Unidad 3 Resumen
Unidad 3 Resumen
Unidad 3 Resumen
El artículo establece que, para que haya posesión, es menester la reunión de dos elementos: el corpus y el
animus domini. Sigue así los lineamientos del Código Civil de Vélez Sarsfield.
El corpus es el elemento objetivo de la posesión. Aparece expresado en el artículo cuando señala que el
poseedor “... ejerce un poder de hecho sobre una cosa...”. Supone el despliegue de un poder de disposición
física sobre la cosa, y como tal debe ser querido.
Ello implica que el titular de la relación de poder debe imprimir un mínimo de voluntad a fin de establecer
el corpus; de otro modo, si la voluntad estuviere ausente, habrá un supuesto de yuxtaposición local.
El corpus no se confunde con la cosa, que es su objeto. Implica actuar materialmente sobre ella, lo que puede
tener lugar a partir del obrar del propio poseedor o de un tercero (“por sí o por medio de otra”, dice la
norma). Ello, lógicamente, se presenta con mayor nitidez cuando media una relación de contacto con la cosa
(por ej., el libro en las manos de una persona). En ese supuesto, se insiste, es evidente la existencia del “poder
de hecho” al que alude la norma.
Sin embargo, una vez adquirida, se conserva aún a falta de ese contacto, lo que permite considerar que hay
corpus siempre que exista la “posibilidad” de actuar sobre la cosa que es su objeto (por ej., el libro en la
biblioteca o en la oficina del dueño, ya que bastará que éste se acerque a la biblioteca u oficina para entablar
contacto con dicho elemento), no siendo indispensable el contacto permanente con ella.
El animus domini refleja el componente subjetivo de la posesión. La última parte del Art. 1909 CCyCN lo
señala en estos términos: “... comportándose como titular de un derecho real, lo sea o no”. Ese
“comportarse” con relación a la cosa como si fuera titular de un derecho real, aunque pueda no serlo, supone
una voluntad exteriorizada, ya que, si solo fuera un puro estado anímico del sujeto, sería muy difícil
acreditarlo.
Posición de Savigny. Para este jurista, los elementos de la posesión son dos:
Corpus al que define como la posibilidad de actuar sobre la cosa, disponiendo físicamente sobre ella
y pudiendo defenderla jurídicamente ante cualquier ataque.
Animus: Es el elemento volitivo que acompaña al corpus y que diferencia la posesión de la mera
yuxtaposición; así, el corpus se ejerce negándose a reconocer que existe una persona con una
potestad mayor sobre la cosa, aunque de hecho exista (caso del ladrón o del usurpador, que se
comportan como dueños sabiendo que otra persona es propietaria).
Con respecto a la naturaleza jurídica de la posesión existen diversas teorías jurídicas:
Teorías que consideran a la posesión como un hecho: Entre sus exponentes, figura , quien entiende
que la posesión es un hecho porque se basa en aquellas circunstancias fácticas que constituyen el corpus;
considera este un hecho con consecuencias jurídicas, entre las que reputa:
en primer lugar, la posibilidad de ejercer las acciones posesorias cuando es turbado el ejercicio de la
posesión y
en segundo lugar, la posibilidad de usucapir (reunidos los demás requisitos). Esta posición es la que
parece haber seguido Vélez en el viejo Código Civil, atendiendo las notas al Art. 2470 y al Título II del
Libro III de dicho cuerpo normativo.
Teorías que consideran la posesión un derecho: consideraba derecho subjetivo a “todo interés
jurídicamente protegido”, consecuentemente, consideró a la posesión un derecho, ya que se encuentra
protegida por las acciones posesorias; dentro de los derechos, la ubicó en la categoría de los derechos reales,
ya que en estos existe una relación directa e inmediata entre el sujeto y la cosa.
En tanto (1868) entiende que la posesión es un derecho de naturaleza mixta (real y personal).
La causa de la posesión:
La causa, hecho o acto jurídico por el cual se adquiere la relación de poder –que en nuestra disciplina
denominamos el “título”-, reviste particular importancia pues va a calificar y a fijar el inicio del cómputo de
la relación. De este hecho se derivan consecuencias jurídicas, facultades y deberes para el poseedor o
tenedor, como la posibilidad de usucapir o la responsabilidad por deterioro de la cosa.
El principio general en la materia, enunciado por el Código, indica en su Art. 1915 que:
Art. 1915 CCyCN: Interversión. “Nadie puede cambiar la especie de su relación de poder, por su mera voluntad, o
por el solo transcurso del tiempo. Se pierde la posesión cuando el que tiene la cosa a nombre del poseedor manifiesta
por actos exteriores la intención de privar al poseedor de disponer de la cosa, y sus actos producen ese efecto”.
Es así como, quien ostenta un vínculo con la cosa puede ir variando su ánimo, su buena o mala fe y hasta el
comportamiento para con la cosa, pero siempre quedará signado por el acto adquisitivo.
Para moverse de la posición en la cual la ley lo ha colocado, deberá intervertir el título, en el sentido
explicitado en puntos anteriores.
También importa en materia obligacional, porque de alguna manera con esa entrega se va a determinar el
momento en que se ejecutó la obligación de dar o a la que se comprometió el acreedor. A partir de ese
momento se da una traslación de los riesgos sobre la cosa.
C. CAPACIDAD PARA ADQUIRIR CADA CLASE DE POSESIÓN.
Art. 1922 CCyCN: Adquisición de poder. “Para adquirir una relación de poder sobre una cosa, ésta debe establecerse
voluntariamente:
a) por sujeto capaz, excepto las personas menores de edad, para quienes es suficiente que tengan diez años;
b) por medio de un contacto con la cosa, de la posibilidad física de establecerlo, o cuando ella ingresa en el ámbito de
custodia del adquirente”.
Uno de los recaudos para adquirir la relación de poder es la capacidad. En materia posesoria se requiere
siempre un animus mínimo, que es la voluntad de poseer, de querer ejercitar sobre la cosa el poder de hecho
propio de la posesión. Por tal motivo, están capacitados para adquirirla los que tengan una capacidad natural
de entender y de querer.
La relación debe ser adquirida por intermedio de un representante legal en caso de ser el adquiriente
incapaz, o en el supuesto de ser el adquiriente una persona jurídica.
El Art. 1922 se aplica en los casos de adquisiciones unilaterales de la posesión, a los que cabe denominar
modos originarios. En cambio, cuando se trata de adquirir la posesión por medio de tradición, en tanto ésta
es un acto jurídico, se exige la plena capacidad, es decir, la necesaria para celebrar actos jurídicos. No se
aplica la excepción relativa al mayor de diez años.
, sigue la postura de , quien dice que hay que distinguir el modo derivado y el contrato
mismo que se celebra entre las partes. Para el acto jurídico se necesitará contar con 18 años, pero para
ingresar/adquirir la posesión, no. Algunos autores justifican los 18 años porque quien adquiere la posesión
también adquiere obligaciones.
Por otro lado, la nulidad que se podría plantear ante una adquisición de la posesión que no respetó esa
mínima edad de 18 años, es relativa, porque todo lo que es materia de capacidad de hecho se establece a
favor del incapaz y solo él puede invocar la nulidad (Art. 25 del CCyCN).
La doctrina entiende que a los 10 años no se puede establecer una relación voluntaria, entonces no se
trataría ni de tenencia ni posesión, sino de una yuxtaposición local.
D. MODOS: ORIGINARIOS Y DERIVADOS. ACTOS POSESORIOS.
Hay que distinguir Apoderamiento ≠ Desapoderamiento: el desapoderamiento o desposesión está ligado
con el ilícito porque va en contra de la voluntad del poseedor (bilateral, que no implica voluntad de dos, sino
que más de uno figure en la escena). En el apoderamiento no hay un ilícito porque se toma una cosa sin
dueño (cosas muebles) o una cosa abandonada (unilateral).
Actos Posesorios: Los “actos posesorios sobre la cosa” son conductas que tiene una persona sobre la cosa,
que consisten en actos materiales que demuestren una dependencia física de ella hacia dicha persona, su
cultura, percepción de frutos, amojonamiento o impresión de signos materiales, mejora, exclusión de
terceros y, en general, su apoderamiento por cualquier modo que se obtenga.
Art. 1928 CCyCN: Actos posesorios: “Constituyen actos posesorios sobre la cosa los siguientes: su cultura,
percepción de frutos, amojonamiento o impresión de signos materiales, mejora, exclusión de terceros y, en general, su
apoderamiento por cualquier modo que se obtenga”.
Es una enumeración no taxativa, pueden sumarse: cercar, alambrar, entre otros. No es el caso del pago de
impuesto, acto jurídico, porque por sí solo no revela el contacto o probabilidad de contacto con la cosa, sin
embargo, sirve para probar el ánimo.
Así, los actos posesorios constituyen el modo de exteriorizar la titularidad del dominio, del condominio, de
la propiedad horizontal, del usufructo, etc. y darles publicidad. Podemos citar como ejemplos de acto
posesorio:
El cultivo de un inmueble,
La destrucción,
Modificación material de partes de la cosa mueble o inmueble, e incluso su enajenación.
Todas estas acciones son una plena manifestación de la titularidad de un derecho real ejercido por la
posesión.
No es el caso de la tenencia, como se verá más adelante, donde los actos son más acotados y de mero uso.
Tampoco es el caso de la hipoteca, donde tenemos, por un lado, el titular del derecho real de hipoteca y, por
el otro, el propietario del inmueble que es quien continúa en posesión del mismo. Así, el derecho real de
hipoteca se ejerce cobrando la deuda, inspeccionando el inmueble, fiscalizando que no se registren
deterioros y –eventualmente– pidiendo judicialmente su remate si la deuda no es cancelada. Pero jamás,
por medio de la posesión.
Igual sucede con los titulares de servidumbres en fundos vecinos, que sólo tienen algunas facultades
determinadas de aprovechamiento del inmueble colindante, tales como el derecho de paso hasta la ruta, un
curso de agua, la facultad de llevar su ganado a pastar o abrevar, etc.; sin embargo, estos actos no implican
en lo más mínimo el ejercicio de posesión sobre el fundo sirviente.
E. EL OBJETO DE LA POSESIÓN: COSAS SUSCEPTIBLES DE POSESIÓN. UNIVERSALIDADES.
El objeto de la posesión debe ser un bien con las siguientes características:
1) cosas (objetos materiales), 2) en el comercio, 3) de existencia actual, 4) exclusividad, 5) determinación, 6)
principalidad, 7) singularidad, 8) integralidad.
“Cosas” que se encuentren en el comercio:
Se denominan “cosas” a los bienes materiales.
Las disposiciones referentes a las cosas son aplicables también a la energía y a las fuerzas
naturales susceptibles de ser puestas al servicio del hombre.
Las cosas están fuera del comercio cuando son inenajenables y pueden serlo por disposición
de la ley o por acuerdos privados, en los casos y bajo los términos permitidos por la normativa.
Por disposición de la ley, encuadran los bienes públicos del Estado (en tanto son
absolutamente inenajenables e insusceptibles de prescripción o embargo). Los bienes de
dominio público del Estado (afectados al uso general) no pueden ser poseídos, serán -en todo
caso- objeto de un derecho de uso, concesión, licencia, etc. reglados por el Derecho
Administrativo. Sí, en cambio, pueden poseerse las cosas que se encuentran en el dominio
privado del Estado (aquellas que no se encuentran sujetas al uso de la comunidad en general).
Art. 237: Determinación y caracteres de las cosas del Estado. Uso y goce. Los bienes públicos
del Estado son inenajenables, inembargables e imprescriptibles. Las personas tienen su uso y goce,
sujeto a las disposiciones generales y locales.
De existencia actual:
Esto es un corolario de los derechos reales, ya que la posesión es una circunstancia fáctica
concreta, mal podría darse sobre un bien que no existe.
No podría, por ejemplo, haber posesión sobre los frutos que aún no han sido separados del
árbol pues, en todo caso, se posee el árbol.
Exclusividad:
Porque no pueden concurrir sobre una cosa varias relaciones de poder de la misma especie
que se excluyan entre sí. Dos posesiones iguales y de la misma naturaleza no pueden concurrir
sobre la misma cosa, pero dos o más personas pueden poseer en común una cosa, cada una
por una parte indivisa del todo (serán coposeedores) o por una porción material determinada.
Art. 1913: Concurrencia. No pueden concurrir sobre una cosa varias relaciones de poder de la misma
especie que se excluyan entre sí.
Determinadas: Dice el art. 1912 del Código Civil y Comercial:
Art. 1912: Objeto y sujeto plural. El objeto de la posesión y de la tenencia es la cosa determinada. Se ejerce
por una o varias personas sobre la totalidad o una parte material de la cosa.
Así, cuando la cosa cuya posesión se va a adquirir se hallase confundida con otras, es indispensable,
para la adquisición de la posesión, que sea separada y designada distintamente. Se deriva de ello
que, para tomar la posesión de una parte de una cosa divisible, es indispensable que esa parte haya
sido material o intelectualmente determinada, en tanto no se puede poseer una parte incierta.
Principalidad:
Son cosas accesorias aquellas cuya existencia y naturaleza son determinadas por otra cosa de
la cual dependen o a la cual están adheridas.
Su régimen jurídico es el de la cosa principal, excepto disposición legal en contrario.
La posesión de una cosa hace presumir la posesión de las cosas accesorias a ella. Por ejemplo,
si poseo un camión al lado del cual se encuentra un acoplado, se entiende, salvo prueba en
contrario, que está bajo mi posesión.
Art. 230: Cosas accesorias. Son cosas accesorias aquellas cuya existencia y naturaleza son
determinadas por otra cosa de la cual dependen o a la cual están adheridas. Su régimen jurídico es el
de la cosa principal, excepto disposición legal en contrario.
Si las cosas muebles se adhieren entre sí para formar un todo sin que sea posible distinguir la accesoria
de la principal, es principal la de mayor valor. Si son del mismo valor no hay cosa principal ni accesoria.
Singularidad:
La posesión de una cosa compuesta de muchos cuerpos distintos y separados, pero unidos
bajo un mismo nombre, como un rebaño, una piara, comprende solo las partes individuales
que comprende la cosa, en tanto no se posee “el rebaño”, sino cada animal por separado y
debe tomarse posesión de cada uno por separado.
Así, si dentro de él hay presentes animales ajenos, el dueño no los posee.
Integralidad:
La relación de poder puede ejercerse sobre una parte indivisa del todo o sobre una porción material
determinada, pero ello no afecta la unión e integralidad de la cosa, ni su esencia.
F. POSESIÓN Y PROPIEDAD; POSESIÓN Y TENENCIA.
La propiedad (derecho real de propiedad) está regulada en el Art. 17 de la CN, el cual indica dice que ésta
incluye tanto derechos reales como derechos personales (concepto amplio), esto quiere decir que se la
considera en un concepto más genérico; en cambio el dominio es un derecho de propiedad sobre las cosas
(derecho real) regulado en el Art. 1941 del CCyCN.
Por otro lado, la posesión (relación de poder) es la relación real en virtud de la cual, un sujeto detenta el
poder material sobre una cosa (corpus) comportándose como titular de un derecho real (animus).
La posesión puede o no tener origen en un vínculo jurídico. En la posesión se prescinde de la titularidad del
derecho que se ejercita, puesto que la posesión como tal puede carecer de título justificativo; en cambio la
propiedad implica titularidad y tiene su justificación como tal.
Se es titular por tener el derecho de propiedad, con independencia del hecho de que se lo ejercite; si se lo
ejercita, se hace también acto de posesión, pero ésta posesión es posesión de titular. La posesión se agota
si desaparece el elemento de hecho, aun cuando la ley faculte a quien la ejercía a protegerse intentando las
acciones tendientes a mantenerla o recuperarla.
Los ataques o agresiones al derecho de propiedad se defienden mediante la respectiva acción petitoria en
donde, en juicio pleno, la sentencia hace cosa juzgada acerca de la titularidad. La posesión se defiende o se
recupera mediante las acciones o interdictos posesorios, en juicio sumario o sumarísimo, donde no entra en
debate el tema de la titularidad del derecho.
Diferencias entre posesión y tenencia:
Existe posesión cuando una persona (por sí o por medio de otra) ejerce un poder de hecho sobre una cosa
(tiene el corpus), comportándose como un titular de derecho real, lo sea o no. Es decir que tiene el animus
domini y lo exterioriza.
Por otro lado, existe tenencia cuando una persona (por sí o por medio de otra) ejerce un poder de hecho
sobre una cosa (tiene el corpus), y se comporta como representante del poseedor. En este caso falta el
animus domini. Posee a nombre de otro.
En la tenencia existe corpus, pero no animus domini, ya que el tenedor reconoce la propiedad en otro.
Se diferencia de la posesión, además de la falta del animus, que la tenencia no produce muchos de los efectos
que la posesión sí. Por ejemplo, el tenedor no puede adquirir el derecho real por prescripción, ni hacer suyos
los frutos percibidos
G. POSESIÓN FUNDADA EN TÍTULO.
Código Civil de Vélez Sarsfield Art. 2411: La posesión fundada sobre un título, comprende sólo la extensión del
título, sin perjuicio de las agregaciones que por otras causas hubiese hecho el poseedor.
Este artículo plantea la situación de cuando entra en tela de juicio la extensión de la posesión; en este caso,
la prueba del título o causa posesoria puede resultar definitoria para la solución del problema. Si el título no
comprende toda la extensión pretendida (no alcanza para poseer completamente), habrá que invocar o
probar la adquisición de la posesión, sobre la diferencia no comprendida, en base a otra causa.
H. EXCLUSIVIDAD Y COTITULARIDAD.
Porque no pueden concurrir sobre una cosa varias relaciones de poder de la misma especie que se excluyan
entre sí. Dos posesiones iguales y de la misma naturaleza no pueden concurrir sobre la misma cosa, pero dos
o más personas pueden poseer en común una cosa, cada una por una parte indivisa del todo (serán
coposeedores) o por una porción material determinada.
Art. 1913 CCyCN: Concurrencia. “No pueden concurrir sobre una cosa varias relaciones de poder de la misma especie
que se excluyan entre sí”.
2. CLASIFICACIÓN DE LA POSESIÓN.
A. LEGITIMA E ILEGÍTIMA.
B. ILEGÍTIMA DE BUENA O MALA FE.
Dice el Código en el Art. 1916: “Presunción de legitimidad. Las relaciones de poder se presumen legítimas, a
menos que exista prueba en contrario. Son ilegítimas cuando no importan el ejercicio de un derecho real o personal
constituido de conformidad con las previsiones de la ley”. → Apariencia coincide con la realidad.
Así, la posesión será ilegítima toda vez que el derecho real no exista (cuando el derecho real o personal no
se constituyó según lo que exige el CCyCN, por ejemplo cuando no tenía título o era nulo, no tenía modo o
era insuficiente, carecía de capacidad o legitimidad), ya sea porque la causa de adquisición no es “título
suficiente” (aquel que reúne las formalidades que el ordenamiento prescribe para adquirir un derecho real,
como cuando no cumple las formas prescriptas o los sujetos son incapaces), o no se conformó correctamente
el modo.
Mientras que en la posesión legítima no hay distinción posible, pues ésta se presenta sólo cuando hay un
derecho real en el cual se apoya, es decir que es aquella en la cual se ejerce un derecho real o personal
constituidos de acuerdo a lo que exige el CCyCN (recordemos que el derecho personal requiere título
suficiente, mientras que el derecho real requiere de título y modo suficiente), en la posesión ilegítima, se
traza una diferencia fundamental: ésta puede ser de buena o mala fe.
Buena fe:
Art. 1918 CCyCN: Buena fe. “El sujeto de la relación de poder es de buena fe si no conoce, ni puede conocer que
carece de derecho, es decir, cuando por un error de hecho esencial y excusable está persuadido de su legitimidad”.
Si es de mala fe, a su vez, puede tener vicios o no (los vicios son distintos según se posean muebles o
inmuebles).
A su vez, la tenencia será legítima cuando importa el ejercicio de un derecho personal, como es el del locador
o del comodatario, constituido de conformidad a la normativa propia de cada uno de esos contratos.
Art. 1919 CCyCN: Presunción de buena fe. “La relación de poder se presume de buena fe, a menos que exista prueba
en contrario. La mala fe se presume en los siguientes casos:
No siendo posible determinar el tiempo en que comienza la mala fe, se debe estar al día de la citación al juicio”.
Art. 1921 CCyCN: Posesión viciosa. “La posesión de mala fe es viciosa cuando es de cosas muebles adquiridas por
hurto, estafa, o abuso de confianza; y cuando es de inmuebles, adquiridos por violencia, clandestinidad, o abuso de
confianza. Los vicios de la posesión son relativos respecto de aquel contra quien se ejercen. En todos los casos, sea por
el mismo que causa el vicio o por sus agentes, sea contra el poseedor o sus representantes”.
Resumiendo:
Legítima: La posesión legítima es la que ostentan los titulares de derechos reales que se ejercen por
la posesión (todos menos hipoteca y servidumbre). El código reputa poseedores legítimos a los
adquirentes por boleto de compraventa de inmuebles, aunque no tengan un título válido ni hayan
adquirido el derecho real. El legislador ampara así, un gran cúmulo de transacciones inmobiliarias
que se efectivizan por este medio.
Ilegitima: Es cuando el derecho real/personal no se constituyó según lo exige el CCyCN. Ejemplo: No
tenía título o era nulo, no tenía modo o era insuficiente, carecía de capacidad o legitimidad.
Buena fe: creencia basada en error de hecho excusable. La buena fe se presume iuris tantum.
El error de hecho NO debe venir de una negligencia culpable. Tampoco podrá ser error de
derecho, se presume conocido por todos. NO basta con el mero título viciado, porque para la
posesión se precisa tradición y sin ella no existe.
Ejemplo: Mi tío soltero, sin hijos, tenía un departamento que yo alquilaba y muere. Yo sería
única heredera teniendo la posesión. Pero aparece una hija que viene de México, con mejor
derecho que yo. Nadie tenía conocimiento sobre ello.
Hablamos de una presunción iuris tantum al momento de adquirir (no sabía – no tenía cómo
saber). Ese desconocimiento debe ser razonable, una creencia fundada y sin dudas, al
momento de adquirir la relación de poder. Ausencia de intención malévola.
Mala fe: El sujeto sabía o tenía como saber que había algo que fallaba. Es simple ausencia de buena
fe.
Art. 1919 CCyCN – 2° párrafo: “(…) La mala fe se presume en los siguientes casos:
a) cuando el título es de nulidad manifiesta; (no investigó o lo hizo mal y no notó).
b) cuando se adquiere de persona que habitualmente no hace tradición de esa clase de cosas y carece
de medios para adquirirlas; (voy por la calle y un indigente abre su campera y me quiere vender
un Rolex/colla de diamantes que “compró” ayer).
c) cuando recae sobre ganado marcado o señalado, si el diseño fue registrado por otra persona (vivo
en un campo y sé que el vecino registra a sus vacas con una “B” y yo un día me encuentro con
una vaca con esa registración y decido llevármela → abigeato).
C. POSESIÓN VICIOSA DE BIENES MUEBLES Y DE INMUEBLES.
A su vez esta posesión ilegitima de mala fe puede ser simple o viciosa:
Simple: Es por exclusión la que carece de vicios y por supuesto ausencia de buena fe. Sería el caso de
quien ha sido negligente y por ello no puede alegar buena fe, (en este caso el error de hecho no es
excusable). Estos poseedores, a diferencia de los viciosos, cuentan con las acciones posesorias
propiamente dichas.
Viciosa (Art. 1921): Es más grave, los poseedores viciosos carecen de acciones posesorias
propiamente dichas y no pueden ejercer el derecho de retención sobre la cosa por mejoras y gastos.
Comienza el cómputo para la prescripción adquisitiva el día que cesan los vicios.
Art. 1921 CCyCN: Posesión viciosa. “La posesión de mala fe es viciosa cuando es de cosas muebles adquiridas por
hurto, estafa, o abuso de confianza; y cuando es de inmuebles, adquiridos por violencia, clandestinidad, o abuso de
confianza. Los vicios de la posesión son relativos respecto de aquel contra quien se ejercen. En todos los casos, sea por
el mismo que causa el vicio o por sus agentes, sea contra el poseedor o sus representantes”.
Resumiendo:
Cuando es sobre bienes muebles:
Hurto/robo: apoderarse de algo ajeno sin/con fuerza en la cosa o violencia en la persona. Se
diferencia de la figura del Código Penal donde no hay violencia.
Estafa: no quien estafa, sino quien adquiere la posesión sabiendo la verdadera situación (bienes
ajenos, como propios o como libres, gravados).
Abuso de confianza (hay que tener presente la interversión del título): quien recibe la cosa
obligándose a restituirla y no lo hace.
Cuando es sobre bienes inmuebles:
Violencia: contra la voluntad del poseedor. Fuerza irresistible (violencia material, física) y amenazas
de sufrir un mal grave e inminente en la persona o terceros (violencia moral, intimidación).
Abuso de confianza: contra la voluntad del poseedor.
Clandestinidad: sin la conformidad y conocimiento del poseedor pero que pueda conocerla. No
ostensible. Ocultamiento.
3. EFECTOS DE LAS RELACIONES DE PODER.
A. DERECHOS Y DEBERES INHERENTES A LA POSESIÓN.
Cabe poner de resalto una distinción conceptual clásica en forma previa al desarrollo de los puntos
subsiguientes.
Llamamos ius possidendi al derecho de poseer.
Ostentan el ius possidendi todos aquellos que, por algún título o causa legítima, adquirieron la
facultad de ser instituidos en poseedores legítimos. Tal sería el caso de quien adquirió un inmueble
por escritura pública y tiene derecho a que se lo entreguen.
El ius possessionis se encuentra conformado por los derechos que emanan de la posesión ya
consumada, tal como el ejercicio de las servidumbres constituidas sobre el fundo vecino, o los
derechos a hacer respetar los límites y restricciones al dominio, por parte de los vecinos.
El poseedor y el tenedor tienen derecho a ejercer las servidumbres reales que corresponden a la cosa que
constituye su objeto. También tienen derecho a exigir el respeto de las restricciones y límites impuestos a
los titulares de dominio, enumerados en el Capítulo 4, Título III del Libro Cuarto del Código (Art. 1970-1982,
Ley 26.994, CCyCN), es decir, restricciones y límites al dominio. Tal sería el caso de impedir emanaciones y
ruidos molestos de sus vecinos, o que aquellos plantaren árboles a menos distancia de la reglamentaria de
la medianera.
Art. 1932 CCyCN: Derechos inherentes a la posesión. “El poseedor y el tenedor tienen derecho a ejercer las
servidumbres reales que corresponden a la cosa que constituye su objeto. También tienen derecho a exigir el respeto
de los límites impuestos en el Capítulo 4, Título III de este Libro”.
Son derechos que pueden ejercerse mientras la relación exista, desaparecen cuando la persona deja de ser
poseedora/tenedora. La cosa puede ser mueble o inmueble.
Servidumbres reales: el poseedor/tenedor de un predio sirviente, debe soportar la carga o gravamen
que implica la existencia de una servidumbre constituida a favor del predio dominante.
Límites al dominio del capítulo 4 título III: refiere a las relaciones de vecindad. Los derechos derivados
de las mismas, corresponden a los tenedores/poseedores, tengan o no un derecho real. Se verá este
tema más adelante.
A su vez, tanto el poseedor como el tenedor, tienen el deber de restituir la cosa a quien tenga el derecho de
reclamarla, aunque no se haya contraído obligación al efecto. Sería el supuesto, por ejemplo, de que quien
le alquiló la cosa no era el verdadero dueño y ha sido vencido en un juicio de reivindicación, cuya sentencia
ordena la restitución del bien.
Art. 1933 CCyCN: Deberes inherentes a la posesión. “El poseedor y el tenedor tienen el deber de restituir la cosa
a quien tenga el derecho de reclamarla, aunque no se haya contraído obligación al efecto.
Deben respetar las cargas reales, las medidas judiciales inherentes a la cosa, y los límites impuestos en el Capítulo 4,
Título III de este Libro”.
Por otra parte, deben respetar las cargas reales, las medidas judiciales inherentes a la cosa, y los límites y
restricciones sobre el dominio. A menos que exista disposición legal en contrario, el poseedor debe
satisfacer el pago total de los impuestos, tasas y contribuciones que graven la cosa y cumplir la obligación
de cerramiento.
El poseedor y el tenedor tienen derecho a ejercer las servidumbres reales que corresponden a la cosa que
constituye su objeto.
Me remito a los límites al dominio del Capítulo 4, Título III, Libro Cuarto del CCyCN (Arts. 1970 al 1982 inclusive).
Obligación de restituir: en la posesión no siempre existe este deber, dependerá del tipo de derecho
que se ejerza y la calidad del poseedor. En el caso del tenedor, siempre tiene esta obligación.
Cargas reales que afectan a la cosa: basándose en el ius persequendi y en el principio de oponibilidad
erga omnes, cuando la cosa se encuentre gravada, se deberá respetar (servidumbre, hipoteca).
Medidas judiciales impuestas a la cosa: si sobre la cosa pesa una medida judicial, debe ser respetada
por los poseedores/tenedores (medida cautelar de no innovar).
B. FRUTOS Y MEJORAS. ADQUISICIÓN. BUENA O MALA FE.
El Código, efectúa la siguiente distinción:
Art. 1934 CCyCN: Frutos y mejoras. “En este Código se entiende por:
a) fruto percibido: el que separado de la cosa es objeto de una nueva relación posesoria. Si es fruto civil, se
considera percibido el devengado y cobrado;
b) fruto pendiente: el todavía no percibido. Fruto civil pendiente es el devengado y no cobrado;
c) mejora de mero mantenimiento: la reparación de deterioros menores originados por el uso ordinario de la
cosa;
d) mejora necesaria: la reparación cuya realización es indispensable para la conservación de la cosa;
e) mejora útil: la beneficiosa para cualquier sujeto de la relación posesoria;
f) mejora suntuaria: la de mero lujo o recreo o provecho exclusivo para quien la hizo”.
Entonces los frutos son una parte de la cosa, no un accesorio (salvo los civiles), que puede ser separada o
extraída de ella sin ocasionar un perjuicio o menoscabo importante. Es fundamental que no se produzca una
disminución o alteración de su sustancia (frutos de un árbol, alquiler).
Por el contrario, el producto implica la modificación o menoscabo de la sustancia de la cosa, cuando no su
conclusión. Separados, la cosa no los produce (madera extraída del árbol).
Luego sienta la siguiente regla:
Art. 1935 CCyCN: Adquisición de frutos o productos según la buena o mala fe. “La buena fe del poseedor debe
existir en cada hecho de percepción de frutos; y la buena o mala fe del que sucede en la posesión de la cosa se juzga
sólo con relación al sucesor y no por la buena o mala fe de su antecesor, sea la sucesión universal o particular.
El poseedor de buena fe hace suyos los frutos percibidos y los naturales devengados no percibidos. El de mala fe debe
restituir los percibidos y los que por su culpa deja de percibir. Sea de buena o mala fe, debe restituir los productos que
haya obtenido de la cosa.
Si la posesión es viciosa, responde de la destrucción total o parcial de la cosa, aunque se hubiera producido igualmente
de estar la cosa en poder de quien tiene derecho a su restitución”.
El artículo fija el marco de responsabilidad por la destrucción total (la ruina) o parcial de una cosa. Ello,
aunque la norma no lo precisa, describe el régimen de la deuda que deberá afrontar el poseedor frente al
propietario que la reivindica, la cual se agrava en la medida en que se aleje de la buena fe.
Poseedor de buena fe: El poseedor no responde por la destrucción, sea total o parcial, sino hasta la
concurrencia del provecho subsistente. La solución se justifica porque, siendo de buena fe, él está
convencido de ser el legítimo propietario de la cosa y, como tal, dentro de los límites previstos por la ley, se
encuentra facultado para disponer materialmente de ella.
Esta regla de la irresponsabilidad tiene, sin embargo, un límite: el del provecho subsistente. Es clásico el
ejemplo del poseedor que, luego de la destrucción de la casa, vende los restos de la construcción, supuesto
en que su responsabilidad se limita al valor “subsistente” obtenido de tal enajenación. La solución se justifica
pues, de lo contrario, se configuraría un enriquecimiento sin causa.
Poseedor de mala fe: En el caso del poseedor de mala fe, él responde por la destrucción de la cosa, salvo
que esta se hubiera destruido igualmente de estar en poder de quien tiene derecho a su restitución. Tal el
caso, por ejemplo, de si la destrucción fue ocasionada por un terremoto o algún otro hecho de la naturaleza.
Con esta liberación, la situación del poseedor de mala fe simple, es menos grave que la del poseedor de mala
fe viciosa, quien no se libera.
Poseedor vicioso: La responsabilidad del poseedor vicioso se ve agravada, porque no cede ni aun en el caso
de que se hubiera producido igualmente de estar la cosa en poder de quien tiene derecho a su restitución.
D. TRANSMISIÓN DE OBLIGACIONES AL SUCESOR.
Art. 1937 CCyCN: Transmisión de obligaciones al sucesor. “El sucesor particular sucede a su antecesor en las
obligaciones inherentes a la posesión sobre la cosa; pero el sucesor particular responde sólo con la cosa sobre la cual
recae el derecho real. El antecesor queda liberado, excepto estipulación o disposición legal”. → (Condómino
renuncia, tiene que seguir pagando gastos de conservación).
El artículo en análisis consagra la responsabilidad del sucesor en las obligaciones inherentes a la posesión.
Dispone que, cuando esa relación de poder se transmite, el adquirente asume las obligaciones que
correspondían a su antecesor (la norma dice: “...sucede a su antecesor en las obligaciones inherentes a la
posesión sobre la cosa...”).
Las obligaciones son reales, “propter rem” o ambulatorias, porque van adheridas en la cosa, buscando ser
un punto intermedio entre los derechos reales y personales. El deudor se libera con la enajenación y el
abandono. Si bien el deudor responde con todo su patrimonio (Art. 242 CCyCN), el sucesor no, sino
únicamente con la cosa sobre la cual hay un derecho real.
E. INDEMNIZACIÓN Y PAGO DE MEJORAS.
Art. 751 CCyCN: Mejoras. Concepto y clases: “Es el aumento del valor intrínseco de la cosa. Pueden ser naturales
o artificiales. Las artificiales, provenientes de hecho del hombre, se clasifican en necesarias, útiles y de mero lujo, recreo
o suntuarias”.
Art. 752 CCyCN: Mejora natural: “Autoriza al deudor a exigir un mayor valor. Si el acreedor no lo acepta, la
obligación queda extinguida, sin responsabilidad para ninguna de las partes”.
Art. 753 CCyCN: Mejoras artificiales: “El deudor está obligado a realizar las mejoras necesarias, sin derecho a
percibir su valor. No tiene derecho a reclamar indemnización por mejoras útiles ni x las de mero lujo, recreo o
suntuarias, pero puede retirarlas en tanto no deterioren la cosa”.
A menos que exista disposición legal en contrario, el poseedor debe satisfacer el pago total de los impuestos, tasas y
contribuciones que graven la cosa y cumplir la obligación de cerramiento”. → (Es lógico porque está usando la cosa.
En el cerramiento puede pedirse restitución como mejora necesaria).
Art. 1895 CCyCN: Adquisición legal de derechos reales sobre muebles por subadquirente. “La posesión
de buena fe del subadquirente de cosas muebles no registrables que no sean hurtadas o perdidas es suficiente
para adquirir los derechos reales principales excepto que el verdadero propietario pruebe que la adquisición
fue gratuita.
Respecto de las cosas muebles registrables no existe buena fe sin inscripción a favor de quien la invoca.
Tampoco existe buena fe, aunque haya inscripción a favor de quien la invoca, si el respectivo régimen especial
prevé la existencia de elementos identificatorios de la cosa registrable y éstos no son coincidentes”.
Art. 1897 CCyCN: Prescripción adquisitiva. “La prescripción para adquirir es el modo por el cual el poseedor
de una cosa adquiere un derecho real sobre ella, mediante la posesión durante el tiempo fijado por la ley”.
La posesión, esté acompañada o no del derecho real, por sí sola produce importantes efectos. El Art.
menciona dos: la adquisición legal de cosas muebles no hurtadas ni perdidas, y la posibilidad de adquirir el
derecho real por usucapión.
También tiene otros efectos, tales como la posibilidad de hacer propios los frutos percibidos, el derecho al
reembolso de ciertas mejoras, etc.
Además, debe satisfacer el pago de impuestos, tasas y contribuciones. Son los impuestos territoriales y otras
contribuciones que tienen su asiento, generalmente, en una cosa inmueble.
G. EFECTOS PROPIOS DE LA TENENCIA.
Art. 1940 CCyCN: Efectos propios de la tenencia. “El tenedor debe:
a) conservar la cosa, pero puede reclamar al poseedor el reintegro de los gastos;
Erogaciones imprescindibles para evitar el deterioro o pérdida de la cosa que el propietario hubiera tenido
que hacer, siempre y cuando no hayan sido necesarios por culpa del tenedor o algún pacto diferente en el
contrato. Si el poseedor se negase al pago, el tenedor tendrá derecho de retención sobre la cosa hasta ser
indemnizado.
b) individualizar y comunicar al poseedor de quien es representante si se lo perturba en razón de la cosa, y de no
hacerlo, responde por los daños ocasionados al poseedor y pierde la garantía por evicción, si ésta corresponde;
c) restituir la cosa a quien tenga derecho a reclamarla, previa citación fehaciente de los otros que la
pretenden”.→ Es la característica de la tenencia.