Suprema Rol 3003-10
Suprema Rol 3003-10
Suprema Rol 3003-10
CONSIDERANDO:
PRIMERO: Que el recurso de nulidad interpuesto en el libelo de fojas
287 a 369 de estos antecedentes, en su segmento inicial, se afinca en
el artículo 373, letra a) del Código Procesal Penal, concreta el defecto
en la inobservancia a los artículos 5° y 19, Nros. 3°, inciso quinto y 26°,
de la Constitución Política de la República y 295, 296 y 335 del
estatuto procedimental criminal.
Como cuestión previa, explica que la Intendencia Regional de
Valparaíso, representada por el Intendente de la época, Luis
Guastavino Córdova, celebró un Convenio de Colaboración con Hugo
Meza Zúñiga, con el objeto que se desempeñara entre el uno de
noviembre y el treinta y uno de diciembre de dos mil cinco, como
ejecutor de dos proyectos contemplados en el marco de lo que se
denominó ?Programa de Generación de Empleo? (PGE). El contratista
Meza Zúñiga dispuso la realización de los proyectos ?Mantenimiento
de plazas y espacio públicos Provincias de Quillota ? Petorca ? San
Felipe?, por un monto de veintitrés millones seiscientos setenta mil
pesos ($23.670.000.-), y ?Limpieza de calles y aseo de espacios
públicos en diferentes sectores altos de Viña del Mar?, por quince
millones setecientos ochenta mil pesos ($15.780.000.-), sumas
pagadas y recibidas por M eza Zúñiga mediante un cheque emitido por
la aludida Intendencia por treinta y nueve millones cuatrocientos
cincuenta mil pesos ($39.450.000.-). Indica que esos dineros se
traspasaron del gobierno central a la Intendencia por decretos
supremos del Ministerio del Trabajo y Previsión Social, con cargo a
una partida de la Ley de Presupuestos del Sector Público para el año
dos mil cinco.
Añade que en estos planes le cupo intervenir, en razón de sus cargos,
a José Manuel Mancilla López, entonces Secre
tario Regional Ministerial del Trabajo y Previsión Social de la V Región
y a Jaime Quiroz Moscoso, a la sazón funcionario del Departamento
de Municipalidades del Gobierno Regional-Valparaíso, quienes
ejecutaron acciones dolosas defraudatorias.
Asevera que, de este modo, fraudulentamente, se obtuvieron recursos
que fueron asignados a Meza Zúñiga, con quien existía concierto
previo, al igual que con Giusseppe Malatesta Valladares, antiguo
ejecutor de estos programas. Facilitaron los medios para la selección,
contratación y pago de los supuestos beneficiarios que no reunían las
condiciones exigidas por las obras, o que derechamente no trabajarían
en ellas o que ejecutarían una labor ajena a los fines contemplados en
el mismo, por ejemplo, el favorecimiento directo o indirecto de
campañas electorales del Diputado señor Rodrigo González Torres, en
Viña del Mar, y otros a la candidatura a diputado del señor Marco
Enríquez-Ominami, en Quillota.
Agrega que en Viña del Mar, Fernando Demetrio Avendaño Schlick,
secretario remunerado del diputado González, y Max Leonidas
Bastidas Pinilla, jefe de campaña para las elecciones parlamentarias
de dos mil cinco del mismo congresal y entonces consejal de la
Municipalidad de Viña del Mar, procedieron a recabar de dirigentes
vecinales de la comuna viñamarina nóminas de personas que se
verían ?beneficiadas? con las faenas. De esta manera Avendaño y
Bastidas intervinieron en la selección, contratación y pago y/o
facilitaron los medios para la selección, contratación y pago de los
supuestos favorecidos que no reunían las condiciones personales
exigidas por el programa, o, como se dijo, derechamente no trabajaron
en el proyecto o lo hicieron en algo distinto o ajeno a él, por ejemplo, el
favorecimiento, en Viña del Mar, de la campa f1a electoral del
entonces candidato González Torres.
En Quillota, en las labores de suscripción de los contratos de trabajo y
pago a los supuestos beneficiarios del proyecto intervino Luis
Fernández Sarmiento, concertado con Meza Zúñiga y Malatesta
Valladares, quien personalmente llevó la lista de aquellos a la
Intendencia, se encargó de proponer a los sujetos que ejecutarían el
trabajo y, a lo menos, facilitó los medios para la celebración de los
convenios y posterior pago; incluso llegó a insertarse y recibió dinero
como un favorecido más, al igual que su cónyuge, sin realizar labor
alguna.
Finalmente, señala que en la comuna de San Felipe, actuación similar
a la de Avendaño y Bastidas en Viña del Mar y a la de Fernández en
Quillota, les cupo a Edgardo Lepe Acevedo y Ricardo León Romero.
Precisa que por estos hechos el Ministerio Público y el Consejo de
Defensa del Estado acusaron a José Manuel Mancilla López,
Giusseppe Malatesta Valladares, Luis Fernández Sarmiento, Jaime
Quiroz Moscoso, Hugo López Meza, Ricardo León Romero, Edgardo
Lepe Acevedo, Max Bastidas Pinilla, y Fernando Avendaño Schlick.
Relata que seis de ellos aceptaron un procedimiento abreviado, siendo
condenados el veinticinco de septiembre de dos mil nueve, Mancilla y
Quiroz como autores del delito consumado de fraude al Fisco, previsto
en el artículo 239 del Código Penal, y Meza Zúñiga, Malatesta
Valladares, León Romero y Lepe Acevedo, por su responsabilidad de
autores del injusto consumado de estafa del artículo 468 del mismo
compendio legal. De este modo, los imputados Fernández, Bastidas y
Avendaño decidieron ser juzgados en procedimiento ordinario.
Acorde a tales sucesos el recurrente aduce como garantía conculcada
de manera sustancial la del artículo 19, N° 3°, inciso quinto, de la Carta
Fundamental, es decir, el debido proceso, a lo que adiciona el artículo
5° de la misma disposición superior en tanto amplía la concepción de
este derecho, y el artículo 19, N° 26°, de esa compilación.
Refiere que este derecho se vulneró al impedir la presentación de
prueba para acreditar la pretensión del ente persecutor que coincide
con la del querellante, violentando el principio de la libertad probatori
a consagrado en los artículos 295 y 296 del Código Procesal Penal, en
cuya virtud se permite comprobar los hechos por cualquier medio de
convicción, producido e incorporado en conformidad a la ley, en la
audiencia de juicio respectiva, dogma que cobra realce cuando se trata
de prueba nueva, como lo autoriza el artículo 335 de la aludida
recopilación de leyes.
En lo concreto, indica que en el desarrollo de las audiencias de prueba
del juicio, entre el ocho y treinta de marzo pasado, el Ministerio
Público, con la adhesión del Consejo de Defensa de Estado, pidió al
tribunal oral que se permitiera incorporar como prueba nueva la
sentencia ejecutoriada de veinticinco de septiembre de dos mil cinco,
dictada en el procedimiento abreviado en que se condenó a seis de los
nueve encartados. Al efecto, expresó que tanto la acusación del
Ministerio Público como la del Consejo de Defensa del Estado fueron
formuladas en época muy anterior a septiembre de dos mil nueve y,
evidentemente, no pudo ofrecerse como prueba instrumental o
documental en los respectivos libelos de acusación, conforme se
establece en los artículos 259, letra f), y 261, letra c), del Código
Procesal Penal, porque a esa data no existía.
En la secuela del litigio, en decisión dividida, se denegó su
incorporación por no consentirlo el artículo 335 del Estatuto de
Instrucción Criminal, pues se quebranta el principio de inmediación y
se incorporan una serie de antecedentes que el tribunal oral
desconoce, toda vez que en concepto de los jueces del grado el
mentado canon prohibiría la introducción de una resolución emitida en
el procedimiento abreviado, interpretación que el compareciente
califica de errada y atentatoria de la garantía del debido proceso, dado
que únicamente impide invocar, dar lectura o agregar como medio de
prueba al juicio oral, algún elemento que diga relación con la
proposición, discusión, aceptación, procedencia, rechazo o revocación
de una suspensión condicional del procedimiento, de un acuerdo
reparatorio o de la tramitación de un juicio abreviado, pero no excluye
la admisión de una sentencia ejecutoriada extendida en un proceso
abreviado, tanto por su tenor literal, como por la naturaleza y
fundamento de la norma.
Asegura que esta Corte Suprema ya ha establecido que la limitación
estipulada atañe únicamente a la persona del imp utado, de manera
que la agregación del pronunciamiento que sancionó a otros
inculpados por los mismos hechos, no configura inobservancia a las
garantías reconocidas en la Carta Magna.
Enseguida relata que su parte formuló otra petición cuya resolución
implicó una nueva transgresión al debido proceso, esto es, se solicitó
la recepción como prueba de la declaración de tres de los seis
condenados en el procedimiento abreviado aludido, lo que tampoco
fue acogido por el tribunal oral, argumentando que dicho requerimiento
constituye una sorpresa para los defensores que jamás contaron con
que tres incriminados en los mismos hechos -Malatesta, Meza y
Mancilla-, podían ser llevados como testigos al juicio. Además, refieren
que la decisión de los convictos que optaron por un juicio oral se fundó
precisamente en la prueba que el Ministerio Público y el Consejo de
Defensa del Estado ofrecieron para acreditar los cargos que se les
reprochan y sería improcedente, por último, porque resulta atentatorio
a la igualdad de armas. Respecto de este dictamen, refiere que uno de
los jueces concurre al rechazo del planteamiento fundado en el artículo
7° del Código Procesal Penal, con arreglo al cual el encausado
mantiene la calidad de tal hasta la completa ejecución del veredicto, de
acuerdo a lo cual jamás podría ser llevado a juicio como testigo, salvo
que lo hiciera voluntariamente.
Sostiene que la contravención revelada influyó en lo dispositivo de lo
resuelto, puesto que basta observar su basamento SEXTO, relativo al
establecimiento de los hechos, donde concluye estar en presencia de
un ilícito penal de estafa del artículo 473 del Código pun
itivo, atribuido a un tercero, en cuya contra no se trató el juicio oral que
pretende invalidarse, y si bien no puede asegurar que el edicto hubiese
sido condenatorio, al menos el órgano jurisdiccional habría contado
con todos los elementos necesarios para resolver, como lo impone el
debido proceso. Reclama que se le impidió acreditar elementos
vinculantes al tipo penal, a la participación de los enjuiciados, a la
relación dolosa existente con los condenados en el procedimiento
abreviado y los elementos propios del grado de participación atribuida
y la solución de las relaciones de los intraneus y extraneus.
El juez disidente, en cambio, concluyó que procedía dictar condena en
contra d e los tres acusados, dando por establecidos los hechos
constitutivos del delito de estafa al Fisco, del artículo 468 del Código
Penal, y la participación de ellos como autores del artículo 15, N° 3°,
del mismo estatuto, en la medida que actuaron concertados para la
ejecución de los hechos con los condenados en el procedimiento
abreviado, José Mancilla, Jaime Quiroz, Hugo Meza y Giusseppe
Malatesta, facilitando los medios con que los injustos fueron llevados a
cabo por los partícipes directos recién referidos. Este voto de minoría,
al no poder contar con la sentencia del juicio abreviado, fundó su
determinación en que ello es un hecho público y notorio en la región, o
sea, sucesos que para él no requieren ser probados.
SEGUNDO: Que, asimismo y de manera conjunta, asilado en el literal
del artículo 374, letra e), en concordancia con los artículos 342, letra
c), y 297, del Código Procesal Penal, reclama que el laudo valora los
medios de convicción, apartándose de los principios de la lógica, del
conocimiento científicamente afianzado y de la experiencia, lo que se
observa al fijar los hechos, al decidir la falta de participación de los
encartados, desecha la demanda civil y descartar pruebas. En síntesis,
el fallo citado determina que la imputación criminal no se acreditó,
pues echa de menos la intervención de los inculpados en la selección
de los beneficiarios, aún a sabiendas que los mismos no reunían las
aptitudes necesarias para los fines previstos, desconoce la
participación directa o indirecta de los incriminados en las actividades
de pagos, a sabiendas que los favorecidos no cumplían con las
condiciones para tener dicha calidad y, por último, su intervención en
los procesos de pago, en conocimiento que aquellos beneficiarios no
habían trabajado o lo habían hecho en funciones y para fines ajenos a
los proyectos.
Para fundamentar estos asertos, el recurrente precisa que la prueba
del yerro delatado viene dada por el voto de minoría, que razona,
valora y concluye en armonía y respeto a los principios citados
precedentemente, que los sucesos materia de la acusación si se
encuentran suficientemente comprobados para cuyos efectos el
compareciente transcribe las apreciaciones del disidente vertidas en el
dictamen y las conclusiones a que arribó respecto de la acreditación
de los hechos de la acusación en lo concerniente a la simulación o
engaño, el error, la disposición patrimonial de recursos fiscales, el
perjuicio causado, la relación de causalidad entre los diversos
elementos del delito y de la intervención de los acusados Fernández
Sarmiento, Avendaño Schlick y Bastidas Pinilla, en los sucesos
materia de las pesquisas, para luego, a partir de esa reproducción,
afirmar que es evidente el vicio absoluto de nulidad alegado y la
influencia en lo dispositivo del fallo.
Con tales argumentos, en la conclusión, solicita se declare la nulidad
del juicio oral y la sentencia definitiva dictada por el Tribunal del Juicio
Oral en lo Penal de Valparaíso que resolvió absolver a los imputados
Avendaño Schlick, Bastidas Pinilla y Fernández Sarmientos de los
cargos librados en su contra por los hechos materia de la causa y que
configuran en concepto del ente persecutor y del querellante
institucional el delito descrito en el artículo 468 del Código Penal,
sancionado en el artículo 467, del mismo ordenamiento, en grado de
consumado, cometido por los incriminados, en calidad de autores,
ordena la remisión de los antecedentes al tribunal competente, no
inhabilitado, con indicación del estado en que deberá quedar el
procedimiento para la realización de un nuevo juicio oral y emitirse
nuevo pronunciamiento ajustado a derecho.
TERCERO: Que, a su turno, los representantes del Ministerio Público,
han entablado un recurso de nulidad apoyado en el artículo 373, letra
a), del Código Procesal Penal, en conexión con el artículo 19, N° 3°,
inciso 5°, de la Constitución Política de la República, de manera
principal y, en subsidio, descansa en el artículo 374, letra e), en
armonía con los artículos 342, letra c), y 297 del referido texto
procedimental criminal.
La inobservancia que denuncia se genera durante el juicio oral y
mientras se rendía la prueba de cargo, ocasión en que, con arreglo al
artículo 336 del Código Procesal Penal, el Ministerio Público formuló
un incidente de prueba nueva y solicitó al tribunal que permitiera la
incorporación del fallo emitido contra otros seis imputados que
participaron en el injusto indagado, condenados ya en procedimiento
abreviado, dictada el veinticinco de septiembre de dos mil nueve, esto
es, con posterioridad a la acusación que se decide, ahora, en juicio o
ral, quedó así satisfecho el requisito de ulterior conocimiento que exige
la regla sobre las probanzas nuevas.
Desestimada la petición de incorporar la sentencia, se formuló otro
incidente, esta vez, para recibir la declaración de los convictos
Mancilla, Meza y Malatesta, todos castigados por resolución firme
posterior a la acusación, requerimiento que también fue desechado.
Refieren que la cuestión planteada en el litigio se encuentra
reglamentada en el inciso primero del artículo 336 del Código Procesal
Penal, en tanto se trata de una admisión de prueba nueva, cuyos
requisitos se describen en la misma disposición, a saber, que se
justifique no haber sabido de su existencia sino hasta el momento en
que se propone. Este aspecto, sin embargo, no encuentra adecuada
respuesta en la decisión judicial, la que discurre en cuestiones
relacionadas con una supuesta inobservancia a los artículos 334 y 335
del Código y el derecho a defensa, reglas respecto de las cuales,
además, se excede su efectivo y correcto entendimiento.
El error delatado provoca que la decisión no acate las exigencias de
justicia y racionalidad que motiva el reclamo, porque impide la
incorporación de antecedentes probatorios en razón de un hipotético e
inexistente atropello al derecho de defensa. Recuerdan que la
agregación de prueba consistente en sentencias dictadas en el marco
de un juicio abreviado, no representa ni encierra infracción
constitucional alguna, fundamentalmente porque el artículo 335 no
alcanza a la decisión extendida en dicho proceso, y porque quienes
resultaron condenados no son los acusados en el juicio para el que se
solicita su incorporación. Por lo demás, afirman que tampoco viola el
artículo aludido al autorizar la introducción de la sentencia emitida en
un procedimiento abreviado, ya que ella no constituye actuación o
diligencia realizada por la policía o el Ministerio Público.
En lo que concierne a la resolución que deniega recibir el testimonio de
los condenados por sentencia firme, en razón de suponer una
contravención a la prerrogativa a defensa, dado que los encartados no
habrían previsto, al optar por el juicio oral, que semejante medio se
esgrimiría más tarde en su contra, plantean lo equívoco de tal
razonamiento pues, amén de extremar desmedidamente el derecho a
defensa, es absolutamente erróneo, por cua nto implicaría conferir
inmunidad a los imputados respecto de medios probatorios que la ley
no prohíbe, amaga con ello el principio de libertad de prueba,
contenido en el artículo 295 del Código Procesal Penal. Además,
aclaran que la recepción del medio propuesto quedaría sometida por
completo a
las reglas que regulan el contradictorio en el juicio oral, instancia que
ofrece suficientes salvaguardias de igualdad y resguardo de los
derechos de los procesados.
Arguyen que ninguna relevancia tiene para estos efectos que el
sentenciado conserve dicha condición hasta la completa ejecución del
fallo, como argumentó uno de los jueces, ya que lo trascendente es
que no podrá volver a enjuiciárselo por los mismos hechos sobre los
que declara. En consecuencia, aseveran que al impedir a su parte la
incorporación de la indicada prueba, no en razón de incumplir la regla
que lo gobierna sino en base a una fundamentación alejada del
correcto sentido y alcance de las disposiciones que invoca, priva a la
decisión de las características de racionalidad y justicia que exige la
Constitución Política de la República, lo que amerita la invalidación del
juicio y de la sentencia.
CUARTO: Que el mismo interviniente, de manera subsidiaria, instaura
recurso de nulidad asentado en el artículo 374, letra e), del Código
Procesal Penal, en consonancia con los artículos 342, letra c) y 297,
del mismo compendio normativo.
A modo ilustrativo, narran que todos los sentenciadores, incluso los de
mayoría, concluyeron que en el caso sometido a su decisión existió un
injusto de fraude que perjudicó al Estado, argumenta que es autor de
ese ilícito el contratista Hugo Meza Zúñiga, contra quien no se sigue
este pleito y dan por sentado que no tuvo intervención en la selección
de los trabajadores del programa de generación de empleo o en la
supervisión de sus labores, pese a lo cual infieren su participación en
un delito que califican como fraude. Entonces, expresan que idéntico
razonamiento debió adoptarse respecto de los imputados Avendaño,
Bastidas y Fernández, ya que éstos, a diferencia del anterior, sí
asumieron roles activos en la ejecución del hecho criminoso.
Afirman que el fallo se equivoca en el proceso intelectual de inferencia,
método que permite arribar a decisiones correctas en la medida qu e
extraiga conclusiones armónicas de las premisas que componen el
silogismo judicial.
Asimismo, violenta las reglas de la lógica y las máximas de la
experiencia, pues el recuento de los hechos deja al descubierto que el
edicto transgredió el límite de la libre valoración de la prueba del
artículo 297 de la recopilación adjetiva penal e incurrió en el motivo
absoluto que se invoca.
Exponen que el laudo no logra explicar cómo puede dar por
comprobada la participación del contratista y no la de los inculpados
Avendaño y Bastidas, sin conculcar las reglas de la lógica y las
máximas de la experiencia. En efecto, si se atribuye eficacia causal a
la conducta de Meza -el contratista- en la producción del resultado
defraudatorio, un imperativo lógico forzaba llegar al mismo corolario
respecto de los agentes Fernández, Avendaño y Bastidas, ya que su
contribución a la obra delictual es igual y hasta ostensiblemente mayor
que la de aquél. De este modo indican que se vulneran las normas de
la lógica si se admite que Meza es autor, pese a estar ausente en roles
como la selección, pago y suministro de medios para perpetrar el
delito, mientras que Avendaño, Bastidas y Fernández resultan
inocentes por falta de participación, a pesar que tomaron parte activa
en dichas conductas.
En el mismo sentido, acotan que hay violación a las máximas de la
experiencia al suponer que este injusto es de aquellos susceptibles de
cometerse sólo por una persona calificada y no advertir que es
completamente irregular que sea el secretario de un parlamentario en
campaña y no el contratista a cargo del proyecto, quien se ocupe de
seleccionar a los sujetos adscritos al mismo, que les facilite las
dependencias para el pago, que intervenga en él, les asigne funciones
ajenas al programa y, finalmente, los exima del trabajo. Pugna con los
principios de la experiencia que el secretario del parlamentario y su
jefe de campaña, los que se encargaron de seleccionar a los
trabajadores del plan, puedan
haber ignorado que entre aquellos se encontraban activistas políticos.
Por lo que toca al enjuiciado Fernández Sarmiento, recalcan que son
hechos de la causa que éste hizo entrega a Mancilla del listado de
trabajadores de la comuna de Quillota, nómina en que figuraban el
propio Fernández Sarmiento y su cónyuge. El mismo fue designado
por Meza como capataz, s in tener indicación de faenas ni suministro
de herramientas, consiguió un lugar para hacer los pagos y sostuvo en
juicio que había veces que se remuneraba a los contratados aunque
no laboraran, precibían, para sí, un pago por cincuenta y cuatro mil
quinientos pesos ($54.500.-) sin realizar actividad alguna.
En conclusión, advierten que si las mismas sentenciadoras razonan
que Hugo Meza hizo aparecer como trabajadores a quienes no tenían
tal calidad -reflexión NOVENA-, por lo que se le considera autor de
simulación punible, con mayor razón habría de tenerse el mismo
predicamento respecto a Fernández Sarmiento, que seleccionó a los
beneficiados y se incluyó entre los mismos, recibió una remuneración
y, al igual que ellos, no realizó labor alguna, simulando un rol de
supuesto capataz.
Pugna con las máximas de la experiencia y las reglas de la lógica que
el condenado Edgardo Lepe, jefe de campaña del entonces candidato
Enriquez-Ominami, acepte los hechos de la acusación y con ello su
colusión con Luis Fernández Sarmiento, y el dictamen censurado
determine que este último no tiene participación, ya que de haberse
aplicado correctamente el proceso de inferencia, se habría concluido
que los roles asumidos por los encausados se inscriben en un
complejo defraudatorio, donde por cierto interviene el contratista y que
en el que tomaron parte los restantes imputados de este pleito.
Para terminar, instan a que por la causal principal o subsidiaria se
anule el juicio oral y la sentencia definitiva, se ordene la remisión de
los antecedentes al tribunal no inhabilitado que corresponda para que
disponga la realización de un nuevo juicio oral.
QUINTO: Que en la audiencia fijada para el conocimiento del recurso,
con el fin de acreditar la motivación del artículo 373, letra a), del
Código Procesal Penal, el Ministerio Público produjo prueba
documental consistente en copia de la acusación librada por el
persecutor contra José Manuel Mancilla López, Jaime Quiroz
Moscoso, Hugo Meza Zúñiga, Giusseppe Italo Malatesta Valladares,
Luis Fernández Sarmiento, Ricardo León Romero, Edgardo Lepe
Acevedo, Max Bastidas Pinilla y Fernando Avendaño Schlick; y, copia
de la resolución pronunciada el veinticinco de septiembre de dos mil
nueve, por el juez de garantía Juan Carlos Maggiolo, en los autos RUC
0500643407-1, RIT 9 067-2006, contra los otros partícipes del delito,
que lo son, José Manuel Mancilla, Jaime Quiroz Moscoso, Giusseppe
Malatesta Valladares, Hugo Meza Zúñiga, Ricardo León Romero y
Edgardo Lepe Acevedo. Asimismo, rindió prueba de audio que abarcó
las siguientes pistas y minutos: Pista 0500643407-1-1054-100308-02-
76-SDO-S1-P76 Incidente Pba.mp3. Minutos 6.53 a 8.30, Pista
0 5 0 0 6 4 3 40 7 -1 -1 0 5 4 -1 0 0 3 0 8 -02- 77- SDO- S1- P7 Resolución
Incidente.mp3. Minutos 0.25 a 2.04, Pista 0500643407-1-1054-
100308-02-79-SDO-S1-P79 Incidente Pba. Nueva.mp3. Minuto 1.19 a
3.43 y Pista 0500643407-1-1054-100308-02-80-SDO-S1-P80
Resolución Tribunal.mp3. Minuto 0.43 a 3.56.
SEXTO: Que, los libelos de nulidad del Consejo de Defensa del Estado
y del Ministerio Público, reposan en la letra a) del artículo 373 del
Estatuto Procesal del ramo, acorde a la cual se reclama inobservancia
a la garantía del debido proceso, en cuyo torno es útil dejar en claro
que, como ya ha tenido oportunidad de señalar este tribunal la garantía
constitucional reseñada condiciona la legitimidad de la decisión
jurisdiccional desde luego a la existencia de un pronunciamiento que
sea corolario de un proceso previo que, en el sentir del constituyente,
esté asegurado por reglas formales que conformen un racional y justo
procedimiento e investigación,
cuya regulación deberá verificarse a través de la ley, que prevea una
fase indagatoria que no se aparte de las pautas de actuación del
ministerio público, de un oportuno conocimiento de la acción, una
adecuada defensa y la producción de la prueba pertinente en las
audiencias verificadas ante el Juzgado de Garantía o ante el Tribunal
del Juicio Oral en lo Penal.
Acerca de los derechos fundamentales y la legitimidad del
procedimiento vertebra el proceso entero, tal como lo pone de
manifiesto la propia existencia del recurso de nulidad y la extensión de
sus causales. El cumplimiento de la ley y el respeto a los derechos
garantizados por la Constitución Política de la República no configuran
aquello que los jueces están llamados a apreciar libremente, sino que
constituyen presupuestos de legitimidad para la emisión de cualquier
veredicto sobre el caso sometido a su consideración (SCS Rol N°
9521-09, de 12 de abril de 2010).
SÉPTIMO: Que en torno a la presunta falta de legitimidad del acusador
para basar su recurso en la inobser vancia a la garantía del debido
proceso, reclamada en estrados, conviene tener en cuenta que ni la
Constitución Política de la República, ni el Código Procesal Penal, o
cualquier otro texto legal, excluyen al Ministerio Público como titular de
la garantía del debido proceso contemplada en la Carta Fundamental
(En este sentido SCS N° 437-2005, de veintiocho de junio; N° 3.984-
05, de quince de noviembre; N° 4.011-05 de veintiséis de octubre; N°
4.656-05, de treinta de noviembre, todas del año dos mil cinco y N°
3.556-07, de veintinueve de agosto de dos mil siete). El artículo 19 de
la Constitución Política de la República no excluye ni hace distinción
entre personas naturales y jurídicas como titulares de las garantías y
derechos que protege, entre ellos la del Nº 3º, inciso 5º, que ordena:
?Toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse
en un proceso previo legalmente tramitado. Corresponderá al
legislador establecer siempre las garantías de un procedimiento y una
investigación racionales y justos?, por ello no existe razón o argumento
que lleve a descartar al Ministerio Público de la posibilidad de esgrimir
dicha garantía como fundamento de su recurso, al encontrarse
sometido a la autoridad judicial durante el desarrollo de un pleito, como
cualquier interviniente.
Por consiguiente, las alegaciones manifestadas por la defensa
durante la vista del recurso, carecen de asidero.
OCTAVO: Que, resuelto lo anterior y en lo que atañe al primero de los
tópicos planteados, vale decir, la incorporación como prueba nueva de
la sentencia firme y ejecutoriada pronunciada en procedimiento
abreviado, de veinticinco de septiembre de dos mil nueve, en que
fueron condenados otros partícipes del delito de autos, es menester
recordar que en el proceso penal, el sentenciador debe formar su
convicción sobre la base de la prueba producida en el juicio, vinculado
ello al derecho de la defensa de aportar sus pruebas y, en especial, a
controlar la de cargo del adversario, a la vez que la facultad otorgada
para demostrar los extremos que son esgrimidos para inhibir la
imputación de que se es objeto, o aminorar sus colofones. Sin
embargo, esas prerrogativas se explican mejor en función del ideal de
equiparar las posibilidades del incriminado frente a las del acusador, m
e1xime que también integra la garantía de la defensa y que se
denomina ?Igualdad de posiciones? (Julio Maier, Derecho Procesal
Penal, tomo I. Fundamentos, págs. 577 y ss.).
La doctrina nacional y extranjera concuerdan en que el catálogo de
garantías mínimas para que exista ?un proceso racional y justo?
comprende las que siempre exista un procedimiento que ostente la
existencia de un contradictor y que los litigantes en el juicio tienen
derecho a un trato en igualdad de condiciones (Diego Hauva Gröne,
?El debido proceso en la reforma procesal penal: cumplimiento de
algunos tratados internacionales de derechos humanos relativos al
debido proceso
en los principios básicos del nuevo código?, Revista Procesal Penal
Nro. 5, págs. 13 y ss.).
NOVENO: Que, si se recurre a la historia del establecimiento del
artículo 335 del Código Procesal Penal, las conclusiones generadas en
el seno de la Comisión del Senado ofrecen un claro raciocinio acerca
de la intención del legislador en relación al punto discutido. Es así
como en la Sesión 5ª de dicha Comisión se expuso lo siguiente: ?El
Senado estimó razonable que no se puedan invocar los antecedentes
de la negociación que haya habido entre fiscal y acusado, pero estimó
necesario suprimir la referencia al fallo, porque impediría por parte del
acusado alegar la cosa juzgada y, por otro lado, acreditar la reiteración
de conductas. En razón de ello eliminó la expresión fallo que seguía al
término tramitación? (Senado, Diario de Sesiones del Senado, año
2000, página 667).
DÉCIMO: Que el sentido del artículo 335 del Código Procesal Penal es
impedir que el tribunal que debe conocer y juzgar los acontecimientos
materia de la indagación tome conocimiento de las tratativas
tendientes a obtener una solución anticipada respecto de una
imputación a determinado hechor. Según se lee de su propio texto, no
se podrá invocar, dar lectura ni incorporar como medio de prueba al
juicio oral ningún antecedente que dijere relación con la tramitación de
un procedimiento abreviado. Tal disposición no puede sino referirse a
la persona del imputado, y ello es así, pues esa vía supone para el
sujeto pasivo la aceptación expresa de los hechos materia de la
acusación y de los antece dentes de la investigación que la fundaren,
renunciando a su derecho a un juicio oral, público y contradictorio.
UNDÉCIMO: Que según se desprende de la prueba rendida, la
decisión del tribunal oral acerca de la incidencia promovida a fin de
incorporar como prueba nueva la sentencia de juicio abreviado, de
veinticinco de septiembre de dos mil nueve, pronunciada con
posterioridad a la formulación de la acusación por parte del Ministerio
Público, fue desestimada por el tribunal en virtud de lo dispuesto en el
mentado artículo 335, pues en su concepto la proposición, la
indicación de los medios de prueba que se pretenden valorar y que
culmina con el dictamen, constituyen la tramitación de un
procedimiento abreviado expresamente prohibido incorporar, ya que
vulneraría el principio de la inmediación de la prueba, al añadirse una
serie de antecedentes que el tribunal oral desconoce, a diferencia del
juez de garantía correspondiente, de todo lo cual debió dejar
constancia en su veredicto.
DUODÉCIMO: Que la decisión del tribunal, en tanto se sustenta en la
imposibilidad de aportar al juicio los antecedentes relativos a la
tramitación de un procedimiento abreviado, lo que es ajustado a
derecho, no se condice con el mérito del pleito, dado que, en la
especie, el ofrecimiento de prueba nueva quedó acotado únicamente
al texto de la sentencia, prueba documental de cargo que no se
encuentra excluida por el artículo 335 tantas veces citado, por lo que,
como lo sostuvieron los recurrentes, no existe fundamento legal que
reprima la posibilidad de incorporar como prueba de cargo, la copia del
laudo emitido en procedimiento abreviado contra otros imputados.
DÉCIMO TERCERO: Que en lo concerniente a la otra vertiente del
reclamo, atinente al rechazo por el tribunal oral de admitir, también
como prueba nueva, la recepción del relato de aquellos convictos que
fueron condenados por sentencia firma, por los mismos hechos, en
procedimiento abreviado, nada impide al Ministerio Público incluir
como testigos para el juicio oral, a los encartados respecto de quienes,
ante el Tribunal de Garantía, propuso y aceptaron un procedimiento
abreviado, con ocasión de los mismos sucesos.
DÉCIMO CUARTO: Que, sobre este capítulo, como surge de la
prueba aportada por el persecutor en la vista del recurso, el tribu nal
oral desestimó la pretensión en virtud del artículo 19, N° 3°, de la
Constitución Política de la Rep
ública, desde que la petición del fiscal envuelve una sorpresa para los
defensores, que jamás previeron que tres imputados por los mismos
hechos podían ser testigos en el juicio oral y, adicionalmente, porque
la opción de los acusados de ser juzgados en un juicio oral, se ejerció
en conocimiento de la prueba de cargo que ofreció tanto el Ministerio
Público como el Consejo de Defensa del Estado para probar los
cargos que se les atribuyen; por lo que atenta contra la igualdad de
armas procurar traer, ahora en calidad de testigos, a otros inculpados
en los mismos hechos.
DÉCIMO QUINTO: Que la incorporación como testigos de otros
convictos en los mismos hechos, que ya fueron condenados, no está
prohibida por norma legal alguna, en otras palabras, nada impide que
coimputados puedan comparecer al juicio en esa calidad.
El derecho a guardar silencio y la prohibición de autoincriminación
alcanza a la persona del incriminado sobre hechos propios y del que
puedan arrancarse corolarios jurídicos que le sean perniciosos en
relación a los acontecimientos específicos ventilados en la litis, pero
nada obsta a que puedan ser llamados como testigos sobre hechos de
terceros de los que, por cualquier medio, han tomado conocimiento. Su
condición de enjuiciado, incluso hasta la completa ejecución de la
sentencia, en nada altera lo dicho.
No está demás explicar que el mismo derecho se reconoce para todos
los intervinientes, pues la reglamentación acerca de la prueba nueva
no sólo persigue la aportación de elementos de cargo que, por
cualquier motivo, no estuvieron en conocimiento del persecutor antes
de la finalización de la etapa de investigación y al momento de
formular acusación, sino también de la defensa, cada vez que
converjan los supuestos legales que lo tornan procedente. Cualquier
duda que surja con ocasión de la eficacia de los que aporta o su
validez, se resolverá a través de los propios mecanismos que al efecto
ha establecido el legislador.
Con los argumentos vertidos por el tribunal para desestimar la prueba
nueva, consistente en el testimonio de los condenados en
procedimiento abreviado, el artículo 336 resultaría ser siempre
inaplicable, extremándose los alcances del d erecho a defensa y la
llamada igualdad de armas, porque si bien es efectivo que la prueba
nueva provoca sorpresa en la parte contraria y un amago de la
igualdad de armas porque es evidente que quien presenta la prueba
nueva conoce el contenido de lo que se está aportando, lo que no
sucede, evidentemente, con los demás intervinientes, la regla está
concebida para el evento que se presente el supuesto que la hace
procedente.
En todo caso, la testifical que se rinda se sujeta con el mismo rigor a
las reglas del interrogatorio y contrainterrogatorio, por lo tanto el apego
al principio de contradicción no afecta al derecho de defensa, porque la
posibilidad del contra examen siempre permanece vigente para la
contraria.
DÉCIMO SEXTO: Que, en este entendido, a modo de conclusión,
cuando el tribunal decide cercenar la prueba nueva de cargo
consistente en la incorporación de la copia de la sentencia de un
procedimiento abreviado, por los mismos hechos pero respecto de
otros imputados, y la declaración, como testigos, de tres condenados
por los acontecimientos materia de la averiguaciones que derivaron en
un juicio oral, lo que hace en realidad es atentar contra la garantía
constitucional del debido proceso.
DÉCIMO SÉPTIMO: Que, en este escenario, el Ministerio Público y el
querellante institucional quedaron en una posición desventajosa, ya
que se les inhibió la posibilidad de rendir prueba de cargo, en carácter
de prueba nueva, experimentaron así el perjuicio requerido por la
nulidad, con atropello de las normas relativas a la garantía ya aludida
consagrada en el artículo 19, N° 3°, inciso 5°, de la Carta Magna.
DÉCIMO OCTAVO: Que el vicio revelado por el compareciente
aparece pues revestido de la relevancia necesaria para acceder al
recurso procesal intentado c
on asidero en la letra a) del artículo 373 del Código procedimental
criminal, que sólo es reparable con la declaración de nulidad del juicio
oral y de la sentencia refutada, por ser ésta la única vía que permite
legalmente la realización de un nuevo litigio, con respeto de las reglas
del debido proceso y que resguarde debidamente las garantías a todos
los contendientes.
DÉCIMO NONO: Que atento a lo anterior, los recursos presentados
por el representante del Consejo de Defensa del Estado y por el
Ministerio P 'fablico, en tanto develan atentados a la garantía del
debido proceso, deben ser acogidos.
VIGÉSIMO: Que, sin perjuicio de lo anterior, el representante del
Consejo de Defensa del Estado promovió, en forma conjunta, recurso
de nulidad amparado en el artículo 374, letra e), del Código Procesal
Penal, en conexión con los artículos 342, letra c), y 297 de esa
recopilación.
VIGÉSIMO PRIMERO: Que sobre este nuevo capítulo, basta decir
para su improcedencia que la mera enunciación de los argumentos
vertidos por uno de los sentenciadores del grado acerca de su
particular apreciación sobre lo debatido, no configura la deficiencia que
se delata, pues no se explica de qué manera la decisión del tribunal,
se aparta de la exigencia de contener la sentencia la exposición clara,
lógica y completa de cada uno de los hechos y circunstancias que se
dieron por probados, fueren favorables o desfavorables a los
encausados y la valoración de los medios reprueba que
fundamentaron sus conclusiones, de conformidad a lo que prescribe el
artículo 297 del Código del ramo. La causal esgrimida no puede
construirse sobre la base de lo acertado del voto disidente, sino sobre
lo errado de la sentencia impugnada.
VIGÉSIMO SEGUNDO: Que, en virtud de lo decidido
precedentemente, el tribunal no se pronunciará sobre la motivación de
nulidad subsidiariamente instaurada por el Ministerio Público, por ser
innecesario, conforme lo previene el artículo 384 del Código Procesal
Penal.
VIGÉSIMO TERCERO: Que la petición concreta de los recurrentes
para el evento de acogerse la causal principal entablada, consiste en
que se invalide el juicio y la sentencia recurrida y se ordene la
realización de un nuevo pleito por tribunal no inhabilitado,
determinando que el estado en que debe quedar el procedimiento sea
el de fijarse nuevo día y hora para una nueva audiencia de juicio oral.
Por estas consideraciones y visto, además, lo ordenado en los artículo
5°, inciso segundo, y 19, N° 3°, de la Constitución Política de la
República y 267, 372 y 373, letra a), del Código Procesal Penal, SE
ACOGEN los recursos de nulidad formalizados por los abogados
Enrique Vicente Molina, Abogado Procurador Fiscal de Valparaíso del
Consejo de Defensa del Estado, en lo principal del libelo de foja s 287
a 369, y Jorge Abott Charme, Fiscal Regional del Ministerio Público,
Quinta Región y Lionel González González, Fiscal Adjunto de Viña del
Mar, en lo pertinente del escrito de fojas 371 a 383, en contra de la
sentencia de nueve de abril del año en curso, dictada por el Tribunal
Oral en lo Penal de Valparaíso, la que aparece transcrita de fojas 1 a
286 de este cuaderno, y se declara que se anula dicho fallo y el juicio
oral que le sirve de antecedente correspondiente al proceso RUC N°
0500643407-1, RIT N° 365 ? 2009, debiendo retrotraerse la causa al
estado de celebrarse una nueva audiencia de juicio oral, ante el
tribunal en lo penal competente y no inhabilitado que corresponda, el
que conocerá de él hasta la dictación de sentencia definitiva, todo
conforme a derecho, si procediere.
Acordada con el voto en contra del Ministro Señor Ballesteros, quien
estuvo por negar lugar a los recursos de nulidad interpuestos por el
Ministerio Público y el Consejo de Defensa del Estado, fundados en la
infracción a la garantía del debido proceso, y avocarse derechamente
al estudio de las causales esgrimidas de manera conjunta y subsidiaria
por los recurrentes, en virtud de las siguientes considerac
iones:
A.- Que el principio llamado del "debido proceso" se encuentra
ubicado en el capítulo tercero de la Constitución Política de la
República, destinado a establecer los derechos y deberes
constitucionales, y se contiene en su artículo 19 Nº 3 inciso 5º al
disponer que ?Toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción
debe fundarse en un proceso previo legalmente tramitado.
Corresponderá al legislador establecer siempre las garantías de un
procedimiento y una investigación racionales y justos". Vale decir, la
legalidad de un juzgamiento va a depender directamente de un
proceso previo y de una investigación, ambos racionales y justos.
B.- Que del estudio de las Actas de las sesiones números 100, 101 y
103 se concluye que este precepto se estableció como forma de
consagrar en nuestro país esta garantía, teniendo como antecedentes
determinantes, la Declaración de los Derechos Humanos, la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y la
Convenció n Americana Sobre Derechos Humanos o Pacto de Costa
Rica. De esta manera, se entiende que este concepto forma parte de
la temática de los Derechos Humanos y que nació hacia el interior de
la defensa de éstos en todo orden de situaciones y, en especial, en el
de la legalidad del juzgamiento, por lo que la mayoría de las normas
contempladas en tales convenciones se refieren a la actividad
jurisdiccional, especialmente en el plano de aquella referida a la que
regula el proceso penal. En efecto, el carácter tutelar del proceso no
sólo asegura a la persona a quien se le desconoce un derecho que le
sea reconocido, sino que, además, y para lo que nos interesa, si el
Estado o un particular pretenden que se ejerza la potestad punitiva
cuando se le imputa la comisión de un delito, asegura que la pena sea
impuesta al imputado a través de un proceso que reúna las mínimas
condiciones que autoricen al Estado para castigar.
C.- Que, por otra parte, el Ministerio Público se encarga, por orden
constitucional, de dirigir en forma exclusiva la investigación de los
hechos constitutivos de delito, y de los que acrediten tanto la
participación punible como la inocencia del imputado. Debe proteger a
la víctima, pero también es interviniente en el proceso penal desde el
momento en que tomando conocimiento de un hecho que pueda
constituir un delito, de oficio, tiene que ejercer la acción penal como
herramienta de la persecución del imputado que da origen al proceso
penal.
D.- Que así planteadas las cosas, no se entiende como podría
haberse incurrido en violación del debido proceso como garantía del
Ministerio Público. Si bien es cierto que la Constitución asegura a
todas las personas, incluso las públicas, la garantía de que la
sentencia dictada esté fundada en un proceso previo legalmente
tramitado, seguido conforme a un procedimiento e investigación
racionales y justos, no es menos verdadero que en materia de
persecución penal la Constitución ha querido conceder esta garantía a
quien es perseguido por el Estado y no a su órgano persecutorio,
máxime cuando este tiene una organización constitucional propia
donde no se le concede. En efecto, valerse de un principio que
defiende al hombre perseguido penalmente y que le asegura la
protección y la igualdad frente a la actividad todopoderosa del Estado
que ejerce la potestad de ca stigar, para invalidar un fallo absolutorio,
porque quien persigue tenga derecho a que le aplique el principio del
debido proceso, parece dudoso.
Anular tal decisión con el objeto de aplicar una pena en virtud de
otorgarle al Ministerio Público una garantía constitucional que no
posee, no es posible.
E.- Similar objeción merece la intervención del Consejo de Defensa
del Estado, que actúa, como corresponde, en representación del Fisco
de Chile, que no es otra cosa que el Estado en cuanto sujeto de
derechos patrimoniales y encargado de resguardar a los ciudadanos
haciendo efectiva las garantías y derechos constitucionales, entre
ellas, la que en este recurso r
eclama que le afecta.
Regístrese y devuélvase con su agregado.
Redacción del Ministro Sr. Rodríguez; y de la disidencia, su autor.
Rol N° 3003-10.