Psicología Fernando Calvo

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Psicología 

de la Salud 
 

Tema 1. Psicología y
Psicología de la Salud.
Dr. Fernando Calvo Francés


 
Psicología de la Salud 
 

1. Definición de Psicología

Siguiendo a Pinillos (1975) el objeto de la Psicología es aquella actividad a través de

la cual los organismos existen en sus respectivos medios, respondiendo a sus

estimulaciones y operando sobre ellos, de un modo propositivo en parte consciente. De

manera más resumida se puede definir a la psicología como la ciencia de la conducta y los

procesos mentales (Lahey, 1999). Por conducta entendemos toda acción humana

directamente observable (hablar, comer, desplazarse, posturas corporales, gestos, etc.) y

mensurable. Por proceso mental entendemos las actividades psicológicas privadas como

pensar, percibir y sentir (Lahey, 1999).

De acuerdo con Wade y Tavris (1987), los principales objetivos de la Psicología son:

 describir,

 comprender,

 predecir,

 y controlar / modificar

los procesos comportamentales y mentales.

La Psicología, por lo tanto, estudia el comportamiento de las personas en relación a

un contexto físico y social determinado, así como los procesos mentales mediante los

cuales la persona atiende, entiende dicho contexto y organiza sus reacciones frente a él. El

concepto de conducta es en la actualidad amplio y comprende tanto lo que la persona hace

o dice, como lo que piensa y siente, así como las bases neurobiológicas que todo ello

implica.


 
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2. La Psicología como ciencia

La psicología científica, despojada de la especulación y la metafísica filosófica,

nace en el siglo XIX. Dos hechos propician este nacimiento. En primer lugar definir

como su objeto de conocimiento al comportamiento, que se puede observar y medir con

instrumentos específicos, lo que permite evaluar las capacidades y atributos de las

personas y su relación entre ellas y con el entorno de manera objetiva, como exige el

rigor científico. En segundo lugar adoptar el método científico dentro de un paradigma

positivista que utiliza una metodología cuantitativa.

El método científico se refiere al conjunto de pasos necesarios para obtener

conocimientos válidos (científicos) mediante instrumentos confiables. Este método

intenta proteger al investigador de la subjetividad. El método científico se basa en la

reproducibilidad (la capacidad de repetir un determinado experimento en cualquier

lugar y por cualquier persona) y la falsabilidad (toda proposición científica tiene que ser

susceptible de ser falsada). Dicho método está compuesto por los siguientes pasos: 1)

Observación (consiste en aplicar los sentidos a un objeto o a un fenómeno, para

estudiarlo tal como se presenta en realidad), 2) Inducción (acción y efecto de extraer, a

partir de determinadas observaciones, el principio particular de cada una de ellas), 3)

Hipótesis (solución provisional o tentativa al problema estudiado), 4) Probar la hipótesis

por experimentación, 5) Demostración o refutación de la hipótesis, y 6) Conclusiones.

La psicología como área de conocimiento se enmarca a caballo entre las ciencias

naturales y las ciencias sociales, con mayor predominio de las primeras a día de hoy.

En la actualidad la psicología científica ha redefinido su objeto al ir más allá de la

conducta observable y reintroducir (ya lo había hecho en el pasado, pero con grandes

limitaciones metodológicas), como hemos visto en las definiciones de psicología, el

estudio de los procesos mentales o internos. Si bien estos últimos no eran en principio


 
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observables directamente, la psicología cognitiva, con gran destreza metodológica,

demostró la posibilidad de deducirlos con los adecuados diseños experimentales.

Además, las nuevas tecnologías diagnósticas como la Resonancia Magnética Funcional

(RMf) o la Tomografía Axial Computerizada (TAC), nos permiten la observación

directa de los procesos neurofisiológicos que están en la base del comportamiento y los

procesos mentales.

A nivel metodológico también se ha producido una ampliación. Se intenta

comprender el fenómeno psicológico desde una perspectiva más amplia, aunque menos

rigurosa, mediante la utilización de metodologías cualitativas de investigación. Se

enriquece así la descripción e interpretación de procesos que, mediante la

experimentación clásica cuantificable, resultan más difíciles de abarcar. A diferencia del

método experimental naturalista, la investigación de enfoque sociocultural no se ocupa

del estudio de procesos específicos o variables aisladas, producidas o analizadas

experimentalmente, sino que procura una explicación de los fenómenos en su dimensión

real, asumiendo la realidad del sujeto como un escenario complejo de procesos

integrados e interrelacionados, tanto en el individuo como en su mundo sociocultural, y

con una perspectiva histórico-biográfica, en el entendido de que ningún proceso puede

ser aislado y, más aún, de que se trata de procesos irreversibles.

No obstante, como autocrítica, debemos decir que todavía existen, en la psicología

de hoy en día, un corpus de teorías no apoyadas por hechos, o apoyadas de forma muy

floja. No existe un "paradigma" en el sentido Kuhniano, no tenemos un punto de vista

colectivo unificado, una gran teoría que unifique todas las fuentes de conocimiento en

psicología (Leahey, 2001).


 
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3. Psicología y Salud

La Organización Mundial de la Salud definió hace ya muchos años la salud

(OMS, 1964) como un estado de bienestar completo físico, mental y social y no

solamente la ausencia de enfermedad o dolencia. Algo más recientemente, y dado el

carácter utópico de dicha definición, algunos autores han preferido hablar de la salud

como: el logro del más alto nivel de bienestar físico, mental y social y de capacidad de

funcionamiento que permitan los factores sociales en los que vive inmerso el individuo

y la colectividad (Salleras, 1985). En cualquier caso ambas definiciones subrayan la

naturaleza biopsicosocial de la salud y ponen de manifiesto que la salud es más que la

ausencia de enfermedad. Consideran a la salud como un constructo multifactorial

consistente en la interacción compleja de factores culturales, sociales, psicológicos,

físicos, económicos y espirituales. El bienestar humano es, pues, el resultado complejo

de influencias genéticas, evolutivas y ambientales. Se reconoce el hecho de que la salud

consiste en un conjunto múltiple de procesos muchos de los cuales tienen dimensiones

psicosociales. La promoción y mantenimiento de la salud implica procesos

psicosociales en la interacción entre la persona, el sistema sanitario y la sociedad.

La idea de la conexión entre variables psicológicas y diferentes procesos morbosos

no es nueva y se retrotrae a cientos de años atrás, sugerida por autores muy antiguos. En la

antigua Grecia nada se sabía de virus y bacterias, pero ya reconocían que la

personalidad y sus características desempeñan un rol fundamental en los orígenes de la

enfermedad. Galeno ya observó la existencia de un vínculo muy estrecho entre la

melancolía y el cáncer de mama. De este modo, en estos primeros enfoques médicos,

encontramos tempranamente un criterio holístico en la consideración de la salud y la

enfermedad.


 
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Pero no ha sido hasta nuestros días, y de la mano del método científico, que ha

empezado a operativizarse, medirse y contrastarse de manera adecuada dicha relación.

Dentro del repertorio de conducta de las personas están aquellas que directa o

indirectamente afectan a la salud, positiva o negativamente, y que no difieren del resto del

comportamiento humano en sus mecanismos explicativos (véase capítulo 2).

Cada día hay más evidencia científica de que los comportamientos y los hábitos

de vida, amén de otras características psicológicas, condicionan no sólo la salud, sino la

situación sanitaria de las poblaciones y los recursos a ellas destinados. La conducta

personal en determinados aspectos influye enormemente en el binomio salud-

enfermedad. Esta conducta se forma por decisiones personales y por influencias de

nuestro entorno y grupo social y puede modificarse con la adecuada intervención.

Es más, las principales causas de morbi-mortalidad en los países industrializados

no son las enfermedades infecciosas, sino las enfermedades crónicas, incluyendo los

trastornos cardiovasculares y el cáncer. Enfermedades en las que el estilo de vida, la

conducta de cada uno, desempeña un papel destacado (San Martín, 1982). Las causas de

estas enfermedades las podemos encontrar, por tanto, en una confluencia de factores

biológicos, conductuales y socio–ambientales. La mayoría de las principales causas de

muerte en los países desarrollados se encuentran determinadas en gran parte por factores

de conducta, y en general podrían reducirse y prevenirse si las personas mejoraran tan

sólo cinco comportamientos: dieta, hábito de fumar, ejercicio físico, abuso de alcohol, y

uso de fármacos hipotensores (Costa y López, 1986).

Los trabajos de Lalonde (1974) y Dever (1976) revelaron que, mientras la

asistencia sanitaria o el sistema de cuidados de la salud podía influir en la determinación

del estado de salud entre un 11% a un 20%, sin embargo acaparaba entre el 84% y el

90% del coste. Como determinante más importante de la salud aparecía el estilo de vida


 
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con una influencia aproximada del 43%, y paradójicamente su coste asociado se calculó

en un 1,5%. En la década de 1970 se introdujo en el vocabulario médico un tipo nuevo

de enfermedad llamada "estilo de vida nocivo". Hoy en día se considera que fumar

tabaco, beber alcohol en exceso, comer demasiado o no hacer ejercicio, y/o vivir en un

estado de estrés permanente son factores que predisponen a la enfermedad. No son

causas en el sentido tradicional. Así por ejemplo, la relación entre una alimentación

basada en una dieta muy rica en grasas y el sufrir un infarto cardiaco, es incluso más

complicada que el proceso por el cual una infección produce síntomas. En un informe

de 1982, el Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias (Institute of

Medicine of the National Academy of Sciences) de Estados Unidos, estudió la relación

entre salud y conducta. Se estimó que unas conductas concretas de los individuos tales

como fumar, una mala alimentación o la falta de ejercicio podrían encontrarse a la base

del 50% de los casos de enfermedad crónica (Hamberg, Elliot y Parron, 1982).

Lo que en definitiva ha hecho necesario ampliar el modelo biomédico para que

incluya variables psicológicas y sociales y su interacción con procesos biológicos (el

cambio no ha sido aún completado, aún hoy en día prima el modelo biomédico en las

políticas sanitarias y en la actividad sanitaria de a pié frente al modelo bio-psico-social).

Todo este tipo de consideraciones ha dado lugar a la génesis del modelo bio-psico-

social de la salud. Dicho modelo (Engel, 1977) postula que la salud y la enfermedad son

el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales, y que, por

tanto, es necesario tener en cuenta estos tres factores a la hora de considerar los

determinantes de una enfermedad y su tratamiento, apoyado en la teoría de sistemas.

Un importante refrendo a esta postura ha provenido de la APA (American

Psychiatric Association). La APA, que comenzó en su segunda edición del Manual

Estadístico de Diagnóstico de los Desórdenes Mentales (DSM-II, Diagnostic and Statical


 
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manual of Mental Disorders) del año 1968 hablando de Trastornos Psicofisiológicos (como

sinónimo de Trastorno Psicosomático) desde el punto de vista restrictivo inicial, como de

síntomas físicos asociados a un solo sistema somatofisiológico y causado por factores

emocionales, ha pasado en su 4ª edición (DSM-IV) a una visión más abierta en la que

suprime este grupo de trastornos y asume implícitamente las ideas biopsicosociales

introduciendo a cambio la categoría “Factores psicológicos que afectan a la condición

médica”. En ella se establece que los factores psicológicos pueden afectar adversamente a

una condición médica a través de alguna de las siguientes vías:

1. alterando el curso de una enfermedad (lo cual puede ser inferido por una

estrecha asociación temporal entre los factores psicológicos y el desarrollo,

exacerbación o retraso en la recuperación de la condición médica general),

2. interfiriendo con el tratamiento de la condición médica general (por ejemplo

reduciendo la adherencia al tratamiento médico),

3. constituyendo un factor de riesgo adicional para la salud del individuo (por

ejemplo, conducta bulímica en un paciente con diabetes asociada a exceso de

peso), y

4. precipitando o exacerbando los síntomas de una condición médica general a

través de respuestas fisiológicas asociadas al estrés (por ejemplo, causando

broncoespasmo en personas con asma).

Así mismo, el DSM-IV, establece seis tipos diferentes de factores psicológicos

que pueden influir en alguna de las direcciones señaladas arriba:

1. Trastornos mentales (la depresión mayor afecta adversamente al pronóstico

del infarto de miocardio).


 
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2. Síntomas psicológicos (los síntomas de ansiedad afectan negativamente al

curso y severidad de la cardiopatía isquémica).

3. Rasgos de personalidad o estilos de afrontamiento (el rasgo de hostilidad es

un factor de riesgo para la cardiopatía isquémica).

4. Conductas desadaptativas relacionadas con la salud (fumar es un factor de

riesgo para la cardiopatía isquémica).

5. Respuestas fisiológicas asociadas al estrés (el incremento general de la

respuesta cardiovascular puede precipitar un infarto de miocardio).

6. Otros factores no especificados (demográficos, socioculturales,

interpersonales, etc.).

En este contexto es importante resaltar la idea de los factores psicológicos como

variables (en el sentido estadístico de la palabra). En primer lugar porque el término ya nos

señala su mensurabilidad, y en segundo lugar porque también indica posibles funciones de

dichos factores, como variables independientes, dependientes, moduladoras, etc. No

decimos así que sean las variables psicológicas las causantes únicas de la enfermedad, o

que desempeñen únicamente un papel causal, y que sólo atendiendo a las mismas se

procederá a la curación, sino que en interacción con otras, pueden estar en el origen,

mantenimiento, exacerbación o desaparición de los procesos morbosos, con un peso

relativo y diferente según cada caso, en alguno, parte o todos estos momentos de la historia

natural del proceso de salud/enfermedad. Que pueden ser causa y efecto, pero que siempre

están presentes, y en la totalidad de los casos ésta presencia es importante.

Con los datos en la mano, hoy es cada vez más difícil no reconocer el carácter

multifactorial de la etiología e historia de las enfermedades, lo contrario sería un error

reduccionista. En ese sentido la antigua concepción de la psicosomática, como un listado


 
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cerrado de patologías somáticas de etiología psíquica, quedaría superada por una nueva

concepción en la que el término psicosomático no implica necesariamente causalidad, sino

relaciones recíprocas entre los factores psicosociales y biológicos, integrada en la

denominada Psicología de la Salud, ya que hoy en día, y a tenor de los conocimientos

científicos, no podemos seguir manteniendo ese listado restringido de patologías “mente -

cuerpo” versus “cuerpo - cuerpo” y una visión unidireccional de las relaciones entre

comportamiento y salud/enfermedad.

Los postulados básicos del enfoque psicosomático, asumibles por la Psicología de la

Salud, serían (basado en Lipowski, 1969):

1. La salud y la enfermedad son estados determinados por múltiples factores biológicos,

psicológicos y sociales, y no existe una línea clara de demarcación entre los dos.

2. Los acontecimientos a un nivel cualquiera de organización, desde el molecular al

simbólico, pueden repercutir en todos los demás niveles.

3. El diagnóstico no debe limitarse a la identificación de una entidad clínica particular,

sino que debe además considerar la situación total del paciente.

4. Deben tenerse en cuenta los factores psicosociales al plantear medidas preventivas y

terapéuticas.

5. La relación establecida entre el paciente y aquellos que se ocupan de él influye en el

curso de la enfermedad y en la eficacia del tratamiento.

6. La psicoterapia puede ser eficaz cuando factores psicológicos contribuyen de manera

significativa a la precipitación, mantenimiento o exacerbación de una enfermedad dada

en una persona determinada.

En general, podemos decir que cualquier enfermedad, de una u otra manera,

implica en su devenir alguno (o quizá todos) de los siguientes aspectos:

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1. Una responsabilidad conductual.

2. Unos antecedentes (causales, coadyuvantes, etc.) y consecuentes psíquicos.

3. Una psicodinamia propia (reactividad, defensas, estilos de afrontamiento).

Desde una perspectiva conceptual holística, bio-psico-social e integradora del

proceso salud-enfermedad, un modelo de actuación, en cualquier momento de la

intervención asistencial o preventiva (primaria, secundaria o terciaria), debe tener

presente que:

 cualquier enfermedad (incluso la más genéticamente determinada) tiene

implicaciones conductuales en cuanto a hábitos y costumbres del sujeto (comida,

bebida, ejercicio, horarios, rutinas, etc.).

 cualquier predisposición genética a la enfermedad dependen no sólo del programa

genético establecido (genotipo) sino también de la interacción con el medio

ambiente, habiendo por tanto una potencial variabilidad de su expresividad. De

esta manera, genética no significa inmutable determinación.

 el ambiente (físico y social) en el que se desenvuelve la persona, puede facilitar,

precipitar, exacerbar o impedir la enfermedad; y el individuo puede tanto

voluntaria como involuntariamente alterar dicho medio (para bien o para mal),

permanecer en él o abandonarlo.

 cualquier enfermedad, motivada por factores ambientales, no es ajena a la política

y organización socioeconómica del país en cuestión, por tanto la conducta

voluntaria y consciente (tanto como la no consciente) de los gestores tienen

implicaciones determinantes en la primera.

 cualquier enfermedad produce respuesta de estrés, asociada a probables

alteraciones neuroinmunológicas, psicofisiológicas y psicológicas en general.

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 cualquier enfermedad se puede afrontar psicológicamente de muchas maneras,

algunas adaptativas y otras no, y ambas en mayor o menor grado, lo que redunda

en la evolución positiva o negativa de la propia enfermedad.

 cualquier enfermedad tiene necesariamente una psicodinamia establecida

alrededor del proceso mórbido y de los síntomas consecuentes. Podemos afirmar

que tenga o no tenga psicogénesis, cualquier enfermedad siempre tiene

psicodinamia.

 en cualquier enfermedad todo síntoma posee valor comunicativo. La mera

eliminación o extirpación del mismo, defendida desde el reduccionismo

tradicional, puede producir iatrogenia psíquica.

En resumen, consideramos que los factores psicológicos -cognitivos, emocionales y

motivacionales-, producto de la historia individual de cada persona en un contexto cultural,

socioeconómico y político, influyen tanto en el proceso del enfermar humano como en la

prevención de los trastornos y enfermedades, y en el mantenimiento de un nivel óptimo de

salud. Estamos convencidos de que las variables psicológicas inciden siempre, en alguna

medida, de forma directa o indirecta, positiva o negativa, en todos los trastornos y

enfermedades - y no únicamente en los denominados psicosomáticos -, desde el dolor

crónico al cáncer, así como en el mantenimiento y fortalecimiento de los estados de salud

(Bayés, 1985), Dicho de otro modo, no resulta apropiado diagnosticar un trastorno

siguiendo un criterio de causación lineal cuando la realidad nos dice que las causas son

múltiples e interrelacionadas.

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3. Psicología de la Salud

Una serie de líneas históricas dentro de la Psicología, como la Medicina

Psicosomática, la Medicina Conductual, la Psicología Médica y la Psicología Clínica

entre otras, confluyeron dando lugar al campo denominado genéricamente Psicología de

la Salud. En 1978 se constituyó como Área con su propia división (la División 38)

dentro de la APA (Asociación Americana de Psicología). La psicología de la salud nace

dentro de un modelo biopsicosocial según el cual la enfermedad física es el resultado no

sólo de factores médicos, sino también de factores psicológicos (emociones,

pensamientos, conductas, estilo de vida, estrés) y factores sociales (influencias

culturales, relaciones familiares, apoyo social, etc.). Todos estos factores interactúan

entre sí para dar lugar a la enfermedad.

La Medicina Psicosomática partió de la idea de que toda enfermedad física posee

componentes emocionales o psicológicos y que la enfermedad es el resultado final de la

interacción entre estos últimos y la disfunción o alteración física. En el año 1939

apareció la revista Psychosomatic Medicine que, como decía en la primera editorial,

tenía por objeto estudiar la correlación entre los aspectos fisiológicos de todas las

funciones corporales, tanto normales como anormales, y de esta manera integrar la

terapia somática y la psicoterapia. Se puede situar en esta perspectiva histórica el trabajo

de Iván P. Pavlov relativo al condicionamiento de respuestas viscerales, con lo que ello

supuso precisamente en el entendimiento de la enfermedad psicosomática. En esta línea

se ha llegado a hablar incluso de toda una medicina cortico-visceral y, en particular, las

neurosis experimentales fueron ciertamente modelo de investigación de las influencias

de condiciones psicológicas sobre el funcionamiento corporal.

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La Psicología Médica en sus orígenes se centró, sobre todo, en los aspectos

curativos y/o iatrogénicos que se dan en la interacción entre el médico y el paciente, así

como en el estudio de los factores psicológicos de la experiencia de la enfermedad.

La Medicina Conductual, por su parte, se definió como el área interdisciplinar

dedicada al desarrollo e integración de la ciencia conductual y biomédica, del

conocimiento y técnicas relevantes para la comprensión de la salud y la enfermedad

física y la aplicación de estos conocimientos y técnicas a la prevención, diagnóstico,

tratamiento y rehabilitación (Schwartz y Weiss, 1977). En este marco, el

condicionamiento operante supuso la posibilidad de una autorregulación de respuestas

(hasta entonces) involuntarias mediante técnicas de biofeedback. El uso del biofeedback

revolucionó el campo de las contribuciones de la psicología al ámbito médico. La

medicina conductual vino a ser, más allá del procedimiento de biofeedback, la

aplicación de las técnicas de Modificación de Conducta al campo biomédico.

La Psicología de la Salud forma parte del mismo curso de la Psicología.

Podríamos decir que se trata de una ampliación de la Psicología Clínica, interesada en el

ámbito específico de la salud mental, hacia el de la salud en general. La psicología

clínica se aplica al ámbito de los trastornos mentales (psicosis, esquizofrenias) y

emocionales (ansiedad y depresión, principalmente), campo que coincide con el

psiquiátrico. La Psicología de la Salud va más allá, abarcando la salud en general.

De hecho, la Psicología de la Salud puede verse como la conjunción entre la

Psicología Clínica y la Medicina, y, en ese sentido, ha recibido las influencias de los

antecedentes comentados: Medicina Psicosomática, Medicina Conductual y Psicología

Médica. Resulta generalmente aceptado que el primer intento de definición formal de la

psicología de la salud parece deberse a Matarazzo (1980), quien la considero como el

conjunto de contribuciones específicas educativas, científicas y profesionales de la

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disciplina de la psicología la promoción y el mantenimiento de la salud, la prevención y

el tratamiento de la enfermedad y la identificación de los correlatos etiológicos y

diagnósticos de la salud, la enfermedad y las disfunciones relacionadas. Sería el

conjunto de las contribuciones específicas de la psicología a la promoción de la salud, la

prevención y tratamiento de la enfermedad, la identificación de correlatos diagnósticos y

etiológicos de la salud, la enfermedad y las disfunciones relacionadas y el análisis y mejora

del sistema sanitario y la salud pública (Engel, 1977). La primera definición acabo por

convertirse en la definición "oficial", de la División de la Psicología de la Salud de la

American Psychological Association (APA), ya que en su reunión anual 1980, fue

adoptada como tal con muy pocos cambios. Son otras definiciones de Psicología para la

Salud:

 Campo de especialización de la Psicología que centra su interés en el

ámbito de los problemas de la salud especialmente físicos u orgánicos, con

la principal función de prevenir la ocurrencia de los mismos o de tratar o

rehabilitar éstos en caso de que tengan lugar, utilizando para ello la

metodología, los principios y los conocimientos de la actual psicología

científica, sobre la base de que la conducta constituye, junto con las causas

biológicas y sociales, los principales determinantes tanto de la salud como

de la mayor parte de las enfermedades y problemas humanos de la salud

existentes en la actualidad (Carrobles, 1993).

 Confluencia de las contribuciones específicas de las diversas parcelas del

saber psicológico (psicología clínica, psicología básica, psicología social,

psicobiología), tanto a la promoción y mantenimiento de la salud como a

la prevención y tratamiento de la enfermedad (Simón, 1993).

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En el estudio de los comportamientos de salud hay que considerar dos cuestiones

muy importantes: los conceptos del “rol del enfermo” y la “conducta de enfermedad”,

como aportaciones de la sociología y la psicología a este constructo.

Desde una óptica sociológica se sostiene que la enfermedad es una desviación

social, ya que el enfermo es, por definición, incapaz de seguir realizando las actividades

o seguir manteniendo las responsabilidades que comporta su estatus habitual. Hablamos

así del “Rol de Enfermo”, que comporta beneficiarse de ciertos “privilegios” (eximido

de las responsabilidades habituales), la consideración de la enfermedad como algo

negativo, y la búsqueda de ayuda médica o de otro tipo (Parsons, 1951).

Desde la óptica psicológica aparece el concepto de “Conducta de Enfermedad”,

que se define como el modo en que una persona percibe, evalúa e interpreta sus

síntomas corporales y emprende acciones encaminadas a reducir tales síntomas,

buscando ayuda médica o de otro tipo. Hablar de percepción, evaluación e

interpretación de síntomas supone considerar la faceta psicológica, y hablar de modos

de acción para intentar remediar los síntomas de un sujeto supone, por otra parte, partir

de una concepción del enfermo como ser activo que se enfrenta a su situación

(Mechanic, 1962).

La Psicología de la Salud se preocupa de los aspectos psicológicos de la

promoción, mejora y mantenimiento de la salud entendida en el sentido amplio ya

indicado. El contexto de estos aspectos psicológicos de la salud incluye muchos

sistemas sociales dentro de los cuales existen los seres humanos (familia, contexto

laboral, organizaciones, comunidades, sociedades y culturas). Cualquier actividad,

proceso o circunstancia que amenace el bienestar, es objeto de interés para la Psicología

de la Salud. El propósito primario de la psicología de la salud profesional es el empleo

del conocimiento, métodos y destrezas, psicológicos en la promoción y mantenimiento

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del bienestar, tomando en cuenta el contexto económico, político, social y cultural.

Finalmente, la Psicología de la Salud asume que todas las personas tienen un inalienable

derecho al cuidado de su salud, sin discriminación por razón de clase social, sexo, edad,

religión, circunstancias materiales, etnia, filiación política u orientación social.

En resumen, son características de la Psicología de la Salud:

1. Ser una rama aplicada más dentro de la psicología.

2. Incorporar todos los conocimientos científicos que la psicología aporta para la

comprensión del proceso salud/enfermedad.

3. Ocuparse prioritariamente del estudio del comportamiento normal de las

personas en el proceso salud/enfermedad, siendo su eje vertebrador la salud

positiva, la promoción y los comportamientos de salud y el control de riesgo.

4. Ocuparse también del comportamiento de los profesionales de la salud dentro

del proceso de la salud.

Las siguientes son algunas de las principales áreas de aplicación de la psicología

de la Salud:

 Información y educación para la salud, incluida la educación de los usuarios en

el uso adecuado del sistema sanitario.

 Modificación de las conductas y hábitos de riesgo y/o generación de hábitos y

estilos de vida sanos (descanso adecuado y disfrutar del ocio, alimentación,

higiene, sexo, familia, no consumo de sustancias dañinas, actividad física,

sanitarios).

 Potenciación de recursos de protectores y de resistencia (amor, afecto, amistad,

alegría, optimismo).

 Control de variables actitudinales, motivacionales y emocionales.

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 Aprendizaje de competencias y habilidades básicas (relajación, autocontrol,

solución de problemas, comunicación, búsqueda de apoyo social).

 Participación en la salubridad ambiental (cuidado del ambiente).

 Participación política y ciudadana (uso adecuado de los servicios de salud,

elección de la mejor política de salud).

 Disminución del impacto de la enfermedad y prevención de recaídas (o

prevención terciaria).

 Evaluación, tratamiento y rehabilitación de trastornos específicos.

4. Modelos explicativos del comportamiento humano en Psicología de la Salud

Si queremos actuar sobre la conducta humana, específicamente sobre la conducta

humana ante la salud, es absolutamente imprescindible conocer los mecanismos que

regulan esos comportamientos (algo que ampliaremos en el tema 2). Sólo conociendo

las variables relevantes explicativas de dicha actividad humana podremos establecer un

foco claro de actuación para nuestras intervenciones. Por ello en este tema nos

centramos en el conocimiento de algunos de los modelos de conducta de salud que

permiten una asegurar una mayor garantía de eficacia en nuestras intervenciones.

Un modelo es como un mapa de carreteras. En él sólo aparece la parte de la

realidad que representa, intentando conservar lo que es verdaderamente esencial de esta,

para que, en ausencia de una cantidad significativa de información, nos podamos guiar

con un mínimo error. Traducida esta metáfora al comportamiento, hablaríamos de

modelo como una representación lo más simple posible de una realidad psicológica

compleja a partir de un conjunto parsimonioso de variables y sus relaciones, que nos

permiten predecir la conducta en un determinado contexto (salud en este caso) con un

margen de error admisible. Los modelos nos dan un marco referencial para saber por

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Psicología de la Salud 
 

dónde empezar, que pasos seguir, y que técnicas necesitamos para influir un cambio en

las conductas de las personas. A continuación, sin ánimo de exhaustividad y a modo de

ejemplo, exponemos algunos de los modelos relevantes en Psicología de la Salud.

4.1. La Teoría de la Acción Razonada

La Teoría de la Acción Razonada (Ajzen y Fishbein, 1980) subraya

fundamentalmente el papel de los factores cognitivos (lo que pensamos o creemos de

algo) como determinantes del comportamiento de salud. Según el este modelo, y los

seres humanos somos habitualmente racionales y hacemos un uso sistemático de la

información de la que disponemos. Específicamente toda conducta es resultado de la

intención de realizarla. Si no se presentan imprevistos, una persona actuara

habitualmente de acuerdo a su intención, aunque la correspondencia intención-conducta

no es siempre perfecta.

Tal y como muestra la figura 1, el único antecedente inmediato de cualquier

conducta, según el modelo, es la intención de realizar dicha conducta. Esto implica dos

cosas:

1. Que una persona sólo llevará a cabo una conducta de salud si tiene intención de

ello y que, en caso contrario no lo hará.

2. Que las restantes variables que pueden influir en la conducta de salud lo harán a

través de la intención y no de otro modo.

El hecho de que la persona tenga o no la intención de llevar a cabo la conducta de

salud depende a su vez de dos variables, una de tipo personal, la “Actitudes” (hacia la

Conducta), y otra de tipo social, las “Normas Subjetivas” (ver la figura 1). La teoría

asume que cada uno de los factores tiene una importancia relativa (un peso relativo)

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Psicología de la Salud 
 

que hay que determinar, y que depende de la intención que estemos estudiando y de la

persona en cuestión.

Figura 1. Teoría de la Acción Razonada.

La “Actitud” se define como la "evaluación positiva o negativa que el sujeto hace

de la conducta de salud". Las “Normas Subjetivas” se definen como la “percepción del

sujeto de sentirse apoyado o presionado parar realizada o no realizar la conducta por

parte de las personas que son significativas o importantes para él” (padres, compañeros,

amigos, pareja, etcétera). Se supone que una persona intentará hacer algo cuando cree

que otras personas importantes para ella piensan que debería hacerlo. El apelativo

subjetiva hacer referencia a que se trata de presiones sociales percibidas. Se evalúa

preguntando al sujeto hasta que punto las personas que son importantes para que él

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Psicología de la Salud 
 

aprobarían o desaprobarían que realizara la conducta (por ejemplo, usar un

preservativo).

Ambas variables tienen a su vez ciertos factores precursores. Las Actitudes acerca

de una conducta son función, a su vez, de dos factores, denominados “Creencias

Conductuales” y “Evaluación de Consecuencias”.

Una a “Creencia Conductual” es la “probabilidad que el sujeto cree que tiene de

recibir una determinada consecuencia si realiza o deja de realizar la conducta”. La

“Evaluación de la Consecuencia” se refiere a “hasta qué punto dicha consecuencia es

negativa o positiva para él”. Si el sujeto cree que es muy probable que por llevar a cabo

la conducta de salud reciba consecuencias positivas y poco probable que reciba

consecuencias negativas seguramente la realizará. Una misma Actitud depende de

varias “Creencias Conductuales”, cada una de las cuales asocia a la conducta con una

consecuencia distinta. Cada consecuencia tiene su correspondiente valoración en la

“Evaluación de Consecuencias”.

Las “Normas Subjetivas” dependen, a su vez, de las “Creencias Normativas” y

de la “Motivación de Acomodación” al referente (motivación para cumplir). Cada

“Creencia Normativa” indica la “probabilidad que el sujeto cree que existe de que una

determinada persona o grupo de referencia importante para el apruebe o desapruebe la

conducta”. Normalmente existen varias “Creencias Normativas” para una misma

conducta: una persona puede pensar que sus padres verían muy mal una determinada

conducta de salud y que su mejor amigo la valoraría muy bien.

No obstante considerar que una cierta persona significativa (o referente) aprueba o

desaprueba la conducta, influye en las “Normas Subjetivas” sólo en la medida en que el

sujeto tenga en una alta “Motivación de Acomodarse” a lo que piensa dicho referente.

Si la persona tiene una motivación muy baja para hacer caso a lo que sobre el tema

21 
 
Psicología de la Salud 
 

piensan sus padres y muy alta para hacer caso de lo que piensa su mejor amigo,

seguramente desarrolle unas “Normas Subjetivas” favorables a la conducta de salud.

El modelo predice, por ejemplo, que la persona dejará de fumar (es decir, cambiará de

comportamiento), si cree que el fumar produce graves problemas de salud, cree que es

candidato a sufrir esos problemas, cree que los demás esperan de él que no fume, y está

positivamente motivado a hacerles caso.

La Teoría de la Acción Razonada cuenta con una estructura muy sencilla capaz

de explicar gran cantidad de conductas, pero tiene fallos también.

Intenciones y conducta no son siempre congruentes. No siempre una persona

consigue hacer aquello de lo que tenía intención y en otras ocasiones hace cosas que no

tenía intención de hacer. Por ejemplo, una persona tiene intención de llevar a cabo una

conducta de salud, pero carece de las habilidades necesarias para realizarla o no cuenta

con la infraestructura necesaria.

Para que las intenciones predigan la conducta es necesario que se cumplan

algunas condiciones:

a) Que el sujeto sea sincero al comunicar sus intenciones. La deseabilidad social

puede hacer que el sujeto engañe o se engañe a sí mismo al comunicarnos sus

intenciones.

b) Que la intención no cambie desde que se mide hasta que se realiza la conducta.

La propia dinámica de la conducta junto a otras variables situacionales puedo

hacer que una persona modifique sus intenciones una vez envuelta en una

situación particular.

c) Que el sujeto puede llevar a cabo su intención, es decir, que tenga oportunidad

de realizar la conducta y que cuenta además con los recursos y habilidades

necesarias para ello.

22 
 
Psicología de la Salud 
 

d) Que la conducta este bajo en el control de la voluntad del sujeto. Cuando la

conducta de salud implica a dos personas la resultante es la suma de dos

intenciones.

Este modelo tiene más poder explicativo de las conductas que son planificadas,

propositivas, y que caen bajo el pleno control de la conciencia y de la voluntad del

individuo.

4.2. La Teoría de la Acción Planificada

La Teoría de la Acción Planificada fue propuesta por Ajzen y Madden (1986) en

un intento de superar las dificultades de la Teoría de la Acción Razonada, para explicar

las conductas que no siempre está bajo el pleno control de la voluntad del sujeto (como

la sexual y la anticonceptiva).

Según esta teoría el que una conducta se lleve a cabo o no depende no sólo de las

intenciones, sino también de otros factores internos y externos al sujeto. Algunos de

estos factores internos son las habilidades, los conocimientos y la planificación

adecuada. Entre los factores externos podemos citar la oportunidad de realizar la

conducta y la colaboración de otras personas cuando ésta es necesaria.

La variable que determina que la conducta dependa más de las intenciones o de

otras variables adicionales es el grado de control voluntario que el sujeto tiene sobre

ella. Cuanto mayor sea, más dependerá la conducta de sus intenciones y cuanto menor

sea, mayor será el peso de los otros factores.

Por lo tanto Azjen y Madden creen que es muy importante incluir en el modelo

el grado de control que la persona tiene sobre la conducta estudiada, sobre todo si

23 
 
Psicología de la Salud 
 

queremos explicar conductas que, como la sexual y la anticonceptiva, no siempre

dependen enteramente de la voluntad del sujeto.

Pero como el grado de control real es difícil de medir, los autores proponen

estimarlo en función del “Control Percibido”, es decir, de “la creencia de la persona

sobre cómo de fácil o difícil le será la ejecución de la conducta y hasta qué punto

considera que está bajo el control de su voluntad”.

En general el “Control Percibido” será mayor cuantos más recursos y

oportunidades y menos obstáculos perciba el sujeto que tiene para realizar la conducta.

Buscando analogía con las “Actitudes” y las “Normas Subjetivas”, el antecedente

fundamental del “Control Percibido” son las “Creencias sobre recursos y

oportunidades”. Cuantos más recursos y oportunidades crea el sujeto que posee, más

control percibirá que tiene sobre su conducta. Si además las “Actitudes” y las “Normas

Subjetivas” son favorables, será muy probable, según este modelo, que las use.

Las “Actitudes”, “Normas Subjetivas” e “Intenciones” se definen exactamente

igual que en la Teoría de la Acción Razonada. La única diferencia es que se prefiere el

concepto de "conducta meta" al de "conducta" y que las intenciones son consideradas

más bien como "planes de acción" (de ahí el nombre de esta teoría).

Los autores, propone dos posibles interacciones entre las variables del modelo, de

lo que resultan las dos versiones del mismo que aparecen de las figuras 2 y 3. La

primera versión (figura 2), se aplica mejor a aquellas conductas que están bajo el control

voluntario. Asume el supuesto de Ajzen y Fishbein (1980) de que las intenciones son el

único determinante inmediato de la conducta.

24 
 
Psicología de la Salud 
 

CREENCIAS
CONDUCTUA-
LES

ACTITUDES

EVALUACIÓN
DE
CONSECUENCIAS

CREENCIAS
NORMATIVAS CONDUCTA
INTENCIONES
OBJETIVO

NORMAS
SUBJETIVAS

MOTIVACIÓN
DE ACOMO-
DACIÓN

CREENCIAS
CONTROL
SOBRE RE-
PERCIBIDO
CURSOS Teoría de la Acción Planificada

Figura 2. Teoría de la Acción Planificada (1)

Por ello, el “Control Percibido” de la conducta afecta a la conducta indirectamente

a través de su efecto motivacional sobre las intenciones. Esto significa que si un sujeto

no sabe cómo realizar una conducta de salud, o carece de las habilidades instrumentales

necesarias para ello, tenderá a desarrollar la intención de no llevarla a cabo aunque sus

“Actitudes” y “Normas Subjetivas” sean favorables.

La segunda versión (figura 3), se aplica mejor a aquellas conductas sobre las que

no existe un total control voluntario. Propone que la conducta tiene como determinantes

últimos las intenciones y el control que el sujeto percibe que tiene sobre dicha conducta

(no olvidar que el control percibido se usa como una estimación real del control). Para

que esta segunda versión funcione, es necesario que se cumplan dos requisitos:

25 
 
Psicología de la Salud 
 

1. El individuo tiene que percibir que la conducta predicha no está enteramente

bajo el control de su voluntad, ya que, en caso contrario, se aplicaría la primera

versión del modelo.

2. El control percibido tiene que ser realista, y refleja razonablemente bien el

control real.

CREENCIAS
CONDUCTUA-
LES

ACTITUDES

EVALUACIÓN
DE
CONSECUENCIAS

CREENCIAS
NORMATIVAS CONDUCTA
INTENCIONES
OBJETIVO

NORMAS
SUBJETIVAS

MOTIVACIÓN
DE ACOMO-
DACIÓN

CREENCIAS
CONTROL
SOBRE RE-
PERCIBIDO
CURSOS Teoría de la Acción Planificada

Figura 3. Teoría de la Acción Planificada (2)

Esta nueva formulación tiene algunos aspectos positivos. Tiene en cuenta que las

conductas sobre las que el sujeto no tiene control voluntario no dependen totalmente de

sus intenciones, sino de otro tipo de factores internos y externos a él. Plantea que el

grado de control real que el sujeto tiene sobre la conducta mediatiza hasta qué punto

esta depende de las intenciones, lo cual enriquece el modelo.

En el lado negativo no tiene en cuenta las peculiaridades de las distintas edades a

la hora de estimar el control real sobre la conducta a través del percibido. Por ejemplo,

26 
 
Psicología de la Salud 
 

los adolescentes tienden a sobreestimar el grado de control que tienen sobre su conducta

y tienden a sentirse invulnerables. Esto hace que sea discutible que se cumplan los

supuestos que los autores consideran necesarios para que el “Control Percibido” sea una

buena estimación del control real.

Los autores admiten que cuando el control real sobre la conducta es bajo, la

conducta no es bien predicha por las intenciones, y que depende de otros factores, pero

estos factores no son incluidos el modelo, por lo que no tienen en cuenta explícitamente

importantes influencias internas y externas sobre la conducta.

Entre las influencias internas no tenidas en cuenta podemos mencionar:

1. Los conocimientos del sujeto sobre el área específica de la conducta de salud

en cuestión. Los mitos y falsas creencias que dificulten un comportamiento

saludable.

2. Las habilidades para conseguir llevar a cabo la conducta de salud.

3. Las habilidades para resistir a la presión del grupo y de la pareja en contra de

las propias intenciones.

4. La planificación de la actividad saludable.

Entre las influencias externas podemos citar:.

1. La influencia de la pareja y la presión del grupo. Los iguales pueden influir en

las intenciones conductuales a través de las “Creencias Normativas”, pero

además pueden influir directamente sobre la conducta, incluso en contra de las

intenciones de sujeto.

2. La disponibilidad de los medios e infraestructura para llevar a cabo la conducta

de salud.

27 
 
Psicología de la Salud 
 

El hecho de que olvide tantas variables que son relevantes hace que su utilidad

para la intervención sea limitada, aunque supone un avance notable sobre la Teoría de la

Acción Razonada.

4.3. El Modelo de Creencias En Salud

El modelo de Creencias en Salud se desarrolló para explicar y predecir las

conductas de salud preventivas, tales como la inmunización, la participación en cribajes,

etc. (Rosentock, 1974). Es por lo tanto aplicable a aquellos casos en los que existe un

problema susceptible de ser prevenido (p.e. el sida) y un comportamiento o

comportamientos que puedan ser realizados (o dejados de realizar) por el individuo y

con cuya realización (o supresión) disminuye la probabilidad de que dicho problema

aparezca.

Costos de la
conducta

Costo/beneficio
de la conducta

Beneficios de la
conducta

CONDUCTA SALUDABLE
O NO SALUDABLE

Gravedad
pe rcibida del
pro blema

Amena za
pe rcibida del
pro blema

Susceptibilidad
pe rcibida a l
pro blema
Teoría d e Creencias sobre la Salud

Figura 4. Modelo de Creencias en Salud

Teniendo esto en cuenta, el modelo postula (ver figura 4) que el que una persona

ponga en práctica un comportamiento preventivo (p.e. utilización del preservativo),

28 
 
Psicología de la Salud 
 

depende, en primer lugar, del grado en que el problema a prevenir (p.e. sida) sea vivido

por ésta como una amenaza real para ella, es decir, que se vean a sí mismos como

potencialmente vulnerables y vean la condición amenazante (Amenaza Percibida del

Problema) y, en segundo lugar, de que la relación entre los costes y los beneficios de

poner en práctica el comportamiento preventivo sea favorable, es decir, que estén

convencidos de la eficacia de la intervención y vena pocas dificultades en la puesta en

práctica de la conducta de salud.

Como puede apreciarse en la figura 4, el nivel de la Amenaza Percibida depende

de dos factores. La “Susceptibilidad Percibida al Problema” y la “Gravedad” de éste. La

“Susceptibilidad Percibida al Problema” es “la probabilidad que el sujeto cree que

tendría de experimentar un problema en el supuesto de no poner en práctica el

comportamiento preventivo”, es decir, manteniendo la conducta actual. La “Gravedad

Percibida” es el “grado en el que el sujeto considera que las consecuencias del

problema serían negativas para él”.

La “Amenaza Percibida del Problema” es una variable de gran importancia dentro

del modelo, ya que si una persona no considera el problema como una amenaza para

ella, sería muy difícil que adoptara comportamientos destinados a prevenirlo.

Pero éste modelo considera que aunque el individuo crea que su salud está

amenazada y que existen comportamientos que puede poner en práctica para reducir

esta amenaza, sólo los pondrá en práctica de hecho si esto le compensa, es decir, si las

ventajas de ello superan a los inconvenientes. Es decir, que también hay que tener en

cuenta la relación entre los costes y beneficios del comportamiento saludable.

Las variables demográficas, personales, estructurales y sociales pueden influir en

las conductas de salud, sin embargo, se considera que estas variables trabajan a través

29 
 
Psicología de la Salud 
 

de sus efectos sobre las motivaciones y percepciones subjetivas acerca de la salud que

tenga el individuo, más que como causas directas de las acciones saludables.

Finalmente, como el modelo propone, algo debe activar la percepción de la

amenaza antes de que pueda conducir realmente a una conducta preventiva, son las

“Claves para la acción” y pueden provenir de fuentes internas (síntomas, dolor) o

externas (relaciones interpersonales, publicidad). Existen claves particulares que

disparan los procesos que llevan a la realización de la conducta de salud

correspondiente. Si, por ejemplo, una mujer está convencida de la amenaza potencial de

padecer cáncer, la recepción de una carta invitándola a participar en una campaña de

detección precoz puede significar el disparador de la conducta preventiva.

Un ejemplo de aplicación a la conducta de abandonar el hábito de fumar puede ser

el siguiente. Un individuo puede que deje de fumar si valora positivamente el hecho de

mantenerse sano; si está convencido de que, como fumador, es más propenso a padecer

ciertas enfermedades graves (cáncer de pulmón, trastornos cardiovasculares, etc.); y

considera, además, que esas enfermedades son verdaderamente graves. Pero la

concurrencia de estos tres aspectos no es suficiente para que abandone el hábito. Así

mimo, debe creer que la conducta de no fumar constituye una medida eficaz para

reducir la amenaza de contraer cáncer y que, aunque le cueste llevarla a la práctica, el

resultado (no tener cáncer) merece la pena. Es decir, debe ser capaz de retrasar la

recompensa asociada a un comportamiento (no fumar) que, a corto plazo no le resulta

reforzante, pero sí a largo plazo (no tener cáncer).

Desafortunadamente en muchos comportamientos relacionados con la salud

ocurre que las ventajas de poner en práctica el comportamiento preventivo son futuras y

sólo probables (p.e. evitar un embarazo que es sólo probable y que genera

consecuencias 9 meses después), mientras que los costes son seguros y actuales. A su

30 
 
Psicología de la Salud 
 

vez las ventajas de no ponerlo en práctica son también seguras y actuales y no poner en

práctica el comportamiento preventivo no asegura que el problema ocurrirá (p.e. no

todos los fumadores acaban teniendo cáncer). Esta peculiaridad puede aumentar la

creencia de invulnerabilidad, especialmente en adolescentes (Bayés, 1992).

Entre los aspectos positivos de este modelo cabe mencionar:

1. Supone que todas las conductas preventivas se guían por las mismas reglas, lo

que hace que este modelo sea aplicable a gran cantidad de campos.

2. A diferencia de los modelos de toma de decisiones, el proceso que lleva al sujeto

a un determinado comportamiento no tiene por que ser plenamente consciente ni

racional.

3. Explica las razones de la inconsistencia entre conocimientos y conducta real.

Los comportamientos saludables suelen tener costos seguros a corto plazo y sus

beneficios son sólo probables y a largo plazo, en tanto que los comportamientos

no saludables suelen tener beneficios seguros y a corto plazo, mientras que sus

costes son sólo probables y a largo plazo.

Entre los aspectos negativos se puede destacar:

Es un modelo individual y no tiene en cuenta la interdependencia o la

implicación del otro (la influencia) en la conducta preventiva.

Como ya comentábamos anteriormente entre las variables internas estarían los

conocimientos, las habilidades, el autocontrol y la búsqueda de sensaciones. Entre los

factores externos y situacionales podemos citar la presión de la pareja, de los iguales, de

los medios de comunicación y la disponibilidad de medios e infraestructuras. Según este

modelo la intervención tendría que conseguir que los sujetos percibieran mayores

beneficios y menores costes en la conducta preventiva. Otro de los objetivos de la

31 
 
Psicología de la Salud 
 

intervención tendría que ser que los sujetos tuvieran una conciencia clara del riesgo que

corren, aunque como ya señalamos antes, esto no garantiza que adquiera una conducta

saludable.

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