Analisis Del Poder Politico
Analisis Del Poder Politico
Analisis Del Poder Politico
CAPÍTULO I
ANÁLISIS DEL PODER POLÍTICO
Para Jacques Maritain, “la autoridad y el poder son dos cosas diferentes:
el poder es la fuerza mediante la cual se puede obligar a otro a obedecer.
La autoridad es el derecho de dirigir y mandar, de ser oído u obedecido
por otro. La autoridad requiere el poder”.
Se podría decir que Maritain identifica al poder con la legitimidad y a la
autoridad con la legalidad, lo cual dificulta su distinción, ya que ambos
son indispensables para la vigencia y eficacia de un determinado orden 7
jurídico. Podríamos decir que el poder es la facultad para realizar
actos y tomar decisiones respecto de sí y de terceros, y que una vez
previstos en el sistema jurídico se transforman en funciones
atribuidas a sujetos específicos y que producen efectos jurídicos; por
otra parte, la autoridad es el sustento legítimo de dicho sistema.
Es verdad que hay diversidad de medios, unos más drásticos que otros,
como reconocer el derecho legítimo de un pueblo a la rebelión, tal como
afirmaban los teólogos juristas: “Y si el rey cambiase en tiranía su
potestad justa abusando de ella para daño manifiesto de la ciudad, podría
el pueblo usar de su potestad natural para defenderse”, afirma Francisco
Suárez; mientras que el padre De Mariana consideraba que el pueblo
puede y debe levantarse contra la tiranía, sustituyéndola por el orden
verdadero; por lo tanto, se concluye que el pueblo tiene derecho a la
revolución.
Empero, lo ideal sería recurrir a medios no violentos, racionales: la
reforma antes que la revolución. Para evitar que el pueblo se levante en
armas se debe buscar la manera de limitar el ejercicio del poder mediante
el establecimiento de controles que garanticen el correcto funcionamiento
de las limitaciones propuestas, impidiendo así la posibilidad de volver a
incurrir en nuevos abusos del poder.
En consecuencia, es necesario para el buen funcionamiento de un
Estado que el poder sea controlado. A través de la historia se han buscado
formas de limitar el ejercicio del poder y evitar la posibilidad de su
incremento arbitrario, hasta llegar a la época contemporánea en que se
ha establecido en las Constituciones un conjunto de disposiciones
encaminadas a limitar las esferas de competencia de los detentadores del
poder, y a asegurar ciertos derechos a los ciudadanos. Esto no significa
que la Constitución sea el único medio de controlar el poder, sino
que por ser ley suprema es el instrumento idóneo para articular
sistemas de control.
Es debido a la tendencia de quien ostenta el poder político a aumentarlo
que surge la necesidad de restringirlo, de limitar a los detentadores de
poder y sujetarlos a medios de control, pues el poder político que no es
controlado degenera no sólo a los hombres sino también a las formas de
gobierno. Lord Acton sostiene que el poder es la fuerza maligna que
transforma grandes hombres en hombres malos. La naturaleza
maligna del poder ha sido reconocida desde tiempos remotos como un
peligro, como un fenómeno que aleja de la racionalidad. Por ejemplo,
Aristóteles separa las formas puras de gobierno, la monarquía, la
aristocracia y la república de sus “desviaciones”. Dice que “la tiranía, en
efecto, es la monarquía en interés del monarca; la oligarquía en interés
de los ricos;y la democracia en el de los pobres, y ninguna de ellas mira a
la utilidad común”.
En el mismo sentido se expresaba el padre Juan de Mariana al decir que
más que por sus orígenes, la tiranía se caracteriza por la manera de ejercer
el gobierno, para “su propia utilidad, sus placeres y sus vicios”, no la
utilidad pública. Montesquieu afirmaba que: “Los príncipes que han
querido hacerse tiranos, han comenzado siempre por reunir en su persona
todas las magistraturas”. Es decir, que la tiranía es consecuencia de la
satisfacción de la ambición de poder de quien tiene a su cargo el
gobierno, y para lograrlo asume todas las potestades. 9