Entrevista A Diana Maffia

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Diana Maffía: "Varones y personas trans también

pueden ser feministas"


La doctora en Filosofía y Directora del Observatorio de Género en la Justicia, reflexionó
en Infobae sobre la condición de ser feminista y sobre la sororidad, el concepto que busca barrer
con la opresión de género
Por Catalina de Elía, 19 de febrero de 2018

[…]
"No todas las mujeres son feministas; no es una cuestión hormonal sino política.
Por lo tanto, ni todas las mujeres son feministas, ni solo las mujeres son feministas. Varones,
personas trans también pueden ser feministas", asegura la especialista Diana Maffía, directora
del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de
Buenos Aires. Para ella, en la defensa que ciertas mujeres hacen de la desigualdad de género
propia del sistema patriarcal imperante, se esconde la verdadera tragedia: "Que nosotras en
nuestra vida cotidiana reproduzcamos las condiciones de desigualdad en lugar de producir
condiciones o ser solidarias con la producción de condiciones más igualitarias, es trágico".
Porque para Maffía -doctora en Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, docente de la
UBA, autora de numerosas publicaciones e investigadora del Instituto Interdisciplinario de
Estudios de Género de la UBA- la clave del cambio reside allí, en esa solidaridad necesaria,
imprescindible, para que el patriarcado comience a crujir desde sus mismas bases. Esa
solidaridad tiene un nombre que juega con sus mismas letras: Sororidad. "Es un pacto con las
otras, implica ver a las otras como sujetos de cuidado, orientarnos éticamente hacia protegernos
unas a otras", dice Maffía, y agrega: "Desde allí, podemos pensar una pluralidad solidaria que
pueda consolidarnos como un sujeto político."

-¿Qué significa la "Sororidad"? ¿Cómo nace el término y cuáles son sus alcances?
"Sororidad" es una modificación sobre el lenguaje, que viene a cambiar una palabra tradicional
en la filosofía política: "Fraternidad". Esta a su vez tiene su raíz en latín, se refería a la igualdad
de los "frates", de los hermanos varones. Desde ya, no incluía a las mujeres. Cuando la
"Fraternidad" se transforma en un principio de la Revolución Francesa, en el origen del estado
moderno, expulsaba a las mujeres. Las mujeres no estábamos incluidas en el Contrato Social.
Entonces, desde el feminismo se piensa cómo sería una solidaridad que no fuera de "frates". La
contraparte de la palabra "frates" es "sores" (Sor, hermana mujer) ¿Cómo sería una "Sororidad",
una hermandad de mujeres? Y allí aparece este concepto, muy interesante desde el punto de
vista práctico porque implica un pacto con las otras, implica ver a las otras como sujetos de

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cuidado, orientarnos éticamente hacia la protección de unas a otras, formando esa
hermandad de mujeres. Incluirnos nosotras en un colectivo que el "nosotros" de la política, o
el "todos" de la política, no incluía. "Sororidad": pensar en nosotras una pluralidad solidaria que
pueda consolidarse como un sujeto político.

-¿Todas las mujeres somos feministas?


Desafortunadamente no. Porque no es una cuestión hormonal el feminismo, es una cuestión
política. El feminismo, creo yo, es una combinación de tres convicciones. Una, descriptiva:
constatar que en todas las sociedades las mujeres estamos peor que los varones. El análisis de
cualquier indicador social (trabajo, salud, educación etc.) arroja sistemáticamente esto: las
mujeres todavía estamos en condiciones de desigualdad. La segunda es considerar que está
mal que sea así. Y en tercer lugar, algo que creo yo que es lo que finalmente define el
feminismo: hacer lo posible, como un compromiso práctico en nuestra vida cotidiana, para no
reproducir esa desigualdad, y si es posible, para revertirla. Si alguien cree que las mujeres
estamos peor, cree que eso es injusto, y está dispuesto a no reproducir esa injusticia en su vida
cotidiana, y si es posible revertirla, yo diría que es feminista. Y esto no tiene que ver con los
cuerpos sexuados, tiene que ver con las convicciones políticas de las personas. Entonces, a la
pregunta de si todas las mujeres son feministas, yo diría que lamentablemente no. Y el
"lamentablemente" tiene que ver con que las mujeres reproducimos las propias condiciones
de desigualdad, y eso es trágico. Que nosotras en nuestra vida cotidiana reproduzcamos las
condiciones de desigualdad en lugar de producir condiciones, o ser solidarias con la producción
de condiciones más igualitarias.

-Desde hace unas semanas circulan declaraciones en distintos medios de comunicación de


algunas mujeres que dicen "Yo no soy feminista", o que de distintas maneras expresan o
reflejan lo impregnado que aún tenemos la cultura patriarcal. ¿Cómo hacemos para no
excluir a aquellas mujeres sino traerlas, incluirlas?
Lo primero que debemos tener en claro es que el patriarcado, como sistema de poder, no se
maneja solamente con castigos. Es decir, hay un efecto del patriarcado que es la violencia
patriarcal o violencia machista. Ahora, el patriarcado también se maneja con premios. ¿Qué
nos da el patriarcado como premio, para que admitamos el lugar en que nos ha puesto, el lugar
de lo privado, el lugar de lo doméstico, el ser objeto de deseo de los varones y satisfacer ese
deseo? Nos dice que hay roles maravillosos para las mujeres: ser madre, ser esposa,
realizarte en lo íntimo o excepcionalmente algunas mujeres en lo público, que han logrado
tener un gran desarrollo pero sin impactar en las relaciones de poder real asumido por los
varones. Esas mujeres suelen ser tomadas como ejemplo por el patriarcado y son premiadas,
siempre y cuando no generen conflictos en el sistema patriarcal. Por ejemplo, yo hice una vez

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un estudio sobre mujeres científicas. Muchas de ellas que ya estaban en lugares destacados, eran
investigadoras superiores del Conicet, el máximo lugar posible: el 75% eran solteras. Es decir,
su carrera había sido desarrollada con mucho esfuerzo personal, pero decían que su costo había
sido que no le habían podido dedicar tiempo a construir una familia, una pareja, tener hijos. Eso
habría distraído la construcción de ese éxito. Es una situación compleja, que me parece que
explica por qué muchas mujeres no van a decir "Soy feminista": porque creen que hay hacer un
esfuerzo individual, y que ese esfuerzo puede ser premiado, y que el ejemplo son ellas mismas.
Creo entonces que la aspiración del feminismo debe ser representarnos a todas las mujeres, pero
ese "todas" no puede ser abstracto y uniforme. Las mujeres expresamos aspiraciones muy
diversas. Y tendríamos que tener permanentemente un diálogo sin descalificar a la otra persona.
Un diálogo crítico, sin que esto signifique expulsar a alguien de un colectivo que se está
construyendo.

-¿Cómo entendés vos esta, si se quiere, novedad de que se esté hablando de feminismo en
programas muy populares de la televisión?
Yo estoy a favor de que las personas que somos feministas vayamos a hablar de feminismo a
todos los lugares que podamos. Porque hay prejuicios contra el feminismo. Por ejemplo, que por
ser feminista estamos en contra de la familia: yo estoy en contra de cierto tipo de relación de
subordinación que implica lo familiar, y por supuesto estructuraré mis relaciones de manera
diferente. Estoy en contra de que alguien esté obligada a la maternidad, y entonces mi
maternidad es elegida y será vivida de manera diferente. Y desearía que toda mujer pueda
elegirla, pero eso no quiere decir renunciar completamente a cierto tipo de planes de vida. Y
más allá de los prejuicios, también es importante que haya voces permanentes con perspectiva
de género en la televisión, en los paneles.
Una cosa es invitar a alguien una hora, gratuitamente, a tu programa, y otra cosa es tener alguien
que permanentemente va a poner su voz dentro un diálogo. Esta convicción un poquito más
activa todavía no la veo. Por ahora somos rating, y es una cosa medio novedosa.
[…]

-¿Cómo te imaginás la lucha feminista de acá a cincuenta años?


Lo ideal sería pensar que la lucha feminista tuvo éxito, y que entonces hemos desarmado un
sistema de poder que es complejo: es a la vez colonialista, capitalista y patriarcal. Es muy
difícil pensar que dentro de cincuenta años se pueda haber desarmado tanto nudo. Pero me
encantaría, sí, que pudiéramos tener la convicción de que ningún sistema de poder puede estar
basado en la condición corporal de las personas. Que las condiciones de etnia, de sexo, de edad,
las discapacidades, todas aparentemente naturales porque las portamos en los cuerpos, sean
entendidas como lo que son: cargadas culturalmente, desvalorizadas, jerarquizadas

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negativamente. Y que eso no puede instalar una relación de poder, porque significa que las
personas, simplemente por tener las corporalidades que tienen, estarán en condiciones de
opresión. Que entendamos que, desde allí, no se puede fundar ningún tipo de sociedad
democrática.

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