muerto...,
con razón llamado "el mejor amigo
del hombre".
141
Verá que no hay tiempo en él.
Que, en él, no tiene cabida.
142
(Jamás me libraré de esta tristeza,
que un día y otro en mí, va renovada.
Señor, ¿poi qué tras tantos siglos, todavía...?
Dales la facultad de ver más claro.
Recuérdales tu Ley —Ley sin querellas—,
que nada como el amor centra la vida
ni más triste, que el despojo... de ella.
r43
AL FIN Y AL CABO EL ALMA
"Siento mía tu sangre acelerada
por la urgente impaciencia de lo
justo".
J. G. MANRIQUE DE LARA
144
ASPECTOS
145
SEGURO ÚNICO DUEÑO...
148
Mis ojos, huérfanos de la luz de tus cielos,
de tus paisajes,
de tus bellísimas playas doradas,
sienten la desolación que
el niño de Inclusa debe sentir
por la ausencia de la madre auténtica;
pues no en balde
tú has sido el verdadero regazo de mi formación
ambiental;
el único regazo ya,
desde que me faltó aquel, que,
por gracia de Dios —inmensa gracia—
disfruté
hasta el día aquel..., en que la perdí para siempre ya...
En ti, luminosa tierra, de clima dulcísimo,
de entrañables gentes de suave palabra
pronunciada en un diapasón de acariciantes tonos,
¡qué dulce es vivir\
¡Qué dulce es en ti ese soñar despierto
que hace ver mejor y mejor vemos
dentro de nosotros mismos]
En ti
todo trasciende paz; como si desde tus más hondas raíces
te viniera, se impusiera,
a pesar de tu total incorporación —como no
podía ser menos por tu privilegiada latitud—
a la actual hora del mundo.
A pesar de tu incorporación, a esa prisa,
que no se sabe de donde viene, de donde sopla
su terrible viento, pero
que todo lo impulsa de un modo inconcebible,
casi fantasmático.
A pesar de esta hora —a todos incómoda—,
apenas dejado el quehacer, la ocupación
habitual,
por poca sensibilidad que se tenga,
se deja sentir, se percibe esa paz, esa calma: tan
tuya, tan tuya de siempre...
149
(Acaso porque un día —lejanísimo ya—
fuiste paraíso, la originaria tierra
de una estirpe
toda nobleza,
a la que no movían
afanes de ambiciosas luchas
ni egemonías más o menos dolorosas.)
—Los que, como yo, hayan disfrutado largamente
del inefable encanto de tus campos;
de los atardeceres de tus playas bellísimas,
donde a la hora de sus ocasos,
los anaranjados y violetas, los rosas,
los grises y azules y oros purísimos,
desde los apenas perceptibles,
a los más calientes tonos,
en un despliegue inenarrable,
hayan podido admirarlos,
pueden decir que han contemplado
las mes bellas "marinas" del mundo.
(Gracias a ti, Tomás Gómez Bosch —pintor
de lo extraordinario, Tomás amigo—,
las más sorprendentes horas del sol,
hacen "colgadas" en los museos;
en las más importantes pinacotecas del mundo.)
—Por cuanto eres en mí, tierra de Isla,
tierra mía.
Por cuanto eres desde ti misma,
\qué eterno afán de retorno]
¡Qué vastísimo continente en este peregrinarte
en que vivo!
Por ti,
en una inmensa nostalgia mis días se consumen.
Málaga, 1967
150
ELEGÍAS
A MIGUEL HERNÁNDEZ
EL golpe de tu sangre contra la mía siento:
resuena en tus palabras, retumba en tus acentos,
como pudiera un potente volcán, en erupción.
—MIGUEL:
Por tus divinas "NANAS" y por todos tus versos,
gracias.
Ellos, como la vida misma,
tienen gozo y tormento.
{Míos pasan a ser todos tus sufrimientos.)
Mas tu inmortal herencia, inconfundible, lleva,
él privativo sello que a estas cosas se agrega.
El privativo sello, con que las signa. Dios.
Y aunque se fue...
con nosotros quedaron
todas sus lumbres.
(Cómo espejean, relumbran:
de sus relumbres.)
154
Porque Federico se ha ido
el cante, se ha puesto luto.
Y aunque por él sigue
cantando, por la garganta
le va y le viene un hipo,
siempre que canta.
155
Que todos saben,
que luto se pusieron,
hasta las aves...
Y hasta las flores,
que en ese día,
vistieron de morado,
por su agonía...
156
TRES CANCIONES
157
Y de nuevo, los viajes,
y los años floridos...,
e ilusiones doradas.
Y por ellas, castillos.
(Por ellas y por nada.)
158
MOTIVADA CANCIÓN POR UNA FLORECITA DE JAZMÍN
AL PASO RECOGIDA DEL SUELO
SOLO una: cinco hojitas
albas, finas, pequeñitas,
en mi mano: frágil flor.
Tan humilde y tan bonita.
De perfume delicado: fino olor.
Sólo una: cinco hojitas
puede un mundo, todo un mundo
ya olvidado, con sus hojas diminutas
de jazmín; pues han devuelto a mi
memoria aquel árbol de sus flores,
florecido, y la casa, y el jardín.
(Oh, á aún savia en sus raíces,
sí aún la flor;
sientan ellas de mi mano
la caricia que solía,
cuando al paso, por su lado,
refrenando la carrera
ante él me detenía.
Como cuando yo a su lado,
florecía.)
Florecita diminuta: si es posible
por tu parte, fíngeme por unas
horas, aquellas, sin experiencia,
que viví: inocentes, dulces horas,
horas puras, blancas horas,
todas blancas, como tú, y las de aquel
árbol...
(¡Oh si fuera ad de fácil
cual vosotras, renovarse
y de nuevo, en nosotros,
fuera ABRIL...]
159
CANCIÓN DEL REGRESO
A ti Isla de Gran Canaria en
esta ausencia física ya que en
espíritu de ti jamás partí.
I
y o volveré a tus playas,
tus calles y tus campos.
Visitaré tus cuevas —tan
ricas de aventuras—,
donde tus aborígenes
convocaban sus "Guáires",
dictaban sus pragmáticas
—tan sabias en mesura—.
y sin ser instruidos,
ya el alma valoraban
(por nobleza intuíanla,
rozaban su verdad.)
II
(¿Por qué. Señor, la sangre
ha de ser la primera
señal de una Bandera?)
Sangre de mis mayores:
Al fin, él sacrificio
se os transformaba en flores
de una rara beldad: la Cruz
y la Bandera,
que enviadas os fueran
por la reina Isabela:
la reina que sabía
de justicia y de pan.)
III
yo volveré a tus playas,
tus calles y tus campos.
(La tierra en que se nace,
por más que se esté ausente,
160
será siempre la única,
la eternamente única
prendida al corazón.)
Siempre será un misterio:
Donde abrimos los ojos,
allí quieren cerrarse.
Únicamente allí,
tal si una bendición.
IV
Como el niño —al fin,
un niño grande— que al dormir,
el regazo de su madre
reclama, el hombre
—si por la edad, vencido—,
en lo más hondo siente
que su tierra lo llama;
y es su mayor deseo
que ella sea quien lo acoja
y lo arrope en su seno.
Que hay un NUNCA {que aguarda)
y, desde ese triste día,
sobre su haz, despierto,
no ha de verse jamás...
{\Por estar para siempre
donde se duerme tanto... \)
Málaga, 1967.
161
CONTINUADA SEÑAL
A la memoria de mi madre,
en quien el espíritu anegaba la materia.
165
CONTINUADA señal, que aún estoy viva,
este sentir que aún late el Universo;
que el corazón me acuse en otros versos, de nuevo,
el desaliento, él gozo, acaso una honda herida,
o bien nueva tristaeza: que todo ello supone;
ello es la vida.
167
DIVERSO SENTIR
168
COMO LAS OLAS DEL OCÉANO...
A José Gerardo Manrique de Lara.
CONSUMIMOS la vida por espacios; por espacios
de ojos abiertos.
De niebla y sombra son los otros, que,
de siempm sabemos
hundidos, desde el primer hombre,
hundidos en el sueño.
{¿Qué, a esta mía traeréis que recio aún su latido
siento?)
169
dejaría de sangrar si una sonrisa
en mi interior brillara
por un tiempo.
Tan sólo por, un tiempo, y, acaso, tendríamos
olvido
para tanto dolor. Desechos sueños;
abatidos,
como abatirse vemos las olas,
una y otra vez;
las olas del Océano...
170
LAS CALLES DE VEGUETA
A María del Carmen de la Peña Velázquez,
que por vivir en ella, sabe de su paz.
OH las tranquilas calles: las calles de Vegueta,
por las que mi niñez anduvo jubilosa.
Oh mirada, que a un tiempo infantil me devuelves,
donde sólo lo hermoso conocía, de las cosas.
Tal eran en ti, siguen las casas señoriales.
Tal sigues, como cuando a saltos, te recorría.
Yo era una niña alegre, de charla rumorosa.
Ninguna me ganaba a cuentos y fantasía.
171
o acaso aún recuerden la alegría de mi cara; mis ojos,
que, aunque de natural, de un suave tono oscuro,
daban una luz clara: tal si ellos lo fueran.
Tal la del alba, la de ellos, transparencia pura.
173
TAN SOLO ESO...
Al poeta y escritor José Jurado Morales
EL recuerdo hacia el muerto es "su presencia".
Es su lenguaje. Seguir su palabra oyendo.
Su misma voz.
El calor de sus besos.
Es "verlo".
Es verlo sentado a nuestro lado, contándonos
lo por él visto.
La relación haciéndonos,
del proyecto, del todo no cumplido
por esa falta que en todo viaje, es el tiempo.
{Por reparar en él más que en ocasión alguna
en su fugacidad, acaso alcanzó a verlo).
Es oírle una y otra vez que, como la propia tierra,
jamás otra hallaremos.
Y si de ella, alejados,
el comzón, tristísimo, de nostalgias
inevitablemente se ve preso.
Y el alma... Oh, el alma: como una soledad él alma siente
tan sólo con que distinto, sea el acento...
174
SOBRE TODO POR ELLAS, HONDA PENA ME NACE...
A Loli Carvayo
EL derredor, en que nos movemos, cómo nos mediatiza
la palabra.
Por él, nuestro sentir, va poco menos
que asfixiado.
A veces, desde nuestro fondo, nos sube como un sordo
gemido,
por el que de nuestra personalidad,
vagamente si nos enteramos...
O bien, por ese moral dolor que sentimos
nos acusa el costado,
donde nos va el corazón y su razón alega
sin que le hagamos caso, por esa otra
imperativamente impuesta (hacer posible,
nos llevarían de la mano).
Cuando no, por esas lágrimas —que jamás afloraron—;
esas, que nuestro espíritu, van impregnando.
Aunque a veces, de tanta acomodación, revelándose,
salta, nos argumenta, el "levántate y anda",
recordándonos,
el que ha veinte siglos
el Divino Maestro,
dijo a Lázaro.
{El caso es que, aun contando con nuestra rebeldia,
le sometemos nuestros pasos).
—Al pensar en esas otras vidas
que, por los pequeños pueblos. Dios, va sembrando;
por esos, de las grandes ciudades
alejados,
en que sus "naturales", lo padecen
por más estrechos hábitos,
cómo me duele que en tan estrechos "moldes", vivan.
Cómo me nace honda pena, el pensarlo...
{Oh la fosca mirada de la envidia,
en esos "lugares". La gran disimuladora,
creyendo que nadie es capaz de verla,
fatal veneno esparce).
175
—Vírgenes, Patronos amadas, de esos pueblos.
Santos Patronos, por ellos venerados,
qué bien de exvotos veis que os llenan vuestros muros,
y de vuestras hornacinas veis colgados,
de tan terrible mal,
líbrenlos vuestros poderes santos.
Oh el temido "barro",
que en sus bocas lamentos pone
y arruina sus hogares.
Sus mejillas marchita, e ilusiones destruye
(cuanto de estímulo ellas traen).
Tal las alas del cuervo, sin claridad posible,
lo mueve: negro barro, que arde.
Negro: como su corazón, como su sangre...
176
Acaso, en su día último ella misma colgara,
y, por ello, como ningún otro objeto, pareáa
un ojo entristecido que sin cesar lloraba,
que de tanto esperar la mano se dolía.
178
ALGUIEN CON UNO VA...
179
A TI QUE ASI TE QUEJAS...
MIGUEL HERNÁNDEZ
180
ETERNAMENTE NIÑO...
181
NO; NO LO SABREMOS NUNCA...
CUANTO llevo pensando cómo sería mi madre,
con sus doradas trenzas, atadas fuertemente;
si saltaría a la comba y leería a Calleja
y le impresionaría "Caperucita Roja".
...SIQUIERA CONOCERTE
182
Siempre por estrenar
y he de decirle adiós
sin conocerle.
Ya no podría librar
de su visita, aunque quiera
aquel que me quiera más.
Cómo me gusta la vida
{que es de lo que "ella" no entiende
ni entenderá mientras viva).
183
No quiero que se entretenga
con otros, porque me olvide.
Pero á que se detenga.
184
II
TIEMPO PRESENTE
Demasiado porosa
la retícula
de nuestra sensibilidad,
impregnando va nuestro espíritu,
de la que hoy azota el mundo.
185
]amás la vida, tan fuera de su órbita; con apenas afectivas
raíces;
con tanta inquietud,
ha atravesad/) continentes enteros.
Ha cruzado tantos mares.
Ha cargado con tan terrible dolor
las ondas del espacio.
("Y tu angustia, que me importa tanto").
HE DE DEJAR DE VERTE...
A Luis Doreste Silva.
HE de dejar de verte..., mar {en tus múltiples facetas por mí
tan contemplado).
Hija de Isla,
como si de algo de mi ser, formaras parte,
te he mirado;
te he visto, desde siempre, desde mi infancia; desde cuando
ignoraba tu fabulosa utilidad
y para mí sólo eras una inmensa puerta,
por donde los legendarios Reyes, a la Isla tenían acceso,
con su dulce y esperada carga de juguetes.
Más tarde, maravillosos acuarios me hablaron de tu incomparable
seno, donde incalculable variedad de formas y colores
e inveroúmiles mínimos peces, así como una flora de
extraordinaria belleza,
de asombro me llenaron.
LA CASA DEJADA
A José Luis Estrada y Segalerva.
SE que otros son los cuadros. Que otros son los óleos.
Por tus paredes, las fisonomías, de cuando, con los míos,
te habitaba. Paraíso que fuiste (hoy, de melancolía).
Los objetos, las cosas, ya sólo en la memoria se mantienen
donde siempre estuvieron.
Tan sólo en la memoria —inmensa mano—:
De ella no sostenerlas donde estaban...,
para siempre perdidas...
Sé que la prueba que he sufrido, muchos la han resistido,
¿quién lo duda?
Me citarían mil casos: que llena está la historia: la historia
y nuestros días...
Pero tan amarga circunstancia, a mi alma —por demás sensible—
enfermó de silencios, de tristeza, de soledad tan honda,
que apenas si podía...
Fue duro el vendaval. Me alejó de ella —qué triste la partida—.
Sé que me recordará. Tantos años, no es fácil olvidar
por otras vidas.
187
Sí: enfermé de pena. De casi ser yo la única viva.
De nostalgia, hasta el punto de no poder vería —con
lo que la quería—.
(Cuántas vueltas por no tropezármela, aún si tenía
prisa).
188
HOMENAJE A FERNANDO GONZÁLEZ
189
SEMBREMOS DE ESTATUARIA LOS CAMINOS
190
EN CUALQUIER LATITUD, EN CUALQUIER VIENTO...
A Femando González, a su
paso por Málaga.
CUANDO alejados del sitio en que nacidos
¡cuánto en el pronunciar puede el acentol
Y cómo perdura y cómo suena,
haciendo que el amigo allí nacido
nos parezca inmensamente bueno.
Si alejados de la niñez
fue ya la juventud, fue ya la pena,
al encontramos
con el que ese tiempo compartimos, |
tal si no lleváramos el corazón dolido, |
al común acento se alboroza y canta. |
(Qué arraigados, profundos sentimientos I
se perfilan creciendo en la garganta). |
i
Cuántas veces. Señor, este regusto, %
esta inefable miel al labio fuera, I
que entre avión y avión fuimos la "espera", |
el recuerdo de los alejados |
desde esta otra ribera. |
b
Tales encuentros séanme frecuentes, |
que de los más hondo de mi ser yo siento |
surgir por ellos, mi mar, sus arrecifes, I
la bella isla que nacer me viera. |
—Paradisiaca tierra que nos diera §
este sereno pronunciar, henchido
de un entrañable musical acento—.
(Dulce consigna unificadora
en cualquier latitud. En cualquier viento...)
Málaga, febrero 1969.
191
FERVOR
193
Porque olvido será toda memoria triste, en tu gloria,
en eüa, descansaré
como en su nido, el ave.
De no ser a^, mi vida, como la de tantos,
no sabría explicarme.
Cuánta maldad. Cuánta acechanza en esta andadura
cabe.
Pero al final, yo sé que Tú me esperas —después de tartta amarga
oscura calle—.
Y todo será amor: Que tal es tu promesa,
mi dulce amado Padre.
194
que a veces, cual si de mi verdadera Patria
desterrada,
apenas si el deseo de haber nacido,
por los pulsos me va. Por el costado.
195
QUIEN SI NO TU EL MEJOR..
GRAN devoción y un "creo",
de mi esjÁritu siento
que hacia Ti van, Señor.
No permitas me aparte
de tal suerte,
que abandonadas deje
creencia y oración.
Que aún más encendida,
yo cruce por la vida
con mi fe.
y paro mi alma sea,
como una panacea,
este profundo amor
con que te ve.
No permitas jamás
sea menos, y sí, más,
para vencer
la varia tentación.
Son tantos los caminos
—ya sean llanos o pinos—
que ignoramos
cuál nos será el mejor.
De Ti espero me orientes
en esta incertidumbre
e imperfección.
Tú bien sabes que somos
aquí unos pobres ciegos;
que en esta noche oscura
buscamos asidero...
196
ELEGÍAS
¿Más es que acaso somos si vivimos
y ya no son aquéllos que vivieron?
ToRCüATO LUGA DE TENA
A SU PERENNE RECUERDO
ESE dolor que, en mucho, va marcando el paso
de los días
y su amargor nos hiere;
aún con todo,
no ha podido aquietar nuestra sangre,
él ímpetu que trajo,
dormir nuestra oüegáa.
Pues aún con ser tanto...,
por esta alma de niña,
(que ella,
quiso tanto)
cuánto entusiasmo a su ánimo
infundía.
Cuánta alegría, cuánta
le fui dando.
Sólo por esa gracia, que por ti,
alegría,
me cupo prodigarle,
como en los aliares venéranse
los santos,
cabria venerarte.
Eüa, era el sol que yo recuerdo;
el sol, allá en mi infancia.
En las noches,
era esa dulce luz
que difunde la lámpara
19J
Desde el fondo del tiempo en el que en su ayer
yace,
este mi gran amor, mi inmenso amor
ha de sentir
rozándole.
Y, aunque no le veo, yo sé
que ella me oye
que la heso y la nombro,
que la beso y la canto.
196
HERMANA:
Todo ha de volver al corazón, herido
por tanto tiempo sin tu amor cercano;
sin el calor de tu palabra amiga,
del corazón hermano.
Yo espero, sí, que ha de llegar un día
en que el tiempo, que sin vemos, llevamos,
como un sueño, será desde esa tierra
que, para siempre..., te compró él hermano.
me quedara esperándote,
como cuando llegabas y sentándote ante mí,
los "tres", éramos uno...
200
A TI, INMENSAMENTE BUENA
EN tu serena frente —doblemente serena
por ya hundida en la muerte—,
se produjo eterna quietud; el no pensar;
tal si la piedad, de ti compadecida,
hubiese extendido su brazo ordenando cesara tu sufrir.
Por tu gran mansedumbre y tu profunda religiosidad,
tus días de dolor se deslizaban resignadamente,
en una suave conformidad,
en los que, por la fuerza de tu juventud
—como no podia ser menos—,
reías fácilmente por cualquier cosa;
a lo que contribuía tu dulce carácter:
eminentemente amable, cordial.
{Acaso, también, por ser tan limpia de corazón).
Tu juventud: juventud de una gran belleza;
de una extraordinaria belleza deslumbrante;
coronada —tal una de esas madonas italianas,
eternas joyas de museo—, por una abundante cabellera
de oro purisimo,
daba a tu rostro
algo asi como una celestial claridad.
No menos hermosa tu gentil figura,
invariablemente hacía recordar
la clásica escultura griega:
—tal era el encanto de sus proporciones—.
Ya, sin que posible sea cambio alguno,
eternamente joven,
irás en cuantos te amaron,
te conocieron.
Parada para siempre ya en tu juventud,
jamás podrás ser otra
que aquella María Luisa que fuiste.
Así como, tampoco, nadie podrá decir jamás
que ajada vio tu hermosura.
201
{Una pena puede ser enormemente desoladora,
pero tan desoladora como bella,
por depender, en parte,
de la imagen que la ha producido...)
La que tú has dejado en cuantos te amaron,
te conocieron,
por faltar —en tu caso— ese enorme y convincente
razonamiento de lo ya marchito;
de lo ya en su último ciclo, apurado,
no podrá por menos —aunque inmensa e irreparable-
de ser asociada a una gran belleza: tu belleza.
Tus ojos —tan puros en su mirar—,
podrán ya ver a Dios, sin deslumhrarse,
pues ahí cobran su máxima visión,
desapareciendo esta niebla que, desde aquí,
nos impide ver su Divino Rostro.
Ya para tu espíritu,
convertida en luz,
te habrá dejado contemplarlo.
Tú, que tanto lo amaste;
que con tanto amor esperabas a las mañanas
que se abrieran las puertas de sus templos
para albergarlo en tu noble coraTuin.
Por haberte reconocido,
confio en que ya te encuentres en la paz sin término
de su gloria...
2m
HUMANAMENTE VIÉNDOTE...
203
Y es que asi eras, Luis: Así tu gran espíritu
en el que acaso iba, una total desilusión;
una larga amargura, de sabe Dios de cuándo,
y más que de realidades puras,
empañada quizá de tu personal filosofía: Tuya
y un poco, la de todos,
cuando han sido muchos los caminos y se tiene —como tú tenias—,
ingénita elegancia, profunda observación,
para esta vida de ahora,
por demás amarga...
A mi regreso, camino de Vegueta, o bien del hotel al Gabinete
y a punto de una conferencia, he de verte, como antes,
Luis.
No. No me es posible pensarte de otro modo.
A mi corazón, por tantos sufrimientos agobiado
dar tengo tal ficción...
Porque no puede, no, con que se mueran
amigos como tú.
{[Y el caso es que te has muerto])
II
Acaso más ventura que aquí gozaste, tengas.
"Hay que dejar la tierra, la casa y él amor".
Así dijiste un día, amigo —de los vastos saberes—.
Totalmente se ha dado, en ti, tal reflexión.
205
A ESPERANZA VERNETTA
A quien tanto quería, hoy.
en el recuerdo...
DEL árbol de la amistad, tú..., ahora.
Hermanos de elección, son los amigos
—como bien dijo la genial polaca—.
Tal si una hermana fueras, me has dolido...
¿Por qué habías de irte, dulce amiga?
¿No he de volver nunca más a verte?
Aún suena tu voz en mis oídos
como una clara fuente,
de donde sabias cosas han salido
con natural decir: del que se entiende,
vienen de un corazón, profundamente humano;
de una esclarecida noble frente.
¿Cómo se va a poder ir, a donde íú ibas?
¿Cómo la isla sin ti, sin tu presencia
podrá llenar el hueco que has dejado?
(Más extenso que tú —a quien tanto amaba— isla,
era su corazón, para el afecto).
A veces no me es posible el ver claro
que ya te hayas ido para siempre...
La distancia que media del que fue tu nido
con el que hoy, me tiene,
hace que a veces no me parezca cierto...
Y otras, el llanto me dice que te has muerto
y hasta el alma me duele...
Desde Málaga, febrero, 1970.
206
A MIS AMIGOS ARTISTAS Y DOS MOTIVOS MAS.
207
AL PINTOR SUBMARINISTA A. DOMÍNGUEZ DE HARO,
IMPRESIÓN
ESTE estupendo pintor, para quien el fondo
del mar no es un secreto,
poeta del pincel, del color dueño,
que los cambiantes de la luz adora,
no bastándole la tierra en superficie,
a la profundidad del mar, él se incorpora.
Vaya mi felicitación más fervorosa
por los peces y rosas de la mar, amigo.
Vaya Dios y el éxito contigo
por tan noble quehacer, por tu paleta.
208
AL ESCULTOR NORTEAMERICANO H. REED ARMSTRONG
EN QUIEN EL ESPÍRITU HA ENCONTRADO SU MÁXIMO
EXPONENTE
CUANTAS veces la física belleza,
deslumhrándonos,
apenas si nos dejó ver la del espíritu
que la animaba.
Mas tú, Reed Armstrong,
con qué maestría le restaste sus galas
—apenas si por ti precario vaso—,
en esas tus ascéticas figuras,
donde "la forma queda <m mortificada"
por tu genial modo de intuirlo,
para bien de dárnoslo en su máximo profundo |
en tus bronces y barros. |
Oh tu "Madonna y niño", surgiendo, transpareciendo I
divinidad, desde el barro j
sabiamente dispuesto por ti, en pequeños trozos; g
apenas si a veces unidos entre sí; §
a veces dejando anchos ángulos y huecos I
por rellenar, |
sin que por parte del contemplador i
requiera esfuerzo alguno j
para ver completas las figuras. f
Oh tu "Ángel San Gabriel", de imponentes alas, i
donde lo ultraterreno alienta I
con fuerza arrolladura y más allá de las dimensiones
en que el artista lo contuvo, S
vemos...
{Acaso por lo transcendental
del sin igual mensaje...)
¿Qué decir de tu obra, toda ella sorprendente?
¿Qué decir de tu incomparable "Lázaro"?
Jamás nadie nos diera una plástica versión
sobre esta doliente bíblica figura
que tanta emoción nos produjera.
209
No: nadie lo ha plasmado como tú, en su lento incorporarse
desde el enorme peso de la muerte-, desde su penoso
irse desembarazando de su mortaja —toda vendas—,
al piadoso mandato del Divino Maestro.
(He ahí, en esas concepciones, en ese tu modo de ver
—donde el espíritu atestigua su grandeza—,
lo fundamental de tu obra incomparable).
Siglo tras siglo sonará tu nombre.
Mas sus generaciones echarán de ver
que algo le falta; "algo",
que ya late en la mente de cuantos tu obra conocen
y, que ya, hecho "voz", y completándolo, de un modo espontáneo,
será para siempre, ya, el que siempre "has sido",
"H. Reed Armstrong, el divino".
Málaga, año 1969.
210
A MARÍA REVENGA, POR SU EXPOSICIÓN EN EL MUSEO
PROVINCIAL DE BELLAS ARTES DE MALAGA, EN ABRIL
DEL AÑO 1970
211
A LA PINTORA YOLANDA GRAZIANI
COMO todos los genios, llegaste sorprendiendo.
De siempre, lo nuevo desconcierta (que ha sido y será asi
la humana condición).
Mas lo que tú has hecho. De pronto, has revelado,
fue fácil a tu encuentro
por lo privilegiado de tu imaginación.
212
AL ESCULTOR ANTONIO LEIVA
AUNQUE pequeño es tu estudio, Antonio Leiva, pequeño y grande
es a la vez.
Pues que un auténtico artista, lo habita,
grande es.
Cuántas veces poetas ellos y ellas,
y pintores y artistas de un distinto quehacer,
en él, se dieron cita por hacer más amable
el inevitable padecer...
En él, las altas cualidades brillan. Las que en el hombre implican
el plano superior: El arte y la amistad: parentescos, sin dude,
de un fraternal amor.
Allí transformas el barro en escultura
y Grecia vuelve a ser.
Con la misma emoción, la forma pura, el que llegue
ha de ver.
Sea clásico o moderno, haces surgir del barro,
en perfección,
ya el fiel retrato, o la original forma,
nacida de tu imaginación.
213
AL PINTOR PEPE BORNOY
QUE límpidos colores a tus lienzos, dan tonos.
Qué bellos claroscuros, les dan profundidad.
Un misterioso encanto sin duda, ellos ejercen.
Una y otra vez vistos, vuélvense a contemplar.
214
Los que están por llegar, los venideros,
tu nombre, acaso vean que es el primero
entre los de tu hora, Díaz Oliva.
y, por ser altamente juzgado,
con la belleza, seas condecorado:
{Con la más bella flor: la sin espinas).
215
DE UN TIEMPO PASADO...
A Antonia Brito, que hizo posible este
poemilla y, como él, ya sólo en mi re-
cuerdo...
QUE salto en el tiempo por tu voz,
amiga.
Como una fresca brisa me ha llegado.
La tarde fuiste llenando del pasado.
(Bendita virtud: la recordación).
En ella, la lejana primavera,
los metódicos paseos de Alameda,
las entrenadas sonrisas al amor.
Y de nuevo, aquel chico, tan apuesto,
el primer traje largo, el baile,
y el saludo —aprendido saludo
que habíamos de hacer,
al anfitrión—.
Después..., el familiarizarse y la tristeza
que va trayendo todo lo que empieza
y pierde, con el uso,
la emoción...
216
CON DISTINTO HILO
Al Norteamericano Mister F. J.,
este Cancionero, para su repertorio
de "flamenco", como le prometí, y
y que incluyo en este libro.)
217
A QUIEN SE LE OCURRIRÍA..
MARÍA Fandango, te dicen
—y no sé por qué Fandango—,
si sólo te oyen cantar
Fados tristes, tristes Tangos.
¿Qué es lo que pasa contigo,
María dolida, bonita?
Acaso por esos ojos
que al mirar, las penas quitan.
Estatua de fino bronce,
qué cosas tiene la vida-
Con lo que retas entonces...
Apenas si h creerían.
Qué poco debe de ver,
el que así ve, así bautiza.
Mas yo sí que me doy cuenta
que un algo te martiriza.
Deja que no vean tus penas
y produzcas alegría.
María Fandango, te dicen...
¡A quién se le ocurrirtal
218
Ay qué perro avecindado
cerca de mi corazón
siento por tú no quererme,
aullando sin compasión.
Gabriela López Montoya,
¿por qué te conocí yo...?
219
Ay qué agarrotantes hielos.
Ay qué liga por sus alas
impidiéndole ese vuelo
de alturas, sólo soñadas...,
que a veces se le derrumba,
y a veces se le agiganta.
De tanto esperar, su vida
dando está por malograda.
{Sueño sin forma posible
que le fije cuerpo y cara).
Ay sueño tan sólo sueño
—que no sabe de esperanzas—,
y a .santos comprometiste
con tanta, cera gastada,
sin que el milagro .se viera
{fantasma, sólo fantasma).
221
Y PENSAR QUE ME GUSTABA...
222
A LA MEMORIA DE JUAN BREVA, CELEBRE CANTADOR DE
FLAMENCO MALAGUEÑO, QUE LE CUPO EL HONOR,
DEBIDO A SU PRODIGIOSA VOZ, DE SER INVITADO POR
DON ALFONSO XII A CANTAR EN SU PALACIO
COMO suena aún tu "Cante", Juan.
Tu inimitable "decirlo", cómo aún suena:
Aunque ya no van entre nosotros, tu guitarra,
tu voz, ni tu presencia...
Cómo sentimos tu "paladearlo",
al que nadie jamás llegar pudiera:
Tan de tu alma nacido. Tan de tu hondo, Juan.
Tan el "Cante" de veras.
223
MI OTRA PALABRA
Antes de inne, todavía dándome el
sol, a ti Montiano, en la eterna sombra,
por quien todo lo tuve y todo lo perdí.
227
MI OTRA PALABRA
El verso: Mi otra palabra. De siempre,
el lenguaje de mis inquietudes.
De mi íntimo sentir, palabra.
De mis luchas y resignaciones.
De mis batallas.
Gracias a ella paliando he ido lo difícil
de las épocas amargas.
(Casi no me es posible el recuerdo
de las felices, las de las horas
claras.)
228
PERSISTENCIA
"Puedo escribir los versos más tristes esta noche y
éstos sean los últimos versos que yo le escriba"
PABLO NERUDA
229
Mas Dios sabe
que parada quedé en aquel,
que él fuera.
El dernás ha sido triste, triste.
Y aún como una sombra pasa
por mi pena y en el río del Uanto
desemboco.
{"Hasta que estos ojos que tengo
se me llenen de tierra").
230
"LOS SUEÑOS DEL ALMA NO SE ALEJAN
NI UN MINUTO SIQUIERA DE NOSOTROS*
II
Líbrame de sus turbiones, tú
—sólo sueño y distancia...—
Tú que de mi verdad y mi ternura
sabes,
líbrame de sus aguas.
Tú un día y otro mi ansia infinita
—espera que socava—.
Mi mundo cierto tú, por el que a veces
me adentro y alivio siente el alma.
{"[Todo en mí fue naufragio]")
231
ASPECTOS DIVERSOS
232
AUNQUE EL SILENCIO INSISTA
A Femando Aullé y Morer
234
II
Con la herida de su anhelo mal cerrada,
hoy, vagar le vemos
por los ofrecidos caminos {los por El, ofrecidos)
triste siempre.
Mas en su recuerdo, ve, que no siempre
fue aá;
en su recuerdo, ve, que apasionadamente
esperaba su "mañana".
235
Esperándote llevo no sé el tiempo
viendo de los árboles una y otra vez
perder sus galas.
Sabes que como siempre, aquí me tienes.
Creo que me recordarás, a pesar del blancor
de estas mis canas. A pesar de lo enjuto
de mis carnes, hoy, y esta pereza que apenas
si me deja andar las galerías de la casa.
237
A veces la duda pretendía alcanzarle.
Pero siempre fue en vano,
por ser sus convicciones
profundas,
como raíz de árbol. Tal
las del que crecía
dando sombra a su patio.
(A su cobijo le nacían los sueños
como las hojas al árbol.)
Y ardientes lágrimas,
sus mejillas surcando,
iban cayendo al suelo,
calcinando la hierba que al monumento
ornato daba,
y orilla al recinto, en que lo pusieron.
Y aunque de reda armadura va cubierto
(y, acaso también, el corazón de acero
que vida tan esforzada a tanto obliga)
EL "AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS",
serena ya la frente y la pasión tranquila,
meditando ya en plena calma,
más que en su carne mortal ha comprendido
que desde inmemorial tiempo,
en tan trascendental solución
el hombre, ha errado.
—De ahí las lágrimas que, a veces,
un misterioso fluir, brotar hacen
y sus pétreas mejülas
siente que le bañan.
(Y qué enorme desconsuelo en sus entrañas...}
240
DOS ELEGÍAS Y CANCIONES ULTIMAS
241
Sombras, dulces sombras, oídme, oíd a esta vuestra hija,
la que involuntariamente cancela vuestra sucedente labor
de madres, en tantos siglos, en los de los tiempos todos.
Mas sin quererlo y sí, tan sólo, por destino,
{ese eterno dictador de nuestras vidas,
por él, siempre en juego).
242
este fatal lamento, este quejido.
Este dolor por no estar más contigo.
Este dolor llegándome hasta el fondo.
243
{Qué daño hiciste Amor, qué daño,
cómo la heriste.)
(Ay, no sabemos por dónde andamos,
que somos ciegos, que somos ciegos
y mucho erramos,)
244
"Tú no me quisiste
con esta ternura".
{El eco reTMndo
la pena, seguía).
YA PENA M Í A . . .
Al impresor Manolo Andrades
Si de AMOR supiera...
Si de esa miel ella
la colmenera.
Sus huidizos ojos
apenas si miraban
por atento que fuera
el que le hablara.
Pobre demente,
que jamás la luz fuera
tras de su frente.
En el pueblo, los hombres,
tal si alimaña fuera
la maltrataban.
Los mozalbetes
por total inconsciencia
la perseguían.
{Pobre demente.
Cómo querría
que como yo te vieran.
Ya pena mía...)
245
POBRE DE B A S T Í A N
POEMA RURAL
Al poeta y escritor
Francisco Peralto
Tan cerca, verla tan cerca,
y serle desconocido.
Ay madre, míreme madre,
cómo me tiene cautivo,
sin que ella sepa, que es ella,
la que nunca, me ha querido.
Quejábase así. Bastión,
cada vez, más dolorido.
En la taberna, en el pueblo,
rehuyendo va a los amigos.
Entre sus conocimientos
comento es, de corrillos.
—Bastían, pobre de Bastían,
cada vez más amarillo,
cada vez más inclinado
como la espiga del trigo.
Laberintos de su pena
medio tienen, consumido.
Mucho alzó Bastían, los ojos,
(sin querer se le han subido).
Ella, de largas riquezas
y aún más largo señorío.
El, el mozo de su cuadra,
por ella, inadvertido.
246
como quiero que hagas, hijo.
Qué pena no jueras tú,
de la que nunca me quiso.
Dicen que a su casa-puerta
fue a morir, de hondo suspiro,
no sin que antes se le oyera
—la que nunca me ha querido.
247
FINAL
Sin duda eres en mí,
tal un descanso,
porque al lograrte,
la angustia,
de nú se ha retirado.
Mas sé, que ha de volver,
por su costumbre
de ir, donde me halle.
249
ÍNDICE
Prólogo 7
El Volcado Silencio 11
Mi presencia más clara 49
Las estancias vacías 67
La voz que me desvela 121
Los contados instantes 139
Continuada Señal 163
Mi otra palabra 225
Final 248
(Viene de la otra solapa)
Chona Madera, de "su modo poético"
calificándola "de rara claridad y vita-
lismo".
En la prensa madrileña "Informacio-
nes" "Madrid" y "ABC", publicaron ha-
lagadoras críticas de sus poesías. Y en
el diario "Arriba", el conocido escritor
y biógrafo Miguel Pérez Perrero dijo
de la poesía de Chona Madera, "que no
era una obra del momento producto de
una moda o de un modo deerminado,
sino obra que por ser poesía honda y
auténtica jamás pasa".
NOTA BIBLIOGRÁFICA
ULPGC.Biblioteca Universitaria
*697537*
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