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CON ESTA EDICION TAREAS ALCANZA UN CUARTO DE MILLON DE EJEMPLARES

TAREAS 81 ■
mayo - agosto 1992

Daniel Delgado

LA RESISTENCIA ARMADA
A LA INVASION DE PANAMA

Aracely de León

MUJER, DEUDA Y POBREZA

Kiva Maidánik
DE LA URSS A RUSIA
TEMAS NACIONALES

LA RESISTENCIA ARMADA
A LA INVASION DE PANAMA:
RAZONES DE UNA
DERROTA MILITAR*

Daniel Delgado Diamante**

Introducción
Mucho se ha escrito sobre la invasión norteamericana a
Panamá del 20 de diciembre de 1989 y días subsiguientes a esa
fecha. Los documentos tratan de darle contenido, a favor yen
contra, desde una visual política a la luz de las posiciones de
quienes escriben. Sin embargo, en su gran mayoría, muy poco
han informado sobre la perspectiva de los militares pana-
meños, sobre los antecedentes, hechos relacionados con la
invasión y su resultado posterior.
Nuestra participación en este seminario, tiene como propó-

'Ponencia presentada en el seminario ta invasión vista por los autores


panameños", efectuado en la Universidad de Panamá del 30 de marzo al
10 de abril de 1992. 3
sito, precisamente, darle tal contenido a los escritos que sobre
la invasión se han presentado. Aún falta mucha información de
los militares panameños ante tal suceso, una fiel recopilación
de todos los hechos y el justo análisis al respecto. Hasta la
fecha los vencedores han escrito la historia oficial. Sin
embargo, como expresara Diógenes de la Rosa la historia
oficial casi siempre es la leyenda, rara vez la historia verdadera,
la historia íntima de los acontecimientos " .' A nuestro juicio,
cuando la historia profunda de la patria sea por fin escrita, los
nombres de muchos hombres y mujeres que por ella murieron
y lucharon, que hoy día son atacados y vilipendiados, tendrán
en esta historia una página gloriosa. Otros nombres, de los que
pidieron, avalaron y aplaudieron la invasión, también tendrán
una página, sólo que ella será de vergüenza e ignominia.
En la primera parte, queremos abordar los antecedentes de
la invasión y los aspectos relacionados con la preparación
militar panameña para enfrentarla. En la segunda parte,
analizaremos los elementos esenciales de la defensa militar
frente a la invasión y por último, consideraremos sus resulta-
dos desde la óptica político-militar.
Este es un aporte a la continuación de la lucha por el
perfeccionamiento de la soberanía y el establecimiento del
Estado Nacional panameño. De ello se ha tratado el esfuerzo
que corno militar he realizado desde que abracé la carrera de
las armas y me incorporé a la institución armada en 1969.
Durante 20 años procuré cumplir con mi misión en forma
efectiva, tanto en la palabra como en la acción, en la búsqueda
de alcanzar y mantener los objetivos nacionales permanentes.
El día 20 de diciembre de 1989, quemé mis archivos
personales (como era mi responsabilidad militar, aunque creo
que innecesariamente, porque pude haberlos preservado).
Durante 11 meses estuve encarcelado. Inicialmente como
prisionero de guerra del Ejército de Estados Unidos y posterior-
mente en el centro penitenciario El Renacer, como detenido del
régimen actual. A pesar de las dificultades que implica ser un
detenido y de sobrevivir con dignidad a tal situación, tuve
tiempo para pensar y reconstruir muchos de los eventos que se
sucedieron en la historia reciente de nuestro país, que guardan
relación con la crisis que precedió a la invasión. Ello me ha
permitido comprender, en su justa dimensión, muchas de las
4
cosas de las cuales se ha escrito y hablado, pero de las cuales
realmente poco se sabe. Habrá muchas cosas que sólo la
historia sacará a luz pública. Otras, la preservación del secreto
militar conservarán en el anonimato, y que incluso escapan a
nuestro conocimiento. No pretendo justificar mis errores o
fracasos, sean estos institucionales o personales, sino dar la
explicación honesta de los hechos vividos, que nos permita
comprender en una justa dimensión, su significado. Me anima
la responsabilidad, autoimpuesta por cierto, de que las nuevas
generaciones de panameños conozcan parte de lo que, a ml
juicio, no fue una lucha de hombres específicos, sino de
conciencias nacionales frente a los que, siendo panameños o
extranjeros, históricamente se han opuesto a que Panamá
ocupe un sitial digno dentro de la comunidad d e naciones
soberanas e independientes, con la capacidad de proyectar su
futuro, libre de injerencias extranjeras.

Origen de la crisis
Para muchos la crisis panameña que trajo como conse-
cuencia el enfrentamiento con Estados Unidos y que condujo
a la invasión norteamericana a Panamá, tuvo su origen en las
declaraciones acusatorias del coronel Roberto Díaz del 6 de
junio de 1987. Para quienes así pensaban, la falta de democra-
cia en Panamá, la violación de los derechos humanos y el
narcotráfico, estaban confirmados por tales afirmaciones.
Para nosotros, ello fue el corolario de la primera fase de la crisis
que se remonta a septiembre de 1985, con el brutal asesinato
del médico Hugo Spadafora. Tal evento condujo, en primer
lugar, a la forzada renuncia de Nicolás Ardíto Barletta, el 28 de
septiembre, por presiones de las FDP y los partidos políticos del
gobierno ante el fracaso de su gestión económica. Sin embar-
go, tal circunstancia sólo sirvió para encubrir el trasfondo de
un intento del coronel Díaz, de desplazar de la jefatura militar
al general Noriega. 2 Su maniobra consistió en asegurar que
éste fuera culpado inmediatamente de la muerte de Hugo y
movilizar a las FDP en apoyo a su golpe. Tuvo éxito en lo
primero, pero el rechazo de sus pretensiones golpistas, lo dejó
en evidencia ante la jefatura militar. Aún sigue siendo una
incógnita las razones que tuvo el general Noriega para mante-
ner en su cargo al coronel Díaz Herrera. Así, la semilla de la
5
fractura de la unidad de la institución militar quedó sembrada,
el desprestigio provocado motivó la movilización de la oposición
política y el general Noriega quedó en la mira de Estados Uni-
dos.
En diciembre de 1985 se selló la suerte del general Noriega
y se inició el proceso que condujo a la desestabilización de
Panamá y posteriormente a la invasión. En esa fecha, el
almirante John Pointdexter, asesor de Seguridad de la Casa
Blanca, en visita a Panamá, delineó el interés de Estados
Unidos de Involucrar a Panamá en su política intervencionista
en Centroamérica. Al mismo instante que tal pretensión era
requerida en Panamá, en Washington el mismo mensaje me fue
presentado por un subalterno de Polntdexter. Ante la negativa
del general Noriega, Pointdexter ordenó el inicio de la campaña
de desprestigio contra el general. 3 Durante toda la crisis hasta
la Invasión, fue muy firme la defensa que hice de la posición de
Panamá frente a las pretensiones de Estados Unidos, motivado
por la seguridad de que el general Noriega luchaba por mante-
ner los principios de independencia y no alineamiento con las
políticas estadounidenses. Después de la invasión supe que
había accedido, posteriormente, al entrenamiento de los con-
tras en nuestro país, cosa que no se llegó a materializar al
revertir el general su compromiso, ante la acometida de
desprestigio desatada contra él en los medios noticiosos de
Estados Unidos. Ello sirvió para acentuar la ofensiva nortea-
mericana contra el general y contra Panamá.
El 8 de abril de 1986, el plan para destruir Panamá fue
dispuesto. En un documento del Consejo de Seguridad
Nacional de Estados Unidos de esa fecha y que fue conocido en
1987, se establece lo siguiente:
"Tratados Torrijos-Carter, el Canal de Panamá y Esta-
dos Unidos"
1....El tema básico aún lo constituye el garantizar el control
de Estados Unidos sobre la vía acuática interoceánica,
manteniéndola libre de la influencia soviética, después del
año 2000.
2. La pérdida del Canal tendrá serias consecuencias poli-
ticas, económicas y estratégicas para Estados Unidos. Una
vez que EU se retire de la Zona del Canal, el gobierno
panameño puede quedar expuesto a la intervención cuba-
6
no-soviética de la región y las presentes y potenciales vías
serán amenazadas...

Política hacia Panamá y los tratados


1.Nosotros necesitarnos una política dirigida a asegurar
nuestro control sobre el Canal de Panamá mucho más allá
del año 2000. Reportajes sobre corrupción entre algunos
oficiales de alto rango de las FDP brindarán una
oportunidad para desatar una campaña, desestabilizar a
Panamá y abrogar legalmente los tratados. Esta política
debe ser manejada de tal manera que no lesione nuestras
relaciones bilaterales con las FDP, que puedan poner en
peligro nuestras instalaciones militares o nos confronten
con la necesidad de intervenir directamente con tropas
norteamericanas para controlar la situación y proteger
nuestros intereses en el Canal.

2. Nuestro objetivo es desestabilizar el país, sin arriesgar


nuestra presencia e influencia allí y al mismo tiempo tener
una buena base legal para abrogar los tratados. Nuestra
política deberá ser una, desarrollada con los siguientes
lineamientos: Una campaña de acciones encubiertas para
desestabilizar a Panamá, acusar a las FDP, particularmente
al general Noriega, de narcotrájlco, cooperación con terroris-
tas latinoamericanos, fraude electoral durante las eleccio-
nes presidenciales y de estar relacionado con los servicios
de inteligencia de Estados Unidos y Cuba. No debemos
hacer nada para refutar o negar estas acusaciones, pero al
mismo tiempo nos ocuparemos de que Estados Unidos no
aparezca involucrado en esta campana". (Las cursivas son
del autor) 4

Curiosamente, fue a partir de esa fecha cuando empezaron


a aparecer en los medios noticiosos s • las acusaciones contra el
general Noriega, precisamente sobre los aspectos enunciados
en dicho documento. Sin embargo, en esa fecha, Estados
Unidos evitaba una acción militar directa para obtener sus
propósitos en Panamá.
Con relación a los tratados del Canal, ya el 26 de marzo de
1987• el funcionario del Departamento de Estado J. Edward
7
Fox, en carta enviada al archienemigo de Panamá, senador
Jesse Helms, expresaba la posición de ese Departamento en el
sentido de que, "cuando se renegocien los tratados Carter-
Torrijos, deberá discutirse la prolongación de la presencia
militar de Estados Unidos en el área del Canal de Panamá,
hasta mucho después del año 2000". Con relación al general
Noriega plantea que "el Departamento de Estado opina
que...deben tornarse medidas para producir la renuncia del
general Noriega e instalar un gobierno interino, formado por
políticos moderados y oficiales militares que planteen como
objetivo principal la democratización y salvaguarda de los
intereses estratégicos de Estados Unidos .° (Las cursivas son
del autor).
Estos objetivos fueron en 1989 claramente delineados por
los Halcones de Washington en el documento "Santa Fe, una
estrategia para América Latina para la década de 1990", mejor
conocido como "Santa Fe II". En la propuesta N°10 relacionada
con Panamá, se lee:

"La expulsión de Noriega y la celebración de elecciones no


serán suficientes para instaurar un régimen democrático en
Panamá. Estados Unidos tendrá que centrar su atención
en la gran variedad de asuntos del régimen democrático: la
reforma de las Fuerzas de Defensa de Panamá, el apoyo al
sistema judicial independiente y la restauración de la
economía, serán cuestiones fundamentales...Pero el derro-
camiento del dictador no resuelve los problemas de Panamá,
ni prepara el camino para una sólida asociación norteame-
ricano-panameña.
Además de esto, Estados Unidos y Panamá, una vez que
el régimen democrático esté en el poder, debe comenzar a
planificar con seriedad el control adecuado del Canal, que
pronto necesitará una reparación grande y costosa. Al
mismo tiempo se deben iniciar conversaciones sobre la
verdadera defensa del Canal, después del año 2000. Estas
conversaciones deben incluir la retención por parte de Esta-
dos Unidos de instalaciones limitadas en Panamá principal-
mente la Base Aérea de Howard y la estación Naval, de
Rodman, para la adecuada proyección de fuerzas en todo el
hemisferio occidental".' (Las cursivas son del autor)
8
Es claro que los objetivos estratégicos de Estados Unidos
estaban muy por encima del general Noriega o de quien
estuviese a cargo de la dirección militar en Panamá. Cualquier
otra persona en su lugar igualmente hubiese servido para tales
propósitos. La actitud del general Noriega, sin embargo,
facilitaba la puesta en vigencia de semejante plan para
Panamá. Su falta de interpretación del funcionamiento del
aparato del poder norteamericano, lo llevó a pensar que tener
buenas relaciones con los organismos militares y de seguridad
estadounidenses, eran garantías suficientes. La ofensiva de
agresión provino principalmente de la Casa Blanca, el Depar-
tamento de Estado y del Senado. El general Noriega pensó que
el hacer concesiones militares o políticas a Estados Unidos
resolvería el problema. Cuando ello no funcionó, recurrió
entonces al discurso nacionalista para enfrentar la embestida
del imperio.

Desarrollo de la crisis
Con la campaña contra Panamá en marcha, las declaracio-
nes de Díaz Herrera en junio de 1987, sirvieron fundamental-
mente para aglutinar a los grupos oposicionistas al gobierno
alrededor de las mismas. Tales declaraciones fueron servidas
en bandeja de plata para los intelectuales de la campaña. La
batalla invisible que hasta ese momento habían desarrollado,
cobraba cuerpo propio con una motivación de contenido
nacional panameño. Así, era mucho más fácil desarrollaria,
preservando la fuente originaria de la misma. Sin embargo,
Panamá no era hueso fácil de roer. Para finales de 1987,
incrementada la represión gubernamental, el bloque de la
"rebelión blanca" dirigido por la Cruzada Civilista había perdi-
do fuerza. Para los intelectuales de la campaña, era entonces
necesario escalar la ofensiva a toda costa.
El gobierno norteamericano había considerado sólo cues-
tión de tiempo la caída del régimen panameño. Para el senador
D'Amato, el "corte de la yugular" sería más que suficiente. Para
su sorpresa, el general Noriega, el gobierno nacional y la
institución armada, habían demostrado una gran capacidad
para neutralizar la crisis. A pesar de la represión, la misma no
había producido las víctimas que en Washington se demanda-
ba, salvo por 2 muertos en confrontaciones en San Miguelito,
9
en la cuales fue comprobada la presencia de funcionarios de la
embajada de Estados Unidos. 9 Por otro lado, los sectores
populares identificaron con claridad la procedencia "rabiblan-
ca" de la Cruzada Civilista. Esto los desmovilizó de la Cruzada,
pero produjo el mismo efecto cuando la crisis se agudizó. Para
algunos sectores, enfrentar las agresiones de Estados Unidos
fue considerado sinónimo de apoyar al general Noriega y al
gobierno nacional.
No hay duda alguna de que a Estados Unidos no le
interesaba otra solución que no fuese la impuesta de conformi-
dad a sus objetivos estratégicos, ya delineados. Cada vez que
se planteó la posibilidad de una solución política panameña, o
por la vía de la negociación directa con Estados Unidos, éste
dificultó, impidió o simplemente saboteó cualquier iniciativa.
En diciembre de 1987, se presentó el llamado Plan Blandón,
que propugnaba por la salida del general Noriega del poder.
Blandón había concluido un acuerdo negociando la cabeza del
general sin la autorización de éste, si bien contaba con su visto
bueno para buscar una solución negociada al conflicto con
Estados Unidos.
En enero de 1988, con la participación de los ex-presiden-
tes Carlos Andrés Pérez, Daniel Oduber y Alfonso López
Michelsen, el general Noriega con conocimiento del presidente
Eric Arturo Delvalle, planificó una fórmula política panameña
para la solución de la crisis que pasaba por su salida de la
comandancia de las Fuerzas de Defensa. Muy pocos oficiales
conocíamos tal iniciativa. Sin embargo, en un viaje que hizo a
Estados Unidos el presidente Delvalle se reunió con el subse-
cretario de Estado, Elliot Abrams, quien le pidió al presidente
que descartara tal iniciativa, pues en los planes de Estados
Unidos ello no encajaba. Bajo la amenaza de cortarle la cuota
azucarera, de la cual el presidente era beneficiario, Abrams
sugirió a Delvalle la destitución del general Noriega y ofreció el
pleno respaldo de Estados Unidos a tal fin. Era obvio que el
general Noriega y las Fuerzas de Defensa rechazarían la
destitución. Delvalle fue utilizado, consciente o inconsciente-
mente, para los propósitos de Estados Unidos y para abortar
la iniciativa de los ex-presidentes latinoamericanos.
La destitución de Delvalle escaló la agresión del país
norteño. El 8 de febrero de 1988, fueron presentados en las
10
cortes de Miami y Tampa, los sobres sellados de las acusacio-
nes, contra el general Noriega. Según los intelectuales de la
campaña, esto produciría la caída del general. Las acusacio-
nes según periodistas que cubren el juicio actual contra el
general panameño, no han sido demostradas más allá de la
duda razonable 10 y aún está por verse el resultado final.
El 2 de marzo de 1988 se congelaron los fondos del Banco
Nacional de Panamá en bancos estadounidenses. El 8 de abril
mediante la orden ejecutiva N 1 12635 se aplicó a Panamá la Ley
de Poderes de Emergencia Económica Internacional. Panamá
era una poderosa amenaza a la seguridad de Estados Unidos.
Estas medidas sólo fueron el inicio de un rosario de agresiones
económicas contra nuestro país cuyo costo final, incluida la
invasión, según el economista Guillermo Chapman Jr., alcan-
zó la cifra de 1,500 millones de dólares." Para el economista
Juan Jované, la cifra entre 1988 y 1989 fue de 2,065.8 millones
de dólares. 12
En mayo de 1988, después de un período de negociaciones,
con Michael Kozac, enviado del gobierno norteamericano, el
general Noriega parecía dispuesto a aceptar un arreglo nego-
ciado para su retiro. Sin embargo, para el general Noriega "las
negociaciones no buscaban la solución para un hombre, sino
buscarla salida a los problemas de los 2 millones de habitantes
y el bienestar de los panameños. Cuando nos presentaron un
ultimátum fracasaron las conversaciones". 13 Según el nuncio
apostólico en Panamá, en esas fechas monseñor Sebastián
Laboa, Estados Unidos era principalmente responsable por el
colapso de las negociaciones y no el general Noriega como el
secretado de Estado, George Schultz, dijo en una conferencia
de prensa. 14 La negociación conspiraba contra las aspiracio-
nes electoreras de George Bush, quien se opuso y vetó el
acuerdo. Para asegurarse de que no funcionara filtró a la
prensa la información. Después de su arrolladora elección
como presidente, su director de campaña James Baker diría
que de haber sabido que ganaría por tan amplio margen, no se
habría atrincherado en una posición contraria a la solución
negociada. 15 Demás está decir que, a nuestro juicio, el acuerdo
no era aceptable, si bien resolvía la salida del general Noriega,
pero su contenido no viene al caso considerarlo en este momen-
to. Con esto se cerraron las puertas a un arreglo directo
negociado. 11
Durante el proceso electoral panameño de 1989, hubo
Intervención directa de Estados Unidos. 10 millones de fondos
congelados a Panamá fueron entregados para financiar la
campaña de la oposición. Un miembro de la Agencia Central
de Inteligencia, el norteamericano Kurt Muse, fue detenido
operando una red clandestina de radio, como parte de las
operaciones encubiertas de la CIA para derrocar al gobierno del
general Noriega. 16 Por otro lado, las autoridades norteameri-
canas expresaron que no reconocerían un triunfo del candida-
to oficialista en esas elecciones.
Después de la anulación de las elecciones del 7 de mayo de
1989, Estados Unidos, consciente de que una intervención
unilateral, en razón de tal anulación, no contaría con el apoyo
interno e internacional, decide, por un lado, incrementar su
presencia militar en Panamá escalando las provocaciones
militares y por otro lado involucrar a la OEA, convencidos de
poder manipular el resultado de esa gestión. Su propósito era
lograr, no sólo la condena de Panamá, sino la autorización de
la OEA para una intervención militar como sucedió en la
República Dominicana en 1965. Jeanne Kl patrick, ex-emba-
jadora de Estados Unidos en las Naciones Unidas e intelectual
de los llamados Halcones de Washington, apuntó que "El De-
partamento de Estado...parece haber esperado más ayuda de
parte de las democracias latinoamericanas que la que efectiva-
mente recibió". 17 La oposición panameña se quejó de que las
medidas de la OEA no incluyeran la intervención militar. Al
final de cuentas, la gestión de negociación de la OEA sirvió para
llenar el expediente de recursos a los que Estados Unidos
recurrió. Las condiciones estaban planteadas para facilitar la
intervención militar. El pretexto era todo lo que faltaba y e:
Estado Mayor Conjunto del Pentágono entró en acción.

La escalada militar
Durante todo el período de 1987, las fuerzas militares del
Comando Sur en Panamá habían mantenido una prudente
actitud frente a los eventos que se desarrollaban en Panamá.
El general Federick Woerner, jefe de dicho Comando, había
considerado que a pesar de la situación política en franco
deterioro, los intereses vitales norteamericanos no estaban en
peligro. El Canal no se veía amenazado, los ciudadanos de
12
dicho país no corrían peligro alguno y las FDP no eran una
amenaza militar para Estados Unidos. Woerner se resistía a
una solución militar en Panamá. En Washington era percibido
como un comandante débil, que no entendía la política de
Estados Unidos. 1° Ello le costaría el puesto el 30 de septiembre
de 1989, cuando los planes de invasión estaban en marcha.
Los primeros incidentes militares con fuerzas norteameri-
canas se dieron el 5 de enero de 1988, con desplazamiento de
tropas armadas fuera de los sitios de defensa, en áreas bajo
jurisdicción panameña. Este fue el inicio de un rosario de
movilizaciones de tropas del Comando Sur en diferentes secto-
res de Panamá, bajo el pretexto de ejercicios militares y
reclamando derechos de circulación que otorgaban los trata-
dos Torrijos-Carter según la interpretación norteamericana,
incorrecta por cierto.
El día 4 de abril de 1988, comienzan a llegar a Panamá
tropas norteamericanas de refuerzo, en un abierto plan de
intimidación. Los medios de comunicación nacionales e
internacionales dan cuenta de este arribo. Inclusive se susci-
tan incidentes entre soldados norteamericanos y periodistas
extranjeros. 19 Estas provocaciones perduraron durante todo el
año 1988, con diferentes incidentes entre tropas y ciudadanos
panameños.
Si la opción militar no se ejecutó antes de diciembre de
1989, ello se debió a que los militares norteamericanos estaban
sumamente preocupados por las actitudes guerreristas de los
funcionarios civiles de la administración norteamericana. Ya
desde el 14 de abril de 1988, en un artículo aparecido en The
New York Times, la Junta de Jefes de Estados Mayores había
expresado tal preocupación. En un artículo titulado "¿Qué
aterroriza al soldado más bravío? Un plan militar civil", oficia-
les del Ejército norteamericano calificaron de absurdos y
ridículos los planes de Elliot Abrams de invadir a Panamá y
secuestrar al general Noriega. "Una metida de pata diplomá-
tica no se corrige con un disparate militar", declaró un gene-
ral. 20 Por otro lado, pocos militares conocían la situación de
Panamá como el general Woerner, que sistemáticamente re-
chazaba el envío de tropas a Panamá, según expresa el escritor
21
Bob Woodward en su libro Los comandantes. Además, para
el jefe del Comando Sur, el plan de secuestrar al general
13
Noriega sin lugar a dudas traería como consecuencia un
enfrentamiento mayor.
Desde abril de 1988, el Comando Sur, al mando de Woer-
ner, habían elaborado planes de contingencia militar para el
desarrollo de la situación. Dichos planes llevaban el curioso
nombre clave de Libro de Oraciones (Prayer Book), con una
serie de opciones para los diferentes escenarios en Panamá. El
plan "Post Time", desarrollaba el escenario de la defensa
unilateral del Canal con el despliegue de tropas norteamerica-
nas en las ciudades de Panamá, con acciones de rescate de las
mismas sin la autorización del país anfitrión. El plan "Blind
Logic" era un plan de operaciones encubiertas de alcance
limitado dirigido a apoyar a las fuerzas opositoras a instalar un
nuevo gobierno. Ello se haría sólo a solicitud del "nuevo
gobierno". Esta parte del plan fue utilizado el 19 de diciembre
de 1989, con la instalación del gobierno actual en una base
militar norteamericana en Panamá, pocas horas antes del
inicio de la invasión. R2 El plan "Cuchara Azul" (Blue Spoon) era
un plan de operaciones militares ofensivas contra las FDP.
Esas operaciones serian ejecutadas por el Comando Sur, que
aglutina a las fuerzas de tierra, mar y aire de dicho comando.
Woerner consideraba que los planes de Washington de escalar
la presencia militar norteamericana en Panamá, conduciría
indefectiblemente a una confrontación militar injustificada,
salvo que Panamá la provocara, lo cual era poco probable. Por
otro lado, consideraba que las fuerzas ya estacionadas en
Panamá serían suficientes para disuadir a las Fuerzas de
Defensa o enfrentarlas militarmente.

Panamá se prepara para la defensa: Se crean los Batallones


de la Dignidad y los CODEPADIS
En abril de 1988, con el inicio de las provocaciones militares
norteamericanas, oficiales de las Fuerzas de Defensa que
seguían de cerca la evolución de la situación centroamericana,
identificaron las similitudes de las medidas agresivas de
Estados Unidos en su guerra sucia contra Nicaragua y las
tomadas contra nuestro país. La premisa fundamental era que
Panamá, como nación, debía estar preparada para defenderse.
Tres interpretaciones se le dieron a esta necesidad. En primer
lugar, los que pensaban que en la medida en que Estados
14
Unidos estuviese consciente de la voluntad del pueblo pana-
meño a defenderse, ello seria un factor disuasivo y que, en
consecuencia, era necesario organizar al pueblo para tal fin.
Esta interpretación sólo buscaba potenciar el factor sicológico
frente a las agresiones de Estados Unidos. En segundo lugar,
los que creían que era necesario complementar la potencia
relativa de combate de las Fuerzas de Defensa mediante la
organización de milicias populares que en la práctica estuvie-
sen en capacidad de apoyar el esfuerzo de las Fuerzas de
Defensa en repeler la intervención militar norteamericana. Por
último, estaban los que consideraban que era necesario
emular el ejemplo de Cuba y Nicaragua, con la doctrina de la
Defensa del Pueblo en Armas, y en tal sentido era necesario
hacer efectiva la entrega de armas a todo el pueblo para la
defensa. Estas dos últimas opciones eran mucho más disua-
sivas que la primera.
El alto mando militar panameño, aceptando como válida la
premisa fundamental, optó por la primera variable. Su expre-
sión material fue la creación de los Batallones de la Dignidad.
El pueblo respondió al llamado de la patria. A lo largo y ancho
del país, miles de panameños se sumaron a estos batallones
como respuesta a las agresiones de Estados Unidos. Al G-3 del
Estado Mayor le correspondió la tarea de organización y adies-
tramiento de los batallones. Los miembros de los Batallones de
la Dignidad realmente pensaron en que se constituirían en
milicias populares para defender a Panamá contra la agresión.
Sin embargo, mientras se desarrollaba el proceso de entrena-
miento su alcance no era el que los Batallones de la Dignidad
esperaban. Así lo hicieron saber. "No fue sino en julio de 1988
cuando los grupos realmente comenzaron sus prácticas con
bala viva y granadas de fragmentación". 23 Los responsables de
los Batallones, sólo pretendían explotar el factor sicológico, la
actitud de los mismos frente a la agresión y no su desarrollo
militar. Este fue un grave error, ya que se desmoralizaron,
muchos abandonaron y los Batallones nunca llegaron a tener
una capacidad de combate real. SI ello sucedía en el entrena-
miento, peor era cuando de la entrega de armamentos se
trataba. Hubo reservas para armar a los batallones. Había
temor en el alto mando que la nueva actitud, la disposición de
luchar de los batallones, pudiese salirse de control y crear un
15
incidente ante las provocaciones de las tropas norteamerica-
nas. La experiencia demostró, que dichas tropas temían más
a los Batallones de la Dignidad que armados del pabellón
nacional les cenaron el paso a sus provocaciones, que a las
Fuerzas de Defensa.
Si había reservas en los militares, mucho más las hubo en
los funcionarios del gobierno nacional. Estos, no se vincularon
de lleno a la organización de la defensa. Los más consecuentes
idearon la creación de los Comités de Defensa Institucionales
(CODEPADIS) ante la amenaza de que la instituciones del
estado serían atacadas o saboteadas.
Es importante señalar que tanto los Batallones de la
Dignidad como los CODEPADIS, lograron en buena forma el
objetivo disuasivo inicial. Marta Iturralde y Juan Carlos
Espinar, miembros de los Batallones expresan que "está claro
que los sectores oligárquicos pro norteamericanos y amplios
sectores populares civilistas vieron en los Batallones de la
Dignidad una amenaza a sus planes...porque...ellos (los civi-
listas) contaban con la posibilidad real de la Intervención
militar yanqui " ?' A pesar del insuficiente entrenamiento
militar, a la falta de equipamiento y armamento en el momento
de repeler la agresión, y la descomunal desigualdad de las
fuerzas enfrentadas durante la invasión, los Batallones de la
Dignidad combatieron fieramente durante la invasión y escri-
bieron una página heroica de valor y patriotismo.
Se ha acusado a los Batallones de la Dignidad de haber
iniciado y estimulado el saqueo que siguió a la Invasión. Nada
más alejado de la realidad. En San Miguelito, en donde yo me
encontraba, el saqueo fue iniciado por los humildes residentes
de ese populoso sector, con una desesperada intención de
asegurar alimentos. Ningún otro local comercial fue saqueado
inicialmente. El saqueo que se produjo, a mi juicio, fue una
respuesta de los pobres frente a los ricos que todo lo tienen
mientras ellos viven su miseria. Era la revancha, estimulada
por la pérdida de la identidad personal, que el saqueo genera-
lizado posterior produjo. En la ciudad de Panamá, se identifi-
caron personas de todos los estratos sociales saqueando
hombro a hombro en forma generalizada. Sostengo la tesis de
que el abrazo que dio el pueblo a los invasores, no fue por la
invasión, sino por la permisibilidad que otorgaron y en algunos
16
casos estimularon para saquear indiscriminadamente. Era
obvio que mientras lo hacían, no estarían en situación de
resistir la invasión.
Hoy damos nuestro reconocimiento a todos aquellos que
acudieron al llamado de la patria y cumplieron con lo estable-
cido en el artículo 306 de la Constitución Nacional. Hoy
algunos, como el doctor Benjamín Colamarco, el arquitecto
Enrique Thompson y el mayor (R) Arturo Marquínez, jefes de
los Batallones de la Dignidad, se encuentran encarcelados por
cumplir con su deber. Algún día la patria agradecida sabrá
reconocer su valor y sacrificio.

La situación en las Fuerzas de Defensa


Como dijéramos con anterioridad, la unidad monolítica de
las FDP había quedado mellada desde 1985. Con la crisis
desatada por las declaraciones del coronel Díaz Herrera en
1987, ello se profundizó. Existía incoherencia entre los
miembros del Estado Mayor. La incompetencia demostrada, la
forma de interpretar y afrontar los hechos, creó desconfianza
en los mandos subalternos. La crisis económica, fundamen-
talmente, creó preocupación en algunos altos oficiales que
veían sus intereses económicos afectados. En ese entorno se
da el intento de golpe del 16 de marzo de 1988. La gran mayoría
de los oficiales participantes tenían esta motivación. El general
Noriega le llamaría el "Golpe de los Insumos" al referirse a su
contenido ya que el mayor interés de los alzados era desplazar
al comandante, cumplir con las expectativas de Estados Uni-
dos y que se alivian la situación económica que los afectaba.
A pesar del daño causado y de que algunos de sus partici-
pantes "pasaron agachados", la escalada de la agresión militar
y política obligó a los militares panameños a cerrar filas
alrededor de su comandante. Dentro de un clima de descon-
fianza se elaboraron los planes militares para la defensa del
país. Nunca se concluyó, dentro de las hipótesis de guerra
consideradas, que una intervención militar directa a gran
escala de parte de Estados Unidos fuese probable. El curso de
acción más probable del enemigo, a juicio de los planificadores
militares, era el de una operación comando para secuestrar o
asesinar al general Noriega. La planificación militar estuvo
entonces dirigida a evitar tal posibilidad y a repeler cualquier
17
intento al respecto. Además, si el entrenamiento militar se
daba, habría que convertir al país en un teatro de operaciones
de guerra de guerrillas que empantanaran a las fuerzas
militares norteamericanas en un nuevo Vietnam, haciéndoles
pagar un alto precio político y en vidas. La escalada de las
provocaciones militares eran consideradas y en efecto lo eran
originalmente, acciones tácticas con propósitos sicológicos:
Romper la voluntad de lucha de las FDP y de los panameños y
que fueran éstos los que forzaran la salida del general. Las
invitaciones de los norteamericanos para "tumbar" al coman-
dante, fueron frecuentes. u guién esto escribe es fiel testigo de
ello.
Así, los planes militares panameños fueron elaborados
determinando tres teatros de operaciones: El Teatro de Opera-
ciones Central, que incluía Panamá. Colón y Coclé; el teatro de
Operaciones Oriental: con Darién y San Blas y el Teatro de
Operaciones Occidental, que incluía Chiriquí, Bocas del Toro,
Veraguas, Herrera y Los Santos. El despliegue de las fuerzas
terrestres se había realizado según esta organización. Se
distribuyeron el armamento y los medios de combate para tal
fin. Había disposición combativa de las fuerzas, si bien, repito,
no se calculaba una intervención militar directa.
El 3 de octubre de 1989. se produce el intento de golpe
dirigido por el mayor Giroldi. Era increíble pensar, que el
mismo oficial que el 16 de marzo de 1988 impidió con sus
tropas un golpe, fuera el que ese día lo encabezara. Fui uno de
los primeros detenidos por los golpistas ese día, pues entraba
de turno en la comandancia. El golpe tenía características
ambiguas. Por un lado determinaba la salida de la cúpula
militar y expresaba su planteamiento torrijista y de no partici-
pación extranjera en el golpe. Pero, por otro lado, Giroldi había
solicitado el apoyo de Estados Unidos para su golpe, mediante
el cierre de los accesos terrestres de las fuerzas leales hacia la
comandancia. Giroldi estaba convencido de que con este apoyo
lograría su propósito, sin considerar lo que pensase el resto de
las fuerzas. Expresaba que de continuar las presiones econó-
micas, el pueblo seguiría sufriendo. La batalla invisible del
plan norteamericano había penetrado y roto la voluntad de
lucha de los alzados. Sin embargo, el apoyo esperado no se
produjo. Para entonces los planes de invadir a Panamá estaban
18
en camino. Ya en septiembre, con anterioridad al golpe, el
almirante William Crowe, asesor de Seguridad de la Casa
Blanca, había expresado: "Yo no se cuándo va a suceder, yo no
sé qué va a precipitarlo, pero estoy convencido que vamos a
tener que ir con fuerzas militares a Panamá para resolver la
situación y necesitamos estar listos para hacerlo". 26 Días
después de la intentona golpista, el jefe de la Junta de Jefes de
Estados Mayores del Pentágono, el general Colín Powell, consi-
deró que el resultado del golpe era precisamente lo que
necesitaban para romper las barreras que frenaban la inva-
sión, expresando que "No hay nada como una crisis para una
buena vinculación". 27
Aún está por determinarse a ciencia cierta las circunstan-
cias de la muerte de los alzados. Lo cierto es que como
resultado del intento de golpe, la institución militar había
derramado sangre de sus propios compañeros. A partir de esa
fecha nada fue igual. El general Noriega se atrincheró en su
desconfianza viendo conspiraciones por todo lados. Se rodeó
de oficiales jóvenes, desoyó las recomendaciones del Estado
Mayor y de los jefes de zonas militares. Siguiendo los consejos
de conspicuos asesores civiles, hizo decretar las Leyes de
Guerra y en una declaración del Consejo General de Estado del
21 de noviembre de 1989, denunció el "Plan Panamá 5", de
acciones terroristas y criminales contra la vida del comandan-
te. Lo critico de esta declaración era lo atinente a que "al
gobierno de Panamá le será muy dificil...responder a la segu-
ridad de los ciudadanos y de los intereses de Estados Unidos
situados dentro o fuera del territorio panameño". 28 Con ello se
abría una nueva excusa para la intervención militar norteame-
ricana: Proteger la vida de ciudadanos norteamericanos y los
intereses de Estados Unidos en Panamá.
En buena proporción, se había perdido el control de la
situación. El 15 de diciembre de 1989, a pesar de la oposición
de muchos miembros del Estado Mayor, el general Noriega se
hace nombrar jefe de Estado y declara que Panamá se encuen-
tra en estado de guerra con Estados Unidos. A mi juicio, no
había necesidad de esta medida. Por otro lado, era una afrenta
para el presidente provisional, el ingeniero Francisco Rodrí-
guez. Se lo hicimos saber al general convencidos de que tal
medida no seria aceptada por ningún país, agravando el
19
aislamiento internacional de Panamá. Además, para los
efectos prácticos, él era quien ostentaba el poder real en
Panamá. Todo ello precipitó los planes de invasión de Estados
Unidos. El caso de la muerte de un teniente norteamericano de
apellido Paz, por los disparos de un retén militar frente a la
Comandancia y las acusaciones de ultraje al matrimonio
norteamericano de apellido Curtís; sólo fueron excusas esgri-
midas por Estados Unidos. Se había llegado al punto culmi-
nante del plan elaborado en 1986. Estados Unidos consideraba
que estaban dadas las justificaciones que necesitaba para la
intervención militar en Panamá y que había llegado el momen-
to de actuar. Esa oportunidad no sería desperdiciada. Según
expresan el secretario de Defensa, Richard Cheney, el fin no
era liquidar sólo a Noriega, sino a las Fuerzas de Defensa
enteras. 29 El plan "Cuchara Azul" se convirtió en "Justa
Causa".

La invasión
Como dijéramos con anterioridad, la hipótesis de guerra
considerada por las Fuerzas de Defensa era la de una operación
militar limitada con el objetivo de secuestrar o asesinar al
general Noriega. Autores que han escrito sobre la invasión
coinciden con esta apreciación. Olmedo Beluche, en su libro La
verdad sobre la invasión, expresa que "lo cierto es que la
mayoría de los panameños dudaba que una invasión se fuera
a producir". 3O Ricaurte Soler, en su libro La invasión de Estarles
Unidos a Panamá, indica que "...muchos pensábamos que se
trataría de una operación comando sobre Noriega y su Estado
Mayor, con lo cual habrían quedado sustancialmente desver-
tebradas las Fuerzas de Defensa, uno de los objetivos de la
neoderecha yanqui, explicitamente anunciado por...Santa
Fe " . 31
Los organismos de inteligencia estratégica de las Fuerzas
de Defensa habían detectado la masiva movilización de tropas
norteamericanas hacia Panamá. De Washington se había
recibido información sobre las reuniones inusuales en el
Pentágono y la Casa Blanca el día domingo 17 de diciembre.
Sin embargo, la interpretación de estos hechos fue, que como
resultado de la muerte del teniente Paz, Estados Unidos había
decidido incrementar un poco más lo que ya habían estado
20
fusiles, entre AK-47 y T-65, algunas ametralladoras y la
munición de dotación justa. Todo el armamento fue repartido.
Fue decepcionante para mi saber, después de la invasión, de
los miles de fusiles y otras armas empaquetadas aún, llenas de
grasa, en lugares que por su ubicación, era imposible recupe-
rarlas, cuando de haberlas tenido en nuestro poder, la resis-
tencia a la invasión hubiese sido mayor. Por otro lado, poste-
riormente supe que previamente a la invasión, armamento y
municiones de reabastecimiento de las unidades de combate
fueron retiradas por órdenes del G-3 de Estado Mayor. Ante la
situación que se vivía, a mi juicio, ello constituye un acto de alta
traición.
Casi todo el Estado Mayor se presentó a la Zona Militar de
San Miguelito. Se estableció comunicación telefónica con todas
las zonas militares cuyos jefes expresaron su disposición al
combate. Los hechos demostraron que muchos no fueron
consecuentes con lo que de ellos se esperaba y uno tras otro se
rindieron sin disparar un solo tiro. El hecho de que una de las
zonas más fuertes, la de Chiriquí, inexplicablemente se rindie-
ra con tanta facilidad, fue un factor desmoralizador de las
fuerzas patrióticas que repelían al agresor.
El factor más importante en la falta de participación de
civiles y militares en la defensa de P anamá frente a la invasión,
lo constituye sin duda alguna, la ausencia de la conducción
militar del general Noriega. De haber estado al frente de las
tropas, más prolongada y agresiva hubiese sido la resistencia
y mayor el apoyo popular. Cuán decepcionante fue para
nosotros saber que en ningún momento el general Noriega
asumió la responsabilidad que como comandante le corres-
pondía. Habiendo salido el Estado Mayor de mi área en San
Miguelito, sólo mantuvieron contacto conmigo el Jefe de Esta-
do Mayor, el coronel Marcos Justine, quien desde donde se
encontraba me transmitía instrucciones y me describía el
desarrollo de la situación, y el teniente coronel CarlosAroseme-
na Ring.
Otro factor a resaltar, fue que sólo 8 días antes de la
invasión, se habían producido los ascensos y traslados en las
Fuerzas de Defensa. Así, los nuevos jefes de las unidades de
combate realmente no conocían a sus oficiales y unidades, no
conocían a conciencia los planes defensivos correspondientes
22
a dichas unidades. Por otro lado, las comunicaciones fueron
interferidas por la guerra electrónica de los norteamericanos.
Al momento de la invasión, ello creó grandes problemas de
comando y control.
Se ha expresado que los militares no combatieron al
agresor durante la invasión. Esto no es del todo cierto. Las
unidades de combate de las Fuerzas de Defensa sólo consti-
tuían alrededor de 3000 hombres y todas, exceptuando las de
Chiriquí, sufrieron el brutal ataque desde los primeros mo-
mentos de la invasión, incluyendo el bombardeo masivo sobre
sus cuarteles. Todas ellas repelieron el ataque con fiereza y
sufrieron grandes bajas. Fueron 26 mil tropas norteamerica-
nas empeñadas en la invasión, en una desproporción brutal y
con toda la tecnología de armamento, que inclusive fueron
utilizados por primera vez en Panamá. Después de las primeras
horas de combate, las fuerzas defensoras fueron diezmadas,
desarticuladasy dispersadas. Los focos de resistencia después
se circunscribieron a diversas localidades del área metropoli-
tana de Panamá, San Miguelito y Colón.
En lo que ami respecta, creo haber cumplido con mi deber
militar, hasta cuando la responsabilidad por la vida de mis
hombres y la mía propia, así me lo indicó. Pude haber decidido
por la inmolación heroica pero, como dijo Chuchú Martínez 33
no tenía sentido sacrificar más vidas, ante la impotencia de no
contar con los medios adecuados para continuarla resistencia.
Ami juicio, sobrevivir era el inicio de una nueva etapa y forma
de lucha.
Debo hacer resaltar la forma valiente como se desempeña-
ron los que resistieron la invasión norteamericana. Actos de
heroísmo fueron realizados por muchos de los defensores.
Muchos se mantuvieron combatiendo a pesar de no tener
ninguna posibilidad de triunfo. Según el libro Tiempos de
agonía, para el 3 de enero de 1990, cuando todavía encontra-
ban resistencia en la ciudad de Panamá, el general Maxwell
Thurman admitió que la misión era mucho más dificil de lo que
se esperaba. Declaró que sus soldados estaban combatiendo
una verdadera guerra cuando luchaban por reducir a unos
2000 leales a Noriega muy bien armados. 34 La revista
norteamericana Newsweek señaló que " los norteamericanos
encontraron más resistencia de la que esperaban" 35 Según la
23
revista Army Times, de un total de 167 helicópteros utilizados
en la invasión a Panamá, 45 recibieron daños de las fuerzas
panameñas y 4 de ellos fueron pérdida total. Fueron dañados
25 Black Hawks, 1 Huey, 5 Cobras, 4 Kiowas, 3 Apaches y 7
AH/MH. Los disparos recibidos fueron las armas de pequeño
calibre, de 7.62 y 5.56 mm.36 ¿Qué, sino el fuego de las fuerzas
panameñas impactaron a esas aeronaves? Las fuerzas terres-
tres norteamericanas fueron repelidas al inicio de la invasión.
Sin embargo, el ataque aéreo fue aplastante. Los helicópteros
se convirtieron en el arma más mortífera de la invasión. ¿Qué
hubiese sido de ellos de haber tenido disponibles lanza cohetes
de tierra-aire u otro tipo de artillería antiaérea?

Resultados de la invasión
El presidente Bush dio a su pueblo y al mundo entero, 4
razones para invadir Panamá: 37
1) Proteger la vida de ciudadanos norteamericanos. 2)
Proteger el Canal de Panamá. 3) Restaurar el proceso democrá-
tico en Panamá. 4) Llevar al general Noriega ante la justicia
norteamericana.
Ninguna de las razones expresadas resiste un análisis a la
luz de la 'calidad. La vida de los ciudadanos norteamericanos
nunca estuvo en peligro antes de la invasión. En efecto, la
propia invasión fue la que puso en peligro
38
tales vidas, particu-
larmente la de los soldados invasores Las autoridades nor-
teamericanas dan cuenta de la muerte de 23 de sus soldados
durante la invasión. Un ciudadano civil norteamericano muere
por causa de ella. Su vida nunca estuvo en peligro con
anterioridad. ¿Valen esas vidas más que las de cientos de
panameños civiles y militares masacrados durante la inva-
sión?
Desde el momento que el Canal de Panamá entró en
servicio en 1914, mantuvo su funcionamiento ininterrumpida-
mente hasta el 20 de diciembre de 1989. Ni el efecto de dos
guerras mundiales había evitado que continuara funcionando
eficientemente. Durante la invasión, el Canal fue cerrado
unilateralrriente por los norteamericanos como la mejor mane-
ra de defenderlo. ¡Cuánta incongruencia! Sin embargo, parece
que a nadie le preocupó el hecho de que el Canal nunca antes
había estado fuera de servicio ni había estado en peligro antes
de la invasión. 39
24
Con relación a la restauración del proceso democrático en
Panamá, el propósito consistía simplemente en instalar al
gobierno actual. De hecho ello fue realizado antes de la
invasión. Esta razón sólo tenía propósitos propagandísticos
para lograr el apoyó del pueblo norteamericano y el de otros
países, incluido el panameño, a la invasión. La instalación del
gobierno actual, en una base militar norteamericana, dista
mucho de significar el establecimiento de la democracia en
Panamá. Dos años de gobierno han sido suficientes para que
ello sea evidente. Según Luis Guillermo Zúñiga "para los
intervencionistas norteamericanos es fundamental que los
países del área estén gobernados por regímenes leales, con
cuya cooperación los intereses monopólicos capitalistas pue-
dan fomentar sus beneficios económicos". 4° Y sus intereses
militares estratégicos, agrego yo.
Con relación al general Noriega, más que llevarlo a la
justicia norteamericana, la intención de Estados Unidos era
derrocarlo y destruir a las Fuerzas de Defensa. Toda la docu-
mentación que hemos presentado aquí consideramos que es
suficiente evidencia de nuestra afirmación. La propia enverga-
dura de la invasión y todo lo que ella implicaba, no puede
justificarse a la luz de llevar a un general al banquillo de los
acusados. SI ello fuese así, habría intervenciones militares
frecuentemente. No es la política de gendarme internacional la
que puede esgrimirse para justificar todo el daño causado a un
pueblo y a un país, como es el caso de Panamá. Si llevarlo a la
justicia norteamericana era lo fundamental, ¿por qué se le
ofreció retirar los cargos contra él en 1988? Las acusaciones
fueron presentadas para producir su salida y el ofrecimiento de
quitárselas también, y no por su valor jurídico. La invasión a
Panamá respondió al interés de Estados Unidos de imponer
una nueva forma de dominación a Panamá, con el estableci-
miento de un gobierno civil títere, dispuesto a permitir tal
objetivo, eliminando cualquier vestigio de conciencia nacional.
Según Ricaurte Soler "no sólo la captura del general Noriega,
sino la liquidación de toda posibilidad de autodeterminación
nacional era el verdadero objetivo del imperio". 41
Hoy Panamá es un país ocupado por las fuerzas militares
norteamericanas. Su despliegue abarca todo el territorio na-
cional. Esto es el resultado material de la invasión de nuestro
25
país y ello es realizado con la complicidad del actual gobierno
nacional. A pesar de las reiteradas intervenciones de Estados
Unidos a Panamá, nunca en la historia se había demostrado
tanta obsecuencia para con los intereses y objetivos de dicho
país, por parte de los mandatarios panameños. El pretendido
proceso de desmilitarización, es sólo una expresión retórica. El
gobierno, con una doble moral, no concibe la presencia legíti-
ma de un ejército nacional, sin embargo, no cuestiona la
militarización de que ha sido objeto nuestro país por parte de
las fuerzas armadas de Estados Unidos, porque como expresa
Ricaurte Soler "...la plutocracia oligárquica panameña es
ferozmente militarista porque necesita ser sumisa frente al
ejército norteamericano para reprimir las reivindicaciones de
las clases subordinadas". 42 El ejército norteamericano ha
asumido casi todas las funciones que antes realizaban las
Fuerzas de Defensa. Estas funciones, que incluyen el control
político del país, son avaladas con la presencia del presidente
de la República en las diferentes actividades que tales fuerzas
realizan a todo lo largo y ancho del territorio nacional. No
abarcan, sin embargo, lo relacionado a la seguridad pública, la
cual ha sido atribuida como única función de la Fuerza
Pública.
La Policía Nacional, como parte de la Fuerza Pública que
fuera organizada por Panamá a raíz de la invasión, ha demos-
trado una gran incapacidad para cumplir a cabalidad con las
funciones de seguridad pública. La ciudadanía panameña
mira desconcertada como dicha seguridad es prácticamente
inexistente. Los efectivos policiales, ahora supuestamente
dedicados exclusivamente a la protección ciudadana, han
demostrado ser totalmente ineficientes en brindar dicha pro-
tección. Sin embargo, el grado de sumisión a la que ha sido
llevada la institución policial, ha traído como consecuencia,
que se convierta en instrumento al servicio de los partidos que
forman y han formado parte del régimen impuesto por la
43
invasión norteamericana.
La situación a la que ha sido llevado el país a raíz de la
invasión, pareciera conducirnos a un destino incierto de
sufrimientos como nación. Por un lado estamos ocupados
militarmente, sometidos a los designios de Estados Unidos en
una dependencia creciente y el gobierno actual sigue sostenido
26
por las bayonetas norteamericanas. Por otro lado, nos agobia
la dificil situación económica como resultado de la agresión
económica previa, las pérdidas sufridas durante la invasión y
las políticas neoliberales adoptadas recientemente. La insegu-
ridad ciudadana nos hace vivir en un estado de temor perma-
nente, acentuado por el incremento de la delincuencia sin
control.
En la lucha generacional por la conquista de nuestra
independencia y soberanía total, la invasión del 20 de diciem-
bre de 1989 constituye una derrota militar. Perdimos una
batalla, pero no hemos perdido la guerra por la liberación de
nuestra patria. Torrijos decía que "se libera al país cuando se
ara una parcela..., se libera al país cuando se enseña a leer un
analfabeta..., libera el obrero al país, cuando se empeña en
producir trabajo..., libera al país el sudor de la generación que
lo está liberando". Yo añadiría que libera al país la sangre
derramada por los patriotas panameños.
Yo no juzgo a nadie. El pueblo, con su inmensa sabiduría,
sabrá juzgar en su justa dimensión todo lo acontecido antes,
durante y después de la invasión. El futuro pareciera ser negro
e incierto. Sin embargo, estoy convencido de que los pana-
meños, que siempre hemos sabido salir de las dificultades y
crecernos sobre las calamidades, lograremos sembrar las
simientes de un futuro mejor. Sufrimos una derrota militar,
pero de ella hemos salido fortalecidos por un profundo amor a
la patria, porque como dijo José Martí "se debe querer a la tierra
en que uno nace, con fiereza, con ternura".

Notas

1. de la Rosa, Diógenes, -El mito de la intervenclón", Tareas 80, Panamá,


enero-abril de 1992.
2. Según Estela Calloni, en su libro Panamá, pequeña Hiroshima, Publicaclo-
nes Mexicanas S.C.L., 1991, p.88, el coronel Díaz Herrera reconoció que
hubo un plan para derrocar al general Noriega del cual él formaba parte,
tanto como el presidente Ardito Barletta.
3. Ibídem, p.92.
4. Extracto de la traducción del documento secreto del 8 de abril de 1986,
publicado en el libro de Raúl Berbey, La crisis de Panamá, ERSA y
Publicaciones de Muero, julio de 1988, p.352 a 355.
5. El 13 de junio de 1986 el periodista norteamericano Seymour Hersch,
publicó un extenso articulo en el New York Times en donde se acusaba al
27
general Noriega de estar Involucrado en una serie de delitos tales como el
narcotráfico desde 1972, fecha en que la CIA consideró su asesinato.
6. Tomado de la traducción de la carta de J. Edward Foz, del 26 de marzo de
1987, Washington D.C., publicada en Cvisis, Argentina, junio de 1988.
7. Tomado de la traducción del documento Santa Fe, una estrategia para
América Latina en la década de los noventa, p.51 y 52.
8. Calloni, Estela, op.cft, p.112.
9. Durante los disturblos desarrollados en San Miguelito, la policía detuvo al
funcionario diplomático de la embajada de Estados Unidos, el secretario
mercantil David Miller. Calloni, op.cit.p. 115.
10. El periodista Tomás Cabal, que cubre el juicio del general Noriega que se
celebra en Miami, en un artículo publicado en El Panamá América, el
domingo 22 de marzo, considera que los cargos no han sido probados más
allá de la duda. Por otro lado, en un articulo presentado en La Estrella de
Panamá, e121 de marzo de 1992, se informa que en la prensa local de Miami
se comienza a hablar de que Noriega sea absuelto en vista de que los
testimonios en su contra parecen provenir en su mayoría de Información de
segunda mano. `El caso se ha edificado con gente cuya credibilidad es peor
que nula' comentó en el diario The Miami Herald el presidente de la
Asociación Nacional de Abogados Defensores, Jeffrey Wetner.
11. Cit. por Olmedo Beluche en La verdad sobre la invasión, basado en
publicaciones del diario La Prensa, 'Documentos para la historla", 31 de
agosto de 1990.
12. Cit. por José de Jesús Martínez en La invasión de Panamá, Causadlas
Editores, Bogotá, Colombia, 1991, p.98.
13. Berbey, Raúl, op.citp.488.
14. Ver Invasión, The American Destntctfon of the Noriega Regime in Panamá.
The America s Group ,1990, p.101.
15.Woodward, Bob, The Commanders, Simon &Schuster, Nueva York, 1991,
p.86.
16.El miembro de la CIA Frederick Muse, estuvo detenido en la Cárcel Modelo
de Panamá hasta el día de la invasión. Su liberación fue uno de los objetivos
de las fuerzas especiales de Estados Unidos. Fue rescatado en un helicóp-
tero que luego fue derribado por las fuerzas defensoras, pero Muse
sobrevivió y fue trasladado a Estados Unidos. Woodward, op.citp.91.
17. Cft por Ricaurte Soler en La invasión de Estados Unidos a Panamá, Siglo
Veintiuno, Editores, 1991, p.83.
18. Woodward, op.cit . p.83.
19. Perlódico El Matutino, 7 de abril de 1988.
20. Berbey, op.clt p.87.
21. Woodward, op.cft p.75.
22. Ver Invasión, op.cit. p.75.
23. Iturralde, María y Juan Carlos Espinar, `Así se organizaron los Batallones
de la Dignidad', en La Batalla de San Miguelito , CELA, 1991, p.50.
24. Ibídem. p.54.
25. El presidente Bush y otros funcionarios norteamericanos expresaron
púbilcamente un llamado a las Fuerzas de Defensa para que destituyeran
al general Noriega Esta fue una de las motivaciones que tuvo el Intento de
golpe del mayor Giroldi. Los oficiales de Inteligencia del Comando Sur,
permanentemente trataron de penetrar a la oficialidad de las Fuerzas de

28
Defensa. Woodward, op.cit. p.92 y Soler, op.cit p.87.
26. Cit. por Woodward, op.ciL p.116.
27. Ibídem p. I26.
28. Gaceta Oficial, año LXXXVI, N . 21,424, del lunes 27 de noviembre de 1989.
29. Woodward, op.cit. p.161 y 162.
30. Beluche, op.cit. p.41.
31. Soler, op.cit. p.88.
32. Woodward, op.citp.168.
33. Para una completa Interpretación del pensamlento de Chuchú Martínez
al respecto, ver a Martínez, op.cit p.102.
34. Ver Tiempos de Agonía, Cali, Colombia, 1990, p.83.
35. Soler, op.cit. p.102.
36. Army Times, 22 de enero de 1990.
37. Invasión, op.cií. p.23.
38. Ibídem. p.25 a 27.
39. Ibídem. p.49 a 52.
40. Zúñiga, Luis Guillermo, El principio de la no intervención, Litografía LIL,
San José, 1991, p.71.
41. Soler, op.cit p.90.
42. Ibídem
43. Para una amplia explicación de las políticas de seguridad pública
actualmente en Panamá ver "La situaclón de seguridad en Panamá", Danlel
Delgado Diamante, La Estrella de Panamá, 9 de febrero de 1992, p. C 10.

Bibliografía

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Editores, México, 1991.
2. Martínez, José de Jesús, La invasión de Panamá, Causadías Editores,
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11. Dirección Ejecutiva para Asuntos del Tratado, Ministerio de Relaciones
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el pueblo de Panamá, Panamá, mayo de 1989.
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13.Castro, Nils, Como pez en el agua, Poligráfica, S.A., Panamá, 1989.
14. Martínez, José de Jesús, Mi general Torrijos, Ediciones Casa de las
Américas, La Habana, 1987.
29
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México, 1989.
16. Zúñiga, Luis Guillermo, El principio de no intervención, Litografias e
I mprentas LIL, S.A., Costa Rica, 1991.
17. Lagos, Medoro, El general &vivió, II Parte, Noriega Legítima alternativa de
la causa panameña. Ediclón Popular, 1988.
18. Roitman, Marcos, Raúl Benítez y Ricardo Córdoba, Crisis y militarización
en Centroamérica, Editorial Revolución, S.A.L., Madrid, España, 1988.

"Teniente coronel de las Fuerzas de Defensa de Panamá. Fungló como


director ejecutivo de la Dirección Ejecutiva para Asuntos del Tratado del
Canal de Panamá, del Ministerlo de Relaclones Exteriores. Actualmente cursa
estudlos de Derecho en la Universidad de Panamá.
30
EL PROYECTO NACIONAL Y
LA INVASION DE 1989*
Marco A. Gandásegui, h.**

En Rícaurte Soler encontramos al historiador marxista dis-


ciplinado y visionario. Para ser marxista definitivamente hay
que tener una enorme dosis de autocontrol, pero también una
pasión inmensa por los procesos sociales, la historicidad de la
sociedad y prácticamente una fe infinita en el hombre como
conductor de su propio destino.
En Soler encontramos al marxista critico, al historiador
que busca las respuestas del futuro y al sociólogo que no queda
satisfecho con repetir los textos que nos hablan de las contra-
dicciones sociales.
En el Noveno Congreso Nacional de Sociología que se
celebró recientemente en esta casa que diseñara Méndez
Pereira y en la cual laboraron sociólogos como Demetrio Porras
y Georgina Jiménez, y de la cual, lamentablemente, estuvieron
ausentes Hernán Porras y Diógenes de la Rosa, me tocó
presentar una ponencia sobre el método sociológico y los
aportes de los pensadores más claros de esta generación. No
estaba ausente Soler de cuyas ideas hemos bebido por un
• Trabajo leido en la presentación del libro La invasión de Estados Unidos a
Paraná, Siglo XXI Editores, México, 1991, de Ricaurte Soler, realizada en el
Auditorio José Dolores Moscote de la Universidad de Panamá, el 27 de febrero
de 1992.
31
cuarto de siglo. En esa presentación señalábamos a Soler
como el historiador, con inquietud sociológica, al marxista con
un fervor nacionalista que pocos intelectuales panameños
pueden igualar.
Pareciera una contradicción presentar a un pensador
marxista como ardiente nacionalista. Pero ese es el caso. Y la
contradicción merece un análisis más cuidadoso. Es en esta
relación entre nación y clase tan delicada y, muchas veces, tan
dificil de discernir que podemos encontrar no sólo la problemá-
tica central que plantea la obra de Soler, sino también la llave
para abrir las pesadas puertas que obstáculizan el pleno
desarrollo de este angosto istmo de tierra, apretada entre dos
mares, cuya clase dominante ha organizado bajo el nombre de
República de Panamá.
¿De quién es el proyecto de nación panameña? Esa es la
interrogante de Soler. La pregunta sobre la existencia o no de
la nación panameña es espuria. La entidad que los filósofos,
y después los sociólogos, denominaron nación no es más que
el vehículo para consolidar una forma de dominación de un
grupo social sobre otros. El problema que quiere resolver la
indagación de Soler es ¿de quién es el proyecto nación?
Algunos teóricos historiadores nos han querido legar una
nación acabada, ideal, ahistórica, basada en rasgos étnicos u
otras formas de las llamadas tradiciones. Esa nación no existe,
y no existirá jamás. La única nación que sí existe es aquella que
moviliza las fuerzas sociales de una población en momentos
históricos de su desarrollo. La formación social capitalista
para subsistir y desarrollarse requiere y exige ciertas condicio-
nes sociales que sólo prosperan en un marco nacional.
La nación es un concepto que tiene ricas connotaciones
progresistas. Sin embargo, como ya dijimos, la nación es un
proyecto enmarcado dentro de una realidad histórica. Todo
proceso histórico es cambiante. Los procesos que ella misma
desata tienden a transformar sus propias bases y revolucionar
sus estructuras. La nación que movilizó fuerzas sociales y
transformó viejas estructuras arcaicas también se volverá en
su momento, un estorbo, un obstáculo, un valladar en el
camino del progreso de la humanidad.
La nación en este último sentido puede constituirse en un
problema para el desarrollo del hombre y su proyecto humani-
32
tario. Este es el problema que Marx enfrentaba a mediados del
siglo pasado en sus análisis de la Europa de temprano desarro-
llo capitalista. Las naciones europeas luchaban por su propio
desarrollo y riqueza, enfrentándose unas a las otras. Marx
llamaba a los obreros de Europa a superar las diferencias
nacionales y a unirse como hermanos en un proyecto univer-
sal, internacional, que dejara atrás los nacionalismos egoístas.
Más arriba dijimos que la nación es un proyecto histórico
de un pueblo. Los pueblos, empero, pueden tener muchos
proyectos. ¿Qué es lo que le da el carácter de histórico a un
proyecto? En primer lugar, el proyecto histórico es el que
sintetiza todas las condiciones objetivas y subjetivas que
permiten las transformaciones sociales. En segundo lugar, el
proyecto histórico demanda un grupo que sea capaz de ser su
portaestandarte, de actuar en nombre de la formación social en
su conjunto. Para Marx esta es la clase social que asume el rol
de vanguardia en su lucha por imponerle al conjunto de la
sociedad su propia visión del mundo. El proyecto histórico de
la burguesía fue el de constituir la nación. Acabó con todos los
remanentes del feudalismo que impedía la circulación libre de
mercancías, incluyendo la fuerza de trabajo. La burguesía
impuso la nación para enterrar para siempre al señor feudal.
Pero la burguesía, según Marx, cayó rápidamente en su
propia trampa. Impuso la libertad de circulación dentro de su
propio territorio, pero le cerró las vías a las otras burguesías
nacionales. En su carrera frenética por conquistar nuevos
mercados para su producción en expansión, la burguesía
extendió su economía de mercado por todos los continentes.
Mientras que en el centro del desarrollo capitalista se cerraban
los mercados y se subían las barreras arancelarias, en la
periferia se predicaba el credo de Adam Smith y de Ricardo y
la ley de las ventajas relativas.
Los países y territorios de la periferia, bajo las nuevas
formas de desarrollo capitalista, no eran más que mercados
cautivos, a la merced de los altos y bajos de las formaciones
sociales en competencia desenfrenada. Las formas burguesas
de organización económica y política en la periferia fueron
rápidamente aisladas y combatidas por el expansionismo
central. Este expansionismo fue bautizado por un sociólogo
inglés liberal con el nombre de imperialismo. Hobson describió
33
el imperialismo como la forma en que la competencia por
nuevos mercados, territorios y materias primas conducía a las
naciones capitalistas de Europa inexorablemente hacia la
guerra mundial. Posteriormente, el teórico alemán Hilferding
desarrolló el concepto para enmarcarlo en la teoría marxista de
la reproducción ampliada en su obra El capital financiero.
Igualmente, Rosa Luxemburgo en su intento por demostrar
que el sistema capitalista era incapaz de reproducirse sin
desbordar sus fronteras introduce la noción del imperialismo
en el lenguaje marxista. Finalmente, Lenin en sus esfuerzos
por transformar a la Rusia zarista y apoyar la revolución
socialista en Europa organiza el primer movimiento victorioso
de liberación nacional" de la periferia. Con Lenin nace el
movimiento antimperialista.
Rusia, sin embargo, se despoja de las connotaciones
nacionalistas de su movimiento y adopta la ideología socialista.
La violencia ideológica a la cual es sometida la revolución rusa
da lugar rápidamente al llamado stalinismo. Es decir, una
ideología que pregona el socialismo al servicio de la acumula-
ción nacional. Mientras que el primero era desvirtuado y
tergiversado, el éxito de la acumulación originaria le permite a
la URSS surgir como potencia mundial después de la segunda
guerra mundial.
Mientras que en 1917 Rusia era una federación de pueblos
sometida a un régimen absolutista y subordinado a las inver-
siones de capital extranjero, 75 años más tarde es uno de los
países más ricos y poderosos del mundo. Para alcanzar estas
metas pagó un costo social alto que consistió en someter sus
recursos -tanto naturales como humanos- a una disciplina
férrea y a una defensa heroica. Mientras que Rusia desarrolla
una política de acumulación primitiva en el siglo XX, países
como Alemania, Suecia e Italia lo hicieron en el siglo anterior.
Inglaterra, Francia y Estados Unidos pasaron por el período de
acumulación originaria, en gran parte en el siglo XVIII.
¿De estas lecciones históricas de países como Inglaterra,
Alemania y Rusia qué puede aprender Panamá? ¿Cuáles son
las lecciones que los investigadores panameños podemos
extraer de estas experiencias de desarrollo capitalista que han
tenido estos países tan distintos? En primer lugar, obviamente,
cada uno de estos países definió con claridad cual era su
34
objetivo histórico. En segundo lugar, se propuso alcanzar este
objetivo a toda costa sin importar los medios necesarios para
alcanzarlos. En tercer lugar, cada país escogió, para alcanzar
su objetivo, el vehículo ideológico que más le convino, depen-
diendo de la coyuntura internacional.
Inglaterra fue el primer país que convirtió el territorio
mundial en mercado para sus mercancías. Estados Unidos
convirtió primero el continente norteamericano en mercado
interno y después el mundo. Rusia hizo algo parecido con su
i mperio soviético y ahora busca la manera de integrarse al
mercado mundial.
La diferencia entre los países que actualmente tienen
sociedades capitalistas desarrolladas y Panamá está en sus
clases dirigentes. Cuando decíamos que hay países que
definieron con claridad sus objetivos, nos estamos refiriendo a
las clases sociales que en algún momento coyuntural lograron
i mponer su proyecto histórico. En el caso de Panamá, Soler
nos demuestra cómo una oligarquía enquistada en cada uno de
los poros de la sociedad istmeña ha logrado frenar y destruir
todos los proyectos de liberación nacional, de desarrollo capi-
talista.
A principios del siglo, Belisario Porras representaba lo más
avanzado y logró transformar las estructuras sociales del país
en nombre de las clases populares y al servicio de desarrollo
capitalista. Sin embargo, su obra es neutralizada por quienes
se oponían a su política en alianza a esos mismos intereses que
se habían beneficiado de las reformas de Porras.
Igual proceso ocurre a mediados del siglo (administracio-
nes de Remón, De la Guardia, Chiari y Robles) cuando la nueva
burguesía que acumula sobre la base de una incipiente indus-
tria de sustitución pretende constituir un mercado nacional
que incorpore la totalidad de la población al desarrollo capita-
lista. Las fuerzas conservadoras (oligárquicas) se oponen a
esta política que hace peligrar su dominio cultural e ideológico
tradicional (hegemonía) sobre la población. No debe resultar
sorprendente tampoco que a la oposición reaccionaria se
sumaran los sectores populares que percibían como sus
enemigos inmediatos a los capitalistas explotadores del
momento. En ese entonces, y todavía en la actualidad, no
perciben en su dimensión más amplia a su verdadero enemigo
35
que es el atraso, el subdesarrollo y la pobreza íntimamente
relacionados con los intereses de los terratenientes (pequeños,
medianos y grandes), y comerciantes dependientes de la
metrópoli.
El golpe militar de 1968 debe entenderse en este contexto.
La burguesía derrotada políticamente, pero aún con tareas
sociales y económicas fundamentales que cumplir, capitula y
entrega el poder a un grupo de hombres uniformados sin
educación política como alternativa única para hacer avanzar
su proyecto. De la carnada de oficiales que surgen del golpe de
palacio sólo Torrijos tiene el instinto (subrayo, instinto) nece-
sario para acometer las tareas que se le piden.
Torrijos procede a organizar un gobierno que busca romper
la hegemonía conservadora. La línea más directa y rápida es
presentarle a la masa de trabajadores y a los sectores popula-
res, en general, una alternativa. Una alternativa a lo que el
nuevo gobierno militar denomina oligarquía reaccionaria sólo
capaz de rendirle honores al sonido de la caja registradora. La
nueva alianza se define poco a poco. La nueva burguesía
industrial busca hegemonizar a obreros, campesinos, incluso
estudiantes y otros sectores explotados.
Soler definió, en algún momento, el populismo torrijista
como "bonapartista". A esta altura se puede hacer una crítica
a esta noción. El régimen torrijista era en esencia populista.
A lo largo de la década de 1970 la hegemonía conservadora se
resquebraja pero no desaparece y su presencia se hace sentir
en todos los sectores. Prueba de ello son los brotes eventuales
que obligan a Torrijos a exiliar y a reprimir profesionales,
empresarios y estudiantes.
La gran debilidad del populismo torrijista era el monstruo
de dos cabezas que se sentaba a la puerta de su morada. Por
un lado, la institución militar llamada Guardia Nacional que
era un cascarón sin lealtades, ni proyectos y menos concepción
nacional que le hiciera honor a su nombre. Por el otro, el
invitado de siempre a la mesa istmeña: la potencia mundial, en
este siglo, Washington.
La burguesía le cedía la vanguardia del movimiento de
modernización a una institución débil e incapaz de lograr los
objetivos reales del movimiento. Con la firma de los tratados
de 1977 se nacionaliza el mercado de la zona del canal, se le
36
pone fecha a la entrega del canal pero no se modifica la
subordinación del istmo a la potencia mundial por intermedio
del pacto de neutralidad.
En la década de 1980 todos los papeles se trastocaron. La
burguesía industrial sufrió los embates de la recesión y la crisis
mundial. Como consecuencia, el movimiento obrero se debi-
litó. En su lugar aparecieron, con nuevos bríos, las fuerzas
conservadoras reivindicando banderas que nunca habían
enarbolado. La nueva burguesía banquera también tuvo que
presentarse como fuerza con intereses a mediano plazo. El
monstruo de dos cabezas, al cual se le había cedido la
vanguardia a fines de la década de 1960, pretendió levantar su
propio proyecto para sustituir la nación panameñ a
porar a la
.Elproyectnaidrumecaointr,d
población al desarrollo capitalista (empleo, educación , salud,
etc.) y de consolidar la soberanía territorial fue desplazado por
el proyecto de seguridad nacional y de seguridad hemisférica.
Estados Unidos y los altos oficiales de la Guardia Nacional
creyeron más conveniente transformar el monstruo de dos
cabezas en una criatura de una cabeza. Así nacieron las
Fuerzas de Defensa de Panamá en 1983 (treinta años después
que se creara la Guardia Nacional).
La primera tarea del nuevo monstruo fue la de destruir el
proyecto nacional que descansaba sobre el inestable trípode
formado por burguesía, trabajadores y militares. En efecto, la
parte más débil se restó dejando el proyecto en su conjunto
tambaleando. Cuando quisieron reaccionar empresarios y
gremios sindicales, los militares invitaron a los sectores con-
servadores a negociar (1983) y a reformar constituciones y a
repartirse parte del botín.
La lucha por la hegemonía política y cultural se entabló
nuevamente. Las elecciones de 1984 se reprodujeron casi en
forma calcada a la elección de 1968. Se difundió la versión de
que Arnulfo Arias ganó la elección pero le quitaron la victoria
por medio del fraude. Las elecciones se perdían o se ganaban,
pero la hegemonía se había resquebrajado.
A partir de esa fecha, el proyecto nacional se perdía cada
vez más en largos y tortuosos caminos sin fin u horizonte. En
su lugar apareció la competencia entre un proyecto de corte
militarista, cuartelario, basado en los principios de seguridad
37
nacional (y hemisférica) y el antiguo proyecto transitista,
reaccionario y antipopular. Ambos tenían en común que eran
rabiosamente antinacionalistas.
Cuando del seno del monstruo militar volvió a reaparecer
la cabeza de la potencia mundial que exigió cambios y rectifi-
caciones que le beneficiara, se produjo la gran crisis política.
El proyecto nacional estaba derrotado, no logró reaccionar.
Algunos sectores empresariales y obreros se mantuvieron al
lado de las FDP, otros se marcharon a la espera del desenlace
fatal. Incluso, muchos abandonaron toda esperanza y se
sumaron a los fariseos que ofrecían los pedazos de soberanía
nacional al mejor postor.
La oposición conservadora, que ahora se organizaba en la
Cruzada Civilista, no podía denotar a la institución armada, a
pesar de su desprestigio, precisamente porque no podía movi-
lizar a los sectores populares. El inmovilismo se acabó cuando
Estados Unidos invadió el 20 de diciembre de 1989. Pero
Washington actúa no en función de los adores nacionales. Su
público en la tragedia panameña es la política norteamericana.
Por eso ataca con violencia, aterrorizando en forma innecesaria
a inhumana, a la población panameña.
Según todos los testigos panameños y extranjeros (inclu-
yendo a los observadores norteamericanos más perspicaces),
la caída de Noriega se podía producir con sólo un golpe certero.
La verdad es que Estados Unidos invade y destruye a un país
cuyas clases dirigentes ya estaban derrotadas.
El actual régimen es en relación a Noriega, lo que fue
Torrijos para los gobiernos liberales de mediados de siglo: la
simple continuación bajo otra forma política. Seamos más
claros. El gobierno actual desarrolla todas las políticas legadas
por Noriega. Su política económica, social y cultural. Hace dos
décadas, en 1970, Torrijos recogió todas las políticas económi-
cas de los liberales y las desarrolló, con más o menos éxito.
En 1970 Torrijos buscó alianzas con los sectores popula-
res, cosa que no hicieron los liberales que lo antecedieron. En
la actualidad, el gobierno reemplazó la acción cívica y el color
verde oliva de las FDP por la acción cívica y el color verde oliva
del Ejército de Estados Unidos.
Soler concluye su libro proclamando el derecho de Panamá
a constituirse en una nación soberana y con el pleno derecho
38
a autodeterminar su destino. Este objetivo sólo se alcanzará
cuando las clases sociales con proyectos históricos sean
capaces de superar todos los obstáculos e imponer los intere-
ses de la nación sobre todos los demás.
Es una meta dificil. Siempre hay que recordar quién es el
instrumento y quien instrumentaliza. La Guardia Nacional fue
instrumento del proyecto de desarrollo nacional de las clases
empresariales y de la potencia mundial en una etapa llena de
contradicciones entre 1953 y 1983. Pero al convertirse en FDP
pretendió transformarse en mano y brazo autónomo por enci-
ma del proyecto nacional. La derrota de la nación panameña
de hoy es coyuntural. La nación no ha desaparecido. Muy por
el contrario, el proyecto nacional sigue tan vigente como
siempre. Existe, en la actualidad, entre todos los panameños,
una urgente necesidad de reagruparse y caminar hacia una
sola meta común: la recuperación y el desarrollo de la nación
panameña.
Felicito al profesor Soler por su voluntad e incansable labor
por el esclarecimiento de las tareas nacionales de los pana-
meños tanto en la cátedra universitaria como frente a la revista
Tareas.

**Profesor de soclologa de la Universidad de Panamá y secretario ejecutivo del


Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA), "Justo Arosemena".
39
EL LIBRO DE RICAURTE SOLER:
LA INVASION DE ESTADOS
UNIDOS A PANAMA.
NEOCOLONIALISMO EN LA POSGUERRA FRIA.
SIGLO XXI EDITORES, S.A., México 1991

OPINION DEL JURADO DEL


PREMIO EXTRAORDINARIO NUESTRA AMERICA DE
CASA DE LAS AMERICAS (LA HABANA-CUBA) 1991.

En relación con lo que antecede se recibió de la Oficina


Premio Literario Casa de las Américas el siguiente mensa-
je:

"Con mucho gusto le comunicamos que el jurado del Premio Extraordi-


nario Nuestra América del Premio Literario Casa de las Américas 1991,
seleccionó como finalista su libro La invasión de Estados Unidos a Panamá.
Neocolonialismo en la posguerra fría Al hacerle saber esta grata noticia, como
con toda seguridad así será recibida por usted, le hacemos llegar nuestra
sincera felicitación y esperamos que, por su calidad probada, su actividad
literaria no se detenga".
Por otra parte el jurado emitió la siguiente opinión:
"Es una reflexión sobre las características que asume el neocolonialismo
en América Latina en el período de la "postguerra fria", a partir de la invasión
norteamericana a Panamá.
Analiza y desmitifica la figura de Noriega y sitúa estas reflexiones en el
complejo y cambiante contexto internacional (crisis dei socialismo,
,perstoi-ka nuevas relaciones USA-URSS, etc.).
Muy buen trabajo que a partir de un hecho puntual -la invasión a Panamá-
logra una reflexión latinoamericana y aun más allá, considerando las formas
de intervencionismo norteamericano en el ámbito mundial incluyendo el
conflicto con Irak".

TOMÁS BORGE, MANUEL MORENO FRAGINALS , TOMÁS VASCONI.


40
LA INVASION DE ESTADOS
UNIDOS A PANANA
DE RICAURTE SOLER*

Miguel Montiel Guevara**

Para mí, la presentación del libro La invasión de Estados


Unidos a Panamá, de Ricaurte Soler. mi maestro primero, mi
compañero después y mi amigo para siempre, es un acto que
trasciende el escueto análisis académico de su obra. Podría
discrepar con algunos aspectos del libro. Podría hacerlo, pero
no lo voy a hacer...porque hay algo que está más allá de las
criticas que se le puedan formular: El peligro que nos amenaza.
Porque no sólo nuestra hermosa cacatúa, o nuestra imponente
águila harpía, están en peligro de extinción, como anuncia la
televisión. ¡La nación panameña también está en peligro de
extinción por la acción genocida, infame, perversa, inhumana
del imperio yanqui y sus cipayos! Pero eso, por supuesto, no lo
dice, no lo denuncia la televisión. No lo denuncian tampoco
ninguno de quienes se llaman a sí mismos "oposición democrá-

•Palabras pronunciadas con motivo de la presentación del libro de Ricaurte


Soler, La invasión de Estados Unidos a Panamá, Siglo XXI Editores, S.A.,
México, 1991, el 27 de febrero de 1992, en la Universidad de Panamá.
41
tica", "Club Cívico " , o "Cruzada Civilista" o de cualquier otro
modo con que en el nombre de la libertad y la democracia hoy
legitiman el hambre y la miseria en que las instituciones de
crédito internacional, las tristemente célebres IFI y el actual
gobierno, cipayo por dentro y por fuera, han sumido al pueblo
panameño y desnacionalizado nuestra sociedad. Pero, por los
que callan, por los que venden su Patria por unos dólares más,
por los "Quislings". por los que se ciñen sobre el pecho la banda
de traidores, hay los que hablan, los que denuncian, los que
luchan, los que combaten, hora tras hora, día tras día, contra
ese peligro, contra esa amenaza de extinción de nuestra
nacionalidad, que con voz de trueno nos advierte el libro de
Ricaurte Soler, y nos llama a luchar juntos contra el proyecto
neocolonizador del imperio yanqui a nivel panameño y latinoa-
mericano. Así quiero presentar a ustedes este libro. Más allá
de sus aspectos críticos y académicos, porque el peligro de que
se nos advierte es inmenso, y muchos callan criminalmente.
Como una voz de denuncia, clara, firme, vigorosa, que se une
a otras voces, como la de su inolvidable compañero, el Dr. José
de Jesús Martínez "Chuchú", a quien él le dedica el libro, que
llama a la conciencia a resistir la ocupación militar de nuestro
país por el Ejército Sur de Estados Unidos. Este es el contexto
dentro del cual adquiere su real importancia el libro de Soler.
Es un contexto eminentemente político. Es el momento que
vivimos. Pero, no basta sólo vivir el presente para conocerlo.
No es posible prever el futuro sólo desde el presente. Las
acciones del presente y los caminos del futuro, únicamente,
indefectiblemente, pueden diseñarse, pueden preverse si
conocemos el pasado, y si lo conocemos bien. El libro de Soler
nos da éso, nos suministra éso, el conocimiento de nuestro
pasado, desbrozado, desmitificado, desde donde nos viene el
élan vital para seguir adelante, en el camino correcto, en la
dirección debida, la de la Patria, la de la autodeterminación
como pueblo, como nación. Este es, pues, el tema central del
libro de Soler: el derecho histórico del pueblo panameño, de la
nación panameña a su autodetermtnactón. Derecho histórico
sobre el cual Soler nos ilustra retrotrayéndonos hasta el mismo
siglo XVIII. Todo el siglo siguiente constituirá una reafirmación
histórica de nuestro derecho a la autodeterminación. En
efecto, dice Soler, "el leitmotiv que recorre la historia toda del
42
siglo XIX panameño es la presencia de un vigoroso autonomis-
mo e independentismo frente a la Nueva Granada. En el Acta
de Independencia de Panamá de España quedaron consagra-
das tres constantes históricas del siglo XIX panameño: el
anticolonialismo, la vinculación a Colombia y el autonomis-
mo". Este último pronto agregará, nos sigue ilustrando la obra
que presentamos, "al autonomismo económico el autonomis-
mo político". Es éste el momento cumbre de la filosofia liberal
en el Istmo, porque "corresponderá al liberalismo panameño
decimonónico ensayar la práctica política y sustentar la formu-
lación ideológica del derecho ala autodeterminación nacional".
Liberalismo y federalismo, a escala latinoamericana y pana-
meña, expresarán las fuerzas sociales progresistas del mo-
mento histórico. El nombre de Justo Arosemena lo resume
todo. Después, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX
ese liberalismo se trasmutará en una fuerza social conservado-
ra y reaccionada. Son harto elocuentes los sucesos históricos
de octubre de 1925. Rodolfo Chiari, siendo presidente, solicita
y obtiene la intervención militar norteamericana para aplastar
las reivindicaciones sociales de los obreros inquilinos. Por su
parte, Horacio F. Alfaro, presidente-fundador de la Cámara de
Comercio de Panamá, como secretario de Relaciones Exterio-
res, agradece a la representación diplomática norteamericana
y al gobernador de la Zona del Canal la invasión yanqui a la
ciudad de Panamá. Sesenta y cuatro años después, su
pariente, Ricardo Alemán, presidente de la Cámara de Comer-
cio hasta hace pocas semanas, recibe una placa de reconoci-
mientos de manos de un alto oficial del Ejército Sur de Estados
Unidos por su colaboración en la Operación just cause, es decir,
por su cooperación con la invasión de Panamá. ¡Nuestro país
se ha convertido en el mundo bizarro de las cómicas de
Supermán, donde todas las cosas suceden al revés! A los
traidores los condecoran y a los patriotas los encarcelan. De
este modo, la historia nos enseña que la traición de la oligar-
quía no es nueva. Y eso hay que saberlo. Para no engañarse
con ella, para no caer en la estrategia ideológica de la neocolo-
nización que lleva adelante el imperio y sus cipayos, tal como
bien lo expone Soler en su obra. La nación -nos recuerda Soler
citando a Gramsci- es el espacio de la lucha de clases. Esa
lucha adquiere, a mi entender, diversas formas, se expresa de
43
diferentes maneras, en torno a determinados objetivos, a
determinadas metas. Esa lucha ha estado planteada, en
nuestro país, entre la oligarquía y el pueblo panameño.
El pueblo, con su meta histórica, con su objetivo histórico
de la autodeterminación; y la oligarquía sirviendo a los intere-
ses del imperio, que son los suyos también, de la desnaciona-
lización, de la neocolonización, a través, incluso, de la traición
a la Patria ¡y lo hacen como clase, no sólo como individuos
aislados, llámense Rodolfo Chiari, Horacio Alfaro, Ricardo
Alemán, Guillermo Endara, Ricardo Arias Calderón o Guiller-
mo Ford! ¡Su traición es un acto de clase! Porque como tal no
sólo se saben miembros de una clase en sí, sino también para
sí, como dice Marx; es decir, con total y absoluta conciencia de
los intereses de su clase, la oligarquía, a la cual pertenecen de
hecho. La obra de Ricaurte Soler es una clarinada a preparar-
nos para la lucha. Como él dice en la página 132 de su libro:
"preparamos para la batalla ideológica que se avecina para
reconstruir en la conciencia histórica la identidad nacional y la
razón de ser del derecho histórico panameño a la autodetermi-
nación". En esa lucha por nuestra nación el imperio y el actual
gobierno cipayo harán todo para someternos. Manipularán los
medios de comunicación social y profundizarán la penetración
ideológica. Ya pusieron a funcionar el Foreing Broadcast
Information Service, que opera en coordinación con el Coman-
do Sur. Tenemos, pues, que concientizar a nuestro pueblo en
la lucha que nos espera, que ya se está librando entre el imperio
y sus lacayos internos, de un lado, que utilizan todos los
instrumentos de dominio, educación y sublimación, como nos
dice Soler, y el pueblo, del otro lado, que no posee ni un sólo
periódico diario de oposición, ni una sola televisora, y muy
pocas emisoras donde dejar oir su voz. La lucha es muy
desigual. Pero, mientras haya hombres libres en mi país,
mientras haya hombres de honor en nuestra tierra istmeña, los
imperialistas y sus lacayos oligarcas no pasarán, porque
nuestra lucha es, como dijo el poeta, como un tren, de donde
se bajan 10 y suben 100. de donde bajan 100 y suben 1000.
¡Panamá no morirá! ¡El imperio no pasará! Los traidores no
ganarán. ¡Nuestra nación vencerá!
Público presente: los departamentos de Historia, Sociolo-
gía y Filosofía de la Facultad de Humanidades de la Universi-
44
dad de Panamá, que yo diría, hoy es bastión de la nacionalidad
panameña, sienten gran satisfacción de haber presentado a
ustedes esta noche el libro La invasión de Estados Unidos a
Panamá, del Dr. Ricaurte Soler, uno de nuestros más ilustres
catedráticos, con 35 años de servicio docente y toda una vida
entregada a la causa de la nación panameña por el logro de la
total soberanía en todo su territorio, por la , realización del pleno
derecho de ser de la mujer y el hombre panameños. Su libro
La invasión de Estados Unidos a Panamá, no puede ser leído en
frío, no puede ser leído sin derramar lágrimas sobre sus
páginas por el dolor que la masacre de nuestros niños y niñas,
de nuestras mujeres y ancianos, de nuestros hermanos,
perpetró la perversidad sin límites del imperialismo yanqui y
sus lacayos internos. El dolor y el llanto se convierten en rabia,
en odio ante el invasor y sus cipayos, en voluntad de lucha, en
acciones de resistencia ante la ocupación, en juramento sagra-
do de lucha. Por eso es que el libro de Soler consagra desde la
primera hasta la última de sus páginas: ¡el sagrado derecho de
la nación panameña a la autodeterminación! Su lectura es un
deber de todos los panameños, en particular, de nuestra
juventud. ¡Juntos todos, estudiantes e intelectuales, obreros
y campesinos, mujeres y hombres, sabremos cumplir nuestro
destino, sabremos legar a nuestros hijos o a nuestros nietos
Una Patria Libre, una nación soberana, democrática e inde-
pendiente! ¡Soberanía o muerte, venceremos!

" Director del Departamento de Filosofía de la Universidad de Panamá


45
LOS CREADORES
PANAMEÑOS RECOGEN
EL DOLOR DE SU PUEBLO*
Griselda López**

Hoy, a más de dos años de la invasión norteamericana


ocurrida el 20 de diciembre de 1989, los creadores panameños,
en un "para que no se olvide jamás", recogen el dolor de su
pueblo, su impotencia, su ira y también sus esperanzas y
caminan juntos en esa marcha gigantesca que crece cada día
en los corazones violentados, en los muertos que serán redimi-
dos, y que tendrán como objetivo final la recuperación del
territorio, en el cercano año 2000, y la expulsión definitiva del
enemigo.
Los escritores panameños han estado históricamente
comprometidos con la lucha de liberación de su pueblo. La
construcción del Canal de Panamá marcó, desde sus inicios,
junto con la discriminación y la prepotencia norteamericana,
la literatura de denuncia que recogió el conflicto de una nación,

• Tomado de Q Panameño (s/n, Caracas.

47
cuyos habitantes han vivido debatiéndose por la defensa de su
propia identidad, en su lucha contra la colonización. M
podemos hablar de una generación de escritores de 1964,
cuando aquel 9 de enero fueron asesinados 22 panameños por
las tropas norteamericanas. Poetas, cuentistas, novelistas y
dramaturgos recogieron en sus obras la masacre y testimonia-
ron, para la posteridad, la agresión colonialista que se hizo
violencia y genocidio.
Una prolífica y rica literatura ha surgido, una editada y otra
por editar, en donde calidad y contenido van de la mano, sin
contar con la innumerable edición de libros testimoniales
historias y ensayos. Aquí, en esta nueva etapa literaria
panameña, las generaciones se unen en torno a la misma
verdad. Así, escritores consagrados como Carlos Francisca
Changmarin , Mario Augusto Rodríguez, Pedro Rivera,
PBeralt,RúicLsmón(Mero,EiquChzy
Gerardo
Maloney, junto a jóvenes como Rafael Ruiloba , Rey Barría
Héctor Collado, Gloria Young, Consuelo Tomas, Moisés Pas-
cual y Abby Martínez, escriben con igual fuerza y coraje.
El escritor Mario Augusto Rodríguez en su libro de poemas
próximo a editarse Del dolor y de la muerte, nos dice: "Todos
sabremos bien cuando morimos/Pero una noche, así ilumina
da/de bombas, de granadas y de cohetes/que destruyen
incendian/que queman y que matan/cayendo desde afuera
saliendo desde adentro,/todos morimos juntos muchas ve-
apludieron ces". Y admonitivamente a los que traicionaron y
la invasión: "aquellos que se creen privilegiados inmunes a las
balas y a la metralla/que creen que siguen vivos/los más
vivos/muertos también están/y seguiremos muriendo eterna-
mente".

II
América Latina ha vivido, históricamente, convulsionada
por la injusticia y la opresión. Sus artistas, poetas, ensayistas
cuentistas y novelistas han asumido un papel preponderante
al recoger en sus obras el sufrimiento popular y legarlo como
testimonio para que las nuevas generaciones recuerden y no
olviden.
La literatura panameña se ubica dentro de esa contingen-
cia histórica. En Panamá, la presencia norteamericana en la
48
Zona del Canal, la discriminación del silver rol( y el gold rol', la
lucha por la reconquista del territorio, la impotencia ante la
maquinaria bélica desplegada con prepotencia por los nortea-
mericanos ha nutrido la obra literaria panameña.
En el mes de septiembre de 1991, el novelista Enrique
Chuez presentó al público su novela Operación causa justa,
editada por el Centro de Estudios Latinoamericanos, CELA,
"Justo Arosemena", en la cual nana la tragedia vivida por los
habitantes del barrio de El Chorrillo que desapareció bajo las
bombas, los rayos láser, el pesado paso de las tanquetas y el
incendio efectuado con alevosía.
Enrique Chuez vivió muchos años en El Chorrillo. Ha
estado involucrado en su evolución histórica, recuerda cada
lugar, cada calle, el mar cercano donde compartió junto con los
pescadores faenas y momentos trascendentales que han que-
dado plasmados en varias de sus obras. Ha publicado La
gallota (cuentos), Las averías (novela), La mecedora (cuentos),
La casa de las sirenas pálidos (novela) y Operación causa Justa
(novela).
En Operación causa justa el escritor presenta una constan-
cia literaria basada en hechos históricos. Chuez nos señala que
"después de la invasión indudablemente que yo recibí un golpe
tremendo, uno se quedó sin un agarradero de vida, los ideales
destruidos, todas las luchas nacionalistas a nivel del pueblo,
a nivel de la literatura, rotas; sentí un vacío al extremo que
pensé que la literatura no tenía sentido, para qué escribir si la
larga historia de una lucha anti-imperialista y nacionalista
aparentemente no existía, quedó en nada. Yo me quedé un
tiempo así, en una especie de vacío, buscando nuevos valores
a los cuales aferrarme, porque la invasión fue una cuestión
tremenda. La novela surgió seis meses después que yo asistí
a una mesa redonda en donde participaron algunos dirigentes
de El Chorrillo. Lo que dijeron me estremeció de una manera
tal que en ese momento sentí que yo era capaz de escribir una
novela sobre El Chorrillo. Sentí que tenía un compromiso
histórico, un compromiso literario".
En la novela Operación causa justa , Enrique Chuez trata de
que El Chorrillo "no se haga calle", que el genocidio no se borre
de la memoria colectiva de los panameños; que las aplanadoras
que nivelaron el terreno en donde había casas, niños, voces,
49
ruidos, dolor y alegría, escudas, cuarteles, iglesias, gimnasios,
encuentros y desencuentros no desaparezcan totalmente y que
los lectores reciban y rescaten del olvido a sus personajes y que
no se olvide la barbarie, la matanza que bajo el nombre de
Operación causa justa, cayó sobre ese barrio, verdadero pul-
món humano de la capital panameña en donde estaba escrita
gran parte de la historia de esta pequeña Nación.
He aquí un fragmento de la novela:
"Luego de un trago largo a Tragolargo le entró una alegría
y empezó a dar saltos desgarbados en círculo viendo cómo las
casas y los compañeros giraban en medio de la noche del
barrio, giraban las calles y los autos oscuros estacionados y
giraron de pronto los grandes fuegos y explosiones y los miles
de insectos de luz que volaban vertiginosos en linea recta hacia
el Cuartel Central desde unas máquinas voladoras y pensó que
le había dado la juma loca de los alucinados y gritó que estaba
perdiendo el juicio, que lo ayudaran, que le había dado el
"delirium tremens" en medio de una fuerza poderosa que lo
arrolló lanzándolo a un vacío de dolor y gritos".
`Tratando de levantarse, Tragolargo, experimentando in-
tensos dolores, vio cuando el Chileno se arrastraba hacia unos
tinacos derribados y allí trataba de ocultarse".
"A Mula, hinchado y grande de pies como un niño gordo
desvalido, lo vio tirado a un lado de la calle hecho una pelota
de gemidos, pugnando por levantarse".
"José Reyes en el suelo y agarrado al cuello de la botella rota
lo miraba con ojos espantados y tratando de decir algo con la
boca abierta en un rictus tétrico " .
"Tragolargo se arrastró penosamente hacia José Reyes en
busca del alivio del amigo y para compartir la repentina
desgracia".
"Desde momentos antes todo el barrio se conmovía en el
turbión avasallador de tiros por todas partes, ráfagas de
ametralladora, explosiones que derribaba n casas con impacto
de fuego y los helicópteros volando al ras de los techos de las
casas en movimientos rápidos " .
"
Desde la calle 25 abajo pudo ver, ya al lado de José Reyes
que se quejaba, una masa de hierro rodante que lentamente se
dirigía a la Avenida A, pasando por encima de un auto
atravesado en media calle y triturándolo, y siguiendo con un
50
tubo largo en la caseta de arriba que giraba, se detenía, lanzaba
una bola de fuego que destrozaba donde hacía impacto y
nuevamente giraba y la mole prosiguiendo y T ragolargo vio que
iba directamente hacia el cuerpo de Mula y le va a pasar por
encima y le pasó por encima, sabiendo que Mula gritaba sin
oírlo y cerró los ojos fuerte, fuerte sintiendo que José Reyes
temblaba agitado y al abrirlos vio que la mole seguía avanzando
y que Mula no estaba, que se había hecho calle"

" Periodista, poetisa y narradora panameña.


51
LOS PRESOS POLITICOS
EN PANAMA*

El Centro de Estudios Políticos de Panamá (CEPPA), ha


preparado el presente estudio de casos sobre presos políticos
en Panamá a solicitud de los familiares de las víctimas y de
organismos nacionales e internacionales defensores de los
derechos humanos. Del estudio podemos extraer las si-
guientes consideraciones:
1. El 54.2 por ciento de los encuestados declaran que
estuvieron internados en el campo de concentración Nuevo
Emperador y/o en la base militar norteamericana de Fort
Clayton, como prisioneros de guerra durante la invasión de
Estados Unidos a Panamá.
2. Los prisioneros de guerra, en lugar de ser puestos en
libertad en presencia de un delegado de la Cruz Roja Interna-
cional, de conformidad con la Convención de Ginebra, fueron
entregados a las nuevas autoridades de Panamá, instaladas
por el propio ejército de Estados Unidos durante la invasión.
3. El 29.2 por ciento de los encuestados afirman que fueron
interrogados por agentes norteamericanos del FBI, por las
unidades de la Brigada 470 del Comando Sur de Estados
Unidos e internados en la base militar de Fort Clayton. Esto ha

'Tomado de El Panameño, (s/f) órgano informativo internacional, editado


en Caracas, Venezuela.
52
ocurrido con posterioridad a la invasión, en fecha tan reciente
como el 23 de junio de 1991. Los abogados de las víctimas han
informado que algunas de las sumarias, que instruyen las
autoridades judiciales panameñas, están sustanciadas por las
investigaciones realizadas por agentes norteamericanos.
4. El 25 por ciento de los encuestados declaran que otros
involucrados, con cargos y participación similares, se han
beneficiado con fianzas de excarcelación o los tribunales han
calificado como ilegal su detención.
5. El 87.5 de los militares encuestados señalan que su
actuación se dio conforme a una orden emanada por su
superior en rango y solicitan la correcta aplicación del principio
de obediencia debida.
6. Se mantiene en prisión al 12.5 por ciento de los encues-
tados por acciones calificadas como delitos con posterioridad
a la invasión. El artículo 7 de la Convención Americana de
Derechos Humanos sobre el derecho a la libertad personal,
establece que: Nadie puede ser privado de su libertad fisica,
salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano
por las constituciones políticas de los estados partes o por las
leyes dictadas conforme a ellas.
7. Es evidente que se ha violado el derecho a las garantías
Judiciales dentro de un "plazo razonable", cuando solamente el
29.2 por ciento de los encuestados han sido llamados a juicio
en por lo menos un caso; mientras que el 33.3 por ciento
declara que por lo menos una de las acusaciones está en
proceso de ampliación en la Fiscalía correspondiente; en tanto
que el 37.5 por ciento de los entrevistados aún tiene por lo
menos una de las acusaciones, por la que se le mantiene en
prisión, pendientes de tramitación en los juzgados o tribuna-
les.
El artículo 8 de la Convención Americana de Derechos
Humanos sobre el derecho a las garantías judiciales establece
que: "Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas
garantías dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con ante-
rioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación
penal formulada contra ella..."
8. Es un hecho público y notorio que el procurador general
de la Nación, licenciado Rogelio Cruz, demandó ala ciudadanía
53
presentar cargos contra los ex-funcionarios del depuesto régi-
men. Un 29.2 por ciento de los presos políticos estudiados,
evidencian que los cargos presentados en su contra, obedecen
a este llamado con el propósito de venganza personal o
persecución política; es ejemplificante la situación de uno de
los casos bajo estudio, contra quien presentan 9 acusaciones
entre los días 18 y 19 de enero de 1990; siendo sobreseído de
8 de ellas por falta de pruebas y llamado ajuicio en otro de la
misma naturaleza de los ya sobreseídos.
La situación de los presos políticos es cada vez más
precaria, si tomamos en consideración que el terrorismo
judicial que somete a fuertes presiones a los funcionarios de
instrucción. En efecto, las presiones a que se ven sometidos
jueces y fiscales generan una cadena de exabruptos jurídicos;
lo que ha conducido a la destitución de un juez y a instruir un
expediente disciplinario a otro por actuar en estricto derecho,
pero en el sentido contrario a la propaganda oficial. Esas
decisiones han inhibido la objetividad de los jueces; una
muestra de ello es la situación que se presenta en uno de los
casos en estudio, quien fue condenado a 42 meses de prisión
a pesar del sobreseimiento solicitado por el fiscal, debido a la
falta de pruebas, toda vez que el acusador retiró los cargos.
Para finalizar es menester reflexionar sobre la presunción
de inocencia consagrada en el ordenamiento jurídico pana-
meño. El artículo 22 de la Constitución Política de la República
de Panamá establece que: "Las personas acusadas de haber
cometido un delito tienen derecho a que se presuma su
inocencia, mientras no se pruebe su culpabilidad en juicio
público que le haya asegurado todas las garantías establecidas
para su defensa". No obstante, en el estado actual de la
situación de Panamá, este hecho se viola de manera reiterada,
dando lugar a protestas, como las presentadas por un grupo de
juristas panameños en una carta abierta al licenciado Rogelio
Cruz, procurador general de la Nación, con fecha 12 de abril de
1990. En ella se pronuncian enérgicamente por estar "venti-
lando los casos que se investigan penal o administrativamente
ante los medios de comunicación social..." señalando además
que: "Con esta conducta, inapropiada a una verdadera y recta
administración de justicia, se viola en perjuicio de los sindica-
dos, el principio fundamental de la presunción de inocencia".
54
EL TERRORISMO
DEMOCRATICO*

Para muchos, el terrorismo solamente era posible en los


regímenes totalitarios y sustentados en la violencia. Se atri-
buía a los hechos que generan daños materiales y pérdidas de
vida humana. Los crímenes, las torturas, las lesiones y las
destrucciones de instalaciones, eran estimados como elemen-
tos del terrorismo moderno. Estos acontecimientos podrían
darse tanto en los sectores del gobierno como de la oposición.
Sin embargo, con los fenómenos políticos que se han venido
suscitando en América Latina y muchos sectores mundiales, el
terrorismo ha dejado de constituirse en una pieza exclusiva de
los gobiernos dictatoriales. También se produce en los regíme-
nes democráticos. En este último caso se produce con otra
clase de envoltura y con otra factura. Es solapado, lento y tan
cruel como el otro. Es amenazante, chantajista e inhumano.
Funciona básicamente en esos regímenes que suceden a las
administraciones dictatoriales. Se produce en medio de un
ambiente de revanchismo y de resentimiento.

Tomado de la página editorial de La Estrella de Panamá del domingo 15 de


marzo de 1992.
55
Nuestro país no se ha podido escapar de ese fenómeno
político. En la vigencia del régimen democrático actuante se ha
dejado sentir con marcado rigor. El terrorismo ha funcionado
en los sectores laborales, en la justicia, en lo político y hasta en
la expresión del pensamiento escrito y hablado. Luego de la
invasión norteamericana al territorio nacional y la toma del
poder por quienes indiscutiblemente habían logrado el apoyo
mayoritario en las urnas, surgió en la nación esa segunda clase
de terrorismo que llenó de miedo, y hasta de pánico, a ciertos
sectores de la población, de manera especial a todos aquellos
que por cualquier circunstancia estuvieron vinculados al régi-
men anterior. El servidor público que durante el pasado, se
atrevió a conformarse en asociación y alentaba los movimien-
tos de paros disconformes, ante la presencia del terrorismo
laboral, ha guardado silencio y ha actuado con timidez. Razón
tenían, porque sus dirigentes fueron sepultados por completo
mediante una ley impropia de una democracia y hasta inhu-
mana. Allí está la ley 25, que despidió a los trabajadores
dirigentes en plena época navideña, destruyó las asociaciones
y al vencerse su vigencia, no ha mostrado ninguna acción
reparadora. Las promesas electoreras se han perdido en el
vacío y han provocado las más increíbles frustraciones.
En otro orden de cosas, a pesar de que existe un clima de
amplia libertad, por otros medios se formulan toda clase de
coacciones y de gestiones intimidatorias, para que el ejercicio
de la expresión del pensamiento se formule con cierta reticen-
cia. El otorgamiento y cercenamiento de algunas frecuencias
radiales y el bloqueo indisimulado comercial, arrinconan eco-
nómicamente por completo a quienes mantienen una posición
vertical frente a la actual administración. La justicia pana-
meña tampoco ha dejado de brindar un aporte negativo a esa
corriente terrorista.
Desde una corregiduría hasta la Corte Suprema de Justi-
cia, en la mayoría de las ocasiones, se uniforman los criterios
jurídicos en torno a los casos que en cierta forma involucran a
los sindicados por hechos del pasado. En el sector laboral y
económico de manera subrepticia, también se aplican los
torniquetes de la influencia estatal. La amenaza y las alusiones
en contra del pretérito, excluyen temerariamente de la vida
nacional y de toda acción generadora a millares de ciudada-
56
nos, que temen las acciones revanchistas de los que solapada-
mente alientan desde las trincheras gubernamentales el terro-
rismo democrático.
Podríamos citar muchos otros ejemplos de este fenómeno
político que ha cobrado mucha fuerza en nuestra democracia.
Lo que resulta peor, quienes impulsan esta clase de terrorismo,
fundamentan sus actitudes en una falsa interpretación popu-
lar. Cualquier persona influyente y con facilidad de expresión,
se abroga el derecho de hablar a nombre del pueblo panameño
y de alguna entidad que en el fondo se encuentra huérfana de
respaldo. Es infortunado que nuestro país y nuestros compa-
triotas hayan salido de un terrorismo abierto e indisimulado,
que amargamente se dio durante el régimen militar, y haya
caído en uno de carácter democrático que extermina lentamen-
te por desocupación, por miseria y por hambre a grandes
sectores de la nación. El primero es cruel y criminal. El
segundo es hipócrita e inhumano. Para quienes pensamos que
con la presencia de un régimen democrático habría realmente
una verdadera libertad, en donde el pensamiento podría expre-
sarse sin que pendiera sobre sus protagonistas la timidez y el
miedo, en donde los servidores públicos pudieran asociarse y
asumir posiciones discrepantes y en donde la justicia fuera
ciega, Imparcial y objetiva, lo que viene ocurriendo, nos resulta
preocupante y decepcionante.

57
MUJER, DEUDA Y POBREZA
Aracelly de León*

Si bien el papel esencial de la mujer en el desarrollo ha sido


reconocido en general, su aporte económico sigue siendo
ignorado en gran medida y las estrategias de desarrollo equi-
tativo todavía no han sido traducidas en planes eficaces de
acción, a pesar de toda la retórica sentimental que han
generado.
En gran parte, se siguen desatendiendo y siguen siendo
invisibles las diversas funciones, contribuciones y opiniones
de la mujer con respecto a la economía, un factor marginal
cuando se trata de abordar cuestiones macroeconómicas como
las tasas de crecimiento, la deuda externa y el comercio.
Por esta razón es interesante analizar cómo han afectado
a la mujer, en particular, los fenómenos económicos recientes.

1. La década perdida
Desde los años cincuenta y, por tres décadas, los países
latinoamericanos experimentaron, con ciertas fluctuaciones,
un crecimiento sostenido de sus principales indicadores
macroeconómicos. Pero a partir de 1980 se inicia una fuerte
disminución de ese dinamismo.
Para el conjunto de los países de América Latina hay una
fuerte baja en el producto interno bruto (PIB). Entre 1982 y
1983 se redujo en términos absolutos, lo que no había ocurrido
en los 40 años anteriores.
65
En los años 80, hasta 1986, la evolución del PIB por
habitante fue menor que el crecimiento de la población; por lo
que se le ha denominado el decenio perdido.
Durante la década de los 80 el producto interno bruto per
cápita de América Latina y el'Caribe disminuyó casi un 7 por
ciento. En el caso de Panamá, el PIB per cápita alcanzó en
1987. el punto más alto de la década para caer luego a niveles
de los años 70.
Si en el pasado se pensó que el desarrollo gradual de los
países más pobres iba a reducir la distancia que los separa de
las regiones más desarrolladas, en realidad ha ocurrido lo
contrario. Actualmente, el ingreso per cápita medio de los
países industrializados es unas 50 veces superior al de los
países menos desarrollados.
Sólo el incremento anual medio de los ingresos per cápita
de los países más ricos (unos 300 dólares), es superior al total
de los ingresos anuales per cápita de numerosos países en
desarrollo.
En 1971, las Naciones Unidas identificaron a 24 países
"
menos desarrollados" sobre la base del nivel particularmente
bajo de sus ingresos per cápita y del carácter sumamente frágil
de sus economías. Desde entonces, ni siquiera uno superó esa
categoría. En cambio, hay cada vez más países que han
descendido hasta ella. En el decenio de 1970 se clasificó a otros
seis países como menos desarrollados, y en la década de 1980,
a otros 12, con lo cual son 42 los países menos desarrollados.
Con una población total de 400 millones de personas, son los
miembros más pobres y más débiles de la comunidad interna-
cional. En término medio su ingreso per cápita es de sólo 200
dólares, o sea, aproximadamente el 2 por ciento del existente
en las naciones industrializadas.
Efectivamente, en los países en desarrollo, aproximada-
mente 1,200 millones de personas viven en condiciones de
pobreza, y se estima que esta cifra podría aumentar a 1,300
millones para el año 2000 y probablemente a 1,500 millones
para el año 2025. 1
En Arnérica Latina y el Caribe según la declaración de Quito
(Nov.1990) 270 millones de personas viven en condiciones de
pobreza. Esto equivale al 62 por ciento de la población.'
Esta cifra se hace más dramática para Centroamérica,

66
donde 7 de cada 10 personas son pobres.' En Panamá, según
el Ministerio de Planificación y Política Económica (MIPPE) uno
de cada dos panameños es pobre.
Según el censo de 1990 la mediana de ingreso mensual
para los hogares panameños es de B/ .244.60. El Ministerio de
Planificación y Política Económica ha señalado el costo de la
canasta básica de alimentos en B/.192.75 y el costo de la
canasta para la satisfacción de las otras necesidades, inclusive
la alimentaria, en B/.385.50.
¿A qué se debe este desmejoramiento en la calidad de vida?
Las estadísticas sobre los países industriales indican que un
ingreso promedio más alto no garantiza la erradicación de la
pobreza. Aproximadamente 100 millones de personas en los
países más desarrollados de Occidente se encuentran por
debajo de la linea de pobreza. 4 Es un problema de la injusta
distribución del ingreso y de la falta de voluntad política para
hacerla más equitativa.
Uno de los factores que ha acentuado la pobreza de los
países en desarrollo es la deuda externa.

H. La Deuda externa
La deuda del llamado tercer mundo ha seguido aumentan-
do y ha llegado al nivel de 1.3 billones de dólares hacia fines de
la década del 80.
En 1988 se calculó que la deuda extranjera de América
Latina y el Caribe ascendía a casi 500,000 millones de dólares.
Una norma general común ha propuesto que la deuda no debe
ser superior al 25 por ciento de los ingresos por exportaciones
de un país.
Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional, el
promedio de la relación servicio de la deuda-exportaciones de
15 países muy endeudados representaba el 41 por ciento en
1989, y no se preveía que bajara al 35 por ciento hasta 1994. 5
En Panamá la deuda del sector público alcanzaba
B/. 5,151.9 millones al 1 ° de enero de 1990, mientras que el
PIB era sólo de B/.1,786.1 millones. Esto significa que la
deuda per capita de los panameños era de B/.2,051.46, en cir-
cunstancias que el PIB por habitante se calculaba para esa
misma fecha en B/.754.00. En 1987 el servicio de la deuda
llegó a ser el 55 por ciento de las exportaciones de bienes y
servicios del país. 6
67
Para algunos países pobres, la situación es excepcional-
mente grave y bloquea toda posibilidad de reanudación del
crecimiento económico. La carga del pago de la deuda sumada
a la disminución general de la financiación externa, produce
una transferencia neta de recursos financieros que salen de los
países en desarrollo. Esta tendencia comenzó en 1982 y se ha
mantenido desde entonces.
Los países en desarrollo han transferido entre 25,000 y
30,000 millones de dólares anuales a los países desarrollados.
El hecho de que las regiones más endeudadas sean tam-
bién las que tienen las tasas de crecimiento económico más
desalentadoras, subraya la interrelación mutua que existe
entre la deuda y el funcionamiento más general de la economía.
A final es la población la que sufre. Se eliminan programas
de bienestar social, se reducen los presupuestos de salud y
educación y baja la calidad de la nutrición.
En Panamá, por ejemplo, el porcentaje del gasto público
destinado a educación disminuyó del 16.4 por ciento en 1973
al 10.4 por ciento en 1982 para llegar al 13 por ciento a fines
de la década.
Algo similar ocurre con el gasto público destinado a vivien-
da. En 1978 éste era de 10.4 por ciento y en 1989 sólo 4.6 por
ciento. En salud el gasto ha sido más estable, aunque tampoco
ha crecido? Es verdad que ha disminuido el nivel de la
mortalidad y que ha aumentado la esperanza de vida al nacer.
Sin embargo, ante un porcentaje de desnutrición nacional de
24.4 por ciento, se encuentran distritos como Chiriquí Grande,
Tolé, Cañazas y Las Palmas con más de 60 por ciento de
desnutrición entre los escolares de 6 a 9 años e
El pago de intereses al exterior se ha convertido así en una
carga para los presupuestos oficiales.
Unido al crecimiento de la deuda externa ha ocurrido la
caída de los precios de los productos básicos, de los que
dependen la mayoría de los países en desarrollo. Hacia fines
de la década de 1980 estos precios se mantenían un 30 por
ciento por debajo de los promedios correspondientes a 1979-
1981.
Además, si bien se están haciendo esfuerzos para fortalecer
el sistema de comercio multilateral, continúan las tendencias
proteccionistas y otras prácticas comerciales restrictivas, que
marcan las relaciones económicas desiguales entre el Norte y
el Sur.
Tras casi dos decenios de esfuerzos realizados. por las
Naciones Unidas en pro del desarrollo resultó evidente que no
se estaba reduciendo la pobreza y que de hecho, la disparidad
entre ricos y pobres iba en aumento. Se planteó la necesidad
de un Nuevo Orden Económico Internacional, que se ha visto
relegado por la crisis de los 80.
Surgen entonces los programas de "ajuste estructural" con
el apoyo del Fondo Monetario Internacional y del Banco
Mundial.

III. El ajuste estructural y la pobreza


El "ajuste estructural" es un conjunto de reformas de
política económica aplicadas en países en desarrollo a lo largo
del decenio de 1980.
Se han manifestado las mayores preocupaciones acerca de
los costos sociales inmediatos que acarrean los programas de
ajuste. Cada vez hay más pruebas de que a menudo han sido
muy perjudiciales para las personas más pobres y más vulne-
rables de la sociedad, como las mujeres, los niños y los
ancianos.
En América Latina el número absoluto de pobres en 1985
era casi un 50 por ciento mayor que el existente en 1960 y un
25 por ciento mayor que el de 1980. No sólo ha aumentado el
número de pobres sino que los pobres de hoy son, en promedio,
más pobres que los de hace 20 años. En cuanto a las
necesidades básicas, se calcula que un 40 por ciento de los
hogares no consume el mínimo de calorías necesarias.°
Según la Declaración de Quito para la década de 1990 se
esperan 28 millones adicionales de pobres en América Latina. 10
Los nuevos pobres son las víctimas directas del ajuste estruc-
tural de los años 80, como por ejemplo los funcionarios
públicos y los trabajadores despedidos. Para el caso de
Panamá, no podemos dejar de mencionar el daño causado a la
economía por las sanciones impuestas por Estados Unidos, la
invasión, el subsecuente saqueo y la pérdida de millones de
dólares, lo que sin lugar a dudas ha gravitado sobre los niveles
de pobreza, que están en aumento. En 1983 se estimaba en un
38 por ciento, actualmente el MIPPE lo cifra en 50 por ciento
de los 2,466,000 habitantes.' 1
En lo que respecta a su distribución regional, se observa
69
que el 38 por ciento de los pobres reside en áreas urbanas, en
tanto el 62 por ciento restante se concentra en el área rural.
Los estudios de pobreza por niveles de satisfacción de las
necesidades básicas, clasifican a los distritos del país en cinco
niveles de pobreza. Entre los niveles más bajos se encuentran
42 de los 68 distritos, en los cuales se concentran las mayores
carencias en materia de salud, educación, nutrición y vivienda.
Los distritos con población indígena están incluidos entre los
20 distritos más pobres del país.
Las mujeres han sufrido el mayor peso de las cargas
impuestas por el aumento de la pobreza, la austeridad, el
empeoramiento de la salud y la educación, y la inestabilidad
económica en general. El resultado es que, hoy día, las mu-
jeres constituyen el grupo de mayor pobreza en el mundo. La
mayor parte de ellas se halla en los países en desarrollo.
Incluso se ha acuñado el término "feminización de la pobreza".

W. Feminización de la pobreza
Existen pruebas fehacientes de que el 70 por ciento del
sector desposeído en rápido aumento en todo el mundo está
constituido por mujeres, a las que siguen muy de cerca las
personas de avanzada edad. 12
Esta concentración de pobreza en las mujeres se debe, en
gran medida, al desigual crecimiento económico que se refleja
en cambios desfavorables en la distribución del ingreso.
En Panamá la Encuesta de Hogares de 1988 refleja que el
56.4 por ciento de los encuestados es pobre y que apenas
reciben el 18.6 por ciento del ingreso total.
Según el censo de 1990 la mediana de ingreso mensual
para los hogares liderizados por mujeres es de B/.196.70,
mientras que para los hogares con jefatura masculina es de B/
.260.30.
La disminución en el ingreso por habitante, directamente
relacionada con la crisis de la deuda y el ajuste estructural, ha
perturbado prácticamente todos los aspectos de la vida de la
mujer, obligándola a asumir más responsabilidades con el
objeto de mantener la familia a flote.
La mujer tiene que trabajar muchas horas en el hogar y
fuera de él, y con frecuencia sufre física y emocionalmente
como resultado de ello. Se ha calculado que las mujeres pobres
trabajan un promedio de 70 horas a la semana.
70
El trabajo doméstico sigue siendo pesado para las mujeres
a pesar de los avances de la tecnología. En Panamá, según el
censo de 1990, todavía hay 18 por ciento de hogares con piso
de tierra, 16 por ciento sin sistema de agua potable, 12 por
ciento sin servicio sanitario, 27 por ciento sin luz eléctrica yen
un 29 por ciento de los hogares se cocina con leña.
Este desgaste de energía, recursos y tiempo de la mujer
también limita su capacidad para participar en la vida política
y, por lo tanto, la influencia que pueda tener para modificar las
políticas que la afectan desfavorablemente.
El acceso a los medios de comunicación masiva todavía es
limitado. Según el censo de 1990, en Panamá el 34 por ciento
de los hogares carece de televisión, el 25 por ciento no dispone
de radio y el 72 por ciento no tiene teléfono.
Un factor que contribuye a aumentar la pobreza entre las
mujeres es la disminución de los salarios y, por lo general,
están menos sindicalizadas que los hombres.
Las posibilidades de empleo no siempre han aumentado al
mismo ritmo que el número de mujeres que las buscan, lo que
ha dado lugar a un índice de desempleo mayor entre las
mujeres.
En Panamá la población masculina económicamente acti-
va, según el censo de 1990, representa el 66.6 por ciento de la
población mayor de 10 años, mientras que la femenina, sólo el
28 por ciento.
Las tasas de desempleo femenino son superiores a las de
los hombres. Para 1989 el desempleo femenino se cifraba en
21.4 por ciento, mientras que el masculino en 14 por ciento. Si
se analiza por grupos de edades de observa que entre las
nivel mujeres jóvenes esta tasa fue de 41.8 por ciento, a
nacional y de 45.3 por ciento en la Región Metropolitana."
A medida que disminuyen las posibilidades de empleo en
el sector estructurado o formal, las mujeres recurren cada vez
más al sector informal, donde no son protegidas por las leyes
laborales, ni el fuero de maternidad.
De esta manera, tenemos en Panamá que el 22 por ciento
de las mujeres que trabajan reciben menos de B/.100.00. El
20 por ciento de las mujeres que trabajan son empleadas
doméstica. El 19 por ciento trabaja por cuenta propia."
Los cambios socioeconómicos, la urbanización y la migra-
71
ción han incrementado en todo el mundo el número de familias
encabezadas por una mujer en alrededor de un tercio de todos
los grupos familiares.
Las causas de este cambio considerable son el número,
cada vez mayor, de madres solteras y el aumento de la tasa de
divorcio, así como la tendencia a que las madres que viven sin
pareja dependan de si mismas.
En Panamá en 1983, a nivel nacional, el 71 por ciento de
los nacimientos vivos correspondían a padres no casados entre
sí. A nivel urbano este porcentaje alcanzaba el 61.3 por ciento
y a nivel rural el 79.5 por ciento. 15 El censo de 1990 aún no ha
procesado este tipo de datos.
Las mujeres divorciadas con niños pequeños afrontan
situaciones igualmente desoladoras. En el mundo, el 75 por
ciento de las mujeres divorciadas no logran obtener el pago de
los alimentos para sus hijos.
El número de mujeres jefes de hogar en extrema pobreza es
mayor que el de los hogares no pobres. En Panamá esta
relación va de 28.6 por ciento para los hogares de pobreza
extrema a 21.7 por ciento para los hogares no pobres. 1°
Los países del área reflejan una elevada fecundidad en los
hogares más pobres, lo que demuestra la limitada capacidad de
las mujeres pobres para poder decidir el tamaño de la familia.
Los hijos menores de un año presentan un riesgo creciente-
mente mayor. Esto implica, junto a una menor educación de
la madre, condiciones sanitarias insuficientes y una menor
cobertura y accesibilidad a los servicios de salud, particular-
mente a la atención materno-infantil.
Otro resultado de la pobreza de las mujeres en Panamá es
que el 67 por ciento de los niños menores de 15 años también
son pobres y sólo el 33 por ciento se clasifican como no
pobres."
Cuanto más tiempo se dedica a la generación de ingresos
y a las labores domésticas, la necesidad de atención infantil es
mayor. Ello puede poner a las mujeres en una situación dificil.
Algunas se ven obligadas a elegir entre obtener ingresos o
cuidar a sus hijos. Esto crea un sentimiento de culpabilidad y
de frustración.
En muchos países en desarrollo el vertiginoso aumento de
los precios de los alimentos y la transformación de las políticas
72
agrícolas han contribuido al hambre y la malnutrición entre las
mujeres. Frecuentemente las mujeres y las niñas son las
últimas en comer y comen menos que los hombres y los niños.
Cuando un gobierno propone la reducción de la seguridad
social, se pone en peligro la situación de la mujer. Está
sucediendo que las mujeres no acuden a los dispensarios
debido a la aplicación de nuevas tarifas por los servicios.
En Panamá, por ejemplo, a nivel nacional el 14.3 por ciento
de los partos ocurre sin asistencia profesional. En el área rural
esta cifra aumenta drásticamente; en distritos como Bocas del
Toro y Chiriquí Grande, sube a más de 80 por ciento el número
de partos sin asistencia profesional.'"
La interrupción de la educación de las niñas tiene también
efectos posiblemente graves a largo plazo para la sociedad,
dada la correlación existente entre las tasas de fecundidad
altas y el nivel educativo bajo entre las mujeres. Las de escasos
recursos, son frecuentemente analfabetas -en realidad, dos
tercios de los analfabetos del mundo son mujeres- y carecen de
formación profesional.
En Panamá, según el censo de 1980, las mujeres sin
ningún grado de instrucción tenían un promedio de 5.4 hijos,
mientras que las que poseían algún año universitario, sólo
tenían un promedio de 1.3 hijos."

V. A manera de conclusión
La crisis económica y las consiguientes políticas de auste-
ridad que se aplican a las naciones en desarrollo significan que
el logro de la igualdad para las mujeres será aún más difícil de
alcanzar que antes.
Como los gobiernos no han intervenido satisfactoriamente
a favor de la mujer, en algunos casos la situación de la mujer
se deteriora, como se ha visto en las estadísticas relativas a la
pobreza y el desempleo.
Por otra parte, el aumento de las horas que las mujeres
deben dedicar al trabajo como consecuencia de la crisis y el
deterioro de su salud, les deja menos tiempo y energías para
asumir cometidos de dirigente en sus comunidades o conver-
tirse en políticamente activas. Precisamente cuando es nece-
sario que los encargados de adoptar políticas tengan en cuenta
los problemas de la mujer, ésta es menos capaz de asegurar que
ello suceda.
73
A pesar de los diversos obstáculos para su participación
política, las mujeres hacen gala de gran imaginación, voluntad
y valor en su lucha contra las consecuencias de la crisis de la
deuda y la política de ajuste estructural.
La crisis y las políticas de ajuste conexas, si bien represen-
tan un enorme obstáculo para avanzar hacia el logro de la
igualdad entre la mujer y el hombre, también brindan una
oportunidad histórica para el adelanto de la mujer, si obligan
a repensar los enfoques de desarrollo.
Es cada vez más evidente que la recuperación económica
no podrá alcanzarse sin afrontar el problema de la feminización
de la pobreza, que deberá considerarse como un problema
político, económico y social.
Es preciso que la mujer tenga acceso a la adopción de
decisiones, a recursos productivos, inclusive tierras, capitales
y tecnología; y a salarios equitativos, así como a la educación
y a la atención primaria de la salud, si es que se desea poner
fin a la pobreza y al subdesarrollo. Dado el rol que juega la
mujer en la familia y en la sociedad, como reproductora de la
especie y de los valores, del mejoramiento de su calidad de vida
dependerá también que consolide la cultura de la pobreza o,
por el contrario, que se abran los horizontes hacia un desarro-
llo más humano, equitativo y sustentable.

Notas

1. PNUD, Desarrollo humano. Informe 1991.


2. II Conferencia Regional sobre la Pobreza en América Latina y el Caribe.
Quito, Ecuador 20-23 de Nov. 1990.
3. Rafael
Central
Menjivar y Juan Diego Trejos, La pobreza en América
FLACSO, 1990.
4. PNUD, Desarrollo humano. Informe 1991.
5. Naciones Unidas, La economía mundial. Un desafio global, 1990.
6. Contraloría General de la República, Panamá en cifras, años 1980-1990.
Panamá, noviembre 1991. p.305.
7. MIPPE, Estrategia nacional para reducir la pobreza, Panamá, 1991. p.88.
8. Ibid. pp.96-97.
9. Comisión de Desarrollo y Medio Ambiente de América Latina y el Caribe.
Nues tra propia agenda. BID-PNUD. 1991, p.13.
10. II Conferencia Regional sobre la Pobreza en América Latina y el Caribe.
Quito, Ecuador. Noviembre 1990. p.38.
11. Panamá: Plan de acción para el desarrollo humano, la infancia y la
juventud, 1992-2000, p.5.

74
12. Naciones Unidas. La feminización de la pobreza. 1990, p. i.
13. MIPPE, FES, Lineamientos básicos, 1990, p.7.
14. Contraloría General de la República, Censos Nacionales de Población y
Vivienda del 13 de Mayo de 1990. Resultados finales básicos. Total del
país, Panamá, agosto 1991, cuadro N°9, p.144.
15. Dirección de Estadística y Censo, Estadísticas relativas a la mujer y a la
Juventud, Contraloría General de la República, Panamá, 1985. Cuadro 14,
p.22.
16. MIPPE, Estrategia nacional para reducir la pobreza Panamá, 1991, p.77.
17. Ibid.
18. Ibid. p.92.
19. Dirección de Estadistica y Censo, Estadísticas relativas a la mujer y a la
juventud, Contraloría General de la República, Panamá, 1985. Cuadro 13,
p.20.
20. Naciones Unidas, La deuda. Crisis y desarrollo, 1990.

' Doctora en ciencias económicas, profesora de la Universidad de Panamá y


miembro del Centro para el Desarrollo de la Mujer (CEDEM) y del Centro
latinoamericano de Promoción y Desarrollo Educativo (CELAPRODE).

75
ALGUNOS ANTECEDENTES
DE LA INVASION DE ESTADOS
UNIDOS A PANAMA
Jorge Conte-Porras*

"Para sucumbir con honor,


no necesitamos la protección de nadie.
Pero Jamás cederemos sumisamente a una nación
extraña, nuestro territorio".
Pablo Arosemena (1862)

Los que hemos sido testigos de los dramáticos sucesos del


20 de diciembre de 1989, cuando fuerzas del ejército norteame-
ricano invadieron el territorio nacional, sentimos la necesidad
de exponer nuestro punto de vista.
La invasión causó incalculables destrozos físicos, provo-
cando millonarias pérdidas de activos económicos; pero lo más
grave aún, lesionó el espíritu y la dignidad nacional.
Los que aún no nos reponemos del impacto y la confusión
de este hecho histórico, nos hacemos múltiples cuestiona-
mientos a fin de tener un juicio definitivo ante la historia.
Nos preguntamos si esta acción militar es el resultado de
los efectos residuales del Tratado de Neutralidad Permanente
del Canal.
77
Si la razón que motivó esta invasión fue el desplazar del
mando a un dictador quien, por propia confesión, había servido
de instrumento de los intereses norteamericanos por un
tiempo prolongado.
Nos hemos preguntado si las fuerzas dirigentes de la
Cruzada Civilista se constituyeron en el vehículo de los intere-
ses norteamericanos, muy a pesar de los efectos ruinosos que
previamente causaron a nuestro país las sanciones económi-
cas norteamericanas.
Nos preguntamos cuánta información previa sobre la inva-
sión de Estados Unidos poseían los dirigentes de la Cruzada
Civilista.
Nos hemos preguntado si hemos olvidado la responsabili-
dad que corresponde a Eric Arturo Delvalle y su camarilla
quienes, desde Estados Unidos alentaban la invasión.
¡Cuántos panameños han aplaudido y bendecido la acción
militar de Estados Unidos en nuestra patria! ¡Cuántos la
hemos repudiado desde el día 25 de junio de 1987. cuando el
Senado norteamericano dio la primera muestra de sus inten-
ciones en Panamá!
Si acudimos a las raíces de nuestra propia historia y la
significación política que tuvo el tratado Mallarino-Bidlack de
1846. tendremos que aceptar con vergüenza, que fue la Nueva
Granada (Colombia) la responsable de que fuera Estados
Unidos el custodio de nuestra neutralidad y la paz del paso
transístmico desde mediados del siglo XIX.'
Todos conocemos más o menos, en una relación cronoló-
gica, las diferentes oportunidades en las que, durante la
segunda mitad del siglo XIX, el istmo de Panamá fue invadido
por hombres armados pertenecientes al ejército o a la marina
de Estados Unidos.
También conocemos el alcance del tratado Hay-Buneau
Varilla, cuyos efectos se extendieron a una cláusula constitu-
cional, destinada a convertir a Estados Unidos en los árbitros
de nuestras diferencias partidaristas.
El papel de árbitros o de supervisores electorales en
nuestras elecciones populares, en los primeros años de la
centuria, forman parte del proceso de formación de nuestro
propio Estado.
Tal vez para comprender con mayor amplitud este fenóme-
78
no social, tan debatido, es preciso acudir nuevamente a las
raíces del siglo XIX.
Como primera observación señalamos que nuestros comi-
cios durante el siglo XIX, jamás constituyeron un ejemplo de
civismo. Durante la primera mitad de la pasada centuria, los
gobernantes del departamento del Istmo eran designados en
forma directa desde Bogotá. La actividad del sufragio se
limitaba a los cabildos.
No fue sino a mediados del siglo, y al establecerse el Estado
Federal de Panamá, cuando de manera formal empezamos a
adiestrarnos en la práctica de elegir a nuestros propios gober-
nantes.
La Constitución del Estado Federal de Panamá garantizó
el voto directo y secreto, si bien al reunirse la Convención
Nacional Constituyente (1855), ésta asumió la responsabilidad
de designar al doctor Justo Arosemena como nuestro primer
gobernador.
Arosemena renunció a los pocos meses de iniciar su
mandato, reemplazándole en el cargo el vice-gobernador Fran-
cisco Fábrega de la Barrera.
A Francisco Fábrega le correspondió presidir las primeras
elecciones populares para escoger a su sucesor. Se presenta-
ron al escenario electoral varias candidaturas, como las de
José de Obaldía Orejuela y Manuel María Díaz; pero el gober-
nador Fábrega no disimuló su apoyo a la candidatura oficial del
doctor Bartolomé Calvo.
Sus adversarios fueron objeto de toda clase de atropellos y
persecuciones. Los aspirantes a puestos de elección fueron
obligados a esconderse acusados de múltiples delitos comunes
y no fueron pocos los que marcharon al exilio.'
Ya desde entonces Pablo Arosemena, en defensa de la
honestidad del sufragio como fuente legítima del poder, acudió
a la prensa para alertar a los mandatarios sobre el riesgo de
desconocer la voluntad popular...
-roda poder debe emanar de las urnas. La democracia exige
la participación de todos los ciudadanos en los asuntos públi-
cos"
"El sufragio es el más importante de los derechos políticos,
porque es el origen de todos los poderes constituidos. Es
necesario que los pueblos defiendan ese derecho, a fin de que
79
puedan ejercerlo sin coacción, sin dejarlo falsificar por la
violencia de los tiranos".
Bartolomé Calvo, sordo a toda protesta, tomó posesión de
la Gobernación del Estado de Panamá ante una asamblea casi
integrada por suplentes, pues los principales estaban en la
cárcel, en el exilio o escondidos.
Existe una sucesión de actos de violencia en contra de los
gobernantes istmeños a partir de esa fecha, como un síntoma
del veto popular frente a la imposición y al fraude.
El día 1" de octubre de 1860, asumió la jefatura del estado
de Panamá Santiago de la Guardia Arrue, miembro del Partido
Conservador pero apoyado por prominentes liberales, quien
manifestó su repudio a la revolución encabezada en Colombia
por Tomás Cipriano de Mosquera.
Mosquera envió a Panamá una fuerza militar que comandó
Peregrino Santacoloma. Los liberales del arrabal hacen causa
común con el invasor y ante la ausencia del gobernador titular,
que se había trasladado a la población de Santiago, en el
departamento de Fábrega, se convoca un Cabildo Popular que
elige un nuevo gobernador provisorio. Algunos dirigentes del
arrabal al hacer causa común con las fuerzas invasoras, van
a combatir a De la Guardia, al que derrotan en la batalla de Río
Chico (Natá).
En el año 1865, tras un breve intervalo de gobiernos
liberales, Gil Colunge con el apoyo de la alta oficialidad del
ejército, hace convocar el Cabildo y se hace proclamar presi-
dente provisorio del Estado. Colunge, sometido desde enton-
ces a las exigencias del general Vicente Olarte Galindo, termina
por entregarle el mando. El militar no llegó a reelegirse pues
falleció en forma misteriosa después de un banquete.
En el año 1868, los arrabaleños se toman el poder por
asalto, bajo el liderazgo de Buenaventura Correoso, repudian-
do el fraude electoral que intentó llevar a la Presidencia del
estado al doctor Manuel Amador Guerrero, del Partido Conser-
vador.
Durante las décadas siguientes, se suceden episodios
sorprendentes que oscilan entre los golpes de cuartel y las
continuas intervenciones norteamericanas, amparadas por el
tratado Mallarino-Bidlack.
Tras dos golpes de cuartel y tres intervenciones militares
80
norteamericanas, la década de 1870 culmina con la renuncia
del presidente Correoso, quien debe separarse de su cargo
cuando descubre un contrabando de armas que llevan a cabo
los oficiales del ejército.
A Correoso le sucede José R. Casorla, quien es acusado por
el cónsul de Chile en Panamá de ser uno de los cabecillas del
trasiego de armas destinadas a la Guerra del Pacifico. Casorla
es secuestrado por los dirigentes del arrabal quienes le obligan
a renunciar.
El año 1870, Blas Arosemena Quezada denuncia la presen-
cia de una empresa norteamericana que, vulnerando nuestro
espacio geográfico, se estaciona en la bahía de Calidonia para
hacer exploraciones sobre la ruta transístmica.
Para el año de 1880, de igual manera, el procurador del
Estado, Mateo Iturralde, protesta por la presencia del buque de
guerra KEARSAGE, el cual se estaciona en las costas de Bocas
del Toro, para dar inicio a nuevas exploraciones no autoriza-
das, en la búsqueda para una ruta para la excavación de un
canal interoceánico. 3
Abundan incidentes de mayor gravedad todavía, hechos
que se suscitan en las ciudades de Panamá y Colón, donde
delincuentes comunes norteamericanos, rehuyendo a las
autoridades locales, encuentran el amparo del cónsul nortea-
mericano y de las embarcaciones en tránsito que les sirven de
asilo para evadir la justicia local.
Por otra parte, las fuerzas militares colombianas asumen
un papel de gran beligerancia en disputa con las autoridades
civiles. Instantes hubo en los que Panamá contó con dos
gobernantes de manera simultánea, uno escogido por el Cabil-
do de Panamá y otro por los cuarteles.
La situación más dramática se presenta después de la
Revolución Liberal de 1885 cuando el presidente de la Repú-
blica, Dr. Rafael Núñez, sofoca la rebelión del Istmo con el
concurso de fuerzas militares norteamericanas. Desde enton-
ces Colombia quedará convertida en una nación sin libertades
individuales.
Nada resulta tan útil para describir el desarrollo de los
procesos electorales durante las dos últimas décadas del siglo,
que las observaciones de Eusebio A. Morales, severo crítico del
nuñismo. 4
81
La Regeneración fue implacable con los que pretendían
cuestionar al régimen, y de manera inelástica, clausuró perió-
dicos, impuso contribuciones forzosas, confiscó bienes y con-
virtió las cárceles en cámaras de tortura.
En cuanto a las intervenciones militares norteamericanas
autorizadas por el tratado Mallarino-Bidlack, existe una plu-
ralidad de Incidentes en nuestra historia del siglo XIX, donde
la presencia de Estados Unidos fue más allá de sus derechos
para vulnerar nuestros derechos soberanos.
1. Cuando los representantes consulares de Estados Uni-
dos en el Istmo protegen a un delincuente común, que es
reclamado por las autoridades locales.
2. Cuando el representante diplomático de Estados Unidos
en Colombia, pretende desconocer la autoridad administrativa
del Estado soberano de Panamá.
3. Cuando representantes del gobierno norteamericano, o
de empresas norteamericanas, vulneran nuestras aguas juris-
diccionales, o simplemente realizan exploraciones en el Istmo,
sin autorización oficial del gobierno de Bogotá o del estado
soberano de Panamá.
Más dramáticos resultan los hechos en que, por razones
políticas, las fuerzas militares norteamericanas resultan árbi-
tros de un problema local, imponiendo condiciones a nuestros
gobernantes.
Debemos recordar, de igual manera, que para poner fin a
las hostilidades de la guerra civil de los Mil Días, el vicepresi-
dente José Manuel Marroquín demandó con urgencia la inter-
vención militar de Estados Unidos en el Istmo.
Si cada una de estas intervenciones se llevaron a cabo con
la aquiescencia oficial de las autoridades de Bogotá, invariable-
mente provocaron la resistencia de los istmeños, particular-
mente de los dirigentes del arrabal. Los ejemplos abundan,
desde el incidente de la Tajada de Sandía de abril de 1856.
hasta la revolución liberal de 1885, comandada por Rafael
Atzpuru.
Dentro de esta tradición política de golpes de cuartel y de
Intervenciones armadas norteamericanas, se da inicio al perío-
do republicano de noviembre de 1903.
La nueva generación que asumía el compromiso de organi-
zar el nuevo estado y sus instituciones jurídicas, abrigaba sin
embargo el temor de su pasado.
82
Tal vez por ello, en el instante en que bajo la dirección del
Partido Conservador se conmemora el primer aniversario de la
independencia de 1903, el presidente Amador decide disolver
el ejército nacional, que ha intentado ya imponer condiciones
al jefe del Estado panameño. 5
Todavía estamos debatiendo si esta decisión se toma por
Iniciativa de los norteamericanos, o por los dirigentes del
Partido Conservador, que veían con temor convertir la nueva
jefatura del Estado en una prolongación de la que lo habían
llevado los militares colombianos en el siglo XIX.
Al convocarse la Asamblea Constituyente y un poco antes
de que se promulgase la nueva Carta Magna, una serie de
miembros prominentes del Partido Conservador toman la
iniciativa de introducir en la ley fundamental de la República,
un precepto constitucional destinado a garantizar la sucesión
de la intervenciones norteamericanas en Panamá.
Confiesa Tomás Arias, en sus Memorias, que él había
consultado la conveniencia de la medida con el representante
diplomático norteamericano en Panamá, pero observamos
nosotros que la iniciativa había partido del propio John Hay,
secretario de Estado de Estados Unidos. 6
El artículo fue aprobado, aun frente a la resistencia de con-
vencionales del Partido Liberal, así como de las protestas
callejeras del general Buenaventura Correoso, dirigente del
arrabal y de varios periodistas istmeños como Francisco
Ardila, Rodolfo Aguilera y José Sacrovir Mendoza.
El propio Amador, que había sido testigo de las vicisitudes
que había sufrido el Istmo durante el siglo XIX por causa de
dichas intervenciones, no tuvo reparo en aprobarias. A él
mismo correspondió la tarea de estrenar el artículo 136 de la
Constitución Nacional durante la campaña electoral que pre-
sidió.
"Lamentablemente, circunstancias de todos conocidas,
llevaron al poder ejecutivo, para evitar males irremediables, a
la necesidad de invitar al gobierno americano para que se
asociase al nuestro, en una investigación electoral, que se llevó
a cabo en todo el país, por medio de comisiones nombradas al
efecto".'
Si acudimos a la Memoria de Relaciones Exteriores del año
1908, de igual manera encontramos multitud de detalles sobre
83
esta supervisión electoral solicitada por el gobierno de Amador.
Amador había organizado un nuevo partido político bajo el
rubro de Partido Constitucional, dividiendo al parecer las
huestes del Partido Conservador. El pretendía imponer como
candidato oficial a Ricardo Arias. Pero, de manera inesperada,
Carlos Antonio Mendoza movilizó los cabildos populares para
poner alerta a la opinión pública sobre las artimañas de
Amador Guerrero. En una estratagema que pretendía dividir
las fuerzas del Partido Conservador, el Partido Liberal promul-
gó la candidatura presidencial de José Domingo de Obaldía,
con todo y ser miembro del partido en el poder.
Encontramos en el folleto Electoral Investigation Comtssion
(1908) una serle de detalles preocupantes sobre el papel que
jugaron entonces los miembros del Partido Conservador en
torno a la actuación de los árbitros norteamericanos en las
elecciones nacionales.'
José Domingo de Obaldía fue elegido como presidente de la
República por el periodo 1908-1912 y con él, para el primer
bienio de su mandato, como primer designado, José Agustín
Mango (conservador) y Carlos Antonio Mendoza (liberal), como
segundo designado.
El presidente de Obaldía falleció en el ejercicio del cargo en
el año de 1910, y un poco antes había muerto, también, don
José Agustín Arango, lo que de manera imprevista llevó a
Carlos Antonio Mendoza a la jefatura del Estado.
Mas apenas asumió el mandato Mendoza, los miembros del
Partido Conservador empezaron a hacerle víctima de presiones
y de acusaciones de toda naturaleza, con el fin de obstaculizar
su obra de gobierno. Mendoza debió sortear con energía las
pretensiones del Partido Conservador que controlaba el apara-
to gubernamental, incluyendo el poder judicial.
La situación de Mendoza llegó a un estado de conflicto tal
que el propio jefe del estado, irritado, llegó a calificar a los
magistrados de la Corte como "jueces improvisados".
Con todo y contar con respaldo populary con mayoría entre
los miembros del órgano legislativo, los conservadores conti-
nuaron en su campaña destinada a neutralizar al jefe de
Estado, a fin de que éste les garantizara la sucesión presiden-
cial para un miembro del Partido Conservador.
Utilizando como vocero a Santiago de la Guardia, procura-
84
dor general del Estado, los conservadores pusieron sus quejas
ante el secretado de Estado norteamericano y posteriormente,
solicitaron la intervención directa del gobernador de la Zona
del Canal, George Goethals, con el ánimo de indisponer a
Mendoza, a quien acusaba de "hombre de color" y de represen-
tante de la gente del arrabal que odiaba a los norteamerica-
nos. 9
Los conservadores fueron elevando el tono de sus acusacio-
nes contra el presidente Mendoza hasta plantear, con audacia,
ya no la intervención directa de Estados Unidos, sino la
anexión a Estados Unidos.
Y hasta hicieron circular una hoja suelta en tono amena-
zador, en la que pedían la anexión a Estados Unidos, si la
Asamblea Nacional se negaba a elegir como presidente al señor
Samuel Lewis.
Duras horas para la República, en las que para salvar la
dignidad de la nación panameña, Mendoza tomó la determina-
ción de declinar su nominación presidencial, para que la
Asamblea Nacional eligiese en su reemplazo al doctor Pablo
Arosemena. Este fue elegido por unanimidad primer designado
por el bienio 1910-1912.
Al finalizar el mandato de Pablo Arosemena, el Partido
Liberal se divide en dos fracciones, una que respalda como
candidato oficial a Pedro Díaz de Obaldía y otra que encabeza
Belisario Porras.
Pero Díaz no disimula su simpatía por Estados Unidos, lo
cual confirma una fotografia en la que el candidato, al presidir
una caravana proselitista, marcha entre sus simpatizantes
enarbolando la bandera de Estados Unidos.
Con relación a este debate electoral, debió confesar el
propio presidente Pablo Arosemena...
"Advirtiendo la situación de los espíritus y considerando
inevitables choques sangrientos en las elecciones, decidí
movido por el deseo de evitarlos, solicitar la intervención de
Estados Unidos, para el efecto de supervigilar las elecciones
populares, paso patriótico que tenía el apoyo de varios prece-
dentes históricos". 10
En esas elecciones alcanzó el triunfo por ancho margen, el
candidato de la oposición, Belisario Porras.
Desde los inicios de este cuatrienio, empezó a agitar sus
85
aspiraciones dentro del Partido Liberal, una nueva figura, el
señor Rodolfo Chiari.
El había sido miembro de la Convención Nacional Consti-
tuyente, secretario de Gobierno y por un breve lapso había
ocupado la jefatura del estado, durante la gestión presidencial
del doctor Pablo Arosemena.
Designado gerente del Banco Nacional desde el año 1909,
se convirtió en blanco de severas acusaciones que motivaron
su abrupta separación del cargo, en el año de 1914.
Al llegar a la campaña electoral del año 1916, Rodolfo
Chiari movió todos los resortes para obtener su nominación
como candidato presidencial por el Partido Liberal, para lo cual.
se valió del respaldo de Carlos Antonio Mendoza, lo cual
provocó un violento rompimiento con Belisario Porras, y la
definitiva escisión del Partido Liberal en dos fuerzas antagóni-
cas.
Así surgió la candidatura oficial de Ramón Maximiliano
Valdés, quien pese a la oposición turbulenta que le hacían las
huestes de Mendoza, alcanzó el triunfo electoral.
El resultado de la votación, según la ley, debía ser ratificado
por una Asamblea de Electores, pero los representantes del
mendocismo se abstuvieron de asistir al cónclave."
La facción del liberalismo que apoyaba la candidatura de
Rodolfo Chiari tomó esta decisión, al no contar con la supervi-
sión electoral por parte de Estados Unidos.
Un poco antes de la campaña electoral, desde el año 1915,
nuestra Cancillería sufría las presiones del ministro norteame-
ricano en Panamá, William Jennings Price, quien exigía a
nuestro gobierno enforma compulsiva. el desarme de la Policía
Nacional, porque según el criterio de Estados Unidos, nuestros
gendármenes eran incompetentes para sofocar las continuas
reyertas callejeras que se suscitaban entre soldados y marinos
norteamericanos y la población panameña.
Nuestro gobierno había calificado a los norteamericanos
que visitaban las ciudades de Panamá y Colón como gente de
una conducta irrespetuosa, muchas veces en pugna con las
normas elementales de la moral."
Pero había algo más. Desde que se inauguró el Canal de
Panamá, en el mes de agosto de 1914, nuestro país había
venido planteando la tesis de que el tratado del Canal debía ser
86
reformado y con tal motivo el presidente Belisario Porras había
comisionado al Dr. Eusebio A. Morales para que efectuara los
contactos iniciales.
La respuesta de Estados Unidos se tradujo, a corto plazo,
concertando el tratado Bryan-Chamorro con Nicaragua que le
otorgaba derechos de perpetuidad para la excavación de un
nuevo canal.
En los mismos instantes, Estados Unidos se precipitó a
dictar el Fallo White que reinterpretando el Laudo Loubet,
destinado a definir nuestras fronteras con Costa Rica, realiza-
ba una apreciación subjetiva del litigio en favor de Costa Rica,
causando estupor y una actitud de rechazo en Panamá.
De manera simultánea, tal vez cumpliendo instrucciones
precisas de Washington, en un lenguaje de ultimátum, el
ministro Price de Estados Unidos comunicó a nuestra Canci-
llería la decisión de su gobierno de exigirla entrega de las armas
de la Policía Nacional de Panamá.
El día 11 de mayo, el presidente Porras, asediado por
presiones, se dirigió al presidente de Estados Unidos, Woodrow
Wilson, para señalarle:
"Apelo al elevado espíritu de vuestra excelencia, para que
en vista de la gravedad de este asunto, y penetrado de que el
pueblo panameño considera este acto como una violación a su
soberanía e independencia, sobre la exigencia que se le hace,
intervenga con su autoridad, para evitar que los dos países
puedan enfrentarse a un conflicto"."
Nuestro ministro-canciller, Ernesto Tisdel Lefevre, convo-
có a una Junta de Notables, representativa de todos los
sectores políticos del país, con el ánimo de provocar un estado
de cohesión en torno al jefe de Estado.
La mayoría de los más destacados miembros de la oposi-
ción política se adhirieron a la demanda de Estados Unidos,
independientemente de los intereses panameños en juego.
Algunos de ellos, empleando un lenguaje sibilino, ambivalente
y otros confesando la necesidad de ratificar nuestra condición
de protectorado de Estados Unidos.
La historia nacional no puede desconocer, sin embargo, la
actitud patriótica que asumieron en ese instante, Santiago de
la Guardia, Julio J. Fábrega, Juan Lombardi, Fernando Guar-
dia Grimaldo, Harmodio Arias, Pedro Díaz, Ramón Felipe
87
Acevedo, Ramón Maximiliano Valdés y Guillermo Andreve.
Bajo una presión pocas veces comprendida por los hom-
bres de nuestra generación las armas fueron prácticamente
arrebatadas de nuestras manos. Mas, por instrucciones del
jefe de estado, una gran cantidad de ellas fueron sepultadas
secretamente en el patio del Palacio de las Garzas.
Dentro de este estado de amenazas, se inicia el mandato de
Ramón M. Valdés quien, como su antecesor, debe sortear
horas difíciles frente a las decisiones unilaterales del ministro
norteamericano y el gobernador de la Zona, quienes reiterada-
mente desconocen nuestra soberanía.
Pero, tal como aconteció con el presidente José Domingo de
Obaldía, la muerte sorprendió al presidente titular de la
República, por lo que asume la jefatura del Estado, el Dr. Ciro
Luis Urriola.
El mandatario panameño, desde los primeros días de su
gobierno, se vio envuelto en una confrontación con las autori-
dades norteamericanas quienes, cuestionando una decisión
administrativa de nuestro presidente, tomaron la decisión de
ocupar las ciudades de Panamá y Colón el día 28 de junio de
1918.
No valieron los repetidos mensajes del presidente Urriola al
presidente Wilson de Estados Unidos, quien se autodenomina-
ba Campeón de la Paz.
Desde las páginas de La Estrella de Panam á, su editorialis-
ta, el militante conservador y católico, Nicolás Victoria Jaén,
destacaba nuestra incompetencia para resolver nuestros pro-
blemas internos y señalaba, una y otra vez, la conveniencia de
anexarnos a Estados Unidos de América. 14
Los otros miembros del Partido Conservador, sin conocer
excepciones, convirtieron desde ese día la legación norteame-
ricana en la sede de consultas para programar una estrategia
contra Urriola. Como medida de corto plazo se intentó conse-
guir los votos para que la Asamblea Nacional eligiese a un
miembro del Partido Conservador, como el sucesor presiden-
cial para el bienio 1918-1920.
José de la Cruz Herrera, Ricardo Arias y otros prominentes
miembros del Partido Conservador, se empeñaron en presio-
nar a la Asamblea Nacional a fin de que se eligiese a Ricardo
Arias como primer designado a la Presidencia por el bienio
1918-1920.
88
Finalmente, el encargado de negocios de Estados Unidos
convocó en su despacho a una reunión de los miembros de la
Asamblea Nacional para darles instrucciones sobre la sucesión
presidencial. A esa reunión no asistió ninguno de los simpa-
tizantes del presidente Urriola.
El día 30 de septiembre de 1918, profundamente herido,
pero con un elevado sentido de dignidad, cesó su mandato el
Dr. Ciro Urriola sucediéndole en el mando el Dr. Belisario
Porras escogido por la Asamblea Nacional de espaldas a las
recomendaciones de Green.
La campaña electoral de 1920 se desarrolló sin mayores
contratiempos, salvo un suceso histórico conocido como el
"incidente Pershing", en el que para repudiar la exigencia
norteamericana de ocupar la isla de Taboga como parte del
territorio de la Zona del Canal, los estudiantes panameños
apedrearon al general Pershing, héroe norteamericano de la
Primera Guerra Mundial, en tránsito por nuestro país.
Belisario Porras inicia su tercer mandato presentando al
nuevo mandatario norteamericano un documento conocido
como el Memorándum al presidente Harding, en el que reno-
vaba sus planteamientos sobre la reforma del Tratado del
Canal.
Mientras estas negociaciones se inician en Washington,
Panamá es víctima de una nueva agresión: fuerzas del ejército
costarricense, respaldados por Estados Unidos, invaden la
región de Coto bajo dominio jurisdiccional panameño, y
compulsivamente se nos ordena desocuparla para hacer valer
el fallo White.
La situación se hace tan dramática que el pueblo pana-
meño reacciona violentamente, lo que da motivo a una serie de
reclamaciones diplomáticas, y a la circulación de un Manifiesto
a la Nación, que el 24 de agosto de 1921, firma el jefe de estado
y su gabiente para rechazar la intervención militar norteame-
ricana en nuestro territorio.
Los días que se suceden van fortaleciendo el sentimiento
nacional, y tal vez por ello, para el año de 1923, se funda la
Asociación Cívica de Acción Comunal, que dentro de su
declaración de principios señala su propósito de luchar por la
dignidad nacional.
Sin embargo, no faltan los que continúan alentando la
89
ilusión de transformar a Panamá en un protectorado de
Estados Unidos, mediante la legalización de un status similar
al que ya funcionaba en la isla de Puerto Rico.
Y así en el mes de junio de 1924 se plantea como un debate
la idea de la conveniencia de la anexión. En esa oportunidad,
el presidente de la Asociación de Comercio de Panamá, Joshua
Maduro, reacciona de manera airada, para responder a través
de las páginas del Diario de Panamá que "En Panamá no existe,
ni ha existido jamás un sentimiento anexionista " . 15
De manera simultánea y antes de que se definan las
candidaturas de la campaña electoral en ciernes, surge un
movimiento anónimo para demandar del ejército norteameri-
cano el derrocamiento del presidente de la República.
Acudimos a la referencia de una hoja suelta, impresa en los
Panmá idiomas inglés y español, que reproduce el Diario de
"Para derrocar el régimen antinorteamericano del presi-
dente Belisario Porras". 18
Finalmente se identifican como autores del anónimo a los
señores Jeptha B. Duncan y Diógenes de la Rosa.
Con posterioridad, en 1927 Diógenes de la Rosa, en un
gesto que le enaltece, en su escrito "El mito de la intervención",
hace una autocrítica en relación con sus expresiones de 1924.
El tema continúa siendo objeto del debate público, hasta
que el mismo rector del Instituto Nacional, José Dolores
Moscote, promueve dentro de la celebración de los sábados
culturales, una conferencia que va a dictar el joven jurista José
Isaac Fábrega, para evaluar dentro del campo del derecho y de
la historia, la significación de las intervenciones norteamerica-
nas, y dar su punto de vista sobre el arbitraje electoral.
El gobierno de Rodolfo Chiari (1924-1928) se caracteriza
por una serie de movimientos sociales que se traducen en una
creciente aversión a su gestión administrativa, calificada en-
tonces como pro-norteamericana
1. En febrero de 1925 tiene lugar el movimiento secesionis-
ta de los kunas , instigado por Richard O'Marsh, quien logra
desaparecer del escenario protegido por las autoridades norte-
americanas.
2. En el mes de octubre de 1925 se presenta la crisis del
movimiento inquilinario. Unos días antes el presidente de la
República, para satisfacer instrucciones de la legación norte-
90
americana, ordenó la detención y expulsión del país de una
serie de personas calificadas como "agitadoras de la extrema
Izquierda"."
El movimiento inqullinario tuvo su punto culminante
cuando el gobierno nacional decidió impedir la convocatoria de
un mitin popular en la Plaza de Santa Ana, que es finalmente
aplastado por la fuerza mediante la intervención militar norte-
americana.
Al respecto nos limitamos a reproducir lo que comenta
Diario de Panamá sobre el mitin popular del 10 de octubre de
1925.
"El Sr. presidente, previa autorización del Consejo de
Gabinete, resolvió dirigirse al gobernador de la Zona del Canal
de Panamá, Mr. Walker, para solicitarle su cooperación en la
labor de pacificar la ciudad y restaurar el orden.
A las diez de la mañana llegaron al palacio presidencial, el
gobernador de la Zona del Canal y el jefe militar norteamerica-
no, así como el secretario de la legación norteamericana".
Existe un documento lastimante, en el que el canciller,
Horacio Fermín Alfaro, le da las gracias a las autoridades
norteamericanas por " la oportuna intervención militar norte-
americana". 1e
Como una respuesta a los dramáticos sucesos, que han
herido de manera profunda el sentimiento nacional, el perio-
dista Guillermo Andreve se atreve a convocar una Junta de
notables en el aula máxima del Instituto Nacional, para renovar
el debate en torno a la presencia norteamericana en nuestros
asuntos internos.
En esa oportunidad, acuden al cónclave para manifestar
su opinión, rechazan& la Intervención militar norteamerica-
na, Harmodio Arias, Ezequiel Fernández, José Dolores Mosco-
te, Benjamín Quintero, Enrique A. Jiménez, Raúl de Roux,
Cirilo Martínez, José D. Crespo, Eligio Ocaña, José Pezet,
Cristóbal Rodríguez y el vicario general de la diócesis de
Panamá, monseñor José Quinzada.
En los mismos Instantes, el presidente Chiari es objeto de
muchos mensajes de adhesión.
"Nosotros le felicitamos por haber hecho uso de la facultad
constitucional, que consagra el artículo 136 de la Constitución
Nacional, como recurso eficaz, tendiente a evitar la consuma-
91
ción de hechos dolorosos de mayor magnitud, que tendríamos
que deplorar después".
El manifiesto lo suscriben los siguientes ciudadanos: Prós-
pero Pinel, Enrique Linares, Carlos Laureano López, Luis E.
Alfaro, Tomás Herrera, Antonio Linares, Alberto de Obarrio,
Benjamín Quintero, Rafael Neyra, José Gabriel Lewis, Nicolás
Solano, Florencio Harmodio Arosemena, Raúl Orlllac y mu-
chos ciudadanos más. is
3. La culminación de las negociaciones sobre la reforma del
tratado del Canal, dirigidas por Ricardo J. Alfaro.
Estas negociaciones van antagonizando la opinión pública
en posiciones distantes. La mayoría de la opinión nacional va
asumiendo, sin embargo, una actitud de rechazo.
Abordado el Dr. Ricardo J. Alfaro al llegar a Panamá, con
el documento en la mano, responde a la prensa nacional "Son
falsos los rumores de que este documento es lesivo a la
soberanía panameña".
Una de las causas de mayor irritación en torno a dicho
convenio, resulta ser el preámbulo del documento que tácita-
mente reconoce el ejercicio de la soberanía de Estados Unidos
sobre las áreas geográficas ocupadas colindantes al Canal de
Panamá.
Con relación al debate que produce el convenio Kellog-
Alfaro, desde París, el ingeniero Felipe Buneau Varilla declara:
"El tratado de 1903 fue un tratado de protectorado así también
como un contrato de concesión perpetua para asegurar la
terminación del Canal y su seguridad"."
Ante un violento estado de presión de la opinión pública, la
Asamblea Nacional decide suspender el debate del convenio
inters por considerar que el documento no satisface los
nacionales.
Coinciden estos hechos históricos con la presencia militar
norteamericana en Nicaragua, que encontrará poco después la
violenta resistencia de un grupo guerrillero, que comanda
Augusto César Sandino.
La resistencia guerrillera tiene un efecto psicológico mul-
tiplicador sobre el resto de los países suramericanos. Al llegar
el año 1928, el enfrentamiento de las guerrillas se mantienen
en píe en el territorio nicaragüense.
Mientras el presidente de Nicaragua, Adolfo Díaz, se

92
muestra complacido por la presencia de las tropas norteame-
ricanas en su país, Sandino lanza una proclama a los pueblos
de América.
"Nunca reconoceremos un gobierno impuesto por una
potencia extranjera en nuestro país. Demandamos el retiro
inmediato de las tropas invasoras norteamericanas. No pode-
mos asumir la responsabilidad por la seguridad de ningún
norteamericano que resida en el territorio nicaragüense".
Dentro de este escenario de violencia armada tiene lugar en
La Habana, la Sexta Conferencia Panamericana, en la que el
Perú, Colombia y Argentina, se pronuncian censurando la
presencia de las tropas norteamericanas en los territorios
centroamericanos. 21
Estos son los días en que se aproxima la campaña electoral
en Panamá, en la que se debe elegir al sucesor del presidente
Rodolfo Chiari. Pero, sin que ello constituya una sorpresa para
nadie, el país va sintiendo las imposiciones del mandatario,
que no escatima instante para hacer uso de la fuerza contra sus
adversarios.
Al referirse a la gestión presidencial de Rodolfo Chiari y el
proceso electoral de 1928, nos dice el Dr. Fernando Guardia en
un ensayo extenso sobre los partidos políticos en Panamá:
%a desastrosa administración del señor Rodolfo Chiari, sin
más programa que la de combatir al Dr. Porras".
"La oposición más formidable que ha tenido aquí un
gobierno fracasó con sus dos candidatos Porras y Boyd, ante
la presión de la fuerza, que se mostró por amenazas, por vías
de hecho, por encarcelamientos y persecuciones de todo
género; por acaparamiento y supresión de las cédulas; actos
que habrían justificado, más que en el 1908, 1912 o el2 1916,
la intervención americana y el desarme de la Policía"2
A pesar de todo ello, fue despertándose una conciencia
nacionalista, cuyo vocero más autorizado era el periodista
Guillermo Andreve que en una extensa carta enviada al Diario
de Panamá, concluía afirmando "No soy partidario de las
intervenciones, por razones de decoro y de patriotismo".
El tema se prestó para debate popular y una fuerte corrien-
te empezó a defender la necesidad del arbitraje, como forma de
garantizar un sufragio honesto.
Desde la patria distante, el Dr. Guillermo De Roux, promi-
93
nente miembro del Partido Conservador, pero retirado de las
lides partidistas, declaró a la prensa de Estados Unidos que la
generación responsable del Movimiento Separatista de no-
viembre de 1903 consideraba ya repulsiva la presencia de
Estados Unidos, en los asuntos internos de Panam á , aun
cuando fuese para supervisar las elecciones.
Próximo a la fecha del escrutinio, una fracción del Partido
Liberal comisionó al Dr. Jorge E. Boyd y a Belisario Porras para
que se trasladasen a Washington para solicitar del Departa-
mento de Estado norteamericano la supervisión de las eleccio-
nes nacionales.
La solicitud fue rechazada por el secretario de Estado
norteamericano, Frank B. Kellog. Con relación a esta entrevis-
ta, el Dr. Jorge E. Boyd, candidato presidencial, declaró a la
prensa de Estados Unidos:
"Nosotros no hemos pedido la intervención. Nuestro
partido sólo ha pedido los buenos oficios de Estados Unidos,
para garantizar una elección libre y justa para todos los
partidos".
En sus declaraciones, el Dr. Boyd concluyó afirmando que
el gobierno de Rodolfo Chiari había desatado la violencia contra
quienes se oponían al candidato oficial y que, en esa fecha, 116
dirigentes de la oposición estaban recluidos en la Cárcel
Modelo 23
El Dr. Belisario Porras hizo unas declaraciones similares
que reproduce la Estrella de Panamá, enfatizando que su
partido político no había pedido la intervención, sino la "super-
vigilancia o la supervisión, como medio de garantizar y dar al
pueblo de nuestro país, una elección limpia, honrada y pacífi-
ca".
En estas condiciones, la agrupación partidaria de la oposi-
ción lanzó un manifiesto al país para declarar la abstención
electoral.
Florencio Harmodio Arosemena, candidato único, concu-
rrió a las urnas frente a un gran ausentismo. En ese mismo
proceso fueron elegidos los miembros de la Asamblea Nacional,
escogidos de manera individual por Rodolfo Chiari.
Tal como presentía la mayoría de la ciudadanía, el ex-
mandatario Chiari continuó asumiendo casi cada una de las
más importantes decisiones del ejecutivo.
Si examinamos la Memoria de Hacienda y Tesoro, presen-
94
tada a la Asamblea Nacional en 1928, por el secretario saliente,
Eusebio A. Morales, comprenderemos su reluctancia a incor-
porarse al equipo de gobierno que se inició el 1 4 de octubre de
1928.
Morales denunciaba, con profunda preocupación, que
desde el año 1926 se habían perdido todos los controles de
fiscalización del gasto público: que la deuda pública había
aumentado en forma desordenada, sin otro objetivo que refi-
nanciar las obligaciones vencidas.
Vaticinaba Morales que en un futuro inmediato, el erario
no estaría en condiciones ni de satisfacer los intereses acumu-
lados. Una inocultable descomposición financiera y un manejo
deshonesto de las finanzas públicas, fue la nota característica
de los días que van sucediéndose.
Florencio H. Arosemena fue desplazado bruscamente del
poder el 2 de enero de 1931 por un movimiento revolucionario
que fue el resultado de un asalto a los cuarteles y al propio
Palacio de Las Garzas.
Cuando revisamos la prensa de los primeros meses del año
1931, nos sentimos horrorizados por las múltiples acusacio-
nes que se levantaban ante el procurador de la Nación, por
manejos deshonestos del antiguo régimen.
Esta situación va a hacerse más patética cuando sale a luz
el Informe Roberts, que constituye el más severo análisis de la
situación económica y financiera del país durante el último
lustro (1926-1931). 25
Las presentes reflexiones constituyen una imagen que
ayuda a aclarar los antecedentes históricos de la invasión
norteamericana del 20 de diciembre de 1989. En este sentido,
esperamos contribuir al debate en torno a un tema trascenden-
te e ineludible.

Notas

1. Mucho se ha escrito sobre el tema y la blbliograña resulta extensa, pero es


preciso trasladarse a la década de 1840-49, para comprender los antece-
dentes de este tratado entre Colombia y Estados Unidos.
Para este mismo periodo, el general Juan José Flores del Ecuador,
después de haberse destacado como uno de los héroes de la independen-
cia, estaba planeando armar un ejército español, para reconquistar el
perdido imperio colonial, siendo el istmo de Panamá su primer objetivo.
95
Para esta misma década, es inocultable la presencia de Gran Bretaña
en las costas centroamericanas, interesada en asegurar el control mercan-
til de las aduanas, para traficar en una serie de productos agrícolas como
el cacao, el henequén, el algodón, la caña de azúcar y la copra.
Ante las presiones de Inglaterra, que había facilitado empréstitos a las
naciones costeras del Atlántico, Nicaragua intentó sin éxito buscar la
protección de Francia, para defenderse de las pretensiones coloniales de
Inglaterra.
Ya desde 1844 Inglaterra pretende justificar su presencia en los
litorales del Atlántico de Centroamérica, Incluyendo Bocas del Toro y
Veraguas, anunciando la coronación del rey títere, Carlos Federico 1, Rey
de Mosquitia.
El rey de los mosquitos, desembarcó en Bocas del Toro, no sólo para
reclamar su dominio de esta vasta región, sino para otorgar a comercian-
tes Ingleses, radicados en Jamaica, una serie de ventajas comerciales y
extensiones de tierras.
Aun cuando no faltaron las protestas Individuales de los istmeños, y
las denuncias contra estas pretensiones absurdas, el propio presidente de
la Nueva Granada (Colombia) general Tomás Cipriano de Mosquera,
mostró su profunda preocupación por las intenciones del colonialismo
inglés.
Ya para entonces los proyectos sobre la ruta transoceánica van
acrecentando los intereses de Inglaterra y de Estados Unidos en esta vasta
región, y ea ello lo que va a motivar la fina del tratado Mallarino-Bldlack
(1846) de todos conocidos, y de manera posterior del tratado Clayton-
Bulwer, que resulta un triunfo de la diplomacia norteamericana, en los
instantes en que la nación del norte va desarrollando una política
expansionista, como resultado del descubrimiento de ricos yacimientos
auríferos en California

2. Nos refiere Pablo Arosemena ( 'El ciudadano Bartolomé Calvo', Escr itos), la
situación en que se llevó a cabo dicha elección dio lugar a que la gente
del arrabal manifestara su repudio a las artimañas del gobernador
Fábrega. 'Algunos sediciosos del arrabal, provistos de armas y municio-
nes, intentaban volver sobre la ciudad'.
Como antecedente de los comicios a que nos referimos, la región de
Azuero fue el escenario de una serie de prolongados conflictos político-
familiares en los que se pusieron de manifiesto los antagonismos
partidaristas entre liberales y conservadores. El gobernador Fábrega era
miembro prominente de las familias conservadoras, y los Goytías,
dirigentes del liberalismo, participaron en las elecciones populares opo-
niéndose al Dr. Bartolomé Calvo.
En cuanto al desarrollo del proceso electoral que le otorgó el triunfo
al candidato oficial, apoyado por Francisco de Fábrega recomendamos la
lectura de los documentos fuentes en el Archivo Nacional de Panamá,
cajón 866, tomo 2482. También resulta muy útil la lectura de la obra Un
estudio sobre la histovia social panameña del Dr. Armando Muñoz
Pinzón, EUPAN, Panamá, 1980.
En cuanto a la lectura de los documentos sobre las elecciones del
Cabildo de Panamá, recomendamos acudir a los archivos de la Secretaria
del Consejo Municipal de Panamá, cantón de Panamá (1856), Padrón
Electoral de la Parroquia de Santa Ana.
96
El gobernador Francisco de Fábrega enfrentó una serie de confronta-
ciones con el arrabal santanero y temió seriamente su derrocamiento.
Las autoridades responsabilizaron a los hermanos Goityas por el estado
levantisco del arrabal.
La situación de choque entre las fuerzas del gobierno y los liberales
del arrabal santanero, y los de Azuero, dio motivo a la presencia armada
de las milicias en ambos sectores. Gil Colunge fue enviado a Azuero con
instrucciones de aprehender a los Goityas, quienes aspiraban a ser
elegidos para la legislatura del Estado en ese periodo.
Con todo y el atropello de las fuerzas armadas, los Goityas fueron
elegidos como diputados del Estado de Panamá. En cuanto a la comuna
capitalina, fue tal el margen de votos del liberalismo que resultó
i mposible desconocer su triunfo.
Los Goityas al parecer, una vez elegidos diputados, fueron detenidos
y enviados a Cartagena, como si se tratase de delincuentes comunes.
Como información adicional al estado de repudio que existía en el
arrabal por los gobernantes, recomendamos la lectura del periódico
festivo El Centinela, Panamá 17 de agosto de 1856, que reproduce una
serie de versos burlescos contra Francisco de Fábrega, Gil Colunge y
Bartolomé Calvo.

3. Archivos Nacionales, año 1880, cajón 860, tomo 3263. Ver, además, La
Estrella de Panamá, 31 de mayo de 1880. Francisco Ardila, Gerónimo Ossa,
Buenaventura Correoso y Mateo Iturralde organizaron un mitin para
protestar por la actitud ofensiva del ministro norteamericano en Bogotá
contra el presidente del Estado de Panamá. La Estrella de Panamá, 10 de
mayo de 1880, "Incidente entre Mr. Diechaman, Ministro de los Estados
Unidos en Bogotá y el Presidente del Estado Soberano de Panamá".

4. Eusebio A. Morales, Ensayos, Documentos y Discursos. Ver el ensayo


titulado "Situación politica y económica de Colombia " , Tomo I, p.p.7-29. En
cuanto a la intervención militar norteamericana en la Guerra Civil de los Mil
Días, recomendamos Thomas Dodd, La crisis de Panamá, 1900-1904,
Cartas de Tomás Hevrón Banco de la República, Bogotá, 1985, consultar
páginas 36

5. Esteban Huertas. Memorias, Publicidad Continental, Panamá, 1959, ver


pp. 172-186. Ver además Tomás Arias. Memorias, Talleres Gráficos Trejos,
San José de Costa Rica, pp.48-53.

6. Relaciones diplomáticas y consulares entre Panamá y los Estados Unidos de


América, Vol. 1, pp. 270-273. Panamá, Estrella de Panamá.

7. Manuel Amador Guerrero, Mensaje al poder legislativo, 1° de septiembre de


1908.

8. Electoral Investigation Comission, 1908, Star and Herald, Panamá, 1908.

9. Michael L. Connlf, Black Labor on the White Canal, Pittsburg, Pittsburg


Universlty, USA, 1985, ver pags. 41-43. Ver además ediciones del Diario de
97
Panamá del mes de agosto de 1910, colección de la Biblioteca Nacional de
Panamá.

10. Pablo Arosemena, Mensaje del Presidente de la República a la Honorable


Asamblea Nacional, 1° de octubre de 1912, Panamá, Imprenta Nacional,
1912.

11. Ver La Est rella de Panamá, del 10 al 16 de julio de 1916.

12. Ver Belisario Porras, Mensaje Presidencial a la Asamblea Nac ional, 1 2 de


octubre de 1916. Ver reclamos en las páginas 38-44.

13. Ernesto Tisdel Lefevre, Informe que el secretario de Relaciones Exteriores,


presenta a la Honorable Asamblea Nacional, en sus sesiones del año 1916.
p.I79.

14. La Estrella de Panamá. Recomendamos revisar los editoriales del mes de


julio de 1918.

15.
Diario de Panamá, 7 de junio de 1924.

16. Diario de Panamá, 22 de abril de 1924.

17. Diario de Panamá, 30 de septiembre de 1925.

18. Revista Lotería, oct.nov. de 1973.

19. La Estrella de Panamá, 19 de octubre de 1925.

20. La Estrella de Panamá, 24 de enero de 1927.

21. Sexta Conferencia Internacional Americana, La Habana, 16 de enero al 20


de febrero de 1928. Conferencias Internacionales Americanas, 1889-1945,
Ediciones Carnegie para la Paz, Washington D.C.
22.Fernando Guardia Grimaldo. Nuestra política. Reseña de los partidos
políticos, Panamá, Benedetti Hnos. 1931.

23. Diario de Panamá, 4 de agosto de 1928.

24. La Es trella de Panamá, 30 de enero de 1928.

25. Informe Roberts. Investigación económica de la República de Panamá,


llevada a cabo a petición del gobierno de Panamá, bajo la dirección de
George E. Roberts, vicepresidente de The National City Bank of New York.
Panamá, Imprenta Nacional, 1933.

• Historiador panameño. Ha publicado Réquiem por la revolución, San José,


Costa Rica, 1990.

98
LETRAS PANAMEÑAS
DE AYER Y DE HOY

ROGELIO SINAN EN SUS 90


AÑOS: UNA REFLEXION*
Ricaurte Soler`"
Ciertamente que a los noventa años de Rogelio Sinán un
homenaje de carácter nacional, y que trascendiera aun nues-
tras fronteras, sería imperativo. Pero la ocupación militar de
nuestro país genera limitaciones no superables por el momen-
to. El hecho de que los actuales gobernantes hayan surgido
como producto de una invasión genocida acrecienta, todavía
más, las aludidas limitaciones.
Pero los 90 años de vida de Rogelio Sinán hay que celebrar-
los a pesar de las circunstancias adversas. De ahí el modesto
homenaje que hoy se le rinde en los locales de la Central
Nacional de Trabajadores (CNTP). Me honra el poder expresar-
les algunas reflexiones en esta oportunidad.
El esplendor cultural de las metrópolis ciertamente que es
deslumbrante. A la potencia creadora de sus propios pueblos,
que nadie podrá negar, hay que añadir el saqueo cultural,
además del económico, a que sus clases dominantes han
sometido a los pueblos del Tercer Mundo. De ahí que, por
ejemplo, las mejores expresiones artísticas de algunas de las
grandes civilizaciones antiguas resultan mejor estudiadas y
disfrutadas en el Louvre, o en el British Museum, que en sus
• Palabras pronunciadas con motivo del homenaje a Rogelio Sinán, organiza-
do por la CNTP, el 24 de abril de 1992.
119
lugares de origen. Por ello no ha de extrañar que un cierto
europeísmo tiña los inicios, y a veces la vida entera, de tantos
intelectuales de Nuestra América. "En Europa he hecho mi
mejor aprendizaje", decía desafiante José Carlos Mariátegui, el
más lúcido de los intelectuales marxistas latinoamericanos.
Sólo tendríamos que agregar que Mariátegui fue también el
más latinoamericano de los marxistas latinoamericanos.
Hayamos estudiado o no en EE.UU., o en Europa, o incluso
como autodidactas, todos los trabajadores intelectuales de
Nuestra América enfrentamos la tarea, y más que la tarea, el
desafio, de realizar lo más creadoramente posible la síntesis de
lo universal que emerge en otras latitudes y lo universal que ha
surgido y continuará surgiendo de Latinoamérica. Y esto
requiere talento, pero sobre todo disposición ética. Es la
lección que entre nosotros nos legan dos figuras entrañables:
José de Jesús Martínez, no ha mucho fallecido, y Rogelio
Sinán, a quien hoy deseamos rendir homenaje los trabajadores
manuales e intelectuales.
Recién llegó a Panamá, después de haber realizado estu-
dios secundarios en Panamá y Estados Unidos, y universita-
rios o de otra índole en Chile, México, España, Francia y
Alemania, José de Jesús Martínez, hacia 1959, sintió un breve
paréntesis de debilidad artepurista y cienciapurista. Pero en
ese mismo 1959 el inicio de la revolución cubana estremeció la
conciencia política, y también las emociones estéticas, de la
inteligencia del mundo entero. Y la Torre de Marfil que por
breves momentos quiso construir José de Jesús Martínez para
desligarse del "mundanal ruido" rápidamente comienza a des-
moronarse. En octubre de 1960 nace la revista Tareas con un
proyecto político cultural, anunciado en su primer editorial,
claramente orientado hacia la izquierda. En su entrega N°3 de
unos pocos meses después (marzo-abril de 1961) ya aparece el
nombre de "Chuchú" Martínez patrocinando la revista y ya con
un poemario, Lección sobre las manos, que inaugura su
colaboración con la misma. Igualmente en ese N°3 aparece el
trabajo de Rogelio Sinán: "Doña Perfecta, Doña Bárbara y la
Negra Angustias". (Ensayo de análisis comparativo). Posterior-
mente prestigiará la revista con otras contribuciones, entre
ellas tuna Común", uno de sus mejores cuentos, de clara
denuncia social. En la sección "Crónica" de aquella misma
120
entrega de Tareas apareció una inculpación: "Los intelectuales
panameños en el exilio", en la que se protestaba contra la
realidad de que intelectuales nuestros no era acogidos en el
seno de la patria por las estrecheces académicas del momento
y por la indiferencia de los gobernantes. Entre ellos se hacía
mención de Rogelio Sinán. También se señalaba que, especí-
ficamente por razones políticas, un docente panameño en-
señaba en la Universidad de Chile y no en la Universidad de
Panamá. Mencionábamos al profesor César A. de León.
También en la sección 'Crónica" de aquella publicación se
daba la noticia: "Importante núcleo de jóvenes intelectuales
ingresa al Partido Socialista". Se trataba en la coyuntura, de
la decisión del Dr. Demetrio A. Porras de entregar la dirección
del Partido socialista, por él fundado en 1930, a un grupo de
jóvenes, entre los que se encontraba, pues por razones de edad
decidió no continuar en la militancia política. Tareas se
convertiría en la principal tribuna cultural y política de aque-
llos jóvenes, que escogerían al Dr. Carlos Iván Zúñiga como
presidente del remozado Partido Socialista. Nos acompaña-
rían siempre en aquellas inquietudes culturales y políticas
Rogelio Sinán y José de Jesús Martínez. Este último abraza la
militancia partidaria al punto de pronunciar un fogoso discur-
so político, que rubricó una bomba lacrimógena, en el parque
de Santa Ana con motivo de la más larga y agresiva huelga
universitaria de la historia de este centro de estudios superio-
res: la de agosto-septiembre de 1962. Desde el punto de vista
de la intensidad con que Chuchú Martínez había hecho suyas
sus nuevas decisiones y opciones políticas, hace décadas, sino
siglos, que ya había abandonado su tentación por la 'Torre de
Marfil".
Y es que, como el mismo afirmaba, en Nuestra América no
se puede ser de derecha y ser moral. De alguna manera esto
lo habían experimentado hasta los más ardientes afrancesados
del modernismo literario. En alguna ocasión Rubén Darío
exclamó: "Cuando llegamos a Francia sentirnos que ésta es
nuestra verdadera Patria". Pero es el mismo Rubén Darío que
escribió el poema "A Roosevelt " , denunciando el imperialismo
y las invasiones yankis. Y es también el mismo Rubén que
escribió: "Yo quisiera una tempestad de sangre: yo quisiera que
sonara ya la hora de la rehabilitación, de la justicia social. ¿No
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se llama democracia a esa quisicosa política que cantan los
poetas y alaban los oradores? Pues maldita sea esa democra-
cia. Eso no es democracia, sino baldón y ruina". Estas líneas
forman parte de un texto de Rubén Darío aparecido en 1892 en
un periódico de Costa Rica con el título de "¿Por qué?". Se
reprodujo en aquel mismo país y posteriormente en Panamá en
la revista Cuasimodo, con otro título. A propósito de Cuasimo-
do (1918-1920) digamos de paso que fue una de las primeras
y más importantes revistas de izquierda, a escala de Nuestra
América, insuficientemente conocida y estudiada por nuestros
intelectuales de hoy. No hace muchos años, sin embargo, se
presentó en la Universidad de California, San Diego, la siguien-
te tesis doctoral: "Literatura y periodismo en la obra de
Nemesio Canales: la etapa de Cuasimodo", por Rogelio Escude-
ro Valentín (puertorriqueño). Resulta que los principales men-
tores de Cuasimodo fueron: Julio R. Barcos, anarquista argen-
tino; Nemesio Canales, escritor de izquierda puertorriqueño, y
José D. Moscote, el conocido pedagogo, jurista y escritor
panameño.
Tan vinculada vemos, pues, la literatura con las opciones
políticas a favor del pueblo y de las clases subordinadas que
nos preguntamos ¿puede existir un gran escritor de derecha
que a la vez sea moral? Cuando pensarnos en Ezra. Pound, y
otros, hemos de contestar que, individualmente, sí. Social-
mente, no. Pero también hemos de comprobar que en nuestra
América, y en Panamá constituyen las excepciones que confir-
man la regla. Cumplidamente lo demuestra el edificante
ejemplo de compromiso con el pueblo de Rogelio Sinán, al que
hemos aludido.
Como todos los escritores de talento y genio Sinán abrevó
en los mayores clásicos de la literatura universal y en las más
avanzadas expresiones artísticas de la Europa contemporá-
nea. En su caso particular, que lo fue también el de José Carlos
Mariátegui , la literatura italiana, y en especial Pirandello,
reclamaron su admiración. Pero ello no impidió, sino que más
bien alentó, la necesaria síntesis con las realidades de Nuestra
América y de Panamá. Sin insistir sobre otros particulares,
porque no es nuestra tarea y escapa a nuestra competencia,
sólo recordemos los motivos que reiteradamente emergen en
su obra del paisaje natural, humano y social de su nativa
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Taboga. Sin embargo, sí creemos pertinente, aquí y ahora, en
1992, que hagamos resaltar sus concretos compromisos con la
autodeterminación de Panamá, y de Cuba frente al Imperio.
Con fecha 9 de enero de 1964, y con motivo de la agresión
norteamericana al pueblo panameño ese mismo día, se publi-
có una 'Declaración de los intelectuales panameños en torno
a la agresión norteamericana". Entre sus conclusiones decía:
"El pueblo panameño asiste, afectivamente, a una maduración
de sus aspiraciones nacionalistas. Su respuesta, ante la
agresión no provocada de enero, no demuestra otra cosa. Al
igual que todos los pueblos del mundo, no desea la presencia
extranjera que le disputa su propio suelo, ni la explotación
humillante de sus recursos naturales por una potencia ajena.
La agresión no provocada ha puesto a la orden del día la
nacionalización del canal y el cese a la ocupación norteameri-
cana del territorio patrio". Esa "declaración" la firmamos
alrededor de 75 intelectuales panameños, y la encabezó
Rogelio Sinán. Significativamente los nombres de los que hoy
justifican la invasión genocida brillan por su ausencia. No
queremos abundar, por más conocidas, sobre las tantas otras
declaraciones y actos que en pro del derecho panameño a la
autodeterminación encabezó Rogelio Sinán.
Por lo que respecta a la posición de Sinán en cuanto al
derecho de Cuba a la autodeterminación baste señalar las
decenas, sino centenas, de actos y declaraciones en los que ha
participado; su militancia en el tribunal Antimperialista de
NuestraAmérica (TANA) y en el Instituto Panameño-Cubano de
Amistad. Esto precisa tenerlo presente hoy más que nunca,
puesto que hoy más que nunca la Revolución Cubana se
encuentra amenazada por la neoderecha norteamericana, y
porque hoy nos encontramos frente a un mundo unipolar que
está ignorando y trastocando los principios básicos del Dere-
cho Internacional.
El mensaje ético y político de Rogelio Sinán, al llegar hoy a
sus 90 años de edad, es lo que hemos querido poner de relieve
en esta celebración. Su vida ha sido y es a este respecto, y en
tanto otros también, plenamente edificante. Como tal lo
reconocemos y por ello expresamos que su compromiso conti-
nuará siendo también el nuestro.
•' Director de la revista Tareas, profesor de Historia de la Universidad de
Panamá y miembro del comité directivo del CELA.
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