Actividades - Polifonía
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Semiología
(Cátedra di Stefano)
ACTIVIDADES PARA LA
2020
A) CUESTIONARIO
B) ACTIVIDADES CORRESPONDIENTES
AL ANÁLISIS DEL DISCURSO
Texto 1 Texto 2
Aunque respaldó las medidas para asistir a las familias más postergadas como el Ingreso
Familiar de Emergencia (IFE), Grabois remarcó errores en otros aspectos.
https://marcelobonelli.cienradios.com/
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b)
El titular de Unión Cívica Radical (UCR), Ernesto Sanz, desplegó durante una visita a
Santa Fe una serie de polémicas afirmaciones, que confirman su alineamiento con el
establishment empresario. Dijo que la asignación universal por hijo "se está yendo por
la canaleta de la droga y el juego" y agregó que los planes de cooperativas para lo único
que sirven es "para generar esos ejércitos que bloquean la Capital".
15-5-2010 - https://www.lapoliticaonline.com/nota/nota-65548/
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c)
Como dijo en varias oportunidades, él apoya la gestión de Alberto Fernández pero eso
no evitará que no haga énfasis en lo que considera que se hace mal.
https://marcelobonelli.cienradios.com/
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d)
Mamita querida la declaración de los 300… “infectadura” No veo para nada un uso ni
de las fuerzas de seguridad ni de inteligencia ni los grupos groseros que había en la
justicia “La democracia está en peligro”??? Naaaaa, la verdad que es cualquiera…
Raúl Kollmann, Página 12, 30 de mayo de 2020
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Brillant Savarin dijo una vez que “una comida sin queso es como una mujer a la que
le faltara un ojo”. Si yo en este momento imitara a Savarin (¡que la Corte de Casación
me salve!) agregaría otro aforismo extra: “Una comida sin postre es como un queso
Gruyere al que le faltaran todos los agujeros…”. Tal la importancia que le doy al
postre en el planeamiento de un menú. Si, ya sé: ¡a veces el tiempo no alcanza para
todo! (“Lo terrible del tiempo perdido es que ni siquiera se emplea mal.” GARCÍA
MARTÍ.) ¿Acaso no existen postres simples, rápidos, ricos y deslumbrantes? Pele 6
lindas manzanas, córtelas en cuadraditos y agrégueles, por cada unidad: 1 cucharada de
agua y otra de azúcar. Cocínelas hasta que estén blanditas y luego aplástelas y siga
cocinando hasta obtener un delicioso puré espeso. Así las cosas, déjelo enfriar, mientras
elige las mejores copas que tenga usted o su vecina. (“Presta solamente aquello cuya
perdida puedas soportar.” G. HERBERT.) Ahora ponga en el fondo de cada copa una
capa de puré de manzanas, luego una capa de crema chantilly y, por último, un manto
grueso de chocolate rallado. Detalle clave: dejar las copas en el congelador por lo
menos 4 horas antes de servir. Y trate de disimular su satisfacción cuando los
comensales saboreen el postre deslumbrados e intrigados acerca del costo y el trabajo
que le habrá llevado hacerlo. “Más vale ignorar del todo que conocer a medias.”
SÓFOCLES.) ¿De acuerdo? ¡GLUP!
Blanca Cotta
El Otro
Darío Sztajnszrajber
¿Quién es el otro? ¿Dónde está el otro? Si el otro es lo que desborda toda mismidad, lo
que está más allá de uno mismo, ¿cómo accedo a él? ¿Cómo accedo al otro sin que mi
propia mismidad lo contamine y por ello lo desotre? ¿O será que para el encuentro con
el otro tengo que desapropiarme de mí mismo, tengo que salirme de mí mismo,
desenmismizarme? (vicio de la filosofía inventar palabras). Toda la cuestión del otro
radica ahí, en salirme de mí mismo, pero ¿es esto posible? O como dice Derrida:
¿Hay un otro? Pero, si lo hay ¿sigue siendo otro? Si al otro podemos nominarlo,
nombrarlo, comprenderlo, capturarlo, domesticarlo, normalizarlo, hacerlo propio,
fagocitarlo, comerlo, ¿sigue siendo otro? La misma o mera palabra “otro” ¿no traiciona
al otro? ¿No lo desotra? Si hay un otro, esta sería la conclusión: (podríamos terminar la
charla acá) si hay un otro, no hay otro. Eso es la filosofía: molestia, juego. Si hay un
otro, hay un otro que deja de ser otro, para que el que nomina al otro esté tranquilo,
seguro y ejerza su poder, pero el otro se desotra. El problema es que el que ejerce el
poder constituye al otro de acuerdo a su imagen y semejanza. Lamentablemente, para el
poder hay un otro. Y este otro no pide permiso. Irrumpe, dice Lévinas que el otro
molesta. Dice Levinas que el otro golpea la puerta de mi casa, no cuando lo espero. Si el
otro llega cuando lo espero, ya no es un otro, lo estaba esperando, lo recibo, le doy un
beso, lo hago pasar, me hace feliz, “me” hace feliz a mí. Pero el otro no tiene que ver
conmigo, porque es otro, irrumpe y molesta, genera en mí una perturbación y voy a
hacer todo lo posible para que no moleste. Lo voy a disolver, lo voy a constituir en lo
que yo necesite para estar tranquilo, lo voy a minimizar, lo voy a "aggiornar"; pero
igualmente, aunque haga todo lo que quiera, pretenda y suponga que va a funcionar, hay
un otro y, en el momento menos esperado, el otro irrumpe, está ahí. Justo cuando estoy
mordiendo el sándwich, el otro golpea y pide, solicita, reclama. Justo cuando estoy
viendo el final de la película, el otro golpea la puerta, me pide. Justo cuando estoy
leyendo tranquilo el último libro de filosofía contemporánea en el subte B, el otro viene,
interrumpe, me tira la estampita justo donde dice la palabra "facticidad" y no me la deja
leer. ¿No podías esperar a que termine de entender el concepto heideggeriano antes de
pedirme la limosna? No; el otro no se comporta como yo quiero, el otro invade. ¿Puedo
acceder al otro? ¿Cómo hago si todo el tiempo estoy proyectando mi mismidad en el
otro, si no puedo salirme completamente de mí mismo para acceder a él? Cuando lo
miro, lo miro con mis ojos, cuando lo toco, lo toco con mis manos, cuando lo pienso, lo
pienso con mis categorías. Cuando lo toco, lo miro, lo pienso, lo "desotro" porque lo
incorporo a mí. Incorporo, lo hago mi cuerpo, "corpore". Está in-corpore. Y me siento
bárbaro, porque logro comprender al otro aunque el costo es enorme: su exterminio, su
disolución. Hay violencia, la peor de las violencias, la violencia que disuelve al otro en
nombre de la comprensión, en nombre de la racionalidad, incluso en el nombre de la
democracia. Hay un otro. ¿Puedo acceder a él o le exijo todo el tiempo que se desotre
para sobrevivir? Hay un problema que puedo manifestar así: para poder vincularme con
el otro, el otro tiene que dejar parte de su otredad porque, en el vínculo, tiene que
aceptar mis reglas. Si yo me vinculo con el otro, impongo las reglas del vínculo.
Entonces, si hay vínculo con el otro, ya no hay otro. No me vinculo con él en su
diferencia, en su singularidad, en lo que no tiene ver conmigo, porque ya tiene que ver
conmigo, porque hay vínculo y si hay vínculo hay concesión. Entonces, la otredad del
otro queda del otro lado de la puerta y de este lado de la puerta queda aquello con lo que
me permito vincularme.
[…]