El Santo Rosario para Difuntos Ver Corta 2
El Santo Rosario para Difuntos Ver Corta 2
El Santo Rosario para Difuntos Ver Corta 2
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre
del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Para que nuestra oración pueda agradar a Dios, purifiquemos nuestro corazón,
arrepintiéndonos de nuestros pecados. Recemos todos juntos el Acto de Contrición.
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, creador y redentor mío; por ser Tú quien eres y
porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido, propongo
enmendarme y confesarme a su tiempo; ofrezco todo cuanto hiciere en satisfacción de mis pecados y
confío en tu bondad y misericordia infinitas que me perdonarás, por tu preciosa sangre y me darás
la gracia para nunca más pecar. Amén.
¡Oh Dios!, que perdonas y deseas la salvación de todos los hombres y mujeres, imploramos
tu clemencia para que, por la intercesión de María Santísima y de todos los santos concedas
a tu siervo (a) N… la gracia de llegar a la Vida Eterna. Amén.
Contemplamos, en este Santo Rosario los Misterios…
Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
Dios te salve, María Santísima, Hija de Dios Padre, Virgen Purísima antes del parto. En
tus manos encomendamos nuestra fe para que la ilumines y el alma de nuestro (a) hermano
(a) N... para que la salves.
Llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita Tú eres, entre todas las mujeres y bendito
es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
Dios te salve, María Santísima, Madre de Dios Hijo, Virgen Purísima en el parto. En tus
manos encomendamos nuestra esperanza, para que la alientes y el alma de nuestro (a)
hermano (a) N...para que la salves. Llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita Tú
eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
Dios te salve, María Santísima, Esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen Purísima después
del parto. En tus manos encomendamos nuestra caridad para que la inflames y el alma de
nuestro (a) hermano (a) N...para que la salves. Llena eres de gracia, el Señor es contigo.
Bendita Tú eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
Dios te salve, María Santísima, Templo, Trono y Sagrario de la Santísima Trinidad. Virgen
concebida sin la culpa del pecado original. Amén.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve, a Ti
llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de
lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y
después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce siempre Virgen María. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos
de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Pidamos a la Virgen María que interceda por el alma de nuestro hermano(a) N... y por
quienes se están purificando en el purgatorio, así como por los que aún vivimos, para que
alcancemos de Dios la resignación, el consuelo y la paz; invocándola con los títulos más
bellos, que durante siglos, el pueblo cristiano ha ido descubriendo en su honor.
LETANÍAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Madre de Jesucristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre virgen
Madre incorrupta,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen venerable,
Virgen laudable,
Virgen poderosa,
Virgen misericordiosa,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la eterna sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso precioso de la gracia
Vaso de la verdadera devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
ORACIÓN
(Se hace, solamente si un familiar cercano desea hacerla)
Dios mío, te llevaste a la persona que más amaba en este mundo; me privaste de ella para
siempre: pero si lo dispusiste de esta manera, cúmplase en todo tu santísima voluntad así
sobre él (ella) como sobre mí. El grande consuelo que me queda, es la esperanza de que lo
(la) recibiste en el seno de tu misericordia y que te dignarás algún día unirme con él (ella). Si
la entera satisfacción de sus pecados la detiene aún en las penas sin que haya ido todavía a
unirse contigo yo te ofrezco, para que logre su salvación, cambiar mi mala conducta, hacer
caridades a favor de los más necesitados y confesar mis pecados para comulgar el Cuerpo y
la Sangre de Cristo.
Esta muerte que me hace derramar tantas lágrimas debe producir en mí un efecto más sólido
y saludable; ella misma me advierte que llegará mi hora que debo prepararme sin tardanza y
estar dispuesto en todos los instantes de mi vida; permite ¡Oh Dios de bondad! Que cuando
llegue mi último momento, me encuentre en estado de gracia, para poder presentarme
delante de ti y reunirme con la persona que he perdido para bendecirte y alabarte
eternamente con él (ella). Amén.
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no desprecies las súplicas que te
dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos de todos los peligros, oh Virgen
Gloriosa y Bendita.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de
nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Por estos misterios santos de que hemos hecho recuerdo, te pedimos, ¡oh María!, de la Fe
santa el aumento; la exhaltación de la Iglesia; del Papa el mejor acierto; de la Nación
Mexicana, la unión y feliz gobierno. Que el gentil conozca a Dios; que el hereje vea sus
yerros. Que todos los pecadores tengamos arrepentimiento. Que los cautivos cristianos sean
libres de cautiverio. Goce puerto el navegante y de salud a los enfermos. Que en el
purgatorio logren las ánimas refrigerio. Y que este santo sacrificio tenga efecto tan completo
en toda la cristiandad, que alcancemos por su medio, el ir a alabar a Dios en tu compañía en
el cielo. Amén.
ORACIÓN
DEL SANTO SUDARIO
Señor Jesucristo, que nos dejaste las señales de tu Pasión en la sábana santa, en la cual fue
envuelto tu cuerpo santísimo cuando por José fuiste bajado de la cruz: concédenos,
piadosísimo Señor, que por tu muerte y sepultura santa, y por los dolores y angustias de tu
Santísima Madre María, Señora nuestra, sea llevada a descansar el alma de tu siervo (a)
N… y todos los que están en el purgatorio, a la gloria de tu resurrección, donde vives y reinas
con Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos. Amén.
Oremos: Señor, concede a tus hijos gozar siempre de completa salud de alma y cuerpo y
por la intercesión de la gloriosa siempre Virgen María, líbranos de las tristezas de esta vida y
concédenos disfrutar de las alegrías eternas, por Cristo nuestro Señor. Amén.
Pidamos a Dios, una vez más, por el eterno descanso de nuestro hermano (a) N… y por las
necesidades de la Iglesia y el mundo entero. A cada petición respondemos:Te rogamos
Señor.
Por todos nuestros familiares y amigos difuntos, para que Dios limpie completamente su
alma de toda mancha de pecado y les conceda el descanso eterno.
Por todos los que están por dejar este mundo, para que se arrepientan de sus pecados y
entreguen su vida a Cristo, como ofrenda agradable.
Por todos los que no conocen a Cristo, para que Dios mueva su corazón y les conceda la
oportunidad de conocerlo y entregarse a Él, sin reservas.
Por todos nosotros, para que estemos siempre preparados para el gran encuentro con
Cristo.
Por los pastores de la Iglesia, para que prediquen con valentía y autenticidad la Palabra de
Dios y así vayan despertando en los feligreses el sentido verdadero de la vida y de la
muerte.
Pidamos por nuestro (a) hermano (a) N... a nuestro Señor Jesucristo, que ha dicho: Yo soy la
Resurrección y la Vida, el que cree en Mí aunque haya muerto vivirá y el que está vivo y cree
en Mí no morirá para siempre. A cada petición respondemos: Te lo pedimos, Señor.
Tú que resucitaste a los muertos. Dígnate dar la vida eterna a nuestro (a) hermano (a) N…
Tú que has purificado a nuestro (a) hermano (a) N... con el agua del bautismo y lo ungiste
con el óleo de la confirmación. Dígnate admitirlo entre tus santos y elegidos.
Tú que alimentaste a nuestro (a) hermano (a) N... con tu Cuerpo y tu Sangre. Dígnate
también admitirlo en la Mesa de tu Reino.
Así como María aceptó con valor y humildad la invitación a ser la Madre de Jesús, así
también nosotros tenemos que aceptar con sencillez y decisión el llamado de Dios a ser sus
hijos. Acordémonos de que se trata de un gran compromiso.
¡Oh, María, dulcísima, consuelo de las almas!, este Misterio te lo ofrecemos por el gozo que
tuviste cuando, saludada por el ángel, te anunció la encarnación del hijo de Dios en tus
entrañas; por Él te suplicamos que el alma de nuestro(a) hermano(a) N… y todas aquellas
almas que están en el purgatorio, reciban alegres noticias de la Gloria Eterna, a donde vayan
a descansar. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
SEGUNDO MISTERIO:
LA VISITA DE LA VIRGEN MARÍA A SU PRIMA SANTA ISABEL.
(Lee Lucas 1, 39-56 ó Mateo 11, 2-10 ó Juan 1, 19-28).
¡Oh, María, refugio de pecadores!, este Misterio te lo ofrecemos por el gozo que tuviste
cuando, visitando a santa Isabel, fuiste por ella reconocida como Madre de Dios, y por haber
sido intermediaria para librar de la culpa al niño Juan; por este gozo te suplicamos que visites
y consueles a nuestro (a) hermano (a) N... y a los que están en el purgatorio para que
intercedas por ellos ante tu Hijo. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
TERCER MISTERIO:
EL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS EN BELÉN.
(Lee Lucas 2,1-20 ó Mateo 2, 1-12).
¿Quiénes reconocieron en aquel niño al Mesías esperado? María, José y unos cuantos
pastores, gente humilde que había puesto en Dios su confianza. Lo mismo pasará con
nosotros: si somos humildes y confiamos en Dios, sentiremos su presencia en nuestro
corazón.
¡Oh, María, estrella del mar, norte fijo de la Iglesia!, este Misterio te lo ofrecemos por el gozo
que tuviste cuando, naciendo de tu vientre, como de la aurora, el Sol de Justicia, Cristo,
alumbró a los que estaban en tinieblas; a El suplicamos que nuestro (a) hermano (a) N… y
todos aquellos que están en el purgatorio, merezcan salir de esas tinieblas y llegar a los
resplandores de Su Gloria. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
CUARTO MISTERIO:
LA PRESENTACIÓN DEL NIÑO JESÚS AL TEMPLO DE JERUSALÉN.
(Lee Lucas 2, 22-40)
Según la Ley de Moisés, a los cuarenta días Jesús fue presentado al templo. En esto María y
José nos dan un ejemplo en el cumplimiento de sus deberes religiosos. También nosotros, si
queremos ser cristianos de verdad, tenemos que cumplir con la ley de Dios. No podemos
decir que no tenemos tiempo. Si el tiempo nos alcanza para las cosas de este mundo, ¿por
qué no tiene que alcanzarnos para las cosas de Dios?
¡Oh Purísima María, que sin obligarte la ley de la purificación, presentaste a tu Santísimo Hijo
en el templo, con especial gozo de verle reconocido como Verdadero Dios! Este Misterio te lo
ofrecemos suplicando que nuestro (a) hermano (a) N... y todos aquellos que están en el
purgatorio, sean, por tu intercesión, purificados para entrar en el templo de la gloria. Te lo
pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
QUINTO MISTERIO:
EL NIÑO JESÚS PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO.
(Lee Lucas 2, 41-52).
Para Jesús lo más importante era hacer la voluntad del Padre, por eso se quedó en el templo
de Jerusalén, sin ni siquiera avisar a María y a José. Esto nos quiere enseñar que primero
está Dios. Por lo tanto, nadie, por obedecer a los hombres, ponga a un lado la obediencia
hacia Dios.
¡Oh, María, seguro medio para hallar a Jesús!, este Misterio te lo ofrecemos por el gozo que
tuviste al encontrar en el templo a tu hijo Jesús; por eso te suplicamos que nuestro (a)
hermano (a) N... y todos los que se encuentran en el purgatorio tengan, por tus ruegos, el
alivio de sus penas y lleguen a mirar a Jesús en el templo de su gloria. Te lo pedimos por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
PRIMER MISTERIO:
EL BAUTISMO DE JESÚS EN EL RÍO JORDÁN.
(Lee Mateo 3,13-17)
Así como Jesús, cada uno de nosotros y nuestro hermano(a) N. hemos sido bautizados. El
bautismo nos ha hecho Hijos de Dios, y por lo tanto, herederos de su casa y de su amor. Al
morir creemos que volvemos a la casa del Padre para vivir en plenitud nuestra vida de Hijos
suyos.
¡Oh, María, dulcísima, consuelo de las almas!, este Misterio te lo ofrecemos por la alegría
que nos da el sabernos Hijos de Dios y herederos de su misericordia. Te suplicamos que el
alma de nuestro(a) hermano(a) N... y aquellas almas que están en el purgatorio, regresen
alegres a la casa del Padre, en donde disfrutarán de la vida plena por siempre. Te lo pedimos
por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
SEGUNDO MISTERIO:
LA AUTORREVELACIÓN DE JESÚS EN LAS BODAS DE CANÁ.
(Lee Juan 2,1-12)
Jesús se nos revela en las bodas de Caná, como el que siempre está dispuesto a escuchar a
su madre y a socorrer nuestras necesidades. Jesús y María nunca nos dejan solos, aun en
los momentos de dolor y necesidad reconocemos su presencia entre nosotros, presencia
siempre amorosa y llena de ternura por los que más sufren.
¡Oh, María, dulcísima, consuelo de las almas!, este Misterio te lo ofrecemos por la
tranquilidad y la esperanza que nos da el saber que, en compañía de tu Hijo Jesús, siempre
estás cerca de nosotros para sostenernos y ayudarnos cuando más lo necesitamos. Te
suplicamos que el alma de nuestro(a) hermano(a) N... y todas aquellas que están en el
purgatorio sean bendecidas con la dicha de disfrutar de la Vida Eterna. Te lo pedimos por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
TERCER MISTERIO:
JESÚS ANUNCIA EL REINO DE DIOS Y NOS INVITA A LA CONVERSIÓN.
(Lee Marcos.1,14-15)
Jesús, mientras estuvo con nosotros, nos anunció la llegada del Reino de Dios que no es
otra cosa más que la vida que Dios quiere para todos sus hijos; pero para recibir esta vida
era necesario convertirnos, es decir, abrir nuestro corazón a Dios. Hoy, Él sigue invitándonos
a abrir las puertas de nuestro corazón y de nuestras familias para que esa vida que Él quiere
para todos nosotros, la podamos disfrutar ya desde ahora.
CUARTO MISTERIO:
LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS EN EL MONTE TABOR.
(Lee Lucas 9,2-13)
Jesús se llevó al monte Tabor a Pedro, Santiago y Juan para manifestarles plenamente, en el
resplandor de su rostro, que Él era el Hijo de Dios. Él quiso mostrarles, desde aquí, lo que
verían después al regresar a la casa del Padre. Los apóstoles fueron fieles a la misión
confiada y ahora gozan por siempre de aquella experiencia inolvidable que vivieron cuando
Jesús se transfiguró en su presencia.
¡Oh, María, dulcísima, consuelo de las almas!, este Misterio te lo ofrecemos por la esperanza
que tenemos de que, después de haber cumplido fielmente nuestra misión en esta vida,
también contemplaremos cara a cara a tu Hijo Jesús; te suplicamos que el alma de
nuestro(a) hermano(a) N... y todas aquellas que están en el purgatorio contemplen ya a
nuestro Señor como los apóstoles lo hicieron en el monte Tabor. Te lo pedimos por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
QUINTO MISTERIO:
LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA COMO EXPRESIÓN SACRAMENTAL DEL
MISTERIO PASCUAL.
(Lee Marcos 14,12-25)
¡Oh, María, dulcísima, consuelo de las almas!, este Misterio te lo ofrecemos por el
agradecimiento que sienten nuestros corazones al saber que tu Hijo se ha quedado con
nosotros en la Eucaristía; te suplicamos que el alma de nuestro(a) hermano(a) N... y todas
aquellas que están en el purgatorio, que ya desde esta vida se alimentaron del Pan que da la
Vida Eterna, vivan para siempre en la presencia de nuestro Padre Celestial. Te lo pedimos
por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
PRIMER MISTERIO:
LA ORACIÓN Y AGONÍA DE JESÚS EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ.
(Leer 14, 32-43 ó Mateo 26, 36-49 ó Lucas 22, 39- 48)
Aunque Jesús era Hijo de Dios, sintió la necesidad de prepararse a la muerte mediante la
oración. Es precisamente en la oración donde Jesús encuentra la fuerza para enfrentarse
con valor a los sufrimientos. Es un ejemplo para nosotros. No podremos superar las distintas
pruebas de la vida si no tenemos la costumbre de orar. En realidad la oración es la fuerza del
cristiano.
¡Oh dolorosísima Madre de Jesús!, quien, despedido y apartado de tu compañía, oró con
mortales agonías en el huerto, donde por un ángel fue confortado!, este Misterio te lo
ofrecemos, para que por tu intercesión nuestro (a) hermano (a) N... y aquellos que están en
el purgatorio, sean confortados por Jesucristo en sus penas. Te lo pedimos por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
SEGUNDO MISTERIO:
LA FLAGELACIÓN DE JESÚS ATADO A LA COLUMNA.
(Lee Marcos 15, 12-15 ó Mateo 27, 20-26)
En nuestra vida buscamos siempre las comodidades. Y, muchas veces, para conseguir más
satisfacciones, nos olvidamos de la Ley de Dios. Jesús tuvo que pagar todos estos pecados
mediante la flagelación, que transformó toda su espalda en una inmensa llaga.
¡Oh, María, mar de dolores!, este Misterio te lo ofrecemos en memoria del inmenso dolor que
tuviste, viendo desnudo y azotado cruelmente al Hijo de tus entrañas; por Él te suplicamos
que intercedas para que nuestro(a) hermano(a) N... y todos aquellos que se encuentran en el
Purgatorio, sean liberados de sus sufrimientos. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
TERCER MISTERIO:
LA CORONACIÓN DE ESPINAS DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
(Lee Marcos 15, 16-20 ó Mateo 27, 27-31)
El orgullo ha sido siempre la causa de muchos pecados. Para pagar nuestros pecados de
orgullo, Jesús aceptó la humillación de ser coronado con espinas, como un rey de burlas. Si
queremos vivir como verdaderos cristianos, tenemos que luchar en contra del orgullo y la
soberbia. ¡Cuántos pleitos y cuántos rencores se pueden evitar mediante la humildad!
¡Oh, María, rosa entre espinas!, este Misterio te lo ofrecemos en desagravio por el dolor que
tuviste viendo a tu Hijo, afectado y coronado de espinas; te suplicamos que, por este dolor,
nuestro (a) hermano (a) N… y los que se encuentran en el purgatorio, sean, por tu
intercesión, libres de las penas que padecen y coronados en la Gloria. Te lo pedimos por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
CUARTO MISTERIO:
JESÚS CARGA CON LA CRUZ A CUESTAS HACIA EL MONTE CALVARIO.
(Lee Marcos 15,21-28 ó Lucas 23, 26-31 ó Juan 19,14-24.)
Por amor a nosotros Jesús cargó con la cruz y subió al Calvario. En lugar de juzgar y
condenar a los demás, tenemos que hacer el esfuerzo por soportar sus defectos y ayudarlos
a superarse. Sólo así imitaremos a Jesús.
QUINTO MISTERIO:
LA CRUCIFIXIÓN Y MUERTE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
(Lee Marcos 15, 29-39 ó Juan 19,25.37)
“No existe amor más grande que éste: dar la vida por los amigos” (Juan 15, 13-15), había
dicho Jesús. Y lo prueba sufriendo y muriendo por nosotros en la cruz. Jesús nos dejó la
prueba más grande de su amor. Ahora depende de nosotros saber aprovechar este amor,
renunciando a nuestra vida de pecado y tratando de empezar una nueva vida.
¡Oh desconsolada Reina, afligida Madre, desamparada Virgen!, este Misterio te lo ofrecemos
para que intercedas ante tu Hijo, que nos redimió con su muerte, a fin de que nuestro (a)
hermano (a) N... y todos aquellos que están purificándose en el purgatorio se vean aliviados
por Su sangre. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
PRIMER MISTERIO:
LA RESURRECCIÓN DE JESÚS.
(Mateo 28,1-7 ó Lucas 24, 13-35 ó Juan 20, 3-29)
Jesús murió y resucitó. Para Él los sufrimientos y la muerte fueron el camino para llegar a la
resurrección y la gloria. Lo mismo pasará con nosotros: si aceptamos las pruebas de esta
vida con paciencia, lograremos un día el gran progreso que todos deseamos: morir y
resucitar con Cristo.
¡Oh, María, alegría de los justos y consuelo de los pecadores!, este Misterio te lo ofrecemos
en memoria de la alegría que tuviste al ver resucitado y glorioso a tu Santísimo Hijo:
suplicándote, que así como, con la resurrección de Jesús, se alegraron todos los seres
creados, así merezca nuestro (a) hermano (a) N... y todos los que se encuentran en el
purgatorio, la resurrección eterna. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
SEGUNDO MISTERIO:
LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO.
(Lee Marcos 16, 14-20 ó Lucas 24, 44-53)
Subiendo al cielo, Jesús nos enseña que allá tenemos nuestra patria verdadera. Por lo tanto,
nuestra única preocupación tiene que ser la de superarnos y progresar, según las
enseñanzas y los ejemplos de Cristo para alcanzar la gloria del cielo.
¡Oh, María, madre de Dios, llena de gozo en la subida a los cielos de tu Santísimo Hijo, en
compañía de todos los que Él redimió con su gloriosa resurrección!, este Misterio te lo
ofrecemos, suplicándote que nuestro (a) hermano (a) N... y aquellos que están en el
purgatorio, progresen, por tus ruegos ante Jesucristo, a la pascua Eterna. Te lo pedimos por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
TERCER MISTERIO:
LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO SOBRE LA VIRGEN MARÍA Y LOS APÓSTOLES.
(Lee Hechos de los Apóstoles 2,1-3)
Diez días después de subir al cielo, Jesús envió a los apóstoles el regalo del Espíritu Santo,
que transformó toda su vida. Por fin lograron entender su mensaje y tuvieron la fuerza para
vivirlo y anunciarlo con valentía. También nosotros, si queremos ser verdaderos cristianos,
necesitamos la fuerza del Espíritu Santo. Pidamos a la Virgen que interceda por nosotros y
nos consiga este gran regalo.
¡Oh, María, dulce esposa del Espíritu Santo!, este Misterio te lo ofrecemos por el gozo que
tuviste cuando bajó el Divino Espíritu sobre ti y sobre todos los apóstoles, para que al
ausentarse Jesús no quedáramos huérfanos, suplicamos tu intercesión para que el Espíritu
de Cristo resucite a nuestro (a) hermano (a) N... y a todos los que están purificando su
pecado en el purgatorio. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
CUARTO MISTERIO:
LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN CUERPO Y ALMA AL CIELO.
(Lee Lucas 1, 46-55 ó Apocalipsis 12, 13-17)
Después de haber terminado su periodo de vida en este mundo, María fue llevada al cielo en
cuerpo y alma. Se trató de un regalo especial que Jesús hizo a María, su Madre. En lugar de
esperar el día de la resurrección final, Jesús quiso que pronto fuera a gozar con Él en cuerpo
y alma. Así como ella se encuentra ya en la gloria en cuerpo y alma, así también nosotros
esperamos estar después de la muerte. Para esto tenemos que imitar sus ejemplos.
¡Oh dichosa María!, que entregaste tu espíritu en la hora de la muerte, en manos de tu Hijo
Jesucristo, y después unido al cuerpo, resucitaste gloriosa!, este Misterio te lo ofrecemos, a
fin de que intercedas ante tu Hijo Jesucristo, para que nuestro (a) hermano (a) N... y los que
están en el purgatorio, resuciten y lleguen a la vida verdadera. Te lo pedimos por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
QUINTO MISTERIO:
LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA COMO REINA DEL CIELO Y DE LA TIERRA.
(Lee Apocalipsis 12,1-5 ó 19, 4-16 ó 21, 1-14)
En este mundo nadie tuvo el privilegio de estar tan cerca de Jesús como María, su Madre,
también ahora en el cielo, nadie está tan cerca de Jesús como ella. Siendo la Madre de
Jesús, goza de un gran poder de intercesión: todo lo que pide a Jesús en nuestro favor,
siempre se lo concede. Esto es lo que estamos haciendo al rezar este santo rosario. Por eso,
acudimos a María con toda confianza, sabiendo que es nuestra Reina y es también nuestra
Madre.
¡Oh soberana Virgen María, Madre de Dios, que resucitada en cuerpo y alma, fuiste
sublimada a la gloria y coronada como Emperatriz de los ángeles y de los hombres!, este
Misterio te lo ofrecemos, suplicándote que el alma de nuestro (a) hermano (a) N... y las
demás del purgatorio merezcan por tus ruegos ser libres de las penas que padecen, para
que sean coronadas de gloria, y que en compañía de tu Santísimo Hijo te amen por todos los
siglos. Amén.
ORACIONES
PADRE NUESTRO
Padre nuestro, que estás en el cielo; santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA:
Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas
las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
GLORIA
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
OH JESÚS MÍO…
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las
almas, socorre especialmente a las más necesitadas de tu misericordia. Amén.
JACULATORIAS
GOZOSOS:
Por tu limpia concepción, oh, Soberana Princesa.
Una muy grande pureza, te pedimos de corazón.
LUMINOSOS:
Jesucristo, Luz y Vida del nuevo milenio.
Sea la Eucaristía mi alimento para el camino.
DOLOROSOS
Madre, llena de dolor, haz Tú que cuando expiremos,
Nuestras almas entreguemos, por tus manos, al Señor.
GLORIOSOS:
María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia.
En la vida y en la muerte, ampáranos, Gran Señora.
Que las almas de los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
Así sea.
ORACIÓN POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO
Vuelve, oh dulce Jesús desde tu excelso trono tus ojos de clemencia hacia el seno
profundo de la cárcel del purgatorio, esposas tuyas son las que allí están
purificándose, ellas están marcadas con el sello de la Trinidad, son precio de tu
Sangre, son tierno objeto de tu amor.
Que se apresure pues, ese instante tan dichoso, que salgan en breve a gozar de su
esposo amado; que tu Sangre preciosa las lleve al refrigerio; que tu gran
misericordia las conduzca al descanso; que en la perpetua paz brille sobre ellas
la eterna luz.
Así Señor te lo pedimos, por aquella amarga hora en que entregaste tu Santo
Espíritu en manos de tu Eterno Padre. Amén.
“Jesús le dijo:<<Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí,
aunque muera, vivirá: y todo el que vive y cree en mí, no morirá
jamás.>>”
(Juan 11, 25-26)