300 - Anos - Masonerias - y - Masones - 1717 - 2017 III
300 - Anos - Masonerias - y - Masones - 1717 - 2017 III
300 - Anos - Masonerias - y - Masones - 1717 - 2017 III
(1717-2017)
TOMO III. Artes
Ricardo Martínez Esquivel
Yván Pozuelo Andrés
Rogelio Aragón
EDITORES
Colección:
300 AÑOS: MASONERÍAS Y MASONES (1717-2017)
Diseño portada:
Leticia Veneranda GC
Dirección:
Insurgentes Sur #1814-101
Colonia Florida
C.P. 01030 Ciudad de México
Tomo I. Migraciones
Tomo II. Silencios
Tomo III. Artes
Estos volúmenes recorren las historias en las que se han visto envueltos
las masonerías, los masones y las masonas en la época contemporánea.
En cinco volúmenes, nos acercamos a las últimas investigaciones
académicas sobre la historia de la masonería. Entiéndase, en este campo
historiográico, se abren ventanas entre lo global y lo micro, entre lo general
y lo local. Independientemente del acercamiento de investigación del estudio
vienen todos ellos a esclarecer y, por qué no decirlo, a poner los puntos sobre
las íes a la historia.
La historia de la masonería ha sido manipulada durante 250 años de
forma permanente. Lo sigue siendo hoy. La mayoría de la producción sobre
el fenómeno masónico continúa bajo una autoría amateur. Parece que la
inexperiencia no es un peligro en este campo, parece que no estamos en
un quirófano donde solo actúan los que están diplomados para estar en
ese lugar. Una pluma, saber leer y escribir, tener dos nociones de historia y
dos de masonería y el derecho a escribir la “Historia” de la masonería está
ampliamente ganado.
El que lea este volumen y los siguientes que completarán esta colección,
consagrada a los 300 años de la masonería, vivirá la experiencia de entrar en
un quirófano para observar a sus profesionales. La inmensa mayoría de lo
que leyó en Internet o que de oídas le contaron gente bien o mala avenida,
queda relegado a la especulación y a los chismes. Esa situación es incluso
comprensible pues se trata de la organización más numerosa y longeva que,
sin pertenecer a la categoría de religiosa, ha estado de una forma u otra, en
hechos e imaginarios, entrometida entre todas nuestras historias.
Los editores.
1
Edouard E. Plantagenet, extracto de Causeries initiatiques pour le travail en loge d’apprentis, publicado en 1929.
« L’Art donne à l’Homme le désir et le sentiment de l’Idéal, il l’élève au-dessus de lui-même et lui fait éprouver les
émotions les plus nobles. C’est par lui que les religions ont si longtemps captivé les esprits, c’est par lui surtout que
les hommes ouvrent leurs cœurs aux sentiments les plus généreux. L’Art est donc la condition essentielle du progrès
humain. Faisons-lui une place très large dans nos travaux en loge et dans l’éducation des nouvelles générations ».
2
El término de arte real, tomado de la masonería operativa, igura en Las Constituciones de Anderson. No obstante,
sus orígenes siguen en curso de investigación. El término es correlativo con la leyenda que otorga a los viejos reyes
ingleses ser miembros o protectores de la masonería. J. Boucher propone la siguiente explicación: “La denuncia del
arte real aplicada a la masonería indica por ella misma su trascendencia y hace aparecer al mismo tiempo el trabajo
que hay que cumplir para lograr la perfección del arte”.
3
Daniel Ligou, Dictionnaire de la Franc-maçonnerie (París: PUF, 2006).
4
Le petit Larousse illustré, 2007.
Céline Sala
Perpiñán, mayo 2017
1
Este trabajo es una traducción del inglés al español, hecha por Rogelio Aragón, del artículo: “’When they sing’ – the
performance of songs in English Lodges of the 18th-century”, en Freemasonry in Music and Literature, The Canonbury
Papers (Londres: Canonbury Masonic Research Centre, 2005), vol. II, 1-14.
2
Mark Wallace, “Music, Song, & Spirits: The Lighter side of Scottish Freemasonry”, History Scotland 1 (2004): 38-44.
3
A Master-Key to Free-Masonry; by Which All the Secrets of the Society Are Laid Open; and Their Pretended Mysteries
Exposed to the Public (Londres: J. Burd, 1760), 10.
4
Tomado de una edición de Jachin and Boaz, por William Nichol, citada en A. Sharpe, “Masonic Songs and Song
Books of the Eighteenth Century,” Ars Quatuor Coronatorum (en adelante AQC) LXV (1953): 86.
5
Hiram, or the Grand Master Key to the door of both Antient and Modern Free Masonry (1766), 23.
6
A. C. F. Jackson, English Masonic Exposures of 1760-1769 (Londres: Lewis Masonic, 1986), 85. Esta obra contiene
extractos de Three Distinct Knocks (1760), Jachin and Boaz (1762) y Shibboleth (1765).
10
11
…es necesario que los Hermanos tengan un pequeño descanso, y, si ya son alrededor
de las nueve de la noche, algunos miembros querrán hincarle el diente a algo.
Aquellos que hayan ordenado algo para cenar, se retiran a otra habitación, […] se
hace el llamado para que los hombres dejen los Trabajos y tomen sus refrigerios12.
[Entonces] todos los oiciales y los Hermanos se quitan las Joyas, y cada miembro
es libre de partir o de quedarse según lo considere; ningún tema de la Masonería
se tratará durante el resto de la noche; a veces sucede que, después de cerrada la
Logia, algún miembro, al calor de los jugos de la vid, crea que puede olvidarse de
las leyes de la decencia y darse el gusto de una canción obscena; a pesar de que
existe la máxima de que un buen cantante debe estar libre de toda restricción los
buenos Francmasones no la han adoptado aún, pero no se excluye la interpretación
de canciones alegres y divertidas después de que la Logia se ha cerrado14.
Sin lugar a dudas hubo noches en las que una o ambas lecciones no
se trabajaban con luidez, debido a que ambas eran largas y llenas de detalles
11
Ni en la primera (1723) ni en la segunda (1738) ediciones del libro de Anderson las canciones y las anotaciones
concuerdan, ni entre ellas ni con la evidencia presentada por otros autores contemporáneos. Para resolver el conlicto,
me he inclinado por el testimonio de estos últimos, quienes parecen estar de acuerdo en este tema, por encima del
texto de Anderson.
12
Hiram, 31.
13
Hiram, 36.
14
Hiram, 36.
12
que había que recordar. Esto explica por qué, en 1759, el autor de The Secrets
of the Free Masons escribió:
Yo llego a la hora de las canciones, que son muy apreciadas por los Masones, y se
cantan cada noche que hay reunión, en cada Logia, a menos que su Ediicación se
tome tanto tiempo que ya no haya lugar para una canción15.
15
The Secrets of the Free Masons Revealed by a disgusted Brother, containing an account of their Origin, their Practices, etc.
To which is added the Songs of the Masons and an exact list of the Lodges (Londres: J. Scott, 1759).
16
R. A. Gilbert y J. M. Hamill, Freemason. A celebration of the Craft (Londres: Mackenzie, 1992), 28.
13
Freemasonry (1760), Three Distinct Knocks (1760), Jachin and Boaz (1762)17 y
Hiram (1766). Cada uno de estos textos ofrece una visión apenas diferente
sobre el uso que las logias hacían de las canciones masónicas; pero, cuando
se leen en conjunto y paralelamente con las letras de dichas canciones, se
obtiene un panorama más amplio y coherente de la función de la música en las
logias. Toda la información de las fuentes mencionadas se centra en la canción
del aprendiz y en la canción del compañero. El motivo de este enfoque casi
exclusivo en ambas melodías se explica debido a su asociación litúrgico-formal
con las lecciones, como vimos anteriormente. El éxito de estas dos canciones,
a juzgar por su constante aparición en colecciones de canciones masónicas
inglesas (ocasionalmente junto con su partitura) e incluso en cancioneros no-
masónicos de la época, se debió en gran parte a la armoniosa simplicidad de
su melodía. Ambas canciones “oiciales” eran fáciles de cantar y no requerían
de otros recursos musicales, únicamente las voces de los presentes. La canción
del compañero, cuya música no se incluye en las Constituciones de Anderson de
1723, al parecer fue popularizada por John Frederick Lampe (1703-1751)18.
El hecho de que ambas canciones aparezcan una junto a la otra en textos de
fechas tan tempranas como 1725, en folletería vendida fuera del ámbito de la
logia, es indicio de que las dos composiciones estaban conectadas19.
En Three Distinct Knocks hay evidencia de que la canción del aprendiz
y la canción del compañero se interpretaban junto con una serie de acciones
coordinadas:
Cuando cantan [la canción del aprendiz], todos están de pie alrededor de una mesa
y se toman de las manos de forma entrecruzada, es decir, un hombre toma con la
mano derecha la mano izquierda del hombre que está a su lado izquierdo, y ese
hombre toma con su mano derecha la mano izquierda del hombre que está a su lado
izquierdo, y así hasta dar toda la vuelta. Pero, cuando cantan el último verso, saltan
todos juntos y hacen estremecer el piso. Yo mismo he estado en el piso de abajo
de una Logia, y he escuchado a la gente decir “maldita sea su estampa, ¿qué están
haciendo? Hacen que todo se mueva, me voy ahora mismo.” A esto le llaman clavar
las estacas20.
[Cuando] se canta la canción del aprendiz, todos los hermanos se ponen de pie; y
17
Three Distinct Knocks y Jachin and Boaz están reproducidos íntegramente en Jackson, English Masonic Exposures of
1760-1769.
18
J. F. Lampe y B. Cole, British Melody or the Musical Magazine, consisting of a Large Variety of the Most Approv’d English
and Scotch songs (Londres: Benjamin Cole, 1739). Benjamin Cole fue un impresor de libros masónicos y Lampe era
masón. La fecha de publicación (1739) no ofrece ningún indicio de la fecha de composición de la melodía.
19
Por ejemplo, véase en la British Library el impreso C.121.g.8 (9), publicado por George Faulkner en Dublín, en
1725.
20
Jackson, English Masonic Exposures of 1760-1769, 83.
14
al inal de cada verso unen sus manos de manera cruzada, como para formar una
cadena, y mueven sus manos hacia arriba y hacia abajo y golpean fuertemente el piso
con sus pies llevando el ritmo, a esto los masones le llaman clavar las estacas21.
21
Hiram, 31.
22
Jackson, English Masonic Exposures of 1760-1769, 92.
23
A partir de la segunda edición de las Constituciones de Anderson, publicada en 1738, la canción del maestro se
redujo a una sección y un brindis. Los brindis asociados con las secciones omitidas de la canción se convirtieron en
nuevas canciones, a partir de dicha edición de 1738 y en las subsecuentes.
15
La mesa está muy bien abastecida de vino y ponche, y cada hombre tiene un vaso
frente a sí, y lo llena con lo que le plazca y cuantas veces quiera. Pero debe beber
su vaso cuando corresponde, o al menos hacer el mismo movimiento que todos.
Cuando se desea salud a todos el Maestro se sirve primero, y pide a los Hermanos
que recarguen sus vasos, y cuando se hace esto el Maestro pregunta “Hermanos,
¿estáis todos cargados?” Los Vigilantes Primero y Segundo responden “Estamos todos
cargados en el Sur y en el Occidente”. Entonces todos se ponen de pie y observan el
movimiento del Maestro (como la mano derecha de un soldado) y beben de un golpe
su vaso; y si el Maestro propone un brindis de tres veces tres aplausos, extienden
completamente el brazo derecho con el que sostienen sus vasos y los pasan a la altura
de sus gargantas tres veces, y hacen tres movimientos para poner los vasos sobre la
mesa, y al tercero lo ponen; y aunque sean más de cincuenta lo hacen como si fueran
24
Samuel Prichard, Tubal-Kain (Londres: W. Nicoll, 1759), 24.
25
Five Masonic Songs by a Brother of a Lodge at Plymouth (Exeter: W. Andrews and R. Trewman, 1763).
16
uno solo, luego levantan sus manos a la altura del pecho y dan nueve aplausos contra
la mano derecha, divididos en tres divisiones, a esto le llaman “beber con tres veces
tres”, y al inal gritan hurra.
El aplauso que cada Hermano recibe de toda la Asociación, después de que ha concluido
satisfactoriamente su Trabajo de Arquitectura, se expresa con fuertes aclamaciones que
causan alarma y sorpresa en aquellos que se encuentran en las habitaciones debajo de
donde se reúne la Logia26.
26
The Secrets of the Free Masons revealed by a Disgusted Brother, 20.
17
27
El texto de esta parodia se publicó en The London Journal el 10 de julio de 1725.
18
1
Este trabajo es una versión revisada y corregida de la investigación publicada en La masonería hispano-lusa y
americana. De los absolutismos a las democracias (1815-2015), coords. José Miguel Delgado Idarreta e Yván Pozuelo
Andrés (Zaragoza: CEHME y Universidad de Oviedo, 2017), Tomo II, 1007-1028.
2
Lorenzo Frau y Rosendo Arús, Diccionario enciclopédico de la Masonería, Completado con la Historia General de la
Orden masónica desde los tiempos más remotos (La Habana: Ed. La Propaganda Literaria, 1883), vol. 1, 505.
3
Entiéndase la utilización de este término en un sentido amplio y genérico, aunque el extenso bagaje de investigación
historiográica, objetivamente hablando, nos hace decantarnos por el plural de este.
19
4
José Antonio Ferrer Benimeli y Susana Cuartero Escobés, Bibliografía de la Masonería. Tomo I (Madrid: Fundación
Universitaria Española, 2004), 22.
5
Se ha escogido este instrumento musical dada su fuerte carga simbólica e histórica en relación con el arte musical.
Pero también por sus posibles connotaciones masónicas, las cuales (si las hubieres), ciertamente, están por estudiar.
De una u otra forma, y en relación a su simbología véase “Lira”, en Ramón Andrés, Diccionario de música, mitología,
magia y religión (Barcelona: Ed. Acantilado, 2012), 957-967.
6
Es interesante resaltar que las lógicas limitaciones de espacio han hecho que esta primera aproximación se
circunscriba al trabajo que fundamentalmente se desarrolla en el contexto de las tenidas, dejando para ulteriores
estudios analíticos los momentos en los que se prima la sociabilidad entre los hermanos fuera de la logia.
7
En la traducción del original de Jorge Conde y Ana Riera.
8
Recordemos que John Milton (1608-1674), antiguo ministro durante el gobierno de Cromwell y ampliamente
ligado a su famoso y paradigmático poema El paraíso perdido, inluyó ampliamente tanto en admiradores como
detractores, llevando a entroncarse con la ilustración europea dieciochesca –recordemos que Jovellanos, según el
profesor Pegenaute, fue uno de sus primeros traductores al español– y, curiosamente, con el aristócrata holandés
Gottfried van Swieten. Y es que el barón, del que encontramos diversidad de opiniones sobre su pertenencia o no a
la masonería, fue un destacado mecenas de músicos masones como Mozart y Haydn, colaborando además con este
último, al ser el autor del texto del oratorio La Creación, precisamente, a partir de una gran proporción de los versos
de la emblemática obra señalada del poeta inglés.
9
Joscelyn Godwin, Armonía de las esferas (Vilaür: Ed. Atalanta, 2009); S. K. Heninger, Touches of Sweet Harmony
(Tacoma: Ed. Angelico Press, 2013).
10
Wladyslaw Tatarkiewicz, Historia de la estética I: la estética antigua (Madrid: Ed. Akal, 2000), 88.
20
11
Jacinto Torres Mulas, “Música y masonería en España. Pautas para un estudio”, en Masonería española, entre Europa
y América, coord. Ferrer Benimeli (Zaragoza: CEHME, 1994), vol. II, 772.
12
Christopher Marsh, Music and Society in Early Modern England (Cambridge: Cambridge University Press, 2010), 32.
13
Denominación empleada por Marsh hacia la música, a tenor de las pruebas históricas que presenta, y que se
relacionan directamente con esa visión que el dirigismo platónico llegó a influenciar durante siglos. Sobre esta
cuestión véase Wladyslaw Tatarkiewicz, Historia de la estética, 132 y 133.
14
Marsh, Music and Society, 35.
15
Simon McVeigh, “Freemasonry and Music in London”, en Music in Eighteenth-Century Britain (Aldershot: Ashgate,
2000), 74-75.
16
Peter Clark, British Clubs and Societies 1580-1800. The Origins of an Associational World (Oxford: Oxford University
Press, 2000), 326.
17
Aunque también hubo, según Clark, un elemento menos virtuoso que sirvió de atractiva captación de nuevas
membresías: el alcohol (ingerido en los momentos más relajados y no estrictamente en la ritualidad de la logia). Sobre
esta cuestión, nuestro autor airma que “drinking was a particularly important at the feasts, with lodges (unlike most
other societies) holding two a year: a summer one in June, often taking the form of a country outing and dinner, and
another on St John’s Day in December” [“la bebida tenía una importancia particular en los festejos, con logias que
celebraban dos en el año (a diferencia de la mayoría de otras sociedades): una estival en junio, que con frecuencia
tomaba la forma de una salida campestre junto a una comida, y otra en el día de San Juan de diciembre”] [traducción
propia]. Igualmente, y no por ello menos importante, fue el empleo de las ediciones de canciones masónicas como
útil de propaganda, desde mediados del siglo XVIII. Clark, British Clubs, 325-326.
21
Arte de producir y de combinar los sonidos de una manera tan agradable al oído24,
18
La utilización de este término por parte del profesor Clark, viene a asentar la idea que la música, y más concretamente
las canciones, se convirtieron en una oportunidad de confraternizar entre los propios hermanos francmasones de una
misma logia, o de distintas logias, ante una misma reunión. Aparte, recuérdese que el Diccionario de la lengua de la
Real Academia Española (RAE), en su vigésima tercera edición, deine “lengua franca”, como “lengua que es mezcla de
dos o más, y con la cual se entienden los naturales de pueblos distintos” [citado el 25 de abril de 2015]: disponible
en http://lema.rae.es/drae/?val=lengua
19
El profesor Andrew propone la idea que el hecho de cantar, también se convirtió en un eicaz medio para moderar
el consumo desmedido de alcohol. Compréndase que cantar y beber a la vez simultáneamente, resulta físicamente
complicado de realizar. Andrew Pink, “‘When they sing’ – the performance of songs in English Lodges of the 18th-
century”, en Freemasonry in Music and Literature, The Canonbury Papers (Londres: Canonbury Masonic Research
Centre, 2005), vol. II, 6. Aunque, curiosamente, encontramos en la visión del investigador y abogado masón Henry
Wilson Coil el lado opuesto: esto es, que con la pérdida del consumo del alcohol, muy posiblemente decreció la
interpretación de música vocal (o las ganas de procurarla). Véase Henry Wilson Coil, Coil’s Masonic Encyclopedia
(Richmond: Macoy Publishing and Masonic Supply, 1996), 626.
20
Andreas Önnerfors, “’You will prise our noble companionship’: Masonic songbooks of the 18th century –an
overlooked literary sub-genre”, en Freemasonry in Music and Literature, The Canonbury Papers, vol. II, 135.
21
Pedro Álvarez Lazaro, La masonería, escuela de formación del ciudadano: la educación interna de los masones españoles
en el último tercio del siglo XIX (Madrid: Universidad Pontiicia de Comillas, 2005), 69.
22
Pink, “When they sing”, 1.
23
Nos referimos a la conocida publicación que realizó Lorenzo Frau Abrines y Rosendo Arús y Arderiu. Para esta
investigación, se ha trabajado principalmente con la primera versión histórica de la editorial La Propaganda Literaria
(1883); aunque se ha contrastado toda la información aparecida en esta con ediciones posteriores, especialmente con
la versión de la editorial del Valle de México (1977), accediendo a una reimpresión de 2007.
24
Obsérvese que esta primera parte de la deinición, está basada en la propia que el enciclopedista Jean-Jacques
Rousseau, propició en su Diccionario de Música, editado en 1768. Jean-Jacques Rousseau, Diccionario de Música,
edición de José Luis de la Fuente Charfolé (Madrid: Akal, 2007), 281. De hecho, el propio Frau deja entrever esta
fuente documental a lo largo de la descripción que desarrolla sobre este vocablo en el segundo párrafo.
22
que sus modulaciones conmueven el alma25. Nadie ha puesto nunca en duda el poder
que ejercen la melodía y la armonía de los sonidos, sobre el organismo humano.
Se han visto pueblos salvajes y crueles, a los que nada era capaz de modificar el
carácter y las costumbres, conmoverse y dejarse dominar poco a poco, gracias al
poder fascinador de una armoniosa música26.
Está claro que, con solo atisbar la última parte de este fragmento de
texto, se vuelve a traer a colación la teoría del Ethos, además, con el resto de
la extensa entrada que Frau dedica al noble arte musical, sigue enfatizando
tal cuestión, combinándola con un desarrollo histórico muy centrado en la
antigüedad y muy decantado tanto por breves apuntes históricos27 como la
propia mitología grecolatina.
Conjuntamente, también se detiene de forma indirecta pero plenamente
consciente de ello, en el aspecto del cantar: “En todas las naciones, aun entre
las más bárbaras y embrutecidas, se han encontrado siempre algunas huellas
que indican que se tenían ideas y nociones del canto. En casi todas, la tradición
histórica de los sucesos memorables, ha sido transmitida en forma de poemas
más o menos correctos”28. Empero, otra idea resurge justo en la última parte
del artículo de esta voz, proponiéndose como una segunda acepción, para
enunciar que también se trata de “una de las siete artes liberales, que figura
en muchos grados de la Masonería”29, anexándose, como es sabido, con la
tradición educadora propugnada por el Quadrivium30 y su posterior desarrollo
histórico.
Dentro de una primera aproximación a la comparativa con las
monografías consultadas para este breve estudio, circunscritas estrictamente al
concepto “música”, podemos comprobar que, desde un punto de vista general,
no hay muchos cambios en las nociones esenciales advertidas. Por ello, y
a sabiendas que en algunas de estas enunciaciones encontramos un breve
alegato histórico que fundamenta la aparición del vocablo, siempre cuando
emerja31, es importante edificar que se encuentran dos puntos destacados
25
Sin embargo, y enlazando con la nota anterior (véase la nota 24), resulta paradigmático que nuestro autor
francmasón añada objetivamente y desde su perspectiva, esa alusión a la conmoción de la propia esencia del ser
–realmente Rousseau no llega a proponer esa adenda deinitoria y, ciertamente, se muestra neutral con dicho inlujo
musical, al que hace alusiones sobre distintas autorías–, y que, maniiestamente, viene a relacionarse directamente
con lo comentado a modo de preámbulo en este capítulo sobre las visiones pitagóricas y el poderío musical. En la
misma dirección, encontramos al compositor, músico y musicólogo español Felipe Pedrell, en su Diccionario técnico
de la música (Barcelona: Isidro Torres Oriol, 1897).
26
Frau y Arús, Diccionario enciclopédico de la masonería, vol. I, 582.
27
Donde combina una narrativa propia con la que le aporta el propio Rousseau (véase la nota 15).
28
Frau y Arús, Diccionario enciclopédico de la masonería, vol. I, 582.
29
Frau y Arús, Diccionario enciclopédico de la masonería, vol. I, 582.
30
Wladyslaw Tatarkiewicz, Historia de la estética II: la estética medieval (Madrid: Akal, 2007), 85.
31
No existe una correlación entre la aparición del vocablo “música” y cuan actual sea la publicación. En algún caso,
el término, si es que llega a aparecer, se despacha con una generalidad abreviada o una copia que roza la literalidad
de otras fuentes, llegando inclusive a una combinación de ambas.
23
32
Donde se realizan más alusiones directas a los vocablos “canto”, “cántico” e “himno”, como veremos a continuación,
que al propio lema “música”, desde cualquiera de los previsibles prismas.
33
Tanto en la publicación del abogado e historiador de la masonería, Alec Mellor, en su Dictionnaire de la Franc-
maçonnerie et des Francs-maçons (París: Belfond, 2005), 166-167, como por parte del músico y musicólogo francés
Roger Cotte, el que fuera uno de los grandes investigadores de las relaciones entre música y masonería, y encargado
de la redacción del artículo correspondiente en Daniel Ligou, Dictionnaire de la franc-maçonnerie (París: Presses
Universitaires de France, 1987), 566-568, son los que presentan una información concisa y bien organizada, que nos
centra la atención en el realce de la música cantada (véase la nota 25), sin desdeñar la instrumental.
34
Coil, Coil’s Masonic Encyclopedia, 437.
35
Eugen Lennhofff, Oskar Posner y Dieter A. Binder, Internationales Freimaurer Lexikon (Múnich: Herbig, 2006), 587.
36
Eric Saunier, Encyclopédie de la Franc-maçonnerie (París: Librairie Générale Française, 2008), 597-598.
37
“Música”, en la RAE [Citado el 25 de abril de 2015]: disponible en http://lema.rae.es/drae/?val=musica
24
En este caso, los vocablos relacionados con la propia música y los músicos38,
con respecto a la masonería, son:
38
Es necesario advertir que por razones de espacio, no se ha tratado en profundidad el aspecto relativo a los
propios creadores y ejecutantes de música, que, sin lugar a dudas, también merecerían un capítulo destacado sobre
su aparición en las monografías seleccionadas. Algo que igualmente se extrapola a todo lo relativo a momentos de
sociabilidad fuera de las logias.
39
“Armonía”, en la RAE [citado el 25 de abril de 2015]: disponible en http://lema.rae.es/drae/?val=armonia
40
Nos referimos tanto a la acepción segunda, que nos habla de la buena relación combinatoria dentro de los
distintos parámetros que construyen la prosa y la poesía, como aquellas, la primera y la quinta, que nos hablan de
simultaneidad sonora y de la mezcolanza de los acordes musicales.
41
De hecho, también existe relación, dentro de las ediciones consultadas, con los términos “acuerdo”, “concordia”
y “simetría”.
42
Ligou, Dictionnaire de la franc-maçonnerie, 566.
43
Tatarkiewicz, Historia de la estética II: la estética medieval, 189.
44
Jean-Pierre Bayard, Grande Encyclopédie Maçonnique des Symboles (Besançon: Maçonniques de France – Cêtre,
2000), 208.
45
“Harmonie” [citado el 25 de abril de 2015]: disponible en http://atilf.atilf.fr/dendien/scripts/generic/form.
exe?29;s=2590348140
46
De hecho, si se consulta el Dictionnaire Electronique des Synonymes del Centre de Recherche Inter-langues sur la
Signiication en Contexte de la Université de Caen Basse-Normandie, podemos encontrar que Harmonie y Musique se
muestran como sinónimos. Algo que, inclusive, se constata por la propia documentación histórica masónica francesa
consultada.
25
26
determinada, siguiendo las ideas que expone Bayard56, como parte de ese
Quadrivium que se entronca tanto con las primeras enseñanzas masónicas de
talante operativo, muy bien extractadas por el investigador Roger Richard57,
yendo inclusive más allá como es el caso del investigador Jacob Tomaso58.
Este establece un breve paralelismo entre la consonancia armónica simbólica
y el sistema modal de la antigua Grecia, al igual que con la propia ritualidad
rectora en los tiempos actuales, quedando reseñada por Frau y Arús, al
precisar que “las siete artes liberales forman parte de las alegorías del grado de
Compañero, o sea del 2º del simbolismo”59 y que la “Música, [es] la dulzura
y armonía de los sonidos, emblema de las gratas impresiones del corazón”60.
Se trata, en palabras del investigador e historiador masón Michaël Segall61, de
una serie de saberes y aprendizajes instituidos durante la antigüedad clásica y
la edad media y que supusieron la inspiración de la propia masonería para ser
enseñados al reverenciado hombre libre.
Se llaman así los hermanos que una Logia inscribe en el cuadro de sus obreros con
objeto de dar mayor realce a sus trabajos y son siempre pintores, escultores, músicos,
impresores, etc. Los hermanos artistas no son iniciados más allá de los tres grados en
la forma prescripta para las iniciaciones y aumentos de salario. Quedan exentos de
todo pago o cuota y no pueden ser revestidos de cargo alguno u oficio en la Logia. A
pesar de su exención de cuota, tienen el derecho de votar libremente. Cuando haya
fiestas o banquetes, los hermanos artistas están obligados a contribuir con su arte la
alegría, brillo y ornato de la función.
56
Bayard, Grande Encyclopédie, 42-43.
57
Roger Richard, Dictionnaire maçonnique. Le sens caché des rituels et de la symbolique maçonniques (París: Dervy), 39-40.
58
Jean L’Homme, Édouard Maisondieu y Jacob Tomaso, Nouveau Dictionnaire Thématique Illustré de la Franc-
Maçonnerie (París: Dervy), 85.
59
Frau y Arús, Diccionario, vol. 1, 67.
60
Frau y Arús, Diccionario, vol. 1, 67
61
Michaël Segall, Dictionnaire maçonnique, terminologie des rituels maçonniques (París: Dervy, 2014), 93.
62
Jean-Pierre Bayard, Grande Encyclopédie, 42.
63
Frau y Arús, Diccionario, vol. 1, 67.
64
Ligou, Dictionnaire, 568; Daza, Diccionario, 42.
27
65
Lennhoff, Posner y Binder, Internationales Freimaurer Lexikon, 587.
66
Saunier, Encyclopédie, 48.
67
Pierre-Yves Beaurepaire, Dictionnaire de la Franc-maçonnerie (París: Armand Colin, 2014), 174-177.
68
Coil, Coil’s, 626.
69
Kenneth McKenzie, The Royal Masonic Cyclopedia (Londres: Kessinger Publishing Company, 1877), 682.
70
Daza, Diccionario,72.
71
Gran Oriente de Francia, Diccionario masónico del Gran Oriente de Francia (Buenos Aires: Obelisco, 2002), 25.
72
Gran Oriente de Francia, Diccionario masónico del Gran Oriente de Francia, 131-157.
28
29
80
“Ritmo”, en la RAE [citado el 25 de abril de 2015]: disponible en http://lema.rae.es/drae/?val=ritmo
81
En este sentido, nos referimos más concretamente a la denominada “batería”, la cual fue realzada en importancia
por el profesor Jacinto Torres Mulas en su trabajo “Música y masonería en España. Pautas para un estudio”, en
Masonería española, entre Europa y América, coord. Ferrer Benimeli (Zaragoza: CEHME, 1994), Tomo II, 801-804.
82
Es una cuestión que precisaría un estudio más detenido y que, indudablemente, trascendería más allá del espacio
de este escrito.
83
Sobre este particular, el diccionario de Frau y Arús, nos indica que se trata de una “manera de elección unánime
y pública que dispensa de las formalidades de la votación con escrutinio secreto”; visión en la que coincide la
Encyclopädie der Freimaurerei de Lenning, añadiendo además que dicha particularidad se propone en las logias
francesas.
84
Desde la más absoluta neutralidad, y sin el establecimiento concluyente de una prueba idedigna que determine
lo que realmente sucede en la intimidad de cualquier ritualidad que lo desarrolle, se comprende que dicha cadencia
puede venir preijada por el propio empleo conjunto y conjuntado de algún tipo de ritmo o inclusive la determinación
de concederle un énfasis grupal al propio vocablo. De hecho, el difunto historiador y profesor Daniel Ligou comienza
la deinición de este término, en su Dictionnaire de la franc-maçonnerie, como “l’acclamation suit la batterie” (“la
aclamación sigue a la batería”) [traducción propia], a lo que le suma que “l’acclamation ne suit jamais la batterie de
deuil” (“la aclamación no sigue jamás a la batería de duelo” [traducción propia], lo que viene a establecer nexos de
unión con la idea que estamos expresando.
85
La inclusión de la batería, como comentaremos más adelante, refuta la idea de la sincronía rítmica que se viene
expresando en este apartado.
86
“Interjección solemne que, en ciertos ritos, acompaña al signo y la batería de grado durante la apertura y clausura
de los trabajos” [traducción propia].
30
87
“Contrariamente a la batería que puede ser triple, la aclamación siempre es única” [traducción propia]. Ligou,
Dictionnaire, 8.
88
Frau y Arús, Diccionario, vol. I, 16.
89
“Grito colectivo de entusiasmo” [traducción propia]. Bayard, Grande Encyclopédie, 16.
90
“Las vibraciones producidas por la aclamación generan, en el corazón del hombre, una irradiación que se transmite
a todo el cuerpo” [traducción propia].
91
Daniel J. Levitin, El cerebro y la música (Barcelona: RBA, 2008); Jordi A. Jauset Berrocal, Música y neurociencia: la
musicoterapia (Barcelona: UOC, 2008); Oliver Sacks, Musicoilia: relatos de la música y el cerebro (Barcelona: Anagrama.
2009).
92
Se trata del empleo del silbato (de ébano) como instrumento sonoro, realizando según qué funciones con distintos
números de toques.
93
“Están estrictamente prohibidos en la logia o en toda asamblea masónica. Salvo, evidentemente, en la forma ritual
de las baterías y la aclamación que sin motivo alguno [sirven] para clausurar un discurso”) [traducción propia].
31
del rito escocés rectificado). Sin embargo, Frau y Arús lo presentan como
una “expresión de alegría, felicidad o satisfacción por haber ejecutado una
buena obra y dispensado justicia”94, sin indicación expresa de prohibición,
pero hallando la solución a la posible contrariedad ante la presentación de
una sinonimia próxima a las “baterías”. Pero es finalmente Daza, que coincide
plenamente en esto último, el único que presenta una significación más allá
de las encontradas. Es por lo que se aventura a describir cómo se realizaría
su ejecución: “se realizan [los aplausos] haciendo crujir los dedos pulgar y
anular, a modo de “pitos”, a la vez que se lleva la mano alternativamente a
izquierda y derecha”95.
94
Frau y Arús, Diccionario, vol. I,115.
95
Daza, Diccionario, 33. De momento, es una descripción que hay que tomarla con reservas al no encontrar una igual
o similar dentro de las fuentes consultadas que constituyen la creación de este escrito.
96
Daza, Diccionario, 55.
97
Es realmente donde reside la diicultad del estudio de las “baterías”: la gran complejidad que supone su
sistematización en función del rito y el grado concreto.
98
“ …los que forman parte del desarrollo del ritual y los que se utilizan al llamar en la logia en otros momentos
diferentes” [traducción propia].
32
99
Lennhoff, Posner y Binder, Internationales Freimaurer Lexikon, 747.
100
Lennhoff, Posner y Binder, Internationales Freimaurer Lexikon, 467.
101
Alberto Fargas, Términos simbólicos de la masonería (Oviedo: Masonica.es, 2010), 159.
102
Daza, Diccionario, 249.
33
LA AFINACIÓN DE LA LIRA
APORTES DESDE LA MUSICOLOGÍA Y OTROS POSIBLES CAMPOS
DE ESTUDIO
Cuando oigo música, no temo a ningún peligro. Soy invulnerable. No veo enemigo.
Me siento unido a los primeros tiempos, y a los postreros.
Henry David Thoreau103
103
Recordemos que Henry David Thoreau fue un ilósofo, poeta y escritor estadounidense puritano y trascendentalista,
impulsor de las ideas en torno a la desobediencia civil, y que es además considerado uno de los fundadores de la
literatura de su país. Aunque no fue masón, se dice que impartió clase en la logia Concordia del pueblo de Concord,
en Massachusetts.
104
Comprendemos que la denominación “música masónica” podría imbricar muchos matices que nos llevarían
a pensar si realmente se puede hablar de este tipo de género musical o esta vertiente de la propia investigación
musicológica. Tal vez sería más certero hablar de “música de la masonería”. Sea como fuere, es necesario advertir que
esta reflexión merecería muchas más líneas de las que en la naturaleza de este escrito se permiten.
105
Hans-Josef Irmen, “Freimaurermusik”, en Die Musik in Geschichte und Gegenwart, ed. Friedich Blume (Kassel,
1995), 871.
106
Cecil Hill y Roger Cotte, “Masonic music”, en New Grove Dictionary of Music and Musicians, ed. Stanley Sadie
(Nueva York, 2001), 39. Es interesante advertir que en esta edición sería la primera vez que se recoge esta voz, no
siendo así en las anteriores ediciones de esta obra.
34
de musicologie107.
Y si ya nos decantamos por los diccionarios de consulta más habituales,
las alusiones serán prácticamente similares en el Diccionario Akal/Grove de la
Música108, y vislumbraremos algo más de precisión histórica en el Diccionario
Harvard de la música109.
Sea como fuere, estas publicaciones, por el momento, solo refutan o
extractan aquella información que se viene ofreciendo en aquellas monografías
más específicas que hemos analizado anteriormente, sean actuales o no, ya
que, hoy día, todavía existen libros de consulta que no hacen mención alguna
a nuestra cuestión110, tanto en su vertiente más específica como en la de índole
generalista.
107
Roger Cotte, “La corriente masónica”, en Compendio de Musicología, ed. Jacques Chailley (Madrid: Ed. Alianza,
1984), 278.
108
Stanley Sadie, Diccionario Akal/Grove de la Música (Madrid: Ed. Akal, 2000), 646.
109
Don Randel, Diccionario Harvard de música (Madrid: Ed. Alianza, 1999), 622.
110
Véase el caso, por ejemplo, del Diccionario Oxford de la Música, recientemente reeditado y traducido a la versión
española, el cual no hace mención expresa, directa ni indirecta, a la música en relación a la masonería, siendo curioso
el caso que incluso en el apartado dedicado al sempiterno Mozart despacha su membresía francmasónica con una
breve alusión, y sin mencionar sus composiciones especíicamente creadas para sus hermanos. Situación que también
se hace evidente en el Léxico de Música.
111
Frau y Arús, Diccionario, vol. 3, 1357.
35
112
Aunque esta vinculación es propiamente más cercana a la literatura, se ha querido incluir por seguir insistiendo
en la necesaria unión entre la música y el arte literario (o más bien, poético), donde las fronteras son más delgadas
de lo que se pueden presuponer.
113
Agustín Martínez de las Heras, “La estrategia periodística en la ‘Unión Antimasónica Española’: las revistas
antimasónicas”, en La masonería española y la crisis colonial del 98, coord. Ferrer Benimeli (Zaragoza: CEHME, 1999),
Tomo II, 645.
114
El Sol de Cádiz 8, 18 de diciembre de 1812, 58-61.
36
Soneto116
á los Francmasones, compuesto con motivo de la respuesta que dan, al entrar en la
Secta, quando les preguntan,
¿por que quereis ser Francmason? Á lo que responden: porque estoy en tinieblas y
busco la luz.
115
En este caso, hablamos del lautista francés Jacques-Christophe Naudot (1690-1762), responsable musical de la
logia Coustos-Villeroy, el cual creó el famoso recopilatorio de canciones masónicas Chansons notées de la très vénérable
confrèrie des maçons libres…. Para una mayor concreción histórica véase Roger Cotte, “La música masónica”, Historia
16, no. IV (noviembre 1977): 120; Jacinto Torres Mulas, “Ideología masónica y retórica musical: el himno de la logia
Liberación nº 423 del GOE”, en La masonería en la España del siglo XX, coord. Ferrer Benimeli (Toledo: Universidad de
Castilla-La Mancha, CEHME, 1996), Tomo I, 110. Este acercamiento se produce porque la fuente en la que se basa,
L’ordre des francs-maçons trahi, et le secret des mopses révélé de Gabriel-Louis Calabre Pérau, incluye estas canciones en
algunas de sus ediciones de mediados del siglo XVIII.
116
Archivo General de Palacio, sección reinados, fondo Fernando VII, papeles reservados, tomo 92, fol. 185V-186R.
117
Ferrer Benimeli, Masonería española contemporánea, Vol. 1 1800-1868 (Madrid: Ed. Siglo XXI, 1987), 201-204.
37
Por estas razones pusieron al servicio del arte real la música y la poesía que, reunidas,
ejercen sobre el corazón un encanto irresistible. A este móvil debemos una variada
colección de cantos y de poesías para todos los actos, para todos los grados de la vida
masónica120.
J. G. Findel
Manuel Moreno Alonso, “El fantasma de la masonería en la Revolución española (1808-1814)”, en Gibraltar, Cádiz,
118
América y la masonería. Constitucionalismo y libertad de prensa, 1812-2012, eds. José Miguel Delgado Idarreta y Antonio
Morales Benítez (Gibraltar: Gobierno de Gibraltar-CEHME, Universidad de Zaragoza, 2014), vol. I, 79.
119
Martín Muñoz Zafra, “Identidad y alteridad: cultura republicano-masónica en España a comienzos del siglo XX”,
en Gibraltar, Cádiz, América y la masonería, vol. II, 1168.
120
Parte de la narración historiográica de J. G. Findel y traducido por Lorenzo Frau Abrines.
38
39
INTRODUCCIÓN
1
Jacques Attali, Ruidos, ensayos sobre la economía política de la música (México DF: Siglo XXI, 2010), 16.
40
2
Lorenzo Frau Abrines y Rosendo Arús Arderiu, “Ritos”, en Diccionario Enciclopédico de la Masonería (Buenos Aires:
Kier, 1947), Tomo II, 1075-1160.
3
Roger Cotte, La Musique Maçonnique et sus Musiciens (Braine-le Comte: Editions du Baucens, 1975), 41-42.
4
Cotte, La Musique Maçonnique, 40.
5
Cotte, La Musique Maçonnique, 40.
41
6
“Cotizaciones” se llama a los pagos regulares que todos los masones hacen para contribuir con el tesoro de sus
respectivas logias.
7
Laurence Dermott, Ahiman Rezon (Belfast: W. Mager, 1803).
8
Cotte, La Musique Maçonnique, 27.
42
9
Para una relación completa de los cancioneros franceses véase Jean Pierre Bouyer, Musée virtuel de la musique
Maçonnique, citado el 21 de diciembre de 2016, disponible en http://mvmm.org/index.htm
10
Frau Abrines y Arus Arderiu, “Música masónica en Alemania y Austria”, en Diccionario Enciclopédico, Tomo III,
219-220.
43
11
Cotte, La Musique Maçonnique, 75.
12
José Félix Blanco, Documentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia (Caracas:
Imprenta de la Opinión Nacional,1876), 183.
13
José Antonio Ferrer Benimeli, “Masonería”, en Diccionario de Historia de Venezuela (Caracas: Fundación Polar,
1997), 76 t.4.
14
Eloy Reverón, Caín y Abel son hermanos (Caracas: IVEM, 1996), 19.
44
produjo en 1881 por causas parecidas, hasta que un nuevo acuerdo unió a los
dos bandos a comienzos de 188415.
En casi toda Latinoamérica la masonería tuvo una presencia política
importante y numerosos y conocidos son los masones que ocuparon la primera
magistratura en sus respectivas naciones, pero el caso de Venezuela, con sus
38 presidentes masones entre 1811 y 189016, es, creemos, un caso único en
nuestro continente y merece ser estudiado con profundidad.
GRAN CONCIERTO
El viernes próximo tendrá efecto en el Teatro Caracas un gran concierto que el Sr.
Montenegro, empresario de la compañía lírica que ha estado en esta capital, dedica
en su acción mazónica [sic.]. Una de las principales piezas que se cantará en el
15
La Abeja, “A todos los masones”, 30 de abril de 1884, 2.
16
Manuel Landaeta Rosales, “Lista de los Franc-Masones que han desempeñado la Primera Magistratura de la
República”, El Deber, 18 de junio de 1894, 135-137. Esta lista incluye a los presidentes interinos o provisionales, de
ahí lo elevado del número.
17
Aunque el mal estado de conservación y la falta de criterios de preservación y catalogación diicultan en extremo
su consulta.
45
Sentado el Ilustre Americano en el sitio de honor bajo la gran cúpula del Salón del
Capítulo, y después que la Banda Marcial dejó oír una tocata majestuosa, se comenzó
la ceremonia de inauguración21.
46
CONCIERTO
Anoche llenaron uno de los salones principales del templo masónico, numerosas
familias de los miembros de la asociación, para asistir al concierto con que
obsequiaban a la Fraternidad los artistas señora Fiorellini y señor Balma (…)
Las señoras y señoritas, que formaron la mayor parte de la concurrencia, quedaron
sumamente complacidas, y deseando, como lo manifestaban, que otra ocasión feliz
les proporcionara la oportunidad de gozar una vez más de las excelentes condiciones
que ofrece el salón central, para los efectos del concierto músico.
En efecto, por nuestra parte, fuimos sorprendidos agradablemente desde los primeros
acordes de la orquesta, por las magníficas propiedades acústicas del salón. Es la
primera sala pública que hemos encontrado en Caracas con la resonancia que se busca
por medio de las reglas de construcción que establece la acústica. Es maravilloso el
efecto que producen allí los sonidos; y en alguna parte se debe a esto que los artistas
lograran el extraordinario éxito que dejo tan complacido a los concurrentes24.
LA INAUGURACIÓN
Del nuevo Temp∴ Mazon∴ construido bajo los auspicios del G∴ A∴ D∴ U∴ y la
instalación de las DD∴ y Off∴ elegidos para el año de 1878 tendrá lugar el día 27 de
diciembre, de la una de la tarde en adelante.
1.-La Resp∴ Log∴ Unión Fraternal n° 17 abrirá sus trabajos en la galería de la parte
sur del edificio y se procederá a la inauguración y dedicación del Tem∴ según los
rituales de la orden.
2.- […] se procederá a la instalación de las DD∴ y Off∴ del taller elegidos para el año
de 1878.
3.-Concluida la instalación de los funcionarios se cerraran los trab∴ del modo
acostumbrado y se pasará a los salones de recreo.
4.- A las seis de la tarde empezará la recepción de las familias.
23
Construida por el arquitecto y masón Juan Hurtado Manrique, la gran cámara conserva todavía sus excelentes
cualidades acústicas.
24
La Opinión Nacional, no. 2190, 14 de agosto de 1876, 3.
47
7.- Los hh∴ aficionados, que bondadosamente se ha ofrecido para ello, amenizaran
todos estos actos con la orquesta que puedan organizar25.
25
La Gaceta Mazónica [sic.] de Venezuela, no. 22, 9 de febrero de 1878, 1-2.
26
Jipson Briceño, Los Templos Masónicos de Venezuela en el siglo XIX (Caracas: Fundación Sol de América, 2014), 58-59.
27
Gaceta Mazónica [sic.] de Venezuela, no. 39, 6 de junio de 1878, 160.
28
Manuel Landaeta Rosales, Gran Recopilación Geográica y Estadística de Venezuela (Caracas: Ediciones del Banco
Central de Venezuela, 1963), 226.
48
49
(…) El busto del Libertador estaba colocado en el centro del templo y adornado su
pedestal con todas las insignias de la Orden. Al principiar el acto literario la música
dejó oír sus armonías.
Comenzaron luego las respectivas ofrendas y antes de cada una de ellas la orquesta
tocaba una pieza de su repertorio (…)
Todos los actos de la vida son embellecidos por la ternura. La poesía de aquella
ceremonia la constituyó la ofrenda de los luvetones (…) Durante la ofrenda de
nuestros hijos la Banda Marcial entonó el Himno Nacional, para recordar a aquellos
niños que ellos son el porvenir de la patria34.
31
“Por la reivindicación de los derechos masónicos”, La Abeja, 27 de octubre de 1883, 23.
32
El propio presidente Guzmán Blanco fue un activo reivindicador.
33
“A todos los masones”, La Abeja, 30 de abril de 1884, 2.
34
La Abeja, no. 14, 20 de agosto de 1883, 132
50
Río Caribe.
(…) Durante la procesión la banda marcial ejecutó una marcha fúnebre y terminada
esta la columna filarmónica entonó en el coro una sentimental plegaria (…)
Al terminar los tres viajes misteriosos la col∴ arm∴ entonó entonces un Dies irae letra
del h∴ Silverio González y música del h∴ José María Gómez Cardiel35.
Los que nos llama la atención de este evento es que la logia Estrella
de Paria le ofreciera unos honores fúnebres al Libertador, cuando lo que se
celebraba a nivel nacional era el centenario de su natalicio. Nos atrevemos a
afirmar que, por ser los honores fúnebres una de las pocas modalidades de
tenida blanca, la referida logia optó por ello para poder desplegar el vistoso
ceremonial masónico en público. Otra particularidad de esta noticia es la
interpretación de una obra del repertorio litúrgico católico, el Dies Irae, la cual
es una secuencia utilizada dentro de la misa de difuntos cuyo texto en latín es
atribuido a Thomas de Celano, un monje franciscano del siglo XIII.
El terremoto de Andalucía fue una tragedia que aconteció la noche del
25 de diciembre de 1884. Varias ciudades y pueblos del sur de España fueron
sorprendidos la noche de ese día mientras celebraban la navidad. La noticia
conmovió a toda la sociedad venezolana, que tenía, como es de suponer,
fuertes vínculos con aquella región de la madre patria. En febrero de 1885
varios representantes de los diferentes sectores que hacían vida en la ciudad,
incluida la masonería, habían tenido la iniciativa de constituir una junta de
socorros para enviar ayuda a las víctimas.
Una vez constituida la junta de socorros para Andalucía la masonería
local organizó un gran concierto de caridad. Los conciertos benéficos eran
unos de los medios preferidos para la recaudación de fondos. Con el lema de
“ejercer la caridad deleitándose”, se invitaba a los melómanos a contribuir con
su respectivo óbolo y al mismo tiempo disfrutar de un espectáculo musical de
alta calidad. Para la organización y dirección de la orquesta que tendría a su
cargo el concierto, se nombró a los destacados músicos y masones Francisco
de Paula Magdaleno y Rogerio Caraballo36. Ambos maestros convocan una
orquesta de grandes proporciones en cuyas filas abundan los músicos masones.
La Opinión Nacional nos ofrece una lista de los integrantes. Hemos destacado
los instrumentistas cuya filiación masónica hemos podido comprobar.
VENEZUELA Y ESPAÑA
JUNTA DE SOCORROS PARA ANDALUCÍA
Con gran satisfacción publicamos enseguida la lista de los profesores de música que
compone la grande orquesta, que ha de tomar parte en el concierto, bajo la dirección
del maestro señor Rogerio A. Caraballo.
Primeros violines: señores Rogerio A. Caraballo, Carlos Montero, doctor Pedro Ramos,
35
La Abeja, no. 19, 30 de octubre de 1883,193-195.
36
“Junta de Socorros para Andalucía”, La Opinión Nacional, 19 de febrero de 1885, 2.
51
37
La Opinión Nacional, no. 4676, 2 de marzo de 1885, 3. Las cursivas son mías, para resaltar a los músicos que
además eran masones.
52
TENIDA DE DOLOR
En la noche del día 12 de mayo retro-próximo, la Res∴ Loj∴ Sol de América n°
50, celebró la gran tenida fúnebre con que quiso honrar la venerada memoria del
Ex-Ven∴ Maest∴ Dr. Francisco Filomena, gr∴18. La regularidad de los trabajos, lo
escogido y selecto de la concurrencia y todos los actos que esa noche se sucedieron,
38
La Opinión Nacional, no. 4689, 17 de maro de 1885, 2.
53
hacen que esta tenida haya llamado la atención no solo a los masones de este oriente,
sino a la multitud de profanos que la presenciaron, quedándonos la satisfacción de
haberlos oído admirar la sublimidad y elevación que encierra la doctrina de nuestra
Orden.
En la extinción de la luz emblemática, la columna de armonía, dirigida por el hábil
e inteligente Maestro I∴ H∴ Isidoro Balderrama Renjifo, tocó la marcha de Joné.
Durante el primer viaje simbólico dado por el Ven∴ Maest∴ y todos los hh∴ del
Oriente, se ejecutó de nuevo la expresada marcha.
Concluido el primer viaje, fue cantada por la señorita Prampolini la Plegaria de
Stradella, que fue interpretada por tan distinguida artista de una manera admirable.
Durante los otros viajes ejecutó la orquesta magníficas piezas con las que fuimos
transportados a las altas regiones de la idealidad39.
HONORES FÚNEBRES
Para la solemne ten∴ de dolor que el Gr∴Or∴ celebró el 29 de noviembre último,
fue invitada la prensa de la capital, la cual supo corresponder de la manera más
satisfactoria40.
REMITIDOS
Celebración de los Honores Fúnebres en el Gr∴ Or∴ Nacional de los Estados Unidos
de Venezuela en la noche del 29 de noviembre de 1890.
(…) ¿Qué dulces melodías se extienden por las bóvedas del augusto recinto? Es un
canto tierno, suave a la par que melancólico, es “La Viuda a sus hijos”, composición
saturada en el sentimiento (…) la interpretación estuvo a cargo de la Srta. Moreira.
(…) Un canto lleno de esperanza y de fe interpretado por el Sr. Bustamante acompaña
aquella ceremonia “Parce mihi Domine”.
(…) Otro grupo de hh∴ acompaña al primero y la grandiosa marcha de Joné,
ejecutada por la orquesta solemniza el acto.
39
El Sol de América, no. 1, 1° de julio de 1885, 4-5.
40
El Sol de América, 17 de diciembre de 1890, 340.
54
(…) Por último el S∴ Gr∴ Maest∴ con los hh∴ del Or∴ baja del monumento fúnebre
y lee la liturgia correspondiente. Todos los hermanos giran alrededor del catafalco
al compás de las marchas fúnebres de Chopin y Magdaleno tocadas por la columna
filarmónica, en este acto se formó la cadena fraternal (…)
De pronto se interrumpe el silencio, es la voz sonora, melodiosa y potente del I∴
H∴ Ángel de Sanctis, quien dominando su profundo dolor cantó de una manera
admirable la Plegaria de Stradella “Piedad Señor” (…)
La beneficencia, que también es uno de los actos remarcables de la masonería, debía
tener lugar en aquella solemnidad, penetrado en ello el Ser∴ Gr∴ Maest∴ ordenó
la circulación del tronco de los pobres. En ese acto el I∴ H∴ de Sanctis y el señor
Bustamante cantaron el “Crucifixius” dúo para dos tenores (…)
Se clausuraron los trabajos, ejecutando la columna filarmónica una gran obertura del
Maestro Donizetti41.
Honores fúnebres celebrados por el Grande Oriente Nacional de los Estados Unidos
de Venezuela la noche del 25 del presente
(…) Abierta aquella magna tenida por el Ser∴ Gr∴ Maest∴ de la Orden, la columna
filarmónica dirigida por el I∴ H∴ Francisco de Paula Magdaleno dejó oír sus melodías
y las notas sublimes de la inmortal marcha de Joné (…)
Ordenado el primer viaje la voz potente y majestuosa del grande artista, señor V.
Arimondi, deshecha en sonoras armonías, interpretó con un arte que llegó a la más
cumplida perfección, el aria de Simón Bocanegra del Maestro Verdi.
Continuaron los viajes alternados con las marchas fúnebres de los hh∴ Caraballo y
Magdaleno.
Debíamos sorprendernos todavía más, debía llegar a más altura nuestro entusiasmo,
debían nuevas emociones despertar el espíritu ¿Qué armonía celeste? ¿Qué música
casi divina se derrama en torrentes de sones melodiosos? Es la eximia composición
de Verdi Domini Jesucristi [sic], interpretada admirablemente, ejecutada hasta la
plenitud de la perfección por la señora M. Bianchi Fiorio de Antón, la señorita Boronat,
el h∴ Antón y el señor Arimondi. Esa composición grandiosa dio cadencia a nuestros
sollozos y armonizó nuestros gemidos. Esos notabilísimos artistas, acompañados por
el experto maestro, por el entendido músico h∴ L. Franciscolo, conquistaron nuestra
gratitud eterna (…)
Durante la circulación del saco de beneficencia nos volvieron a deleitar los mágicos
41
El Sol de América, 17 de diciembre de 1890, 339-340.
42
Como consta en El Sol de América del 24 de junio de 1891, “Instalación del Gr∴ Or∴ Nac∴ de los EEUU de
Venezuela”, 1-2.
55
43
El Sol de América, no. 50, 1° de diciembre de 1891, 6-7.
44
López Maya, “Música y ritos funerarios en la masonería venezolana del siglo XIX”, Anuario GHRIAL 8 (enero-
diciembre 2014): 85-86.
56
FIESTA MASÓNICA
La logia “Unanimidad” n° 3 abrió ayer sus misteriosas puertas para celebrar
públicamente las fiestas de San Juan de verano y adoptar algunos luvetones. (…)
45
Estas actividades están relejadas en los archivos de la logia Esperanza correspondientes a los periodos 1855-
1856 y 1858-1863, los cuales se encuentran en la sección de libros raros y manuscritos de la Biblioteca Nacional de
Venezuela.
46
“Reunión masónica”, El Federalista, 13 de enero de 1865, 4.
57
Poco después de las tres, la música dejó oír sus gratas armonías y se dio principio a la
simbólica solemnidad (…) todos los actos fueron celebrados al compás de la música
y revistieron la más augusta y majestuosa pompa. (…)
En medio de aquel concierto de gratas satisfacciones, se cantó un himno, música de
Federico Villena y letra del poeta Casto R. López, que produjo en el ánimo de todos
las más gratas impresiones47.
FIESTA FRANCMASÓNICA
Anoche celebró la Resp∴ Loj∴ Sol de América el 7° aniversario de su instalación.
Principió la festividad con la ceremoniosa adopción de cincuentiún [sic] luvetones,
hijos de honrados y apreciables francmasones. (…)
La música se dejaba oír dulce y melodiosa en los intermedios de estos actos. (…)
La señorita María Moreira cantó, acompañada del señor Bustamante, la romanza
Fuerza del Destino de Verdi. Un ruidoso aplauso saludó a la joven cuando terminó.
Siguió a esto El Baile de Máscaras, de Leitrach, tocado en el piano por el joven Pedro
P. Alvízua.
Cantaron entonces las señoritas María Moreira, Sofía Limonta y Carmen Alvízua, esta
última a dúo con el señor Ignacio Bustamante48.
47
El Sol de América, 28 de junio de 1887, 103.
48
El Sol de América, 31 de agosto de 1889, 274.
49
López Maya, “Ópera y Masonería”, 134.
58
Retreta
Mañana se ejecutarán por la banda marcial, las piezas siguientes:
Marcha, por Gastambide
Aria final de Lucia, por Donizetti
Cavatina de soprano de Lucrecia Borjia, por Donizetti
Polka, por Donizetti
Merengue, por Montero51.
50
Ambos eran masones, se desempeñaron como maestros de capilla, directores de banda, profesores institucionales
y a domicilio y escribieron docenas de piezas bailables.
51
El Diario de Avisos, no. 710, 16 de octubre de 1875, 3.
59
52
López Maya, “Los cuadernos de música de la logia Unanimidad n° 3 de La Guaira”, Musicaneclave, Revista venezolana
de música (enero-abril de 2013 [citado el 27 de abril de 2017]): disponible en http://www.musicaenclave.com/vol-
7-1-enero-abril-2013/
53
“Tenida Funeraria ofrecida por el Gran Oriente”, El Sol de América, 17 de diciembre de 1890, 339-340.
60
Fuente: Andrew Pink, “‘When they sing’ – the performance of songs in English Lodges of
the 18th-century”, en Freemasonry in Music and Literature, The Canonbury Papers (Londres:
Canonbury Masonic Research Centre, 2005), vol. II, 1.
61
62
Fuente: Library and Museum of Freemasonry, Londres. Fotografía de Felipe Côrte Real de
Camargo.
63
64
65
Fuente: Óleo sobre chapa de ibrocemento: 124 x122 cm. Cabildo Insular de Tenerife,
Tenerife (España).
66
67
68
En esta alegoría del árbol del conocimiento, tres manos se extienden hacia el
“fruto del bien”, al mismo tiempo que otras tres manos lo hacen hacia el “fruto
del mal”, todos frutos del mismo árbol. Desde lo alto, se observa una nube,
desde donde la mano divina se dirige a la raíz. Este dibujo recuerda la menorá
judía de siete brazos. De hecho, los triángulos de las esferas, al ser alcanzados
por las raíces del árbol, forman una estrella de seis puntas, símbolo davídico
de la alianza de la divinidad con el hombre. En el hermetismo esta simboliza el
hexagrama de la unión de los opuestos, el bien y el mal, la luz y la oscuridad,
lo masculino y lo femenino, lo activo y pasivo…
Fuentes: Biblioteca Nacional de Francia, “El árbol del conocimiento del bien y del mal”,
tomado de Geheime Figuren der Rosenkreuzer, aus dem 16ten und 17ten Jahrhundert: aus
einem alten Mscpt. Zum erstenmal ans Licht gestellt: erstes -[drittes] Heft (1785-[1788])”,
código bibliotecario: DA30337.
69
70
TEORIZACIÓN DE UN CONCEPTO…
¿ESTILO O “ESTÉTICA MASÓNICA”?
71
4
Real Academia Española, “Estética”, vigésima tercera edición, 2014, citado el 6 de noviembre de 2016, disponible
en http://dle.rae.es/?id=GrPCrf2
5
Este término, aunque se trata en sentido especulativo y dado a que normalmente se reiere al neogótico imperante
en logias británicas y estadounidenses, puede entenderse y confundirse incluso con “estilo de cantería” que, además,
debido a las dos posibilidades anglosajonas de “freemasonic” y “masonic”, genera aún una confusión mayor.
6
“Después de darse las manos y saludarse al estilo masónico, el hermano comisionado por la Gran Logia de Europa
presentó las credenciales […]”. Benjamín Oviedo Martínez, La Masonería en Chile. Bosquejo histórico: la Colonia, la
Independencia, la República (Santiago de Chile: Universo, 1929), 503.
7
Sirva de ejemplo el comentario de Vicente de la Fuente en 1871 sobre las tenidas y los círculos masónicos españoles:
“[…] esas tenebrarias reuniones a estilo masónico, que unas veces se veriicaban en una imprenta otras en una botica
de la calle Hortaleza […]”. Vicente de la Fuente, Historia de las sociedades secretas, antiguas y modernas en España y
especialmente de la Franc-masonería (Lugo: Imp. Soto de Freire, 1871), 694.
72
8
“Aquí me detenía ante un fusilamiento de Maximiliano; allá hojeaba una vieja edición de Los Incas de Marmontel,
cuyas ilustraciones tenían algo de la estética masónica de La Flauta Mágica”. Alejo Carpentier, El reino de este mundo.
Los pasos perdidos (México: Siglo XXI, 1991), 172.
9
Sebastián Hernández Gutiérrez, La estética masónica. Arte e historia de los más afamados protagonistas de la Masonería
Internacional (Tenerife: Graicolor, 1998); y Hernández Gutiérrez, “Arquitectura y masonería en las Islas Canarias”,
Vegueta: Anuario de la Facultad de Geografía e Historia 0 (1992): 215-229.
10
Consideraciones sobre estética masónica abordadas en David Martín López, “Arquitectura y masonería en
Andalucía Oriental, siglos XIX y XX” (Trabajo de investigación tutelada, Departamento de Historia del Arte y Música,
Universidad de Granada, 2006).
11
James Anderson, Constitutions of Free-masons (Londres, 1723). En este estudio también se ha considerado la edición
de 1734, de Pensilvania, impresa por la editorial de Benjamín Franklin.
73
12
En la propia masonería especulativa británica, en un sentido historiográico no cientíico, el espíritu de sir
Christopher Wren como masón impulsor de una supuesta logia de masones operativos para la construcción de la
Catedral de San Pablo, que derivaría en una logia en sentido contemporáneo, pesó mucho durante los siglos XVIII y
XIX en la historia masónica británica.
13
Anthony Vidler, L’espace des Lumières. Architecture et philosophie de Ledoux à Fourier (París: Picard, 1995), 243-278.
74
14
Antonio Bonet Correa, “La Capilla de Mosen Rubí de Bracamoente y su interpretación masónica”, en Massoneria e
Architectura, coord. Carlo Cresti (Foggia: Bastogi Ed., 1989), 39-47.
15
Pablo Mateo Tesija, Arte y Masonería (Buenos Aires: Kier, 2007), 32. Este ensayo lleva como subtítulo “Historia y
evolución del concepto de arte en la Orden Masónica”, destinado exclusivamente a discernir sobre el arte sagrado –en
sentido interno en la logia.
75
16
Este trabajo por motivos de extensión y foro no puede mostrar una serie de comentarios y ejemplos que justii-
can exhaustivamente esta idea. Véase Martín López, “La escenografía masónica como recurso estético. Dualidad de
inalidades (siglos XIX-XXI)” (ponencia presentada en el Congreso Internacional Imagen y Apariencia, Universidad
de Murcia, 2008).
17
E. Istel, “Mozart’s “Magic Flute” and Freemasonry”, The Musical Quarterly 13, no. 4 (1927): 513.
18
Gérard Galtier, La tradición oculta. Masonería egipcia, rosacruz y neo-caballería (Madrid: Oberón, 2001), 37.
76
F. Schinkel (1781-1841)19.
En La Flauta Mágica, los valores masónicos están presentes de
forma rotunda, tanto en la composición musical como en el libreto, por lo
que realmente la escenografía es de por sí el elemento alusivo del discurso
masónico, no siendo necesario ningún refuerzo para aclarar o incidir en su
carácter ocultista o ilantrópico.
Como ha estudiado Jurgis Baltrusaitis, las alusiones masónicas con un
mensaje moralizante de la obra a la sociedad vienesa y austriaca coetánea a su
estreno en 1791, quedan rotundamente esclarecidas al conocer que la Reina de
la Noche es una metáfora de la Iglesia católica, personiicada en la emperatriz
María Teresa de Austria –aliada de los jesuitas– y detractora de la masonería.
A su vez, Sarastro representa a Ignas von Born, maestro de la logia Zur wahren
Eintracht y amigo de Mozart, que ya pertenecía a ella desde 1785 y en la
que había obteniendo el grado de compañero. Von Born le había regalado al
compositor la obra Über die Mysterien der Ägypter (Sobre los Misterios Egipcios)
que sirve de inspiración a La Flauta Mágica.
Retomando el discurso planteado, las soluciones masónicas como la
mozartiana, con objeto de interactuar en el mundo profano, pueden plantear
un compendio preclaro de estética masónica en consonancia con las ideas
filantrópicas, éticas, morales y artísticas, propuestas a nivel interno en la tenida.
Por lo tanto, ya sea desde la propia fachada del templo masónico
construido, de una tumba, de una escuela, hospital, casa particular,
ayuntamiento o universidad, como de una composición musical o literaria,
el mundo exterior a la orden –mundo profano– tiene presencia masónica en
sentido estético, hecho que llevará a algunos fascismos a elaborar leyes para
sustituir los símbolos masónicos existentes en las ciudades, como fue el caso
español durante el franquismo.
Muchas orientaciones masónicas, aún sabiendo el ámbito de actuación
de la logia en el espacio urbano, dotaron al conjunto de la sociedad en la que
estaban inmersas, de una serie de valores éticos y estéticos que son perceptibles
y analizables como masónicos.
Juan Eduardo Cirlot (1916-1973) señalaba en la introducción a su
obra Diccionario de Símbolos, que “en los dominios del simbolismo, bien en su
forma codiicada gráica o artística […] uno de nuestros esenciales intereses es
delimitar el campo de la acción simbólica, para no confundir fenómenos que
pueden parecer iguales cuando sólo se asemejan o tienen relación exterior”20;
porque, como apuntaba el teórico del arte, compartía la idea de René Guénon
de que “el simbolismo es una ciencia exacta y no una libre ensoñación en
19
Esta teoría demuestra un imaginario colectivo de la orden totalmente factible antes de Napoleón I y las soluciones
que se adoptarán en la masonería francesa tras las expediciones napoleónicas a Egipto. Parques masónicos como el
Monceau en París poseen notables testimonios de la importancia masónica de Egipto ya en el siglo XVIII.
20
Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de Símbolos (Madrid: Editorial Siruela, 2004), 17.
77
que las fantasías individuales puedan tener libre curso”21. Esta relexión debe
ser, desde luego, una de las premisas de las que parta el historiador del arte,
interesado en identiicar el carácter masónico o no de un objeto, obra artística
o arquitectónica, puesto que muchas manifestaciones, pareciendo similares,
pueden tener intencionalidades distintas.
Sirva de ejemplo la paradigmática bóveda celestial estrellada de
muchas iglesias cristianas, que desde el medievo se aprecia, –y de manera
cuasi obligatoria– en gran parte de las logias masónicas internacionales, hasta
la entrada del racionalismo arquitectónico, en el que el valor de la luz dará
paso a otro tipo de bóveda22. En cuanto a los templos religiosos, en función
de la época, del contexto geográico y del estilo en el que se ha enmarcado
–gótico, renacentista y neogótico– el uso de esta se asocia a la idea de cubrir
pictóricamente las techumbres del recinto, lo que lleva ciertamente aparejado
una iconología y un pensamiento religioso concreto. Es obvio, que ya en el
siglo XIX y XX, todas aquellas soluciones neogóticas generadas con esta bóveda
celestial, azul –con o sin ocaso– y estrellada, dorada, están cumpliendo los
objetivos del nuevo estilo, pero sucede que, en muchas de estas ocasiones, al
mismo tiempo, son ejecutadas por arquitectos y pintores que son miembros
de la masonería; personas que, por tanto, conocen sobradamente la ritualística
interna.
LA PROBLEMÁTICA DE LA SIMBOLOGÍA
78
ya a principios del siglo XVIII, y que en la actualidad todavía con el paso de los
años se sigue produciendo en logias de Estados Unidos a Argentina, revierte en
nuevas interpretaciones contemporáneas sobre la simbología masónica, algo
que en ocasiones resulta signiicativo a la hora de establecer cientíicamente su
valor simbólico en una determinada época.
Valga como ejemplo la masonería española –que llevaba cuarenta
años de ausencia y alienación de todo su repertorio iconográico– tras su
institucionalización en la democracia, que adopta una serie de soluciones
estéticas para el interior de la logia, actuaciones urbanas y arquitectónicas,
lejos de la tradición simbólica preexistente. Esto repercute en la orden, debido
al desconocimiento de la tradición simbólica refrendada por sus predecesores
españoles y europeos. Así, determinados símbolos son confundidos o, sobre
todo, quedan reducidos a las visiones descriptivas de la década de 1970,
donde movimientos orientalistas y la estética new age alimentaron nuevas
ideas en la España democrática, muchos de ellos provenientes de México,
Estados Unidos, Argentina y Francia26.
Bien es verdad, que la mayoría de los elementos simbólicos masónicos,
no son exclusivos de la francmasonería, pues provienen de múltiples inluencias
estéticas orientales, religiosas, gremiales, mitológicas y alquimistas. Estos, bajo
la ejecución de un artista masón, que es consciente de su conjunto iconográico,
o de un comitente masónico, que percibe la propia importancia simbólica
dentro de las logias, no carecen de un sentido explícito y, menos aún, de una
simbología masónica que pueda ser confundida con otros fenómenos. Este es
el lugar donde debe actuar la cientiicidad del análisis de la estética masónica,
entendiendo que, debido a la no arbitrariedad en la masonería, determinadas
soluciones aplicadas por un artista o arquitecto masón, trascienden la simple
ornamentación circunstancial para convertirse en una especie de doble
lenguaje o metalenguaje con el que interactúa determinada sociedad iniciada,
que percibe los elementos de esta iconografía como talismanes protectores en
el espacio urbano.
Aunque a priori podría considerase que la masonería emplea tan
solo una serie de repertorios simbólicos que coniguran la razón de ser de su
ritual, es interesante subrayar que además de estos, símbolos propios de la
ritualística del trabajo interno y de aquellos que forman parte del grado, existe
todo un repertorio de iconografía asociada a la orden ajena al uso en la tenida
y signiicado en el grado. Es decir, hay una simbología que no está presente de
manera directa en el ritual, pero que sin embargo forma un rico corpus que
no carece de explicación estética y que se adentra en el sincretismo cultural
profundo, adaptándose a los cambios del momento y al lugar donde se halla
26
Resulta signiicativo que en ocasiones hasta el ajedrezado simbólico se explique hoy en día a través del yin y yang,
lejos de la ilosofía inicial del símbolo; no obstante, por ejemplo ya en el año 1959 en Francia, en la logia La Réelle
Fraternité no. 619 (Besançon), se daba una conferencia por parte del venerable maestre René Bisch sobre la tradición
extremo-oriental, donde como airma la reseña del año siguiente de la logia, se pusieron de relevancia determinadas
cuestiones sobre Confucio y el yin y el yang. Archivo de la Gran Logia de Francia, legajo de la logia La Réelle
Fraternité no. 619 de Besançon, carpeta correspondencia general. s. c.
79
la logia.
Independientemente de esta circunstancia, la mayoría de los símbolos
nacen y se razonan en tanto en cuanto son empleados como material formativo
en las tenidas o adornan la logia, espacio arquitectónico –interno y en ocasiones
externo– que emula el templo de Jerusalén. En 1927, R. W. Mackey airmaba
como masón que: “valiéndonos de nuestro lenguaje simbólico, revestimos la
historia de la organización de la sociedad con el ropaje de las alusiones a los
cargos de la Logia y a los grados de la FrancMasonería”27. El uso preciso del
lenguaje simbólico masónico que reviste por ello la orden también afecta a
su exterior y es ahí donde el historiador puede y debe desencriptarlo para
entender holísticamente el espacio urbano y las manifestaciones artísticas.
80
81
una tumba, un ediicio o una escultura, puesto que dada la libertad de culto
y pensamiento, la asimilación cultural de la masonería conduce a no tener
que generar hermetismos simbólicos como única forma de airmación, si bien
pueden usarlos como recurso estético. Leticia Maronese, como ejemplo, para
el caso de la arquitectura funeraria argentina menciona, en 2005, que existen
algunos mausoleos cuyas bóvedas responden formalmente a la “estética
masónica”31.
En España y otros países de tradición católica, el encriptamiento y los
hermetismos de los códigos simbólicos serán importantes, no percibiendo de
manera tan clara los elementos masónicos como sucede en Gran Bretaña. Si en
Inglaterra y Escocia podemos apreciar tumbas y mausoleos con cruces celtas
similares a las de miembros no masones de una comunidad protestante, sobre
las que se inserta la escuadra con el compás o el teorema de Pitágoras para dar
a conocer su adscripción y en ocasiones grado masónico, en el ámbito español,
la arquitectura funeraria recurre a planteamientos grecolatinos, judaicos con el
templo de Jerusalén, obviando normalmente por un lado aquellos elementos
cristológicos: la cruz –aunque a veces la convierta en rosacruz–, el cáliz, las
tenazas, y otros elementos de raigambre cristiana que, en otras ocasiones, donde
la intransigencia e intolerancia religiosa afecta a la masonería son adoptados
en las tumbas masónicas. Actúan así con el doble sentido intencionado, siendo
imperceptible para el no iniciado o neóito en estos aspectos, la circunstancia
masónica inherente a la obra. A modo de inciso, debemos sugerir que la
arquitectura funeraria de estética masónica requiere una aplicación de la
perspectiva de género, pues son casi siempre las propias madres o esposas
de los difuntos las encargadas de proponer, diseñar y como comitentes pagar
todo lo concerniente al túmulo, y en ellas radica precisamente el deseo o no
de aplicar determinada simbología. Esto es un factor que en la masonología
ha pasado inadvertido y que tiene casos de excepcional importancia como
bien puede ser el paradigmático y masónico Mausoleo de la Quinta Roja (La
Orotava, Tenerife, Canarias), realizado por deseo de Sebastiana del Castillo y
Manrique de Lara para su hijo32.
Para los arquitectos masones encargados de proyectar ayuntamientos,
juzgados, gobiernos civiles y centros donde se ejerce la gestión democrática,
esta circunstancia siempre ha tenido un valor simbólico añadido pues no
en vano se tratan de templos laicos donde reside el poder local, el poder de
la ciudadanía. Estos valores éticos añadidos a la arquitectura han resultado
signiicativos e importantes para arquitectos masones como sir Horace Jones
–Cardiff Town Hall–33 o William Hill –asentado en Leeds e iniciado en la
31
Leticia Maronese, Patrimonio Cultural en cementerios y rituales de la muerte (Buenos Aires: Comisión para la
Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, 2005), Tomo I, 677.
32
Martín López “Masonería y matriarcado arquitectónico en Canarias: Sebastiana del Castillo” (ponencia presentada
en el III Congreso Internacional de Arte, Género y Literatura, Universidad Nacional Española a Distancia, Universidad
de La Laguna y Gabinete de Literatura María Rosa Alonso, 8 de abril de 2005).
33
S. Leed ed., Dictionary of National Biography (Boston, MA: Adamant Media Corporation, 2001), vol. XXX, 111.
82
34
Juan Carlos Daza, Diccionario Akal de Francmasonería (Madrid: Akal, 1997), 128.
35
Para esta cuestión y la importancia estética de la masonería británica en la creación identitaria del norte de
Inglaterra, véase John K. Walton y Martín López, “Freemasonry and civic identity: municipal politics, business and
the rise of Blackpool, from the 1850s to the First World War”, Manchester Region History Review 21 (2010): 43-68.
83
36
El norte de Inglaterra cuenta además con extraordinarios ejemplos de vidrieras masónicas en los recintos religiosos
neogóticos, normalmente alusivas al templo de Jerusalén y los constructores gremiales –St. Edmund Church, Falinge,
Rochdale–, a Salomón –St. Anne, Manchester–, al rey David o a símbolos inherentes a la logia: escuadra, compás,
g, ojo de Dios, delta, Biblia –Holy Trinity Church, Leeds–, auspiciados por la orden, en sus órganos provinciales o
locales, casi siempre para la memoria de un masón importante fallecido.
37
Jesús Pérez Morera, “Simbología masónica del retablo mayor de la iglesia de El Salvador de Santa Cruz de la Palma
(Canarias)”, Cuadernos de arte e iconografía 4, no. 8 (1991): 260.
84
Como es bien sabido, la porcelana fue creada por los chinos, los cuales
atribuyeron al arte de la cerámica un lugar privilegiado y le concedieron tanta
importancia como en Europa se daba a la pintura y a la escultura. Los vestigios
arqueológicos de las primeras porcelanas datan del paleolítico chino, mientras
su apogeo productivo y artístico –en términos de técnicas y diversidad–, de la
dinastía Han del Este (25-220).
A lo largo de la edad media, el comercio con China era aún muy
limitado, dada la insuiciencia de los medios de comunicación. Ello hizo
que la porcelana llegara a Europa de forma irregular y esporádica. Tras el
descubrimiento de la ruta marítima de la India por los portugueses, el comercio
entre Europa y Asia se incrementó exponencialmente. Portugueses y españoles
se dedicaron entonces a la importación de sedas, especias, maderas preciosas
y, por supuesto, porcelana. Ya en el siglo XVII, los holandeses e ingleses,
gracias a la superioridad de sus embarcaciones, eran las principales potencias
comerciales con Extremo Oriente. Se crearon entonces las “compañías de las
Indias orientales”, a través de las cuales llegaron a Europa cantidades ingentes
de porcelana1.
Admirados, cuando no envidiosos, por los tesoros que llegaban a
Europa, príncipes, mecenas y alquimistas aunaron sus fuerzas en un ambicioso
propósito común: tratar de descubrir, como si de la piedra ilosofal se tratara,
el secreto de la fabricación de la porcelana.
Es en este contexto donde hay que situar las tentativas, entreveradas de
fracasos, que tuvieron lugar en el reino de Sajonia, auspiciadas por el elector
Augusto II el Fuerte (1670-1733). Allí, el físico y matemático Ehrenfried
Walther von Tschirnhaus (1651-1708) se había propuesto en las postrimerías
del siglo XVII hallar, a partir de los métodos para fabricar cristal, la manera
de crear una pasta capaz de hombrearse en calidad con la porcelana que se
importaba del Lejano Oriente.
A las investigaciones de Tschirnhaus, y por mor de los impacientes
oicios del mismísimo elector, se unió en 1707 Johann Friedrich Böttger
(1682-1719), un joven alquimista y aventurero, huido de la corte de Prusia,
que se jactaba de ser capaz de fabricar oro. Augusto el Fuerte había recluido
a Böttger en la cárcel como medio de presión para arrancarle el secreto de
1
Jan Divis, El arte de la porcelana en Europa (Madrid: Editorial Libsa, 1989), 9-14.
85
2
Miller’s, Porcelana (Barcelona: Libros Cúpula, 1999), 47.
86
87
SE FUNDA LA MOPS-ORDEN
Con independencia de las razones que llevaron al papado a condenar
tan severamente la orden del Gran Arquitecto del Universo, lo cierto es que
semejante anatema cayó como un rayo fulminante sobre las conciencias
de muchos masones católicos. La amenaza de excomunión y, por ende, de
condenación eterna no era cuestión baladí. Mas no por ello estaban algunos
dispuestos a renunciar a los placeres de la recién descubierta sociabilidad
masónica. Con el in de soslayar la prohibición contenida en la bula In Eminenti,
esto es, de continuar disfrutando de los goces de la fraternidad masónica sin
incurrir en la pena de excomunión, por un “escrúpulo de conciencia”, que
dice Pérau, surgió precisamente la Mops-orden6. No disponemos de datos
absolutamente idedignos acerca su fundación. Autores como Ragon o Taxil
sitúan su punto de arranque en Viena en 17387; otros consideran que tuvo su
4
Con anterioridad a la bula de 1738, las organizaciones de toda clase, incluidas las masónicas, habían sido prohibidas
en algunos estados, como Holanda (1735), el Consejo de la República y Cantón de Ginebra (1736), Francia y el
Palatinado (1737). Con posterioridad a la bula In Eminenti, se sumarían a la prohibición antimasónica otros países
como Austria (1743), el Consejo del Cantón de Berna y Hannover (1745), Nápoles (1751) y España (1738 y 1751).
Javier Alvarado Planas, Monarcas masones y otros príncipes de la Acacia (Madrid: Dykinson, 2017), vol. II, 420-426.
5
Alvarado Planas, Monarcas masones, vol. II, 420-426; Alvarado Planas, Historia de los métodos de meditación no dual
(Madrid: Sanz y Torres, 2012), 573-592.
6
G. L. Pérau, L’ordre des francs-maçons trahi et le secret des Mopses révélé (Ámsterdam: Henri-Albert Gosse, 1758), 164.
7
Léo Taxil ed., Revue mensuelle religieuse, politique, scientiique : complément de la publication “Le Diable au XIXe siècle”
(París: Delhomme et Briguet, 1894), 157.
88
origen en Sajonia dos años después. Y hay, en in, quien sostiene que surgió
en Francia; que de allí pasó a Holanda y a Alemania, y que, en cualquier
caso, su principal foco de expansión fue una logia bávara8. Sea como fuere, lo
cierto es que la sociedad se granjeó la protección de “personnes de la première
distinction”9, como el arzobispo elector de Colonia, Clemens August de
Baviera (1700-1761), último miembro de la dinastía Wittelsbach que reinó
en dicho estado.
La Mops-orden se concibió pues, como una alternativa pseudomasónica
para los católicos. En principio, ser católico era conditio sine qua non para
ingresar en ella, si bien tal requisito no sería exigido con demasiado rigor.
Epítome de la extravagancia dieciochesca, la Mops-orden floreció en Austria y
Alemania a comienzos de la década de 1740.
Su principal objeto de inspiración –y tema en torno al cual se crearía
todo el pintoresco ritual que seguidamente describiremos– fue una raza
canina: el mops (carlino, en español). Los orígenes de esta raza se remontan a
la antigua China, donde era muy apreciada por las familias más encopetadas.
Custodiados por guardianes, los carlinos de la corte imperial disfrutaban de
una existencia de boato y capricho. Los monjes de los monasterios budistas
del Tíbet los convirtieron en sus mascotas. Ya en el siglo XVI, los comerciantes
holandeses –precisamente junto a las porcelanas chinas, a las que hemos
hecho referencia– comenzaron a importar este perro desde Extremo Oriente.
Los príncipes de la Casa de Orange hicieron suya esta raza. Parece ser que,
un siglo más tarde, los reyes Guillermo y María llevaron consigo algunos
carlinos cuando abandonaron Holanda para ocupar el trono inglés en 1688.
Allí se conocería esta raza como pug. Fue en Francia, en el siglo XVIII, donde
bautizaron a este perro con el nombre de carlin –denominación de la que
deriva el término en español–, en honor del actor y dramaturgo de origen
turinés Carlo Antonio Bertinazzi, “Carlin” (1710-1783), célebre en París por
sus representaciones como Arlequín, de la comedia del arte, en las que salía a
escena con un antifaz que recordaba al rostro del can.
Los numerosos adeptos con los que contaba entre la realeza y la
aristocracia –Federico Augusto II de Sajonia y su favorito el conde Brühl, entre
otros– hicieron que se adoptara esta raza como símbolo de la organización
masónica de nuevo cuño. El mops, por lo demás, encarnaba temas caros a la
orden, como la constancia y la fidelidad, tanto al príncipe como a la religión
católica.
Los miembros de la sociedad, que recibían el nombre de mops (möpse
en plural, esto es, carlinos), llevaban un medallón de plata con la eigie de
uno de estos perros. Se obligaban, en virtud de palabra de honor –que no de
juramento–, a guardar los secretos de la orden. Tomando como inspiración
8
B. Raschke, “Androgyne Arkangesellschaften und Freimaurerei. Entwicklungs und Beziehungsprobleme aus der
Perspektive hochadliger Frauen”, en Geheime Gesellschaft. Weimar und die deutsche Freimaurerei, eds. J. Berger y K. J.
Grün (München: Hanser, 2002), 153-159.
9
Pérau, L’ordre des francs-maçons trahi, 165.
89
tanto la igura del carlino como el bagaje masónico, en una suerte de remedo,
cuando no parodia de este, se redactaron unos estatutos; se inventaron unos
signos de reconocimiento; y se establecieron ceremoniales para iniciaciones y
banquetes, así como los correspondientes oicios de logia.
Cada taller contaba con dos maestros de logia, o Großmöpse (grandes
mopses), un hombre y una mujer. Habrá quien objete que, por aquel entonces,
la masonería era solo cosa de hombres y que la entrada de las mujeres aún no
estaba permitida. Ello tiene explicación si tenemos en cuenta que en la Mops-
orden se compartían los placeres de la sociabilidad con el sexe enchanteur10. Es
más, siempre se elegía a un hombre y a una mujer para cada uno de los oicios
del taller: gran mops, vigilantes, oradores, secretarios y tesoreros. La elección
requería la unanimidad de todos los miembros del taller y el cargo se ejercía
por un período de seis meses. El único cargo cuyo acceso estaba vedado a las
damas era el de gran maestro, dignidad que, además, era de carácter vitalicio.
El abate Pérau describe con todo lujo de detalles el rito de iniciación
de un adepto, ceremonia que, según su testimonio, presenció en una logia
de Frankfurt11. Con carácter previo, el aspirante debía haber sido admitido
por unanimidad de todos los miembros de la logia. Se convocaba entonces la
sesión de iniciación, a la cual resultaba obligado acudir puntualmente. Tras
pasar revista de los asistentes, el gran mops, con la espada en la mano, daba
comienzo a la “tenida”. Al tiempo que se leían fragmentos del catecismo, en
otra habitación se explicaba al neófito los estatutos y obligaciones de la orden,
y se le preguntaba si, en efecto, deseaba ingresar en la sociedad. Cuando
respondía afirmativamente, se le tapaban los ojos con una cinta y un guía
le conducía hasta la entrada de la logia. Allí el recipiendario, a imitación de
un carlino, debía llamar a la puerta de una forma peculiar: arañándola y,
si se demoraban en abrirle, aullando. Al entrar, un hermano depositaba en
sus manos una cadena, símbolo de la subordinación del can al hombre; le
colocaba en el cuello un collar de cobre; y, tomándolo por la mano derecha,
le hacía dar nueve vueltas alrededor de una alfombra decorada con símbolos,
al tiempo que los miembros congregados formaban estruendo con espadas,
bastones y cadenas y, en tono lúgubre, repetían la expresión latina memento
mori (“recuerda que morirás”). Si el aspirante pasaba este siniestro trance
sin desfallecer, se procedía a su interrogatorio, en el que le hacían diversas
preguntas para asegurarse de su deseo de ingresar en la orden y de acatar sus
estatutos. Se examinaba entonces la lengua del recipiendario, e incluso se le
amenazaba con marcársela con un hierro candente.
Tras estos prolegómenos, llegaba el pasaje culminante de la ceremonia.
10
Pese a la prohibición contenida en las Constituciones de Anderson, otras organizaciones paramasónicas ya habían
admitido la entrada de mujeres en la década de 1730. En este sentido, cabría citar algunas sociedades francesas,
como la Orden del Paladio o Soberano Consejo de la Sabiduría, cuya fundación se remonta a 1737, y la sociedad
mixta de Chevaliers Rameurs et des Dames Rameuses, creada en Ruan en 1738. Unos años después de la Mops-orden,
aparecerían la Orden de la Felicidad (París, 1742) y la Ordre Androgyne et des Feudeuses (1747). Alvarado Planas,
Monarcas masones, vol. II, 420-426.
11
Pérau, L’ordre des francs-maçons trahi, 172 y ss.
90
91
17
“…la Fidélité, la Coniance, la Discrétion, la Constance, la Tendresse, la Douceur, l’Humanité; en un mot, toutes
las qualités qui sont la base de l’Amour & de l’Amitié, & celles qui forment ce qu’on appelle la Sociabilité”. Pérau,
L’ordre des francs-maçons trahi, 186.
18
La canción está escrita en la tonalidad de do mayor y un compás de dos por cuatro. La letra es: “Nun kommt mein
Mops, das treue Thier Mir täglich angenehmer für, Da sich die Menschen nicht mehr schämen, Den Hundenahmen
anzunehmen; Und auch so gar, Ist das nicht rar? Die Schönen dieser Erden, Anitzt zu Mopsen werden. Wie freundlich
dieser aber leckt, Das Pfötchen giebt, die Zunge streckt, Das wird, mit Wahrheit zu gestehen, Bei andern Hunden
schwer geschehen. Der eine knurrt, Der andre murrt; Sehr viele sind unbändig, Die Mopse treu, bestândig. Daß
doch die Menschen insgesammt, Nach ihrem Stand, Beruf und Amt, Insonderheit die lieben Frauen. Mein Möpschen
nicht zum Beispiel schauen! Und nicht zur Zeit, Schon weit und breit, In den getreuen Orden Sind aufgenommen
worden!”. J. S. Scholze, Singende Muse an der Pleisse (Leipzig: Breitkopf & Härtel, 1909), 237.
92
19
Metropolitan Museum of New York. Procedencia: donación de Irwin Untermyer, 1964. Referencia de adquisición:
1964.101.112. Altura: 22,5 cm. Recomendamos la consulta de dos catálogos de sendas exposiciones en el Metropolitan
Museum de Nueva York: The Untermyer Collection (Nueva York: The Metropolitan Museum of Art, 1977), 120. The
Splendor of Dresden, Five Centuries of Art Collecting (Nueva York: The Metropolitan Museum of Art, 1978), 144.
20
The Library and Museum of Freemasonry. Londres. Referencia de adquisición: 1938/09. Altura: 22,6 cm.
21
Fine Arts Museums of San Francisco. Referencia de adquisición: 61.50.11. Altura: 22,9 cm.
22
Honolulu Museum of Art. Referencia de adquisición: 2012-41-06.
23
Christie’s Sale 2360, “500 Years: Decorative Arts Europe, Including Oriental Carpets”, 23 de november de 2010,
Nueva York, Rockefeller Plaza. Lote 366. Remate: 3.500 dólares. Por lo demás, Meissen ofrece actualmente una
edición limitada de este grupo (Referencia: 900380-73049-1).
24
“1. Frey Maurer Groupgen, da ein Frey-Maurer in seiner Kleidung und Schurz Fell neben einer Dame vom
Mopß-Orden sizet, welche ihn mit einer Chocolate, die sie auf dem Tische neben sich stehen hat, beehret, auf deren
Schooß liegt ein Mopß”. E. Köllmann, “Der Mopsorden”, Keramos, Zeitschrift der Gesellschaft der Keramikfreunde
Düsseldorf 50 (1970): 71-82. Véase asimismo J. Rafael, “Zur ‘Taxa Kaendlers’”, Keramos, Zeitschrift der Gesellschaft der
Keramikfreunde Düsseldorf 203/204 (2009).
93
caballero que viste casaca rosa, calzón blanco y mandil blanco ribeteado en
azul; en el pecho luce una escuadra; bajo el brazo derecho, sujeta su tricornio.
La dama lleva una capa turquesa claro, una vistosa falda decorada con
motivo de ramilletes de lores a la oriental (indianische blumen) sobre fondo
amarillo y un tocado guarnecido con volantes. Ambos están sentados sobre
una especie de pedestal ante una mesa de patas galbeadas, sobre la cual hay
un servicio de chocolate decorado en tonos púrpura. El caballero enlaza con
su brazo izquierdo a la dama. Esta acerca amorosamente a los labios de aquel
una jícara de chocolate, mientras que el carlino, en su regazo, los contempla
con curiosidad. El suelo está cuajado de lores y hojas en relieve25.
Una versión muy similar a esta del Metropolitan Museum, datada hacia
1745, se vendió en Sotheby’s de Nueva York en noviembre 2006. En este
caso, la dama no acerca la taza de chocolate a los labios de su galán, sino a los
suyos propios. Sobre la mesa baja, junto a la chocolatera, la taza sin asa y los
platillos, vemos un reloj de bolsillo. Los colores de este grupo, más intensos,
también diieren: el calzón del caballero es negro; su casaca rojo anaranjado; la
capa de la dama es azul zairo ribeteada en amarillo y su falda de fondo malva.
Pese a que presentaba unas grietas restauradas, lo cual reduce ligeramente su
valor, este grupo se vendió en 27.000 dólares26.
Siempre imaginativo y prolíico, atento al detalle, Kändler creó además
otra variante de este modelo en la que se omite la mesa y la dama sostiene un
aguamanil con su mano izquierda27.
Kändler modeló también, por separado, unas iguras de damas
y caballeros en compañía de carlinos, sobre plintos, concebidas para ser
colocadas como parejas. En septiembre de 1743, creó al caballero. Así, anotó
que había estado trabajando en la igura de un masón ataviado con su mandil
de cuero e “instrumentos habituales” y un carlino junto a sí28. Asimismo, en su
taxa, registró esta estatuilla de un masón “bien vestido”, con delantal de cuero,
un plano arquitectónico en la mano, y varios accesorios masónicos sobre
un pedestal, como escuadra, paleta y plomada. Cobró por ella seis táleros29.
Unos meses después, en junio de 1744, dejó constancia de que había estado
trabajando en los moldes parciales de una igura femenina ricamente ataviada
25
Metropolitan Museum of New York. Procedencia: The Jack and Belle Linsky Collection, 1982. Referencia de
adquisición: 1982.60.326. Altura: 14 cm.
26
Sotheby’s, Nueva York. Property from the Collections of Hanns and Elizabeth Weinberg and the Antique Company
of New York. 10 y 11 de noviembre de 2006. Lote 316. Precio estimado: 15.000-25.000 dólares. Precio de remate:
27.000 dólares. Altura del grupo: 14,6 cm.
27
The Metropolitan Museum of Art, “The Jack and Belle Linsky Collection” (Nueva York: The Metropolitan Museum
of Art, 1984), 267-268. Véase, a este respecto, el lote 149 de la venta de Sotheby’s de Londres, de 15 de junio de 1965.
28
“An einem Frey Maurer poußiret Welcher einen Mopß Hund Neben sich stehen hat, Nebst Schurz fell und
gewöhnlichen Instrumenten”. U. Pietsch, Die Arbeitsberichte des Meissener Porzellanmodelleurs Johann Joachim Kaendler
1706-1775 (Leipzig: Edition Leipzig, 2002), 99.
29
“Frey Maurer mit Schurzfell und anderer Zubehör auf eim postament wohl angekleidet stehend, in der einen Hand
einen Grund Riß habend, neben welchen ein postament, darauff Winckel-Haacken, Transpoteur, Circul, Bley Waage
und dergl. liegen, 6 Thlr.” Rafael, “Zur ‘Taxa Kaendlers’”, 54.
94
30
“Ein Frauen Zimmer Wie solche auf einem Postament Wohl angekleidet stehet gehöriger maßen zerschnitten
sammbt denen 2. bey sich habenden Mopßhündgen, und solches Modell gehöriger Weise zum abformen zu bereitet”.
Pietsch, Die Arbeitsberichte, 103.
31
“Dame von Mopß Orden, auf einen postament stehend in der lincken Hand einen Mopß Hund haltend, auch einen
zum Füßen liegend, vor die Printzeßin von Herfordt, 10. Thlr.” Rafael, “Zur ‘Taxa Kaendlers’”, 61.
32
Otra teoría apunta a que la igura fue encargada por Johanna Charlotte von Anhalt-Dessau (1682-1750), margravina
consorte de Brandenburg-Schwedt y, desde 1729 hasta su muerte, princesa-abadesa de Herford.
33
Metropolitan Museum of New York. Procedencia: donación de Irwin Untermyer, 1964. Referencia de adquisición:
64.101.50. Altura: 30,5 cm. También cuenta el Metropolitan con una igura femenina, si bien, a juzgar por la
decoración marmoleada del plinto, no se trataría exactamente de la pareja original de aquella, aunque sí fue realizada
en la misma época: Metropolitan Museum of New York. Procedencia: donación de Irwin Untermyer, 1964. Referencia
de adquisición: 64.101.49. Altura: 27,9 cm.
34
En línea, disponible en http://www.glnf-musee.fr/matrice.asp?ARB_N_ID=1&COL_N_ID=31. Véanse también,
para otro ejemplo de plintos marmoleados, las iguras del catálogo Röbbig, de Munich, en línea, disponible en http://
robbig.artsolution.net/Johann-Joachim-Kaendler-1706-1775-Lady-the-order-the-Puf-and-Gentleman-the-order-
Freemasons-DesktopDefault.aspx?tabid=6&tabindex=5&objectid=528220&categoryid=0&mediaid=938274
95
35
The Library and Museum of Freemasonry. Londres. Referencia de adquisición: 1936/07. Altura: 30,5 cm. Este
Museo de Londres conserva, además, otra igura masculina de época de Kändler y otras dos iguras femeninas,
más pequeñas, de mediados del siglo XIX. Meissen ofrece actualmente la estatuilla del masón en edición limitada.
Referencia: 900380-73588-1.
36
Van Ham Kunstauktionen, Colonia. Subasta n.º 316 (Kunstgewerbe Schmuck). 15 de noviembre de 2012. Lote
n.º 1630.
96
37
P.F. Ferguson, Ceramics: 400 Years of British Collecting in 100 Masterpieces (Londres: Philip Wilson Publishers, 2016).
National Trust. N.º 1448072.
38
Christie’s. Venta n.º 10397: “Centuries of Style: Silver, European Ceramics, Portrait Miniatures and Gold Boxes”.
2 y 3 de junio de 2015, Londres, King Street. Lote n.º 67. Muy probablemente, esta misma igura estuvo antes a la
venta en Bonham’s, New Bond Street, Londres, en la subasta celebrada el 11 de diciembre de 2013 (Fine European
Ceramics, Glass and Paperweights), con el número de lote 187. El precio de venta se estimó entre 10.000 y 15.000
libras.
39
Christie’s, Nueva York. Venta n.º 2435 (500 Years: Decorative Arts Europe, including Oriental Carpets). 14 y 15
de abril de 2011. Lote n.º 353.
40
Van Ham Kunstauktionen, Colonia. Subasta de 20 de mayo de 2017. Lote n.º 1125.
41
Para la colección del conde von Brühl, U. C. Koch, “Count Brühl and his collection of Porcelain Boxes”, en Going
for Gold. Craftsmanship and Collecting of Gold Boxes, ed. M. Smith (Brighton: Sussex Academic Press, 2014), 184-194.
42
National Museum of American History, Kenneth E. Behring Center. N.º de referencia: 66.168. Altura de las iguras:
11,43 y 11,58 cm.
97
EL OCASO DE LA MOPS-ORDEN
La publicación en 1745 de la obra del abate Pérau debió de suponer
un contratiempo para los mopses, los cuales vieron cómo sus secretos y rituales
eran impunemente revelados. Por otra parte, parece que, tras el momentáneo
eclipse que sufrió la masonería tras la bula de 1738, a mediados de la década
de 1740 se aianzó con mayor pujanza el espíritu masónico en Alemania. Tal
resurgimiento debió de hacer que se consideraran innecesarias alternativas
como la Mops-orden, la cual debió perder interés entre sus adeptos. A ello se suma
que algunos de sus talleres fueran ilegalizados, como ocurrió en la Universidad
de Gotinga en 1748. La “Loge Louise des ehrwürdigen Mopsordens”, o logia
Luisa de la venerable orden del carlino, había sido formada el año anterior como
una sociedad estudiantil, principalmente formada por miembros de la nobleza
hannoveriana. Las cuotas de la logia y el control sobre sus miembros fueron
los pretextos para su cierre. Tras una investigación oicial, los documentos de
la logia fueron incautados por las autoridades universitarias.
Pese a los temores que albergaba Pérau, el cual auguraba que se
extendería a lo largo y ancho de Europa, la Mops-orden, como otra de tantas
modas frívolas y efímeras, cayó en el olvido.
En cualquier caso, con independencia de la trascendencia que la Mops-
orden haya tenido en la historia de la masonería, lo cierto es que las estatuillas
de porcelana creadas por Kändler han quedado como testimonio imperecedero
del reinamiento alcanzado en las artes decorativas durante el período rococó
43
British Museum. Referencia n.º: 1923,0314.80.CR. Procedencia: donación de Harold Lee-Dillon, 17th Viscount
Dillon. Altura: 5,6 cm.
44
Sotheby’s, Londres. “Property from the collection of Sir Gawaine and Lady Baillie”. 1 de mayo de 2013. Altura de
las iguras: 15,2 cm.
45
Así lo registró en octubre de 1741. Pietsch, Die Arbeitsberichte, 83.
46
Christie’s, Londres, King Street. Venta n.º 1009. “An Iberian Private Collection Part I: Important Gold Boxes &
Objects of Vertu”. 8 de diciembre de 2011.
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Este dibujo zoomórico formó parte de la crítica del polifacético José María
Figueroa Oreamuno (1820-1900) al gobierno totalitario de Tomás Guardia
(1870-1882). Su sátira gráica y textual, devela la animalidad en lo arbitrario, lo
corrupto y lo contradictorio de quienes participan en la sociabilidad masónica
de los discursos de “fraternidad, libertad e igualdad”, cuando a la vez son
miembros activos de una dictadura. El recurso de la zoología política tiene sus
orígenes en la tradición europea del pensamiento sobre la cuestión del poder
y sus diferentes focos, como bien lo pudo ser una logia.
Fuente: José María Figueroa Oreamuno, Cuaderno Verde (San José, 1870-1890), 77.
103
104
Fuente: León Tolstoi contando una historia a sus nietos. Kryokshino, Provincia de Moscú,
1909. https://www.macalester.edu/~hammarberg/russ194/texts.html
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108
Fuente: Cartel promocional de la película "The Freemason", del director Sohrab Mirmont
(2013).
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1
Una primera versión italiana de este trabajo, posteriormente corregida y ampliada, fue presentada en el Congreso
Nacional, patrocinado por el soberano gran comendador y gran maestro de la Gran Logia de Italia, dedicado a Hugo
Pratt y su Corto Maltés, celebrado en su ciudad natal, Viareggio, los días 23 y 24 de noviembre de 2002. Las actas
fueron publicadas con el título Il derviscio lo sciamano il massone Gli incontri iniziatici di Corto Maltese (Roma: Lizard,
2004).
110
Antonio Jerocades nella cultura del Settecento (Reggio Calabria, 1998) que recoge
las actas del congreso celebrado en Parghelia con reveladores trabajos en lo
que respecta directamente a la masonería, como el de Aldo A. Mola, L’inluenza
della Massoneria su Jerocades e di Jerocades sulla Massoneria y de Francesco
Tigani Sava, Tra ideali massonici e turbamenti giacobini: il Terremoto del Capo
dell’abate Antonio Jerocades. Más reciente es la edición de Domenico Scafoglio,
Antonio Jerocades. Saggio dell’umano sapere (Vibo Valentia, 2000) en el que se
analiza la actitud docente de Jerocades y su forma de pensar y expresarse.
Es cierto que la masonería italiana del siglo XVIII contó con literatos tan
signiicativos e importantes –además de los ya citados– como el protomártir de
la masonería italiana, el poeta Tommaso Crudeli del que me ocupé en Masonería,
Iglesia e Ilustración. Un conlicto ideológico, político y religioso (Madrid, 1976) y
más recientemente en Les Archives Secrètes du Vatican et la Franc-Maçonnerie
(París, 2002) y que ha sido objeto de estudio recientemente por parte de Maria
Augusta Morelli Timpanaro en Per Tommaso Crudeli nel 255º anniversario della
morte, 1745-2000 (Firenze, 2000) y en la reedición en facsímil de su Racolta di
poesie, a cargo de Aldo Chiarle.
Habría que hablar igualmente del poeta Vittorio Alieri (1749-1803) y
de Carlo Goldoni (1707-1793) –del que se conservan ediciones de Le donne
curiose, al menos desde 1753– y que ha sido estudiado por Massimo Maggiore
en Carlo Goldoni. Freemason and his Comedy: Le Donne Curiose (Londres, 1995)
y más recientemente por Marco Innamorati que incide en el mismo tema en Le
‘Donne curiose’ di Carlo Goldoni. Metafora di una logia di Liberi Muratori (Roma,
2000).
Pero dejando el siglo XVIII, suicientemente conocido, quisiera ijarme
en otros autores posteriores en la doble faceta literario-masónica, si bien es
cierto que su “vinculación” con la masonería en unos casos es directa y en
otros simplemente atribuida. Así el premio Nobel Giosuè Carducci (1836-
1917) mereció un profundo estudio del profesor Aldo A. Mola en Carducci e
i carducciani in Massoneria e per la Massoneria (Foggia, 1987) en el ya citado
congreso sobre Massoneria e Letteratura del año 1986 y en el más reciente
dedicado monográicamente a Carducci con el título de Giousuè Carducci.
L’Uomo, il Poeta, il Massone (Roma, 2001). También Augusto Comba se interesó
por él en Fabretti e Vecchi, Lemmi e Carducci. Due sodalizi massonici nella storia
della cultura italiana (Roma, 1992). Mucho antes había llamado igualmente la
atención, entre otros, de Ugo Lenzi, Carducci massone (Roma, 1948, Foggia,
1986), Humberto Cipollone, Giosuè Carducci massone (Roma, 1957), Carlo
Manelli, Sulla iniziazione di G. Carducci (Roma, 1957), T. Barbieri, Uno scritto
massonico di Giosuè Carducci (Bologna, 1958) y más recientemente Wollfgang
Brachvogel, Giosuè Carducci. Tratto da ‘Bundesblatt’ mensile della Gran Loggia
Madre Nazionale ‘Dei Tre Globi’, Berlino, nº 6/7 giugno-luglio 1985 (Roma, 1985)
y M. Cristina Pipino, Un’amizizia massonica. Carteggio Lemmi-Carducci (Foggia,
1991-Roma, 2001). Especial atención merece en este sentido el congreso
nacional celebrado el 31 de marzo de 2001 –ya citado– y que fue dedicado
111
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aventurero y masón– uno de los que más han contribuido a que el cómic se
haya convertido en una expresión artística de primera ila, elevando su Corto
Maltés, a mito contemporáneo e icono de la cultura popular europea. Corto
Maltés nació a bordo de la revista francesa Pif Gadget, traducida y publicada en
quince idiomas. Posteriormente serían novelas como Corto Maltés en Siberia,
su primera obra, llevada al cine por el francés Pascal Morelli con el título de
Corto Maltese: La cour secrète des arcanes; Favola di Venezia (sirat al bunduciyyah)
(Milano, 1997-2002) en la que encontramos sus antecedentes masónicos y
esotéricos. A inales de noviembre de 2002 mereció un congreso nacional,
celebrado en Viareggio, bajo el título de Il derviscio, lo sciamano il massone.
Gli incontri iniziatici di Corto Maltese con intervenciones de Antonio Piromalli,
Alberto Gedda, José A. Ferrer Benimeli, Giovanni Rabbia, Aldo A. Mola, Luigi
Pruneti, Luigi Danesin y Claudio Nobbio (Roma, 2004).
Finalmente hay que recordar igualmente al poeta y controvertido
masón Licio Gelli, del que Ferrucio Monterosso publicó recientemente un
Saggio sulla poesia di Licio Gelli (Bari, 2000) con el título de Nelle zolle delle vita
umana, l’eterno enigma.
Lógicamente la relación establecida en Italia entre masonería y literatura
podría prolongarse con las alusiones masónicas de iguras tan representativas
como Italo Calvino (1923-1985) en su trilogía El vizconde demediado, El Barón
rampante y El caballero inexistente, escrita en la década de 1950 y tantas veces
editada y traducida, pero tratándose de una panorámica general lo anterior
es una muestra evidente y sintomática de la estrecha vinculación que la
masonería italiana, o si se preiere, los masones italianos, han tenido con la
literatura en los diferentes campos que van de la poesía al teatro pasando
por la novela, el cómic y la literatura política. Vinculaciones de las que no
ha escapado ni siquiera la igura más representativa de las letras italianas,
Dante Alighieri (1265-1321), con múltiples trabajos que estudian, sobre
todo, el fenómeno iniciático, y de los que entresacamos, a título de ejemplo,
los siguientes: Lamberto Bunel, Il pensiero massonico di Dante (Riti e Simboli
massonici nella Divina Commedia (Roma, 1922), Tommaso Giuffreda, Simboli,
segni e riti massonici nella Divina Commedia. Colloqui con Dante (Milano, 1953),
William Anceschi, Nuove indicazioni su alcune questioni concernenti Dante come
iniziato (Roma, 1956), Guido Francocci, La Poesia iniziatica di Dante (Roma,
1947) y Antonio Coen, Motivi iniziatici nella ‘Vita Nova’ di Dante (Roma, 1957),
conferencia impartida en Roma en la gran logia en octubre de 1954 por el
entonces gran maestre de la Gran Logia de Francia.
Si de Italia pasamos a Inglaterra, Escocia, Irlanda y Estados Unidos
también nos vamos a encontrar con una rica representación masónico-
literaria ya desde el siglo XVIII, siendo una de las más características la de
William Rufus Chetwood, The Generous Free-Masons; or the Constant Lady,
whith the Humours of Squire Noodle, and his Man Doodle. A Tragicomi-farsical
Ballad Opera (Londres, 1731), opera en tres actos con música por el autor de
la Lover’s Opera London. De la importancia del teatro masónico en el siglo
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citado por Smyth. Otro tanto hizo Leonard Albert en sus artículos, Joyce and
Freemasonry, Ulysses, Cannibals and Freemasons, publicados en América, y D.
Gifford y R. J. Seidman en Notes for Joyce (Nueva York, 1974) que recogen una
muestra de sus alusiones masónicas.
El poeta americano Edwin Markham (1852-1940), miembro de la
logia Acacia no. 92 de Coloma (California) alcanzó fama con el poema The
Man with the Hoe (1899), una especie de profecía de los tiempos modernos.
Escribió varios poemas masónicos siendo proclamado por la Gran Logia de
Oregón “poeta laureado” de la masonería americana y decorado con la Masters
Medal de la Gran Logia de Nueva York en 1935.
A su vez Edgard Albert Guest (1881-1959) elevado al grado de maestro
masón en la logia Ashlar no. 91 de Detroit, el 21 de mayo de 1908, fue uno
de los versiicadores más populares de los Estados Unidos de la primera mitad
del siglo XX.
De carácter más general es el trabajo de Barret que se ocupa de los
románticos masones en Masonic Romantics (Londres, 1978), así como los de
Lance C. Brockman que se interesa por la intersección entre el teatro y el rito
escocés en Catalyst for Change: Intersection of the Theater and the Scotish Rite
(Washington, 1994) y M. Roberts que centra su atención en la vinculación
entre los poetas británicos y las sociedades secretas en British Poets and Secret
Societies (Londres, 1986).
La investigación universitaria de Frederick R. Weismann va orientada
hacia el teatro y el espacio ritual escocés de la masonería en Theatre of the
Fraternity. Staging the Ritual Space of the Scottish Rite of Freemasonry, 1896-1929
(Misisipí, 1996).
Entre los diferentes autores que en sus novelas aluden a la masonería
de una u otra forma, sin que haya constancia cierta de su pertenencia a ella,
podemos citar a Thomas Mann en La montaña mágica, a Chesterton (1874-
1936) en The Napoleon of Notting Hill (1904), Frederick Arthur, The Mysterious
Monsieur Dumont (1912) –en la que se describe una colorida ceremonia quasi
masónica titulada “The Meeting of the Templars”–, Guy Thorne, Love and the
Freemasons (1915), Denis Wheathey, The Prisoner in the Mask (1957), Berkeley
Mather, The Terminators (1971) –donde hay referencias a los “hijos de la
viuda”–, etcétera.
Más recientemente, en la novela de Katherine Neville, The Eight (Londres,
1988) –que ha alcanzado una gran difusión y éxito– alora la masonería de
forma constante como hilo conductor de un argumento complejo y atrayente
que se desarrolla entre 1790 y 1970.
También en Alemania y Austria se publicaron a lo largo del siglo
XVIII piezas de teatro, como Die Freimaurer oder Ihr Schönen Forschet Umsonst
(Frankfurt-Leipzig, 1781) [385], o Die Freimaurer, una comedia en tres actos
(Wien, 1784). Pero, sobre todo, fueron ilósofos los que nos dejaron su visión
y expresión personal de la masonería, como Goethe, Fichte, Herder, Lessing y
Krause, aunque de todos ellos nos interesa citar en especial a dos, a Gotthold
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menos, otros dos escritores como Kheraskov y Griboedov. Lauer nos acerca
a los poetas masones rusos del siglo XVIII en Russische Freimaurerdichtung im
18. Jahrhundert (Berlín, 1979), mientras que Henry L. Zelchenko lo hace a
los cuentos masónicos de Rusia: Masonic Tales from Russia (Londres, 1980).
Sin embargo, León Tolstoi (1828-1910) –quien nunca fue masón– es el que
tiene más referencias a la masonería en Guerra y Paz, ya que conocía muy
bien la masonería, pues no en vano su padre y una decena de miembros de su
familia habían sido miembros de ella a lo largo del siglo XVIII, como lo han
estudiado Chamberlain, A Russian initiation Ceremony (Londres, 1974), Serge
Theakston, Tolstoi et la véritable maçonnerie (París, 1975) y, sobre todo, Harald
Quistgaard, Léon Tolstoi et les Francs-Maçons (París, 1977). Tolstoi tuvo en
Goethe un precursor cuando se trata de dejar a los personajes de sus novelas
expresar ideas masónicas. El propio Tolstoi llegó a reconocer en 1905 que
“inconscientemente era masón” en su forma de pensar.
En Serbia destaca Desitey Obradovic (1742-1811), iniciado en Triestre,
padre de la literatura serbia y ministro de Instrucción en la primera Serbia libre.
En Polonia, Kazimiers Máciej Brodzinski (1791-1835) poeta preromántico,
crítico literario y profesor de literatura polaca en la Universidad de Varsovia.
Y en Suecia, Abraham Viktor Rydberg (1828-1895), poeta, escritor y crítico
iniciado en la logia Solomon de Gotemburg.
En Brasil la literatura masónica en su acepción más general ocupó
la atención de Morivalde Calvet Fagundes en Subsídios para la Historia de
la Literatura Maçônica Brasileira (Caxias do Sul, 1989). En el terreno de la
poesía masónica hay que citar a Anselmo Figueira Chaves, Antologia Poética
Nacional Maçônica (Río de Janeiro, 1980), que recoge una muestra de 54
poetas masones brasileños desde José Bonifácio (1763) a Gióia Júnior (1932).
Incide en la misma cuestión Raimundo Rodríguez en Os maçons e las musas,
O movimento poético e a Orden Maçonica no Brasil (Sao Paulo, 2001). En la
narrativa podemos destacar a Getulio Gadelha Dantas, Fragmentos da Petra
Bruta (Bello Horizonte, 1982), y finalmente, en la novela televisiva, Oreste
Lima Cipolati y L. Pereira de Alcantara, A Acacia há de florescer (Río de Janeiro,
1986). El estereotipo del masón anticlerical lo encontramos en Dona Flor e
seus dois maridos (1966) del brasileño Jorge Leal Amado de Faria (1912-2001).
De Portugal, sin ser masón, hay que señalar al poeta Fernando Pessoa
(1888-1935) y su defensa de la masonería con motivo de la ley de Salazar
contra las sociedades secretas. Tema tratado por Aurelio Barreiro, Fernando
Pessoa y la masonería (Barcelona, 1995) y Jorge de Matos, O Pensamento
maçônico de Fernando Pessoa (Lisboa, 1997).
De Bolivia resulta representativo Mario Rivadeneira con su obra
poética El Tiempo Simbólico y Esotérico (Santa Fe, 1996) dedicada a la Gran
Logia de Colombia, a su logia madre Propagadores de la Luz no. 1 y a todos
los masones del mundo, en la que recuerda que la poesía, al decir de Albert
Einstein, pertenece al orden de la armonía universal, junto con la física, la
música y la pintura, a las que Rivadeneira añade también la ilosofía como
123
124
sido editada su obra La revolución española vista por una republicana (Bellaterra,
2002), que sobrepasa el género de literatura política. Y en el estudio
introductorio de Neus Samblancat Miranda se aportan datos interesantes y
no demasiado conocidos sobre la posible pertenencia de Clara Campoamor
a la masonería, más allá de la condena que sobre ella dictó el Tribunal de
Represión de Masonería y Comunismo, y que la mantuvo en el exilio hasta
su muerte en Lausanne el 30 de abril de 1972. Las tres, Clara Campoamor,
Rosario de Acuña y Carmen de Burgos, representan tres importantes peldaños
en el proceso de emancipación de la mujer española.
Frente a masones y masonas que en su obra literaria no se ocupan de
la masonería encontramos en España otros autores que, no siendo miembros
de la masonería, tratan de ella en sus obras y lo hacen de una forma directa
e importante. El más representativo es Benito Pérez Galdós en sus Episodios
Nacionales. Una de las cosas que más llama la atención al leer los Episodios es
la presencia constante de la masonería en la mayor parte de ellos. Presencia
que tendrá en algunos más incidencia que en otros, pero que va tomando
protagonismo de una forma progresiva hasta alcanzar, por decir así, el punto
culminante en el episodio que está dedicado íntegramente a la masonería:
El Grande Oriente del que existen múltiples ediciones, como la de Madrid
de 1993. Sobre esta cuestión, Ferrer Benimeli tiene, entre otros trabajos, La
Masonería en los Episodios Nacionales de Pérez Galdós (Madrid, 1982), donde
se analiza el cómo y porqué del interés galdosiano por la masonería en sus
novelas en las que ofrece una clara dicotomía: la visión popular negativa y
truculenta de la masonería, y aquella más liberal y liberalizadora con la que
Galdós se identifica.
Otros escritores del momento, como Pereda y Pardo Bazán o Clarín y
Juan Valera, también aluden en sus novelas –aunque menos– a la masonería
decimonónica española con características –al igual que Galdós– claramente
satíricas y desmitificadoras como recoge Soledad Miranda en Religión y clero en
la gran novela española del siglo XIX (Madrid, 1982). En el otro extremo, Luis
Coloma en su novela Pequeñeces nos ofrece la imagen tradicional y clerical
de la masonería como manifiesta Ricardo Serna en sus interesantes estudios
Masonería y Literatura, La masonería en la novela emblemática del jesuita Luis
Coloma (Madrid, 1998) y La Masonería en “Pequeñeces”, novela emblemática del
jesuita Luis Coloma (Zaragoza, 1999). De Coloma y Machado vuelve a ocuparse
Ricardo Serna en Masonería y Literatura. Dos ámbitos en confluencia (Santa Cruz
de Tenerife, 2009).
Una actitud parecida, aunque desde principios ideológicos radicalmente
diferentes, es la del escritor y novelista Pío Baroja puesta de manifiesto por
Isabel Martín Sánchez en La masonería en la obra de Pío Baroja. Las Memorias
de un hombre de acción (Zaragoza, 1999) y por Javier González Martín en sus
dos trabajos La masonería en Pío Baroja. Un estudio de “Con la pluma y el sable”
(Zaragoza, 1995) y La crítica contubernista, mito y antropología en el pensamiento
barojiano (1911-1936) (Toledo, 1996).
125
126
citar como ejemplo En el umbral del misterio (Madrid, 1909), El mago rojo de
Logrosán (Madrid, 1917), El tesoro de los lagos de Somiedo (Madrid 1916-Gijón,
1980), Wagner, mitólogo y ocultista (Madrid, 1917 y 1987), Páginas ocultistas y
cuentos macabros (Madrid, 1919 y 1982), entre otras.
En el capítulo de Memorias es reveladora la obra de Diógenes Díaz
Cabrera, Once cárceles y destierro (Santa Cruz de Tenerife, 1980), en la que
narra con brillantez y desgarro las consecuencias de su paso por el Tribunal
de Represión de la Masonería y el Comunismo. Y la no menos sugestiva y
testimonial de Prisciliano (pseudónimo del Dr. Eduardo Alfonso), La Masonería
Española en Presidio (Madrid, 1983).
Finalmente, hoy día estamos asistiendo en España a un fenómeno un
tanto curioso y es al protagonismo de la masonería en algunas novelas. Fue
Lorenzo Villalonga en Bearn o la sala de las muñecas, publicada en castellano en
1956 y luego en catalán con abundantes ediciones posteriores, el pionero de
esta fórmula. Las ainidades de Bearn (cuya acción se sitúa a lo largo del siglo
XIX en una casa solariega en la zona montañosa del norte de Mallorca) con la
novela Il Gattopardo del príncipe de Lampedusa, tienen no pocos puntos en
común. Ambas novelas lograron una gran difusión al ser llevadas al cine.
De reciente publicación es la novela de Manuel Ayllon, Historias de
masones. De El Escorial a Banesto. 1577-1993 (Madrid, 2001), que se puede
considerar dentro del género de novela histórica. El estilo es bueno y la lectura
amena, sin embargo, el autor hace gala de un gran desconocimiento de la
historia que no duda en manipular, elevando a categoría de acontecimientos
masónicos, hechos, realidades y personalidades totalmente ajenos a la
masonería. Otro tanto se puede decir de Silvestre Hernández Carné en Las tres
lores de lys (Oviedo, 2002) en la que, en cuanto novela policíaca y a través de
un suspense bien conseguido, capta la atención del lector en una trama en la
que se involucra a la masonería actual en una serie de misteriosos crímenes
rituales cometidos en Zaragoza.
Un caso aparte es la versión española de Lars Gustafson, Música
fúnebre para masones (Barcelona, 1988) ya que es un clásico fraude, pues la
única vez que aparece en toda la obra la palabra ‘masones’ es en el título, no
teniendo la novela la más mínima vinculación ni con la masonería, ni con los
masones. Muy distintas en la forma y en el fondo son otras dos novelas escritas
recientemente por dos expertos en la historia de la masonería y que, por lo
tanto, no incurren en los errores históricos de Ayllón y Hernández Carné. A
esta cualidad añaden el de haber conseguido un estilo y rigor que conieren un
alto nivel al contenido histórico de las respectivas novelas, y al mismo tiempo
proporcionan un acercamiento correcto a la masonería a través de la trama
novelística. En el caso de José Antonio Ayala, La sombra del Triángulo, se trata
de una biografía novelada en torno a la igura de Ángel Rizo Bayona, marino,
diputado a Cortes durante la Segunda República y masón destacado del Gran
Oriente Español. La novela de Pedro Víctor Fernández Fernández, El triángulo
de León, de carácter histórico, se desarrolla también en la Segunda República
127
128
1
Este trabajo es una versión revisada y corregida del artículo publicado en la REHMLAC 5, no. 2 (diciembre
2013-abril 2014): 142-160.
2
No pasa generalmente de una relación de sus obras en las que el tema masónico aparece de alguna forma.
3
Marcelo Saadia Hamu, comerciante, miembro de la logia Morayta no. 284 de Tánger. Dato facilitado por la
historiadora Susana Cuartero Escobés.
4
Publicado originalmente en 1896.
5
(Madrid, 1932), vol. I, 99-101.
6
Término que engloba los aprendizajes que se adquieren siguiendo las etapas marcadas por los rituales.
129
APUNTES BIOGRÁFICOS
7
Apunta por ejemplo en sus memorias que su padre trató a la madre de la teosofía, Madame Blavatsky, considerada
por su progenitor como una “interesante gran impostora”.
8
En España, por ejemplo, se describió como un autor de talento incluso en la prensa católica. Ver La Unión Católica,30
de julio de 1892, 3 y del 1 de agosto de 1896, 1. En Francia, L’Humanité, el periódico socialista y más adelante (1920)
comunista, siguió su trayectoria artística e informando de sus vivencias y desavenencias.
130
9
L’Humanité 1334, 12 de diciembre de 1907, 1.
10
Incluso se llega a describirlo como “antiliberal” en la enciclopedia coordinada por Éric Saunier, Encyclopédie de la
Franc-maçonnerie (París: Le livre de poche, 2000), 467.
11
Subrayado por mí. Es una parte de su vida novelada. Con descripciones escogidas para no “revelar” demasiado.
12
El Sol 5738,12 de enero de 1936, 5-6. El Sol 5744, 19 de enero de 1936, 2. El Sol 5768, 16 de febrero de 1936, 5.
La voz 4688, 18 de enero de 1936, 2. El Noroeste 13325, 17 de enero de 1936, 3. Revista de Escuelas Normales 117,
febrero 1936, 53-56. El Heraldo de Madrid 15562, 18 de enero de 1936, 16. El Heraldo de Madrid 15566, 23 de enero
de 1936, 14.
131
KIPLING MASÓN
132
16
Alberto Valín, “La masonería como vehículo propagador del liberalismo político. El caso gallego”, en Masonería,
revolución y reacción, coord. José Antonio Ferrer Benimeli (Alicante: Instituto de Cultura “Juan Gil-Albert, 1990),
Tomo I, 184.
17
Ferrer Benimeli y Susana Cuartero Escobés sitúan este poema como el equivalente al escrito por José Rizal, Últimos
adiós, antes de ser fusilado. “José Rizal y la masonería en el centenario de su fusilamiento (1896-1996)”, en La
Masonería española y la crisis colonial del 98, coord. Ferrer Benimeli (Zaragoza: CEHME, 1999), Tomo I, 325.
18
Muy destacable es el titulado Si.
19
[The results of faulty memory or the creatures of a fertile imagination]. Carr, “Kipling and the Craft”, 221.
133
20
Se publicó en español con el título de “El libro de las tierras vírgenes”. En España, había llegado anteriormente en
su versión francesa.
21
Un ejemplo galo: Daniel Ligou, Dictionnaire de la Franc-maçonnerie (París: PUF, 2006), 666-667.
134
135
25
Kipling, Algo de mí mismo (Valencia: Pre-Textos, 2009), 27.
26
Sesión de reunión entre masones.
136
una “dispensa” y contarles lo que hizo como gran maestro. En el relato, Kipling
siembra la duda sobre si los dos aventureros eran realmente masones o simples
conocedores de la orden, o iniciados con escasa participación en tenidas, o de
baja graduación: “Tú sabes que nunca hemos oficiado en ninguna logia· (pág.
27); “Entonces deseé haberles explicado desde el principio que desconocíamos
los genuinos secretos de un Maestro Masón; pero no dije nada” (pág. 34).
La decadencia llega cuando al rey, asimilado por los autóctonos a un
dios, se le antojó contraer matrimonio. Deseo que además de ser mal visto por
los indígenas, rompía el acuerdo firmado con su compañero de aventuras que les
obligaba a no mirar a mujeres27. Su insistencia para conseguir que se le entregase
a la mujer que deseaba precipitó su fin. La ira de las poblaciones sometidas se
desató al descubrir la superchería de los dos aventureros, por el mordisco de la
mujer que ensangrentó al rey. Sangre que probaba que era un humano y no un
dios. En consecuencia, matan al rey, y solo le quedaron fuerzas a su compañero
de aventura para huir y llegar a donde el periódico para contar toda la historia.
A los pocos días, moriría en un asilo de fatiga e insolación.
Así, Rudyard Kipling, joven escritor y joven masón, en su primera exitosa
novela “mata” a dos masones colonialistas que pretendían ser reyes de poblaciones
sometidas por los métodos apropiados. Uso original del tema masónico, para un
escritor afiliado, en una época de grandes tensiones publicistas entre partidarios
de los fantasmas creados por Taxil, el papa León XIII y los defensores de esta
hermandad.
Era una novela.
Conclusiones de diferentes índoles sobresalen de este acercamiento no
exhaustivo a Kipling y a su primera novela.
A buen seguro, la valoración como “gloria masónica” de Kipling –al
margen del lado artístico– necesita una mayor revisión. Dista en muchos aspectos
de ser un ejemplo del espíritu masónico asociado al pacifismo y a la asiduidad
de las sesiones de logia: fue más bien un imperialista, un liberal maquiavélico…
En general, los masones lo destacaron, sin que se encuentren referencias
explícitas a la masonería, como el autor de El libro de la selva, cuando no escatimó
en insertarlas en otros muchos relatos menos aireados. La fama individual se
utiliza para nutrir la fama colectiva, indistintamente si procede de la faceta
“profana” o masónica. Aquí incluso, se pretende explicar la producción de este
exitoso libro por haber sido iniciado en la masonería.
La masonería le inspiró, eso lo dejó nítido a lo largo de toda su obra.
Sin embargo, no cabe generalizar su producción artística unilateralmente como
consecuencia de dicha afiliación. No fue el primero en utilizar cuentos de
aventura con la naturaleza salvaje y su contacto con la civilización como
escenario principal para un relato de profunda reflexión, como él mismo lo
revela en su autobiografía. Su ingreso en la masonería no explica su obra de
27
Antes de lanzarse en esa aventura, habían irmado los dos aventureros con el periodista por testigo que “no
miraremos a ningún licor, ni ninguna mujer negra, blanca o morena, así no nos mezclaremos perjudicialmente con
uno o la otra” (pág. 16).
137
por sí, aunque, sin lugar a dudas, fue importante. Su rico contexto familiar,
formativo, geopolítico e histórico, junto con su talento, fueron las principales
fuentes de su inspiración.
¿Por qué calificar de “sorprendente” su primera novela?
En El Hombre que quiso ser Rey, Kipling se ríe, se burla de los masones,
de sí mismo –capacidad que en general no prolifera en los ambientes de la alta
sociedad y cuanto menos en el masónico. Transformó la libertad de expresión
en libertad de risión, probablemente el súmmum de todas las libertades, sin
mayores pretensiones que la de crear una divertida novela que a la vez recogiera
parte de los diferentes contextos personales experimentados hasta el momento.
Si no fuera por ser él mismo masón, y famosa su admiración por la masonería,
cualquiera podría llegar a pensar que fue escrito con intenciones antimasónicas.
En efecto, mostró en aquel momento ser diferente a la casi asfixiante obsesión,
por parte de los masones, de defenderse y justificarse frente a las calumnias
vertidas por sus detractores ultramontanos. En el extracto donde aparece el
elemento masónico, el escritor lo transforma en una parodia, ejercicio rarísimo
no solo en la orden sino en el seno de cualquier otra asociación. Parte que no fue
retenida para la versión cinematográfica.
Bebedores, mujeriegos, charlatanes, violentos y codiciosos, unas
características de la que, hipócritamente, quiere huir cualquier asociación y
cuanto más la masonería. Sorprende pues que una de las principales “glorias
masónicas”, admirador sin falla de la institución, escribiera un relato en el que
sus protagonistas masones no correspondiesen al perfil conceptual difundido
por las propias obediencias: pacifismo, tolerancia, igualdad, sinceridad,
universalidad, filantropía, etcétera. Pero solo era una novela de entretenimiento
para los ingleses de la India colonial, sin más.
Desde el punto de vista general, en cuanto al estudio sobre la comprensión
del fenómeno masónico, la relación Kipling-masonería deja entrever una de las
tantas respuestas que existen sobre la motivación que empujaba a un individuo
a iniciarse en ese espacio de sociabilidad al final del siglo XIX y la primera parte
del XX. En los contextos personales, similares al de Kipling, fue un acto de
revancha oxigenada contra infancias donde la educación colegial, traumática,
se había desarrollado bajo el autoritarismo castrense y religioso, con maestros
abnegados a la verdad absoluta de su dios, sin lugar para la libre creatividad y el
intercambio de pensamiento crítico. La logia era, para las capas de la sociedad
burguesa dispuestas a convivir con algunas costumbres y diferencias de los
demás, un oasis de “tolerancia” y “libertad”28. Esta sociabilidad ofreció en ese
círculo burgués la alternativa más social y conciliadora.
A nivel personal, Kipling evidenció en sus poemas estar orgulloso de ser
masón. Y, aunque su “carrera” masónica distó de ser convencional, su estima
hacia ella no desfallecería desde el momento de su iniciación hasta su muerte.
28
Los estudios historiográicos matizan los límites de estos conceptos.
138
139
140
podría reducirse hasta sus elementos más básicos: las palabras. La forma en
que se estructuran las palabras debería arrojar una unidad y coherencia de
significados, en los cuales tendría que identificarse el tratamiento de un tema
o situación: si es irónico, paradójico, metafórico; si la intención es naturalista,
estilizada, realista, idealista, etcétera. Pero esta coherencia de significados
implica que las palabras no son meros signos sino que son significantes: que
las palabras son las cosas.
Así, podemos pensar en la literatura como una representación, como
“algo” que está en lugar de “otra cosa”, que es la presencia de una ausencia
y que toda palabra corresponde con lo representado, que es una adecuación
de una realidad y que lo real es, nuevamente, un espejo del mundo. Pero a
todo lo anterior se podría oponer que ese reflejo del mundo, ese espejo que
son las palabras, tiene una historicidad. El lenguaje, la semántica, las palabras,
tienen historia. Y si el lenguaje es histórico, entonces la concordancia entre
signo, significante y significado no es estable, no es inmutable ni continua.
La masonería representada por Tolstoi en Guerra y Paz no es la misma que la
representada por Anderson en sus Constituciones, ni la misma de Barruel en
sus Mémoires, ni la misma de Dan Brown en su Símbolo Perdido. La palabra
masonería no es la masonería, es simplemente un código que permite hacer
una taxonomía de textos que incluyan la palabra masonería dentro de sus
principios estructurales y que, por ende, pertenezcan a la estructura de obras
que en sus principios fundamentales estén gobernadas por el mismo sistema.
Así, la palabra “masonería” se convierte en un signo icónico que se asemeja a
la cosa significada. Este acercamiento, a pesar de su intención de establecer
relaciones basadas en la historicidad de las palabras, trata nuevamente al
texto como un objeto cerrado. El libro dice todo por sí solo, las palabras y
las estructuras que forman las palabras dentro del libro son suficientes para
analizarlo, lo importante son las formas de los enunciados y no el lugar de la
enunciación. Roland Barthes mata al autor puesto que el centro no es es el
hombre sino la obra misma, mientras Foucault esperaba la muerte del hombre
como objeto privilegiado de estudio.
Así, el problema se traslada a la escritura misma. Desde esta óptica,
si la primera experiencia fáctica es con el signo, el trazo, la materialidad de
la escritura, entonces es necesario deconstruir la estructura para descubrir
la huella, el significado que es independiente del que lo emite y que, en
consecuencia, está más allá del contexto de la emisión. Pero si la escritura es
un pharmakon –cura y veneno a la vez– que los dioses nos dieron como auxiliar
de la memoria, como un registro de la voz que es presencia, naturalidad y
vida; entonces la escritura es ausencia, es artificialidad, es muerte. La escritura
es diseminación, transmite el sentido pero no lo garantiza porque este siempre
estará diseminado y diferido. Para revivir la escritura es menester dislocar el
espacio lineal del texto, fragmentar la lectura fragmentando la escritura, leer
en los márgenes y en los espacios del texto evadiendo los argumentos centrales
para encontrar, a través de estos resquicios, la posibilidad de una lectura
141
5
Hans Georg Gadamer, “Fundamentos para una teoría de la experiencia hermenéutica”, en En busca del texto. Teoría
de la recepción literaria, ed. Dietrich Rall (México: UNAM, 1987), 136.
142
EL TEXTO
León Tolstoi escribió que Guerra y Paz “no es una novela, mucho
menos un poema, y aún menos una crónica histórica. Guerra y Paz es lo que el
autor deseó expresar y fue capaz de expresar en la forma en que lo expresó6”.
Esta última afirmación de Tolstoi acerca de su propia obra nos provee de un
marco excepcional para analizarla y poder establecer la relación entre el texto
literario y su forma de expresar el tema de la masonería en él. ¿Qué fue lo que
el autor deseó y fue capaz de expresar?
El nacionalismo ruso no es nuevo y se ha manifestado en distintas
épocas como resultado de diversos procesos históricos. En épocas de Pedro
el Grande, Rusia volvió los ojos hacia Occidente en busca de modelos sobre
los cuales re-estructurar su sociedad. Los aristócratas rusos iniciaron lo que
Orlando Figes ha denominado “el gran tour”: estancias prolongadas en París,
Londres, Viena y demás ciudades europeas, adoptando costumbres e ideas
que después llevarían consigo de regreso a Rusia7. Pero no todos los que
viajaron a Europa la vieron con buenos ojos. El escritor Nikolai Karamzin,
después de un extenso viaje por Europa, llegó a la conclusión que rusos y
europeos eran demasiado diferentes. Esta idea se filtró entre otros intelectuales
contemporáneos y posteriores, como Denis Ivanovich Vonvizin, Alexander
Herzen y Fiódor Dostoyevski, quienes en diversas ocasiones representaron a
Europa y sus costumbres como corruptas, decadentes, falsas y materialistas8.
Denis Ivanovich Vonvizin fue el precursor de la representación satírica de
la nobleza rusa y su exacerbada francofilia. En su obra El Brigadier se mofa
abiertamente de la dependencia que la aristocracia rusa tenía de todo lo
francés: “[sin las costumbres francesas] no sabríamos bailar, entrar a un salón,
hacer reverencias, perfumarnos, ponernos un sombrero y, en los momentos
de exaltación, cómo expresar nuestra pasión ni el estado de nuestro corazón”9.
El ya mencionado Karamzin fue el pionero en representar la relación dialéctica
entre la nobleza y el pueblo rusos. En su muy exitoso texto Pobre Liza –
publicado hacia 1792– describe la forma en que un joven noble y moscovita
seduce a una ingenua y virginal chica campesina. El noble –llamado Erast–
hace lo posible por conquistar el corazón de Liza pero, una vez logrado su
objetivo, pierde todo interés en ella y la abandona, mintiéndole al decirle que
se ha alistado en el ejército y que debe partir. Liza queda desconsolada pero, al
poco tiempo, ve a Erast en un carruaje por las calles de Moscú. Lo sigue hasta
una elegante casa y, en el momento en que Erast baja del carruaje, ella se lanza
6
Joseph Frank, Between Religion and Rationality. Essays in Russian Literature and Culture (Princeton: Princeton
University Press, 2010), 64.
7
Orlando Figes, Natasha’s dance: a Cultural History of Russia (Nueva York: Picador, 2003), 62.
8
Figes, Natasha’s, 65.
9
Johanna Granville, “Denis Ivanovich Vonvizin”, en The Encyclopedia of Russian History, ed. James R. Millar (Nueva
York: Macmillan Reference, 2004), 511.
143
a sus brazos. En ese instante Erast confiesa a Liza que está comprometido para
casarse con una chica de su propia clase social. Liza, en su desesperación,
camina erráticamente hasta llegar al monasterio Simonov y, una vez allí, se
suicida lanzándose a un estanque. Tras este trágico final, el narrador relata que
en realidad Erast sí se alistó en el ejército pero que, en lugar de pelear contra
el enemigo, se dedicó a llevar una vida disipada y a derrochar su fortuna en
juegos de azar10.
Estas representaciones de lo francés como forma de vida y modelo
a seguir de la nobleza rusa y de esta como disipada, frívola y derrochadora,
aunque con una intención efectual diferente, se encuentran en Guerra y Paz. Lo
que Tolstoi quiso expresar en su extensa obra fue una serie de dicotomías en
distintas escalas: en el plano individual, Pierre Bezújov, el personaje principal,
se encuentra en constante tensión entre la búsqueda de un centro moral y una
guía espiritual que lo alejen de la vida disipada y ociosa que su posición social
le permite y la presión de su propio grupo para mantenerlo en ella. Por otra
parte, está la nobleza –el grupo social de Bezújov– que ha adoptado lo francés
como paradigma e identidad y que está en constante resistencia contra la ruso,
que es a la vez lo otro y lo propio, y que se muestra al lector como un grupo
vacío y artificial, que no es ni totalmente francés ni completamente ruso. En
el plano más general se presenta la dicotomía entre el plan napoleónico de
conquista y apropiación del espacio europeo y la resistencia de las demás
monarquías –en este caso la rusa– a quedar bajo la férula francesa. Tolstoi
teje su historia alrededor de esta serie de guerras y paces, en sentido literal y
figurado, mediante el uso de símbolos que sutilmente surgen y se ocultan en la
trama pero que están siempre encaminados a representar el efecto deseado por
el autor: demostrar que la historia no es únicamente el recuento de las vidas y
acciones de los líderes y gobernantes, que estos no son realmente ni la causa
ni el efecto de la historia, y que lo mejor para Rusia es y será siempre lo ruso.
En el caso que nos ocupa, Tolstoi utiliza a la masonería como uno
de los símbolos del afrancesamiento excesivo de la nobleza rusa y como
el primer punto de desencuentro entre las ideas europeas y las rusas. Los
primeros capítulos del primer libro giran en torno a una recepción que ofrece
Ana Pavlovna –que firma las invitaciones con su nombre europeizado Annette
Scherer– a una serie de personajes extranjeros y nobles rusos. Estos primeros
capítulos sirven también para presentar al lector con los personajes clave de
la obra, entre ellos a Pierre, el protagonista –hijo ilegítimo del conde Bezújov–
que hacía su primera aparición en la sociedad rusa tras haber estudiado en
el extranjero. Es en esta soirée que Bezújov hace la primera mención de la
masonería en la obra. Pierre sostiene una conversación acalorada con un
clérigo italiano de apellido Morio, quien defiende vehementemente la idea
de que la paz es posible mediante el desinteresado balance de poderes –un
10
Harold B. Segel, The Literature of Eighteenth-Century Russia (Nueva York, E.P. Dutton, 1967), 76-93. Existe una
traducción al español que puede consultarse en http://www.ub.edu/dprse/Liza_web.htm
144
11
Para el presente trabajo he recurrido a dos distintas ediciones de la obra de Tolstoi. La primera es una edición en
español editada por Océano; la segunda se trata de una versión en inglés, gratuita y en formato electrónico, editada
por The Project Gutenberg en 2009 y disponible a través de iBooks de la compañía Apple. Como cotejo he utilizado
una versión en francés, igualmente gratuita y en formato electrónico. A partir de este momento, me referiré a la
versión española como Guerra y Paz, a la inglesa como War and Peace y a la francesa como La guerre et la paix. La
transcripción fonética de los nombres de lugares y personajes queda de acuerdo con la edición en español. Guerra y
Paz, 41. War and Peace, 64.
12
Margaret Jacob, Living the Enlightenment (Nueva York: Oxford University Press, 1991), 153-154. Pierre-Yves
Beaurepaire, L’Europe des francs-maçons (París : Belin, 2002), 238-245. “Kant’s inluence on Freemasonry”, en Sunset
Lodge [citado el 3 de noviembre de 2013]: disponible en http://sa.sunsetmasoniclodge.org/?p=91. Gene Hutloff,
“Philosophy and Blue Lodge Masonry: A Comparison of Kant with Craft”, en Masonic Elightenment [citado el 3 de
noviembre de 2013]: disponible en http://masonicenlightenment.com/philosophy-and-blue-lodge-masonry-a-
comparison-of-kant-with-craft/
13
War and Peace, 802. Guerra y Paz, 564.
145
146
16
Charles T. Mc Clenechan, The Book of the Ancient and Accepted Scottish Rite of Freemasonry (Nueva York: Masonic
Publishing Company, 1884), 399-416.
17
Guerra y Paz, 505-515.
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San Petersburgo, Bezújov hace contacto con el conde polaco Villarski. Este le
pregunta si realmente es su deseo ingresar a la masonería y si ha abandonado
ya su ateísmo, a lo que Pierre responde afirmativamente. La ceremonia y la
logia donde se lleva a cabo son descritas con detalle por Tolstoi, pero siempre
con esa opalescencia tan propia de la literatura que arroja la suficiente luz
sobre los objetos como para que el lector se mueva alrededor de ellos pero sin
deslumbrar con detalles que limiten la interpretación y la imaginación.
Tras ser admitido en la masonería, Bezújov abraza con fervor su nueva
faceta como masón. Intenta realizar cambios en sus vastas propiedades, muestra
intenciones de liberar a sus siervos y ordena la construcción de escuelas,
hospitales y asilos en beneficio de sus trabajadores. Estas reformas, inspiradas
en los preceptos masónicos de caridad y de atención al prójimo, en realidad se
tornan perjudiciales para los siervos debido a que los administradores de las
tierras de Bezújov las llevan a cabo con severidad: la construcción de los edificios
destinados a mejorar su calidad de vida era llevada a cabo por los siervos
mismos, añadiendo una carga de trabajo adicional a la que ya realizaban y sin
recibir pago por ella; las mujeres a las que se les otorgó tiempo libre para cuidar
de sus hijos debían trabajar en sus casas; en donde se había ordenado reducir
en un tercio el trabajo de los siervos los administradores exigían el doble de
pago en especie. Pierre, que ignoraba todo esto, se mostraba emocionado por
los cambios que según él había logrado con tan poco esfuerzo. Y esta emoción
compensaba su reconocimiento de no haber aún cumplido cabalmente con los
tres preceptos y las siete virtudes prescritas a todo masón18.
Después del viaje que realizó para conocer el estado de sus propiedades
y llevar a cabo sus reformas, Bezújov se encontró al frente de la masonería de
San Petersburgo. Se enfrascó en todas las actividades propias de la logia y,
desde esa posición privilegiada, se dio cuenta de que no todos sus hermanos
ponían el mismo empeño ni tenían los mismos fines e intereses. Tolstoi
compara este avance de Pierre en el terreno de la masonería con el de aquel
que avanza en un terreno cenagoso: con cada paso se va hundiendo más aún,
esperando posar el pie sobre algo sólido en algún momento19.
Bezújov clasificó a sus cofrades en cuatro categorías: aquellos que
solo se ocupaban de estudiar los misterios de la orden sin involucrarse en los
trabajos de la logia ni en sus labores de altruismo –en esta categoría incluyó a
Osip Alexéievich Bazdéiev–; aquellos que parecían buscar algo en la masonería
sin saber exactamente qué –en este apartado se incluía él mismo–; los que
únicamente se conformaban con seguir rigurosamente las ceremonias y ritos
sin preguntarse qué simbolizaban o cuál era su fin. Por último, los que no
creían en la masonería ni buscaban nada en ella y que solo habían ingresado
en sus filas para estar cerca de personajes influyentes y obtener algún beneficio
de ellos. Además, se dio cuenta de que muchos de sus compañeros masones,
18
Guerra y Paz, 548-554.
19
Guerra y Paz, 631-632.
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que eran tanto o más ricos que él, no participaban de las colectas ni aportaban
dinero para el mantenimiento de la logia. Otros, que durante las ceremonias
y tenidas portaban con orgullo sus insignias y vestimentas masónicas y
que pregonaban el triunfo de las virtudes sobre los vicios, frecuentaban los
mismos bailes, clubes y fiestas que él y llevaban una vida disipada, ociosa y
derrochadora. Vale la pena citar las palabras que expresan el sentimiento que
la masonería comenzaba a despertar en Bezújov:
Tan pronto como haya en cada Estado un cierto número de personas dignas de
semejante tarea, cada una de ellas formará a otras dos y todos se unirán estrechamente
entre sí; entonces todo será posible para nuestra Orden, que tanto ha hecho ya en
secreto por el bien de la humanidad21.
20
Guerra y Paz, 633.
21
Guerra y Paz, 635. War and Peace, 843.
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Mis hermanos masones juran por su vida que están dispuestos a sacrificarlo todo en
bien del prójimo, pero no pagan las cuotas para los pobres; e intrigan, enfrentan a
la Logia Astrea con la Logia Buscadores del Maná, arman gran revuelo por un tapiz
escocés y por un acta que nadie necesita y cuyo significado no comprende ni el
hombre que la ha escrito22.
152
24
War and Peace, 1878.
153
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el sentimiento de un hombre que ha encontrado de pronto bajo sus pies lo que había
buscado durante mucho tiempo, mientras dirigía la vista a lo lejano. Durante toda
su vida Pierre había mirado a un punto distante por encima de las cabezas de los
hombres que lo rodeaban. Y ahora sabía que no era necesario fijar la vista allí, sino
mirar sencillamente ante sí25.
25
Guerra y Paz, 1596. War and Peace, 2151. Las cursivas son mías.
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POST SCRÍPTUM
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demostrar que no hemos dejado títere con cabeza, que no hemos escatimado
tiempo ni recursos en agotar hasta la última fuente, por irrelevante que sea.
Sin pretender un regreso a las prácticas del renacimiento, donde la
escritura de la historia tenía más que ver con la retórica que con la epistemología,
sería pertinente rescatar una de las nociones que se han perdido durante el
proceso de producción textual de la historia. Escribir es un oficio, que requiere
técnica y práctica. Pero no solo eso. También deberíamos escuchar a Edgar
Allan Poe y su Filosofía de la Composición: la escritura debe tener una intención
y buscar un efecto, por ende el contenido es tan importante como la forma
puesto que es a través de esta que aquel se logra comunicar efectivamente
al lector. Deberíamos recuperar eso que Ginzburg llamó “imaginación
moral” y eso que para Schleiermacher representaba el “reto hermenéutico” e
intentar ponerlos de cabeza mientras redactamos un texto. Para Ginzburg, la
“imaginación moral” es ponernos en el lugar del otro, de aquel al que estamos
historiando, para comprenderlo y entender sus acciones y pensamientos. Para
Schleiermacher, lo importante era concertar el significado de un texto con
el estado de mente y espíritu de quien lo escribió. Los historiadores tal vez
deberíamos echar mano de la “imaginación moral” para ponernos en el lugar
de nuestros lectores y tratar de provocar un efecto, en el estado de mente y de
espíritu, de quien nos lea. Solamente así podremos, tal vez, salir un poco de
la obscuridad.
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