Sexualidad

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SEXUALIDAD
El humanismo es una de las corrientes psicológicas que se distingue por una
visión positiva del ser humano, esta visión lo hace responsable de su propio
crecimiento y formación. La educación sexual basada en el enfoque humanista
tiene como objetivo que cada ser humano forme una conciencia crítica que
permita tomar decisiones proactivas, marcar límites y respe-tar los de los
demás. Esto lo hace mediante la capacidad de aprender e interiorizar los cono-
cimientos nuevos y desechar los anteriores.

Sexo se define como el conjunto de características que describen los órganos


genitales y cómo funcionan, que nos diferencian a individuos de una misma
especie.

En la especie humana, el proceso biológico más el proceso social actúan en un


medio ambiente que da origen a la sexualidad en un medio ambiente que da
origen a la sexualidad.

Sexualidad: Es una dimensión fundamental de la especie humana especie


humana que se inicia con la vida misma y trasciende lo biológico al vincularse
estrechamente con los sentimientos, las emocione los sentimientos, las
emociones, las relaciones con uno mismo y con otras personas. Parte esencial
de la personalidad y uno de los ejes de su desarrollo.

Es la forma en que nos manifestamos, sentimos y pensamos como hombres o


como mujeres y se expresa en todas las esferas de nuestras vidas.

La reproducción – concebida: no sólo por la capacidad de tener hijos sino


también por los sentimientos paterno-maternos y el desempeño de roles
encaminados a la crianza y educación de los hijos.

El disfrute del placer erótico : la búsqueda del placer se halla en la base de


muchas de las expresiones y comportamientos sexuales; y no sólo el placer
que conlleva, generalmente, la excitación y el orgasmo sino el placer de dar,
de recibir y comunicarse en una relación sexual positiva.

La expresión de sentimientos es un cauce privilegiado de expresar cariño,


afecto o amor hacia otras expresar personas puesto que la relación sexual es
una de las formas más íntimas y excitantes de relacionarse y comunicarse con
la persona que se quiere.

Refuerzo de la autoestima, Confianza en el desempeño social


Dios:
La sexualidad humana es un elemento básico de la personalidad, ya que tiene un modo
propio de ser, de manifestarse, de comunicarse con los demás y vivir el amor humano.
Es nuestra manera de ser humanos y de insertarnos en la sociedad, para relacionarnos
con los otros.

La sexualidad como parte de la personalidad en su dimensión erótica y genital, deberá


ser vivida en el contexto de los valores. Si reconocemos la sexualidad como valor,
entonces seremos más libres y capaces de lograr nuestra realización. La sexualidad no
es meramente un fenómeno físico o biológico de la persona, sino que es parte
integrante de ella, algo que le afecta profundamente ya que todo ser humano queda
moldeado por el sexo que tiene. Estas diferencias psicológicas y biológicas hacen que
cada uno pueda desempeñar, las tareas que exige la vida humana, conforme al carácter
masculino y femenino. La sexualidad hay que considerarla como algo santo porque es
un don de Dios, es una fuerza creadora, de tal poder que nos hace estremecer, ya que
la sexualidad abre a los hombres horizontes insospechados de fecundidad, donación,
ternura, belleza, entrega al otro. Sin embargo, cuando se le reduce a un juego
irresponsable y egoísta, puede conducirnos a abismos de maldad y brutalidad. El amor
es un encuentro con el otro, y todo encuentro, para que sea verdadero, pide un ajuste
y una sintonía de los que se encuentran. Esto no es tan fácil, pues cada persona es
única y lleva, además, su vida y su historia, debiendo superar la diferencia ante el otro,
la cosificación del otro, la autocomplacencia, la domesticación.

El amor es un camino de amistad que se desarrolla lentamente y dónde van


apareciendo algunas características propias: la confianza, la paciencia, la sinceridad, la
delicadeza, la estimulación. En ningún momento debe aparecer la competencia ni el
egoísmo.

Para los cristianos, el amor de la pareja no es una simple cuestión de buen


entendimiento, de contrato o de compromiso mutuo, sino un misterio de Dios, puesto
que es El quien une a los esposos en el amor. De ahí la famosa frase: Lo que Dios ha
unido, que no lo separe el hombre. Jesús insiste en que vean el sentido profundo del
amor matrimonial, no el casito concreto, y en consecuencia rechaza el repudio. Añade
que si el repudiado se casa con otra comete adulterio. Aquí encontramos el sentido
profundo del amor de pareja: es cosa de Dios, un inmenso misterio de amor. Debido a
esto no se puede aceptar el repudio ni el machismo, como tampoco es aceptable el
hecho de que si me va bien sigo y si no, lo corto; esto no es amor, esto es pasar el
tiempo uno con otro sin ningún compromiso. En el fondo no se trata de una norma más
severa, sino de otra concepción del amor. Para Jesús: el amor es algo sólido, lleno,
divino, por lo tanto totalizante, exclusivo, permanente.
Filosofico:

Porque los seres humanos en su eterna búsqueda de la ofuscación han convertido


el disfrute del sexo en algo complejo, cuando debería ser algo sencillo, y han
simplificado su papel en nuestras vidas, cuando deberían haber aprendido a
conjugar toda su complejidad. Todo se vuelve serio, todo es vergüenza, todo es
ocultación, cuando hablamos de sexo. Y así, entre prohibición y ocultación, en
lugar de aceptarlo como una de las formas más naturales de compartir
respiración, de compartir nuestra piel, nuestros sentidos, con otros seres
humanos, de disfrutar de una felicidad conjugada al unísono, se manifiesta como
instrumento de dominio, ya sea al condenarlo como pecado, ya sea al ocultar a la
sociedad biempensante su faceta placentera, cuando todo sería mejor, si
aprendiéramos a introducir un poco de humor en su ejercicio, un poco de ligereza
en su desempeño, y comprender, que tomárselo en serio no implica convertirlo en
el arma perfecta de destrucción masiva del aburrimiento y la vergüenza, Y dado
que la filosofía tiene encomendada entre sus tareas, y no la menor, indagar en las
fuentes de la estupidez humana, allá vamos con ello.

El sexo es un juego vivo, y como tal, las reglas en su desempeño cambian y


evolucionan, pero siempre han de mantener una regla que determine a las otras,
la libertad inalienable de continuar el juego o dejarlo cuando uno quiera y de la
manera que quiera. El sexo, como el amor, o la amistad, no tratan sobre
complementar a una persona con la otra y unificar en un platónico y absurdo ideal
la unión perfecta de seres imperfectos. Lo maravilloso de esos afectos, de esos
juegos, de esas maneras de explorar las interacciones entre diferentes latidos es
que no se trata de buscar la unidad perfecta, sino de coordinar la imperfecta e
inacabable búsqueda de la coordinación de esos diferentes latidos. Irregulares por
naturaleza, imperfectos por naturaleza, pero hechos carne, no ideal. Y esa carne
es la que importa. Somos carne, no espíritu, y como tales seres finitos, con
infinitas imperfecciones. Un error común es pretender que el otro nos completa,
eso es absurdo. Nadie ha de complementar a nadie porque eso siempre implica,
buscada o no, la subordinación de uno a otro.

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