Enología
Enología
Enología
OPERACIONES
MANUALES
EN VIÑEDO
Operaciones Manuales en Vin?edo:Maquetación 1 28/4/09 10:18 Página 2
Edita:
Servicio de Formación Agraria e Iniciativas. Junta de Castilla y León
Dirección de la Colección:
Dirección General de Industrialización y Modernización Agraria.
Servicio de Formación Agraria e Iniciativas
Autor:
Guillermo Pérez Recio
Coordinación y revisión:
Manuel Fuertes Álvarez.
Servicio de Formación Agraria e Iniciativas
Diseño y maquetación:
Tinta Diseño Gráfico
Fotografías:
Del autor (salvo excepciones reseñadas)
Impresión:
Gráficas Germinal, S. Coop.
ISBN:
987-84-692-0278-4
Depósito legal:
VA- 308/2009
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PRESENTACIÓN
La Consejería de Agricultura y Ganadería considera la formación profesional agraria y agroali-
mentaria como uno de los pilares fundamentales del desarrollo rural y del futuro profesional
de la población agraria.
Se trata de un libro de renovado diseño con una atractiva y didáctica presentación de con-
tenidos con gran detalle y especialización, que responde a una marcada orientación práctica.
Esperamos sea de gran utilidad y contribuya a mejorar la cualificación y tecnificación del
sector vitícola de Castilla y León.
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AGRADECIMIENTOS
Esta pequeña obra no habría visto la luz sin la imponderable
cooperación de las numerosas personas que me han ayudado,
especialmente durante la toma de fotografías. En este sentido,
agradezco la imprescindible colaboración de Felipe, Félix y
principalmente de Miguel Ángel; mi padre. En otro orden, ha sido
un regalo contar con la esmerada revisión de los textos prestada
por Guadalupe, así como con sus sugerencias. También quiero
agradecer la formación recibida de los especialistas con los que
he tenido la suerte de aprender a lo largo de mi carrera. Agradezco
especialmente al Departamento de Viticultura del ITACyL
"Zamadueñas" que me abriese los ojos, permitiéndome empezar
a caminar otra vez desde cero, en el apasionante y complejo mundo
de la Viticultura. Su apoyo durante todos estos años como fuente
inagotable de rigurosa información, ha sido y es impagable.
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ÍNDICE
PRESENTACIÓN 3
Agradecimientos 4
Introducción a los capítulos de esta guía 7
I. ASPECTOS GENERALES
1. Anatomía práctica básica de la vid 11
1.1. Estructura de madera permanente 11
1.2. Elementos de madera de renovación anual 12
1.3. Yemas 12
1.4. Pámpanos 15
1.5. Hojas 15
1.6. Zarcillos 15
1.7. Racimos 16
2. Principios generales de poda 19
INTRODUCCIÓN
A LOS CAPÍTULOS DE ESTA GUÍA
La presente obra trata de cubrir un hueco que existe en la bibliografía referente al cultivo
de la vid. Pretende ser una guía que, sin entrar en consideraciones muy científicas o de pro-
fundidad técnica, sirva de herramienta para que cualquier persona pueda entrar a trabajar,
de forma más o menos inmediata, en el viñedo, con un criterio objetivo que, aunque no
sea absoluto, le permita defenderse, al menos, en la mayoría de las situaciones más habi-
tuales que cotidianamente se presentan.
La bibliografía existente se antoja con frecuencia demasiado teórica a los ojos del traba-
jador o del aficionado que debe enfrentarse con las operaciones manuales habitualmente
requeridas. Al mismo tiempo, la mayor competitividad en el sector vinícola demanda, como
no puede ser de otro modo, el incremento de los niveles de exigencia en el viñedo. Un vi-
ñedo de buena calidad sólo puede pasar a través de un trabajo manual también de buena
calidad realizado por personal cualificado y con unas ideas claras de los objetivos perse-
guidos por las operaciones manuales que realizan. A pesar de que esta guía tiene un espí-
ritu eminentemente práctico, de aplicación rápida, que responda a la mayoría de las
situaciones, se incluyen breves introducciones teóricas de las bases de cada operación.
Así, se busca apuntar brevemente los antecedentes científicos de cada labor y su resultado
sobre la planta y el objetivo o resultado último que se perseguirá.
En esta guía se ha pretendido cubrir el hueco de información visual que existe y que quizá
sea la más importante demandada por el trabajador. Esta información visual debe quedar
comprendida claramente en la mente del operario antes de acudir al campo, para que una
vez allí, actúe con un criterio claro o sepa ejecutar adecuadamente las instrucciones genera-
les que se le encomiendan, adaptándose a cada caso concreto. He pretendido plasmar va-
rios ejemplos de diferentes soluciones cuya aplicación puede ser necesaria en varias
operaciones manuales, de acuerdo con la heterogeneidad que se presenta en las situacio-
nes reales o con los objetivos particulares buscados. Puesto que en muchas ocasiones los
ejemplos son la manera más didáctica de hacer comprender una generalidad, las operacio-
nes complejas van ilustradas paso por paso y acompañadas del razonamiento y la toma de
decisiones específica del momento, cual pensamiento en voz alta se tratase. A ello se le
une el consabido enfoque: "una imagen vale más que mil palabras".
Otra de las peculiaridades que ofrece esta guía es la interconexión de todas las operaciones
manuales para su mejor integración en la visión global del cultivo de la vid desde el punto
de vista del trabajador de campo. Habitualmente en los libros de viticultura cada capítulo
representa en sí mismo una monografía que prácticamente no hace referencias al resto de
los temas contenidos en otros capítulos de la misma edición. Por contraste, en esta guía
con frecuencia se señalan anotaciones en las mismas ilustraciones planteando próximas actua-
ciones que habrán de realizarse y problemas que han surgido por ejercicios pasados, aunque
no tengan que ver estrictamente con el capítulo que se esté tratando, pero que sí estén
integradas en el conjunto de las tareas de campo.
Otra característica de esta guía, que hasta cierto punto supone una innovación, es el hecho
de que gráficamente abunda en las situaciones reales que se encuentra el trabajador y que
se desvían de los objetivos planteados o de los resultados óptimos o ideales "de libro". En
ciertos ejemplos gráficos se enfocan los detalles que preferiblemente no deberían encon-
trarse así, contrastándolos en el texto con la situación ideal. Al mismo tiempo, en aquellos
casos en los que es posible, se describe el modo de remediar la situación que se ha encon-
trado (siendo por ello frecuentes los anti ejemplos fotográficos).
Por otro lado, las ilustraciones no suelen estar referenciadas en el propio texto ya que, al
ser ellas mismas el eje de esta guía, con frecuencia son autoexplicativas. Al mismo tiempo,
los textos habitualmente hablan de la generalidad o de la teoría, mientras que las ilustra-
ciones muestran un ejemplo de un caso concreto o, incluso, un anti ejemplo típico.
El contexto cambiante del sector vitícola exige adoptar nuevas técnicas culturales que no se aco-
metían tradicionalmente o bien, modificar la ejecución de las clásicas. Buena parte de estas téc-
nicas nuevas que se adoptan parten del hecho de la búsqueda de una mayor rentabilidad del
cultivo, en parte a través de una mayor mecanización y en parte por los nuevos criterios de
valoración del producto. No obstante, la transformación del viñedo buscando una mayor
mecanización, en términos generales, puede requerir la intensificación de ciertas operaciones
manuales que se ejemplifican en esta obra.
Se han omitido una serie de operaciones en esta guía que, pese a que tradicionalmente se
realizaban manualmente, en la actualidad son plenamente mecanizadas o premanufactura-
das (plantación, injertado…) por lo que no tienen tanto interés laboral como las operaciones
manuales que se recogen. Con el objeto de sintetizar en esta guía básica las operaciones
más importantes, no se recogen otras técnicas, por lo que se remite al lector a las obras
completas que aparecen referenciadas.
I. ASPECTOS GENERALES
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Lo que le interesa fundamentalmente al operario que va a realizar las labores manuales se res-
tringe básicamente a la anatomía macroscópica y aérea del cultivo. Por este motivo, dado el fin
inmediatamente práctico de esta guía, no se entrará a describir aspectos de la anatomía subte-
rránea, internani microscópica. Únicamente se describirán breve y visualmente las estructuras y
órganos que debe identificar el operario para realizar adecuadamente las operaciones manuales.
La vid es una planta leñosa trepadora; una liana que bajo su forma cultivada presenta una es-
tructura permanente de madera vieja formando un esqueleto de soporte más o menos regular
(Hidalgo, 1999a). Además, las cepas, presentan órganos que brotan anualmente, primero her-
báceos (pámpanos) y luego madurados a leñosos (sarmientos). Los pámpanos generalmente
brotan de la madera del año anterior y portan la cosecha del presente año (Hidalgo, 1999b).
Figura 1
Dos alternativas distintas de poda que requieren
dos estructuras permanentes diferentes. A la
derecha, se muestra una formación en doble
cordón horizontal con cinco pulgares de dos
yemas por cada brazo (doble cordón Royat)
y, a la izquierda, una poda en cabeza con
poda mixta sobre varas y pulgares de reno-
vación (Guyotdoble).
(Adaptado de Coombe et al., 1992: p.47)
Figura 2
En la parte superior se ven dos estructuras
de formación en cabeza, una podada sobre
pulgares y otra sobre pulgares y varas. En la
parte inferior se ven dos formaciones con
estructura apoya da sobre un cable y con
empalizamiento de la vegetación. La una;
formada en doble cordón podado sobre pul-
gares y la otra; formada en cabeza y podada
sobre vara y pulgar (Guyot simple).
(Adaptado de Coombe et al., 1992: pp.48 y 50)
1.3. Yemas
Las yemas son los órganos de la cepa de los que brotan los pámpanos. Dentro de ellas se
encuentran en miniatura los primordios de brotación de las primeras hojas y, si existen, de
todos los racimos que puede contener el futuro pámpano que brote (generalmente el año
siguiente a no ser que broten anticipadamente en la misma campaña). Las yemas se dis-
ponen de manera alterna y opuesta en los pámpanos o sarmientos. Se generan en la axila
de las hojas y opuestas a racimos o zarcillos. Posteriormente las yemas quedan integradas
y más o menos ocultas en el perímetro de la madera vieja. Las yemas que más nos intere-
san a la hora de realizar la poda son las primeras que se encuentran partiendo del punto
de la brotación del sarmiento. Estas primeras yemas son las que habrá que tener en cuenta
a la hora de realizar la poda (Winkler et al., 1974).
Figura 3
Poda de un sarmiento para dejar un pulgar
de 2 yemas francas. Obsérvese que el corte
se realiza de manera oblicua eliminando la
tercera yema franca, pero tratando de con-
servar la máxima superficie de diafragma
(nudo). La posición de este pulgar es bas-
tante mala debido a una formación defec-
tuosa, provocando una brotación hacia abajo
y hacia el interior de la calle.
En función de la posición de las yemas, desde las zonas más viejas a las más nuevas, se
habla de los siguientes tipos de yemas:
· Yemas de la madera vieja: Son yemas generadas en años anteriores y que han permane-
cido durmientes durante más de un ciclo vegetativo. Al ir quedando cubiertas año tras año
por capas de corteza no suelen ser visibles y se hallan ocultas en la madera vieja. Raramente
brotan. Llegado el caso se suelen emplear sólo en reformaciones. Ocasionalmente pueden ser
fértiles y generan los brotes llamados chupones.
· Yemas de la corona o casqueras: Son yemas que se encuentran justo alrededor de la base
de los sarmientos producidos el año anterior. Algunas presentan visible únicamente la
punta. No suelen ser fértiles.
· Ciega: Es la mejor formada de las yemas de la corona y, dependiendo de las variedades, suele
contener habitualmente un racimo o, en ocasiones, ninguno. Suele considerarse como yema
ciega (que no suele entrar dentro del cómputo de la carga de poda) la yema mejor for-
mada del sarmiento generado el año anterior que se encuentra separada de la base del
mismo por un entrenudo de menos de 5 mm. Existe cierta ambigüedad a la hora de consi-
derar una yema como ciega bien formada o como primera yema franca. Dependiendo de
la fertilidad del viñedo (variedad, temperatura, vigor…) y de cómo sea de productivista
el criterio de la explotación puede ser muy interesante considerar la ciega como yema a
contar en la carga de poda. De este modo se reduce "a priori" la fertilidad de los futuros
brotes (Alburquerque et al., 2004), lo cual puede ser práctico si habitualmente se necesita
hacer un aclareo del número de racimos. Por otra parte, resulta así más sencillo evitar el
De las yemas que permanecen en la cepa tras la poda brotarán diversos pámpanos en un
número que puede ser mayor o menor que las yemas contadas y dejadas a propósito tras
una labor de poda en seco. Cada yema es en realidad un yemero que puede llegar a pro-
ducir 3 pámpanos, aunque lo normal es que genere tan sólo uno procedente del cono
vegetativo o yema principal que encierra. También es posible que, por distintos motivos
como la falta de vigor, no llegue a brotar.
1.4. Pámpanos
Los pámpanos son las estructuras lineales de soporte y conducción de la planta que se gene-
ran anualmente para soportar las hojas y los racimos. Cuando los pámpanos, de consistencia her-
bácea, se lignifican o endurecen tomando aspecto maderoso, reciben el nombre de sarmientos.
La sección transversal del nudo recibe el nombre de diafragma. Es una estructura interna
tabicada a modo de criba que conviene respetar en la poda pues constituye una barrera
frente a las infecciones.
Figura 6
Cordón en el que aún no se ha completado
la formación de todos sus pulgares y los pre-
sentes no tienen una adecuada inclinación
debido a una formación inicial deficiente.
Quizá la vegetación no fue bien conducida,
produciéndose una torsión del joven cordón
haciendo que los pulgares se orientasen
lateralmente.
1.5. Hojas
Las hojas se disponen alternamente en un mismo plano a lo largo de los pámpanos y, opuestas
a ellas, pueden aparecer, en función de la fertilidad de la yema, inflorescencias y zarcillos.
Se debe buscar que todas las hojas gocen de las mejores condiciones de iluminación, pues
en función de la mayor o menor superficie foliar iluminada, dependerá fundamentalmente
la capacidad productiva del viñedo (Reynier, 1995). Las hojas se componen de limbo (su-
perficie plana de captación de luz) y peciolo (pedúnculo de sujeción e inserción del limbo
al pámpano). En la axila superior del pecíolo hay una yema que podrá brotar o no en el
mismo ciclo vegetativo.
1.6. Zarcillos
Los zarcillos son las estructuras situadas en posición opuesta a algunas hojas que permiten a
la vid trepar buscando situaciones de mejor iluminación. En nuestra situación de cultivo los zar-
cillos se enroscarán alrededor de los cables del empalizamiento o de otros sarmientos y hojas.
Es importante que la colocación de la vegetación se realice antes de que los zarcillos comien-
cen a enroscarse, lo cual viene a ocurrir unas dos semanas antes de la floración. Con ello se
busca evitar desgarros de la planta y roturas de los zarcillos que se volverían ya inútiles.
Figura 7 Figura 8
Pulgar en el que se aprecian los pámpanos procedentes Pámpano con dos racimillos y un nieto. Nótese que se
de dos yemas dobles. han suprimido tres hojas para una mejor visualización.
1.7. Racimos
Los racimos son las estructuras ramificadas a partir de un eje central, y de forma más o
menos cónica, que portan los órganos de reproducción.
En un primer momento portan las futuras flores que se abrirán, y reciben el nombre de in-
florescencias. Abiertas las flores, cuajarán en mayor o menor medida, transformándose en
pequeñas bayas en formación y crecimiento. Esta estructura en racimo, que está lejos de
alcanzar su tamaño definitivo, se suele conocer como racimillo. Finalmente, cuando el ra-
cimillo ha alcanzado un tamaño próximo al definitivo es cuando ya comienza a denominarse
comúnmente racimo.
Los racimos pueden ser de muy diferente tamaño y peso, con más o menos ramificaciones
(hombros y alas), lo cual debe ser contemplado a la hora de realizar posibles aclareos o eli-
minaciones de los mismos.
Las inflorescencias, que generarán los racimillos, proceden de la misma estructura original
que los zarcillos. Se puede afirmar que las inflorescencias son estructuras más perfectas que
los zarcillos; son zarcillos plenamente diferenciados y formados. De hecho, es posible en-
contrar zarcillos a medio diferenciar que finalmente generan alguna uva.
Figura 9
Racimo casi en mitad del envero o cambio de
color (inicio de maduración) donde se aprecia
un ala que es casi del mismo tamaño que el
eje principal. En el aclareo de racimos puede
ser útil eliminar los hombros o las alas de los
racimos en lugar de eliminar racimos com-
pletos dejando uno sólo de gran tamaño. Con
ello se busca una mayor uniformidad de la
maduración. Es preferible terminar el aclareo
antes del inicio del envero para concentrar
más el color en este evento.
Figura 10
Racimo de gran tamaño en pleno proceso de
envero. Se aprecian 2 ramificaciones laterales
de su eje central que forman sus hombros.
Puesto que todos los racimillos que producirá la cepa se encontraban ya preformados como in-
florescencias microscópicas dentro de las yemas, se deduce que en el momento que aparece un
zarcillo en el pámpano brotante, ya es inútil esperar que aparezca una inflorescencia en el
mismo. Esto es muy importante a la hora de seleccionar los pámpanos durante la poda en verde.
Habiendo presentado ya, de manera gráfica y con breves descripciones, las estructuras que
todo operario necesita identificar a la hora de acometer las operaciones manuales en el vi-
ñedo, damos por terminado este capítulo. En el siguiente, se exponen otra serie de gene-
ralidades y rudimentos teóricos con los que pasar ya a los capítulos específicos de las
diversas operaciones manuales explicadas.
BIBLIOGRAFÍA
Pese a conocerse también la poda en seco como poda de invierno, viene recomendándose
cada vez más el realizarla de manera tardía con el objeto de retrasar la brotación y con ello,
a su vez, tener más posibilidades de escapar de las heladas primaverales. Esto sólo tiene
un efecto notorio cuando se realiza de manera muy tardía con yemas hinchadas, o incluso
con la brotación de las yemas apicales, o bien de modo muy precoz antes de la caída oto-
ñal de las hojas. Reviste un gran interés, a la hora de gestionar los tiempos de las tareas
de poda, el combinar una prepoda mecánica tardía (que retrasará más o menos la brota-
ción de las yemas de interés) seguida de la poda definitiva. Esta poda manual definitiva
se puede acometer entonces con gran rapidez, pues consistirá simplemente en ajustar el
número de yemas, estando ya casi totalmente eliminados los sarmientos y retirados de la
planta por la acción de la prepodadora. No obstante, hay que tener en cuenta que esta ope-
ración debilita las plantas más que realizándola en total reposo, lo cual podría ser perju-
dicial o beneficioso según el vigor del viñedo y nuestros objetivos.
Figura 11
La dominancia apical, o acrotonía de la vid,
se aprecia claramente por la brotación más
adelantada de las yemas de los extremos
(más altas, distales o apicales) frente a las
de la base.
La vid es un cultivo leñoso frutal con una gran peculiaridad que lo diferencia del resto de
especies leñosas frutales que se cultivan habitualmente. Esta peculiaridad radica en que
la vid es una liana. Eso implica que no tiene capacidad autoportante y tiende a crecer de
manera continua si los recursos no la limitan, apoyándose en los elementos que la rodean
(Jackson, 1998). A esto se une el hecho de que las características productivas que en úl-
timo término se buscan habitualmente no son las de la fruta en sí, sino las de su producto
transformado por la fermentación, que es el vino. Además, las características que cada vez
más se valoran son otorgadas por compuestos del metabolismo secundario (substancias
no vitales para la planta) como son los polifenoles, responsables mayormente del color y
del sabor del vino tinto, y las moléculas aromáticas con sus precursores.
Figura 12
Como puede verse en este viñedo, las cepas
han continuado creciendo mucho después de
la primavera al no tener limitados los recursos,
y han rebosado la estructura de empaliza-
miento cayendo por su propio peso. La correcta
gestión del viñedo debe huir de esta situación.
Figura 13
A la izquierda se muestra una poda corta
sobre doble cordón horizontal con 5 pulgares
de 2 yemas por cada brazo (doble cordón
Royat) y a la derecha una poda larga en
cabeza con poda mixta sobre varas y pul-
gares de renovación (Guyot doble).
(Adaptado de Coombe et al., 1992: p. 47)
Se puede clasificar la poda en dos grandes tipos, en función de la longitud de los elementos
productivos que se retienen para que broten (Yuste, 2001). Así, los sarmientos proceden-
tes del ciclo anterior se podarán dejando un trozo más o menos largo, que contendrá en
proporción un número mayor o menor de yemas:
· Poda corta: Se deja únicamente el tramo inicial del sarmiento, que recibe habitualmente
el nombre de pulgar o pitón, y que contiene de 1 a 3 yemas francas contadas (Albur-
querque et al., 2003) pudiendo haberse podado sólo sobre yemas de la base (Alburquerque
et al., 2004).
· Poda larga: Se deja un segmento del sarmiento más largo conteniendo al menos 4 yemas
francas o contadas. Estos elementos productivos largos reciben nombres variables como
vara, cargador, uvero, espada, bandera…
Figura 14
Poda en doble cordón Royat sobre 6 pulgares
de 2 yemas francas, en el que se aprecia una
distancia irregular entre las posiciones de pro-
ducción. Apréciese la gran longitud de los
pulgares al haberse respetado totalmente
el último entrenudo con incluso parte del
diafragma.
La fertilidad de las yemas varía en función de la variedad o incluso del clon (Yuste et al.,
2006; Rubio y Yuste, 2005; Rubio et al., 2005) y las condiciones del cultivo. En principio,
las podas cortas se emplean para condiciones y variedades con una fertilidad adecuada en
las yemas más cercanas al origen del sarmiento (yemas más basales o de menor rango)
(Alburquerque et al., 2005) y las podas largas para aquellas variedades o condiciones en
Figura 15
Joven cepa pre podada en la que se han
arqueado 2 varas y respetado 2 pulgares.
No obstante presenta un vigor demasiado
reducido. Habría que reducir drásticamente
el número de yemas y esperar a que se for-
talezca más antes de realizar poda larga.
Nótese que al estar formada la cabeza
demasiado cerca del cable, provocaría una
curvatura excesiva de las varas al ser atadas,
en el caso de que finalmente se dejaren. Lo
más recomendable sería podar para formar
adecuadamente.
las que no se consigue una fertilidad adecuada dejando únicamente las primeras yemas
cercanas al origen de la brotación. Esencialmente, siempre es deseable podar sobre pulgares
pues es más cómodo y rápido, más fácilmente mecanizable y entraña menos dificultades a
la hora de evitar el alejamiento de los elementos de producción por el alargamiento de la
madera vieja (Yuste, 2000). Por este motivo, las podas largas suelen combinarse con ele-
mentos cortos de renovación para evitar el envejecimiento de la estructura permanente.
BIBLIOGRAFÍA
3. GENERALIDADES DE LA FASE DE
FORMACIÓN Y FORMACIÓN GENÉRICA
DEL TRONCO
Podrían adoptarse dos estrategias en la fase de formación; una acelerada intensiva y otra
tradicional más lenta. La estrategia acelerada intensiva es muy exigente en insumos y mano
de obra requiriendo unas condiciones del medio óptimas que no siempre se dan. La estra-
tegia de formación intensiva, posteriormente descrita, difiere de la tradicional buscando
reducir el periodo improductivo por medio de las herramientas y del contexto que ofrece
la viticultura moderna. Para ello, se busca acelerar al máximo desde el principio el creci-
miento sólo de los órganos de interés de las jóvenes plantas que formarán las estructuras
permanentes de las cepas. Las altas exigencias se concretan en forma de fertilización, pre-
paración del terreno e irrigación y de mano de obra especializada no muy puntual pero sí
reiterada, constante y progresiva durante todo el periodo vegetativo, que se pretende que
sea de crecimiento continuo (Jackson, 1998). El vigor conferido y el crecimiento continuo
tratarán de canalizarse a través de brotaciones anticipadas de las yemas laterales seccio-
nadas y fomentadas por medio de despuntes. De otro modo esto se realizaría anualmente
con la poda en seco.
Las actuales circunstancias empresariales globales, en las que todo cambia muy rápido, al-
canzan también a la viticultura. Por ello, se busca recuperar la inversión cuanto antes, reduciendo
los periodos improductivos al máximo. Por otro lado, se da la realidad de que el contexto
de la viticultura es cambiante, enfrentándonos a condiciones que frecuentemente permi-
ten un mayor potencial vegetativo que de manera clásica (material vegetal, terrenos más
fértiles, fertilización, irrigación, maquinaria de preparación del suelo…). Ambos hechos nos
invitan a tratar de acometer esta fase de formación de un modo más rápido, siempre y
cuando se den las condiciones necesarias y se actúe con previsión y criterio (Arranz et al.,
2003). De cualquier modo, siempre los limitantes principales serán la suficiente disponi-
bilidad continua e intensiva de mano de obra y el vigor e implantación de las jóvenes
cepas. En el caso de que no se cuente adecuadamente con ambas condiciones se acome-
terá esta fase de una manera más pausada y gradual (Winkler et al., 1974).
En el caso de que por falta de mano de obra o por escasez de vigor no se pueda acometer
la labor de selección del brote más vigoroso y central muy tempranamente, se dejará crecer
libremente la planta durante el primer año (Yuste et al., 2005). Antes que realizar la selección
de brotes tardíamente cuando ya se están desarrollando bien, es preferible no tratar de aco-
meter el proceso acelerado de formación y seguir los tiempos tradicionales. Si se hace
tarde se estará castigando a la planta con una eliminación súbita y grande de superficie
foliar con el consiguiente derroche de sus reservas invertidas.
· Cada 7-14 días se repasará el viñedo en formación eliminando rutinariamente las yemas
y brotes laterales incipientes innecesarios. Al mismo tiempo se entutora, guía y ata bus-
cando siempre un ÚNICO ÁPICE DOMINANTE TRONCAL (VERTICAL). Se insiste en la con-
dición irrenunciable de poder disponer de mano de obra suficiente como para realizar
repases de guiado y selección unas 3-4 veces al mes en el caso de que se quiera acome-
ter la formación acelerada. Si no, se realizará del modo tradicional más pausado antes
que actuar en verde tardíamente.
Figura 16
Normalmente los plantones vienen injertados
con 2 ó 3 yemas y habitualmente se entubarán
directamente para protegerlos de plagas y acci-
dentes, así como para fomentar un crecimiento
rápido y con menor emisión de brotes laterales.
Apréciense las 3 yemas que ha dejado el viverista
protegidas por la cera. El injerto debe estar
siempre a unos 15 cm. por encima del nivel del
suelo para evitar que emita raicillas. Si tras el
primer ciclo vegetativo no hemos logrado
obtener un tronco suficientemente vigoroso,
haremos una poda de retroceso dejando la
joven cepa de nuevo con 2 ó 3 yemas igual
que si hubiese sido recién plantada.
· Cuando se rebase unos 30 cm. la altura buscada del tronco, se pinzará el ápice para de-
tener su elongación y concentrar el crecimiento en la longitud respetada, fomentando
además una homogénea emisión de laterales. El objeto de despuntar más lejos de la al-
tura deseada se debe a que, a dicha altura, el brote tenga un grosor adecuado y no tan
fino como en el extremo despuntado en este momento.
· Durante las operaciones de poda, atado y guiado primaverales es necesario limpiar las yemas
de los nudos del tronco para evitar que generen brotes en el futuro. No obstante, podría ser
adecuado respetar incluso 2 yemas (en la base y parte superior del tronco) como medida de
seguridad para poder usarlas en la posible reformación futura del tronco o brazos por causa de
plagas, enfermedades, accidentes o necesidad de rejuvenecimiento de la estructura permanente.
No obstante, incluso en este caso, puede preferirse entubarlos para dotarles de cierta pro-
tección frente a roedores, plagas, granizo, heladas…
Figura 17
Desyemado primaveral manual y por medio
de tijera.
Por las ventajas adicionales que presentan los tubos frente a los tutores, cables y cuerdas,
son generalmente recomendables siempre y cuando no provoquen un calentamiento excesivo
de la planta en el interior. Preferiblemente serán de color claro, con algo de ventilación,
desmontables y cerca de la altura del tronco perseguida.
Figura 18
Tubo de plástico blanco flexible rigidizado por
un tutor metálico colgado del alambre de for-
mación. El tubo mostrado tiene aproximada-
mente 80 cm., se sirve en rollos y no presenta
aberturas de ventilación.
BIBLIOGRAFÍA
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plantación de vid en la D.O. Rueda. Rueda. Revista oficial del Consejo Regulador de la
D. O. Rueda. 4: 8-20.
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· Departamento de Viticultura. Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León
(2004b).La poda de formación II: Espaldera. In Boletín Vitivinícola. Consejo Regulador
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del cordón bilateral en espaldera en la D.O. Ribera del Duero. Tierras de Castilla y
León. 120: 32-36.
4. FORMACIÓN EN CABEZA
PARA PODA EN GUYOT
El sistema de poda mixta Guyot es un sistema de poda en cabeza donde se presentan dispues-
tos centralmente o en brazos muy pequeños elementos cortos de renovación (pulgares) y otros
largos encaminados a incrementar la fertilidad y con ello la producción (varas). Por este motivo,
se suele optar por este sistema de poda cuando se cultivan variedades de fertilidad reducida
como, por ejemplo, Prieto Picudo (Yuste et al., 2001), Merlot o Sauvignon Blanc y, en menor me-
dida, Cabernet Sauvignon o Verdejo (Yuste et al., 2006; López-Miranda et al., 2004; Yuste et al.,
2004; López-Miranda et al., 2003; Rubio y Yuste, 2005; López-Miranda y Yuste, 2005). De modo muy
gráfico también recibe el nombre de poda en vara y pulgar o en daga y espada (Hidalgo, 1999).
Figura 19
(Adaptada de Coombe et al., 1992, p. 74):
Cepa que se podría considerar formada en
cabeza pues los dos brazos que presenta son
muy cortos. Su poda anual de producción es
una poda mixta en Guyot doble. Obsérvese
que la cabeza está formada por debajo y a
cierta distancia del cable de producción al que
se sujetan las varas.
Una vez formado el tronco a la altura diseñada inicialmente (tal y como se describe en el
capítulo anterior) se pasará a formar la cabeza tras preferiblemente fijar el último entre-
nudo o el mismo tutor al cable de formaciónproducción horizontal. Esta altura de forma-
ción debe ser inferior a la del cable de atado anual de las varas de producción y de inicio
del plano de vegetación para lograr un correcto arqueado ligero de dichas varas.
Figura 20
(Adaptada de Coombe et al., 1992, p. 50):
Guyot simple con tronco guiado por un tutor
y enrollado de la vara anual alrededor del
primer cable.
En el caso de que se haya optado por una poda en Guyot doble puede ser adecuado, pero
no imprescindible, desagrupar ligeramente la inserción futura de las varas y pulgares. De
esta manera, en lugar de disponerlos agrupados directamente a ambos lados de la cabeza,
se podría formar un pequeño brazo corto de 58 cm. de longitud a cada lado del eje de la
cepa, con lo que se descongestiona esta zona central (Jackson, 1998). No obstante, siempre
habrá que mantener que la clave de la poda en Guyot es la renovación anual empleando el
sarmiento más cercano a la estructura permanente, emitido normalmente por el pulgar más
próximo a ésta. Con ello evitaremos el alargamiento de las posiciones de producción y la
acumulación de cicatrices de poda.
Figura 21
Esquema cronológico de formación en cabeza
para poda mixta en Guyot doble.
(Adaptado de Coombe et al., 1992: p. 39)
Para lograr formar estos 2 pequeños brazos, en la poda de formación de la cabeza, los 2
pulgares que se dejen a ambos lados serán de la longitud final perseguida (unos 10 cm.).
La formación de estos mini brazos debe finalizarse con una yema orientada hacia arriba.
De este modo, en la siguiente poda en seco, se eliminará el último sarmiento (que brotó
hacia arriba) y quedará como pulgar de renovación el orientado hacia abajo para que las
varas y pulgares de renovación futuros no lleven una orientación muy vertical de brotación.
Ello contribuirá a frenar el alargamiento gracias a la tendencia a la brotación de las yemas
a más altura y favorecerá el arqueado y atado de las varas.
Por su corta longitud y posición más baja, no es imprescindible atar estos brazos al em-
palizamiento, pues lo que esencialmente define la estructura delGuyot son sus varas. Éstas
pueden disponerse horizontalmente en el cable de formación, pero es preferible darles un
ligero arqueado para uniformizar la brotación de sus yemas.
Posteriormente se eliminan las primeras yemas o brotes de este futuro brazo conservando
únicamente los dos últimos con las orientaciones indicadas. De este modo sólo tendremos
2 brotes vigorosos como si hubiésemos podado sobre un pulgar de 2 yemas (Winkler et al.,
1974).
Durante los primeros años en los que se usan varas hay que poner especial atención al nú-
mero de yemas retenidas para no debilitar en exceso la cepa. A medida que la cepa vaya
desarrollándose, fortaleciéndose y estabilizándose, se irá incrementando la longitud de la
vara. Comenzar con un número inferior de yemas en función del número de sarmientos
desarrollados previamente.
En todo este tiempo de formación, incluyendo el primer año con estructura definitiva, se
realizará un aclareo de racimos dejando un máximo de un racimo por cada pámpano y sólo
cuando se vea que dicho pámpano, y la planta en general, presenta un desarrollo y vigor
adecuados.
BIBLIOGRAFÍA
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· Hidalgo, L. (1999). 22. Normas de poda. Podas de madera larga. De pulgar y vara. In:
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5. FORMACIÓN EN CABEZA
PARA PODA EN VASO
El vaso es un sistema de conducción sin empalizamientos que presenta los elementos ve-
getativos dispuestos radialmente en cabeza de manera libre y globosa (Yuste et al., 2002).
Suele presentar brazos cortos con pulgares (Yuste, 2001) aunque también varas cortas con
pulgares de renovación (habitualmente para variedades como Verdejo y Prieto Picudo).
Los vasos tradicionales (con una altura hasta la cabeza de 15-30 cm.), gozan de la ven-
taja de una mejor rehidratación nocturna y resistencia frente a la sequía (Hidalgo, 1999;
Yuste y Rubio, 2003; Yuste y Rubio, 2002). Podría ser preferible una formación en vaso más
alto entutorado frente al vaso bajo tradicional porque goza de una serie de ventajas que
ocasionalmente superan a los inconvenientes:
· Ergonomía del personal (rodillas, espalda…) y rapidez del trabajo.
· Menor afección de las heladas (gradiente térmico).
· Posible mejora del microclima del racimo:
·sanidad (menores humedad, polvo, plagas y enfermedades…)
·calidad (menor temperatura máxima, mayor iluminación reflexiva...)
Figura 22
Dos formaciones en cabeza; la de la derecha
podada sobre 7 pulgares de 2 yemas y, la de
la izquierda, con poda mixta con 3 varas ar-
queadas de unas 9 yemas cada una, más 3
pulgares respectivos de renovación.
(Adaptado de Coombe et al., 1992: p.48)
Como siempre, se continuarán eliminando precozmente todos aquellos brotes o yemas in-
cipientes que no interesen (antes de que se genere un gasto y una competencia mayor en
el crecimiento de la cepa). Igualmente, se eliminarán tempranamente las inflorescencias
que produzca la cepa en formación. Puede ser interesante sujetar en dirección ascendente
y de manera temporal aquellos pámpanos que interesa favorecer con lo que, por un lado, se
potencia su crecimiento y, por otro, inhiben la brotación de otras yemas que no interesan.
Figura 23
Esquema cronológico de formación en cabeza
para poda en vaso.
(Adaptado de Coombe et al., 1992: p. 39)
Partimos de una cepa que presenta un tronco que alcanza la altura deseada de formación
de la cabeza por medio de las técnicas desarrolladas en el capítulo 3. Para llegar a este es-
tado, se eliminaron en seco todos los sarmientos salvo el seleccionado, que debe cumplir
cuanto más mejor las características de:
· verticalidad,
· vigor,
· cercanía a la madera vieja.
Este sarmiento seleccionado se podó en seco respetando 2 yemas a la altura del embrazado.
También se respeta el entrenudo inmediatamente superior; muy útil para atarlo al tutor. En
primavera, tan pronto como se supere el periodo de heladas, se seleccionará el mejor de
los dos brotes atándolo verticalmente al tiempo que se elimina el peor de ellos. A lo largo
del ciclo vegetativo en curso se eliminarán precozmente y en verde todos los demás bro-
tes que no procedan del seleccionado con el objeto de concentrar el crecimiento en éste.
De la misma manera se eliminarán todas las inflorescencias que la cepa produzca hasta que
se complete la fase de formación. Cuando el brote seleccionado alcance unos 40 cm. se po-
dría despuntar para fomentar una emisión fuerte y homogénea de laterales. Los 2 latera-
les inferiores en adelante podrán formar la horquilla en la poda en seco si para entonces
alcanzaron suficiente vigor.
Si por el contrario, se aprecia que los laterales que emitió la cepa muestran suficiente
vigor, se pasará a iniciar la formación de los brazos. Para ello se poda eliminando el tramo
del sarmiento central que queda por encima de los 2 mejores laterales (los más bajos, vigoro-
sos y bien dirigidos). En situaciones de gran potencial, podrían llegar a retenerse 3 late-
rales, pero esta situación no es ni frecuente ni deseable. Los sarmientos laterales retenidos
(generalmente 2) se podan a su vez como pulgares de 1 ó 2 yemas en función del número
final de brazos que se deseen (una yema por cada brazo deseado). De esta manera queda
formada la horquilla principal con un pulgar a cada lado.
De nuevo, a lo largo del periodo vegetativo siguiente se eliminarán precozmente los chu-
pones y brotes que no se correspondan con las 3 a 6 yemas francas totales dejadas. En el
caso de que el porte de los pámpanos sea muy péndulo, sería aconsejable atarlos hacia
arriba para fortalecerlos y reducir brotaciones no deseadas.
BIBLIOGRAFÍA
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en regadío. Vida Rural. 163(2): 23-27.
Figura 24
Cepa formada en doble cordón Royat con 5 pul-
gares por brazo de 2 yemas vistas.
(Adaptado de Coombe et al., 1992: p. 74).
Frecuentemente las conducciones en cordón, para cultivar como espalderas, suelen asen-
tarse sobre terrenos con un potencial mayor y con disponibilidad de otras técnicas más mo-
dernas como la irrigación (Yuste y Rubio, 2003; Yuste y Rubio, 2002). Por este motivo,
habrá que aprovechar la fertilización y la irrigación para potenciar al máximo el creci-
miento de las jóvenes cepas (Arranz et al., 2003). En otro orden, el hecho de que habi-
tualmente sólo se dividirá la estructura permanente una vez, hace que no haya tanta
diferencia entre una estrategia muy intensiva y acelerada y otra más pausada y tradicional.
se les va domando con cierta curvatura. Para ello, dichos pámpanos se conducen y sujetan
atándolos holgadamente a los cables del empalizamiento. Esto es necesario para prepon-
derar su crecimiento inhibiendo la brotación de las yemas laterales y, al mismo tiempo, para
ir domando el pámpano facilitándose la curvatura de la bifuración. Cuando se necesite for-
mar la bifurcación del embrazado partiendo de separaciones grandes como 15 cm., puede
ser preferible doblar los pámpanos haciendo un bucle o lazo (en lugar de una horquilla) para
formar el brazo del lado opuesto a la brotación. Con ello se evita que exista una separa-
ción excesiva entre los pulgares centrales. Cuando no se hayan podido formar los 2 brazos
mediante 2 laterales iguales procedentes del tronco se usará el primer nieto procedente del
brazo que sí se haya podido formar. En este caso se potenciaría el crecimiento de dicho
nieto orientándolo verticalmente, mientras que el lateral del que parte se posiciona hori-
zontalmente para formar el brazo. De este modo se tenderá a envigorizar el nieto y a des-
vigorizar el brote del que brota, equilibrando así su diferencia de vigor.
Figura 25
Estrategia intensiva con despunte y manejo en verde incorrectos.
En el manejo tradicional de la fase de formación, el plantón se
deja crecer de manera más o menos libre y las operaciones en
verde no se realizan o, como en el caso mostrado, se aplican de-
masiado tarde con brotes ya muy desarrollados. La eliminación
tardía de estos brotes debilita doblemente la formación de la cepa
porque desperdicia la gran inversión realizada por la planta para
generar esos órganos y, por otro lado, se amputan drásticamente
las hojas fotosintéticamente activas con las que se alimentaba.
Con una visión más moderna e intensiva, se podría haber recurrido
a un entubado hasta casi la altura del cable horizontal de forma-
ción, guiando únicamente los 2 nietos necesarios. Seguramente
podrían estar formando ya los 2 brazos laterales del cordón que
se persigue. Se puede observar cómo se ha cortado el pámpano
troncal (casi leñoso ya) muy tardíamente viendo su diámetro y
cómo se ha permitido que crezcan innecesariamente 4 brotes
(excesivos) y desde posiciones inútilmente bajas.
Se despunta en función del vigor, cuando el pámpano que formará el brazo haya rebasado
su longitud final deseada en 30-50 cm. solapándose con el segmento adyacente. Seguida-
mente se atan o provisionalmente se enrollan ligeramente alrededor del cable de formación
para evitar daños por el viento y determinar el posicionamiento vertical de las yemas. Es
crucial que se asegure una forma recta durante esta fase y el año siguiente, pues será la
forma definitiva durante toda la vida útil del cordón. Si es preciso se reatará cuantas veces
sea necesario (Winkler et al., 1974).
Figura 26
Jóvenes cepas en formación en las que se
han cometido varios errores. En 1º lugar: la
formación de la horquilla o división se pre-
tende realizar con brotes demasiado próxi-
mos al cable de formación. Ello incrementará
el riesgo de rotura en el momento de doblar
los pámpanos para formar los dos brazos, y
quedarán arqueados por encima del cable.
En 2º lugar: se ha tomado la costumbre de
formar cada brazo en años diferentes lo cual
fomentará una asimetría de la expresión vege-
tativa entre ambos brazos. En 3º lugar: no se ha
realizado una selección precoz de los brotes
que concentrase el vigor en los 2 pámpanos que habrían formado ya los 2 brazos en un mismo momento. En 4º lugar: los
pámpanos destinados a formar los brazos deberían haberse comenzado a domar en verde, pues con la consistencia más
leñosa que tienen ya (bayas tamaño guisante) y con la orientación tan vertical, será muy probable que se rompan en el
momento de atarlos al cable. En 5º y último lugar: no se ha realizado un aclareo de racimos, habiendo en ocasiones más
de 2 racimos por cada brote. Esto está lastrando el vigor de la planta impidiéndole generar brotes fuertes necesarios en
una correcta etapa de formación.
un sarmiento procedente de una yema en posición inferior ya que, de este modo, se con-
serva mejor la linealidad del cordón y no hay tanto riesgo de rotura al domarlo.
Figura 27
Pulgares con una separación holgada tras el
segundo año de establecimiento. Pueden
apreciarse los nudos que se descartaron elimi-
nando los brotes que emitieron para formar
los pulgares. Seguramente contendrán yemas
durmientes o de la madera vieja que eventual-
mente podrían emitir chupones.
Figura 28
Esquema de formación semiintensiva en
cordón horizontal.
(Adaptada de Coombe et al., 1992: p. 39)
Partiendo de nuevo de un tronco vertical adecuadamente formado, se eliminan todos los sar-
mientos del ciclo anterior y se ata el tronco al cable de formación. En primavera, tras la poda
en seco y el periodo de heladas, se seleccionan en verde 2 brotes laterales opuestos que bro-
ten entre 10 y 20 cm. por debajo del cable de formación. El resto se eliminan repetidamente al
igual que sus yemas. A medida que van creciendo los 2 pámpanos que formarán los 2 brazos,
se sujetan a los cables del empalizamiento para que crezcan hacia ambos lados y un poco obli-
cuamente. Con ello se conservará parte de la verticalidad que fomentará su preponderancia y,
al mismo tiempo, se irán orientando con la curvatura necesaria para formar la horquilla. Gene-
ralmente se eliminarán todos los racimos aunque, si el vigor lo permite, podría dejarse uno por
cada pámpano. Por otro lado, se evitará que se partan por la acción del viento o la maquina-
ria. Antes de que la madera de los pámpanos comience a madurar y a endurecerse (lignifica-
Figura 29
Típico ejemplo de cepa retrasada en su for-
mación con respecto al resto. No se pudo
formar satisfactoriamente el cordón horizon-
tal por un accidente. Tampoco se guió bien
en su día el tronco, por lo que, inevitable-
mente, permanecerá torcido. Se han elimi-
nado todas las esperguras del tronco excepto
la superior. Lo más correcto habría sido
podar el tronco dejando sólo los dos brotes
inferiores para evitar la acumulación de cicatri-
ces de poda en la estructura permanente ya
existente. No obstante, dado el retraso de
esta cepa con respecto a las demás, se ha
preferido pasar directamente a acometer la
formación de los brazos.
ción), habrá de haberse logrado un buen desarrollo que cubra la longitud del futuro brazo. En
este momento, se procederá a un riguroso atado y orientado de las yemas que formarán los pul-
gares. En el caso de que la orientación de las yemas no sea vertical, se podrá girar y enrollar
ligeramente el pámpano buscando que las yemas queden perfectamente orientadas hacia arriba.
Para ello se probará acometiendo la formación sobre el cable por un lado o por otro del mismo.
Figura 30
Debido a que el tronco existente no ha emi-
tido al menos 2 yemas superiores con las
que acometer el embrazado, se ha decidido
eliminar tanto el ápice como el racimo exis-
tente para fomentar la brotación inmediata
de laterales. Ello permitirá formar rápida-
mente ambos brazos con la curvatura ade-
cuada para formar la horquilla del cordón.
Posteriormente, habrían de atarse para
obtener la estructura deseada.
En invierno se reafianzará el atado y la orientación de las yemas y se podarán todos los sarmientos
existentes dejando únicamente los 2 que están formando los brazos del cordón. Con el inicio de
la brotación será el momento en el que se decida finalmente la posición de los futuros pulgares.
Para ello se eliminarán todos los brotes y yemas que no estén en las posiciones de interés. En
función del vigor de las cepas y de la separación en la línea, se buscará una equidistancia entre
brotes de 15-20 cm. a lo largo de toda la línea. En función del vigor podría dejarse hasta un ra-
cimo por cada brote (Yuste et al., 1999b; Yuste et al., 2000).
Figura 31
Durante las operaciones invernales de forma-
ción se seleccionan los sarmientos mejor orien-
tados y más vigorosos para formar el cordón
o brazos. Para ello se podría enrollar ligera-
mente a lo largo del cable de formación. No
obstante, es preferible fijarlo por atado sin
enrollado para evitar que el cable se incruste
dificultando renovaciones futuras. Tras ello, se
eliminarán las yemas orientadas hacia abajo.
En el caso de que sea necesario prolongar el
cordón en lo sucesivo, se respetará como yema
terminal una que esté orientada hacia abajo.
En el último invierno de formación se podan como pulgares los sarmientos que crecieron
del cordón en el ciclo anterior. En función del vigor se podarán al menos este año preferi-
blemente como pulgares de una yema franca. Con ello queda ya establecido el cordón con
sus posiciones fijas de producción y renovación anuales.
Figura 32
Horquilla del cordón formada en el pasado
invierno. Debería haberse dejado el último
entrenudo superior del tronco para atarlo al
cable de formación. Por otra parte se ha
cometido el error de no seleccionar sólo aque-
llos brotes que constituirán los futuros pul-
gares para concentrar el crecimiento sólo
sobre ellos. Al mismo tiempo se aprecia cómo
el año anterior ya se formó algún pulgar, lo
cual fomentará desequilibrios entre ellos al no
formarse todos a la vez. Los brazos deberían
ser formados mucho más coherentes con el
cable, bien sujetos a él siguiendo una línea
recta; por lo que deberían atarse al cable. Simultáneamente, debería haberse girado el sarmiento de la izquierda para que
las yemas de los brotes que formarán los pulgares miren hacia arriba y no lateralmente como se muestra. Por otro lado se apre-
cia cómo los cortes se están realizando justo por encima de las yemas que se quieren respetar. Esto no es adecuado, pues
habría que respetar cuanto más mejor del siguiente entrenudo (incluso el diafragma superior).
Es muy recomendable acudir a la referencia digital que seguidamente se señala para obte-
ner otra visión y descripción de los pormenores: (Departamento de Viticultura. Instituto
Tecnológico Agrario de Castilla y León, 2004).
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en regadío. Vida Rural. 163(2): 23-27.
Habitualmente observamos que todo un mismo viñedo es podado con el mismo número de
yemas y elementos productivos (pulgares, varas…) en todas sus cepas. Esto no es adecuado,
dada la gran diversidad que existe dentro de una misma zona o parcela. Esta rutinaria ho-
mogeneidad en el tratamiento se extrapola incluso a una misma comarca productiva, pese
a la gran heterogeneidad que imponen sobre la expresión de las cepas factores como el
porta injerto, el suelo, la fertilización mineral, el riego, la variedadclon, el manejo del
suelo… A mayores de la heterogeneidad intrínseca del medio natural, se une el hecho de
que los objetivos productivos, tanto cualitativos como cuantitativos, varían según el gusto
del viticultor, climatología de la añada presente y previa, parámetros de tasación de la
uva, perfil del vino perseguido, etc.
Todos estos condicionantes hacen que el conjunto de cada parcela lo debamos orientar
hacia un objetivo productivo específico y que, dentro de cada parcela, debamos acomodar
cada cepa hacia esa meta común, buscando la máxima homogeneidad posible en la vendimia
total (Jackson, 1998). Por esta razón, debemos dar un tratamiento ligeramente diferente
a cada cepa para poder conseguir un resultado homogéneo y no, como suele hacerse, dar
el mismo tratamiento a cada cepa obteniendo de ese modo un resultado final heterogéneo
(Hidalgo, 1999).
Dentro de este tratamiento específico que debe darse a cada cepa, y en primer lugar cada
año dentro de las operaciones manuales, se encuentra la poda en seco. La poda en seco
también se suele llamar poda de invierno aunque puede ser recomendable realizarla en pri-
mavera, cerca de la brotación, para retrasar ésta y así tener más posibilidades de escapar
de las heladas primaverales.
Podríamos decir de manera simplista, pero muy útil en su aproximación, que debemos dejar el
mismo número de yemas que número de sarmientos de dimensión adecuada se han desarro-
llado a lo largo del ciclo anterior (Reynier, 1995).
Ante esta afirmación caben dos apreciaciones fundamentales para interpretarla correcta-
mente: la primera es que teóricamente habría que recordar la cuantía de brotes producidos
por la cepa pero eliminados durante las operaciones en verde (si fue más o menos intensa) y,
en segundo lugar, hay que definir lo que consideraremos "sarmiento de dimensión adecuada",
y entonces buscar su equivalencia en número con respecto a los sarmientos producidos en
realidad. Este sarmiento de dimensión adecuada se irá describiendo a lo largo de este ca-
pítulo.
A la hora de juzgar la expresión vegetativa de cualquier cepa, debemos comprender con cla-
ridad tres conceptos que, si bien son muy parecidos y están interrelacionados, son dife-
rentes entre sí (Winkler et al., 1974):
1. Capacidad: estrictamente se refiere al peso total de la materia seca producida por una
cepa. Cotidianamente nos referiremos a capacidad para hablar del peso total sólo de la
madera de poda generada por una cepa.
2. Desarrollo vegetativo: puede ser la longitud de los sarmientos producidos o incluso el vo-
lumen de vegetación que generan.
3. Vigor: hace referencia al grosor de los sarmientos producidos por la cepa y consecuen-
temente al peso individual de cada uno.
Figura 33
Evaluación del número de sarmientos equivalentes de vigor ade-
cuado en la siguiente cepa en doble cordón Royat. Se estiman
9 ó 10 sarmientos equivalentes de vigor homogéneo suficiente.
Además, se puede observar cómo en el pulgar de la derecha sólo
ha brotado una yema y hay una ausencia total de nietos. Con ello
podemos estimar dejar 12 yemas en 6 pulgares. Esto obligará a
amputar uno de los pulgares que preferiblemente será el primero
de la izquierda para que así cada brazo cuente con 3. Teórica-
mente deberíamos dejar 5 pulgares pero dada la asimetría que
se provocaría, y que se eliminarían 2 pulgares de una vez, es
preferible eliminar uno sólo y realizar una poda más corta en los
restantes para fomentar el crecimiento vegetativo y envigorizar
un poco más el conjunto. En función de cómo reaccione la cepa
con la reducción de carga así se reajustará durante la siguiente
poda.
Figura 34
Obsérvese que la longitud final del presente
pámpano se ha logrado de manera natural
tras secarse la yema terminal sin haberse
realizado despunte alguno.
Figura 35
Sarmiento con un peso de unos 45 g, que se
considera poco vigoroso para la longitud que
presenta pero aún dentro del rango ade-
cuado.
El registro del peso de la madera de poda de las cepas de control de cada viñedo es extre-
madamente útil. Es imprescindible para el cálculo de diversos parámetros que nos ayuden
Figura 36
Sarmiento con un diámetro de 7 mm. en el 7º
entrenudo, lo cual se podría considerar muy
adecuado para uva tinta de alta calidad.
a entender su comportamiento según el manejo efectuado cada año, y así tomar decisiones
acertadas con un criterio objetivo. Es necesario recoger estos datos en las cepas control
durante el reposo vegetativo y con ello orientar la labor de poda global de su viñedo.
Con el conjunto de datos recogidos que definen la expresión de las plantas, podremos en-
tonces orientar nuestra tendencia a la hora de podar cada cepa. Con ellos, y con el tiempo
y la experiencia en la impresión rápida visual, se tenderá hacia un número mayor o menor de
yemas (Tassie y Freeman, 1992) para obtener una expresión vegetativa equilibrada (cosecha
versus madera) (Alburquerque et al., 2006; Alburquerque et al., 2005b). Incluso, razona-
remos la necesidad de retener yemas de mayor o menor rango para buscar una fertilidad
distinta (Alburquerque et al., 2004) que desplace el equilibrio vegetativo y productivo
hacia nuestro objetivo (Alburquerque et al., 2005a).
Figura 37
La cepa mostrada produjo 0,6 kg de madera
de poda con una distancia dentro de la línea
de 1m lo cual está en el límite superior del
rango óptimo; máxime pensando que hubo
que actuar en verde con cierta intensidad.
Esto recomendaría dejar de 10 a 20 yemas
pero se tenderá más bien hacia el límite in-
ferior al tener en cuenta la corta distancia
dentro de la línea (1m) que desaconsejaría
mayores densidades lineales de brotes.
De manera no contemplada en esta guía se podría también, en función de los parámetros es-
tudiados, actuar sobre la gestión del potencial del cultivo (cubiertas vegetales, fertilización,
irrigación…) para modificar la expresión de las cepas sin variar la carga de poda estándar o
bien modificar el conjunto de técnicas para conseguir el equilibrio y la expresión deseada.
BIBLIOGRAFÍA
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En el caso más sencillo, donde la cepa se halle perfectamente equilibrada, bastará con re-
novar cada uno de los pulgares en la misma posición empleando el sarmiento de brotación
más baja procedente del pulgar del año anterior. Simplemente habría que dejar un nuevo
pulgar en cada posición donde crecieron 2 sarmientos (viejo pulgar) (Tassie y Freeman,
1992). No obstante, la realidad es distinta, pues habrá que considerar otros criterios como
la dirección y el vigor, así como valorar la posibilidad de emplear brotes no procedentes
de las yemas francas del pulgar (Alburquerque et al., 2005; Alburquerque et al., 2003).
Figura 38
Dos pulgares demasiado próximos. El de la
derecha presenta un sarmiento con muy buena
disposición para formar el pulgar del presente
año. El pulgar terminal de la izquierda quizá
podría emplearse para alargar el cordón hacia
la izquierda si el vigor de la planta lo requiere
con lo que separaríamos ambos pulgares que
en la imagen se encuentran demasiado juntos.
Para ello habría que desatar el brazo, para fa-
vorecer el giro del sarmiento de prolongación y
evitar su rotura.
Por otro lado, al tiempo que se realiza la poda, podría observarse, como siempre, la nece-
sidad eventual de eliminar o crear otras posiciones productivas aparte de las que existían
o incluso de renovar ciertos elementos de la estructura permanente.
Normalmente, en cada una de las posiciones, se eliminará la mayor parte del pulgar del año
anterior dejando el entrenudo como barrera de protección y se podará, generalmente, a una
o dos yemas francas vistas. En situaciones de excesiva fertilidad, podría podarse sólo sobre
yemas de la corona (Alburquerque et al., 2004). Como pulgar se podará el sarmiento pro-
ducido el año anterior, que tenga buen vigor y dirección y que se encuentre más próximo
a la madera vieja en torno a dicha posición (Reynier, 1995a).
Figura 39
Pulgar podado a 2 yemas francas conservando parte del
diafragma como modo de protección. Como el año anterior
quizá se podó demasiado largo el pulgar y no se actuó en
verde adecuadamente, no se ha logrado conservar ningún sar-
miento que brotase de este pulgar pero más cercano a la
madera vieja. De esta manera se ha alargado la posición un
entrenudo.
Figura 40
Típica cepa en doble cordón Royat recién po-
dada sobre 6 pulgares de 2 yemas francas.
Viendo el vigor débil de los pulgares de la
cepa, podría ser recomendable eliminar una
de las posiciones o, al menos, podar sobre
una yema franca y la ciega para fortalecer la
cepa. Se aprecia también una mala equidis-
tancia en las posiciones del brazo izquierdo.
BIBLIOGRAFÍA
La vara que se ató para actuar como cargador de la cosecha del año previo habitualmente
se elimina por completo (incluyendo las yemas su corona) ya que habitualmente no brota
por las yemas más cercanas a su origen por lo que no sirve para establecer un pulgar cer-
cano. Ésta es la razón que obliga a combinarla con el empleo de elementos cortos para su
renovación. Por este motivo, si sólo conservásemos la vara, estaríamos cayendo en el error
de alejar anualmente las posiciones de poda respecto del eje de la cepa (Tassie y Freeman,
1992).
Figura 41
Esquema de cepa podada en Guyot doble.
Nótese que un pulgar de renovación apunta
hacia arriba y el otro hacia abajo. Es preferible,
para tender a minimizar aún más el alar-
gamiento, que apunte hacia abajo. Véase que
la cabeza está formada por debajo del cable
de producción para permitir la sujeción de las
varas. En este caso las varas están simplemente
sujetas por enrollado alrededor del cable, pero sería beneficioso un ligero arqueado para uniformizar la brotación de sus yemas. El
enrollado dificulta al podador la retirada de la madera de poda frente al atado. (Adaptado de Coombe et al., 1992: p. 74)
La nueva vara se forma generalmente a partir del segundo sarmiento más cercano al eje de
la cepa y a la madera vieja y fue emitida también normalmente a partir del pulgar de re-
novación del año anterior. La vara se arquea ligeramente para uniformizar la brotación de
sus yemas atándola al cable de producción (preferiblemente por el último entrenudo). No
es recomendable sujetar la vara por enrollado alrededor del cable puesto que dificultaría
las labores de poda del año siguiente incurriendo en mayores costes por la mayor lentitud
de la operación. Además, la uniformidad de brotación de las yemas sería peor en este caso,
al no facilitarse el arqueado de dicha vara (Reynier, 1995).
Figura 42
Esquema de poda mixta en Guyot simple
mostrando esquemáticamente la madera que
se va a eliminar con la poda y la que se retiene
en la cepa. Nótese que el número de yemas de
la vara retenida se corresponde con el número
de sarmientos considerados de vigor adecuado
que han crecido el año anterior. Como en este
caso, la dirección de la vara es ya ligeramente
descendente; no se efectuará ningún arqueado.
(Adaptado de Coombe et al., 1992: p. 76).
Quizá el sistema Guyot sea la mejor alternativa de poda manual en nuestro contexto para
situaciones de fertilidad reducida (Prieto Picudo, Merlot, Sauvignon Blanc, Cabernet Sau-
vignon…), frente a los sistemas que tradicionalmente se han aplicado como el brazo mixto
o la poda sólo sobre varas. Estos dos últimos sistemas provocan un alejamiento rápido de
la posición en la que se inserta la vara, y obliga a amputar periódicamente parte del brazo
alargado, produciendo grandes heridas de poda.
BIBLIOGRAFÍA
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En principio, en un vaso joven y adecuadamente equilibrado, la poda del vaso sobre pul-
gares sería relativamente similar a la que se aplica sobre cualquier otro sistema de poda
corta como el cordón Royat (Reynier, 1995). En este caso, bastaría con renovar cada pulgar
del año anterior con el sarmiento más bajo de los 2 que emitió. No obstante, este hecho
así presentado es demasiado teórico pues la realidad es bien distinta. En este capítulo se
muestran varios ejemplos típicos y reales de vasos envejecidos y desequilibrados tanto por
exceso de carga de poda como por defecto.
Es vital también, tratar de renovar la madera vieja para retroceder los elementos de producción
hacia posiciones más proximales, troncales o radicales mediante el empleo de chupones, y
así facilitar la circulación de la savia. No obstante, esto entraña los riesgos derivados de
crear grandes heridas de poda que deben ser instantáneamente selladas y desinfectadas tras
el corte antes de que las esporas caigan y germinen sobre ellas. Al podar sobre madera vieja,
como en cualquier otro sistema de formación y poda, es preferible dejar un tocón de al
menos la misma longitud que el diámetro del corte.
del tronco y las raíces dificultando cada vez más la conducción de la savia hasta los mis-
mos. Por este motivo es una prioridad buscar los sarmientos más proximales al tronco para
usarlos en la renovación y retroceso de los brazos.
Figura 43
Vaso muy asimétrico antes de ser podado,
mostrando 14 sarmientos vigorosos produci-
dos el año anterior.
Como los sarmientos que podamos tienen un vigor considerable, las yemas más cercanas a
su base se hallan muy bien formadas (gruesas). Este hecho nos permite ser menos exi-
gentes en el criterio de contar como primera yema franca la separada por un entrenudo de
al menos 5 mm. Como además se trata de la variedad tempranillo (moderadamente fértil
en la base), en secano (medio limitante) y en un contexto de búsqueda de uva tinta con
alta concentración, se puede prever una fertilidad suficientemente adecuada reteniendo
yemas de menor rango (más cercanas a la base del pulgar) (Alburquerque et al., 2004a).
10.1.2. Conteo y selección de los pulgares definitivos con eliminación de madera vieja
Seguidamente verificamos el número de pulgares provisionales que tenemos y comprobamos
que efectivamente tenemos 14 pulgares (28 yemas contadas). Como pretendemos obtener
unos 18 pámpanos en el nuevo ciclo que comienza; nos indica que debemos dejar sólo 9
pulgares de 2 yemas contadas cada uno. Para ello respetaremos aquéllos mejor repartidos
en el espacio, bien orientados (teniendo en cuenta la posición y la dirección de sus futuros
brotes) y los más cercanos a la base de la planta. Ello nos obliga a sanear la planta po-
dando madera alargada, para lo cual en la imagen se señalan los cortes a efectuar por
medio de las cintas rojas.
Figura 44
Vaso prepodado para realizar el conteo de
sarmientos. Se están eligiendo los pulgares
definitivos buscando reducir el alargamiento
de las posiciones de poda. Se muestran con
cinta roja los cortes que se aplicarán sobre la
madera vieja para obtener finalmente 9 pul-
gares (18 yemas contadas).
Puesto que en cada herida de poda se genera un cono de madera muerta que penetra en la cepa,
es recomendable bien, podar justo por debajo del nudo inmediatamente superior (si es visible),
o bien, al menos, dejar un tocón de la misma longitud que el diámetro transversal sobre el que
se amputa. Con ello se reducirá el impedimento que generaría para la circulación de la savia esta
cicatriz penetrante de madera muerta si se acercase al nudo que se desea respetar.
Todavía se aprecia cómo claramente el brazo de la parte superior de la imagen precisa ser
rebajado para aproximar al tronco los futuros pulgares que constituyen los elementos pro-
ductivos, ya que se ha venido podando año tras año viejo sobre viejo. En este caso se ha
respetado para mejor repartir radialmente los brotes. Esa operación habrá que tratar de aco-
Figura 45
Vaso podado definitivamente con 10 pulgares
(2 de ellos muy cortos).
Figura 46
Vista lateral del vaso más rejuvenecido ya
podado. Pese a ello, sus pulgares se en-
cuentran aún muy distanciados por largos
brazos con una larga historia de cicatrices
de poda acumuladas, tal y como puede con-
templarse. Se indica también la previsión del
siguiente paso de rejuvenecimiento que se
tendrá de cara a la próxima campaña y en
función de los brotes que pudiere emitir la
madera vieja.
sivas dificultades para circular hasta y desde las yemas más distales en las que se hallan
dispuestos los elementos de producción (pulgares). Se ve cómo, por este motivo entre
otros, la presente cepa ha desarrollado un vigor escaso en los sarmientos producidos durante
la campaña anterior. Por esta razón debe ser prioritario rejuvenecer la estructura permanente
para así favorecer la circulación de la savia, eliminando las conexiones vasculares deficientes,
fruto de la elongación y de las cicatrices de poda acumuladas con el paso de los años.
Figura 47
Cepa podada en vaso con estructura súper
envejecida y escaso vigor y capacidad.
Figura 48
Vista lateral en la que se aprecia el
alargamiento y la acumulación de cicatrices
de poda en el brazo derecho.
Como puede verse, esta cepa constituye un ejemplo palmario de elongación y envejecimiento
de la estructura permanente; ello provoca un debilitamiento, consecuencia de las posiciones
productivas insertas en sus zonas distales. Nótese la diferencia de vigor que existe entre el
brazo derecho y el izquierdo, fruto de la elongación por la poda de viejo sobre viejo.
10.2.2. Selección y poda de los pulgares definitivos con eliminación de madera vieja
Por el escaso vigor general de la planta, que nos indica la necesidad de retener un número
mucho menor de yemas, decidimos amputar el brazo derecho tan envejecido ya que no
tiene ningún brote cercano al eje de la cepa.
Puesto que hemos tomado la decisión razonada de amputar el brazo de la derecha, proce-
demos a podar los sarmientos del brazo de la izquierda reteniendo 5 yemas vistas resul-
tantes del conteo y de la estimación de los sarmientos producidos en la campaña anterior.
Con ello pretendemos revitalizar y vigorizar el conjunto de la cepa.
Figura 49
Brazo derecho marcado para ser amputado y
brazo izquierdo con la poda definitiva de 3 pul-
gares buscando retener 5 yemas.
Finalmente, y de modo inmediato, hay que proceder al saneo, desinfección y sellado del corte
de poda para evitar agravar la salud de la cepa por el ingreso de otros hongos o insectos.
cavidad en la que se acumule la humedad, que no haría otra cosa más que agravar los pro-
blemas de podredumbre en el interior del tronco. Existe una técnica laboriosa consistente
en la aplicación de cemento muy seco rellenando la cavidad. No obstante, ello habría de
hacerse tras haber saneado la madera que ha de quedar tapada por el cemento, pues de
poco serviría cubrir el material enfermo.
Figura 50
Sección transversal del brazo amputado
mostrando que estaba formado casi en su
totalidad por madera muerta, salvo por el
pequeño haz dorsal de madera blanca. Con
suerte, la cepa emitirá en lo sucesivo un
chupón a partir de ese haz que permita
reformar un nuevo brazo joven que reemplace
al de la izquierda.
En el próximo ejemplo, veremos una cepa relativamente bien equilibrada en lo que se re-
fiere a la cuantía de yemassarmientos, aunque con una heterogeneidad importante en el
desarrollo vegetativo y vigor de los mismos (fruto de la irregular conexión vascular de los
distintos brazos). Este caso presenta la peculiaridad de que no tiene ningún sarmiento que
claramente nos pueda permitir emplearlo como elemento de poda de retroceso de los bra-
zos. Con esta estructura de pulpo no es posible tomar una decisión clara para acometer un
proceso de rejuvenecimiento.
Figura 51
Cepa en vaso con gran heterogeneidad de
vigor fruto de la deficiente conexión vascu-
lar de los distintos brazos. Se pueden contar
hasta 6 sarmientos equivalentes producidos
en este año de sequía.
La otra estrategia más común habría sido podar la cepa con la mitad de pulgares pero de 2
yemas (Winkler et al., 1974). Así se retendría un pulgar de 2 yemas por cada brazo (3) como
originalmente presentaba esta cepa. Se da la dificultad de que puesto que hemos dicho que
los pulgares son muy irregulares y que los ligeramente más proximales pueden ser peores,
estaríamos restringiendo en la mitad de posiciones las posibilidades de obtener buenos sar-
mientos en la brotación con buenos pulgares en la siguiente poda. Con el fin de aproximar los
futuros pulgares al eje de la cepa (fomentando la brotación de yemas procedentes de la madera
vieja) seremos menos exigentes en el conteo de las yemas de los pulgares. Dejaremos global-
mente pulgares con una sola yema franca, reteniendo así yemas con una fertilidad menor que,
en principio, promoverán el crecimiento vegetativo en detrimento de la producción de uva
(Alburquerque et al., 2005a; Alburquerque et al., 2005b; Alburquerque et al., 2003).
Como algunos sarmientos tienen un buen vigor, presentando yemas muy bien formadas en su
base, vamos a contar incluso como yemas francas aquéllas que estando bien formadas no lleguen
a estar separadas por un entrenudo de al menos 5mm. Así retendremos pulgares que estricta-
mente se considerarían como de una sola yema franca o incluso podadas a la ciega.
Como puede observarse mirando con atención (figura 52) tendríamos pulgares con una
sola yema franca contándolos en sentido estricto. Es evidente que, como se ha dicho, algu-
nas yemas más basales también brotarán, ya que se encuentran bastante bien formadas. A
ello se le une el hecho de que si la campaña en curso entra dentro de lo climatológicamente
normal, no siendo tan limitante como la previa, promoverá una expresión vegetativa mayor
que en la campaña anterior, haciendo brotar un número superior de yemas.
Figura 52
Cepa podada sobre 6 pulgares de una sola
yema considerada franca. Brotará como máximo
sólo un pámpano franco de cada pulgar, al-
guno más de las coronas de los mismos y
quizá algún chupón. Pese a la poda tan corta,
viendo que las yemas de la base de los pul-
gares están bien formadas, es previsible una
fertilidad suficientemente satisfactoria dado
el caso de que se trata. No obstante, en esta cepa
priman el fortalecimiento y el fomento de las
posibilidades de renovación y rejuvenecimiento
en la próxima poda en seco. Debido a la perspec-
tiva, los pulgares de la izquierda aparentan ser
mucho más gruesos que los más lejanos.
Como se ha podido ver a lo largo de los tres ejemplos expuestos, la poda en vaso viejo exige
contar con un presupuesto de experiencia en podas más sencillas (ejercitadas en los an-
teriores capítulos) y una visión muy clara de las consecuencias de la misma. Se requiere
una previsión aceptable de la respuesta de la cepa en la campaña presente y en la si-
guiente. En vasos más jóvenes, la problemática no es tan compleja aunque la previsión de
la respuesta futura de la cepa y la valoración tridimensional de la poda son igual de im-
portantes.
BIBLIOGRAFÍA
IV. OPERACIONES
EN VERDE
Operaciones Manuales en Vin?edo:Maquetación 1 28/4/09 10:18 Página 76
Operaciones Manuales en Vin?edo:Maquetación 1 28/4/09 10:19 Página 77
Figura 53
Brotes infértiles procedentes del tronco. A
medida que siguieren creciendo se intro-
ducirían en la zona de los racimos, por lo que
deben ser espergurados o eliminados. De
cualquier modo, puede respetarse la zona de
emisión del inferior pues, llegado el caso, los
brotes procedentes de este nudo podrían
servir para reformar el tronco cuando han
penetrado enfermedades en su tramo superior.
Figura 54
Los chupones emergentes del tronco deben
ser eliminados, pues usualmente no portan
cosecha y pueden restar vigor a los brotes
principales "sí contados" y congestionar el
follaje. Cuando se necesita reformar el tronco
o el cordón, es vital contar en primavera con
un par de estos chupones (que normalmente
se eliminan). El gran vigor y la situación ilumi-
nada de las yemas que han brotado del tronco
hacen que estos brotes contengan incluso
algún racimillo pese a no ser yemas francas.
Frecuentemente interesará respetar algún chupón o eliminarlo sin destruir sus yemas de la
base. Podrían utilizarse como brotes de seguridad en el caso de que necesitemos reformar
la estructura permanente o incluso para generar un nuevo pulgar de producción más cer-
cano a la madera vieja.
Figura 55
En este viejo cordón, que no ha sido prolon-
gado limpiamente, brotan numerosos
chupones o esperguras de la cara inferior
procedentes de las cicatrices de poda acu-
muladas. En principio se eliminarán todos,
salvo que brotase uno más cercano a la
madera más vieja y en una dirección y posi-
ción adecuadas como para reformar este
tramo del cordón.
Figura 56
Chupón que podría ser respetado si se
quisiese evitar el alejamiento del pulgar
eliminando el tramo izquierdo que acumula
cicatrices de poda. No obstante, dicho chupón
se encuentra demasiado próximo a la posi-
ción de brotación de la derecha.
Figura 57
Figura 58
Figura 59
Eliminación de un chupón procedente de la madera vieja del brazo entre dos pulgares. Al no haberse eliminado
limpiamente la yema de la cara inferior durante la fase de formación, se generarán, probablemente de forma anual,
chupones en este punto.
BIBLIOGRAFÍA
12. DESPAMPANADO
Consiste en eliminar por su inserción, pámpanos procedentes de los elementos de producción
y renovación retenidos en la poda (Yuste, 2005). Se habla de pámpanos cuando los brotes
se hallan sin lignificar, y sarmientos cuando se encuentran ya lignificados.
Objetivos:
1. Regular la carga de racimos,
2. Estimular el desarrollo de los pámpanos respetados,
3. Eliminar pámpanos en posición indeseada,
4. Facilitar la aireación e iluminación interna,
5. Facilitar la mecanización y los tratamientos.
Época:
1. Precoz, con brotes de 10 a 20 cm. para evitar heridas y competencia.
2. Si es muy tardío se habrá producido competencia innecesaria y mala cicatrización.
3. Si es demasiado temprano es laborioso (costoso) y arriesgado.
Seguidamente se sigue ilustrando con varios ejemplos visuales distintas casuísticas que pueden
presentarse dentro de la heterogeneidad del campo, apoyadas en los razonamientos que se han
aplicado en cada caso. Por ser ésta quizá la operación en verde más decisiva, y por las distin-
tas posibilidades que comporta, el número de ilustraciones explicadas es especialmente prolijo.
Figura 60
El brote procedente de la madera vieja se
respetará para tratar de rebajar durante la
siguiente poda de invierno la inserción del
pulgar, que de otro modo se alejaría demasiado
de la estructura permanente. Esto se hará
siempre y cuando dicho chupón alcance un
vigor suficiente.
Téngase en cuenta además, apoyado en los razonamientos que se detallan, que se ha se-
guido un criterio donde no prima especialmente una alta productividad (como suele ocurrir en
el contexto vitivinícola de Castilla y León). En este contexto, el medio natural suele ser
bastante limitante, al igual que los aforos de las normativas de las denominaciones de origen.
Apoyando este criterio de renovación de los pulgares, y poco conservativo en lo que se re-
fiere a los pámpanos francos, se da el hecho de que el viñedo mostrado es especialmente
fértil, vigoroso y productivo de por sí. Por estos motivos se han podido considerar como
pámpanos productivos (dentro del par buscado normalmente en cada posición), brotes de
la corona que al mismo tiempo portan una inflorescencia de tamaño más que aceptable.
Figura 61
En el presente pulgar no se eliminará ningún
brote. Siguiendo con un criterio que prima
que no se alarguen las posiciones de pro-
ducción, se respetará el brote de la base
tratando de rebajar el pulgar durante la poda
de invierno. Ello, no obstante, exigirá descon-
gestionar esta zona mediante otras opera-
ciones en verde posteriores, como el deshojado,
ya que se ha incrementado la densidad de pám-
panos (donde debería haber 2 brotes hemos
dejado 3). La renovación se hará siempre y
cuando dicho chupón alcance un vigor suficiente, lo cual es improbable. No obstante, el no eliminarlo, al menos, permitirá respetar
sus yemas basales. De ellas podría obtenerse un chupón más vigoroso en el futuro para renovar adecuadamente este pulgar.
Figura 62
En el pulgar mostrado se ha
respetado el pámpano más próximo
a la base del pulgar junto con uno
sólo de los procedentes de la
yema doble. Pese a que al pám-
pano que se ha respetado tiene una
dirección peor que el eliminado
(pues no crece tan verticalmente),
se ha preferido debido a que el
eliminado tenía una fertilidad de-
masiado baja con un único racimo y
muy pequeño. Posteriormente habrá
que guiar el pámpano respetado
para empalizarlo en vertical.
Figura 63
Despampanado de los dos brotes
de yemas dobles más débiles que
los respetados. Obsérvense los
dos pulgares en segundo plano
excesivamente próximos. Habría
que estudiar la posibilidad de
eliminar uno de los tres (el central)
en función del vigor, para obtener
una separación adecuada entre
los mismos.
Figura 64
Mala cadencia de separación de
los pulgares; debería haberse
eliminado en la poda en seco el
segundo pulgar contando desde la
izquierda. En este caso se ha
adoptado una decisión particular
temporal. En lugar de eliminar el
segundo pulgar, se ha preferido
dejar el brote más bajo en cada
uno de los 2 pulgares centrales.
En el caso del 3º se deja para reno-
var el pulgar y, en el caso del se-
gundo de la izquierda, porque cuenta con un racimo muy bien formado y no es necesario buscar una fertilidad mayor
dejando el brote de mayor rango. De este modo obtenemos la misma densidad lineal de pámpanos que si hubiéramos de-
jado el pulgar central con 2 brotes. En la próxima poda en seco habrá que eliminar definitivamente dicho segundo pulgar.
Figura 65
Brote que a pesar de nacer de la corona de un pul-
gar anterior, recibiría habitualmente el nombre de
chupón por brotar desde una posición inferior del
brazo y alejándose de los dos pámpanos principales.
Nótese que el pámpano más cercano al tronco que
se ha respetado procede de la madera de dos años
y cuenta con una suficiente fertilidad. Por ello, sirve
tanto como elemento de producción del presente
año, como de elemento de renovación para reaproxi-
mar el pulgar a la estructura permanente.
Figura 66
Cepa asimétrica en cordón antes y después de ser
podada en verde dejando 2 brotes por cada pulgar.
En la práctica hay un número mayor, pues se ha
respetado algún brote más para la renovación de los
pulgares. Adviértase la importancia que tiene formar
una buena equidistancia de las posiciones de pro-
ducción. Existe mayor densidad de vegetación en la
derecha por la asimetría del brazo con respecto al
izquierdo, ocasionada por una menor distancia entre
pulgares (Smart, 1992). Esto se agravará cuando la
vegetación haya alcanzado su desarrollo pleno, lo que
obligará a practicar otras operaciones en verde con
mayor intensidad en la derecha (Barajas et al., 2003).
Sería deseable alargar el brazo derecho en invierno
formando un nuevo pulgar y eliminando quizá el pul-
gar central actual que congestiona su entorno.
Figura 67
Típico solapamiento entre cepas plantadas con corta
distancia intra línea. La equidistancia de los pulgares
debe mantenerse a lo largo de toda la línea, tanto
dentro de cada cepa como entre dos cepas contiguas.
El pulgar de la izquierda se mantiene con un brote
franco, más otro de su base para renovación, y el de la
derecha se ha tenido que dejar con 2 brotes de una
yema franca doble de la base. Estrictamente donde
debería haber un pulgar hay dos. No se ha decidido
amputar ninguno de ellos en este momento por no dejar
una de las dos cepas con pocas posiciones de producción,
ya que están plantadas demasiado cercanas.
Figura 68
En este caso se ha eliminado el brote procedente de la
madera vieja que, pese a tener una buena fertilidad, con
2 racimos evidentes, nace muy inclinado hacia la
izquierda. Por ello, se ha preferido respetar el brote de
su derecha, por estar mejor posicionado y orientado y
contar con una inflorescencia de buen tamaño. Además,
los 2 brotes respetados presentan simetría en su vigor.
Figura 69
Típico solapamiento de pulgares en cepas en cordón
plantadas demasiado próximas que obliga, por des-
gracia, a efectuar una operación de poda en seco en
pleno periodo vegetativo. En este caso, como hay 2
pulgares juntos en una cepa, puede eliminarse el
más próximo a la cepa contigua. Nótese que se ha
tomado la precaución de dejar un buen tramo de
cordón con posterioridad al último pulgar respetado
para que, junto con la exudación de savia a través del
corte, se garantice una buena protección frente a in-
fecciones. Aun con este resultado, sigue existiendo
una congestión excesiva que habrá que ir solucio-
nando en sucesivas etapas alejando el pulgar
izquierdo de la cepa de la derecha.
Figura 70
Se han querido respetar como brotes contados, un
brote de la madera vieja, que sí porta un racimo y
sirve para renovación, y el brote más bajo del pulgar,
que tiene 2 racimos y un vigor similar al otro respetado.
Con ello se busca una buena homogeneidad y equi-
librio en la expresión vegetativa.
Figura 71
Ejemplo de cepa con exceso de vigor manifestado por
la profusión de brotes. Han brotado yemas de la madera
vieja y conos secundarios y terciarios de las yemas
contadas. Se ha dejado un brote de la madera vieja con
buena fertilidad (para renovación), más uno del pulgar
procedente de una yema contada en la poda y que
presenta un vigor similar al primero. Nótese el
alargamiento del pulgar de la izquierda. Obsérvese
también el brote incipiente en posición terminal derecha
del cordón, que permitirá alargarlo para establecer un
pulgar más que ayude a reducir el vigor general.
Figura 72
Se han respetado 2 pámpanos de las 2 yemas francas
contadas, y de vigor similar, eliminando uno de los
brotes de la yema doble. Además, se ha tenido que
respetar un brote más (de la madera vieja y aparente-
mente infértil), para renovar el pulgar que se está
alejando (en total 3). Esto obligará a trabajar durante el
deshojado, para evitar que este brote extra para reno-
vación congestione la zona del racimo. Si este chupón,
cuyo fin es la renovación, portase una buena inflores-
cencia, se habría contabilizado en el cómputo de los 2
pámpanos por cada posición, con lo que no habría que
dejar 3 brotes en total.
Figura 73
Ejemplo en el que se plasma un razonamiento que
finalmente obliga a escoger la solución "menos
mala". En este caso se ha preferido dejar los 2
brotes del mismo lado porque tienen un vigor simi-
lar, aunque débil, y porque tienen una orientación
más adecuada (vertical dentro del plano de la cepa),
que si se respetasen los dos de la derecha o bien,
uno de cada lado.
Figura 74
Cepa con claro exceso de vigor denotado por la
profusión de brotes. Se ha escogido uno fértil, cer-
cano al origen del pulgar del año, y el de la yema
franca más alejada. Ambos, además de tener una alta
fertilidad, crecen con buenas direcciones no ten-
dentes a juntarse y tienen un vigor similar.
BIBLIOGRAFÍA
En una espaldera alta, y con vegetación que deba ser plana, estrecha y vertical (Yuste,
2001), esta labor comienza a realizarse después y a la par del despampanado, cuando los
brotes comiencen a abrirse hacia fuera de la línea y a inclinarse por su propio peso. Para
ello, se colocan los pámpanos entre los cables, para lograr que crezcan verticalmente lo más
equidistantes posibles entre sí, destrabándolos y corrigiendo los amontonamientos. Los
Figura 75
Para hablar de espaldera en sentido estricto,
los pámpanos han de ser posicionados vertical-
mente formando un plano fino de vegetación.
Para ello, es imprescindible ayudarse de los
pares de cables móviles y eslabones tensores.
Éstos han de irse alzando, corriéndolos por las
posiciones de sujeción de los postes, reco-
giendo la vegetación para impedir que se
abra hacia las calles a medida que crece.
cables de conducción del follaje se alzan en este momento (pues debieron ser soltados de
los postes tras la poda), trabándolos en la posición más alta sin que los pámpanos caigan
o sin que se desvíen de la posición correcta en el momento en cuestión. Como muy tarde
debe comenzar a realizarse unas 2 semanas antes de la floración, pues alrededor de este
momento los pámpanos comienzan a endurecerse y los zarcillos comienzan a enredarse.
A medida que los pámpanos vayan creciendo, los cables de conducción de la vegetación se
irán alzando, recogiéndola para que conserven una disposición estrecha y vertical (Jack-
son, 1998). Además, existen grapas, generalmente de plástico, que ayudan a mantener
juntos los cables pareados de conducción para que la vegetación no se abra y mantenga
un espesor lo más fino posible (Barajas et al., 2003). Estas grapas, además, ayudan a man-
tener los pámpanos en dirección vertical por el tope que forman a la inclinación lateral.
Figura 76
Espaldera alta cerrada vertical, con alta porosidad del follaje, en la que se han
levantado los cables móviles de guiado demasiado tardíamente, y además no
están suficientemente tensos. Es por ello que el resultado no es óptimo y la
pared de vegetación resulta relativamente irregular. Habiéndolo realizado tan
tarde, se ha producido cierta rotura de zarcillos. Existe una idea muy gráfica e
intuitiva de cuándo un viñedo empalizado tiene una densidad de vegetación
adecuada. Esto se da cuando se llega a adivinar, mirando a través del follaje
de una línea, quién es la persona que se encuentra al otro lado y lo que está
haciendo.
BIBLIOGRAFÍA
Figura 77
Pámpano en pleno crecimiento. Estudiándolo individualmente,
y al margen del estado fenológico de la cepa y del vigor rela-
tivo con respecto a los otros pámpanos, la longitud máxima
adecuada a despuntar será siempre la misma. A lo sumo de-
berán eliminarse las últimas 4 hojas plenamente desplegadas
que compren den una distancia desde el ápice de 15 a 20 cm.
Se ve cómo la hoja más grande eliminada está lejos de alcan-
zar su tamaño definitivo y contrasta con las inferiores.
El despunte es una operación indeseable que debería realizarse como mucho una, o en casos
extremos, dos veces, sólo hasta el envero. Con frecuencia se realiza mal, lo cual tiene efectos
gravemente perniciosos para la calidad y la cantidad de cosecha (Hidalgo e Hidalgo, 2001).
Por este motivo, es una operación que, existiendo dudas sobre su aplicación, es preferible
prescindir de ella. Idealmente, los pámpanos deberían alcanzar su tamaño definitivo y
haber detenido su crecimiento en este momento demanera espontánea. Éste es el estado
hacia el que habría que manejar la expresión vegetativa del viñedo.
Figura 78
Extensión de poste en acero galvanizado. Existen modelos para
todos los perfiles o para atornillar en postes de madera. La
altura de los postes debe ser tal que permita contener vertical-
mente los pámpanos y nietos antes que intentar cortarlos aleato-
ria e indiscriminadamente. Las muescas existentes a lo largo del
poste permiten mover los cables pareados de conducción,
dirigiendo la vegetación en un plano vertical. Ésta es una condi-
ción necesaria previa para poder realizar mecanizadamente
despuntes posteriores.
Con frecuencia, un crecimiento intenso y excesivo, que invite al despunte, denota un desequi-
librio de la expresión vegetativa, causado frecuentemente por un exceso de humedad, de
fertilización nitrogenada, de una reducida carga de yemas o de una fertilidad baja de las
mismas… También es común ver cómo los empalizamientos son demasiado pequeños; inca-
paces de albergar y gestionar ordenadamente todo el desarrollo vegetativo de las cepas
(Smart y Robinson, 1991). En este caso habría que ampliar la estructura portante, como
por ejemplo, con una extensión de los postes y más cables de conducción, antes que de-
rrochar el crecimiento producido por las cepas segándolas aleatoria y recurrentemente como
setos. El símil sería el de un calzado que nos quedase pequeño y, en lugar de emplear uno de
nuestra talla, prefiriésemos cortarlo para que pudiesen salir los dedos y el juanete.
Cuando existe un problema de exceso de vigor, el despunte únicamente mitiga el problema co-
yunturalmente y, aparte del derroche de las hojas cortadas, en seguida comenzará una brota-
ción intensa de brotes laterales o nietos (Smart, 1992). Esto, con frecuencia, compactará más
el follaje al crecer parte de estos brotes anticipados también en el entorno de los racimos.
Figura 79
Viñedo muy vigoroso que, a pesar de la cu-
bierta vegetal espontánea, sigue creciendo
intensamente. Este indeseable hecho se
agrava con la insuficiente altura de los
postes, que no son capaces de contener el
desarrollo de los pámpanos. Éstos, rebosan
y pendulan libremente por lo que, si se pre-
tendiese realizar un despunte mecanizado,
cada uno sería cercenado con longitudes
aleatorias. Según su inclinación, algunos
pámpanos largos no llegarían a ser cortados
mientras que otros, más cortos, podrían ser
lacerados a la altura de los racimos. Esta
práctica, desgraciadamente muy frecuente,
es catastrófica para la calidad y la cantidad
de cosecha.
En sistemas con vegetación libre, como el vaso, el despunte tiene como principal fin que
la vegetación no invada las calles para facilitar el paso del personal y la maquinaria (Yuste,
2005). Por una parte corta su crecimiento en longitud y, por otra, fomentan un crecimiento
de porte más vertical por la emisión de nietos. En estas condiciones se suele realizar ma-
nualmente pues dado el carácter libre de la vegetación sería imposible ajustar la máquina
para que cortase los pámpanos siempre por el extremo.
Tanto con vegetación libre como con vegetación empalizada, el despunte puede cumplir
también la función de frenar el crecimiento de sólo aquellos pámpanos más potentes que
destacan o sobresalen respecto a los demás. Despuntando sólo los pámpanos más fuertes
que sobresalen, se potenciará el crecimiento de los más débiles mejorando la uniformidad
general, lo cual es beneficioso para el conjunto de la maduración. Con vegetación en em-
palizada, previo guiado y colocación, la selectividad por máquina se logra despuntando en
altura sólo aquellos que han rebasado el empalizamiento y tienden a pendular por su pro-
pio peso.
Figura 80
Diferente velocidad de desarrollo de los distintos pámpanos.
Debemos buscar la mayor homogeneidad posible en todos los
aspectos del viñedo. En el momento actual (inicio del envero) se
aprecia cómo los ápices ya no presentan un crecimiento intenso
o se han detenido espontáneamente. Si se hubiesen despuntado
los pámpanos más fuertes en fases tempranas (manualmente)
o tan pronto como rebasaron la altura de los postes (mecanizada-
mente), se habrían privilegiado los más débiles y se habría llegado
a este momento con una homogeneidad de desarrollos mayor.
Con vegetación libre, la labor manual y el juicio individualizado de cada pámpano son la
única opción si se quiere actuar bien. No obstante, se podría actuar con máquina de corte
en aquellos pámpanos que comiencen a estorbar por invasión de la calle sin posibilidad de
dirigirlos en direcciones que no dificulten el paso. También en este caso, el momento de
aplicación estará supeditado a que la barra de corte no elimine más de 15 a 20 cm. Éste
es el condicionante que diría cuándo actuar sin demora.
BIBLIOGRAFÍA
15. DESNIETADO
El desnietado consiste en la eliminación, por su inserción, de los nietos o brotes laterales
emitidos anticipadamente desde la yema de la axila de las hojas (Yuste, 2002), y general-
mente en el entorno de los racimos. El desnietado supone una pequeña reducción, al menos
transitoria, de la superficie foliar fotosintetizante, por lo que, en función del momento en
que se aplique, puede tener diferentes efectos (Hidalgo, 1999; Yuste, 2005). En ocasiones,
puede que el nieto tenga un crecimiento tan intenso que esté consumiendo más nutrientes
de los que sintetiza, por lo que el resultado de su supresión podría variar en el sentido
opuesto. Un levísimo crecimiento muy residual de nietos tras el envero, que no congestionen
la zona de los racimos, podría ser favorable, mas un crecimiento intenso de los mismos en cual-
quier momento, indicaría un desequilibrio vegetativo contraproducente.
Figura 81
Con rapidez y desde la distancia, se aprecia dónde existe un
problema de congestión de la vegetación que habrá que solucionar
con despampanados, desnietados y/o deshojados. Pese a la labor en
verde realizada, continúa siendo una zona conflictiva que habrá
que remediar durante la poda en seco.
Las características resumidas del desnietado son las siguientes (Yuste, 2002):
Objetivos:
· Eliminar competencia vegetativa y/o productiva.
· Incrementar la aireación y la insolación (Barajas et al., 2003).
· Facilitar la mecanización, los tratamientos y la vendimia.
Época:
· En función de su tamaño y posición.
· Hacia floración o poco antes, pudiendo requerirse 2 pases.
Finalmente se ilustra con ejemplos visuales distintos casos de aplicación que pueden pre-
sentarse:
Figura 82 Figura 83
El nieto señalado ha de ser respetado porque no crece Desnietado en la zona de racimos mostrando una buena
en la zona de los racimos ni se dirige hacia ellos. Con- exposición de los mismos de alrededor del 65%.
tribuirá a la fotosíntesis total.
Figura 84
Nieto que crece en y hacia la zona de los racimos y ha de ser eliminado para fomentar la aireación y la iluminación
de los mismos. Finalmente se ve la inflorescencia despejada.
Figura 85
Se han suprimido los brotes laterales
que parten de los nudos de ambas
inflorescencias y se han respetado
los que nacen de los nudos superiores
a los racimos. Se han eliminado dos
hojas para facilitar la visualización.
Figura 86
Pulgar con dos pámpanos que han emitido gran cantidad
de nietos precoces en la mayoría de los nudos (exceso
de vigor).
Figura 87
Pámpano izquierdo antes y después de ser
desnietado.
Figura 88
Pámpano derecho antes y después de ser
desnietado. El nieto superior no crecerá
dentro de la zona de los racimos (se han
eliminado algunas hojas para facilitar la
visión de la fotografía).
BIBLIOGRAFÍA
16. DESHOJADO
El deshojado consiste en la eliminación de hojas en el entorno de los racimos (Smart, 1992;
Yuste, 2002). Se trata de una operación que no debería plantearse como una rutina im-
prescindible que acometer manualmente todos los años. En el caso de que estuviese siendo
necesario realizarlo año tras año, habría que replantearse la gestión integral del viñedo,
buscando una solución que alcance un equilibrio sostenible en la gestión del vigor de las
cepas (Smart y Robinson, 1991). Fundamentalmente, se buscará, mediante reconversiones
del sistema de empalizamiento y poda, y mediante restricción del potencial del suelo (cu-
biertas vegetales, eliminación del aporte de nitrógeno, restricción hídrica…).
· Época:
· Desde antes de la floración a después del cuajado (tamaño guisante) o hasta justo el
comienzo de la maduración según el efecto buscado.
· La supresión prematura de hojas plenamente adultas y activas puede repercutir nega-
tivamente sobre la maduración.
· Consideraciones:
· Se suele practicar en las 4 primeras hojas basales.
· Con mayor intensidad en las caras Norte y Este (Winkler et al., 1974).
· Depende del riesgo de podredumbre (mesoclima, conducción, variedad…).
Como hemos dicho, el deshojado suele realizarse en dos períodos: el primero comprende desde
justo antes de la floración hasta el comienzo de la maduración y el segundo es de 2 a 3 sema-
nas antes de la fecha estimada de la vendimia (Asenjo et al., 2004a). Entre esos dos momentos,
en plena maduración, el deshojado es generalmente contraproducente (Reynier, 1995).
Figura 89
Cepa que se ha desnietado con bayas de tamaño guisante. Pese
a ello, se ha considerado que aún así el microclima de los raci-
mos era aún demasiado sombrío y se ha procedido a aplicar
seguidamente un deshojado de las hojas inferiores que los oculta-
ban. Se ha procurado respetar las hojas que hay inmediatamente
sobre los racimos para que bloqueen el sol directo de las horas
centrales de día. La cepa redistribuirá la disposición de sus hojas
ocupando los huecos creados y tenderá a recubrir un poco más
los racimos tal y como han quedado justo tras el deshojado. La
supresión de superficie foliar alrededor del cuajado contribuye a
reducir el peso final de la baya, puesto que en este momento se
están dividiendo las células que formarán el hollejo y con esta
operación están coyunturalmente peor nutridas.
Los deshojados en torno a la floración generan racimos más pequeños y menos compactos
y, a continuación en post cuajado, fundamentalmente tenderán a limitar el peso final de
las bayas al frenar la división celular de este período inicial. Además, al deshojar tempra-
namente, en pleno período de crecimiento, la cepa tiene tiempo para suplir la superficie
foliar eliminada generando más y mayores hojas, en las zonas distales de crecimiento.
El deshojado previo al envero suele complementarse con el aclareo de racimos. En este momento
tienen menor efecto sobre el peso de la baya y sus efectos sobre la calidad son sinérgicos (Yuste
et al., 2001).
Figura 90
Deshojado quizá excesivo (en torno al 90% de exposición) si
se trata de la cara Oeste o Sur, y probablemente adecuado si
se trata de la cara Este o Norte. Debido a la densidad de
follaje de esta cepa, se decidió realizar otro pase en verde con
este deshojado demasiado tardío (ya enverando). La reducción
de la capacidad fotosintética durante el envero (como por
ejemplo, con este deshojado) podría reducir la síntesis de color
de las bayas, lo cual no es deseable. Habría sido preferible
haberlo realizado mucho antes y con menor intensidad, cen-
trándose principalmente en las hojas más bajas y no en las su-
periores, que sirven de parasol para los racimos, interceptando
los rayos directos más cenitales.
Los deshojados muy tardíos, de 2 a 3 semanas prevendimia, tienen varios efectos positi-
vos y no tienen los inconvenientes de los efectuados en mitad del ciclo. Por un lado, el
riesgo de quemaduras ya no existe, pues el sol en este momento es más débil. Por la misma
razón, la temperatura ambiente es también menor, con lo que unida a la menor radiación,
es difícil que se produzcan sobre calentamientos de las bayas. Finalmente, las hojas reti-
radas del entorno de los racimos prácticamente no contribuyen ya significativamente a la
fotosíntesis total, pues están seniles al ser las más viejas (Hidalgo, 1999).
Los efectos positivos son causados por la mejora del microclima luminoso y la reducción de la
humedad del entorno de los racimos al estar más ventilados. Con ello se reduce significativa-
mente el riesgo de podredumbres y se mejoran las características analíticas y organolépticas
de la uva tinta (Yuste, 2005). En uva blanca la mejora de la calidad analítica y organolép-
tica es muy discutible y variable en función de los objetivos y condiciones climáticas, aunque
no así la reducción del riesgo de podredumbre.
BIBLIOGRAFÍA
En primer lugar, ha de decirse que toda operación de aclareo de racimos debe realizarse de
una manera muy juiciosa partiendo de un estudio técnico previo de estimación de cosecha
(López-Miranda et al., 2004; López-Miranda y Yuste, 2004). Además se debe pensar en el
objetivo cualitativo que se busca para que, conociendo la respuesta de la calidad frente a
la reducción de cosecha, se decida el objetivo productivo.
Cuanto más tarde se aclare, menor será la compensación o recuperación del peso de fruta
por parte de la cepa y menor también será el efecto sobre su calidad. Por otro lado, cuanto
más precozmente se actúe, el efecto de la reducción de cosecha será menor, y mayor será la mo-
dificación de las características de la fruta (Yuste, 2005). Es recomendable combinar la opera-
ción con un deshojado simultáneo adecuado que potencie sus efectos (Yuste et al., 2001).
Figura 91
Puesto que ambos racimos son de un
tamaño similar, se respeta eli nferior para
que de ese modo tenga más hojas por
encima de él alimentándolo, y acercarnos
más al valor deseable de al menos 11 hojas
bien desarrolladas por encima del último
racimo del pámpano.
Con lo expuesto, se podría generalizar que para uva de vinificación el momento del acla-
reo debería concentrarse antes del envero (Yuste, 2002). Como para entonces la división
celular de la piel de las bayas ha finalizado, no se producirá ya un engrosamiento grande
de dichas uvas por reducción de competencia entre las mismas (Yuste et al., 1997). Debido
a esto, la reducción de cosecha es más eficaz y coherente con el aclareo realizado. En otro
orden, si realizásemos el aclareo después del envero, no se estaría aprovechando el pico
de síntesis de color y otros compuestos que ocurre en este momento (Reynier, 1995). Parte
de dicho color se estaría arrojando al suelo con los racimos eliminados y no concentrándose
en los respetados. En función de las instrucciones recibidas, o de la decisión productiva tomada,
se actuará específicamente con cada cepa y pámpano, teniendo presentes una serie de
principios del aclareo de racimos:
Figura 92
En el presente pámpano, de muy escaso
desarrollo, se ha decidido suprimir ambos raci-
mos puesto que sólo les corresponden unas 6
hojas desarrolladas por encima de ellos, lo cual
no es suficiente para asegurar una adecuada
maduración de uva tinta. Por otra parte, su
escaso vigor nos indica que dicha cepa se
encuentra muy debilitada, por lo que es preferi-
ble que este pámpano sólo trabaje para formar
reservas en la cepa.
1. La eliminación de racimos debe ser de por lo menos 1/3 para que su efecto se note
como reducción de cosecha. La eliminación de racimos tiende a ser compensada por el
mayor peso de las bayas (Rubio y Yuste, 2002).
2. Normalmente el racimo de menor rango es el más grande y el mejor alimentado.
3. Se buscará que haya homogeneidad en el tamaño de los racimos respetados y conforme
al desarrollo de los pámpanos que los alimentan.
4. En viñedos de uva tinta de muy alta calidad se buscará que haya por lo menos 11 hojas
expuestas por encima del racimo más elevado.
5. A efectos de la maduración; las cargas individuales de los distintos pámpanos de una
misma cepa no se consideran compensables entre sí.
6. Cuando resulte rápido y sencillo, se eliminarán también las racimas procedentes de los
nietos o brotes laterales anticipados.
7. Cada pámpano portará como mucho 2 racimos, teniendo en cuenta además que nazcan
de ambos lados opuestos del pámpano.
8. Cuando un pámpano no tenga desarrollo suficiente como para madurar al menos uno de
los racimos que porta, será preferible eliminarlos todos antes que debilitar un futuro po-
sible pulgar, a la cepa y que vendimiar un racimo inmaduro.
9. En pámpanos que porten racimos muy voluminosos y bien formados, es preferible redu-
cir el tamaño de cada uno de ellos antes que eliminar uno entero dejando intacto uno
sólo muy grande. Para ello, cuando sea fácil y rápido de efectuar, se cortarán las alas,
hombros o puntas de los racimos que permanezcan.
BIBLIOGRAFÍA
Pese a que este capítulo se enfoca eminentemente hacia quienes toman las decisiones de gestión
del viñedo, puede ser también muy útil para el operario encargado especialista. Por un lado es útil
si se le encomienda realizar estas mediciones como encargado y, por otra parte, para que tenga
conciencia o visión de la calidad del trabajo que ha realizado o del objetivo que debe perseguir.
Objetivar la calidad vegetativa del viñedo con fáciles mediciones permite estimar con acepta-
ble acierto la calidad potencial que se puede lograr en el momento de la vendimia (Tardá-
guila et al., 2004). Igualmente, es una operación imprescindible para comparar de un año
para otro el efecto que las distintas operaciones, labores, tratamientos, etc. tienen sobre
la expresión vegetativa y la cosecha. De este modo, se pueden tomar decisiones de cara a
la campaña siguiente, basadas en las puntuaciones del presente año y de los anteriores.
Para ilustrar la importancia que tiene medir anualmente la expresión vegetativa y realizar
un seguimiento, se apuntan dos grupos de decisiones; decisiones tácticas (en la misma
campaña) o estratégicas (de cara a la siguiente campaña):
capa de los inconvenientes de los deshojados tardíos de mitad del ciclo. Los inconvenientes
de estos deshojados tardíos de mitad de ciclo, son principalmente las quemaduras de la uva
al exponerla súbitamente a la insolación potente del verano, y la reducción de la capacidad
fotosintética al eliminar hojas entonces plenamente funcionales (Yuste, 2002).
Puesto que uno de los objetivos en la gestión del viñedo es hacer coincidir la parada vegetativa
(total o con un crecimiento lento muy residual) con el envero (comienzo de la maduración), se
entiende que, a partir de este momento, la estructura del follaje será ya la definitiva. Por este
motivo, éste es el momento en el que evaluaremos la estructura del follaje para estimar, en cierta
manera, el resultado que obtendremos en la vendimia (Tardáguila y Martínez de Toda, 2004).
El método más conocido de evaluación del follaje es el "Point Quadrat" desarrollado por
(Smart y Robinson, 1991a). Este método que describimos seguidamente se basa en imitar
la trayectoria de un haz de luz solar a través del follaje realizando un conteo de la dispo-
sición de huecos, capas de hojas y racimos.
Figura 93
Evaluación del follaje por el método Point
Quadrat imitando los haces de luz atravesando
el follaje. Obsérvense los poros existentes
en la vegetación y la exposición parcial natu-
ral de los racimos.
Para ello necesitamos construir una guía formada por un listón de madera de una longitud algo
mayor que la distancia entre cepas (comúnmente 150 cm.) en el que labramos una serie de
muescas equidistantes cada 5, 10 ó 15 cm. La pauta será en función de la distancia entre cepas
y del número de cepas que pretendamos muestrear para finalmente tomar de 50 a 100 medi-
ciones. Las muescas servirán para deslizar una varilla metálica afilada en un extremo que será
el puntero que imite los haces de luz que atraviesan el follaje. En cada extremo del listón
atornillamos una cadena suspensoria de unos 50 cm. con un gancho doble en forma de S, que
moveremos por los eslabones para ajustarnos a la separación existente entre el centro de los
racimos y el cable del que colgamos la guía. Es muy útil, para realizar otras mediciones pos-
teriores, aprovechar este mismo listón incorporándole una cinta métrica.
Lo primero que hay que hacer una vez conseguidas las herramientas necesarias, y un es-
tadillo para anotar los resultados de las muestras del puntero, es colgar horizontalmente
el listón a la altura a la que se encuentra el centro de la mayoría de los racimos.
Figura 94
Guía colgada horizontalmente entre dos cepas
contiguas a la altura del centro de la mayoría
de los racimos.
Se requieren dos personas para evaluar el follaje por este método: una persona será la en-
cargada de insertar el puntero y cantar los valores, y otra quien los anote ordenadamente
en el estadillo. Así se registrarán por orden de intercepción del puntero según se encuentren
Hojas (H), Racimos (R) o huecos (-) resultando patrones, como por ejemplo: HHRH, R, -, H,
HHH, RH… Con ello se obtiene una representación de secciones transversales del follaje.
· % de huecos 20 40%
· Nº de capas de hojas 1 1,5 capas
· % de hojas interiores < 10%
· % de racimos interiores no expuestos < 40%
Figura 95
Inserción del puntero a través de las muescas
y conteo de los elementos interceptados
(Racimo, Hoja, Racimo, Hoja…).
La variable que más afecta a estos índices es el número de brotes/metro de plano de vegetación.
Debe haber, en equidistancia, como máximo 18 pámpanos/metro y preferiblemente, para uva
tinta de alta calidad, de 15 a 10 pámpanos/m. Los valores más altos serán para los condicionantes
de objetivos más productivistas (uva blanca, cuando haya a priori menor riesgo de podredum-
bre, climatología más cálida y soleada, etc.), y los valores más bajos para las condiciones opues-
tas (uva tinta, búsqueda de mejor madurez fenólica, rendimientos limitados, clima más frío,
riesgo de podredumbres, etc.). La densidad de pámpanos, a su vez, viene determinada por la dis-
tancia entre posiciones de brotación (pulgares…) y por el número de brotes dejados en cada po-
Figura 96
Para realizar ágilmente la evaluación del
follaje son necesarias dos personas; una
insertando el puntero y la otra anotando los
elementos interceptados. De cualquier
modo, es una tarea en la que con una breve
práctica pueden realizarse un gran número
de mediciones en muy poco tiempo.
sición (yemas contadas brotadas y no podadas en verde). La distancia más adecuada entre pul-
gares está comprendida entre 15 y 20 cm. (especialmente para uva tinta de alta calidad).
Seguidamente se recoge otro método rápido también propuesto por (Smart y Robinson,
1991b) llamado "Vineyard Scorecard" o Tabla de Puntuaciones Visuales del Viñedo, que indica
el potencial para producir uvas de vinificación de buena calidad. No debe aplicarse cuando
el viñedo se encuentre enfermo o excesivamente estresado. Puesto que es un método rápido
de valoración visual, los valores sugeridos son aproximados y es preferible que el juicio lo
realice siempre la misma persona o, lo que es mejor, que lo realicen varias personas y se
halle la media de sus valoraciones. Éstos son parámetros y puntuaciones genéricas comúnmente
aceptadas, pero que pueden ser modificadas o adaptadas para cada caso particular. Se debe
considerar como una aproximación preliminar para cada condición. La máxima puntuación
posible corresponde a un total de 80 puntos.
· Tamaño medio relativo, para la variedad en cuestión, de las hojas basales exteriores
no procedentes de nietos:
· Ligeramente pequeñas 10
· Promedio 8
· Ligeramente grandes 6
· Muy grandes 2
· Muy pequeñas 2
La puntuación del viñedo será el resultado de sumar los puntos que se han
asignado para cada una de las observaciones indicadas:
· 75-80 puntos: ÓPTIMO. Follaje poroso con moderado vigor de los brotes.
· 50 puntos: Follaje denso con bajo a moderado vigor de los brotes.
· 20 puntos: Follaje muy denso con alto vigor de los brotes sin recortar-despuntar
lateralmente.
Puesto que el máximo posible son 80 puntos, se puede transformar la puntuación obtenida
dividiendo nuestro resultado entre 80 y multiplicándolo por 10 ó por 100 si así resulta más
comprensible. Es recomendable realizar 2 ó 3 valoraciones por personas diferentes, ha-
llando la media para reducir la subjetividad del método pero haciendo que sean siempre las
mismas para que los resultados sean comparativos.
Figura 97
Yema terminal totalmente seca, lo que implica
que el brote está absolutamente parado; sin
crecimiento. Indica un nivel de estrés hídrico
fuerte pero sin llegar a provocar pérdida de
turgencia o flaccidez de las hojas.
Figura 98
Brote con síntomas de estrés hídrico alto, de-
notado por la desecación definitiva de la yema
terminal. Del mismo modo, se ve en los zarcillos
de su zona apical. Nótese también cómo las
hojas se encuentran vueltas y ligeramente
fláccidas con pérdida de turgencia, mostrando
el envés piloso y blanquecino. La vid se de-
fiende de la sequía reduciendo la intercepción y
la absorción solar y con ello la transpiración, lo
cual confiere un tono blanquecino al viñedo
desde lejos.
Figura 99
La Superficie Foliar Expuesta en un sistema de con-
ducción plano y continuo, de manera simplista, sería la
suma de la superficie de las caras de vegetación expues-
tas (SFE = 2h·l + l·e). De esto se deduce la importan-
cia de disponer un buen empalizamiento alto que
gestione todo el desarrollo vegetativo de la cepa desde
el cable de formación hasta el ápice.
Para completar esta ficha de valoración rápida, únicamente hay que añadir un nuevo concepto
de medición, que precisamente es el que más peso tiene en el resultado final. Por un lado está
la Superficie Foliar Expuesta (SFE) y, por otro lado, está la Producción de uva (P). Puesto que
para obtener uva tinta de alta calidad debe haber de 1,21,5 m2 de SFE por cada kg de uva, de-
bemos estimar ambos parámetros en un número mínimo de cepas representativas y después ha-
llar la media para obtener un índice aproximado con el que acudir a la ficha VITUR.
Figura 100
Cepa con una defoliación basal prevendimia excesiva debido a un
estrés hídrico muy fuerte, pese a contar con posibilidad de riego.
La proporción de hojas deterioradas supera el 10%. Al mismo
tiempo se ve cómo desarrolló una gran longitud de los sarmientos
con unos malos guiado y posicionamiento de los mismos. Se intuye,
por estas dos razones, que tuvo un suministro hídrico excesivo en
la época de crecimiento y una irrigación muy insuficiente durante
la maduración.
Éste índice VITUR debe aplicarse necesariamente tanto mejor cuanto más se acerque el
momento de la vendimia. Lo más simple y rápido para calcular la Producción (P) es vendi-
miar individualmente unas cepas representativas, ya que cada peso será ya muy parecido
al definitivo, y sobre cada una de ellas calcular aproximadamente la SFE. No es necesaria
una gran precisión en ambas que requiera lentitud en las mediciones pues, en este caso,
las necesitamos para los intervalos de valoración VITUR.
Figura 101
Brote sin síntomas de estrés hídrico y con crecimiento apical bas-
tante rápido, lo cual es inadecuado ya alcanzando el envero. Nótese la
dirección muy ascendente de los zarcillos que están buscando pun-
tos de sujeción para trepar al crecer. El aspecto general de las hojas
es de gran turgencia y frescor, con color verde claro de juventud.
Póngase atención sobre el ápice o sumidad; los zarcillos largos y
ascendentes lo sobrepasan y la primera hoja pequeña extendida se
encuentra por debajo de dicho ápice sin rebasarlo. Entiéndase como
que el ápice crece a más velocidad que la que tardan en desplegarse
las hojitas. En otras casos podrían hallarse brotes creciendo in-
cluso más rápido, donde los primeros entrenudos fuesen incluso
más largos y el primer zarcillo más desarrollado y largo también.
Para el cálculo más rápido y simplista de la SFE, reduciremos la forma de la cepa a formas
geométricas sencillas. En el caso de una espaldera continua vertical, con la vegetación
bien guiada y colocada, lo podemos reducir a un prisma rectangular omitiendo las secciones
transversales de la línea (por ser, en principio, un plano continuo de vegetación) y la base.
Si no presenta una forma razonablemente homogénea, podríamos llegar a asumir, buscando
la rapidez, una simplificación grande del proceso, bien descomponiéndola en 2 ó 3 prismas,
bien estimando aproximadamente la altura media de la vegetación. Para medirlo basta una
cinta métrica guiada por un listón, como la guía empleada para el Point Quadrat a la hora
de estimar el espesor medio del follaje. Así resultarían como SFE las dos caras mayores y
la cara superior del prisma, ya que las laterales, en principio, están tapadas por la cepa con-
tigua y la inferior no se considera por venir el sol desde arriba. Realizadas las mediciones
de largo, alto y espesor de la vegetación, podemos construir el prisma y calcular la super-
ficie de las 3 caras expuestas. Habiendo pesado o estimado la uva que portaba cada cepa,
podemos calcular ya el índice aproximado SFE (m2) / P (kg) y acudir a la ficha VITUR.
Del mismo modo que los dos métodos anteriores, que también asignan valores arbitrarios,
éste conlleva también cierta subjetividad que permitiría modificarlos o adaptarlos a
nuestras condiciones concretas de variedad, mesoclima, objetivo etc. Valores a partir
de 80 puntos VITUR se pueden considerar muy buenos.
BIBLIOGRAFÍA