Lectura 1, Deliberación y Participación.

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ESCUELA DE EDUCACIÓN SUPERIOR PEDAGÓGICA PÚBLICA

JOSÉ JIMENEZ BORJA - TACNA


CURSO: DELIBERACIÓN Y PARTICIPACIÓN
FID - EDUCACIÓN INICIAL - IV CICLO

1. ¿Por qué y para qué el ejercicio ciudadano se convierte


en un aprendizaje fundamental?*
1.1.Primeras piezas…
Empecemos leyendo algunos extractos de diagnósticos y demandas de los Proyectos Educativos Regionales, y
algunos testimonios de docentes y adolescentes de escuelas peruanas.

“La cultura de la adultez “Entonces, el problema es “Preservar el medio ambiente,


afecta a los niños, niñas y que uno al final termina el buen manejo de los residuos
jóvenes; en tanto, los padres, haciéndose cómplice, sólidos y orgánicos como
las autoridades, la sociedad en porque no lo denuncia, no lo práctica extendida en la
general —incluyendo en trata de cambiar, porque dinámica de las ciudades y
muchos casos a los/las denunciar es ganarse un comunidades.”
docentes— no les reconoce [a conflicto acá, y al final (si no
los niños, niñas y jóvenes] te alineas) termina siendo
como sujetos capaces de uno la persona rara, ¿no?”
proponer cambios o (Testimonio recopilado en “Conocimiento de los pueblos
convertirse en ciudadanos un estudio etnográfico en indígenas: cosmovisión,
aptos que puedan aportar al Lima.) saberes, conocimientos,
desarrollo local o regional.” tecnologías, prácticas,
tradiciones y costumbres.”

“Busca la generación de “Violencia física contra “Queremos que nuestros


condiciones y oportunidades niños, niñas y adolescentes docentes sean tolerantes y
para que las personas […] el 92% reportó que fue acepten los comentarios e
desarrollen la gama de castigado corporalmente con ideas de los estudiantes […]
capacidades y potencialidades palos, correas y otros que eviten el maltrato […]. Que
que poseen, ejerzan sus instrumentos por sus sean honestos y responsables
derechos ciudadanos, y así maestros […].” […]” (MINEDU s/f: 5).
logren realizarse personal y
colectivamente.”

“[…] porque primero está los “Se necesita generar “Promover el desarrollo de una
estudios, porque si se mete en espacios de participación cultura de paz, mediante la
una cosa su estudio lo deja de activa y eficiente para práctica de la no violencia en el
lado, y ¿en dónde está el estudiantes elegidos entorno familiar, escolar y
estudio? ¿Para qué le va a democráticamente en los social, asegurando el ejercicio
servir [la participación]?” procesos de su desarrollo pleno de la ciudadanía.”
(Testimonio de un estudiante integral y comunal con el
sobre sus compañeros, apoyo de las autoridades
tomado de un estudio educativas, locales y
etnográfico en Lima.) empresas privadas.”
“Es puro ficticio, ¿no? Todo “Política de formación de
“Lograr la construcción de se queda en palabra. No hay líderes estudiantiles
ciudadanos activos, que derechos, no. Nosotros democráticos que impulsen y
ejerzan sus derechos y los reclamaríamos pero fortalezcan la participación de
defiendan, que disfruten de nosotros mayormente sus pares en su proyecto
una mejor calidad de vida tenemos miedo, porque se educativo institucional y en los
como producto de su agarran con las notas. Eso es Consejos Educativos
educación, dignificándolos en una falta de ética. Por eso es Institucionales.”
su calidad de seres humanos.” que los derechos del niño
[…] se queda en puras
palabras.” (Testimonio de un
estudiante tomado de un
estudio etnográfico en
Ayacucho.)

“Aún no se concreta un “El manejo de la disciplina es “Interesa suprimir las


verdadero diálogo otro rasgo de la cultura disparidades entre géneros en
intercultural, en donde ‘el escolar que afecta el la enseñanza primaria y
otro’ sea un interlocutor desarrollo personal de los secundaria, lo que implica
válido desde su propia cultura, estudiantes y sus acceso, logro de aprendizajes y
como ciudadano sujeto de posibilidades de aprendizaje. contenidos con enfoque de
derechos.” Un manejo disciplinario que género, revisando aquellos que
prioriza el orden, el silencio, refuerzan roles
la inmovilidad y el tradicionalmente asignados e
acatamiento hacia lo que los invisibilizan el aporte —sobre
mayores dicen […].” todo de las mujeres— en la
construcción social.”

Lo más probable es que ni en todas las escuelas ni en todas las regiones se vivan situaciones como éstas, y que
no todas tengan estas demandas. Aun así, ¿no nos parecen familiares estas situaciones? Si miramos al Perú
como conjunto, ¿coincidiríamos con tales diagnósticos y demandas? Revisemos ahora los compromisos —o,
para decirlo mejor, las apuestas— del Estado y la sociedad peruanos por la educación

“La formación ética y cívica es obligatoria en todo proceso educativo; prepara a los educandos para cumplir
sus obligaciones personales, familiares y patrióticas, y para ejercer sus deberes y derechos ciudadanos. La
enseñanza de la Constitución Política y de los derechos humanos es obligatoria en todas las instituciones del
sistema educativo peruano…” (Ley General de Educación-28044, artículo 6.°.

“Son fines de la educación peruana: a) Formar personas capaces de lograr su realización ética, intelectual,
artística, cultural, afectiva, física, espiritual y religiosa, promoviendo la formación y consolidación de su
identidad y autoestima y su integración adecuada y crítica a la sociedad para el ejercicio de su ciudadanía en
armonía con su entorno […]. b) Contribuir a formar una sociedad democrática, solidaria, justa, inclusiva,
próspera, tolerante y forjadora de una cultura de paz que afirme la identidad nacional sustentada en la
diversidad cultural, étnica y lingüística, supere la pobreza e impulse el desarrollo sostenible del país y
fomente la integración latinoamericana teniendo en cuenta los retos de un mundo globalizado.” (Ley
General de Educación-28044, artículo 9.°.)
…“La educación básica ha de impulsar la vida democrática al moldear personalidades autónomas, con
iniciativa y conscientes de los derechos propios y ajenos. Con prácticas pedagógicas y formas de convivencia
renovadas, la educación debe ser la primera experiencia de los peruanos sobre el valor de las leyes, el
diálogo, la participación, las instituciones y la coexistencia pacífica […].” “Una educación renovada ayudará a
construir una sociedad integrada —fundada en el diálogo, el sentido de pertenencia y la solidaridad— y un
Estado moderno, democrático y eficiente. Dotará al país de ciudadanos participativos, fiscalizadores,
propositivos, con capacidad de liderazgo e innovación, dando así vida sostenida a la descentralización…”
(Proyecto Educativo Nacional al 2021: La educación que queremos para el Perú.)

El Estado “propiciará una cultura cívica de respeto a la ley y a las normas de convivencia, sensibilizando a la
ciudadanía contra la violencia y generando un marco de estabilidad social que afiance los derechos y
deberes de los peruanos. Fomentará una cultura de paz, a través de una educación y una ética públicas que
incidan en el respeto irrestricto de los derechos humanos, en una recta administración de justicia y en la
reconciliación.” (Acuerdo Nacional, sétima política de Estado.)

Terminemos con algunas apuestas y estudios internacionales:

“Las actitudes hacia los gobiernos autoritarios, las prácticas corruptas en el Gobierno y la aceptación de la
desobediencia a la ley están asociadas al conocimiento cívico. Los estudiantes con un mayor nivel de
conocimiento tienden a presentar un menor grado de aceptación de gobiernos autoritarios, corrupción en el
Gobierno y justificaciones para desobedecer la ley. Este patrón sugiere que el incremento en los niveles de
conocimiento cívico es un elemento importante para el desarrollo de las sociedades democráticas.”
(Asociación Internacional para la Evaluación del Logro Educativo: “Estudio internacional sobre Educación
Cívica y Ciudadanía”. Informe Latinoamericano 2009.)

“Aprender a vivir juntos desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las formas de
interdependencia —realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los conflictos— respetando los
valores de pluralismo, comprensión mutua y paz.” (Informe Delors, UNESCO 1996)

“La comprensión es a la vez medio y fin de la comunicación humana. El planeta necesita comprensiones
mutuas en todos los sentidos […] el desarrollo de la comprensión necesita una reforma planetaria de las
mentalidades; esa debe ser la labor de la educación del futuro. La comprensión mutua entre humanos, tanto
próximos como extraños, es en adelante vital para que las relaciones humanas salgan de su estado bárbaro
de incomprensión. De allí, la necesidad de estudiar la incomprensión desde sus raíces, sus modalidades y sus
efectos. Este estudio sería tanto más importante cuanto que se centraría, no solo en los síntomas, sino en las
causas de los racismos, las xenofobias y los desprecios. Constituiría, al mismo tiempo, una de las bases más
seguras para la educación por la paz, a la cual estamos ligados por esencia y vocación” (Morín 1999).
Si hacemos un esfuerzo por identificar los conceptos y las ideas-fuerza de las páginas anteriores, quizá
encontremos:

 Sujetos capaces de proponer cambios / convertirse en ciudadanos aptos.


 Preservar el medio ambiente / conciencia ambiental.
 Ejercer sus derechos ciudadanos / ejercer sus deberes y derechos / respeto irrestricto de los Derechos
Humanos.
 Equidad de género en todos los espacios educativos.
 Ciudadanos activos, que ejerzan sus derechos y los defiendan.
 Espacios de participación activa y eficiente / participación democrática / mecanismos de participación
de los estudiantes.
 Capacidades de participación, concertación, convivencia ética.
 Capacidad de participar en forma activa en la construcción de su proyecto de sociedad.
 Integración adecuada y crítica a la sociedad para el ejercicio de su ciudadanía en armonía con su
entorno.
 Educación intercultural bilingüe / respeto a la interculturalidad.
 Diálogo intercultural.
 Conocimiento de los pueblos indígenas.
 Comprensión mutua entre humanos es vital para que las relaciones humanas salgan de su estado
bárbaro de incomprensión.
 Formación de líderes estudiantiles democráticos.
 Cultura de paz, mediante la práctica de la no violencia en el entorno familiar, escolar.
 Tolerancia mutua en las relaciones entre las personas y entre mayorías y minorías.
 Solidaridad como fundamento de la convivencia.
 Formación ética y cívica.
 Enseñanza de la Constitución Política.
 Cultura cívica de respeto a la ley y a las normas de convivencia.
 Mayor nivel de conocimiento tiende a presentar un menor grado de aceptación de gobiernos
autoritarios, corrupción en el Gobierno y justificaciones para desobedecer la ley.
 Fortalecimiento del Estado de derecho.
 Ciudadanos participativos, fiscalizadores, propositivos.
 Valor de las leyes, el diálogo, la participación, las instituciones y la coexistencia pacífica.

A lo largo de las páginas de este fascículo iremos descubriendo cómo todos estos conceptos e ideas-fuerza
dan base real y explícita a los aprendizajes ciudadanos que hemos delimitado.

Comencemos, entonces, por afirmar que la necesidad de educar para una ciudadanía democrática e
intercultural surge como respuesta a la constatación de que la escuela debe recuperar su función
formadora de ciudadanas y ciudadanos. Con ese propósito, tiene que transformarse en un espacio en el
que sea posible vivir experiencias reales y significativas para el ejercicio de derechos, el cumplimiento de
responsabilidades y la construcción de un sentido de pertenencia a una comunidad donde es posible
deliberar con juicio crítico sobre lo público, y donde las relaciones de convivencia parten del genuino
reconocimiento de los otros como legítimos otros para hacer de la interacción con los demás una
oportunidad para el diálogo, la aceptación de las diferencias, la construcción de consensos y la aceptación
de disensos.

Por otro lado, apostar por el ejercicio de una ciudadanía democrática e intercultural desde la escuela parte
de la convicción de que los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, así como los docentes, son sujetos de
derecho, dispuestos a participar activamente en la renovación de su entorno institucional (p.e., la escuela)
y social (p.e., organizaciones sociales). Y son, además, capaces de arraigarse en la comunidad que los acoge
y representa.

Este convencimiento del sentido y finalidad de la escuela exige, como veremos más adelante, que ésta se
convierta en una institución capaz de revisar y cuestionar sus prácticas habituales; de modificar su
organización y estructura en virtud de una inspiración democrática; de provocar experiencias de
convivencia alejadas del anonimato, la homogeneización y la discriminación; y capaz, por último, de
consolidar procesos pedagógicos orientados a la autonomía, la creatividad, el pensamiento crítico y la
innovación.

El ejercicio de una ciudadanía democrática e intercultural trasciende las acciones en el aula y se convierte
en un eje transversal ineludible, pues es una de las finalidades centrales de la escuela y la educación
peruana. En las siguientes páginas desarrollamos el marco teórico del cual partimos, así como el enfoque,
las condiciones para su fomento, los espacios en los que se deben dar las situaciones de enseñanza-
aprendizaje y las competencias y capacidades de este aprendizaje fundamental.

1.2 Más piezas del rompecabezas…

¿Cómo entendemos la ciudadanía, la democracia y la interculturalidad?

Cuando preguntamos a las personas qué es la democracia, qué la ciudadanía y cómo entienden la
interculturalidad, recibimos, por lo general, respuestas muy diversas. Antes de plantearnos, entonces,
cómo desarrollar una educación para la ciudadanía en la escuela, veamos cómo estamos entendiendo
estos conceptos.

Empecemos por lo que todos aceptamos y conocemos: la ciudadanía es un estatus legal que nos concede el
Estado donde nacemos. Este estatus implica el acceso a determinados derechos y la obligación de cumplir
ciertas responsabilidades. En el Perú lo adquirimos formalmente a los 18 años. Sin embargo, hay otra
acepción: la “ciudadanía como opción”. En ese caso, un ciudadano no solo tiene obligaciones y derechos,
sino que, y sobre todo, se siente parte de una comunidad con la que comparte tales derechos y de la que
participa libremente para dialogar, deliberar e intervenir en los asuntos que les conciernen. Se trata, en
definitiva, de que todas y todos aporten a la construcción del bien común.

Así, ser ciudadano o ciudadana por condición supone alcanzar una posición establecida por un marco
normativo —es decir, un conjunto de leyes—; es decidir, desde nuestra identidad, ejercer nuestros
derechos y participar plenamente de la sociedad a la que pertenecemos. La ciudadanía es, de este modo,
un proceso en construcción permanente por el que la persona se va constituyendo como sujeto de
derechos y responsabilidades, por el que va desarrollando sentido de pertenencia a una comunidad política
(desde lo local a lo nacional y lo global). El ciudadano y la ciudadana se comprometen, desde una reflexión
autónoma y crítica, con la construcción de una sociedad más justa, de respeto y valoración de la diversidad
social y cultural. Son capaces, asimismo, de establecer un diálogo intercultural desde el reconocimiento de
las diferencias y del conflicto como inherente a las relaciones humanas.

Lo hasta aquí dicho nos proporciona un elemento característico y fundamental de la ciudadanía: ésta se
ejerce, es una práctica, una vivencia; en suma, es activa. Y de ahí se deriva una exigencia y una
característica adicional: no es posible ejercer una ciudadanía activa si no se logra un compromiso ético con
el otro, con el entorno social y con el medio natural. Este rasgo ético de la ciudadanía se nutre de la justicia,
se enmarca y se mide desde los Derechos Humanos (fundamento constitutivo del Estado peruano), y se
enriquece en el encuentro genuino con el otro, reconociéndolo como sujeto de derecho, como legítimo
otro. Elementos, todos ellos, que ofrecen mayores posibilidades de generar un pacto social sólido y
consolidado, sin duda el mejor antídoto contra la violencia (CVR 2003: 96).
Lo afirmado en los párrafos anteriores da cuenta de que no apostamos por una ciudadanía cualquiera:
vinculamos la ciudadanía, desde su definición misma, a dos ideas claves: democracia e interculturalidad.

Ahora, ¿cuál es nuestro concepto común de democracia? Solemos decir que una sociedad es democrática
cuando su sistema político ha permitido tanto la alternancia en el poder, gracias a elecciones libres, como
el ejercicio autónomo y equilibrado de los poderes del Estado. A ello se suma la existencia de mecanismos
de control y transparencia. Estos tres requisitos esenciales de la democracia están asociados, a su vez, a
tres de sus grandes principios: la soberanía popular (que incluye ya, en varios países, mecanismos de
participación directa), la limitación del poder y la necesidad de garantizar los derechos fundamentales de la
persona.

La ciudadanía se convierte así en un proceso en construcción permanente en el que la persona: l se va


constituyendo como sujeto de derechos y responsabilidades; l va desarrollando el sentido de
pertenencia a una comunidad política (desde lo local a lo nacional y lo global); l está comprometida —a
partir de una reflexión autónoma y crítica— con la construcción de una sociedad más justa, de respeto y
valoración de la diversidad social, cultural y natural; l es capaz de establecer un diálogo intercultural
desde el reconocimiento de las diferencias y del conflicto como inherente a las relaciones humanas.

Pero vayamos un poco más allá: la democracia no se instala únicamente en este terreno. Sus límites y
posibilidades están también relacionados con la capacidad de resolver los problemas más sensibles para
la sociedad:

 la desigualdad y la exclusión económica, social y política;


 la desconfianza en el sistema político y judicial;
 la corrupción institucionalizada; y,
 la inseguridad ciudadana.

Para nosotros, un sistema político democrático debe garantizar que el vínculo entre democracia y
desarrollo, democracia y Derechos Humanos, democracia y diversidad, no se limite a la esfera de lo formal,
sino que se vaya constituyendo en una cultura institucional expresada tanto en el sistema político como en
la convivencia social (Carrión y otros 2007).

¿Por qué si la democracia es tan compleja y supone tantos retos sigue siendo elegida y asumida como
sistema y forma de vida de tantos países? Porque sus principios fundacionales parten por reconocer y
proteger la dignidad en tanto condición intrínseca de ciudadanas y ciudadanos; porque resguarda el
derecho de los individuos a un acceso equitativo a las oportunidades de realización personal, y porque
fomenta e impulsa la constante creación social de una pluralidad de concepciones sobre cómo vivir mejor y
cómo participar activamente en los asuntos públicos.

Entonces, si la democracia es una forma de gobierno que se construye representando lo que la sociedad
aspira, es también una forma de vida, es decir, tiene su germen en lo cotidiano, en la convivencia misma,
en el seno de las relaciones humanas. Tiene así su sustento en el respeto de la dignidad del otro y en
relaciones equitativas que suponen una auténtica asociación entre hombres y mujeres para la buena
marcha de los asuntos públicos. Se trata de que unos y otras actúen en igualdad y complementariedad,
para obtener un enriquecimiento mutuo a partir de nuestras diferencias.
Antes de abordar el siguiente concepto, y pensando en que los y las docentes no solo tenemos que vivir en
democracia sino también educar para la democracia, creemos que resultan sumamente útiles algunas ideas
planteadas por Bernardo Toro (2010: 23-28) sobre este tema. Según este autor, la democracia es, en
realidad, una cosmovisión que se sustenta en seis principios. Acá queremos profundizar en los tres
primeros, pues consideramos que vinculan intrínsecamente a la democracia con la ciudadanía como
opción.

El principio de la secularidad sostiene que todo orden social es construido; esto quiere decir que no es
natural, sino que nosotros y nosotras conformamos una sociedad en concreto, la construimos y, por eso
mismo, podemos transformarla (principio básico que nos remite a nuestra acción ciudadana).

A su vez, el principio de autofundación plantea que, al ser la democracia un orden construido o


transformado por nosotros mismos, se expresa en leyes y normas que reconocemos y que, por tanto, se
aspira a que las vivamos, cumplamos y protejamos. Por eso la democracia requiere de la participación de
todos los miembros de la sociedad.

“Bajo el principio de la autofundación, la democracia es una decisión de una sociedad en concreto para
autorregularse y mantener un orden que exprese, conjugue o represente los intereses del bien común y
proteja la dignidad de todos y todas.”

Por último, el principio de incertidumbre indica que no existe un modelo ideal de democracia que
podamos copiar o imitar. Toca pues a cada sociedad —es decir, a todos y todas los que estamos vinculados
a una comunidad— crear nuestro propio orden democrático. La democracia es una construcción cotidiana.
Es posible aprender de otras sociedades, pero corresponde a cada una construir su propio orden
democrático a partir de su historia, de su conocimiento, de su tradición y de su memoria. Es necesario
trabajar todos los días en su construcción: en esto consiste el principio de incertidumbre; principio que nos
vincula indefectiblemente a la acción. Esta construcción resulta particularmente compleja en una sociedad
tan plural como la peruana, compuesta por hombres y mujeres que han participado de diferentes procesos
históricos, tradiciones, lenguas y hasta estructuras de organización.

Esto último nos lleva a trabajar el tercer concepto clave en esta ecuación: la interculturalidad. Cuando
hablamos de ella, seguramente se nos viene a la mente la multiculturalidad o la pluriculturalidad de
nuestro país. Pero debemos ir más lejos: los principios de la interculturalidad plantean que no basta con
conocer y comprender al otro o respetar su cultura, sino que es preciso, además, asumir la defensa de unos
valores y unas normas comunes pero enriquecidos con los aportes de las vivencias y miradas de todas las
culturas. En definitiva, se plantea la superación de la mera coexistencia por la valoración positiva de la
diversidad sociocultural. Toma como punto de partida que ningún grupo tiene por qué perder su cultura o
identidad propia y aceptar las complicaciones inherentes a la vida en conjunto. Implica perder el miedo a la
diferencia, dejar de sentirnos amenazados por ella e interesarnos por entablar contacto con el otro
adoptando una posición de descentramiento (Zavala, Cuenca y Córdova 2005: 21).

“El corpus de Derechos Humanos reconoce asimismo nuestra humanidad común y la individualidad
particular de cada persona. La asimilación, es decir, la unidad sin diversidad, conllevaría una
homogeneización forzada y una pérdida de vitalidad, mientras que la diversidad, si no está sujeta al
principio de humanidad común y al principio de solidaridad, haría imposibles el reconocimiento
recíproco y la inclusión social. Si hemos de crear una identidad común, ésta deberá asentarse en los
valores de la hospitalidad hacia el resto del mundo y el respeto de la igual dignidad de cada persona”
(Consejo de Europa 2008: 17).
Como vemos, nuestra comprensión de la democracia se asienta en la cultura misma, es decir, en la
capacidad de los ciudadanos y ciudadanas para establecer relaciones de respeto de la dignidad del otro. En
contextos como el peruano, la convivencia y la participación no pueden dejar de nutrirse de nuestra
característica multicultural, ni dejar de ver de manera crítica las relaciones de poder entre las culturas y las
desigualdades, que reafirman esas relaciones de poder. Y de ahí que la democracia, como forma de vida,
implique asumir la interculturalidad como una oportunidad para establecer un diálogo de reconocimiento
mutuo

, el enriquecimiento de saberes y experiencias, y el establecimiento de alianzas y acuerdos que reconozcan


y respeten a las personas, sus saberes, sus sentidos y prácticas.

*MINEDU 2001. Rutas del Aprendizaje. Fascículo: Convivir, participar y deliberar para ejercer una
ciudadanía democrática e intercultural.

ACTIVIDAD

1. Relee atentamente los extractos de diagnósticos y demandas de los Proyectos Educativos Regionales y
algunos testimonios de docentes y adolescentes de escuelas peruanos, y responde:
a. Te parecen familiares las situaciones descritas. ¡Sí o no, por qué?
b. ¿Coincidirías con tales diagnósticos y demandas? ¿Por qué?

2. Elabora un esquema que responda a la pregunta ¿Cómo entendemos la ciudadanía, la democracia y la


interculturalidad?

3. Bernardo Toro manifiesta que “… la democracia es, en realidad, una cosmovisión que se sustenta en
seis principios.” En tu opinión, cuál es la importancia de los tres primeros principios que hemos leído?

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