Monarquía Escocesa
Monarquía Escocesa
Monarquía Escocesa
En 1371, David II fue sucedido por Roberto II, el primer monarca escocés desde la Casa de
Stewart (más adelante, Estuardo). Los reinados de ambos, Roberto II y su sucesor, Roberto
III, se vieron empañados por cierto debilitamiento del poder real. Cuando Roberto III falleció en
1406, los regentes debieron gobernar al país; el monarca, el hijo de Roberto III, Jacobo I,
había sido capturado por los ingleses. Tras pagar una importante fianza, Jacobo regresó a
Escocia en 1424. Con el fin de restablecer su autoridad, recurrió a medidas despiadadas,
incluyendo la ejecución de muchos de sus enemigos. Jacobo II continuó con la política de su
padre avasallando a nobles influyentes. Al mismo tiempo, sin embargo, el Parlamento escocés
se volvió bastante poderoso, a menudo desafiando abiertamente al propio rey. El poder
parlamentario tuvo su auge durante el reinado del ineficaz Jacobo III. Como resultado, Jacobo
IV y sus sucesores acostumbraron evitar la convocatoria de sesiones parlamentarias,
controlando de ese modo el poder del Parlamento.
En 1513, Jacobo IV inició una invasión a Inglaterra, intentando tomar ventaja de la ausencia
del rey inglés Enrique VIII. Sus fuerzas llegaron a ser derrotadas en la batalla de Flodden
Field; el rey, al igual que varios nobles mayores, y cerca de diez mil soldados fueron
asesinados. Debido a que el hijo y sucesor de Jacobo IV, Jacobo V, era aún un niño, el
gobierno fue tomado por los regentes. Al llegar a la adultez, Jacobo V gobernó con éxito hasta
otra guerra desastrosa con los ingleses en 1542. Su muerte en el mismo año dejó a la Corona
en manos de su hija de seis años, María, por lo que se estableció nuevamente otra regencia.
María, de fe católica, reinó en un periodo de cambio religioso en Escocia. Debido al esfuerzo
de reformadores como John Knox, se estableció una ascendencia protestante. María despertó
el desconcierto tras casarse con un católico, lord Darnley, en 1565. Tras el homicidio de Lord
Darnley en 1567, María contrajo matrimonio, incluso bastante más polémico, con James
Hepburn, conde de Bothwell, de quien se presuponía era responsable del asesinato de
Darnley. La nobleza se rebeló contra la reina, forzándola a renunciar y huir a Inglaterra, donde
fue encarcelada y posteriormente ejecutada por Isabel I. La Corona recayó sobre su
hijo Jacobo VI, que había sido criado como protestante. Jacobo VI se convertiría más tarde en
rey de Inglaterra tras el fallecimiento de la reina Isabel I.