Monografía El Jaguar

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UNIIVERSIDAD IBEROAMERICANA DE PANAMÁ

FACULTAD DE HUMANIDADES

LICENCIATURA EN INGLÉS

EDUCACIÓN AMBIENTAL GRUPO # 2

TOPIC

ANIMAL EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

EL JAGUAR

PROFESSOR NAME:

VÍCTOR E. VILLARREAL B.

STUDENT NAME

YESSICA MIRANDA

ID: 4-700-674

DUE DATE

JUNE 24TH, 20
INTRODUCCIÓN

Dentro de este trabajo hablare de un animal que se encuentra en peligro de extinción el Jaguar es el
felino más grande y con mayor distribución en los ambientes tropicales del continente americano siendo
único miembro del género Panthera en América y en el mundo solo supera en tamaño por dos de sus
parientes el tigre y el león.
OBJETIVO:

1. Conocer todo lo referente al Jaguar, como podemos ayudar a que esta especia en peligro de extinción
podamos salvarla y ayudar a conservar su habitad.
EL JAGUAR

Es un carnívoro félido de la subfamilia de los Panterinos y género Panthera. Es la única de las cinco
especies actuales de este género que se encuentra en América. También es el mayor félido de América y
el tercero del mundo, después del tigre (Panthera tigris) y el león (Panthera leo). Su distribución actual
se extiende desde el extremo sur de Estados Unidos continuando por gran parte de México, América
Central y América del Sur hasta el norte y noreste de Argentina. Habita principalmente en zonas
tropicales secas y húmedas, pero también vive en matorrales áridos. Su dieta es muy amplia, puede cazar
grandes presas, incluido ganado, o pequeños animales. Exceptuando algunas poblaciones en Arizona
(suroeste de Tucson), esta especie ya ha sido prácticamente extirpada en los Estados Unidos desde
principios de la década de 1900.

Se encuentra emparentado y se asemeja mucho en apariencia física al leopardo (Panthera pardus), pero
generalmente es de mayor tamaño, cuenta con una constitución más robusta y su comportamiento y
hábitat son más acordes a los del tigre (Panthera tigris). Si bien prefiere las selvas densas y húmedas,
puede acomodarse a una gran variedad de terrenos boscosos o abiertos. Está estrechamente asociado a la
presencia de agua y destaca, junto con el tigre, por ser un félido al que le gusta nadar.

Es fundamentalmente solitario. Caza tendiendo emboscadas, siendo oportunista a la hora de elegir las
presas. Es una especie clave para la estabilización de los ecosistemas en los que habita; al ser un
superpredador, regula las poblaciones de las especies que captura. Los ejemplares adultos tienen una
mordedura excepcionalmente potente, incluso en comparación con otros grandes félidos, lo que les
permite perforar los caparazones de reptiles acorazados como las tortugas y utilizar un método poco
habitual para matar: ataca directamente la cabeza de la presa entre las orejas para propinar un mordisco
letal que atraviesa el cráneo con sus colmillos alcanzando al cerebro.

Panthera onca está calificado en la Lista Roja de la UICN como «especie casi amenazada» y su número
está en declive. Entre los factores que lo amenazan se incluyen la pérdida y la fragmentación de su
hábitat. A pesar de que el comercio internacional de ejemplares de esta especie o sus partes está
prohibido, este félido muere con frecuencia a mano de los humanos, especialmente en conflictos con
ganaderos. Aunque reducida, su distribución geográfica continúa siendo amplia. A lo largo de la
historia, esta distribución le ha otorgado un lugar prominente en la mitología de numerosas culturas
indígenas americanas, como los mayas y los aztecas.
NOMBRES COMUNES Y ETIMOLOGÍA

En sus zonas nativas recibe diferentes denominaciones en español como jaguar, yaguar, yaguareté,
otorongo, jaguarete, tigre o tigre americano. Los mexicas lo llamaban ocelotl, aunque también utilizaban
este nombre para el ocelote (Leopardus pardalis), y podrían referirse a él como tlatlauhquiocélotl. En
gran parte de Hispanoamérica desde la llegada de los españoles es común llamar a este animal «tigre»
aunque es remoto el parecido con el tigre asiático (Panthera tigris) del cual procede el apelativo. En las
zonas de países de habla castellana que están próximas a la frontera con Brasil, se emplea también la
denominación brasileña en portugués: onça-pintada. En cuanto a las lenguas aborígenes americanas, en
maya se le llama balam, en mapuche es llamado nawel,13 en quechua uturunku o unqa y en bribri namú.

Yaguar y yaguareté provienen del guaraní yaguar 'fiera', y eté 'verdadero', y probablemente llegó al
español por conducto del portugués o del francés, lo cual explica la desvirtuación hacia la forma con j:
jaguar. El origen del nombre se ha supuesto como procedente de yaguá-eté, que significaría «fiera de
verdad» o «auténtica fiera»; en efecto, antes de 1492 los guaraníes utilizaban la palabra yaguá para
referirse a los distintos carnívoros o «fieras», pero ante la presencia de los feroces perros de combate
traídos por los europeos el término guaraní yaguá pasó a significar solo 'perro' (actualmente se aplica
este término en guaraní a cualquier perro), mientras que Panthera onca era el yaguá-eté, es decir: la fiera
o animal feroz por antonomasia, siendo la más peligrosa de todas las que los integrantes de esa etnia
conocían y a quien más temían. De allí surgió la denominación yaguareté, usada especialmente en los
países del área guaranítica: Argentina y Paraguay, y de modo abreviado, yaguar, o por error en la
pronunciación sobre textos no en castellano: jaguar con «j».

El primer componente de su designación taxonómica, Panthera, es un término latino derivado a su vez


de la palabra griega πάνθηρ (leopardo, la especie tipo del género). Se ha dicho que esta palabra deriva de
παν- «todo» y θήρ «bestia», aunque podría ser una etimología popular o que tuviera su origen en
pundarikam (literalmente «animal amarillento»), la palabra sánscrita para «tigre».

Onca proviene del portugués onça, con la cedilla sustituida por razones tipográficas, aunque en España
se usa más habitualmente para la onza o leopardo de las nieves (Panthera uncia) y en Latinoamérica para
el gato onza u ocelote. Deriva del latín lyncis, lince, que perdió la letra «L» al confundirse con el
artículo definido (italiano lonza, francés antiguo l'once).
TAXONOMÍA

Panthera onca, es el único miembro del género Panthera existente en la actualidad en el Nuevo Mundo.
Pruebas de ADN muestran que esta especie, el león (Panthera leo), el tigre (Panthera tigris), el leopardo
(Panthera pardus), el leopardo de las nieves (Panthera uncia), y la pantera nebulosa (Neofelis nebulosa)
comparten un antepasado común, y que este grupo tiene una edad de entre 6 y 10 millones de años; el
registro fósil indica que la aparición de Panthera se produjo hace entre 2 y 3,8 millones de años.
Generalmente los estudios filogenéticos han demostrado que la pantera nebulosa es la especie basal de
este grupo. La posición de las especies restantes varía entre diversos estudios y en la práctica permanece
sin resolver.

Basándose en pruebas morfológicas, el zoólogo británico Reginald Pocock llegó a la conclusión de que
el pariente más cercano a Panthera onca era el leopardo. Sin embargo, las pruebas de ADN no son
concluyentes y su posición en relación a otras especies varía de un estudio a otro. Fósiles de especies
extintas de Panthera, como por ejemplo el jaguar europeo (Panthera gombaszoegensis) y el león
americano (Panthera leo atrox), presentan características propias tanto del león como de Panthera onca.
El análisis del ADN mitocondrial de Panthera onca indica que el linaje de la especie se remonta a entre
hace 280 000 y 510 000 años, por lo tanto es más moderna de lo que sugiere el registro fósil.

Árbol filogenético de la subfamilia Pantherinae


BIOLOGÍA Y COMPORTAMIENTO

Cráneo de un ejemplar de yaguareté austral (Panthera onca palustris).

Descripción

Su cabeza es robusta y sus mandíbulas extremadamente potentes. Su tamaño tiende a incrementarse


cuanto más al sur se localicen.

Panthera onca es el mayor félido de América. Es un animal robusto y musculoso que presenta
variaciones significativas en cuanto al tamaño, con un peso que oscila normalmente entre 56 y 96
kilogramos, aunque hay registros de machos más grandes, de hasta 160 kg (aproximadamente como una
tigresa o una leona), y por el contrario los más pequeños pueden tener un peso tan bajo como 36 kg. Las
hembras suelen ser unos 10-20 % más pequeñas que los machos. La longitud de este félido varía entre
162 y 183 cm y la cola puede añadir unos 75 cm más. Su
altura hasta los hombros o la cruz es de unos 67-76 cm. Su
cabeza es voluminosa y con una mandíbula prominente; el
color de sus ojos varía de un tono amarillo oro a un amarillo
verdoso y sus orejas son relativamente pequeñas y
redondeadas.

Se han observado variaciones en su tamaño en diferentes


regiones y hábitats, mostrando un incremento de tamaño cuanto más al sur se localicen. Un estudio
realizado en la Reserva de la Biosfera de Chamela-Cuixmala, en la costa mexicana del Pacífico, mostró
que en esa zona pesaban tan solo entre 30-50 kg, aproximadamente el peso del puma, mientras que un
estudio en la región brasileña del Pantanal mostraba un peso medio de 100 kg, a menudo con pesos de
135 kg o más en machos viejos. Los ejemplares que habitan en forestas a menudo son más oscuros y
bastante más pequeños que los que viven en áreas abiertas (el Pantanal es una cuenca de zonas húmedas
abierta), posiblemente debido al menor número de grandes presas herbívoras en las zonas boscosas.

La estructura corta y robusta de sus miembros hace que sea muy hábil a la hora de escalar, arrastrarse y
nadar. La cabeza es robusta y la mandíbula extremamente potente; se ha sugerido que posee el mordisco
más potente de todos los félidos y el segundo más potente de todos los mamíferos (tras la hiena
manchada); esta potencia es una adaptación que le permite incluso perforar caparazones de tortugas. Un
estudio comparativo de la potencia de mordisco ajustado según la medida corporal lo situó como el
primero de los félidos, junto con la pantera nebulosa, y por delante del león y el tigre.

El melanismo es el resultado de un alelo dominante y un fenómeno relativamente habitual en esta


especie.

Un ejemplar adulto puede arrastrar 8 metros un toro de 360 kilogramos entre sus mandíbulas y
pulverizar los huesos más duros, o arrastrar a una tortuga de mar de 34 kg a lo largo de más de 90 m en
la profundidad de un bosque. Puede cazar animales salvajes que pesan hasta 300 kg en el interior de una
selva densa y su físico corto y robusto es una adaptación a sus presas y ambiente.

La base de su pelaje suele ser de un color entre amarillo pálido y castaño rojizo. La piel está cubierta de
unas manchas en forma de rosa para camuflarse en su hábitat selvático. Las manchas pueden variar en la
piel de un mismo animal y entre diferentes ejemplares: las rosetas pueden incluir una o más manchas y
la forma de las manchas varía. Las de la cabeza y el cuello son generalmente sólidas, igual que las de la
cola, donde se pueden unir para formar una banda. La región ventral, el cuello y la superficie exterior de
las patas y los flancos inferiores son blancos.

En la especie se produce con relativa frecuencia un exceso de


pigmentación conocido como melanismo. La condición
melanística es menos común que la manchada (se da en
aproximadamente un 6 % de la población) y es el resultado de
un alelo dominante. Los ejemplares con melanismo parecen
totalmente negros, aunque se pueden apreciar las manchas si se los mira de cerca. Los ejemplares con
melanismo son conocidos informalmente como «panteras negras», pero no constituyen una especie
distinta, ni siquiera una subespecie. Igual que en los demás grandes félidos, en raras ocasiones aparecen
individuos albinos, denominados «panteras blancas».

Aunque es muy semejante físicamente al leopardo (Panthera pardus), Panthera onca es más robusto y
pesado y se pueden distinguir por sus manchas: las rosetas en la piel de este último son más grandes,
menores en número, suelen ser más oscuras y tienen líneas más gruesas y manchas pequeñas en el
centro, que el leopardo no tiene. También tiene una cabeza más redondeada y unas patas más cortas y
robustas que el leopardo.
REPRODUCCIÓN Y CICLO VITAL

Madre a punto de asir a una cría por el cuello.

Las hembras alcanzan la madurez sexual aproximadamente entre los 12 y 24 meses de edad y los
machos entre los 24 y 36 meses. Se cree que en estado salvaje se aparean durante todo el año, aunque el
número de nacimientos se incrementa durante la estación lluviosa, cuando las presas son más
abundantes. Investigaciones realizadas con machos en cautividad apoya la hipótesis de que se emparejan
durante todo el año, sin variaciones estacionales en las características del semen y la calidad
eyaculatoria; también se ha observado un éxito
reproductivo reducido en cautividad. El celo de la
hembra dura 6-17 días de un ciclo completo de 37
días; las hembras indican que son fértiles con
marcas odoríferas urinarias y una mayor
vocalización. Durante el cortejo ambos sexos
cubren un territorio más amplio del habitual.

Las parejas se separan después del coito y las


hembras se encargan del cuidado de los cachorros.
El periodo de gestación dura entre 93 y 105 días;
las hembras paren habitualmente 2 crías, aunque el
número puede oscilar entre 1 y 4. La madre no tolera la presencia de machos después del nacimiento de
las crías, por el riesgo de canibalismo infantil; este comportamiento también se observa en el tigre.

Las crías nacen ciegas e indefensas y dependen por completo de su madre; empiezan a ver después de
dos semanas. Los cachorros son destetados a la edad de 3 meses, pero permanecen en la madriguera
donde han nacido hasta los 5 o 6 meses, momento en el que empiezan a salir para acompañar a la madre
cuando va de caza. Permanecen en compañía de la madre durante 1 o 2 años antes de abandonarla para
establecer su propio territorio. Los machos jóvenes son inicialmente nómadas, enfrentándose con
ejemplares más viejos hasta que consiguen hacerse con un territorio. Se estima que su longevidad típica
en libertad es de unos 11-12 años en cautividad puede vivir hasta 25 años, habiéndose registrado incluso
una hembra que alcanzó los 32 años, lo que lo sitúa entre los félidos más longevos.
COMPORTAMIENTO

Como la mayoría de los félidos, es un animal solitario (exceptuando el conjunto madre-cachorros). Por
lo general los adultos solo se encuentran para el cortejo y el apareamiento (aunque se han constatado
casos anecdóticos de socialización) y suele establecer un amplio territorio y defenderlo. En el caso de las
hembras estos territorios, que miden entre 25 y 40 km², pueden superponerse, pero los animales suelen
evitarse entre ellos. Los de los machos cubren aproximadamente el doble de superficie, con una
extensión que varía según la disponibilidad de presas y espacio, y no se superponen. Utilizan
vocalizaciones, arañazos en los árboles, orina y heces para marcar su territorio.

Como los demás miembros del género Panthera, y a


diferencia del resto de félidos, Panthera onca es
capaz de rugir, gracias a su alargada y especialmente
adaptada laringe y su unión al hueso hioides. El
macho ruge más fuerte, y lo hace habitualmente para
advertir o disuadir a posibles competidores por el
territorio y las hembras; en estado salvaje se han
observado intensas competencias de rugidos entre
individuos. Su rugido a menudo se asemeja a una
tos repetitiva; también pueden vocalizar maullidos y gruñidos. Se producen combates entre machos por
las hembras, pero son raros, y en estado salvaje se ha observado una tendencia a evitar los
enfrentamientos; cuando estos ocurren suelen ser conflictos territoriales: el territorio de un macho puede
abarcar el de dos o tres hembras, y no tolerará intrusiones de otros machos adultos.

A menudo se lo describe como un animal nocturno, pero más específicamente es crepuscular (su mayor
actividad se desarrolla al amanecer y a la puesta del sol). Ambos sexos cazan, pero los machos se
desplazan más que las hembras, en consonancia con su territorio más amplio. Tiene unos ojos
relativamente grandes, situados para proporcionar visión binocular y una notable visión en la oscuridad,
gracias a una membrana reflectante (tapetum lucidum) que concentra la luz en el campo focal de la
retina; su olfato está muy bien desarrollado y puede detectar el olor de sus presas a grandes distancias.
Puede cazar de día si hay presas disponibles, y es un félido relativamente enérgico, puesto que pasa
hasta un 50-60 % de su tiempo activo. Su naturaleza evasiva y lo inaccesible de gran parte de su hábitat
habitual hacen que sea un animal muy difícil de observar, y todavía más de estudiar.
CAZA Y DIETA

Tiene un mordisco excepcionalmente potente, incluso en relación con otros grandes félidos, lo que le
permite perforar los caparazones de reptiles acorazados.

Al igual que el resto de los félidos, es un carnívoro estricto, esto es, que se alimenta exclusivamente de
carne. Es un cazador solitario y oportunista y su dieta abarca más de 80 especies diferentes. Prefiere
presas grandes, fundamentalmente mamíferos diurnos, como capibaras, tapires, pecaríes y en ocasiones
ciervos, pero también caza caimanes e incluso
anacondas adultas, aunque incluye entre sus presas
prácticamente de todas las especies pequeñas que
pueda capturar, como ranas, agutíes, aves grandes,
peces, puercoespines o tortugas; un estudio llevado
a cabo en la Reserva natural de Cockscomb de
Belice reveló que los ejemplares que vivían en la
zona tenían una dieta compuesta principalmente
por armadillos y pacas. En algunas zonas, como
Brasil y Venezuela, en su hábitat natural también se cría ganado, por lo que algunos individuos pueden
especializarse en la captura de animales domésticos.

Aunque utiliza la técnica de asestar un mordisco profundo en el cuello para provocar la asfixia en sus
presas, típica del género Panthera, prefiere un método de matar único entre los félidos (especialmente
con el capibara): muerde directamente los huesos temporales del cráneo entre las orejas de las presas con
sus colmillos, perforándolos hasta alcanzar el cerebro. Esta técnica podría ser el resultado de una
adaptación para abrir los caparazones de las tortugas: después de las extinciones del Pleistoceno
superior, los reptiles acorazados como las tortugas se habrían convertido en la base de presas abundantes
para el jaguar. Una vez que rompe el caparazón, simplemente mete la pata dentro y extrae la carne. El
mordisco en el cráneo lo utiliza con los mamíferos en particular; con reptiles como los caimanes, puede
saltar sobre la espalda de la presa e inmovilizarla partiéndole las vértebras cervicales. Con presas como
los perros, asestar un zarpazo para aplastarles el cráneo puede resultar suficiente.

Este félido caza generalmente tendiendo emboscadas.


Es un cazador más dado a preparar emboscadas que a la persecución. Se desplaza sigilosamente por
caminos del bosque, escuchando y acechando la presa antes de lanzarse sobre ella o prepararle una
emboscada. Ataca desde su escondrijo con un salto rápido, habitualmente desde un punto ciego del
objetivo; la capacidad de emboscada de esta especie está considerada casi sin parangón en el mundo
animal tanto por los indígenas como por los investigadores de campo, y son probablemente producto de
su papel como superpredador en distintos entornos. La emboscada puede incluir saltar dentro del agua
para perseguir la presa, pues es capaz de llevar una de buen tamaño nadando; su fuerza es tal que puede
cargar con cadáveres tan grandes como el de un novillo hasta lo alto de un árbol que sobresalga del nivel
del agua.

Después de matar a la presa, la arrastra entre la espesura o a un lugar escondido. Primero come el cuello
y el pecho, en lugar de la parte central, sigue con el corazón y los pulmones y después las espalderas. Se
estima la necesidad alimenticia de un ejemplar de 34 kg (en el extremo inferior del rango de pesos de la
especie) en 1,4 kilogramos de comida al día.63 Para animales en cautividad de entre 50 y 60 kg, se
recomiendan más de dos kilogramos de carne diarios. En la naturaleza, el consumo es naturalmente más
errático; los félidos salvajes gastan una energía considerable para capturar y matar las presas y pueden
consumir hasta 25 kg de carne de una vez, y después pasar periodos de inanición. A diferencia de las
demás especies del género Panthera, no existe ningún registro de ataque sistemático a humanos y apenas
hay casos documentados de jaguares atacando a humanos. La mayoría de los pocos casos de ataques a
personas muestran que el animal atacante es o bien viejo, con los dientes dañados, o está herido. En
ocasiones, si se asustan, los ejemplares en cautividad pueden arremeter contra los empleados del zoo.
ECOLOGÍA

DISTRIBUCIÓN Y HÁBITAT

El jaguar puede vivir en una amplia variedad de hábitats boscosos o abiertos, y está estrechamente
asociado a la presencia de agua.

Panthera onca.

Hay constancia sobre la presencia de Panthera onca en el registro fósil desde hace 2 millones de años, y
ha sido un félido americano desde que atravesó el Puente de Beringia durante el Pleistoceno; el
antepasado inmediato de los animales modernos es Panthera onca augusta, que era de mayor tamaño que
los existentes en la actualidad; las pruebas fósiles muestran ejemplares de Panthera onca de hasta 190
kg, mucho mayores que la media actual de este animal.

En el siglo XVIII y hasta casi mediados de siglo XIX,


su área de distribución se extendía desde el actual sur
de los Estados Unidos hasta el actual sur de Argentina
(el límite sur se encontraba aproximadamente entre el
río Negro y quizás muy esporádicamente el aún más
austral Chubut en lo que hoy es el norte de la Patagonia
argentina); sin embargo en toda esa inmensa extensión
latitudinal no habitó las zonas frías; especialmente no
se le ha encontrado en zonas frías de altas montañas. El
jaguar sobrevivió en el norte de la Patagonia argentina
y el estrecho de Magallanes, Chile, hasta fines del siglo XIX y se extirpó de la región centro-sur de
Chile durante el siglo XVII.

Actualmente su distribución está muy fragmentada debido a la competencia con el hombre, quien ha
provocado y sigue provocando extensos biomas moldeados por el grado de influencia humana en los
cuales se extingue la fauna silvestre. El área de distribución actual (ca. 2015) de Panthera onca se
extiende desde el extremo sur del estado de Arizona en el sudoeste de los Estados Unidos, a través de
América Central, hasta el norte de Argentina, incluida la mayor parte de la Amazonia brasileña. Los
países en los que aún sobreviven ejemplares silvestres de esta especie son: Argentina, Belice, Bolivia,
Brasil, Colombia, Costa Rica (en particular en la península de Osa), Ecuador, Estados Unidos,
Guatemala, Guayana Francesa, Guyana, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, el Perú,
Surinam y Venezuela. Actualmente ha sido extirpado en El Salvador y Uruguay. Se encuentra en
muchas reservas naturales a lo largo de su ámbito de distribución, como pueden ser los 400 km² de la
Reserva natural de Cockscomb en Belice, los 3800 km² de la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda, los
5300 km² de la Reserva de la Biosfera Sian Ka'an y los 7300 km² de la Reserva de la Biosfera de
Calakmul en México, los aproximadamente 15 000 km² del parque nacional del Manú en el Perú, los 19
000 km² del parque nacional Madidi en Bolivia, los aproximadamente 26 000 km² del parque indígena
de Xingu en Brasil, los 30 000 km² del parque
nacional Canaima en Venezuela o los 38 000 km²
del parque nacional Parima-Tapirapeco, también en
Venezuela. En Argentina desde finales de siglo XX
está casi exterminado sobreviviendo algunos
ejemplares en las yungas de Salta, en El
Impenetrable de Chaco y Formosa y quizás en los
escasos remanentes de zonas de la selva paranaense
de la provincia de Misiones; en 2015 se inició un
plan de reintroducción de este félido en los extensos humedales y «bañados» conocidos como Esteros
del Iberá de la provincia de Corrientes, en el que no se trasladarían ejemplares silvestres desde otras
partes (ya que en otras partes escasean) sino que en una primera etapa se trasladarían ejemplares de
zoológicos (como el Zoológico de La Plata) para que aclimatados en las zonas silvestres se reproduzcan
en el Iberá.

La inclusión de los Estados Unidos en su área de distribución se basa en observaciones ocasionales en el


suroeste, particularmente en Arizona, Nuevo México y Texas. A principios de la década de 1900, se lo
podía ver tan al norte como el Gran Cañón y tan al oeste como el Sur de California. En 2004, agentes de
medio ambiente de Arizona fotografiaron y documentaron ejemplares de Panthera onca en la parte
meridional del estado y en febrero de 2009 se capturó un ejemplar de unos 54 kg, al que se le colocó un
collar de seguimiento por radio y fue liberado al suroeste de Tucson; esta captura se produjo más al
norte de lo que se había considerado anteriormente, lo que representa una señal de que podría haber una
población reproductiva permanente al sur de Arizona. Posteriormente se confirmó que el animal era el
mismo macho (conocido como «Macho B») que había sido fotografiado en 2004 y que por entonces era
el ejemplar más viejo conocido en libertad (aproximadamente 15 años). En marzo de 2009,«Macho B»,
el único ejemplar observado en los Estados Unidos desde hacía más de una década, fue recapturado y
sacrificado tras descubrir que padecía de insuficiencia renal. Un macho fue fotografiado el 19 de
noviembre de 2011 en el condado de Cochise, en el estado de Arizona, bastante al norte de la frontera
internacional, confirmando un avistamiento previo desde un helicóptero.

Organizaciones ecologistas consideran que


la finalización del muro fronterizo Estados
Unidos-México, tal como se propone
actualmente, reducirá la viabilidad de
cualquier población que se encuentre
actualmente en los Estados Unidos al
disminuir el flujo génico con las poblaciones
mexicanas e impedirá cualquier expansión
hacia el norte de la especie.

El hábitat de P. onca incluye las selvas húmedas de Centro y Sudamérica, zonas húmedas abiertas y de
forma estacional inundadas, y praderas secas. De entre estos hábitats, prefiere el bosque denso; este
félido ha perdido terreno más rápidamente en las regiones más secas, como la pampa argentina o las
praderas áridas de México y el suroeste de los Estados Unidos. Puede vivir en bosques tropicales,
subtropicales y caducifolios secos. Está estrechamente relacionado con el agua y a menudo prefiere vivir
al lado de ríos, pantanales y selvas densas con mucha vegetación que le permiten asediar a sus presas. Se
han encontrado ejemplares a altitudes de hasta 3800 m, pero suelen evitar los bosques de montaña y no
viven ni en el Eje Neovolcánico ni en la cordillera de los Andes.

PAPEL ECOLÓGICO

Panthera onca adulto es un superpredador, por lo tanto se encuentra en lo más alto de la cadena trófica y
no tiene predadores en estado salvaje. También está considerado como especie clave en cuanto predador
focal, teniendo en cuenta que estos félidos mantienen la integridad estructural de los sistemas forestales
mediante el control de los niveles de población de sus presas, como mamíferos herbívoros y granívoros.
Sin embargo resulta difícil determinar con precisión el efecto que tienen especies como esta sobre los
ecosistemas, pues es necesario comparar los datos de regiones donde la especie está ausente y sus
hábitats actuales, a la vez que se controlan los efectos de la actividad humana. Se acepta que la
población de las especies de sus presas de tamaño medio aumenta cuando no hay superpredadores, y se
supone que esto tiene efectos negativos en cascada sobre su entorno. Sin embargo, algunos estudios de
campo realizados en lugares donde los grandes félidos están ausentes han mostrado que las variaciones
podrían ser naturales y que los incrementos de
población de sus presas podrían no ser
significativos, por lo que la hipótesis de
Panthera onca como especie clave no está
apoyada por toda la comunidad científica.

También tiene efecto sobre otros predadores.


Panthera onca y el puma, el segundo mayor
félido de América, a menudo son simpátricos
(especies relacionadas que comparten territorios
que se superponen) y a menudo se los ha estudiado conjuntamente. Allí donde se presenta la simpatría,
el puma es más pequeño de lo normal y más pequeño que los fenotipos locales de Panthera onca. P. onca
tiende a capturar las presas más grandes, y el puma piezas más pequeñas, lo que redunda en un menor
tamaño de este último. Sin embargo, esta situación puede resultar ventajosa para el puma, pues su
abanico de presas más amplio y su capacidad de capturar presas más pequeñas, podría darle ventaja en
entornos alterados por los humanos; El puma tiene actualmente una distribución significativamente más
amplia.

AMENAZAS

Entre sus principales amenazas se encuentran la deforestación de su hábitat y ecosistema, un creciente


incremento de la competencia por la comida con los humanos, la caza furtiva, los huracanes en la parte
septentrional de su distribución y los enfrentamientos con los ganaderos, que a menudo los matan en las
zonas donde cazan ganado pues, cuando se adapta a la presa, se ha comprobado que caza ganado bovino
como parte importante de su dieta; sin embargo, mientras que la deforestación para crear zonas de pasto
es un problema para la especie, su población podría haber aumentado tras la introducción de ganado
bovino en América del Sur al aprovecharse los félidos de esta nueva fuente de presas. Esta tendencia a
cazar ganado ha llevado a los propietarios de ranchos a contratar cazadores especializados a tiempo
completos.
¿CUÁL ES LA IMPORTANCIA DEL JAGUAR Y SU CONSERVACIÓN?

El jaguar ha sido declarado especie en peligro de extinción en Panamá en el 2008, y hoy en día la
situación está empeorando debido a la pérdida vertiginosa de su hábitat por la expansión de la frontera
agrícola y ganadera en detrimento de bosque maduro. La disminución de la cobertura forestal y la
deforestación han incrementado la probabilidad de conflicto entre asentamientos humanos y jaguares, ya
que las fincas están ubicadas donde antes el jaguar cazaba y ahora el felino debe atravesar
infraestructuras sin planes de mitigación como
túneles de paso de fauna o puentes aéreos,
fragmentando su hábitat. En ambos casos, el
resultado es la muerte del animal porque, o bien
el jaguar atacó el ganado o animales domésticos
debido a la falta de presas naturales en lo que
antes era bosque o bien mueren atropellados o
encuentran su camino truncado por el cemento.

Para Panamá resulta una ventaja contar con


investigaciones científicas que nos brindan información sobre la distribución de los jaguares a lo largo
del país, sobre las zonas de mayor riesgo y sobre las principales amenazas de la especie. Esto nos
permite concentrar los esfuerzos de conservación en áreas clave para su protección, tomar medidas para
reducir los conflictos entre humanos y jaguares con medidas anti-depredación en fincas, trabajar junto a
comunitarios que conviven con el jaguar sobre su importancia, generar alternativas productivas a la caza
de sus presas naturales y reconstruir los corredores biológicos para asegurar su supervivencia genética.
Es decir, incentivando la conservación del jaguar se incentiva al mismo tiempo la conservación del
ecosistema que lo rodea, pues para conservar al jaguar se deben conservar los bosques y los animales
que en ellos viven. El jaguar es una especie clave y carismática para difundir mensajes de conservación
donde, a través de su protección, se conserva también la salud del ecosistema que lo rodea. Hay varias
zonas del país identificadas con prioridad alta para la conservación del jaguar: el Parque Nacional
Darién en la provincia de Darién, los Parques Nacionales San Lorenzo y Portobelo en la provincia de
Colón, los Parques Nacionales Chagres y Soberanía entre las provincias de Panamá y Colón, el Parque
Nacional Santa Fe en la provincia de Veraguas y el Parque Internacional La Amistad en la provincia de
Bocas del Toro.
CONSERVACIÓN

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza clasifica a los jaguares como casi
amenazados. Existe una protección nacional en casi todos los países en que se encuentra la especie, y el
CITES, tratado global que regula el comercio transfronterizo de vida silvestre, prohíbe el comercio de
este animal en todas sus formas. Aun así, la caza furtiva y el comercio ilegal siguen existiendo, por lo
que es importante reforzar la aplicación de la ley.

Existen grandes esfuerzos para apoyar y


desarrollar corredores ecológicos que
conecten poblaciones de jaguares aisladas;
asimismo, se busca trabajar con los
ganaderos para reducir el conflicto entre
humanos y jaguares. Los talleres enseñan a
los ganaderos mejores prácticas de cría, y un
número creciente de programas compensa a
los ganaderos cuando los jaguares matan su
ganado, lo que los disuade de matar al felino
en represalia.

Es fundamental combatir la deforestación, y para esto, participan varias ONG internacionales y grupos
indígenas.

LA IMPORTANCIA DEL JAGUAR EN SU HÁBITAT

El jaguar es un gran prestador de servicios ambientales. Estos servicios se definen como un amplio
espectro de condiciones y procesos por los cuales los ecosistemas naturales y las especies que los
habitan ayudan a sostener y satisfacer las necesidades de la sociedad humana. Entre ellos están: la
purificación del aire y agua; la mitigación de las sequías e inundaciones; la generación y conservación
de los suelos; la polinización de los cultivos y de la vegetación natural; la dispersión de semillas; el
reciclaje y movimiento de nutrimentos; el control de insectos que generan problemas a los campos
agrícolas; la protección de las costas ante la erosión del oleaje; la estabilización parcial del clima y el
amortiguamiento de los climas extremos y sus impactos.
Los economistas advierten que si se estimara el valor de estos servicios en el mundo, podrían alcanzar
varios trillones de dólares por año. Durante siglos la humanidad no le dio importancia ni valor estos
servicios ya que se consideraban inagotables. Actualmente, es claro que es necesario conservar a los
ecosistemas en el mejor estado para que sigan proporcionándonos estos servicios.

En el caso del jaguar se trata de una especie que ayuda a mantener un ecosistema sano. Cuando
desaparece de las selvas y bosques, sus presas que son generalmente grandes herbívoros quedan como
amos del paisaje y consumen especies vegetales sin control. Ello altera la composición y estructura de
las selvas, de los suelos, afectando los cauces de ríos y, por tanto, tiene un efecto en cadena sobre otros
seres vivos.
Conclusiones

El jaguar es considerado una especie indicadora debido a su alta sensibilidad a la cacería, cambios en la
cobertura forestal del hábitat, cambios en las poblaciones de presas y cambios en las fuentes de agua.
Por tanto, su presencia se considera un buen indicador del estado de conservación del ecosistema.

El jaguar también es considerado una ―especie paraguas‖ porque utiliza una gran extensión de terreno y
diferentes tipos de hábitat, por lo que cuando se le protege, también lo son la gran cantidad de especies
que conviven con él.

El jaguar está en la cima de la cadena alimenticia, su presencia es importante para mantener la integridad
ecológica de las áreas en las que vive, y en muchas culturas es un símbolo de poder y respeto.
Recomendaciones

1. Proteger el hábitat del jaguar, pues requiere territorios de gran extensión: evitar la deforestación,
establecer conectividad con otras áreas hábitat
2. Erradicar la cacería del jaguar y de sus presas
3. Generar mayor conocimiento sobre la ecología, la genética, y la salud del Jaguar
4. Definir las densidades poblacionales en las diferentes áreas
5. Difundir entre la población en general la importancia ecológica y social de esta especie
BIBLIOGRAFÍA

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–Reporte II.

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Miller B. & Rabinowitz A. (2002) ¿Por qué conservar al jaguar? In: El jaguar en el nuevo milenio, ed.
R. Medellín, pp. 303–315. Fondo de Cultura Económica.
¿Cuántos jaguares quedan en el mundo?
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el jaguar (Panthera onca)
está catalogada como especie casi amenazada (NT), lo que significa que en un futuro próximo podría
considerarse una especie vulnerable, ya que la población ha disminuido notablemente en las últimas
décadas.

Pero, ¿cuántos jaguares quedan en el mundo realmente? La Wildlife Conservation Society (WCS) indica
que la población de la especie se ha reducido hasta en un 37% desde 1980. Sin embargo, se estima que
las probabilidades de supervivencia a largo plazo rondan el 70% si se aplican medidas efectivas para la
conservación.

Actualmente se considera que existen alrededor de 15.000 jaguares en estado silvestre. Así mismo, la
WCS se ha comprometido a proteger más de 5.000 jaguares en libertad y 400.000 km2 de hábitat de la
especie.

El crecimiento poblacional de los seres humanos ha llevado a que ambas especies vivamos con tan
solo “una pared de por medio

Sin embargo, y a pesar de los ya mencionados intentos, con dichas acciones solo se ha conseguido alejar
en la mayoría de los casos a los jaguares de la zona de conflicto, más no se consigue evitar que estos
regresen de nuevo. Tampoco se procuran medidas adicionales que garanticen mejores recursos para los
felinos en lugares que se asemejen a su hábitat natural, ahora modificado por la actividad ganadera.

Por otra parte, y desde una perspectiva más personal, cabe mencionar que medidas como la creación de
corredores biológicos no son suficientes para garantizar la seguridad y permanencia de especies claves
como el jaguar en los ecosistemas. Esto dado que el crecimiento poblacional de los seres humanos ha
llevado a que ambas especies vivamos con tan solo ―una pared de por medio‖.

Ahora bien, algunas personas están dispuestas a invertir dinero para conocer más sobre estos animales y
poder observarlos en su hábitat natural, lo cual, aunado a un buen manejo de la especie como recurso
natural —ligado a bases sólidas de educación ambiental, y ejecución de normas que regulen el alcance
del impacto de las actividades productivas del sector agro en el ambiente— puede significar una forma
de coadyuvar a la conservación de la especie a través del turismo sostenible.

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