Tarea #2 Informe Oral Eutanasia

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8 de noviembre de 2021 La Eutanasia


Informe Oral
Libro: Ética Cristiana: Un enfoque bíblico-teológico
Autores: Gerald Nyenhuis y James P. Eckman

María M. González Mercado


014-17-0011

HI-401 Ética Cristiana

Profesor: Julio C. Quiles Beauchamp, MPS, MDv.


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Eutanasia
¡Dios les bendiga! En esta noche voy a estar compartiendo con ustedes el concepto de la

eutanasia, y varias opiniones al respeto, incluyendo la nuestra como cristianos. Pero, sobre todo,

lo que nos dice la Biblia de la misma. La palabra eutanasia tiene origen griego. Deriva de “eu”,

que significa “bien”, y de “thanatos”, que equivale a muerte. Es decir, el bien morir o buena

muerte. En Grecia la eutanasia era entendida como una especie de muerte sin dolor y honorable.

Es decir, no planteaba un cuestionamiento moral respecto a su práctica, ya que era preferible a

una vida mala o indigna. Según el diccionario de Ética Cristiana y Teología Pastoral, de David

Atkinson y David Field; eutanasia se define como la muerte intencional, por comisión u omisión

de alguien cuya vida no se considera digna de ser vivida.

La mayoría de los éticos cristianos han considerado la eutanasia como algo contrario a la

comprensión de la dignidad del hombre, y a la confianza en la Providencia divina de Dios. La

Biblia no menciona específicamente la eutanasia, pero sí menciona temas relacionados a esta. La

eutanasia es conocida por diferentes términos tales como: suicidio asistido, muerte

misericordiosa, En sí, es el acto de asistir a alguien en su propia muerte, es cuando la persona se

encuentra terminalmente enfermo, en sufrimiento y con gran dolor, el objetivo del suicidio

asistido es evitar esa continuidad del dolor. Existen varios tipos o métodos que se utilizan para

realizar ese tipo de muerte. La eutanasia puede ser voluntaria o involuntaria. Dependiendo de

si el paciente pide la muerte o si tiene un documento vigente donde decide como desea morir.

Además, la eutanasia es catalogada como activa o pasiva, dependiendo del método utilizado

para llevarla a cabo.

La eutanasia pasiva involucra simplemente permitir que el cuerpo muera por medios

naturales, sin intervención alguna, quiérase decir que pudiendo conectar al paciente con algún

equipo médico para que le prolongue la vida, no se hace. Por el contrario, la eutanasia activa
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significa el tomar la vida de que un ser querido, ya sea a través de algún personal médico, o

alguien conocido, que se le remueva cualquier equipo médico que pueda prolongarle la vida al

paciente, y le provoque su muerte. Sin embargo, la eutanasia directa o indirecta tiene que ver

con el rol del paciente que muere por una acción especifica. Ejemplo de la directa: es el

suicidio asistido por el médico, donde éste le suple o le administra al paciente el medicamento o

le desconecta el equipo requerido para terminar con su vida. Por el contrario, la indirecta es

aquella en que la muerte se obtiene indirectamente mediante la utilización de un analgésico que

tenga efectos colaterales y comprometa alguna función vital, que sería el caso de suministrar

algún analgésico para calmar algún dolor y que como efecto colateral este produzca la muerte de

la persona. En estos casos se aplica el argumento del "doble efecto" que consiste en que la

aplicación de un tratamiento o el suministro de un medicamento puede tener dos efectos en el

caso de los enfermos terminales: Por un lado, evita un mayor sufrimiento para la persona y por

otro, puede acortar su vida.

A la luz de este conocimiento, nos podemos preguntar: ¿es buena o mala la

eutanasia? ¿Apoya la Biblia la práctica de la eutanasia?

Primeramente, la Biblia nos enseña que los seres humanos somos creados a imagen y

semejanza de Dios (Gn. 1:26) y, por lo tanto, tienen dignidad y valor. La vida humana es

sagrada y no debe ser terminada simplemente porque sea difícil o inconveniente. Por esta razón,

la Biblia dice que no debemos matar (Éx. 20:13: "No matarás."), y también dice que el

homicidio es un pecado (Ro. 13:9). La vida del ser humano comienza al ser concebido, y no al

nacer. Por tanto, la eutanasia es un homicidio o asesinato, es quitar, de forma ilegal la vida de

alguien.
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Tenemos que recalcar, aunque como cristianos no estemos de acuerdo que, si una nación

o estado establece que la eutanasia es legal, entonces, a nivel humano “no sería asesinato”.

Reconocemos que las sociedades con frecuencia legislan temas morales en contra de la Biblia,

solo por el hecho de que una sociedad diga que la eutanasia es buena, no significa que esta lo

sea.

Está claro que la Biblia condena específicamente el asesinato (Éx. 20:13), y esto incluye

las formas de eutanasia en la que otra persona (médico, enfermera o amigo) acelera la muerte del

paciente. La eutanasia, como el asesinato, involucra el intento premeditado y, por lo tanto, debe

ser condenada como inmoral y aun criminal. La verdad que nos lleva a la conclusión de que

Dios se opone a la eutanasia, es Su soberanía. Sabemos que la muerte física es inevitable (Sal.

89:48; He. 9:27), sin embargo, sólo Dios es soberano en cuándo y cómo, debe ocurrir la muerte

de una persona. Está testificado en Job 30:23, que dice: “Porque yo sé que (Tú Dios) me

conduces a la muerte, y a la casa determinada a todo viviente.” Ecl. 8: 8a declara: “No hay

hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el

día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee”.

Dios tiene la última palabra sobre la muerte (1 Co. 15:26, 54-56; Heb. 2:9, 14-15; Ap. 21:4).

La eutanasia es la forma en que el hombre trata de usurpar esa autoridad de Dios. Sin

embargo, Deut. 32:39 dice: “Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo; yo hago

morir, y yo hago vivir; yo hiero, y yo sano; y no hay quien pueda librar de mi mano”. Todo

este razonamiento conduce a la declaración que la eutanasia no tiene apoyo bíblico, sin embargo,

esta declaración solo tendría validez para una persona que, primeramente, cree en Dios y se

somete a lo que Dios ha dicho en su Palabra. Pero la gran mayoría de personas, aunque puede

ser que crean en Dios, no creen necesariamente en la Biblia.


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Se dice que, en las últimas décadas en la cultura general de la civilización occidental,

especialmente en la medicina, una nueva ética está reemplazando la ética judeocristiana,

conocida como la ética de la calidad de vida. La misma les da un valor relativo y no absoluto a

los seres humanos. Hace mención de Joseph Fletcher, un utilitario que cree que las normas

morales objetivas son irrelevantes en la determinación del bien y del mal. Indica que solo lo

que produce el mayor beneficio a la mayor cantidad de personas es lo correcto. Opina que

el suicidio y la muerte misericordiosa son aceptables, porque un fin moralmente bueno

puede justificar un medio relativamente malo.

Expresa que para que un individuo pueda ser clasificado como ser humano tiene que

cumplir con ciertos requisitos; como una inteligencia mínima, un sentido de pasado y del

futuro entre otros. Menciona que el coeficiente intelectual de 40 es de una persona y menos de

20 no lo es. Que cualquier individuo, infante, adulto o anciano con una enfermedad cerebral

degenerativa no puede cumplir con esos requisitos, por lo tanto, pierde el derecho a la vida.

El filósofo Michael Tooley de la Universidad de Colorado piensa que es lamentable

que la gente utilice los términos de persona y ser humano. Recalca que las personas tienen

derechos, pero no todo ser humano puede considerarse persona. Su regla es que un

organismo solo puede poseer el derecho a la vida si posee un concepto de sí mismo como

alguien lleno de experiencias y otros estados mentales. De lo contrario no merece estar vivo.

Esta nueva ética de la calidad de vida produce temor, viola cada aspecto de valor a la vida,

como se expresa en el concepto de la imagen de Dios y pone a seres humanos en el trono en

lugar del Dios soberano, decidiendo quien vive y quien no.

Como cristianos cuando nos encontremos ante una situación con un familiar con una

condición degenerativa o enfermedad terminal, en mi opinión es pedirle dirección al Alto y


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Sublime Dios, para que sea solamente Él trabajando en el asunto. Existe un movimiento del

hospicio cristiano que ofrece diversas alternativas. Proveen el cuidado para pacientes que están

agonizando en sus hogares, involucra además el manejo del dolor con medicamentos recetados,

dando consuelo y fortaleza tanto al enfermo como al cuidador. El cuidado es complementado con

la Palabra de Dios y mucha oración. La muerte no es un proceso fácil de enfrentar, pero como

nos dice el apóstol Pablo en Fil. 1:21 “Para mi vivir es Cristo y morir es ganancia”.

Conclusión

Si se saca a la Biblia del asunto, podemos ver que el ser humano decide por su propio

razonamiento, no solo en cuanto a la eutanasia, sino en cuanto a todo lo demás. Siendo este el

caso, es muy probable que la decisión sobre la eutanasia se tome sobre la base de las emociones,

por ejemplo: La gente puede pensar en cosas como: No es posible que una persona sufra tanto

sabiendo que va a morir de todos modos. Por compasión y piedad será mejor que se abrevie ese

sufrimiento por medio de la eutanasia.

Otros pensarán que el hombre tiene derecho a una vida relativamente digna y que una

enfermedad terminal no es compatible con esto y por tanto se justifica la eutanasia. Incluso,

otros pueden pensar que el ser humano tiene derecho a una muerte digna y que, para el caso de

un enfermo terminal, la eutanasia es una forma digna de morir y sobre esta base apoyan la

eutanasia. Los argumentos pueden ser muchos y muy variados, pero los que creemos en Dios

tenemos que ceñirnos a la Biblia. Dios es el dador de la vida y solo a Él le pertenece el derecho

de quitarla.
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Bibliografía

Nyenhuis, G., Eckman, J. (2002). Ética Cristiana: Un enfoque bíblico-teológico. Editorial: Unilit

Atkinson, D., Field, D. (2004). Diccionario de Ética Cristiana y Teología Pastoral. (2da ed.).
Editorial: CLIE

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