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Conmemoraciones patrióticas,

imposiciones imperiales y resistencia


social en Panamá 1903-1925

Patriotic Commemorations, Imperial Impositions and Social


Resistance in Panama 1903-1925

Félix Chirú
Universidad de Panamá, Ciudad de Panamá, Panamá
[email protected]

A RT ÍCU LO D E I N V E S T I G ACI Ó N

Fecha de recepción: 10 de febrero de 2019 · Fecha de aprobación: 18 de septiembre de 2019

DOI: https://doi.org/10.15446/cp.v15n29.77568

Cómo citar este artículo:


APA: Chirú, F. (2020). Conmemoraciones patrióticas, imposiciones imperiales y resistencia social en
Panamá 1903-1925. Ciencia Política, 15(29), 147-177.
MLA: Chirú, F. “Conmemoraciones patrióticas, imposiciones imperiales y resistencia social en Panamá
1903-1925”. Ciencia Política, 15.29 (2020): 147-177.

Este artículo está publicado en acceso abierto bajo los términos de la licencia Creative Commons
Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 2.5 Colombia.

| VOL. 15, N.º 29  ENE-JUN 2020  ·  ISSN IMPRESO 1909-230X · EN LÍNEA 2389-7481 /PP. 147-177 147
FÉLIX CHIRÚ

Resumen
Este estudio aborda las narrativas de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX en la prensa
panameña sobre la estrategia estadounidense de introducir referentes de identificación de
los valores patrióticos de esa nación en Panamá. También sigue de cerca la manera cómo
utilizaron la celebración del 4 de julio, día conmemorativo de la independencia de los
Estados Unidos, en la Zona del Canal y en la ciudad de Panamá, con el objetivo de lograr una
identificación de los panameños con los símbolos patrios del imperio. Finaliza el análisis
con una aproximación a  las reacciones de la sociedad panameña frente a este despliegue
simbólico y patriótico imperial.

Palabras claves: 4 de julio; conmemoración; ocupación; protestas; ritual.

Abstract
The following study addresses the narratives in the late nineteenth and early twentieth
centuries found in the Panamanian press regarding the USA strategy of introducing its
identity patterns of patriotic values in Panama; how they used the celebration of July 4th
–commemorative day of the independence of the United States of America, in the Canal Zone
and in Panama City, to achieve identification between Panamanians and patriotic symbols of
the empire. The analysis ends with an approach on the reactions of the Panamanian society
towards this imperial, symbolic and patriotic display.

Keywords: 4th of July; Commemoration; Occupation; Protests; Ritual.

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CONMEMORACIONES PATRIÓTICAS, IMPOSICIONES IMPERIALES Y RESISTENCIA SOCIAL EN PANAMÁ...

Introducción
En una edición del Boletín Oficial, el gobierno colombiano solicitó
desmentir la noticia sobre una posible anexión de Panamá a Estados
Unidos (“Telegrama”, 1899). Además de que no se reportó más informa-
ción al respecto, dicha publicación circuló en el contexto de la Guerra de
los Mil Días (1899-1902), considerada el conflicto más desastroso no solo
para la economía colombiana sino en pérdidas humanas; que proyectó la
frágil y débil formación estatal de este país; y que tuvo como consecuen-
cia la separación de Panamá en 1903 (Román, 2018).
La amenaza militar de Estados Unidos para controlar la zona estra-
tégica de tránsito de Panamá constituyó, desde finales del siglo XIX, un
peligro latente para el gobierno colombiano (Montañez, 2004). Tras el
fracaso de Francia en su intento por construir el Canal interoceánico en
Panamá (1880-1888) y el triunfo de Estados Unidos en la Guerra Anglo-
hispana de 1898, la necesidad de construir esa obra ocupó un lugar de pri-
mer orden para esa potencia como poder hegemónico en la región. Según
Fisher (1998), pese a que los marines ocuparon el Istmo de Panamá hasta
la pacificación en 1902, en referencia al fin de la Guerra de los Mil Días,
el gobierno estadounidense prefirió el camino de la negociación (Fisher,
1998), pero esta política cambió con el presidente Theodore Roosevelt y
la puesta en marcha del Big Stick Policy.
En este artículo abordaremos el periodo que transcurre entre 1898 y
1925. En esos años se discutió la posible anexión de Panamá; la indepen-
dencia de Panamá de Colombia; se firmó el Tratado Hay Bunau Varilla
el 18 de noviembre de 1903, mediante el cual Panamá concedió a Estados
Unidos el derecho a construir y controlar un Canal; y se incrementó su
presencia civil y militar en el país, dominando y ocupando un espacio
denominado Zona del Canal, 1 donde se forjó un estilo de vida estadouni-
dense (Miranda y Vallarino, 2002).
Este estudio hace énfasis también en la conmemoración del 4 de
julio, tano en esa Zona como en Panamá, instituida oficialmente a través
de leyes, así como otros momentos en los que socializaban panameños y
estadounidenses. Posteriormente, se atenderán las respuestas de los sec-
tores subalternos en rechazo a la injerencia estadounidense. En especial
se atenderán las voces de poetas, discursos y protestas de panameños en

1 La Zona del Canal fue un espacio territorial de 1492 km2, creada por el Tratado de
1903, entre Panamá y Estados Unidos, para la construcción del Canal interoceánico.

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contra de lo que parecía ser una sumisión total de Panamá a los intereses
estadounidenses.
Si bien aquí no se trata de desconocer los momentos violentos que
también sucedieron en esos encuentros y que pueden leerse reiterada-
mente en la prensa de la época, este trabajo está dirigido más que nada
a comprender las formas de sociabilidad que se produjeron tras la llega-
da de los estadounidenses a Panamá, en las primeras décadas del siglo
XX, y la organización y las estrategias de los sectores subalternos para
enfrentar ese nuevo orden imperial. Este estudio finaliza a mediados
de la segunda década del siglo veinte cuando una nueva generación de
panameños agrupados en Acción Comunal y otras organizaciones exigie-
ron cambios para el país.

Entre 1898 y 1906: las narrativas sobre el


protectorado estadounidense en Panamá
En un lúcido ensayo sobre la historia de Panamá en la decimonónica
centuria, Figueroa (2004) consideró 1898 un año que “significó una rup-
tura dentro de una continuidad” (Figueroa, 2004, p. 123) y sustentó sus
argumentos, entre otros motivos, en el desplazamiento de Panamá como
departamento colombiano a protectorado estadounidense y la finaliza-
ción del Canal interoceánico. Con su síntesis, Figueroa (2004) explicó
las repercusiones que tuvo para Panamá la Guerra de 1898, narrativa que
han sostenido diversos autores. Smith (2000), por ejemplo, en un análisis
de la política exterior estadounidense y sus intereses hegemónicos en el
Caribe y Centroamérica, manifestó: “uno de los objetivos más tempranos
y perdurables de Estados Unidos hacia América Latina ha sido mantener
a otras potencias fuera del hemisferio –o al menos impedirles que se
establezcan de una manera en que puedan amenazarles–” (Smith, 2000,
p. 8). Este interés adquirió nuevas dimensiones con el Canal de Panamá
nuevas dimensiones y explica el control de Centroamérica y el Caribe, y,
en virtud de lo antes expresado, la intervención de Estados Unidos en la
Independencia de Panamá de Colombia en 1903 (Araúz y Pizzurno, 1998).
Sobre esta discusión del papel estadounidense a finales del siglo XIX
y la posible anexión de Panamá a Estados Unidos, el periódico colom-
biano El Rayo X de tendencia liberal, en mayo de 1898 y en medio de la
Guerra Anglo-hispana, entrevistó a diez preclaros intelectuales de ese
país; por mencionar algunos: Miguel Samper, Carlos Martínez Silva,
Salvador Camacho Roldán y Gil Colunje. Esta entrevista inquirió sobre

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cuál de las dos potencias tendría mayor posibilidad de triunfo; el peli-


gro de la absorción territorial de parte de EE. UU. en Hispanoamérica;
e insistió en las consecuencias que tendría el triunfo de una de esas
potencias para la República de Colombia, especialmente, por el estraté-
gico departamento de Panamá.
Si bien los diez intelectuales coincidieron con la virtual victoria esta-
dounidense, con su admiración al progreso alcanzado por esa nación,
con sus ideas de justicia y libertad, y la decadencia de España, todos
hicieron hincapié, como parte del complejo contexto de ese conflicto
bélico finisecular, en el valor estratégico del Istmo de Panamá y del futu-
ro canal. Esta entrevista ofrece una visión de cómo esos intelectuales
comprendieron su tiempo, el complicado proceso de formación de los
estados nacionales en Hispanoamérica y los intereses imperiales que se
disputaban en el Caribe y Centroamérica además de la imposición hege-
mónica estadounidense en la región.
Miguel Samper, al respecto, declaró:
Esa acción –en referencia al dominio de Estados Unidos– será más
eficaz desde que el Canal de Panamá ponga en mayor contacto las dos
grandes secciones del continente. Los intereses políticos, lo mismo que
los comerciales, pasarán a ocupar allí el primer puesto en la superficie de
nuestro planeta. (“Entrevista con Miguel Samper”, 1898, p. 2)

Juan Manrique, por su parte, declaró que era preferible que el mara-
villoso Istmo de Panamá quedara bajo la órbita estadounidense, nación
que no podía apoderarse del estratégico paso interoceánico dado el inte-
rés de conservar la neutralidad por parte de las naciones del mundo
(“Entrevista con Miguel Samper”, 1898). Pero la historia fue diferente a
lo largo de la vigésima centuria y el canal interoceánico constituyó una
ruta decisiva en la hegemonía continental estadounidense.
Esas entrevistas publicadas en El Rayo X constituyen una valiosa
fuente para comprender las discusiones de finales del siglo XIX sobre el
ascenso imperial estadounidense desde la visión de algunos intelectua-
les colombianos. Estos esbozaron sus argumentos en referencia a lo esti-
pulado en el Tratado Mallarino Bidlack, firmado entre Estados Unidos y
Colombia en 1846, mediante el cual el gobierno de Estados Unidos garan-
tizaba la soberanía colombiana sobre Panamá y el derecho de tránsito a
los estadounidenses.
Sobre el peligro de la anexión a Estados Unidos, con el título “Panamá
Yankee” el semanario El Lápiz, en 1899, criticó la situación económica

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que atravesaba Colombia e insinuaba la posibilidad de la venta del depar-


tamento de Panamá como mecanismo para obtener recursos. Dicha
publicación expresó que no correspondía a Colombia decidir sobre el
destino de Panamá sino a los propios panameños. Con respecto a Estados
Unidos, la publicación expresó:
Para la mayoría de los habitantes de Panamá, para los que vean más de
cerca, es ya un hecho que Panamá será yankee. Ello sucederá ya por venta
traidora, ya por derecho, por resultado de reclamaciones o por la fuerza.
(“Panamá Yankee”, 1899)

La nota hizo eco del interés de Estados Unidos de dominar el sitio


por donde se construiría el canal e insistía en el rechazo a la anexión a
esa potencia y no aumentar una estrella más la colonia estadounidense.
En la misma corriente Montañez manifestó:
La construcción de un canal por el Istmo centroamericano correspon-
día a uno de los imperativos del imperialismo estadounidense. Lo paradó-
jico era que esa construcción representaba, a su vez, la aspiración máxima
de los panameños, como parte de una aspiración comercial colectivo cul-
tivado desde tiempos coloniales. Esta coincidencia en el objetivo prag-
mático, la construcción del canal, aunque desde intereses sociales bien
distintos, se convirtió en la más desafortunada de las circunstancias,
pues ella hizo que resultara relativamente fácil la ejecución de los planes
geopolíticos estadounidenses. (Montañez, 2004, p. 148)

Con esa coincidencia asimétrica de intereses Panamá entró en la órbi-


ta imperial e inició su fase de protectorado estadounidense a inicios del
siglo XX.
Al instituirse el protectorado estadounidense en Panamá a partir de
1903, en la prensa emergieron dos narrativas: una que advirtió sobre el
peligro y la paulatina pérdida de la soberanía del país; y la segunda, que
insistió en el compromiso de justicia que albergó la participación de los
Estados Unidos en la independencia de Panamá. El editor del diario El
Mercurio, por ejemplo, cuestionó en 1904 la ocupación estadounidense
de la Zona de Canal y publicó: ¿hasta cuándo y hasta dónde? Esta consti-
tuye una protesta por el control que los estadounidenses tendrían sobre
los dos puertos más importantes de Panamá (Cristóbal por el Mar Caribe
y Balboa por el Océano Pacífico) en incluso, la pérdida de los dos puntos
de conexión mundial de la recién formada República, pero a la vez hace

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referencia al complejo contexto de Panamá a inicios del siglo XX (“Los


asuntos de Panamá”, 1906).
Ese diario insistió en el peligro que representaba esa presencia en
el devenir histórico de Panamá. Al respecto, Gandásegui (2016) explicó
sobre el contexto de 1903 que “el proyecto de emporio comercial de los
conspiradores panameños del 3 de noviembre fracasó. EE. UU. tomó
posesión de la posición geográfica y de la ruta de tránsito” (Gandásegui,
2016, p. 10A).
En 1906, nuevamente El Mercurio hizo eco de una nota del Diario de
El Salvador, que esbozó un paralelismo entre la situación cubana y la
panameña e hizo hincapié en el problema de la soberanía de ambos paí-
ses. En el caso panameño, la publicación manifestó que, al perderse los
propósitos de la independencia de 1903, “la nave se está hundiendo y a
punto de naufragar” (“Los asuntos de Panamá, 1906, p. 2), advirtiendo el
peligro de no ser capaz de gobernarse dando paso al control directo de
los estadounidenses en los asuntos internos panameños, tal como pro-
gresivamente ocurrió.
Reiteradas manifestaciones de preocupación por el creciente control
estadounidense sobre Panamá pueden leerse en la prensa de inicios del
siglo XX, época de incertidumbre. En 1910 el semanario La Palabra con el
título “anexión o patriotismo” (“Anexión o patriotismo”, 1910), hizo eco
de una publicación del Washington Post que se refirió a la visita del pre-
sidente William Taft y la posible anexión de Panamá a Estados Unidos,
solicitada por un grupo de notables panameños. El periódico estadou-
nidense agregó que el presidente Taft atendería dos asuntos urgentes: la
fortificación del Canal y la posible anexión de Panamá. Recalcó, además,
la sugerencia de los funcionarios estadounidenses de lograr esa anexión
antes de la inauguración del Canal y asegurar el buen funcionamiento
de la vía acuática. Para desmentir esa información La Palabra publicó
una carta de un grupo de panameños dirigida al presidente Taft en la
que puede leerse la bienvenida al gobernante estadounidense.
Pero también en las publicaciones de la época pueden leerse bien-
venidas a los nuevos advenedizos. Bajo el título “Nuestros amigos del
Norte”, el Heraldo del Istmo publicó un reconocimiento y agradecimiento
“nacional” a un grupo de estadounidenses que colaboraron con la inde-
pendencia de Panamá en 1903 y “sus nombres deben quedar consignados
en las páginas de nuestra historia para conocimiento de nuestros des-
cendientes que serán los mejores aprovechados por el suceso [en relación
con la independencia de Panamá]” (“Nuestros amigos del Norte”, 1904).

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Esa publicación contó con una descripción del majestuoso programa de


bienvenida al presidente Taft en la Ciudad de Panamá.
Algunos periódicos y voces advirtieron sobre la sumisión al gobierno
estadounidense. El poeta Ricardo Miró expresó su angustia por la pre-
sencia extranjera en 1907, al tener que “fungir de cuentista, de crítico, de
corrector de pruebas, para engañar a la América, para hacerle creer que
no nos volvemos yanquis por minutos” (Miró, 1908, p. 80). 2 Esa manifes-
tación de Miró revela el complicado contexto posterior a la independen-
cia de Panamá en 1903. A pesar de esto El Heraldo del Istmo interrogó a
un grupo de intelectuales panameños sobre los beneficios que traería la
influencia estadounidense en el desarrollo de la literatura panameña. El
poeta Demetrio Herrera, por ejemplo, respondió:
Un país joven no ejerce influencia literaria sobre los demás porque
carece de arte propio. La literatura de Estados Unidos es el reflejo de la
europea, especialmente, de la inglesa y la francesa. Nada, pues, en mí
concepto puede influir en la cultura artística del Istmo, y mucho menos
siendo distintas las lenguas de las dos repúblicas. (“Nuestros amigos del
Norte”, 1904, p. 14)

Una apreciación similar manifestó este grupo de panameños. La


indagación de El Heraldo representa el interés que causó entre algunos
panameños la influencia cultural estadounidense en Panamá y, especial-
mente, esa visión de nación modelo en el plano cultural.

El 3 de noviembre y el “4 de julio”: el
nuevo calendario cívico de Panamá
Cada sociedad establece vínculos con el tiempo de un modo particu-
lar para concebir el pasado, el presente y el futuro. El 3 de noviembre de
1903 iluminó los nuevos rumbos que debían asumir los panameños en
relación con su memoria colectiva y los proyectos del porvenir. El sur-
gimiento de la República trazó la urgente tarea de crear y fortalecer la
identidad nacional en Panamá, proceso que implicó seleccionar los suce-
sos del pasado y que la población debía recordar. Las conmemoraciones
constituyen rastros de ese proceso de invención nacional y expresan las
distintas interpretaciones del pasado que reelaboran los grupos sociales

2 Una explicación completa sobre el comentario de Ricardo Miró la ofrece Rodrígo


Miró (1983).

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(Moreno, 2009). La conformación de esa memoria colectiva panameña a


inicios del siglo XX correspondió a una elite política cultural que se for-
muló la tarea de enseñar a los ciudadanos el pasado común que debían
compartir para conformar una nación moderna.
Ricoeur manifestó que “recordar no es solo acoger sino hacer algo
con ese recuerdo” (Ricoeur, 2003, p. 20). Es por esta razón que las fiestas
cívicas y las conmemoraciones consideradas de importancia nacional
son momentos que aprovechan los Estados para representar una visión
oficial del pasado. En Panamá, la idea de nación fue concebida prime-
ramente entre la elite político cultural de ascendencia liberal, quienes
intentaron inculcar un sentido de pertenencia y lealtad de la población
hacia la comunidad política.
En el proceso de creación de los imaginarios nacionales, la elite polí-
tica cultural panameña se mostró como un poder presente capaz de
favorecer la marcha hacia el progreso y promovió la conmemoración de
sucesos que representaron acontecimientos fundadores de la nación. La
“invención de la tradición” fue un recurso muy utilizado por las elites
desde fines del siglo XIX. Según Hobsbawm y Ranger comprende tres
elementos: la educación primaria, las conmemoraciones públicas y los
monumentos (Hobsbawn y Ranger, 2002). A pesar de que ese proceso
“nacional” se aceleró en Panamá, a partir de 1903 la conmemoración del
4 de julio –día de la Independencia de Estados Unidos– no pasó inad-
vertida y constituyó otra de las fechas celebradas del nuevo calendario
cívico del país.
Con la independencia de 1903, el 3 de noviembre ha sido conmemo-
rado en Panamá como el principal día de fiesta nacional de Panamá. Esa
fecha cívica contó, a partir de 1904, con un programa conmemorativo
que convocó a la población a recordar el glorioso momento de fundación
de la República. No obstante, el 20 de julio, día de la Independencia de
Colombia celebrada en Panamá desde finales de la decimonónica cen-
turia, fue “olvidado” y el 28 de noviembre, día de la Independencia de
España, perdió el esplendor que se le concedía en Panamá desde finales
del siglo XIX. Quiere decir que, a partir de 1903, hubo un nuevo calenda-
rio cívico en el país en donde algunos sucesos siguieron siendo recorda-
dos, surgieron otras efemérides y otras olvidadas de la memoria histórica.
Con respecto al 20 de julio, en 1914 un grupo de panameños protestó
en la ciudad capital por la costumbre de la colonia colombiana de con-
memorar esa fecha, con el paseo de la bandera de ese país por las calles
de la Ciudad de Panamá, recorrido acompañado con la exclamación ¡Viva

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Colombia! ¡Mueran los traidores! Esto último en alusión a los paname-


ños. Esta celebración, que al parecer no desapareció pese a la desinte-
gración de Panamá de la nación suramericana, causó una gran polémica
en 1914 y forjó una agrupación cívica de jóvenes panameños o Comité
Patriótico Juvenil y demandó la prohibición de la celebración de la fiesta
cívica “extranjera” a las autoridades municipales de la ciudad de Panamá.
En la prensa puede leerse “Panameños: el 20 de julio se acerca debe-
mos en esta fecha como en no lejano tiempo, dar muestra de que en
nuestra sangre ardiente palpita el patriotismo” (“4 de julio”, 1914, p. 3).
El llamado a los panameños y la metáfora de “nuestra sangre ardien-
te” forman parte de ese proceso de creación de los imaginarios naciona-
les de los panameños, de los rituales cívicos, símbolos patrios y el relato
nacional, y, ante todo, de ciudadanos que se pensaron como miembros
de una “comunidad imaginada”.
En una “patriótica y cívica” manifestación, los miembros del comité
solicitaron al alcalde de la Ciudad de Panamá impedir la celebración de
la fiesta colombiana. Correspondió a Julio Rangel dirigirse a la multitud
en un improvisado discurso en el que destacó:
Dando muestras de civismo, nosotros los hijos de la moderna y civili-
zada República de Panamá, la patria protectora de todos los ingratos, la
que a nadie ocupa sin otorgarle recompensa, la amiga de todas las razas
y todos los idiomas, pedimos, que se les impida a los colombianos que
paseen su pabellón por nuestras calles y casas y se les exija el respeto a
nuestra Patria. (“4 de julio”, 1914, p. 3)

Esas manifestaciones públicas del Comité tuvieron éxito, el alcalde


Máximo Almendral emitió una resolución mediante la cual prohibió a la
colonia colombiana celebrar “públicamente” el 20 de julio.
Pero la prohibición del 20 de julio no impidió la conmemoración
de una nueva fiesta cívica: el 4 de julio, día de la Independencia de los
Estados Unidos. Declarado oficialmente día de celebración en Ciudad
de Panamá y Colón, fue una fiesta cívica conmemorada por la pobla-
ción civil y militar estadounidense acantonada en la Zona del Canal.
Sobre esa conmemoración, en 1911, Edwards anotó: “el 4 es un gran día
en la Zona […] es la propagación más cosmopolita de nuestra vieja águila
jamás disfrutado” (Edwards, 1911, p. 535). Constituye una representación
y expresión de la expansión del imperio estadounidense en la estratégi-
ca zona centroamericana. Edwards agregó que, de 5.000 estadouniden-
ses residentes en la Zona, unos 30.000 extranjeros disfrutaban de esa

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conmemoración, en alusión a la población afrocaribeña que trabajó en


el canal y panameños.
Entre 1908 y 1921 el Canal Record informó sobre las comisiones encar-
gadas del programa anual para la conmemoración del 4 de julio en la
Zona del Canal. Los sitios escogidos: Ancón y Balboa en el lado Pacífico,
y Cristóbal en el Atlántico. El programa anual contempló atletismo,
torneos de tenis, juegos de béisbol, carreras de caballos en la “Avenida
Roosevelt”, deportes acuáticos, conciertos, parada, fuegos artificiales y
bailes. En Cristóbal, en 1911, “los deportes acuáticos formarán una de las
características más interesantes de la celebración del 4 de julio” (“The
Fourth of July”, 1912, p. 352, traducción propia). En 1912, ante el aumento
del número de estadounidenses en la Zona del Canal se decidió efec-
tuar la celebración en Ancón, en especial, por la presencia de quienes se
encargaron de instalar las compuertas de las esclusas y del décimo des-
tacamento de infantería.
En 1914, las fuentes hacen énfasis en la presencia del presidente pana-
meño Belisario Porras y su esposa. Como de costumbre, la lectura del
Acta de Independencia de Estados Unidos en ese año correspondió al
Juez William Jackson. Los escolares cantaron el Himno de Panamá y
los Estados Unidos, acompañados por la Banda Republicana de Panamá
y la Tenth Infantry Band, además, Panama, My Panama y Maryland, My
Maryland de C. C. Brown. Esa conmemoración anual terminó con un
alegre baile.
El programa conmemorativo de 1912 (“The Fourth of July”, 1912), con-
templó actividades en tres jornadas:
• En la mañana: Ejercicios patrióticos en el estadio de béisbol de An-
cón; iniciaba a las 9:45 a.m. Torneo de tenis para solteros. Even-
tos atléticos en el campo de pelota. Actividades acompañadas de la
banda Isthmian Canal Commision (ICC) y del Cuerpo de Marina.
• En la tarde: Exhibición por el Cuerpo de Bomberos, torneos de te-
nis, juegos de béisbol y eventos acuáticos acompañados por la ban-
da del Tenth Infantry y del Cuerpo de Marina.
• En la noche: Fuegos artificiales a las 7:30 p.m. Acompañado de un
concierto por las bandas ICC y Tenth Infantry. Baile en el Hotel Tí-
voli a partir de las 9:00 p.m.
No solo en la Zona del Canal se festejó el 4 de julio, sino también en
la Ciudad de Panamá y Colón se aprobó como día feriado. Según las fuen-
tes, esa decisión política obedeció a la gratitud de la garantía de indepen-
dencia de Panamá que concertó el tratado firmado con Estados Unidos

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en 1903. Con gran júbilo se conmemoró anualmente ese día en Panamá, a


inicios del siglo XX. En 1909, el decreto ejecutivo no. 79 (“En honor del 4
de julio”, 1909), declaró al 4 de julio día de fiesta cívica en las ciudades de
Panamá y Colón, en correspondencia con la cortesía de las autoridades
de la Zona del Canal de conmemorar el 3 de noviembre, día de la fiesta
nacional de Panamá. En 1911, el decreto ejecutivo no. 10 declaró “guardar
el mediodía de 4 de julio y con tal motivo será izado el pabellón nacional
en todas las oficinas públicas en honor del glorioso día” ("4 de julio", 1911,
p. 1). La Banda Republicana de Panamá ofreció también un concierto en
Balboa, un área controlada por los estadounidenses.
También en la prensa pueden leerse versos sobre la sumisión creciente
a los Estados Unidos. Los editoriales de La Estrella de Panamá y el Diario
de Panamá de cada 4 de julio, ininterrumpidamente en las primeras
décadas del siglo XX, constituyeron un homenaje a la fecha, loas y admi-
ración a la nación estadunidense, aun a finales de la década del veinte
cuando el rechazo a los estadounidenses se había manifestado en distin-
tos escenarios y sucesos. El semanario Los Hechos, de tendencia liberal,
anunció sobre el 4 de julio el feriado vespertino correspondiente a los
funcionarios públicos de la ciudad de Panamá, sobre los festejos en la
Zona del Canal y expresó “nos complacemos desde hoy a nuestros veci-
nos de la Zona atento saludo y les deseamos muchas alegrías en el día de
su Patria” (“4 de julio”, 1912, p. 2).
La prensa de la época informaba sobre el programa conmemorativo
en la Zona del Canal. En 1912, este contempló: ejercicios atléticos, lectu-
ra del Acta de Independencia, discurso por George Goethals, izada de
banderas, cantos de aires nacionales por los niños, desfiles, concierto y
baile en el Lincoln House. Años más tarde, finalizada la Primera Guerra
Mundial en 1918, mediante la Ley 23 del 17 de noviembre, el gobierno
panameño aprobó conmemorar el 4 y 14 de julio como días festivos en
el país. En un discurso para la aprobación de la Ley, Ricardo J. Alfaro, en
una exposición de motivos, manifestó:
El principio de la solidaridad panamericana y los vínculos especialísi-
mos conque hemos ligado nuestros destinos a los de los Estados Unidos
de América, que son la potencia garante de nuestra libertad política y de
nuestra personería internacional, son razones de más que recomiendan
la conveniencia de darle pase por una unanimidad a este proyecto de ley
que consagra en nuestro suelo el 14 de julio y el 4 de julio como fiestas de
libertad que todo panameño debe celebrar con entusiasmo siempre cre-
ciente. (Archivo Ricardo J. Alfaro, 15.226.C1.2.RJA CC 14-VII-1918.)

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Desde inicios del siglo XX el 4 de julio integró el calendario cívi-


co de los panameños. Al respecto el presidente panameño Belisario
Porras solicitó a su ministro en Washington José Lefevre, comunicar
al Departamento de Estado la proclamación del 4 de julio como fiesta
nacional en Panamá (Archivo Belisario Porras. Legación de Panamá en
Washington. Serie 4-01, Tomo V, folios 012-016).

Ilustración 1. Desfile del 4 de julio en la Zona del Canal

Nota. Tomado de la Biblioteca del Canal de Panamá (1909).

Lo anterior constituye un interés por imitar la cultura estadouni-


dense en la capital panameña. En la prensa de la época puede leerse
publicidad que invitó a la preparación de la población panameña para la
conmemoración del 4 de julio. El Bazar Americano exhortaba al público
a comprar el calzado Over, importado de Estados Unidos. El exclusivo
Club Unión invitó al Dinner Dance en honor al 4 de julio. En homenaje
a la fecha, en la Ciudad de Panamá no faltaron las retretas en el parque
de Santa Ana. Un anuncio en prensa invitó a la población “en la pla-
za Catedral la banda republicana dará una gran retreta en honor de los
Estados Unidos en su día 4 de julio” (Informaciones, 1912, p. 12). La fecha
no pasó inadvertida en los teatros de la época; el Teatro “El Dorado”, por
ejemplo, invitó al público citadino a un “suntuoso matiné en el cual se le
regalarán a los niños un centenar de globos encargados para tal efecto”
(“Are you equipped for the fourth?”, 1908) La Compañía Pellicer ofreció,
en 1913, en el Teatro Nacional una función de gala en celebración del
aniversario de independencia de los Estados Unidos. Para tal efecto se
escogió el hermoso drama de Los Miserables de Víctor Hugo. La función

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FÉLIX CHIRÚ

estaba dedicada al encargado de negocios de Estados Unidos en Panamá


(“La protesta Nacional”, 1921).
En las escuelas de la capital, por su parte, se les recordaba a los niños
la importante conmemoración: “esta tarde en las escuelas de la capital
han tenido ejercicios gimnásticos, cantos y recitaciones. Las maestras
han explicado a los alumnos la fiesta de hoy con frases muy elocuen-
tes” (“La protesta Nacional”, 1921). Los anuncios sobre diferentes tipos de
papeles de decoración para el “glorioso 4 de julio” y sobre la venta de ban-
deras estadounidenses y panameñas no faltaron en los periódicos (ver
Ilustración 1). En su publicidad, el Bazar Americano preguntó en inglés:
¿está usted equipado para el cuatro? (“Are you equipped for the fourth?”,
1908). Las actividades deportivas tampoco faltaron, una nota de prensa
informó sobre los arreglos de un terreno para un juego de béisbol el 4
de julio, si bien ese espacio estaba entre los límites de la Zona del Canal,
a finales de la década del veinte equipos panameños y estadounidenses
competían en comentados clásicos de esa época (ver Ilustración 2).

Ilustración 2. Anuncio en la prensa sobre la conmemoración del 4 de julio

Nota. Tomado de “El 4 de julio en Panamá” (1913, p. 2).

En la prensa no faltaron ininterrumpidamente homenajes al 4


de julio, los editoriales dedicados a la fecha se refieren a la grandeza
estadounidense:
Panamá que debe su vida independiente al país cuna de Washington
y Franklin se honra en saludar, gorro frigio en mano, a la bandera de las
barras y las estrellas. (“4 de julio”, 1914, p. 3)

La fiesta nacional de los Estados Unidos fue celebrada con entu-


siasmo y gran pompa este año en la Zona del Canal, Panamá y Colón.
(Informaciones, 1912, p. 12)

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Entre las maravillas realizadas por el cerebro y las manos america-


nas pronto ha de contarse en primera línea la magna obra del Canal de
Panamá, que ha de figurar en la historia del globo como la página más
audaz y gloriosa de lo que puede el empuje de una nación sana y redimida
por la fe y la constancia. ("4 de julio", 1911, p. 1)

Ya reina gran entusiasmo entre norteamericanos y nacionales que se


prepara con el fin de celebrar el 4 de julio, aniversario de la gran república
del norte, patria de Washington y de otros grandes hombres que supieron
luchar y obtuvieron la emancipación de aquel pueblo que andando en el
tiempo vendría a ser el emporio de América. ("Celebración del 4 de julio",
1919, p. 2)

La admiración hacia los Estados Unidos manifestada en los periódi-


cos de la época hacía énfasis en la grandeza de la nación: “loor al pueblo
que no se sacia del engrandecimiento y que hoy se empeña en hacer
extensiva su civilización a todo el continente desde Alaska hasta la
Patagonia” ("El 4 de julio de 1776", 1913, p. 6); “Gran admirador del pueblo
norteño, pero gran enemigo siempre de ciertas políticas que amenguaron
nuestra soberanía y humillaron nuestras altiveces nacionales” ("La fiesta
nacional americana", 1925, p. 6). Además, informaban sobre el programa
conmemorativo “sobre la fiesta del 4 de julio en la Zona promete ser
muy animada y de una gran significación cívica que consistía en eventos
deportivos, marchas militares, lectura del Acta de Independencia y visita
al acorazado Wyoming” ("La fiesta del 4 de julio en la Zona", 1925, p. 1).

Ilustración 3. Anuncio de cartelera de teatros para el 4 de julio

Nota. Tomado de “A.B.C. Feature Film Circuit” (1916, p. 8).

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FÉLIX CHIRÚ

En la prensa pueden leerse anuncios de conferencias dictadas por


panameños, con el objetivo de exaltar admiración a los Estados Unidos
(ver Ilustración 3). El educador José D. Crespo, dictó una conferencia titu-
lada: “La educación pública en Estados Unidos”. En la sección de hípicas
del Diario de Panamá se informó sobre la carrera clásica en homenaje a
la “fiesta de independencia yanqui”: “una enorme concurrencia invadió
ayer en la tarde la pista Juan Franco, la circunstancia de conocerse el
Derby 4 de julio, hacía más interesante el espectáculo” (Hipismo, 1923,
p. 4).
Pero no todo terminaba en celebración cívica, las cantinas y los pros-
tíbulos en la ciudad de Panamá y Colón, que servían de diversión a mili-
tares estadounidenses, se transformaban en escenarios de choques con
la policía panameña; estas ciudades servían de escape al “orden” de la
Zona del Canal. En 1912 se reportó un altercado: “varias meretrices pidie-
ron auxilio a la policía, porque los soldados bastante embriagados algu-
nos de ellos destrozaron sillas, mesas botellas de licor, etc. en las casas
de tolerancia donde se hallaban” (Informaciones, 1912, p. 12). En 1919 se
reportó un nuevo choque con soldados estadounidenses, pero esta vez
en Colón.
Las riñas fueron recurrentes en el periodo y con el tiempo se con-
virtieron en causa de conflicto entre la población panameña y estadou-
nidense. Según Pizzurno (2011), la cordialidad solo se caracterizó en las
relaciones de la elite del país con los estadounidenses y no entre sectores
populares, quienes mantuvieron relaciones “tapizadas por las humilla-
ciones que los soldados infligían a los nativos en los barrios populares
de las ciudades de Panamá y Colón y que desencadenaban la violencia
callejera” (Pizzurno, 2011, p. 88). Lo anterior se puede calificar como un
paso de celebración cívica en la Zona, a violencia callejera en las ciuda-
des de Panamá y Colón.
En 1918 se reportó la primera desavenencia, al menos a nivel oficial,
sobre la conmemoración del 4 de julio en Panamá y forzó la renuncia
del secretario de instrucción pública Guillermo Andreve. En junio de ese
año las autoridades estadounidenses unilateralmente decidieron ocupar
con sus fuerzas militares la provincia de Chiriquí (ubicada al occidente
de Panamá), con el propósito de mantener el orden público y salvaguar-
dar la vida y propiedades de los estadounidenses residentes en esa parte
del país. Andreve rechazó esa injerencia y como protesta firmó un resuel-
to que prohibió las celebraciones escolares en la Ciudad de Panamá y
Colón, en clara alusión al 4 de julio. Esa disposición del Secretario de

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Instrucción Pública expresó: “la nacionalidad panameña está de duelo y,


en consecuencia, suspende por ahora toda clase de fiestas escolares” (“En
esta hora”, 1977, p. 9).
Un año antes, Andreve había protagonizado otro suceso con ayuda
de sus subalternos que irritó a las autoridades estadounidenses: arrió las
banderas estadounidenses de las astas en la Avenida Central de la ciudad
de Panamá, que, como costumbre para cada 3 de noviembre, día de la
fiesta nacional de Panamá, se entrelazaban con las estadounidenses. En
1920, mediante notas dirigidas al secretario de Estado Frank Polk, tanto
Porras como Andreve emitieron sus argumentos de esa decisión de 1918
y reiteraron su amistad con el gobierno estadunidense. Aunque el inci-
dente pareciera anecdótico y causado por un funcionario del gobierno
panameño de entonces, ofrece una lectura del paulatino rechazo que
causaron las intervenciones estadounidenses en los asuntos internos de
Panamá.
Pero el recuerdo del 4 de julio en Panamá contempló no solo su con-
memoración cívica sino también el nombre de una importante avenida
en la ciudad de Panamá. En los primeros años del siglo XX, el nombre de
calles y avenidas constituyó una política municipal. Atender ese aspecto
consiste en comprender el pasado de la ciudad. Su historia se conmemora
en las calles. Asignar el nombre a una calle “Avenida 4 de julio” constitu-
ye una decisión política para establecer en el espacio público un discur-
so de memoria y una orientación simbólica. Crea, evoca y gana interés y
color ese espacio físico. Al respecto, Sánchez-Costa (2009) expresó:
Al nombrar una calle se produce un desplazamiento semántico, se
recubre con un significado novedoso un lugar físico que en sí mismo no
tiene significación simbólica alguna. Desde el momento que se impone el
nombre de un personaje histórico a una vía, el lugar físico queda vincula-
do a la dicha figura histórica, la refiere y la hace presente. (Sánchez-Costa,
2009, p. 209)

Mediante el acuerdo municipal no. 25 del 5 de agosto de 1910, que


reglamentó la nomenclatura de la ciudad y que reformó un acuerdo de
1906, se creó la Avenida 4 de julio, frontera entre la Ciudad de Panamá y
la Zona del Canal, según la ley en “homenaje a la fecha de Independencia
de Estados Unidos” (AMP, Acuerdo no. 25 de 5 de agosto de 1910. Acuerdos
Municipales, 1892-1913, Tomo 52 y 70). Esa disposición contempló nom-
bres de avenidas con fechas claves del pasado de Panamá como 3 y 28 de
noviembre, que conmemoran la independencia ante Colombia y España

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FÉLIX CHIRÚ

respectivamente, y de panameños ilustres. Ahora bien, puede enten-


derse a la Avenida 4 de julio como una disposición con un significado
histórico bajo el relato de ser Estados Unidos el protector de la nueva
República y de una nueva etapa política de Panamá tras su separación de
Colombia en 1903. Sobre estas transformaciones de toponimia Sánchez-
Costa (2009) agregó:
Todo nuevo sistema político propugna un cambio de identidad ciu-
dadana y nacional y ello exige irremediablemente una relectura de la
historia del grupo. Un nuevo futuro un nuevo pasado. El cambio del
nomenclátor es un rotundo acto de propaganda, un modo nítido de trans-
mitir a los ciudadanos que ha cambiado el regidor del espacio público.
(Sánchez-Costa, 2009, p. 212)

Ilustración 4. Plano de las calles de la Ciudad de Panamá y ubicación de la Avenida


4 de julio

Nota. Tomado de AMP (1913, Tomo 70).

Esta transitada y popular avenida de la ciudad de Panamá, cuyo nom-


bre obedeció a una decisión política de gratitud a la “garantía” de la inde-
pendencia por parte de Estados Unidos a partir de 1903, constituyó un
dinámico espacio urbano y punto de encuentro entre militares estadou-
nidenses acantonados en la Zona del Canal y la población panameña.
Esta avenida tuvo gran dinámica en el contexto de la Segunda Guerra
Mundial, en esos años la población de la Zona del Canal creció alcan-
zando más de setenta mil. Los soldados que venían de la guerra hicieron
prosperar los locales comerciales de la 4 de julio, convirtiéndola prácti-
camente, en una zona de bares, cantinas y clubes nocturnos.

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Desde la década de los cuarenta hasta principios de los años setenta


la vida económica del país giraba en torno a esa área cercana a la Avenida
Central (“La 4 de julio”, 2014). Así, se popularizaron bares como el Ancon
Inn; restaurantes como la pizzería Napoli; la tienda por departamentos
Gran Morrison y algunas farmacias. Era una zona muy dinámica econó-
micamente, los estadounidenses entraban a la Ciudad de Panamá, com-
praban en las tiendas y acudían a los bares. Allí pudieron construirse
cientos de amistades entre norteamericanos y panameños; rememora los
encuentros entre dos nacionalidades y dos culturas diferentes. Según
el periodista Hermes Sucre: “la historia aún guarda las pisadas del biso-
ño soldado de Kentucky cuando cruzaba la calle presuroso, afanado por
aprovechar su día libre con una dama de compañía” (Sucre, 2018).
No obstante, este también fue espacio de desencuentros, al constituir-
se en escenario de las violentas protestas entre estudiantes panameños y
las fuerzas zoneítas que iniciaron el 9 de enero de 1964. Esta coyuntura
causó la transformación en la onomástica urbana: de Avenida 4 de julio
a Avenida de los Mártires. Ese primer nombre representó un macrotexto
complejo sobre el control imperial de Estados Unidos en Panamá, tan-
to así que permite comprender el encuentro con los estadounidenses y,
posteriormente, en espacio de frontera para los reclamos de parte de los
panameños de soberanía que, desde mediados del siglo XX, constituyó el
principal catalizador del nacionalismo panameño.

Entre las letras y las manifestaciones populares: las


respuestas subalternas en Panamá a inicios del siglo XX
Aunque algunos periódicos panameños advirtieron sobre el peligro
de la creciente influencia y presencia estadounidense en el país, otros
insistieron en el espíritu de libertad y justicia que animó su participa-
ción en la independencia de Panamá en 1903 y, sobre todo, en su papel
de protector de la República. La prensa también publicó las creaciones
literarias de los poetas de la época que se encargaron con sus versos de
criticar y protestar en contra del tutelaje estadounidense. Hortensio de
Ycaza en su poema A Panamá de 1906, advertía sobre los peligros del
futuro de Panamá:

Tú misma que sufriste humillaciones


engendro de políticas pasiones
inerme fuiste por la mano extraña,

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FÉLIX CHIRÚ

por eso es que mi pecho se estremece,


porque siento que el avance que entristece,
de la invasora planta que nos daña.
Ve en la Cuba tu futura suerte que será peor aún,
porque tu muerte tuvo principio en tus primeros días
¿sabes lo que te digo? No es misterio,
ser libre así, es vivir en adulterio
la libertad no tiene medianías. (Ycaza, 1906)

En una añoranza de un paseo, en 1906, por la Ciudad de Panamá el


inmigrante español Gervasio García recordó el silencio de su suegra, la
poetisa Amelia Denis de Icaza, al enterarse de la nueva geografía de la
ciudad con la creación de la Zona del Canal, un espacio prohibido para
los panameños. Al respecto, García anotó: “la escena fue muda, pero el
silencio y el semblante de la anciana revelaban la pena que atormentaba
su alma” (García, 1946, p. 80).
Considerada una representativa poetisa panameña de inicios del
siglo XX, Denis de Icaza compartió una parte de su vida en Nicaragua,
la tierra de Rubén Darío, experiencia que seguramente influyó en sus
letras. Autora de una de las poesías más célebres de Panamá, titulada Al
Cerro Ancón, su narrativa constituye una protesta ante la nueva configu-
ración geográfica de la ciudad de Panamá y una de las primeras voces en
advertir el peligro de la presencia estadounidense.
Con esa poesía manifestó su crítica a ese espacio o barrera conocida
como Zona del Canal, cuya creación forjó dos identidades: la zoneíta y la
panameña. En su poema Denis de Icaza hacía un reclamo de los espacios
perdidos por Panamá, quedando estos –entre ellos el Cerro Ancón– del
otro lado de esa barrera prohibida para los panameños. En su primera
estrofa invoca la pérdida de una parte del territorio:

Ya no guardas las huellas de mis pasos


ya no eres mío, idolatrado Ancón
que ya el destino desató los lazos
que en tus faldas formó mi corazón. (Miró, 1999, p. 121)

Años más tarde, en 1920, Elías Alain en su poema Panamá patria mía,
narró el contexto del surgimiento de la República y la instauración del
protectorado legitimado por el tratado de 1903. En sus letras, Alain pro-
testa por la condición neocolonial de Panamá, su sumisión al poder

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estadunidense y el menoscabo de la soberanía. En la década de los vein-


te las exigencias y demandas de territorios fuera del territorio de la Zona
del Canal habían causado continuas protestas por parte de los paname-
ños. Alain en sus versos expresó:

¿Cuál fue tu inmenso crimen, tu delito?


Proclamarte ante el mundo soberana
Y así lanzar de libertad el grito;
Para confiar en la nación hermana,
Que poniendo su mano en la conciencia
Juró garantizar tu independencia.
Tú fuiste como niña. La tutela
Aceptaste del pueblo poderoso
Que viéndote incipiente y sin cautela
Firmó un tratado para ti monstruoso
En nombre de ese pacto que revela,
La infamia por enorme, por doloso,
Esa nación sobre tus campos vuela,
Y mutila tu suelo tan hermoso. (Alain, como se citó en “El secretario
Hughes”, 1921)

Narrativa similar sostuvo Demetrio Korsi, en su poema Epopeya al


Istmo:

El invasor norteño se aproxima


Y la estrella del Istmo está de duelo
¡y el águila en su cima
Ve que tu estrella se ocultó en el cielo!

Pero…no…fue tan solo una asechanza


Que perpetró la suerte;
Tú estrella se eclipsó para no verte
Palidecer de la ira con tu lanza
Bajo tu brazo fuerte

Te estremeció el clarín de la esperanza


si existe el invasor; si la conquista
Sobre su palafrén, cual beduino,
Quiere lanzar sobre su destino,

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FÉLIX CHIRÚ

Tu bandera está lista


Para luchar con ímpetus soberbios
Regando lauros y esparciendo palmas
Entre los huracanes de tus nervios
¡Y entre las rebeldías de tus almas!

¡En la hora de amargura


en que pierdas de vista a la victoria
pídele al cóndor su genial bravura
y arrebátale al águila su gloria! (Korsi como se citó en “La protesta
Nacional”, 1921)

Este poema, publicado en 1921, constituye una crítica a Estados


Unidos y su constante intromisión en los asuntos internos de Panamá.
Ese año el conflicto limítrofe con Costa Rica y la decisiva participación
estadounidense por proteger los intereses de las empresas bananeras en
la región causó gran indignación entre la población panameña y airadas
protestas demostraron el rechazo de la presencia estadounidense en el
país. Esos poemas de la época alertaron sobre la exigencia de terrenos
fuera de la Zona del Canal por parte de los estadounidenses. Pero no solo
esa pléyade de panameños censuró el tutelaje estadounidense, los dis-
cursos pronunciados en la fiesta nacional del país, el 3 de noviembre, se
convirtieron en escenario público para advertir la pérdida de soberanía
del país y un futuro sombrío por el recurrente intervencionismo esta-
dounidense en los asuntos internos de Panamá.
El concejal Antonio Carrillo, en su discurso de las fiestas cívicas de
noviembre de 1910, cuestionó la intervención extranjera en Panamá
(“Anexión o patriotismo”, 1910). Ese discurso causó polémica en el Teatro
Nacional. En esos momentos la injerencia estadounidense había sido
interpretada por los políticos panameños como parte de la visión demo-
crática y de justicia de esa nación. Al parecer Carrillo advirtió sobre las
controversias diplomáticas que en el futuro causarían diferencias entre
los dos países. Sobre este mismo tema el presidente panameño, Pablo
Arosemena afirmó en ese mismo año que si una fuerza extraña interve-
nía para mantener el orden en Panamá, aunque legítima (en referencia a
Estados Unidos), sería la ruina del prestigio del país y hasta de su propia
independencia. Carlos López, orador de las fiestas cívicas, por su parte,
apeló a “conservar intachable la soberanía de esta patria, tan pequeña”
("Discurso del presidente", 1920, p. 1). Quiere decir que la independencia y
la soberanía constituyeron temas polémicos desde inicios del siglo XX.

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En la década del veinte creció el debate sobre esa presencia extranjera


y la política interna del país. Es por esto que durante la celebración del
3 de noviembre de 1920, en la Sociedad de los Hijos del Trabajo, Santiago
Benuzzi manifestó en su discurso que: “somos culpables de los penosos
avances del imperialismo en nuestro suelo” ("En la Sociedad", 1920, p. 1).
Benuzzi criticó además la supervisión electoral estadounidense en los
procesos panameños y la influencia decisiva de esa nación sobre este
proceso. Según Benuzzi, en vez de respetarse la votación popular, la deci-
sión de elegir los gobernantes panameños provenía del Departamento
de Estado de Estados Unidos.
En estas dos primeras décadas del siglo XX el debate, tanto en la pren-
sa como de los poetas, políticos y agrupaciones, se enfocó en la admi-
ración y gratitud a Estados Unidos –un papel de guía y modelo para el
país–, al protectorado, la soberanía, el recurrente intervencionismo esta-
dounidense y la solicitud de estos de tierras fuera de la Zona del Canal.
La anterior también fue una etapa de continuas protestas de políticos y
de la población panameña en rechazo a las exigencias estadounidenses.
Como manifestó Rinke:
De manera parecida a lo ocurrido en Cuba, los gobiernos de
Washington hicieron uso, en repetidas ocasiones, de su derecho de inter-
vención en Panamá, muchas veces respondiendo a los llamamientos de
políticos panameños que solicitaban su ayuda para eliminar la oposición
política, si bien a partir de 1912, el gobierno de Panamá trató de reducir las
intervenciones directas. (Rinke, 2015, p. 102)

En 1914 causó gran indignación en el país el fallo dictado por el presi-


dente de la Corte Suprema de Estados Unidos Edward White, que invali-
dó el fallo del presidente francés Emilio Loubet de 1901, sobre arreglo de
límites entre Costa Rica y Panamá. Una delimitación no solucionada y
heredada desde tiempos coloniales. Para el gobierno y la población pana-
meña el fallo White dio ventajas a la nación centroamericana y provoca-
ría la pérdida de la integridad territorial a Panamá. Esa disconformidad
en la población panameña se manifestó a través de un particular acto en
el marco de la celebración de las fiestas cívicas “la quema de Judas”. Los
panameños consideraron ese fallo un acto de traición a la garantía de
independencia instituida en el tratado de 1903. El fallo White, sus impli-
caciones y cumplimiento se constituyó en un tema de debate en Panamá
hasta 1921, año en que ocurrió un breve conflicto con la vecina república
centroamericana.

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FÉLIX CHIRÚ

En 1915 el gobierno estadounidense exigió a Panamá el desarme de


la policía nacional ante los constantes choques entre los militares esta-
dounidenses acantonados en la Zona y quienes frecuentaban burdeles y
cantinas de la Ciudad de Panamá y Colón. Esa exigencia cumplida por
las autoridades panameñas en 1916 causó rechazo entre la población. Por
ejemplo, un grupo de panameños protestó en un comunicado:
Consideramos como ultraje a la independencia de Panamá la demanda
del gobierno de Estados Unidos de que el cuerpo de policía de las ciuda-
des de Panamá y Colón sea despojada permanentemente de las armas que
porta la fuerza pública nacional en todos los países civilizados. (Archivo
Ricardo J. Alfaro, 9.151.C16.1.CEM 16-V y otros).

Desde el interior del país se alzaron voces de protesta. Un memorial


enviado al presidente Belisario Porras, rechazó esa humillación impues-
ta por las autoridades estadounidenses y expresó:
esta protesta que lleva la expresión de nuestro amor patrio, es más sig-
nificativa por el hecho que el ultraje que recibimos emana de una nación
que consideramos protectora de nuestra soberanía y defensora de nues-
tros derechos como país libre e independiente. (Archivo Belisario Porras.
Presidencia. Cartas Generales, Serie 2-10, Tomo VII)

El temor a la pérdida territorial: la isla de


Taboga y la Guerra Coto de 1921
Entre 1920 y 1921 ocurrieron dos acontecimientos que causaron pro-
testas y rechazo en la población panameña: la insistencia de los esta-
dounidenses por ocupar la isla de Taboga en la Bahía de Panamá y su
decidida participación en el conflicto limítrofe entre Panamá y Costa
Rica. En 1918, finalizada la Primera Guerra Mundial, los estadounidenses
renovaron su interés por la Isla de Taboga, con el propósito de utilizarla
para la defensa del canal. La isla de Taboga era sitio de recreo y descan-
so de la elite panameña y frecuentada por los empleados de la Zona del
Canal, y hasta ese momento constituiría la mayor expropiación de tierra
fuera de la Zona del Canal.
La reacción de los pobladores de la Isla de Taboga no se hizo esperar
y en una misiva al presidente Porras manifestaron:
como vivir en promiscuidad con tres mil soldados con cuyas cos-
tumbres no estamos de acuerdo […] con la nueva era que la paz de las
naciones traerá para el mundo, no harán falta más cañones ni fortalezas

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para defender el Canal. (Archivo Belisario Porras. Legación de Panamá en


Washington, Serie 4-01, Tomo VI, folio 254 C-11)

Como alternativa, el gobierno panameño sugirió ocupar Urabá,


Taboguilla y Cerro Chame. El Departamento de Guerra manifestó que la
isla de Taboga constituía el único sitio estratégico para los intereses de
defensa del Canal: “es necesaria para la debida protección del Canal de
Panamá que las defensas de entrada al canal del lado Pacífico sean lleva-
das más adentro del mar”. (Archivo Belisario Porras. Legación de Panamá
en Washington, Serie 4-01, Tomo VI, folio 217 C-11) El gobierno estadouni-
dense desistió temporalmente de ocupar la isla.
Según McCain, “las vehementes denuncias de los panameños comen-
zaron a perforar las conciencias de los funcionarios del Departamento de
Estado y de Guerra” (McCain, 1978, p. 149). Así terminó un primer angus-
tioso periodo sobre la pretendida ocupación de Taboga. Pero en 1920
los estadounidenses volvieron a exigir una parte de la isla y el gobier-
no panameño concedió una parte de la isla. Las autoridades estadouni-
denses presionaron con presencia militar en la provincia de Chiriquí,
entre 1918 y 1920, con el argumento de conservar el orden y la protec-
ción que requerían sus connacionales residentes y sus propiedades en
esa provincia.
Ante esas exigencias estadounidenses, el 2 de mayo de 1920 ocurrió
una de las primeras protestas antiestadounidenses en Panamá por la
demanda de ocupar la isla de Taboga. Según McCain, aunque carente de
organización, esta protesta señaló derroteros para otras luchas popula-
res: “tal es el caso de la manifestación del pueblo panameño en 1920 ante
el General Pershing por la exigencia del Gobierno norteamericano de
una parte de la Isla de Taboga” (McCain, 1978, p. 21). En la historiografía
panameña la protesta popular de 1920 ha sido poco estudiada. Domingo
H. Turner, Pedro J. Sosa, Ernesto Nicolau, entre otros, dirigieron ese
movimiento popular. Esa protesta ocurrió en la Plaza de Santa Ana, en
la Ciudad de Panamá.
Al caer la noche, el periodista Turner preparó la marcha que llegaría
hasta el Club Unión, en momentos que se realizaba una recepción al
General John I. Pershing, héroe de la Primera Guerra Mundial. El grupo
de panameños portando el emblema nacional, al llegar hasta ese selecto
sitio, gritaron: ¡ni una pulgada! Y aprovecharon la presencia de Pershing
para manifestarse en contra de la ignominiosa pretensión del gobier-
no norteamericano. Sobre el suceso, Lefevre (1987) manifestó: “el pueblo

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panameño no manifestó animadversión al héroe insigne, sino al poder


imperialista que representaba su investidura militar y a la política de
absorción territorial” (Lefevre, 1987, p. 253). La activa participación del
pueblo seguramente evitó que la isla de Taboga hubiera sido ocupada
militarmente en su totalidad. A propósito de la protesta del 2 de mayo,
un manifiesto publicado en prensa demandó: “que Panamá exige que se
le trate con justicia, con todas las consideraciones que tiene como enti-
dad que puede, que quiere y debe ser verdaderamente libre y autora de
sus propios destinos” (“La manifestación de anoche, 1920), en clara alu-
sión a las demandas estadounidenses.
Un año más tarde, en 1921 ocurrió la guerra de Coto, un conflicto limí-
trofe entre Panamá y Costa Rica. Este inició con la invasión del ejército
costarricense en demanda del cumplimiento con lo instituido en el fallo
dictado por Edward White, presidente de la Corte Suprema de Justicia de
1914. Según la historiografía panameña el país perdió parte de su territo-
rio nacional debido a los intereses de las empresas bananeras estadou-
nidenses en la región en disputa. Ese conflicto constituyó un suceso sin
precedentes en la historia del país, según informaron los periódicos y
cuyas causas se remontan a la colonia.
Unos meses después del conflicto que estalló en febrero de 1921, la
prensa de la época publicó “la República de Duelo” (ver Ilustración 5) (“La
protesta Nacional”, 1921). El gabinete del doctor Porras firmó un decreto
ayer en que se ordena un luto por un mes.

Ilustración 5. Publicación en prensa del decreto de Duelo Nacional

Nota. Tomado de “Un manifiesto a la nación” (1921).

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Mediante esa disposición, el Ejecutivo aprobó izar la bandera hasta


media asta por ese periodo y la distribución profusa de esa orden a la
población. Pero las autoridades estadounidenses criticaron esa decisión
del gobierno panameño y la consideraron un acto de provocación (“El
secretario Hughes”, 1921).
La prensa publicó una gran cantidad de telegramas de diversas partes
del país dirigidos al Ejecutivo con muestras de apoyo y vivas a la patria:
“el patriotismo ha sufrido golpe de muerte” (“La protesta Nacional”, 1921).
En los edificios públicos está “la bandera nacional a media asta”; “el
alma ciudadana ha sido abofeteada” y “la libertad nacional herida a tal
extremo que no es posible ni el pensamiento de festejar el centenario
de la gloriosa independencia” (“La protesta Nacional”, 1921). Las profu-
sas muestras de amor a la patria asombraron al propio presidente Porras
quien comentó que el patriotismo que había sido casi imperceptible en
las primeras décadas de la República se dejó sentir en el contexto del
conflicto de Coto.
Se propuso un monumento para recordar los hechos de 1921, pero la
negativa estadounidense evitó erigir ese “lugar de memoria” al conside-
rarlo una promoción de la campaña antiestadounidense y exigieron a
Panamá la devolución del territorio a Costa Rica, a través de un ultimá-
tum, en septiembre. También desaprobaron el mes de duelo convocado
por las autoridades nacionales. De ese suceso ha sido celebrada desde
entonces una protesta de Narciso Garay, representante en Washington,
quien manifestó: “mientras palpiten corazones panameños en el mundo,
[esta] conservará viva la herida profunda inferida a su dignidad” (Araúz y
Pizzurno, 1996, p. 132). Ricardo J. Alfaro, Secretario de Gobierno y Justicia,
elevó una nota de protesta al gobierno estadounidense en la que expresó:
La República de Panamá no es un protectorado de los Estados Unidos
[…] Panamá conserva intactos ante el mundo los atributos esenciales de la
soberanía y no puede en manera alguna ser considerado como lo que en
derecho internacional realmente se denomina protectorado. (“El Dr. R. J.
Alfaro emite interesante concepto”, 1925, p. 3)

Conclusión
La Independencia de 1903 y el tratado firmado con los Estados Unidos
para la construcción del canal garantizaban un largo anhelo de la elite
panameña de aprovechar la posición geográfica y convertir a su país en

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el emporio comercial que no se materializó en el siglo XIX. Pero lejos de


aprovechar los beneficios derivados de la explotación de la posición geo-
gráfica, los panameños terminaron siendo testigos del funcionamiento
de la vía acuática inaugurada en 1914. Eso sí, para esa elite la llegada de
los estadounidenses constituía un éxito: la oportunidad de incorporar a
Panamá a la modernidad y de “civilizar” a los sectores populares.
El desembarco de la población estadounidense causó no solo admira-
ción, sino que progresivamente se impuso un proceso de norteamerica-
nización que en este estudio se ha hecho hincapié en la conmemoración
del 4 de julio. A través de la prensa de la época y las legislaciones
aprobadas por las autoridades panameñas se promovió esa fiesta como
parte del calendario cívico en el país. No obstante, las continuas exi-
gencias de tierras por parte de los estadounidenses, de su injerencia en
los asuntos internos de Panamá y de los múltiples conflictos callejeros,
causaron un rechazo entre la población que contribuyó a forjar un sen-
timiento antimperialista impulsado por organizaciones obreras y cívi-
cas en el país, especialmente, en la década del veinte. Finalmente, ese
sentimiento antimperialista se reforzó con los vínculos de organizaciones
en Latinoamérica que rechazaron la política estadounidense en el
continente.

Ã
Reconocimientos
Este artículo forma parte de los proyectos de investigación de la Vicerrectoría de
Investigación y posgrado de la Universidad de Panamá. Agradezco la ayuda de Víctor
Hugo Acuña de la Universidad de Costa Rica; Héctor Lindo Fuentes de la Univer-
sidad de Fordham, New York; Raúl Román Romero de la Universidad Nacional de
Colombia y Miriam Miranda de la Universidad de Panamá.

Ã
Félix Javier Chirú Barrios
Doctor en Historia de la Universidad de Costa Rica. Exbecario del Servicio Alemán
de Intercambio Académico DAAD. Realizó una pasantía en el Instituto Iberoame-
ricano de Berlín. Profesor ocasional en la Universidad de Panamá. Gestor de la Cá-
tedra Centroamericana: 2010-2015 y del Colectivo 200 para la conmemoración del
Bicentenario de la Independencia de España y de la Unión a Colombia, en 2021.

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