Pedagogia Vaillant

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Reflexionando sobre la "identidad docente"

 Ana Vazquez Rodriguez@Ana_Vazquez

Por Ana Vazquez Rodriguez hace 1823 días Comentarios (2)


 identidad docente; profesorado; formación inicial; permanente; reflexión; valoración social; vocación;

cambios sociales;

          En clase tocamos el tema de la “identidad docente” y bien es cierto que nunca me había
parado a reflexionar sobre el mismo, ni sobre lo que de verdad supone. Y, sobre todo, nunca me
había parado a pensar sobre todas las experiencias, conceptos personales y la importancia que la
formación inicial tiene para constituir la identidad de cada profesor que hemos observado
directamente como alumnado a lo largo del transcurso de nuestra trayectoria escolar.

            En este sentido, me parece importante primero introducir qué es la identidad docente, para
luego ir reflexionando paulatinamente sobre lo que supone su construcción y los problemas y crisis
que se van sucediendo en esta identidad docente.

            Para comenzar, debo decir que el tema y debate sobre qué es ser docente,  comenzó con la
conferencia que Denise Vaillant (Catedrática en Políticas Educativas de la Universidad de Uruguay
y Chile. Autora de numerosos artículos y libros referidos a la temática docente, reforma e innovación
educativa. Coordinadora del Grupo de Trabajo sobre Desarrollo Profesional Docente en América
Latina de PREAL) ofreció en 2007 titulada «La identidad docente, la importancia del profesorado
como persona». En la misma, se caracterizó la profesión, así como se trataron algunos problemas
y dificultades, proponiéndose a la vez algunas experiencias para repensar la profesión docente en
nuestro siglo. Para mi análisis sobre este tema, he de constatar que partiré siempre de este
documento como referencia clave,  ya que considero que es interesante reflexionar profundamente
del mismo, sobre diversos aspectos que lo componen y albergan.

            Y bien, antes de nada, es fundamental definir en este momento lo que se considera por el
concepto de identidades docentes. Las mismas son entendidas: «como un conjunto heterogéneo de
representaciones profesionales y como un modo de respuesta a la diferenciación o identificación de
grupos profesionales. Existen identidades múltiples que dependen de los contextos de trabajo o
personales y de las trayectorias de vida profesional» (Huberman et al., 1989). Es decir, la temática
de las identidades docentes, se refiere a cómo los docentes viven subjetivamente su trabajo y a
cuáles son los factores de satisfacción e insatisfacción. Además, también guarda relación con la
diversidad de sus identidades profesionales (construcción social que surge de un legado histórico y
de una transacción) y con la percepción del oficio por parte de los docentes y por parte de la
sociedad. Todo ello, nos lleva a una concepción de la identidad docente tanto como dentro de la
experiencia personal del docente, así como en el papel que le es reconocido al mismo por la
sociedad.

             Es importante mencionar aquí que la construcción de la identidad profesional se inicia en la
formación inicial del docente y se prolonga durante todo su ejercicio profesional. Además, esta
concepción de la identidad de cada profesor formaría parte de su propia identidad social como
individuo y se trataría de la “definición de sí mismo” que haría cada docente de su propia persona.

            Pero para conformar la identidad docente, no se parte sólo de la formación inicial o en la
preparación para ser profesor. La socialización con la profesión docente y, por lo tanto, el concepto
que cada docente guarda de lo que debe ser dicha profesión, ya viene desde la socialización que
hacemos con la misma, cuando somos alumnos. Desde pequeños, mediante la observación,
aprendemos qué es y qué hace un profesor y ese conocimiento poco reflexionado se mantiene
posteriormente en la configuración de la identidad docente de cada profesor y que muchas veces
supone una dificultad para la transformación profesional que incide en mejores y nuevas prácticas
educativas. Por lo tanto, se debe partir de la idea de que para avanzar en la recontrucción de la
identidad docente se debe avanzar, rompiendo los prejuicios e ideas preconcebidas sobre la función
social y profesional del maestro. Es vital mencionar en este momento, la función tan esencial que
tiene tanto la formación inicial como permanente del profesorado, para aprender a romper todas las
quejas (profesor como víctima) en verdaderos compromisos con la profesión docente (compromiso
con el cambio).

            Como sabemos, la identidad del docente actual está influenciada por una serie de
factores:

1. Por los cambios sociales y en el contexto, la evolución de los valores y en las


concepciones sociales: aumento de exigencia y de responsabilidades a los docentes que deben
hacer frente a estos cambios (aparición medios de comunicación, TIC). Participación
fundamental de la familia en la enseñanza, dejando el papel educador no sólo en la escuela.
Actualmente se responsabiliza a los docentes del fracaso educativo, por lo que se les exige
más.
2. Construcción de la identidad docente: se parte de la socialización con la profesión
docente como alumnado. La profesionalización adecuada para el docente debe tener: la
existencia de un entorno laboral adecuado, una formación inicial y continua de calidad y una
gestión y evaluación que mejore la práctica laboral de los docentes.
3. Vocación docente: los docentes entienden que la “buena” docencia es producto de la
misma (sentido “misionero” del educador).
4. La in/satisfacción laboral: los docentes se consideran satisfechos al alcanzar los
objetivos previstos (aprendizaje, formación de alumnos). Sin embargo, bastante insatisfechos
por el bajo prestigio de su profesión y el escaso reconocimiento que tiene la sociedad con su
trabajo.
5. Insatisfacción con la tarea: Varios estudios recientes (Vaillant y Rossel, 2006)
muestran la disconformidad de los docentes con sus condiciones laborales y materiales (salario,
infraestructura de las escuelas). Además se muestran desconformes con las oportunidades que
tienen de ascenso a cargos de responsabilidad.
6. Falta de valoración social: los profesores están convencidos de que la sociedad no
los valora.

  Después de mencionar los múltiples factores que afectan a la identidad docente, creo vital
reflexionar sobre la necesidad de una buena formación inicial y permanente del profesorado para
superar la visión que algunos docentes conforman a lo largo de su experiencia con el marco escolar
sobre el profesorado. Como dije anteriormente, la identidad social no sólo se conforma cuando uno
decide formarse como profesor, sino que ya se elabora como un constructo personal en nuestra
socialización como alumnos. Personalmente, me acuerdo de profesores pésimos en primaria y,
sobre todo, en secundaria y bachillerato que han hecho por ejemplo ver en mí como no debe ser un
docente y decidir elegir la carrera de Pedagogía, justamente por ese motivo, porque en ese
momento como alumna observé cómo era el modelo de docente que me hacía progresar tanto
personal como en el ámbito académico (métodos más interactivos, comprensión y ayuda del
docente...) y el que no quería (profesorado estrictamente centrado en dictar su asignatura, en
castigar a los que hablaran e incluso a desprestigiar a los alumnos considerándonos inferiores). Ante
este hecho, después de tratar todo el tema de la identidad docente, me doy verdaderamente cuenta
cómo influye la consideración que han tenido esos profesores y cómo los han formado, ya que si
estás acostumbrado a ver que el docente sólo se centra en los contenidos poco más deberás hacer
si tú has logrado el éxito educativo mediante esa metodología.

            Pero como ya he dicho, la nueva sociedad del conocimiento hace que cada día los docentes
se encuentren con más cambios, con alumnado completamente diferente al que eran ellos hace
unos años y con métodos completamente nuevos de enseñanza que le son ajenos. Ante esto,
podemos ver en la actualidad, al profesorado que se reduce a ser víctimas y a seguir centrados en
sus contenidos, y al verdadero profesorado que se enfrenta al cambio educativo y a la mejora de la
práctica de la enseñanza, no sólo por el alumnado o porque se lo exija la administración educativa,
sino porque apuestan a defender su profesión y a aprender porque quieren avanzar y no estancarse
en el aprendizaje escueto y desactualizado que observan ya no puede hacer frente a las
necesidades que ahora se le presentan. Sin embargo, creo que es muy fácil apostar por este
profesorado porque es verdaderamente el que debería presentarse en nuestras aulas, pero también
creo que es muy injusto hablar de él, sin tener en cuenta a las reformas que deben hacerse en la
formación inicial para un constructo adecuado de la identidad docente (con prácticas más reflexivas
que apuesten por este segundo tipo de docente) y también dándole la gran importancia que
debemos concederle a la formación permanente y durante el ejercicio del profesorado de su
condición laboral.

         Finalmente, todas estas consideraciones para mí se resumen en una reflexión final que es:
exigimos mucho a los docentes,  pero, ¿de verdad nos damos cuenta como sociedad y como
antiguos alumnos de lo difícil que es enseñar? Y mucho mas allá ¿le concedemos la
verdadera importancia que se merece la labor de los docentes?. Difícilmente la identidad del
docente se conformará si no consideramos su formación como vital para el desarrollo de
todo el alumnado y del docente y, sobre todo, si no concretamos la figura del docente como
esencial para el poder educarnos como sociedad.

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