Sobre El Eterno Resplandor de Una Mente Sin Recuerdos

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Sobre el “Eterno

resplandor de una
mente sin recuerdos”
CARLOS GIRÓN
11 SEP 2014

Esta película, protagonizada por Kate Winslet y Jim


Carrey, tiene uno de los títulos más bellos que pueda
haber. Desde este sencillo detalle inicia ya el juego
del tiempo: es uno de los más grandes poetas
ingleses, Alexander Pope, el que da título al film.
Eternal sunshine of the spotless mind, algo de difícil
traducción que en Latinoamérica se convirtió en
Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. En
España, mientras tanto, algún genio de la
mercadotecnia decidió que la poesía podía no ser tan
buena para la cartelera y resumió la historia diciendo:
¡Olvídate de mí! Ya ves que la belleza, la de verdad,
suele pasar siempre por incomprendida.

Las buenas historias tienen la capacidad de


renovarse constantemente. Quién iba a imaginarse
que un filósofo y teólogo, particularmente hábil en el
terreno de la lógica, sería el protagonista de una de
las historias de amor más famosas de la historia.
Pedro Abelardo y las cartas de su amada Eloísa
constituyen el eco de una memoria histórica que
llega hasta el cine con Joel (Jim Carrey) y
Clementine (Kate Winslet). No es que la historia
sea la misma, sino que el poema de Pope que da
título a la película está inspirado en la palabras que
Eloísa dedica a su amado desde el aislamiento y la
distancia. Ese eterno resplandor es el de la amada
condenada a olvidar y ser olvidada. Nada más
paradójico, pues su historia sigue rondando por los
vientos de este mundo.

La traducción y eterno
resplandor del recuerdo

Hay que aceptar que traducir el verso de Pope es


sumamente complicado. Esta misma complejidad
acompaña al guión entero que es obra del genial
Charlie Kaufman, de quien podemos esperar
cualquier cosa menos algo lineal y predecible. Los
personajes se conocen después de un impulsivo
cambio de opinión de Joel en una estación de tren.
Tenemos entonces la coincidencia, la apariencia
de lo fortuito que nos anuncia un romance de
esos que se dan a primera vista. Pero, de nuevo,
con Kaufman nada es lo que parece. Pronto veremos
que la explicación de ese momento de
espontaneidad es todo menos sencilla. ¿Destino? Sí,
pero las sorpresas nos las preparamos nosotros
mismos. - tuitéalo

How happy is the blameless vestal’s lot! The


world forgetting, by the world forgot. Eternal
sunshine of the spotless mind! Each pray’r
accepted, and each wish resign’d.

Pero vamos a concentrarnos un poco en la


traducción de ese hermoso verso: el eterno
resplandor de una mente sin recuerdos. Nada que
decir con respecto al ‘eterno resplandor’, esa es la
parte más sencilla. No así el caso de spotless
mind que nos presenta un curioso dilema: ¿es
posible una mente sin manchas? Claro que aquí
asumimos ya que el recuerdo, es decir, la memoria,
no es sino una colección de manchas que vamos
acumulando a lo largo de la vida. Una mente
inmaculada es una mente sin recuerdos que,
como dice el poema, olvida al mundo mientras es
olvidada por el mundo. Hace falta aquí la referencia
anterior al ejercicio de las vírgenes vestales: niñas
elegidas para 30 años de servicio al cuidado del
fuego sagrado de la ciudad de Roma. La dedicación
a Vesta, la diosa del hogar, supone el aislamiento
temporal: es necesario el olvido, la clausura en el
fuero interno, para mantener el eterno resplandor del
fuego sagrado del hogar.

La memoria es emocional, por eso late en las


neuronas. - tuitéalo
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Cumplido el servicio, la virgen puede optar por salir y


reintegrase al mundo. Una linda metáfora del proceso
de duelo necesario antes de volver a abrir las puertas
de la memoria. Es necesario procesar, esperar un
poco para dedicarse al cuidado de lo interno. Sólo así
se puede poner un pie de nuevo en el mundo:
después de haber establecido una sana distancia con
él para que, cada quien por su lado, se respire un
poco y se renueven las fuerzas. Esta es la manera de
mantener ardiendo el fuego interior, porque la
memoria, contrario a lo que podría pensarse,
tiene un potente núcleo emocional que le
mantiene latiendo en las neuronas.

El corazón de la memoria

Aquí es donde inicia la locura de la película. Un


proceso de olvido forzado que no se trata de las
pastillas para no soñar que pide Sabina. El Dr.
Howard Mierzwiak (Tom Wilkinson) ofrece borrar de
la memoria a determinados individuos gracias a un
procedimiento de rastreo de los recuerdos en el
cerebro y un ligero daño cerebral con el olvido ya
mencionado como la única consecuencia. La
surrealista idea (por la que muchos pagarían sin
duda) hace posible que Michel Gondry, director de la
película, saque provecho de la gran capacidad
histriónica de los protagonistas. Una siempre
notable Kate y un extraordinario Carrey que
muestra que es capaz de contener su
desbordante energía para brindar comedia y
drama por igual. En suma, todos los ingredientes
están sobre la mesa para contarnos una gran
historia.

El reparto de la película también nos muestra un


eterno resplandor. - tuitéalo
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Nos situamos ahora dentro de la conciencia de Joel


que quiere vengarse del impulso que llevó a
Clementine a borrarlo de su memoria. Durante el
proceso de reforma de la casa del recuerdo vemos
que el protagonista cambia de opinión al revivir
las buenas cosas de la relación. Joel quiere
conservar episodios que guardaba también en el
corazón. El problema es que se encuentra sedado en
su propia cama, por lo que la lucha se convierte en
un salto de recuerdo en recuerdo para esconder a su
amada. Mientras tanto, en el mundo exterior, la
cacería nos revela algunos secretos del propio Dr.
Mierzwiak insinuando ya que la memoria es algo
más que un registro eléctrico en el cerebro. -
tuitéalo

Consumada la obra, todo parece estar listo para


reintegrarse al mundo. El dolor del recuerdo ha
desaparecido. La mente ha perdido una de sus
manchas y se dispone a jugar de nuevo en el
barro de la vida. Pero hay algo, un susurro, una
sugerencia en el viento. Joel cambia de idea y toma
el tren equivocado que, por una vez, lo lleva a la
estación correcta. Se encuentra de nuevo con
Clementine. Los dos, con su eterno resplandor, se
disponen a empezar de nuevo lo que condenaron
al olvido. Los hechos se pierden en el tiempo, los
recuerdos se desvanecen, pero las sensaciones y la
emoción siguen siendo el ancla del mundo. Los
aromas, el ligero escalofrío del enamoramiento, las
risas, la sal de las lágrimas, el suspiro acompasado
con la música del corazón… las sensaciones nos
llaman una y otra vez recordándonos que el fuego
sagrado sigue ardiendo. El olvido no hace sino
recordarnos el eterno resplandor del corazón de la
memoria. - tuitéalo

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