ACEPTOLOGÍA
ACEPTOLOGÍA
ACEPTOLOGÍA
Gerardo Schmedling
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3) ¿Dónde puedes reconocer la realidad? En todo lugar donde pueda estar presente y
conciente. En nuestro estado actual ese lugar está limitado, se reduce únicamente a la
tercera dimensión. Prácticamente a lo que aquí y ahora percibo con mis sentidos. La mente,
atención, funciona entre la cuarta y novena dimensiones (o sea que por ahora, está fuera de
mi realidad). Si logro estar presente y conciente de la cuarta en adelante, son reales
también, porque actúo en ellas. Digamos, por ejemplo, cuando soy capaz de estar conciente
en sueños (por lo general en quinta, algo de cuarta).
Todo lo que vemos en un momento como "malo", terminamos apreciándolo como muy
bueno. Solo es cuestión de tiempo.
Empezar a ser discípulo de amor es aceptar y asumir en toda circunstancia que se presente.
Aceptar es no rechazar nada de lo que llega, porque solo sucede lo que necesitamos para
evolucionar. Sólo se da la voluntad del Padre Celestial, no la nuestra. Si coinciden muy
rico, si no, acepto. Aceptar es preguntarse siempre: "¿Qué tengo qué aprender de esto?"
no ¿Por qué me pasa esto...?" Nadie vive ninguna situación que no sea absolutamente
necesaria para su evolución, ni el perfectísimo Plan Universal de Amor permite que alguien
viva algo que no sea capaz de soportar. La peor agresión imaginable que alguien nos haga
no tiene que tomarse personalmente con respecto al agresor, porque él solamente, además
de estar cerca, está agrediéndonos porque tiene la suficiente cantidad de ignorancia para
cumplir esa desagradable función. Si no es él, es otro el que la cumple, porque YO
NECESITO PARA ALGO, QUE SOLO YO PUEDO DETERMINAR, SER
AGREDIDO. Por otro lado, siempre, en todos los casos, todos hacemos lo mejor que
podemos desde nuestra ignorancia. Entonces ACEPTAR es acoger la experiencia como
necesaria y para mí.
ASUMIR es no culpar a nadie por lo que me pasa, ni siquiera a mí mismo. Es natural que
me sienta mal, me desespere, me deprima, etc. Esta experiencia es mía, tengo que vivirla,
entonces eso me da, automáticamente, claridad mental, y sé qué hacer, o sea: sólo después
de aceptar y asumir es posible ACTUAR. Finalmente, es importantísimo agradecer la
experiencia a las personas con la función que te ayudaron a aprender algo NECESARIO e
intransferible. El RENCOR, pues, no tiene ya cabida. No hay lugar para él.
Existe una secuencia para la liberación del ser humano, en la cual se pueden distinguir
claramente 5 estados:
1) Creer en el Orden Universal. Aquí está la religión. Sin embargo, creer es parte de la
ignorancia.
2) Saber ciertas cosas del Orden Universal. Aquí está la ciencia, como conocimiento de
lo que funciona y lo que no funciona.
4) Respetar el Orden Universal. Aquí está la Aceptología: si logro aceptar todo, soy feliz,
y como respeto, a nadie forzado pretendo llevarlo en este bus.
La persona sin siquiera 1 y 2, es, naturalmente, un topo lleno de miedo... Las creencias
pues, son importantes... mas sólo en una primera etapa. Luego, los resultados en mi vida,
son lo único que me permite verificar si yo sé.
1. aceptara dejar sus intentos por acomodar la realidad a sus propios e individuales
conceptos e ideales (voluntad del hombre)...
2. aceptara que la realidad presente cumple con un propósito específico (voluntad
del Padre)...
3. aceptara que no es el hombre quien modifica la realidad sino la Ley...
4. aceptara que esto sucede únicamente cuando la realidad presente ya no cumple
con las funciones de enseñarnos la Ley DEL UNIVERSO... y
5. aceptara que esto ocurre porque la persona ha llegado a un nivel de comprensión
tal que ya nada más tiene que aprender de la realidad presente...
En muchas ocasiones sucedió que las personas decidían volver a su vida cotidiana y podían
verificar algo absolutamente maravilloso: después de haber renunciado a todo, ahora
percibían la vida de una manera totalmente diferente, pues las situaciones de conflicto
parecían haber desaparecido. Lo que realmente había sucedido, era algo completamente
diferente: La Renuncia les había dado la capacidad de ver la vida de una manera
absolutamente distinta, por lo cual, ahora, ya no sentían miedo ante las diversas situaciones
de aprendizaje de la vida, pues ya conocían el Poder Mágico de la Renuncia.
Si se observa con cuidado, un monje de estos lo que hacía era ponerse en manos de Dios...
y ¡se equilibraba! Él renunciaba a todo, mas lo que hacía en el fondo era aceptar la realidad.
De esa manera, se ponía en las Manos de Dios... Es sencillo...
Hoy en día, la Renuncia se aplica en psicología, como una técnica para ayudar a las
personas a superarse de diversos conflictos mentales, tales como la angustia, el estrés y el
estado de pánico, o en las crisis emocionales o sentimentales. Pero ya no es necesario
internarse en un monasterio ni escaparse del mundo, porque, indudablemente, ésta es una
técnica de entrenamiento mental sustentada en el conocimiento filosófico y en la
comprensión de la realidad de la vida, que bien puede practicarse en la cotidianidad.
DE LA INTEGRACIÓN DE LA RENUNCIA CON LA
ACEPTACIÓN, RESULTA LA PAZ ABSOLUTA DEL
ESPÍRITU.
La Renuncia es el complemento perfecto de la Aceptación
RENUNCIA a prohibir que los demás hagan lo que necesitan para aprender.
RENUNCIA a imponer tus creencias, razones o verdades que puedas tener.
RENUNCIA a condenar las actitudes o comportamientos de los demás.
RENUNCIA a la cantaleta, cuando las cosas no salen como tú quieres.
RENUNCIA a replicar, ante aquello con lo cual no estés de acuerdo.
RENUNCIA a protestar, ante aquello que confronta tus conceptos.
RENUNCIA a suponer que puedan suceder cosas desagradables.
RENUNCIA a cumplir funciones que ya no te corresponden.
RENUNCIA a hacer justicia, por lo que te suceda a ti o a otros.
RENUNCIA a estorbar la evolución o las actividades de los otros.
RENUNCIA a ofenderte, por lo que los demás digan o hagan.
RENUNCIA a todo aquello que pueda alterar tu paz interior.
RENUNCIA a celar a las personas o a juzgar sus decisiones.
RENUNCIA a forzar a las personas para que estén contigo.
RENUNCIA a buscar culpables, por las cosas que sucedan.
RENUNCIA a oponerte a la realidad que la vida presenta.
RENUNCIA a impedir las experiencias de otras personas.
RENUNCIA a contradecir la opinión de ninguna persona.
RENUNCIA a sufrir, ante aquello que no puedes cambiar.
RENUNCIA a ser esclavo de las opiniones de los demás.
RENUNCIA a interferir con las decisiones de los demás.
RENUNCIA a angustiarte, por lo que no puedes manejar.
RENUNCIA a luchar, por conseguir lo que no necesitas.
RENUNCIA a sufrir, por aquello que no puedes hacer.
RENUNCIA a sostener tus posiciones ideológicas.
RENUNCIA a agredir a nadie, por ninguna razón.
RENUNCIA a defender la razón que creas tener.
RENUNCIA a preocuparte, por lo que no sabes.
RENUNCIA a sufrir, por lo que pueda suceder.
RENUNCIA a investigar quien te hizo daño.
RENUNCIA a que los demás decidan por ti.
RENUNCIA a temer, por tus seres queridos.
RENUNCIA a discutir, por ninguna cosa.
RENUNCIA a demostrar que tienes razón.
RENUNCIA a retener lo que no necesitas.
RENUNCIA a criticar a nadie ni a nada.
RENUNCIA a tu ego y a tu orgullo.
RENUNCIA A TODO AQUELLO QUE YA NO TE
CORRESPONDE Y ENCONTRARÁS LA PAZ
ABSOLUTA DEL ESPÍRITU
En conclusión y de una forma muy simple, el poder mágico de la renuncia se trabaja de la
siguiente manera:
Las herramientas que utiliza el ego o el orgullo, que lo mismo es, son: agredir, prohibir,
imponer, interferir, forzar, suponer, etc.
Después de una renuncia, no es infrecuente tener un resultado positivo sobre algo que
habíamos buscado mucho... Busca en tu vida y encontrarás verificaciones de esto. A todos
nos ha pasado: renunciamos a algo y obtenemos el resultado inverso.
Primera Clase: Los que luchan frente a la vida, sin éxito y por tanto con mucho
sufrimiento, tratando de encontrar satisfacción personal, a través de modificar la realidad
presente, para acomodarla a sus ideales. Son los más atrasados espiritualmente, por lo cual,
aún no pueden abandonar el sufrimiento.
Segunda Clase: Quienes traen como misión cambiar el entorno natural, social, económico,
político, científico, religioso, etc. No es que tengan más éxito que los anteriores sino que
logran cambios porque ese entorno ya no corresponde con las personas que allí viven. Estos
de segunda clase son de diferentes niveles de evolución, pero su acción siempre
corresponde con las necesidades de los individuos de primera y segunda clase. Su costo
personal es alto, luchan y sufren...
Tercera clase: Los que aceptan la realidad presente, como una maravillosa oportunidad
para trascender sus limitaciones internas, por lo cual solamente se ocupan de modificar su
propio interior. Son los más adelantados espiritualmente. Ya pasaron por las
correspondencias bajas de los niveles de evolución de los de primera clase y saben que les
corresponde vivir en las realidades creadas por los de segunda clase, cuyas labores no les
corresponde hacer.