Revistas Revistas493-1 PDF
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TAREAS 81 ■
mayo - agosto 1992
Daniel Delgado
LA RESISTENCIA ARMADA
A LA INVASION DE PANAMA
Aracely de León
Kiva Maidánik
DE LA URSS A RUSIA
TEMAS NACIONALES
LA RESISTENCIA ARMADA
A LA INVASION DE PANAMA:
RAZONES DE UNA
DERROTA MILITAR*
Introducción
Mucho se ha escrito sobre la invasión norteamericana a
Panamá del 20 de diciembre de 1989 y días subsiguientes a esa
fecha. Los documentos tratan de darle contenido, a favor yen
contra, desde una visual política a la luz de las posiciones de
quienes escriben. Sin embargo, en su gran mayoría, muy poco
han informado sobre la perspectiva de los militares pana-
meños, sobre los antecedentes, hechos relacionados con la
invasión y su resultado posterior.
Nuestra participación en este seminario, tiene como propó-
Origen de la crisis
Para muchos la crisis panameña que trajo como conse-
cuencia el enfrentamiento con Estados Unidos y que condujo
a la invasión norteamericana a Panamá, tuvo su origen en las
declaraciones acusatorias del coronel Roberto Díaz del 6 de
junio de 1987. Para quienes así pensaban, la falta de democra-
cia en Panamá, la violación de los derechos humanos y el
narcotráfico, estaban confirmados por tales afirmaciones.
Para nosotros, ello fue el corolario de la primera fase de la crisis
que se remonta a septiembre de 1985, con el brutal asesinato
del médico Hugo Spadafora. Tal evento condujo, en primer
lugar, a la forzada renuncia de Nicolás Ardíto Barletta, el 28 de
septiembre, por presiones de las FDP y los partidos políticos del
gobierno ante el fracaso de su gestión económica. Sin embar-
go, tal circunstancia sólo sirvió para encubrir el trasfondo de
un intento del coronel Díaz, de desplazar de la jefatura militar
al general Noriega. 2 Su maniobra consistió en asegurar que
éste fuera culpado inmediatamente de la muerte de Hugo y
movilizar a las FDP en apoyo a su golpe. Tuvo éxito en lo
primero, pero el rechazo de sus pretensiones golpistas, lo dejó
en evidencia ante la jefatura militar. Aún sigue siendo una
incógnita las razones que tuvo el general Noriega para mante-
ner en su cargo al coronel Díaz Herrera. Así, la semilla de la
5
fractura de la unidad de la institución militar quedó sembrada,
el desprestigio provocado motivó la movilización de la oposición
política y el general Noriega quedó en la mira de Estados Uni-
dos.
En diciembre de 1985 se selló la suerte del general Noriega
y se inició el proceso que condujo a la desestabilización de
Panamá y posteriormente a la invasión. En esa fecha, el
almirante John Pointdexter, asesor de Seguridad de la Casa
Blanca, en visita a Panamá, delineó el interés de Estados
Unidos de Involucrar a Panamá en su política intervencionista
en Centroamérica. Al mismo instante que tal pretensión era
requerida en Panamá, en Washington el mismo mensaje me fue
presentado por un subalterno de Polntdexter. Ante la negativa
del general Noriega, Pointdexter ordenó el inicio de la campaña
de desprestigio contra el general. 3 Durante toda la crisis hasta
la Invasión, fue muy firme la defensa que hice de la posición de
Panamá frente a las pretensiones de Estados Unidos, motivado
por la seguridad de que el general Noriega luchaba por mante-
ner los principios de independencia y no alineamiento con las
políticas estadounidenses. Después de la invasión supe que
había accedido, posteriormente, al entrenamiento de los con-
tras en nuestro país, cosa que no se llegó a materializar al
revertir el general su compromiso, ante la acometida de
desprestigio desatada contra él en los medios noticiosos de
Estados Unidos. Ello sirvió para acentuar la ofensiva nortea-
mericana contra el general y contra Panamá.
El 8 de abril de 1986, el plan para destruir Panamá fue
dispuesto. En un documento del Consejo de Seguridad
Nacional de Estados Unidos de esa fecha y que fue conocido en
1987, se establece lo siguiente:
"Tratados Torrijos-Carter, el Canal de Panamá y Esta-
dos Unidos"
1....El tema básico aún lo constituye el garantizar el control
de Estados Unidos sobre la vía acuática interoceánica,
manteniéndola libre de la influencia soviética, después del
año 2000.
2. La pérdida del Canal tendrá serias consecuencias poli-
ticas, económicas y estratégicas para Estados Unidos. Una
vez que EU se retire de la Zona del Canal, el gobierno
panameño puede quedar expuesto a la intervención cuba-
6
no-soviética de la región y las presentes y potenciales vías
serán amenazadas...
Desarrollo de la crisis
Con la campaña contra Panamá en marcha, las declaracio-
nes de Díaz Herrera en junio de 1987, sirvieron fundamental-
mente para aglutinar a los grupos oposicionistas al gobierno
alrededor de las mismas. Tales declaraciones fueron servidas
en bandeja de plata para los intelectuales de la campaña. La
batalla invisible que hasta ese momento habían desarrollado,
cobraba cuerpo propio con una motivación de contenido
nacional panameño. Así, era mucho más fácil desarrollaria,
preservando la fuente originaria de la misma. Sin embargo,
Panamá no era hueso fácil de roer. Para finales de 1987,
incrementada la represión gubernamental, el bloque de la
"rebelión blanca" dirigido por la Cruzada Civilista había perdi-
do fuerza. Para los intelectuales de la campaña, era entonces
necesario escalar la ofensiva a toda costa.
El gobierno norteamericano había considerado sólo cues-
tión de tiempo la caída del régimen panameño. Para el senador
D'Amato, el "corte de la yugular" sería más que suficiente. Para
su sorpresa, el general Noriega, el gobierno nacional y la
institución armada, habían demostrado una gran capacidad
para neutralizar la crisis. A pesar de la represión, la misma no
había producido las víctimas que en Washington se demanda-
ba, salvo por 2 muertos en confrontaciones en San Miguelito,
9
en la cuales fue comprobada la presencia de funcionarios de la
embajada de Estados Unidos. 9 Por otro lado, los sectores
populares identificaron con claridad la procedencia "rabiblan-
ca" de la Cruzada Civilista. Esto los desmovilizó de la Cruzada,
pero produjo el mismo efecto cuando la crisis se agudizó. Para
algunos sectores, enfrentar las agresiones de Estados Unidos
fue considerado sinónimo de apoyar al general Noriega y al
gobierno nacional.
No hay duda alguna de que a Estados Unidos no le
interesaba otra solución que no fuese la impuesta de conformi-
dad a sus objetivos estratégicos, ya delineados. Cada vez que
se planteó la posibilidad de una solución política panameña, o
por la vía de la negociación directa con Estados Unidos, éste
dificultó, impidió o simplemente saboteó cualquier iniciativa.
En diciembre de 1987, se presentó el llamado Plan Blandón,
que propugnaba por la salida del general Noriega del poder.
Blandón había concluido un acuerdo negociando la cabeza del
general sin la autorización de éste, si bien contaba con su visto
bueno para buscar una solución negociada al conflicto con
Estados Unidos.
En enero de 1988, con la participación de los ex-presiden-
tes Carlos Andrés Pérez, Daniel Oduber y Alfonso López
Michelsen, el general Noriega con conocimiento del presidente
Eric Arturo Delvalle, planificó una fórmula política panameña
para la solución de la crisis que pasaba por su salida de la
comandancia de las Fuerzas de Defensa. Muy pocos oficiales
conocíamos tal iniciativa. Sin embargo, en un viaje que hizo a
Estados Unidos el presidente Delvalle se reunió con el subse-
cretario de Estado, Elliot Abrams, quien le pidió al presidente
que descartara tal iniciativa, pues en los planes de Estados
Unidos ello no encajaba. Bajo la amenaza de cortarle la cuota
azucarera, de la cual el presidente era beneficiario, Abrams
sugirió a Delvalle la destitución del general Noriega y ofreció el
pleno respaldo de Estados Unidos a tal fin. Era obvio que el
general Noriega y las Fuerzas de Defensa rechazarían la
destitución. Delvalle fue utilizado, consciente o inconsciente-
mente, para los propósitos de Estados Unidos y para abortar
la iniciativa de los ex-presidentes latinoamericanos.
La destitución de Delvalle escaló la agresión del país
norteño. El 8 de febrero de 1988, fueron presentados en las
10
cortes de Miami y Tampa, los sobres sellados de las acusacio-
nes, contra el general Noriega. Según los intelectuales de la
campaña, esto produciría la caída del general. Las acusacio-
nes según periodistas que cubren el juicio actual contra el
general panameño, no han sido demostradas más allá de la
duda razonable 10 y aún está por verse el resultado final.
El 2 de marzo de 1988 se congelaron los fondos del Banco
Nacional de Panamá en bancos estadounidenses. El 8 de abril
mediante la orden ejecutiva N 1 12635 se aplicó a Panamá la Ley
de Poderes de Emergencia Económica Internacional. Panamá
era una poderosa amenaza a la seguridad de Estados Unidos.
Estas medidas sólo fueron el inicio de un rosario de agresiones
económicas contra nuestro país cuyo costo final, incluida la
invasión, según el economista Guillermo Chapman Jr., alcan-
zó la cifra de 1,500 millones de dólares." Para el economista
Juan Jované, la cifra entre 1988 y 1989 fue de 2,065.8 millones
de dólares. 12
En mayo de 1988, después de un período de negociaciones,
con Michael Kozac, enviado del gobierno norteamericano, el
general Noriega parecía dispuesto a aceptar un arreglo nego-
ciado para su retiro. Sin embargo, para el general Noriega "las
negociaciones no buscaban la solución para un hombre, sino
buscarla salida a los problemas de los 2 millones de habitantes
y el bienestar de los panameños. Cuando nos presentaron un
ultimátum fracasaron las conversaciones". 13 Según el nuncio
apostólico en Panamá, en esas fechas monseñor Sebastián
Laboa, Estados Unidos era principalmente responsable por el
colapso de las negociaciones y no el general Noriega como el
secretado de Estado, George Schultz, dijo en una conferencia
de prensa. 14 La negociación conspiraba contra las aspiracio-
nes electoreras de George Bush, quien se opuso y vetó el
acuerdo. Para asegurarse de que no funcionara filtró a la
prensa la información. Después de su arrolladora elección
como presidente, su director de campaña James Baker diría
que de haber sabido que ganaría por tan amplio margen, no se
habría atrincherado en una posición contraria a la solución
negociada. 15 Demás está decir que, a nuestro juicio, el acuerdo
no era aceptable, si bien resolvía la salida del general Noriega,
pero su contenido no viene al caso considerarlo en este momen-
to. Con esto se cerraron las puertas a un arreglo directo
negociado. 11
Durante el proceso electoral panameño de 1989, hubo
Intervención directa de Estados Unidos. 10 millones de fondos
congelados a Panamá fueron entregados para financiar la
campaña de la oposición. Un miembro de la Agencia Central
de Inteligencia, el norteamericano Kurt Muse, fue detenido
operando una red clandestina de radio, como parte de las
operaciones encubiertas de la CIA para derrocar al gobierno del
general Noriega. 16 Por otro lado, las autoridades norteameri-
canas expresaron que no reconocerían un triunfo del candida-
to oficialista en esas elecciones.
Después de la anulación de las elecciones del 7 de mayo de
1989, Estados Unidos, consciente de que una intervención
unilateral, en razón de tal anulación, no contaría con el apoyo
interno e internacional, decide, por un lado, incrementar su
presencia militar en Panamá escalando las provocaciones
militares y por otro lado involucrar a la OEA, convencidos de
poder manipular el resultado de esa gestión. Su propósito era
lograr, no sólo la condena de Panamá, sino la autorización de
la OEA para una intervención militar como sucedió en la
República Dominicana en 1965. Jeanne Kl patrick, ex-emba-
jadora de Estados Unidos en las Naciones Unidas e intelectual
de los llamados Halcones de Washington, apuntó que "El De-
partamento de Estado...parece haber esperado más ayuda de
parte de las democracias latinoamericanas que la que efectiva-
mente recibió". 17 La oposición panameña se quejó de que las
medidas de la OEA no incluyeran la intervención militar. Al
final de cuentas, la gestión de negociación de la OEA sirvió para
llenar el expediente de recursos a los que Estados Unidos
recurrió. Las condiciones estaban planteadas para facilitar la
intervención militar. El pretexto era todo lo que faltaba y e:
Estado Mayor Conjunto del Pentágono entró en acción.
La escalada militar
Durante todo el período de 1987, las fuerzas militares del
Comando Sur en Panamá habían mantenido una prudente
actitud frente a los eventos que se desarrollaban en Panamá.
El general Federick Woerner, jefe de dicho Comando, había
considerado que a pesar de la situación política en franco
deterioro, los intereses vitales norteamericanos no estaban en
peligro. El Canal no se veía amenazado, los ciudadanos de
12
dicho país no corrían peligro alguno y las FDP no eran una
amenaza militar para Estados Unidos. Woerner se resistía a
una solución militar en Panamá. En Washington era percibido
como un comandante débil, que no entendía la política de
Estados Unidos. 1° Ello le costaría el puesto el 30 de septiembre
de 1989, cuando los planes de invasión estaban en marcha.
Los primeros incidentes militares con fuerzas norteameri-
canas se dieron el 5 de enero de 1988, con desplazamiento de
tropas armadas fuera de los sitios de defensa, en áreas bajo
jurisdicción panameña. Este fue el inicio de un rosario de
movilizaciones de tropas del Comando Sur en diferentes secto-
res de Panamá, bajo el pretexto de ejercicios militares y
reclamando derechos de circulación que otorgaban los trata-
dos Torrijos-Carter según la interpretación norteamericana,
incorrecta por cierto.
El día 4 de abril de 1988, comienzan a llegar a Panamá
tropas norteamericanas de refuerzo, en un abierto plan de
intimidación. Los medios de comunicación nacionales e
internacionales dan cuenta de este arribo. Inclusive se susci-
tan incidentes entre soldados norteamericanos y periodistas
extranjeros. 19 Estas provocaciones perduraron durante todo el
año 1988, con diferentes incidentes entre tropas y ciudadanos
panameños.
Si la opción militar no se ejecutó antes de diciembre de
1989, ello se debió a que los militares norteamericanos estaban
sumamente preocupados por las actitudes guerreristas de los
funcionarios civiles de la administración norteamericana. Ya
desde el 14 de abril de 1988, en un artículo aparecido en The
New York Times, la Junta de Jefes de Estados Mayores había
expresado tal preocupación. En un artículo titulado "¿Qué
aterroriza al soldado más bravío? Un plan militar civil", oficia-
les del Ejército norteamericano calificaron de absurdos y
ridículos los planes de Elliot Abrams de invadir a Panamá y
secuestrar al general Noriega. "Una metida de pata diplomá-
tica no se corrige con un disparate militar", declaró un gene-
ral. 20 Por otro lado, pocos militares conocían la situación de
Panamá como el general Woerner, que sistemáticamente re-
chazaba el envío de tropas a Panamá, según expresa el escritor
21
Bob Woodward en su libro Los comandantes. Además, para
el jefe del Comando Sur, el plan de secuestrar al general
13
Noriega sin lugar a dudas traería como consecuencia un
enfrentamiento mayor.
Desde abril de 1988, el Comando Sur, al mando de Woer-
ner, habían elaborado planes de contingencia militar para el
desarrollo de la situación. Dichos planes llevaban el curioso
nombre clave de Libro de Oraciones (Prayer Book), con una
serie de opciones para los diferentes escenarios en Panamá. El
plan "Post Time", desarrollaba el escenario de la defensa
unilateral del Canal con el despliegue de tropas norteamerica-
nas en las ciudades de Panamá, con acciones de rescate de las
mismas sin la autorización del país anfitrión. El plan "Blind
Logic" era un plan de operaciones encubiertas de alcance
limitado dirigido a apoyar a las fuerzas opositoras a instalar un
nuevo gobierno. Ello se haría sólo a solicitud del "nuevo
gobierno". Esta parte del plan fue utilizado el 19 de diciembre
de 1989, con la instalación del gobierno actual en una base
militar norteamericana en Panamá, pocas horas antes del
inicio de la invasión. R2 El plan "Cuchara Azul" (Blue Spoon) era
un plan de operaciones militares ofensivas contra las FDP.
Esas operaciones serian ejecutadas por el Comando Sur, que
aglutina a las fuerzas de tierra, mar y aire de dicho comando.
Woerner consideraba que los planes de Washington de escalar
la presencia militar norteamericana en Panamá, conduciría
indefectiblemente a una confrontación militar injustificada,
salvo que Panamá la provocara, lo cual era poco probable. Por
otro lado, consideraba que las fuerzas ya estacionadas en
Panamá serían suficientes para disuadir a las Fuerzas de
Defensa o enfrentarlas militarmente.
La invasión
Como dijéramos con anterioridad, la hipótesis de guerra
considerada por las Fuerzas de Defensa era la de una operación
militar limitada con el objetivo de secuestrar o asesinar al
general Noriega. Autores que han escrito sobre la invasión
coinciden con esta apreciación. Olmedo Beluche, en su libro La
verdad sobre la invasión, expresa que "lo cierto es que la
mayoría de los panameños dudaba que una invasión se fuera
a producir". 3O Ricaurte Soler, en su libro La invasión de Estarles
Unidos a Panamá, indica que "...muchos pensábamos que se
trataría de una operación comando sobre Noriega y su Estado
Mayor, con lo cual habrían quedado sustancialmente desver-
tebradas las Fuerzas de Defensa, uno de los objetivos de la
neoderecha yanqui, explicitamente anunciado por...Santa
Fe " . 31
Los organismos de inteligencia estratégica de las Fuerzas
de Defensa habían detectado la masiva movilización de tropas
norteamericanas hacia Panamá. De Washington se había
recibido información sobre las reuniones inusuales en el
Pentágono y la Casa Blanca el día domingo 17 de diciembre.
Sin embargo, la interpretación de estos hechos fue, que como
resultado de la muerte del teniente Paz, Estados Unidos había
decidido incrementar un poco más lo que ya habían estado
20
fusiles, entre AK-47 y T-65, algunas ametralladoras y la
munición de dotación justa. Todo el armamento fue repartido.
Fue decepcionante para mi saber, después de la invasión, de
los miles de fusiles y otras armas empaquetadas aún, llenas de
grasa, en lugares que por su ubicación, era imposible recupe-
rarlas, cuando de haberlas tenido en nuestro poder, la resis-
tencia a la invasión hubiese sido mayor. Por otro lado, poste-
riormente supe que previamente a la invasión, armamento y
municiones de reabastecimiento de las unidades de combate
fueron retiradas por órdenes del G-3 de Estado Mayor. Ante la
situación que se vivía, a mi juicio, ello constituye un acto de alta
traición.
Casi todo el Estado Mayor se presentó a la Zona Militar de
San Miguelito. Se estableció comunicación telefónica con todas
las zonas militares cuyos jefes expresaron su disposición al
combate. Los hechos demostraron que muchos no fueron
consecuentes con lo que de ellos se esperaba y uno tras otro se
rindieron sin disparar un solo tiro. El hecho de que una de las
zonas más fuertes, la de Chiriquí, inexplicablemente se rindie-
ra con tanta facilidad, fue un factor desmoralizador de las
fuerzas patrióticas que repelían al agresor.
El factor más importante en la falta de participación de
civiles y militares en la defensa de P anamá frente a la invasión,
lo constituye sin duda alguna, la ausencia de la conducción
militar del general Noriega. De haber estado al frente de las
tropas, más prolongada y agresiva hubiese sido la resistencia
y mayor el apoyo popular. Cuán decepcionante fue para
nosotros saber que en ningún momento el general Noriega
asumió la responsabilidad que como comandante le corres-
pondía. Habiendo salido el Estado Mayor de mi área en San
Miguelito, sólo mantuvieron contacto conmigo el Jefe de Esta-
do Mayor, el coronel Marcos Justine, quien desde donde se
encontraba me transmitía instrucciones y me describía el
desarrollo de la situación, y el teniente coronel CarlosAroseme-
na Ring.
Otro factor a resaltar, fue que sólo 8 días antes de la
invasión, se habían producido los ascensos y traslados en las
Fuerzas de Defensa. Así, los nuevos jefes de las unidades de
combate realmente no conocían a sus oficiales y unidades, no
conocían a conciencia los planes defensivos correspondientes
22
a dichas unidades. Por otro lado, las comunicaciones fueron
interferidas por la guerra electrónica de los norteamericanos.
Al momento de la invasión, ello creó grandes problemas de
comando y control.
Se ha expresado que los militares no combatieron al
agresor durante la invasión. Esto no es del todo cierto. Las
unidades de combate de las Fuerzas de Defensa sólo consti-
tuían alrededor de 3000 hombres y todas, exceptuando las de
Chiriquí, sufrieron el brutal ataque desde los primeros mo-
mentos de la invasión, incluyendo el bombardeo masivo sobre
sus cuarteles. Todas ellas repelieron el ataque con fiereza y
sufrieron grandes bajas. Fueron 26 mil tropas norteamerica-
nas empeñadas en la invasión, en una desproporción brutal y
con toda la tecnología de armamento, que inclusive fueron
utilizados por primera vez en Panamá. Después de las primeras
horas de combate, las fuerzas defensoras fueron diezmadas,
desarticuladasy dispersadas. Los focos de resistencia después
se circunscribieron a diversas localidades del área metropoli-
tana de Panamá, San Miguelito y Colón.
En lo que ami respecta, creo haber cumplido con mi deber
militar, hasta cuando la responsabilidad por la vida de mis
hombres y la mía propia, así me lo indicó. Pude haber decidido
por la inmolación heroica pero, como dijo Chuchú Martínez 33
no tenía sentido sacrificar más vidas, ante la impotencia de no
contar con los medios adecuados para continuarla resistencia.
Ami juicio, sobrevivir era el inicio de una nueva etapa y forma
de lucha.
Debo hacer resaltar la forma valiente como se desempeña-
ron los que resistieron la invasión norteamericana. Actos de
heroísmo fueron realizados por muchos de los defensores.
Muchos se mantuvieron combatiendo a pesar de no tener
ninguna posibilidad de triunfo. Según el libro Tiempos de
agonía, para el 3 de enero de 1990, cuando todavía encontra-
ban resistencia en la ciudad de Panamá, el general Maxwell
Thurman admitió que la misión era mucho más dificil de lo que
se esperaba. Declaró que sus soldados estaban combatiendo
una verdadera guerra cuando luchaban por reducir a unos
2000 leales a Noriega muy bien armados. 34 La revista
norteamericana Newsweek señaló que " los norteamericanos
encontraron más resistencia de la que esperaban" 35 Según la
23
revista Army Times, de un total de 167 helicópteros utilizados
en la invasión a Panamá, 45 recibieron daños de las fuerzas
panameñas y 4 de ellos fueron pérdida total. Fueron dañados
25 Black Hawks, 1 Huey, 5 Cobras, 4 Kiowas, 3 Apaches y 7
AH/MH. Los disparos recibidos fueron las armas de pequeño
calibre, de 7.62 y 5.56 mm.36 ¿Qué, sino el fuego de las fuerzas
panameñas impactaron a esas aeronaves? Las fuerzas terres-
tres norteamericanas fueron repelidas al inicio de la invasión.
Sin embargo, el ataque aéreo fue aplastante. Los helicópteros
se convirtieron en el arma más mortífera de la invasión. ¿Qué
hubiese sido de ellos de haber tenido disponibles lanza cohetes
de tierra-aire u otro tipo de artillería antiaérea?
Resultados de la invasión
El presidente Bush dio a su pueblo y al mundo entero, 4
razones para invadir Panamá: 37
1) Proteger la vida de ciudadanos norteamericanos. 2)
Proteger el Canal de Panamá. 3) Restaurar el proceso democrá-
tico en Panamá. 4) Llevar al general Noriega ante la justicia
norteamericana.
Ninguna de las razones expresadas resiste un análisis a la
luz de la 'calidad. La vida de los ciudadanos norteamericanos
nunca estuvo en peligro antes de la invasión. En efecto, la
propia invasión fue la que puso en peligro
38
tales vidas, particu-
larmente la de los soldados invasores Las autoridades nor-
teamericanas dan cuenta de la muerte de 23 de sus soldados
durante la invasión. Un ciudadano civil norteamericano muere
por causa de ella. Su vida nunca estuvo en peligro con
anterioridad. ¿Valen esas vidas más que las de cientos de
panameños civiles y militares masacrados durante la inva-
sión?
Desde el momento que el Canal de Panamá entró en
servicio en 1914, mantuvo su funcionamiento ininterrumpida-
mente hasta el 20 de diciembre de 1989. Ni el efecto de dos
guerras mundiales había evitado que continuara funcionando
eficientemente. Durante la invasión, el Canal fue cerrado
unilateralrriente por los norteamericanos como la mejor mane-
ra de defenderlo. ¡Cuánta incongruencia! Sin embargo, parece
que a nadie le preocupó el hecho de que el Canal nunca antes
había estado fuera de servicio ni había estado en peligro antes
de la invasión. 39
24
Con relación a la restauración del proceso democrático en
Panamá, el propósito consistía simplemente en instalar al
gobierno actual. De hecho ello fue realizado antes de la
invasión. Esta razón sólo tenía propósitos propagandísticos
para lograr el apoyó del pueblo norteamericano y el de otros
países, incluido el panameño, a la invasión. La instalación del
gobierno actual, en una base militar norteamericana, dista
mucho de significar el establecimiento de la democracia en
Panamá. Dos años de gobierno han sido suficientes para que
ello sea evidente. Según Luis Guillermo Zúñiga "para los
intervencionistas norteamericanos es fundamental que los
países del área estén gobernados por regímenes leales, con
cuya cooperación los intereses monopólicos capitalistas pue-
dan fomentar sus beneficios económicos". 4° Y sus intereses
militares estratégicos, agrego yo.
Con relación al general Noriega, más que llevarlo a la
justicia norteamericana, la intención de Estados Unidos era
derrocarlo y destruir a las Fuerzas de Defensa. Toda la docu-
mentación que hemos presentado aquí consideramos que es
suficiente evidencia de nuestra afirmación. La propia enverga-
dura de la invasión y todo lo que ella implicaba, no puede
justificarse a la luz de llevar a un general al banquillo de los
acusados. SI ello fuese así, habría intervenciones militares
frecuentemente. No es la política de gendarme internacional la
que puede esgrimirse para justificar todo el daño causado a un
pueblo y a un país, como es el caso de Panamá. Si llevarlo a la
justicia norteamericana era lo fundamental, ¿por qué se le
ofreció retirar los cargos contra él en 1988? Las acusaciones
fueron presentadas para producir su salida y el ofrecimiento de
quitárselas también, y no por su valor jurídico. La invasión a
Panamá respondió al interés de Estados Unidos de imponer
una nueva forma de dominación a Panamá, con el estableci-
miento de un gobierno civil títere, dispuesto a permitir tal
objetivo, eliminando cualquier vestigio de conciencia nacional.
Según Ricaurte Soler "no sólo la captura del general Noriega,
sino la liquidación de toda posibilidad de autodeterminación
nacional era el verdadero objetivo del imperio". 41
Hoy Panamá es un país ocupado por las fuerzas militares
norteamericanas. Su despliegue abarca todo el territorio na-
cional. Esto es el resultado material de la invasión de nuestro
25
país y ello es realizado con la complicidad del actual gobierno
nacional. A pesar de las reiteradas intervenciones de Estados
Unidos a Panamá, nunca en la historia se había demostrado
tanta obsecuencia para con los intereses y objetivos de dicho
país, por parte de los mandatarios panameños. El pretendido
proceso de desmilitarización, es sólo una expresión retórica. El
gobierno, con una doble moral, no concibe la presencia legíti-
ma de un ejército nacional, sin embargo, no cuestiona la
militarización de que ha sido objeto nuestro país por parte de
las fuerzas armadas de Estados Unidos, porque como expresa
Ricaurte Soler "...la plutocracia oligárquica panameña es
ferozmente militarista porque necesita ser sumisa frente al
ejército norteamericano para reprimir las reivindicaciones de
las clases subordinadas". 42 El ejército norteamericano ha
asumido casi todas las funciones que antes realizaban las
Fuerzas de Defensa. Estas funciones, que incluyen el control
político del país, son avaladas con la presencia del presidente
de la República en las diferentes actividades que tales fuerzas
realizan a todo lo largo y ancho del territorio nacional. No
abarcan, sin embargo, lo relacionado a la seguridad pública, la
cual ha sido atribuida como única función de la Fuerza
Pública.
La Policía Nacional, como parte de la Fuerza Pública que
fuera organizada por Panamá a raíz de la invasión, ha demos-
trado una gran incapacidad para cumplir a cabalidad con las
funciones de seguridad pública. La ciudadanía panameña
mira desconcertada como dicha seguridad es prácticamente
inexistente. Los efectivos policiales, ahora supuestamente
dedicados exclusivamente a la protección ciudadana, han
demostrado ser totalmente ineficientes en brindar dicha pro-
tección. Sin embargo, el grado de sumisión a la que ha sido
llevada la institución policial, ha traído como consecuencia,
que se convierta en instrumento al servicio de los partidos que
forman y han formado parte del régimen impuesto por la
43
invasión norteamericana.
La situación a la que ha sido llevado el país a raíz de la
invasión, pareciera conducirnos a un destino incierto de
sufrimientos como nación. Por un lado estamos ocupados
militarmente, sometidos a los designios de Estados Unidos en
una dependencia creciente y el gobierno actual sigue sostenido
26
por las bayonetas norteamericanas. Por otro lado, nos agobia
la dificil situación económica como resultado de la agresión
económica previa, las pérdidas sufridas durante la invasión y
las políticas neoliberales adoptadas recientemente. La insegu-
ridad ciudadana nos hace vivir en un estado de temor perma-
nente, acentuado por el incremento de la delincuencia sin
control.
En la lucha generacional por la conquista de nuestra
independencia y soberanía total, la invasión del 20 de diciem-
bre de 1989 constituye una derrota militar. Perdimos una
batalla, pero no hemos perdido la guerra por la liberación de
nuestra patria. Torrijos decía que "se libera al país cuando se
ara una parcela..., se libera al país cuando se enseña a leer un
analfabeta..., libera el obrero al país, cuando se empeña en
producir trabajo..., libera al país el sudor de la generación que
lo está liberando". Yo añadiría que libera al país la sangre
derramada por los patriotas panameños.
Yo no juzgo a nadie. El pueblo, con su inmensa sabiduría,
sabrá juzgar en su justa dimensión todo lo acontecido antes,
durante y después de la invasión. El futuro pareciera ser negro
e incierto. Sin embargo, estoy convencido de que los pana-
meños, que siempre hemos sabido salir de las dificultades y
crecernos sobre las calamidades, lograremos sembrar las
simientes de un futuro mejor. Sufrimos una derrota militar,
pero de ella hemos salido fortalecidos por un profundo amor a
la patria, porque como dijo José Martí "se debe querer a la tierra
en que uno nace, con fiereza, con ternura".
Notas
28
Defensa. Woodward, op.cit. p.92 y Soler, op.cit p.87.
26. Cit. por Woodward, op.ciL p.116.
27. Ibídem p. I26.
28. Gaceta Oficial, año LXXXVI, N . 21,424, del lunes 27 de noviembre de 1989.
29. Woodward, op.cit. p.161 y 162.
30. Beluche, op.cit. p.41.
31. Soler, op.cit. p.88.
32. Woodward, op.citp.168.
33. Para una completa Interpretación del pensamlento de Chuchú Martínez
al respecto, ver a Martínez, op.cit p.102.
34. Ver Tiempos de Agonía, Cali, Colombia, 1990, p.83.
35. Soler, op.cit. p.102.
36. Army Times, 22 de enero de 1990.
37. Invasión, op.cií. p.23.
38. Ibídem. p.25 a 27.
39. Ibídem. p.49 a 52.
40. Zúñiga, Luis Guillermo, El principio de la no intervención, Litografía LIL,
San José, 1991, p.71.
41. Soler, op.cit p.90.
42. Ibídem
43. Para una amplia explicación de las políticas de seguridad pública
actualmente en Panamá ver "La situaclón de seguridad en Panamá", Danlel
Delgado Diamante, La Estrella de Panamá, 9 de febrero de 1992, p. C 10.
Bibliografía
47
cuyos habitantes han vivido debatiéndose por la defensa de su
propia identidad, en su lucha contra la colonización. M
podemos hablar de una generación de escritores de 1964,
cuando aquel 9 de enero fueron asesinados 22 panameños por
las tropas norteamericanas. Poetas, cuentistas, novelistas y
dramaturgos recogieron en sus obras la masacre y testimonia-
ron, para la posteridad, la agresión colonialista que se hizo
violencia y genocidio.
Una prolífica y rica literatura ha surgido, una editada y otra
por editar, en donde calidad y contenido van de la mano, sin
contar con la innumerable edición de libros testimoniales
historias y ensayos. Aquí, en esta nueva etapa literaria
panameña, las generaciones se unen en torno a la misma
verdad. Así, escritores consagrados como Carlos Francisca
Changmarin , Mario Augusto Rodríguez, Pedro Rivera,
PBeralt,RúicLsmón(Mero,EiquChzy
Gerardo
Maloney, junto a jóvenes como Rafael Ruiloba , Rey Barría
Héctor Collado, Gloria Young, Consuelo Tomas, Moisés Pas-
cual y Abby Martínez, escriben con igual fuerza y coraje.
El escritor Mario Augusto Rodríguez en su libro de poemas
próximo a editarse Del dolor y de la muerte, nos dice: "Todos
sabremos bien cuando morimos/Pero una noche, así ilumina
da/de bombas, de granadas y de cohetes/que destruyen
incendian/que queman y que matan/cayendo desde afuera
saliendo desde adentro,/todos morimos juntos muchas ve-
apludieron ces". Y admonitivamente a los que traicionaron y
la invasión: "aquellos que se creen privilegiados inmunes a las
balas y a la metralla/que creen que siguen vivos/los más
vivos/muertos también están/y seguiremos muriendo eterna-
mente".
II
América Latina ha vivido, históricamente, convulsionada
por la injusticia y la opresión. Sus artistas, poetas, ensayistas
cuentistas y novelistas han asumido un papel preponderante
al recoger en sus obras el sufrimiento popular y legarlo como
testimonio para que las nuevas generaciones recuerden y no
olviden.
La literatura panameña se ubica dentro de esa contingen-
cia histórica. En Panamá, la presencia norteamericana en la
48
Zona del Canal, la discriminación del silver rol( y el gold rol', la
lucha por la reconquista del territorio, la impotencia ante la
maquinaria bélica desplegada con prepotencia por los nortea-
mericanos ha nutrido la obra literaria panameña.
En el mes de septiembre de 1991, el novelista Enrique
Chuez presentó al público su novela Operación causa justa,
editada por el Centro de Estudios Latinoamericanos, CELA,
"Justo Arosemena", en la cual nana la tragedia vivida por los
habitantes del barrio de El Chorrillo que desapareció bajo las
bombas, los rayos láser, el pesado paso de las tanquetas y el
incendio efectuado con alevosía.
Enrique Chuez vivió muchos años en El Chorrillo. Ha
estado involucrado en su evolución histórica, recuerda cada
lugar, cada calle, el mar cercano donde compartió junto con los
pescadores faenas y momentos trascendentales que han que-
dado plasmados en varias de sus obras. Ha publicado La
gallota (cuentos), Las averías (novela), La mecedora (cuentos),
La casa de las sirenas pálidos (novela) y Operación causa Justa
(novela).
En Operación causa justa el escritor presenta una constan-
cia literaria basada en hechos históricos. Chuez nos señala que
"después de la invasión indudablemente que yo recibí un golpe
tremendo, uno se quedó sin un agarradero de vida, los ideales
destruidos, todas las luchas nacionalistas a nivel del pueblo,
a nivel de la literatura, rotas; sentí un vacío al extremo que
pensé que la literatura no tenía sentido, para qué escribir si la
larga historia de una lucha anti-imperialista y nacionalista
aparentemente no existía, quedó en nada. Yo me quedé un
tiempo así, en una especie de vacío, buscando nuevos valores
a los cuales aferrarme, porque la invasión fue una cuestión
tremenda. La novela surgió seis meses después que yo asistí
a una mesa redonda en donde participaron algunos dirigentes
de El Chorrillo. Lo que dijeron me estremeció de una manera
tal que en ese momento sentí que yo era capaz de escribir una
novela sobre El Chorrillo. Sentí que tenía un compromiso
histórico, un compromiso literario".
En la novela Operación causa justa , Enrique Chuez trata de
que El Chorrillo "no se haga calle", que el genocidio no se borre
de la memoria colectiva de los panameños; que las aplanadoras
que nivelaron el terreno en donde había casas, niños, voces,
49
ruidos, dolor y alegría, escudas, cuarteles, iglesias, gimnasios,
encuentros y desencuentros no desaparezcan totalmente y que
los lectores reciban y rescaten del olvido a sus personajes y que
no se olvide la barbarie, la matanza que bajo el nombre de
Operación causa justa, cayó sobre ese barrio, verdadero pul-
món humano de la capital panameña en donde estaba escrita
gran parte de la historia de esta pequeña Nación.
He aquí un fragmento de la novela:
"Luego de un trago largo a Tragolargo le entró una alegría
y empezó a dar saltos desgarbados en círculo viendo cómo las
casas y los compañeros giraban en medio de la noche del
barrio, giraban las calles y los autos oscuros estacionados y
giraron de pronto los grandes fuegos y explosiones y los miles
de insectos de luz que volaban vertiginosos en linea recta hacia
el Cuartel Central desde unas máquinas voladoras y pensó que
le había dado la juma loca de los alucinados y gritó que estaba
perdiendo el juicio, que lo ayudaran, que le había dado el
"delirium tremens" en medio de una fuerza poderosa que lo
arrolló lanzándolo a un vacío de dolor y gritos".
`Tratando de levantarse, Tragolargo, experimentando in-
tensos dolores, vio cuando el Chileno se arrastraba hacia unos
tinacos derribados y allí trataba de ocultarse".
"A Mula, hinchado y grande de pies como un niño gordo
desvalido, lo vio tirado a un lado de la calle hecho una pelota
de gemidos, pugnando por levantarse".
"José Reyes en el suelo y agarrado al cuello de la botella rota
lo miraba con ojos espantados y tratando de decir algo con la
boca abierta en un rictus tétrico " .
"Tragolargo se arrastró penosamente hacia José Reyes en
busca del alivio del amigo y para compartir la repentina
desgracia".
"Desde momentos antes todo el barrio se conmovía en el
turbión avasallador de tiros por todas partes, ráfagas de
ametralladora, explosiones que derribaba n casas con impacto
de fuego y los helicópteros volando al ras de los techos de las
casas en movimientos rápidos " .
"
Desde la calle 25 abajo pudo ver, ya al lado de José Reyes
que se quejaba, una masa de hierro rodante que lentamente se
dirigía a la Avenida A, pasando por encima de un auto
atravesado en media calle y triturándolo, y siguiendo con un
50
tubo largo en la caseta de arriba que giraba, se detenía, lanzaba
una bola de fuego que destrozaba donde hacía impacto y
nuevamente giraba y la mole prosiguiendo y T ragolargo vio que
iba directamente hacia el cuerpo de Mula y le va a pasar por
encima y le pasó por encima, sabiendo que Mula gritaba sin
oírlo y cerró los ojos fuerte, fuerte sintiendo que José Reyes
temblaba agitado y al abrirlos vio que la mole seguía avanzando
y que Mula no estaba, que se había hecho calle"
57
MUJER, DEUDA Y POBREZA
Aracelly de León*
1. La década perdida
Desde los años cincuenta y, por tres décadas, los países
latinoamericanos experimentaron, con ciertas fluctuaciones,
un crecimiento sostenido de sus principales indicadores
macroeconómicos. Pero a partir de 1980 se inicia una fuerte
disminución de ese dinamismo.
Para el conjunto de los países de América Latina hay una
fuerte baja en el producto interno bruto (PIB). Entre 1982 y
1983 se redujo en términos absolutos, lo que no había ocurrido
en los 40 años anteriores.
65
En los años 80, hasta 1986, la evolución del PIB por
habitante fue menor que el crecimiento de la población; por lo
que se le ha denominado el decenio perdido.
Durante la década de los 80 el producto interno bruto per
cápita de América Latina y el'Caribe disminuyó casi un 7 por
ciento. En el caso de Panamá, el PIB per cápita alcanzó en
1987. el punto más alto de la década para caer luego a niveles
de los años 70.
Si en el pasado se pensó que el desarrollo gradual de los
países más pobres iba a reducir la distancia que los separa de
las regiones más desarrolladas, en realidad ha ocurrido lo
contrario. Actualmente, el ingreso per cápita medio de los
países industrializados es unas 50 veces superior al de los
países menos desarrollados.
Sólo el incremento anual medio de los ingresos per cápita
de los países más ricos (unos 300 dólares), es superior al total
de los ingresos anuales per cápita de numerosos países en
desarrollo.
En 1971, las Naciones Unidas identificaron a 24 países
"
menos desarrollados" sobre la base del nivel particularmente
bajo de sus ingresos per cápita y del carácter sumamente frágil
de sus economías. Desde entonces, ni siquiera uno superó esa
categoría. En cambio, hay cada vez más países que han
descendido hasta ella. En el decenio de 1970 se clasificó a otros
seis países como menos desarrollados, y en la década de 1980,
a otros 12, con lo cual son 42 los países menos desarrollados.
Con una población total de 400 millones de personas, son los
miembros más pobres y más débiles de la comunidad interna-
cional. En término medio su ingreso per cápita es de sólo 200
dólares, o sea, aproximadamente el 2 por ciento del existente
en las naciones industrializadas.
Efectivamente, en los países en desarrollo, aproximada-
mente 1,200 millones de personas viven en condiciones de
pobreza, y se estima que esta cifra podría aumentar a 1,300
millones para el año 2000 y probablemente a 1,500 millones
para el año 2025. 1
En Arnérica Latina y el Caribe según la declaración de Quito
(Nov.1990) 270 millones de personas viven en condiciones de
pobreza. Esto equivale al 62 por ciento de la población.'
Esta cifra se hace más dramática para Centroamérica,
66
donde 7 de cada 10 personas son pobres.' En Panamá, según
el Ministerio de Planificación y Política Económica (MIPPE) uno
de cada dos panameños es pobre.
Según el censo de 1990 la mediana de ingreso mensual
para los hogares panameños es de B/ .244.60. El Ministerio de
Planificación y Política Económica ha señalado el costo de la
canasta básica de alimentos en B/.192.75 y el costo de la
canasta para la satisfacción de las otras necesidades, inclusive
la alimentaria, en B/.385.50.
¿A qué se debe este desmejoramiento en la calidad de vida?
Las estadísticas sobre los países industriales indican que un
ingreso promedio más alto no garantiza la erradicación de la
pobreza. Aproximadamente 100 millones de personas en los
países más desarrollados de Occidente se encuentran por
debajo de la linea de pobreza. 4 Es un problema de la injusta
distribución del ingreso y de la falta de voluntad política para
hacerla más equitativa.
Uno de los factores que ha acentuado la pobreza de los
países en desarrollo es la deuda externa.
H. La Deuda externa
La deuda del llamado tercer mundo ha seguido aumentan-
do y ha llegado al nivel de 1.3 billones de dólares hacia fines de
la década del 80.
En 1988 se calculó que la deuda extranjera de América
Latina y el Caribe ascendía a casi 500,000 millones de dólares.
Una norma general común ha propuesto que la deuda no debe
ser superior al 25 por ciento de los ingresos por exportaciones
de un país.
Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional, el
promedio de la relación servicio de la deuda-exportaciones de
15 países muy endeudados representaba el 41 por ciento en
1989, y no se preveía que bajara al 35 por ciento hasta 1994. 5
En Panamá la deuda del sector público alcanzaba
B/. 5,151.9 millones al 1 ° de enero de 1990, mientras que el
PIB era sólo de B/.1,786.1 millones. Esto significa que la
deuda per capita de los panameños era de B/.2,051.46, en cir-
cunstancias que el PIB por habitante se calculaba para esa
misma fecha en B/.754.00. En 1987 el servicio de la deuda
llegó a ser el 55 por ciento de las exportaciones de bienes y
servicios del país. 6
67
Para algunos países pobres, la situación es excepcional-
mente grave y bloquea toda posibilidad de reanudación del
crecimiento económico. La carga del pago de la deuda sumada
a la disminución general de la financiación externa, produce
una transferencia neta de recursos financieros que salen de los
países en desarrollo. Esta tendencia comenzó en 1982 y se ha
mantenido desde entonces.
Los países en desarrollo han transferido entre 25,000 y
30,000 millones de dólares anuales a los países desarrollados.
El hecho de que las regiones más endeudadas sean tam-
bién las que tienen las tasas de crecimiento económico más
desalentadoras, subraya la interrelación mutua que existe
entre la deuda y el funcionamiento más general de la economía.
A final es la población la que sufre. Se eliminan programas
de bienestar social, se reducen los presupuestos de salud y
educación y baja la calidad de la nutrición.
En Panamá, por ejemplo, el porcentaje del gasto público
destinado a educación disminuyó del 16.4 por ciento en 1973
al 10.4 por ciento en 1982 para llegar al 13 por ciento a fines
de la década.
Algo similar ocurre con el gasto público destinado a vivien-
da. En 1978 éste era de 10.4 por ciento y en 1989 sólo 4.6 por
ciento. En salud el gasto ha sido más estable, aunque tampoco
ha crecido? Es verdad que ha disminuido el nivel de la
mortalidad y que ha aumentado la esperanza de vida al nacer.
Sin embargo, ante un porcentaje de desnutrición nacional de
24.4 por ciento, se encuentran distritos como Chiriquí Grande,
Tolé, Cañazas y Las Palmas con más de 60 por ciento de
desnutrición entre los escolares de 6 a 9 años e
El pago de intereses al exterior se ha convertido así en una
carga para los presupuestos oficiales.
Unido al crecimiento de la deuda externa ha ocurrido la
caída de los precios de los productos básicos, de los que
dependen la mayoría de los países en desarrollo. Hacia fines
de la década de 1980 estos precios se mantenían un 30 por
ciento por debajo de los promedios correspondientes a 1979-
1981.
Además, si bien se están haciendo esfuerzos para fortalecer
el sistema de comercio multilateral, continúan las tendencias
proteccionistas y otras prácticas comerciales restrictivas, que
marcan las relaciones económicas desiguales entre el Norte y
el Sur.
Tras casi dos decenios de esfuerzos realizados. por las
Naciones Unidas en pro del desarrollo resultó evidente que no
se estaba reduciendo la pobreza y que de hecho, la disparidad
entre ricos y pobres iba en aumento. Se planteó la necesidad
de un Nuevo Orden Económico Internacional, que se ha visto
relegado por la crisis de los 80.
Surgen entonces los programas de "ajuste estructural" con
el apoyo del Fondo Monetario Internacional y del Banco
Mundial.
W. Feminización de la pobreza
Existen pruebas fehacientes de que el 70 por ciento del
sector desposeído en rápido aumento en todo el mundo está
constituido por mujeres, a las que siguen muy de cerca las
personas de avanzada edad. 12
Esta concentración de pobreza en las mujeres se debe, en
gran medida, al desigual crecimiento económico que se refleja
en cambios desfavorables en la distribución del ingreso.
En Panamá la Encuesta de Hogares de 1988 refleja que el
56.4 por ciento de los encuestados es pobre y que apenas
reciben el 18.6 por ciento del ingreso total.
Según el censo de 1990 la mediana de ingreso mensual
para los hogares liderizados por mujeres es de B/.196.70,
mientras que para los hogares con jefatura masculina es de B/
.260.30.
La disminución en el ingreso por habitante, directamente
relacionada con la crisis de la deuda y el ajuste estructural, ha
perturbado prácticamente todos los aspectos de la vida de la
mujer, obligándola a asumir más responsabilidades con el
objeto de mantener la familia a flote.
La mujer tiene que trabajar muchas horas en el hogar y
fuera de él, y con frecuencia sufre física y emocionalmente
como resultado de ello. Se ha calculado que las mujeres pobres
trabajan un promedio de 70 horas a la semana.
70
El trabajo doméstico sigue siendo pesado para las mujeres
a pesar de los avances de la tecnología. En Panamá, según el
censo de 1990, todavía hay 18 por ciento de hogares con piso
de tierra, 16 por ciento sin sistema de agua potable, 12 por
ciento sin servicio sanitario, 27 por ciento sin luz eléctrica yen
un 29 por ciento de los hogares se cocina con leña.
Este desgaste de energía, recursos y tiempo de la mujer
también limita su capacidad para participar en la vida política
y, por lo tanto, la influencia que pueda tener para modificar las
políticas que la afectan desfavorablemente.
El acceso a los medios de comunicación masiva todavía es
limitado. Según el censo de 1990, en Panamá el 34 por ciento
de los hogares carece de televisión, el 25 por ciento no dispone
de radio y el 72 por ciento no tiene teléfono.
Un factor que contribuye a aumentar la pobreza entre las
mujeres es la disminución de los salarios y, por lo general,
están menos sindicalizadas que los hombres.
Las posibilidades de empleo no siempre han aumentado al
mismo ritmo que el número de mujeres que las buscan, lo que
ha dado lugar a un índice de desempleo mayor entre las
mujeres.
En Panamá la población masculina económicamente acti-
va, según el censo de 1990, representa el 66.6 por ciento de la
población mayor de 10 años, mientras que la femenina, sólo el
28 por ciento.
Las tasas de desempleo femenino son superiores a las de
los hombres. Para 1989 el desempleo femenino se cifraba en
21.4 por ciento, mientras que el masculino en 14 por ciento. Si
se analiza por grupos de edades de observa que entre las
nivel mujeres jóvenes esta tasa fue de 41.8 por ciento, a
nacional y de 45.3 por ciento en la Región Metropolitana."
A medida que disminuyen las posibilidades de empleo en
el sector estructurado o formal, las mujeres recurren cada vez
más al sector informal, donde no son protegidas por las leyes
laborales, ni el fuero de maternidad.
De esta manera, tenemos en Panamá que el 22 por ciento
de las mujeres que trabajan reciben menos de B/.100.00. El
20 por ciento de las mujeres que trabajan son empleadas
doméstica. El 19 por ciento trabaja por cuenta propia."
Los cambios socioeconómicos, la urbanización y la migra-
71
ción han incrementado en todo el mundo el número de familias
encabezadas por una mujer en alrededor de un tercio de todos
los grupos familiares.
Las causas de este cambio considerable son el número,
cada vez mayor, de madres solteras y el aumento de la tasa de
divorcio, así como la tendencia a que las madres que viven sin
pareja dependan de si mismas.
En Panamá en 1983, a nivel nacional, el 71 por ciento de
los nacimientos vivos correspondían a padres no casados entre
sí. A nivel urbano este porcentaje alcanzaba el 61.3 por ciento
y a nivel rural el 79.5 por ciento. 15 El censo de 1990 aún no ha
procesado este tipo de datos.
Las mujeres divorciadas con niños pequeños afrontan
situaciones igualmente desoladoras. En el mundo, el 75 por
ciento de las mujeres divorciadas no logran obtener el pago de
los alimentos para sus hijos.
El número de mujeres jefes de hogar en extrema pobreza es
mayor que el de los hogares no pobres. En Panamá esta
relación va de 28.6 por ciento para los hogares de pobreza
extrema a 21.7 por ciento para los hogares no pobres. 1°
Los países del área reflejan una elevada fecundidad en los
hogares más pobres, lo que demuestra la limitada capacidad de
las mujeres pobres para poder decidir el tamaño de la familia.
Los hijos menores de un año presentan un riesgo creciente-
mente mayor. Esto implica, junto a una menor educación de
la madre, condiciones sanitarias insuficientes y una menor
cobertura y accesibilidad a los servicios de salud, particular-
mente a la atención materno-infantil.
Otro resultado de la pobreza de las mujeres en Panamá es
que el 67 por ciento de los niños menores de 15 años también
son pobres y sólo el 33 por ciento se clasifican como no
pobres."
Cuanto más tiempo se dedica a la generación de ingresos
y a las labores domésticas, la necesidad de atención infantil es
mayor. Ello puede poner a las mujeres en una situación dificil.
Algunas se ven obligadas a elegir entre obtener ingresos o
cuidar a sus hijos. Esto crea un sentimiento de culpabilidad y
de frustración.
En muchos países en desarrollo el vertiginoso aumento de
los precios de los alimentos y la transformación de las políticas
72
agrícolas han contribuido al hambre y la malnutrición entre las
mujeres. Frecuentemente las mujeres y las niñas son las
últimas en comer y comen menos que los hombres y los niños.
Cuando un gobierno propone la reducción de la seguridad
social, se pone en peligro la situación de la mujer. Está
sucediendo que las mujeres no acuden a los dispensarios
debido a la aplicación de nuevas tarifas por los servicios.
En Panamá, por ejemplo, a nivel nacional el 14.3 por ciento
de los partos ocurre sin asistencia profesional. En el área rural
esta cifra aumenta drásticamente; en distritos como Bocas del
Toro y Chiriquí Grande, sube a más de 80 por ciento el número
de partos sin asistencia profesional.'"
La interrupción de la educación de las niñas tiene también
efectos posiblemente graves a largo plazo para la sociedad,
dada la correlación existente entre las tasas de fecundidad
altas y el nivel educativo bajo entre las mujeres. Las de escasos
recursos, son frecuentemente analfabetas -en realidad, dos
tercios de los analfabetos del mundo son mujeres- y carecen de
formación profesional.
En Panamá, según el censo de 1980, las mujeres sin
ningún grado de instrucción tenían un promedio de 5.4 hijos,
mientras que las que poseían algún año universitario, sólo
tenían un promedio de 1.3 hijos."
V. A manera de conclusión
La crisis económica y las consiguientes políticas de auste-
ridad que se aplican a las naciones en desarrollo significan que
el logro de la igualdad para las mujeres será aún más difícil de
alcanzar que antes.
Como los gobiernos no han intervenido satisfactoriamente
a favor de la mujer, en algunos casos la situación de la mujer
se deteriora, como se ha visto en las estadísticas relativas a la
pobreza y el desempleo.
Por otra parte, el aumento de las horas que las mujeres
deben dedicar al trabajo como consecuencia de la crisis y el
deterioro de su salud, les deja menos tiempo y energías para
asumir cometidos de dirigente en sus comunidades o conver-
tirse en políticamente activas. Precisamente cuando es nece-
sario que los encargados de adoptar políticas tengan en cuenta
los problemas de la mujer, ésta es menos capaz de asegurar que
ello suceda.
73
A pesar de los diversos obstáculos para su participación
política, las mujeres hacen gala de gran imaginación, voluntad
y valor en su lucha contra las consecuencias de la crisis de la
deuda y la política de ajuste estructural.
La crisis y las políticas de ajuste conexas, si bien represen-
tan un enorme obstáculo para avanzar hacia el logro de la
igualdad entre la mujer y el hombre, también brindan una
oportunidad histórica para el adelanto de la mujer, si obligan
a repensar los enfoques de desarrollo.
Es cada vez más evidente que la recuperación económica
no podrá alcanzarse sin afrontar el problema de la feminización
de la pobreza, que deberá considerarse como un problema
político, económico y social.
Es preciso que la mujer tenga acceso a la adopción de
decisiones, a recursos productivos, inclusive tierras, capitales
y tecnología; y a salarios equitativos, así como a la educación
y a la atención primaria de la salud, si es que se desea poner
fin a la pobreza y al subdesarrollo. Dado el rol que juega la
mujer en la familia y en la sociedad, como reproductora de la
especie y de los valores, del mejoramiento de su calidad de vida
dependerá también que consolide la cultura de la pobreza o,
por el contrario, que se abran los horizontes hacia un desarro-
llo más humano, equitativo y sustentable.
Notas
74
12. Naciones Unidas. La feminización de la pobreza. 1990, p. i.
13. MIPPE, FES, Lineamientos básicos, 1990, p.7.
14. Contraloría General de la República, Censos Nacionales de Población y
Vivienda del 13 de Mayo de 1990. Resultados finales básicos. Total del
país, Panamá, agosto 1991, cuadro N°9, p.144.
15. Dirección de Estadística y Censo, Estadísticas relativas a la mujer y a la
Juventud, Contraloría General de la República, Panamá, 1985. Cuadro 14,
p.22.
16. MIPPE, Estrategia nacional para reducir la pobreza Panamá, 1991, p.77.
17. Ibid.
18. Ibid. p.92.
19. Dirección de Estadistica y Censo, Estadísticas relativas a la mujer y a la
juventud, Contraloría General de la República, Panamá, 1985. Cuadro 13,
p.20.
20. Naciones Unidas, La deuda. Crisis y desarrollo, 1990.
75
ALGUNOS ANTECEDENTES
DE LA INVASION DE ESTADOS
UNIDOS A PANAMA
Jorge Conte-Porras*
92
muestra complacido por la presencia de las tropas norteame-
ricanas en su país, Sandino lanza una proclama a los pueblos
de América.
"Nunca reconoceremos un gobierno impuesto por una
potencia extranjera en nuestro país. Demandamos el retiro
inmediato de las tropas invasoras norteamericanas. No pode-
mos asumir la responsabilidad por la seguridad de ningún
norteamericano que resida en el territorio nicaragüense".
Dentro de este escenario de violencia armada tiene lugar en
La Habana, la Sexta Conferencia Panamericana, en la que el
Perú, Colombia y Argentina, se pronuncian censurando la
presencia de las tropas norteamericanas en los territorios
centroamericanos. 21
Estos son los días en que se aproxima la campaña electoral
en Panamá, en la que se debe elegir al sucesor del presidente
Rodolfo Chiari. Pero, sin que ello constituya una sorpresa para
nadie, el país va sintiendo las imposiciones del mandatario,
que no escatima instante para hacer uso de la fuerza contra sus
adversarios.
Al referirse a la gestión presidencial de Rodolfo Chiari y el
proceso electoral de 1928, nos dice el Dr. Fernando Guardia en
un ensayo extenso sobre los partidos políticos en Panamá:
%a desastrosa administración del señor Rodolfo Chiari, sin
más programa que la de combatir al Dr. Porras".
"La oposición más formidable que ha tenido aquí un
gobierno fracasó con sus dos candidatos Porras y Boyd, ante
la presión de la fuerza, que se mostró por amenazas, por vías
de hecho, por encarcelamientos y persecuciones de todo
género; por acaparamiento y supresión de las cédulas; actos
que habrían justificado, más que en el 1908, 1912 o el2 1916,
la intervención americana y el desarme de la Policía"2
A pesar de todo ello, fue despertándose una conciencia
nacionalista, cuyo vocero más autorizado era el periodista
Guillermo Andreve que en una extensa carta enviada al Diario
de Panamá, concluía afirmando "No soy partidario de las
intervenciones, por razones de decoro y de patriotismo".
El tema se prestó para debate popular y una fuerte corrien-
te empezó a defender la necesidad del arbitraje, como forma de
garantizar un sufragio honesto.
Desde la patria distante, el Dr. Guillermo De Roux, promi-
93
nente miembro del Partido Conservador, pero retirado de las
lides partidistas, declaró a la prensa de Estados Unidos que la
generación responsable del Movimiento Separatista de no-
viembre de 1903 consideraba ya repulsiva la presencia de
Estados Unidos, en los asuntos internos de Panam á , aun
cuando fuese para supervisar las elecciones.
Próximo a la fecha del escrutinio, una fracción del Partido
Liberal comisionó al Dr. Jorge E. Boyd y a Belisario Porras para
que se trasladasen a Washington para solicitar del Departa-
mento de Estado norteamericano la supervisión de las eleccio-
nes nacionales.
La solicitud fue rechazada por el secretario de Estado
norteamericano, Frank B. Kellog. Con relación a esta entrevis-
ta, el Dr. Jorge E. Boyd, candidato presidencial, declaró a la
prensa de Estados Unidos:
"Nosotros no hemos pedido la intervención. Nuestro
partido sólo ha pedido los buenos oficios de Estados Unidos,
para garantizar una elección libre y justa para todos los
partidos".
En sus declaraciones, el Dr. Boyd concluyó afirmando que
el gobierno de Rodolfo Chiari había desatado la violencia contra
quienes se oponían al candidato oficial y que, en esa fecha, 116
dirigentes de la oposición estaban recluidos en la Cárcel
Modelo 23
El Dr. Belisario Porras hizo unas declaraciones similares
que reproduce la Estrella de Panamá, enfatizando que su
partido político no había pedido la intervención, sino la "super-
vigilancia o la supervisión, como medio de garantizar y dar al
pueblo de nuestro país, una elección limpia, honrada y pacífi-
ca".
En estas condiciones, la agrupación partidaria de la oposi-
ción lanzó un manifiesto al país para declarar la abstención
electoral.
Florencio Harmodio Arosemena, candidato único, concu-
rrió a las urnas frente a un gran ausentismo. En ese mismo
proceso fueron elegidos los miembros de la Asamblea Nacional,
escogidos de manera individual por Rodolfo Chiari.
Tal como presentía la mayoría de la ciudadanía, el ex-
mandatario Chiari continuó asumiendo casi cada una de las
más importantes decisiones del ejecutivo.
Si examinamos la Memoria de Hacienda y Tesoro, presen-
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tada a la Asamblea Nacional en 1928, por el secretario saliente,
Eusebio A. Morales, comprenderemos su reluctancia a incor-
porarse al equipo de gobierno que se inició el 1 4 de octubre de
1928.
Morales denunciaba, con profunda preocupación, que
desde el año 1926 se habían perdido todos los controles de
fiscalización del gasto público: que la deuda pública había
aumentado en forma desordenada, sin otro objetivo que refi-
nanciar las obligaciones vencidas.
Vaticinaba Morales que en un futuro inmediato, el erario
no estaría en condiciones ni de satisfacer los intereses acumu-
lados. Una inocultable descomposición financiera y un manejo
deshonesto de las finanzas públicas, fue la nota característica
de los días que van sucediéndose.
Florencio H. Arosemena fue desplazado bruscamente del
poder el 2 de enero de 1931 por un movimiento revolucionario
que fue el resultado de un asalto a los cuarteles y al propio
Palacio de Las Garzas.
Cuando revisamos la prensa de los primeros meses del año
1931, nos sentimos horrorizados por las múltiples acusacio-
nes que se levantaban ante el procurador de la Nación, por
manejos deshonestos del antiguo régimen.
Esta situación va a hacerse más patética cuando sale a luz
el Informe Roberts, que constituye el más severo análisis de la
situación económica y financiera del país durante el último
lustro (1926-1931). 25
Las presentes reflexiones constituyen una imagen que
ayuda a aclarar los antecedentes históricos de la invasión
norteamericana del 20 de diciembre de 1989. En este sentido,
esperamos contribuir al debate en torno a un tema trascenden-
te e ineludible.
Notas
2. Nos refiere Pablo Arosemena ( 'El ciudadano Bartolomé Calvo', Escr itos), la
situación en que se llevó a cabo dicha elección dio lugar a que la gente
del arrabal manifestara su repudio a las artimañas del gobernador
Fábrega. 'Algunos sediciosos del arrabal, provistos de armas y municio-
nes, intentaban volver sobre la ciudad'.
Como antecedente de los comicios a que nos referimos, la región de
Azuero fue el escenario de una serie de prolongados conflictos político-
familiares en los que se pusieron de manifiesto los antagonismos
partidaristas entre liberales y conservadores. El gobernador Fábrega era
miembro prominente de las familias conservadoras, y los Goytías,
dirigentes del liberalismo, participaron en las elecciones populares opo-
niéndose al Dr. Bartolomé Calvo.
En cuanto al desarrollo del proceso electoral que le otorgó el triunfo
al candidato oficial, apoyado por Francisco de Fábrega recomendamos la
lectura de los documentos fuentes en el Archivo Nacional de Panamá,
cajón 866, tomo 2482. También resulta muy útil la lectura de la obra Un
estudio sobre la histovia social panameña del Dr. Armando Muñoz
Pinzón, EUPAN, Panamá, 1980.
En cuanto a la lectura de los documentos sobre las elecciones del
Cabildo de Panamá, recomendamos acudir a los archivos de la Secretaria
del Consejo Municipal de Panamá, cantón de Panamá (1856), Padrón
Electoral de la Parroquia de Santa Ana.
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El gobernador Francisco de Fábrega enfrentó una serie de confronta-
ciones con el arrabal santanero y temió seriamente su derrocamiento.
Las autoridades responsabilizaron a los hermanos Goityas por el estado
levantisco del arrabal.
La situación de choque entre las fuerzas del gobierno y los liberales
del arrabal santanero, y los de Azuero, dio motivo a la presencia armada
de las milicias en ambos sectores. Gil Colunge fue enviado a Azuero con
instrucciones de aprehender a los Goityas, quienes aspiraban a ser
elegidos para la legislatura del Estado en ese periodo.
Con todo y el atropello de las fuerzas armadas, los Goityas fueron
elegidos como diputados del Estado de Panamá. En cuanto a la comuna
capitalina, fue tal el margen de votos del liberalismo que resultó
i mposible desconocer su triunfo.
Los Goityas al parecer, una vez elegidos diputados, fueron detenidos
y enviados a Cartagena, como si se tratase de delincuentes comunes.
Como información adicional al estado de repudio que existía en el
arrabal por los gobernantes, recomendamos la lectura del periódico
festivo El Centinela, Panamá 17 de agosto de 1856, que reproduce una
serie de versos burlescos contra Francisco de Fábrega, Gil Colunge y
Bartolomé Calvo.
3. Archivos Nacionales, año 1880, cajón 860, tomo 3263. Ver, además, La
Estrella de Panamá, 31 de mayo de 1880. Francisco Ardila, Gerónimo Ossa,
Buenaventura Correoso y Mateo Iturralde organizaron un mitin para
protestar por la actitud ofensiva del ministro norteamericano en Bogotá
contra el presidente del Estado de Panamá. La Estrella de Panamá, 10 de
mayo de 1880, "Incidente entre Mr. Diechaman, Ministro de los Estados
Unidos en Bogotá y el Presidente del Estado Soberano de Panamá".
15.
Diario de Panamá, 7 de junio de 1924.
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LETRAS PANAMEÑAS
DE AYER Y DE HOY