Clark Carrados-Sel Terror 488-El Fantasma y Miss Pitt (1982)
Clark Carrados-Sel Terror 488-El Fantasma y Miss Pitt (1982)
Clark Carrados-Sel Terror 488-El Fantasma y Miss Pitt (1982)
CLARK CARRADOS
CAP�TULO PRIMERO
Canturreaba entre dientes una vieja melod�a, porque se sent�a muy contento. La vida
se abr�a ante �l con espl�ndidas perspectivas y, aunque ya hab�a pasado de los
cincuenta a�os, ten�a una salud de hierro y no le faltaba ning�n diente. Lo �nico
que velaba un tanto su j�bilo era el pensamiento de lo que le podr�a pasar a miss
Pitt cuando todo hubiese terminado, pero, al fin de cuentas, se dijo, �qu�
importaba ya aquella vieja que ten�a un pie en la tumba?
�Para qu� quer�a Arabella Pitt ciertos bienes materiales que no podr�a llevarse
consigo al otro mundo? �Que los aprovechen los vivos, s�, se�or�, pens� Henry
Robinson, mientras acompa�aba el ritmo de la canci�n con el tamborileo de los dedos
sobre el volante de su coche.
La carretera era angosta, pero se hallaba en buenas condiciones. Abundaba la
vegetaci�n a ambos lados del camino y se divisaban numerosos �rboles a�osos, que ya
hab�an alcanzado su pleno desarrollo cu�ndo �l no hab�a nacido siquiera.
Por si fuese poco, luc�a un sol radiante y la primavera se inundaba espl�ndida, aun
en aquel rinc�n de Inglaterra, donde contemplar el cielo despejado era casi tan
raro como ver i un esquimal cazando focas en una playa del mediterr�neo. S�, la
vida era estupenda.
El coche acometi� de pronto una curva no demasiado ce�ida, a la que segu�a una
larga recta. De pronto, Robinson oy� una voz:
�Sigue usted la ruta equivocada.
El hombre se sobresalt�.
��Eh? �Qu�? �C�mo dice?
�Digo que sigue el camino equivocado.
Robinson se volvi� un instante. No hab�a nadie en el asiento posterior. Por un
momento, hab�a pensado en un posible poliz�n, pero desech� la idea al comprobar
que, efectivamente, viajaba solo en el coche.
�No quiere hacerme caso �son� la voz de nuevo�. Ese camino est� equivocado.
Robinson parpade� varias veces. Hab�a dormido perfectamente, ocho horas de un
tir�n, la digesti�n se hab�a desarrollado sin inconvenientes y s�lo hab�a tomado
una modesta jarra de cerveza. Por tanto, no cab�a achacar aquel fen�meno a
disturbios org�nicos, que no sent�a en absoluto.
A lo mejor, pens�, el tipo estaba en el techo del autom�vil, y no pod�a verlo.
�Perdone, amigo, pero hace muchos arios que viajo por esta carretera y conozco cada
detalle de su trazado...
�Si sigue el camino de la derecha, llegar� mucho antes al final de su viaje.
Enormemente sobresaltado, Robinson vio ante �l una desviaci�n de la carretera.
Jam�s la hab�a contemplado antes, pero le pareci� que, efectivamente, acortar�a el
viaje de manera considerable.
La curva del desv�o era muy suave y no tuvo necesidad de reducir la velocidad, que
en aquellos momentos alcanzaba ya los noventa kil�metros por hora. Entonces, la
nueva carretera desapareci� y se encontr� frente a un roble cuyo tronco no med�a
menos de un metro de di�metro.
En una fracci�n de segundo comprendi� el significado de la �ltima frase. S�, hab�a
llegado mucho antes al final de su viaje... por la vida.
Perdi� el sentido despu�s del choque. Mucho m�s tarde lo recobr�, en medio de
horribles dolores. Vagamente se dio cuenta de que estaba aprisionado por los restos
del coche y que no podr�a salir. Ten�a el pecho hundido y notaba que la sangre le
corr�a por el ment�n.
A trav�s de una niebla rojiza divis� varios rostros que le contemplaban con morbosa
curiosidad. Quiso pedir ayuda, pero las palabras no pod�an salir a trav�s de una
garganta gravemente lesionada.
En cambio, s� pod�a o�r los comentarios que hac�an los espectadores de su drama.
�No, si es que van como locos...
�Yo no lo comprendo. En este lugar, donde un ni�o de teta podr�a conducir un coche,
salirse de la carretera es incomprensible.
�Estar�a borracho.
�Deber�amos hacer algo por �l, �no les parece?
�Ya lo intent� yo antes, pero no pude sacarle. Tiene medio cuerpo aprisionado por
los restos del coche. Habr� que aguardar a los bomberos, para que vengan a cortar
los metales con sopletes...
��Alguno de ustedes lo conoce?
�Claro que s�. Es Henry Robinson, el colono de Orpington Lodge.
�Pobre hombre. Su viuda...
�No estaba casado.
�Ten�a que ir disparado para llegar a un estado semejante...
Las voces empezaron a alejarse y los rostros se difuminaron gradualmente, detr�s de
un velo de niebla que se hac�a m�s oscuro por momentos. En el �ltimo instante de su
vida, Robinson se pregunt� qui�n le hab�a hecho ver un camino que no exist�a.
�Alg�n amigo de miss Pitt?
Pero nadie pod�a aclararle aquel enigma, Dej� de respirar y se qued� quieto para
siempre.
* * *
El hombre era alto, fornido, ancho de hombros, de pelo negro y semblante agradable,
a pesar de que no pose�a los rasgos de un dios pagano. Estaba en pie y soportaba
estoicamente el escrutinio que hac�a de �l Arabella Pitt, a trav�s de los
impertinentes con montura de oro y mango de marfil, que sosten�a con la arrugada
mano derecha.
Miss Pitt parec�a muy anciana, aunque, sorprendentemente, se advert�a en ella una
vitalidad poco com�n en las personas de su edad. El pelo, completamente canoso,
parec�a hecho de hilos de nieve y los ojos, azules como lagos de monta�a, no hab�an
perdido apenas el brillo de la juventud.
El vestido era negro, con cuello y pu�os blancos de valiosos encajes de Bruselas.
Pendiente de una cinta de seda amarilla, llevaba un valioso camafeo de marfil, con
montura de oro y piedras preciosas. En el marfil, el artista hab�a tallado dos
cabezas juntas, hombre y mujer, en claro s�mbolo de enamoramiento.
En la mano izquierda llevaba un valioso anillo, con un rub� del tama�o de un
garbanzo. Los l�bulos de las orejas estaban adornados con unos peque�os pendientes
de perlas. El conjunto resultaba agradable, aunque la mirada de miss Pitt, en
ocasiones, resultaba inc�moda.
�As� que usted es el nuevo mayordomo que me ha enviado la agencia �dijo ella, tras
un largo per�odo de silencio.
�Si, se�ora, yo soy �contest� el hombre.
Arabella ten�a unos papeles al lado y tom� uno de ellos.
�Seg�n los informes, usted se llama Austin Barnes y tiene veintinueve a�os de edad.
�No le parece que es demasiado joven para desempe�ar este puesto?
�Dentro de dos meses cumplir� los treinta a�os, se�ora �sonri� Barnes.
��Hum! �Hum! �dijo ella�. A pesar de todo... �Tir� el papel sobre la mesa�. Todos
los mayordomos que yo he conocido eran siempre viejos o, por lo menos, de edad
madura.
�Los mayordomos ancianos o, por lo demos, de edad madura, fueron j�venes en alg�n
tiempo, se�ora.
�No es mala respuesta �convino Arabella. Volvi� la cabeza un poco�. �Qu�, lo
admitimos, Francis?
Barnes contuvo un respingo. �A qui�n se hab�a dirigido miss Pitt, si estaban los
dos solos en el gran sal�n de la casa?
Ella se puso una mano en la oreja, como si quisiera o�r mejor.
�Habla m�s alto, que no te oigo, Francis... Ah, te parece bien, �verdad? Al menos,
no le falta buena planta y si sabe comportarse como debe hacerlo un mayordomo...
�Que est�s seguro de que lo har� bien? De acuerdo. No se hable m�s.
Arabella se volvi� hacia el joven.
�Queda usted admitido. A partir de ahora, le llamar� por su nombre, si no tiene
inconveniente, Austin.
�Ser� un placer, se�ora �se inclin� Barnes.
�A Francis le ha gustado usted mucho y yo s�lo deseo complacer a Francis. Bien,
puede retirarse, Austin. Vaya a la cocina y empiece a ponerse al corriente de,
todo. Otra cosa, la cena a las siete y media y con dos cubiertos.
�S�, se�ora.
�A prop�sito, supongo que tendr� usted la indumentaria apropiada a su cargo.
�La tengo, se�ora. Lo primero que har� ser� mudarme de ropa...
Arabella agit� una mano.
�Eso es todo, Austin.
Barnes hizo una profunda inclinaci�n. Cuando ya se dispon�a a salir, miss Pitt
pronunci� de nuevo su nombre.
El joven se volvi�.
�Se�ora...
�Olvidaba decirle una cosa. Tambi�n he contratado una nueva doncella. Seguramente,
llegar� hoy. Haga el favor de examinarla y darme su opini�n antes de admitirla
definitivamente.
�S�, se�ora, as� lo har�.
* * *
Tina Jackson, la rolliza cocinera, se puso un �ndice en la sien y lo movi� varias
veces como si quisiera barrenarse el cr�neo.
�La pobre se�ora no est� bien del coco �dijo�. Pero es muy buena y, aunque tiene
sus cosillas, aqu� se vive estupendamente.
�Hablaba con un tal Francis �observ� Barnes, que ya se hab�a presentado a la
cocinera�. Pero no hab�a nadie con ella.;.
�Es su novio. Muri� hace la friolera de sesenta a�os, en la v�spera de la boda.
Miss Pitt ya no volvi� a enamorarse de otro hombre y se qued� soltera para siempre.
�S�, se�ora.
Con toda seriedad, Barnes eligi� un cigarro de una caja que hab�a en una consola.
Luego puso dos dedos de co�ac en una gran copa globular y lo llev� todo a la mesa.
�Una cena deliciosa, Francis, si me permites el comentario �dijo Arabella�. La
nueva doncella se desenvuelve a la perfecci�n y el mayordomo es una joya, a pesar
de su juventud. Cuando tenga unos a�os m�s, lo contratar�n en Buckingham Palace.
Claro que para entonces, Carlos ya ser� rey, como es de suponer.
Joyce se hab�a marchado. Barnes aguardaba en pie, cerca de la mesa, mientras
Arabella manten�a un animado soliloquio con su invisible compa�ero de mesa. Al cabo
de unos momentos, la anciana se volvi� hacia Barnes.
�Austin, me siento muy cansada �manifest�. �Quiere llamar a la nueva sirvienta,
para que me ayude a acostarme?
�Inmediatamente, se�ora.
Joyce compareci� a los pocos minutos. Arabella se hab�a puesto en pie y estaba
apoyada en un bast�n de �bano, con empu�adura de marfil.
�Dame tu brazo, muchacha �solicit�. No me gusta pedir ayuda, pero, a veces, lo
necesito. Oh, la juventud... No sab�is el tesoro que ten�is a estas edades...
Buenas noches, Francis querido. Que descanses bien y tengas felices sue�os.
Cuando ya estaba en la puerta se volvi� sonriendo hacia Barnes.
�Y a usted tambi�n, buenas noches, Barnes.
El joven se inclin�.
�Mil gracias, se�ora. Buenas noches, se�ora.
Lul� vino a recoger la mesa. Se mov�a con gestos provocativos, que Barnes ignor�
por completo. Al fin, la doncella se march�, no sin poner cara de disgusto al ver
que sus dengues y mohines no hab�an tenido el menor �xito con el estirado
mayordomo.
Cuando estaba a punto de terminar, apareci� Joyce.
�Miss Pitt descansa �inform�.
�Gracias. Por mi parte, puede retirarse, Joyce.
�S�, se�or. Se�or Barnes...
Las cejas del joven se alzaron.
��Diga...?
�Yo... Bueno, no s� c�mo decirlo, pero me parece todo tan extra�o...
��A qu� se refiere, si puede saberse?
�Es... Bien, dos cubiertos, ella habla constantemente con alguien que no est�...
�No le parece que miss Pitt...?
�No me parece nada, Joyce, y la se�ora tiene todo el derecho de hacer lo que le d�
la gana, puesto que est� en su casa, y usted tiene el deber, si quiere conservar el
puesto, de hacer cuanto le ordenen y de abstenerse de comentarios de cualquier
clase. �Est� claro?
�S�, se�or. Por supuesto, no quise...
�Eso es todo, puede retirarse.
Joyce hizo una ligera genuflexi�n y se march�. Al quedarse solo, Barnes sonri�.
Luego fue a la puerta del comedor, la cerr� con llave y, a continuaci�n, se sent�
en un sill�n, con la copa de co�ac en una mano y el cigarro que Francis no hab�a
consumido en la otra.
�Todo se aclarar� al final �murmur�.
* * *
Cuando son� la campanilla de la puerta, al d�a siguiente por la ma�ana, Barnes se
arregl� maquinalmente el traje y fue a abrir. En el umbral de la puerta divis� a
una hermosa mujer, de unos treinta y cinco a�os, rubia y de aire desenvuelto, en
cuyo rostro apareci� una enorme sorpresa al ver a un desconocido en la entrada de
la casa.
�Usted es nuevo aqu� �exclam�.
�En efecto, se�ora. Soy Austin, el mayordomo �contest� Barnes�. �Puedo preguntarle
qu� es lo que desea la se�ora?
�Soy Ali�e MacBride, de North C�rner. Deseo hablar con miss Pitt.
�Ir� a ver si la se�ora desea recibirla, se�ora, MacBride...
�D�gale que he venido a pagar la renta anual. Eso la estimular�, seguramente.
�Bien, se�ora.
Barnes se alej�, para volver a los pocos momentos.
�Miss Pitt la aguarda, se�ora �inform�.
�Gracias, Austin. �Ali�e silb� desenvueltamente�. �Vaya planta de mayordomo!
�exclam�, �De qu� pel�cula ha salido usted?
�No he sido en mi vida actor de cine, se�ora �contest� Barnes.
�Pues si yo fuese productor de cine...
Ali�e cruz� el vest�bulo con fuerte taconeo. Cuando ya llegaba a la puerta del
saloncito �ntimo donde se hallaba Arabella, se volvi� hacia el joven.
�Austin, �contin�a todav�a con su chifladura, esa que le hace hablar continuamente
con su fantasma?
�Yo no lo llamar�a chifladura, se�ora �dijo Barnes.
�Claro, usted es sirviente y lo m�s que puede decir es extravagancia. Pero... �Anne
se toc� la sien con el �ndice derecho�. Deber�an internarla en un manicomio,
cr�ame.
�Eso no es de mi incumbencia, se�ora.
Ali�e asinti� y empuj� la puerta. Barnes cerr�, se march� y fue a la cocina, en
donde tom� una taza de t� que le sirvi� Tina. La cocinera, le vio preocupada, pero
no se atrevi� a decirle nada. Quiero es que venga a verme. �Lo har�?
�Al menos, lo intentar�.
�Tengo tel�fono. Av�seme con anticipaci�n, la v�spera, por ejemplo.
�Muy bien, se�ora.
Ali�e se subi� la falda del vestido como si quisiera estar m�s c�moda. Barnes no
dej� de apreciar el gesto, que tend�a a mostrarle las medias, con ligas de estilo
anticuado, que hac�an el espect�culo mucho m�s interesante. Ella le dirigi� una
sonrisa provocativa y luego arranc� hacia la salida del enorme jard�n que rodeaba
la mansi�n.
Barnes se acarici� la mand�bula pensativamente. Alina se habr�a sorprendido
enormemente de haber podido escuchar su comentario, nada favorable y menos a�n
expresado con palabras impropias de un mayordomo que parec�a el �summun� de la
cortes�a y la mesura:
��Qu� diablos querr� esa p�jara?
CAP�TULO III
El coche rodaba a buena velocidad en direcci�n a Hookey Cottage cuando, de pronto,
su conductor vio otro autom�vil atravesado en la carretera. Marcus Davidson
Cranshaw tuvo el tiempo justo de frenar, para evitar la colisi�n y el morro de su
coche qued� a un palmo escaso del costado izquierdo del que un imprudente hab�a
dejado abandonado all� de tan mala manera. Pero antes de que pudiera lanzar un par
de maldiciones para desahogarse, un nombre surgi� de la espesura vecina y se le
acerc� con un rev�lver en la mano.
�Usted es el abogado Crasnhaw �dijo.
El viajero le mir� serenamente.
��Qu� quiere? �Dinero? Llevo s�lo lo suficiente para peque�os gastos, una docena de
libras, a lo sumo. Ordinariamente, me arreglo con cheques o tarjetas de cr�dito...
�No quiero dinero �contest� el individuo�. Soy Ben Hwillings. Ha o�do hablar de m�,
sin duda.
�En efecto. Es usted el arrendatario de una de las parcelas de Oaks Meadows, la
denominada Green Puffin. Por cierto, tambi�n s� que es usted uno de los m�s
aficionados a demorarse en el pago de la renta.
�Los negocios andan mal �gru�� Hwillings.
�En todo el mundo andan mal, pero eso no es motivo para dejar de cumplir los
compromisos contra�dos �contest� fr�amente el abogado�. Y por otra parte, �era
necesario hacerme ese comentario detr�s de un revolver?
Los ojos de Hwillings despidieron rayos de ira.
�Voy a decirle una cosa, abogado �exclam�. Ahora va a visitar a la bruja de Hookey
Cottage. Conv�nzala para que me venda Green Puffin. Eso es todo lo que le pido.
�Primero, miss Pitt no quiere vender una sola hect�rea de su propiedad. Segundo,
para hablar de venta, lo primero que tiene que hacer usted es ponerse al corriente
de las deudas. Tercero �c�mo osa exigir que le vendan, si no tiene dinero para
pagar la renta? Y cuarto y �ltimo, yo aconsejo siempre a mis clientes, pero son
ellos los que toman la decisi�n.
�Usted haga lo que le pido y no se preocupe de m�s. La vieja conf�a mucho en usted
y sigue siempre sus consejos. D�gale que me venda Green Puffin, eso es todo.
��Y si no quiere?
Hwillings sonri� torvamente.
�Voy a apartar el coche. Ser� mejor que haga lo que le pido �contest�.
Hwillings dio unos pasos en sentido lateral y se dispuso a entrar en su autom�vil.
De pronto, oy� una voz:
�No est� bien eso que has hecho, Ben.
El sujeto se sobresalt� enormemente.
��Eh? �Qui�n es usted? �Qu� es lo que dice? n �Bien, ha llegado tu hora. Tienes un
rev�lver. Util�zalo contra la persona que realmente debe morir en estos momentos.
Cranshaw se sent�a enormemente asombrado al ver que Hwillings hablaba con alguien a
quien �l no pod�a ver. De pronto, aterrado, vio que Hwillings levantaba la mano
armada y se aplicaba a la sien el ca��n de su rev�lver.
��Alto! �grit�. �No sea loco! �No cometa tonter�as...!
El tiro salt� y Hwillings cay� fulminado. Cranshaw se sinti� anonadado.
�Dios m�o, �tendr� yo la culpa...?
Hwillings yac�a en el centro del camino, boca abajo, sangrando por el agujero que
la bala hab�a abierto en su sien. De repente, Cranshaw oy� ruido de ramajes.
Un hombre salt� a la carretera.
�Lo he visto todo, caballero �dijo�. Ha sido espantoso... Pero no entiendo qu�
motivos pod�a tener Ben para saltarse la tapa de los sesos...
Cranshaw empez� a recobrarse.
�Dice que lo ha visto todo, se�or...
�Alien, Jack Alien. Vi y escuch� todo lo que dec�an los dos, y usted no pudo
comportarse mejor con ese desdichado. Realmente, ha sido algo lamentable, aunque
deba a�adir que Hwillings no gozaba de demasiadas simpat�as en la regi�n.
�Bien, Hwillings ya no tendr� que preocuparse en lo sucesivo por la simpat�a o el
desd�n de sus convecinos. Se�or Alien, soy Cranshaw, abogado de miss Pitt. �Tendr�
la bondad de ir a la ciudad e informar a la Polic�a de lo sucedido? Si sabe
conducir, puede utilizar mi propio coche.
�Ser�a mejor que me llevara el de Ben, se�or Cranshaw.
�Como quiera. Yo esperar� aqu�, se�or Alien.
Cranshaw empezaba a reponerse del choque sufrido. Se pregunt� qu� le hab�a
impulsado a Hwillings al suicidio, cuando en ning�n momento hab�a mostrado la menor
intenci�n de poner fin a su vida. Antes al contrario, le hab�a amenazado y...
Tendr�a que examinar el expediente de Hwillings, se dijo. Si no ten�a herederos, el
contrato de arrendamiento quedaba resuelto con su muerte y Green Puffin quedar�a
libre nuevamente.
* * *
�Horrible, ha sido verdaderamente horrible �dijo Cranshaw m�s tarde, cuando ya se
encontraba en presencia de Arabella�. Nunca pude imaginarme que Hwillings...
Joyce serv�a el t�, discreta, silenciosa y eficiente, mientras la due�a de la casa
charlaba con el visitante. Arabella mene� la cabeza.
�Hwillings ha terminado como deb�a acabar �dijo fr�amente.
�Pero no ten�a motivos para suicidarse.
�O s�. �No es verdad, Francis?
Joyce se sobresalt� ligeramente, aunque no era la primera vez que o�a a la dama
hablar con aquel personaje invisible, cuya identidad no hab�a conseguido todav�a
averiguar. La muchacha pregunt� por qu� Arabella no estaba encerrada en una casa de
orates.
�Deje a Francis en paz, miss Pitt �dijo Cranshaw desabridamente�. �Cu�ndo se va a
convencer de que muri� hace sesenta a�os?
�Para m� no ha muerto. Sigue vivo y seguir� viviendo hasta que yo muera. Francis,
�has o�do lo que dice este est�pido abogado? Se�or Cranshaw, me dan ganas de
destituirle... Pida excusas a Francis inmediatamente, se lo ordeno.
Cranshaw elev� los ojos al cielo y suspir�.
�S�, miss Pitt. �La locura de la anciana, a fin de cuentas, era inofensiva y no
val�a la pena amargarle la vida tratando de hacerle ver algo que su mente se negaba
desesperadamente a admitir como real�. Francis, le ruego me perdone.
�Est� perdonado �dijo Arabella�. Marcus, �le han hecho m�s proposiciones de compra
de Oaks Meadow?
�Han vuelto a insistir, miss Pitt.
��Qui�n?
�El mismo de la otra vez, Brook Stoneles.
�Representa a mis sobrinos.
�S�, se�ora.
�No vendo ni vender� jam�s �dijo la anciana firmemente�. Comun�queselo as� al se�or
Stoneles.
�Convendr�a tambi�n dec�rselo a sus sobrinos...
�Eso lo har� yo en persona, cuando vengan a pasar el pr�ximo fin de semana en esta
casa. �Algo m�s, abogado?
�He tra�do unos documentos para que los firme, si no tiene inconveniente.
�Ninguno, Marcus. Joyce, muchacha, tr�igame una pluma.
�S�, se�ora �contest� la aludida.
�Tengo yo �rezong� Cranshaw.
Arabella solt� una risita.
�Es verdad, lo hab�a olvidado. Un abogado sin pluma es como un ciclista sin
bicicleta.
Joyce estuvo a punto de soltar el trapo de la risa y tuvo que taparse la boca con
ambas manos. Arabella volvi� la cabeza y, con gran sorpresa por su parte, Joyce vio
que le gui�aba un ojo.
�Puede retirar el servicio, muchacha �orden� la anciana.
�S�, se�ora.
Joyce se llev� la mesita con ruedas. Cuando sal�a, vio a Barnes a poca distancia de
la puerta.
El mayordomo silbaba tenuemente, mientras limpiaba con el plumero el polvo de un
jarr�n situado encima de una consola. Joyce estaba segura de que Barnes hab�a
pegado el o�do a la puerta, pero simul� no haberse dado cuenta de nada y continu�
su camino hacia la cocina.
* * *
�De modo que Francis muri� hace sesenta a�os �dijo Joyce.
Tina pelaba unas patatas.
�Exactamente, en mil novecientos veintiuno �contest�.
�Pens� que habr�a muerto en la Primera Guerra Mundial.
�No, aunque quiz� su muerte sea debido al mal estado de salud en que qued� despu�s
de la guerra. El caso es que miss Pitt no ha olvidado al �nico amor de su vida.
�Est� loca de remate, y no lo digo porque se pase el tiempo hablando con un
fantasma �dijo Lul�, con las manos en alto, atus�ndose el pelo estridentemente
te�ido de amarillo�. Yo no me habr�a pasado tanto tiempo sin un hombre al lado.
�T� no eres miss Pitt �contest� la cocinera�. Hay cosas que no comprendes, ni
comprender�as aunque vivieses mil a�os.
�Tampoco me interesa comprenderlo �respondi� la doncella despectivamente�. A ti,
�qu� te parece, novata?
��No comment� �respondi� Joyce�.Y no soy tan novata; he servido en otras casas...
Lul� la mir� de arriba abajo.
��T� has servido en otras casas? No s�, puede que sea cierto, pero tienes un
aspecto demasiado distinguido... A veces pienso que has nacido en muy buena cuna...
�Lo cual no significa que sea rica ni noble �contest� Joyce�. Pero est�s
equivocada. Soy una chica que tiene que trabajar para ganarse la vida, exactamente
lo mismo que t� y que la se�ora Jackson.
�Todos tenemos que trabajar para vivir �suspir� Tina.
Joyce estaba limpiando unos cubiertos de plata. Lul� se puso un cigarrillo en los
labios pintados y se dispuso a encenderlo. En el mismo instante, entr� Barnes.
Lul� se quit� el pitillo de la boca instant�neamente. Barnes simul� no haberlo
visto, pero se acerc� a la rubia, con la mano derecha levantada, ense�ando bien a
las claras la yema del �ndice, manchada de una sustancia de color gris y de
procedencia f�cil de identificar.
�Lul�, �cu�les son las �rdenes que le di esta ma�ana, despu�s del desayuno?
�pregunt� Barnes, impasible.
�Ya lo hice, se�or; limpi� el comedor de gala...
�Han pasado escasamente ocho horas. �Cree que en tan poco tiempo ha podido
acumularse sobre los muebles una tan espesa capa de polvo?
Lul� enrojeci� violentamente.
�Volver� a limpiarlo, se�or Barnes �dijo, avergonzada. Y sali�.
�A esa chica hay que atarla corto. Y conste que no me gusta hablar mal de nadie,
pero es que hay cosas que claman al cielo.
�Un poco de polvo no es causa de solicitar la intervenci�n de la Divina Providencia
�sonri� el joven�. �Hay t� por alguna parte?
Joyce se levant� vivamente y dej� a un lado los utensilios de limpieza.
�Yo se lo servir�, se�or Barnes �dijo presurosamente.
�Gracias. Se�ora Jackson, miss Pitt me ha anunciado la visita de sus sobrinos para
el pr�ximo fin de semana.
��Cuervos! �gru�� Tina.
��Dec�a, se�ora Jackson...?
�Son unos cuervos. S�lo vienen aqu�, para ver si la se�ora est� a punto de
�di�arla�... Oh, perd�n, se�or Barnes; se me fue la lengua sin querer.
Barnes ocult� una sonrisa. Joyce le tendi� la taza con su plato.
�He puesto un terr�n de az�car y unas gotas de leche, se�or Barnes �dijo.
�Gracias, se�orita. Se�ora Jackson, usted conoce a esos sobrinos...
�S�, son hijos de la otra hermana de miss Pitt, la que muri� hace cinco a�os. Era
mucho m�s joven que miss Pitt y ya ve usted, se march� antes que ella... Pero
estaba muy gastada; creo que hab�a llevado una vida de disipaci�n realmente
horrible. Por eso, cuando muri�, estaba completamente arruinada..
�No es el primer caso �dijo Barnes.
�Los sobrinos son dos: Gordon Dormond y Dolly Faversham. La se�ora Faversham es
divorciada. El se�or Dormond es soltero.
�Su apellido, supongo, ser� el del cu�ado de miss Pitt.
�S�, pero �se muri� hace a�n m�s a�os. Los dos sobrinos son la �nica familia que le
queda a miss Pitt, aunque hay quien dice que tiene m�s parientes. Sin embargo,
nadie lo sabe a ciencia cierta y ella no lo ha afirmado ni negado jam�s.
Simplemente, se ha negado a mencionar nada sobre el asunto.
�Comprendo.
�Aunque quiz� haya un pariente... Tal vez aquel muchacho que pas� unos d�as en el
Cottage, har� unos cinco a�os. Era alto, apuesto, muy agradable... Miss Pitt
parec�a embobada con �l... �Oiga, se�or Barnes, yo dir�a que usted se parece
bastante a aquel joven...!
�Ser� pura casualidad �contest� el joven sonriendo�. �De modo que usted cree que
puede haber otro pariente?
�Ya le digo que no s� nada a ciencia cierta. Pero aquel muchacho...
��Se march�?
�Si. Un d�a, cuando nos levantamos, ya no estaba... Por cierto, miss Pitt pas� unos
d�as fatales... Cualquiera dir�a que se le Hab�a muerto un hijo. Pero luego se
recuper� y...
�Ya, el joven se fue y ella lo echaba de menos. Se�ora Jackson, �sabe c�mo se
llamaba aquel supuesto pariente de miss Pitt?
�S�, desde luego. Jerry, o Gerald, como prefiera. Gerald McDuff, se�or Barnes.
�Muchas gracias, se�ora Jackson.
Joyce observaba atentamente a Barnes y le pareci� que el joven se hab�a puesto
p�lido de repente. Si su vista no le enga�aba, �porqu� palidec�a?, se pregunt�.
CAP�TULO IV
Abri� la puerta y por una rendija escuch�, atentamente. Al cabo de unos momentos,
entr� en la habitaci�n, pisando de puntillas.
Lul� llevaba en la mano una linterna tan delgada c�mo un l�piz. En l�nea recta, se
dirigi� hacia una consola muy antigua y empez� a hurgar en los cajones.
Sus manos, enguantadas, se mov�an sin causar el menor ruido. Encontr� un joyero y
lo ilumin� con la linterna. Los ojos se le desorbitaron al contemplar la
resplandeciente colecci�n de joyas que hab�a en aquella caja forrada de terciopelo
negro.
Estaban revueltas, arrojadas all� de cualquier forma. Lul� suspir� en silencio. �Lo
que es tener dinero de sobra�, pens�.
Tras algunos titubeos, decidi� guardarse un par de pendientes de oro, adornados con
una docena de rub�es y esmeraldas y con un enorme diamante en el centro. �Por
ahora, ya tengo bastante�, se dijo.
Pero, de pronto, vio asomar unos billetes debajo de otra caja plana y alargada y no
pudo evitar la tentaci�n de apoderarse de unos cuantos. Hab�a al menos cincuenta y
todos eran de cien libras. Cogi� diez y se los meti� en el escote.
La caja negra y larga llam� su atenci�n. Al abrirla, crey� que se quedaba sin aire.
�Eso se podr�a haber evitado con un par de mastines, pero miss Pitt no puede
soportar a los perros �dijo Tina.
�Ahora ya no importa �dijo Barnes�. Voy a...
Dolly asom� por una ventana del piso superior.
��Se puede saber qu� es ese esc�ndalo? �pregunt�. Vaya un fin de semana apacible...