Duelos - en - La - Infancia. Donzino

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 19

pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 39 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib.

armado:

DUELOS EN LA INFANCIA.
CARACTERISTICAS, ESTRUCTURA Y
CONDICIONES DE POSIBILIDAD
Gabriel Donzino•

l duelo es un tema que en la teoría psicoanalítica ha ocupado desde


Freud en adelante un destacado lugar. Su importancia y desarrollo se
justifica tanto por su imposición desde la clínica como por los aspec-
tos teóricos que se entrelazan en él: objeto, yo, libido –yoica y objetal–,
identificación, narcisismo, ambivalencia, culpa, recuerdo, fantasía, realidad
psíquica y externa, autoconservación, pulsiones de vida, de muerte, castra-
ción...

En esta oportunidad quisiera compartir con ustedes algunas hipótesis sobre


las características y las condiciones de posibilidad de los duelos en la infan-
cia, así como sus manifestaciones clínicas.

Serán, más exactamente, interrogantes y algunas aproximaciones teóricas


que surgieron de observaciones basadas en el análisis de niños y adolescen-
tes que sufrieron la pérdida de uno de los progenitores en la primera infan-
cia o en la adolescencia. Aunque el verdadero disparador de la investiga-
ción sobre este tema fueron los elementos descubiertos en el análisis de dos
pacientes adultas cuyos padres habían fallecido asesinados cuando ellas te-
nían dos y cinco años de edad y de otra serie de pacientes cuyas madres su-
frieron depresiones, con internaciones e intentos de suicidio de mayor o
menor gravedad. Observando las manifestaciones de esas pérdidas y sepa-
raciones tempranas en su vida actual, me preguntaba entonces cómo ha-
brían sido de niñas, qué quedó inscripto de eso y de qué modo. Me pregun-
taba también si la infancia misma es el tiempo lógico para un trabajo de ela-
boración de pérdidas semejantes y bajo qué condiciones.

Obsérvese que anteriormente he escrito “pérdida” y “fallecimiento” y no

• Profesor de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en convenio con
APBA).

CUESTIONES DE INFANCIA 39
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 40 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

“duelo”, precisamente para introducir lo que quiero diferenciar en este tra-


bajo.

La consideración más frecuente es ligar el duelo con una pérdida. Y en sen-


tido estricto, no hay duelo sin la pérdida de un objeto. Pero la inversa no es
necesariamente así: no ante toda pérdida vamos a encontrarnos con un
duelo.

El duelo es un trabajo, un proceso simbólico, intrapsíquico, de lento y do-


loroso desprendimiento de un objeto catectizado, que supone un reordena-
miento representacional. Es la elaboración psíquica sobre el estatuto de un
objeto que ha devenido ausente. En este sentido es humanizante y enrique-
cedora de la vida anímica. Su contracara, la melancolía, o duelo patológi-
co, en cambio, muestra justamente el fracaso de esta simbolización.

Respecto de ello Melanie Klein escribe: “Así, mientras que el dolor se expe -
rimenta con toda intensidad y la desesperación alcanza su punto culminan -
te, surge el amor por el objeto, y el sujeto en duelo siente más poderosa -
mente que la vida interna y la externa seguirán existiendo, a pesar de todo,
y que el objeto amado perdido puede ser conservado internamente. En es -
ta etapa del duelo el sufrimiento puede hacerse productivo. Sabemos que
experiencias dolorosas de toda clase estimulan a veces las sublimaciones,
o aún revelan nuevos dones en algunas personas, quienes entonces se de -
dican a la pintura, a escribir o a otras actividades creadoras bajo la tensión
de frustraciones y pesares. Otras se vuelven más productivas en algún otro
terreno –más capaces de apreciar a las personas y las cosas, más tolerantes
en sus relaciones con los demás– se vuelven más sensatas. En mi opinión,
este enriquecimiento se logra a través de procesos similares a aquellos pa -
sos que acabamos de investigar en el duelo. Es decir, cualquier dolor cau -
sado por experiencias dolorosas, cualquiera que sea su naturaleza, tiene al -
go de común con el duelo y reactiva la posición depresiva infantil. El en -
cuentro y la superación de la adversidad de cualquier especie ocasionan un
trabajo mental similar al duelo.”1

Freud, en Duelo y Melancolía se pregunta por qué este trabajo resulta tan
doloroso. “Cada uno de los recuerdos y esperanzas –escribe Freud– que
constituyen un punto de enlace de la libido con el objeto, es sucesivamen -

1 Klein, Melanie, (1940) “El duelo y su relación con los estados maníaco-depresivos”, en Contribu -
ciones al Psicoanálisis, O. C., pág. 293, Paidós, Buenos Aires.

40 CUESTIONES DE INFANCIA
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 41 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

te despertado y sobrecargado, realizándose en él la sustracción de la libido.


No nos es fácil indicar en términos de la economía por qué la transacción
que supone esta lenta y paulatina realización del mandato de la realidad ha
de ser tan dolorosa. Tampoco deja de ser singular que el doloroso displacer
que trae consigo, nos parezca natural y lógico [...] No nos es posible dar
respuesta a esta objeción, que refleja nuestra impotencia para indicar por
qué medios económicos lleva a cabo el duelo su labor. Quizá pueda auxi -
liarnos aquí una nueva sospecha. La realidad impone a cada uno de los re -
cuerdos y esperanzas que constituyen puntos de enlace de la libido con el
objeto, su veredicto de que dicho objeto no existe ya, y el yo, situado ante
al interrogación de si quiere compartir tal destino, se decide, bajo la in -
fluencia de las satisfacciones narcisistas de la vida, a cortar su ligamen con
el objeto abolido. Podemos pues, suponer, que esta separación se realiza
tan lenta y paulatinamente, que al llegar a término ha agotado el gasto de
energía necesario para tal labor”. 2

Ahora bien, si tomamos en cuenta los tres aspectos que Freud considera en
el párrafo citado (el examen de realidad, el lento proceso y la opción del
yo), tanto la construcción de la realidad como la constitución del yo en su
capacidad de seguir un mandato erótico son aspectos que en la infancia es-
tán en proceso de estructuración. ¿Está el niño en condiciones psíquicas de
realizar ese examen de la realidad y promover que su yo decida por las sa-
tisfacciones narcisistas de la vida, cuando la percepción del tiempo, la re-
lación con la realidad y la construcción de su narcisismo responden, como
investigó Winnicott, a un proceso gradual que implica al tiempo, donde
esos objetos externos son su apoyatura...?

Ciertamente, Freud se está refiriendo a un trabajo sólo realizable con la


condición precisa de que la categoría de objeto ausente se haya simboliza-
do.Una cita de Klein ilustra este problema: “Una de las diferencias entre la
temprana posición depresiva y el duelo normal, es que cuando el niño pier -
de el pecho o el biberón que ha llegado a representar para él un objeto bue -
no, beneficioso y protector dentro de él y experimenta dolor, lo siente aun -
que su madre está junto a él. En el adulto, sobreviene el dolor con la pérdi -
da real de una persona real; sin embargo, lo que lo ayuda para vencer esta
pérdida abrumadora es haber establecido en sus primeros años, una buena
imago de la madre dentro de sí. El niño pequeño, sin embargo, está en la

2 Freud, Sigmund, (1915 [1917]) Duelo y Melancolía, Obras Completas, págs. 2092; 2098/9, Biblio-
teca Nueva, Madrid.

CUESTIONES DE INFANCIA 41
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 42 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

cúspide de sus luchas contra el miedo a perderla, interna y externamente,


porque no ha logrado establecerla dentro de sí de un modo seguro. En esta
lucha, la relación del niño con su madre, su presencia real, es la más gran -
de ayuda”.3

Llegado este punto es necesario, entonces, establecer categorías diferencia-


les respecto del momento vital en que se haya producido una pérdida, o
–como plantea Winnicott–, si “el amor por la representación interna de un
objeto perdido, puede atemperar el odio del objeto amado introyectado que
la pérdida entraña”.4

He reunido una serie de fragmentos clínicos que tal vez nos permitan ex-
traer de ellos las características de los duelos en la infancia, sus diversas
presentaciones, las consecuencias para cada momento de estructuración y
sus períodos críticos.

Milagros, de nueve años, es derivada por el colegio ya que presenta graves


problemas en el aprendizaje. Una evaluación psicopedagógica previa indi-
ca que se “observan serios conflictos psicológicos”. Durante las primeras
entrevistas el padre de Milagros se queja, en tono de evidente molestia, de
que la niña todas las mañanas mientras él se está afeitando, le cuenta que
soñó con su madre muerta. En este sueño se le aparece con un bebé en bra-
zos, se le aproxima, le seca las lágrimas a Milagros y le dice: “no llores”.
Otras veces el sueño es con la imagen de una Virgen, a quien –siempre con
un niño en brazos– le brota una lágrima que cae por la mejilla. Ante estos
relatos, el padre se irrita y se desespera. La interroga sobre las característi-
cas de las imágenes y comprueba que es la descripción de la madre muer-
ta. “¿Cómo puede soñar con la madre si no la conoció?”, se pregunta el pa-
dre una y otra vez. Este refiere el comienzo de los episodios a que su sue-
gra le contó a la niña que su madre estaba muerta. La niña conocía este he-
cho ya que iban al cementerio a visitar a su mamá y a su hermanito muer-
to de bebé, quien yacía en la misma tumba de su madre.

Se presenta a la siguiente entrevista Julia, la actual esposa del padre. Cuen-


ta que la abuela materna de Milagros le mostraba fotos de la madre, recor-
dándole que Julia no era su mamá sino su madrastra. La imagen que Mila-

3 Klein, Melanie: Ob. Cit., pág. 294/5.


4 Winnicott, Donald: “La posición depresiva en el desarrollo emocional normal” (1954-55), en Escri -
tos de pediatría y psicoanálisis , Laia, Barcelona, 1981.

42 CUESTIONES DE INFANCIA
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 43 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

gros sueña es la que conoce a través de las fotos. Julia presencia los matu-
tinos episodios en los que llorando, Milagros le cuenta al padre sus sueños.
“La culpa es de la abuela por mostrarle esas fotos”, concluye Julia.

Como un rompecabezas, en el transcurso de las siguientes entrevistas, se va


aclarando la historia: la mamá de Milagros era una mujer de frágil salud. El
primer hijo varón del matrimonio muere a los seis meses por meningitis. La
depresión la inunda y a partir de esto se encomienda a la “Difunta Correa”,
para que sus hijos nazcan y crezcan sanos. Nace Deolinda, la hermanita
mayor de Milagros, y dos años más tarde otra Deolinda, Milagros Deolin-
da. Los nombres de esta niña responden: el primero a la Virgen de los Mi-
lagros, a quien la madre le pide que nazca un varón, y el segundo al de la
Difunta Correa. 5

Nace Milagros y la madre fallece pocos días después. El padre, también


huérfano de madre cuando era pequeño, desesperado acude a Julia, novia
en su adolescencia y le pide que se haga cargo de sus pequeñas hijas. Julia
se decide al verla a Milagros flaca, sucia y escaldada, y se casa sólo para
cuidar y alimentar a las niñas.

Julia ya había criado a dos sobrinas que convivían entonces con ella. Inte-
rrogada respecto de si ella hubiera deseado tener hijos propios, rompe en
llanto y cuenta que tuvo un hijo de soltera que estudiaba ingeniería en Tu-
cumán y que “desapareció” en la lucha contra la subversión. “Supongo que
está muerto –dice–, pero me dijeron que no hiciera nada porque podía de-
saparecer yo. Si supiera dónde están sus restos, para llevarle una flor. Ni si-
quiera en sueños puedo verlo”.

Presuntamente las niñas no sabían de este hijo de Julia. Sólo su esposo y las
sobrinas, cuando la veían llorar, entendían por qué lo hacía. Milagros, en
cambio, preguntaba con insistencia por qué cada vez que iban al cemente-
rio a visitar la tumba de su madre y hermanito, tenían que llevar una flor
para el osario común...

Milagros se presenta a la primera entrevista como una niña sumamente ra-


ra. Hace gestos con su cara y revolea sus ojos hasta el punto de dejarlos en

5 En el culto católico se recuerda a Deolinda Correa, “la Difunta”, como una mártir criolla, quien por
escapar de un malón en el norte argentino se pierde con su bebé en el desierto, encomienda la vida de
su hijo a la Virgen, muere en el desierto y amamanta a su pequeño aún después de morir.

CUESTIONES DE INFANCIA 43
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 44 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

blanco. Dibuja un arbolito con las raíces visibles y un puntito ennegrecido


entre ellas. “Es un arbolito con raíces”. Sí, y veo que hay una cosita ahí... le
respondo mientras le señalo las raíces. “Es un pajarito que se murió y lo en-
terraron ahí... vos sabés cómo queda... la tortuguita... cuando se muere...
cómo quedan los huesitos... yo enterré un pajarito y quiero ver los huesitos,
cómo quedan los huesitos”. Agrega otra forma circular imprecisa en el di-
bujo y me cuenta sobre una tortuguita que tuvo y empieza a lloriquear y ha-
cer muecas con la cara.

Consultan por Ariel, de recientes tres años de edad. Sus padres lo adoptan
a los veintidós meses aproximadamente (calculados sobre la base de unos
estudios que le realizan). Es llevado a un Juzgado por una señora que dice
que lo dejaron a su cuidado y no lo vinieron a buscar más. Agrega que lo
cuidaba el guardabarrera en la casilla del paso a nivel donde lo dejaron. Es
registrado como NN.

Los papás adoptivos lo retiran de un hogar de monjitas donde estaba aloja-


do. Allí lo llamaban “Daniel”. No es posible determinar el tiempo transcu-
rrido entre el guardabarrera y el Juzgado, pero los papás confirman que an-
tes de llegar al hogar de las monjitas estuvo internado en un hospital por
desnutrición. En el momento de la adopción su estado físico mostraba el pe-
lito chamuscado, estaba escaldado y con excoriaciones múltiples en los ge-
nitales y la cola. Se observaba, además, una importante cicatriz de antigua
quemadura en uno de los miembros.

Los papás dudan en cambiarle nuevamente el nombre. Finalmente, se de-


ciden por bautizarlo Ariel, “león de Dios”.

En cuanto a su nivel de constitución psíquica y trastornos centrales, los


papás refieren que Ariel no habla, pronuncia sólo palabras bisílabas
que su madre traduce; padece de enuresis nocturna; usa chupete;
deambula sin parar; abre cajones y puertas; se escapa de todos lugares;
se desnuda y se sienta bajo la lluvia; imita el ruidito de animalitos va-
rios bajo el festejo de sus padres; rechaza a su madre, la escupe y pa-
tea (no así al papá); no hay juego; parece no mirar ni escuchar ni res-
ponde al llamado; sus padres se quejan de su difícil crianza ya que no
acepta normas.

La primera vez que veo a Ariel, deambula sin parar por el consultorio mien-
tras sus padres dialogan conmigo. Uno a uno, muerde y arranca la mina de
todos los lápices. Amaso una bolita de plastilina delante de sus ojos y lue-

44 CUESTIONES DE INFANCIA
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 45 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

go la achato entre mis dedos haciendo una tortita: es la primera vez que me
mira a los ojos.

Luego de varios meses de intenso trabajo con los padres, comienzo a traba-
jar con Ariel junto a su mamá. En una de las primeras sesiones la madre
amasa un caracol grande con plastilina. Ariel le pide: “Be-bé, be-bé”. La
madre lo amasa y Ariel hace que se besen. Luego aplasta al caracol grande
contra el escritorio mientras grita: “¡mamá, mamá!” Seguidamente aplasta
al caracolito bebé.

Más adelante, en otra sesión (ya a solas con Ariel), saca de mi bolsillo las
llaves, las sacude e imita el tañido de las campanas. ¿La campana del guar-
dabarrera?... ¿Era un recuerdo, o lo construido durante el trabajo con los pa-
dres? No lo sé. Lo central era que el camino de la construcción posible de
una historia estaba en marcha y si fueran una evocación o un constructo,
bienvenidos eran.

Durante incontables sesiones, más adelante, Ariel tirará objetos por la ven-
tana, intentando en más de una oportunidad, arrojarse él mismo. Luego de
casi tres años de tratamiento, Ariel me sorprende con el siguiente juego: yo
soy un señor que va a la veterinaria a comprar un perrito. El es un cachorri-
to en una jaula que me pide, rascándome con las patitas, que lo elija a él.
Este juego tiene muchas variantes: el dueño de la veterinaria me echa di-
ciéndome que no hay más perritos, mientras el perrito se queda llorando y
me dice que vuelva; me pide que lo lleve a él, pero que no puede irse por
su mamá, ante lo cual debo llevarme a los dos; me pide que lo lleve, pero
tiene bebés y debo llevar también a sus hijitos; me pide que lo lleve avisán-
dome que tiene bebés en la panza. Lo llevo y sobre el diván nacen los ca-
chorritos, a los que él cuida, como una madre celosa, gruñéndome para evi-
tar que me acerque. Otras, Ariel es el cachorrito nacido y con los ojitos en-
trecerrados hociquea buscando la teta hasta prenderse del botón de mi ca-
misa.

El análisis de este caso, como el de otros niños adoptados, propone un tipo


de clínica donde la construcción y las intervenciones estructurantes son
nuestros aliados técnicos.

Diego tiene quince años. Consulta luego de la muerte de su padre, ocurri-


da hace tres meses por una enfermedad incurable, deteriorante y progresi-
va del sistema nervioso. Su sintomatología es: mareos, miedos intensos (a
fantasmas, ruidos, viento), angustia desbordante e insomnio. Su mayor

CUESTIONES DE INFANCIA 45
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 46 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

preocupación es el miedo angustioso y temores hipocondríacos.

“Tengo miedo a descomponerme, a desmayarme y que me lleven en una


ambulancia; que me hagan algo cuando yo esté inconsciente. Me empiezo
a sentir mal o la idea de que me voy a descomponer hace que me empiece
a marear, me corre un frío por el cuerpo, me voy poniendo blando de las
piernas a los brazos y cuando me llega a la cabeza, me mareo y me desma-
yo”.

Diego es fanático del fútbol, pero no puede jugar a la pelota o salir a la ca-
lle por temor a que “me descomponga”.

La madre refiere que tiene un “parecido físico extraordinario” con el papá


y que la enfermedad de éste fue producida por un “fuerte golpe en la cabe-
za”.

Diego dice: “A los doce años íbamos caminando por la calle y yo me cru-
cé delante de él. Se tropezó conmigo y lo hice caer. Cayó de frente en el pi-
so... medio se desmayó... fue por mi culpa...”

La mamá agrega que los últimos meses de la enfermedad de su marido


fueron muy duros ya que su propio padre había sufrido un ataque cere-
bral. “Era Navidad, de un lado del arbolito estaba mi padre en su silla
de ruedas y del otro mi marido, en otra. Los médicos me dijeron que
moriría cuando la enfermedad llegue al cerebro, al centro de la respira-
ción. Se iba a ahogar. El día que eso pasó, lo dejé solo; me encerré en
la pieza y después de un rato, salí gritándole a Diego que fuera a bus-
car al médico, que su papá se había descompuesto. En realidad ya ha-
bía fallecido”.

Lentamente, Diego empieza a “salir”. Trae un sueño que califica de “un po-
co lindo, un poco feo”: “Mi primo (personaje familiar adorado por Diego,
a quien el papá encomendó la crianza de su hijo) viene en un coche y to-
ca la bocina. Me asomo y mi primo me dice: ‘mirá quien viene...’. Y es mi
viejo que se asoma por el techo levantado del Citroën”. Se despierta angus-
tiado. Lo lindo es que soñó con el padre. Lo feo, que cuando se despertó
comprobó que no era posible.

Puntualicemos: Pérdidas no metabolizadas a lo largo de varias generacio-


nes. Familias hipotecadas por duelos imposibles, heridas que se abren a ca-
da momento detrás de un esfuerzo tenaz por desmentir y silenciar.

46 CUESTIONES DE INFANCIA
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 47 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

Múltiples pérdidas tempranas, traumas y abandonos en un momento de la


vida donde lo que se afecta son los cimientos mismos del psiquismo.

Miedo, culpa y síntomas por identificaciones que recuerdan rasgos dolien-


tes del ser querido, anulan la distancia con el objeto perdido, pero, como
contrapartida, llenan de terror.

Quizá de los tres casos el más complejo sea el de Milagros. Un mito fami-
liar arrasador la deja en un comprometido lugar: ella no es el varón pedido
a la Virgen, pero su negación alude al lugar que le esperaba: reemplazar al
pequeño fallecido; desde ese lugar mítico es a la vez la que sobrevive ali-
mentándose de la madre muerta y la difunta que revive a su hijo; es la vir-
gen-madre que llora los hijos desaparecidos de otra madre. La falla de apro-
piación simbólica del objeto deja a Milagros confinada a la representación
de la pérdida a través de lo real de la muerte: los huesitos, los restos mate-
riales.

El pequeño Ariel lucha por sobrevivir. Su psiquismo tiene muchas posibili-


dades aún de estructurarse gracias al apreciable apoyo de sus padres. Pero
las marcas en su cuerpo están y es una larga historia para remontar.

Diego también se encuentra con la muerte en un momento crítico de su de-


sarrollo psicosexual, pero con recursos simbólicos que le permiten exponer
un cuerpo como escenario de los significantes que marcan su ligazón al pa-
dre. Identificaciones a desandar. Su “extraordinario parecido físico”, podrá
ser una salida o una tumba.

La elección de estos casos para abrir nuestro tema es porque presentan de


modo paradigmático casi todos los problemas del duelo en la infancia y la
adolescencia. Para abordarlos, los separaré en problemas teóricos y clíni-
cos.

Diariamente, imperceptiblemente, los niños y los adultos nos enfrentamos


a pérdidas a las que podemos resignarnos. No desestabilizan el narcisismo.
Son separaciones que representan que sólo una parte se separa, se resigna,
de un todo, pero ese todo sigue inalterable. El mantenimiento de ese “todo”
remite a la economía narcisista de un sujeto.

El duelo, ya lo dijimos, es básicamente un proceso de reinvestidura de algo


que, paradójicamente, debe ser desinvestido. Trabajo que debe realizar el
Yo del sujeto psíquico.

CUESTIONES DE INFANCIA 47
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 48 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

La primera premisa que nos imponen los casos, es que un niño en due-
lo está inmerso en un medio ambiente aquejado también por una pér-
dida. No es posible el duelo de un niño aislado, ni desligado de una
historia. Ese medio ambiente es la familia, más específicamente los pa-
dres.

Centraré entonces el análisis en dos cuestiones que participan de los due-


los en la infancia: los padres y el niño.

Puntualicemos primero, muy rápidamente, algunos de los varios aspectos


de la teoría de las relaciones paterno-filiales:

- Durante los primeros meses el medio, fundamentalmente la madre, fun-


ciona como barrera protectora antiestímulo. Adaptada a las necesidades de
su bebé, la madre ofrece su cuerpo para que el niño la busque ante situa-
ciones de tensión, abriéndose así los circuitos de la satisfacción pulsional y
la erogeneidad. El padre, por su parte, protege esa díada y ambos cuidan al
niño ante situaciones de peligro, permitiendo el equilibrio vital y la intro-
yección de lo autoconservativo.

- También se erigen ante el hijo como lugar simbólico supuesto de un sa-


ber. Desde allí, transmiten una historia, significados, normas, ideales y
placeres.

- Y son, por otra parte, los más valiosos soportes de identificaciones.

Todos estos elementos (y tantos otros que no he mencionado), conforman


hilos de lo fundamental: los padres sostienen funciones estructurantes.

La palabra del adulto, del padre superviviente, la “versión” sobre qué es la


muerte, la negación o el silencio, tienen durante la infancia consecuencias
determinantes.

¿Cuáles son las condiciones que permiten que un duelo sea llevado adelan-
te o no?...

¿En qué medida el duelo del niño queda imposibilitado, frenado o dificul-
tado a partir de la mentira de los adultos, de su silencio?... Versiones tales
como “está en el cielo”, “se quedó dormida”, “se transformó en un ángel”,
etc., las vemos emerger en las más variadas formas sintomáticas y fobias.
Las del silencio, en otra variedad de cuadros quizá más graves, psicosomá-

48 CUESTIONES DE INFANCIA
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 49 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

ticas, adicciones, vacíos. ¿Pero qué decir ante aquello que Freud descubrió,
que no hay representación?...

Arminda Aberastury6, se pregunta en uno de sus escritos por qué los padres
no pueden decir al niño lo que pasó, significar la muerte como tal. Consi-
dera que de esta manera los padres piensan que evitarían un sufrimiento al
niño. En realidad, identificados proyectivamente con el hijo, son los propios
aspectos infantiles de los padres que le hacen suponer que le están hablan-
do a sí mismos desvalidos respecto de esa muerte.

El silencio, las mentiras o las explicaciones falsas, exigen al niño realizar un


doble trabajo. El niño “sabe” que algo ha pasado, no sabemos qué repre-
sentación tiene de la muerte pero sí que tiene una inscripción de lo ocurri-
do, una percepción de que alguien no está.

Esta percepción de lo ocurrido debe ser falseada en función de lo que le


cuenten como ocurrido. El niño debe renegar una convicción en función de
una palabra mentirosa. Esto supone la acción de un mecanismo renegato-
rio.

Este fenómeno no sería en sí algo problemático ya que forma parte del pri-
mer movimiento normal en todo duelo: la renegación (verleugnung) de la
pérdida. El riesgo estriba en una patologización de este mecanismo sosteni-
do por la versión parental coincidente con la renegatoria del chico mismo.

El segundo tiempo del duelo propiciado por la renegación “normal” previa,


consiste en la producción de fantasías de reencuentro con el objeto perdi-
do o de seguir sus pasos y morir con él, que supone ya una modificación
del contenido renegado: se acepta la idea de su desaparición pero cabría
un reencuentro en algún otro lugar. Fantasías que se toparán tarde o tem-
prano con la prueba de la realidad, la opción entre la vida o la muerte con
la consecuente posibilidad de una salida elaborativa.

El caso de Milagros nos muestra otro aspecto del lugar parental en los due-
los. El niño no puede preguntar, no puede recurrir a un adulto que le ayu-
de a significar la situación de pérdida porque golpea en un punto de impo-
sibilidad del padre superviviente. Es decir, en sus propios conflictos y due-

6 Aberastury, Arminda, (1973) La percepción de la muerte en los niños, Ediciones Kargieman, Bue-
nos Aires, 1978.

CUESTIONES DE INFANCIA 49
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 50 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

los pendientes. El niño lo intenta, pero pronto percibe que sus preguntas an-
gustian al otro y opta por proteger al adulto de ese dolor.

Esto tiene su contracara en la protectora actitud de los adultos que desean


aliviarle al niño cualquier dolor y sufrimiento. Como señalaba Aberastury,
creen que el recuerdo y la palabra sobre el dolor causa más dolor, desco-
nociendo que la falta de palabra a un dolor es lo que más duele. El adulto
superviviente teme hablar de la muerte o plantear la situación porque ese
solo acto catectiza sus recuerdos dolorosos y de este modo los deseos de
muerte se activan y su sola carga supone la anticipación de la muerte, su
aceleración y presentificación.

El niño, por su parte, “capta” que preguntar y querer saber hace sufrir al otro
(y él no quiere que su único objeto se ponga mal) y, además, que el otro
tampoco desea que él sufra por pensar en eso, por lo cual el niño debe ca-
llar. Algunos padres ven con alivio que el chico está muy bien, que no le
afectó, que sigue igual que antes. Motivo por el cual es poco frecuente que
recibamos consultas por que se suponga, o se tema, dolor en los niños que
han perdido seres queridos.

Los duelos en la infancia no se presentan como en el adulto. No es por lo


general la tristeza ni el abatimiento moral lo que observamos clínicamente,
sino lo que se ha denominado “equivalentes depresivos”. Ellos comprome-
ten fundamentalmente al cuerpo del niño y se presentan, en corresponden-
cia con lo temprano de la pérdida, bajo la forma de:

a) Desaparición brusca de adquisiciones en su desarrollo intelectual, afec-


tivo o motor.

b) Retracción autoerótica: chupeteo, aislamiento, balanceo, apatía hacia el


medio seguida de un período de llanto inconsolable.

c) Trastornos del sueño y de la alimentación (pesadillas y anorexias tempra-


nas).

d) Distracción escolar; descenso del nivel escolar.

e) Manifestaciones de ansiedad:

- más o menos manifiestas: tics; rituales; fobias; miedos (a extraños, a la so-


ledad, a la oscuridad); parloteo incesante; voracidad o agitación incontro-

50 CUESTIONES DE INFANCIA
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 51 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

lable (por lo general detectables en la escuela)

- o latentes: sobreadaptación, retraimiento silencioso (por lo general estas


manifestaciones pasan inadvertidas por los maestros)

f) Enfermedades recurrentes: otitis, anginas, trastornos gastrointestinales.

g) Transformaciones de lo sufrido pasivamente a su forma activa: niños que


se posicionan como perdedores crónicos, o se exponen a riesgos y acciden-
tes.

Hasta aquí he planteado algunas de las características que desde el medio


familiar dificultarían el duelo en la infancia. Voy a describir ahora las con-
diciones de posibilidad de elaboración de duelos por parte de un niño se-
gún sea su nivel de constitución psíquica.Muchos autores han ubicado los
requisitos para la elaboración de un duelo 7. Puntuaré sólo tres condiciones
siguiendo para ello a una analista francesa8:

1ª) La aceptación de la pérdida. Reconocimiento de que el objeto ha muer-


to y que ello es irreversible e irrecuperable. Ello supone, además, la acep-
tación de la propia muerte como un destino inevitable.

2ª) Que el sujeto no se identifique con la causa de la muerte del ser querido.

3ª) Que la muerte no reavive una pérdida anterior no metabolizada (condi-


ción esta última generalmente faltante en la mayoría de los casos que con-
sultan).

¿Podrá un niño cumplir al menos con estas tres condiciones? Inicialmente

7 Casanova, E.; Merea, A.; Morici, S.; Pelento, M.; Popiloff, T.; Wainer, A., (1992) “Algunas consi -
deraciones sobre los duelos en la infancia”, en Diarios Clínicos 6 –Duelo y Trauma –, Buenos Aires,
Lugar Editorial, 1993.
Freud, Anna, (1958-60) “Análisis de los trabajos de John Bolwby sobre separación, dolor y duelo”,
en El psicoanálisis y la crianza del niño, Paidós, Barcelona, 1980.
Hornstein, L.; Aulagnier, P. Et all., (1991) Cuerpo, historia, interpretación, Paidós, Buenos Aires.
Scaluzub, Lidia, “El duelo y la niñez”, Psicoanálisis N° 2, Vol. XX –Abordajes en psicoanálisis de ni -
ños–, Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, Buenos Aires, 1999.
Winnicott, Donald, (1958) “Psicología de la separación”, en Deprivación y delincuencia, Paidós, Bue-
nos Aires, 1991.
8 Guerin, Guite: “Estar en duelo”, en El niño y la muerte, Raimbault, Ginette, Buenos Aires, 1995.

CUESTIONES DE INFANCIA 51
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 52 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

diremos que sí, pero sólo desde el momento en que el niño posea lengua-
je y simbolización del objeto como ausente, distinción entre lo animado e
inanimado, pasado, presente y futuro y relaciones causa-efecto. A partir de
allí podremos hablar, teóricamente, de duelo en sentido estricto. Previo a
ello, la pérdida, será significada como abandono o inscripta como vacío.

Para pensar el estatuto de las pérdidas en cada momento crítico del arma-
do del psiquismo, precisemos los siguientes hitos en dicha estructuración:

1- La capacidad simbólica del niño que ha sufrido una separación (funda-


mentalmente de la madre) antes de los seis meses, no permite una represen-
tación psíquica que sitúe al objeto como externo a él. Dicha pérdida no es
significable como tal, sino como una ausencia infinita o como un agujero
en su cuerpo. Citemos aquí lo que Winnicott escribió respecto de la “depre-
sión psicótica”: “Por ejemplo, la pérdida puede ser de ciertos aspectos de la
boca que desaparecen desde el punto de vista infantil, junto con la madre
y el pecho, cuando se produce una separación en una época anterior al mo -
mento en que el bebé ha llegado a una etapa de su desarrollo emocional
que pueda equiparlo de manera adecuada para encarar esa pérdida. La mis -
ma pérdida de la madre pocos meses después entrañaría una simple pérdi -
da del objeto, sin ese elemento adicional de pérdida de parte del sujeto”.9

La cantidad de tiempo que el niño puede tolerar respecto de una ausencia


es, siguiendo a Winnicott, decisiva en esta fase. Es el período crítico donde
se gestan y prenuncian muchos de los casos de psicosis infantil. También
donde la solidaridad biológica hace que madres sustitutas suplan rápida-
mente la alimentación y fundamentalmente los cuidados del lactante. A ve-
ces con muy buenos resultados, donde observamos que la función se jerar-
quiza por sobre la pérdida del objeto. Sobre las marcas posibles de estas
tempranas pérdidas, el discurso familiar será el que aporte luego los ele-
mentos para su posterior elaboración.

2- La capacidad simbólica del niño desde los seis meses hasta el año y me-
dio, abre un panorama distinto. El niño empieza a diferenciar a la madre
como un objeto externo e independiente de él. La posición depresiva infan-
til plasma en el psiquismo del niño la posibilidad de pérdida del objeto to-
tal amado, el Yo unificado del niño estará en condiciones de soportar el do-
lor por su odio hacia el objeto. Además, el surgimiento de la pulsión de do-

9 Winnicott, Donald: Ob. Cit.

52 CUESTIONES DE INFANCIA
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 53 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

minio permite el ejercicio del juego del fort-da, hito central en la adquisi-
ción de la categoría simbólica de la ausencia. El tiempo y el espacio pasan
a tener otra organización en la mente del infante (Sami Ali; 1976) y el pro-
ceso secundario comienza a estabilizarse junto al surgimiento de la pala-
bra.

Si todo sale bien, las consecuencias para el futuro psíquico del niño serán
alentadoras. Las pérdidas reales en este período dejarán al niño no sólo sin
el amor del objeto sino sin el soporte identificatorio que ese objeto era pa-
ra él. Soporte identificatorio que lo sostiene en tanto ser. Las experiencias
relatadas por Spitz sobre el marasmo infantil son el ejemplo elocuente de
esto.

3- La adquisición del lenguaje, entre los dieciocho meses y los dos años,
marca el período donde la palabra aporta el mayor poder de ligadura repre-
sentacional. La capacidad de experimentar culpa y la fantasmatización de
escenas –posibilitada por la existencia de símbolos e imagos– permitirá el
despliegue lúdico y la interpretación de los hechos según los modelos pul-
sionales predominantes.

4- Sólo resta incorporar a partir de los tres años, el juicio de existencia y el


examen de la realidad que le permitirá preguntarse ¿qué es lo que perdí?,
¿dónde está lo que perdí?, para estar en condiciones de elaborar un duelo.
El juicio de existencia y el criterio de realidad están en este caso, en el ni-
ño, sostenidos por las palabras que otros dieron sobre esa pérdida. Desde
ese texto el niño podrá dar rienda suelta a su curiosidad y necesidad de
comprender. El dominio del lenguaje y la simbolización posibilitarían a tra-
vés del juego, recrear, al modo de un compañero silencioso, la elaboración
de la relación con el objeto perdido, de la misma manera que en las fanta-
sías y en los recuerdos haría la elaboración del duelo un adulto.

5- La adolescencia en sí misma es otro paradigma de los duelos. Momento


de resignificaciones y de crisis. Desde lo observado en la clínica, el recur-
so más frecuente del adolescente ante la pérdida de un ser querido se apo-
ya en la identificación, más o menos masiva, o a rasgos característicos de
ese objeto aún los de su enfermedad o muerte. En los casos más graves, la
ingesta de drogas refuerza las fantasías de fusión con el objeto o también se
dan rupturas psicóticas ante un esfuerzo de trabajo que suma al propio de
esta fase, un quantum no metabolizable.

Al comienzo de este relato dije que el análisis de pacientes adultos fueron

CUESTIONES DE INFANCIA 53
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 54 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

el disparador de interrogantes sobre el tema. En los casos de las dos mu-


jeres cuyos padres habían muerto por asesinato, ese duelo no había si-
do realizado en la infancia. Un manto de secreto cuidaba la “versión
oficial”. Había como un hueco de datos y recuerdos; sabían del suceso,
obviamente, pero no lo que habrían perdido con ello. El intento de ar-
mar algo fue promovido desde el análisis. Una buscando en los archi-
vos periodísticos de la época, la otra interrogando a su madre hasta ha-
cerle “confesar” otra historia oculta. Algo mostraba que había en sus
psiquismos una cicatriz y que la simbolización se hacía alrededor de
esa cicatriz. Pero la cicatriz estaba. Eran mujeres de una tenacidad ad-
mirable, pujantes y emprendedoras pero ninguno de sus logros evitaba
un estado latente de tristeza, una sensación amenazante de que las co-
sas podían irse a pique en cualquier momento, un temor a la soledad y
a que lo logrado se pierda; sumado esto a sucesivas historias de amores
desencontrados.

Las del segundo grupo (con madres depresivas), en cambio, se mostraban


muy eficientes en su vida, buenas alumnas en la infancia, excelentes estu-
diantes, buenas madres y esposas. No era la soledad el trasfondo sino la va-
cuidad (“me siento una lata vacía –decía una paciente–, miro adentro de la
lata y no hay nada, y mire que busco...”), sufrían de una falta de matiz afec-
tivo que reflejaba exactamente lo descubierto por André Green 10 (1980) a
propósito del “duelo blanco” y el “Complejo de la madre muerta”: una ma-
dre que está viva, pero muerta simbólicamente para el hijo; sumida ella en
una depresión que deja a aquél sumergido en un duelo interminable, por
un objeto que desconoce.

Desde la teoría, las condiciones para la elaboración de un duelo son las


enunciadas. Como toda generalización y abstracción son categorías en cier-
to modo puras. La clínica se nos presenta más compleja. En nuestra prácti-
ca, no analizamos sólo un duelo, sino a un sujeto, niño o adulto en su sin-
gularidad y en su raigambre histórica.

El trabajo específico que realizamos con un niño es en pos de la liberación


posible de lo que oprima y comprometa a su psiquismo. Los duelos son un
doloroso pero liberador trabajo.

¿Se da en infancia la elaboración final del mismo o es sólo el primer tiem-


po de una moratoria a resignificar en dos tiempos más: la adolescencia y las
crisis vitales de la adultez?...

54 CUESTIONES DE INFANCIA
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 55 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

Bibliografía

Aberastury, Arminda, (1973) La percepción de la muerte en los niños, Edi-


ciones Kargieman, Buenos Aires, 1978.

Casanova, E.; Merea, A.; Morici, S.; Pelento, M.; Popiloff, T.; Wainer, A.,
(1992) “Algunas consideraciones sobre los duelos en la infancia”, en Dia -
rios Clínicos 6 –Duelo y Trauma–, Buenos Aires, Lugar Editorial, 1993.

Guerin, Guite, “Estar en duelo”, en El niño y la muerte, Raimbault, Ginette,


Buenos Aires, 1995.

Green, André, (1980) Narcisismo de vida, narcisismo de muerte, Cap. 6, “La


madre muerta”, Amorrortu, Buenos Aires.

Freud, Anna, (1958-60) “Análisis de los trabajos de John Bolwby sobre se-
paración, dolor y duelo”, en El psicoanálisis y la crianza del niño, Paidós,
Barcelona, 1980.

Freud, Sigmund, (1915 [1917]) Duelo y Melancolía, Obras Completas, T. 2,


Biblioteca Nueva, Madrid, 1973.

Hornstein, L.; Aulagnier, P., Pelento, M.: (1991) Cuerpo, historia, interpreta -
ción, Paidós, Buenos Aires, 1991.

Klein, Melanie: (1940) “El duelo y su relación con los estados maníaco-de-
presivos”, en Contribuciones al Psicoanálisis, O. C., Paidós, Buenos Aires,
1986.

Sami, Ali: (1976) El espacio imaginario, Amorrortu, Buenos Aires.

Scaluzub, Lidia: “El duelo y la niñez”, Psicoanálisis N° 2, Vol. XX –Aborda -


jes en psicoanálisis de niños–, Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires,
Buenos Aires, 1999.

Winnicott, Donald: (1954-55) “La posición depresiva en el desarrollo emo-


cional normal”, en Escritos de pediatría y psicoanálisis, Laia, Barcelona,
1981.

(1958) “Psicología de la separación” en Deprivación y delincuencia, Paidós,


Buenos Aires, 1991.

CUESTIONES DE INFANCIA 55
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 56 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

Resumen

En este artículo se plantean hipótesis sobre las características y las condi-


ciones de posibilidad de los duelos en la infancia, así como sus manifesta-
ciones clínicas.

Se examinan las características y pasos del duelo tal como los describió
Freud, considerando que éstos son un trabajo sólo realizable con la condi-
ción precisa de que la categoría de objeto ausente se haya simbolizado.

Se establecen categorías diferenciales respecto del momento vital en que se


haya producido una pérdida.

Se presentan fragmentos clínicos para observar a partir de ellos las caracte-


rísticas de los duelos en la niñez y adolescencia, sus diversas presentacio-
nes clínicas (equivalentes depresivos en la infancia), las consecuencias pa-
ra cada momento de estructuración y sus períodos críticos.

Se sostiene que un niño en duelo está inmerso en un medio ambiente aque-


jado también por una pérdida, lo que confiere a este trabajo psíquico un
elemento adicional a tomar en cuenta en su abordaje terapéutico.

Palabras claves: duelos en la infancia; pérdidas tempranas; simbolización


de la ausencia.

Summary

This article puts forward hypothesis concerning the characteristics and con-
ditions of mourning in childhood and in its clinic characteristics.

The characteristics and the stages of mourning are examined just as they had
been described by Freud, considering their process as possible one only un-
der the precise condition that the object loss category had been already
symbolized.

This article sets different categories depending to understand through them


the characteristics of mourning in childhood and adolescence; its various
clinic characteristics (depresive equivalents in childhood), its consequences
in each structuration stage and its critical periods. Besides this article states
the idea that a child going through mourning is surrounded by an environ-
ment which is also affected by a loss. This statement gives this psychic pro-

56 CUESTIONES DE INFANCIA
pag. 39 a .57 5/2/06 3:32 PM Page 57 ramon OMEGA:zzlibros 2003:Cuestiones de Infancia:lib. armado:

cess an extra element to be taken into account when dealing with its thera-
peutic approach.

Key words: mournings in childhood; losses at an early age; object loss sym-
bolizationue.

Résumé

Dans cet article on énonce des hypothèses à propos des caractéristiques et


des conditions de posibilité des deuils dans l’enfance, ainsi que leurs mani-
festations cliniques.

On examine les caractéristiques et les étapes du deuil telles qu’elles on été


décrits par Freud, en considérant que c’est un travail qui ne peut être réali-
sé qu’avec la condition précise que la categorie de l’objet absent ait été
symbolisée.

On établit des fragments cliniques pour observer à partir d’eux les caracté-
ristiques des deuils dans l’enfance et l’adolescence, leurs diverses présenta-
tions cliniques (équivalents dépressifs dans l’enfance), les conséquences
pour chaque moment de structuration et leurs périodes critiques.

On soutient qu’un enfant en deuil est immergé dans un entourage atteint


aussi d’une perte, ce qui confère à ce travail psychique un élément addition-
nel à considérer lors de son envisagement thérapeutique.

Mots clé: deuils dans l’enfance; pertes précoces; symbolisation de l’ábsen-


ce.

Primera versión: 7 de noviembre de 2002


Aprobado : 15 de enero de 2003

Gabriel Donzino
Sánchez de Bustamante 2010, 1° “C”
(1425) Buenos Aires
Tel: 5787-8803
[email protected]

CUESTIONES DE INFANCIA 57

También podría gustarte