Monografia Impacto Ambiental

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UNIDAD EDUCATIVA CATÓLICA PARTICULAR

“MARÍA AUXILIADORA”

IMPACTO AMBIENTAL COVID -19 EN EL AREA DE MEDICINA

MONOGRAFÍA PRESENTADA PARA

LA ADQUISICIÓN Y PROFUNDIZACIÓN DE

CONOCIMIENTOS DE INVESTIGACIÓN

ESTUDIANTES: ESPADA MARISCAL MADISON CINCEL


CUBA RODRIGUEZ MARVIN JOSUE
BRACAMONTES ORTIZ ALDO
OROS OLIDEN NATALIA BELEN

PROF.: AMANDA ARCE

GRADO: 6° DE SECUNDARIA

Potosí – Bolivia
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Octubre 202

INTRODUCCIÓN

Este documento presenta el impacto ambiental que sufrio el mundo gracias al COVID

-19 el cual fue que fue notificado por primera vez en Wuhan (China) el 31 de

diciembre de 2019, en donde mundo sufrio un cambio ambiental en el área de la

medicina.

Las decenas de miles de toneladas de desechos médicos derivados de la respuesta

a la pandemia de COVID-19 ejercio una enorme presión sobre los sistemas de

gestión de desechos de la atención de salud a nivel mundial, poniendo en peligro la

salud humana y ambiental y haciendo patente la necesidad apremiante de mejorar

las prácticas de gestión de desechos.

El análisis mundial de la OMS de los desechos de la atención de salud COVID-19:

estima que aproximadamente 87 000 toneladas de equipos de protección personal

(EPP) que fueron adquiridos entre marzo de 2020 y noviembre de 2021 y enviados

para atender las necesidades acuciantes de los países derivadas de la respuesta a la

COVID-19 a través de una iniciativa conjunta de las Naciones Unidas para

situaciones de emergencia;parte de estos equipos acabarón convertidos en

desechos una vez utilizados.

Es por ello que el desafío que plantean los desechos relacionados con la COVID-19

y la apremiante urgencia de abordar la sostenibilidad ambiental ofrecen una

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oportunidad para fortalecer los sistemas con objeto de reducir y gestionar de forma

segura y sostenible los desechos de la atención de salud.

PRESENTACIÓN DEL TEMA

El tema a abordar tiene como finalidad presentar a sus lectores el impacto ambiental

que trajo consigo el Covid-19 gracias al sinnúmero de equipos EPP, fármacos y

demás elementos médicos que se utilizaron para atender la emergencia frente a la

PANDEMIA y que hoy por hoy la contaminación desmedida que presenta el planeta.

1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Se evidencio caramente que no se cuenta con un plan de acción para atender una

emergencia sanitaria presente la utilización de los elementos hospitalarios y recursos

de los mismos frente a los desechos que se generan.

2. MÉTODO DE INVESTIGACIÓN

El método a utilizar es descriptivo con el objeto de hacer una investigación

descriptiva que va a consiste en describir y evaluar ciertas características que nos va

a ayudar a analizar el tema en mención

3. OBJETIVOS

3.1. General

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Recopilar y analizar la información obtenida de los desechos generados en el área

de medicina frente al impacto que tuvo sobre el medio ambiente durante la

emergencia de la pandemia.

3.2. Especifico

 Indagar las consecuencias que trajo consigo el consumo desmedido de los EPP

frente al medio ambiente.

 Poner en conocimiento las cifras de acuerdo OMS los desechos generados

durante la emergencia.

 Analizar la información obtenida de las fuentes verídicas y dar las respectivas

conclusiones.

 Consultar las medidas que se tomarón respecto a la pandemia gracias al déficit

de un plan de acción ra atender una emergencia sanitaria.

4.JUSTIFICACIÓN

Este trabajo es realizado con fin de poner a disposición a los lectores el alto impacto

ambiental que trajo consigo la emergencia sanitaria COVID-19 a nivel mundial, por

los altos desechos generados y la falta de un plan de acción propuesto ante una

situación de emergencia como la que se presentó.

Puesto que la utilización desmedida de elementos de protección personal fue el pilar

más elevado, su uso al inicio puede de una única utilización y por ellos se incrementó

la adquision mayor de estos.

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5. MARCO TEÓRICO

5.1 Necesidad apremiante de mejorar los sistemas de gestión de desechos en

consecuencial COVID -19

Las decenas de miles de toneladas de desechos médicos adicionales derivados de la

respuesta a la pandemia de COVID-19 han ejercido una enorme presión sobre los

sistemas de gestión de desechos de la atención de salud a nivel mundial, poniendo

en peligro la salud humana y ambiental y haciendo patente la necesidad apremiante

de mejorar las prácticas de gestión de desechos.

El análisis mundial de la OMS de los desechos de la atención de salud en el contexto

de la COVID-19: situación, repercusiones y recomendaciones basa sus estimaciones

en las aproximadamente 87 000 toneladas de equipos de protección personal (EPP)

que fueron adquiridos entre marzo de 2020 y noviembre de 2021 y enviados para

atender las necesidades acuciantes de los países derivadas de la respuesta a la

COVID-19 a través de una iniciativa conjunta de las Naciones Unidas para

situaciones de emergencia. La mayor parte de estos equipos acabarán convertidos

en desechos una vez utilizados.

Los autores apuntan a que esto solo da una primera indicación de la magnitud del

problema de los desechos generados en el contexto de la COVID-19. No tiene en

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cuenta ninguno de los productos básicos adquiridos para hacer frente a la COVID-19

al margen de esta iniciativa, ni los desechos generados por la población, por ejemplo,

las mascarillas quirúrgicas desechables.

Se han enviado más de 140 millones de kits de pruebas, que podrían generar 2600

toneladas de desechos no infecciosos (principalmente plástico) y 731 000 litros de

desechos químicos (el equivalente de una tercera parte de una piscina olímpica), y

que se han administrado más de 8000 millones de dosis de vacunas a nivel mundial,

lo que ha generado 144 000 toneladas de desechos adicionales en forma de

jeringas, agujas y contenedores de seguridad.

Mientras las Naciones Unidas y los países lidiaban con la tarea inmediata de

garantizar el suministro y la calidad de los EPP, se prestó menos atención y se

dedicaron menos recursos a la gestión segura y sostenible de los desechos de la

atención de salud relacionados con la COVID-19.

«Es absolutamente esencial proporcionar a los trabajadores de la salud EPP

adecuados,» dijo el Dr. Michael Ryan, Director Ejecutivo del Programa de

Emergencias Sanitarias de la OMS. «Pero también es esencial garantizar que estos

puedan utilizarse de forma segura, sin tener un impacto en el entorno cercano.»

Ello implica contar con sistemas de gestión eficaces in situ, incluidas orientaciones

para los trabajadores de la salud sobre qué hacer con los EPP y los productos de

salud esenciales una vez los hayan utilizado.

Actualmente, el 30% de los establecimientos de atención de salud (el 60% en los

países menos adelantados) no están equipados para manejar los montones de

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residuos existentes, y mucho menos los montones de desechos adicionales

generados por la COVID-19. Ello puede exponer a los trabajadores de la salud a

lesiones por objetos punzocortantes, a quemaduras y a microorganismos patógenos,

además de afectar a las comunidades que viven cerca de vertederos y lugares de

eliminación de desechos deficientemente gestionados a través del aire contaminado

que emana de la quema de desechos, la deficiente calidad del agua o las plagas

portadoras de enfermedades.

«El COVID-19 ha obligado al mundo a considerar las deficiencias y los aspectos

desatendidos del flujo de desechos y cómo producimos, usamos y desechamos

nuestros recursos de atención de salud, desde la cuna hasta la tumba,» «Un cambio

significativo en todos los niveles, ya sea a nivel global o en las plantas de los

hospitales, en nuestra forma de gestionar el flujo de desechos de la atención de

salud, es un requisito básico de los sistemas de atención de salud con un enfoque

climático inteligente, a lo que muchos países se comprometieron en la Conferencia

sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, celebrada recientemente, y,

evidentemente, también es necesaria una recuperación saludable de la COVID-19 y

la preparación frente a las futuras emergencias de salud.»

En el informe se formulan una serie de recomendaciones para integrar unas

prácticas de gestión de desechos más adecuadas, más seguras y más sostenibles

desde el punto de vista ambiental en la respuesta a la COVID-19 en curso y en los

esfuerzos futuros de preparación frente a las pandemias, y se destacan relatos de

países y organizaciones que lo han puesto en práctica con la voluntad de

«reconstruir para mejorar».

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Algunas de estas recomendaciones son el uso de embalajes y envíos respetuosos

con el medio ambiente, de EPP seguros y reutilizables (por ejemplo, guantes y

mascarillas quirúrgicas) y de materiales reciclables o biodegradables; la inversión en

tecnologías de tratamiento de desechos que no recurran a la quema, como las

autoclaves; la logística inversa para apoyar el tratamiento centralizado e inversiones

en el sector del reciclaje para asegurarse de que los materiales, como los plásticos,

puedan tener una segunda vida.

El desafío que plantean los desechos relacionados con la COVID-19 y la apremiante

urgencia de abordar la sostenibilidad ambiental ofrecen una oportunidad para

fortalecer los sistemas con objeto de reducir y gestionar de forma segura y sostenible

los desechos de la atención de salud. Ello puede lograrse mediante políticas y

reglamentaciones nacionales enérgicas, la supervisión y los informes periódicos y

una mayor rendición de cuentas, la prestación de apoyo para propiciar cambios de

comportamiento y el perfeccionamiento del personal, y el aumento de los

presupuestos y la financiación.

«Un cambio sistémico en la forma en que la atención de salud gestiona sus

desechos incluiría un control mayor y sistemático y mejores prácticas en materia de

adquisiciones,» dijo la Dra. Anne Woolridge, Presidenta del Grupo de Trabajo sobre

los Residuos de la Atención de Salud de la Asociación Internacional de Residuos

Sólidos.

«Se reconoce cada vez más que las inversiones en materia de salud deben tener en

cuenta las repercusiones ambientales y climáticas, y cada vez se es más consciente

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de los beneficios indirectos de las actuaciones. Así, por ejemplo, el uso seguro y

racional de los EPP no solo reducirá el daño ambiental que causan los desechos,

sino que también ahorrará dinero, reducirá la posible escasez de suministros y

contribuirá todavía más a la prevención de las infecciones al modificar los

comportamientos.»

El análisis llega en un momento en que el sector de la salud está sometido a una

presión cada vez mayor para reducir su huella de carbono y reducir al mínimo la

cantidad de desechos que se envían a los vertederos, lo que se debe en parte a la

mayor preocupación por la proliferación de los desechos de plástico y sus efectos en

el agua, los sistemas alimentarios y la salud humana y de los ecosistemas.

5.2 La recuperación de la naturaleza por el aislamiento social debido al Covid-

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El mundo, en la actualidad, se ha visto amenazado por una nueva pandemia, cuyo

origen se ubicó en China a finales del año 2019. Los países han aplicado como

medida de emergencia y control el aislamiento social, lo que llevó a la disminución de

la presencia del ser humano en las actividades propias de su quehacer normal.

Tiempo después del aislamiento, se notificaron a través de diferentes medios de

comunicación, avistamientos en diferentes países en todos los continentes, de

animales en lugares reservados para los humanos, como calles, complejos

residenciales, autopistas y parques, así como la evidencia de agua más clara en ríos

y costas, lo que ha causado una serie de reacciones, donde principalmente se habla

de cómo la naturaleza se recupera y reclama los lugares que le fueron arrebatados

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por el hombre y algunos aseguran que el medio ambiente está mejorando y

depurándose, debido a que está siendo menos intervenido por unos seres humanos

confinados y aislados del entorno.

Aunque impresionan las imágenes de animales caminando por las principales

ciudades del mundo o el agua clarificada por el poco tráfico de embarcaciones, que

se encuentran ancladas en los puertos, es pertinente hacerse las preguntas ¿esta

aparente recuperación del medio ambiente es real o ficticia? ¿qué sucederá

cuando el hombre regrese a sus actividades normales?

Si bien es una realidad que el aislamiento social ha dado “un respiro” al medio

ambiente, éste se limita a lo que nos muestran los medios de comunicación, sin

embargo, es claro que la mayoría de las actividades industriales que causan

mayores impactos ambientales negativos no se han detenido y no solo eso, sino que

lo han hecho en un entorno de poco control, ya que el aislamiento social ha llevado a

que los medios de comunicación y organizaciones de defensa del ambiente no

tengan acceso a estas industrias y sus actividades, por lo que operan con la

complicidad del momento histórico, dañando el ambiente sin que sus efectos sean

divulgados o comunicados. Así, la industria petrolera sigue contaminando suelos,

agua y aire en todo el mundo, la industria minera continúa contaminando con la

generación de relaves altamente tóxicos, la industria maderera sigue sin control

destruyendo las selvas y bosques que son los generadores del oxígeno del planeta,

las industrias químicas siguen vertiendo sus efluentes en ríos, lagos y mares, bajo el

amparo de los gobiernos avocados a tratar de controlar la pandemia, a toda costa.

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Desde el momento mismo que el Covid-19 fue declarada como pandemia por la

Organización Mundial de la Salud, se ha escuchado a los economistas, en todo el

mundo, hablan del impacto negativo del aislamiento social para la economía de los

países, lo que es evidente, sobre todo en países que dependen del comercio y de la

explotación de sus recursos naturales, como es el caso particular de los países de

América Latina y el Caribe.

Lo anterior indica que aun cuando la naturaleza muestre una aparente recuperación,

al cesar el aislamiento social, los países tendrán que regresar a sus actividades

normales y las mismas se magnificarán para poder lograr la recuperación de sus

economías, golpeadas por las medidas tomadas en la pandemia, en el menor lapso

de tiempo posible. Es claro, entonces que el panorama para la naturaleza no es muy

prometedor, ya que las actividades extractivitas, que generan el consumo masivo de

los recursos naturales se verán aumentadas, lo que es evidente que causarán un

impacto ambiental de importancia, que quizás revertirá toda la recuperación que

pudo haberse dado en la naturaleza durante el aislamiento social.

De allí, la recuperación de la naturaleza en tiempos de pandemia, aun cuando es una

realidad que nos muestran los medios de comunicación, en el fondo no es tan real,

pues el hombre a hurtadillas sigue degradando el ambiente, bajo la distracción que el

Covid-19 ha creado para sus actividades industriales, lo que se acentuará en el

futuro cuando se levante el aislamiento social, con la excusa de la recuperación

económica de los países.

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Lo anterior amerita de estudios serios e independientes donde se investigue el

verdadero impacto de la pandemia sobre el medio ambiente, con los que se puedan

minimizar los efectos negativos que se están ovacionando y que aumentaran en el

futuro si no se toman las medidas correspondientes.

5.3 Contaminación atmosférica

La pandemia de COVID-19, una de las crisis mundiales más graves de nuestro

tiempo, muchos países consideraban que la contaminación atmosférica constituía un

problema sanitario de gran magnitud, se señala que la contaminación atmosférica es

el quinto factor de riesgo de mortalidad en 2017 a nivel mundial, y que la

contaminación del aire ambiente causaba alrededor de 5 millones de muertes en el

mundo, es decir, 1 de cada 10 fallecimientos, además se estableció que mueren más

personas debido a enfermedades relacionadas con la contaminación atmosférica que

por accidentes de tráfico o por paludismo.

El confinamiento para contener la propagación del coronavirus ha restringido

marcadamente la actividad económica y están llegando informes de todo el planeta

que indican que pueden verse cielos azules, en algunos casos por primera vez en la

vida de los habitantes del lugar.

Al mismo tiempo, las nuevas evidencias sugieren que la contaminación atmosférica

agrava los impactos del virus en la salud, hace que las personas sean más

vulnerables a la COVID-19 y contribuye a su propagación.

Las mejoras de la calidad del aire han llegado en un momento de inimaginable

sufrimiento humano y pérdida de medios de subsistencia. Estas mejoras

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probablemente se disiparán a medida que se levanten los confinamientos y se

reanude la actividad económica. La contaminación atmosférica, la COVID-19 y la

reconstrucción de un mundo mejor.

El impacto del confinamiento en la calidad del aire, se incluye un resumen de las

publicaciones sobre la relación entre la contaminación atmosférica y el virus de la

COVID-19 y se sugieren recomendaciones de políticas para que los países logren

reconstruir un mundo mejor.

El confinamiento impuesto al menos en 89 países, afectó a más de la mitad de la

población mundial, restringido marcadamente la actividad económica del mundo con

la consecuencia imprevista de una reducción de la contaminación atmosférica. Han

comenzado a llegar informes de todo el planeta indicando que pueden verse cielos

azules, en algunos casos por primera vez en la vida de los habitantes del lugar. Los

datos satelitales de los niveles de concentración de dióxido de nitrógeno (NO2)

durante el período de cierre comparados con los niveles de NO2 del mismo período

de 2019, muestran claras disminuciones. De igual modo, los datos suministrados por

el satélite Sentinel 5-P (vea el gráfico 1) muestran que, en las zonas del

confinamiento, los niveles medios de NO2 en 2020, para el período que abarca

desde el 15 de marzo hasta el 30 de abril, fueron inferiores a los niveles de 2019. En

el gráfico 2 se observa una disminución similar en India. Estos resultados eran

previsibles dado que el tráfico vehicular, una de las principales fuentes de emisiones

de NO2, disminuyó marcadamente durante el confinamiento. El análisis también ha

puesto de relieve los notables avances tecnológicos que se han realizado para medir

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la contaminación; gracias a los datos satelitales, es posible medir los niveles de NO2

casi en tiempo real en todo el mundo.

Gráfico 1: Los niveles de NO2 disminuyeron marcadamente en todo el mundo

durante el confinamiento.

Concentraciones medias de NO2, sobre la base de datos satelitales, entre el 15 de

marzo y el 30 de abril de 2020 (con confinamiento)

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Concentraciones medias de NO2, sobre la base de datos satelitales, entre el 15 de

marzo y el 30 de abril de 2019 (sin confinamiento)

Gráfico 2: Los niveles NO2 disminuyeron marcadamente en toda la región de Asia

meridional durante el confinamiento

Concentraciones medias de NO2, sobre la base de datos satelitales, entre el 15 de

marzo y el 30 de abril de 2020 (con confinamiento) y entre el 15 de marzo y el 30 de

abril de 2019 (sin confinamiento)

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La pandemia de COVID-19 es una grave crisis sanitaria que ha provocado la peor

crisis económica de nuestra época. Sin embargo, no es conveniente que los

responsables de formular las políticas dejen de prestar atención a los impactos

sanitarios de la contaminación atmosférica ya que, en primer lugar, la contaminación

atmosférica sigue siendo un desafío y las consecuencias sanitarias de la mala

calidad del aire aún afectan a todos los niveles de la sociedad.

Quizás aún más importante en el contexto de la COVID-19, numerosos estudios

permiten suponer que existe una correlación entre la contaminación atmosférica y los

contagios de COVID-19

Para explicar estas conclusiones empíricas, los epidemiólogos señalan que la

contaminación atmosférica puede incidir en la pandemia de COVID-19 de tres

maneras:

Aumentando la propagación, aumentando la susceptibilidad y empeorando la

gravedad de la infección, el virus se transmite por gotículas que quedan suspendidas

en el aire, en particular cuando una persona infectada estornuda o tose. Dado que la

tos es una respuesta común a la contaminación atmosférica, es probable que esta

aumente la transmisión. Además, la contaminación atmosférica puede aumentar la

susceptibilidad a la infección. En las vías aéreas superiores, donde es más probable

que se depositen las gotículas virales, las células que recubren las vías respiratorias

tienen filamentos en forma de cabello denominados cilios. Estos cilios mueven el

moco en el que han quedado atrapadas las partículas virales hacia el frente de la

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nariz para que este sea expulsado en un pañuelo de papel, o hacia la garganta, para

que sea tragado, evitando de este modo que el virus ingrese a los pulmones. La

contaminación atmosférica degrada estas células de manera que los cilios ya no

están presentes o no funcionan, por lo cual las personas son más susceptibles de

contagiarse de COVID19.

Por último, existe un consenso creciente de que las personas con enfermedades

crónicas preexistentes (cardiopatía, diabetes, enfermedad pulmonar crónica no

asmática y enfermedad renal crónica) conforman la mayoría de los pacientes

hospitalizados por COVID-19.

La contaminación atmosférica es un factor de riesgo para todas estas enfermedades

y, por lo tanto, contribuye a la gravedad de la infección.En esta etapa, las

vinculaciones entre la COVID-19 y la contaminación atmosférica aún no son

concluyentes debido a la imposibilidad de contabilizar con precisión los casos de

COVID-19 o, incluso, las muertes causadas por la enfermedad, y al hecho de que los

impactos dependen de diversos factores, como la capacidad del sistema de salud, el

acceso a los hospitales y la voluntad de las personas de concurrir a ellos. No

obstante, teniendo en cuenta los conocimientos actuales y los datos señalados, es

razonable esperar una vinculación general entre la contaminación atmosférica y las

infecciones respiratorias.

La contaminación atmosférica es un multiplicador de riesgos que probablemente está

exacerbando las consecuencias sanitarias de la pandemia de COVID-19. Este

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problema persiste dado que la calidad del aire no ha mejorado de manera uniforme

durante la pandemia.

Los programas gubernamentales para controlar la contaminación atmosférica y los

países no deben flexibilizar las reglamentaciones ambientales como parte de los

programas de recuperación económica.

Además, se deben desalentar las actividades que podrían generar aumentos de la

contaminación atmosférica en el corto plazo, por ejemplo, la quema de residuos de

cultivos. El Departamento de Ecología del estado de Washington, EE. UU., solicitó

que se prohibieran las quemas, restringiéndose o posponiéndose aquellas

innecesarias, con el objeto de ayudar a contener la crisis sanitaria provocada por la

pandemia de COVID-19. Del mismo modo, los esfuerzos emprendidos por el

Gobierno de India para proporcionar a mujeres de hogares pobres acceso gratuito a

cilindros de gas de petróleo licuado para cocinar son encomiables, dado que

constituyen una intervención de política de protección social y una política para

contener la pandemia.

Por último, en vista de que las decisiones que se adopten hoy para estimular la

recuperación económica fijarán el nuevo tipo de economía que existirá durante un

período incierto, y dado que los Gobiernos carecerán de fondos para invertir en

bienes públicos, como el aire limpio, debido a la deuda que están acumulando, hay

sólidos argumentos económicos en favor de emprender ahora la doble tarea de

impulsar el crecimiento y mejorar los resultados ambientales.

5.4 Gestión de residuos

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A medida que la pandemia de COVID-19 se expande en el mundo, aumenta la

creciente preocupación sobre cómo gestionar los residuos generados por pacientes

presuntamente infectados, el personal que los atiende y por laboratorios médicos.

Asimismo, en establecimientos como los supermercados se pueden haber utilizado

equipos de protección personal, mientras que las personas que permanecen en sus

hogares con síntomas leves generarán residuos potencialmente infecciosos.

Residuos infecciosos en el mundo

Casi todos los países tienen una forma ligeramente diferente de codificar, clasificar e

incluso de tratar materiales potencialmente infecciosos. Algunas de esas

denominaciones son residuos infecciosos/de riesgo biológico, biopatogénicos,

patogénicos. El código de colores es generalmente – pero no siempre - rojo o

amarillo. Algunos países insisten en que algunos tipos de residuos sean incinerados,

mientras que otros no. Cada país debe seguir sus lineamientos nacionales. Aquellos

que no los tengan deben seguir las pautas de la Organización Mundial de la Salud.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja que cualquier sistema que

ejerza mejores prácticas para residuos infecciosos también debería ser capaz de

gestionar los residuos potencialmente infectados con SARS-CoV-19

Los sistemas de segregación deberían seguir funcionando de la misma manera. No

es necesario tratar estos residuos con desinfectantes. En concreto, los residuos

asociados con la COVID-19 no se gestionan de manera diferente a otros residuos

infecciosos.

Separación de residuos en la fuente.

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Dar los residuos asociados a COVID-19 el mismo tratamiento que recibe el resto de

los residuos infecciosos, de acuerdo con el sistema de su país.

Depositarlos en un contenedor de residuos infecciosos, dentro de una bolsa con el

código de color correspondiente.

Recoger los residuos al menos una vez por día, y transportarlos en contenedores a

prueba de fugas y perforaciones etiquetados con el símbolo de riesgo biológico.

Las áreas de almacenamiento deben estar limpias, seguras y protegidas de objetos,

plagas y vectores transmisores de enfermedades.

Las mejores prácticas de gestión de residuos indican que deben ser tratados con

métodos de no incineración, especialmente tratamientos a base de vapor como el

autoclave o microondas. Todas las tecnologías deben ser válidas y testadas

regularmente.

Tras la desinfección, los residuos pueden ser enviados para su disposición final o

reciclaje. Cualquier material que pueda ser reutilizado debe ser recortado.

5.5 Retos hospitalarios frente al impacto ambiental

Los gobiernos a nivel mundial en los últimos 50 años han generado conjuntamente

diversas agendas, compromisos y planes que abordan las necesidades derivadas de

las interacciones sociales, económicas y ambientales entre otras, lo que conlleva a

establecer responsabilidades políticas en salud relacionadas con el desarrollo

sostenible en cada continente, región y país. Sin embargo, la actual crisis mundial

generada por el Coronavirus (COVID-19) ha dificultado la continuidad de estos

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compromisos, priorizando el combate a este terrible mal y que hasta la fecha no

existe una aparente solución.

Sin considerar la pandemia que aqueja al mundo por COVID-19, surgía la necesidad

de una gestión adecuada de los residuos sólidos y el manejo de sustancias químicas,

así como la capacitación continua del personal de salud sobre prácticas ambientales

saludables, que contribuyan al ahorro de luz eléctrica y agua en los hospitales.

Pero, el origen del COVID-19 y sus riesgos potenciales para la salud aumentó el uso

de la mascarilla facial; así como otro tipo de materiales en uniformes, guantes,

caretas, entre otros; lo que trae el problemático incremento de desechos médicos,

manifestándose un déficit de competencias su manejo adecuado, que sin duda

originan causas fundamentales de enfermedades graves y problemas ambientales.

Además, a medida que continúa la pandemia se ha analizado el consumo de

recursos necesarios para la producción de equipos de protección personal y kits de

pruebas.

Ante ello, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) hace

recordar que la gestión inadecuada de los residuos médicos y peligrosos derivados

de esta crisis sanitaria podría desencadenar un efecto rebote y otras consecuencias

para la salud, por lo que su manejo y eliminación segura resulta vital. De acuerdo a lo

evidenciado en un estudio en Brasil, la cantidad de residuos clínicos generados

aumentaron para mayo de 2020. A partir de ello, establecieron que los residuos

clínicos deben estar debidamente regulados para evitar cualquier infección no

deseada y consecuencias adversas para la salud y el ambiente, ya que los

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deshechos clínicos posiblemente contengan tejidos humanos, sangre, fluidos

corporales, drogas de excreción, agujas y otros materiales contaminados.

En ese sentido, en Latinoamérica aún no se realizan estudios sobre el impacto

ambiental de los hospitales y los retos sobre la sostenibilidad ante la COVID-19. Se

tiene en cuenta la responsabilidad de las instituciones de salud y el uso de elementos

de protección personal e insumos necesarios para desarrollo de las acciones de

atención de la salud; sin embargo, no se razona sobre el impacto ambiental

importante que se esto produce; dado que, la generación de contaminantes aumenta

el riesgo de contraer comorbilidad para la población vulnerable que se encuentra en

los servicios.

A pesar de la existencia de parámetros, normativas y protocolos de la gestión integral

del manejo de residuos sólidos y químicos desde su uso, segregación, disposición,

recolección y disposición final. Así en Perú, se tiene un manual de recomendaciones

para el manejo de residuos sólidos durante la epidemia de COVID-198, en este

contexto es que nos con lleva a reflexionar ¿cómo se maneja la cantidad de residuos

generados por COVID-19 en su almacenamiento, manejo sanitario, y transporte para

minimizar los riesgos para usuarios y colaboradores, es decir de qué manera lo

ponen en práctica. Sin dejar de lado el incremento en costos para los hospitales por

las compras de insumos necesarios para la atención, dejando de lado que estos

cumplan con los criterios de consumo responsable por las pocas alternativas de

proveedores.

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Asimismo, la infraestructura también se ve afectada debido al mejoramiento de la

capacidad hospitalaria denominándose "Reconversión de los servicios de salud"; es

decir, se trata de ampliar las zonas exclusivas para pacientes con COVID-19,

eliminando espacios e implementando otros para camas de Unidades de Cuidados

Intensivos y nuevos respiradores; y es aquí nuevamente dónde se presenta la

oportunidad de analizar la reconversión; ya que los cambios en la iluminación y

ventilación afectan el confort para el paciente y trabajadores. Al igual, el incremento

de las sustancias químicas de uso para desinfección permanente requiere de una

gestión integral desde la compra hasta su disposición final. Sangkham, manifiesta

que la eliminación de los desechos médicos ante la pandemia en Asia se debe

considerar cuidadosamente la estandarización, los procedimientos, las pautas y la

implementación estricta de la gestión de desechos médicos ocasionados por la

atención de la pandemia, con el fin de reducir el riesgo que el agente patógeno del

COVID-19 se propague al medio ambiente dentro de los hospitales y áreas públicas.

Por otro lado, evidentemente se ha incrementado el consumo energético, hídrico y

productos farmacéuticos pues estos recursos nunca paran de manejarse en las

instituciones de salud, el primero; se puede haber incrementado por aumento de

respiradores, camas y la reconversión de servicios de salud; el consumo de agua,

puede haberse incrementado, además dejando al lado un tópico poco analizado

como los vertimientos y su control debido al aumento de sustancias químicas y no

saber la biodisponibilidad del virus que sería aspectos a profundizar, para el manejo

de medicamentos en zonas de cuidado critico se ha aumentado ampliamente,

incluyendo el oxígeno, generando falta de estos insumos en diversos países.

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Otros de los componentes que tienen presencia en este fenómeno son los aspectos

relacionados con la preparación y manejo de alimentos para los pacientes; así como

la disposición de los residuos orgánicos, mismos que tuvieron contacto con pacientes

en las zonas de COVID-19, asimismo la disposición de espacios seguros para la

alimentación de los trabajadores y visitantes; sin olvidar que la movilidad de

pacientes que ingresan o se trasladan de hospitales requieren adecuación de los

vehículos, así como la seguridad personal de los conductores.

Por último, aspecto medular para el desarrollo de la sostenibilidad de los hospitales,

es el liderazgo ambiental, tópico débil desde los procesos de formación profesional

por lo cual hace más difícil el manejo para lograr esa cultura sostenible, ahora en

tiempo de pandemia el reto es mayor ya que el enfoque está centralizado en el

cuidado directo, logrando que no se cuente con los espacios y tiempos para generar

competencias en sostenibilidad. Además, el cumplimiento de los Objetivos de

Desarrollo Sostenible (ODS) se ve afectado, colocando en riesgo su compromiso,

inversión y logro de metas relacionadas con el manejo hídrico, el consumo

energético, el consumo sostenible y comunidades sostenibles, así disminuyendo los

beneficios para las sociedades.

Todo lo mencionado debe comprenderse desde la perspectiva de experiencias,

realidades y capacidades de cada una de las instituciones de salud; ya sean de

primer, segundo y tercer nivel de atención, sin importar la ubicación geográfica de los

hospitales, la exigencia o laxitud de la normatividad local, además de los

compromisos dados en lo ambiental para su funcionamiento y/o gestión ante

procesos de acreditación. Por ello se invita a no generalizar, pero si a considerar e

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investigar sobre los aspectos mencionados para la gestión e implementen de

políticas y estrategias de sostenibilidad ambiental con el fin de salvaguardar la salud

de las vidas del planeta donde estamos los humanos inmersos.

Finalmente, Capoor y Parida establecen que el paso clave en la gestión de residuos

de COVID-19 es su adecuada segregación. Así, al igual que para la gestión de

COVID-19 se propone "Identifica, Aislar y Tratar", lo mismo ocurre con los residuos

de COVID-19: identificar el generador, aislar, es decir, gestionar por separado en los

contenedores de residuos designados y finalmente tratarlos de forma adecuada,

siguiendo estrictamente la regulación declarada para su control. Por otra parte, unas

de las soluciones alternativas probables para el manejo de estos residuos es el uso

de tecnologías simples con el uso de rayos UV, el control de la humedad y la

temperatura en los sitios de almacenamiento de este tipo de residuos.

5.6 Manejo de los residuos hospitalarios.

La demanda de atención médica que, en algunos países, ha hecho colapsar el

sistema sanitario. En comparación con el período previo a la pandemia, la cantidad

de residuos médicos habría sido mayor durante la pandemia de COVID-19. Los

residuos médicos deben ser manejados y tratados de forma individual y no deben ser

mezclados con los residuos comunes. Sin embargo, se sabe que los hospitales y

centro de salud no son las únicas fuentes de material contaminado con SARS-CoV-2.

Las personas con COVID-19 con síntomas leves o aquellas asintomáticas también

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pueden generan desechos cargados de virus. Por lo tanto, el personal encargado de

la recolección de residuos, ya sean hospitalarios o no, deben contar con equipo de

protección personal (EPP). Además, contar con instalaciones de tratamiento

adecuadas y la eliminación segura de RMC serían claves para evitar la propagación

de la enfermedad. Los desechos biomédicos (DBM) son aquellos generados por las

instituciones médicas y sus centros de investigación relacionados, e incluyen

sustancias medicinales, químicas, patológicas, infecciosas, metálicas y radiactivas.

El mal manejo de los DBM puede ser una fuente de infección para los trabajadores

de la salud y los pacientes. Además, la eliminación inadecuada de estos materiales

puede contaminar las aguas subterráneas. Por lo tanto, es fundamental el manejo y

la eliminación eficaz y segura de los DBM, para controlar y prevenir enfermedades

infecciosas.

En los países en desarrollo se ha observado que los RMC fueron mezclados con los

residuos sólidos municipales. La reventa y reutilización de productos médicos

desechables puede ser un problema serio en los países donde no está regulado el

manejo de los residuos médicos. La inversión requerida para contar con servicios e

instalaciones adecuadas también es un impedimento para numerosos países. El uso

de envases de plástico también habría aumentado durante la pandemia de COVID-

19. Además, en numerosos países se habrían frenado las operaciones de reciclaje

de basura debido al confinamiento. A nivel ambiental, es preocupante la enorme

cantidad de material plástico usado, descartado y no reciclado durante la pandemia.

Diversos países volvieron a implementa el uso de bolsas de plástico de un solo uso

por cuestiones sanitarias. Los investigadores consideran que la pandemia de COVID-

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19 representará un peligro significativo para el medio ambiente, ya que se utilizan

enormes cantidades de plásticos, lo que creará importantes problemas de salud para

los seres humanos y los animales. Los plásticos pueden ser degradados del medio

ambiente mediante fotodegradación, degradación termooxidativa, degradación

hidrolítica y biodegradación mediante el uso de microorganismos. Las formas del

proceso de reciclaje de plásticos o desechos plásticos son: reciclaje primario,

reciclaje mecánico, reciclaje químico y recuperación de energía. Este último se

refiere a la recuperación completa de energía de los polímeros de residuos plásticos

mediante incineración. Aunque la técnica ayuda a generar una energía considerable

a partir de los desechos plásticos, también se producen sustancias tóxicas en el aire

lo que conduce a la contaminación ambiental. En la actualidad, los residuos médicos

como máscaras, guantes, delantales, entre otros, no son reciclables porque pueden

contener rastros de residuos infecciosos. El tratamiento térmico de los RMC sería

más seguro en comparación con otras técnicas. En diversos países, el reciclaje de

residuos durante el brote de COVID-19 es un gran desafío porque la mayoría de las

instalaciones de reciclaje están cerradas en forma total o parcial. Durante la actual

pandemia, en la que se registró un incremento notorio del uso de plásticos, sería

clave para la salud y el medio ambiente la continuidad del reciclaje de los residuos.

El vertido se considera una forma eficaz de eliminación de residuos plásticos,

especialmente en los países en desarrollo, mientas que la incineración se aplica para

la recuperación de energía de los residuos plásticos. Algunos estudios indican que el

vertido de los desechos plásticos genera menor emisión de dióxido de carbono, en

comparación con el proceso de incineración. Sin embargo, el vertido de desechos

plásticos inadecuado puede ser perjudicial para la salud y el medio ambiente. La


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Organización Mundial de la Salud brinda recomendaciones para el vertido de RMC

en condiciones de emergencia en países subdesarrollados.

Desafíos en el manejo de residuos relacionado con la COVID-19

El manejo de los efectos directos e indirectos de la pandemia de COVID-19 es un

desafío para los países, especialmente por los menos desarrollados. Las medidas

tomadas para frenar la propagación de la COVID-19 habrían alterado de forma

significativa los patrones de generación y gestión de residuos. Los RMC deben ser

manejados de manera específica e independiente del resto de los residuos. Además,

se necesitan soluciones innovadoras para abordar de manera eficaz y segura las

pandemias presentes y futuras. Para reducir la transmisión del SARS-CoV-2 se ha

recomendado utilizar accesorios de protección personal que, en general, están

compuestos por plástico. Además, los profesionales de la salud comenzaron a utilizar

cada vez más elementos de seguridad descartables que también contienen grandes

cantidades de plástico. Todos estos accesorios son eventualmente desechados y

deben ser manejados de manera segura y con el menor impacto ambiental posible.

La recolección, el transporte, el tratamiento y la eliminación de RMC son tareas de

alto riesgo y deben tomarse todas las precauciones. En diversos países, el manejo

de residuos ya era un problema antes de la pandemia y, por lo tanto, pueden

enfrentar mayores complicaciones a corto y largo plazo.

Estrategia en separación y pretratamiento de RMC

El manejo de los RMC debe empezar en los hospitales donde se originan. Estos

residuos deben clasificarse y recolectarse en bolsas o contenedores separados

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designados para ese propósito. Las bolsas que contienen RMC deben ser

desinfectadas y selladas antes de ser transportadas a los centros de tratamiento

específicos. Las bolsas de RMC separadas se guardan de manera temporal en el

área de almacenamiento donde se recolectan los desechos de manera prioritaria o

dentro de los plazos. El área de almacenamiento temporal y los vehículos de

transporte de RMC deben ser desinfectados de manera regular para evitar la

posibilidad de infección a los trabajadores de manipulación antes de que sea llevado

a las instalaciones de tratamiento y eliminación de residuos de COVID-19. La

tecnología de desinfección adecuada debe seleccionarse sobre la base de la

cantidad, los tipos, el costo y el mantenimiento para el tratamiento de los RMC. Para

tratamientos de RMC a gran escala, se pueden adoptar métodos de incineración o

pirolisis, ya que ambos operan a temperaturas más altas, lo que puede destruir de

manera eficaz los agentes infecciosos. El resto de compuestos o gases residuales

que quedan después del proceso de combustión se pueden utilizar para productos

de conversión de energía. En diversos centros de salud, los RMC se tratan

principalmente con desinfectante químico y, posteriormente, se pasan por un

microondas combinado con tecnología de desinfección con vapor

5.7 CRISIS DE DESECHOS QUE DEJA LA PANDEMIA

El aumento del consumo de plásticos y envases durante la pandemia ha producido

montañas de residuos. Sin embargo, debido a que el temor a la COVID-19 ha

provocado paros en las instalaciones de reciclaje, parte del material reutilizable se ha

desechado o quemado.

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Al mismo tiempo, los expertos en residuos sólidos afirman que se han clasificado

erróneamente como peligrosos grandes volúmenes de equipo de protección personal

(EPP). Este material no suele estar permitido en la basura normal, por lo que gran

parte se desecha en fosas de quema o como residuos.

Los expertos afirman que un problema en ambos casos es que un temor inicial que el

coronavirus pudiera propagarse fácilmente a través de las superficies ha creado un

estigma difícil de eliminar en torno a la manipulación de basura perfectamente

segura. Desde entonces, muchos científicos y organismos gubernamentales han

comprobado que el temor a la transmisión por medio de las superficies era

totalmente exagerado. No obstante, las viejas costumbres son difíciles de erradicar,

sobre todo en los países donde no se han actualizado las directrices de eliminación

de residuos y los funcionarios siguen luchando contra nuevos brotes.

“Como no existe una vía de transmisión a través del reciclaje, por ejemplo, seguimos

encontrando cosas que se queman en lugar de reciclarse porque la gente tiene

miedo” de la transmisión por superficies, dijo Anne Woolridge, que dirige un grupo de

trabajo sobre residuos sanitarios para la Asociación Internacional de Residuos

Sólidos. “Intentar educar a toda la población mundial en menos de un año es

imposible”.

En cuanto al EPP, dijo Woolridge, la imagen de guantes y cubrebocas que ensucian

por todo el planeta habría sido impensable antes de la pandemia. “Pero como todo el

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mundo dice que cualquier cosa que tenga que ver con la pandemia es un desecho

médico, eso ha ejercido presión en el sistema”, explicó.

Cierres en el sector del reciclaje

Las tasas de reciclaje cayeron bruscamente en todo el mundo el año pasado, en

parte porque la demanda de los fabricantes disminuyó. En muchos países en los que

la industria del reciclaje todavía se rige por la clasificación manual y no por la

clasificación mediante máquinas, el trabajo en persona se detuvo por temor al virus.

En Brasil, por ejemplo, la generación de material reciclable en las ciudades aumentó

un 25 por ciento en 2020, sobre todo por el aumento de las compras en línea, según

Abrelpe, una asociación nacional de empresas de saneamiento. No obstante, los

programas de reciclaje de varias ciudades suspendieron sus operaciones durante

varios meses de todos modos, alegando el temor a la transmisión por superficies.

Esto tuvo un claro costo humano y medioambiental. Un estudio reciente reveló que,

durante el periodo de suspensión, circularon al menos 16.000 toneladas menos de

material reciclable de lo habitual, lo que supuso una pérdida económica de casi 1,2

millones de dólares al mes para las asociaciones de recicladores. Otro estudio arrojó

que un mes de este tipo de suspensiones constituía una oportunidad perdida para

ahorrar el consumo de energía eléctrica empleada por más de 152.000 hogares.

“La suspensión evidenció las debilidades de nuestro sistema”, dijo Liana Nakada,

una de las autoras del segundo estudio e investigadora de la Universidad de

Campinas. Ella y su marido guardaron sus desechos reciclables durante meses en

su hogar para no descartarlos de manera inadecuada, pero fueron la excepción.

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Una brecha global

Según James Michelsen, experto en residuos sólidos de International Finance Corp.,

las tasas de reciclaje están volviendo a los niveles anteriores a la COVID-19 en las

economías desarrolladas.

“Las cifras están volviendo a la normalidad, y estamos pasando de un debate sobre

la covid a otro sobre la circularidad, la sustentabilidad y el reciclaje de plásticos”,

comentó Michelsen.

Sin embargo, en los países en los que el reciclaje se lleva a cabo mediante

recolectores informales, añadió, los cierres y los brotes siguen creando grandes

trastornos.

Antes de que un reciente brote de covid afectara a la población de Kampala, Uganda,

cientos de personas se reunían para recoger plásticos en un vertedero de la ciudad.

Luego vendían los plásticos a intermediarios, que a su vez los vendían a empresas

de reciclaje.

No obstante, cuando el país entró en confinamiento este verano, las restricciones de

movimiento impidieron que los camiones recogieran la basura en algunos distritos.

También se temía la transmisión por las superficies; los funcionarios dijeron que la

covid estaba aumentando porque la gente no se había lavado las manos.

Hasta este mes, solo alrededor de un tercio de la cantidad habitual de recicladores

acudían al vertedero de la ciudad de Kampala, dijo Luke Mugerwa, representante de

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un grupo local de encargados de recoger la basura. Algunos fabricantes que

buscaban plásticos recuperados no lograron satisfacer sus necesidades.

“Todos los días buscan comprar plástico”, dijo Mugerwa. “La demanda existe, pero la

oferta es muy baja”.

Proliferación de EPP

Otro desafío es el EPP usado que ha inundado el mundo desde los primeros días de

la pandemia. Alrededor de ocho millones de toneladas métricas de plásticos llegan al

océano cada año, y los expertos temen que el EPP usado y otros desechos puedan

empeorar aún más la situación.

La mayor parte del EPP no es peligroso, pero muchos países siguen clasificándolo

como tal, dijo Michelsen. Esto significa que los guantes y los cubrebocas usados se

agrupan a menudo con los residuos médicos verdaderamente peligrosos y se les da

un tratamiento muy costoso un despilfarro de dinero o se eliminan por otros medios.

“Si salen grandes volúmenes de estos desechos por la parte de atrás de los

hospitales, en estas zonas que no tienen infraestructura, simplemente les prenderán

fuego”, comentó Woolridge.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente calculó el año pasado

que los centros sanitarios de todo el mundo producían cerca de 2,5 kilos de residuos

médicos relacionados con la covid por persona y por día en todo el mundo. Según

este organismo, en Yakarta, Indonesia, y otras cuatro megalópolis asiáticas, el índice

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de eliminación de residuos sanitarios en general ha aumentado alrededor de un 500

por ciento.

Una parte de esos residuos acaba inevitablemente en la basura. En la capital de

Indonesia, los estudios prepandémicos de contaminación en la desembocadura de

un río local realizados por el Centro de Investigación para la Oceanografía no

mostraban mucho EPP. Pero un estudio reciente encontró que mascarillas, guantes,

trajes de protección, escudos faciales y otro equipo similar representaban alrededor

del 15 por ciento de la contaminación.

“Incluso en Yakarta, que tiene el mayor presupuesto del país para manejo

medioambiental, los desperdicios siguen llegando al medio ambiente”, dijo

Muhammad Reza Cordova, un científico que participa en los estudios.

Cacería de jeringas

Una preocupación que está surgiendo es que, a medida que la avalancha de material

crea nuevas presiones para las autoridades locales, las jeringas y otros residuos

médicos verdaderamente peligrosos pueden acabar en los lugares equivocados.

En los países más pobres del mundo, eso supondría un riesgo para la salud de los

recicladores. En Bangladés, por ejemplo, decenas de miles de personas ya hurgan

en los vertederos. Pero solo tres o cuatro de los 64 distritos del país disponen de

instalaciones para eliminar de forma segura las jeringas usadas, afirmó Mostafizur

Rahman, experto en residuos sólidos de la capital, Daca.

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Las jeringas y las ampolletas de vacunas son una mercancía valiosa en el mercado

negro, las bandas criminales tienen un incentivo para robar el material de vacunación

y revenderlo ilegalmente en el sistema sanitario.

A finales del año pasado, la Interpol advirtió que la pandemia ya había

“desencadenado un comportamiento criminal depredador y oportunista sin

precedentes” a causa del robo, falsificación y propaganda ilegal por las vacunas

contra la COVID-19 y la influenza. La advertencia se emitió antes incluso de que la

mayoría de la población mundial hubiera siquiera recibido un pinchazo contra la

covid.

CONCLUSIÓN

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Con este trabajo se concluye el impacto representativo ambiental que dejo la

pandemia gracias a la falta de medidas y planes de acción para atender una

emergencia sanitaria con respecto a los desechos médicos.

Se logró recopilar informa verídica que demostró los aspectos negativos y positivos

que trajo la pandemia y evidenciando las estrategias que tuvieron que implementar

para superar la emergencia con la pandemia; no obstante, se abren unas ventanas

de oportunidad: las ciudades pueden aplicar medidas y replantear el transporte para

mantener bajos índices de contaminación y la deforestación.

Se revisó como los gobiernos tuvieron que replantear sus rumbos para prevenir un

retroceso importante en los avances que se han hecho para lograrlo, es necesario

comprender los impactos de la pandemia en el medio ambiente y en diferentes tipos

de poblaciones.

Además, teniendo este precedente se confirmó y se dio por hecho la importancia de

tener un plan de acción ante una situación sanitaria que no se centre en el problema

si no en las consecuencias desencadenantes que se presentan, como claro ejemplo

la cantidad de desechos médicos que se generaron y que hoy por hoy se sigue

atendiendo para solucionarlo.

Para la reactivación económica, los países de la Unión Europea están planteando

una economía que disminuya las emisiones de gases efecto invernadero (GEI). No

obstante, en este artículo los autores se preguntan si América Latina y el Caribe

pueden plantear lo mismo teniendo en cuenta el contexto económico y social. ¿Cómo

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adaptarse al cambio climático después del Covid-19? ¿Cómo hacerlo en una región

con altos índices de desigualdad social y bajos niveles de desarrollo tecnológico?

Buscar respuestas para estas preguntas será una tarea indispensable de los

gobernantes de la región.

Es la parte final del trabajo de investigación, en esta parte el investigador sintetiza los

resultados de su investigación, producto del alcance del objetivo general y

específicos trazados inicialmente. A continuación, se recomiendo lo siguiente:

BIBLIOGRAFÍA

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37

Bonilla Jorge, Impactos ambientales del covid-19 en América Latina,

(2020)Barcelona, ed. Resource Economics.

Pantoja Moscoso Patricio, Un respiro para el medioambiente gracias a la

pandemia del COVID-19 (2020)Tarija , ed.4°.

Bejarano Hernan, Chavez Carlos ,COVID-19: impactos en el medio ambiente y en

el cumplimiento de los ODS en América Latina,(2020)Bogota ,ed.3°

37

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