MARIALIS CULTUS - Trabajo Final

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 6

Seminario Mayor Juan Navarrete y Guerrero

Facultad de Teología

Mariología

MARIALIS CULTUS

Pbro. Lic. Jesús F. Juárez Duran

Luis Antonio Arvayo Araiza

Hermosillo, Sonora a 24 de enero de 2022


MARIALIS CULTUS
PABLO VI
Reporte de lectura

¿Por qué un culto a la Virgen María en la Iglesia romana?


El culto a la Virgen María ha ido evolucionando con el paso del tiempo. El Concilio
Vaticano II ha recordado que la Iglesia debe venerar también la memoria de la gloriosa
siempre Virgen María (cfr. LG 52).
El documento Marialis Cultus presenta el culto a la Virgen María dentro de la
liturgia reformada a partir del Vaticano II, y nos dice que el culto que la Iglesia universal
rinde hoy a la Santísima Virgen es una derivación, una prolongación y un incremento
incesante del culto que la Iglesia de todos los tiempos le ha tributado con escrupuloso
estudio de la verdad y como siempre prudente nobleza de las formas. El Papa Pablo VI
enseña que es de la tradición perenne de donde la Iglesia de nuestro tiempo saca
motivaciones, argumentos y estímulo para el culto que rinde a la bienaventurada Virgen (cf.
MC 15).
Otros elementos que forman parte de las razones de la Iglesia para el culto a la
Virgen María son tomados de las relaciones entre María y la Liturgia. Esto quiere decir que
María es ejemplo de la actitud espiritual con que la Iglesia celebra y vive los divinos
misterios. La ejemplaridad de la Santísima Virgen en este campo dimana del hecho que ella
es reconocida como modelo extraordinario de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y
de la perfecta unión con Cristo esto es, de aquella disposición interior con que la Iglesia
estrechamente asociada a su Señor, lo invoca y por su medio rinde culto al Padre Eterno
(cfr. MC 16).
Nota trinitaria, cristológica y eclesial del culto a la Virgen María
Es sumamente conveniente que los ejercicios de piedad a la Virgen María expresen
claramente la nota trinitaria y cristológica que les es intrínseca y esencial.
 Trinitaria: El culto a la Virgen María debe tener resaltar su carácter trinitario, pues
todas las expresiones cultuales deben reflejar el plan de Dios. En este sentido de
sebe dar adecuado relieve a uno de los contenidos esenciales de la fe: la Persona y
obra del Espíritu Santo. La reflexión teológica y la Liturgia han subrayado, en
efecto, cómo la intervención santificadora del Espíritu en la Virgen de Nazaret ha
sido un momento culminante de su acción en la historia de la salvación.

 Cristológica: En la Virgen María todo es referido a Cristo y todo depende de El: en


vistas a Él, Dios Padre la eligió desde toda la eternidad como Madre toda santa y la
adornó con dones del Espíritu Santo que no fueron concedidos a ningún otro.
Ciertamente, la genuina piedad cristiana no ha dejado nunca de poner de relieve el
vínculo indisoluble y la esencial referencia de la Virgen al Salvador Divino
 Eclesial: el recurso de los conceptos sobre la naturaleza de la Iglesia, Familia de
Dios, Pueblo de Dios, Reino de Dios, Cuerpo místico de Cristo, permitirá a los
fieles reconocer con mayor facilidad la misión de María en el misterio de la Iglesia
y el puesto eminente que ocupa en la Comunión de los Santos. La nota eclesial del
culto a la Virgen María señala esa relación que tiene la Iglesia con Santa María, y
como la acción de la Iglesia en el mundo es como una prolongación de la solicitud
de María. El amor a la Iglesia se traduce en amor a María y viceversa.

Lo esencial de las orientaciones bíblicas, litúrgicas, ecuménicas y antropológicas para


el culto a la Virgen María
 Orientaciones bíblicas: El culto a la Santísima Virgen debe inspirarse
particularmente en la Biblia para lograr nuevo vigor y ayuda segura. La impronta
bíblica requiere que de la Biblia tomen sus términos y su inspiración las fórmulas de
oración y las composiciones destinadas al canto; y exige, sobre todo, que el culto a
la Virgen esté impregnado de los grandes temas del mensaje cristiano, a fin de que,
al mismo tiempo que los fieles veneran la Sede de la Sabiduría sean también
iluminados por la luz de la palabra divina e inducidos a obrar según los dictados de
la Sabiduría encarnada.

 Orientaciones litúrgicas: En este punto el documento recuerda que sobre todo los
ejercicios de piedad en torno a la Santísima Virgen María deben de estar en relación
y armonía con la sagrada Liturgia, recordando Sacrosanctum Concilium.

 Orientaciones ecuménicas: En el culto a la Virgen se reflejan las preocupaciones de


la Iglesia misma, entre las cuales sobresale el anhelo por el restablecimiento de la
unidad de los cristianos. La piedad hacia la madre del Señor adquiera ella misma
una impronta ecuménica, ya que los fieles católicos se unen a los hermanos de las
Iglesias ortodoxas, a los anglicanos, a los hermanos de las Iglesias de la Reforma.
También porque la piedad hacia la Madre de Cristo y de los cristianos es para los
católicos ocasión natural y frecuente para pedirle que interceda ante su Hijo por la
unión de los bautizados en un solo pueblo de Dios.

 Orientaciones antropológicas: En el culo a la Virgen merecen también atenta


consideración las adquisiciones seguras y comprobadas de las ciencias humanas;
esto ayudará a eliminar una de las causas de la inquietud que se advierte en el
campo del culto a la Madre del Señor, es decir, la diversidad entre algunas cosas de
su contenido y las actuales concepciones antropológicas y la realidad
psicosociológica, profundamente cambiada, en que viven y actúan los hombres de
nuestro tiempo.
Deriva de ahí para algunos una cierta falta de afecto hacia el culto a la Virgen y una
cierta dificultad en tomar a María como modelo, porque los horizontes de su vida —
se dice— resultan estrechos en comparación con las amplias zonas de actividad en
que el hombre contemporáneo está llamado a actuar.

Ante todo, la Virgen María ha sido propuesta siempre por la Iglesia a la imitación
de los fieles no precisamente por el tipo de vida que ella llevó y, tanto menos, por el
ambiente sociocultural en que se desarrolló, hoy día superado casi en todas partes,
sino porque en sus condiciones concretas de vida Ella se adhirió total y
responsablemente a la voluntad de Dios (cf. Lc 1, 38).

La Iglesia, cuando considera la larga historia de la piedad mariana, se alegra


comprobando la continuidad del hecho cultual, pero no se vincula a los esquemas
representativos de las varias épocas culturales ni a las particulares concepciones
antropológicas subyacentes, y comprende como algunas expresiones de culto,
perfectamente válidas en sí mismas, son menos aptas para los hombres
pertenecientes a épocas y civilizaciones distintas.
Lo esencial de las indicaciones sobre el Angelus y el Rosario
La estructura sencilla del rezo del Angelus, su carácter bíblico, el ritmo casi litúrgico
que santifica momentos diversos de la jornada, la apertura hacia el misterio pascual, entre
otros elementos, hace que a distancia de siglos conserve inalterado su valor e intacto su
frescor.

El Rosario sí cuenta con mayores observaciones, pero lo esencial lo podemos


centrar en que el Rosario es una oración esencialmente contemplativa, cuya recitación
"exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso, que favorezcan, en quien ora, la
meditación de los misterios de la vida del Señor". Está expresamente recomendado en la
formación y en la vida espiritual de los clérigos y de los religiosos.

Al ilustrar a los fieles sobre el valor y belleza del Rosario se deben evitar
expresiones que rebajen otras formas de piedad también excelentes o no tengan en cuenta la
existencia de otras coronas marianas, también aprobadas por la Iglesia", o que puedan crear
un sentimiento de culpa en quien no lo recita habitualmente . El Papa pide que, al
difundir esta devoción tan saludable, no sean alteradas sus proporciones ni sea presentada
con exclusivismo inoportuno: el Rosario es una oración excelente, pero el fiel debe sentirse
libre, atraído a rezarlo, en serena tranquilidad, por la intrínseca belleza del mismo.

Valor Teológico y Pastoral del culto a la Virgen María


El documento de Pablo VI contiene una afirmación nuclear: la piedad de la Iglesia
hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano (MC 56). De aquí
que exista una fundamentación teológica en el culto a la Virgen María, es decir, que esas
manifestaciones dentro de la Liturgia y la piedad popular hacia la Madre de Cristo están
enraizadas en la comprensión del designio salvífico de Dios. Esto quiere decir que la Iglesia
ha comprendido que es Dios mismo quien ha establecido la especial dignidad de María, su
presencia clave en momentos fundamentales dentro del plan de salvación, y es por ello que
la Iglesia toma a María como ejemplo de respuesta a la vida de la gracia.
El culto a María no está aislado de la naturaleza cultual de la Iglesia, pues como ya
se ha mencionado tiene notas trinitarias, cristológicas y eclesiológicas. De manera especial
como cristianos tenemos la certeza y la claridad de que Cristo es el único camino al Padre
(cf. Jn 14, 4-11). Es importante tener en cuenta esta verdad fundamental para no llegar a
conclusiones equivocadas respecto al culto mariano. Sí, es un hecho que la Iglesia
considera a María como intercesora, y con un lugar especial dentro de la comunión de los
santos, pero al mismo tiempo, es una piedad que está subordinada y en conexión a la piedad
hacia el único Señor, nuestro salvador Jesucristo.
Es importante destacar que pastoralmente la piedad hacia la Virgen María es
sumamente eficaz para impulsar a los fieles creyentes hacia una vida de gracia. Ella es
ejemplo de unión con Dios y de respuesta a una vida entregada a la voluntad de Dios. Por
ello, el culto a la Virgen María está unido al deseo de una vida impulsada por la gracia de
Dios.
Reflexión personal
María es la mujer de la confianza, es así como el testimonio del evangelio
(especialmente Lucas y Juan) nos enseña como ella supo abrazar el proyecto de Dios en
medio de dificultades e incertidumbres, y creyó en la promesa hasta en el momento de la
cruz, cuando todo parecía carecer de sentido. Este testimonio de sencillez y humildad, de
vida de silencio e interioridad espiritual, se encarna en la vida de la Iglesia, pues María es
modelo para la Iglesia, ya que en ella se han cumplido aquellas promesas que la Iglesia
todavía aguarda vigilante.
Este aspecto del ejemplo de María es uno de los que más ha llamado mi atención a
través del estudio de esta materia. Cada uno de los contenidos me han ayudado a
comprender toda la práctica devocional que vivimos en la Iglesia católica. De manera
especial, destaco las expresiones de la piedad popular que he podido palpar en el encuentro
con comunidades cristianas, pues en esos momentos he podido ver una fe sencilla que se
acerca a María con total confianza para poner delante de ella toda la vida, con sus cargas,
sus alegrías y tristezas, y así en esa relación de confianza, la Madre del Señor sale al
encuentro y conduce a su pueblo hacia el encuentro del Salvador.
Me gustaría señalar también que esta materia me ha ayudado a tener las bases de un
culto sincero y recto hacia la Virgen María. Pero más allá de los conocimientos teológicos,
creo que los que más me motica es lo que señala el número 57 del documento aquí
estudiado:
La piedad hacia la Madre del Señor se convierte para el fiel en ocasión de
crecimiento en la gracia divina: finalidad última de toda acción pastoral. Porque es
imposible honrar a la "Llena de gracia" (Lc 1, 28) sin honrar en sí mismo el estado de
gracia, es decir, la amistad con Dios, la comunión en El, la inhabitación del Espíritu. Esta
gracia divina alcanza a todo el hombre y lo hace conforme a la imagen del Hijo (cf. Rom
2, 29; Col 1, 18).

También podría gustarte