Teatro Popular
Teatro Popular
Teatro Popular
Desde su origen, el género teatral se encuentra muy relacionado con las fiestas y las
celebraciones populares, en las que se llevaban a cabo representaciones breves de diferente
naturaleza.
En España, por ejemplo, el teatro nace ligado a las celebraciones de Navidad, Semana
Santa y Carnaval.
• La Navidad y la Semana Santa fueron el marco de las primeras representaciones teatrales
en la Edad Media. Estas primeras representaciones, llamadas misterios, eran piezas breves
en las que se ponía en escena un pasaje de la Biblia relativo al nacimiento de Jesús
(Navidad) o a su muerte y resurrección (Semana Santa).
• El Carnaval propiciaba la representación de piezas festivas, alegres y de carácter cómico.
Entre estas piezas destacan las farsas, en las que se presentaba con humor una situación
cotidiana protagonizada por personajes caricaturescos.
• La mayor parte de las obras del teatro popular comparten estos rasgos:
Son representaciones breves que tratan temas cotidianos o próximos al pueblo.
Sus recursos fundamentales son la música, los movimientos de los actores y el humor.
Los personajes suelen ser caricaturescos y populares ya sea por su profesión (panaderos,
campesinos pastores...) o por su carácter (el bobo, el pícaro, el cobarde...).
El teatro se desarrolla en el siglo XVI desde unos parámetros puramente medievales hasta
la consecución del moderno esquema de la comedia de principios del siglo XVII.
La denominación “teatro popular” es compleja, tanto que, cuando se escribe sobre “literatura
popular”, pocas veces se repara en la producción dramática. Se tiene en cuenta lo musical, lo
oral, el acervo en verso de romances, las leyendas, pero pocas veces se trata sobre “teatro”
popular, sobre el espectáculo teatral. Si “lo popular” es ya de por sí conflictivo y difícil de
acotar, por lo movedizo del concepto, cuando ese calificativo se dirige al teatro, la cosa se
complica más porque el “teatro popular” agrupa numerosas manifestaciones de carácter
literario, espectacular y festivo, lo que impone diferencias y matizaciones a la hora de referirse
a dicho teatro. Por otra parte, lo que solemos denominar teatro popular está vinculado,
generalmente, a la fiesta, y esta misma vinculación le da cierto carácter. Por un lado, es un
teatro escrito para una ocasión concreta y, por otro, se mezcla con otras expresiones como
tarascas, desfiles y procesiones, que se convocan en la misma fiesta. La variedad de
manifestaciones dramáticas, populares y no, es, por tanto, enorme, pero, para el caso de lo que
llamamos popular, podemos agruparlas siguiendo el ciclo del año y de sus fiestas. Así
tendremos, como estudió Caro Baroja, fiestas, y por tanto representaciones teatrales, del ciclo
navideño, de carnaval, Corpus Christi y de verano.
La denominación “teatro popular” se ha empleado para nombrar cosas
diversas. Por un lado, frente a lo que se conoce como teatro culto --por ejemplo, el que se
ajustaba a las reglas clásicas--, a gran parte del teatro barroco se le ha llamado teatro popular.
Por otro, se denomina así a aquellas manifestaciones que, como la literatura de cordel, se
supone que no tienen un autor, que su calidad literaria es baja y que no se ajustan a los
cánones estéticos de la preceptiva: dances, pastoradas, etc., que parecen provenir de otra
tradición estética y que, desde luego, en un momento dado, tienen otra tradición.
Por lo general, los trajes de la comedia eran alquilados. Las mujeres bailaban, y, con
preferencia, los hombres cantaban. Las escrituras de obligación detallan también la de ensayar,
ensayos que se hacían en el lugar y que podían durar hasta una semana, ya que habían de
aprender los textos que se les entregaban al llegar. El atrezo y todo lo necesario para montar lo
mejor posible la escena, se alquilaba en la ciudad, y lo pagaba la organización del espectáculo.
Como se ve, estas compañías, si así se pueden llamar (porque tampoco eran compañías de la
legua), apenas tenían bienes, salvo su propio cuerpo y sus capacidades artísticas. Tras los días
de ensayo, se representaba la “comedia”, por lo general dos veces: el día de la festividad y su
víspera, aunque podía darse en más ocasiones. A los cómicos se les pagaba por la
representación; el viaje y la estancia corrían también por cuenta de los organizadores.