Herencia Yacente

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HERENCIA YACENTE/HERENCIA VACANTE

Trata el Código Civil acerca de la herencia yacente, en forma directa, en el artículo 1240,
que “Reglas particulares relativas a la herencia”. Dispone el precepto:
“Si dentro de quince días de abrirse la sucesión no se hubiere aceptado la herencia o una
cuota de ella, ni hubiere albacea a quien el testador haya conferido la tenencia de los bienes
y que haya aceptado su encargo, el juez, a instancia del cónyuge sobreviviente, o de
cualquiera de los parientes o dependientes del difunto, o de otra persona interesada en ello,
o de oficio, declarará yacente la herencia; se insertará esta declaración en un diario de la
comuna, o de la capital de la provincia o de la capital de la región, si en aquélla no lo
hubiere; y se procederá al nombramiento de curador de la herencia yacente. / Si hubiere dos
o más herederos y aceptare uno de ellos, tendrá la administración de todos los bienes
hereditarios proindiviso, previo inventario solemne; y aceptando sucesivamente sus
coherederos, y subscribiendo el inventario, tomarán parte en la administración. / Mientras
no hayan aceptado todos, las facultades del heredero o herederos que administren serán las
mismas de los curadores de la herencia yacente, pero no serán obligados a prestar caución,
salvo que haya motivo de temer que bajo su administración peligren los bienes.”

Asimismo, se refieren a la institución los artículos 481 a 484, que forman parte de las
normas del título XXVII del Libro I del Código Civil, denominado “De las curadurías de
bienes”. Señala el primero de estos preceptos: “Se dará curador a la herencia yacente, esto
es, a los bienes de un difunto, cuya herencia no ha sido aceptada. / La curaduría de la
herencia yacente será dativa.”
El artículo 482, por su parte, consigna: “Si el difundo a cuya herencia es necesario nombrar
curador tuviere herederos extranjeros, el cónsul de la nación de éstos tendrá derecho para
proponer el curador o curadores que hayan de custodiar y administrar los bienes.” Dispone
a su vez el artículo 483: “El magistrado discernirá la curaduría al curador o curadores
propuesto por el cónsul, si fueren personas idóneas; y a petición de los acreedores, o de
otros interesados en la sucesión, podrá agregar a dicho curador o curadores otro u otros,
según la cuantía y situación de los bienes que compongan la herencia.” Cierra estas normas
el artículo 484, del siguiente tenor: “Después de transcurridos cuatro años desde el
fallecimiento de la persona cuya herencia está en curaduría, el juez, a petición del curador y
con conocimiento de causa, podrá ordenar que se vendan todos los bienes hereditarios
existentes, y se ponga el producido a interés con las debidas seguridades, o si no las
hubiere, se deposite en las arcas del Estado.” El Código de Procedimiento Civil también se
ocupa de la institución, en los artículos 885 y 886, que integran el párrafo 4° del título VIII
del Libro IV, “De la declaración de herencia yacente y de los procedimientos subsiguientes
a esta declaración”.
Dispone el artículo 885: “La declaración de herencia yacente se hará en conformidad a lo
establecido en el artículo 1240 del Código Civil. / Toca al curador que se nombre cuidar de
que se hagan la inserción y fijación ordenadas en dicho artículo.”(la referencia a “la
fijación” perdió actualidad, pues aludía a la obligación de fijar carteles, según se exigía en
el tenor literal del artículo 1240). A su vez, establece el artículo 886: “En el caso del
artículo 482 del Código Civil, se hará saber por oficio dirigido al efecto al cónsul respectivo
la resolución que declara yacente la herencia, a fin de que en el término de cinco días
proponga, si lo tiene a bien, la persona o personas a quienes pueda nombrarse curadores. /
Si el cónsul propone curador, se procederá conforme a lo dispuesto en el artículo 483 del
Código citado. / En el caso contrario, el tribunal hará el nombramiento de oficio.” Por su
parte, el artículo 152, inciso 1°, del Código Orgánico de Tribunales, señala el juez
competente, en esta materia: “Para nombrar curador a los bienes de un ausente o a una
herencia yacente, será competente el juez del lugar en que el ausente o el difunto hubiere
tenido su último domicilio.”

El precepto guarda armonía con el artículo 330 del Código de Derecho Internacional
Privado o Código de Bustamante, que reza: “Para los actos de jurisdicción voluntaria y
salvo también el caso de sumisión y el derecho local, será competente el juez del lugar en
que tenga o haya tenido su domicilio, o en su defecto, la residencia, la persona que los
motive.”

También debemos tener presente las normas del Decreto Ley N° 1.939, del año 1977,
relativo a las “Normas sobre adquisición, administración y disposición de bienes del
Estado”, y en especial, su párrafo IV, artículos 42 al 54, que trata “De las herencias.
Denuncias de éstas y otros bienes”, al que más adelante aludiremos.

Finalmente, hay diversas disposiciones del Código Civil, que en distintas materias, aluden a
la herencia yacente, a saber: el artículo 343 (que deja en claro que la curaduría de la misma
sólo es de bienes), el artículo 538 (relativo a la remuneración del curador de la herencia
yacente); el artículo 1232, inciso 2° (que advierte que durante el plazo para deliberar que
tenga el asignatario demandado, que debe declarar si acepta o repudia la asignación, el
curador de la herencia yacente podrá ser obligado al pago de alguna deuda hereditaria o
testamentaria); el artículo 1255 (que faculta al curador de la herencia yacente a asistir a la
confección del inventario, cuando la herencia se aceptare bajo dicho beneficio); el artículo
1288 (que dispone la intervención del curador de la herencia yacente, cuando el albacea
encargado de pagar las deudas del causante, cumpla su cometido); el artículo 1290 (que
dispone la obligación del curador de la herencia yacente, consistente en entregar al albacea,
los dineros o las especies con que éste último deba pagar los legados); el artículo 1291 (que
alude a la denuncia que el albacea debe hacer, en el caso de negligencia del curador de la
herencia yacente en el pago de legados para objeto de beneficencia pública); el artículo
1292 (en cuanto establece la eventual obligación del curador de la herencia yacente, de
constituir una caución, a requerimiento del albacea a quien más adelante deba entregarle los
bienes necesarios para el pago de los legados); el artículo 1295 (que dispone la
comparecencia conjunta a juicio del albacea y del curador de la herencia yacente, cuando se
trate de defender la validez del testamento o cuando ello fuere necesario para llevar a efecto
las disposiciones testamentarias); el artículo 1296 (conforme al cual, de haber albacea con
tenencia de bienes, a éste le corresponderá administrar la herencia); el artículo 1300 (que
faculta al curador de la herencia yacente para pedir la remoción del albacea que hubiere
actuado con dolo o culpa grave); el artículo 1315 (que faculta asimismo al curador de la
herencia yacente, para obligar al albacea fiduciario a dejar en depósito o afianzar la cuarta
parte de lo que por razón del encargo que le hizo el causante, se le entregue); el artículo
2346 (que admite la posibilidad de afianzar a la herencia yacente); el artículo 2500, inciso
2° y el artículo 2509, número 2 (ambos, en las reglas de la prescripción). Más adelante,
aludiremos a estas disposiciones. En lo que se refiere a la mal llamada en Chile “herencia
vacante”, se refieren al Fisco como heredero abintestato el artículo 983 del Código Civil,
que lo incluye entre los herederos llamados a la sucesión intestada del causante; el artículo
995 del mismo Código, que llama a suceder al Fisco como titular del quinto orden
sucesorio, a falta de colaterales del difunto hasta el sexto grado; el artículo 1250, inciso 1°,
en las normas del beneficio de inventario, que establece que las herencias del Fisco se
aceptarán precisamente con dicho beneficio.

Conceptos:
En lo tocante a la herencia yacente, se trata, como señala Manuel Somarriva Undurraga, de
una medida esencialmente transitoria, de carácter administrativo y establecida en función
de los intereses comprometidos cuando no existe quien se haga cargo de los bienes dejados
por el causante en calidad de heredero. Este mismo autor, la define, en base a lo dispuesto
en el artículo 1240 del Código Civil, como aquella herencia que no ha sido aceptada en el
plazo de 15 días por algún heredero, siempre que no exista albacea con tenencia de bienes
designado en el testamento, o si lo hay, siempre que no haya aceptado el albacea el cargo.
Cabe prevenir que este autor trata de esta institución en el capítulo de la aceptación y
repudiación de las asignaciones, y específicamente dentro de las reglas particulares de las
herencias.
Como destaca Fabián Elorriaga, la noción que proporciona el artículo 1240 resulta harto
más precisa que la contenida en el artículo 481 a propósito de la curaduría de bienes de la
herencia yacente, pues en esta última norma, sería tal aquella herencia que no ha sido
aceptada, lo que ciertamente es insuficiente para calificar la herencia como yacente, pues
podría ocurrir que no hayan transcurrido aún 15 días desde la apertura de la sucesión, o si
habiendo transcurrido ese plazo, existe sin embargo un albacea con tenencia de bienes. En
lo que se refiere a la herencia vacante, y tal como lo consignamos al inicio de este trabajo,
Somarriva la define “como aquella que pertenece al fisco como heredero abintestato en el
último orden de sucesión”.

Discusión acerca de la naturaleza jurídica de la herencia yacente. Hay quienes piensan que
la herencia yacente sería una persona jurídica, que surgiría de la resolución que declara
yacente la herencia y que estaría judicial y extrajudicialmente representada por el curador
designado para su administración. Otros, en cambio, estiman que no es una persona
jurídica, sino sólo un conjunto de bienes y de obligaciones, que pudiendo ser reclamados
por los herederos, por el momento quedan bajo la administración de un curador. Estas
posiciones doctrinarias encontradas, arrancan del mismo Derecho Romano, aunque debe
advertirse que en éste nunca se tuvo presente la noción de “persona jurídica”, extraña al
Derecho Romano. En efecto, como expone Guzmán Brito, una doctrina, acogida por
Labeón, Próculo y Casio, sostenía que, una vez aceptada la herencia por el heredero, debía
considerárselo como habiendo sucedido al causante en el mismo día de su muerte; de
acuerdo con ello, todo cuanto se actúe mientras la herencia está efectivamente yacente se
actúa en nombre del futuro heredero, quien, al aceptarla, la adquiere retroactivamente. En
algunos casos, agrega Guzmán Brito, la doctrina se expresaba sintéticamente bajo la
fórmula “la herencia sostiene entretanto la persona (del heredero)”. Una doctrina distinta,
formuló Juliano: postuló que la herencia misma “funciona o funge” (fungitur) como una
persona; en consecuencia, las relaciones jurídicas de que era titular el difunto son ahora de
la herencia y las relaciones nuevas que se forman durante el estado de yacencia se
adquieren para aquélla; de esta doctrina, puntualiza Guzmán Brito, derivan expresiones que
emplearon juristas romanos que consideraban la herencia como domina, o pro domino, e
incluso directamente como persona. De esta forma, para esta segunda doctrina, “la herencia
sostiene la persona del difunto”, o, “la herencia funciona en vez de la persona del difunto”.
La doctrina de Juliano, refiere Guzmán Brito, terminó por prevalecer, de manera que se
entendió que todos los actos del servus hereditarius que de haber vivido su amo le habrían
favorecido o le habrían perjudicado por derecho pretorio, favorecen o perjudican a la
herencia yacente, y en el caso de haber actuado un tercero como gestor de negocios
hereditarios, se obligaba para con ella y obligaba a la herencia; ésta, asimismo, adquiría los
frutos de las cosas hereditarias y sus accesiones; y nacían en su favor acciones penales por
delitos de terceros.
Las razones que aducen quienes son partidarios de considerar la herencia yacente
como una persona jurídica:
 Un patrimonio -en cuanto atributo de la personalidad- no puede subsistir sin el titular a
cuyo amparo existe. No se concibe en la legislación chilena un patrimonio carente de
titular. En consecuencia, la herencia que no tiene titular se transforma en persona jurídica
mientras se define su situación.
 El tenor del artículo 2509, inciso 2º del Código Civil: “Se suspende la prescripción
ordinaria en favor de las personas siguientes: 3º La herencia yacente”. La ley reconocería
entonces la calidad de persona jurídica de la herencia yacente. Se agrega a lo anterior que la
suspensión es un beneficio que debe necesariamente aprovechar a un sujeto de derecho,
resultando inconcebible que éste aproveche a un bien determinado o a un conjunto de
bienes.
 El tenor del artículo 2500, inciso 2º del Código Civil: “La posesión principiada por una
persona difunta continúa en la herencia yacente, que se entiende poseer a nombre del
heredero.”; se desprende de él, que la ley atribuiría la mera tenencia a la herencia yacente,
la que detentaría la cosa en nombre del heredero. Ello no podría ocurrir si no se reconoce la
personalidad jurídica a la herencia yacente, puesto que resulta absurdo que un conjunto de
bienes pueda ser “mero tenedor” y detentar una cosa a nombre de otro (artículo 714 del
Código Civil).
 El tenor del artículo 2346 del Código Civil: “Se puede afianzar a una persona jurídica y a
la herencia yacente”. Si puede afianzarse a la herencia yacente es porque ella es persona, ya
que no puede afianzarse a un bien o conjunto de bienes.35 En tal sentido, conviene recordar
que el contrato de fianza exige caucionar las obligaciones de un “deudor principal”, y tal no
podría ser un conjunto de bienes, sino una persona determinada (artículo 2335 del Código
Civil). La mayoría de los autores estiman sin embargo que la herencia yacente no es
persona jurídica. Entre ellos, Meza Barros , Somarriva, Rodríguez Grez , y Ellorriaga de
Bonis .

Quienes rechazan la personalidad jurídica a la herencia yacente, señalan los siguientes


argumentos:

La herencia yacente no se menciona entre las personas jurídicas de que trata el Título
XXXIII del Libro I del Código Civil y no encuadra en ninguno de los tipos que reglamenta
dicho Título ;
 La herencia yacente, según el artículo 481 del Código Civil, es sólo el conjunto de los
bienes de un difunto cuya herencia no ha sido aceptada;
 La herencia yacente tiene siempre un titular, pero éste no ha comparecido, razón por la
cual, como medida conservativa, el legislador le da un curador para que administre los
bienes que la componen. De allí que esta situación jurídica especial no diga relación con la
ausencia de titularidad, sino con la incertidumbre, lo que no es lo mismo. Al respecto,
recordemos que conforme a los artículos 722 y 688 del Código Civil, se adquiere la
posesión “legal” de la herencia al momento en que ella se defiere, aunque lo ignore el
heredero.
 Enfrentada la ley a la protección de esta herencia, atendido el hecho de la incertidumbre
sobre su titularidad, se vio forzada a suspender la prescripción ordinaria en su favor, ya que
no existe un titular “actual” que pueda interrumpirla por los medios legales. De aquí la
confusión en que incurre el artículo 2509 al envolver bajo el concepto de persona a la
herencia yacente.
Como agrega Meza Barros, el artículo 2509 incurre en una inadvertencia, justificándose el
beneficio de la suspensión sin necesidad de recurrir a la personalidad jurídica de la herencia
yacente: la prescripción que corría contra el causante, no corre contra el heredero cuya
identidad se desconoce, quien, por encontrarse ausente o por ignorar su calidad de tal, no ha
aceptado la herencia, y se ve expuesto a perder sus derechos;
 Igual cosa puede decirse en relación al defectuoso tenor del artículo 2500, que afirma el
error de que la posesión se transmite, en circunstancias de que se trata de un hecho.
 Finalmente, el artículo 2346 pareciera ser concluyente en dar la razón a quienes rechazan
la calidad de persona jurídica de la herencia yacente, al distinguir precisamente entre
personas jurídicas y herencias yacentes, pues si éstas últimas se mencionan a continuación
de las primeras, es porque obviamente no forman parte de las primeras. Este precepto es
suficiente para Somarriva, en orden a concluir que no estamos ante una persona jurídica.
Meza Barros piensa igual, afirmando que el precepto sería redundante si la herencia yacente
estuviere dotada de personalidad jurídica.
Nosotros agregamos otro argumento en la línea de la segunda doctrina, y que se funda
precisamente en lo expuesto por los juristas romanos que rechazaban la idea de la herencia
yacente como persona jurídica: en efecto, el artículo 1239 de nuestro Código Civil, dispone
que “Los efectos de la aceptación o repudiación de una herencia se retrotraen al momento
en que ésta haya sido deferida. / Otro tanto se aplica a los legados de especie.” Ahora bien,
si la herencia se entiende entonces aceptada desde el momento mismo en que fue deferida,
que coincidirá normalmente con el de la muerte del causante, si durante el lapso que medió
entre ese hecho y su aceptación la herencia fue declarada yacente, mal podría haber sido, al
mismo tiempo, una persona jurídica y la persona natural o jurídica que en definitiva la
aceptó.
La retroactividad de la aceptación, demuestra que durante todo ese lapso, el que aceptó fue
considerado como el único dueño de esa herencia. Mal podríamos admitir que en algún
momento de dicho período, la herencia haya pertenecido a una persona distinta, en este
caso la persona jurídica que supuestamente sería titular de la herencia yacente para la
doctrina que así lo sostiene. Así las cosas, como subraya Elorriaga, en la doctrina prevalece
la idea de que la herencia yacente no es más que un patrimonio cuya titularidad incierta
hace necesario la designación de un representante a fin de que lo administre y conserve.

Lectura complementaria
https://corraltalciani.wordpress.com/tag/herencia-yacente/

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