Diagnóstico Comunitario

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ESCUELA COLOMBIANA DE REHABILITACIÓN

FACULTAD DE TERAPIA OCUPACIONAL


ACTUACIÓN PROFESIONAL EN COMUNIDAD I1

Este documento toma apartes textuales del Cuadernillo No. 44 “El Diagnóstico Participativo Local en Intervenciones
Sociales.” Escrito por la socióloga argentina Olga Nirenberg, para el Centro de Apoyo al Desarrollo Local – CEADEL. Se
utiliza exclusivamente en el ejercicio docente como documento de análisis para el tema Diagnóstico Comunitario y su
relación con el ejercicio del terapeuta ocupacional y el desarrollo comunitario.

EL DIAGNÓSTICO PARTICIPATIVO LOCAL EN INTERVENCIONES SOCIALES.


Centro de Apoyo al Desarrollo Local. Olga Nirenberg, 2012 (revisión).

1. Significado y utilidad del diagnóstico en intervenciones sociales.


El principal objetivo de un diagnóstico es brindar un mejor conocimiento acerca de las situaciones
problemáticas que se pretenden solucionar o aliviar mediante las intervenciones sociales, dando
información confiable acerca de la magnitud o alcance y características primordiales de esas
situaciones en el territorio donde se las aborda; también interesa conocer los factores que influyen
en tales situaciones en los contextos concretos y las consecuencias que habría en un corto, mediano
y largo plazo si no se interviniera en procura de soluciones. Por ende, la utilidad más evidente del
diagnóstico es la posibilidad de identificar, precisar y dimensionar la situación problemática, para de
ese modo, evaluar distintas estrategias y líneas de acción a desplegar en torno a la problemática
visualizada.
Antes de abordar un proyecto, los profesionales de las diferentes disciplinas (ya sean externos o
propios del lugar), como los mismos pobladores que viven los problemas cotidianamente, en forma
directa o indirecta, tienen hipótesis descriptivas y explicativas acerca de cómo funciona el contexto
en el que viven, en particular en relación al tema de preocupación dominante; tienen por lo general
una idea aproximada acerca de cuáles son los déficit y requerimientos y cuáles son las fortalezas u
oportunidades. Ese conocimiento puede provenir de diferentes fuentes, por el simple hecho de vivir
en el lugar, por conocer la historia o formar parte de la situación a diagnosticar, por estar
familiarizado con información relacionada, por experiencias y aprendizajes de otros proyectos
similares realizados, entre otras vías de conocimiento.
El diagnóstico servirá para corregir, precisar mejor y fundamentar ese saber previo, esas hipótesis
de trabajo, y permitirá que las acciones que se propongan sean más apropiadas, se ajusten más a
situación problemática y a las expectativas de la gente. Suele decirse que todo diagnóstico debe
tener:
− Un componente descriptivo: cómo son y/o suceden las cosas en un determinado contexto, − un
componente explicativo: cuáles son las causas o factores condicionantes para que en esa situación
y particular contexto las cosas sean y/o sucedan de esa forma.

1
Docente: María Elizabeth Fonseca Villamarín. T.O., UN; E.E., UPN; Mg. Educación Comunitaria, UPN; Instructora CIF, OPS-CEMECE.
− Un componente predictivo: cuáles serían las consecuencias, qué sucedería si no se interviene y se
deja que las cosas sigan su curso “espontáneo”.
Es importante retomar aquí el término de situación problemática, o construcción del problema, ya
que de lo que se trata es de efectuar una reconstrucción interpretativa y comprensiva de un sector
delimitado de la realidad. El diagnóstico no equivale a descripción, sino que constituye una
reconstrucción “analítica” sintética e interpretativa de una parte de la realidad que se pretende
transformar.
El diagnóstico constituye una de las varias intersecciones que existen entre la planificación y la
evaluación; eso es así por la doble utilidad comentada: para fundamentar las hipótesis y las acciones
propuestas y por su contribución al parámetro comparativo requerido para el proceso evaluativo.
En resumen, puede decirse que un diagnóstico debe buscar, recopilar y sistematizar la información
secundaria existente, cuanti y cualitativa, proveniente de diversas fuentes y recoger información
primaria (también de índole cuanti y cualitativa) en relación a la situación problemática específica;
en primer lugar acerca de la población que es afectada por la situación diagnosticada o está en riesgo
de serlo, y también acerca de los recursos disponibles en forma real o potencial (institucionales,
programáticos, de recursos humanos y financieros, entre los más relevantes) orientados a dicha
situación problemática en el territorio donde la misma ocurre, así como acerca de los actores
estratégicos que influyen real o potencialmente en la situación problemática. El diagnóstico permite,
entre otras cosas, prever el potencial asociativo de las instituciones y actores presentes en la
comunidad, lo que permite una aproximación a evaluar las posibilidades de trabajo conjunto y de la
conformación de equipos de concertación.

2. El diagnóstico como priorización de la realidad.


El diagnóstico da la posibilidad de reconocer situaciones problemáticas y priorizarlas para formular
una intervención; en este sentido constituye una aproximación a una parte de la realidad que enfoca
la mirada hacia un espacio o territorio delimitado, a un segmento poblacional más que a otros y a
un tipo de situación problemática en especial. Con eso se quiere decir que toda priorización implica
un límite territorial referido al espacio en el que se asienta la comunidad y/o temático (la educación,
la salud, la nutrición, entre otros.) y/o por grupo etáreo o por etapa del ciclo vital (niños de 0-5 años
o infancia). Vale aclarar que, en esta dimensión poblacional, la priorización se hace desde una
perspectiva relacional, esto implica considerar el espacio social en el que se configuran las relaciones
(por ejemplo, en el caso de la infancia: niños-familias, niños-comunidad, niños-instituciones, niños-
recursos/servicios).
En el marco de los modelos de intervenciones territoriales de tipo integral, el diagnóstico debe
adoptar también características de integralidad, abarcando – de manera sintética y precisa- las
diferentes dimensiones que se refieren a la calidad de vida de los pobladores: la pirámide
demográfica, el perfil epidemiológico, los aspectos de infraestructura (agua potable, saneamiento
básico, luz eléctrica, gas natural, telefonía, transporte, ente otros.), la situación medioambiental, las
características ocupacionales, económicas y productivas, la situación del empleo, los ingresos de los
hogares, la existencia y utilización de servicios (de salud, educación, justicia), las políticas públicas,
el trabajo de las instituciones y organizaciones de la sociedad civil, para mencionar las dimensiones
más relevantes.
A medida que se avanza en el desarrollo de la intervención. Sin duda alguna durante la ejecución de
un proyecto, se estará en condiciones de incorporar ajustes al diagnóstico realizado al inicio como
punto de partida o línea base. Vale decir que aún en la etapa de intervención se sigue profundizando
en el conocimiento de la realidad en la que se interviene. De modo que puede agregarse que además
de la priorización espacial/territorial, poblacional y temática, el diagnóstico de situación también un
aporta a esta tarea.

3. El diagnóstico comunitario.
Es posible afirmar que una comunidad estaría conformada a partir de las siguientes características:
− Asentarse en una localidad geográfica (el territorio, la vecindad).
− Tener estabilidad temporal (comunidad de vida) es decir contar con una cantidad de tiempo (años)
de residencia en la comunidad.
− Contar con instalaciones, servicios y recursos materiales que forman núcleos y ejes de
condensación comunicativa y relacional de los individuos. Por ejemplo: un parque, un salón
comunal, una quebrada, entre otros.
− Poseer una estructura y sistemas sociales (de socialización, control y apoyo social, poder y
distribución de servicios y recursos), siendo en el seno de estos sistemas donde suelen originarse los
problemas a superar mediante las intervenciones comunitarias. Por ejemplo, la institución escolar,
un CAI, una biblioteca, el centro de salud, entre otros.
− Vínculos resultantes (sentido psicosocial de comunidad) expresado en dos dimensiones: la vertical,
o la identificación o sentido de pertenencia; y la horizontal, o el conjunto de interrelaciones y lazos
entre los miembros comunitarios.
En otras palabras, se entiende por comunidad un sistema o grupo social de raíz social local,
diferenciable en el seno de la sociedad de que es parte en base a características e intereses
compartidos por sus miembros y subsistemas que incluyen: localidad geográfica, interdependencia
e interacción psicosocial estable y sentido de pertenencia a la comunidad e identificación con sus
símbolos e instituciones. La noción de comunidad está caracterizada en el componente territorial o
por el hecho de que determinadas personas habitan un determinado territorio. Aunque puedan
existir otras caracterizaciones más allá de lo territorial, a efectos de las intervenciones o proyectos
sociales la comunidad puede considerarse como el espacio social local que constituye el lugar de la
palabra y los intercambios, de los acuerdos y controversias, de la materialización de los resultados,
del hacer mancomunado.
Cuando se habla de comunidad se hace referencia a sujetos que recorren espacios comunes en la
vida cotidiana y sus complejas alternativas, a relaciones que conectan desde lo distinto y aún desde
lo contradictorio. La comunidad en este sentido se construye en arduos procesos de consensos
siempre circunstanciales y contingentes, que necesitan de permanentes redefiniciones y
concertaciones explícitamente trabajadas.
El diagnóstico comunitario es el primer análisis que se lleva a cabo en forma previa al diseño de una
intervención o proyecto social.
La información obtenida del diagnóstico comunitario permite orientar la acción, clarificar los
objetivos y adaptar el proceso de intervención a las características de los participantes o población
involucrada. En este proceso de realización del diagnóstico deben incorporarse las distintas
organizaciones que se vinculan directa o indirectamente con la temática de interés, mediante la
aplicación de distintas técnicas (especialmente aquellas basadas en dinámicas grupales).

4. La participación de los actores.


Los diagnósticos participativos incluyen los saberes y puntos de vista de actores diferentes que se
vinculan con el tema de interés, en particular aquellos que viven –sobrellevan– la situación
problemática. Cuando se realiza bajo esa modalidad participativa el diagnóstico trasciende los
objetivos de fundamentar las acciones de una intervención y de brindar insumos básicos para los
diferentes momentos evaluativos. En efecto, la modalidad participativa añade un valor agregado
sumamente relevante que es la iniciación de un proceso de construcción de un escenario donde
interactúan distintos actores sociales, un espacio de intercambio de información, de articulación y
de negociación, un ámbito para el aprendizaje social de todos los participantes y un espacio de
oportunidad para el protagonismo de los actores sociales que luego serán involucrados en los
proyectos. Es en sí mismo una práctica democrática de relacionamiento social.
Dos características relevantes de los diagnósticos participativos locales son:
− La intersubjetividad, entendida como la integración de miradas y percepciones diversas para la
construcción conjunta de la situación problemática. El proceso implica sucesivas reconstrucciones
tentativas de esa realidad mediante la confrontación y síntesis de informaciones parciales – objetivas
y subjetivas - en un trabajo grupal de elaboración intersubjetiva.
− El aprendizaje colectivo y el empoderamiento institucional y comunitario, pues como se anticipó,
implica aprendizaje para los actores que se involucran, permite dejar capacidades instaladas y facilita
incorporar modalidades de reflexión – autorreflexión para la transformación.
Los beneficios para una comunidad o un grupo al trabajar en la elaboración del diagnóstico
comunitarios locales son principalmente:
− Mayor claridad, precisión, profundidad y comprensión de las situaciones problemáticas.
− Menor margen de error al formular las acciones correctivas y mayor eficacia al llevarlas a cabo.
− Aprendizaje de metodologías, técnicas y procesos de generación colectiva de conocimientos.
− Aprendizaje de una manera más objetiva y democrática de percibir y comprender el mundo, el
entorno, a los demás y a uno mismo.
En síntesis, se produce un intercambio de conocimientos, quedando “capacidades instaladas” para
una comunidad más autónoma en la detección, conceptualización y resolución de las situaciones
problemáticas que deben afrontar.
El momento del diagnóstico constituye además una estrategia conjunta para la convocatoria a las
organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, los actores públicos, los actores privados,
las escuelas, los centros de salud, las familias, así como otros actores significativos, se acerquen al
proyecto, se interesen e involucren en la conformación y mantenimiento de un nuevo espacio de
articulación y decisión. Es en ese sentido que puede afirmarse que el diagnóstico es útil además para
la construcción de la viabilidad futura de los proyectos. Resulta estratégico para conseguir
adhesiones y apoyos por parte de funcionarios y de otros actores que tienen poder de decisión o
influencia sobre recursos necesarios para la resolución de las situaciones problemáticas y para llevar
adelante las acciones previstas; de modo que sirve también para construir, desde el mismo inicio de
las acciones y su posterior sostenibilidad.
Un diagnóstico tiene que ser comunicable, para que pueda convertirse en una herramienta de
abogacía.2

5. Aspectos y actores a incluir en un diagnóstico participativo local.


Se mencionaron antes, en forma general, los aspectos que deberían tomarse en cuenta en un
diagnóstico, en la medida que se desee abordar la intervención social con un carácter integral, es
decir, tomando en cuenta los múltiples factores que convergen en la determinada situación
problemática que se procura resolver o aliviar. Por otra parte, es importante resaltar que los
aspectos incluidos en un diagnóstico (y al mismo tiempo, los aspectos que no se incluyen) ponen de
manifiesto la concepción (marco teórico) que se tiene acerca del tema sobre el que se diagnosticará.
La recomendación es que deberían abordarse todos los aspectos que se vinculan con la temática,
acorde con el estado del arte, pero cuidando de no plantear un esquema de tal complejidad que sea
poco viable desarrollarlo en los tiempos apropiados. Muchas de las críticas a los diagnósticos
tradicionales hacen referencia, por un lado, a la cantidad de información recopilada, pero con escasa
utilización posterior, y por otro a los tiempos de elaboración que impedían la formulación y
realización de los proyectos en forma oportuna. Es indudable que según sea la temática y/o el
segmento poblacional de interés, se podrán precisar los aspectos, dimensiones o ejes analíticos que
tomará en cuenta el diagnóstico. Acá se toma como ejemplo el tema de desarrollo infantil, la
infancia, y se sugieren los aspectos a considerar en un diagnóstico. Pero sin duda, el ejercicio puede
realizarse para la población adolescente6, la población de tercera edad, etc.
− Situación contextual del territorio.
− Ubicación geográfica del territorio (municipio, vereda, localidad o barrio).
− Pirámide demográfica (por frecuencias o grupos de edad y sexo).
− Principales actividades ocupacionales, productivas y fuentes de empleo.
− Tasas de ocupación y desocupación.

2
El término abogacía traduce la palabra inglesa advocacy, que alude a las acciones que se desarrollan en favor de una
causa, para colocarla en forma relevante en la agenda pública y en las políticas gubernamentales.
-Indicadores de pobreza en la población general (personas con NBI y por debajo de líneas de pobreza
y pobreza absoluta).
− Hogares monoparentales y/o con jefatura femenina.
− Disponibilidad de infraestructura (agua potable y saneamiento básico, red de gas natural, luz
eléctrica, transporte, telefonía y vías de comunicaciones, entre otro
− Marco político municipal o local en relación con las poblaciones o grupos poblacionales priorizados.
− Identificación de actores y dinámica socio – institucional. Un actor social puede ser una
organización formal, pública o privada; una asociación de la comunidad, un grupo comunitario,
grupos particulares de interés, sectores socioeconómicos, otros grupos identificados (definidos
según algún atributo o rol específico dentro del campo de intervención) e incluso individuos que
intervengan en la dinámica comunitaria en forma relevante. Deben identificarse aquellos actores
significativos que operan en el territorio, en relación con el segmento de población al que se orienta
la intervención. Se hace referencia al conjunto de instituciones, organizaciones, empresas, grupos
comunitarios, entre otros, que tienen incidencia o vinculación, actual o potencial, respecto de la
población priorizada.
Los distintos tipos de actores que en principio pueden identificarse, son:
− Establecimientos de salud según niveles de atención (centros de salud y hospitales).
− Jardines infantiles o centros de nutrición, protección y bienestar infantil.
− Establecimientos educativos.
− Otras áreas o programas gubernamentales, orientados a los diferentes grupos poblacionales,
según temáticas (salud, educación, vivienda, nutrición, cuidado, recreación, defensoría de derechos,
entre otros).
− Las entidades u organizaciones comunitarias (ONG, OSC) que se orientan a la población objetivo
según temáticas de trabajo (salud, educación, vivienda, nutrición, cuidado, recreación, defensoría
de derechos, entre otros.) y áreas geográficas de cobertura.
− Organizaciones juveniles (clubes, centros estudiantiles, grupos, movimientos, entre otros.)
− Empresas, gremios productivos y fundaciones de empresas que tienen algún tipo de actuación
social con la comunidad y particularmente con el o los grupos priorizados.
− Grupos o movimientos políticos de relevancia.
− Instituciones académicas.
Es de importancia resaltar que la identificación de los actores irá ampliándose progresivamente, a
medida que se avanza en el conocimiento de las relaciones dentro del territorio de intervención. El
trabajo en conjunto con los actores debe permitir la construcción de un mapa de relaciones en el
territorio.
Conocer las relaciones entre los actores sociales permite introducir la noción de dinámica en el
campo, en el espacio situacional que se analiza. Estas relaciones pueden ser diversas por su
contenido, por su frecuencia y por su intensidad.

Ejemplo de relaciones entre actores (formación y empleabilidad para jóvenes)

El proceso de diagnóstico da cuenta de la forma en que se relacionan los actores, en nuestro


ejemplo, en torno a la formación y el trabajo de los jóvenes.
Esto implica mostrar las relaciones que existen e incluir un análisis de las mismas. Este análisis es un
insumo para valorar la capacidad local de gestión asociativa o de trabajo en red, detectar aquellos
vínculos que pueden ser fortalecidos y desarrollados para el trabajo conjunto, y detectar también
posibles relaciones conflictivas para cuidar que no obstaculicen el proceso de trabajo.
En especial, cuando se muestra y analiza la relación entre los actores, debe tener un lugar importante
el tipo de vínculos que se establece con los actores públicos, y viceversa. Los actores sociales se
distinguen entre sí por una lógica particular de comportamiento o racionalidad, por una percepción
propia acerca de la realidad y por el tipo de recursos que gestionan. El particular comportamiento
que los actores asumen en la comunidad tiene que ver con los intereses y objetivos propios de la
entidad, organización, institución o grupo comunitario, con sus valores y su cultura.
Esa forma de actuar se manifiesta en los discursos que sostienen los miembros de estas entidades,
y fundamentalmente en las trayectorias de trabajo, en los modos de resolver los problemas, en el
tipo de actividades y proyectos que implementan o han implementado, en las poblaciones que
atienden, entre otros.
Inicialmente se caracteriza a los actores sociales organizacionales o institucionales, al menos, en los
siguientes aspectos: datos de identificación, historia, desarrollo y acciones desarrolladas, esquema
organizativo interno, relaciones con otras instituciones, situación y recursos institucionales que
disponen. Es necesario además dar cuenta de la dinámica socio-institucional en términos de
fortalezas y debilidades. Las fortalezas son las fuerzas impulsoras que contribuyen positivamente al
desarrollo, y se identifican con el objetivo de aprovecharlas y potenciarlas. Las debilidades son
fuerzas obstaculizadoras que impiden el adecuado desempeño de la intervención. Se las identifica
para eliminarlas o corregirlas. Estos aspectos definen una determinada posición de cada actor en la
comunidad y específicamente con respecto al tema de interés.
La caracterización que se realiza inicialmente de los actores sociales permitirá durante el diagnóstico
disponer de información para reconocer sus fortalezas y debilidades; pero además sirve para
conocer progresivamente la posición que cada actor asume frente a los problemas identificados y
las soluciones propuestas. En tal sentido debe realizarse el análisis de la posición de los actores en
relación con los problemas y las estrategias propuestas para su solución; se los debe caracterizar en
términos de una escala como, por ejemplo: muy a favor, a favor, indiferente aunque involucrado,
en contra o muy en contra. Para determinar o fundamentar esta posición es necesario considerar la
percepción que cada actor tiene de los problemas, la forma en que viene trabajando para
resolverlos, el nivel de participación que tiene en el espacio de producción colectiva, los
antecedentes de trabajo en la temática, entre otros. También es necesario prever que un actor
puede ir cambiando de posiciones a lo largo del proceso y que incluso un mismo actor puede tener
posiciones contradictorias, generadas por distintos sub-grupos al interior de una misma entidad.
Otro aspecto relevante es la valoración de los grados y dimensiones de poder de los actores. Ello se
vincula al grado de influencia que cada actor puede ejercer sobre los recursos (económicos,
materiales, tecnológicos, humanos, de información, organizativos, conocimientos específicos,
experiencias, redes de relación e influencias, de liderazgo, de movilización, entre otros). Desde esta
perspectiva, se trata de conocer el grado de relevancia (o poder) que tiene cada actor social respecto
de los problemas a abordar y/o del proyecto a implementar.
Al realizar el análisis se consideran dos aspectos:
− Grado de centralidad (importancia relativa dentro del proceso) que tiene el actor. Esto significa
determinar si los recursos que controla cada actor son indispensables, sustituibles u omisibles, con
respecto a los problemas y las alternativas de solución que se proponen.
− Grado de concentración que tiene el actor sobre el control de ese tipo de recursos. Esto significa
determinar si la distribución de los recursos que controla un actor es monopólica (sólo lo tiene el
actor en cuestión), compartida (los controlan varios actores) o dispersa (ese tipo de recursos es
manejado por la mayor parte de los actores).
Este análisis de los actores permite, entre otras cuestiones:
− Identificar los actores sociales que resulta indispensable incorporar a la intervención.
− Reconocer la importancia que tienen para el proyecto determinados actores que tienen una
posición de indiferencia o de oposición.
− Detectar posibles alianzas entre actores que comparten una disposición similar frente al problema
y/o alternativas.
− Valorar el grado de apoyo que tiene la selección de un determinado problema o estrategia de
solución, por parte de los actores sociales.
− Reconocer cuál de los problemas identificados o soluciones propuestas genera una mayor
adhesión de los distintos tipos de actores (ONGs, familias, grupos poblacionales, autoridades
locales, entre otras.).
− Valorar la relevancia que tienen los actores que están a favor del proyecto, en función de los
recursos que disponen o controlan.
− Identificar recursos críticos porque son indispensables y están concentrados en un actor que se
opone a la iniciativa.
− Tener criterios para priorizar un problema y alternativas de acción.
El análisis de los actores y sus posiciones no debe ser el criterio principal para priorizar y seleccionar
el o los problemas, más no debe desconocerse, pues es parte esencial en el análisis de viabilidad
para intervenir o para involucrar a otros que puedan sustituirlos.

6. La construcción, identificación y priorización de problemas.


Un problema social plantea una brecha entre lo que existe y lo que es deseable por parte de un
conjunto significativo de actores sociales. Un problema es social cuando afecta a un número
importante de personas y para su superación no bastan los esfuerzos individuales o familiares, sino
que se requieren acciones por parte de los organismos gubernamentales y/o de los grupos y
organizaciones de la sociedad civil.
Las situaciones problemáticas implican por lo general dificultades de acceso y participación efectiva
en relación con servicios o bienes sociales. Dichos problemas deben ser delimitados socialmente
(población que está afectada) y territorialmente (espacio geográfico donde se ubica).
A través del diagnóstico los problemas deben ser priorizados; los criterios más relevantes para
realizar esa priorización y seleccionar el problema central o focal, son:
− Tipo y cantidad de población afectada.
− Ámbito de gobernabilidad de la organización que plantea la intervención (idoneidad, eficiencia,
eficacia…)
− Prioridad asignada en el marco de las políticas sociales locales.
− Nivel de incidencia en el conjunto de problemas identificados (nudos críticos).
− Es solucionable: existen modos de intervención posibles y probados (disponibilidad y efectividad)
− Existencia de presión social para su solución.
− Necesidad sentida por la comunidad.
Debe plantearse una explicación del problema focal en función de los factores explicativos directos,
indirectos y estructurales. Esos factores son, a su vez, problemas asociados, causas, o
determinantes, relacionados con el problema focal o central que se seleccionó; este es el
componente “explicativo” del diagnóstico, que antes se mencionó. Además, deben señalarse los
problemas o consecuencias o efectos que se derivarían de la no resolución del problema focal, el
cual constituye el componente “pronóstico” del diagnóstico, que se anticipó.

Los problemas identificados y priorizados por los diversos actores a través de distintas técnicas
(usualmente en el marco de talleres, con dinámicas grupales) constituyen en su conjunto la
problemática de intervención que deberá encarar la organización responsable de diseñar e
implementar el proyecto. A partir de la priorización de las situaciones problemáticas identificadas,
se analizan los procesos / problemas que conducen a cada uno de elementos constitutivos de la
problemática de gestión, identificando aquellos factores o procesos causales sobre los que existe
capacidad de intervención por parte de los actores sociales concretos responsables de diseñar la
intervención.
Para alcanzar este objetivo será necesario reconocer las interrelaciones existentes entre los
problemas identificados, que permita identificar los puntos y procesos críticos sobre los cuales hay
que actuar para desencadenar modificaciones que tiendan a corregir o resolver los problemas que
afectan la situación de la población objetivo en la temática considerada.

El diagnóstico constituye la primera etapa dentro de un proceso de planificación.


Es la actividad a través de la cual se interpreta la realidad que interesa transformar.

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