Neobatllismo Jorge Chagas

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LICENCIATURA DE CIENCIA POLITICA

MONOGRAFIA FINAL

UNA INTERPRETACIÓN DEL DENOMINADO “NEOBATLLISMO”

Jorge Chagas Tutor: Adolfo Garcé.

1
INTRODUCCIÓN

El predominio de Luis Batlle Berres (1897-1964) en el escenario


político uruguayo que abarcó el período 1947-1958 estuvo orientado al
decir de Caetano (1997) a "administrar la euforia económica pero también
la euforia simbólica, el hiperoptimismo. Y las administra afirmando su
liderazgo. Los liderazgos colorados suelen afirmarse desde el ejercicio de
la Presidencia de la República y el caso de Luis Batlle es ejemplar en ese
sentido"
El estudio de estos años de la historia del Uruguay, el denominado
período neobatllista, permite observar la existencia de una mitología sobre
esa época que generó una persistente nostalgia - el “Uruguay feliz”, una
suerte de "paraíso perdido"1 - cuando en las décadas venideras la
democracia comenzara derrumbarse lentamente y se desate en el país una
violencia nunca antes vista. Como ha señalado Rey (2012) al comentar el
libro de Ivette Trochón Escenas de la vida cotidiana. Sombras sobre el
país modelo (2011): “No ha de haber país en el mundo que tenga una
relación tan patológica y conflictiva con su pasado medianamente reciente
como el Uruguay. Ésta es una sociedad que se ha caracterizado por una
excesiva añoranza del tiempo pasado, preferentemente ubicado entre las
décadas de 1940 y 1950” En la figura de Luis Batlle se resumen, en gran
medida, los anhelos, sueños y frustraciones de toda una sociedad. Él, mejor
que nadie, representó el esplendor y la decadencia de una forma de hacer
política, gestionar el Estado, concebir el lugar del país en el mundo y una
mentalidad del ser uruguayo.
El prefijo “neo” implica una clara referencia al “primer batllismo”,
o sea la etapa comprendida entre los años 1903-1916 donde las

1
Sin duda alguna, la hazaña futbolística de Maracaná (1950), que Caetano ha calificado como “el mito
conservador uruguayo por excelencia”, contribuyó enormemente a alimentar el imaginario popular.

2
propuestas reformistas impulsadas por José Batlle y Ordóñez (1856-1929)
pusieron en jaque la estructura agro-exportadora vigente y ambientaron el
nacimiento de una peculiar mentalidad colectiva sobre el papel que debía
jugar el Estado en la economía, con una pertinaz prédica legislativa y
periodística2. El neobatllismo sería, pues, una recreación “nueva” o bien
“novedosa”, de los postulados del “primer batllismo” en el mundo de la
posguerra. De hecho, Luis Batlle, no se cansó de invocar el pensamiento y
la obra de su tío. Sin embargo, hay otros aspectos a tener en cuenta.
En primer lugar, el neobatllismo actuó en un marco internacional
muy diferente al del “primer batllismo” y por tanto, debió enfrentar otros
retos. Además la presencia en el mismo momento histórico de otros
movimientos políticos con ciertas características similares obliga a
plantearse hasta qué punto puede ser calificado como ellos.
En segundo término, la sociedad uruguaya de fines de los cuarenta y
cincuenta había sufrido modificaciones importantes, destacándose la
presencia de lo que Porrini (2005) ha denominado “una nueva clase
trabajadora”. La relación de este actor social relevante, que se gestó al
amparo de una política de incentivos a la industria nacional, con el
neobatllismo, merece ser analizada.
Un tercer aspecto, es el neobatllismo en cuanto a una fracción dentro
del Partido Colorado liderada por Luis Batlle -concretamente, la lista 15-
no fue todo el batllismo sino, precisamente, sólo una parte. La lista 14
liderada por sus primos - César Batlle Pacheco (1885-1966), Lorenzo
Batlle Pacheco (1897-1954) y Rafael Batlle Pacheco (1888-1960) -

2
La matriz del pensamiento económico del batllismo sostenía que el Estado, como representante del
interés de la comunidad, sustituía con ventaja a los monopolios privados. Estos últimos no podían cumplir
nunca con los roles sociales implícitos en muchas actividades económicas. Ni utilizarían sus ganancias
con finalidades comunitarias. Tampoco administrarían correctamente los recursos. Solo el Estado podía
cumplir cabalmente estas funciones. Además el proteccionismo batllista a la industria nacional propició
la alianza con el sector empresarial (beneficiado por el aumento de sus ganancias) y los trabajadores
(beneficiados por la conservación de las fuentes de trabajo).

3
también se consideró tributaria del “primer batllismo”. La relación entre
ambos batllismos (quincismo y catorcismo) - que se miraban en el espejo
del “primer batllismo” considerándose, ambos, los auténticos intérpretes -
fue tensa y llegó un rompimiento total hacia fines de los cincuenta. La
“mirada catorcista” sobre el neobatllismo es otro de los elementos a tener
en cuenta3.
El objetivo central de este trabajo es tratar de buscar una interpretación
del neobatllismo, lo más amplia posible, usando las herramientas de la
política comparada, polemizando con el prefijo neo y buscando una
redefinición conceptual de esa fuerza política.

3
Los orígenes de la disputa entre la 14 y la l5 o bien, entre Luis Batlle y sus primos – generalmente
atribuida a una cuestión de “celos personales”, o bien una puja entre un ala conservadora (los Batlle
Pacheco) y un ala “izquierdista” (Batlle Berres) del batllismo - ha sido poco estudiada hasta el presente.
Una excepción es el trabajo del profesor Javier Suárez titulado Lazos de Sangre (2011) presentado en
el curso de Sistema Político Nacional II de la Facultad de Ciencias Sociales, Licenciatura de Ciencia
Política.

4
CAPÍTULO 1
EL MUNDO DE LA POSTGUERRA

Finalizada la II Guerra Mundial (1939-1945) se inició en el mundo


una etapa de importantes cambios – económicos, sociales, tecnológicos,
políticos, ideológicos- que tuvieron su origen en las hondas
transformaciones que desencadenó el conflicto bélico. En el caso particular
de América Latina, se dieron fenómenos políticos en Argentina, Brasil,
Chile y Uruguay, acaudillados por Juan Domingo Perón (1895-1972),
Getulio Vargas (1882-1954), Carlos Ibáñez (1877-1960) y Luis Batlle,
respectivamente, que presentan rasgos comunes que derivan de la
coyuntura internacional en que se gestaron y fueron calificados como
populistas.4 Touraine (1999) sostiene que en América Latina el populismo
fusionó las categorías Estado/ ideología/ social en un conjunto, que podría
denominarse “una política nacional popular”
La coyuntura económica propicia para las exportaciones de materias
primas (carnes, cueros, lana, ante la fuerte demanda de los países
devastados por la guerra que se estaban reconstruyendo) no se tradujo,
necesariamente, en una mejora en el bienestar de los grupos de ingresos
más bajos. Esto se asoció, por una parte, al aumento de los precios de los
alimentos de producción nacional y por otra, al aumento de las
restricciones para acceder a la tierra y a una producción de subsistencia. La
estructura del mercado de trabajo también amplificó los efectos de los
problemas de calidad de vida de la población más vulnerable. En los países
donde existían mercados laborales con condiciones coercitivas, las etapas
de expansión económicas podían traducirse en jornadas de trabajo más
largas e intensas en un contexto de escasas o nulas prestaciones de apoyo al

4
Hay autores que mencionan también, como ejemplo de un liderazgo populista, el caso de Lázaro
Cárdenas (1895-1970) quién gobernó México entre 1934-1940 e impulsó la reforma agraria y la
nacionalización de los recursos naturales, como el petróleo.

5
trabajador. Por su parte, para aquellos individuos que formaban parte de
mercados laborales razonablemente competitivos, es probable que
aumentaran su capacidad de compra de alimentos pero bajara en términos
de bienes importados. Es en este contexto – donde, además se produce un
debilitamiento del predominio del modelo de dominación oligárquico y la
parcial desarticulación del modelo de acumulación que lo sustentaba5 - de
necesidades básicas insatisfechas, aspiraciones de justicia social (muchas
veces contradictorias dada la heterogeneidad de los sectores sociales) y
mejor redistribución de riquezas, que en una parte importante de la
población, se gestan los fenómenos populistas.
Drake (1982), por su parte, afirma que durante el siglo XX América
Latina vivió diferente etapas de populismo: el populismo temprano que se
desarrolla a principios de siglo (1900-1920), el cual se hace especialmente
visible en los países más sureños de la región; el populismo clásico, que
ubica entre los años 30-50, con la presencia de líderes populistas muy
notorios, y finalmente, el populismo tardío, de los años ’70, un intento por
rememorar a los populismos clásicos que fracasa porque la situación social
los vuelve insostenibles. Si nos atenemos a esta clasificación este trabajo se
concentrará en el período del populismo clásico.
Ahora bien, como señala Panizza (1989), el Uruguay de la posguerra
presentaba una formación política que había conseguido sobrevivir, luego
del crack de 1929, a los traumas políticos y económicos de la década del
treinta. Cuando Luis Batlle asume el gobierno en agosto de 19476 podía
retomar las grandes líneas del pensamiento socio-económico del “primer
batllismo”, con los nuevos instrumentos de intervención económica – que
cierran la etapa del “crecimiento hacia afuera”- desarrollados durante las

5
Cavarozzi (1985)
6
En las elecciones realizadas el 24 de noviembre de 1946 resultó triunfadora la fórmula del Partido
Colorado Tomás Berreta (1875-1947) – Luis Batlle Berres. El 2 de agosto de 1947 murió Berreta y
asumió Luis Batlle.

6
presidencias de Gabriel Terra (1873-1942), Alfredo Baldomir (1884-1948)
y Juan José de Amézaga (1881-1956)7.
El término “neobatllismo”, para denominar el período 1947-1958
fue incorporado al campo de las ciencias sociales por German D’ Elía en
su clásica obra El Uruguay Neobatllista (1982). Si bien D’Elía, acepta que
el populismo se había constituido en uno de los fenómenos históricos
principales de la experiencia latinoamericana en el siglo XX, tenía dudas
en caracterizar al neobatllismo como populista dado que no se había
realizado, hasta ese momento, “un análisis sistemático de los caracteres
del mismo que sirva de fundamento a esa calificación”. El hecho que fuera
contemporáneo de movimientos políticos que fueron calificados de esa
forma, no puede ser soslayado.
El desarrollo de la industrialización sustitutiva de importaciones a
través de regulaciones, subsidios y protección aduanera; el control de
cambios, la poca o nula importancia a los equilibrios macroeconómicos, la
nacionalización de sectores claves de la economía, el rol central del Estado
para impulsar el desarrollo, el fortalecimiento del mercado interno (con la
consiguiente ampliación del consumo popular), la base electoral
policlasista, la presencia de un líder carismático8, son rasgos comunes del
neobatllismo con esos movimientos que podrían inducir a pensar que se
trata de una misma familia ideológica.

7
La crisis de los ’30 trajo algunas novedades duraderas respecto al lugar del Estado en el proceso
económico. Si bien en la pugna política resuelta en marzo de 1933 triunfaron los sectores antibatllistas el
Estado no se replegó, ni su proyecto industrial fue suspendido. En medio de una profunda crisis
económica y frente a un panorama externo adverso, el terrismo consolidó y profundizó una importante
variación en la modalidad de intervención estatal ya anticipadas en las medidas económicas tomadas por
el Consejo Nacional de Administración entre 1931 y 1932.
8
De acuerdo con Weber (1918) la dominación carismática se basa en la devoción afectiva a la persona
del señor y a sus dotes sobrenaturales, en particular, a las facultades mágicas, las revelaciones, el
heroísmo, el poder intelectual y a las capacidades de oratoria. Lo nuevo, lo extra-cotidiano, lo nunca
visto y la entrega emotiva que provocan constituyen la fuente de la devoción personal. Sus tipos más
“puros” se encuentran entre los profetas, los héroes guerreros, los hombres sabios y los grandes
demagogos. Se obedece al caudillo por sus cualidades excepcionales, pero si estas cualidades decaen o
desaparecen, ya no hay seguimiento y desaparece el carisma. La dominación carismática es
específicamente “extraordinaria y personal”

7
Real de Azúa (1973) si bien reconoció que las “determinaciones
externas” al sistema político uruguayo de esa época generaron condiciones
similares al resto de la América subatlántica, el neobatllismo sería- a su
juicio- un “populismo apenas identificable”. Aunque estableció
identidades entre el neobatllismo, el peronismo y la etapa brasileña Vargas-
Kubiteschek- Goulart, admitía ciertas “tibiezas” con respecto al modelo
duro de populismo. Es más: opinó que si se comparaban las líneas políticas
a ambos lados del Plata, se constataba la existencia de una mayor
flexibilidad del sistema jurídico e institucional uruguayo para ajustarse a
las nuevas exigencias.
Desde el análisis marxista, Trías (1978) consideró que tales
experiencias latinoamericanas se dieron en un momento histórico donde se
produjo la caducidad de la influencia británica y comenzaba a asomar la
penetración norteamericana. En tal contexto se había producido un “vacío
de poder imperial”, lo que posibilitó el surgimiento de un “ciclo
populista” en América Latina. Este rompía con el pasado oligárquico y se
convertía en el “intérprete” de grandes contingentes humanos que
emigraban del medio rural a las ciudades (como el caso de los “cabecitas
negras” en Argentina o los campesinos perjudicados por la crisis cafetera
en Brasil) y cubrían la mano de obra del impulso industrial.
Sin embargo, Trías advertía que en el caso uruguayo existían
elementos diferenciadores. En primer lugar, el “populismo” se apoyó en
dos patas: una representada por Luis Batlle, “un reacomodamiento del
batllismo primigenio” y la otra, por el líder del Partido Nacional Luis
Alberto de Herrera (1873-1959), como “porta-estandarte del viejo
nacionalismo de raíz oribista y cuya apoteosis fuera el martirio de
Leandro Gómez en Paysandú”. La “coincidencia patriótica” entre Luis

8
Batlle y Herrera había posibilitado este ciclo9. Este punto, llevaba a un
segundo aspecto crucial: la continuidad histórica de los partidos
fundacionales no se alteró (y por tanto, tampoco el sistema político) y el
proceso transcurrió hasta su agotamiento dentro de las divisas tradicionales.
No sólo desde la óptica marxista se ha señalado la excepcionalidad
del caso uruguayo. Pirelli-Rial (1986), Rama (1986), Barrán (1982),
Caetano (1992)10 o el ya citado Panizza (1989), también han aludido a ello.
Surge, entonces, un primer interrogante: ¿es aplicable el término
populista al neobatllismo? Para comenzar a responderla el segundo capítulo
de este trabajo consistirá en presentar las diferentes corrientes
interpretativas con respeto a ese concepto y cual sería el más ajustado para
un análisis comparativo.

9
En 1948 Luis Batlle y Luis Alberto de Herrera celebraron un pacto de gobernabilidad, cimentado
indirectamente por las desavenencias entre el quincismo y el catorcismo que debilitaban las bases de
respaldo al gobierno
10
Tanto para Barrán como para Caetano el resultado de los comicios del 30 de julio de 1916, “paradojal
y complejo”, sentó los cimientos de una formación política tan singular como duradera. Perdió la
democracia social impulsada por el batllismo pero ganó la democracia política impulsada por las clases
conservadoras.

9
CAPÍTULO 2
¿QUÉ ES EL POPULISMO?

El término populismo ha sido ampliamente debatido en el campo de


las ciencias sociales y ha sido objeto de innumerables controversias. 11
Mackinnon y Petrone (1999) sostienen que es casi un lugar común en la
literatura acerca del populismo comenzar señalando la vaguedad e
imprecisión del término y la multitud heterogénea de fenómenos que
abarca. Un hecho cierto es que tanto desde la derecha como de la izquierda
el fenómeno populista fue “temido, condenado y criticado”. Un juicio
particularmente adverso sobre el populismo latinoamericano es el
elaborado por Gamboa (2009) para quién constituye “una simbiosis
espectacular entre religiosidad pensada para la política y una gran estafa
donde el simbolismo junto con la adhesión emocional valen más que mil
propuestas sólidas para solucionar problemas sociales en la práctica”
Precisamente, en el caso particular de América Latina, Torcuato Di
Tella (1965) establece que el populismo es un movimiento político con un
fuerte apoyo popular y que cuenta con la participación de sectores de clase
no obreras con importante influencia en el partido. Este tipo de movimiento
sostiene una ideología anti-status quo y sus bases de apoyo se encuentran
una élite ubicada en los niveles medio y alto de la estratificación social, la
cual se encuentra provista de motivaciones anti-status quo y una masa
movilizada como resultado de las aspiraciones y una ideología o estado
emocional que favorezca la comunicación entre los líderes y sus
seguidores.

11
Según J. B. Allock (1971) el término “populista” fue usado originalmente en el medio oeste de
Estados Unidos, a mediados de la década de 1890, en referencia al Partido del Pueblo y también el
temprano movimiento socialista utópico de intelectuales rusos (los llamados narodnik, del vocablo ruso
narod que significa pueblo) en el mismo período histórico, recibió tal calificativo.

10
Lanzaro (2006) advertía que el término populismo plantea un
“pantano político y teórico bastante resbaladizo y que efectivamente está
muy utilizado para la crítica política” Si bien, en algún momento, fue un
término relativamente sencillo de definir e incluso trabajado por los
cientistas sociales latinoamericanos constituyéndose en un aporte
indiscutible para definir el populismo clásico.
Más allá de esto, es posible distinguir: a) una interpretación
sociológica, o sea el populismo es definido a partir del proceso de
modernización tal como lo señala Germani (1968) que provoca que un
sector social “periférico”12 que se activa políticamente, resquebrajándose el
orden político preexistente; b) una interpretación económica, que tiene dos
vertientes: la que lo define a partir de un proyecto socioeconómico, a partir
de la crisis del “Estado oligárquico” y el modelo de “crecimiento hacia
fuera” al que está asociado13 y la otra que lo define a partir de las políticas
económicas macro aplicadas por el gobierno, dejando de lado otras
consideraciones (modernización y características de los estados
latinoamericanos),poniendo énfasis en la fuerte utilización de la expansión
fiscal, las políticas crediticias y la sobrevaluación de la moneda)14 ; c) una
interpretación política (surgida en los noventa), donde los autores centraron
su atención en los gobiernos de Menem en Argentina (1989-1999) y
Fujimori en Perú (1990-2000) que si bien tuvieron características típicas
del “populismo clásico” aplicaron recetas neoliberales, por lo que se acuñó
15
el término de “neopopulismo” o sea una forma particular de relación
entre un líder y sus seguidores, y d) una interpretación ideológico-
discursiva.

12
Que si bien no es formalmente excluido, mantiene pautas de comportamiento tradicionales.
13
Ver Cardoso y Falleto (1969), Ianni (1984) y O’ Donnell (1972)
14
Dornbusch y Edwards (1991)
15
Weyland (2001), Roberts(1999)

11
Con respecto a esta última interpretación, Laclau (1987) sostiene que
no existe ninguna asociación del populismo con un período histórico
específico ni tampoco una vinculación a determinado régimen político sino
que lo define a partir de una dimensión ideológico-discursiva. El discurso
populista separa a la totalidad social en dos campos políticos antagónicos.
Es en esencia “un discurso de ruptura” y construye políticamente al
“pueblo” (como los “de abajo”) y al “otro”, mediante una relación de
antagonismo.
¿Por qué privilegiar la interpretación discursiva? La etimología de la
palabra, discurso significa “correr en todos los sentidos”, por lo que sería
un discurrir en forma organizada sobre un asunto o tema, es decir, inferir
una idea de otra en forma lógica. En opinión de Foucault (1970) el
discurso es más bien un sistema social de pensamiento o de ideas. Como lo
demuestran las experiencias históricas, el discurso – tanto escrito como
hablado - ha sido una herramienta fundamental para los grandes líderes
para convencer a su audiencia, promover un programa político-social, una
política económica, impulsar a la lucha (pacífica o bélica), para alterar el
orden existente o bien, para conservarlo, etc. El discurso busca capturar la
atención del oyente (o lector) mediante detalles, metáforas, dramatismos o
bien, con toques de humor, inflexiones, ejemplos, personificaciones,
usando muchas veces términos familiares, de fácil comprensión,
machacando en los puntos esenciales con un lenguaje sencillo y no pocas
veces, vulgar. Todo cuerpo discursivo de carácter político, asimismo, tiene
elementos recurrentes que permiten analizar la ideología que los genera. El
discurso neobatllista tuvo esas recurrencias de conceptos que comparados
con un discurso populista clásico permiten acercarse a las bases de su
pensamiento. Aceptando que esta interpretación sería la más útil para este
caso, es conveniente plantear otra interrogante: ¿cuál es el discurso
populista clásico más acertado para realizar tal comparación?

12
Aun ha riesgo de ser una respuesta arbitraria, el discurso peronista
surge como el más adecuado16. No sólo por su por contemporaneidad con
el neobatllismo (característica que es válida también para el varguismo o el
ibañismo), sino por dos motivos importantes: a) pese a que los procesos
políticos fueron disímiles17, ambas sociedades rioplatenses poseen
similitudes: urbanización temprana, con una incipiente base industrial
desde bastante antes de la postguerra; una amplia clase media y sin
población campesina de relevancia como fueron las primeras “sociedades
modernas” de América Latina; una situación relativamente privilegiada en
la división internacional del trabajo desde comienzos del siglo XX hasta
mediados de los cincuenta; rasgos idiosincrásicos comunes (idioma,
folclore, deportes, etc.) ; b) el discurso peronista ofrece rasgos que van
más allá de las definiciones sobre populismo: posee un componente
ideológico-militar (una doctrina basada principalmente en el concepto de
guerra) que hacen más complejo y rico el análisis comparativo con el
neobatllismo.
Una vez establecido el eje neobatllismo-peronismo, ¿cuáles son los
elementos de los discursos a tener en cuenta para el análisis comparativo?
Cuatro de ellos surgen como fundamentales: 1) el discurso con respecto a
los próceres. Las figuras históricas, tanto José Gervasio Artigas (1764-
1850) como José de San Martín (1778-1850), jugaron un papel clave en la

16
El peronismo bajo la conducción de Juan Domingo Perón tuvo tres períodos bien diferenciados: 1945-
1955 (ascenso, esplendor, agotamiento y derrumbe); 1955-1971 (exilio del líder, clandestinidad del
movimiento y una política de colaboración- resistencia con los regimenes de turno) y 1971-1974
(legalidad, retorno del líder al poder y muerte). Esta monografía se concentrará en el discurso peronista
del primer período cuando coincide con el neobatllismo. Cierto es que las relaciones entre ambos
regimenes no fue buena, tal cual como lo ha explicado Oddone (2004). En una alocución radial del
21/2/1946 tres días antes de las elecciones argentinas Luis Batlle realizó una larga referencia negativa
sobre el peronismo comparándolo con el nazismo. Pero este aspecto no será tratado en este trabajo.
17
El proceso de institucionalización política que tuvo lugar en Uruguay entre 1904 y 1917 resultó en una
de las pocas democracias liberales estables de América Latina. Argentina, en cambio, desde la década del
’30 fue un ejemplo de inestabilidad política, situación que se mantuvo por años. La formación política
argentina de la postguerra emergió como resultado de la crisis del liberalismo: la declinación de los viejos
partidos y de los antiguos políticos, asimismo como la pérdida de su capacidad representativa. En su
lugar surgieron nuevos actores e instituciones políticas: los sindicatos, el movimiento peronista y el
estado corporativo, al tiempo, que el estamento militar ganaba un nuevo espacio político.

13
construcción de las respectivas identidades nacionales 18 y, tanto el
neobatllismo como el peronismo, hicieron referencia a ellas como
justificación de su accionar; 2) el discurso hacia el ‘otro’, entendido como
el enemigo/adversario/contrincante (por supuesto, que es una construcción
política, constituida simbólicamente mediante la relación de antagonismo y
no una categoría sociológica) ; 3) el discurso hacia la clase trabajadora,
que implica una concepción del rol de las clases sociales, del conflicto
social, del capital y el trabajo; y 4) el discurso con respecto a la
democracia. Tanto Luis Batlle como Perón asumieron el gobierno luego de
comicios democráticos (libres y legítimos) y ambos gobernantes se
refirieron al sistema político en el cual actuaban.
En los capítulos 3,4, 5 y 6 se desarrollarán más ampliamente estos
elementos, como un primer paso del análisis.

18
Se entiende aquí identidad nacional basada en el concepto de nación, un sentimiento de pertenencia a
una colectividad histórico-cultural, una comunidad imaginada con características específicas y toma como
referencia a símbolos patrios o signos distintivos (bandera, escudos, himnos, etc.)

14
CAPÍTULO 3
SAN MARTÍN-ARTIGAS: EL PASADO PRESENTE

En el año 1950 Argentina y Uruguay conmemoraron


respectivamente, el centenario de la muerte de sus máximos próceres.
Fueron jornadas de reafirmación patriótica pero, al mismo tiempo, la
evocación histórica sirvió para que ambos regímenes buscaran establecer
una suerte de continuidad o bien, conexión, con las glorias de aquel pasado
decimonónico.
Perón no dudó en concebir el denominado Año del Libertador como
una celebración a su régimen y a su propia persona19. San Martín había sido
el Emancipador, Perón surgía como el Libertador; San Martín había sido el
conductor militar, Perón era el conductor político:“El general se hace; el
conductor nace – dirá Perón en Mendoza, en el marco de los actos
sanmartinianos - El general es un técnico, el conductor es un artista”
Mucho más claramente, en el mismo acto, la Primera Dama Eva Perón
(1919-1952) dijo: “La historia ha retomado el viejo camino de San Martín,
el viejo camino del pueblo… Hablo en nombre de las mujeres y de los
trabajadores, e invoco la plenipotencia de esa representación para decir lo
que ellos sienten; y ellos hoy sienten que Perón es el heredero directo de la
misión del pueblo y el espíritu de San Martín. ¡Ellos sienten hoy que la
misión de San Martín no se entiende si no se contempla desde la Argentina
justa, libre y soberana de Perón!”20
La Argentina peronista se concebía como la continuidad del legado
de San Martín que no había sido rescatado antes por nadie. “Este
patriciado dejó una descendencia que no supo transformarse en héroes de

19
El desplazamiento del coronel Bartolomé Descalzo de la presidencia del Instituto Nacional
Sanmartiniano por haber exaltado la figura de San Martín y no la de Perón en las actividades
conmemorativas del Año del Libertador es un claro ejemplo. (episodio relatado por Félix Luna en Perón
y su tiempo. La comunidad organizada Tomo II Págs. 16-17)
20
Luna, Félix. Perón y su tiempo. La comunidad … ya citado.

15
la patria porque se transformó en una oligarquía miserable y mezquina
que ha vendido al país, que ha engañado a su pueblo y hoy no puede
condenar sus propios errores”21, dirá Perón comparando su primera
campaña presidencial con la gesta emancipadora de San Martín. La figura
del prócer en la estrategia discursiva de Perón le permitió señalar y
enfrentar a sus adversarios políticos en clave rupturista (oligarquía/pueblo).
A su vez, al renegar de la “descendencia patricia”, o sea de los que habían
gobernado la Argentina hasta ese momento, el peronismo asumía un rol
tanto anti-status quo como fundacional. Al mismo tiempo, colocarse a la
altura de San Martín le permitía a Perón alcanzar una dimensión casi
mística, de superioridad moral, por encima de la política terrenal.
Luis Batlle, por su parte, tenía su visión sobre Artigas: “No es un
caudillo que someta, ni violente, ni sienta emoción ni necesidad de imponer
arbitrariamente su autoridad y en esas horas de tiniebla del derecho y del
respeto a los hombres, provoca emoción descubrir la claridad de su
pensamiento y la dignidad institucional que ya tiene para con sus
ciudadanos”22. El Artigas del discurso neobatllista no es un caudillo
“bárbaro” sino que, aun en aquella época oscura (“horas de tiniebla”),
actuaba con un sentido de la institucionalidad republicana. Luis Batlle no
se presentó como una reencarnación de Artigas y en su discurso se advierte
una mesura con respecto a la recreación del legado de los próceres: “Es
difícil, a veces, que los pueblos puedan actuar como los héroes a quienes
se homenajea; por lo general el héroe es realidad y mito, por lo general el
héroe se sublimiza, se idealiza, se purifica, porque los pueblos tienen
necesidad de purificar y hacer realidades puras como la de Artigas”23
En estos párrafos surge, por un lado, un intento de racionalización
del culto con la separación de “realidad y mito” y, por otro lado, el legado

21
Luna, Félix. El 45 (1984)
22
Luis Batlle. Pensamiento y Acción Tomo 1 (1965)
23
Ídem.

16
del prócer no pertenece al líder o al cuadillo sino que es asumido por todo
el colectivo. El neobatllismo – a diferencia del peronismo- no buscó
apropiarse en forma exclusiva y excluyente de la figura del máximo héroe.
Mientras que el legado o la obra de San Martín, para el discurso peronista,
había sido interrumpido y ahora era retomado por el conductor, el legado
de Artigas en cuanto a fundador de la democracia de la cual “todos”
(“ellos y nosotros”) disfrutaban, permanecía. De ahí que las
conmemoraciones en Uruguay en 1950 tuvieron un sesgo pluralista, que
integró a gobierno y oposición en el culto a Artigas24. Lo que de hecho
significó la reafirmación de la democracia republicana. Además Luis Batlle
enfatizaría que, pese a ser militar, se trató de un héroe pacífico: “Tuvo
ánimo de sacrificio, en la medida de lo necesario, porque en todo instante
supo cumplir con su deber; pero, en los momentos más duros, en los
instantes en que su sentimiento guerrero le dominaba ampliamente, no dejó
de ser nunca un hombre de paz. Esto es lo que caracteriza a un verdadero
militar”25
La idea de un Artigas “contenido” que no se deja llevar por las
pasiones está presente en el discurso de Luis Batlle y si bien es
reivindicado como revolucionario, su figura es utilizada para reforzar el
orden social como lo manifiesta en su discurso pronunciado en el Instituto
Histórico: “Puedo decir que el pueblo de la República a lo largo de su
historia ha continuando el cambio iniciado por Artigas y puedo decir que,
por nuestros afanes por la forma con que hemos orientado nuestra vida,
por lo que constituye la esencia del pensamiento y sentimiento de nuestro
pueblo, somos en realidad dignos de Artigas y estamos cumpliendo con él
(…) En nuestra forma de vida interna nos hemos preocupado, en primer
término, por respetar la libertad de los ciudadanos en todos sus aspectos y

24
Un hecho muy significativo fue la publicación en El País (setiembre 1950) de un conjunto de artículos
de historiadores blancos y colorados ensalzando la figura de Artigas.
25
Luis Batlle. Pensamiento… ya cit.

17
en todas sus manifestaciones y en el goce de ella, hemos tenido la
preocupación de resolver los conflictos económicos de nuestro pueblo
destruyendo privilegios injustos e inconvenientes, otorgando en cambio,
conquistas justas y necesarias para afirmar la paz social y para que la
libertad tenga un sentido real y práctico. Alguna vez se dijo que nuestro
país era un laboratorio de leyes en que ensayábamos soluciones sociales;
pero en verdad lo único que hicimos es emprender el camino que más tarde
tendrían que recorrer todos los demás pueblos y hoy tenemos el
convencimiento de que no podemos detenernos ni mirar con vacilación el
ambicionar de nuevas conquistas para corregir injusticias que todavía, en
parte, vive nuestro pueblo. Y el fruto de nuestra paz social es que no
tenemos temor a dar siempre nuevos pasos y lo hacemos conscientemente,
para que los que sufren no vivan en rencor o no busquen andar esos
caminos con violencia y en desorden. Sin duda, hoy vivimos una tremenda
revolución política y social que abarca todos los continentes y domina
todos los espíritus y no sería sensato apedrearla desde afuera sino que lo
juicioso es entrar en ella para dominarla y conducirla, deteniendo su ritmo
unas veces y pudieron acelerar sus pasos otras. Artigas, fue un
revolucionario en sus ideas y fue valiente y fue justo y este ánimo suyo de
desafiar para crear lo hemos heredado de él”26
Luis Batlle aprovecha la evocación a Artigas para referirse a una
revolución existente y su opción es “no apedrearla”. Sin embargo, en su
reivindicación el carácter anticipatorio del primer batllismo – “un
laboratorio de leyes en que ensayábamos soluciones sociales” – también
defiende el orden social (en el Capítulo 4 se volverá sobre este concepto) al
señalar que eso permitió “que los que sufren no vivan en rencor o no
busquen andar esos caminos con violencia y en desorden”.

26
Ídem.

18
Esto coloca al neobatllismo en una clara continuidad con el primer
batllismo – un punto crucial que se analizará más profundamente en el
Capítulo 8 - donde la acción tutelar del Estado absorbe las demandas
populares y evita el desborde. La idea de “entrar” en la revolución parece
aludir a la idea de un cambio gradual y controlado, sin drásticas rupturas.
Por otro lado, Luis Batlle se refirió en su discurso sobre Artigas al
concepto de unidad nacional a partir de la confluencia y trascendencia de
los partidos fundacionales: “Tendremos que agradecer a Artigas que nos
haya servido otra vez para realizar esta unión nacional; lo ha evocado
todo el pueblo en un sentimiento de unidad nacional; lo hemos evocado
para hablar de paz, de libertad, para que todo el pueblo, codo con codo
nos unamos y nos miremos a la cara, sin enemistad, que por encima de
blancos y colorados somos orientales, tenemos una patria, tenemos una
conducta, tenemos un ideal, tenemos un héroe” 27
El Artigas neobatllista une, no divide. En este párrafo Luis Batlle
vuelve a mostrar la veta pluralista, al tiempo que coloca al prócer por
encima de toda bandería.

27
Luis Batlle. Pensamiento… ya cit.

19
CAPÍTULO 4
EL “OTRO”, “YO”, “ELLOS”, “NOSOTROS” Y “TODOS”

En el discurso populista cobra singular importancia la construcción


del “otro” (enemigo/adversario/contrincante).El “yo” (conductor/caudillo/
líder) es el agente de los procesos – graduales y/o radicales - de
mejoramiento calidad de vida de sus seguidores. A su vez, el “nosotros”
se presenta como inclusivo y genérico (pueblo/clase
obrera/trabajadores/desposeídos), mientras que el “otro” es construido
desde las modalidades de la existencia y factual. En la estrategia y
funciones discursivas se manifiestan la polifónica, la victimización, la
solidaridad y la exclusión del “otro”. Las cuales están al servicio de la
triple función estratégica del discurso político: legitimar al “yo”
(conductor/caudillo/líder); deslegitimar al “otro”, el oponente; y propiciar
la polarización (yo o él /nosotros o ellos) que galvanice y cohesione a las
masas28.
En los discursos de Perón abundan estos ejemplos: “Una tempestad
de odio se ha desencadenado contra los ‘descamisados’ que sólo piden
ganarse honradamente la vida y poder sentirse libres de la opresión
patronal y de las todas las fuerzas oscuras o manifiestas que respaldan sus
privilegios. Esta tempestad de odios se vuelca en dicterios procaces contra
nosotros, procurando enlodar nuestras acciones y nuestros más preciados
ideales”29

28
Freud (1921) acude a los conceptos de libido, horda primitiva, “yo” e “ideal de yo” para explicar el
fenómeno de las masas o multitudes que serían una resurrección de la horda primitiva, que en la
Antigüedad estaba dirigida y dominada por un padre tirano. El hombre moderno ya no vive en una horda
primitiva, sino que forma parte de la masa o la multitud, perteneciendo a muchas almas colectivas: la de
la raza, la clase, la confesión religiosa o de la nación. El individuo, en el caso del “yo” , en esa búsqueda
del “ideal del yo” encontrará ese ideal o modelo a imitar en los caudillos o jefes utilizando los
mecanismos de proyección e identificación, porque en ellos encontrará acogida, comprensión y una
fuerza especial que sólo se consigue cuando el hombre actúa en la masa o en multitud.
29
Perón. Discursos y Conferencias (1949) Secretaría de Comunicaciones. UPCN Sucursal Capital
Federal Buenos Aires. Argentina.

20
Otro ejemplo, es su discurso en setiembre de 1946 ante la realización
de una marcha opositora: “Dentro de breves horas distintas calles de la
Capital Federal habrán de constituirse en escenario para el anunciado
desfile de la llamada Marcha por la Constitución y la Libertad. La
anunciada convocatoria sólo encubre un acto más en la lucha sin cuartel
que oscuras fuerzas de regresión están librando contra el gobierno a
través de una táctica que consiste en atacar por oleadas para tratar de
derribarlo. Estamos en presencia hoy de un nuevo intento para
reconquistar de golpe el terreno perdido (…) cohesionado por ciertas
figuras políticas de un pasado que no les permite posibilidades futuras;
con otros ‘apolíticos’ quizás más perniciosos que los anteriores porque
viven medrando al amparo de todos los gobiernos y ayudados por
determinados agentes foráneos…”30
Particularmente, en su primera campaña presidencial, Perón supo
encontrar al “otro” con quién confrontar: Spruille Braden (1894-1978) el
embajador norteamericano en Argentina durante el período 1945-1946
con quién tuvo serias desavenencias31:“El señor Braden, (…) pactó aquí
con todo y con todos, concedió su amistad a conservadores, radicales y
socialistas; a comunistas, demócratas y progresistas y pronazis; y junto a
todos ellos, extendió su mano a los detritos que la revolución fue arrojando
en su seno en sus hondos procesos depuradores. (…) sólo exigía, para
brindar su poderosa amistad, una bien probada declaración de odio hacia
mi humilde persona. (…) Sí, por un designio fatal del destino, triunfaran
las fuerzas regresivas de la represión, organizadas, alentadas y dirigidas
por Spruille Braden, será una realidad terrible para los trabajadores

30
Ídem.
31
Según Page (1984) en las charlas que tuvo con Braden, Perón se mostró sumamente pragmático y la
confrontación no alcanzó la magnitud que luego le asignó la mitología peronista. En este punto se observa
uno de elementos claves de discurso populista: la construcción del “relato” de carácter alegórico, donde
el líder/caudillo/conductor es protagonista de una épica, una gesta, un conjunto de actos heroicos (acaso
no comunes para el resto de la gente) que engrandecen su figura y lleva a sus seguidores a darle una
dimensión mítica.

21
argentinos la situación de angustia, miseria y oprobio (…) En
consecuencia, sepan quienes voten (…) por la fórmula del contubernio
oligárquico-comunista, que con ese acto entregan, sencillamente, su voto
al señor Braden. La disyuntiva, en esta hora trascendental, es ésta: O
Braden o Perón” 32
El “otro”, con la carga negativa que se le asigna, no es sólo la figura
de Braden, sino todo el heterogéneo conjunto de fuerzas que se oponían a
Perón33. Al marcar tajantemente “Braden o Perón” en su estrategia
discursiva, Perón lleva a sus votantes a una fuerte dicotomía donde no hay
lugar para espacios intermedios (es “Él o Yo”/ “Ellos o Nosotros”)34.
Incluso tiempo después que Braden se hubo alejado del país Perón, que se
preparaba para la reelección, volvía a insistir con esta dicotomía para
descalificar a la oposición: “Evidentemente, hoy el dilema de los
argentinos sigue siendo Braden o Perón.(…) Ellos, que sirven a los
imperialistas y a la oligarquía no terminan de entenderse nunca cuando se
trata de elaborar un plan de gobierno. En lo único que se ponen de
acuerdo es en sus crisis histéricas de antiperonismo; en todo lo demás
reina el más absoluto desbande, como que su partido se ha convertido en
una innumerable cantidad de pequeñas bandas sin unidad de concepción,
sin doctrina, sin unidad de acción…”35

32
Perón. Discursos y….ya citado.
33
En el discurso peronista surge un “otro” mucho más poderoso: la sinarquía internacional , el poder
internacional que presuntamente regía al mundo en plena Guerra Fría, esto es el poder financiero, el poder
militar y el poder propagandístico del nuevo orden surgido tras la II Guerra Mundial. Los factores de
poder que se repartían al mundo (EE.UU. y la Unión Soviética o sea Capitalismo y Comunismo) e
intentaban explotar la parte que le tocaba a cada uno (sus zonas de influencia). Para Perón no había
política chica, de país aislado, sino una política que solamente podía pensarse y actuarse a escala mundial.
De ahí su doctrina de la Tercera Posición. (ver La Hora de los Pueblos. 1968 y Peronismo y Sinarquía
1983 de Carlos Alberto Disandro)
34
Perón no ocultó que eso era precisamente lo que propiciaba. El 11/871946 dirá ante una delegación
sindical: “La República hoy se halla dividida en dos bandos perfectamente claros y reconocibles. Esta
división ha tenido origen en la acción de esta casa…”
35
Perón. Discursos y….ya citado.

22
¿Quién y principalmente “qué” es el “otro” en el discurso
neobatllista? En su discurso de setiembre de 1951, ya finalizado su
mandato presidencial, Luis Batlle realizó una referencia a su concepto de
“enemigo”36: “Salgo del gobierno con amigos y con enemigos. Esta es la
labor de todo gobernante que llega a realizar; no habría sabido cumplir
con mi obligación si no hubiera hecho nada más que buscar la buena
voluntad de todos, sin herir ningún interés. Cuando se desea caminar y
conquistar nuevas etapas, necesariamente se hieren intereses y yo no tuve
temor de herirlos cunado lo hacía por la República. Claro que debemos
ponernos de acuerdo sobre el concepto de ‘enemigo’. ‘Enemigo’ es, para
mí, un hombre que piensa distintamente a mí sobre los problemas que
están en discusión. Un enemigo lo es en el problema que discutimos; no lo
es en la relación social que mantenemos todos; no lo es en esta unidad
necesaria que todos tenemos que realizar para luchar por el país (…) si
pude herir intereses, no lo hice jamás impulsado por ninguna idea
pequeña. Lo hice en la tarea y función de gobernar (…) y el gobierno tiene
que hacerlo (todo) con pasión, porque si la pasión es necesaria en todo, lo
es en el gobierno también, porque no es posible gobernar sin tener
convencimiento”37
Si bien, Luis Batlle reconocía la existencia de “enemigos” había
límites específicos para esta confrontación: no llegaba al plano de la
“relación social”, se puede discutir/disentir/polemizar con el “otro” sobre
los problemas del país pero, por encima está la “unidad necesaria”. Este
concepto tiene una fuerte carga pluralista, se acepta al “otro” pese a
discrepar con él e incluso lesionar sus intereses, pero no se plantea en el

36
Schmitt (1932) opina que es el concepto “enemigo”, más que el de amigo, el que marca la pauta de lo
político, la posibilidad de una “oposición”, qué es la política sino oposición. Para este pensador “es
constitutivo del concepto de enemigo el que en el dominio real se dé la eventualidad de una lucha”. Al
incorporar en el terreno de lo político la “lucha” se hace referencia al elemento volitivo de lo político, es
decir, aquello que empuja a la acción. De esta forma podemos determinar que no existe lo político sin
enemigos ni enemigos sin la posibilidad real de una lucha
37
Luis Batlle. Pensamiento… ya cit.

23
discurso neobatllista “Él o Yo”/ “Ellos o Nosotros”. Es más: el
“Nosotros” neobatllista es mucho más abarcativo que el peronista, porque
incluye al “otro” en una unidad de tipo pluralista, que no busca la
homogeneidad. A este respecto, resulta ilustrativo el discurso de Luis
Batlle en la ciudad de Treinta y Tres cuando fue invitado por el Intendente
que pertenecía al Partido Nacional: “…que el señor Intendente me haya
invitado como Presidente de la República, porque él no ha visto en mí al
ciudadano colorado, como yo no veo en él al ciudadano nacionalista.. El
ve, pues, al Presidente, y yo veo al Intendente, y mientras por encima de
las diferencias políticas, respetando las libertades, un Presidente colorado
y un Intendente blanco se puedan dar la mano para luchar por el país
podemos decir que somos felices y que por este camino hemos de encontrar
todas las soluciones que reclama la República”38. El “otro” en el
neobatllismo no posee una carga negativa absoluta, es digno de respeto y
existen espacios de acción conjunta por el bien común.
Si se toma en cuenta el Índice de Materias y Vocabulario
Esquemático de la selección de discursos de Luis Batlle no aparecen nunca
las palabras “oligarquía”, “fuerzas oscuras”, “fuerzas represivas”,
“contubernio”,”imperialismo” o “contreras”, tan comunes en el discurso
peronista. Aunque hubo momentos de fuerte confrontación del
neobatllismo con sectores sociales, como es el caso de los ganaderos, su
discurso nunca salió de ciertos límites.
Por un lado, Luis Batlle atacó al latifundio: “Yo expreso que,
evidentemente, no hay justicia cuando a la gente que trabaja se le pone en
el camino mientras hay propietarios de campo que con un solo peón
mantienen seis y siete mil hectáreas. La tierra no puede ser sólo para los
animales; fundamentalmente es para los hombres que viven en ella. (…) es
inconcebible que uno recorra todas estas campañas tan dilatadas, estas

38
Ídem.

24
campañas tan hermosas, donde se ve que hay tierras tan fértiles, las vea
sin trabajar, habiendo tanta gente que desea trabajar. Esto,
indudablemente, significa una real injusticia; no se atienden, de ese modo,
los derechos de la población, y no se atienden, ni siquiera, los intereses de
la economía del país” 39
Pero, inmediatamente, surgen en el discurso neobatllista los frenos a
una confrontación radical con los “ellos”: “No vengo a hablar ante gente
pobre, para decirles que metan las manos en los bolsillos de los ricos. No;
eso no lo debo decir, pero en cambio si les digo que los ricos que quieran
ser ricos a costa de los pobres que no, que aquí nadie debe sacrificarse. No
podemos cometer ningún atropello, ninguna arbitrariedad, ninguna
injustita, pero sin duda alguna si hay algún arbitrario, por cierto que no es
el pobre, sino el demasiado rico. Si hay alguien que comete injusticias, no
es el pobre, sino el demasiado rico, y vuelvo a repetir que no vengo a
levantar mi voz para decirles a ustedes que metan las manos en los
bolsillos de los ricos, porque no puedo decirles eso, porque no debo
decírselos. Además, como Presidente de la República, tendría que
impedirlo. Pero lo que sí quiero decirlo en todos los tonos, a toda la
campaña del país, es que el Gobierno no está para defender a los ricos,
sino para defender al pueblo, que es la verdadera fuerza del país”40
Si bien Luis Batlle se identifica con los “pobres” y enjuicia a los
“demasiado ricos” (los propietarios de latifundios), no plantea una
dicotomía tajante, los límites son la legalidad (preservadora del orden
social) que como gobernante está dispuesto a defender. Para el
neobatllismo las injusticias en el medio rural deben solucionarse por medio
de las leyes que, a su vez, reduzcan el costo a pagar por los latifundistas:
“Se ha dictado una ley por la cual se crea el Instituto de Colonización.

39
Ibidem.
40
Ibidem.

25
Con esa ley se pretende dividir las grandes extensiones de campo,
expropiarlas mediante una retribución razonable- porque no las robamos.
Las expropiamos y las pagamos a buen precio. No cometemos ningún
atropello. Les preguntamos ‘¿cuánto vale?’ (…) Bueno: ahí tiene (…) pero
entréguela que en ella va a trabajar gente pobre”41
Hay en el discurso de Luis Batlle un esfuerzo por lograr convencer a
los “demasiado ricos” del campo para que acepten una salida legal
redistributiva para conservar el orden social: “Quiero decir, pues, que no
soy hombre que conspire contra los intereses rurales. Por el contrario, soy
hombre de orden, porque creo en la libertad, y no se puede vivir ni gozar
la libertad sin vivir en orden. Creo en la democracia y la democracia es el
orden. (…) Y esta situación no se puede mantener a costa del sacrificio del
pueblo y del dolor de los que no gozan lo suficiente ni tienen con que
resolver sus problemas económicos. El orden lo vamos a mantener,
dándole a cada uno lo que necesita y sintiéndonos todos que la riqueza del
país no es de unos pocos, sino de todos. Así conquistaremos el orden, así
vamos a mantener nuestras instituciones, y así lograremos la felicidad de
la República”
El “todos” de Luis Batlle incluye al “otro” o bien, a “ellos”. Se
acepta que hay un antagonismo, pero dentro un “orden” que cobra especial
relevancia en la caracterización de neobatllismo.

41
Ibidem.

26
CAPÍTULO 5
DESCAMISADO PERONISTA -CIUDADANO BATLLISTA

Si bien es cierto que el discurso peronista estuvo dirigido a una


pluralidad de actores sociales, privilegió a la clase trabajadora. Perón
mismo se caracterizaba a sí mismo como “un soldado, un patriota y el
primer trabajador argentino”42 . La participación política organizada, de
carácter corporativo, de la clase obrera fue esencial – en los planes de
Perón - para lograr derrotar a los partidos tradicionales43. De ahí que su
discurso pusiera especial énfasis en los trabajadores como un actor social
relevante. Dirá Perón ante la Federación de los Obreros de la
Alimentación: “Ha muerto todo prejuicio burgués y nace una nueva era en
el mundo, en la cual han de afirmarse los derechos, las responsabilidades
y la intervención de las masas obreras en la solución de los problemas
fundamentales”44 En el discurso en la organización ferroviaria La
Fraternidad apuntó hacia el papel que jugaban los obreros para enfrentar al
“otro” y defender a la gestión gubernamental: “La actual política del
gobierno nos ha puesto frente a poderosos enemigos. Las fuerzas vivas, los
diarios pagados por estas fuerzas y por otras fuerzas menos responsables
todavía; los funcionarios que vivieron siempre de los abultados honorarios
que reditúan las empresas extranjeras y capitalistas; todos ellos se han
colocado frente a la Secretaría de Trabajo. Si los obreros apoyan esta
lucha, vencerán ellos y venceremos nosotros”45

42
Perón. Discursos y….ya citado.
43
Al hacer al movimiento sindical administrador de los fondos de seguridad social el peronismo trasladó
a la estructura corporativa de los gremios y la Secretaría de Bienestar Social los recursos que
anteriormente estaban disponibles para usos político-clientelísticos.
44
Perón. Discursos y….ya citado.
45
Ídem.

27
En el discurso peronista los obreros juegan un rol preponderante, los
“descamisados”46 son la columna vertebral de la épica. En su discurso del
famoso 17 de octubre de 1945 Perón fue muy explícito al respecto:
“Muchas veces he asistido a reuniones de trabajadores. Siempre he sentido
una enorme satisfacción; pero desde hoy sentiré verdadero orgullo de
argentino porque interpreto este movimiento colectivo como el
renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que
puede hacer grande e inmortal a la Patria”.47 Al hablar el 1º de mayo de
1949 vuelve a hacer mención a ello: “…el gobierno, nuestro gobierno, el
gobierno del pueblo, el gobierno de los descamisados, el gobierno de los
pobres, de los que tienen hambre y sed de justicia. Por eso, en esta plaza,
la histórica Plaza de Mayo de todas nuestra epopeyas, han latido al
unísono amalgamados en solo haz todos los corazones humildes que por
ser humildes son honrados, leales y son sinceros” 48
El discurso neobatllista también se refirió a la importancia de los
trabajadores en el quehacer nacional y se mostró preocupado por ganar su
confianza: “Sé (…) que la clase trabajadora es la que forma al pueblo, y sé
también que la riqueza la forman los trabajadores y por lo tanto, debe ser
compartida también por ellos. Yo voy a decir aquí lo que he dicho muchas
veces, y lo que tendré que repetir en todas las tribunas del país. No voy a
hablar influido por el círculo de oyentes, trabajadores todos, en el deseo
de que ellos aprecien mis palabras y tengan confianza en mí (…) ¡No!
Cuando yo busco la confianza de los hombres no la busco por un instante,
sino que lo hago a lo largo de la batalla que venimos dando. Si les digo a

46
El término “descamisado” proviene de la tradición anarquista del sindicalismo argentino, cuyo primer
periódico se llamó El Descamisado. El 17 de octubre de 1945 – fecha en que las masas obreras ganan las
calles exigiendo la liberación de Perón - el peronismo se apropia de ese término y ha sido ocasionalmente
comparado con los sans-culottes de la Revolución Francesa (17891799). Sans-culottes significa “sin
calzones”, una prenda por entonces habitual entre los aristócratas, mientras que el pueblo utilizaba
pantalones.
47
Perón. Discursos y….ya citado.
48
Ídem.

28
los hombres trabajadores que estoy al lado de ellos, es para que los
trabajadores tengan la seguridad de que mi palabra está aquí empeñada
en ese sentido. Serán jueces permanentes de mi gestión, pero estoy
tranquilo, porque el día que abandone el gobierno, los hombres de trabajo
podrán decir: no nos ha defraudado. Ha cumplido con nosotros”49
Pero, si bien manifiesta que está “al lado de ellos” no los interpeló
en cuanto a su condición de clase social ni tampoco – en clara diferencia
con Perón - los consideró actores de ninguna gesta conducida por él. Por
un lado, se opuso a la represión de los conflictos obreros, como lo
demuestra su opinión sobre la implantación de Medidas de Seguridad en el
año 1952 ante los conflictos impulsados por los gremios solidarios
(anarcosindicalistas): “Medidas de seguridad, no. Libre y amplia discusión
con los obreros, sí. (…) Mi gobierno no necesitó de medidas de seguridad.
La libertad fue garantizada totalmente…” 50. Pero, al mismo tiempo, como
lo prueban sus palabras ante una delegación de funcionarios de la
Administración Nacional de Puertos, se mostró contrario al uso del recurso
de la huelga en el caso de los empleados públicos: “…Hay que ver el
problema. No creo que se solucione con la huelga, porque la huelga no es
una fuerza que obligue a descubrir dónde está la razón. Podrá ser, en
algún caso, explicable la huelga frente al patrón, interesado en no pagar
para ganar con el trabajo del obrero; pero ésa no es la situación del
Estado. El Estado no quiere ganar a expensas del trabajador”51 Si bien
Luis Batlle reconoce que “en algún caso” en la órbita privada sería
explicable la huelga, esto no era aplicable en la esfera pública. Y aun en el
caso de los privados, la huelga no podía sustituir al imperio de la ley, como
lo expresa cuando opina sobre los conflictos sindicales de setiembre de
1957: “El funcionamiento de la ley de Consejos de Salarios dice que, al

49
Luis Batlle. Pensamiento… ya cit.
50
Ídem.
51
Ibidem.

29
laudarse, si existe unanimidad de opiniones entre las tres partes
representadas (…) sus resoluciones son inapelables; pero si una de las
partes no acepta la solución acordada por los otros dos sectores, tiene
derecho a apelar ante el gobierno, que es el juez de alzada. Pero, en este
caso, como en otros casos similares, el derecho a apelar lo han sustituido
por derecho de huelga, haciendo entrar así en franca crisis a la ley de
Consejos de Salarios que ya viene siendo peligrosamente cuestionada por
mucha gente. ¿Es, acaso, una política inteligente la de los obreros y
empleados, tomar actitudes que ponen en peligro el prestigio y fuerza de la
ley de Consejos de Salarios? Para nosotros, no, y entendemos que es un
juego muy peligroso, siempre que no tengamos que aceptar que es una ley
que va perdiendo su fuerza, lo que es grave”52
Para el neobatllismo el imperio de la ley estaba por encima de la
acción sindical y el conflicto debía resolverse dentro de un marco legal que
no podía ser violado. A su vez, el discurso neobatllista tiene otro matiz
muy sugestivo con respecto a la clase obrera. No es anti-sindicalista, no se
opone a que los trabajadores se agremien, pero esto no es lo relevante como
se desprende de estos párrafos de un discurso pronunciado en acto de
homenaje a Julio César Grauert (1902-1933), el dirigente batllista influido
por el marxismo: “Grauert habló sobre la necesidad de la sindicalización,
sobre la necesidad de que el obrero ingrese a los sindicatos, lo constituya
para defender sus libertades y para llevar adelante, en constante progreso,
la solución de todos sus problemas. Entiendo que es deber fundamental de
todos nosotros defender la libertad de los sindicatos. (…) Entiendo, pues,
que hace bien el obrero que quiere entrar en organizaciones sindicales
para resolver sus problemas. Pero entiendo que los que no lo quieran
hacer, pueden respaldarse en el Batllismo, que es el gran sindicato de la
libertad. Toda nuestra legislación social va dirigida a defender al obrero.

52
Ibidem.

30
Lo defiendo en todos sus aspectos sociales y en todos sus aspectos
económicos. El obrero que quiera respaldarse en un sindicato, lo puede
hacer para defender sus derechos. Pero el que no lo quiera hacer, puede
respaldarse en ese Partido Batllista para defender sus derechos. (…) Los
obreros que quieran sindicarse tienen que tener la seguridad de que sus
derechos han de ser defendidos en las conquistas que el Batllismo realizó
en todo instante, gobernando por el pueblo y para el pueblo”53
Los sindicatos no juegan un papel clave en la estrategia discursiva
del neobatllismo. No se busca fortalecerlos, controlarlos o integrarlos
orgánicamente al Partido.54 No usa hacia ellos una terminología específica
como es el ejemplo de los “descamisados”, donde la misma mención a su
atuendo crea el nombre para una categoría social que los distingue de otros
sectores. Los trabajadores se pueden agremiar sin problemas (y
concretamente, serán defendidos “en las conquistas que el Batllismo
realizó en todo instante”) pero pueden no hacerlo y respaldarse en el
batllismo que es “el gran sindicato de la libertad”.
Esta última frase permite observar que lo realmente importante para
el neobatllismo no es el concepto de “clase social” sino el concepto de
“ciudadano”, en tanto titular de derechos y deberes propios (sin interesar a
qué clase social pertenezca, ni tampoco si tiene “conciencia” de ello), como
una pieza fundamental de su concepción política. La referencia al papel de
la ciudadanía en su discurso tras las elecciones de 1950 es un claro ejemplo
de ello: “Es muy importante que los ciudadanos de la República
comprendan que un deber fundamental de su actividad es vigilar, discutir e
interesarse por todo lo que tiene relación con la cosa pública, ya que la

53
Ibidem.
54
En la campaña electoral de 1951 para reelegir a Perón, la central obrera argentina (CGT) manifestó que
era “la primera vez en la historia del movimiento sindical argentino que da el caso de que los
trabajadores salgan a la calle para levantar tribunas y pedir a un gobernante que acepte ser electo para
la Presidencia de la Nación. El hecho, que para algunos podría parecer el quebrantamiento de la línea
sindical para pasar al terreno político, tiene un alto significado social y sindical que deseamos dejar bien
establecido” Luna, Félix. Perón y su tiempo. La comunidad … ya citado.

31
falta de esta presencia popular puede ser muy grave para el prestigio y
mantenimiento de las formas de la democracia”55
Hay en el discurso neobatllista una concepción republicana56 de la
política, donde resulta crucial de la virtud cívica. Una cosa es el ciudadano
batllista que debe “vigilar, discutir e interesarse por todo lo que tiene
relación con la cosa pública” y otra muy diferente, el descamisado
peronista que integra corporativamente los estamentos de poder, sigue a un
líder carismático (en el sentido weberiano del término) y que
continuamente enfrenta “a poderosos enemigos”.
Aún existe otro matiz en el discurso neobatllista hacia los
trabajadores. Luis Batlle consideraba que sí tenían opositores. Pero,
¿quiénes? En su discurso ante una delegación de la Unión Obrera Textil
cuando planteó los problemas de la exportación y los rendimientos
laborales, enfocó la cuestión: “Somos todos una sola cosa: no hay
diferencias entre ustedes y el gobierno. No creo que tampoco puedan
existir entre ustedes y los capitalistas. El que lo entienda así, es un hombre
que no sabe pensar. Pero, desde luego, no hay diferencias entre ustedes y
el gobierno, porque ustedes, lo que necesitan, es trabajar, y el gobierno, lo
que necesita, es que ustedes trabajen. De manera que hay una unidad de
pensamiento, porque a ustedes lo peor que les puede ocurrir es la
desocupación y al gobierno lo peor que le puede ocurrir es también la
desocupación. En esta materia, los dos tenemos el mismo pensamiento y la
misma preocupación. (…) Los opositores de ustedes no son sólo los
capitalistas, a quienes los podemos reducir en una alianza justa entre
ustedes y el gobierno; pero, en cambio, no vamos a poder reducir y vigilar
a los más peligrosos opositores que tienen ustedes: a los trabajadores de

55
Luis Batlle. Pensamiento… ya cit
56
El republicanismo es la teoría política que propone y defiende la república como el modelo de
gobierno óptimo para un Estado. Un sistema político que protege la libertad y especialmente se
fundamenta en el derecho y en la ley, como expresión de la voluntad soberana del pueblo y a la que no
puede sustraerse nunca un gobierno legítimo.

32
los otros países que están produciendo a otros costos y que están ganando
los mercados en donde ustedes quieren entrar”57
Por un lado, el discurso neobatllista apela a la conciliación de clase y
aún admitiendo el conflicto capital-trabajo, “una alianza justa” entre
gobierno y los trabajadores podía atenuarlo. Pero esto no es lo
fundamental. Lo que hay es un “afuera” hostil (en este caso, los
trabajadores extranjeros) y un “adentro” benéfico que debe defenderse y
preservarse.
Las virtudes que le asignó el neobatllismo a ese “adentro” (que se
analizará detenidamente en el Capítulo 7), al igual que el concepto del
“orden”, es otro de sus elementos caracterizadores.

57
Luis Batlle. Pensamiento… ya cit.

33
CAPÍTULO 6
DEMOCRACIA PERONISTA-DEMOCRACIA BATLLISTA

Cierto es que Perón asumió el gobierno tras elecciones limpias. Sin


embargo, la concepción de democracia en el discurso peronista, en su
confrontación con los “otros”, se aleja de las formas liberales: “No me
importan las palabras de los adversarios y mucho menos sus insultos. Me
basta con la rectitud de mi proceder y con la noción de nuestra confianza.
Ello me permite aseverar, modestamente, sencillamente, llanamente, sin
ostentación ni gritos, sin necesidad de mesarme los cabellos ni rasgarme
las vestiduras, que soy demócrata en el doble sentido político y económico
del concepto, porque quiero que el pueblo, todo el pueblo – en esto sí que
soy ‘totalitario’- y no una parte ínfima del pueblo se gobierne a sí mismo y
porque deseo que todo el pueblo adquiera la libertad económica que es
indispensable para ejercer las facultades de autodeterminación. Soy, pues,
mucho más demócrata que mis adversarios; porque busco una democracia
real, mientras que ellos defienden una apariencia de democracia, la forma
externa de la democracia”58
Para el peronismo existe una “forma externa” de democracia (que es
la defendida por los “otros”) que sólo busca mantener un sistema social
injusto. Por tanto, propone un tipo redefinido de democracia que incorpora
para el pueblo “la libertad económica”. En su discurso del 1º de mayo de
1949 hay otra clara alusión a este punto: “Se ha dicho que sin libertad no
puede haber justicia social, y yo respondo que sin justicia social no puede
haber libertad. Ustedes, compañeros, han vivido la larga etapa de la tan
mentada libertad de la oligarquía; y yo les pregunto compañeros: si había
antes libertad o la hay ahora. A los que afirman que hay libertad en los
pueblos donde el trabajador está explotado, yo les contesto con las

58
Perón. Discursos y….ya citado

34
palabras de nuestros trabajadores: una hermosa libertad, la de morirse de
hambre” 59
El discurso neobatllista, en cambio, se entronca con la tradición
liberal del primer batllismo: “…lo fundamental, para toda organización
social, es que se cimiente sobre la libertad, libertad incluso para conocer
el pensamiento de los demás, libertad para oír en las tribunas a todos los
que se levantan a favor o en contra de cualquier causa; libertad para
auscultar el pensamiento de todos los hombres a través de la prensa…”60
Para Luis Batlle la democracia no era una suerte de falacia que
encubre la explotación de los más débiles sino algo real, tangible. En su
discurso pronunciado en Washington ante la Organización de Estados
Americanos (OEA) así lo manifiesta: “Necesario es que nos pongamos de
acuerdo en que, sin libertad política, sin libertad de prensa, sin leyes que
aseguren la tranquilidad económica y el desarrollo de nuestras familias,
será imposible que podamos andar el camino que nos hemos trazado para
cumplir con nuestras obligaciones, porque la garantía de los derechos
humanos y la defensa de las libertades nos obliga a que vivamos en
regímenes de democracias ciertas y reales”61
En el discurso neobatllista no existe una falsa democracia, sino una
“cierta y real” en la que también cabe la justicia social. Como se ha
observado en el Capítulo 4 Luis Batlle censuró a los “demasiado ricos”62
pero sin crear un antagonismo, tal como lo expresó en su discurso al
cumplirse el primer año de su gobierno: “...porque el Gobierno no se
mueve para borrar injusticias provocando otras injusticias, sino que él
actúa en el deseo de acercar a las fuerza sociales y económicas que
distantes entre ellas y en opinión podrían provocar lucha de violentas

59
Ídem.
60
Luis Batlle. Pensamiento… ya cit.
61
Ídem.
62
El problema no era que una persona fuera rica, sino que “demasiado” implica un cuestionamiento moral
al egoísmo de clase y una apelación a la solidaridad social.

35
perturbaciones, y en los hechos dicen que las masas populares oprimidas
reaccionan fuertemente y la preocupación de los gobernantes debe estar en
alejar con mano firme esa opresión para que no estalle esta temida lucha:
y no hay razón tampoco para la alarma siempre que no se pretenda
continuar con el goce de injustos privilegios, porque el gobierno no está
embarcado en ninguna política de despojo, ni de atropello (…) el
Gobierno, no hace otra cosa que seguir la trayectoria de nuestro país que
alcanzó renombre por las prestigiosas leyes sociales dictadas antes y no es
ni juicioso, ni prudente, vivir del ánimo de justicia que se tuvo en otra
etapa de nuestra historia sino lo que se reclama con derecho es continuar
repitiendo en nuestra legislación, lo que ha sido constante preocupación de
todos: marchar y triunfar haciendo legislación amplia que atiende a los
que sufren aunque para ello tenga que quitar a los que tienen demasiado.
La verdad es que no estamos viviendo momentos de pobreza y penuria de
los ricos, que cada día pretenden ser más ricos, sino que podemos estar
viviendo grandes dificultades de los pobres y es a ellos a quienes debemos
atender, para que la paz sea una verdad afirmada sobre la justicia que es
lo único que acerca firmemente a los hombres y da solidez a las
instituciones y prestigia a la democracia” 63
La noción de justicia social en el discurso neobatllista es tan clara
como límites que marca para su aplicación (“el gobierno no está
embarcado en ninguna política de despojo, ni de atropello”), la clave para
solucionar conflictos está siempre dentro de la legalidad democrática. El
concepto democracia, a su vez, adquiere un valor absoluto que coloca por
encima de las ideologías El editorial de Acción64 del 17/12/1950 titulado
Defendiendo la Revolución Democrática lo demuestra: “Síntoma tras
síntoma permiten afirmar ya, en la mitad del siglo XX, que nace un mundo

63
Luis Batlle. Pensamiento… ya cit.
64
Diario fundado el 22/10/1948 que respondía a la línea de la lista 15

36
mejor (...) Un nuevo Humanismo. El Comunismo y el Capitalismo van
pasando a la categoría de ilusiones dialécticas, porque la Democracia
concilia Libertad Política y Seguridad Social”.
La democracia era, pues, para el neobatllismo la forma perfecta
porque concilia tanto la libertad como la justicia social65. De ahí su énfasis
en defenderla bajo cualquier circunstancia: “…la democracia hay que
afirmarla con el voto. La democracia hay que afirmarla en la calle. Hay
que asegurarla con el fusil si es necesario”66 Al mismo tiempo que afirma
esta actitud militante con respecto al ideal democrático liberal considera
que fuera de ese marco no es alcanzable nada positivo.

65
La filosofía liberal del neobatllismo lo coloca en las antípodas de la filosofía comunista a la que
rechaza por considerarla negadora de la libertad, a la que enfrenta en el plano de las ideas y considera
que puede ser vencida, precisamente, por medio de la justicia social, tal cual lo expresa en su discurso del
12/8/1951 en Paysandú: “…en este país, cuando se hace buen Batllismo el comunismo no tiene función ni
tiene nada que hacer”
66
Luis Batlle. Pensamiento… ya cit.

37
CAPÍTULO 7
COMUNIDAD ORGANIZADA- INTERIOR PRIVILEGIADO

Al análisis comparativo de los discursos del peronismo y el


neobatllismo desarrollado en los cuatro capítulos anteriores hay que
agregarle otra dimensión que escapa a la noción teórica del concepto de
populismo. Tanto Perón como Luis Batlle tuvieron una concepción de sus
sociedades – el “adentro”- con respecto al mundo exterior- y el “afuera”-
que fue expresada en su estrategia discursiva.
Perón en su carácter de militar era un profundo estudioso de la obra
del Barón prusiano Wilhelm Leopold Colmar von der Golz (1843-1916)
quién en su obra La Nación en Armas (Das Volk in Waffen 1883)67
plantea que una nación debe movilizar todos sus recursos, humanos,
económicos e ideológicos, para poder imponerse en un enfrentamiento
bélico moderno. Si un país quiere evitar que otro Estado lo ataque y
derrote, debe estar siempre preparado para la guerra. Esta doctrina marcada
por un fuerte nacionalismo – opuesto al liberalismo - supone la
construcción y mantenimiento de un ejército profesional, bien abastecido.
Pero también implica otro aspecto: el Estado debe promulgar leyes
sociales, porque un obrero explotado no será nunca un buen soldado ni
defenderá a su patria si no la considera propia. El Estado, por tanto, debe
garantizar la educación y salud de los trabajadores si quiere contar después
con soldados sanos y alfabetizados. Esta doctrina ejerció una fuerte
influencia en el pensamiento militar de su tiempo y fue absorbida por el
Grupo de Oficiales Unidos (GOU) la logia que gobernó Argentina entre
1943-1946 teniendo a Perón como su líder más destacado.
Desde su asunción a la Presidencia de Argentina, Perón buscó y en
gran medida alcanzó, estos objetivos. Su concepción (organicista) de la

67
Literalmente El Pueblo en Armas.

38
“comunidad organizada” apuntaba a lograr en el “adentro” una perfecta
unidad entre Estado, Gobierno y pueblo para enfrentar el “afuera”. En su
discurso en el Primer Congreso Nacional de Filosofía realizado el 30 de
marzo de 1949 en la ciudad de Mendoza, Perón delineó las líneas maestras
de esta doctrina: “Cuando hablamos de una ‘comunidad organizada’, nos
referimos a un Gobierno, un Estado y un pueblo que orgánicamente deben
cumplir una misión común. Para que ello suceda, es menester primero
establecer esa misión, luego ordenarse adecuadamente para cumplirla,
disponiendo de una organización objetiva, simple, pero eficaz y estable,
aunque animada por un alto grado de perfectibilidad. (…) Aunque parezca
mentira, los hombres pocas veces conocen claramente ‘lo que desean’.
Este es el punto de partida de numerosos y groseros errores en la
organización. Ninguna organización puede iniciarse si antes no fijamos su
objetivo o finalidad. (…) Lo difícil y lo complejo son siempre antagónicos
de lo orgánicamente funcional. El secreto está en transformar en simple lo
complejo y en claro lo difícil. La simplificación y clarificación es un
proceso de síntesis. La simplicidad en lo orgánico es la base del éxito en la
ejecución. (…) A la actual organización de gobierno y del Estado ha de
seguir la del pueblo. El justicialismo concibe al gobierno como el órgano
de la concepción y planificación, y por eso es centralizado; al Estado como
órgano de la ejecución, y por es descentralizado; y al pueblo como el
elemento de acción. Y para ello debe también estar organizado. Los tres
factores, gobierno, Estado y pueblo, deben actuar orgánicamente
coordinados y equilibradamente compensados en la ejecución de la misión
común. Para que ello ocurra, son necesarias una subordinación ajustada y
absoluta del Estado al gobierno y una colaboración y cooperación
inteligentes de las distintas fuerzas del pueblo con el gobierno y las
instituciones estatales. Sólo así la comunidad puede constituir un conjunto
orgánico y armónico para empeñarse a fondo en el cumplimiento de una

39
tarea común. (…) Si para un mejor gobierno de lo interno la organización
es indispensable para enfrentar lo internacional esa organización es un
imperativo ineludible de nuestra época. Si pueden tolerarse ‘disonancias’
en los asuntos entre argentinos, no podemos presentarnos con dualidades
al exterior sin correr el grave riesgo de desaparecer como nación” 68
El “adentro” peronista necesita ser vertical, orgánico, simple,
jerarquizado y con poco espacio para las “disonancias”. Esto explicaría el
formidable esfuerzo del peronismo por someter a la oposición y tener bajo
su égida a las Fuerzas Armadas, los sindicatos, la prensa, las
organizaciones empresariales y sociales, las mismas artes. Esto permitía al
peronismo cohesionar a la nación para poder para relacionarse con el
“afuera”, evitando el riesgo de “desaparecer como nación”. No es que
Perón pensara que Argentina iba a entrar en guerra o que fuera a sufrir
algún tipo de agresión militar en lo inmediato, pero sí consideraba
inminente el estallido de la III Guerra Mundial y ante tal terrible
circunstancia la “comunidad organizada” tenía especial relevancia como
estrategia de supervivencia nacional.69
Luis Batlle, como es ocioso mencionar, no estaba influido por
ningún pensamiento militar. Pero también, como se esbozó al final del
Capítulo 5, en su discurso planteó un “adentro” frente a un “afuera”
hostil o bien, nada agradable. El artículo de Acción del 1/3/1950 titulado
El Uruguay, un País de Excepción lo plantea claramente: “Apenas
normalizadas las comunicaciones con los distintos países del mundo, luego
de la profunda alteración impuestas a las mismas por el desarrollo de la
última contienda, se reanudó la antigua corriente de visitas de
compatriotas a las naciones que permanecieron aisladas por el conflicto

68
Perón. Discursos y….ya citado
69
Más allá de sus pujos antiimperialistas y la Tercera Posición, durante la Guerra Fría Perón se alineaba
en el bando de Occidente y como explica Félix Luna cuando estalló la Guerra de Corea (1950-1953)
estuvo a punto de enviar tropas (un grupo voluntario) a combatir a los comunistas.

40
bélico. Y esta es la hora que ya forma legión los uruguayos que han
regresado al país, trayendo una visión de lo qué ocurre en otros pueblos y
de cómo viven y trabajan; así como de las condiciones de vida imperantes
en los mismos. A través de esta impresión, se adquiere la certeza absoluta
de que vivimos en un país positivamente privilegiado. (…) Analicemos las
condiciones de vida en los otros países del mundo, no para buscar el
consuelo del tonto que mide el grado de su felicidad por el mal de los
demás, sino para establecer razonablemente, los términos de comparación
que nos dan la medida de nuestro propio standard. Y francamente,
procediendo con imparcialidad y sin rendir tributo a los apasionamientos
partidistas – que nada tienen que hacer cuando se trata de efectuar una
apreciación objetiva – llegaremos a la conclusión de que sobran los dedos
de las manos para contar los países que puedan igualarnos”
En aquel mundo de la postguerra (el “afuera”) el discurso
neobatllista – a diferencia del peronismo - no veía una amenaza para cual
había que preparar a toda la nación sino que Uruguay, en comparación con
la realidad social, económica y política de otros muchos países, podía
sentirse orgulloso. Esta “excepcionalidad” del Uruguay fue remarcada por
Luis Batlle en su discurso del 29/5/1949 en la plaza de la ciudad de
Artigas: “Hace unos meses me visitó un periodista americano (…) ‘Sr.
Presidente: quiero que usted me explique la razón por la cual este país es
distinto a todos los demás de América (…) A mí mismo la pregunta me deja
anonadado. Estoy acostumbrado a vivir esa diferencia, pero nunca había
tratado de descubrir la razón de ella. (…) le dije: mire señor, yo creo que
eso se debe a nuestra educación cívica; creo que se debe a la gratuidad de
la enseñanza; a nuestros liceos repartidos por todo el país, se debe a

41
ciertas leyes sociales que otros pueblos no tienen (…) La suma da como
resultado final, el goce de esta tranquilidad y esta felicidad que vivimos” 70
Citando una vez más a Panizza (1989) el neobatllismo plantea la idea
de un “espacio interior privilegiado”, lo que implica una cuota importante
de optimismo: “… en este inmenso conflicto que vive el mundo, no hay
país que haya podido resolver sus problemas como hemos hecho
nosotros”71. Esto no implica un discurso nacionalista. El neobatllismo no
intentó constituir la identidad nacional de raíces prepolíticas o
metapolíticas como el caso argentino. Todo lo contrario. El “Uruguay
feliz” al que se hace referencia en la Introducción de este trabajo, es
explícitamente construido por la política y a través de la política.
Por otro lado, el concepto de un país “mejor y distinto” no era
novedoso en el pensamiento de Luis Batlle - es decir, no fue elaborado
cuando asumió el gobierno, en una época de relativa bonanza económica -
sino que se remonta más atrás en el tiempo. En la elecciones parciales de
1931 – cuando se fundó, por primera vez, la lista 1572 – en un extenso
artículo publicado en El Ideal el 11/11/1931, titulado Tocando puntos de
actualidad, Luis Batlle hizo expresa referencia a la excepcionalidad de
Uruguay en momentos que el crack de 1929 golpeaba al país en varios
frentes: “Si posamos la mirada sobre los países de América del Sud,
veremos que todos ellos viven graves problemas político-constitucionales,
(…) los Gobiernos legales han sido sustituidos por gobiernos de fuerza.
Ello se debe, fundamentalmente, a que en esas Repúblicas gobiernos y
pueblos se mueven por separado, no existiendo la debida conexión que
debe haber en todo país bien organizado, y así es frecuente que el pueblo
vea en el gobierno un opositor a sus intereses, lo mismo que es igualmente
frecuente que los gobiernos resuelvan los asuntos sin tener en especial

70
Luis Batlle. Pensamiento… ya cit.
71
Ídem.
72
La segunda fundación – o bien, refundación- de la lista 15 fue en 1946.

42
cuenta los intereses del pueblo. Este divorcio, trae consigo un final lógico:
el de los golpes de Estado o revoluciones dados a veces con la intención de
mejorar males existentes, pero aprovechando siempre la despreocupación
popular por la suerte de sus malos gobernantes y de sus corrompidas
instituciones”. La situación de esos países contrastaba con la de Uruguay
en que los prestigios del gobierno eran sólidos. Esa solidez no se mantenía
sólo por las armas sino que era “el mismo pueblo – y esto es lo que debe
destacarse – quién apoya al gobierno, depositando confianza en las
resoluciones por él tomadas, porque bien sabe que están ellas inspiradas
en el deseo de servir de la mejor manera a los intereses públicos”.
Incluso en 1958, cuando nuevamente el país atravesaba momentos
difíciles, Luis Batlle insistió en la condición de excepcionalidad del
Uruguay: “… y deseo que mis palabras sean de confianza en cuanto a que
luchamos con dificultades en un mundo convulsionado, en un mundo que
está en crisis, al igual que las economías de todos los países (…) Nosotros
somos, en este momento de la enfermedad, quienes estamos menos
enfermos…” 73
Si esta concepción no era nueva en el discurso neobatllista y se
expresaba hubiera bonanza o crisis, ¿dónde se originaba? o en otras
palabras: ¿cuál era el origen, a su entender – origen político, por cierto -
del Uruguay “mejor y distinto” al resto del mundo?

73
Ibidem.

43
CAPÍTULO 8
BATLLE (Y ORDÓÑEZ) SIEMPRE JOVEN

Como se ha observado en los capítulos anteriores, el neobatllismo no


tuvo ningún arresto fundacional. En su discurso el papel de la tradición
partidaria resalta con fuerza: “Hace cien años que el Partido Colorado
está en el poder (…) porque es un caso único en la vida civilizada de los
pueblos. No hay ningún partido que se haya podido mantener, con libertad,
cien años en el gobierno (…) Es el historial del Partido Colorado, y a lo
largo de este siglo quién ha hecho este país es el batllismo y el batllismo es
la esperanza de la República”74 El neobatllismo se entronca con el primer
batllismo, de quién se considera continuador. En el ya mencionado
discurso al cumplirse el primer año de gobierno hay otra referencia
expresa a la tradición: “Tengo una tradición que no puedo olvidar y debo
honrar. Milito en un partido que ha luchado afanosamente. Personalmente
estoy entroncado a hombres que desde el llano o desde la Presidencia de la
República, sea el Gral. Lorenzo Batlle o lo sea el Sr. Batlle y Ordóñez…”75
Como señala Rilla (2008) Luis Batlle asume el batllismo como tradición y
como creador de país de excepción, pero en términos notoriamente más
conformistas, más complacidos, mucho más cerca que su tío de la idea de
excepcionalidad del Uruguay.
La figura y obra de Batlle y Ordóñez es omnipresente en el discurso
neobatllista: “El Batllismo es justo como Batlle, es amplio como Batlle, es
tolerante como Batlle, está animado de la defensa de los mismos intereses
que Batlle defendía, es honrado como Batlle, es trabajador como Batlle, es
leal como Batlle, es fuerte en los principios como Batlle, enérgico en la
defensa de los intereses, como Batlle. ¡El Batllismo es tan grande como

74
Luis Batlle. Pensamiento… ya cit.
75
Ídem.

44
Batlle!”.76 El neobatllismo asumía que Batlle y Ordóñez había creado el
“Uruguay mejor y distinto” al resto del mundo, que se manifestaba en el
civismo, las libertades públicas, la gratuidad de la enseñanza, la paz social,
la tolerancia hacia el adversario, las avanzadas leyes sociales. De ahí que
Luis Batlle se relacionaría en una forma muy estrecha con aquel pasado,
condicionando su accionar en el presente. Un ejemplo es su referencia, en
un discurso pronunciado en Dolores, sobre el capital extranjero: “No soy
tampoco un débil frente al capital extranjero. Además en este aspecto, mi
tradición es clara, y mi abolengo muy puro. Milito en un partido que ha
luchado siempre contra la instalación del capital extranjero en nuestro
país. Fue Batlle y Ordóñez el primero que hizo el monopolio del Banco de
la República; fue Batlle el primero que hizo el monopolio de la energía
eléctrica; fue Batlle el primero que hizo el monopolio del Banco de
Seguros. (…) Esa ha sido siempre mi trayectoria, porque es la del partido
en que milito”77 En su defensa de la industria nacional, aparece
nuevamente la figura de Batlle y Ordóñez como un elemento rector: “Una
manifestación de nuestra riqueza, alcanzada con inmenso esfuerzo, es
nuestra industria nacional. A Batlle le costó inmensas batallas poder tomas
las medidas necesarias tendientes a crear la industria nacional y luego
defenderla. Pero debido a su voluntad férrea de ese hombre, debido a la
seguridad de sus orientaciones, debido al inmenso amor que por el país
tenía, luchó y se impuso” 78
Incluso en su prédica obrerista, el discurso Luis Batlle muestra los
alcances y límites del “primer batllismo”. No se opuso a la unidad de los
trabajadores de la órbita privada para lograr sus reivindicaciones, pero no
aceptó el concepto de “lucha de clases” ni propugnó por abolir el capital y
la propiedad privada. Y en cuanto a los empleados públicos, también fue

76
Ibidem.
77
Ibidem.
78
Ibidem.

45
consecuente con las ideas del primer batllismo: el Estado no es un patrón
capitalista ni tampoco está al servicio o bajo el dominio de un/os sector/es
socia/les. El Estado (que muchas veces parece confundirse con el mismo
Partido Colorado) no es un explotador, está para defender el bien común.
Por tanto no resultaba admisible la huelga de los funcionarios del Estado
porque perjudicaba al conjunto de la sociedad79.
Batlle y Ordóñez siempre está vivo, presente, en el discurso
neobatllista. En las palabras que grabó para un grupo de jóvenes, un mes
antes de morir, surge la figura de un “Batlle, siempre joven” de la cual
resultaba imposible abstraerse. Fue el pasado, era el presente, sería el
futuro: “Batlle no es un hombre viejo. Sus ideas no son del pasado. Sus
ideas están presentes y sus ideas son sin duda alguna para el porvenir. El
país, la ciudadanía, rodeando el pensamiento del Partido Colorado a
través de Batlle va a continuar realizando una labor efectiva a favor de
nuestra democracia. Batlle fue un campeón de las libertades públicas, de
las libertades ciudadanas y de Batlle en sí mismo las públicas y las
libertades ciudadanas no son una palabra vieja, no son una idea de ayer:
son de hoy y son de mañana. No podemos nosotros pensar en ninguna
solución para nuestras instituciones y para nuestra organización social y
para nuestras organizaciones políticas, si no es sobre la base las libertades
ciudadanas. En este aspecto Batlle y el Partido Colorado y el Batllismo es
plenamente joven, es un hombre del presente y es hombre del futuro”80
Si en el discurso neobatllista la omnipresencia de Batlle y Ordóñez es
el justificativo para su accionar en la vida política, resulta obvio que Luis
Batlle consideraba que estaba siendo fiel intérprete del mismo. Sin
embargo, existía dentro del Partido Colorado otra fracción, que también se
consideraba batllista, que no pensaba lo mismo. ¿Por qué?

79
Sobre la posición del primer batllismo sobre el derecho a huelga de los empleados públicos es
interesante ver los artículos de El Día titulados ¿Huelga contra el Estado? del 6 y 7 / 11/1925
80
Ibidem.

46
CAPÍTULO 9
LA MIRADA CATORCISTA: ¿EL OTRO BATLLISMO?

Las listas 14 y 15 figuraron por primera vez en las elecciones de


194681. Hay pistas históricas que permiten ir rastreando las diferencias
entre Luis Batlle y sus primos: la estrategia para enfrentar el régimen
terrista, la presentación o no del batllismo como lema independiente del
Partido Colorado82, el rechazo de los Batlle Pacheco a que Luis Batlle fuera
el primer candidato en lista de diputados de Montevideo en 1942 y lo que
finalmente provocaría la división, el bloqueo a su candidatura Intendente de
Montevideo en 1946. El acceso de Luis Batlle a la Presidencia de la
República ahondó esta división, en la medida que este procuró y logró
hacerse de una base de poder sólida usando los recursos del Estado. Para la
14 Luis Batlle actuaba en el gobierno como jefe de una fracción, más que
como un estadista. Le importaban más los votos que el gobierno83. De
hecho la creación en 1950 del grupo llamado “Amigos del Presidente” no
hizo más que confirmar todas sus desconfianzas.
Los Batlle Pacheco – que también se miraban en el espejo del primer
batllismo - concebían la práctica política como "magisterial" El dirigente
político no debía arengar irresponsablemente a las masas. Ni hacer
promesas fáciles al barrer. Esto lo consideraban sinónimo de demagogia.
La conducción batllista nunca debía exacerbar las pasiones de las
81
En el año 1931 se fundó la lista 15 que se consideró una heredera directa de lista 5 que en 1928 había
encabezado José Batlle Ordóñez y contó con el respaldo de El Día. Su vida política se extendió hasta el
golpe de Estado de marzo de 1933. En el año 1946 se produjo su refundación esta vez sin el apoyo de El
Día y con el predominio de Luis Batlle.
82
La discusión se dio en setiembre de 1940. Luis Batlle en oposición a César Batlle Pacheco consideró
que el batllismo debía votar separado.
83
El semanario Marcha compartía esta percepción en el editorial del 29/12/1950 señaló que la
"preocupación electoral primó sobre la preocupación de gobierno, el caudillo sobre el gobernante. De
ahí que no se diera un paso ni se dejara atender cuidadosamente a las consecuencias que en el terreno
electoral ese paso podía tener o dejar de tener. Y como los problemas, constantemente aplazados, se
agolpaban, se trató de darles nuevas dilatorias, bajo el signo de la complacencia demagógica, hasta
pasar el cabo de las tormentas del 28 de noviembre"

47
multitudes84. Entendían que semejantes prácticas eran sumamente
peligrosas. Eran nocivas para la libertad y contenían el germen de futuros
dictadores o bien, presidentes elegidos por voto popular pero con marcadas
tendencias autoritarias. El rechazo al "personalismo" y a "los hombres
fuertes" será una constante en esta prédica. Siempre alertarán sobre el
peligro potencial de la gravitación personalista sobre las instituciones
democráticas. Un editorial del 5/4/1949 de El Día, en pleno gobierno de
Luis Batlle, titulado La conducta del Batllismo, puede brindar algunas
pistas al respecto. Ahí se sostenía que "nuestro concepto de democracia
nos aleja en igual grado (...) del comunismo, del fascismo, de los
dictadores y tiranuelos, de los demagogos e histriones, que gritan en el
tinglado". La idea que parece subyacer es la del dirigente político debe ser
una especie de "sabio" No se trataba de una concepción elitista sino algo
distante de lo "popular" en el sentido peyorativo del término
("populachero") pero, al mismo tiempo, con una fuerte vocación de
servicio. No se hace política por la política misma o para la conquista del
poder sino en aras del bien común. No es importante el carisma. Lo
realmente valioso es lo conceptual. Desde esta perspectiva el batllismo
conducía a las multitudes con la razón, no con el corazón.
Primero buscarán neutralizarlo, mediante la implantación del sistema
colegiado de gobierno en 1952, pero en la medida que la crisis económica
intensificaba, exacerbarían sus críticas hacía su modo de hacer política,
como lo demuestra el editorial de El Día del 26/9/1955 (que podría
referirse a la caída de Perón, pero que sugestivamente está en la columna
de política interna): “En el final de los demagogos se advierte que en sí
mismos llevan el germen de su destrucción. Porque la demagogia es el
permanente ejercicio de la insinceridad. Por eso los casi siempre iguales o
84
La veterana dirigente catorcista Alba Cassina de Nogara dirá:"Don César no era hombre de darle
palmadas en la espalda a nadie". (Luis Batlle. La forja de un líder 1897-1938. Chagas, Jorge y Trullen,
Gustavo. Inédito)

48
muy parecidos finales no carecen de lógica desde que entre ambas partes –
demagogos en el poder y aduladores interesados- no ha habido otra que
una simulación constante”
Consideraban que el quincismo, al convertir la política en un fin en sí
mismo había accedido a posiciones de gobierno (en las elecciones de 1954,
cuando Luis Batlle retornó al poder) como “término final de una campaña
demagógica de tal intensidad, extensión y persistencia como no conoció
antes la República”85 La realización de interminables promesas de difícil
concreción – advertía la 14- además de engañar al electorado, dada la
magnitud de los problemas que enfrentaba el país no se podían cumplir
siquiera en mínima parte con lo prometido, provocando un resultado
catastrófico.
Si bien el conflicto entre la 14 y 15 merece un estudio más profundo
(que abarque, incluso, el manejo del Estado y cuestiones de índole
económica, muy en especial durante 1955-1958 cuando polemizaron sobre
cuales eran las soluciones adecuadas para salir de la crisis86) se puede
afirmar que cuando el “Uruguay feliz” se derrumbaba aceleradamente, la
mirada catorcista interpelaba severamente al quincismo por haberse
apartado del legado del primer batllismo.
El accionar de Luis Batlle generó la idea en el otro sector batllista
que se estaba frente un dirigente peligroso, con un “personalismo
prepotente” (¿qué acaso admiraba secretamente a Perón?) ajeno a la
tradición partidaria. El quincismo no era, a su entender, batllista.

85
Política y Demagogia. El Día 8/10/1958
86
Desde muy temprano a nivel académico existió la idea de que el fracaso del proyecto industrialista se
debió al divorcio entre el saber técnico y la política, tal como lo demuestran el conjunto de artículos
aparecidos en El Sol (órgano socialista) a principios de los cincuenta bajo la firma de Israel Wonsewer,
economista de la nueva camada de egresados de Ciencias Económicas. La preeminencia de satisfacer las
clientelas electorales en desmedro de políticas de Estado. Según esta hipótesis Luis Batlle, a diferencia
de Tomás Berreta, rompió con el legado batllista de la toma de decisiones sobre una base racional y
científica. En tal sentido, el líder quincista habría aplicado un dirigismo económico improvisado e
inconexo, ausente de un plan estratégico de largo aliento

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CONCLUSIONES
¿NEO…?

En el análisis comparativo con peronismo se han distinguido


características medulares del denominado neobatllismo: democrático,
republicano, partidario de la justicia social y la conciliación de clases,
pluralista. No fue un populismo, sino una fuerza liberal.
Por otro lado, en la Introducción de este trabajo, se hizo referencia a
que el prefijo “neo” implicaba una clara referencia al primer batllismo.
Pero, ¿fue el neobatllismo una novedad, algo nuevo, una reactualización o
aggiornamiento de aquellos principios en el mundo de la postguerra? La
respuesta sería: no.
En este sentido resulta pertinente retomar la discusión planteada por
Rama (1987) que se refiere a “la imitación del propio modelo”. La noción
dominante en el período de bonanza (1945-1955) es que Uruguay había
llegado a sus metas de desarrollo y democracia social, solamente “era
necesario mantener el rumbo y realizar los cambios necesarios para que
esa bella maquinaria social funcionara”. El contramodelo argentino
(peronista) reforzó el discurso neobatllista, donde la preocupación por el
bienestar social de las masas (inquietas, revolucionarias, seducidas por el
autoritarismo o bien, el totalitarismo) está siempre presente. Asimismo,
este proyecto democrático-industrializador invocó permanentemente su
carácter continuista del “primer batllismo”.
Parece claro que Luis Batlle no buscó innovar, realizar nuevas
aportaciones o cambios sustanciales a la matriz batllista forjada en vida de
su tío. Su relación con el “país modelo” (Vanger: 1983) fue absoluta.
Uruguay era, a sus ojos, un país avanzado en comparación con el resto del
mundo y las soluciones a la crisis que desató a partir de 1955 había que

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buscarlas en aquel pasado mítico. En este sentido el neobatllismo fue
conservador.
Cierto es que Luis Batlle buscó colocarse en una posición de cuasi-
izquierdista para distanciarse de sus primos, presentándolos como
conservadores: “La línea que nos diferencia claramente es la que los
hombres de El Día representan los intereses conservadores del Partido y
los hombres de la l5 representan el viejo ideal progresista del Batllismo”87
La referencia al “viejo ideal progresista del Batllismo” es otra recurrencia
al pasado. En este aspecto es posible plantearse otra interrogante: así como
el “primer batllismo” trató de evitar que socialistas y anarquistas ganaran
fuerza, ¿el neobatllismo buscó ser una respuesta a la “amenaza comunista”
en los años más duros de la “guerra fría”? Luis Batlle advertía que en
algunos países de Europa (Italia y Francia) había millones de personas
adheridas a las ideas comunistas. Esto implicaba un desafío para la
democracia “y el camino para recuperar el apoyo de la fuerza indiscutida
de las masas populares a favor de nuestra democracia está en demostrar
que ella otorga, con la libertad, la seguridad económica, seguridad
económica que es la preocupación, inquietud y desvelo de los pueblos que
con clara y justa razón reclaman ser atendidos por sus necesidades
primordiales…”88 Si bien parece querer competir con el espacio de
izquierda – en especial con su defensa de la justicia social - nunca se
aparta del liberalismo. El comunismo debía ser combatido convenciendo a
las masas que la democracia podía proporcionarles el bienestar económico
que anhelaban. Y aún reconociendo la necesidad de combatirlo, se opone al
uso de una metodología violenta: “Podría decirles que todo el mundo está
enfrentado y que todos los gobiernos se mueven con violencia y
arbitrariedad frente al comunismo; los que hemos sabido movernos con

87
Luis Batlle. Pensamiento… ya cit.
88
Ídem

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libertad frente a él, somos nosotros. No le hemos tenido temor porque
estábamos convencidos de la orientación de nuestra política económica y
social. Le hemos dado toda la libertad que querían y en es libertad los
hemos vencido; eso es lo más que puede hacer una democracia y es lo más
que puede entregar un pueblo en esta hora tan difícil; le dimos libertad y
los vencimos. ¡Sí tendremos razón, si seremos justos!”89
Por otra parte, existen dos detalles históricos significativos que
permiten cuestionar el presunto carácter “avanzado” del neobatllismo. En
primer lugar, durante el “primer batllismo” el Partido Socialista conducido
por Emilio Frugoni (1880-1969) adoptó la estrategia de “partido picana”,
esto es acompañar las medidas avanzadas de Batlle y Ordóñez, “pero
reclamando siempre un paso más a costa de picanear en el trasero (como a
los bueyes) a sus impulsores”90 pero, incluso antes de la hegemonía política
de Luis Batlle, consideraron que el batllismo se había agotado y había
dejado de ser una fuerza progresista91; el Partido Socialista sería un duro
crítico de las políticas económicas-sociales neobatllistas a las que de
ninguna manera consideraron de avanzada sino producto, muchas veces, de
la improvisación y con escaso soporte técnico. En segundo lugar, no hubo
por parte del neobatllismo un desafío moral a la sociedad – como fue el
caso del primer batllismo que impulsó el divorcio, el retiro de los crucifijos
en los hospitales o el reconocimiento de los hijos naturales – sino que
aceptó y defendió los valores sociales imperantes en su época.

89
Ibidem.
90
Frugoni. Cuadernos de Marcha. Nro. 41. Setiembre 1970.
91
En un artículo de El Sol de setiembre de 1945 titulado significativamente El fracaso del batllismo los
socialistas opinaron que esta corriente política había fracasado “en forma detonante. Sin audacia para
acometer obra grande, les ha faltado el coraje hasta realizar ni siquiera una labor discreta. Sin ningún
plan orgánico, recurriendo a la improvisación de continuo, fijando más la vista en los pleitos domésticos
de la Convención o del Partido, la labor del batllismo (…) ante el alborozo justificado de la reacción
más desorbitada y la decepción de un pueblo insatisfecho, es una e las más opacas y estériles (…) Una de
las razones del señalado fracaso del Batllismo ha sido sin duda la ceguera de sus dirigentes para,
sometiéndose al sentido dinámico de la política, adecuar viejos programas o principios ya en desuso a
realidades nuevas”

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Al mismo tiempo, si se tiene en cuenta la “mirada catorcista”, se
advierte que es una fracción con un líder indiscutido, como otras del
Partido Colorado que invocaban la figura de Batlle y Ordóñez, aunque
ciertamente mucho más exitosa. Más que neobatllismo acaso, definiciones
más ajustadas serían quincismo, luisismo o bien, batlleberrismo. Una
fracción partidaria liberal-conservadora que les planteó a los uruguayos
una amable utopía conservadora, de ninguna manera reaccionaria, sino una
recreación permanente de un pasado idealizado donde la figura de Batlle y
Ordóñez adquiría contornos míticos. Un proyecto político, en definitiva,
cuyos límites se vieron con toda su crudeza en las elecciones de 1958.

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