Diario de Un Colibri
Diario de Un Colibri
Diario de Un Colibri
L eo nard o Villa
DIARIO DE U
2
UN COLIBRÍ
Noche tras noche le he cantado, a pesar de no
conocerlo; noche tras noche les he contado su
historia a las estrellas —dijo el ruiseñor.
El ruiseñor y la rosa, Oscar Wilde
3
Un domingo durante el invierno, noto a más per-
sonas a través de esta gran ventana, muchas más
de las que acostumbro a ver. Son cuatro, todas
ellas muy diferentes a la primera. Una de ellas lla-
ma mucho mi atención: es una persona bastante
mayor. Su cabello es tan blanco como las margari-
tas y su mirada está fija en mí con un brillo de sua-
vidad. Las otras salen de mi vista, pero ella no se
aparta de mí.
4
5
6
Mi admirador, como ahora parece comportarse, decidió abrir la
ventana con mucha delicadeza. Se nota que está interesado en mi
nido, pero sólo lo mira con detenimiento. Lleva en sus manos una
cámara, esos objetos que utilizan los humanos para capturar sus
recuerdos. Tras lanzar destellos como de sol, mi vecino observa
con mucho detenimiento su cámara. Me resulta gracioso, pero lo
que más me gusta es ver su expresión de felicidad. Entonces lla-
ma a su compañera y le enseña la cámara, donde alcanzo a ver mi
reflejo como cuando bebo agua de las fuentes.
Decide cerrar la ventana y bajar ese velo que sólo me permite dis-
tinguir sus siluetas. Supongo que duerme igual que yo y es hora
de descansar para todos después de otro largo día.
7
Amanece. Comienza mi rutina de ir a buscar comida, volver al n
levantado más temprano de lo habitual. Ya ha subido el velo qu
pero, contrario a lo que me podría pasar con otros, me place qu
no, a su vez, está sentado como siempre pendiente de lo que é
maravilloso como esto, aunque yo tampoco había sentido esta
8
nido y seguir empollando mis huevos. Hoy mi admirador se ha
ue nos separa: es obvio, ya soy de su total interés. Me mira,
ue lo haga. Sus ojos miran los míos fijamente y su amigo cani-
él hace. Mi instinto me dice que él nunca había visto algo tan
confianza por unos seres humanos.
9
Después de transcurrido un par de días, mi vecino decidió abrir
la ventana para quedarse solo mirándome, pero yo debo dejar mi
nido para seguir con mi rutina. Sé que me puedo ir porque ha de-
mostrado que no quiere hacerme daño, sino que, por el contrario,
siente mucho afecto por mi presencia. Sin embargo, me pregunto
cómo reaccionará cuando vea mis huevos.
10
He regresado exhausta de un gran vuelo y no veo nada inusual.
Lo veo junto a su compañera, quien rebosa de alegría. El susurro
del viento y el perfume de las margaritas vecinas lo confirman. A
diferencia de él, ella tiene un aspecto muy dulce todo el tiempo.
Creo que acaban de descubrir mis huevos, pero sé que aquí están
sanos y salvos.
11
Llega una nueva noche y no había caído en cuenta de que ellos
han cambiado sus hábitos. Desde hace unos días, bajan el velo
de la ventana más temprano y ya no encienden las luces. Tampo-
co he vuelto a escuchar la música por la noche. Estos gestos me
indican que definitivamente respetan mi espacio y están a gusto
con mi presencia.
Han pasado ocho días desde que la señora de cabello blanco ad-
virtiera mi presencia. Hoy es un día especial porque ha nacido el
primero de mis hijos, rozagante de energía. Seguiré con mi ruti-
na y estoy segura de que mi admirador pronto estará al tanto de
este suceso maravilloso para mí.
12
13
Amanece, pero no es una mañana cualquiera. Mi hijo lleva más
de un día al lado de su hermano, que aún no nace. Por su parte,
mi admirador hoy madrugó más de lo acostumbrado. Lo noto
muy inquieto. Supongo que espera que mi otro hijo rompa el cas-
carón. Por lo que he visto, seguramente no sabe nada de tener
hijos, pero me hace gracia su interés. Es cuestión de paciencia,
pronto aprenderá. Por ahora, seguiré alimentándome y trayendo
comida para el que ha nacido.
14
15
Después de una semana, ha sido muy emocionante verlos pen-
diente de nosotros. He visto a mi vecino tan inquieto porque du-
rante algunas tardes el sol que muere frente al balcón ha estado
más fuerte que de costumbre. Mis gestos de cansancio me han
delatado. Por eso, mi vecino me ha traído agua y hasta un bebe-
dero, pero él ignora que no tomaré agua aunque sea un gran de-
talle de su parte, pues, por el contrario, prefiero seguir alimentán-
dome lejos del nido para no atraer la atención de otras aves.
16
Mis hijos crecen muy rápido con el pasar de varios días. Mis vue-
los son más frecuentes en busca de comida. Muchas veces, al
regresar, he encontrado a mi admirador con su cámara a la espe-
ra de ver cómo les doy de comer. Al principio, me sentía incómo-
da, pero es muy respetuoso. Se nota que nunca había tenido una
oportunidad de estas; yo tampoco de estar tan cerca de seres
humanos.
17
Hoy en la mañana, mi vecino ha bajado con su amigo inseparable.
Los veo desde lo alto y tengo el presentimiento de que está abajo
con solo un objetivo: averiguar a dónde voy por las noches. Efec-
tivamente, él se ha quedado parado allá abajo con la vista sobre
mí. Ya sabe que me vengo a reposar a una corta distancia de mis
hijos y que no se quedan del todo solos como él seguro lo habrá
pensado.
18
19
Durante estos días lo he visto arreglar las plantas de su balcón, y
regarlas con más frecuencia. De hecho, he encontrado una rama
seca en el balcón. ¿Será que la trajo para que mis hijos se paren
en ella en sus primeros intentos de vuelo? Su amigo de cuatro pa-
tas también está más relajado: se asoma al balcón sólo cuando mi
vecino está cerca, y nunca mira hacia arriba. Quizá le tenga miedo
a los balcones.
20
21
Desde hace días, los dejo solos en las noches, porque ya prácti-
camente no puedo hacerme sobre ellos en el nido. Los visito para
alimentarlos y para ver cómo progresan, aunque intento mostrar-
les cómo volar y dónde deben hacerlo.
22
Han pasado varios días del nacimiento, pero el de hoy es muy es-
pecial. Mi primer hijo ha dado su primer vuelo. Ha salido del nido
y bajado a los jardines del primer piso. No me canso de chillar
para decirle que estoy pendiente de él y que aún sigo cuidándolo.
23
24
Mis hijos siguen en el nido, pero ya no caben. Los estoy invitando a
seguirme. Estoy segura de que lo harán, pero el menor aún no está
listo a pesar de que su hermano le ha mostrado cómo debe ser. Ya
veremos mañana qué sucede.
25
Han pasado un par de meses y de nuevo veo muy poco a mi admi-
rador. Casi puedo asegurar que no está porque solo he visto a su
compañera. Tampoco he visto a su gran amigo de cuatro patas. Es
triste porque pensé que nos íbamos a ver de nuevo.
26
27
28
29
HISTORIA
EDITOR