Cuaderno Número 10 VA
Cuaderno Número 10 VA
Cuaderno Número 10 VA
Valentia Mediaevalis
Titulcia y la Cueva de la
Luna.
Otra falsa atribución
templaria.
Álvaro Anula Pulido
Cuaderno número X – Noviembre de 2020
ISSN:2603-8714
Titulcia y la cueva de la Luna. Otra falsa atribución templaria Valentia Mediaevalis.
Cuaderno número 10
Noviembre de 2020
Álvaro Anula Pulido
(Colaboración y asesoramiento histórico: Santiago Soler Seguí)
Consejo de redacción
ISSN 2603-8714
Todos los artículos publicados en Cuadernos templarios son únicamente propiedad del autor.
Graduado en Periodismo
por la Universidad Rey Juan
Carlos. Siempre ha sido un
amante del folklore y las
tradiciones de España que, a
fin de cuentas, esconden la
verdadera esencia de un
pueblo.
Es redactor del programa Más de Uno Madrid en Onda Cero y editor del diario
digital Blasting News. También tiene una sección cada viernes, bajo el nombre de
El viajero legendario, en el programa de radio El Caleidoscopio, en La Jungla
Radio de José Antonio Abellán.
Ha sido redactor del programa de radio musical Madrid con los cinco sentidos en
M21 Radio (Ayuntamiento de Madrid), con sección propia llamada El sexto
sentido, donde hablaba de la historia y leyendas de Madrid. Ha colaborado en
el portal digital Antrophistoria y actualmente lo hace en la revista MADRID
HISTÓRICO.
N
acieron de un ideal de conocimiento, alcanzaron cimas de saber y trataron de
emplear este saber en beneficio de un ideal del que llegaron a creerse únicos
poseedores. Su mismo conocimiento les destruyó...1
Con estas palabras, Juan García Atienza sentenciaba su obra La meta secreta de
los templarios (1979), libro en el que puso el foco de atención en los enigmas que
encerraba la Orden del Temple en España.
Por fortuna, y con el paso del tiempo, la verdadera historia de la Orden del
Temple -la documentada- gana terreno a las elucubraciones místicas y
ocultistas; sin embargo, todavía hay quien asegura que, tal y como afirmaba
García Atienza en la citada obra, el Temple se convirtió rápidamente en una
compañía multinacional esotérica, que se extendió por todo el mundo conocido y
por conocer y que, de esta manera, se asentó en la Península Ibérica, donde
entraron en contacto con esos saberes provenientes de oriente y de viejos cultos
que el cristianismo había desterrado al ostracismo; y que, de esta manera, una
vez en la Península, echaron raíces en ella, creando un tallo firme que se
extendió como ramas que brotaban y brotaban sin parar.
Dentro de ese arraigo que pronto consiguió la Orden del Temple en todo el
territorio peninsular, se hace difícil pensar que no tuvieran presencia en la
Comunidad de Madrid, que siempre ha sido omitida dentro de los muchos
libros escritos sobre esta famosa y particular orden militar. Más si cabe con la
cercanía que tenía con puntos templarios clave, como Toledo o Montalbán, al
ser un enclave estratégico y un cruce de caminos.
1
García Atienza, Juan. La meta secreta de los templarios, Ediciones Martínez Roca (2004).
Armando Rico apuntaba que la razón de ser de esta cueva fue el avistamiento
en la zona de Titulcia que tuvo el 28 de enero de 1509, de unas extrañas cruces
en el cielo ni más ni menos que el cardenal Cisneros, cuando se dirigía a una
campaña en Orán desde Alcalá de Henares.
De hecho, tras esta aparición de las cruces luminosas en el cielo, parece ser,
según afirma la tradición, que el cardenal Cisneros mandó edificar una ermita
dedicada a la Virgen de la Soledad en Titulcia. Si así fuera, no podríamos
descartar que las galerías subterráneas pertenecieran a esta desaparecida ermita
de la Virgen de la Soledad; pero, una vez más, este parece ser un hecho más
legendario que histórico.
«Designado por la Real Academia para emitir informe sobre declaración de Monumento
Histórico-Artístico de interés provincial a favor de la Cueva de la Luna, de Titulcia
(Madrid), el Académico que suscribe tiene el honor de manifestar lo siguiente: La
población, denominada antaño Bayona de Tajuña, en la confluencia de los ríos Tajuña y
Jarama, pasó a denominarse Titulcia en 1814, por concesión de Fernando VII, a
solicitud del Marqués de Torrehermosa2. Las razones que para ello se aducían eran dos:
la primera, de orden erudito, y la segunda, del que hoy llamaríamos coyuntural. Aquélla
se remontaba, al parecer, a conjetura del doctor Aurelio de Frías, citado por Ambrosio de
Morales3, de que Bayona era la heredera de un importante nudo de comunicaciones en la
Carpetania de época romana, Titulcia o Titultia4, que nunca ha llegado a estar
localizada con seguridad, aun hallándose en las cercanías de Madrid. A. Blázquez, en
efecto, situaba a Titulcia en las proximidades de Aranjuez, en tanto que G. Arias la lleva
a Las Rozas5.
2
Ortega Rubio, J. (1921) Historia de Madrid y de los pueblos de su provincia, 2 vols. II, pág. 183.
Madrid.
3
De Morales, A. (15759 Las antigüedades de las ciudades de España. Pág. 77. Alcalá de Henares.
4
It. Ant. 436,1; 438,8; 439,11-12; 446,1; Rav. IV, 44; Ptol. II, 6,56; Roldán, J. M. (1975) Itineraria
Hispana. Págs. 71; 84 y ss.; 92 y ss. Madrid; Blázquez, A. (1920) Memorias de la J. S. Exc., 24.
5
Arias. G. (1965) El miliario extravagante, 2. Pág. 29.
6
De Miñano, S. (1827) Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal, VIII. V. «Titulcia».
cambio fue debido al deseo de ahorrar a Fernando VII los malos recuerdos que el nombre
de Bayona había de despertar en su ánimo en sus frecuentes desplazamientos entre la
Corte y el Real Sitio de Aranjuez.
Fuera de esto, no conocemos nada de orden monumental atribuible a las épocas romana
o visigoda, de manera que cualquier pretensión en este sentido resulta, a juicio del
Académico que suscribe, por demás aventurada. Otras referencias, más legendarias que
históricas, conciernen a una supuesta visión del Cardenal Cisneros y a la fundación de
una ermita por parte del mismo. Así, en el manuscrito de las relaciones del Obispo
Lorenzana sobre la diócesis de Alcalá de Henares, en la Casa de la Cultura de Toledo, se
dice: 'Bayona. Esta villa fue del estado de Chinchón hasta el año de mil seiscientos
noventa y cinco, que se desmembró de él con facultad R(ea)l y hoy es de señorío del
Exmo. Sr. Conde de Torre-hermosa; se compone de sesenta y cinco vecinos y tiene una
Iglesia Parroquial con la advocación de Sta. María Magdalena: Como a doscientos pasos
del pueblo hai una hermita dedicada a ntra. Sa. de la Soledad, la que antes fue
humilladero, que mandó construir el exmo. Sor Cardenal Cisneros, por habérsele
aparecido en aquel sitio una cruz en el aire, quando iba a la conquista de Oran...' (ms.
cit, fol. 389 r. y v.).
Esta noticia parece reflejar la del Padre Quintanilla: 'el año de 1509 por el mes de enero,
al pasar por la villa de Baiona, encima de aquella junta que hazen los rios Xarama y
Tajuña, se le apareció una cruz, estando detenido en el mismo lugar de Baiona, lugar de
este Arçobispado de Toledo, como a otro Constantino magno, que por algunos días fue
vista de toda la gente, que le dezia que hiziese la guerra luego, y que tendría Vitoria...7.'
Con independencia de esa ermita existe en la parte llana del pueblo la llamada Cueva de
la Luna, a que se refiere particularmente la solicitud de declaración de Monumento de
Interés Provincial. Lo que hoy es visible en ella constituye poco más que un cuadrilátero
cubierto de armoniosas bóvedas de arista que, sin duda, se prolonga por otras unidades
hoy cegadas y tal vez simétricas con las existentes. El centro del dispositivo parece haber
sido una cámara de planta circular a la que se desciende por la escalera de acceso hasta
una profundidad de unos diez metros. A ambos lados de cada tramo de galería se abren
los amplios nichos que en su día habrán albergado los toneles, tinajas y demás útiles y
sistemas de almacenamiento. El estado en que los muros se hallan, recubiertos de un
enlucido grueso, no permite determinar la época de la edificación, pero no creemos sea
obra de muy alta antigüedad, sino de la misma época en que los conventos madrileños
solían tener en los alrededores de la capital casas de labor, como la que la Compañía de
Jesús poseyó en Torrejón de Ardoz, corno la llamada 'cartuja' de Talamanca, etc.,
centros de aprovisionamiento y de colaboración en su economía.
[Otra edición en: Boletín de la Real Academia de la Historia 178.2, 1981, 365-
368. Versión digital por cortesía de los herederos del autor, con cita de la
paginación original].
A pesar de lo expuesto por Blanco Freijeiro, Armando Rico, en su libro, iba más
allá, enunciando una teoría -tan rebuscada como inverosímil- para dar más
sentido a la historia legendaria de la Cueva de la Luna y que atendía a una
supuesta equidistancia a través de una serie de cálculos complejos. El autor
de Titulcia y la cueva de la Luna argumentaba lo siguiente:
7
De Quintanilla, P. Vida y prodigios del Cardenal Cisneros, pág. 232.
La primera observación práctica realizada fue comprobar que la distancia que hay entre
Alcalá de Henares, lugar de partida del cardenal Cisneros, y Toledo, su sede arzobispal,
es de 88’7 km. Multiplicando esta distancia por el Doble Pi 3’1416 nos da la distancia a
Orán, ciudad objeto de su conquista, de 555 km. Esta distancia es la existente entre
Titulcia y Orán. Volviendo a multiplicarla por el número Pi resulta el radio de la Luna,
que es de 1.743 km...
Algunas dimensiones.
La distancia que hay entre la costa argelina y Oran es 35,40 veces mayor que la
comprendida en la cueva entre el eje central de la galería principal y la pared de la
galeria izquierda cercana a la cúpula.Las distancias entre Titulcia y Lisboa y entre
Titulcia y el Delta del Ebro son 35,40 veces mayor respectivamente que cada una de las
galerías que forman el brazo corto de la cruz.
Al dividir el diámetro de la tierra entre 360º nos da exactamente 35,35 cifra muy
próxima al 35,40 que resulta ser la constante descubierta por Armando. Esta constante
da pie a nuevos cálculos: La distancia entre Toledo y Alcalá de Henares (89,52)
multiplicada por la constante 35,40 nos da la distancia entre Titulcia y Oran.
Recordemos que Cisneros viajaba de Toledo a Alcalá según rezan los documentos
históricos cuando se le apareció la cruz en Titulcia.
Pero, para terminar de rizar el rizo, Armando Rico lanzaba otro posible origen
de la Cueva que se contradecía totalmente con el inicialmente expuesto.
Esta marca, que hacía referencia a los templarios, daría un vuelco a las hipótesis
sobre el origen de la Cueva de la Luna. Además, el origen templario era avalado
y justificado -nuevamente y como en otras ocasiones- por motivos que nada
tienen que ver ni con la historia ni con la documentación: la cantidad de
sensaciones extrañas que se perciben en ella, así como una alteración energética
que algunos atestiguan haber sentido, sobre todo en la sala principal (la de la
cúpula).
Para Armando Rico, la Cueva de la Luna parece ser que fue un punto de
reunión templario donde se realizaban todo tipo de rituales relacionados con el
ocultismo -incluido el ya tan famoso Baphomet- y cuyos signos dejaban
marcados en las paredes de la cavidad; signos que serían interpretados nada
más que por unos pocos iniciados que tendrían acceso a las galerías.
Otra de las teorías que Armando Rico sostenía sobre La Cueva de la Luna es que se
trataba de un enclave templario. Según Armando: "De una manera u otra la Cruz
templaria aparece en la cueva de la Luna como la directriz de un mensaje ocultista, que
por algún motivo especial quisieron mantenerlo en la oscuridad de los tiempos. Hoy este
mensaje, solamente los iniciados, y el 20 por 100 de las personas que visitan esta cueva
especialmente mujeres, saben traducirlo, captando sus vibraciones, manifestaciones en
diversas formas espirituales y corporales, pasando del consciente al subconsciente y de la
materia al espíritu en un cambio de estado increíble... ".
«La Cueva de la Luna es una imagen de nuestro planeta y de nuestro satélite. Hecha a
escala por el aire en tamaño reducido. Por lo tanto no es un mito, sino todo un símbolo
en clave grabado en signos históricos, matemáticos, arqueológicos Y astronómicos, con
una resultante de fuerza transformadora hacia el hombre, manteniendo el amor y el
equilibrio. Es una constante con su cruz y su media luna por un mundo mejor».
Para la segunda de ellas tan solo debemos leer el informe antes visto, emitido
por Antonio Blanco Freijeiro, donde ya tachaba de legendaria la visión del
cardenal Cisneros y databa la Cueva en «la misma época en que los conventos
madrileños solían tener en los alrededores de la capital casas de labor, como la
que la Compañía de Jesús en Torrejón de Ardoz». Además, resulta curioso que,
si ya existían esas marcas y cruces templarias, no se hiciera eco de ello en su
informe.
Pero también hay quien asegura que, el origen de esta cruz templaria,
deberíamos buscarlo en el castillo de Santorcaz. En este pueblo madrileño, entre
sus angostas calles y recónditos rincones, se esconde el castillo de Torremocha,
más conocido como de Santorcaz. Los restos que quedan de él, que incluyen la
iglesia de San Torcuato en buen estado de conservación, son del siglo XIV pero
fueron edificados sobre un castillo que, presumiblemente, fue levantado en el
siglo XII.
Son varios los autores que han apuntado a que ese castillo primigenio
perteneció a la Orden del Temple. Isabel Montejano Montero, en su
obra Segunda crónica de los pueblos de Madrid (1989), mencionaba que, el primer
castillo de Santorcaz, pudo ser de origen templario y que su cometido no sería
otro que el de controlar el acceso a Alcalá de Henares y evitar posibles ataques a
este municipio. Además, atestiguaba que, la forma de triple recinto que habría
heredado el castillo de Santorcaz del antiguo, es una estructura que utilizaba la
Orden del Temple en sus construcciones.
Por otro lado, Juan García Atienza iba más allá. Aseguraba en Los enclaves
templarios (2002) que, en el antiguo castillo de Santorcaz, existía una bóveda de
15 metros de lado que representaba los cuerpos celestes de las constelaciones
conocidas en la época. Dicha representación, fue trasladada a la bóveda del
salón de Reyes del palacio de Laredo donde, actualmente, se puede admirar.
Atienza, a pesar de que era consciente de que esta prueba no era en absoluto
definitiva para demostrar la presencia templaria en Santorcaz, lo dejaba caer al
afirmar que, los constructores del castillo, tenían unos conocimientos
astronómicos avanzados; conocimientos que, a lo largo de su trabajo, siempre
ha relacionado con las principales preocupaciones de la Orden del Temple.
En otro de sus libros, Guía de los recintos sagrados españoles (1986), Atienza
también mencionaba el posible origen templario del castillo de Santorcaz. Y
para ello, esta vez recurría a un fresco que hay en la iglesia de San Torcuato,
situado en una capilla al lado del ábside central.
Llama la atención que sea precisamente este fresco –el de la abeja- el que llame
la atención y no los restos pictóricos encontrados en el ábside, detrás del retablo
mayor: unas pinturas de estilo románico con los restos de un Pantocrátor8.
El investigador y escritor Jesús Callejo, al ser preguntado por los hechos que
rodean a la Cueva de la Luna, aseguraba encontrarnos ante un mito moderno y
ante un claro ejemplo de cómo se es capaz de generar un folklore alrededor de
una cueva que, en el pasado, no tuvo ningún misterio, pero que, gracias a su
redescubrimiento y a la publicación del libro de Armando Rico, se convertiría
en una leyenda urbana. Sentenciaba Callejo diciendo que «el problema surge
cuando, a una cueva de champiñones, como es la de Titulcia, en el momento en
el que le introducimos templarios, ovnis, fantasmas y espíritus de todo tipo,
generas un tipo de contubernio extraño donde es necesario analizar qué hay de
verdad y qué de mentira»10.
8
García Gutiérrez, Pedro; Martínez Carbajo, Agustín (1998) Iglesias de la Comunidad de Madrid.
9
Cardero Losada, Rosa (1998) «La iglesia parroquial de San Torcaz.» Anales de Historia del Arte.
10
Madrid Histórico. Cadena Ser. Radio Madrid. 10/09/2018.
Pero, además y para terminar de rematar las conjuras esotéricas, también hay
quien justifica la presencia templaria en Titulcia esgrimiendo como argumento
el nombre de su parroquia: Santa María Magdalena.
Este hecho hizo que, tanto Palencia como Madrid y Toledo, reclamaran para sí
estos territorios entrando en conflicto con Segovia, por lo que, en el año 1190, el
papa Clemente III tuvo que intervenir, ratificando la jurisdicción segoviana de
todas las aldeas. Aún así, los conflictos territoriales continuaban. Ante las
reclamaciones del obispo de Alcalá, en el año 1214, Alfonso VIII ordenaba a la
ciudad de Segovia la entrega de las aldeas de Arganda.
Domingo, veynte é ocho dias de junio, Era de mil é CCC é quarenta é ocho años, este dia
en presençia de mi Vicente Peres escrivano de Gonçalo Ferrandes arcipreste de Madrit, é
de los testigos que aquen seran dichos, estando yuntados é Cabildo los clérigos de la villa
é del arraval de Madrit é del dicho arciprestadgo en la iglesia de sant Genés, Martin
Martines de Alfaro, canónigo de Toledo é procurador del onrrado varon Don Martin de
Agramont arçidiano de Madrit, fizo leer una carta del onrrado padre é sefior Don
Gongalo por la gracia de Dios argobispo de Toledo, primado de las Españias, legado de
la sancta eglesia de Roma, é chanceller de Castiella. En la qual carta del dicho señor
Arçobispo se contenie un traslado de una carta de nuestro señor el Papa; et entre todas
las otras razones que en el dicho traslado se contenien de la carta de Nuestro señor el
Papa, dice que fuesen recabdados todos los bienes assi muebles como rayces que fuesen
fallados de los freyres é de la orden del Tenple en el arçidianadgo de Madrit; et el dicho
Martin Martines que los pusiesse en recabdo por que el dicho señor Arçobispo pudiesse
conplir lo que nuestro señor el Papa le avie enviado mandar por su carta sobresta razon.
La qual carta del dicho senor Arçobispo, en que se contenie el dicho traslado de la carta
de nuestro señor el Papa, leyda: el dicho Martin Martines demandó é fizo afruenta de
parte del dicho señor Arçobispo al arçipreste é a toda la clerizia si sabien, ó eran çiertos
que oviesse bienes algunos, assi muebles como rayces de los freyres é de la dicha orden
en el dicho arçiprestadgo, ó que los oviesse alguno en guarda ó en fialdad ó en otra
manera qualquier. Et el dicho arçipreste é todos los clérigos é una voz dixieron que avie
bien seys meses, ó mas que avien leydo é publicado por sus eglesias cada domingo é cada
fiesta de guardar un traslado de la carta de nuestro señor el Papa que enbió sobresta
razon; et que non sabien bienes ningunos de los freyres nin dela dicha orden en el dicho
arçiprestadgo, nin avie ninguno confessado que sopiesse ende ninguna cosa en esta
razon fasta aqui; et que si daqui adelant alguna cossa ende sopiessen, que lo farien saber
al dicho Martin Martines por que él fiçiese-y aquello quel era mandado por el dicho
señor Arçobispo.
Et desto todo, en commo passo el dicho Martin Martines demandé é mi Vigente Peres
escrivano sobredicho, quel diesse ende un testimonio signado é testimoniado de los omes
buenos que estavan presentes.
Testigos que estavan presentes: Domingo Estevan de Baraxa, é Garsia Martin pellegero,
é Sancho Dias fijo de Gomes Garsia, é Lope Ivanes de Alcala, é Diago Peres fijo de
Diago Peres, é, Sancho Ximenes de Sotes.—
Yo Vicente Peres escrivano sobredicho fuy presente a todo esto que dicho es, é escribi
este testimonio; é en testimonio fiz aqui este signo +•
Tanto es así, que han sido dibujadas cruces templarias en las paredes de los
túneles subterráneos y se ha puesto la estatua de un guerrero cruzado en la sala
abovedada de la Cueva, para dar por ciertas las teorías de Armando Rico.
Como diría Demócrito de Abdera «la palabra es la sombra del hecho…»
Cuenta la leyenda que en tiempos de moros y cristianos los hijos del Islam, midieron
estas tierras de parte a parte, situando en este punto el Centro Geográfico de la
Península Ibérica; y que justo aquí enterraron un arca con los instrumentos utilizados
en sus mediciones.
La leyenda, muy arraigada entre los viejos del lugar y desconocida por los más
jóvenes, se remonta a tiempos de la Reconquista. Cuenta que, hasta las tierras
donde se sitúa Pinto, llegaron unos sabios musulmanes con unos conocimientos
extraordinarios. Dichos sabios portaban unos enigmáticos e infalibles
instrumentos de medición, jamás vistos por aquellos lares, con los cuales
comenzaron a hacer todo tipo de cálculos.
Aun así, lo que parece una leyenda con más visos de fantasía e imaginación,
parece tener un mínimo fundamento histórico. Este se encuentra en un
incunable prácticamente inencontrable titulado Crónica e Historia de la fundación
y progreso de la provincia de Castilla de la Orden del bienaventurado padre san
Francisco, compuesta por el padre franciscano Pedro de Salazar, catedrático de
Teología y calificador del Consejo de la General Inquisición.
Los templarios nunca habrían podido culminar el verdadero motivo por el que
estaban en Pinto y jamás se halló el arca escondida por los sabios musulmanes.
Pero, la leyenda, caló hondo entre los vecinos del pueblo madrileño, que no
dudaron en llamar a la calle donde está el centro geográfico peninsular como la
calle del Arca. Con este nombre permaneció hasta el año 1935, en recuerdo de
una vieja leyenda que mezcla tesoros, saberes prohibidos y, cómo no,
templarios en busca de lo desconocido.
Lo que poca gente sabe es que, el nombre de la iglesia, viene de la fortaleza que,
supuestamente, habrían levantado los templarios en Campo Real durante el
siglo XII. En esta fortaleza, construyeron un castillo con un templo cristiano
dentro, desde donde vigilaban que los musulmanes no realizaran ningún
intento por recuperar aquellas tierras que les habían arrebatado los cristianos.
Aquí se encuentran las ruinas del convento de Casarás que, en realidad, era un
establecimiento creado para que el rey Felipe II descansara durante sus viajes
continuos entre Valladolid y Madrid. Aun así, el supuesto convento de Casarás
tiene tras de sí una leyenda que tiene que ver con las andanzas de un caballero
templario de nombre Hugo de Marignac, que habría sido tesorero de la Corona
de Castilla.
Al ver que tampoco surtía efecto el trato, Marignac acudió a los servicios de un
hechicero, que prometió ayudarlo. Aseguró al templario que, si atravesaba con
su espada una figura antropomorfa hecha de trapo, conseguiría que la dama se
rindiera a su amor. Pero cuando Marignac atravesó con su espada aquel
muñeco de trapo, el hechicero hizo uno de sus conjuros y convirtió el trapo en
una persona humana: lo había transformado en la bella doncella de la cual el
caballero estaba enamorado.
En realidad, se trata de una falsa leyenda. Hay que tener en cuenta que el
convento de Casarás nunca habría existido como templo, pero también es de
mencionar que el Palacio de Valsaín, como tal, no fue construido hasta
mediados del siglo XVI, cuando los templarios habían desaparecido hacía
siglos. También hay que prestar atención a que un caballero templario, debido a
las rígidas normas que tenía su orden militar, tenía prohibido cualquier
contacto con una mujer.
La historia del falso convento templario de Casarás pudo fraguarse en los siglos
XVIII y XIX, cuando los parajes de la sierra de Guadarrama se convierten en un
enclave a evitar debido a la presencia de bandoleros y malhechores que
asaltaban a los que se internaban por sus montañas. Asegurar que por allí había
un espíritu de un antiguo guerrero, hacía que la gente no se acercara por estos
lares, pues era una época en la que el vulgo todavía estaba sumido en la
superstición. Y no es raro que se recurriera a la figura del Temple que, por
aquellos años, comenzaba a resurgir de sus cenizas en la historia gracias a un
Romanticismo imperante que comenzó a preocuparse por los relatos de los
míticos monjes-guerreros.