Reales - Bolilla 2
Reales - Bolilla 2
Reales - Bolilla 2
1. Distintas relaciones que pueden existir entre una persona y una cosa: relaciones
de hecho y relaciones de derecho. Las llamadas relaciones de poder del CCyC.
Otras expresiones: “relaciones posesorias” “relaciones reales” “relaciones de
hecho”. Servidores de la posesión.
Las relaciones (en su aspecto fáctico) de una persona con una cosa han tenido distintas
denominaciones.
La denominación tradicional ha sido la de “relación posesoria” en el C. de Vélez. De
alguna manera la denominación “relación posesoria” viene a ser el género, dentro del
cual se encuentran distintas especies de relaciones con nombre propio y distinto cada
una de ellas. Molinario criticó esta denominación, ya que consideraba que se refería
específicamente a una de las relaciones (la posesión), es por eso que defiende la
denominación relación real, para así poder abarcar tanto a la posesión como a las otras
relaciones de una persona con las cosas.
Dentro de las relaciones reales, quedan abarcadas:
-La posesión
-La tenencia
-El servidor de la posesión
-Yuxtaposición local.
TENENCIA.
Art. 1910 CCyC. Tenencia. Hay tenencia cuando una persona, por sí o por medio de
otra, ejerce un poder de hecho sobre una cosa, y se comporta como representante del
poseedor.
TIPOS DE TENENCIA
1. Tenencia absoluta o pura: Significa que no hay posesión ejercida por otra persona
como titular del dominio, como ocurre por ejemplo, con las cosas fuera de comercio. La
tenencia con carácter puro, importa la ausencia de una posesión que no existe al tratarse
de cosas que no son susceptibles de posesión, siendo el ejemplo por excelencia la
tenencia que se ejerce sobre las cosas de dominio público.
En la tenencia absoluta se pueden encontrar:
a. Tenencia de uso común: Conforme al art. del CCyC, las personas tienen uso y goce de
los bienes públicos. Sus características son:
Libertad, no está sujeta a autorización administrativa;
Gratuidad, el uso común es gratuito (con excepciones de peaje)
Igualdad, todos en la misma situación sin preferencia.
Si el uso común es perjudicado por el hecho de un particular, el usuario puede además
de recursos administrativos tiene acción de daños y perjuicios contra el tercero que
lesiona su derecho. No son viales ni acciones posesorias ni petitorias.
b. Uso especial: Uso especial es aquel que solo pueden realizar, sobre los bienes de
dominio público las personas que hayan adquirido la respectiva facultad. Dentro de ésta
se encuentra:
b1. Permiso de uso: El permiso de uso es el acto administrativo que otorga un uso
especial, preferente, del dominio público. El particular interviene al Estado solicitándole
el dictado del acto administrativo poniendo en actividad el órgano público.
B2. Concesión de uso: La concesión de uso es un acuerdo entre la administración y el
particular en vista de una ocupación de porciones de dominio afectado al público. En
cuando a las defensas que tiene su titular contra el Estado, cuando éste actúa por vías
legales, recursos administrativos y acción por daños y perjuicios le corresponden, como
también la pepitoria ante los jueces en lo contencioso administrativo. Si el ataque del
Estado es por vías de hecho, el concesionario tiene acciones posesorias ante jueces
ordinarios.
2. Tenencia relativa. La tenencia relativa significa comportarse como el representante
del poseedor. La tenencia relativa se ha clasificado en interesada y desinteresada.
a. Tenencia relativa interesada: En la tenencia interesada el tenedor obtiene un provecho
de la cosa, por medio de una relación de tipo creditorio
b. Tenencia relativa desinteresada: Es cuando el tenedor se limita a poseer por otro sin
ningún beneficio derivado de la cosa. El desinterés no obsta que se perciba un beneficio
económico por tener la cosa como es el caso de depósito oneroso.
ELEMENTOS.
a. El corpus. El corpus es un poder que implica una relación de señorío de hecho
sobre la cosa. El poder sobre la misma implica su disponibilidad de hecho, posee
la cosa quien la tiene en su esfera de control teniendo la concreta posibilidad de
disponer de ella. El corpus debe ser querido, tiene que existir un elemento
volitivo que permita distinguirlo de la simple yuxtaposición legal. Este elemento
falta cuando la relación carece de voluntad porque no es querida, como también
cuando se está privado de la conciencia. Asimismo falta también el elemento
volitivo cuando no se tiene la capacidad suficiente para adquirir la posesión, es
decir, cuando se es menor de edad.
b. Animus. Existe una disputa sobre éste tema entre Ihering y Savigny:
1. Teoría subjetiva. Savigny obviamente requería del corpus (es decir, el contacto físico
y la posibilidad de hacer de la cosa lo que se quiera y de evitar toda acción extraña.
Siendo necesario para esa facultad de disponer el contacto material). Pero además, para
que exista posesión, exige también el animus domini.
El animus consiste en la intención de ejercer el derecho de propiedad. Pudiéndose tener
esa voluntad de dos maneras diferentes:
1. para ejercer el derecho de propiedad que reconoce en otro
2. para ejercer el derecho propio.
Cuando el detentador tiene intención de ejercer el derecho de propiedad que reconoce en
otro, no tiene ese animus possidendi que es necesario para que el hecho de la detentación
se transforme en posesión.
La posesión tiene como presupuesto la “detentación” pero la detentación no es la
posesión, para pasar de una a otra se requiere la voluntad de poseer. Y la voluntad de
poseer consiste en querer y comportarse como si fuera propietario. Animus possidendi
equivale al animus domini.
Savigny considera poseedores al dueño, al que actúa como si lo fuese en miras de
adquirir la propiedad, al usurpador y al ladrón. Estos últimos saben que no son dueños
pero ejercen todas las facultades como si lo fueran excluyendo al verdadero propietario.
2. Teoría objetiva. Ihering (exclusión del animus). Explica que la simple relación de
proximidad material entre una persona y una cosa no tiene significación jurídica. Sin
voluntad no hay relación posesoria. Ihering descompone la relación posesoria en dos
elementos: el corpus y el animus, considerando que el corpus no puede existir sin el
animus, como así tampoco el animus puede existir sin el corpus. Ambos nacen al mismo
tiempo por la incorporación de la voluntad en la relación con la cosa, considerando que
la posesión es la simple reunión del corpus y del animus.
Al mismo tiempo se preguntó que le faltaba a la tenencia para constituirse en posesión,
que, según la teoría reinante (subjetiva) faltaría el animus domini. Para él, la importancia
de la voluntad estriba en la distinción entre la relación posesoria en sentido lato (en la
cual se abarca tanto la posesión como la tenencia) de la simple relación de lugar.
Considerando que la distinción entre la posesión y la tenencia no radica en la voluntad
de poseer, sino que el fundamento se basa en que por motivos prácticos, el derecho le ha
quitado ciertos efectos de la posesión.
Art. 2351 C. de Vélez. “El que efectivamente tiene una cosa, pero reconociendo en otro
la propiedad, es simple tenedor de la cosa, y representante de la posesión del
propietario, aunque la ocupación de la cosa repose sobre un derecho”.
Art. 2352 C. de Vélez. “Habrá posesión de las cosas, cuando alguna persona, por sí o
por otro, tenga una cosa bajo su poder, con intención de someterla al ejercicio de un
derecho de propiedad”.
A. Dice el C. de Vélez “tenga una cosa bajo su poder” (art. 2351) o “tiene
efectivamente una cosa” (art. 23529) o “se halla en la posibilidad de ejercer actos
de dominio sobre alguna cosa” (art. 2461). Se trata del elemento objetivo-
material que representa la idea de poder efectivo sobre la cosa (el corpus).
B. Agrega el art. 2351: “con intención de someterla al ejercicio de un derecho de
propiedad”, mientras que el art. 2352 dice: “pero reconociendo en otro la
propiedad”. Se trata del elemento voluntario, dado por el propósito con que se
tiene la cosa. Éste es el elemento que diferencia a la posesión de la enencia: el
que tiene la cosa para sí es poseedor, el que la tiene para otro es tenedor. La
intención del poseedor no implica creerse propietario, sino tan sólo actuar con
prescindencia de la existencia de un propietario. En cambio, el tenedor reconoce
que otro es el propietario o poseedor y que él lo representa en su posesión,
pudiendo efectuarse por sí o por otro. (Caso típico es el del locatario, dispone y
usa la cosa, teniendo derecho a ello por el contrato).
B. La posesión es un derecho.
Ihering la consideraba un derecho y en tal sentido decía: “El poseedor es protegido
porque es titular de un derecho, como cualquier otro titular. Nada de apariencia, sino
de rigurosa realidad. No hay engaño, no hay apariencia de realidad. No es que el
poseedor aparente otra cosa, sino que exhibe un poder propio inherente a la
titularidad de su derecho”. Así, dice Ihering, la posesión es un derecho, porque es un
interés jurídicamente protegido y debe colocársela entre los derechos sobre las cosas,
ya que aparece como una relación inmediata de la persona con la cosa. Savigny, a
partir de la 6ta edición de su tratado, si bien la posesión considerada en sí misma no
es más que un hecho, es a la vez un derecho por las consecuencias legales derivadas
de ella. Siendo un derecho Savigny encuadró a la posesión dentro de los derechos de
obligación, por suponer que su protección representa una defensa de la personalidad
atacada, y por consiguiente, procede de una obligación ex delicto.
El poseedor o tenedor de una cosa puede ser uno o varios. Si son varios se ejerce sobre la
totalidad de la cosa o una parte material de la misma.
a. Partes alícuotas: El derecho de cada poseedor se proyecta por el todo. Sin embargo, es
necesario determinar las partes indivisas que expresan la medida del derecho sobre cada
comunero. Así, puede existir coposesión de dominio (el condominio), el cousufructo,
cohabitación, etcétera. Incluso la coposesión puede darse sin un derecho real que lo respalde
como dos personas que a la vez entran en coposesión de un inmueble y ejercen la misma en
toda la extensión de la cosa sin excluirse al poseerlo por cuotas.
b. Partes materiales. Si la cosa puede ser dividida materialmente sin perder su identidad
para ejercer un derecho real, también la posesión podría circunscribirse a una parte material
de la cosa. (ej. Un campo)
Si la cosa forma un solo cuerpo no puede poseerse parcialmente. Lo decía el art. 2405 de
Vélez y aunque no exista en el acual CCyC norma equivalente es una cuestión que surge de
la propia naturaleza de las cosas.
Puede tomarse si la posesión de una cosa divisible como un campo por partes materialmente
determinadas y así cada uno de los poseedores detentarán exclusivamente una fracción.
EXCLUSIVIDAD OCONCURRENCIA.
Art. 1913 CCyC. Concurrencia. “No pueden concurrir sobre una cosa varias relaciones de
poder de la misma especie que se excluyan entre sí”.
La norma es análoga al Art. 2401 del C de Vélez que se refería “dos posesiones iguales y de
la misma naturaleza, no pueden concurrir sobre la misma cosa”
Ambas disposiciones refieren a la posibilidad que concurran sobre la misma cosa tanto la
posesión como la tenencia, pudiendo también referirse a dos o más posesiones de distintos
derechos reales que no son incompatibles y que recaigan sobre la misma cosa. Pudiendo no
sólo concurrir posesión y tenencia sino también posesiones distintas. Así, el derecho de
dominio puede concurrir con el derecho de usufructo, o anticresis, etcétera.
En cambio, dos derechos de dominio, o de usufructo que tuvieren pretensión de recaer sobre
toda la cosa en forma exclusiva no son posibles y solo podrían concurrir por partes indivisas.
Ya que es imposible que dos posesiones iguales y de la misma naturaleza concurran sobre el
mismo objeto, ya que la una rechaza necesariamente a la otra.
7. Objeto de la posesión. Requisitos. Posibilidades de extender la posesión a otros
derechos reales distintos al dominio: El problema de la “cuasiposesión”.
Art. 1913 CCyC. Objeto y sujeto plural. “El objeto de la posesión y de la tenencia es la cosa
determinada…. Sobre la totalidad o una parte material de la cosa”.
Requisitos.
a. El objeto de la posesión y la tenencia debe ser una cosa determinada.
Vélez decía expresamente en el art. 2400 “los bienes que no fueren cosas,
no son susceptibles de posesión”.
b. A diferencia del art. 2400 del C de Vélez, no se requiere que la cosa se
encuentre dentro del comercio.
Las cosas que son absolutamente no enajenables son los bienes de
dominio público, por lo que tampoco serán susceptibles de posesión.
Independientemente de ello, si bien no pueden ser objeto de posesión si
pueden serlo de tenencia absoluta.
c. El poder fáctico no puede recaer sobre un asiento que no se pueda
identificar, de ahí la necesidad de que la cosa sea determinada. Lo
establecía el c de Vélez: “Si la cosa cuya posesión se va a adquirir se
hallase confundida con otras, es indispensable para la adquisición de la
posesión, que sea separada y designada distintamente”.
d. No debe recaer sobre bienes. La posesión implica comportarse como el
titular de un derecho real que se ejerce por la posesión, y solo las cosas
pueden ser objeto de la posesión.
Es cierto que los bienes taxativamente determinados pueden ser objeto de
derechos reales, pero no lo serán de la posesión.
LEGÍTIMA
DE BUENA FE hurto
estafa
MUEBLES abuso de confianza
ILEGÍTIMA
DE MALA FE VICIOSA
violencia
INMUEBLES clandestinidad
Abuso de conf.
NO VICIOSA
LEGÍTIMA E ILEGÍTIMA.
Art. 1916 CCyC. Presunción de legitimidad. “Las relaciones de poder se presumen
legítimas, a menos que exista prueba en contrario. Son ilegítimas cuando no importan el
ejercicio de un derecho real o personal constituido de conformidad con las previsiones
de la ley”
El actual CCyC presume legítimas a las relaciones de poder, salvo prueba en contrario.
Vélez, por el contrario, no contenía la presunción, en el art. 2355 disponía: “La posesión
será legítima, cuando sea el ejercicio de un derecho real, constituido en conformidad a
las disposiciones de éste Código”
Ante la relación real debe presumirse que se trata de posesión (art. 1911 CCyC) y luego
que es legítima (art. 1916 CCyC).
La posesión legítima es la que constituye el ejercicio de un derecho real constituido
conforme a las disposiciones de la ley. Es decir, se trata de la posesión con derecho a
poseer. Si debe haber conformidad con las disposiciones del Código, deben satisfacerse
los requisitos necesarios para adquirir tal derecho. Así en materia de derechos reales,
para ser legítima la posesión deberá contarse con el título y modo suficientes. Si por el
contrario, faltan cualquiera de los elementos que estructuran al título o el modo y éstos
aparecen como insuficientes la posesión será ilegítima.
La posesión ilegítima es, en cambio, la posesión sin derecho a poseer. El art. 2355 del C
de Vélez disponía que la posesión es ilegítima cuando se tenga sin título, o por un título
nulo o fuere adquirida por un modo insuficiente para adquirir derechos reales, o cuando
se adquiera del que no tenía derecho a poseer la cosa, o no lo tenía para transmitirla. En
el art. 2916 más genéricamente dispone que cuando la relación real no se encuentre
conforme las previsiones de la ley será ilegítima.
Art. 1919 CCyC. Presunción de buena fe. “La relación de poder se presume de buena fe,
a menos que exista prueba en contrario.
La mala fe se presume en los siguientes casos:
a. cuando el título es de nulidad manifiesta
b. cuando se adquiere de persona que habitualmente no hace tradición de esa clase
de cosas y carece de medios para adquirirlas
c. cuando recae sobre ganado marcado o señalado, si el diseño fue registrado por
otra persona”
La relación de poder se presume de buena fe. Sin embargo, dicho artículo prevé casos
donde lo que se presume no es la buena fe, sino la mala fe.
a. Título manifiestamente nulo. El actual CCyC no determina qué es la nulidad
manifiesta. Por el contrario, Vélez establecía en el art. 1038 que la nulidad de un acto es
manifiesta, cuando la ley expresamente lo ha declarado nulo, o le ha impuesto la pena de
nulidad. Y en el art. 4009 establecía la presunción de mala fe sosteniendo que el “vicio
de forma en el título de adquisición, hace suponer la mala fe del poseedor”.
En definitiva, se trata de un detentador que no ha examinado el título o lo ha hecho
en forma deficiente, tanto en el aspecto de su idoneidad jurídica como en sus
componentes, dado que si hubiere actuado en forma diligente hubiere podido advertir
que el mismo es nulo efectuando un examen prolijo del mismo y sus antecedentes.
b. Adquirirla de persona sospechosa. En este caso, la cosa se ha tenido de una persona
que habitualmente no se dedica a transferir esos objetos, y que además, no tiene medios
para adquirirla. Ej. Un acomodador callejero de autos, no tiene medios para vender un
reloj de cierto precio y además no es su actividad habitual.
c. Ganado con marcas y señales de otra persona. El ganado se identifica con marcas y
señales. Las mismas se registran y sirven para establecer quién es su dueño. Si alguien
adquiere un ganado con marcas o señales que están registradas a nombre de otra persona
se presupondrá la mala fe del mismo dado que es inexcusable la compulsa de los
registros respectivos.
Art. 1920 CCyC. Determinación de la buena o mala fe. “La buena o mala fe se
determina al comienzo de la relación de poder, y permanece invariable mientras no se
produce una nueva adquisición.
No siendo posible determinar el tiempo en que comienza la mala fe, se debe estar al día
de la citación al juicio”.
La buena o mala fe se juzga al momento en que comienza la posesión o tenencia de la
cosa. El artículo establece que esto es así mientras no se produzca una nueva
adquisición, ya que si esto sucede, si era de mala fe puede convertirse luego de buena fe
si media una nueva adquisición. Básicamente será el caso de quien por título posterior
adquiere de nuevo la posesión sin que medien las circunstancias que permitían calificar
la relación que venía ejerciendo anteriormente como de mala fe.
La segunda parte de la norma establece que la buena fe cesa con la notificación de la
demanda que cuestiona la misma. Principalmente se tratará de la demanda de
reivindicación. Esto quedaba más claro en la redacción del Anteproyecto ya que
establecía que “La buena fe del titular vencido se extingue con su citación a juicio”. Por
el contrario al actual CCyC, que podría considerarse extinguida la buena fe incluso antes
de la correspondiente notificación de la demanda.
POSESIÓN VICIOSA
Art. 1921 CCyC. Posesión viciosa. “La posesión de mala fe es viciosa cuando es de
cosas muebles adquiridas por hurto, estafa o abuso de confianza; y cuando es de
inmuebles, adquiridos por violencia, clandestinidad o abuso de confianza. Los vicios de
la posesión son relativos respecto de aquel contra quien se ejercen. En todos los casos,
sea por el mismo que causa el vicio o por sus agentes, sea contra el poseedor o sus
representantes”
Mala fe simple (no viciosa) y mala fe viciosa.
Es tradicional, el C de Vélez clasificaba a la posesión de mala fe, en mala fe simple y
mala fe viciosa. La mala fe es viciosa cuando concurren en su adquisición las
circunstancias calificadas en el Código como vicios. El CCyC ha mantenido esta
clasificación.
Se trata de una subclasificación de la posesión de mala fe, referida a las formas
utilizadas por el poseedor para adquirirla o conservarla. La distinción de la mala fe en
simple o viciosa tiene consecuencias jurídicas y prácticas, por cuanto el poseedor vicioso
no tiene derecho a algunas defensas posesorias, tiene mayor responsabilidad en caso de
pérdida o deterioro de la cosa, está privado del derecho de retención y no puede
comenzar a prescribir hasta no haber purgado el vicio.
Alterini criticó la subsistencia de esta categoría: “Quien adquiere la posesión a través de
la comisión de alguno de los vicios (hurto, estafa, abuso de confianza, clandestinidad,
etcétera), se convierte en poseedor vicioso, pero ese estigma sólo puede ser invocado
únicamente por el anterior poseedor víctima de alguno de esos vicios. El adquiriente con
vicios es poseedor vicioso exclusivamente con la relación del poseedor que los sufrió. El
poseedor vicioso al haber incurrido en un vicio contra el anterior poseedor, de ningún
modo desmejora su posición frente a todos los demás, pero no podrán reprocharle la
comisión de esos vicios ya que frente a ellos es nada más que un simple poseedor de
mala fe”.
Art. 2238 CCyC. Finalidad de las acciones posesorias y lesiones que las habilitan.
“Las acciones posesorias según haya turbación o desapoderamiento, tienen por
finalidad mantener o recuperar el objeto sobre el que se tiene una relación de poder. Se
otorgan ante actos materiales, producidos o de inminente producción, ejecutados con
intención de tomar la posesión, contra la voluntad del poseedor o tenedor.
Hay turbación cuando de los actos no resulta una exclusión absoluta del poseedor o del
tenedor. Hay desapoderamiento cuando los actos tienen el efecto de excluir
absolutamente al poseedor o al tenedor.
La acción es posesoria si los hechos causan por su naturaleza el desapoderamiento o la
turbación de la posesión, aunque el demandado pretenda que no impugna la posesión
del actor.
Los actos ejecutados sin intención de hacerse poseedor no deben ser juzgados como
acción posesoria sino como acción de daños”
Inmutabilidad de la causa.
El art. 1915 del CCyC agrupa dos normas del C de Vélez. El art. 2353, que contiene el
principio de inmutabilidad de la causa y el art. 2458 que contempla el tema específico de
la interversión de la misma.
Como dispuso el C de Vélez, el que comenzó a poseer por sí continúa poseyendo como
tal, mientras no se pruebe que ha comenzado a poseer por otro. Por otra parte, quien
comenzó como tenedor e presume que así continúa mientras no se pruebe lo contrario.
La norma del CCyC está formulada en términos rotundos “nadie puede cambiar la
especie de su relación de poder por su mera voluntad”.
La disposición se refiere a un cambio íntimo del animus, o a la existencia de
manifestaciones o actitudes jurídicamente intrascendentes, porque en rigor en la segunda
parte del artículo se ocupa de los casos en los cuales por actos del que posee a nombre de
otro puede cambiarse la causa.
Interversión de la posesión.
La primera parte del artículo indica que quien comenzó una determinada relación
posesoria continúa con la misma, pero ello no es “fatal” dado que quien inició como
tenedor si manifiesta por actos exteriores la intención de privar al poseedor de disponer
de la cosa, y sus actos producen ese efecto, puede intervertir o invertir la causa.
Aunque la norma parece referirse únicamente al tenedor que intervierte su título para
convertirse en poseedor, puede tratarse de un poseedor de entidad menor que intervierte
el título para convertirse en un poseedor de una entidad mayor. Como cuando un
usufructuario intervierte el título para trocarse en poseedor a título de dueño. Deberían
quedar comprendidas en el artículo, ya que cualquier relación real de entidad inferior
puede pretender transformarse en una de mayor contenido y no sólo la tenencia.