Derechos: Conflictos Entre
Derechos: Conflictos Entre
Derechos: Conflictos Entre
CONFLICTOS ENTRE
DERECHOS
Ensayos desde la filosofía práctica
PO
C410.113 Conflictos entre derechos : ensayos desde la filosofía práctica / coordinadores
C663c Miguel Ángel García Godínez, Diana Beatriz González Carvallo ; esta obra
estuvo a cargo del Centro de Estudios Constitucionales de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación ; presentación Ministro Arturo Zaldívar Lelo de
Larrea ; introducción Ruth Chang .-- Primera edición. -- Ciudad de México,
México : Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2019.
1 recurso en línea (xxvii, 378 páginas). -- (Metodologías)
ISBN 978-607-552-138-1
Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio, sin autorización escrita de los
titulares de los derechos.
Esta obra estuvo a cargo del Centro de Estudios Constitucionales de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación.
CONFLICTOS ENTRE
DERECHOS
Ensayos desde la filosofía práctica
Primera Sala
Ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá
Presidente
Ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena
Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo
Ministra Norma Lucía Piña Hernández
Ministra Ana Margarita Ríos-Farjat
Segunda Sala
Ministro Javier Laynez Potisek
Presidente
Ministro Luis María Aguilar Morales
Ministra Yasmín Esquivel Mossa
Ministro José Fernando Franco González Salas
Ministro Alberto Pérez Dayán
Presentación...................................................................................... VII
Arturo Zaldívar Lelo de Larrea
Prólogo.............................................................................................. XIII
Miguel Ángel García Godínez
Diana Beatriz González Carvallo
‘Introducción’.................................................................................... 1
Ruth Chang
Trimming............................................................................................ 101
Cass R. Sunstein
V
VI Conflictos entre derechos
IX
X Conflictos entre derechos
Los textos que componen este libro defienden posturas diversas sobre
cuáles son las características, alcances y posibilidades de resolución ra
cional de los conflictos entre derechos, entendidos como conflictos nor
mativos. Parten también de nociones plurales sobre qué son los derechos
en términos conceptuales y de fundamentación. Esa variedad de posi
ciones armoniza con una de las intenciones del volumen: no dar una
sola respuesta categórica y definitiva al problema de los conflictos entre
derechos, sino mostrar cómo el problema mismo de los conflictos en
tre derechos, particularmente el de los derechos constitucionales, pone
distintas posiciones teóricas en contraposición.
llegado a ser adjudicados por la Suprema Corte. En ese sentido, esta obra
busca contribuir a la pedagogía constitucional de los derechos funda
mentales tanto de jueces y magistrados, como de la sociedad civil a partir
de una reflexión jurídico-filosófica sobre una de las aristas más visi
bles de la complejidad social: el conflicto entre derechos. Los artículos
incluidos en este volumen pretenden inspirarnos para hacernos cargo en
términos personales e institucionales de esos choques cuando nos per
catamos de que hay una situación de elección compleja.
XV
XVI Conflictos entre derechos
1
La posición contraria, es decir, la tesis que niega el carácter conflictivo de los derechos, es mucho
más controversial. Autores no conflictivistas, como Robert Nozick en Anarquía, estado y utopía
(2012), y Hillel Steiner, en su Ensayo sobre los derechos (Steiner, 1994), sugieren que los derechos, o
bien por su propia naturaleza, o bien por su falta de especificidad, crean la impresión de encon
trarse en situaciones de conflicto. Esto que para ellos es meramente superficial, bajo un análisis más
profundo, resulta o bien conceptual o prácticamente insostenible. En el primer caso, porque los
derechos no son sino constreñimientos de la conducta (esto es, obligaciones de no actuar) que, de
enfrentarse, solamente originarían conflictos entre obligaciones negativas —lo cual no representa
conflicto alguno—. En el segundo caso, porque al especificar las condiciones de aplicación de los
derechos a un caso particular, la decisión de sacrificar un derecho para favorecer otro es injustifi
cada —en el sentido de que ningún derecho suficientemente especificado puede ser desplazado—.
Al respecto, véase Nozick, Anarchy, State and Utopia, Basic Books, 1974 (hay traducción al español:
Anarquía, estado y utopía, Fondo de Cultura Económica, 1988) y Steiner, An Essay on Rights, Blackwell
Publisher, 1994.
2
John Rawls, A Theory of Justice, Harvard University Press, 1971 (hay traducción al español: Teoría
de la justicia, Fondo de Cultura Económica, 1979).
3
Ronald Dworkin, Taking Rights Seriously, Harvard University Press, 1977 (hay traducción al es
pañol: Los derechos en serio, Planeta DeAgostini, 1993).
4
Alexy, Theorie der Grundrechte, Suhrkamp, 1985 (hay traducción al español: Teoría de los derechos
constitucionales, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2007).
Prólogo XVII
Este libro es producto del esfuerzo del Centro por promover la discusión
acerca de qué son los conflictos entre derechos, cómo analizarlos y hasta
qué punto es posible resolverlos. Una gran ventaja de esta obra es que
no reúne autores cuyos puntos de vista se encuentran en perfecta armo
nía entre sí. Por el contrario, todos los autores en ella, por un lado, estu
dian diferentes aspectos y fenómenos normativos relacionados con los
derechos y su carácter conflictivo, y, por el otro, lo hacen desde diferen
tes posturas jurídico-filosóficas. Esta diversidad es un reflejo de lo que,
en conjunto, intenta transmitir esta compilación de artículos, a saber, que
la discusión filosófica de los derechos y, en particular, de los conflictos
entre derechos, debe ocurrir en un contexto de pluralidad, cuya finali
dad es alcanzar acuerdos, generar puntos de vista compartidos o, por lo
menos, determinar cuáles son los cruces de camino y las características
de nuestras divergencias.
5
Entre las pocas obras en castellano que hay sobre conflictos entre derechos, podemos encontrar
algunos textos que han adelantado la discusión de forma sustantiva. Por ejemplo, Pau Luque, De La
Constitucion A La Moral. Conflictos Entre Valores En El Estado Constitucional (2014), Marina Velasco,
"Conflictos entre derechos y ponderación. Por qué los jueces no deberían abandonar la perspectiva
deontológica" (2016), Juan José Moreso, "Conflictos entre Derechos Constitucionales y Maneras de
Resolverlos" (2010) y David Martínez Zorrilla, "El principio de proporcionalidad como criterio
de resolución de conflictos constitucionales" (Zorrilla Martínez, 2014).
XVIII Conflictos entre derechos
qué son los derechos (esto es, qué tipo de entidades son los derechos) y
cuál es su naturaleza (es decir, cuáles son sus condiciones de existencia,
identidad y persistencia). Desde una postura más bien metafísica, García
Godínez, primero, caracteriza los derechos como artefactos sociales
(a saber, el tipo de entidades artefactuales que son necesariamente crea
dos por reconocimiento colectivo) y, segundo, analiza su naturaleza
artefactual.
Con base en un realismo simple, el autor argumenta que los derechos, com
prendidos ya como entidades artefactuales, existen y juegan un papel
normativo dentro de nuestras sociedades. La existencia de cualquier de
recho (p. ej., el derecho a la libertad de expresión) puede ser demostrada
de manera simple usando el correspondiente concepto (asociado este a
una cierta descripción-tipo) y determinando su referencia (esto es, de
mostrando que, dentro de un cierto contexto social, hay algo que satis
face, o es una instancia de la descripción-tipo correspondiente). Como
este tipo de determinación requiere investigación empírica acerca de
acciones y actitudes sociales, García Godínez concluye que responder a
qué son los derechos y cuál es su naturaleza es una cuestión no sólo
conceptual sino también ontológica (específicamente, de ontología social).
El papel normativo de los derechos, por otra parte, tiene que ver con la
función que ellos han de cumplir; a saber, identificar dentro de un de
terminado marco normativo a quienes sostienen ciertas posiciones nor
mativas (p. ej. pretensiones).
ras que ofrece la dogmática. El objetivo del texto es, pues, llevar las
herramientas teóricas para el estudio de los derechos y las relaciones
jurídicas al estudio de un asunto práctico institucional, a saber, el con
flicto que se configura cuando una persona daña los derechos de otra
debido a que esa conducta antijurídica parece ser la única opción para
proteger bienes más importantes. Para estudiar las relaciones de dere
chos que se configuran entre esos sujetos, la autora usa el esquema de
relaciones jurídicas propuesta por W. N. Hohfeld y, de esa manera, aclara
cuáles son exactamente los vínculos que hay entre los individuos rela
cionados en estas situaciones de conflicto.
Torres enfatiza también que una figura como la del estado de necesidad
requiere una reflexión que desborda la lógica de la regla estricta. Dado
que hay bienes jurídicos valiosos en pugna, y que es necesario vulnerar
alguno de ellos, los recursos de un análisis de proporcionalidad resultan
más adecuados. El sistema de distribución de culpas y castigos que es el
ordenamiento penal desarrolla un mecanismo que le permite hacer
juicios más finos sobre las circunstancias del delito, pero que lo compro
mete también con la resolución de conflictos entre derechos complejos,
cuya decisión puede no estar dictada en línea recta por el mismo sistema.
Cuando se trata de la valoración del estado de necesidad en el derecho
penal, no hay jerarquías a priori de bienes a tutelar. La decisión depende,
en buena medida, de cómo interactúan los valores protegidos y los vul
nerados en el caso concreto. En estas condiciones, las herramientas gnoseo
lógicas de las teorías sobre conflictos entre derechos están llamadas a
ocupar un lugar central.
Los nueve capítulos que integran este volumen ofrecen, pues, un crisol
de posiciones que van desde la posibilidad misma de predicar raciona
lidad de las decisiones que se toman en contextos jurídicos, hasta el tipo
de conflictos derivados de una figura penal específica; desde las cuestio
nes de metodología de la decisión sobre derechos fundamentales, hasta
la importancia de la política en la resolución de conflictos entre dere
chos; y desde el vínculo entre lo que los derechos son, en términos
Prólogo XXVII
Ruth Chang**
* Texto publicado originalmente como "Introduction", en Ruth Chang (ed.), Incommensurability,
Incomparability and Practical Reason, Harvard University Press, Nueva York, 1997, pp. 1-261.
Traducido al español por Mariana Hernández Cruz y publicado con autorización de Ruth Chang.
** Estoy agradecida con muchas personas por discutir conmigo los temas de esta Introducción.
Entre ellas, Rogers Albritton, Richard Craswell, Barbara Herman, Frances Kamm, David Kaplan,
Herbert Morris, Martha Nussbaum, Seana Shiffrin y Cass Sunstein. Quedo en especial deuda con
Kit Fine y Derek Parfit, cuyas penetrantes críticas y útiles sugerencias hicieron mejor la "Introduc
ción" con respecto a cualquier valor de cobertura relevante. Muchos de los argumentos que sosten
go aquí se discutirán a mayor detalle en un trabajo posterior.
Sumario: I. La idea básica II. Importancia III. Argumentos incomparabilistas;
1. Argumentos de la diversidad de valores; 2. Argumentos de la "Bidireccio
nalidad"; 3. Argumentos del cálculo; 4. Argumentos de constitución o nor
mas; 5. Argumentos de la Irresolución racional de conflicto; 6. Argumentos
de clasificaciones múltiples; 7. Argumentos de pequeñas mejorías; IV. No
comparabilidad y valores de cobertura.
3
4 Conflictos entre derechos
1
Este no es un ejemplo de inconmensurabilidad para la modernidad; a diferencia de los griegos,
que no habían reconocido los números irracionales como tales, nosotros podemos representar las
proporciones en términos de los números reales. Hay desacuerdos entre académicos con respecto a
cuándo y con qué objeto matemático se descubrió primero la inconmensurabilidad. Sin embargo,
no queda duda de que el descubrimiento fue de profunda importancia para los pitagóricos, como
lo expresó un comentador: "[el descubrimiento] destruyó de un trazo la creencia de que todo podía
expresarse en números enteros, sobre la cual se había basado hasta entonces la filosofía pitagórica".
Kurt von Fritz, "The Discovery of Incommensurability by Hippasus of Metapontum", en David
Furley y R. E. Allen (eds.), Studies in Presocratic Philosophy, vol. 1, Routledge & Kegan Paul, Londres,
1970, p. 407. La leyenda dice que los dioses ahogaron en el mar a Hípaso de Metaponto, que mu
chos piensan que descubrió la existencia de los inconmensurables, por haber hecho público este
descubrimiento. Véase también Thomas Heath, A History of Greek Mathematics, vol. 1, Clarendon
Press, Oxford, 1921, pp. 65, 154-157.
2
Joseph Raz, The Morality of Freedom, Clarendon Press, Oxford, 1986, cap. 13. Cfr.
"Incommensurability and Agency" (en este volumen), en especial el núm. 1 y el texto anexo.
3
Véase, por ejemplo, H.L.A. Hart, The Concept of Law, Clarendon Press, Oxford, 1961, p. 167:
"Cuando se ha hecho una elección entre alternativas en discrepancia podría defenderse como
adecuada sobre el fundamento de que fue por el ‘bien público’ o el ‘bien común’. No está claro qué
significan estas frases, ya que parece que no hay una escala con respecto a la cual puedan medirse
las contribuciones de varias alternativas para el bien común e identificarse la mejor". Para un buen
resumen de la línea de razonamiento que lleva a esta conclusión (que él no respalda), véase Bernard
Williams, "Conflicts of Values", en Moral Luck, Cambridge University Press, Cambridge, 1981, pp.
76-77.
‘Introducción’ 5
4
Digo medirse "con precisión" porque hay quienes piensan que la cardinalidad puede ser imprecisa.
Véase Griffin y Laird, como se cita en la nota 10. La conmensurabilidad supone que la cardinalidad
es precisa. La intención es que mi caracterización de la cardinalidad y la ordinalidad sea intuitiva.
Para una explicación técnica de las nociones en términos accesibles, véase John Broome, Weighing
Goods, Blackwell, Oxford, 1991, pp. 70-75.
5
Cass Sunstein, "Incommensurability and Valuation in Law", Michigan Law Review, núm. 79, 1994,
pp. 779-861. Véase también Elizabeth Anderson, Value in Ethics and Economics, Harvard University
Press, Cambridge, 1993; y Anderson y Richard H. Pildes, "Slinging Arrows at Democracy: Social
Choice Theory, Value Pluralism, and Democratic Politics", Columbia Law Review, vol. 90, 1990, pp.
2121-2214. Anderson y Pildes se interesan por la incomparabilidad, no por la inconmensurabili
dad, pero por razones que se aclararán en mi discusión de Anderson en la parte III, esta diferencia
podría no ser significativa.
6
John Finnis, Natural Law and Natural Rights, Clarendon Press, Oxford, 1980, cap. 5, secc. 6.
7
Ibid.; David Wiggins, "Deliberation and Practical Reason", Proceedings of the Aristotelian Society,
núm. 76, 1975-1976, pp. 29-51, reimpreso en Amelie Rorty (ed.), Essays on Aristotle’s Ethics,
University of California Press, Berkeley, 1980, pp. 221-240, y en Needs, Values, Truth, Oxford, Blackwell,
1987, pp. 215-238; y Martha Nussbaum, The Fragility of Goodness, Cambridge, Cambridge Univer
sity Press, 1986, pp. 106-121.
8
David Wiggins, "Weakness of Will, Commensurability, and the Objects of Deliberation and
Desire", Proceedings of the Aristotelian Society, núm. 79, 1978-1979, pp. 251-277, reimpreso en
Rorty (ed.), Essays on Aristotle’s Ethics, pp. 241-266, y en David Wiggins, Needs, Values, Truth, 3a.
ed., Oxford University Press, Oxford, 1998, pp. 239-267. Véase también Martha Nussbaum, The
6 Conflictos entre derechos
Fragility of Goodness, The Press Syndicate of university of Cambridge, 2001, pp. 113-117. Cfr., Michael
Stocker, Plural and Conflicting Values, Oxford University Press, Oxford, 1990, cap. 7.
9
Véase, por ejemplo, Stocker, Plural and Conflicting Values, op. cit.
‘Introducción’ 7
I. La idea básica
al decir que se establece una relación positiva entre dos objetos, una dice
algo afirmativo sobre cuál es su relación. De manera que, por ejemplo,
la afirmación de que x es "mejor que" y —o "menos generoso que" y, o
"tan cruel como" y— dice algo afirmativo sobre la manera como x y y se
relacionan, mientras que la declaración de que x "no es mejor que" y —o
bien, "aunque es generoso, no es mucho más generoso que" y o "no es
mi más cruel ni más generoso que" y—, no lo dice. Llamemos a las pri
meras afirmaciones que relacionan a los objetos mediante relaciones de
valor positivas "comparaciones positivas" o sólo "comparaciones", y a las
últimas "comparaciones negativas". Si los objetos son incomparables, no
puede decirse nada afirmativo sobre la relación de valor que se establece
entre ellos. Las comparaciones negativas podrían ser verdaderas, así
como las comparaciones positivas de ellos con otros objetos, pero no
puede haber comparación positiva entre ellos.
Hay una sutileza crucial más que tenemos que agregar a la definición.
Toda comparación debe desarrollarse en términos de un valor. Un "valor"
10
Derek Parfit, Reasons and Persons, Oxford University Press, Oxford, 1986, p. 431, y Practical
Realism, de próxima publicación; James Griffin, Well-Being. Its Meaning and Measurement, Oxford
University Press, Oxford, 1986, pp. 81, 96-98, 104; y Thomas Hurka, Perfectionism, Oxford
University Press, Oxford, 1993, p. 87. Véase también John Laird, An Enquiry into Moral Notions,
George Allen & Unwin, Londres, 1935, cap. 16.
11
La indeterminación podría surgir de la "vaguedad" de los valores mismos. Véase James Griffin,
Well-Being, op. cit., p. 81.
‘Introducción’ 11
12
Esta noción de valor es más amplia que lo usual; "cumplimiento de la obligación", por ejemplo,
no es un valor en el sentido estrecho, y la "crueldad" a veces se considera un disvalor, pero en tanto
que podemos comparar cosas evaluativamente con respecto al cumplimiento de las obligaciones o
la crueldad, estos son valores en mi definición. Utilizo esta amplia idea de valor porque los
argumentos que hago sobre la comparabilidad son aplicables a todas las comparaciones evaluativas,
y no sólo a aquellas con respecto a los "valores", como se comprende el término usualmente, y más
estrechamente.
12 Conflictos entre derechos
13
Aunque el requerimiento del valor de cobertura implica que no existe algo simplemente virtuoso
—en oposición a simplemente mejor— es una cuestión que dejo sin explorar. Para una discusión
interesante sobre este punto, véase Judith Jarvis Thomson, "Evaluatives and Directives", en Gilbert
‘Introducción’ 13
Del mismo modo como una comparación tiene que ser relativa a un
valor de cobertura, también tiene que serlo su fracaso. Por lo tanto,
nuestra definición de incomparabilidad es esta: dos objetos son incompa-
rables con respecto a un valor de cobertura si no es verdad que se establece
entre ellos una relación de valor positiva en relación con ese valor de cobertu-
ra. Quienes creen que la Tesis de la tricotomía es verdadera dirán que
dos objetos son incomparables con respecto a un valor de cobertura sólo
en caso de que no sea cierto que el primero sea mejor que el segundo,
peor que el segundo o que sean igualmente buenos con respecto a ese
valor de cobertura.
Harman y Judith Jarvis Thomson, Moral Relativism and Moral Objectivity, Blackwell, Oxford, 1996,
pp. 128-129. Thomson piensa que el hecho de que las cosas sólo puedan ser buenas en cierto
sentido, en oposición a simplemente buenas, "tiene como resultado" el hecho de que todas las cosas
sólo pueden ser mejores en cierto sentido. Las cinco maneras que menciona como una cosa puede ser
mejor que algo más (siendo útil, hábil, disfrutable, benéfico o moralmente bueno) podrían aportar
clasificaciones útiles para agrupar los valores de cobertura.
14 Conflictos entre derechos
14
Estoy agradecida con Anderson por haber aclarado este punto. Véase "Practical Reason and
Incommensurable Goods", en Ruth Chang (ed.), Incommensurability, Incomparability and Practical
Reason, op. cit., cap. 14. Como editora de este volumen, exploto sin vergüenza la oportunidad de
tener la última palabra en el asunto, por lo menos, entre estas tapas. Su argumento se discute a
mayor detalle en la parte final.
‘Introducción’ 15
II. Importancia
Tenemos que preguntarnos por qué es importante todo esto. ¿Por qué
debería importarnos que se establezca una relación de valor positiva
entre dos objetos con respecto a un valor de cobertura determinado?
Aunque yo creo que la incomparabilidad tiene implicaciones interesan
tes en ciertas cuestiones metafísicas sobre el valor, quiero enfocarme
aquí en sus implicaciones para la razón práctica y, en particular, en la
posibilidad de una elección justificada.
15
Unas cuantas notas explicativas. Primera, mi interés es qué justifica la elección, no la manera
como se llegue a la justificación, aunque ambas cosas estén relacionadas de manera obvia. Segunda,
la justificación de una elección es conclusiva, es decir, no puede rechazarse o sopesarse. Tercera, es
específica, es decir, relevante a las particularidades de una situación de elección determinada y
no se dirige a lo verdadero en todas las situaciones (aunque, como veremos, surgirán argumentos
generales sobre la justificación a partir de la consideración de casos particulares). Finalmente, mi
discusión no debe tomarse para restringir la atención a acciones, objetos, eventos o situaciones.
Cualquier cosa que pueda elegirse —ciertos sentimientos, actitudes, intenciones, por ejemplo—
pueden ser "alternativas" de elección.
16 Conflictos entre derechos
vamente obvio. Los casos más claros son aquellos en los que las alterna
tivas "compiten" unas contra otras con respecto a un valor de cobertura.
Suponga, por ejemplo, que como juez de una competencia de piano, usted
tiene que dar el primer lugar a Anastice o a Beatrice. El valor de elección
que rige la situación es, digamos, "el talento musical". Desde luego que
cualquier justificación para elegir a una sobre la otra debe depender de
cómo se comparan las dos pianistas con respecto al talento musical.
Si las candidatas no pueden compararse con respecto al talento musical,
entonces no podrá justificarse cualquier elección entre ellas en esa situa
ción de elección. Supongamos que da el premio a Anastice . Beatrice, que
está convencida de que pertenece a Carnegie Hall, exige una justifica
ción para lo que ella considera una decisión indignante. Si usted trata de
justificar su decisión con base en que Anastice tocó su pieza favorita
de Chopin o que tenía una apariencia muy atractiva o que tiene mejor
reputación, Beatrice tendrá todo el derecho de enfurecerse, pues estas
consideraciones no se fundamentan en la situación que se describió.
Lo importante en esta situación de elección, nos recuerda Beatrice, es el
talento musical. Así que usted señala que el fraseo de Anastice es simple
mente maravilloso. Sin embargo, eso tampoco basta; aunque "la maravi
lla del fraseo" es un valor contributivo del talento musical, ¿y si el fraseo
de Beatrice fue todavía más maravilloso? Así usted señala que el fraseo de
Anastice fue más maravilloso que el de Beatrice. Sin embargo, eso tam
poco conseguirá justificar la decisión si Beatrice es mejor con respecto al
talento musical, ya que aunque es posible que Anastice sea mejor con
respecto a algunos valores contributivos, si en general Beatrice es mejor,
no puede haber justificación para la decisión.
16
Para una visión bastante diferente de las normas de la racionalidad que podrían justificar una
elección entre incomparables, véanse las cinco "estrategias de tratamiento de dilemas" de Adam
Morton en el capítulo 2 de Disasters and Dilemmas, Blackwell, Oxford, 1991.
17
Véase también James Griffin, Value Judgment: Improving Ethical Beliefs, Clarendon Press, Oxford,
1996.
‘Introducción’ 19
18
Los enfoques especificacionistas, como el de Wiggins, a menudo se presentan como explicaciones
del proceso de deliberación racional más que como explicaciones de justificación práctica. Para un
recuento reciente de esta visión, véase Henry Richardson, Practical Reasoning About Final Ends,
Cambridge University Press, Cambridge, 1994. Véase también Wiggins, "Deliberation and Practical
Reason", y Aurel Kolnai, Ethics, Value and Reality, Indianapolis, Hackett, 1978.
19
Véase también Elijah Millgram, Practical Induction, Harvard University Press, Cambridge, 1997.
20 Conflictos entre derechos
En lugar de examinar éstas y otras visiones por sus méritos, quiero plantear
dos desafíos generales que debe encarar cualquier alternativa al com
parativismo: una reductio pragmática y una reducción teórica. Comence
mos con la reductio, que es familiar en la teoría de la decisión y la elección
racional. En cualquier visión alternativa, puede justificarse la elección en
tre incomparables; quizá ambas alternativas están justificadas o quizá,
sólo una de ellas. Sin embargo, si una elección entre incomparables puede
justificarse, la razón práctica o la "voluntad" podría, en principio, justi
ficar una serie de decisiones análogas a las preferencias cíclicas con de
sastrosas consecuencias del tipo de la "bomba de dinero".
20
Nótese que la visión casi existencialista de Raz no distingue entre deliberación formal en el caso
en que las alternativas son incomparables de cuando las alternativas son igualmente buenas. Para
una visión relacionada, véase Isaac Levi, Hard Choices: Decision Making Under Unresolved Conflict,
Cambridge University Press, Cambridge, 1986, quien piensa que la elección puede justificarse si la
alternativa elegida es "admisible". Finnis sostiene una visión similar a la de Raz sobre la justificación
ante inconmensurables: las razones determinan la elegibilidad y dejan espacio para que los "sen
timientos" en la elección individual y los "procedimientos justos" en la elección colectiva guíen la
elección entre opciones inconmensurables elegibles. Véase John Finnis, "Commensuration and
Public Reason" en Ruth Chang (ed.), Incommensurability, Incomparability and Practical Reason, op cit.
‘Introducción’ 21
sorbo al café, alguien interviene de nuevo y esta vez me ofrece una taza
de un té tibio no tan recién hecho. El té tibio es incomparable con el café
y de nuevo hago lo que podría ser un intercambio justificado. De manera
que me quedo con una taza de té tibio, pero comencé con una taza de té
caliente, que según mi opinión es definitivamente más rico. Por medio
de una serie de elecciones aprobadas por la razón práctica o la "volun
tad", fui de algo que considero mejor a algo que considero peor. Un pa
trón de elección que se replantee entre alternativas y valores de cobertura
nos va a dejar con una vida que apenas valga la pena vivir; de esta ma
nera puede "bombearse" el mérito de la vida de un agente. Por lo tanto,
un desafío pragmático para quienes se opongan al comparativismo es
proporcionar una explicación entusiasta y no ad hoc sobre cómo la razón
práctica prohíbe que los agentes se conviertan en "bombas de mérito".21
21
Algunas de las consideraciones anteriores podrían brindar los recursos para abordar este proble
ma. Por ejemplo, las consideraciones de Millgram relacionan la justificación con elecciones del
pasado y por consiguiente podrían evitar el problema de las bombas de mérito. Otras consideracio
nes necesitan mostrar cómo ha de evitarse el problema. Una respuesta posible puede extraerse de
la discusión de un problema estrechamente relacionado en Edward McClennen, Rationality and
Dynamic Choice, Cambridge University Press, Cambridge, 1990, en especial los capítulos 2 y 10, y
en Warren Quinn, "The Puzzle of the Self-Torturer", Philosophical Studies, núm. 59, 1990, pp. 79-90,
reimpreso en Warren Quinn, Morality and Action, Cambridge University Press, Cambridge,1993,
pp. 198-209.
22 Conflictos entre derechos
Nos dirigimos ahora a un territorio muy denso al que aquí apenas echa
remos un vistazo superficial. En el centro está la distinción entre la razón
que justifica una elección y aquella en virtud de la cual se justifica la ra
zón. Toda razón tiene fuerza normativa; una razón justificante tiene la
fuerza normativa que se requiere para justificar una elección. Para cual
quier razón justificante determinada, podemos preguntar: ¿En virtud
de qué tiene la fuerza justificante que tiene? La fuerza justificante de una
razón es más o menos análoga a la fuerza lógica de una premisa, a la
fuerza causal de una causa y a la fuerza motivacional de una motivación.
‘Introducción’ 23
22
Thomas Nagel, The Possibility of Altruism, Princeton University Press, Princeton, 1970, cap. 5.
24 Conflictos entre derechos
23
Confróntese la defensa de Henry Richardson del especificacionismo contra el argumento de que
las razones de los especificacionistas son finalmente comparaciones con respecto a algún criterio
supremo —ya sea la coherencia práctica, la unidad de agencia y demás. Richardson señala adecua
damente que este argumento malinterpreta el especificacionismo. Sin embargo, el argumento que
yo ofrezco no cae en este error. Sostiene solamente que, con el fin de que cualquier razón especifi
cacionista justifique, tiene que haber una comparación de las alternativas con respecto a la satisfac
ción o la expresión de ese fundamento. Véase Richardson, Practical Reasoning, op cit., pp. 179-183.
24
Mi argumento de que la fuerza justificante de cualquier razón justificante es una comparación de
las alternativas con respecto a un valor de cobertura adecuado es sustancial y no debe confundirse
con un argumento conceptual sobre la estructura de la justificación práctica. Se deduce básicamen
te del hecho de que algo se justifica prácticamente de manera que por lo menos es tan bueno con
respecto a la posibilidad de justificación como las alternativas disponibles. Sin embargo, mi argu
mento no es que esta comparación brinda fuerza justificadora a toda razón justificadora, sino más
bien que la brinda una comparación con respecto al valor que es específico a esa situación de
elección. Dicho de otro modo, mi interés es la normatividad de justificación específica en una situa
ción de elección, aunque de la consideración de casos específicos surge un argumento general sobre
la normatividad de las razones de justificación. Véase también la nota 15.
‘Introducción’ 25
En esta parte, examino los que considero los principales argumentos que
existen en la literatura que defienden la incomparabilidad. Pueden divi
dirse en siete tipos. Cada tipo se refiere a uno de siete fundamentos
supuestamente suficientes para defender la incomparabilidad: (1) la "di
versidad" de los valores; (2) la "bidireccionalidad" de los méritos com
parativos, es decir, la condición de que un objeto es mejor en algunos
aspectos contributivos del valor de cobertura, pero peor en otros; (3) la
deliberación práctica "que no es sujeto de cálculo" que se requiere en
algunas situaciones; (4) rasgos constitutivos de ciertos bienes o las nor
mas que rigen actitudes adecuadas hacia éstos; (5) la falta de resolución
racional de conflictos entre objetos; (6) la multiplicidad de clasificacio
nes legítimas de las alternativas, y (7) la racionalidad de juzgar en algu
nas situaciones de elección que ninguna alternativa es mejor que la otra
y, sin embargo, una versión ligeramente mejorada de una no es mejor
que la otra. Aunque hay argumentos de los primeros cuatro tipos que
tienen aceptación e influencia, tengo que sostener que tienen errores
fatales. Pienso que el debate sobre incomparabilidad debe concentrarse
en los últimos tres tipos de argumento. Sin embargo, los argumentos de
los últimos tres tipos tampoco carecen de dificultades. Estos argumentos
o dependen de posturas filosóficas generales controvertidas o se com
prenden mejor no como argumentos en favor de la incomparabilidad,
26 Conflictos entre derechos
25
Samuel Guttenplan, "Moral Realism and Moral Dilemmas", Proceedings of the Aristotelian Society,
núm. 80, 1979-1980, pp. 61-80.
26
Thomas Nagel, "The Fragmentation of Value", en Mortal Questions, Cambridge University Press,
Cambridge, 1979.
27
Joseph Raz, "Mixing Values", Proceedings of the Aristotelian Society, núm. 65 (suplemento), 1991,
pp. 83-100; cfr. con James Griffin, "Mixing Values", Proceedings of the Aristotelian Society, núm. 65
(suplemento), 1991, pp. 101-118.
28
Ronald de Sousa, "The Good and the True", Mind, núm. 84, 1974, pp. 547-548; Walter Sinnott-
Armstrong, Moral Dilemmas, Blackwell, Oxford, 1988, pp. 66-68.
‘Introducción’ 27
En cualquier caso, hay buenas razones para pensar que Mozart y Miguel
Ángel son comparables con respecto a la creatividad, tomando en cuenta
que Mozart y Talentlessi lo son. Comenzamos con la idea de que Talentlessi
y Miguel Ángel difieren en creatividad sólo en la manera como portan la
creatividad; portan los mismos valores contributivos de la creatividad,
pero uno los porta de manera notable y el otro de manera nominal. Pen
semos, ahora en Talentlessi+, que es sólo un poco mejor que Talentlessi
con respecto a la creatividad y que porta exactamente los mismos valo
res contributivos, pero de una manera un poco más notable. Esta pequeña
mejoría en creatividad seguramente no puede desencadenar la incompa
rabilidad; si algo es comparable con Talentlessi, también es comparable
con Talentlessi+. Por consiguiente, podemos construir con "continuum"
de pintores que incluya a Talentlessi y a Miguel Ángel, cada uno con los
mismos valores contributivos de creatividad, pero de una manera cada
vez más notable. Plausiblemente, ninguna diferencia en la creatividad
29
Sinnott-Armstrong, por ejemplo, sostiene que la "multiplicidad de escalas" es una fuente de in
comparabilidad entre algunos objetos, pero no todos, que son clasificables sólo mediante escalas
diferentes, pero no explica por qué sólo algunos objetos y no otros son incomparables de este
modo. Véase Moral Dilemmas, p. 69. Charles Taylor sugiere que la diversidad de bienes es lo que
cede el paso a la incomparabilidad entre ciertos casos de bienes diferentes. Sin embargo, es difícil
ver cómo el simple hecho de la diversidad puede explicar la incomparabilidad sólo entre algunos
casos de los diversos bienes cuando es compatible con la comparabilidad entre otros casos. Véase
"Leading Life" en Ruth Chang (ed.), Incommensurability, Incomparability and Practical Reason, op. cit.
‘Introducción’ 29
Aquí, es útil hacer una digresión antes de devolver nuestra atención a los
otros fundamentos incomparabilistas. Ya vimos que la diversidad de valo
res no implica incomparabilidad. Resulta que también hay buenas razo
nes para pensar que el monismo de valores no implica comparabilidad.
De acuerdo con el monismo, todos los valores se reducen finalmente a
un supervalor. Se piensa que la comparabilidad es posible porque si al
final sólo hay un valor, las diferencias evaluativas entre objetos deben
siempre reducirse a diferencias en la cantidad del supervalor, y las canti
dades de la misma cosa siempre pueden compararse. Por consiguiente, si
el monismo es correcto, se desprende la comparabilidad completa. Muchos
filósofos que supusieron la congruencia de este argumento han pensado,
como consecuencia, que la incomparabilidad vence a las formas clásicas
de utilitarismo. En tanto que el utilitarismo está comprometido con la
idea de que todos los bienes son asunto de cantidades de utilidad, está
comprometido con la plena comparabilidad.
30
No debe comprenderse que el hecho de que el argumento se exprese en términos de un continuum
implique que la diferencia en creatividad entre objetos contiguos en el continuum sea puramente cuan
titativa. Defiendo este argumento a detalle en otro texto. Cfr. John Broome, "Is Incommensurability
Vagueness?" (en Ruth Chang (ed.), Incommensurability, Incomparability and Practical Reason, op. cit.),
en el que utiliza un argumento de continuum para defender la indeterminación de la comparación.
30 Conflictos entre derechos
31
Véase también Charles Taylor, "The Diversity of Goods", en Amartya Sen y Bernard Williams
(eds.), Utilitarianism and Beyond, Cambridge University Press, Cambridge, 1982; Michael Stocker,
Plural and Conflicting Values, Oxford, 1992; y Elizabeth S. Anderson, Value in Ethics an Economics, op.
cit. Thomas Hurka ha sostenido que un solo valor puede diferir de maneras que permiten que el
arrepentimiento racional por una alternativa menos valiosa a la que se ha renunciado. Véase "Mo
nism, Pluralism, and Rational Regret", Ethics, núm. 106, 1996, pp. 555-575. Sobre la cuestión de si
el reconocimiento de diferentes aspectos de un valor nos lleva al pluralismo, confróntese Hurka con
Michael Stocker, "Abstract and Concrete Value: Plurality Conflict and Maximization", en Ruth
Chang (ed.), Incommensurability, Incomparability and Practical Reason, op. cit., en especial las notas 7-10.
32
Cfr., Amartya Sen, "Plural Utility", Proceedings of the Aristotelian Society, op. cit. Además, las formas
indirectas de utilitarismo pueden permitir la incomparabilidad entre los valores que se reducen al
superlativo.
‘Introducción’ 31
2. Argumentos de la "Bidireccionalidad"
ejemplo, piensa que una amistad y la vida de una madre son bienes intrín
secos con diferentes estatus y, por consiguiente, no pueden compararse;
la elección entre ellos debe más bien hacerse en función de los principios
de obligación.
33
El texto que acompaña esta nota al pie es desconcertante: "La compensación sugiere que compu
temos el valor de los bienes alternativos con base en cualquier escala que tengamos a mano, ya sea
cardinal u ordinal, precisa o improvisada" (las cursivas son mías). Véase Steven Lukes, "Comparing
the Incomparable: Trade-offs and Sacrifices" (en Ruth Chang (ed.), Incommensurability, Incompara-
bility and Practical Reason, op. cit.). Sin embargo, una escala ordinal no requiere que se implique el
cálculo. Las comparaciones ordinales pueden ser cuantitativas sin ser cardinales, es decir, consigna
das a la existencia de alguna unidad de valor mediante la cual puedan medirse los objetos. Ya hemos
visto que la comparación no necesita ser un asunto de cantidades de algún valor.
34 Conflictos entre derechos
Quizá sí a las preguntas "¿En qué sentido es mejor?" o "¿En qué medida
es mejor?", pero las respuestas a estas preguntas no tienen que ser cuan
titativas. Aunque no hay una equivalencia general entre la condición de
ser mejor con respecto a un valor y una mayor cantidad del valor, hay
algunos valores para los cuales mientras mayor cantidad de unidades,
mejor con respecto al valor. Por ejemplo, a mayor cantidad del número
de vidas salvadas, algo es mejor con respecto al número de vidas salva
das y una opción que salve cuatro vidas es doblemente buena que una
opción que salve dos vidas con respecto al número de vidas salvadas. Sin
embargo, en estos casos, cuando la comparación es una cuestión de sumar
y restar cantidades de un valor, la deliberación es propiamente un cálculo
en forma. Frente a la elección en la que lo que importa es el número de
vidas salvadas, con toda seguridad la manera correcta de deliberar, su
poniendo que la deliberación es adecuada, es calcular qué alternativa
salva el mayor número de vidas.
comparables; hacer ese tipo de juicio sólo demuestra que una persona es
incapaz de ser un amigo. Por consiguiente, la incomparabilidad de las
amistades y el dinero es un rasgo constitutivo de la amistad.
34
Es posible que el hecho de que sea curioso no sea culpa de Raz. Me parece poco claro si Raz
simplemente está planteando una postura —que es conceptualmente imposible que los amigos
juzguen comparables las amistades con el dinero— o si trata de aportar un fundamento para la
conclusión de que las amistades y el dinero son incomparables, por lo menos para los amigos. To
maré como objetivo el último argumento puesto que tomando en cuenta nuestros propósitos es de
mayor interés y porque otros lo han respaldado (véase el ensayo de Lukes en Ruth Chang (ed.),
Incommensurability, Incomparability and Practical Reason, op. cit.). De cualquier forma, mi primera
objeción a esta postura también puede aplicarse al argumento básico de la imposibilidad concep
tual. Véase Raz, The Morality of Freedom, op. cit., pp. 346-352. Cass Sunstein sostiene una postura
similar sobre la inconmensurabilidad. Véase su ensayo en este volumen e "Incommensurability and
Valuation in Law", op. cit.
36 Conflictos entre derechos
35
El argumento de Anderson de que los objetos son incomparables si no existe una buena razón
práctica para compararlos no depende estrictamente de su visión cuantitativa de la comparación.
Sin embargo, el grado de contundencia de su argumento, sí; es más plausible pensar que no existe
‘Introducción’ 37
No puede negarse que hay normas que rigen las actitudes adecuadas
hacia las amistades. Por ejemplo, parece haber una norma en contra de
vender a un amigo por el precio justo. Sin embargo, una observación
más detallada de las normas que rigen actitudes hacia bienes como las
amistades muestra que lejos de darnos razones para pensar que los ob
jetos son incomparables, esas normas nos dan razones para pensar justo
lo contrario. Esto se debe a que la norma implica (o por lo menos es
compatible con) una asimetría en mérito, mientras que la incomparabi
lidad implica que no existe tal asimetría.
Notemos que la amistad es, sobre todo, un bien intrínseco y el dinero es,
sobre todo, instrumental. Los ejemplos más persuasivos que citan los
pragmáticos tienen este rasgo. Las normas que rigen actitudes adecuadas
hacia ciertos bienes intrínsecos parecen bloquear las comparaciones con
ciertos bienes instrumentales porque estas normas tienen como parte de
su contenido el pensamiento de que la comparación de alguna manera
mancilla el bien intrínseco, pero no viceversa. Por consiguiente, estas
normas dependen del juicio de que el bien intrínseco es, en cierto senti
do, más valioso o de un estatus superior que el bien instrumental; que
uno es, podríamos decir "enfáticamente" mejor que el otro.36 Por este
motivo parece extraño insistir en que alguien con una actitud adecuada
hacia la amistad debe negarse a juzgar que una amistad es mejor que un
dólar. ¿De qué manera hacer ese juicio exhibiría una actitud inadecuada
hacia la amistad? Las normas que rigen actitudes adecuadas hacia la
amistad no implican que no haya buenas razones para comparar las
una buena razón para comparar una amistad con el dinero si la comparación requiere unidades
cardinales que midan sus méritos. De cualquier manera, podemos interpretar su visión sin la supo
sición cuantitativa, y de esta forma la he discutido como un ejemplo bajo los tipos de argumentos
incomparabilistas tercero y cuarto.
36
Véase también Donald Regan, "Authority and Value: Reflections on Raz’s Morality of Freedom",
Southern California Law Review, núm. 62, 1989, pp. 995-1095. Desde luego, si el bien intrínseco es
más valioso pone de manifiesto para lo que es instrumental un bien instrumental. El pensamiento
que se representa en normas que rigen actitudes adecuadas hacia ciertos bienes intrínsecos puede
ser que el bien intrínseco, como tal, tiene un estatus especial en relación con los bienes instrumen
tales, como tales, aunque quizá no todas las amistades son mejores que todas las cantidades de
dinero.
38 Conflictos entre derechos
amistades con el dinero, sino más bien que hay buenas razones para pen
sar que las amistades valen más. Sin embargo, la incomparabilidad im
plica lo contrario: si dos objetos son incomparables, ninguno es mejor
que el otro. Por consiguiente, las normas de la amistad no pueden deter
minar la incomparabilidad de las amistades con el dinero puesto que
son incoherentes con ella.37
5. Argumentos de la Irresolución
racional de conflicto
37
Hay otra clase de ejemplos que Aderson cita para respaldar su principio pragmático, "Si no hay una
buena razón práctica para comparar, por lo tanto es incomparable". A veces no hay una buena razón
para comparar objetos porque es "aburrido" o "tonto" o "no tiene sentido" hacerlo. Es aburrido,
tonto y no tiene sentido comparar, por ejemplo, los méritos estéticos intrínsecos de todos los epigra
mas del mundo. Sin embargo, ¿es posible sostener un argumento tan categórico? Con toda seguridad,
podemos imaginar algún sentido para hacer comparaciones que en general serían inútiles. Como
editor de Los mejores epigramas del mundo, alguien podría encontrar un gran sentido para comparar
epigramas con respecto a su mérito estético intrínseco. Sospecho que con suficiente imaginación
siempre podría encontrarse un sentido práctico para hacer comparaciones aparentemente inútiles.
38
Si la "solución racional" de conflictos se comprende en términos que no impliquen la determina
ción de la religión comparativa que se establece entre las alternativas, tales argumentos se vuelven
‘Introducción’ 39
6. Argumentos de
clasificaciones múltiples
significativamente más débiles. Michael Stocker ("Abstract and Concrete Value" en Ruth Chang
(ed.), Incommensurability, Incomparability and Practical Reason, op. cit.,) ofrece consideraciones con
tra este tipo de argumentos.
40 Conflictos entre derechos
39
Para posturas relacionadas, véanse, por ejemplo, Lewis Kornhauser, "The Hunting of the Snag:
Incommensurability in Ethics and Economics", manuscrito sin publicar, quien piensa que las condi
ciones plausibles de ordenamientos de alternativas podrían subdeterminar una sola clasificación
correcta; Sinnott-Armstrong, Moral Dilemmas, op. cit., pp. 66-68, quien piensa que los requerimientos
morales son incomparables si sus puntos fuertes no son exactos; y T. K. Seung y Daniel Bonevac,
"Plural Values and Indeterminate Rankings", Ethics, núm. 102, 1992, pp. 799-813, quienes piensan
que dos objetos son incomparables si uno es mejor que el otro, peor que el otro e igualmente bueno.
Puede encontrarse un tratado capaz y detallado de la posibilidad de categorías múltiples en Isaac
Levi, Hard Choices, op. cit.
‘Introducción’ 41
40
Confróntese Hurka, Perfectionism, op. cit., p. 87.
42 Conflictos entre derechos
41
Véase Josep Raz, The Moraliy of Freedom, capítulo 13; Sinnott-Armstrong, Moral Dilemmas, op. cit.,
pp. 65-66, también "Moral Dilemmas and Incomparability, American Philosophical Quarterly, núm.
22, 1985, pp. 321-329, 327; De Sousa, "The Good and the True", op. cit., pp. 544-546.
42
El argumento de Raz y de Sousa procede de un recurso a las actitudes racionales de indiferencia
y no a un recurso directo a los juicios racionales que podríamos hacer. Sin embargo, el argumento
es más fuerte si se comprende en términos de juicios racionales. La versión fuerte que considero
aquí fue tomada de Sinnott-Armstrong en el contexto de los requerimientos morales.
‘Introducción’ 43
43
Véase Regan, "Authority and Value", op. cit.
44 Conflictos entre derechos
para pensar que los juicios están equivocados.44 Y no puede negarse que
la fenomenología es muy común. Además, mientras más fuerte sea la
supuesta modalidad según la cual se establezca una de las relaciones de
la tricotomía, menos plausible es que cometamos ese tipo de error. Por
ejemplo, es difícil creer que pasamos por alto una necesidad conceptual.
Si, por otro lado, una modalidad más débil establece la tricotomía, el fra
caso de que se establezca la tricotomía es conceptualmente posible. ¿Por
qué, entonces, el tricotomista estricto debería estar tan seguro de que no
existen ese tipo de casos?
44
Susan Hurley sostiene algo similar contra la teoría del error de los juicios morales de Mackie.
Véase Natural Reasons, Oxford University Press, Oxford, 1988, pp. 278-279. Desde luego, el estric
to tricotomista siempre es libre de rechazar la fenomenología del juicio como la he descrito. Sin
embargo, su rechazo sin una explicación, por lo menos, que desacredite el argumento equivale a
mero dogmatismo.
46 Conflictos entre derechos
45
Le debo este enorme punto a Derek Parfit, quien me señaló por primera vez que los argumentos
de un pequeño mejoramiento no implican incomparabilidad. Parfit usa un argumento de pequeño
mejoramiento para sugerir que hay comparabilidad "tentativa", es decir, comparabilidad cardinal
imprecisa. Véase Parfit, Reasons and Persons, op. cit., pp. 430-431.
‘Introducción’ 47
46
Hago una ligera modificación al modelo de Morton. Véase Adam Morton, Disasters and Dilemmas,
op. cit., pp. 34-35. Nótese que como yo tomo el "patrón de diamante" de Morton como modelo de
diferencias parciales e imparciales, no debemos esperar que haya cabida para objetos incompara
bles, que no tienen diferencias evaluativas.
48 Conflictos entre derechos
IV. No comparabilidad
y valores de cobertura
Aunque tengo que dar por hecho la distinción entre posibilidad y no po
sibilidad de aplicación de un predicado, es necesario aclarar dos puntos.
Primero, la no posibilidad de aplicación puede deberse a rasgos esenciales
o contingentes del objeto. Sabemos, por ejemplo, que el número nueve,
en virtud de que es un objeto abstracto, no puede ser auditivamente her
moso. Sin embargo, también hay rasgos contingentes de los objetos en
virtud de los cuales se descarta la aplicación. Miguel Ángel, que jamás
dio un concierto de música en su vida, no entra en el campo de "éxito en
conciertos de música". (Desde luego, algunos rasgos contingentes no des
cartan la aplicación, sino que solamente hacen la aplicación falsa; un
edificio feo, contingentemente feo, cae dentro del campo de "hermoso",
aunque es falso que lo sea.) Segundo, es posible suponer que si un obje
to pertenece al campo de aplicación, entonces, como regla, el predicado
será verdadero o falso de los objetos, mientras que si no pertenecen —ya
que es natural pensar que la verdad y la falsedad presuponen la aplica
ción— habrá indeterminación en el valor de verdad. Digo que habrá
verdad o falsedad donde hay aplicación "como regla" puesto que la vague
dad en el predicado (o en el valor al cual se refiere) puede abrir el paso
a la indeterminación en el valor de verdad aunque el predicado se apli
que. ("Phil Collins es calvo" puede ser verdadero o falso, pero Phil Collins
entra en el campo de "calvo"). Y puede haber otras fuentes de indetermi
nación en valor de verdad donde sea posible la aplicación.
Que la razón práctica nunca requiere que los agentes comparen objetos
no comparables proporciona una respuesta a dos objeciones posibles a
nuestra explicación de la no comparabilidad. Primero, están aquellos
52 Conflictos entre derechos
La razón práctica nunca nos pide que comparemos cuando hay un caso
de no comparabilidad. Sin embargo, ¿qué ocurre en el otro caso, en el
que puede fallar el requerimiento del valor de cobertura? ¿La razón prác
tica alguna vez requiere que comparemos objetos cuando no hay un
valor declarado o insinuado en términos del cual pueda proceder la com
paración? Aquí hay dos casos. El caso directo es el caso sumamente
teórico en el que no hay restricción en el contenido del valor de cober
tura; cualquier valor, mientras cubra los objetos, satisfará el requerimiento
de que haya algún valor. Pero hay otro caso más complicado. Una situa
ción de elección pondrá restricciones en el contenido del valor de cober
tura. Si estamos comparando filósofos para un trabajo, por ejemplo, la
inteligencia, la reflexión, la claridad de pensamiento y demás serán rele
vantes, mientras que la elegancia en el vestir será irrelevante. En algunas
‘Introducción’ 53
Sin embargo, a veces parece que no existe ese valor de cobertura. Supon
gamos que sabemos que en una elección son relevantes tanto el goce que
se obtiene de una alternativa como el deber que se tiene con los otros.
Parece que no hay un valor en términos del cual puedan compararse los
méritos de las alternativas con respecto a esos dos valores, no existe un
valor con respecto al cual podamos decir que, tomando en cuenta el
gozo y el deber, una de las alternativas es mejor "en general". Por consi
guiente, parece que a veces la razón práctica nos pide que comparemos
alternativas en las que no hay un valor de cobertura, y la comparación
fracasa con fundamentos formales. En ese caso, el argumento de que la
razón práctica sigue la distinción entre fracasos de comparabilidad for
males y sustanciales sería equivocado.
La respuesta al desafío tiene dos pasos. Primero, a menudo hay una razón
para pensar que, a pesar de las diferencias, sí existe ese valor de cober
tura. Y segundo, en casos en los que no existe ese valor de cobertura, es
posible pensar que la situación de elección se ha malinterpretado; la razón
práctica no requiere esa comparación, sino una diferente, una que, como
asunto formal, no tenga asegurado el fracaso.
¿Qué razón podría haber para pensar que hay un valor de cobertura
adecuado en el presente caso? Una sugerencia podría ser que siempre
hay consideraciones muy generales como "qué hay más razón para ha
cer, tomando todo en cuenta" o "lo que es mejor, tomando todo en cuen
ta", en términos de los cuales puede proceder una comparación de dos
alternativas cualesquiera. Sin embargo, tales consideraciones no tienen
contenido aparte del que les dan las situaciones de elección en las que
aparecen. Son esquemáticas. Una consideración esquemática como "si
hay más razón para hacer, tomando todo en cuenta" equivale en algunos
47
Nótese que incluso cuando una opción sólo tuviera valor moral y la otra sólo tuviera valor pru
dencial, probablemente no se trataría de un caso de no comparabilidad con respecto a un valor o
moral o prudencial; los actos que son morales tradicionalmente son el tipo de cosas que pertenecen
al terreno de lo "prudencial" y viceversa.
‘Introducción’ 55
Hay una buena razón para suponer que existe tal valor de cobertura.
Pensemos en el siguiente caso. Uno puede salvarse a sí mismo de una pe
queña inconveniencia o puede salvar a un extraño remoto de graves trau
mas físicos y emocionales. Supongamos que el primer acto conlleva sólo
un valor prudencial nominal (y quizá moral nominal), mientras que el
otro conlleva un valor moral notable (y quizá valor prudencial nominal).
Podemos decir más aparte de que el primer acto es mejor moralmente y
el otro es mejor prudencialmente. También podemos decir que, con res
pecto a ambos valores, el moral y el prudencial, el segundo acto es mejor:
tomando en cuenta ambos valores, salvar al extraño es mejor en general.
En general, un acto moral notable es mejor con respecto a la moral y a
la prudencia que un valor prudencial nominal. Por consiguiente, debe
haber un valor de cobertura en términos del cual procedan las compara
ciones de méritos morales y prudenciales, un valor de cobertura que
tenga valores tanto morales como prudenciales como componentes.
Sabemos que existe porque sabemos algo sobre su estructura: ciertos
méritos morales son más importantes que ciertos méritos prudenciales.
No podemos hacer un juicio sobre la importancia relativa de estas con
sideraciones sin que haya algún valor, por muy indefinido que sea, en
48
Véase, Bernard Williams, Ethics and the Limits of Philosophy, Cambridge University Press, Cambridge,
1985.
56 Conflictos entre derechos
términos del cual proceda tal juicio. En general, las comparaciones entre
nominal y notable nos ayudan a encontrar valores de cobertura donde
parecen ser vagos.
Con esto no quiero decir que, en todos los casos en los que parezca que
no existe un valor de cobertura adecuado pueda revelarse un valor sin
nombre. Sin embargo, es posible que los casos en los que fracasa la prue
ba nominal-notable sean los casos en los que el agente haya malinterpre
tado lo que requiere la razón práctica. Supongamos que estoy pensando
en dos posibles regalos de cumpleaños para un amigo: una hermosa edi
49
Para un trabajo de esta especie con respecto al valor de la moral (objetiva), véase Frances Kamm,
Moraly, Mortality, vol. II, Oxford University Press, Nueva York, 1996, capítulo 12. La discusión de
Kamm puede comprenderse como un esfuerzo por iluminar una parte turbia de la idea de moral a
través de una investigación de las relaciones comparativas que se establecen entre sus valores con
tributivos de "derechos y deberes" y sus valores contributivos de "bienestar/búsqueda de concep
ciones de la virtud".
‘Introducción’ 57
50
Nótese que si el valor literario intrínseco y el valor indumentario intrínseco no son parte de
ningún otro valor, entonces no existe un supervalor sin nombre que tenga como partes todos los
valores.
58 Conflictos entre derechos
Fuentes
Finnis, John, Natural Law and Natural Rights, Clarendon Press, Oxford,
1980, cap. 5, secc. 6.
Kamm, Frances, Moraly, Mortality, vol. II, Oxford University Press, Nueva
York, 1996.
Laird, John, An Enquiry into Moral Notions, George Allen & Unwin,
Londres, 1935.
Sousa, Ronald de, "The Good and the True", Mind, núm. 84, 1974, pp.
547-548.
62 Conflictos entre derechos
Wiggins, David, Needs, Values, Truth, 3a. ed., Oxford University Press,
Oxford, 1998, pp. 239-267.
1. Introducción
65
66 Conflictos entre derechos
2.1. Artefactos
1
Sobre esta noción, véase Phillip Bricker "Ontological Commitment", en Edward Zalta (ed.), The
Stanford Encyclopedia of Philosophy, noviembre 2014. Disponible en: https://plato.stanford.edu/
entries/ontological-commitment/
2
Véase, p. ej., Wesley N. Hohfeld, "Fundamental Legal Conceptions as Applied in Judicial Reasoning",
Yale Law Journal, vol. 26, núm. 8, 1917, pp. 710-770; Joseph Raz, "On the Nature of Rights", Mind,
vol. 93, núm. 370, 1984, pp. 194-214; Robert Alexy, A Theory of Constitutional Rights, Oxford
University Press, Oxford, 2002.
3
Para una revisión cuidadosa de algunas de las teorías conceptuales de los derechos más importantes,
véase, Juan Antonio Cruz Parcero, El concepto de derecho subjetivo, 2a. ed., Fontamara, México, 1999.
Derechos y conflictos entre derechos: un análisis metafísico 67
forma deficiente, o que cumplen con funciones diferentes (p. ej., son usa
dos para pinchar y sostener cualquier otro objeto distinto de los alimen
tos). En todo caso, como explicaré más adelante, las funciones que se
supone que cumplen los artefactos no sólo pueden ser cumplidas en dis
tinta medida, sino que además están sujetas a revisión.
Para entender qué son los artefactos y cómo podemos clasificarlos, comen
zaré por una caracterización básica. Risto Hilpinen, en "On Artifacts and
Works of Art", propone una definición de artefactos, según la cual los
artefactos son objetos físicos creados intencionalmente con el fin de lograr
algún propósito.5 Los tenedores, los sillones y los teléfonos celulares son el
tipo de artefactos que hacen intuitivamente correcta esta definición. Sin
embargo, parece haber también otro tipo de artefactos que, si bien son
creaciones intencionales a los que se les atribuyen ciertas funciones, no
son objetos físicos (p. ej., las melodías, las historias y las corporaciones).
4
Sobre esta noción, véase, Marteen Franssen et al. (eds.), Artefact Kinds. Ontology and the Human-Made
World, Springer, Suiza, 2013.
5
Risto Hilpinen, "On Artifacts and Works of Art", Theoria, vol. 58, núm. 3, 1992, p. 58.
68 Conflictos entre derechos
Decir que los artefactos son creaciones intencionales significa que hay
una relación de dependencia ontológica entre el objeto creado y quien lo
crea. Para el caso de objetos físicos manufacturados, Hilpinen caracteriza
esta relación en términos de causalidad.6 Así, decir que el agente A (cual
quier entidad dotada de intencionalidad) crea el artefacto f, significa que
el producto (o efecto) de la actividad de A es f. El producto f es, entonces,
una instancia del tipo de objeto que no existiría sin A.
6
Ibidem, p. 59.
7
Ibidem, p. 60.
8
Ibidem, p. 61.
Derechos y conflictos entre derechos: un análisis metafísico 69
9
En contraste, véase Amie L. Thomasson, "Public Artifacts, Intentions, and Norms", en Marteen
Franssen et al. (eds.), Artefact Kinds. Ontology and the Human-Made World, Springer, Suiza, 2013,
pp. 45-62.
10
En su teoría de objetos ordinarios, Amie Thomasson considera, junto a las condiciones de aplicación,
las condiciones de co-aplicación de los términos artefactuales referenciales. Véase, también, de Amie
L. Thomasson, Ordinary Objects (Oxford University Press, Oxford, 2007) y "The Easy Approach to
Ontology" (en Axiomathes, vol. 19, núm. 1, 2009, pp. 1-15).
70 Conflictos entre derechos
2.2. Intencionalidad
11
Risto Hilpinen, op. cit., p. 61.
12
Ibidem, p. 62.
Derechos y conflictos entre derechos: un análisis metafísico 71
13
Declarar falsa o insinceramente que algo es un artefacto no es un contraejemplo al reconocimiento.
Si yo digo que un objeto es una instancia de un tipo artefactual, aunque de hecho no lo reconozco
como tal, entonces no estoy expresando mi reconocimiento. Al declarar falsamente, estoy realizando
una actividad intencional distinta del reconocimiento; en particular, estoy realizando la actividad
intencional de declarar falsamente. Por otra parte, estar equivocado respecto de qué es aquello que
estoy reconociendo, tampoco es un contraejemplo. Como ocurre con otros estados intencionales
(p. ej., las creencias), el error siempre es una posibilidad.
72 Conflictos entre derechos
14
John R. Searle, The Construction of Social Reality, Penguin, Londres, 1995, pp. 9-10.
Derechos y conflictos entre derechos: un análisis metafísico 73
15
Cf., Ibidem, y John R. Searle, Making the Social World: The Structure of Human Civilization, Oxford
University Press, Oxford, 2010.
16
H. L. A. Hart, The Concept of Law, 2a. ed., Oxford University Press, Oxford, 1994, pp. 242-244,
254-259.
17
Ambas perspectivas, por supuesto, son relativas. Al decir de un objeto que no es otra cosa sino
una cierta substancia física, estoy adoptando también la perspectiva del participante (aunque no la
74 Conflictos entre derechos
Los derechos no son tenedores (es decir, no son el mismo tipo de arte
facto que son los tenedores). Aunque ambos son creaciones intencionales
que cumplen con cierta función, los derechos, así como las corporacio
nes, las melodías, o las historias, no son objetos físicos.
del participante en una práctica de reconocimiento, sino la del participante en una teoría científica).
Cuando hablo aquí de la perspectiva del observador, me refiero simplemente a la que adopta quien
no participa en dicha práctica de reconocimiento.
18
Al respecto, véase Amie L. Thomasson, "Public Artifacts, Intentions, and Norms", op. cit.
Derechos y conflictos entre derechos: un análisis metafísico 75
miembro alguno. Una melodía o una historia son artefactos cuya exis
tencia tampoco está ligada a una entidad física particular. Supongamos que
nosotros creamos una melodía a partir de la producción de ciertos soni
dos, o a partir de la escritura de ciertas notas musicales en un pentagrama.
De ahí, sin embargo, no se sigue que la existencia de la melodía sea
reducible a la existencia de esos sonidos o a la existencia de ese penta
grama. Lo que importa, después de todo, es que esos sonidos o esas notas
en el pentagrama sean reconocidos como una melodía. Y lo mismo es
cierto de las historias.
Para defender la tesis de que los derechos son artefactos sociales (o insti
tucionales), comenzaré por discutir el tipo de reconocimiento que requieren
para su existencia. El primer paso es aceptar que no todos los artefactos
son iguales (o, mejor dicho, que no todos los artefactos son del mismo
76 Conflictos entre derechos
de de algún otro tipo de artefacto. En ningún caso, sin embargo, los derechos
son fundamentales. Todos los derechos son artefactos de algún tipo, cuya
existencia depende de cierta forma de reconocimiento.19
2.2.3. El reconocimiento
de los derechos
19
Decir que los derechos no son fundamentales no es lo mismo que negar la existencia de derechos
fundamentales. "Fundamental", aquí, es ambiguo. Los derechos fundamentales son aquellos que,
dentro de un determinado marco normativo (p. ej., una constitución), gozan de la mayor importan
cia por defecto (o default). Los derechos con carácter fundamental, por otro lado, serían aquéllos
cuya existencia no depende de su reconocimiento (es decir, serían ontológicamente objetivos). Que
existan derechos de este último tipo es lo que estoy negando aquí.
78 Conflictos entre derechos
Aunque para ciertos derechos (p. ej., los derechos jurídicos), la idea de
reconocimiento es mucho más común que para otros (p. ej., los derechos
morales), esto no significa que haya derechos cuya existencia no dependa
de su correspondiente reconocimiento. Lo que significa es que la existen
cia de algunos derechos no depende de un reconocimiento explícito (es
decir, de un reconocimiento establecido expresamente en algún documen
to, p. ej., una constitución, un tratado internacional, etcétera).
Hay muchas teorías que se disputan cuáles son o deberían de ser las
funciones de los derechos. Algunas teorías identifican las funciones de
los derechos a partir de los rasgos de utilidad o beneficio que protegen (las
llaman teorías del interés). Otras, en función de las libertades que pro
mueven (las llaman teorías de la voluntad). Otras más, en función de la
justificación que proveen para restringir libertades o imponer obliga
ciones (las llaman teorías de la restricción justificada). Y otras, que no redu
cen la funcionalidad de los derechos a una clase única, identifican diferentes
funciones (p. ej., las llamadas teorías híbridas y las teorías de la diversidad
de funciones).21
20
Este distanciamiento podría explicarse a partir de las razones (políticas, ideológicas, religiosas,
etc.) que tenga el observador para no aceptar al reconocimiento de esos derechos.
21
Al respecto, véase Antonio Manuel Peña, "Cinco teorías sobre el concepto de los derechos", DOXA.
Cuadernos de Filosofía del Derecho, núm. 32, 2009, pp. 665-686.
82 Conflictos entre derechos
Con todo lo dicho hasta aquí, uno todavía podría oponerse a la teoría
artefacto de los derechos. Primero, alegando que los derechos no son
objetos (en el sentido de objetos físicos en el mundo), lo cual nos obliga a
Derechos y conflictos entre derechos: un análisis metafísico 83
Aunque estas tres objeciones no son las únicas posibles, en lo que resta
de este artículo no puedo sino limitarme exclusivamente a ellas, e intentar
responderlas de manera convincente.
22
Hablar de "niveles explicativos de la realidad" no implica que haya diferentes niveles de la reali
dad. En otras palabras, aceptar la idea de niveles explicativos, no nos compromete con aceptar que
el mundo es tal que ciertos hechos, propiedades u objetos existen sólo en algunos niveles y no en
otros. Al respecto, véase John Heil, "Levels of Reality", Ratio. An International Journal of Analytic
Philosophy, vol. 16, núm. 3, 2003, p. 220.
23
De manera notable, véase John R. Searle, The Construction of Social Reality, op. cit., y Raimo Tuomela,
The Philosophy of Sociality. The Shared Point of View, Oxford University Press, Oxford, 2007..
84 Conflictos entre derechos
24
Véase Julie Zahle, "Methodological Holism in the Social Sciences", The Stanford Encyclopedia
of Philosophy, 2016., y Tobias Hansson, "Why the Social Sciences are Irreducible", Synthese, 2017,
pp. 1-27.
Derechos y conflictos entre derechos: un análisis metafísico 85
25
John Searle, The Construction of Social Reality, op. cit.
26
Con esto, no quiero sugerir que el derecho es un artefacto. Aunque hay algunos intentos por
defender esta idea (p. ej., Luka Burazin, "Can There Be an Artifact Theory of Law?", Ratio Juris, vol. 29.
núm. 3, 2016, pp. 385-401), en otra parte ya he argumentado que el derecho no es un artefacto (o,
mejor dicho, que la naturaleza del derecho no es artefactual); véase, Miguel Ángel García Godínez
86 Conflictos entre derechos
("Flaws and Virtues of an Artifact Theory of Law", Ratio Juris, vol. 32, núm. 1, marzo 2019, pp.
117-131). Esto no significa, sin embargo, que el derecho, así como los artefactos sociales, no depen
den de cierto tipo de intencionalidad colectiva. El derecho es una construcción social, así como
los derechos. La diferencia entre ellos es que el derecho es una práctica institucional normativa (Neil
MacCormick y Ota Weinberger, An Institutional Theory of Law, Springer, Países Bajos, 1986 y
Neil MacCormick, Institutions of Law: An Essay in Legal Theory, Oxford University Press, Oxford,
2007 y Maksymilian Del Mar y Zenon Bankowski (eds.), Law as Institutional Normative Order, Rout
ledge, Londres-NuevaYork, 2009), mientras que los derechos son artefactos de cierto tipo.
27
Para ello, véase Searle Intentionality: An Essay in the Philosophy of Mind, op. cit., y Pierre Jacob,
"Intentionality", en Edward N. Zalta (ed.), The Stanford Encyclopedia of Philosophy, 2014. Disponible
en: https://plato.stanford.edu/entries/intentionality/
Derechos y conflictos entre derechos: un análisis metafísico 87
28
John Searle, The Construction of Social Reality, op. cit.
29
Raimo Tuomela, The Philosophy of Sociality. The Shared Point of View, op. cit.
30
Como las de Michael E. Bratman, Shared Agency: A Planning Theory of Acting Together, Oxford
University Press, Oxford, 2014 y Kirk Ludwig, From Individual to Plural Agency. Collective Action:
Volume 1, Oxford University Press, Oxford, 2016.
31
Véase Scott J. Shapiro, Legality, Harvard University Press, Estados Unidos, 2011.
88 Conflictos entre derechos
que se reconoce como derechos no es un objeto físico (p. ej., una rama de
un árbol). Esto, sin embargo, no significa que el objeto o contenido inten
cional es, como algunas teorías ficcionalistas podrían sugerir, un objeto
no-existente (tal y como parece ocurrir con respecto a los estados inten
cionales que son acerca de Santa Claus o Sherlock Holmes).32 En cambio,
el reconocimiento de los derechos es una actividad intencional colectiva
acerca de ciertas declaraciones.
Esta idea, así como todas las anteriores, requiere mayor explicación.
Aquí, sin embargo, sólo puedo sugerir lo siguiente. Primero, en el caso
de los derechos que no requieren para su existencia la existencia de otros
artefactos (p. ej., los derechos morales), su reconocimiento social es acerca
de ciertas creencias comunes que son expresadas entre los miembros de
un grupo social mediante ciertas declaraciones. Por otro lado, para el
caso de los derechos jurídicos, cuya existencia sí requiere la existencia
de otros artefactos (p. ej., normas jurídicas), lo que se reconoce cuando se
reconoce su existencia es un acto de habla declarativo institucional (p. ej.,
un pronunciamiento legislativo o una decisión judicial). De ahí la dife
rencia que introduje antes entre reconocimiento social y reconocimiento
institucional.
32
Al respecto, véase Alasdair MacIntyre, After Virtue, University of Notre Dame Press, Notre Dame,
1981, p. 67; y Tim Crane, The Objects of Thought, Oxford University Press, Oxford, 2013.
Derechos y conflictos entre derechos: un análisis metafísico 89
33
H. L. A. Hart, The Concept of Law, op. cit.
34
Uno puede objetar esta interpretación; sin embargo, el punto que intento ilustrar con ella no
depende de su aprobación. En todo caso, la teoría institucional del derecho de Neil MacCormick
(en An Institutional Theory of Law, op. cit., e Institutions of Law, op. cit.) podría considerarse como un
ejemplo mucho más claro de esta forma de reconocimiento colectivo (al respecto, véase Miguel
Ángel García Godínez, Los criterios de corrección en la teoría del razonamiento jurídico de Neil MacCormick.
Serie: Interpretación Constitucional Aplicada, núm. 3, Centro de Estudios Constitucionales-SCJN,
México, 2017).
Derechos y conflictos entre derechos: un análisis metafísico 91
35
Cfr. Brian Epstein, The Ant Trap: Rebuilding the Foundations of the Social Sciences, Oxford University
Press, Oxford, 2015.
36
Para esto, véase, ibidem, pp. 46-49, 279.
37
Como bien lo explica Thomasson, aunque hay muchos objetos en el mundo (tanto artificiales
como naturales, p. ej., plantas y animales —incluyendo los seres humanos—) que son en algún
92 Conflictos entre derechos
Decir que los derechos y los derechos jurídicos dependen de cierta inten
cionalidad colectiva, quiere decir que su existencia requiere adoptar la
perspectiva del participante (es decir, la perspectiva de quien participa
en el reconocimiento social o institucional del carácter artefactual de las
correspondientes declaraciones o actos declarativos institucionales). Adop
tar esta perspectiva requiere (y está caracterizada por) usar un determi
nado marco conceptual (esto es, las correspondientes descripciones-tipo)
para crear entidades artificiales.38
sentido causalmente producidos por ciertas actividades humanas intencionales (p. ej., la agricultura
y el sexo), estos objetos no son por eso mismo artefactuales (en Ordinary Objects, op. cit., p. 52).
38
Al respecto, véase Amie Thomasson, Ordinary Objects, op. cit. y Amie Thomasson, Ontology Made
Easy, Oxford University Press, Oxford, 2014.
Derechos y conflictos entre derechos: un análisis metafísico 93
Con todo lo dicho en las secciones anteriores, la idea de que los derechos
son artefactos sociales; es decir, objetos sociales creados intencional
mente para cumplir con ciertas funciones, no debería parecer excéntrica.
Aunque queda pendiente resolver la cuestión de qué funciones específi
cas cumplen los derechos, esto es, si los derechos protegen intereses, o
si aseguran y promueven libertades, o si justifican cierta restricción en
las libertades de otros, etc., la caracterización que aquí presento busca
ser compatible con cualquiera que sea la teoría de la función de los dere
chos que resulte más coherente con nuestras prácticas normativas (socia
les e institucionales).
39
Si uno caracteriza las razones que los derechos activan como razones inconmensurables, entonces
la idea de un conflicto genuino entre derechos es insostenible. Una teoría de los derechos como
Derechos y conflictos entre derechos: un análisis metafísico 95
artefactos, que no decide qué funciones específicas tienen los derechos (es decir, qué razones en
específico activan), no está comprometida con la posibilidad de conflictos genuinos entre derechos.
Agradezco otra vez a Diana González por advertirme de esto. En todo caso, véase Peter Schaber,
"Are There Insolvable Moral Conflicts?", en Peter Baumann y Monika Betzler (eds.), Practical Con-
flicts. New Philosophical Essays, Cambridge University Press, Cambridge, 2004, pp. 279-294. Y Ruth
Chang, "Incommensurability (and incomparability)", en Hugh LaFollette (ed.), The International
Encyclopedia of Ethics, Blackwell, Malden M. A., 2013, pp. 2591-2604.
40
Para una discusión general sobre el ofrecimiento de razones prácticas y su activación (triggering),
véase David Enoch, "Giving Practical Reasons", Philosophers’ Imprint, vol. 11, núm. 4, 2011, pp. 1-22.
96 Conflictos entre derechos
Nada en la teoría de los derechos como artefactos nos impide dar cuenta
de éste o cualquier otro caso de conflicto entre derechos. Primero, por
que esta teoría caracteriza claramente dichos conflictos como conflictos en
tre razones. Y segundo, porque entiende los derechos (y los derechos
jurídicos) como artefactos sociales (institucionales) que tienen precisa
mente la función de activar esas razones al identificar a quienes sostienen
ciertas posiciones normativas. Estas dos ideas, además, explican por qué
otros tipos de artefactos no entran en conflicto de la misma forma que los
derechos: sólo aquellos artefactos cuya función es activar razones pueden
conflictuarse entre sí. Así, los tenedores, los sillones, las corporaciones,
etc., cuya función no es activar razones, no pueden entrar en conflicto.
3. Conclusiones
Fuentes
Crane, Tim, The Objects of Thought, Oxford University Press, Oxford, 2013.
Cruz Parcero, Juan Antonio, El concepto de derecho subjetivo, 2a. ed., Fon
tamara, México, 1999.
Epstein, Brian, The Ant Trap: Rebuilding the Foundations of the Social
Sciences, Oxford University Press, Oxford, 2015.
98 Conflictos entre derechos
Franssen, Marteen et al. (eds.), Artefact Kinds. Ontology and the Human-Made
World, Springer, Suiza, 2013.
Hart, H. L. A., The Concept of Law, 2a. ed., Oxford University Press,
Oxford, 1994.
Hilpinen, Risto, "On Artifacts and Works of Art", Theoria, vol. 58, núm. 3,
1992, pp. 58-82.
Raz, Joseph, "On the Nature of Rights", Mind, vol. 93, núm. 370, 1984,
pp. 194-214.
Searle, John R., Making the Social World: The Structure of Human Civilization,
Oxford University Press, Oxford, 2010.
Thomasson, Amie L., "The Easy Approach to Ontology", Axiomathes, vol. 19,
núm. 1, 2009, pp. 1-15.
Cass R. Sunstein**
* Texto publicado originalmente como "Trimming", en Harvard Law Review, vol. 122, núm. 4, 2009,
pp. 1049-1094. Traducido al español por Mariana Hernández Cruz y publicado con autorización
del autor.
** Profesor de Derecho Felix Frankfurter, Escuela de Derecho de Harvard. Gracias a Bruce Ackerman,
Ian Ayres, Glenn Cohen, Adam Cox, Elizabeth Emens, Richard Fallon, Terry Fisher, Robert Goodin,
Jonathan Masur, Martha Minow, Gerry Neuman, Martha Nussbaum, Eric Posner, Arden Rowell,
Michael Sandel, Kathryn Spier, David Strauss, Mark Tushnet y Adrian Vermeule por sus valiosos
comentarios en un borrador previo. Agradecimientos especiales a los participantes en los talleres en
las Escuelas de Derecho de Harvard, Chicago y Yale, quienes aportaron una ayuda extraordinaria.
También estoy agradecido con Beth Bell, Deanna Rice y Emily Ullman por su magnífica e indispen
sable ayuda en la investigación.
Sumario: I. Introducción; II. Por qué contemporizan los contemporizadores;
A. Notas históricas; B. Contemporización contemporánea; 1. Moderados y
conservadores: definiciones; 2. Contemporización en el derecho constitucio
nal contemporáneo; 3. Problemas y preocupaciones; III. Razones para con
tem porizar; A. Contemporización y principios; B. La heurística de la
contemporización; C. Contemporización estratégica; D. Contemporización
y precedente; E. Conflicto, exclusión y humillación; F. Autodefensa judicial;
IV. Contra la contemporización; A. Contemporizadores equivocados; B. Contem
porizadores confundidos; C. Contemporizadores manipulables; 1. El problema;
2. Limitaciones de credibilidad; 3. ¿Extremos arbitrarios?; D. Contemporiza
dores anárquicos; E. Contemporizadores políticos; F. Balance; V. Minimalistas
contra contemporizadores; A. Superficialidad y estrechez; B. ¿Por qué super
ficialidad? ¿Por qué estrechez?; C. Profundidad, amplitud y contemporiza
ción; 1. Contra el minimalismo: sobre la predictibilidad y los costos de la
exportación; 2. Reglas y normas, contemporizadores y minimalistas; 3. El ca
mino de la ley; ¿del minimalismo a la contemporización?; VI. ¿Cuándo con
temporizar? ¿Cuándo no?; A. Contemporizadores contra minimalistas;
B. Contemporización, primacía democrática y fundamentalismo de los dere
chos; C. ¿Contemporización sin contemporizadores? Sobre las instituciones
que producen contemporizaciones; VII. Conclusión.
103
104 Conflictos entre derechos
—Lord Halifax1
1
Lord Halifax, "The Character of a Trimmer" [Londres, 1688], en Mark N. Brown (ed.), The Works
of George Savile Marquis of Halifax, 1989, pp. 178-179, 243. (Se omitió la nota al pie.)
Trimming 105
I. Introducción
Los tres enfoques están familiarizados con múltiples terrenos del dere
cho constitucional. Al reconocer un derecho individual amplio, la Corte
2
John D. Sinclair, "Note on Canto III", en The Divine Comedy of Dante Alighieri: Inferno, trad. al inglés
de John D. Sinclair de la Divina comedia, 1961, pp. 54-55. Aunque ni Dante ni Sinclair usan la
palabra "contemporizadores", los "‘neutrales’ [...] han sido llamados contemporizadores de manera
retroactiva". Eugene Goodheart, "In Defense of Trimming", Philosophy & Literature, núm. 25, 2001,
p. 46.
106 Conflictos entre derechos
3
Aquí, supongo que la ley de difamación es un producto de alguna especie de juicio democrático,
ya sea a través de las actitudes del Estado o mediante la aceptación implícita de las decisiones del
common law..
4
Véase, por ejemplo, Ronald Dworkin, Justice in Robes, Harvard University Press, Cambridge, 2006;
Adrian Vermeule, Judging under Uncertainty, Harvard University Press, Cambridge, 2006. Nótese
que las distinciones entre los tres enfoques van más allá de los debates familiares sobre las fuentes
del contenido constitucional. Por ejemplo, los originalistas adoptan el fundamentalismo de los de
rechos en algunos terrenos y adoptan la primacía democrática en otros, dependiendo de lo que
requiere el significado original.
5
De hecho, en su resolución sobre la ley de difamación, la Corte siguió aproximadamente el cuarto
enfoque. Véase Suprema Corte, caso New York Times Co. v. Sullivan (376 U.S. 254), 1964.
Trimming 107
6
Sin embargo, pueden encontrarse discusiones sobre asuntos sobrepuestos en J. Harvie Wilkinson
III, "The Rehnquist Court at Twilight: The Lures and Perils of Split-the-Difference Jurisprudence",
Stanford Law Review, 1969 (2006), p. 58.
7
Para un tratamiento histórico, véase H. C. Foxcroft, A Character of The Trimmer: Being a Short Life
of The First Marquis of Halifax, Cambridge University Press, Cambridge, (1946) 2014; Henry
Horwitz, Parliament, Policy and Politics in The Reign of William III, Manchester University Press,
Inglaterra, 1977; Donald R. Benson, "Halifax and the Trimmers", Huntington Library Quarterly,
núm. 27, 1964, p. 115; Mark N. Brown, "Trimmers and Moderates in the Reign of Charles II",
Huntington Library Quarterly, núm. 37, 1974, p. 311; Thomas C. Faulkner, "Halifax’s the Character
of a Trimmer and L’Estrange’s Attack on Trimmers in The Observator", Huntington Library Quarterly,
núm. 37, 1973, p. 71. Para una discusión valiosa, véase E. Goodheart, "In Defense of Trimming",
op. cit.
8
E. Goodheart, "In Defense of Trimming", op. cit.
9
Idem.
108 Conflictos entre derechos
10
Para una discusión relacionada, con conclusión escéptica, véase J. Harvie Wilkinson III, "The
Rehnquist Court at Twilight…" supra nota 6. Contemporizar puede entenderse como una forma de
"negociar judicialmente", pero como veremos, los argumentos a su favor son más atractivos de lo
que sugiere el término.
Trimming 109
A. Notas históricas
11
Véase E. Goodheart, "In Defense of Trimming", op. cit., p. 54.
12
D. R. Benson, "Halifax and the Trimmers", op. cit., p. 118.
110 Conflictos entre derechos
13
Ibidem, pp. 131-132.
14
L. Halifax, "The Character of a Trimmer", op. cit.
15
T. C. Faulkner, "Halifax’s the Character of a Trimmer…", op. cit., p. 73.
16
H. C. Foxcroft, A Character of The Trimmer…", op. cit., p. 336.
17
Tim Harris, "What’s New About the Restoration?", Albion, núm. 29, 1997, pp. 187, 211.
18
Ibidem, pp. 211-212.
19
T. C. Faulkner, "Halifax’s the Character of a Trimmer…", op. cit., p. 76 (cita de The Observator, 3
de diciembre de 1684).
20
Ibidem (cita de The Observator, 16 de noviembre de 1682).
Trimming 111
21
T. Harris, "What’s New About the Restoration?", op. cit., p. 212 (cita de The Character of a Church-
Trimmer [Londres, 1683]).
22
Ibidem, pp. 211-212 (discusión de los ataques de L’Estrange a los contemporizadores).
23
Phillip Harth, Pen for a Party: Dryden’s Tory Propaganda in its Contexts, 1992, p. 210 (se omitieron
las cursivas) (cita de John Dryden, Vindication of The Duke Of Guise (Londres, 1683), reimpreso en
Sir Walter Scott (ed.), The Works Of John Dryden, Edimburgo, William Paterson, 1883, pp. 135, 182.
24
D. R. Benson, "Halifax and the Trimmers", op. cit., p. 116 (cita de The Oxford English Dictionary,
primera edición, 1933, p. 365; véase también The Oxford English Dictionary, 1933, p. 365 (que
recoge usos históricos adicionales de la palabra en este sentido).
25
D. R. Benson, "Halifax and the Trimmers", op. cit., p. 132.
26
Ibidem, p. 134.
112 Conflictos entre derechos
porizadores [...] eran Tories acusados de sentir simpatía hacía los Whigs
o anglicanos, igualmente acusados con respecto a los disidentes pro
testantes. Como la mayor parte de los anglicanos eran Tories, estas dos
definiciones son complementarias, de hecho, casi intercambiables".27
Desde este punto de vista, los contemporizadores políticos consistían
en esos Tories, incluyendo a Halifax y lord Keeper Guilford, que creían en
someter a la Corona al estado de derecho; es decir, los Tories moderados
o constitucionales, en oposición a los Tories "de altos vuelos", quienes
creían en el poder absoluto del rey.28
27
M. N. Brown, "Trimmers and Moderates…", op. cit., p. 319.
28
Ibidem, pp. 328-330.
29
L. Halifax, "The Character of a Trimmer", op. cit., p. 243.
30
Véase ibidem, pp. 184-99.
31
Ibidem, pp. 240.
32
Véase ibidem, pp. 194-195.
33
Ibidem, pp. 184-199.
Trimming 113
34
Ibidem, p. 180.
35
Ibidem, p. 222.
36
Idem.
37
Véase Mark N. Brown, "Introduction", en The Works of George Savile Marquis of Halifax, op. cit.,
pp. 3, 111.
38
H. Horwitz, Parliament, Policy and Politics…, op. cit., p. 35 (cita 2 supra, en H. C. Foxcroft, The Life
and Letters of Sir George Savile, Bart. First Marquis of Halifax, Londres, Longmans, Green and Co.,
1898, pp. 230, 229 (Se omitieron las comillas internas).
39
Thomas Babington Macaulay, The History Of England, Folio Press, 1985, p. 185.
40
Ibidem, pp. 185-186.
114 Conflictos entre derechos
B. Contemporización contemporánea
41
Véase J. H. Wilkinson III, "The Rehnquist Court at Twilight…", op. cit., p. 1971 (describe a la
Suprema Corte del difunto juez Rehnquist de la siguiente manera: "La Corte buscó sortear los
asuntos más controvertidos que se le presentaban buscando un justo medio entre las diferencias.
Pocos tribunales elevaron esta forma de jurisprudencia a una forma de arte".)
Trimming 115
42
La diferencia de enfoque dependerá del porqué contemporiza un contemporizador. Véase infra el
apartado III (que insiste en que la contemporización en principio podría producir el mejor resultado
[un punto que sugiere que los contemporizadores deben hacer juicios independientes] y también
la posibilidad de que la contemporización modera el conflicto social [un punto que sugiere que los
contemporizadores deben poner atención a las posiciones que se sostienen más profundamente]).
116 Conflictos entre derechos
43
Estoy agradecido con Richard Fallon por hacer hincapié en esta distinción.
Trimming 117
2. Contemporización en el
derecho constitucional contemporáneo
Este enfoque podría tomarse como un justo medio entre posiciones con
trapuestas que sostienen con intensidad personas aparentemente razo
nables. De manera alternativa, los contemporizadores podrían creer que
están conservando lo mejor y más sensato de las posiciones contrapues
tas. Podrían reconocer que el respeto de la autonomía exige la protección
del discurso comercial honesto, pero también admitir que hay muchas
menos razones para temer la regulación del discurso comercial falso o
engañoso que la regulación de un discurso político falso o engañoso.46
Por esta razón, contemporizan.
44
Véase, por ejemplo, Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Liquormart, Inc. v. Rhode Island,
517 U.S. 484, 518 (1996) (El juez Thomas acuerda en parte y acuerda con el juicio).
45
Véase Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Virginia State Board of Pharmacy v. Virginia
Citizens Consumer Council, Inc., 425 U.S. 748, 781 (1976). (Voto particular del juez Rehnquist).
46
Véase, por ejemplo, Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Rubin v. Coors Brewing Co., 514
U.S. 476, 482 (1995); Virginia State Board of Pharmacy, 425 U.S. pp. 771-773 y la nota 24.
118 Conflictos entre derechos
47
Véase, por ejemplo, caso Lawrence v. Texas, 539 U.S. 558 (2003).
48
Confróntese Dworkin, Justice in Robes, op. cit., (el cual examina las varias maneras como se
entretejen el derecho y la moral, y cómo las convicciones morales de un juez influyen en sus juicios
sobre lo que constituye el derecho).
49
Véase Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Lochner v. New York, 198 U.S. 45, 76 (1905)
(Voto particular del juez Holmes). Desde luego, un rechazo del debido proceso sustantivo debe
basarse en múltiples fundamentos, incluyendo argumentos textuales e históricos.
50
Véase Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Lawrence v. Texas, 539 U.S. p. 588 (Voto
particular del juez Scalia); caso Michael H. v. Gerald D., 491 U.S. 110,122-130 (1989) (opinión
dividida).
51
Para un ejemplo interesante de un resultado que refleja la conciliación, en parte por un desacuerdo
interno, véase Suprema Corte de los Estados Unidos, caso United States v. Booker, 543 U.S. 220
(2005). En este caso, la Corte encontró que algunos usos judiciales de las Pautas de Sentencias
Federales violaban la Sexta Enmienda, ibid., pp. 226-227, pero que el remedio no era dejar de lado
las pautas, sino usarlas como asesoría, ibid., p. 245. La Corte en conjunto terminó contemporizando,
con cinco jueces que apoyaron la invalidación, con cuatro que apoyaron un uso reducido de las
pautas — y con cinco que apoyaron el uso continuo de las pautas, con cuatro de éstos que apoyaron
la validación. Véase J. H. Wilkinson, "The Rehnquist Court at Twilight", op. cit., p. 1975.
Trimming 119
52
Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Buckley v. Valeo, 424 U.S. 1, 23-59 (1976).
53
Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Planned Parenthood of Southeastern Pennsylvania v.
Casey, 505 U.S. 833, 895, 901 (1992). En la medida en que quede abierto el estándar de carga
indebida, combina la contemporización (el rechazo de los extremos) con una forma de minimalismo
(deja asuntos clave sin decidir).
54
Véase Suprema Corte de los Estados Unidos, Caso Craig v. Boren, 429 U.S. 190, 197-199 (1976).
Para sugerencias de que este enfoque es una especie de conciliación, véase Collin O’Connor
Udell, "Note", Signaling a New Direction in Gender Classification Scrutiny: United States v. Virginia,
Connecticut Law Review, núm. 29, 1996, pp. 521, 527-528; y Ruth Bader Ginsburg y Barbara Flagg,
"Some Reflections on the Feminist Thoughts of the 1970s", The University of Chicago Legal Forum,
vol. 1989, núm. 1, pp. 9, 17.
55
Suprema Corte de los Estados Unidos, Miller vs California, 413 U.S. 15, 24 (1973).
56
Véase Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Van Orden v. Perry, 545 U.S. 677, 691-692
(2005).
120 Conflictos entre derechos
razón.57 Las personas razonables también podrían creer que los mate
riales sexualmente explícitos deberían estar protegidos de la regulación
gubernamental en general, pero que en algunos casos, el gobierno tiene
justificaciones suficientemente fuertes para imponer prohibiciones.
57
Confróntese Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Buckley v. valeo, 424 U.S., pp. 26, 45.
Mi intención no es sugerir que esta opinión sea correcta.
58
En algunos asuntos, el caso District of Columbia v. Heller, 128 S. Ct. 2783 (2008) adopta lo que
podría verse como una forma de contemporización originalista. Véase ibid., p. 2799 (el cual sugiere
límites al derecho a la Segunda Enmienda).
Trimming 121
3. Problemas y preocupaciones
A partir de estos ejemplos, debería estar claro que lo que equivale a la mejor
forma de contemporización, y lo que califica como los extremos entre
los que median los contemporizadores, no siempre es evidente. Los con
temporizadores podrían estar enérgicamente en desacuerdo con otros
sobre la manera adecuada de contemporizar; dos o más enfoques podrían
contar como contemporización. En una disputa sobre la protección cons
titucional que se ha de dar a testimonios falsos sobre figuras públicas, por
ejemplo, muchas posiciones contrapuestas podrían considerarse como
59
Véase, por ejemplo, Ronald Dworkin, Freedom’s Law, Oxford University Press, Nueva York, 2002.
60
Véase, por ejemplo, Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Williamson v. Lee Optical, 348 U.S.
483, 489-490 (1955). Desde luego que es cierto que si el estándar de "base racional" significa que
se sostendrá toda la legislación, no es una forma de contemporización.
122 Conflictos entre derechos
61
Para algunas posiciones intermedias, véase Suprema Corte de los Estados Unidos, caso New York
Times v. Sullivan, 376 U.S. 254 (1964).
Trimming 123
A. Contemporización y principios
62
Véase Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Regents of the University of California v. Bakke,
438 U.S. 265, 318-20 (1978) (voto concurrente del juez Powell).
63
Véase Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Grutter v. Bollinger, 539 U.S. 306 (2003); caso
Gratz v. Bollinger, 539 U.S. 244 (2003).
64
Cfr. Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Craig v. Boren, 429 U.S. 190, 197-199 (1976).
65
Véase ibidem.
124 Conflictos entre derechos
Los jueces que llegaran a esta conclusión podrían ser moderados más
que contemporizadores, pero con toda seguridad podríamos imaginar
conservadores e incluso moderados que terminen con esta conclusión.
Los conservadores podrían creer que quienes atacan la discriminación
sexual están en lo correcto al insistir en que esa forma de discriminación por
lo general se basa en los mismos tipos de motivaciones constitucional
mente ilícitas que genera la discriminación racial. Sin embargo, tales
conservadores también podrían creer que en ocasiones verdaderamente
escasas, quienes defienden la discriminación sexual son capaces de gene
rar justificaciones suficientemente razonables para sus acciones.66
B. La heurística de la contemporización
66
Como ejemplos controvertidos, pero posibles, véase Suprema Corte de los Estados Unidos, caso
Michael M. v. Superior Court, 450 U.S. 464, 482-483 (1981) (voto concurrente del juez Blackmun),
y Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Rostker v. Goldberg, 453 U.S. 57 (1981).
67
Véase Duncan Kennedy, "Strategizing Strategic Behavior in Legal Interpretation", Utah Law
Review, 1996, pp. 785, 795-796 (se discute la diferencia de justo medio).
68
Véase Itamar Simonson y Amos Tversky, "Choice in Context: Tradeoff Contrast and Extremeness
Aversion", Journal of Marketing Research, núm. 29, 1992, p. 281; véase también Mark Kelman et al.,
"Context-Dependence in Legal Decision Making", Journal of Legal Studies, núm. 25, 1996, p. 287
(discute lo deseable de opciones que se toman como conciliaciones).
69
Kelman et al., op. cit., p. 288.
70
Ibid. pp. 291-292.
Trimming 125
71
Para algunos fundamentos teóricos para pensar que los contemporizadores podrían tener razón
en este asunto, véase Scott E. Page, The Difference, Princeton University Press, Nueva Jersey, 2007.
72
Véase James Surowiecki, The Wisdom of Crowds, Anchor Books, Nueva York, 2004.
73
Véase Cass R. Sunstein, Infotopia, Oxford University Press, Nueva York, 2006, p. 50.
74
Ibidem.
75
Sobre este punto, véase Cass R. Sunstein, A Constitution of Many Minds, Princeton University
Press, Oxford, 2009.
126 Conflictos entre derechos
Sería natural objetar que incluso cuando buscan contemporizar, los tribu
nales son institucionalmente incapaces de escuchar a las "multitudes".
En general, escuchan los argumentos de las partes que tienen enfrente, con
voces ocasionales de quienes producen amicus curiae. Sin embargo, un
juez que siente inclinación por la contemporización podría pensar que las
partes reflejan las opiniones de grupos mayores, por lo menos en casos
importantes. Cuando un bando privilegia una interpretación amplia de
la Segunda Enmienda, y otro bando una interpretación estrecha, no ha
blan sólo por sí mismos; reflejan las opiniones de numerosas personas,
a quienes, por lo tanto, la Corte está escuchando. En este sentido, no es
completamente artificial pensar que, incluso en el contexto de un proce
so judicial, contemporizar podría reflejar la sabiduría popular.
Es posible que un juez que está dispuesto a llegar a un justo medio piense
que, al contemporizar, puede evitar los peligros más graves relacionados
con ambos extremos. Un juez con aversión al riesgo podría elegir la con
temporización si ambas partes son capaces de presentar quejas serias
sobre los riesgos y peligros que acompañarían el curso que sugiere la
otra parte. Para quienes creen que, en asuntos de discrepancia, la mode
ración es generalmente más sensata, menos peligrosa o ambas, la con
temporización tiene mucho sentido.
C. Contemporización estratégica
76
Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Grutter v. Bollinger, 539 U.S. 306, 311 (2003); véase
también Gratz v. Bollinger, 539 U.S. 244 (2003).
77
Dejo de lado las situaciones interesantes en las cuales las divisiones internas en la Corte producen
una solución contemporizadora que sólo favorece a uno o dos miembros. Véase, por ejemplo,
Suprema Corte de los Estados Unidos, caso United States v. Booker, 543 U.S. 220 (2005); Regents of
the University of California v. Bakke, 438 U.S. 265, 319-320 (1978) (voto concurrente del juez
Powell). Muchos organismos colegiados, a menudo, no contemporizan porque una mayoría favo
recezca la contemporización, sino porque los grandes grupos están divididos y una posición central,
que sólo favorece una minoría, resulta la mejor opción.
128 Conflictos entre derechos
D. Contemporización y precedente
78
Este enfoque debe distinguirse de otras formas de acuerdos estratégicos, como la idea de que los
jueces podrían negociar estratégicamente los votos de una manera que modere las opiniones. Véase
Lee Epstein y Jack Knight, The Choices Justices Make, CQ Press, Washington, 1998, pp. 69-70; Frank
B. Cross, "The Justices of Strategy", Duke Law Journal, núm. 48, 1998, pp. 511, 522-524 (que hace
una revisión de Epstein y Knight, op. cit.).
Trimming 129
Aquí tenemos que hacer una distinción entre (a) contemporización in
tencional por contemporizadores conscientes y (b) una doctrina que
parece ser un producto de (a), pero en realidad es un resultado de un
proceso de mano invisible, en el que un régimen de contemporización pa
rece ser el producto de una mente contemporizadora única, pero no lo
es para nada.79 Pensemos, por ejemplo, en el terreno de las regulaciones
expropiatorias, que parecen tener un alto grado de contemporización.80
Es razonable sugerir que la doctrina existente no es producto de las de
cisiones de contemporizadores conscientes, sino que más bien evolucionó
a través de juicios caso por caso junto con muchas personas que habrían
preferido un tipo de régimen diferente.
79
Para una magnífica discusión sobre los mecanismos de mano invisible, véase Edna Ullmann-
Margalit, "The Invisible Hand and the Cunning of Reason", Social Research, núm. 64, 1997, p. 181.
Para ejemplos de estos mecanismos en proceso en la Corte, véase supra nota 77.
80
Véase, por ejemplo, Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Lingle v. Chevron U.S.A., 544 U.S.
528 (2005); caso Tahoe-Sierra Preservation Council, Inc. v. Tahoe Regional Planning Agency, 535 U.S. 302
(2002); caso Lucas v. South Carolina Coastal Council, 505 U.S. 1003 (1992).
130 Conflictos entre derechos
81
Véase Cass R. Sunstein, "If People Would be Outraged by their Rulings, Should Judges Care?",
Stanford Law Review, núm. 60, 2007, pp. 155, 159.
82
Véase ibid.
83
Véase Alexander M. Bickel, The Least Dangerous Branch, Yale University Press, New Haven,
Londres, 1962, pp. 111-133.
84
Véase Cass R. Sunstein, One Case at a Time, Harvard University Press, Londres, 1999, pp. 3-6.
Trimming 131
y las deje para otro día. Sin embargo, si la separación resulta ser imposi
ble o indeseable por algún motivo,85 un juez podría intentar razonable
mente contemporizar. Si es posible llegar a una resolución sensata o lo
suficientemente correcta, el juez podría buscar un resultado que no cau
se una intensa controversia pública.
85
Véase infra la sección III.F para algunos comentarios explicativos sobre este punto.
86
Sinclair, op. cit., p. 55.
132 Conflictos entre derechos
87
Véase, por ejemplo, Dan M. Kahan y Donald Braman, "Cultural Cognition and Public Policy", Yale
Law & Policy Review, núm. 24, 2006, pp. 149, 150-151.
88
Para varias discusiones, véase los artículos disponibles en el Cultural Cognition Project en la
Escuela de Derecho de Yale. Disponible en: http://culturalcognition.net
89
Véase, por ejemplo, Kahan y Braman, op. cit., nota 87, pp. 158-160.
90
Véase Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Brown v. Board of Education, 347 U.S. 483
(1954). Cuando sugiero que la Corte no contemporizó, quiero decir que la Corte rechazó
explícitamente la idea de "separados pero iguales" en la educación (y al final, en todas partes).
Trimming 133
con base en lo que piensan los demás.91 Sería posible, por ejemplo, seguir
a autoridades confiables cuando, por ejemplo, la gente cree que algunos
litigantes o jueces particulares (¿el juez Breyer? ¿el juez Scalia?) general
mente están en lo correcto, y deben seguirse por esa razón. Este tipo
de enfoque llevaría a resultados muy diferentes de aquellos a los que se
llegue por medio de la contemporización, pero estarían en la misma fa
milia. De este modo, también sería posible pensar que el mejor enfoque
es identificar una opinión que sostiene una persona particular o una co
munidad, y tomar una opinión ligeramente más extrema que la que sos
tiene esa persona o comunidad. Hay muchas variaciones imaginables sobre
este tema. Si las opiniones de otras personas aportan una base sensata para
tomar una decisión, contemporizar es sólo un miembro de una gran fami
lia de enfoques posibles.
F. Autodefensa judicial
91
Véase Gerd Gigerenzer, Gut Feelings, Viking Books, Penguin, Nueva York, 2007, pp. 217-219
(donde se discute la heurística de la toma de decisiones de hacer lo que hace la mayoría).
92
Véase J. H. Wilkinson, "The Rehnquist Court at Twilight", op. cit., p. 1984.
134 Conflictos entre derechos
A. Contemporizadores equivocados
93
Véanse las anotaciones escépticas del juez Wilkinson, ibid., pp. 1989-1991, en las que sugiere que
el esfuerzo por transigir lleva a resultados que no interpretan adecuadamente la Constitución.
94
Véase, por ejemplo, Antonin Scalia, "Common-Law Courts in a Civil Law System: The Role of
United States Federal Courts in Interpreting the Constitution and Laws", en Amy Gutmann (ed.),
A Matter of Interpretation, Princeton university Press, New Jersey, 1997, pp. 3, 37-41.
95
En este sentido, por ejemplo, el caso District of Columbia v. Heller, 128 S. Ct. 2783 (2008), quizá
la opinión originalista más tímida en la historia de la Corte, no es una forma de contemporización
en realidad.
96
Véase, por ejemplo, A. Vermeule, Judging under Uncertainty, op. cit., p. 230.
Trimming 135
Otras personas creen que la Constitución debe tener una "lectura moral",
en el sentido de que los jueces deben leer el documento a la luz de los
mejores principios morales, en consistencia con los precedentes.97 En mu
chos casos, la contemporización producirá una lectura moral inferior.
Quienes buscan lecturas morales preguntarán: ¿Por qué los jueces tran
sigirían en lugar de interpretar las disposiciones en disputa de la manera
moralmente preferible? Con respecto al derecho constitucional, algunas
personas son visionarias: creen que el documento, cuando se interpreta
adecuadamente, exige importantes cambios sociales. Fuera del derecho
constitucional, los visionarios han desempeñado un papel inconfundible
mente importante en la historia de Estados Unidos. Los contemporizado
res parecen ser un obstáculo para un cambio deseable. Y cualquiera que sea
nuestra interpretación constitucional preferida, podemos encontrar inme
diatamente disputas en las que la contemporización sería inaceptable.
97
Véase, por ejemplo, R. Dworkin, Freedom’s Law, op. cit., pp. 2-4.
98
Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Brown v. Board of Education (Brown II), 349 U.S. 294
(1955), con su "a la mayor celeridad posible", puede comprenderse fácilmente como una forma de
136 Conflictos entre derechos
B. Contemporizadores confundidos
contemporización que reconoce tanto las realidades prácticas como las creencias profundas de todos
los bandos. Sin embargo, no está claro que el enfoque de la Corte fuera defendible por esa razón.
Véase Charles L. Black, Jr., "The Unfinished Business of the Warren Court", Washington Law Review,
núm. 46, 1970, pp. 3, 22.
99
Véase Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Debs v. United States, 249 U.S. 211 (1919).
100
Véase Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Brandenburg vs Ohio, 395 U.S. 444 (1969).
101
Cfr. Robert F. Kennedy (prol.), "Foreword to the Memorial Edition", en John F. Kennedy, Profiles
In Courage, HarperCollins Publishers, Nueva York, 1964, pp. xi, xiii. ("Al presidente Kennedy le
gustaba citar de Dante que ‘los lugares más ardientes del Infierno estaban reservados para aquellos
que, en tiempos de una gran crisis moral, mantienen su neutralidad.’"). La cita es esclarecedora, pero
no es precisa; véase el segundo epígrafe, op. cit., p. 1052. La objeción a la contemporización es más
evidentemente correcta cuando el contemporizador produce un resultado arbitrario o aleatorio,
como la opinión, por ejemplo, de que la publicidad comercial se proteja de lunes a miércoles, pero
no de jueves a sábado, y con base en un volado los domingos. Ningún contemporizador sensato, ya
sea conciliador o preservador, actúa de esta manera arbitraria, pero el riesgo de error se extiende
mucho más allá de la arbitrariedad. (No tengo aquí la intención de hablar sobre las controversias
legítimas que tienen que ver con el uso de la aleatorización.)
Trimming 137
Sin embargo, es cierto que, en muchos casos, más de una posición puede
ser resultado de y considerarse como una contemporización. En el con
texto de un debate sobre la libertad de expresión o el derecho a la priva
cidad, podríamos imaginarnos una "escala de libertades civiles" de -10 a
+10, y podríamos imaginar argumentos -10, -5, 0, +5 y +10. El contem
porizador puede elegir de forma legítima -5, 0 y +5. El conciliador dili
gente se inclinará hacia 0; sin embargo, los argumentos legales podrían
no alinearse de manera tan ordenada y, quizá, 0 no tenga sentido como
cuestión de principio.
102
Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Brown II, 349 U.S., p. 301.
140 Conflictos entre derechos
C. Contemporizadores
manipulables
1. El problema
Bajo esta luz, debe ser evidente que la práctica de contemporizar parece
crear incentivos muy desafortunados, pues alienta a las personas a exa
gerar la intensidad de sus opiniones y, en el proceso, provocan a sus
adversarios. En presencia de contemporizadores, los fundamentalis
tas de los derechos y quienes creen en la primacía democrática podrían
103
Robert E. Goodin, "Possessive Individualism Again", Political Studies, núm. 24, 1976, pp. 488, 489.
104
Véase Kelman et al., "Context-Dependence in Legal…", op. cit., supra nota 68, p. 288.
105
Véase ibid., pp. 290-295 (donde se muestra que la elección de condena por parte de miembros
de jurados experimentales varía de acuerdo con las opciones que se presentan).
Trimming 141
2. Limitaciones de credibilidad
Sin embargo, hay razones para pensar que este miedo es exagerado. Si las
personas caracterizan su posición de una manera extrema, podrían perder
credibilidad, e incluso los moderados podrían percibir sus verdaderas
intenciones. En ambientes experimentales, los miembros del jurado que
sienten inclinación por evitar los extremos no son infinitamente mani
pulables: una limitación de credibilidad restringe su interés en hallar el
142 Conflictos entre derechos
"media aurea".106 Además, como hemos visto, dos pueden jugar el juego
de la manipulación. Supongamos que las partes comienzan en -5 y +5,
y el contemporizador opta por 0. Si una parte se mueve entonces a -10,
con la esperanza de mover al contemporizador a -2.5, la segunda parte
probablemente se moverá a +10 y restaurará el statu quo.
Sin embargo, sigue siendo cierto que se puede manipular a los modera
dos. Por el contrario, los conservadores están dispuestos a filtrar y escru
tar opiniones discrepantes y, por lo tanto, están en una posición mucho
mejor. Ellos deberían ser capaces de ver que los esfuerzos estratégicos
a veces provocan posiciones que, después de cierta reflexión, no tienen
ningún atractivo y no pueden sostenerse con sinceridad. Por el riesgo
a la manipulación, junto con el riesgo al error, la contemporización pre
servadora tiene importantes ventajas sobre su hermana de inclinación
conciliadora.
3. ¿Extremos arbitrarios?
106
Véase Adrian Vermeule, "Emergency Lawmaking After 9/11 and 7/7", University of Chicago Law
Review, núm. 75, 2008, pp. 1155, 1182.
Trimming 143
D. Contemporizadores anárquicos
107
Véase Sunstein, A Constitution of Many Minds, op. cit.
108
J. H. Wilkinson, "The Rehnquist Court at Twilight", op. cit., p. 1991.
144 Conflictos entre derechos
109
Véase John Hart Ely, "The Constitutionality of Reverse Racial Discrimination", University of
Chicago Law Review, núm. 41, 1974, p. 723; Eric Schnapper, "Affirmative Action and the Legislative
History of the Fourteenth Amendment", Virginia Law Review, núm. 71, 1985, p. 753.
110
Suprema Corte de los Estados Unidos, caso District of Columbia v. Heller, 128 S. Ct. 2783, 2816
(2008) ("Concluimos que ninguna parte de nuestros precedentes exige que adoptemos la compren
sión original de la Segunda Enmienda.")
Trimming 145
E. Contemporizadores políticos
111
Véase A. Vermeule, Judging under Uncertainty, op. cit., p. 1.
146 Conflictos entre derechos
F. Balance
112
Véase E. Goodheart, "In Defense of Trimming", op. cit., p. 49.
Trimming 147
113
Parece que el juez Wilkinson omite la distinción entre los dos grupos con su exploración de
"transigir". Por ejemplo, sugiere que "transigir permitió que, en sus últimos años, la Corte de Rehnquist
elaborara resoluciones estrechas [...]", en J. H. Wilkinson, "The Rehnquist Court at Twilight", op. cit.,
p. 1982. La palabra "estrechas" sugiere un enfoque en los particulares o un enfoque caso por caso,
véase ibid., del tipo que respaldan los minimalistas; los contemporizadores prefieren la amplitud.
148 Conflictos entre derechos
los derechos de una manera u otra. Los minimalistas celebran las virtu
des de no decidir; los contemporizadores quieren decidir. En la Suprema
Corte, la concurrencia minimalista estándar enfatiza la estrechez de una
resolución particular y el hecho de que la Corte ha dejado ciertos asuntos
para otro día.114 En contraste, la concurrencia contemporizadora están
dar remarca que la decisión es más moderada de lo que podría parecer,
por ejemplo, porque la Corte ha permitido ciertas prácticas que su lógica
le habría hecho prohibir.115
Debe estar claro que en tanto que los contemporizadores insisten en una
resolución clara de las cuestiones en discrepancia, en un sentido están
negándose a contemporizar. Un contemporizador consistente pensaría: voy
a contemporizar entre tomar decisiones claras y no decidir. En abstracto,
no es obvio qué significa exactamente, pero quizá un contemporizador
consistente decida algunos asuntos, pero no otros. Sin embargo, para
mantener las distinciones simples, caracterizaré a los contemporizadores
como quienes se comprometen con la claridad y a los minimalistas como
quienes se comprometen con dejar una buena parte sin resolver. Separemos
los dos enfoques y veamos qué puede decirse en nombre de uno u otro.
A. Superficialidad y estrechez
114
Véase, por ejemplo, Suprema Corte de los Estados Unidos, caso City of Chicago v. Morales, 527
U.S. 41, 66-68 (1999). (Voto disidente del juez O’Connor y voto concurrente).
115
Véase Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Lucas v. South Carolina Coastal Council, 505 U.S.
1003, 1035 (1992) (Voto concurrente del juez Kennedy); Lujan vs Defenders of Wildlife, 504 U.S.
555, 579-581 (1992). (Voto disidente del juez Kennedy y voto concurrente).
Trimming 149
En primera, los minimalistas quieren proceder de una manera que sea más
superficial que profunda. Al decidir qué hacer cuando hay una controver
sia constitucional, los minimalistas buscan dejar las cuestiones funda
cionales sin decidir. Quieren resolver una controversia sobre la libertad
de expresión o la protección igualitaria sin resolver las cuestiones más
profundas sobre el significado de libertad e igualdad. Ellos esperan pro
ducir acuerdos carentes de una teoría completa —acuerdos sobre qué hacer
en medio de desacuerdos sobre por qué hacerlo exactamente—.117
En segunda, los minimalistas quieren proceder de una manera que sea más
estrecha que amplia. Ante una controversia sobre un programa de acción
afirmativa o una restricción del derecho al aborto, buscarán proceder sin
resolver otras controversias (hipotéticas). Pensemos bajo esta luz, lo que
sugiere el Ministro Presidente de la Suprema Corte John Roberts, que una
ventaja de la uninimidad en las decisiones de la Corte es la obtención de
resoluciones más estrechas. En sus propias palabras, "mientras más amplio
sea el acuerdo entre [M]inistros, más probable será que la decisión esté en
el campo más estrecho posible".118 Los nueve Ministros tienen visiones
sumamente diversas, y si son capaces de reunir una sola opinión, es pro
bable que esa opinión sea más estrecha que amplia. Desde el punto de
vista del Presidente de la Corte, esto es completamente deseable: "Si no es
necesario decidir más para resolver un caso, en mi opinión, es necesario
no decidir más".119
116
En Cass R. Sunstein, One Case At A Time, op. cit., discuto a detalle el minimalismo.
117
Véase Cass R. Sunstein, "Incompletely Theorized Agreements", Harvard Law Review, núm. 108,
1995, pp. 1733, 1735-1738.
118
Discurso de John G. Roberts Jr., Ministro presidente de la Suprema Corte de Estados Unidos, en
la Escuela de Derecho de la Universidad de Georgetown (21 de mayo de 2006), en Georgetown Law,
otoño/invierno 2006, pp. 19, 22.
119
Idem.
150 Conflictos entre derechos
120
De este modo podrían defenderse los rasgos minimalistas del caso District of Columbia v. Heller,
128 S. Ct. 2783 (2008).
121
Véase R. Dworkin, Freedom’s Law, op. cit., pp. 2-12.
122
Véase John Rawls, Political Liberalism, Columbia University Press, Nueva York, 1996, pp. 133-168.
152 Conflictos entre derechos
Por esta razón, los minimalistas pueden argumentar que su enfoque tam
bién tiene ventajas democráticas. Una sentencia estrecha y superficial
deja espacio para la continuación de la discusión y el debate. Si la Corte
no ha elegido una explicación fundamental del principio de libertad de
expresión o de la Cláusula de protección igualitaria, quienes sostienen
posiciones contrapuestas pueden insistir en su opinión en el ámbito demo
crático. Y si la Corte ha emitido una sentencia estrecha —por ejemplo,
sobre la discriminación basada en la orientación sexual o la detención
relacionada con la guerra contra el terrorismo—, los participantes en los
procesos democráticos pueden debatir esos asuntos antes de que se con
gele el derecho constitucional. Uno de los objetivos principales de los
minimalistas es mantener el espacio democrático, en gran parte por el
temor de que los jueces pueden equivocarse.
123
Véase Cass R. Sunstein, "Burkean Minimalism", Michigan Law Review, núm. 105, 2006, pp. 353, 356.
Trimming 153
124
Véase Antonin Scalia, "The Rule of Law as a Law of Rules", University of Chicago Law Review, núm.
56, 1989, pp. 1175, 1178-1180.
125
Véase A. Vermeule, Judging under Uncertainty, op. cit., pp. 230-288 (en favor de la deferencia
judicial).
154 Conflictos entre derechos
Hay otro punto más. Hemos visto que los conservadores buscan identificar
y respaldar las ideas esenciales más profundas de los adversarios. En
cambio, los minimalistas tratan de no rechazar esas ideas. Los contem
Trimming 155
Ahora debería estar claro cuándo y por qué están en desacuerdo los mini
malistas y los contemporizadores. En una disputa sobre la acción afirma
tiva, un minimalista tendría la tentación de concentrarse en el programa
particular, de una forma que dejaría bastante sin decidir. En cambio, un
contemporizador haría distinciones pertinentes de una manera que intro
dujera un alto grado de predictibilidad. Pensemos, como un ejemplo
dominante de contemporización, en la opinión aislada del juez Powell
en el caso Bakke, en la que concluye que los sistemas de cuotas son ina
ceptables, pero que las instituciones educativas podrían usar legítimamen
te la raza como un "factor".126 Un minimalista comprometido preferiría una
decisión más estrecha, que dejara sin decidir la cuestión de si la mayor
parte de los programas de discriminación positiva deberían ratificarse y
cuándo. El minimalista le preguntaría al contemporizador: "¿Por qué de
cidir asuntos que no se presentan directamente?"
126
Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Regents of the University of California v. Bakke, 438
U.S. 265, 315-19 (1978) (Voto particular del juez Powell).
127
Para una valiosa discusión, véase Christopher J. Peters, "Assessing the New Judicial Minima
lism", Columbia Law Review, núm. 100, 2000, p. 1454.
156 Conflictos entre derechos
2. Reglas y estándares,
contemporizadores y minimalistas
¿Cómo podría mediarse este tipo de disputa? Estos asuntos son similares
a los que dividen a los defensores de los conceptos jurídicos indetermi
nados de los defensores de las reglas precisas.128 Es probable que quienes
prefieren los principios se sientan inclinados por el minimalismo. Pense
mos en el estándar de "carga indebida" en la ley del aborto,129 un enfoque
que invita a resoluciones caso por caso bajo un concepto general cuyo
contenido específico no se haya especificado de antemano. Los entusias
tas de las reglas preguntan: "¿Por qué la Corte procede bajo el estándar
de carga indebida en lugar de plantear reglas claras que establezcan de
antemano todos o la mayoría de los casos?". Quienes adopten los están
dares probablemente respondan que cualquier esfuerzo por establecer
reglas produciría demasiados errores. Si la Corte tratara de especificar, de
antemano, qué equivale a "carga indebida", podría enfrentar ella misma
una carga indebida, de manera que garantizaría numerosos errores con
forme surjan nuevas situaciones. Un argumento convencional en favor de
los principios, en oposición a las reglas, es que los estándares aseguran
flexibilidad para el futuro, reduciendo así la magnitud y el número de
errores.
Por otro lado, los entusiastas de las reglas, como el juez Scalia, pueden
objetar que un concepto jurídico indeterminado de este tipo creará mu
chos problemas.130 Las reglas a menudo son mejores que los estándares,
porque reducen la carga en legisladores del futuro y también reducen
errores en general. Probablemente no querríamos que la ley de límite
de velocidad tome la forma de un estándar en lugar de una regla estricta.
128
Véase en general Louis Kaplow, "Rules Versus Standards: An Economic Analysis", Duke Law
Journal, núm. 42, 1992, p. 557; Kathleen M. Sullivan, "The Supreme Court, 1991 Term-Foreword:
The Justices of Rules and Standards", Harvard Law Review, núm. 106, 1992, p. 22; Cass R. Sunstein,
"Problems With Rules", California Law Review, núm. 83, 1995, p. 953.
129
Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Planned Parenthood of Southeastern Pennsylvania v.
Casey, 505 U.S. 833, 874-879 (voto razonado de los jueces O’Connor, Kennedy y Souter).
130
Véase A. Scalia, "The Rule of Law as a Law of Rules", op. cit.
Trimming 157
131
Véase, por ejemplo, Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Denver Area Educational
Telecommunications. Consortium v. Federal Communications Commission, 518 U.S. 727 (1996).
132
Véanse, por ejemplo, las fuentes citadas en las notas 44-46.
133
Véase supra p. 1062.
134
Véase, por ejemplo, Suprema Corte de los Estados Unidos, caso District of Columbia v. Heller, 128
S. Ct. 2783 (2008).
158 Conflictos entre derechos
135
Véase ibid., La decisión inicial de la Corte sobre este tema combina de manera considerable una
medida de contemporización con minimalismo. Véase Cass R. Sunstein, "The Supreme Court, 2007
Term—Comment: Second Amendment Minimalism: Heller As Griswold", Harvard Law Review,
núm. 122, 2008, pp. 246, 267-269.
136
Véase Geoffrey R. Stone et al., Constitutional Law, Wolters Kluwer & Business, 2005, pp. 857-916.
137
Véase ibid., p. 576-622.
Trimming 159
3. El camino de la ley;
¿del minimalismo a la contemporización?
138
Véase, por ejemplo, Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Fullilove v. Klutznick, 448 U.S.
448 (1980); también Cass R. Sunstein, "Public Deliberation, Affirmative Action, and the Supreme
Court", California Law Review, núm. 84, pp. 1179, 1185-1187.
139
Véase, por ejemplo, Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Grutter v. Bollinger, 539 U.S. 306
(2003); y Gratz v. Bollinger, 539 U.S. 244 (2003).
160 Conflictos entre derechos
La oposición más simple toma en cuenta los asuntos que acabo de dis
cutir. Supongamos que un juez está eligiendo entre la contemporización
140
Véase R. Dworkin, Justice in Robes, op. cit., p. 69.
141
Véase Suprema Corte de los Estados Unidos, caso United States v. Virginia, 518 U.S. 515, 531-534
(1996).
142
Véanse Suprema Corte de los Estados Unidos, caso Ferguson v. Skrupa, 372 U.S. 726, 730-732
(1963); y Williamson v. Lee Optical Co., 348 U.S. 483, 487-488 (1955).
Trimming 161
Desde luego que los jueces tienen otras opciones. A veces, la contempo
rización y el minimalismo carecen de gran atractivo. A veces es una cues
tión difícil si un juez debe elegir contemporizar.
143
Véase, p. ej., los casos citados supra nota 142.
144
Véase, p. ej., Suprema Corte de los Estados Unidos, caso National Association for the Advancement
of Colored People v. Claiborne Hardware Co., 458 U.S. 886, 907-912 (1982); y Brandenburg v. Ohio,
395 U.S. 444 (1969).
Trimming 163
145
Hacia la mitad del siglo xx, la Suprema Corte adoptó la opinión de que los beneficios del discurso
político debían sopesarse contra sus costos descontando su improbabilidad. Este enfoque de balance
se adoptó en el caso Dennis v. United States, 341 U.S. 494, 510 (1951); se defiende en Richard A.
Posner, "The Speech Market and the Legacy of Schenck", en Lee C. Bollinger y Geoffrey R. Stone
(eds.), Eternally Vigilant, University of Chicago Press, Chicago-Londres, 2002, p. 121. Para una
defensa del enfoque actual que se niega a la ponderación, véase Vincent Blasi, "The Pathological
Perspective and the First Amendment", Columbia Law Review, 1985 núm. 85, p. 449. Podemos ima
ginarnos situaciones en las que las sociedades enfrentaron graves riesgos de violencia, en los que el
test de Brandeburgo habría tenido que replantearse, y en las que habría sido atractiva alguna forma
de contemporización.
164 Conflictos entre derechos
146
Véase Michael J. Klarman, From Jim Crow to Civil Rights, Oxford University Press, Londres, 2004,
pp. 385-442.
Trimming 165
C. ¿Contemporización sin
contemporizadores?
Sobre las instituciones que
producen contemporizaciones
147
Alexander Hamilton, The Federalist, Clinton Rossiter (ed.), núm. 70, 1999, p. 425.
Trimming 167
VII. Conclusión
148
Durante el período del New Deal, por ejemplo, tenía poco atractivo contemporizar, y se diseña
ron nuevas instituciones para asegurar que hubiera movimientos importantes. Para una declaración
que captura gran parte del pensamiento de la era, véase James M. Landis, The Administrative Process,
Yale university Press, New Jersey, 1938.
168 Conflictos entre derechos
149
Tanto los originalistas como moralistas podrían, desde luego, respaldar la contemporización
dentro de su método preferido, por ejemplo, cuando los originalistas deciden conciliar entre las
posiciones originalistas, o conservar lo más plausible de posiciones originalistas discrepantes.
Los derechos, las constituciones
y el peligro del panglossianismo*
Frederick Schauer**
* Artículo publicado originalmente como "Rights, Constitutions and the Perils of Panglossianism",
en Oxford Journal of Legal Studies, vol. 38, nún.4, 2018, pp. 635-652, y traducido al español para
esta obra por Mario Zamudio Vega, con autorización del autor.
[N.T.] Del Dr. Pangloss, el tutor de Cándido, personajes de la novela de Voltaire Cándido o el optimismo;
véase nota 17.
** Profesor de leyes distinguido del Instituto de Historia Estadounidense Mary and David Harrison
de la Universidad de Virginia. Correo electrónico: [email protected]. Este artículo es la
versión escrita y referenciada de la XXXIII Conferencia HLA Hart Memorial, dictada en Oxford el 9 de
mayo de 2017. Agradezco al profesor John Gardner la eficiencia y enorme ayuda que mostró en la
organización, al director y los colegas del Colegio de la Universidad por su hospitalidad, al grupo
de Conferencias Tanner sobre Valores Humanos por su apoyo, que hizo posible esta y las otras Con
ferencias Hart, y a la profesora Aileen Kavanagh por sus provechosos comentarios y referencias.
Sumario: 1; 2; 3; 4; 5; 6; 7; 8; 9.
1.
171
172 Conflictos entre derechos
2.
1
Robert Nozick, Anarchy, State, and Utopia, Basic Books, Nueva York, 1974, pp. 28-35. Véase algunos
comentarios útiles en L. P. Francis y J. G. Francis, "Nozick’s Theory of Rights: A Critical Assessment",
Los derechos, las constituciones y el peligro del panglossianismo 173
chamente con la noción que Ronald Dworkin tiene de los derechos, a los
que considera como "triunfos o bazas",2 y que guarda cierta afinidad,
aunque no muy cercana, con la explicación que ofrece Judith Thomson3
y con los derechos que proporcionan la base para contar con una pers
pectiva más amplia, que en ocasiones se describe como "deontología de
los límites".4 Sin duda alguna, por cierto, existen diferencias interesantes
y significativas entre esas diversas perspectivas y análisis y, por supuesto,
hay otras explicaciones más fundamentalmente diferentes de la natura
leza de los derechos, pero, para los propósitos de este artículo, lo más
importante es comenzar simplemente por una interpretación de los dere
chos que los vea como una restricción de lo que, de otro modo, sería el
objetivo determinado por las consecuencias de la optimación de los
Western Political Quarterly, vol. 29, núm. 4, 1976, pp. 634-644; y en Thomas Scanlon, "Nozick on
Rights, Liberty, and Property", Philosophy & Public Affairs, vol. 6, núm. 1, 1976, pp. 3-25.
2
Ronald Dworkin, Taking Rights Seriously, Duckworth, Londres, 1977, pp. 186-197. Véase también
Ronald Dworkin, "Do We Have a Right to Pornography?", en Ronald Dworkin, A Matter of Principle,
Harvard University Press, Cambridge, 1985, pp. 335 y 359-360. Las siguientes obras constituyen
un intercambio valioso sobre la visión que Dworkin tiene de los derechos: Richard H. Pildes, "Why
Rights Are Not Trumps: Social Meanings, Expressive Harms, and Constitutionalism?", Journal of
Legal Studies, vol. 27, núm. S2, 1998, pp. 725-763; Jeremy Waldron, "Pildes on Dworkin’s Theory
of Rights", The Journal of Legal Studies, vol. 29, núm. 1, 2000, pp. 301-307; y Richard H. Pildes,
"Dworkin’s Two Conceptions of Rights", Journal of Legal Studies, vol. 20, núm. 1, 2000, pp. 309-315.
Véase también Stephen Gardbaum, "Proportionality and Democratic Constitutionalism", en Grant
Huscroft, Bradley W. Miller y Grégoire C. N. Webber, Proportionality and the Rule of Law: Rights,
Justification, Reasoning, Cambridge University Press, Nueva York, 2014, cap. 12, p. 259. En el meollo
del desacuerdo se encuentra la interrogante sobre si los derechos realmente superan a los intereses de
la misma manera que, en el juego de naipes, las cartas de triunfo se imponen a las cartas que no lo
son o si, por el contrario, los derechos simplemente excluyen ciertas clases de razones. Como se verá
con claridad, nada de lo que sostengo en este artículo gira en torno a esa distinción y los argumentos
que expongo son aplicables tanto a la comprensión de lo escrito por Dworkin como a la compren
sión de la naturaleza de los derechos. Con respecto a una crítica aparentemente más fundamentada
de la concepción que Dworkin tiene de los derechos, así como una crítica que en algunos aspec
tos ejemplifica el problema abordado en este artículo, véase Robin West, "Rights, Harms, and Duties:
A Response to Justice for Hedgehogs", Boston University Law Review, vol. 90, núm. 2, 2010, pp. 819-837.
3
Judith Jarvis Thomson, The Realm of Rights, Harvard University Press, Harvard, 1990, pp. 153-
154; Judith Jarvis Thomson, "Some Ruminations on Rights", en William Parent coord, Rights, Resti-
tution, and Risk: Essays in Moral Theory, The Harvard University Press, Harvard, 1986, p. 49.
4
Véase Larry Alexander, "Deontology at the Threshold", San Diego Law Review, vol. 37, parte 4,
2000, pp. 893-912; Larry Alexander y M. Moore, "Deontological Ethics", en Stanford Encyclopedia
of Philosophy. Disponible en: https://plato.stanford.edu/entries/ethics-deontological (2016); Eyal
Zamir y Barak Medina, "Threshold Deontology and Its Critique", en Eyal Zamir y Barak Medina,
Law, Economics, and Morality, Oxford University Press, Nueva York, Oxford, 2010, p. 41.
174 Conflictos entre derechos
5
También se podría agregar a la lista la "Maximización de la utilidad" y la "maximización de las
consecuencias", pero la idea básica es únicamente que, de conformidad con cualesquiera de las teo
rías de derechos del grupo que se presupone en este artículo, se puede entender que los derechos
son restrictivos o entran en conflicto con lo que, de no ser así, sería la política o el curso de acción
óptimos.
6
Acerca de esa concepción de los derechos que eleva el umbral, véase, Frederick Schauer, "A Com
ment on the Structure of Rights", Georgia Law Review, 27, 1993, p. 415. Véase también Frederick
Schauer, "Proportionality and the Question of Weight", en Huscroft et al., Proportionality and the
Rule of Law…, op. cit., p. 173, n. 3.
7
En consecuencia, si consideramos los derechos principalmente como razones excluyentes del tipo
de las de Raz, podríamos complementar esa visión con el reconocimiento de la posibilidad de que
Los derechos, las constituciones y el peligro del panglossianismo 175
las "mejoras indirectas" puedan entenderse como razones incluyentes. Véase Joseph Raz, Practical
Reason and Norms, 2a. ed., Princeton University Press, Princeton, 1990 [Razón práctica y normas,
trad. por Juan Ruiz Manero, Centro de Estudios Constitucionales, Derecho y Justicia, núm. 27,
Madrid, 1991]. Con respecto a las razones excluyentes, consúltese Richard H. Pildes, "Avoiding
Balancing: The Role of Exclusionary Reasons in Constitutional Law", Hastings Law Journal, 45, núm.
4, 1994, p. 711. Véase también Frederick Schauer, Playing by the Rules: A Philosophical Examination
of Rule-Based Decision-Making in Law and in Life, Clarendon, Oxford, 1991, pp. 91-92; y Joseph Raz,
"Reasons for Action, Decisions and Norms", Mind, vol. 84, núm. 336, 1975, pp. 481-499.
8
Nada en este momento del análisis requiere entender los derechos como absolutos, siempre y
cuando aceptemos que una infracción justificable requiere una justificación de más peso que la que
se requeriría para alcanzar el mismo fin que el que se habría requerido si no existiese el derecho.
Véase Alan Gewirth, "Are There Any Absolute Rights?", Philosophical Quarterly, vol. 31, núm. 122,
1981, pp. 1-16; Robert Nozick, "Moral Complications and Moral Structures", Natural Law Forum,
vol. 13, núm. 1, p. 13, 1968, pp. 1-50; Frederick Schauer, Playing by the Rules… op. cit., n. 7; Judith
Jarvis Thomson, "Some Ruminations on Rights", op. cit., n. 4.
9
Jeremy Bentham y John Stuart Mill, Rationale of Judicial Evidence, Specially Applied to English Practice,
vol. 1, Hunt and Clarke, Londres, 1827, pp. 229-240. Con respecto a algunos comentarios útiles
sobre la postura de Bentham, véase Andrew L-T Choo, The Privilege Against Self-Incrimination and
Criminal Justice, Hart, Oxford, 2013; R. H. Helmholz et al, The Privilege Against Self-Incrimination: Its
Origins and Development, The University of Chicago Press, Chicago, 1997; Donald A. Dripps,
"Against Police Interrogation-And the Privilege Against Self-Incrimination", Journal of Criminal Law
and Criminology, vol. 78, núm. 4, 1988, p. 699.
10
Véase Itai Ater, Yehonatan Givati y Oren Rigbi, "The Economics of Rights: Does the Right to
Counsel Increase Crime?", American Economic Journal: Economic Policy, vol. 9, núm. 2, 2017, pp. 1-27,
p. 9. Véase también, aunque con resultados más ambiguos, D. J. Seidmann, "The Effects of a Right to
Silence", Review of Economic Studies, vol. 72, núm. 2, 2005, pp. 593-614.
176 Conflictos entre derechos
3.
11
Una complicación notable, aunque independiente con respecto a este análisis, es que la operación
de una restricción indirecta contra un interés puede variar, dependiendo de cómo se especifique el
interés. Véase Matthew D. Adler, "Rights Against Rules: The Moral Structure of American Cons
titutional Law", Michigan Law Review, vol. 97, núm. 1, 1998, pp. 1-173, p. 97.
12
Véase Frederick Schauer, "Can Rights Be Abused", Philosophical Quarterly, vol. 31, núm. 124, 1981,
pp. 225-230.
13
Entre muchos ejemplos, véase William A. Edmundson, An Introduction to Rights, Cambridge Uni
versity Press, Cambridge, 2004; Richard E. Flathman, The Practice of Rights, Cambridge University
Press, Cambridge, 1976; L. W. Sumner, The Moral Foundation of Rights, Clarendon Press, Oxford,
1987; A. R. White, Rights, Clarendon, 1984; Joel Feinberg y Jan Narveson, "The Nature and Value of
Rights", Journal of Value Inquiry, vol. 4, núm. 4, 1970, pp. 243-280; y, más exhaustivamente, Jeremy
Waldron (coord.), Theories of Rights, Oxford University Press, Oxford, 1984; y L. Wenar, "Rights",
en Stanford Encyclopedia of Philosophy, revisión del 9 de septiembre de 2015: https://plato.stanford.
edu/entries/rights
Los derechos, las constituciones y el peligro del panglossianismo 177
14
Véase, por ejemplo, Y. Kamisar, "The Rise, Decline, and Fall (?) of Miranda", Washington Law
Review, vol. 87, núm. 4, 2012, pp. 965-1040.
15
Véase Edward A. Tomlinson, "Non-Adversarial Justice: The French Experience", Maryland Law
Review, vol. 42, núm. 1, 1983, pp. 131-195.
16
Como es lógico, las investigaciones están marcadamente politizadas, al igual que los resúmenes
al respecto. Compárese K. Lamarque, "Does Torture Work?", The Guardian, 4 de noviembre de
2000, con C. Freeman, "Does the Use of Torture Ever Work?", The Telegraph, 9 de diciembre de 2014.
Este artículo no es el lugar para analizar esas investigaciones ni sus conclusiones, pero, aunque la
mayoría de las investigaciones sobre la tortura sugieren que la tortura es ineficaz, también presupo
nen típicamente que el torturador no tiene una fuente de verificación independiente de la infor
mación que obtiene y, por consiguiente, no le es posible verificar las mentiras de una víctima; que
existen otros métodos no coercitivos disponibles; y que la alternativa a la tortura es recibir una
mejor información, antes bien que no recibir información alguna. Al menos para los propósitos
presentes, la suposición es únicamente que, en ocasiones, la tortura puede proporcionar información
útil que el torturador no puede obtener de otra manera.
178 Conflictos entre derechos
Antes de ir más lejos, llegó el momento de decir algo sobre lo que es ser
un ‘panglossiano’ u optimista irracional. La referencia es al eterno y ton
tamente optimista Dr. Pangloss, personaje de la obra Cándido o el opti-
mismo, de Voltaire.17 Pero, en la actualidad, la imagen del Dr. Pangloss se
ha tomado prestada para referirse —para condenar, en realidad— a todo
aquel (o cualesquier postura) que parezca ser irracionalmente optimista.
Aún más precisamente, en un sentido que es el más pertinente al tema
aquí abordado, ser panglossianista es llevar nuestro optimismo a la esfe
ra de los conflictos relacionados con los deseos, los intereses y los valo
res y, en consecuencia, insistir en que, cuando se inspecciona más
detalladamente lo que inicialmente puede parece ser un conflicto, no es,
en realidad, de ningún modo, un conflicto. El panglossianista supone
que los conflictos, problemas y dilemas no existen y ve un mundo en el
que todo encaja perfectamente, incluso si, al hacerlo —en opinión de los
críticos del optimista irracional—, distorsiona el desorden y los conflic
tos del mundo en el que realmente vivimos.18
17
H. Voltaire, Candide ou l’optimisme, traduit de l’allemand, de Mr. Docteur Ralph, MDCCLIX, Édi
tion princeps, Gabriel Cramer, Genève, 1759.
18
Véase algunos ejemplos de ese sentido específico de "optimismo irracional" en: Jeffrey Brand-Ba
llard, Limits of Legality: The Ethics of Lawless Judging, Oxford University Press, Oxford, 2010, pp. 86-
88 y 311-312; y A. J. Sebok, "The Unwritten Federal Arbitration Act", DePaul Law Review, vol. 65,
2016, pp. 687 y 702-703.
Los derechos, las constituciones y el peligro del panglossianismo 179
creer, por ejemplo, que me veo obligado a elegir entre mis deseos en
conflicto de comer alimentos fritos o perder peso, pero, si soy un pan
glossianista, puedo auto convencerme de que las papas fritas y el tocino
no me engordan realmente o de que el exceso de peso no representa un
problema de salud grave: en cualquiera de los dos casos, lo que al prin
cipio parecía un conflicto ha desaparecido. En el ejemplo tradicional de
los economistas de costes de transacciones entre el armamento y la man
tequilla, los panglossianistas están convencidos —o se convencen a sí
mismos— de que contamos con suficientes recursos para comprar tanta
mantequilla como queramos y tantas armas como necesitemos, así que,
¡voilà!: resulta que lo que al principio parecía ser un conflicto que requería
el transigir obligatoriamente, no implicaba conflicto alguno.
19
Jeffrey Brand-Ballard, Limits of Legality… op. cit., pp. 86-88, n. 17.
20
Con respecto a un conjunto de perspectivas históricas y filosóficas, véase: Kent Greenawalt, Conflicts
of Law and Morality, Oxford University Press, Nueva York, 1989-Clarendon, 1987; Julius Stone,
Legal System and Lawyers’ Reasonings, Universal Law, Nueva Delhi/Maitland, Sydney, 1964, pp. 172-177;
William A. Edmundson, "State of the Art: The Duty to Obey the Law", Legal Theory, vol. 10, núm.
4, 2004, pp. 215-259; William A. Edmundson, "Liberalism, Legal Decision Making, and Morality
‘as such’", Oxford Journal of Legal Studies, vol. 10, núm. 4, 1990, pp. 505-521.
21
Yo expreso esa misma preocupación; véase Frederick Schauer, "Official Obedience and the Poli
tics of Defining ‘Law’", Southern California Law Review, vol. 86. núm. 6, 2013, pp. 1165-1194.
22
En la oración en el texto se asume una concepción positivista de la validez legal tal que es con
ceptualmente posible que una norma legal inmoral sea legalmente válida. Véase John Gardner,
"Why Law Might Emerge: Hart’s Problematic Fable", en Luís Duarte d’Almeida, James Edwards y
Andrea Dolcetti, Reading HLA Hart’s The Concept of Law, Hart, Oxford, 2013, pp. 81 y 92-93.
180 Conflictos entre derechos
que es moral es legal por esa razón, entonces, una vez más, tampoco
puede haber conflictos entre la ley y la moral. Cuando se las presenta de
manera simple y descarnada, ninguna de esas posturas representa una
opinión que ahora o en el pasado haya sido aceptada o defendida con
ninguna seriedad por los filósofos del derecho, ni siquiera por aquellos
cuyas simpatías se inclinan en una gran medida por la tradición de la ley
natural; no obstante, al menos la posición anterior —que lo que es inmo
ral o profundamente erróneo no es en absoluto una ley genuina— está tan
suficientemente extendida en el discurso público y, en ocasiones, también
en el discurso académico23 que no solamente sirve como un comple
mento útil sino que también proporciona una ilustración adecuada de lo
que considero que es el panglossianismo: la práctica de moldear, ya sea
nuestros conceptos, ya sea nuestra comprensión del mundo empírico,
con el propósito de hacer que desaparezca lo que, de no hacerlo, sería
un conflicto.
4.
23
Si bien la sentencia lex injusta non est lex es una distorsión común de la posición fundamental de
la ley natural que no es en realidad parte de la tradición de la ley natural o de los pensadores más
destacados que se han ocupado de ella, tiene sus defensores incluso en el seno de los especialistas en
jurisprudencia. Respecto al primer punto, véase John Finnis, Natural Law and Natural Rights,
Clarendon, Oxford, 1980, pp. 351-367 [Ley natural y derechos naturales, trad. por Cristóbal Orrego
Sánchez y Raúl Madrid Ramírez, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1992]; respecto al segundo punto,
véase P. Soper, "In Defense of Classical Natural Law in Legal Theory: Why Unjust Law is No Law at
All", Canadian Journal of Law and Jurisprudence, vol. 20, núm. 1, 2007, pp. 201-223.
Los derechos, las constituciones y el peligro del panglossianismo 181
No es así, dicen los panglossianistas. Lo que parece ser una buena polí
tica no es en realidad una buena política. La gente no se sentirá más
contenta ni mejor de ninguna otra manera si se restringe el derecho de
otras personas a la libre expresión de sus ideas.24 El interrogatorio de sos
pechosos, especialmente de aquellos que no cuentan con la representación
de un abogado que los defienda, no es en realidad una técnica eficaz
para hacer cumplir la ley;25 y, debido a que las personas torturadas dirán
cualquier cosa para eliminar el dolor, la tortura resulta ser un arma ine
ficaz en contra del terrorismo o de cualquier otra fuente de peligro.26
Ahora bien, según los panglossianistas, ninguna de esas normativas es una
buena política en realidad, por lo que el hacer cumplir el derecho contra
las políticas ineficaces simplemente fortalece los resultados de la mejor
normativa. Por consiguiente, no existe conflicto entre la aplicación del
derecho y la búsqueda de la mejor política.
24
Una manera especialmente común de formular ese punto de vista es la afirmación de que algunos
discursos que el gobierno busca restringir o que los activistas buscan restringir debido al daño que
provocan no es en realidad (muy) perjudicial. Véase, por ejemplo, Timothy Garton Ash, Free Speech:
Ten Principles for a Connected World, Yale University Press, 2016, pp. 86-95 [Libertad de palabra: diez
principios para un mundo conectado, trad. por Araceli Maira Benítez, Tusquets, Barcelona, 2017]; L.
W. Sumner, The Hateful and the Obscene: Studies in the Limits of Free Expression, Toronto Studies in
Philosophy, University of Toronto Press, Toronto, 2004, pp. 126-164; Carissa Byrne Hessick,
"Setting Definitional Limits for the Child Pornography Exception", en Carissa Byrne Hessick, coord.,
Refining Child Pornography Law: Crime, Language, and Social Consequences, University of Michigan
Press, Ann Arbor, 2016, pp. 57 y 58-73.
25
Véase Richard A. Leo, Police Interrogation and American Justice, Harvard University Press, Cambridge,
2009, pp. 41-77.
26
Véase Greg Miller, "Report Finds Harsh CIA Interrogations Ineffective", Washington Post, 13 de
diciembre de 2012.
182 Conflictos entre derechos
27
Esos argumentos aparecen tanto en el contexto más estrecho del perfil racial o étnico como en el
más amplio de los estereotipos en general. Véase Benjamin Eidelson, Discrimination and Disrespect,
Oxford University Press, Oxford, 2015; Lawrence Blum, "Stereotypes and Stereotyping: A Moral
Analysis", Philosophical Papers, vol. 33, núm. 3, 2004, pp. 251-289; K. Lippert-Rasmussen, "‘We Are
All Different’: Statistical Discrimination and the Rights to be Treated as an Individual", Journal of
Ethics, vol. 15, núm. 1-2, 2011, pp. 47-59; Sophia R. Moreau, "The Wrongs of Unequal Treatment",
University of Toronto Law Journal, vol. 54, núm. 3, 2004, pp. 291-396.
28
En lo concerniente a un análisis de las condiciones conforme a las que el perfil racial podría (y no
podría) ser efectivo, véase Frederick Schauer, Profiles, Probabilities, and Stereotypes, Harvard University
Press, Cambridge, 2003, pp. 155-198; S. R. Gross y D. Livingston, "Racial Profiling Under Attack",
Columbia Law Review, vol. 102, parte 5, 2002, pp. 1413-1438; N. Persico, "Racial Profiling, Fairness
and Effectiveness in Policing", American Economic Review, vol. 92, núm. 5, 2002, pp. 1472-1497.
Además, aunque en los análisis anteriores se reconoce que el perfil racial o étnico podría violar los
derechos y, por lo tanto, ser inadmisible aun siendo efectivo, el argumento de que la efectividad del
perfil es una condición suficiente para su puesta en práctica se puede encontrar en Michael Levin,
"Responses to Race Differences in Crime", Journal of Social Philosophy, vol. 23, núm. 1, 1992, pp.
5-29; y, de una manera substancialmente más calificada, en Mathias Risse y Richard Zeckhauser,
"Racial Profiling", Philosophy and Public Affairs, vol. 32, núm. 2, 2004, pp. 131-170.
29
Véase B. Harcourt, Against Prediction: Profiling, Policing, and Punishing in an Actuarial Age, University
of Chicago Press, Chicago, Chicago, 2007; Amit Pundik, "Against Racial Profiling", University of
Toronto Law Journal, vol. 67, núm. 2, 2017, pp. 175-205.
Los derechos, las constituciones y el peligro del panglossianismo 183
30
Véase, en general, Ivan Hare y James Weinstein (coords), Extreme Speech and Democracy, Oxford
University Press, Nueva York, 2009; Ludovic Hennebel y Thomas Hochmann (coords), Genocide
Denials and the Law, Oxford University Press, Nueva York, 2011; Michael Herz y Péter Molnár
(coords), The Content and Context of Hate Speech: Rethinking Regulation and Responses, Cambridge
University Press, Cambridge, 2012; I. Maitra y M. K. McGowan (coords), Speech and Harm: Contro-
versies Over Free Speech, Oxford University Press, Oxford, 2012.
31
Véase R. A. V. v. St. Paul, 505 US 377, 1992; Brandenburg v. Ohio, 395 US 444, 1969. Véase tam
bién Frederick Schauer, "The Exceptional First Amendment", en Michael Ignatieff (coord), American
Exceptionalism and Human Rights, Princeton University Press, Princeton, 2005, p. 29.
32
Véase, por ejemplo, el análisis de Judith Jarvis Thomson de "Belief-Mediated Distress", en Judith
Jarvis Thomson, The Realm of Rights…, op. cit., pp. 253-257, n. 4.
33
Véase C. Edwin Baker, Human Liberty and Freedom of Speech, Oxford University Press, Nueva
York, 1989; Martin H. Redish, Freedom of Expression: A Critical Analysis, Michie, Charlottesville,
1984, p. 19, n48.
34
Véase Rodney A. Smolla, Suing the Press, Oxford University Press, Nueva York, 1986.
35
Véase Frederick Schauer, Free Speech: A Philosophical Enquiry, Cambridge University Press, Cambridge,
1982, pp. 3-14; Frederick Schauer, "On the Relation Between Chapters One and Two of John Stuart
Mill’s On Liberty", Capital University Law Review, vol. 39, núm. 3, 2011, pp. 571-592.
36
Aunque es cada vez más común, como en el artículo 10 de la Convención Europea sobre Dere
chos Humanos, referirse, no a la libertad del habla o discurso, sino a la libertad de expresión, me
184 Conflictos entre derechos
5.
adhiero a la primera, reconociendo que el "habla" sirve aquí como un término del arte que abarca
formas de comportamiento que no se expresan en el sentido literal y ordinario de esa palabra, por
que el uso tradicional deja en claro que el derecho tiene que ver con la comunicación y no con la
gama mucho más amplia de actividades, muchas de las cuales no son comunicativas, que se podría
describir como "expresivas". Véase Frederick Schauer, Free Speech…, op. cit., pp. 50-52, n. 36.
37
Véase, supra nota 29.
38
Véase Rae Langton, Sexual Solipsism: Philosophical Essays on Pornography and Objectification, Oxford
University Press, Oxford, 2009; Catharine A. MacKinnon, Only Words, Harvard University Press,
Cambridge, 1993; Catharine A. MacKinnon, Feminism Unmodified: Discourses on Life and Law, Harvard
University Press, Cambridge, 1987; Robert Post (coord.), Censorship and Silencing: Practices of
Cultural Regulation, Getty Research Institute for the History of Art and the Humanities, Los Ángeles,
1998; Jennifer Hornsby, "Disempowered Speech", Philosophical Topics, vol. 23, núm. 2, 1995, p.
127-147.
Los derechos, las constituciones y el peligro del panglossianismo 185
6.
39
Un buen ejemplo es el título de Frederick M. Lawrence, "Violence-Conducive Speech: Punishable
Verbal Assault or Protected Political Speech?", en David Kretzmer y Francine Kershman Hazan
(coords), Freedom of Speech and Incitement Against Democracy, Kluwer Law International, La Haya,
2000, p. 11.
186 Conflictos entre derechos
Con todo, los datos no son los únicos fenómenos que es posible inter
pretar de tal manera que se ajusten a las preferencias normativas o de
resultados del abogado defensor. Lo mismo ocurre con los derechos,
cuyo alcance es definido a menudo por el defensor —con demasiada
40
Véase Peter H. Ditto, David A. Pizarro y David Tannenbaum, "Motivated Moral Reasoning", The
Psychology of Learning and Motivation, núm. 50, 2009, cap. 10, pp. 307-338; Ulrike Hahn y Adam
J. L. Harris, "What Does it Mean to be Biased: Motivated Reasoning and Rationality", The Psychology
of Learning and Motivation, núm. 61, 2014, cap. 2, pp. 41-102; Z. Kunda, "The Case for Motivated
Reasoning", Psychological Bulletin, vol. 108, núm. 3, 1990, pp. 480-498, p. 489. Una aplicación a la
ley digna de hacer notar es la de E. Braman, Law, Politics, and Perception: How Policy Preferences
Influence Legal Reasoning, University Press of Virginia, Charlottesville, 2009. En el caso de un análisis
de la cognición motivada en el contexto de los análisis sobre los alimentos genéticamente modifi
cados, véase Sydney E. Scott, Yoel Inbar y Paul Rozinn, "Evidence for Absolute Moral Opposition
to Genetically Modified Food in the United States", Perspectives on Psychological Science, vol. 11,
núm. 3, 2016, pp. 315-324.
41
Ese mismo fenómeno, más o menos, es descrito en ocasiones como "sesgo confirmatorio". Véase Keith
E. Stanovich y Richard F. West, "On the Failure of Intelligence to Predict Myside Bias and One-Side
Bias", Thinking & Reasoning, vol. 14, núm. 2, 2008, pp. 129-167; Keith E. Stanovich y Richard F.
West, "Natural Myside Bias is Independent of Cognitive Ability", Thinking & Reasoning, vol. 13,
núm. 3, 2007, pp. 225-247; Keith E. Stanovich, Richard F. West y Maggie E. Toplak, "Myside Bias,
Rational Thinking, and Intelligence", Current Directions in Psychological Science, vol. 22, núm. 4, 2013,
pp. 259-264. El fenómeno de desviación de la confirmación se relaciona estrechamente, aunque no
es idéntico; véase Scott Plous, The Psychology of Judgment and Decision Making, McGraw-Hill, Nueva
York, 1993, pp. 231-240; Raymond S. Nickerson, "Confirmation Bias: A Ubiquitous Phenomenon
in Many Guises", Review of General Psychology, vol. 2, núm. 2, 1998, pp. 175-220.
Los derechos, las constituciones y el peligro del panglossianismo 187
7.
42
Véase Frederick M. Lawrence, "Violence-Conducive Speech…", op. cit., n. 40. Ya antes, Thomas
I. Emerson definió también el espionaje comunicativo y la traición verbal como "acción" con el
propósito de excluirlos de las protecciones del derecho a la libertad de expresión; véase Thomas I.
Emerson, The System of Freedom of Expression, Vintage Books, Nueva York, 1970, pp. 58-61.
188 Conflictos entre derechos
43
Véase Leon Festinger, A Theory of Cognitive Dissonance, Stanford University Press, Stanford, 1957;
Mark D. Alicke, Teresa L. Davis y Mark V. Pezzo, "A Posteriori Adjustment of a Priori Decision
Criteria", Social Cognition, vol. 12, núm. 4, 1994, pp. 281-308; Bertram Gawronski, "Back to the
Future of Dissonance Theory: Cognitive Consistency as a Core Motive", Social Cognition, vol. 30,
núm. 6, 2012, pp. 652-668; Anthony G. Greenwald y David L. Ronis, "Twenty Years of Cognitive
Dissonance: Case Study of the Evolution of a Theory", Psychological Review, vol. 85, núm. 1, 1978,
pp. 53-57; T. R. Shultz y M. R. Lepper, "Cognitive Dissonance Reduction as Constraint Satisfaction",
Psychological Review, vol. 103, núm. 2, abril de 1996, pp. 219-240.
44
En lo concerniente a la idea básica de la coherencia cognitiva, véase Bertram Gawronski y Fritz
Strack (coords.), Cognitive Consistency: A Fundamental Principle in Social Cognition, Guilford, Nueva York,
2012; Robert P. Abelson et al., (coords.), Theories of Cognitive Consistency: A Sourcebook, Rand-McNally,
Chicago, 1968; Barbara A. Spellman, Jodie B. Ullman y Keith J. Holyoak, "A Coherence Model of
Cognitive Consistency: Dynamics of Attitude During the Persian Gulf War", Journal of Social Issues,
vol. 49, núm. 4, 1993, pp. 147-165.
45
En este caso, la referencia es a John Stuart Mill y David Spitz, (coords.), On Liberty: Annotated Text,
Sources and Background [1859], Norton, Nueva York, 1975; y, en particular, a las interpretaciones
Los derechos, las constituciones y el peligro del panglossianismo 189
que Mill considera —en el Capítulo 2 de On Liberty [Sobre la libertad]— como la exposición de un
argumento basado menos en el progreso epistémico que en la inculcación del carácter intelectual;
véase, en especial, Vincent Blasi, "Shouting ‘Fire!’ in a Theater and Vilifying Corn Dealers", Capital
University Law Review, vol. 39, núm. 3, 2011, pp. 535-570.
190 Conflictos entre derechos
8.
46
Véase, por ejemplo, The Sunday Times v. United Kingdom, [1979] ECHR 1 (el caso de la "talidomida");
Sheppard v. Maxwell, 384 US 333 1966.
47
Véase Stone v. Powell, 428 US 465, 482 1976.
48
Véase Palmore v. Sidoti, 466 US 429 1984, caso en el que la Suprema Corte de Estados Unidos
invalidó por unanimidad el recurso a la raza con la intención, según se dice, de proteger a un menor
contra la discriminación social del hijo de un matrimonio mixto.
49
Bonham’s Case 1610, p. 8 Co. Rep. 118. El que la decisión en el caso de Bonham sea un ejemplo
de constitucionalismo o, por el contrario, su invalidación sobre la base de una ley superior
extra-constitucional implica un conjunto de interrogantes que supera con mucho el alcance de este
192 Conflictos entre derechos
artículo, como es la interrogante sobre si dicho caso se entiende mejor como un ejemplo de los
principios básicos de la ley constitucional inglesa o externo a ella. Véase Theodore F. T. Plucknett,
"Bonham’s Case and Judicial Review", Harvard Law Review, 1926, p. 40 [Association of American
Law Schools, Selected Essays on Constitutional Law, Book 1, 1938, pp. 67-100]. Todo lo que se
necesita es reconocer el caso como ejemplo de un resultado plausible de primer orden, invalidado,
no obstante, debido a consideraciones de segundo orden.
50
En realidad, debido a que muchos de los que reclaman la libertad de expresión son personas
desagradables que dicen cosas desagradables y, debido a que todos los que reivindican los derechos
procesales de los acusados de un crimen son personas acusadas de delitos que, común aunque no
invariablemente, son culpables del crimen que se les imputa, la divergencia de la normativa sobre
los derechos constitucionales es especialmente evidente en esos casos. Véase Frederick Schauer,
"Slippery Slopes", Harvard Law Review, vol. 99, núm. 2, 1985, pp. 361-383.
Los derechos, las constituciones y el peligro del panglossianismo 193
51
Herbert L. A. Hart, Penelope A. Bulloch, Joseph Raz y Leslie Green (coords.), The Concept of Law,
[1961] 3a. ed., Oxford University Press, Oxford, 2012, pp. 86-91. La literatura sobre la noción de
Hart del punto de vista interno y la interiorización es muy numerosa e incluye, en particular, Neil
McCormick, H.L.A. Hart, 2a. ed., Stanford Law Books, Stanford, 2008, pp. 42-60; Ian Scott/ Scott
J. Shapiro, Russell Hardin, et al., Legality, [New York University Press, New York, Nueva York,
1996], Harvard University Press, Harvard, 2011, pp. 79-117; G. Lamond, "The Rule of Recognition
and the Foundations of a Legal System", en Duarte d’Almeida et al, Reading HLA Hart’s The Concept
of Law, op. cit., p. 97, n. 23; Scott J. Shapiro, "What is the Internal Point of View?", Fordham Law
Review, vol. 75, núm. 3, 2006, pp. 1157-1170; y Benjamin C. Zipursky, "The Model of Social
Facts", en Jules L. Coleman, (coord.), Hart’s Postscript: Essays on the Postscript to the Concept of Law,
Oxford University Press, Oxford 2001, p. 219.
52
Acerca de esa distinción de capital importancia, véase Frederick Schauer, "How (and If) Law
Matters", Harvard Law Review, vol. 129, núm. 7, Forum F350, 2016, pp. 350-359. Véase también
Frederick Schauer, "Preferences for Law?", Law & Social Inquiry, vol. 42, núm. 1, 2017, p. 87-99.
53
Véase Thomas C. Schelling, "Enforcing Rules on Oneself", Law, Economics, & Organization, vol. 1,
núm. 2, 1985, pp. 357-374.
Los derechos, las constituciones y el peligro del panglossianismo 195
54
Ronald M. Dworkin, Taking Rights Seriously, [1977], Bloomsbury, Londres, 2013, pp. 131-149, n. 3.
196 Conflictos entre derechos
por ellos mismos (o egoístas)—, no son los únicos. Gracias a una gran
cantidad de investigaciones empíricas contemporáneas, sabemos que
existen normas sociales, que esas normas se refuerzan por medio de meca
nismos de vergüenza y culpa, entre otros, y que, con el tiempo, tales normas
pueden restringir el comportamiento, incluso cuando no existe ningún
mecanismo formal o institucional evidente para su aplicación:55 las per
sonas limpian los excrementos de sus perros en los lugares públicos —al
menos en muchos lugares— mucho más de lo que lo hacían en el pasado
y parece ser que ahora existe algo cercano a una norma que ellas mismas
se imponen; y lo mismo aplica en una gran medida en algunos países y en
algunas ciudades al consumo de cigarrillos.56
55
Véase Robert C. Ellickson, Order Without Law: How Neighbors Settle Disputes, Harvard University
Press, Londres, 1991; Michael Hechter y Karl-Dieter Opp, (coords.), Social Norms, Russell Sage
Foundation, Nueva York, 2005; Cristina Bicchieri y Ryan Muldoon y Alessandro Sontuoso, "Social
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social-norms/, 2011; Robert C. Ellickson, "The Market for Social Norms", American Law y Economics
Review, vol. 3, núm. 1, primavera de 2001, pp. 1-49, p. 3; Richard H. McAdams, "The Origin,
Development, and Regulation of Norms", Michigan Law Review, vol. 96, núm. 2, 1997, p. 338; Janice
Nadler, "Expressive Law, Social Norms, and Social Groups", Law y Social Inquiry, vol. 42, núm. 1,
2017, pp. 60-75.
56
Véase Frederick Schauer, The Force of Law, Harvard University Press, Cambridge, 2015, pp. 140-153.
57
Según parece —como lo he examinado extensamente en otras ocasiones—, la interiorización no
coercitiva de las normas constitucionales por parte de los funcionarios es rara, mientras que la nece
sidad de establecer sanciones de algún tipo para apoyar la efectividad de las normas constitucionales
Los derechos, las constituciones y el peligro del panglossianismo 197
de segundo orden es grande. Véase Frederick Schauer, "The Annoying Constitution: Implications for
the Allocation of Interpretive Authority", William & Mary Law Review, vol. 58, núm. 5, 2017, p. 1689;
Frederick Schauer, "Constitutionalism and Coercion", Boston College Law Review, vol. 54, núm. 5,
2013, p. 1881; Frederick Schauer, "The Political Risks, If Any, of Breaking the Law", Journal of Legal
Analysis, vol. 4, núm. 1, 2012, pp. 83-101.
58
Sobre la muy importante idea de un conjunto de reglas o restricciones y su magnitud, véase Daryl
Levinson, "The Inevitability and Indeterminacy of Game-Theoretic Accounts of Legal Order", Law
& Social Inquiry, vol. 42, núm. 1, 2017, pp. 28-37.
198 Conflictos entre derechos
59
Algo muy adecuado con ocasión de mi conferencia y para el artículo surgido de ella es que vale
la pena hacer notar que el propio Hart identificó acertadamente el problema hace sesenta años,
Los derechos, las constituciones y el peligro del panglossianismo 199
9.
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cuando describió la tentación de definir la ley inmoral como una "no-ley", como "el optimismo
romántico de que, a la larga, todos los valores que apreciamos encajarán en un sistema único […]
que ninguno de ellos [tendrá] que ser sacrificado o comprometido para dar cabida a otro". Véase
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1. Introducción
1
Los conceptos "deber" y "obligación" tienen efectos diferenciados en la razón práctica. Para los
propósitos de este escrito no es necesario hacer esa distinción y serán, por eso, usados de manera
intercambiable.
215
216 Conflictos entre derechos
El problema del que me voy a ocupar en este escrito es, entonces, la pre
sunta incomparabilidad de objetos de valor2 en situaciones de elección
en las que no hay una única métrica que permita dar cuenta, en térmi
nos unitarios, de lo que importa. En esos casos no sería posible solucio
nar la indeterminación con base en artefactos como las presunciones del
sistema. Este sería un desafío para la toma de decisiones en contextos
prácticos generales, al igual que para disciplinas prácticas específicas,
como la jurídica.
2
Hay diferencias sustantivas y conceptuales importantes entre las ideas de valor, principio, interés
y razón. Para efectos de este trabajo serán usadas de manera intercambiable en tanto que categorías
normativas de la razón práctica.
Los límites del intercambio de razones... 217
2. Incomparabilidad
e inconmensurabilidad
3
En este apartado me refiero a inconmensurabilidad e incomparabilidad como fenómenos
equivalentes. En el apartado 6 infra preciso en qué sentido no lo son.
4
Joseph Raz defiende una tesis que colapsa las dos nociones. Algunos de sus escritos en los que
presenta esta idea son The Morality of Freedom, (en especial capítulo 13. Incommensurability
Clarendon Press, Oxford, 1986, pp. 321-368), y "Mixing Values", en Engaging Reason: On the Theory
of Value and Action (Oxford University Press, Oxford, 2001, cap. 8, p. 182 y ss.).
218 Conflictos entre derechos
5
Ruth Chang, "Introduction", en Ruth Chang (ed.), Incommensurability, Incomparability and Practical
Reason, Harvard University Press, Cambridge, Londres, 1997, pp. 6-7. La versión en español del
texto puede encontrarse en el primer capítulo de esta obra.
6
Chang explora la posibilidad de postular una cuarta opción, según la cual, los objetos comparables
pueden estar "a la par". Para una presentación de este tipo de relación, a la que no me voy a referir
en este escrito, puede revisarse R. Chang, "Value Incomparability and…", op. cit.
7
Véase Ruth Chang, "Against Constitutive Incommensurability or Buying and Selling Friends",
Philosphical Issues, vol. 11, 2001, pp. 33-60; Ruth Chang, "Incommensurability (and Incomparability)",
en Hugh LaFollette, The International Encyclopedia of Ethics, Willey-Blackwell, Londres, 2013, pp.
2591-2604; Martijn Boot, "Incommensurability and Incomplete Comparability", en Incommensurability
and Its Implications for Practical Reasoning, Ethics and Justice, Rowman & Littlefield International,
Londres, 2018, cap. I.
Los límites del intercambio de razones... 219
3. La comparabilidad incompleta
y la elección racional justificada
Tal vez un ejemplo ayude a ilustrar el punto. Supongamos que usted pro
metió al mismo tiempo a sus dos amigos más queridos que, cuando lo
necesiten, usted los ayudaría. Un día, cada uno de ellos le pide, al mismo
tiempo, que cumpla su promesa. Uno requiere su ayuda para mudarse de
manera inmediata de departamento; el otro le pide que lo acompañe
porque se siente triste y solo. Usted tiene que decidir qué promesa cum
plir y, por supuesto, cuál romper. En el supuesto de que ha decidido
cumplir al menos una de sus obligaciones amistosas, usted se enfrenta a
una decisión difícil. Los extremos están integrados por obligaciones ca
tegóricas derivadas de una promesa que usted hizo. En cualquiera de las
alternativas que escoja le estará ayudando a un amigo que lo necesita y
8
Cf., M. Boot, "Incommensurability…",op. cit.
220 Conflictos entre derechos
9
Véase, Virgilio A. Da Silva, "Comparing the Incommnesurable: Constitutional Principles, Balancing
and Rational Decision", Oxford Journal of Legal Studies, vol. 31, núm. 2 , 2011, pp. 273-301.
Los límites del intercambio de razones... 221
10
Filósofos como Isaiah Berlin sostienen que valores como la libertad y la igualdad, entre otros, son
incompatibles de una manera fundamental. Por eso, cuando en un caso concreto hay choques entre
estos, la decisión no está respaldada por razones, sino que proviene de otras fuentes de la decisión
222 Conflictos entre derechos
porque no hay una escala común, no importa cuántos hay o qué tan
importantes son, no hay manera de establecer prioridades entre ellos.
Una cuestión que también habría que explorar es en qué términos pue
den ser conmensurados los extremos de una situación en la que los porta
dores instancian un mismo valor, cuando esos extremos son incompatibles
en un caso concreto. Me explico, si, por ejemplo, no hay algo que per
mita comparar la importancia del respeto de una libertad y la maximiza
ción del bienestar en una situación específica ni, por lo tanto, determinar
cuál es la acción adecuada porque no hay unidad de valor compartida,
¿en qué términos procede una comparación entre dos opciones que ex
presan el ejercicio de una libertad que, en principio, operan en términos
del mismo principio? Quiero decir, si la elección se da entre el mismo
valor instanciado de diferentes maneras, ¿opera la comparabilidad me
diante unidades cardinales? Si se escoge el extremo que permite el ejerci
cio de un esquema más amplio de libertades, ¿es ese "más" cuantificable?
Este panorama nos dejaría con una estructura de razón práctica extraña
y hasta paradójica: las instancias de valores diferentes son, algunas veces,
inconmensurables (quedaría por determinar cómo procede la compara
ción cuando es legítima). Cuando los extremos de la adjudicación son
objetos del mismo valor, lo que importa se expresa en términos cardina
les y la operación que no tenía sustento racional se vuelve la habilitadora
de ese mismo tipo de elección: el ranqueo de alternativas en términos de
unidades de valor. O bien una comparación en términos ordinales, no
de escala, es la apropiada en estos casos. Pero parece que las razones por
las que esta forma de decidir es adecuada para opciones incompatibles
humana. Ninguno de los autores que reviso en este texto que defienden la tesis de la inconmensu
rabilidad valorativa defienden de manera expresa una postura con la de Berlin. En todo caso valdría
la pena revisar si a partir de las premisas que defienden se llega a la conclusión de la incompatibili
dad de algunos valores en sí. Véase: Isaiah Berlin, Four Essays on Liberty, Oxford University Press,
Oxford, 1969; Isaiah Berlin, The Crooked Timber of Humanity, Random House, Nueva York, 1994;
Elinor Mason, "Value Pluralism", The Stanford Enciclopedia of Philosophy, 07 de Febrero de 2018.
Disponible en: https://plato.stanford.edu/archives/spr2018/entries/value-pluralism/ [última fecha
de visita 9 de abril de 2018].
Los límites del intercambio de razones... 223
Para filósofos como Matijn Boot y Joseph Raz, la falta de razones que
justifiquen la decisión en casos de inconmensurabilidad, o de compara
bilidad incompleta, no implica que las elecciones sean necesariamente
irracionales. De que la racionalidad subdetermine la elección se sigue,
por el contrario, que cada una de las alternativas es racionalmente permi
sible, aunque no racionalmente obligatoria. En tanto falta conclusividad
sobre el peso específico de los extremos, lo que decide el individuo es
cuestión de voluntad y no de razones, esto es, de su preferencia, indife
rencia o ambivalencia frente a las alternativas. Ahora, esta respuesta pue
de ser relativamente satisfactoria cuando se trata de decisiones que, en lo
que importa, sólo afectan al individuo. La situación se complica cuan
do los efectos transcienden la esfera personal de manera significativa o
cuando el elector (individual o plural) tiene responsabilidades públicas
que exigen decisiones basadas en razones. En estos casos la mera prefe
rencia por alguna de las opciones o la intuición como el criterio que in
clina la balanza no califican como razones que fundamentan la decisión
pública.
4. Inconmensurabilidad
y conflicto entre derechos
11
Cfr. J. Raz, The Morality of Freedom, op. cit.; M. Boot, "Incommensurability and Incomplete…", op. cit.
12
Cfr. V. Da Silva, "Comparing the Incommnesurable…", op. cit.
Los límites del intercambio de razones... 225
13
Véase Ronald Dworkin, "Taking Rights Seriously", en Taking Rights Seriously, Bloombury
Publishing, New York, 2013, pp. 223-247; y Robert Nozick, "Moral Constraints and the State", en
Anarchy, State and Utopia, Basic Books, Nueva York, 2013, pp. 26-53.
14
Véase Frederick Schauer, "Commensurability and its Constitutional Consequences", Hastings Law
Journal, vol. 45, núm. 4, 1994, pp. 785-812.
226 Conflictos entre derechos
15
Véase Diana González Carvallo, Derechos y consecuencialismo moral, Tesis doctoral, UNAM, 2019.
Disponible en: http://132.248.9.195/ptd2019/enero/0784999/Index.html
Los límites del intercambio de razones... 227
o no. Esto quiere decir que, aun cuando se intente elegir entre derechos
incompatibles en una situación específica, la inconmensurabilidad de
los valores amparados por esas posiciones normativas impide su compa
ración y, por tanto, descarta de plano la utilización de metodologías
comparativas para la solución racional justificada del conflicto, como lo
es el test de proporcionalidad.16
16
Véase I. Berlin, Four Essays on Liberty, op. cit.
228 Conflictos entre derechos
(la amistad). La decisión que yo tome en relación con cuál amigo escoger
estará respaldada por buenas razones, en ese sentido será una elección
permitida racionalmente, pero no habrá una justificación concluyente
de la misma. La decisión final será cuestión de voluntad o preferencia que,
sólo de manera desorientadora, puede ser descrita como una decisión
plenamente justificada.
Los derechos, dentro y fuera del espacio jurídico, operan con una lógica
de bloqueo de intercambios a través de normas.18 Estas normas atajan
17
Cfr. Cass Sunstein, "Incommensurability and Valuation in Law", Michigan Law Review, vol. 92,
1993, pp. 779-861
18
Véase C. Sunstein, "Incommensurability and…", op. cit.; Joseph Raz, "Postscript to the Second
Edition: Rethinking Exclusionary Reasons", en Practical Reasons and Norms, Oxford University
Los límites del intercambio de razones... 229
Press, Oxford, 1999, pp. 190-215. R. Nozick, "Moral Constraints and…", op. cit., R. Dworkin,
"Taking Rights Seriously…", op. cit.
19
Cfr. C. Sunstein, "Incommensurability and…", op. cit.
230 Conflictos entre derechos
20
Véase Ruth Chang, "Value Incomparability and Incommensurability", en Iwao Hirose, y Jonas
Olson (eds.) The Oxford Handbook of Value Theory, Oxford University Press, Oxford, 2015, pp. 205-224.
21
R. Dworkin, "Taking Rights Seriously", op. cit.; R. Nozick, "Moral Constraints and the State", op. cit.
Los límites del intercambio de razones... 231
Los modelos que establecen un umbral a partir del cual es preciso des
conocer deberes morales terminan por defender, paradójicamente, una
idea cuantitativa de la conmensuración entre valores morales y bienes
tar. En decir, dos objetos de elección son inconmensurables sólo si la
22
Jeremy Waldron, "Fake Incommensurability: A Response to Professor Schauer", Hastings Law
Review, vol. 45, núm. 4, 1994, pp. 813-824.
23
Para Nozick, si la defensa de determinadas constricciones secundarias genera consecuencias mo
rales catastróficas, estas titulaciones pueden ser desconocidas. Las ideas kantianas de dignidad y
valor como fin de los seres humanos son las que implican necesariamente la de derechos como
restricciones secundarias a la acción. Los derechos así derivados son un conjunto de titulaciones
que operan bajo el estándar del derecho natural a la propiedad privada. En R. Nozick, "Moral
Constraints and the State", op. cit.; y D. González Carvallo, Derechos y consecuencialismo moral, op. cit.
232 Conflictos entre derechos
También hay un asunto formal que tiene que ser atendido por las tesis
de la discontinuidad valorativa y que, hasta donde sé, no ocupa ni los
márgenes de sus esfuerzos argumentativos. Se trata de la relación de si
metría entre extremos incomparables.25 Las opciones incomparables
están en posición simétrica una frente a la otra. Las posturas de la dife
rencia categorial entre bienes con valor intrínseco, esto es, con valor abso
luto, e intereses mediáticos de importancia relativa, enfatizan que no hay
alguna "cantidad" de valor mediático que pueda superar al intrínseco.
Pero si el rechazo de la comparación simboliza la mayor importancia de
unos bienes en comparación con otros, el problema es que la incompa
rabilidad nos deja con alternativas simétricas que lo que niega es, precisa
mente, la posibilidad de hacer afirmaciones de valor relativo. La función
del rechazo y la indignación frente a los intercambios entre estos valores
es reflejar la importancia mucho mayor de unos bienes sobre otros, pero,
en estos casos, no es posible hacer juicios de valor relativo de esos objetos
incompatibles.
Por eso, que una cosa sea más valiosa que otra, muchísimo más en algu
nos casos, implica que quien decide esté habilitado para derivar conclu
siones relativas a la acción. La importancia intrínseca de un valor y de
sus portadores no supone estar impedido, o no querer, compararlo con
24
Véase D. González Carvallo, Derechos y consecuencialismo moral, op. cit.
25
R. Chang, "Against Constitutive Incommensurability…", op. cit.
Los límites del intercambio de razones... 233
26
Véase R. Chang, "Value Incomparability and…", op. cit.
27
Véase Amartya Sen, "Incompleteness and Reasoned Choice", Synthese, vol. 140, núm. 1/2, 2004,
pp. 43-59.
234 Conflictos entre derechos
defender una tesis pluralista en relación con los valores, es decir, que en
ciertos casos son inconmensurables, junto con una noción comparati
vista de la decisión racional.
6. La incomparabilidad
y la posibilidad de decisión
racional justificada
28
Véase R. Chang, "Incommensurability (and Incomparability)", op. cit.; M. Boot, "Incommensurability
and Incomplete…", op. cit.
Los límites del intercambio de razones... 235
29
El que la relación sea positiva quiere decir que los elementos se relaciona en términos de mejor,
peor o igual. Que sea binaria quiere decir que la situación está integrada por al menos dos objetos
de valor diferentes. El carácter básico quiere decir que los extremos de la decisión instancian valores
que no son reducibles uno al otro, es decir, la decisión no consiste en determinar qué alternativa
deriva mayor valor cardinal. Véase Mark Schroeder, "Value Theory", en The Stanford Encyclopedia of
Philosophy, 28 de Julio de 2016. Disponible en: https://plato.stanford.edu/entries/value-theory/
[última fecha de consulta: 05 de Septiembre de 2017].
30
Véase R. Chang, "Introduction", op. cit.
236 Conflictos entre derechos
31
Ibidem; y R. Chang, "Against Constitutive Incommensurability…", op. cit.
32
Véase J. Raz, The Morality of Freedom, op. cit.; R. Chang, "Introduction", op. cit.; M. Boot,
"Incommensurability and Incomplete…", op. cit.
Los límites del intercambio de razones... 237
33
Cfr. R. Chang, "Introduction", op. cit.
238 Conflictos entre derechos
34
Cfr. R. Chang, "Incommensurability (and Incomparability)", op. cit.
35
Cfr. R. Chang, "Introduction", op. cit.
36
Cfr. R. Chang, "Against Constitutive Incommensurability…", op. cit.
37
Véase: J. Waldron, "Fake Incommensurability…", op. cit.; Francisco J. Urbina, "The Incommensu
rability Objection", en A Critique of Proportionality and Balancing, Cambridge University Press, Lon
dres, 2013, pp. 39-74.
Los límites del intercambio de razones... 239
38
Cfr. R. Chang, "Against Constitutive Incommensurability…", op. cit.
39
Un estudio interesante y persuasivo sobre los problemas de motivación propios de teorías deon
tológicas como la kantiana, y las posibles respuestas a esos problemas, puede encontrarse en el libro
de Faviola Rivera Castro, Virtud, Felicidad y Religión en la Filosofía de Kant (UNAM-IIF, México,
2014).
40
Cfr. R. Chang, "Introduction", op. cit.
240 Conflictos entre derechos
mente a esta situación ni a los efectos de que entre las alternativas haya
ese tipo de posiciones normativas, pero una de sus críticas al maximalismo
de Raz da algunas pistas de cuál podría ser su enfoque. En la siguiente
sección me voy a referir a esta objeción, a las razones por las que creo
que falla como crítica al maximalismo y a la manera en la cual es posible,
con base en los argumentos sobre razonamiento práctico en general que
desarrolla la misma filósofa, trasplantar consideraciones sobre conflic
tos prácticos a ciertos tipos de choques en derecho o que involucran
derechos.
7. Incomparabilidad
y justificación racional
en el derecho
41
Cfr. R. Chang, "Value Incomparability and…", op. cit.
Los límites del intercambio de razones... 241
42
Véase F. Schauer, "Commensurability and its Constitutional…", op. cit.
242 Conflictos entre derechos
43
Véase D. González Carvallo, Derechos y consecuencialismo moral, op. cit.
44
Véase F. Sahuer, "Commensurability and its Constitutional…", op. cit.
244 Conflictos entre derechos
Una de las cuestiones que habría que probar no sólo teóricamente, sino
además en términos empíricos es ¿qué tan cierto es que el modelo deon
tologista de derechos absolutos genera en la práctica la custodia y la
garantía reforzadas de los intereses que protege?45 Quiero decir, mi tesis
es que la idea de la inconmensurabilidad/incomparabilidad de los intere
ses de derechos y de bienestar da cuenta de manera deficitaria de lo que
son conceptualmente esas instancias y, normativamente, de por qué hacen
lo que hacen. Esto obedece, entre otras cosas, al carácter instrumental
de los derechos, aun de los que amparan bienes con valor intrínseco.
La afirmación de Schauer da otra vuelta de tuerca a esta cuestión: hay que
contrastar empíricamente la idea de que el discurso de tutela absoluta
de objetos mediante derechos es, de hecho, el que los protege y promue
ve de mejor manera.
45
Ibidem.
Los límites del intercambio de razones... 245
8. Conclusiones
46
Ibidem.
246 Conflictos entre derechos
Fuentes
Nozick, Robert, "Moral Constraints and the State", en Anarchy, State and
Utopia, New York: Basic Books, Nueva York, 2013, pp. 26-53.
Raz, Joseph, Engaging Reason: On the Theory of Value and Action, Oxford
University Press Oxford, 2001.
Marina Velasco*
* Doctora en Filosofía. Posgrado en Lógica y Metafísica (PPGLM), Universidad Federal de Río de
Janeiro. Contacto: [email protected]
Sumario: 1. Nota introductoria; Proporcionalidad; Normas; Valores; Perso
nas; 2. Ciudadanos y Jueces.
1. Nota introductoria
Proporcionalidad
253
254 Conflictos entre derechos
Normas
Las normas sociales —en general, sin distinguir los diversos ámbitos en
que pueden estar en vigor— son enunciados deónticos que expresan
expectativas de comportamiento generalizadas (en tiempo, espacio y situa
ción de la acción). Típicamente contienen el verbo deber. Ellas expresan
obligaciones o prohibiciones. (Dejo de lado en esta caracterización su
perficial la cuestión de si ellas son propiamente enunciados o, en rigor,
el significado de esos enunciados).
Valores
Paso ahora a considerar los tres elementos en los dos contextos mencio
nados en: 1) las relaciones personales, y 2) las relaciones entre ciudada
nos y el contexto de la decisión judicial, especialmente cuando los jueces
deciden sobre conflictos entre derechos fundamentales.
Personas
1
Bernard Schlink, "Proportionality in Constitutional Law: Why Everywhere But Here?", en Duke
Journal of Comparative and International Law, vol. 22, núm. 2, 2012, p. 292.
2
Se trata de un deber racional, o una exigencia que nos plantea nuestra racionalidad. Kant lo
entendió como un principio racional, al que llamó imperativo hipotético (por depender el deber de
una condición o hipótesis: sólo debemos realizar la acción que consiste en un medio, porque que
remos el fin para el cual esa acción es un medio). Y lo contrastó con otro principio, al que llamó
imperativo categórico (porque el deber no dependería de ninguna condición: el deber de actuar de
acuerdo con reglas universalizables, un deber también racional, según Kant, pero no instrumental,
sino moral). Véase, Immanuel Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Espasa-Calpe,
Madrid, 1980.
256 Conflictos entre derechos
3
Me baso aquí en Christine Korsgaard, "Creating the Kingdom of Ends: Reciprocity and Responsibility
in Personal Relations", Creating the Kingdom of Ends, Cambridge University Press, Cambridge, 1996,
pp. 188-221.
4
Cfr. Arthur Ripstein, "Reclaiming Proportionality", Journal of Applied Philosophy, vol. 34, núm. 1,
2017, pp. 1-18.
Proporcionalidad, normas y valores... 257
dida, una medida que nunca es exacta, pero a la que, sin embargo, aspira
mos alcanzar. Una idea de proporcionalidad está presente en la concepción
de virtud aristotélica. Para Aristóteles, la persona prudente es aquella
que sabe actuar de la manera apropiada, proporcionada, en cada situa
ción, manteniéndose apartada de los extremos, que constituirían el
vicio.5
5
Cfr. Eric Engle, "The General Principle of Proportionality and Aristotle", en Liesbet Huppes-
Cluysenaer y Nuno M. Coelho (eds.), Aristotle and The Philosophy of Law: Theory, Practice and
Justice. Ius Gentium: Comparative Perspectives on Law and Justice, vol. 23, Springer, Dordrecht, 2013,
pp. 265-276.
258 Conflictos entre derechos
Contra esta visión reaccionan todas aquellas teorías morales que quieren
tomar en serio los presupuestos de la interacción mediada por el lenguaje
moral en la vida cotidiana, en la que continuamente justificamos nues
tras acciones apelando a normas y valores. Ciertamente, para defender
que podamos hablar de algún tipo de "objetividad" en la moral, no po
demos tomar a la racionalidad teórica como padrón de medida. Que no
pueda haber verdad o falsedad en el lenguaje moral que usamos no signi
fica que no intercambiemos razones. Sólo que, desde un punto de vista
moral, buscamos razones para actuar, no razones para creer, por eso no
Proporcionalidad, normas y valores... 259
6
G. H. von Wright, La diversidad de lo bueno, Marcial Pons, Madrid, 2010.
7
Aunque no todos, varios autores contemporáneos hacen una distinción entre ética y moral, alu
diendo con esos términos, respectivamente, a cuestiones de la "vida buena" y a cuestiones de justi
cia. En la filosofía contemporánea esta distinción tiene su origen en un libro de Bernard Williams,
Ethics and the Limits of Philosophy, Harvard University Press, 1985.
260 Conflictos entre derechos
sona gramatical.8 Acciones pueden ser buenas o malas para mí, en sentido
técnico, cuando son buenas o malas como medios para un fin que quiero.
Tenemos un fin, algo que queremos y por ello consideramos valioso, y
buscamos los mejores medios para ese fin. Problemas técnicos pueden
ser más o menos complicados. Si es conveniente, puedo llamar a al
guien que tenga más conocimiento —a un técnico— y me traiga la solu
ción para el problema que me aqueja. Los valores que están en juego en
esta situación son utilitarios. El problema que exige una solución en este
caso puede ser apreciado desde una perspectiva objetiva, y la solución
vale para cualquiera que se encuentre en mi situación.
Acciones pueden ser buenas o malas para una persona en otro sentido,
que no es técnico sino ético. Más que de medios, en este caso se trata de
determinar qué fines quiero o debo perseguir, y los fines aparecen como
valiosos en un sentido diferente. El problema que exige una solución
racional en este caso es un problema más propiamente mío, tiene que ver
con la persona que soy. Me pregunto qué es bueno para mí, qué fines
debo perseguir yo, no cualquiera que esté en mi situación —yo, siendo
quien soy, teniendo esta biografía insustituible y dados los valores a los que
adhiero. Lo que es bueno para mí depende de lo que soy, pero también
de lo que desearía ser —es indisociable de un ideal del yo—. En este caso,
ciertamente, no puedo llamar a un técnico para que me proporcione la
solución a mis problemas. Este uso de la razón práctica es llamado ético-
existencial, porque está indisolublemente ligado a la comprensión de sí.
Aquí la perspectiva de la primera persona es insustituible.
8
Cfr. "Del uso pragmático, ético y moral de la razón práctica", en Jürgen Habermas, Aclaraciones a
la ética del discurso, Trotta, Madrid, 2000.
Proporcionalidad, normas y valores... 261
9
"Los valores culturales llevan consigo, desde luego, una pretensión de validez intersubjetiva, pero
están tan implicados en la totalidad de una forma vital especial que no pueden aspirar, sin más ni
más, a la validez normativa en sentido estricto…", J. Habermas, "Ética del discurso. Notas sobre un
programa de fundamentación", en Conciencia moral y acción comunicativa, Península, Barcelona, 1985.
262 Conflictos entre derechos
10
Existe una compilación en español que reúne los textos del debate: Hilary Putnam y Jürgen
Habermas, Normas y Valores, Trotta, Madrid, 2008.
Proporcionalidad, normas y valores... 263
Decir que lo bueno es algo que debe existir o que debe ser perse
guido, no es sólo muy vago, sino que fácilmente puede verse como
una opinión insostenible, a menos que se afirme con grandes reser
vas. […] ¿Las manzanas buenas deben ser comidas? […] ¿A quién
obliga, y cómo, la bondad de un buen corredor? […]12
Y concluye:
11
Robert Alexy, Teoría de los derechos fundamentales, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid,
2008, pp. 138 y ss.
12
G. H. von Wright, La diversidad de lo bueno, op. cit., pp. 179-80. Este es un punto enfatizado por
las éticas deontológicas. Hacer lo correcto no necesariamente produce buenas consecuencias.
13
Ibidem, p. 180.
264 Conflictos entre derechos
2. Ciudadanos y Jueces
14
Distingo las dos maneras de argumentar en caso de conflictos prácticos en Marina Velasco, "Con
flictos entre derechos y ponderación. Por qué los jueces no deberían abandonar la perspectiva deon
tológica", Doxa, Cuadernos de Filosofía del Derecho, Alicante, núm. 39, 2016, pp. 305-317. Las dos
perspectivas se corresponden con dos tipos de teorías éticas. Consecuencialistas son llamadas las
teorías éticas que sostienen la prioridad de lo bueno sobre lo correcto. Lo correcto, para un con
secuencialista, no sólo está subordinado a lo bueno, sino que ni siquiera puede definirse de manera
independiente de lo bueno: para un consecuencialista lo correcto es maximizar lo bueno. Deon
tológicas, por el contrario, son llamadas las teorías éticas que sostienen la prioridad de lo correcto
sobre lo bueno. En este caso, lo correcto no sólo no está subordinado a lo bueno, sino que establece
restricciones a la persecución de lo bueno.
Proporcionalidad, normas y valores... 265
15
Carlos Bernal Pulido, El principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales, Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2005, pp. 40 y ss. Cfr. también Bernard Schlink,
"Proportionality in Constitutional Law…, op. cit., p. 292.
Proporcionalidad, normas y valores... 267
16
Véase R. Alexy, Teoría de los derechos fundamentales, op. cit.
17
Cfr. Idem, p. 91, donde Alexy advierte que en los fallos del Tribunal Constitucional Alemán no se
habla expresamente de principios, pero que la diferencia terminológica no impide interpretar la
forma de argumentación utilizada por el tribunal como la de una colisión de principios en el sentido
privilegiado por él: como mandatos de optimización.
18
J. Habermas, Facticidad y validez, Trotta, Madrid, 1994, cap. 6.
Proporcionalidad, normas y valores... 269
En segundo lugar, afirmar que los derechos no deban ser entendidos como
valores no significa negar que los derechos encarnen valores. Es innega
ble que los derechos protegen o promueven valores o intereses. Es la
persecución de valores o ideales sociales lo que justifica, desde el punto
de vista social, que se reconozcan derechos, y que se exija al Estado la
tarea de tutelarlos. No obstante, quien defiende el carácter deontológico
de los derechos afirma que, no importa los valores que esos derechos
encarnen o protejan, no importa las razones por las cuales pasaron a
ser reconocidos como derechos, una vez reconocidos como derechos
adquieren vida propia y pasan a someterse a las condiciones de la vali
dez jurídica, a la "lógica del deber". Esa es la fuerza de los derechos: una
19
Defiendo ese argumento en el artículo: M. Velasco, "Conflictos entre derechos y ponderación...,
ya citado.
270 Conflictos entre derechos
20
T. M. Scanlon, "Adjusting Rights and Balancing Values", Fordham Law Review, vol. 72, núm. 5,
2004, pp. 1477-1486. Scanlon reflexiona sobre cuestiones constitucionales en el marco de una re
construcción de la perspectiva de la teoría de la justicia de John Rawls. Dejo de lado la referencia a
Rawls en mis comentarios.
21
"Podemos" ponderar, dice Scanlon, aunque parece dar a entender que es inevitable hacerlo.
Yo quisiera agregar que no es inevitable ponderar tampoco en este caso.
Proporcionalidad, normas y valores... 271
Mientras que en los casos de un conflicto entre valores estos son ponde
rados, cuando reconocemos un conflicto entre derechos estos son "ajus
tados", "redefinidos" o "especificados". La diferencia fundamental entre
ambas tareas —señala Scanlon— es que, al ajustarse, redefinirse o espe
cificarse los derechos, al mismo tiempo se definen poderes y prerrogativas
institucionales. En la medida en que los derechos se especifican como
derechos constitucionales, al mismo tiempo se definen poderes de otros
agentes (legisladores o funcionarios) para determinar —en el caso del
ejemplo— cuáles formas de expresión deben ser legalmente permitidas
y cuáles no. Porque especificar los derechos es determinar qué tipo de
razones pueden justificar que los agentes públicos eventualmente los
limiten.23 Esta referencia a posibles razones que justifiquen la limitación
de derechos es la que falta en los argumentos que tratan a los derechos
como valores que deben ser ponderados.
22
"The idea of ‘balancing’ institutionally defined powers and prerogatives against one another hardly
makes sense" […] Values are balanced, rights are adjusted or redefined". En T. M. Scanlon, "Adjusting
Rights and Balancing Values", op. cit., pp. 1478-9.
23
Ibidem, p. 1481.
272 Conflictos entre derechos
24
Barroso, Luís Roberto, "HC152.752. Anotações para manifestação oral", p. 2. Se trata de anota
ciones para la exposición oral, ya que no es un voto escrito, y están disponibles en el blog personal
del ministro: https://luisrobertobarroso.com.br/2018/04/12/julgamento-do-hc-152-752-caso-do-ex-
presidente-luis-inacio-lula-da-silva/, pp. 12 e ss. Acceso el 22 de julio de 2018. Las traducciones
son mías.
25
Ibidem, p. 12.
26
Barroso define qué entiende por principios en el mismo texto: "Los principios, al contrario de las
reglas, no describen conductas, sino que apuntan a estados ideales a ser alcanzados, tales como la
justicia, la dignidad humana o la eficiencia. Son mandatos de optimización dirigidos al intérprete,
que debe aplicarlos en la mayor extensión posible, teniendo en cuenta otros principios y la realidad
fáctica." Los principios, se dice, deben ser aplicados "… en armonía, en concordancia práctica o en
ponderación con otros principios y mandatos constitucionales. Ponderar significa atribuir pesos,
hacer concesiones recíprocas y, en el límite, elegir cuál principio va a prevalecer en una situación
concreta." Ibidem., p. 13.
Proporcionalidad, normas y valores... 273
Puestas las cosas de ese modo, llevó a cabo la ponderación entre los dos
principios que consideró que estaban en conflicto en la situación:
27
Idem.
274 Conflictos entre derechos
28
Tampoco la concepción de los derechos como "triunfos" de Dworkin implica la primacía absolu
ta de los derechos sobre bienes colectivos. Ronald Dworkin, Los derechos en serio, Ariel, Barcelona,
2012.
276 Conflictos entre derechos
Fuentes
29
El ministro Barroso parece tener otra visión sobre la tarea de los jueces. En el texto mencionado
defiende explícitamente la adopción de una perspectiva consecuencialista, "un cambio de paradig
ma", "un giro empírico-pragmático en el derecho público en general y en el derecho constitucional
en particular", y afirma que "cabe al juez producir la decisión que traiga las mejores consecuencias
posibles para la sociedad como un todo." Barroso, op. cit., p. 16.
Proporcionalidad, normas y valores... 277
1. Introducción
281
282 Conflictos entre derechos
1
El profesor genovés Riccardo Guastini propone un listado de las principales características que
caracterizarían a un sistema "constitucionalizado" en Riccardo Guastini, "La constitucionalización
del ordenamiento jurídico: el caso italiano", en Miguel Carbonell (ed.), Neoconstitucionalismo(s),
Trotta, Madrid, 2003, pp. 49-73.
2
Si bien es habitual atribuir a Hans Kelsen la paternidad de la noción del control de constituciona
lidad a través de una institución específica destinada a tal efecto (el Tribunal Constitucional), algunos
autores ponen en duda esta afirmación, señalando que la idea ya aparece previamente en la obra de
Sieyès o Jellinek. Véase, por ejemplo, Edgar Carpio, "Sieyès, Jellinek, Kelsen y los tribunales cons
titucionales", en Luis Cervantes, Liñán y Domingo García Belaunde (comps.), Hans Kelsen sobre la
jurisdicción constitucional, Universidad Inca Garcilaso De La Vega, Lima, 2017, pp. 151-211.
La importancia del criterio de necesidad... 283
3
En este sentido, se han convertido en obras de referencia tanto Ronald Dworkin, Los derechos en
serio, trad. Marta Gustavino, Ariel, Barcelona, 1984 [1978]; como Robert Alexy, Teoría de los dere-
chos fundamentales, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, (1986) 1993.
4
Sobre las diferentes posiciones teóricas acerca de la distinción entre principios y reglas, véase, por
ejemplo Pedro Moniz Lopes, "The Syntax of Principles: Genericity as a Logical Distinction Between
Rules and Principles", Ratio Juris, vol. 30, núm. 4, 2017, pp. 471-490.
284 Conflictos entre derechos
5
Algunos autores plantean incluso la posibilidad de que surjan situaciones de conflicto a raíz de la
omisión o de la acción insuficiente de los poderes públicos en la satisfacción de los derechos
fundamentales. En este sentido, véase, por ejemplo Jaime Cárdenas, "Noción, justificación y críticas
al principio de proporcionalidad", Boletín Mexicano de Derecho Comparado, núm. 139, 2014, pp.
65-100; y Laura Clérico, "El examen de proporcionalidad: entre el exceso por acción y la
insuficiencia por omisión o defecto", en Miguel Carbonell (coord.), Argumentación jurídica. El juicio
de ponderación y el principio de proporcionalidad, Porrúa-UNAM, México, 2011, pp. 113-153.
6
Riccardo Guastini, Dalle fonti alle norme, Giappichelli, Turín, 1990, p. 303.
286 Conflictos entre derechos
7
Véase, en este sentido Robert Alexy, Teoría…, op. cit., p. 88.
8
David Martínez Zorrilla, Conflictos constitucionales, ponderación e indeterminación normativa, Marcial
Pons, Madrid, 2007.
9
Una relación de las principales críticas que se han dirigido hacia la ponderación (especialmente
contra su pretendida racionalidad) puede encontrarse en Carlos Bernal Pulido, "La racionalidad de
la ponderación", Revista Española de Derecho Constitucional, núm. 77, 2006, pp. 51-75.
La importancia del criterio de necesidad... 287
10
David Martínez Zorrilla, Conflictos… op. cit., pp. 155-183.
11
Entre otros, véase Lars Lindhal, "Conflicts in Systems of Legal Norms", en P. W. Brouwer et al.
(eds.), Coherence and Conflict in Law, Kluwer Academic Publishers, Deventer, 1992, pp. 39-64;
288 Conflictos entre derechos
Aleksander Peczenik, "Legal Collission Norms and Moral Considerations", en P. W. Brouwer et al.
(eds.), Coherence…, op. cit., pp. 177-197.
12
Por ejemplo, en Riccardo Guastini, "Principi di diritto e discrezionalità giudiziale", Diritto
Pubblico, núm. 3, 1998, pp. 641-660.
13
Véase Ignacio De Otto, "La regulación del ejercicio de los derechos y libertades. La garantía del
contenido esencial en el art. 53.1 de la Constitución", en Ignacio De Otto y Lorenzo Martín-
Retortillo (coords.), Derechos fundamentales y constitución, Tecnos, Madrid, 1988.
14
Véase, por ejemplo, Juan Antonio García Amado, "Existe discrecionalidad en la decisión judicial?
O de cómo en la actual teoría del derecho (casi) nada es lo que parece y (casi) nadie está donde
dice", Berbiquí, Revista del Colegio de Jueces y Fiscales de Antioquía, núm. 30, 2005, pp. 14-38.
La importancia del criterio de necesidad... 289
4. Ponderación y racionalidad:
el modelo de Robert Alexy
Sin duda, uno de los autores que mayores esfuerzos ha dedicado a mos
trar que la ponderación puede ajustarse a los parámetros del control ra
cional (y, en consecuencia, que existe fundamento para poder diferenciar
entre ponderaciones justificadas e injustificadas) ha sido el jurista ale
mán Robert Alexy, cuyos trabajos sobre este ámbito se han convertido en
una referencia ineludible, tanto para sus defensores como para sus de
tractores. No resulta del todo evidente si el autor se enmarca en una
posición universalista o particularista de la ponderación, puesto que puede
apreciarse una evolución en su pensamiento a lo largo de los años. En este
sentido, en su importante obra Teoría de los derechos fundamentales,15 su
15
Robert Alexy, Teoría… op. cit.
290 Conflictos entre derechos
16
Entre otros, véase, Robert Alexy, "Epílogo a la Teoría de los derechos fundamentales", Revista Española
de Derecho Constitucional, núm. 66, 2002, pp. 13-64; Robert Alexy, "Constitutional Rights,
Balancing, and Rationality", en Ratio Juris, vol. 16, núm. 2, 2003, pp. 131-140; y Robert Alexy, "On
Balancing and Subsumption. A Structural Comparison", Ratio, vol. 16, núm. 4, 2003, pp. 433-449.
La importancia del criterio de necesidad... 291
17
Sin ir más lejos, expuse algunos de los problemas que en mi opinión plantea la posición de Alexy
en David Martínez Zorrilla, Conflictos… op. cit., pp. 248 y ss. Según mi criterio, no obstante, los
mejores argumentos ofrecidos en contra de la fórmula del peso han sido los expuestos en Hugo
Zuleta, "El principio de proporcionalidad. Reflexiones sobre la racionalidad del modelo de Robert
Alexy", en http://www.academia.edu/30008861/El_principio_de_proporcionalidad._Reflexiones_
sobre_el_modelo_de_Robert_Alexy, 2017. [Último acceso: 19 de octubre de 2018].
La importancia del criterio de necesidad... 293
contrario, se trata de una actuación que sobrepasa los límites de ese de
recho, y por tanto no goza de protección constitucional (usando un
ejemplo muy simple, el ejercicio del derecho fundamental a la libertad
personal no ampararía el uso de la violencia contra otras personas o la
privación de la libertad de estas últimas).
18
Carlos Bernal Pulido, El principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales, 2a. ed., Centro
de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2004, pp. 736 y ss.
La importancia del criterio de necesidad... 295
19
Véase, por todos, Carlos Bernal Pulido, El principio…, op. cit.
296 Conflictos entre derechos
ellos siendo igual en el resto. ¿Pero qué ocurre si, por ejemplo, la alter
nativa A es superior en eficacia y rapidez que la alternativa B, pero la
probabilidad de consecución del fin es muy inferior a ésta última?
¿Es preferible contar con una baja probabilidad de alcanzar el fin más
rápida y plenamente, o con una alta probabilidad de conseguir el mismo
fin en menor grado y más lentamente? La misma dificultad se plantea en
cualesquiera de las demás combinaciones posibles en las que una opción
sea superior en una dimensión e inferior en otra(s), como por ejemplo,
entre la consecución más plena del fin pero de manera mucho más lenta,
o su consecución mucho más rápida pero menos plena, manteniéndose
constante el grado de probabilidad en ambas.20
20
Esta cuestión nos conduce al interesante debate filosófico acerca de la inconmensurabilidad y
la incomparabilidad. Para una visión general acerca del mismo, véase Ruth Chang (ed.),
Incommensurability, Incomparability and Practical Reason, Cambridge University Press, Cambridge
(Mass.), 1997.
La importancia del criterio de necesidad... 297
21
Véase Carlos Bernal Pulido, El principio…, op. cit., p. 748.
La importancia del criterio de necesidad... 299
22
En contraste, cuando se examina la constitucionalidad de una decisión legislativa, ni es el caso
que ésta se fundamente siempre en el ejercicio, desarrollo o protección de un derecho fundamental,
300 Conflictos entre derechos
24
Véase, entre otras, STC 105/1990, de 6 de junio; STC 223/1992, de 14 de diciembre; STC
4/1996, de 16 de enero; STC 57/1999, de 12 de abril; STC 112/2000, de 5 de mayo; STC 39/2005,
de 28 de febrero.
302 Conflictos entre derechos
zaría por injustificada una resolución del conflicto que diese prioridad
en tales circunstancias (utilización de expresiones insultantes o injuriosas)
a la libertad de expresión o información sobre el derecho al honor.25
25
En este sentido, puede verse por ejemplo la STC 39/2005, de 28 de febrero. En síntesis, los he
chos que dan lugar a la controversia son los siguientes: un concejal de un pequeño municipio de la
región de Extremadura, durante un pleno del Ayuntamiento, se refiere en términos negativos a la ges
tión de la residencia de ancianos por parte de su administrador, tildándolo de "lameculos", "cacique"
y "personajillo", debido a lo cual el concejal será después condenado penalmente como autor de un
delito de injurias. Éste recurre la decisión judicial argumentando que se ha lesionado su derecho
fundamental a la libertad de expresión, sobre la base de que tanto la persona a quien se refería como
el asunto abordado en el pleno eran de relevancia pública, y por tanto los límites para la crítica son
mucho más amplios. Cuando el Tribunal Constitucional examina el caso, concluye que las expre
siones vertidas exceden el ejercicio legítimo de la libertad de expresión, dando así prioridad a la
protección del honor del afectado. Resulta destacable la afirmación del Tribunal de que expresiones
como "lameculos" y "cacique" eran objetivamente innecesarias para los objetivos de la crítica política
que estaba llevando a cabo el concejal en el pleno municipal (fdto. 5o.), lo que equivale a decir que
existían medios alternativos y menos gravosos para la consecución del mismo fin. Con carácter
general, sintetizando la doctrina jurisprudencial al respecto, el Tribunal sostiene que "La Cons
titución no reconoce en modo alguno (…) un pretendido derecho al insulto. La Constitución no
veda, en cualesquiera circunstancias, el uso de expresiones hirientes, molestas o desabridas, pero de
la protección constitucional que otorga el art. 20.1 a) [libertad de expresión] están excluidas las
expresiones absolutamente vejatorias; es decir, aquellas que (…) sean ofensivas u oprobiosas y
resulten impertinentes para expresar las opiniones o informaciones de que se trate" (fdto. 5o.; el
énfasis es nuestro).
304 Conflictos entre derechos
tigan, para acceder así a sus consultas y poder registrar con cámara oculta
todo lo que allí ocurre, así como las conversaciones. El resultado de las
grabaciones suele revelar unas prácticas supuestamente fraudulentas por
parte de los afectados, y se emiten públicamente o bien sin ningún tipo
de tratamiento, o bien con algún tratamiento insuficiente que no impide
conocer en todo momento la identidad de la persona ni el entorno en el
que desarrolla la actividad, que usualmente es su propio domicilio par
ticular. No se discute en ninguno de los casos ni la veracidad de la infor
mación, ni su interés o relevancia pública (pues se trata en todos los
supuestos de poner de manifiesto prácticas fraudulentas y/o de intru
sismo profesional por parte de falsos especialistas),26 pero se señala que
el uso de tales técnicas de cámara oculta supone una lesión de los dere
chos a la propia imagen y a la intimidad (en la medida en que sus activi
dades "profesionales" se desarrollan en sus propios domicilios) de las
personas afectadas.
26
En el caso de la STC 12/2012, se trata de una esteticista y naturista que ofrece en su domicilio
servicios de fisioterapia sin cumplir los requisitos de titulación y de colegiación legalmente exigibles
para ello. En el supuesto de la STC 24/2012, una coordinadora de una marca comercial de estética
se dedica a prestar asesoramiento para tratamientos de adelgazamiento, sin tener la condición de
médico. En la STC 74/2012, el protagonista es un supuesto especialista en fenómenos paranormales,
que cuenta con una consulta de parapsicología en su vivienda.
La importancia del criterio de necesidad... 305
7. Conclusiones
Fuentes
J.J. Moreso*
* Catedrático de Filosofía del Derecho. Universidad Pompeu Fabra, Barcelona. Contacto: josejuan.
[email protected]. Esta investigación se ha beneficiado de la ayuda financiera del Ministerio español
de Economía y Competitividad y de la Agaur de la Generalitat de Cataluña a los proyectos de inves
tigación Der 2013-48066-C2-1-R y Sgr 626. 2014-2, respectivamente. Tiene su origen en una ponen
cia, con este mismo título, presentada en el Foro Internacional permanente de estudios anti-corrupción,
Primer Encuentro: ¿Cómo guardar a los guardianes?, de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá
(Colombia), 21-22 de marzo de 2018, por la amable invitación del Vicerrector Luis Fernando Álva
rez Londoño, S. J. A su vez, el texto se beneficia ampliamente de otro texto, que fue escrito también
como respuesta a la amable invitación del Prof. Julio Montero (Universidad de Buenos Aires y
Conicet): J. J. Moreso, "Una aristocracia para todos: Gargarella o el constitucionalismo de la igual
dad", Revista Latinoamericana de Filosofía Política (Rlfp), vol. VI, núm. 2, 2017, pp. 1-31. A la audiencia
de Bogotá, y a L. F. Álvarez y J. Montero, quedo en deuda por su amabilidad y sus observaciones.
Sumario: 1. Introducción; 2. La secuencia rawlsiana en cuatro etapas; 3. En con
diciones ideales: getting to Denmark; 4. En condiciones menos favorables:
getting to Mexico; 5. Los presupuestos de la democracia constitucional.
1. Introducción
1
Cfr. Roberto Gargarella, La sala de máquinas de la Constitución. Dos siglos de constitucionalismo en
América Latina (1810-2010), Katz, Buenos Aires, 2015; y la edición original en inglés: Latin American
Constitutionalism, 1810-2010. The Engine Room of the Constitution, Oxford University Press, Oxford, 2013.
313
314 Conflictos entre derechos
Latinoamérica que Roberto lleva a cabo. Sin embargo, el cuadro que nos
ofrece está lleno de sugerencias valiosas siempre orientadas al objetivo
de que el constitucionalismo sea la pieza clave para construir una comu
nidad humana de personas libremente iguales o, lo que es lo mismo,
igualmente libres. No obstante, me atrevo a sugerir que, tal vez, se ha
bría beneficiado de la literatura historiográfica que trata de mostrar
la importancia de la legislación especial con la que los Imperios (como el
español, el francés, el británico o el portugués) regularon la vida de las
colonias en el tránsito de Imperios a Naciones, una legislación y una po
lítica con la capacidad de arrojar, tal vez, luz sobre algunas de las espe
cificaciones, y de explicar algunas de las insatisfactorias soluciones del
primer constitucionalismo en Latinoamérica. En este sentido es de rese
ñar el esfuerzo, también descomunal, que en mil quinientas páginas lle
nas de sugerencias interesantes lleva a cabo Fradera en su obra.2 Como
después trataré de argumentar, esta vía habría podido llevar al autor a
una atención mayor a la rama ejecutiva del gobierno, al terreno de la
administración pública.
2
Véase, Josep M. Fradera, La Nación Imperial (1750-1918), Edhasa Barcelona, 2015. Al que podemos
añadir las contribuciones a la comprensión del tránsito desde el final del Imperio español hasta las
nuevas naciones latinoamericanas, en especial para Argentina, de Juan Carlos Garavaglia: Construir
el Estado, inventar la nación. El Río de la Plata, siglos xviii-xix, (Prometeo, Buenos Aires, 2007); La
disputa por la construcción nacional argentina (Prometeo, Buenos Aires, 2015); Población y sociedad.
Argentina (1830-1880) (Taurus, Barcelona, 2015).
3
Estoy de acuerdo con Wang y Pivatto en que, dada la relevancia de la tesis del hiperpresidencialismo
en el libro, una mejor caracterización de los rasgos de dicho fenómeno habría ayudado a comprender
mejor la tesis del autor. Véase, Daniel Wei L. Wang y Priscila Pivatto, "Latin American Constitutionalism,
Democracia en condiciones menos favorables 315
1810-2010. The Engine Room of the Constitution", International Journal of Constitutional Law, vol.
12, núm. 1, enero 2014, pp. 256-261.
4
Roberto Gargarella, La sala de máquinas de la Constitución, op. cit., p. 347.
5
Ibidem, capítulo I.
316 Conflictos entre derechos
6
Ibidem, p. 250.
7
Cfr., Carlos S. Nino, "Transition to Democracy, Corporatism and Presidentialism with Special
Reference to Latin America", en Douglas Greenberg, Stanley N. Katz, Melanie B. Oliveiro y Steven
Wheatle (eds.), Constitutionalism and Democracy, Transitions in the Contemporary World, Oxford Uni
versity Press, Oxford, 1993, pp. 46-64; Carlos S. Nino, "Hyperpresidentialism and Constitutional
Reform in Argentina", en Arend Lijphart y Carlos H. Waisman (eds.), Institutional Design in New
Democracies, Westview Press, Nueva York, 1996, cap. 9.
8
De hecho, Roberto y yo fuimos los directores de la tesis doctoral de José Luis Martí, dedicada a la
democracia deliberativa, que se convirtió en una contribución crucial a la cuestión. Como vere
mos después, sin embargo, no estoy tan seguro como Roberto, y como Martí me temo, de la conexión
entre la ausencia de mecanismos deliberativos y la desigualdad. Véase, José Luis Martí, La República
deliberativa. Una teoría de la democracia, Marcial Pons, Madrid, 2006.
Democracia en condiciones menos favorables 317
2. La secuencia rawlsiana
en cuatro etapas10
9
Roberto Gargarella, La sala de máquinas de la Constitución, op. cit., esp. caps. X y XI.
10
En este apartado me valgo de las ideas de Rawls tal y como fueron presentadas en J. J. Moreso y
José Luis Martí, "La constitucionalización del principio de la diferencia", Revista de ciencias sociales,
núm. 47, 2003, pp. 545-574.y J.J. Moreso, La Constitución: modelo para armar, ensayo 8.
318 Conflictos entre derechos
11
Véase, John Rawls, Justice as Fairness. A Restatement, Erin Kelly (ed.), Harvard University Press
Cambridge, Mass, 2001, pp. 42-43. También, John Rawls, A Theory of Justice, Harvard University
Press Cambridge, Mass, 1971, pp. 60-61 y 320; y de la segunda edición (1999), p. 53 y 266.
12
Para las reglas de prioridad, véase, John Rawls, A Theory of Justice, op. cit., pp. 302-303 (1971); y
John Rawls, Collected Papers, Samuel Freeman (ed.), Harvard University Press Cambridge, Mass.,
1999, pp. 266-267.
Democracia en condiciones menos favorables 319
13
John Rawls, A Theory of Justice, p. 199 (1971) y p. 175 (1999).
14
John Rawls, Political Liberalism, Columbia University Press, Nueva York, 1993, p. 227.
320 Conflictos entre derechos
15
Ibidem, pp. 228-229. Sobre el social minimum, véase, también, John Rawls, A Theory of Justice
(1971), op. cit., pp. 276-277, 285-286, 316-318; John Rawls, A Theory of Justice (1999), op. cit., pp.
244-245, 252-252, 278-280) y John Rawls, Collected Papers, op. cit., pp. 88-89, 141-142.
Democracia en condiciones menos favorables 321
16
John Rawls, Political Liberalism, op. cit., p. 230.
17
A veces, parece que la secuencia en cuatro etapas rawlsiana y sus consideraciones sobre los ele
mentos constitucionales esenciales depende excesivamente de las contingencias históricas del pro
ceso constitucional de los Estados Unidos. El mismo Rawls reconoce que la idea de la secuencia en
cuatro etapas procede de la historia del proceso constitucional norteamericano. John Rawls, A Theory
of Justice (1971), op. cit., p. 196 nota 1; y John Rawls, A Theory of Justice (1999), op. cit., p. 172 nota 1.
18
John Rawls, Political Liberalism, op. cit., p. 230.
19
John Rawls, Justice as Fairness, op. cit., p. 44.
322 Conflictos entre derechos
Sea como fuere, Rawls considera que la protección del cumplimiento del
principio de la diferencia no debe quedar en manos de los jueces:
20
John Rawls, Political Liberalism, op. cit., p. 7, John Rawls, Justice as Fairness, op. cit., p. 44 nota 7.
21
John Rawls, Justice as Fairness, op. cit., p. 162.
22
John Rawls, Collected Papers, op. cit., p. 537.
23
Véase, también, por ejemplo John Rawls, A Theory of Justice (1999), op. cit., p. 216.
Democracia en condiciones menos favorables 323
24
Queda por analizar si de la cuarta etapa hay una dimensión que integra a la teoría ideal, dado que
incluso en condiciones favorables pueden quedar problemas de coordinación irresueltos o, pense
mos, en casos de responsabilidad extracontractual objetiva: hay observancia estricta, pero las cir
cunstancias posibilitan la causación de un daño. Entonces, los tribunales deberán determinar si ha
sido causado por la acción de otro y por quién ha sido causado ese daño. Esta cuestión no será
analizada aquí. El lugar de la distinción entre teoría ideal y teoría no-ideal es controvertido en la
obra de Rawls. Por ejemplo, mientras que a Amartya Sen (The Idea of Justice, Harvard University
Press, Cambridge, Mass, 2009) la noción de teoría ideal le parece demasiado alejada de la realidad
para tener algún interés práctico, acerca de cómo diseñar nuestras instituciones en el mundo real, a
Gerald Cohen (Rescuing Justice and Equality, Harvard University Press, Cambridge, Mass., 2008) le
parece una noción con demasiadas servidumbres empíricas. Para la discusión reciente, véase A.
John Simmons, "Ideal and Nonideal Theory", Philosophy & Public Affairs, vol. 38, núm. 1, 2010, pp.
5-36; David Schmidtz, "Nonideal Theory: What It Is and What It Needs to Be", Ethics, vol. 121,
núm. 4, julio 2011, pp. 772-796; y Laura Valentini, "Ideal v. Non-Ideal Theory: A Conceptual
Map", Philosophy Compass, vol. 7, núm. 9, septiembre 2012, pp. 654-664.
324 Conflictos entre derechos
25
Véase, Juan Carlos Bayón, "Democracia y derechos: problemas de fundamentación del constitu
cionalismo", en Jerónimo Betegón, Francisco Javier Laporta, Juan Ramón de Páramo, Luis Prieto
Sanchís (eds.), Constitución y derechos fundamentales, Centro de Estudios Políticos y Constituciona
les, Madrid, 2004, pp. 67-138 o Mark Tushnet, Weak Courts, Strong Rights: Judicial Review and Social
Welfare Rights in Comparative Constitutional Law, Princeton University Press, Princeton, 2009; para
una robusta defensa del constitucionalismo débil, y el nuevo modelo Common Law de constitucio
nalismo en Stephen Gardbaum, The New Commonwealth Model of Constitutionalism. Theory and Prac-
tice, Cambridge University Press, Cambridge, 2013.
26
No me resisto a añadir que, como a muchos, me parece una decisión justificada la que la Corte
Suprema de los Estados Unidos tomó en 2015 cuando reconoció a todos el derecho de contraer
matrimonio con personas del mismo sexo (caso Obergefell et al. vs Hodges, 576 U.S., 2015). Esta
decisión, me temo, sólo puede lograrse —en las circunstancias de los Estados Unidos actuales—
dando la última palabra a la Corte Suprema. Creo, por otra parte, que esta solución puede alcanzar
se, como hace la Corte (aunque con una mayoría de 5 a 4, y con un voto particular del juez Scalia
en el que acusa a la mayoría de la Corte de haber producido un putch judicial) razonando a partir
de la autonomía personal y del derecho a no ser discriminado.
27
Cfr., Bernard Williams, "A Fair State", London Review of Books, vol. 15, núm. 9, 13 de mayo de
1993, pp. 7-8; Brian Barry, "John Rawls and the Search of Stability", Ethics, vol. 105, núm. 4, 1995,
p. 913; Susan M. Okin ("Review of Political Liberalism", American Political Science Review, vol. 87,
p. 1010; Roberto Gargarella, Las teorías de la justicia después de Rawls, Paidós, Barcelona, 1999, p. 209 y
nota 67; Roberto Gargarella y Félix Ovejero, "Introducción: el socialismo, todavía", en Roberto
Gargarella y Félix Ovejero (comps.), Razones para el socialismo, Paidós, Barcelona, 2001, p. 41 y nota
37, por ejemplo.
28
Esbozada en John Rawls, Political Liberalism, op. cit.
Democracia en condiciones menos favorables 325
29
Ibidem, p. 7, nota 6.
30
John Rawls, Justice as Fairness. A Restatement, op. cit., pp. 129-130 y 135-162.
31
El término, como Rawls nos advierte, procede del economista James E. Meade, en Efficiency,
Equality and the Ownership of Property, George Allen & Unwin, Londres, 1964.
32
John Rawls, Collected Papers, op. cit., pp. 419-420.
33
Ibidem, p. 419.
326 Conflictos entre derechos
O también:
34
Ibidem, p. 420.
Es posible que si Rawls hubiera tomado en cuenta un conocido estudio de Esping-Andersen sobre
los tres modelos de Estado del bienestar —liberal, conservador corporativista, y socialdemócrata—
habría podido argüir que su modelo de Estado del bienestar sólo se corresponde con el liberal y
que, en cambio, el modelo socialdemócrata es cercano a la democracia de propietarios, una peculiar
fusión de liberalismo y socialismo (sostiene su taxonomista, Gøsta Esping-Andersen, en The Three
Worlds of Welfare Capitalism, Polity Press, Cambridge, 1990, p. 28). Véase, para esta idea Martin
O’Neill, "Free (and Fair) Markets without Capitalism: Political Values, Principles of Justice, and
Property-Owning Democracy", en Martin O’Neil y Thad Williamson (eds.); Property-Owning Democracy.
Rawls and Beyond, Willey-Blackwell, Oxford, 2012, p. 91. Más sobre la democracia de propietarios
puede hallarse en, Martin O’Neill, Thad Williamson (ed.), Property-Owning Democracy. Rawls and
Beyond, Willey-Blackwell, Oxford, 2012; Samuel Freeman, "Property-Owning Democracy and the
Difference Principle", Analyse&Kritik, vol. 35, núm. 1, 2013, pp. 9-36.y Jahel Queralt, "The Place
of the Market in a Rawlsian Economy", Analyse & Kritik, vol. 35, núm. 1, 2013, pp. 121-140.
35
Cfr., Frank Michelman, "Constitutional Welfare Rights and A Theory of Justice", en Norman
Daniels (ed.), Reading Rawls, Basil Blackwell, Oxford, 1975, pp. 319-347; Frank Michelman, "Rawls
on Constitutionalism and Constitutional Law", en Samuel Freeman (ed.), The Cambridge Companion
to Rawls, (Cambridge: Cambridge University Press), 2005, pp. 394-425. Por ejemplo en John
Rawls, Political Liberalism, op. cit., p. 166 nota 29, 236-7 nota 23.
36
John Rawls, Justice as Fairness. A Restatement, op. cit., pp. 127-128.
37
Jeremy Waldron, "John Rawls and the Social Minimum", en Jeremy Waldron, Liberal Rights. Collected
Papers. 1981-1991, Cambridge University Press, Cambridge, 1993, pp. 250-270.
Democracia en condiciones menos favorables 327
Hasta aquí la exégesis rawlsiana. A partir de estas ideas, en los dos próxi
mos apartados, trataré de mostrar cómo debe de garantizarse el principio
de la diferencia conforme a estas ideas, por un lado, y, por otro, cómo
diseñar, en condiciones menos favorables, mecanismos de protección
jurisdiccional de la constitucionalización de determinados derechos
sociales.
3. En condiciones ideales:
getting to Denmark38
38
La expresión es de Fukuyama en el primero de los dos monumentales volúmenes dedicados al
orden político en The Origins of Political Order. From Prehuman Times to the French Revolution (Profile
Books, Londres, 2011, p. 14). Del segundo (Political Order and Political Decay. From the Industrial
revolution to the Globalization Democracy, Profile Books, Londres, 2014) he de valerme más adelante.
Dinamarca ha sido, en los últimos años, objeto de muchos ejemplos en España y, en especial, en
Cataluña, por dos razones: a) por la exitosa emisión de la serie televisiva Borgen, una serie de ficción
sobre las vicisitudes políticas de dicho país y, también, b) porque los políticos catalanes partidarios
de la independencia han puesto dicho país como modelo de lo que Cataluña sería si fuese un Estado
independiente. Desafortunadamente, ignorando que (en números redondos) con un 25% menos de
población que Cataluña dispone de una riqueza (en términos absolutos) mayor en un 25% y recau
da el 25% más en impuestos de su PIB. Una comparación insostenible como puede apreciarse.
39
Acerca de la política impositiva, Rawls es partidario de importantes impuestos sobre la herencia
y las donaciones, pero parece preferir los impuestos indirectos que gravan el gasto, sobre los im
puestos directos y proporcionales que gravan el ingreso (John Rawls, Justice as Fairness. A Restatement,
op. cit., p. 161). Advirtiendo que en los países europeos la canasta de los impuestos es a menudo
una combinación de todos ellos, en especial el impuesto sobre la renta (que en España recauda en
torno al 40% del total) y el impuesto sobre el valor añadido (en España otro 40%), dejo esta cues
tión, que requiere de conocimientos económicos de los que no dispongo, en el aire. Para una justi
ficación filosófica y pormenorizada de las políticas impositivas, véase, Liam Murphy y Thomas
Nagel, The Myth of Ownership. Taxes and Justice, Oxford University Press, Oxford, 2002.
328 Conflictos entre derechos
40
Por ejemplo, John Rawls, Collected Papers, op. cit., p. 154.
41
Gøsta Esping-Andersen, The Three Worlds of Welfare Capitalism , op. cit., nota 16.
42
Datos del Fondo Monetario Internacional: http://bit.ly/2mFzXTS [útlimo acceso 20 de marzo de
2018].
Democracia en condiciones menos favorables 329
Tal vez vale la pena recurrir a los datos sobre su gasto público, por ejem
plo, sobre cuál es su porcentaje del PIB y, también, sobre cuál es su gasto
social como porcentaje del mismo PIB. El gasto público como porcentaje
del PIB es de 44,20% para Alemania, el 53,50% para Dinamarca, el
42,20% para España y el 26,10% para México, el 29% para Chile y
el 29,79% para Colombia.45 El gasto social46 se distribuye así: Alemania el
43
Información disponible en: http://bit.ly/2kVxkgh [útlimo acceso 20 de marzo de 2018].
44
Son datos del índice de desarrollo humano de UN, no plenamente actualizados (los más actuales
de 2012, pero la realidad no se aleja mucho de ellos). https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%
C3%ADses_por_igualdad_de_ingreso
45
Los datos son para 2016 del diario económico Expansión/Datosmacro.com, Datos, Cuentas nacio
nales-Gobierno, Gasto público, s.f. Disponible en: https://www.datosmacro.com/estado/gasto [últi
ma fecha de consulta: 21 de marzo de 2019].
46
Con datos de la OCDE (para 2016). OCDE, Centro de México, Medios, Gasto público social,
2018. Disponible en: https://www.oecd.org/centrodemexico/medios/gasto-publico-social-ocde.htm
[última fecha de consulta: 21 de marzo de 2019]; y para los países latinoamericanos con datos
(de 2010) de CEPAL: Base de Datos de Inversión Social, 30 de diciembre de 2012. Disponible en:
https://dds.cepal.org/gasto/indicadores/ficha/?indicador_id=1 [última fecha de consulta: 21 de marzo
de 2019].
330 Conflictos entre derechos
Sin embargo, creo que podemos realizar la siguiente conjetura: para ofre
cer servicios de educación, salud, pensiones, desempleo y asistencia so
cial se precisa una administración profesional, eficiente y robusta. Es la
que tienen Dinamarca y Alemania. España no dispone de una adminis
tración pública tan robusta (en 1965 el gasto público de un país empo
brecido por la guerra civil era sólo del 12% del PIB); no obstante, desde
la transición a la democracia a fines de la década de los setenta del siglo
pasado, evolucionó hasta disponer de una estructura de gasto —surgida
de una política impositiva decidida— que se acerca a la media europea,
que le ha permitido colocarse en una buena posición en el IDH (muy alto
según la calificación de la ONU), aunque no haya conseguido reducir
más la desigualdad como sería deseable. El crecimiento de Argentina
desde comienzos de este siglo es semejante al de España en el último
cuarto del siglo pasado. Deberíamos esperar resultados semejantes.
historia de los Estados Unidos desde fines del XIX hasta el presente,47
con la captación de servidores públicos mediante el clientelismo de los
partidos en el gobierno y no seleccionados según su mérito y capacidad.
47
Véase el iluminador estudio de Bruce Ackerman, "The New Separation of Powers", Harvard Law
Review, vol. 113, núm. 3, 2000, pp. 642-725.
48
Cfr., Francias Fukuyama, Political Order and Political Decay, op. cit.
49
Ibidem, p. 38.
50
La expresión es de Fukuyama de nuevo, ibidem, pp. 252, 260, 390.
51
Francisco Tomás y Valiente, Manual de Historia del Derecho español, Tecnos, Madrid, 1983, pp.
291 y ss.
332 Conflictos entre derechos
52
Bruce Ackerman, "The New Separation of Powers", op. cit., p. 695.
53
En la antigüedad (véanse las interesantes reflexiones de Fukuyama, The Origins of Political Order,
op. cit, al respecto) fue el Imperio chino el que usó la meritocracia para generar su legendaria admi
nistración imperial. España imitó, aunque sólo parcialmente, a Francia en el siglo xix, creando al
gunos cuerpos de funcionarios de élite y reemprendió dicha labor en un proceso de modernización
que se remonta a los años cincuenta del pasado siglo, durante la dictadura franquista. Para las dos
etapas, véase, Alejandro Nieto, Los primeros pasos del estado constitucional: la historia administrativa de
la regencia de María Cristina de Borbón, Ariel, Barcelona, 1996; y, respectivamente, Alejandro Nieto,
"De la República a la Democracia: la Administración española del Franquismo (I)", Civitas. Revista
española de derecho administrativo, núm. 11, 1976, pp. 567-583. Alejandro Nieto, "De la República
a la Democracia: la Administración española del Franquismo II)", Civitas. Revista española de derecho
administrativo, núm. 15, 1977, pp. 573-588. Alejandro Nieto, 1978.
54
Véase, Carles Ramió, Administración pública y crisis institucional. Estrategias de reforma e innovación
para España y América Latina, Tecnos, Madrid, 2015, cap. 4.
55
CONEVAL, "Resultados de pobreza en México 2016 a nivel nacional y por entidades federativas",
Medición de la pobreza. Disponible en: http://www.coneval.org.mx/Medicion/Paginas/PobrezaIni
cio.aspx [última fecha de consulta: 21 de marzo de 2019].
Democracia en condiciones menos favorables 333
extrema (personas que viven con ingresos inferiores a los 2 dólares dia
rios). Y, por otro lado, México cuenta con una Constitución que protege
jurisdiccionalmente, aun más con la reforma de 2011 y la reforma del
amparo, algunos derechos sociales básicos. Por ejemplo, el artículo 4o.,
en su epígrafe tercero, establece: "Toda persona tiene derecho a la alimen
tación nutritiva, suficiente y de calidad. El Estado lo garantizará".
56
Luigi Ferrajoli, Principia Juris. Teoria del diritto e della democracia, vol. I, Laterza, Roma-Bari, 2007,
pp. 96-197 y 668-695.
334 Conflictos entre derechos
Tal vez los casos más conocidos sean los relacionados con la protección
de la salud, que comportan un claro coste económico para el Estado, y
por ello se haya abierto una gran controversia sobre la oportunidad del
57
Cfr., Roberto Gargarella, La sala de máquinas de la Constitución, op. cit.
58
Rodrigo Uprimny, "La justiciabilidad de los DESC en Colombia en perspectiva comparada", en
Magdalena Cervantes Alcayde, María Silvia Emanuelli, Omar Gómez Trejo, Areli Sandoval Terán
(coords.), ¿Hay justicia para los derechos económicos, sociales y culturales?, SCJN-UNAM, México,
2014, p. 72.
59
Rodrgio Uprimny, "The Enforcement of Social Rights by the Colombian Constitutional Court:
Cases and Debates", en R. Gargarella, P. Domingo, T. Roux (eds.), Courts and Social Transformation
in New Democracies: An Institutional Voice for the Poor?, Ashgate, Aldershot, 2006, cap. 6., p. 131, y
también, Rodrgio Uprimny, "La justiciabilidad de los DESC en Colombia…", op. cit.
Democracia en condiciones menos favorables 335
60
Según Uprimny, los costes adicionales del Estado como consecuencia de la jurisprudencia de la
Corte Constitucional en este ámbito pasaron de 2 millones de dólares en 1998 a 7 millones en
1999. Rodrgio Uprimny, "The Enforcement of Social Rights…", op. cit., p. 134.
61
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia T-408/2011, de 17 de mayo de 2011. Derecho
fundamental a la salud del niño. Sala Cuarta de Revisión. Exp. 2.910.292.
62
Rodrgio Uprimny, "La justiciabilidad de los DESC en Colombia…", op. cit., pp. 86-87.
63
No todos los casos de actuación de la Corte pueden ser considerados igualmente felices. Por ejemplo
(ibidem, pp. 83-86), la Corte decidió (C-383/1999, C-747/1999 y C-700/1999), para proteger el
336 Conflictos entre derechos
5. Los presupuestos
de la democracia constitucional
64
Véase, Roberto Gargarella, La justicia frente al gobierno, op. cit., y la respuesta a mi defensa del
control de constitucionalidad en "Diritti e giustizia procedurale imperfetta", Ragion Pratica, núm.
10, 1998, pp. 13-40.
338 Conflictos entre derechos
Fuentes
Barry, Brian, "John Rawls and the Search of Stability", Ethics, vol. 105,
núm. 4, 1995, pp. 874-915.
65
Refiriéndose a Costa Rica y Colombia en Roberto Gargarella, La sala de máquinas de la Constitución,
op. cit., cap. X.
66
De manera que, en 2016, el 61% de los colombianos consideran que la corrupción se ha incre
mentado en su país. Ana Marcos, "La corrupción se convierte en una preocupación central en Colom
bia", El País, Bogotá, 19 de octubre de 2017. Disponible en: https://elpais.com/internacional/
2017/10/16/colombia/1508167539_278882.html [última fecha de consulta: 21 de marzo de 2019].
Véase, sobre todo ello, un buen diagnóstico y algunas interesantes vías de salida en Jorge F. Malem,
Pobreza, corrupción, (in)seguridad jurídica, Marcial Pons, Madrid, 2017.
Democracia en condiciones menos favorables 339
Ferrajoli, Luigi, Principia Juris. Teoria del diritto e della democracia, vol. I,
Laterza, Roma-Bari, 2007.
Fukuyama, Francis, Political Order and Political Decay. From the Industrial
revolution to the Globalization Democracy, Profile Books, Londres,
2014.
Martí, José Luis y Pettit, Philip, A Political Philosophy in Public Life: Civic
Republicanism in Zapatero’s Spain, Princeton University Press, Prin
ceton, 2010.
Meade, James E., Efficiency, Equality and the Ownership of Property, George
Allen & Unwin, Londres, 1964.
Democracia en condiciones menos favorables 341
Murphy, Liam y Nagel, Thomas, The Myth of Ownership. Taxes and Justice,
Oxford University Press, Oxford, 2002.
Tushnet, Mark, Weak Courts, Strong Rights: Judicial Review and Social Welfare
Rights in Comparative Constitutional Law, Princeton University
Press, Princeton, 2009.
Williams, Bernard, "A Fair State", London Review of Books, vol. 15, núm.
9, 13 de mayo de 1993, pp. 7-8.
Jurisprudencia
Sitios electrónicos
1. Introducción
1
Tal y como indica Guillermo Lariguet, cuando nos ocupamos de los conceptos: "No lo hacemos por
prurito especulativo, sino porque queremos comprender los anclajes referenciales de nuestros con
ceptos que no son otros que estados de cosas, conductas, prácticas que parecen estar impregnadas, o
al menos ‘circundadas’, por nuestros conceptos". (Guillermo Lariguet, "La investigación filosófica:
¿Análisis conceptual versus análisis histórico?", Revista Praxis Filosófica Nueva serie, núm. 42, 2016,
p. 234).
2
Aunque, como bien advierte Cruz Parcero, hablar de derechos no ha de entenderse como algo
exclusivo del contexto jurídico, sino más bien de contextos normativos en general: "Una teoría de
349
350 Conflictos entre derechos
De esta forma, es fácil observar que pocos temas son tan relevantes para
la Teoría del Derecho como éste. El recorrido teórico en torno a los dere
chos ha sido también el recorrido de su concreción y de la reflexión
acerca de qué consecuencias prácticas han de derivarse de su recono
cimiento. Dado que no se trata de una tarea satisfecha, seguirá siendo
uno de los temas centrales en la agenda teórica. Lo que sucede es que
parte de este recorrido también ha puesto de manifiesto las relaciones
dinámicas entre los derechos que, en ocasiones, constituyen auténti
cos dilemas. Así, la implementación de los derechos constantemente se
enfrenta a dos grupos de problemas de relevancia teórico-práctica: por
una parte, las situaciones de conflicto entre derechos de diferentes indi
viduos y, por otra, la determinación del alcance de los derechos de
cada persona. Por supuesto, ambos grupos de problemas son inter
dependientes.3
En este trabajo no voy a dar cuenta del aparato teórico en torno a los
derechos y de las consecuencias que se derivan de la opción por una
los derechos debería darnos una visión unificada de los derechos tanto en contextos jurídicos como
en contextos no jurídicos…". en Juan Antonio Cruz Parcero, El lenguaje de los derechos, Trotta,
México, 2007, p. 15.
3
Tal y como señala Carlos Nino, "el primer problema se plantea, por ejemplo, cuando debemos
decidir entre la vida de un individuo y la vida, la integridad corporal o la libertad de otro. El segundo
problema se presenta cuando debemos decidir si, por ejemplo, el Derecho a la vida de los indivi
duos es satisfecho por el Estado cuando establece y hace cumplir la prohibición de matar, o si exige,
adicionalmente, que se provean condiciones que favorecen la preservación de la vida, como son
la alimentación, el abrigo, la asistencia médica, etc.", en Carlos S. Nino, Ética y Derechos Humanos.
Un ensayo de fundamentación, Ariel, Barcelona, 1989, p. 305.
El conflicto de derechos en el estado de necesidad 351
4
Por supuesto, el estado de necesidad no es exclusivo del ámbito penal. En el Derecho civil también
se recurre a la figura del estado de necesidad e incluso en el Derecho Internacional, en las ocasiones
históricas en las que se ha argüido la falta a la neutralidad, argumentando el estado de necesidad.
352 Conflictos entre derechos
5
Andrés Bouzat, Alejandro S. Cantaro y Pablo E. Navarro, "El fundamento jurídico de un derecho
de necesidad", Revista Discusiones, núm. 7, 2007, p. 114.
El conflicto de derechos en el estado de necesidad 353
este tipo de conductas indican las reglas secundarias.6 Esto es, no sólo
radica en el hecho de que es una acción a priori dañina que finalmente
quedará sin castigo, sino también en el hecho de que tal acción ha de
darse bajo unas circunstancias determinadas: la acción de salvaguarda
—la acción necesaria— es emprendida por un individuo para preservar
sus bienes jurídicos, pero para ello no le queda otra alternativa que vul
nerar los bienes de otra persona. Es esta extrema dificultad para poder
encontrar otro curso de acción —la necesidad de que ello sea así— lo
que dota de sentido a esta figura.
6
Aludiendo a la caracterización de Hart, como es bien conocido, las reglas secundarias se refieren
a la creación o modificación de las reglas primarias —las cuales regulan acciones que involucran
movimientos o cambios físicos, imponen deberes e indican a sus destinatarios lo que están obliga
dos a hacer o no hacer—, confieren facultades a órganos e instituciones concretas e implican acciones
institucionales dirigidas a hacer cambios normativos. Véase, H. L. A. Hart, El Concepto de Derecho,
3a. ed., Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2011.
7
La dogmática jurídica desarrolla una serie de actividades heterogéneas que tienen relevancia para
la práctica del Derecho; de entre ellas, destaca la de proporcionar herramientas que no están en el
Derecho positivo a los operadores jurídicos, permitiendo reconstruir el sistema jurídico de manera
que puedan evitarse soluciones valorativamente insatisfactorias. La cuestión de las funciones y del
carácter de la dogmática jurídica, como bien se sabe, es muy polémico. En este sentido, destaco la
propuesta de Manuel Atienza consistente en ver la dogmática jurídica como una tecno-praxis, esto
es, como una técnica cuyo cometido fundamental no es obtener conocimiento, sino resolver pro
blemas prácticos sobre la aplicación, interpretación y producción del Derecho. Atienza propone
unificar la tesis de que la dogmática no obedece al modelo de ninguna ciencia, sino que es más
bien una técnica social, con la tesis de que el Derecho se inserta dentro de la razón práctica (cfr.
Manuel Atienza, Derecho y transformación social, Trotta, Madrid, 2017, pp. 167-192).
8
Muestra de ello el Código Penal del Estado de Jalisco que establece en el artículo 13 las causas
excluyentes de responsabilidad penal, especificando en el numeral III las causas de justificación.
El inciso c) se refiere a "El estado de necesidad, cuando exista la urgencia de salvar de salvar bienes
jurídicos propios o ajenos en un peligro real, grave e inminente, siempre que no exista otro medio
producible y menos perjudicial"
354 Conflictos entre derechos
9
Franz Von Liszt, Tratado de Derecho penal, vol. II, Reus, Madrid, 1999, p. 341.
10
Es interesante esta perspectiva para analizar el caso de aborto terapéutico que, normalmente, se
utiliza más bien para ejemplificar la doctrina del doble efecto en la que se pretende diferenciar la
situación en la que un médico prevé que el feto morirá, aunque no tiene la intención de que así sea,
de aquella situación en la que el médico prevé esta consecuencia y tiene la intención de que así sea.
Philippa Foot señala que la doctrina del doble efecto se basa en una distinción entre lo que un
individuo prevé como resultado de su acción voluntaria y lo que, en sentido estricto, es su intención.
En la intención directa —o en sentido estricto—, las consecuencias previstas se tienen como una
finalidad, o bien, como medio para alcanzar una finalidad. Los medios pueden ser indeseados por
sí mismos, pero desearse para lograr el bien final. Por el contrario, cuando un individuo no tiene
una intención directa las consecuencias previstas de su acción voluntaria no son ni un fin ni un
medio para fin alguno (Philippa Foot, "The Problem of Abortion and the Doctrine of Double Effect",
Oxford Review, núm. 5, 1967, p. 6).
El conflicto de derechos en el estado de necesidad 355
11
Luis Jiménez de Asúa, Teoría del delito, Editorial jurídica universitaria, San José, 2008, pp. 250 y 251.
12
Es necesario señalar que, en el contexto de la dogmática penal, la idea de bienes jurídicos es depen
diente de la teoría del bien jurídico. Autores como Nino han señalado que esta teoría se basa en un
concepto de bien jurídico de contenido descriptivo —el cual se establece según su supuesta corre
lación con datos empíricos definidos—. La dogmática penal tiene por asumido que sólo los bienes
jurídicos pueden ser objeto de protección por el derecho penal (principio de protección de bie
nes jurídicos) y que todo delito lesiona un bien jurídico, pero dada la heterogeneidad de dichos
bienes (individuales y universales), parece que no siempre es adecuado decir que se les puede
identificar con situaciones fácticas; la consideración de que todo delito lesiona un bien jurídico va
más allá de esto. Nino sugiere que esta conexión entre delito y bien jurídico puede ser entendida en
tres sentidos: como referida al significado de la palabra delito (si entre las características definitorias
se incluyera la lesión a un bien jurídico, sería lógicamente necesario que todo delito ataca a un bien
jurídico, aunque habría que negar que ciertos actos sean delitos); como descripción de las figuras
delictivas de la legislación positiva (si un acto no lesionara un bien jurídico no sería delito porque
provocaría la ausencia de la tipicidad, pero sería una afirmación contingente y falsa respecto a nuestro
sistema); como una descripción de las conductas delictivas particulares (afirmar que de hecho todo
delito lesiona un bien jurídico, como generalización empírica de verdad contingente) (Carlos S.
Nino, Consideraciones sobre la Dogmática penal. Con referencia particular a la Dogmática Penal. Edicio
nes Coyoacán, México, 2011, pp. 80 y 81). La tesis de que todo delito vulnera un bien jurídico en
realidad es utilizada por la dogmática para resaltar una relación con la antijuridicidad, no con alguna
entidad fáctica. Por esta razón, Nino subraya la necesidad de entender el bien jurídico como un
término teórico que no hacen referencia directa a ninguna entidad observable, sino que su enten
dimiento requiere ver el contexto de la teoría en que tiene lugar; es esto lo que permite vincular los
356 Conflictos entre derechos
14
Aunque aquí me refiero a estas dos cuestiones, se ha de tener presente que, dado que se trata de
una reflexión que coadyuva con la dogmática jurídico-penal, además del esclarecimiento de las posi
ciones tipo vinculadas con el estado de necesidad, esta reflexión filosófica proyecta luz sobre la acti
vidad judicial de identificar si un caso concreto ha de verse o no como caso de estado de necesidad.
358 Conflictos entre derechos
Para llevar a cabo este análisis, en primer lugar, indicó algunas cuestiones
generales sobre las defensas, esto es, sobre las excusas y las justificacio
El conflicto de derechos en el estado de necesidad 359
15
Alf Ross, On Guilt, Responsibility and Punishment, University of California Press, Berkeley-Los
Angeles, 1975, p. 20.
16
Aunque la mayoría de los sistemas jurídicos contemporáneos prevén justificaciones y excusas, las
condiciones previstas varían y no siempre son relevantes para excluir la sancionabilidad. Como
muestra de ello, los supuestos permitidos de responsabilidad objetiva o cuando la dificultad de
probar es tal que admitir una defensa supone un coste demasiado alto. Pese al tratamiento especí
fico de las defensas, en general creo que es posible afirmar que los sistemas jurídicos contemporá
neos comparten el compromiso por defender la libertad de elección de los individuos, lo cual implica
tener en cuenta las circunstancias en las que se da la acción y las condiciones mentales en torno a
la conducta producto de dicha acción. No obstante, autores como Federico L. G. Faroldi han llama
do la atención sobre la posibilidad de cuestionar hasta qué punto la posibilidad de elegir y de seguir
un plan de vida se ven afectados con un sistema que no contemple lo anterior. Por ejemplo, un
sistema de responsabilidad objetiva que define la atribución de responsabilidad únicamente por el
resultado. Siempre que las personas se consideren a sí mismas como sujetos racionales y con auto
control, pueden utilizar las normas como aliadas en la planeación de sus vidas, pensando que
mientras actúen correctamente y con el cuidado que las leyes exigen el aparato coercitivo del Estado
no se activará contra ellos. (Federico L. G. Faroldi, The Normative Structure of Responsibility. Law,
Language and Ethics, College Publications, Londres, 2014, p. 55).
360 Conflictos entre derechos
Ahora bien, tanto las justificaciones como las excusas tienen como conse
cuencia que una acción no sea considerada delictiva. La distinción entre
unas y otras es relevante, aunque en la práctica esto puede ser ignorado
si sólo se subraya que ambas se refieren a la falta de uno de los requisitos
previstos en el tipo penal. Las justificaciones tienen lugar cuando se rea
liza un acto en condiciones tales que se considera un supuesto no conde
nable y no considerado por la regla general de conducta (regla de mandato),
excluyendo así la responsabilidad. El ejemplo clásico sería precisamente
el de estado de necesidad o el de dañar a alguien en defensa propia (legí
tima defensa). Se trata de casos que, prima facie, constituyen transgresio
nes, pero que se dan en circunstancias tan distintas a las previstas por el
tipo penal involucrado que no constituye un acto que el Estado intente
evitar o prevenir. En el caso de las excusas nos encontramos ante su
puestos que corresponden a conductas previstas por las normas, pero
que disculpan la responsabilidad penal por la presencia de determinadas
condiciones en el agente que realizó el acto; un ejemplo claro de excusa
17
Sobre el derecho penal de corte liberal, Ferrajoli señala que el Derecho penal "es el terreno en el
que se construyó el paradigma del Estado de Derecho y de la democracia liberal como sistema de
límites a la ley del más fuerte. El paradigma opera en dos direcciones: como sistema de límites a
la libertad salvaje de los asociados, mediante la prohibición, la investigación y el castigo como delitos
de las ofensas a los derechos ajenos o a otros bienes o intereses estipulados como fundamentales; y
como sistema de límites a la potestad punitiva del Estado, mediante las garantías penales y proce
sales, que impiden la prohibición de las acciones inofensivas o no culpables y el castigo de las
ofensivas y culpables sin una previa y correcta averiguación". (Luigi Ferrajoli, El paradigma garan-
tista. Filosofía crítica del Derecho penal, Trotta, Madrid, 2018, p. 32).
18
H. L. A. Hart, Punishment and Responsibility: Essays in the Philosophy of Law. Segunda edición,
Oxford University Press, Oxford, 2008, p. 45.
El conflicto de derechos en el estado de necesidad 361
Por otra parte, Pablo Larrañaga indica que esta distinción entre justifica
ción y excusa refleja dos elementos normativos esenciales de los siste
mas de responsabilidad: la regla de conducta y la regla de responsabilidad.
La justificación aduce una excepción a la regla de conducta para el caso
particular, en tanto que la excusa presenta razones para que se suspen
dan las consecuencias normativas.21
19
Las más frecuentes atienden a la falta de conocimiento que impide considerar a la acción como
voluntaria; por ejemplo, la carencia de control muscular, la coacción, distintos tipos de anormali
dades mentales, la incapacidad para decidir o ejecutar la decisión. En casos como los anteriores, se
trata de actos que se condenan, pero en los que se atiende a una exigencia de equidad y de justicia
formal que impide castigar a aquellos individuos que no han tenido la misma posibilidad de evitar
cometer la acción prohibida . Cfr., Ibidem, p. 13.
20
John Gardner, Ofensas y defensas: Ensayos selectos sobre filosofía del Derecho penal, Marcial Pons,
Madrid, 2012, pp. 171 y 172.
21
Pablo Larrañaga Monjarraz, El concepto de responsabilidad, Fontamara, México, 2004, p. 113.
362 Conflictos entre derechos
Todo ello lleva implícita una defensa de una concepción objetiva de las
justificaciones penales que descarte a las actitudes subjetivas de los invo
lucrados como uno de los rasgos relevantes para evaluar el estado de
cosas resultante del estado de necesidad. Así, las justificaciones no han
de entenderse como situaciones contempladas para invalidar el reproche
sobre su autor,22 sino como un estado de cosas objetivo que, a la luz de
22
Carlos Nino es un autor que ha subrayado especialmente esto para criticar, especialmente, cierta
concepción de las excusas centrada en indagar la reprochabilidad del acto como un indicio de la
calidad moral del agente. Por ello, dentro de su teoría consensual, las excusas se admiten únicamente
como excluyentes del consentimiento cuando se refieren a situaciones que afectan desigualmente a
solo un grupo social; los factores causales que condicionan la voluntad en forma desigual excluyen
el consentimiento, encontrando esto su fundamento en la relación entre el principio de dignidad de la
persona y la interpretación igualitaria del principio de inviolabilidad. (Carlos Santiago Nino, "Fun
damentos de Derecho penal", en Gustavo Maurino (ed.), Los escritos de Carlos S. Nino, Gedisa,
Buenos Aires, 2008, p. 41).
El conflicto de derechos en el estado de necesidad 363
23
Cfr., Carlos Santiago Nino, La legítima defensa: fundamentación y régimen jurídico, Astrea, Buenos
Aires, 1982.
364 Conflictos entre derechos
por sus propios titulares —o por alguien más que actúe por el
necesitado—, aun cuando en tal acto de defensa deban llevar a
cabo una acción que afecte bienes protegidos por derechos de
otras personas. Sin embargo, para poder defender de tal forma los
bienes que protegen esos derechos debe estarse en una situación
en la que dicha preservación no pueda realizarse a través de otras
vías, concretamente, de mecanismos institucionales.
2) Debe tomarse en cuenta el daño social. Una acción necesaria es
una acción de justicia privada que tiene graves costos, entre ellos,
la posibilidad de que se den errores y excesos en la apreciación del
riesgo, o en la elección de medios para llevar a cabo la acción de
salvaguarda.
3) Los derechos del afectado por la acción de salvaguarda también
importan. Esto implica que los derechos que protegen bienes de
las personas no pierden su valor, aun tratándose de una situación
de estado de necesidad. La afectación de los bienes del tercero
para la protección de otros intereses es una acción que corre el ries
go de instrumentalizar al tercero, tratándolo como un mero medio.
Esta instrumentalización se da si no hay una valoración del carácter
de sus bienes afectados, la posibilidad de restitución o compensa
ción de los mismos, o la revisión acerca de si la afectación de bienes
que tuvo lugar era, dadas las circunstancias, la menos lesiva
posible.
4) La responsabilidad por la generación de la situación de necesidad.
Este paso hace referencia al origen del escenario de necesidad. Este
último no debe haber sido generado intencionalmente por el
sujeto necesitado. Este escenario de necesidad, además, ha de
prever la posibilidad de que un tercero se oponga a su acción
de salvaguarda, así como una eventual compensación por el daño
que le produzca si su acción es exitosa. De igual forma, el tercero
precisamente se caracteriza por ser ajeno al riesgo que sufre el nece
sitado; en ello radica lo delicado de su situación, puesto que se
trata de alguien que ve perjudicados sus bienes sin haber agredido
antes al necesitado (como sí sucede en la legítima defensa). Es la
El conflicto de derechos en el estado de necesidad 365
24
Una situación problemática en este punto es la posibilidad de proteger bienes de tipo colectivo o
público —por ejemplo, defender la soberanía nacional—. El autor concluye que no puede haber
"bienes primarios supraindividuales", por lo que, aunque haya bienes colectivos, sólo pueden ser rele
vantes para esta institución si son instrumentales para el goce de bienes individuales primarios, y
su puesta en peligro afectara estos últimos.
366 Conflictos entre derechos
25
Carlos S. Nino, Los límites de la responsabilidad penal: una teoría liberal del delito, Astrea Buenos
Aires, 1980, p. 210.
26
Este trabajo fue el punto de partida para el número 7 de la revista Discusiones, un número dedi
cado a debatir las tesis planteadas por este autor. Jesús-María Silva Sánchez, "Derechos de necesidad
agresiva y deberes de tolerancia", Revista Discusiones, núm. 7, 2007, pp. 25-56.
27
Aun así, no debemos presuponer que unanimidad sobre el estatus jurídico de esa "exclusión".
Queda claro que, al tratarse de una exclusión, implica que sí ha existido una infracción jurídica,
pero que, por las circunstancias en que fue realizada, se convierte en un supuesto de excepción. Sin
embargo, para explicar ese carácter excepcional bien puede asumirse que, entonces, realmente no
se trata de una conducta prohibida por el Derecho penal, que se trata de una permisión en sentido
débil del Derecho en general o incluso que dicha excepción constituye un derecho del sujeto nece
sitado.
El conflicto de derechos en el estado de necesidad 367
28
Respecto a este deber de tolerancia, Silva Sánchez señala que en el Estado moderno no es posible
entender la distribución social de suerte y desgracias como algo que simplemente sucede; al Estado
le corresponde la corrección de esta distribución. Normalmente esto se hace a través de las institu
ciones públicas organizadas, salvo cuando estas llegan demasiado tarde, que es cuando surgen el
derecho de necesidad y el deber de tolerancia como cuasi-instituciones subsidiarias. Así, el autor
sostiene que el deber de tolerancia es un deber cuasiinstitucional dinámico que tiene la función de
contribuir a asegurar las condiciones reales de la libertad jurídica en aquellas situaciones límite a
las que no alcanzan las medidas institucionales a subvenir las necesidades de los ciudadanos
(Jesús-María Silva Sánchez, op. cit., pp. 34-35).
29
Si bien la obra de Hohfeld es muy reducida, sus dos ensayos que han pasado a la historia: "Some
Fundamental Legal Conceptions as Applied in Judicial Reasoning" (The Yale Law Journal, vol. 23,
368 Conflictos entre derechos
núm. 1, 1913, pp. 16-59) y "Fundamental Legal Conceptions as Applied in Judicial Reasoning" (The Yale
Law Journal, vol. 26, núm. 8, 1917, pp. 710-770). La traducción castellana de este último fue rea
lizada por Genaro Carrió como "Conceptos jurídicos fundamentales" en 1967.
30
Daniel González Lagier, "Sobre el deber de tolerar la acción de salvaguarda en los casos de estado
de necesidad agresivo", Revista Discusiones, núm. 7, 2007, p. 158.
31
Como indica María Beatriz Arriagada: "La utilidad de este modelo de análisis se justifica princi
palmente por dos razones. La primera razón es su carácter "conectivo" (la comprensión apropiada
de cada concepto se obtiene captando sus relaciones con los demás conceptos del mismo sistema).
La segunda razón es que a este modelo subyacen (y en este sentido, el modelo anticipa) dos distin
ciones que han demandado mucho trabajo e inteligencia a los teóricos del derecho y que han
demostrado un rendimiento explicativo difícil de exagerar. La primera distinción es entre tipos de
normas: (i) normas prescriptivas o regulativas, y (ii) normas de competencia o sobre la producción
jurídica. La segunda distinción es entre tipos de acciones humanas: (i) acciones puramente físicas o
materiales, y (ii) acciones que, siendo físicas o materiales son, además, normativas" (María Beatriz
Arriagada, "Conceptos Jurídicos de Derecho Subjetivo", Revista Eunomía. Revista en Cultura de la
Legalidad, núm.11, octubre 2016-marzo 2017, p. 155).
32
En la nota preliminar de Conceptos jurídicos fundamentales, Carrió distingue tres tipos de expresio
nes para hacer frente a las múltiples y diversas situaciones que se dan en el Derecho. Por un lado,
señala las expresiones A que serían los términos deónticos generales (enunciados deónticos con los
operadores tradicionales de prohibido, permitido, obligatorio), las C que corresponderían a expresio
nes para situaciones específicas que corresponden a las distintas disciplinas dogmáticas y expresiones
B, las cuales que exceden las expresiones C porque se refieren a situaciones más generales, pero que
serían menos generales que las expresiones A, como derecho subjetivo, deber jurídico, responsabi
lidad y sanción. Afirma que, aunque es posible hablar de que hay acciones u omisiones jurídica
mente prohibidas, obligatorias o permitidas, estos calificativos deónticos no agotan los términos
empleados por los juristas para referir aquellas situaciones. Así, el ensayo de Hohfeld se sitúa en el
nivel de las expresiones B, en un nivel intermedio entre los términos deónticos más generales y las
expresiones con que los juristas aluden a situaciones específicas. Aunque se centra en las dos fami
lias de términos derecho y deber (Wesley N. Hohfeld, Conceptos Jurídicos Fundamentales, Genaro R.
Carrió (trad.), Fontamara, México, 2009).
El conflicto de derechos en el estado de necesidad 369
33
Ibidem, p. 47.
34
Si A tiene un derecho a que B haga el acto X, B tiene el deber frente a A de hacer X.
• Si A tiene frente a B el privilegio de hacer el acto X, B no tiene el derecho de exigir que A se abs
tenga de hacer el acto X (libertad).
• Si A tiene la potestad de producir ciertos efectos jurídicos respecto de B, mediante el acto X, B está
sujeto frente a A (la situación jurídica de B se verá alterada por los efectos de acto X).
• Si A tiene frente a B una situación de inmunidad respecto de los efectos jurídicos del posible acto
X de B, B es incompetente para alterar, por medio del acto X, la situación jurídica de A.
35
-Si A tiene frente a B el derecho de que B haga X, ello excluye que A no tiene el derecho de que B
haga X.
• Si A tiene frente a B el privilegio de hacer X, ello excluye que A tiene frente a B el deber de
hacer X.
370 Conflictos entre derechos
Hohfeld intentó de esta forma mostrar los elementos jurídicos que desig
nan las posiciones jurídicas de un sujeto frente a otro36. El autor distin
guió cuatro clases de derechos subjetivos (las pretensiones o derechos en
sentido estricto, los privilegios o libertades, las potestades y las inmuni
dades), intentando ir más allá de la tesis de la correlatividad.37 Con ello
además, según la interpretación de la pretensión máxima que se hace del
ensayo de Hohfeld, con ello trató de "designar todas las situaciones posi
bles que pueden configurarse con otros mediante la regulación de la
conducta de un sujeto en relación con la de otro u otros a partir de las
tres modalidades deónticas (prohibido, permitido, obligatorio)".38
El mismo autor señala que esta última opción le parece la más adecuada
para aquellos supuestos en los que los bienes involucrados sean equiva
lentes, mientras que en los casos en los que los bienes del necesitado
sean superiores a los del sujeto afectado sería más conveniente hablar de
un derecho en sentido estricto.
39
El mismo autor, agrega que aceptar que quien actúa en estado de necesidad tiene la libertad (no el
derecho en sentido estricto) de afectar los derechos de otra persona para salvaguardar sus bienes no
es necesariamente dejar desprotegido al necesitado. En el Derecho hay diversos casos de acciones
que no están prohibidas ni permitidas expresamente (permisos débiles) y acciones expresamente
permitidas, pero que no van acompañadas de una prohibición para impedir la conducta (Daniel
González Lagier, "Sobre el deber de tolerar la acción de salvaguarda…", op. cit., pp. 161 y 162).
El conflicto de derechos en el estado de necesidad 373
Para finalizar este trabajo pretendo dar cuenta de cómo las reflexiones
hasta aquí anotadas pueden dirigirse al momento de aplicación de las
normas. Cuando el juez ha de enfrentarse a un caso de estado de nece
sidad, algunas de estas herramientas teórico-conceptuales le podrían ser
de utilidad para abordar y tomar una decisión en el caso en cuestión.
Centralmente, me refiero a que es en el caso particular donde las propias
dificultades de las circunstancias excepcionales que integran el estado de
necesidad impiden dar una respuesta a priori sobre el valor de los bienes.
Los valores protegidos determinan si en las circunstancias del caso par
ticular, los bienes jurídicos en juego merecen la misma o distinta protec
ción y bajo qué circunstancias.
Esto significa que la labor del juez en estos casos no puede consistir en
una mera subsunción. Habrá una primera aproximación donde se verá
en abstracto la distinta jerarquía —si la hubiera— de los bienes; luego se
ha de proceder a reconstruir los bienes involucrados para poder apreciar
si su afectación o puesta en peligro fue idónea, necesaria y proporcional
para salvar el otro bien. Será así que pueda concluir, dadas las circuns
tancias del caso, qué bien tendrá prioridad. En concreto sí, pero para
todos los casos futuros que se den en las mismas circunstancias.
Utilizaré un ejemplo para dar cuenta de esto. Una mujer, junto con su
hijo pequeño, viven en situación de calle, encontrando de tanto en tanto
sitios donde pasar las noches con un poco de resguardo. Durante el mes
de diciembre, sin embargo, el clima se hace especialmente adverso, lo
que lleva a la mujer a buscar un sitio mejor para resguardarse. Encuentra
una vivienda aparentemente deshabitada, rompe una ventana y se aloja
en ella durante varias noches para evitar dormir a la intemperie. A los 20
días regresa el inquilino de la vivienda, quien considera que la mujer ha
El conflicto de derechos en el estado de necesidad 375
40
Manuel Atienza, Derecho y transformación social, op. cit., pp. 154 y 155.
41
Un ejemplo ya clásico del ejercicio argumentativo consistente en elaborar una serie de reglas de
prioridad entre principios es el trabajo de Manuel Atienza, "Juridificar la bioética", Isonomía: Revista
de Teoría y Filosofía del Derecho, núm. 8, 1998, pp. 75-99.
376 Conflictos entre derechos
Fuentes
Gardner, John, Ofensas y defensas: Ensayos selectos sobre filosofía del Dere-
cho penal, Marcial Pons, Madrid, 2012.
Von Liszt, Franz, Tratado de Derecho penal, vol. II, Reus, Madrid, 1999.
La formación editorial de esta obra estuvo al
cuidado de la Dirección General de la Coordina
ción de Compilación y Sistematización de Tesis
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Se utilizaron tipos ITC Berkeley Oldstyle en
8, 9, 10, 11, 12 y 16.5 puntos. Enero de 2020.