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PRINCIPIOS Y VALORES

EN LAS CONSTITUCIONES DE 1821 Y 1991

Iván Vila Casado*


Académico correspondiente

Resumen: Los valores constitucionales expresan las preferencias


acogidas por el poder constituyente como prioritarias y funda-
mentadoras de la convivencia colectiva y representan el catálogo
axiológico, a partir del cual se derivan el sentido y la finalidad de
las normas del ordenamiento jurídico. Por su parte, los principios
son mandatos o preceptos normativos que permiten o prohíben
algo, por lo que pertenecen al mundo de los deberes, al deber ser,
lo que significa que son de naturaleza deontológica. Ya no se trata
de que algo sea bueno; lo mejor, sino de que hay un mandato que
ordena lo que debe ser. La Constitución de 1821 expresa sus valo-
res en el preámbulo y en el artículo 3º mientras que la de 1991 los
proclama en su preámbulo. Los principios fundamentales consti-
tucionales de 1821 corresponden, dentro de su contexto histórico,
al ideario liberal, lo mismo que los derechos de las personas que

*
Miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Jurisprudencia,
jurista con altos estudios de profundización en Derecho Constitucional,
doctrinante y autor de diversas obras relevantes en Derecho Constitucional,
profesor de diversas universidades y directivo de la Universidad Libre.

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pueden ser ubicados como los derechos de primera generación. En 1991, se registra
un enorme salto conceptual del Estado liberal de Derecho al Estado constitucional,
bajo la forma del Estado social de Derecho, posible en la medida en que la consti-
tución se volvió normativa, con eficacia jurídica y los derechos evolucionaron en
su número y su alcance hasta los denominados de tercera generación.
Palabras clave: Constitución, 1821, 1991, valores, principios, Villa del Rosario,
derechos, Estado liberal, libertad religiosa, fuerza normativa, eficacia jurídica.

PRINCIPLES AND VALUES OF THE CONSTITUTIONS OF 1821 AND 1991


Abstract: Constitutional values express those preferences chosen by the consti-
tutional power as fundamental priorities for collective coexistence, and represent
the axiological catalogue from which are derived the sense and objectives of the
norms toward a legal order. On the other hand, principles are mandates or nor-
mative precepts which allow or ban something; as such, they belong to the world
of duty, that which should be. It means they are deontological in nature. It is no
longer about whether something is good, or the best, but that there is a mandate
which orders what ought to be. The values of the Constitution of 1821 are expres-
sed in its Preamble and in Article 3; the 1991 one proclaims them in the Preamble.
Within their historical context the fundamental constitutional principles of 1821
correspond to the liberal ideology, in the same manner that the rights of individuals
may be called first generation rights. In 1991, an enormous conceptual leap is made
from the Liberal Rule of Law to the Constitutional State, under the Social Rule of
Law. This became possible as the Constitution became a normative one, with legal
efficacy, and the stipulated rights evolved in reach and numbers, into the scope of
those considered as third generation rights.
Key words: Constitution, 1821, 1991, values, principles, Villa del Rosario, rights,
Liberal State, religious freedom, regulatory strength or power, legal force

Los valores constitucionales

Los valores son conceptos axiológicos; responden al criterio de lo que


puede ser calificado como bueno, como lo mejor. En el plano de la moral,
se tiene que la bondad, el amor, la valentía, la lealtad, la humildad, son va-
lores humanos que la sociedad reconoce como tales y los exalta, mientras
que la maldad, el odio, la cobardía, la traición, la soberbia, son antivalores,
objetos de rechazo y repulsa.
Por su parte, los valores constitucionales expresan las preferencias aco-
gidas por el poder constituyente como prioritarias y fundamentadoras de

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la convivencia colectiva y representan el catálogo axiológico, a partir del


cual se derivan el sentido y la finalidad de las normas del ordenamiento
jurídico.
En la Constitución de 1821, se proclaman sus valores en el Preámbulo,
enunciación que aparece insertada, además, en el artículo 3º; ellos son la
libertad, la seguridad, la propiedad y la igualdad. Corresponden a los mis-
mos valores que 32 años antes habían sido exaltados en la París revolu-
cionaria de 1789, en los artículos primero y segundo de la imperecedera
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Llama la atención la inclusión de la seguridad y la propiedad como valores
constitucionales, pero ello se entiende en el marco del contexto histórico,
porque hay que tener en cuenta tanto la situación generada por el abso-
lutismo en la Francia de Luis XVI, como la de las colonias españolas,
sometidas a la arbitrariedad de las autoridades virreinales. En el proceso
revolucionario francés jugó un papel importante la naciente burguesía que
requería el respeto a la propiedad privada y seguridad para la misma.
En la Constitución de 1991, los valores aparecen enunciados en el preám-
bulo, aunque hay que precisar que no son todos los que allí se mencionan.
En efecto, la vida no es un valor jurídico, es la condición necesaria del
ser humano como sujeto y objeto de derechos; la justicia es función y
requisito estructural del Estado de Derecho; la convivencia, el trabajo, el
conocimiento y la paz tampoco son valores constitucionales sino fines que
se logran en la medida en la que se realicen los valores superiores que, en
definitiva, son la libertad y la igualdad.
La constitución democrática es finalista, ya que su fin específico es el de
realizar la libertad y la igualdad, valores que, en permanente tensión diná-
mica, configuran el fin supremo de la constitución democrática.

Los principios constitucionales

Estos principios son mandatos o preceptos normativos que permiten o pro-


híben algo, por lo que pertenecen al mundo de los deberes; al deber ser,
lo que significa que son de naturaleza deontológica. Ya no se trata de que
algo sea bueno; lo mejor, sino de que hay un mandato que ordena lo que

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debe ser. Por ejemplo, el principio de la libertad de prensa ordena al Estado


garantizar el valor libertad en relación con la actividad periodística como
algo esencial para la democracia. El principio de la igualdad de todas las
personas, frente a la ley es un mandato que le ordena al Estado garantizar
el valor igualdad a todas las personas, en relación con los derechos y de-
beres frente a la ley.
Entre los principios fundamentales de la Constitución de la Villa del Rosa-
rio de Cúcuta de 1821, se encuentran el de la soberanía nacional plena, en
los artículos 1º y 2º; la democracia popular y representativa, en su artículo
9º; la forma de Estado republicano y centralizado, en el artículo 8º.
Ahora bien, en lo que tiene que ver con los derechos de las personas, in-
corporados a la Carta Política como principios, hay que destacar que en la
Constitución de 1821 se configura la República de Colombia como un Es-
tado Liberal de Derecho. En efecto, bajo la denominación “Disposiciones
Generales”, copiada de la Constitución francesa de 1795, se consagra una
Carta de derechos, libertades y garantías a la altura de las más progresistas
de la época. Vale la pena resaltar sus contenidos más sobresalientes:
• Libertad de imprenta sin censura alguna, pero con responsabilidad.
• Derecho de petición.
• Amplia gama de derechos y garantías de protección de la libertad
personal, entre las que se encontraban la presunción de inocencia,
prohibición de la privación de la libertad sin orden de autoridad
competente, sanción penal para los responsables de detención arbi-
traria, el Habeas Corpus, legalidad del delito y de la pena, legalidad
del proceso, prohibición de agravar la pena determinada por la ley,
obligación a los jueces de pronunciar sus sentencias con mención
expresa de la ley aplicable al caso y prohibición de afectar con infa-
mia a la familia o descendencia del delincuente.
• Inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia,
• Prohibición a los militares de ocupar la propiedad privada en tiem-
pos de paz, y sin orden judicial, en tiempos de guerra.
• Garantía de la propiedad privada, prohibición de la confiscación,
expropiación por utilidad pública con previa compensación.

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• Libertad de trabajo, de industria y de comercio, excepto en activi-


dades necesarias para la subsistencia de la República.
• Prohibición de establecer limitación a la libre enajenación de los
bienes raíces a través de los mayorazgos y de las vinculaciones.
• Extinción y prohibición de títulos de nobleza, honores o distincio-
nes hereditarias.
• Igualdad de derechos civiles para los extranjeros, siempre que res-
petaren las leyes de la República.
Todos estos derechos pertenecen a los denominados de primera genera-
ción, por el hecho de surgir ellos en las primeras fases del constitucionalis-
mo y corresponden al ideario del liberalismo político.
A lo anterior, hay que agregar que, como consecuencia del espíritu de li-
bertad que prevaleció en el seno del Congreso de la Villa del Rosario, se
expidió la Ley del 21 de julio de 1821 sobre libertad de partos, manumi-
sión y abolición del tráfico de esclavos.
En lo que tiene que ver con el principio de la libertad religiosa, debe seña-
larse que a diferencia de las constituciones de la Primera República Liberal
(1810-1816), en las que predominó la intolerancia medieval, al no acep-
tarse la práctica pública o privada de credo distinto al católico, la Consti-
tución de 1821 se limitó a enunciarla con la invocación “En el nombre de
Dios, Autor y Legislador del Universo”, pero no hay ninguna mención del
tema religioso en el texto constitucional. Es más, como lo indican Martí-
nez Garnica y Pabón Villamizar, se planteó en el seno del Congreso Cons-
tituyente la siguiente pregunta: “¿La constitución política de la República
de Colombia debe contener algún artículo que hable de religión?”. Excep-
tuando a los diputados Francisco José Otero y Juan Bautista Estévez, todos
los demás votaron negativamente1. Es válido afirmar, entonces, que en este
punto prevaleció un criterio laico a pesar de que participaban como dele-
gados doce sacerdotes y un obispo, el de Mérida, Rafael Lasso de la Vega.

1
MARTÍNEZ GARNICA, Armando y PABÓN VILLAMIZAR, Silvano, Historia íntima del
Congreso de la Villa del Rosario de Cúcuta, Cúcuta, Opinográfica Impresores, 2021, p. 174

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Los principios en la Constitución de 1991

Mucha agua ha corrido bajo los puentes para llegar a la Constitución de


1991, gestada en el proceso más democrático de la historia constitucional
colombiana, moderno conjunto normativo que le dio un viraje trascenden-
tal al modelo constitucional.
Al confrontar los principios fundamentales consagrados en la Constitución
de 1821 con los de la actual Constitución, se considera conveniente señalar
las diferencias entre algunos de ellos, para mencionar luego los que son
producto del constitucionalismo contemporáneo.
En la Constitución de 1821 se estableció el principio de que: “La soberanía
reside esencialmente en la nación”, lo que en términos jurídicos significa
que el poder sobre un determinado territorio, el de la naciente República de
Colombia, recaía sobre una entidad abstracta que se llama nación, la cual
tiene un pasado, un presente y un futuro.
En la Constitución de 1991, por su parte, se señala: “La soberanía reside
exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público”. El con-
cepto de pueblo alude a una realidad concreta, tangible y mensurable. La
soberanía popular es la que le permite la revocatoria del mandato a gober-
nadores y alcaldes, porque es al pueblo al que representan y no a la entidad
abstracta denominada nación.
En relación con el principio democrático, hay que decir que en 1821 se es-
tableció una democracia representativa con importantes limitaciones debi-
do al sufragio censitario que otorgaba el derecho al voto a los varones que
supieran leer y escribir y tuvieran una determinada capacidad económica.
Por el contrario, la Constitución de 1991 está configurada sobre la base del
sufragio universal con el reconocimiento pleno del derecho al voto a las
mujeres, derecho otorgado en el Acto Legislativo 3 de 1954, en el gobierno
de Rojas Pinilla, y estrenado por ellas el 1º de diciembre de 1957, cuando
las mujeres, junto a los varones, votaron masivamente el plebiscito que
originó el Frente Nacional.
Además, se instituyó la democracia participativa. Se trata de un concepto
integral de democracia que se presenta como más incluyente, de mayor
amplitud que el de la democracia representativa, este parte de la base de

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que hay participación cuando la comunidad elige a sus representantes en


los cuerpos de decisión, a través del sufragio; pero hay también participa-
ción, y de manera directa, cuando se acude a un referendo, a una consulta
popular, en fin, cuando se utiliza alguno de los mecanismos de participa-
ción ciudadana previstos en la Constitución.
La forma de Estado adoptada en la Villa del Rosario de Cúcuta en 1821
fue la unitaria con excesivo centralismo, a instancias del Libertador Simón
Bolívar, después de una intensa disputa con quienes proponían la forma fe-
deral, acogida en la Constitución de Venezuela de 1811, forma que existía
en todo el territorio neogranadino en 1816, cuando el país fue invadido por
las tropas españolas comandadas por el sanguinario general Pablo Morillo.
En 1991 se acogió como principio fundamental la forma de República
unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, lo
que significa que se trata de un Estado unitario complejo, en el que la cen-
tralización política está matizada con la descentralización administrativa,
que es una manera de administrar, buscar una mayor libertad en la toma de
decisiones de las entidades locales del orden territorial (descentralización
territorial) y funcional (descentralización por servicios) y, como resultado
de ello, una mayor eficiencia en el manejo de la cosa pública.
Matizada, además, por la autonomía, que es un grado creciente de libertad,
busca una mayor autodeterminación de los habitantes del territorio para la
definición y control de sus propios intereses y el logro del bienestar gene-
ral, siempre dentro del marco del Estado unitario2.
Se dijo atrás que la Constitución de 1821 se configuraba como un Estado
liberal de Derecho porque allí se consignaba la protección de los derechos
y libertades individuales insertados en la Declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano de 1789, los que son conocidos como derechos
fundamentales o de primera generación.
En 1991 surge un nuevo tipo de Estado, el Estado social de Derecho, el
cual entraña la garantía material de los derechos y libertades sin renunciar a
las garantías jurídicas del Estado de Derecho. El Estado social de Derecho
supone, además, la protección de los derechos y libertades en una fórmula
2
VILA CASADO, Iván, Fundamentos del derecho constitucional contemporáneo, tercera
edición, Bogotá, Universidad Libre, 2021, p.p. 463 y s.s.

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de compromiso entre la defensa de las libertades tradicionales de corte


individual y las exigencias de la justicia social.
En relación con los derechos específicos, hay que decir que en la cons-
titución vigente están incorporados los llamados derechos de segunda y
tercera generación, desconocidos en 1821. Los primeros, surgieron como
resultado de las luchas sociales y políticas por el mejoramiento de las con-
diciones de vida de los trabajadores y de la comunidad en general. Reci-
ben también el nombre de derechos asistenciales o prestacionales, porque
imponen cargas y obligaciones al Estado, frente al cual el individuo es
reconocido como acreedor de ciertos bienes que aquel debe dispensarle a
través del aparato político administrativo.
En la Reforma Constitucional de 1936, promovida por el presidente Al-
fonso López Pumarejo, se introdujeron en Colombia derechos como la
asistencia pública como función del Estado, el reconocimiento del trabajo
como obligación social y el derecho a la huelga. Al mismo tiempo, cambió
el concepto absoluto de propiedad por el que la convierte en derecho rela-
tivo, al definirla como función social que implica obligaciones; en la Cons-
titución de 1991 se le agregó que le es inherente una función ecológica.
En la Constitución de 1991 se reconocieron nuevos derechos prestaciona-
les como el derecho a una vivienda digna (art. 51), a la recreación (art. 52),
al crédito agropecuario (art. 66), al acceso a la cultura (art. 70), para citar
solo algunos de los que hacen parte de la extensa lista de derechos sociales,
económicos y culturales allí incluidos.
A los derechos de tercera generación se les denomina derechos de la soli-
daridad humana y tienen que ver con la preocupación del mundo contem-
poráneo por las cuestiones que afectan a la comunidad y, particularmente,
las relacionadas con la protección del medio ambiente. Se diferencian es-
tos derechos de los de primera y segunda generación por cuanto persiguen
garantías para la humanidad, considerada globalmente; no se ocupan ellos
del individuo como tal, ni en cuanto ser social, sino de la promoción de la
dignidad de la especie humana en su conjunto.
La Constitución de 1991 dedica todo un capítulo, el tercero del Título II,
a los derechos colectivos y del ambiente, en el que se incluyen novísimos
derechos como el derecho a gozar de un ambiente sano, a participar en

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organizaciones de defensa de los consumidores y a que se realice un ade-


cuado aprovechamiento de los recursos naturales no renovables.
En lo que tiene que ver con el principio de la libertad religiosa, se debe re-
saltar el hecho de que, a diferencia de la de 1821 en la que este principio no
se inserta expresamente, sino que aparece sobreentendido; en la de 1991
está consagrado como un derecho fundamental en el artículo 19 en el que
se afirma: “Se garantiza la libertad de cultos. Toda persona tiene derecho a
profesar libremente su religión y a difundirla en forma individual o colecti-
va. Todas las confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la
ley”. Debe entenderse que este principio constitucional abarca el derecho
a no profesar ninguna religión, es decir, a ser ateo.
La laicidad de la Constitución de 1821 significó una gran conquista de la
libertad de pensamiento, dado el entorno histórico en el que ella se dio.
No sucedió lo mismo en la de 1830, en la que se estableció como deber
del gobierno proteger la religión católica y no tolerar el culto público de
ninguna otra.
En la Constitución de 1832 se mantuvo el deber del gobierno de proteger a
los neogranadinos en el ejercicio de la religión católica, pero se eliminó la
prohibición de practicar otros cultos. Un paso atrás se dio en la Constitu-
ción de 1843 ya que en ella se estipuló que la religión católica es la única
cuyo culto sostiene y mantiene la República.
Sin embargo, durante la vigencia de esta constitución de tendencia conser-
vadora se produjo la llamada “Revolución liberal del medio siglo”, impul-
sada por el general José Hilario López en su cuatrienio presidencial de 1849
a 1853. Durante dicho gobierno se alentó una política de abierto enfrenta-
miento con la Iglesia Católica que llevó a la separación Iglesia-Estado.

La fuerza normativa de la Constitución

Se debe mencionar un principio fundamental de la Constitución de 1991


que le dio un giro copernicano al constitucionalismo colombiano. Se trata
del carácter normativo de la constitución, de su eficacia jurídica, principio
contenido en el artículo 4º, explicitado en el artículo 85 y estructurado, de
manera expresa y contundente en el artículo 86; el de la Acción de Tutela.

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La condición normativa de la constitución no deja lugar a las llamadas


cláusulas programáticas, las que prevalecían en las constituciones ante-
riores, aquellos enunciados que le señalan al legislador propósitos o pro-
gramas que se deben desarrollar en relación con los derechos, pero que al
carecer de fuerza vinculante quedan reducidos a orientaciones generales
no susceptibles de ser exigidas judicialmente.
Por el contrario, todas las cláusulas contenidas en la Carta Política de 1991
son verdaderas normas jurídicas; por el solo hecho de hacer parte de la
constitución son vinculantes, producen efectos jurídicos, aunque con dife-
rentes grados de determinación y de eficacia. Hay que tener en cuenta que
el carácter normativo de la Constitución conduce a que, en ausencia de
regla aplicable al caso, los principios adquieren eficacia jurídica.
La fuerza normativa de la Constitución de 1991, la eficacia jurídica de sus
reglas, principios y valores es lo que ha permitido que la Corte Constitucio-
nal haya generado la profunda transformación del derecho colombiano al
acudir, de manera directa o indirecta, a los preceptos constitucionales para
hacer respetar la supremacía y efectividad de los derechos constitucionales.
La consecuencia de interpretar y aplicar directamente las normas consti-
tucionales, especialmente las que contienen derechos fundamentales, se
aprecia en los numerosos y significativos cambios producidos en el seno
de la sociedad colombiana relacionados con los derechos de las muje-
res, con los de la comunidad LGBTI, con la amplitud de los derechos de
la autonomía de la voluntad amparados en el libre desarrollo de la per-
sonalidad, para mencionar sólo algunos de los avances que, en materia
de reconocimiento de derechos, han generado las sentencias de la Corte
Constitucional, en su labor de interpretar y hacer respetar los derechos que
la Constitución de 1991 les ha otorgado, en buena hora, a los colombianos
y a quienes habitan en este territorio.
Ya para concluir, se reitera que la Constitución de la Villa del Rosario de
Cúcuta de 1821 instauró por primera vez para todo el territorio nacional el
Estado liberal de Derecho, con los valores y principios que le eran propios
dentro de su contexto histórico.
Por su parte, con la Constitución de 1991 se elevó la Carta Política al más
alto nivel de eficacia jurídica al dotarla de un vigoroso poder para proteger

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y amparar los derechos con los que los constituyentes, como representan-
tes del pueblo, otorgaron a todos los colombianos.
Adenda: se adjunta un cuadro que contiene las directrices ideológicas de
las constituciones colombianas, a partir de 1821 y, otro, con un mosaico
de las constituciones nacionales de 1821 a 1886. La caracterización de la
Constitución de 1991 se deja a la consideración de los lectores.

TENDENCIAS IDEOLÓGICAS EN LAS CONSTITUCIONES COLOMBIANAS

Conservadora Liberal Liberal radical


• Confesionalismo • Laicismo • Separación Iglesia y Estado
• Restricción de derechos • Ampliación de • Amplísimo régimen de
y libertades derechos y libertades derechos y libertades
• Centralización • Descentralización • Federalismo
• Fortalecimiento del • Fortalecimiento del • Debilitamiento del poder
Ejecutivo Legislativo Ejecutivo
• Restricción régimen • Ampliación régimen • Sufragio universal
electoral electoral

Constitución Tendencia Nombre

1821 Liberal República de Colombia

1830 Liberal Conservadora República de Colombia

1832 Liberal Estado Nueva Granada

1843 Conservadora República Nueva Granada

1853 Liberal radical República Nueva Granada

1858 Liberal radical Confederación Granadina

1863 Liberal radical EE UU de Colombia

1886 Conservadora República de Colombia

Reformas del siglo XX


Tendencia liberal
1910 - 1936 - 1945 - 1957 y 1968

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