El Cuarto de Atrás: Una Novela Autoficcional
El Cuarto de Atrás: Una Novela Autoficcional
El Cuarto de Atrás: Una Novela Autoficcional
04 de mayo de 2022
El cuarto de atrás (1978) de Carmen Martín Gaite podríamos clasificarla dentro de lo que
el crítico literario español Gonzalo Soberano llamó la “novela estructural”, un modelo en el cual
la narrativa de la posguerra española se aleja de la “novela existencial” (de los años cuarenta) y
de la “novela crítica” (que proliferó entre las décadas del cincuenta y sesenta) en busca de una
obra que mantuviera el equilibrio entre la experimentación formal y el aspecto social (Romano,
“El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite: una poética del margen”, 23). Sin embargo, desde
ambigüedad de la novela de Martín Gaite en cuanto a género literario. Las propuestas son
variadas. Algunos la han definido como “novela autobiográfica”, otros como “novela
fantástica”. De ahí el problema de la crítica a la hora de intentar vincular entre sí elementos tan
cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite; y, de acuerdo con la teoría autoficcional, demostrar sus
contra portada de su libro Fils (1977). Se trata de un breve texto escrito por el autor cuya
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confiado el lenguaje de una aventura a la aventura del lenguaje” (Faix, “La autoficción como
autor francés volvió frecuentemente sobre el término, dándonos definiciones cada vez más
precisas de su propuesta: “Una forma de escritura que presenta una historia verdadera a través de
dudando en involucrar hasta su nombre para proponer un pacto de lectura que imite los
principios del pacto autobiográfico, al mismo tiempo que los subvierte”. (Evangelista,
y elabora varios tomos, por lo menos casi la mitad de su bibliografía, donde explica y amplía la
teoría apenas esbozada por Serge Boubrovsky. Reelabora el concepto de la siguiente manera:
“La autoficción pretende romper los esquemas receptivos del lector (o al menos hacerle vacilar),
al proponerle un tipo de lectura ambigua: si por una parte parece anunciarle un pacto novelesco,
por otra, la identidad de autor, narrador y personaje le sugiere una lectura autobiográfica”
funciona gracias a la ambigüedad entre autor y personaje, pues, en la obra se insinúa que el
autoficción, 11). Es un tipo de novela que no pretende presentarse como una autobiografía. Por
lo contrario, el autor presenta lo “real” como una simulación. La autoficción se trata, entonces,
de un género en el cual se pone en juego las implicaciones del pacto autobiográfico y el pacto
ficticio.
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onírico con los recuerdos. De una forma un tanto peculiar, los primeros párrafos nos plantean
una parte de su naturaleza: el pacto ficcional. El cuadro es simple pero complejo: la protagonista
antes de caer dormida mientras observa un cuadro intitulado Conferencia de Lutero con el
diablo: “hace mucho que lo tengo frente a mi cama, y a lo largo de alguna noche en vela, cuando
lo real y lo ficticio se confunden, he creído que era un espejito donde se reflejaba” (5). Este es el
comienzo del magnífico juego entre lo real y lo ficticio al que Martín Gaite nos invita a
Ahí está el libro que me hizo perder pie: Introducción a la literatura fantástica de
Todorov, vaya, a buenas horas, lo estuve buscando antes no sé cuánto rato, habla
Todo este primer capítulo tiene que ver, de hecho, con las clasificaciones que Todorov
nos ofrece sobre lo fantástico. El teórico literario declara que el cuento fantástico se presenta:
“En un mundo que es el nuestro, el que conocemos […] se produce un acontecimiento imposible
de explicar por las leyes de ese mismo mundo familiar.” (Todorov, Introducción a la literatura
fantástica, 18). A su vez, es posible encontrar variaciones dentro del cuento fantástico, que
sobrenatural: “o bien se trata de una ilusión de los sentidos, de un producto de imaginación, y las
leyes del mundo siguen siendo lo que son, o bien el acontecimiento se produjo realmente, es
parte integrante de la realidad, y entonces esta realidad está regida por leyes que desconocemos”
(18-19). En el primer caso se trataría del género “extraño”, mientras que en el segundo se trataría
del género “maravilloso”. Aparte, Todorov recalca una característica recurrente del cuento
fantástico: el misterio. Este elemento se trata de la reacción natural cuando un suceso rompe con
las leyes que mantienen el orden de la naturaleza (20). En el capítulo, la protagonista mantiene la
ambigüedad entre lo ficticio y lo real. Recalca que padece de insomnio y que se encuentra
Es inútil, no me duermo. He dado la luz, tengo el reloj parado en las diez, creo
enderezan el techo, las paredes y el marco alargado del espejo, ante el cual me
vertical, con los brazos colgando por los flancos de su pijama azul. (Martín Gaite,
El cuarto de atrás, 4)
encontrará rumbo al final de la novela. Aquí solo se siembra la semilla de la intriga, pues, ¿será
El pacto biográfico y otros estudios (1975), y en cómo este correlaciona la voz narradora y la del
autor (Alcaraz León, "El lector ante la autoficción", 64). De esta forma, Carmen Martín Gaite
estrecha las fronteras entre autor, personaje y narrador, haciendo evidente la unidad entre ellos.
del libro vocabulario útil, el editor expresa la relación en la nota 221: “Referencia a la primera
novela de Carmen Martín Gaite, El baneario (1955)”. Pasaré por alto los datos autobiográficos
más quisquillosos1, y mencionaré por último un dato curioso (supongo que así lo fue por lo
menos durante los primeros años de publicación), en el que, en medio de un diálogo entre el
personaje cuyo nombre comienza con C…2 y Alejandro, quien casualmente se llama igual que un
personaje la novela rosa que la protagonista estuvo escribiendo junto con una amiga del instituto,
—¿Qué libro?
[…] —Un libro que tengo en la cabeza sobre las costumbres y los amores de esa
época.
1
La protagonista nace el mismo año, 1925, y en el mismo lugar que la autora, Salamanca (Cremades, “Tras la huella
literaria de Carmen Martín Gaite. Estudio biográfico y aproximación didáctica”, 3); ambas estudiaron en Filosofía y
Letras durante la misma época; ambas pasaron largas temporadas con sus abuelos maternos en la provincia de
Orense, etcétera.
2
“― ¿Su nombre no empezará, por casualidad, con la letra C?
―Sí... pero eso, ¿qué tiene que ver?” (Martín Gaite, El cuarto de atrás, 76)
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Los recuerdos, por otra parte, sirven también como un puente entre el lector y el autor
donde, a pesar de los sucesos fantásticos que de cuando en cuando se dejan leer, se pacta la
verosimilitud del relato. Susana Arroyo, en su tesis doctoral, aclara que, en la autoficción, se
recurren a las experiencias concretas del autor para crear un marco referencial, en el cual el
lector podrá llegar a sentirse identificado (209). De esta forma, la verosimilitud se crea a partir de
las concordancias que el lector encuentre entre el mundo textual y la realidad extraliteraria (210).
Se tratan de dos elementos que, sin embargo, discrepan de la rigurosidad histórica, como si lo
haría una autobiografía. La autora prefiere recordar. No solo recuerda los tensos primeros años
del franquismo, como el relato de aquel tío socialista que fue ejecutado, sino también de los
juegos como el parchís y cánones de la feminidad. El interés de Martín Gaite no era el de hacer
un ensayo sociocultural del franquismo3, sino la de recrear una época desde su experiencia, a
Ahora quisiera describir los ejes temáticos en El cuarto de atrás. En su tesis doctoral,
Susana Arroyo Redondo explica los dos ejes temáticos más recurrentes de la autoficción:
los grandes motivos biográficos de las aetates hominis (los tópicos personales
3
Años después publicará Usos amorosos de la postguerra española, un proyecto totalmente distinto a El cuarto de
atrás y que sí tiene como fin la investigación de cierto aspecto social durante la postguerra española.
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adolescencia, entre la cruenta Guerra civil española y los inestables primeros años de la
postguerra, y reflexionará sobre el papel que ha jugado la literatura en su vida: la evasión. Como
autora se inclina por los recuerdos. En este sentido, la novela es una amalgama de recuerdos que,
visto desde cercas, podría pensarse que corresponden a un carácter confesional más que
histórico; pero que, visto desde lejos, cada elemento aparentemente trivial da como resultado un
cuadro donde se recrea la vida cotidiana de una época. Susana Arroyo explica esto de la
siguiente manera: “harán primar los contenidos vitales, las descripciones detalladas sobre los
del colegio como mundo formativo” (213). Martín Gaite deja al lado los motivos de la guerra, las
que ayudan a comprender una época desde su cotidianidad. No es solo algo que se pueda leer en
blancas, ellas sustituirían las huellas de su paso (Martín Gaite, El cuarto de atrás,
104)
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Es por ello que cobra sentido la obsesión de Martín Gaite a la hora de hablarnos de cómo
Carmencita Franco y sus calcetines de perlé calados y sus zapatos negros de charol con tablilla
El segundo eje temático se te trata, por lo regular, de autorreflexiones acerca del acto de
la escritura. Susana Arroyo lo explica así: “la autoficción es una autobiografía metaficticia del
«yo» escritor: una puesta en claro de su trayectoria como lector, una valoración del momento
cultural en que vive, una reflexión sobre sus obras anteriores y una declaración sobre su peculiar
teoría de qué cosa sea la literatura” (Arroyo, “La autoficción: entre la autobiografía y el ensayo
biográfico. Límites del género”, 214). Este acto autorreferencial tiene como fin comprometer al
lector en la intervención del texto (ya sea captando las referencias, asumiendo los juegos
que la autoficción puede utilizar este eje temático con el propósito de la exploración personal:
“Pues si el «yo» es una reconstrucción discursiva compuesta a partir de una visión subjetiva del
mundo, el hecho de meditar sobre la ficción y los modos del discurso implicará, a su vez, una
El cuarto de atrás existe una correlación entre los recuerdos y la reflexión sobre la
momento determinado, sino, más bien, en un lugar: el cuarto de atrás: “los recuerdos que pueden
damos alguna sorpresa viven agazapados en el cuarto de atrás, siempre salen de allí, y sólo
cuando quieren, no sirve hostigarlos”. Para la protagonista, el cuarto de atrás fue un espacio
donde pudo divertirse de niña, hasta poco antes de la guerra, leyendo cuentos infantiles de
Antoniorrobles, edificando castillos con cartulinas o jugando al parchís con sus primos:
Urías 9
con los muelles rotos al que llamábamos el pobre sofá, tumbarse en la alfombra,
Hasta antes de la guerra, la protagonista se divertía jugando con juguetes que sus padres
le compraban en Madrid, pero, debido a las necesidades económicas durante aquellos duros años,
dejaron de comprarle. Por sus características, los viejos juguetes se consideraron artículos
superfluos y se amortizaron. Pero más allá de lo lúdico, la importancia del cuarto de atrás se
debía a que representaba su único espacio personal: “Pero aquella holgura no nos la había
discutido nadie, ni estaba sometida a unas leyes determinadas de aprovechamiento: el cuarto era
nuestro y se acabó” (97). Pero vino la guerra, y con ella, se fueron no solo los juguetes, sino
también el cuarto de atrás, que pasó de ser una sala de recreación, un espacio personal, a un
cuarto de despensa, un espacio público: “en el momento más inoportuno, podía entrar alguien,
como Pedro por su casa, y encima protestar si el camino hacia el aparador no estaba lo bastante
limpio y expedito” (98). En este punto aparece su amiga de infancia, cuyos padres estaban
encarcelados y que parecía no importarle mucho los juguetes. Hay toda una escena donde la
protagonista invita a su nueva amiga a ver en el escaparate de una tienda una vajilla de juguete
que su padre no había podido comprarle pero que deseaba profundamente; para su sorpresa, a su
Después de un rato de estar allí parada, dijo: «Bueno, vamos, ¿no?, que hace
mucho frío» y echamos a andar hacia la Plaza Mayor. Fue cuando me empezó a
hablar de Robinson Crusoe, me dijo que a ella los juguetes comprados la aburrían,
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que prefería jugar de otra manera. «¿De qué manera?» «Inventando; cuando todo
Aquella valiosa de su amiga no solo repercutió su infancia, sino toda su vida, incluso
hasta después de haberse convertido en una escritora profesional. Ambas inventan una isla
llamada Bergai, un refugio tal como el cuarto de atrás, donde nadie le reñirá y en donde no habrá
más reglas que las que a ellas les plazca: “Si te riñen, te vas a Bergai —dijo ella—, ya existe. Es
para eso, para refugiarse” (101). Para la protagonista, la creación es una forma de evasión, una
Por último, quisiera cerrar este ensayo volviendo sobre el tema de lo fantástico y aquellas
pistas que la autora nos dejó en el primer capítulo. Rumbo al final, nos hemos encontrado con
una novela fantástica, por lo menos en cuanto a la definición de Todorov. Las leyes de la
naturaleza parecen ser quebrantadas a cada rato. Es por ello que hay un halo de misterio en toda
la historia. A veces desaparecen y vuelven a aparecer libros y notas sin explicación alguna; otras
se tiene la sensación que alguien está al acecho, afuera de la casa; otras, que el interlocutor,
Alejandro, es un personaje demasiado enigmático que nos hace dudar de su existencia. Al final
del penúltimo capítulo, un viento entra a la casa y desordena la sala; luego, mientras Alejandro
acomoda los folios, la protagonista se queda dormida. “La cajita dorada”, el siguiente capítulo
comienza totalmente distinto a como finalizó el anterior. Pareciera como si nada de lo contado
hubiera sucedido en realidad. Su hija la despierta, y ella está sobre la cama, justo como al
principio:
fuma, en silencio.
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Y hasta aquí podríamos declarar la novela como un relato fantástico-extraño, una novela
donde los sucesos fantásticos se explican a través de un razonamiento lógico: todo fue un sueño,
nuestra protagonista se ha quedado dormida en su cama. Sin embargo, hay varios elementos que
podrían contradecir este argumento, pero el más importante es la cajita dorada que encuentra
debajo de sus almohadas. Este objeto era de Alejandro: “Ahora él ha sacado del bolsillo una
cajita dorada, la abre y me la tiende. Veo dentro unas píldoras minúsculas, como cabezas de
alfileres, de colores.” (52). El final es la ambigüedad. Ahora solo queda aceptar que las reglas
ochenta y dos cuartillas titulado El cuarto de atrás, donde se puede leer exactamente la misma
No hay ninguna duda que El cuarto de atrás es una novela que exige cierto grado de
actividad de parte del lector. Estamos frente a una ficción peculiar. Hay una comprensión de la
teoría clásica de la ficción (Todorov), y al mismo tiempo hay un afán de experimentación, de ver
hasta dónde el “yo” autobiográfico y sus recuerdos se pueden convertir también en ficción.
¿Hasta qué punto la novela autobiográfica se vuelve un relato de ficción? El resultado que
Martín Gaite nos ofrece es una reflexión sobre la misma escritura y el papel que juega en su vida.
Bibliografía
2. --- “¿Existe la autoficción en Hispanoamérica?”. Cuadernos del Cilha, Vol. 7, núm. 7-8
3. Alcaraz León, María José. "el lector ante la autoficción". Thémata. Revista de Filosofía, núm.
4. Anievas Gamallo, Isabel C. “El cuarto de atrás Carmen Martín Gaite o La ambigüedad de lo
https://www.jstor.org/stable/27923181
6. Cremades, Raúl. "Tras la huella literaria de Carmen Martín Gaite. Estudio biográfico y
https://www.researchgate.net/publication/326410005_Tras_la_huella_literaria_de_Carme
n_Martin_Gaite_Estudio_biografico_y_aproximacion_didactica
6. Evangelista Ávila, Iram Isay y Ana Lilia Rivera Flores. "Autoficción. La literatura de lo real".
7. Faix, Dóra. “La autoficción como teoría y su uso práctico en la enseñanza universitaria de la
Lehrer-Wissen, editada por Ilona Feld-Knapp. Budapest: Editorial Typotex, 2012. 129-
138. https://docplayer.es/64189143-La-autoficcion-como-teoria-y-su-uso-practico-en-la-
ensenanza-universitaria-de-la-literatura.html
Urías 13
8. Romano, Marcela. “El cuarto de atrás de Carmen Martín Gaite: una poética del margen”.