Tesis Monumentos de Cali
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Con todas sus imperfecciones y con todo lo que falta aún por construir, dedico esta tesis a mí,
porque esta experiencia fue otra forma de encontrarme conmigo misma. También a vos
Martín, por tu infinita paciencia, amor y apoyo en cada uno de los días que estuve lejos.
II
Tabla de contenidos
Resumen .................................................................................................................................VII
Agradecimientos .................................................................................................................. VIII
Introducción .............................................................................................................................. 1
1. Estudios sobre monumentos y patrimonio en Cali ............................................................. 6
2. Metodología ........................................................................................................................ 9
Capítulo 1 ................................................................................................................................ 13
Retrospectiva teórica sobre el patrimonio y la memoria .................................................... 13
1.1. Memorias hegemónicas y memorias alternativas .......................................................... 14
1.2. Monumento ................................................................................................................... 16
1.3. Modernización ............................................................................................................... 20
1.3.1. Políticas de ornato y urbanismo ............................................................................ 21
1.4. Patrimonio - Discurso patrimonial autorizado.............................................................. 22
1.4.1. Usos sociales del patrimonio ................................................................................ 25
1.5. Vida cotidiana, apropiaciones y desbordamiento de la realidad: la agencia ................. 26
Capítulo 2 ................................................................................................................................ 28
El paso de ciudad monumental a la ciudad patrimonial .................................................... 28
2.1. Del poblacho colonial a la gran urbe: ¡Labore por Cali! ........................................... 28
2.1.1.La ciudad culta y monumental ............................................................................... 30
2.1.2.La importancia de la higiene: ¡Por una raza no carcomida! .................................. 34
2.1.2.1. ¡Ante los “espectros”, que lleguen los monumentos! ................................. 35
2.1.2.2. A Joaquín de Cayzedo y Cuero .................................................................. 38
2.1.2.3. A Simón Bolívar ......................................................................................... 39
2.1.2.4. A María ....................................................................................................... 40
2.2. ¿Representaciones diferentes o representaciones profanadoras del espacio?
Monumentos a los Poetas y Alexandre Pétion. Estatuaria de las Gatas del río................... 42
2.2.1 A los Poetas ......................................................................................................... 43
2.2.2 A Alexandre Pétion ............................................................................................. 44
2.2.3 A las Gatas ........................................................................................................... 46
2.3. Aproximación al patrimonio ........................................................................................... 47
2.4. La ciudad patrimonial ..................................................................................................... 50
Capítulo 3 ................................................................................................................................ 57
III
Las personas y el espacio: entre la Plaza de Caicedo, el Parque de los Poetas, el Paseo de
Bolívar y el Bulevar del Río Cali........................................................................................... 57
3.1. La Plaza de Caicedo o Parque de las palomas caídas ................................................... 61
3.2. La lógica del rebusque .................................................................................................. 68
3.2.1 De la Plaza a la calle 12 y Parque de los Poetas ............................................... 68
3.3. Bulevar del Río Cali o de la Avenida Colombia ........................................................... 77
3.4. Paseo de Bolívar ............................................................................................................ 88
Capítulo 4 ................................................................................................................................ 93
El espacio como texto: la importancia de las prácticas cotidianas .................................... 93
4.1. Activando memorias ..................................................................................................... 93
4.2. ¿Los monumentos no importan? ................................................................................. 101
Conclusiones ......................................................................................................................... 104
1. La memoria y los usos que desbordan ........................................................................ 104
2. No es por lo monumentos ni por el pasado compartido .............................................. 107
3. Un centro histórico insolente ...................................................................................... 109
Anexos ................................................................................................................................... 111
Lista de referencias ............................................................................................................ 1116
IV
Ilustraciones
V
Resumen
Este trabajo realiza un análisis histórico y antropológico sobre los usos populares del espacio
(donde se encuentran algunos de los primeros monumentos emplazados en la ciudad) en el
Centro Histórico de Cali, para ello, se tomó como punto central de análisis tres lugares de este
gran circuito: La Plaza de Caicedo, El Paseo de Bolívar y el Bulevar de la Avenida Colombia,
los cuales representan el Centro Histórico Tradicional. Esto con el fin de identificar las re
significaciones, apropiaciones y percepciones que las diferentes personas que frecuentan o
transitan estos espacios, tienen de los mismos y sus monumentos; todo esto para lograr
analizar las maneras en las que los lugares y dichos monumentos declarados patrimonio se
usan en los procesos de recordar, olvidar y conmemorar en este Centro Histórico.
Finalmente, el trabajo logró analizar las prácticas cotidianas y actividades que se daban en el
día a día en cada uno de estos lugares, para concluir que éstas superan las políticas de
patrimonio y de memoria. En este sentido, también se encontró que el uso del espacio es re
apropiado y re significado a partir de la agencia que ejercen los sujetos que lo habitan.
VII
Agradecimientos
Primero que todo agradezco a Ecuador, por adoptarme y darme la oportunidad de llevar a
cabo una de mis metas académicas: tener una maestría. En ese sentido, agradezco a la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) por creer en mí y por haberme
ofrecido los espacios y los docentes necesarios para reconocer mi realidad como mujer
latinoamericana. Agradezco a las personas que hicieron parte de este trabajo y me regalaron
espacio, tiempo y sus memorias durante mis recorridos por el Centro Histórico de Cali.
Infinito agradecimiento tengo para la Doctora Mireya Salgado, mi directora de tesis; gracias
por su dedicación, paciencia y compromiso a la hora de leer y corregir mi trabajo, sin su
apoyo nada de esto sería posible. También agradezco a todos mis profesores de la maestría, en
especial a los profesores Rafael Polo, Alfredo Santillán y Víctor Bretón. En esta aventura,
conocí personas muy especiales: Nehemías Pino, Antonieta Oporto y Paulo Ayala, ¡muchas
gracias por todo!
VIII
Introducción
Al iniciar esta investigación, el objetivo principal fue analizar las maneras en las que los
lugares y los monumentos declarados patrimonio se usan en los procesos de recordar, olvidar
y conmemorar en el Centro Histórico Tradicional de la ciudad, representado, esencialmente
por tres lugares: Plaza de Caicedo, Bulevar del Río Cali y Paseo de Bolívar.
La idea general se concentró en entender cómo transcurría la vida cotidiana en estos espacios
que, por su historia y por ser parte de políticas de patrimonio, están cargados de un aura de
conservación y discursos oficiales sobre el pasado y el deber ser de la organización y
comportamientos en cada uno de dichos lugares. Sin embargo, después de la experiencia de
campo y pese a que las teorías y el marco conceptual que se construyó está enfocado en
nociones como las de patrimonio, memoria y monumento, fue inevitable que el objetivo
general no cambiara, dando como resultado que los objetivos se transformarán y que fuese
necesario reconstruir el problema de investigación. De este modo, el trabajo etnográfico,
presentado en el tercer capítulo, permite mostrar cómo, aunque se planteó estudiar los
monumentos, se terminó dando mayor relevancia por los hallazgos, por tanto, al estudio del
espacio y los usos populares de éste, que se fueron identificando en el Centro Histórico de
Cali.
Ahora bien, teniendo en cuenta lo anterior, vale la pena resaltar que la elección del espacio a
analizar se argumenta desde el postulado en el cual hay que entender que: el centro tradicional
es la centralidad del municipio de Cali que, por sus condiciones físicas, funcionales,
patrimoniales, y de actividades, constituye una categoría especial. Tiene funciones de
articulación regional, dentro de la estrategia de Ordenamiento Territorial, teniendo en cuenta
su representatividad, y el tipo y la escala de actividades que en él se desarrollan. (CITCE
2014, 10).
1
Figura A. 1 Fotografía aérea del Centro Histórico Tradicional de Cali
(Fuente: https://goo.gl/DhGDcr)
Figura A. 2 Fotografía aérea (más cercana) del Centro Histórico Tradicional de Cali
(Fuente: https://goo.gl/DhGDcr)
2
Figura A. 3 Fotografía del área Plaza de Caicedo, Paseo de Bolívar y Bulevar del río
(Fuente: https://goo.gl/DhGDcr)
Como se observa en la figura A.3, el espacio subrayado con amarillo, corresponde al Bulevar del Río;
el espacio con naranja es la Plaza de Caicedo y el espacio con verde el Paseo de Bolívar, los tres
espacios que configuran el Centro Histórico Tradicional de Cali.En relación a lo anterior, en este
trabajo se llega a la aproximación de que, en los espacios se constituyen y construyen
memorias por parte de los transeúntes que habitan los lugares; ahora bien, en este caso por
hablarse de un Centro Histórico, veremos cómo estas memorias y los usos del espacio están
mediados por políticas de patrimonio, que a través de la legislación nacional y local dan
directrices sobre por qué se ha de conservar un monumento sobre otro o un espacio sobre
otros. No obstante, existen intersticios en los cuales los espacios son re significados y re
apropiados por parte de las personas que los habitan, pues los usos y discursos que las
personas construyen sobre la realidad y la legislación establecida, sobre pasa lo permitido y lo
legalmente establecido. Un ejemplo de ello, lo encontraremos en el capítulo tres, donde se
dará cuenta de cómo un grupo de escribientes transgreden el deber ser del espacio y de su
actividad económica, pues no sólo se encargan de hacer trámites notariales, si no que
falsifican documentos de toda índole, pese a que el discurso oficial lo prohíbe. Así mismo,
3
está el caso de las trabajadoras sexuales ubicadas en la Plaza de Caicedo, ellas negocian con
sus clientes dentro de la plaza y ofrecen sus servicios ilimitadamente, pese a que la Plaza está
catalogada como uno de los espacios más importantes e históricos de la ciudad, pues es aquí
donde surge lo que actualmente conocemos como Cali.
Tanto los escribientes como las trabajadoras sexuales, se han apropiado de los espacios a
través de sus actividades y prácticas cotidianas, que incluso en los discursos que se lograron
captar, no corresponden a un discurso sobre el valor histórico o insigne de estos espacios. Los
espacios y lo que ellos contienen son importantes para las personas por las experiencias
personales que han desarrollado con los mismos, en los dos casos expuestos el proceso de
apropiación está relacionado con el factor económico. De esta manera, identificar los eventos
que se recuerdan sobre los que se olvidan, permite entrever qué tan efectivo puede llegar a ser
un discurso oficial sobre lo que un lugar o un monumento debe significar para una
comunidad.
[La] cultura (…) sugiere, debe suprimirce el repugnante espectáculo que a diario
contemplamos, en calles, plazas y avenidas, de infelices que andan exhibiendo sus más
asquerosas enfermedades, desaseo y muchas veces hasta sus cuerpos desnudos (Sociedad de
Mejoras Públicas, Acta N° 34 ,5 de diciembre de 1921, folios 148-149).
Textos como el anterior, extraído de las actas de la Sociedad de Mejoras Públicas de Cali,
fueron muy frecuentes en la ciudad durante buena parte del siglo XX. Limpiar, ordenar o
suprimir aquéllas manifestaciones que iban en contra de la cultura, que se suponía se estaba
construyendo en Santiago de Cali, fue un objetivo y un discurso dominante que lideró la élite
4
del momento. Esto se entiende, en la medida que, el momento histórico al que se acude es el
de una sociedad que estaba dando sus primeros pasos hacia un proceso de modernización y
urbanización sin dejar de ser profundamente diferenciada, es decir, a pesar de la existencia de
una élite como grupo dominante a la cabeza de este proceso de monumentalización inicial,
también existieron otros sujetos, otros actores sociales que hicieron parte de dicha escena
urbana y se fueron constituyendo como la clase popular y la clase trabajadora de la ciudad. De
hecho, los primeros discursos respecto a la monumentalización se argumentaron con base a
ideas predominantes como “progreso, cultura y civilización” que buscaban uniformizar los
comportamientos y las formas de pensar de la sociedad caleña del siglo XX, pero que también
correspondían a un proyecto de construcción de nación, que fue extenso por todo el
continente latinoamericano.
Parte de este proceso son políticas de la memoria donde el Estado dispone qué se olvida y qué
se recuerda, qué se conmemora y qué no; todo esto me ha hecho cuestionar y problematizar
tres cuestiones puntales ¿Qué relación existe entre memoria y monumento? ¿Qué prácticas
sociales se dan alrededor de los monumentos? ¿Cómo se relacionan los monumentos con los
usos de los espacios públicos? Si bien no se puede confundir monumentos con memoria; más
allá de las divergencias teóricas o conceptuales, el problema a estudiar es la construcción que
hacen los sujetos de sus propias memorias y la forma cómo utilizan los monumentos y el
espacio urbano en esa construcción, por lo tanto, se encuentra necesario aproximarse al lugar
de la memoria a través de las políticas que se generaron alrededor de ella.
Por ello, esta investigación se concentra en realizar un análisis sobre las políticas de
patrimonio y memoria en tres lugares del Centro Histórico Tradicional de Cali, a saber: La
Plaza de Caicedo, Paseo de Bolívar y Bulevar de la Avenida Colombia. En ese sentido,
partimos del hecho de que existe un vacío en el análisis de los usos y abusos del patrimonio
en el Centro Histórico de la ciudad. Pues si bien se ha investigado sobre el patrimonio en la
ciudad, se ha hecho de una forma que ha llevado a una naturalización1 del mismo, puesto que,
se ha dado mayor énfasis en su importancia por la conservación y no por el uso y re-
significación que las personas le han dado.
1
Esta naturalización del patrimonio tiene que ver con una asimilación del mismo que está dada por hecho, es
decir, sin analizar su desarrollo histórico en el discurso el patrimonio se da como algo que siempre ha estado y
que representa lo glorioso y bueno del pasado. En ese sentido, se asume como si hubiera nacido con los propios
monumentos y los espacios que se conservan y, en muchas ocasiones, no se problematiza lo que conlleva sus
políticas.
5
1. Estudios sobre monumentos y patrimonio en Cali
El primer documento al respecto es el trabajo de grado “Inventario Histórico de los
Monumentos, Estatuas, Bustos y Obelisco de la Ciudad de Santiago de Cali”, elaborado por
Mónica A. Vásquez y Gloria Jenny Rico (1992), en este texto se hizo un registro de los
monumentos que se encontraban en la ciudad con el objetivo de analizar su estado de
conservación y la potencialidad de los mismos para el turismo. Este trabajo se realiza en el
año 1992 y recoge un listado de 73 fichas a modo de inventario, donde nos ubican
monumentos que están en el espacio público y en algunas instituciones; en términos
generales, el formato que sigue este inventario es anotar la importancia de la conservación de
los mismos para la ciudad.
El tercer trabajo que nos habla sobre bienes muebles de la ciudad es “Historia, memoria y
patrimonio mueble en Santiago de Cali” (Burbano, Recio y de la Fuente 2012 tomo I), aquí
más que hablar sobre monumentos y estatuas, se hace una exposición del concepto de
patrimonio cultural y se hace uso de él en la medida que contribuye al inventario de piezas y
edificios que han de ser conservados por su valor histórico y que por tanto han sido
considerados como monumentales. Conforme a ello, los autores parten del argumento que el
patrimonio “… constituye un capital que se debe no sólo mantener sino ojalá acrecentar”
(2012, 29). En el mismo sentido, los autores reconocen que el patrimonio “… sirve para
salvaguardar la memoria colectiva de los pueblos, porque constituyen un testimonio de cómo
se ha ido construyendo la memoria histórica de un pueblo” (2012,39), sin embargo, para esta
investigación, la mirada se torna unívoca y si bien, en alguna parte del texto afirman que son
diversos los significados que el patrimonio puede tener en una sociedad, a nuestro parecer el
análisis carece de la problematización del mismo, puesto que, lo que se buscó fue inventariar
para salvaguardar.
Como cuarta investigación encontramos otro texto de Burbano, Recio y de la Fuente (2015)
“Procesos de monumentalización en Santiago de Cali” que se presenta como un texto que
6
intenta contextualizar la práctica de erigir monumentos en la ciudad desde principios del siglo
XX hasta la fecha de la publicación. En esta investigación se recogen varios de los procesos
económicos, artísticos y políticos que vive Cali a lo largo de los siglos XX y XXI. En general,
notamos que se intentó contextualizar la conformación de un campo artístico en la ciudad y
las tipologías de monumentos que se van instaurando. De hecho, gran parte de la
investigación cuenta con un interesante acervo documental y logra contextualizar de qué
forma la ciudad fue cambiando. No obstante, los lugares de memoria que aquí se mencionan y
el inventario de monumentos que se presenta como anexo al final del texto, siguen teniendo
como base discursiva la importancia de ser conservados por la información que éstos
representan para la sociedad caleña sin tener presente de forma activa a la misma sociedad
caleña, y sin problematizar las políticas de la memoria, de las cuales son fruto. Si bien en este
trabajo se hacen visibles otras formas de representación monumental diferentes a la
hegemónica que viene desde el siglo XX; consideramos que en el análisis general sobre esta
temática hace falta incluir los usos que las personas hacen de los monumentos y de los
espacios donde éstos se encuentran emplazados.
La mención a los textos anteriores, lo que busca es demostrar cómo se hace necesario un
estudio donde se contemple la relación de las personas con los monumentos y las políticas de
patrimonio. Pues, debido a la naturaleza de los mismos textos que han sido producidos para
inventariar y continuar el discurso de conservación de los bienes muebles de la ciudad, donde
7
entran los monumentos, se ha relegado el estudio de los usos, apropiaciones y significaciones
que los individuos le dan o no a dichos monumentos. En ese sentido, pensamos que existe una
falta de problematización de las políticas de patrimonio y memoria, por lo tanto, de los
principales problemas respecto a los estudios realizados sobre procesos de
monumentalización en Cali a lo largo del siglo XX y XXI, es que se utiliza
indiscriminadamente la noción de patrimonio y se pasa por alto el tema de la memoria. De
hecho, desde la institucionalidad, las historias y aproximaciones pasan por alto las relaciones
sociales que se generan alrededor de los espacios públicos donde habitan los monumentos.
Siendo así que, como lo anuncia Smith, exista un “espejo patrimonial” que “… ha elegido
conservar y preservar del pasado una ilusión narcisista donde la memoria y la historia se han
confundido y se ha llegado como consecuencia a una obsesión con el patrimonio que ha
creado un sentido ficticio universal sobre la identidad humana.” (2011, 41). Dicho lo anterior,
se da paso a exponer los objetivos con los que se inició este trabajo:
General
Analizar las maneras en las que los lugares y los monumentos declarados patrimonio se usan
en los procesos de recordar, olvidar y conmemorar en tres espacios del Centro Histórico de
Cali: La Plaza de Caicedo, Paseo de Bolívar y Bulevar de la Avenida Colombia.
Específicos
1. Identificar las memorias que se activan en relación con el discurso patrimonial
respecto a los monumentos ubicados en La Plaza de Caicedo, Paseo de Bolívar y
Bulevar de la Avenida Colombia.
2. Problematizar los discursos y prácticas del patrimonio autorizado para explicar
cómo los asuntos patrimoniales se usan para negociar ciertos problemas sociales y
debates sobre la interpretación del pasado
3. Identificar las prácticas y actividades cotidianas que se llevan a cabo en La Plaza de
Caicedo, El Paseo de Bolívar y El Bulevar de la Avenida Colombia.
Como ya se mencionó al inicio, estos objetivos cambiaron con el trabajo de campo, en ese
sentido, si bien teóricamente la tesis está enfocada y sustentada con un marco teórico que
responde específicamente a los elementos que se trazaron en los primeros objetivos. La
modificación de los mismos, no se contradice con dicho marco, aunque está concentrada
principalmente en dos aspectos:
8
1. El análisis de las prácticas de apropiación de las personas frente a la legislación
urbana y patrimonial que contiene el tratamiento del Centro Histórico Tradicional de
la ciudad de Cali. Entendiendo por apropiación, la forma específica y particular como
las personas le dan un uso y un significado a los espacios y monumentos aquí
emplazados, que distan y desbordan el discurso oficial establecido sobre los mismos.
2. La identificación de procesos de regeneración las cuales permiten observar que
junto a unas políticas patrimoniales hay una serie de normas y prácticas institucionales
que se preocupan por el uso del espacio, lo cual implica que, en el proceso de
apropiación que realizan las personas no se asimilen de manera total dichas políticas,
valores y sentidos patrimoniales promovidos desde el gobierno local. En ese sentido,
más allá de las leyes y normas vigentes, que definan qué preservar y cómo hacerlo, las
personas que habitan los espacios trabajados, han elegido el modo de hacerlo,
modificando en muchos casos, el orden establecido.
Hasta este punto resalto que a través de esta investigación busco explicar cómo diferentes
personas han construido memorias propias alrededor de un espacio y/o monumento, en este
sentido, quiero indagar sobre la constitución de memorias alternativas a las dispuestas y
legitimadas en las políticas de patrimonio respecto a los espacios y monumentos del Centro
Histórico Tradicional de la Ciudad.
2. Metodología
Para poder llevar a cabo esta investigación, se tomó como referente un análisis de carácter
cualitativo, en ese sentido, se operó desde el ejercicio de la etnografía haciendo un intento de
contrastarlo con un análisis histórico de los espacios estudiados. Posteriormente, con la
9
información recopilada se realizó un cotejo entre políticas patrimoniales que se relacionan con
procesos de regeneración y los usos populares que se contrastaron con algunas noticias sobre
el Centro Histórico Tradicional, publicados en la prensa actual.
Esto en la medida que se buscó explorar los significados que las personas reelaboran respecto
a la noción de patrimonio y el uso que les dan a los espacios y lo que estos implican y
conllevan, es decir, se está hablando de un campo subjetivo donde se parte de la experiencia
de cada sujeto en relación a los espacios y monumentos del Centro Histórico Tradicional de
Cali. Por lo tanto, la etnografía hizo especial énfasis en el análisis de los usos que las personas
hacían del espacio público, en ese sentido, se apuntó a identificar las diferentes prácticas,
actividades y usos cotidianos que lo individuos llevaban a cabo en estos espacios.
Según Martínez, “los individuos recuerdan, olvidan, narran, pero son las instituciones y los
espacios normalizados los que determinan qué es lo que finalmente se registra, qué es lo que
resulta memorable a partir de los requerimientos del presente.” (2012, 22) Sin embargo,
diferimos de su postulado y pensamos que deben existir intersticios entre la producción de
memoria, las políticas del patrimonio y la significación de monumentos, donde los individuos
generan apropiaciones a través de prácticas, tácticas y formas de resistencia que se convierten
en acciones imprevisibles en un lugar ordenado por las técnicas organizadoras de sistemas
que, pese a permanecer encuadrados por sintaxis prescritas (modos temporales de horarios,
organizaciones paradigmática de lugares, etcétera), se pueden desviar. Es decir, las tácticas se
convierten en “atajos” que permiten poner en escena significaciones diferentes a las
establecidas desde un lugar de poder. (De Certeau 1980).
El trabajo de observación participante, buscó indagar sobre los diversos usos que las personas
les daban a los espacios y monumentos, ubicados en el Centro Histórico Tradicional de la
ciudad, que además han sido declarados patrimonio de la ciudad. Por ello, el acercamiento al
público y las entrevistas, se realizaron de forma abierta, es decir, no se utilizaron formatos de
encuesta ni entrevistas estructuradas y/o dirigidas, pues el objetivo fue indagar desde un
análisis intertextual elementos de descripción, narración y/o recuerdo. De esta manera, el
ejercicio etnográfico me permitió interactuar con las personas y así empezar a identificar qué
lograban pensar y recordar respecto a las diversas etapas y experiencias que hubieran tenido
en el Centro Histórico Tradicional. Esto lo planteé basándome en la teoría de que el contexto
es importante tenerlo en cuenta, pues “permite situarse en el (auto) reconocimiento: la familia,
10
el linaje, la cultura, la nacionalidad. Ningún autorretrato, entonces, podrá desprenderse del
marco de una época, y en ese sentido, hablará también de una comunidad” (Arfuch 2002,
108).
En esta línea, siguiendo a Leonor Arfuch respecto a su noción de que “el tiempo crónico, […]
engloba la vida humana en tanto “sucesión de aconteceres", tiempo de nuestra existencia, de
la experiencia común, continuidad donde se disponen, como “bloques”, los acontecimientos”
(2002, 88). Entiendo que, dicho tiempo y sucesión de aconteceres no se genera porque sí, es
decir, existen a partir del lenguaje porque es por medio de él que nos vamos constituyendo
como sujetos y a la vez vamos creando una narrativa sobre la vida propia. Por ello, propuse
relacionar los datos recopilados en mi observación participante con el método biográfico que,
de una u otra forma, da apertura al entrevistado para que narre su vida a través del relato y
tiene como mayor implicación lo que enuncia Alonso (1999) respecto a que, en este caso, el
entrevistado actúa como ejecutor de un rol social.
Para finalizar, vale recordar que esta tesis se encuentra dividida en cuatro capítulos: El
primero “Retrospectiva teórica sobre el patrimonio y la memoria” hace un recorrido
conceptual de las nociones utilizadas a lo largo del texto, en ese sentido, permite situar al
lector en las discusiones más importantes sobre el patrimonio y la memoria. El segundo
capítulo “La ciudad culta y monumental” hace una exposición general de algunos aspectos de
la historia de Santiago de Cali desde principios del siglo XX hasta el año 2017, todo
11
apuntando a demostrar cómo se va desarrollando el concepto de patrimonio y cómo se puede
ir articulando con ciertas prácticas de regeneración, que buscan ordenar el uso de los espacios
públicos.
En el capítulo tres “Las personas y el espacio: entre la Plaza de Caicedo, el Parque de los
Poetas, el Paseo de Bolívar y el Bulevar del Río Cali” se hace una exposición detallada del
trabajo de campo, de este modo, en este apartado se encontraron transcripciones de las
conversaciones y entrevistas realizadas; así mismo, se encuentra la información que se fue
recopilando desde el trabajo de observación participante en cada uno de los tres lugares del
Centro Histórico Tradicional. En el cuarto capítulo “El espacio como texto: la importancia de
las prácticas cotidianas” se hace una reflexión sobre la importancia del espacio frente a los
monumentos que desde un inicio se plantearon trabajar, este capítulo permite entrever los
resultados de la etnografía en relación con el marco teórico utilizado. Finalmente, se exponen
las conclusiones a las cuales se logró llegar después de este estudio.
12
Capítulo 1
Retrospectiva teórica sobre el patrimonio y la memoria
Por otra parte, para los objetivos de esta investigación, considero imprescindible abordar las
políticas y prácticas en relación a los espacios que guardan esos monumentos, que
precedieron a las políticas de patrimonio, surgidas hacia la década de 1970. Me refiero a
procesos de modernización de las ciudades durante las primeras décadas del siglo XX, ligados
a las políticas de ornato e higienismo. Estas entradas, junto a la atención sobre políticas de
urbanismo, nos permite tener una visión mucho más compleja de las condiciones históricas en
las cuales se van a empezar a difundir los conceptos de patrimonio y memoria.
En este sentido, este capítulo tiene como objetivo poner en discusión el discurso, muchas
veces, estático y naturalizado que se ha difundido del patrimonio. Nos preguntamos: ¿qué se
conserva? ¿Por qué se conserva? ¿Para qué se conserva? Y ¿quiénes deciden lo que se
conserva? En la medida que se quiere ubicar los usos sociales del patrimonio y, así, la
presencia de memorias alternativas respecto a la categoría de patrimonio monumental.
13
1.1. Memorias hegemónicas y memorias alternativas
En esta investigación entendemos la memoria como “… concepto usado para interrogar las
maneras en que la gente construye un sentido del pasado, y cómo se enlaza ese pasado con el
presente en el acto de rememorar/olvidar. Esta interrogación sobre el pasado es un proceso
intersubjetivo: es siempre activo y construido socialmente en diálogo e interacción.” (Jelin
2000, 8, Núm 1), por lo tanto, pensamos que “el espacio de la memoria es entonces un
espacio de lucha política” (Jelin 2000, 7) donde diferentes actores sociales (individuos,
colectividades e instituciones) se disputan las marcas territoriales que encarnan los lugares de
memoria en el espacio y en el tiempo.
Como bien lo afirma Enzo Traverso, “la memoria se sitúa en la encrucijada en la que se
encuentran la escritura de la historia, la política de los Estados y sus relaciones recíprocas, la
mutación de las identidades nacionales…” (Traverso 2008, 8, Núm 25). Es en ese sentido que
no podemos hablar de memorias inocentes; ellas están inscritas en un contexto político y
social que implica diversas versiones de la historia de acuerdo a los intereses del momento.
De este modo, preguntarnos por quiénes recuerdan, qué recuerdan y cómo lo hacen es una
forma de acercarnos al inmenso mundo que se despliega en un estudio sobre política de
memoria, de ahí que, nos parece relevante hacer la diferenciación entre una memoria social y
una memoria oficial (por lo general representada por la historia). Según Maurice Halbwachs
(1925) lo específico de la memoria social es su narrativa de experiencias vividas por grupos
sociales, mientras que la memoria oficial es la producida desde el poder; en su explicación la
primera se caracteriza por su oralidad en tanto la otra por su textualidad.
Ahora bien, el esfuerzo por explicar la activación de memorias sociales versus memorias
oficiales en relación a las políticas de patrimonio que circulan en el centro histórico a trabajar,
se enmarca en la exposición teórica de que la cultura de la memoria afecta de manera
significativa las transformaciones de la experiencia temporal venidas precisamente del efecto
que producen los medios en la percepción y sensibilidad humana (Huyssen 2002, 29). De esta
manera, interesa analizar las re apropiaciones y re significaciones que las personas construyen
a través de sus recuerdos para definir la distancia entre una memoria y otra.
Siguiendo a Huyssen, los viejos museos, aquellos que preservan y ordenan los referentes de la
memoria nacional, se han enfrentado en las últimas décadas a reclamos de renovación
cultural. Mientras que en la temprana modernidad los museos sirvieron para definir la
14
identidad de la civilización occidental, elitista y de alta cultura, en la posmodernidad se han
transformado en medio de masas en su simbiosis con formas arquitectónicas nuevas. Sin duda
estas transformaciones de los museos se han convertido en un paradigma de las prácticas
culturales contemporáneas, llenas de expectativas por parte del público. Y justo aquí cabe
incluir las políticas de patrimonio que dirigen, la planificación y la conservación de ciertos
bienes muebles e inmuebles u patrimonio material e inmaterial de una sociedad, pues entre
sus objetivos estaría el de cuidar manifestaciones de la historia y el pasado para las futuras
generaciones.
En este estudio que implica la activación y trabajo de memoria, se pone en escena el tejido
que se construye entre las diversas significaciones y construcciones que las personas tienen de
nociones tales como la de monumento, patrimonio y la misma memoria. En tanto, hay que
girar la atención a estos elementos en la medida en que se alejen de la tipología y estética que
ha sido promovida desde los gobiernos locales y grupos dirigentes, que en la mayoría de casos
tienen como principio interpelar y representar una verdad histórica que se jacta de ser
nacional, general y verdadera. En este sentido, los centenarios de las independencias de las
repúblicas latinoamericanas “… permitieron justamente construir de la mano de las artes y la
arquitectura, un relato que (…) instruirá al ciudadano” (Márquez 2015, 186). Dicho relato, lo
que hace visible es la forma como “cualquier nación que buscara insertarse en el mundo
moderno, civilizado y progresista debía tener el arte (…) como parte del repertorio de la
comunidad imaginada y de las tradiciones inventadas” (Salgado y Corbalán 2013,140). Ahí se
inscribe la práctica de erigir monumentos, pues poco a poco, con éstos se fue difundiendo
discursos sobre la identidad y memoria que representarían. En tanto, a través de los
conceptos: comunidad imaginada y tradiciones inventadas, se puede entender que la
constitución de memorias en este momento estuvo ligada a la referencia de un número de
prácticas “ con las cuales se buscan inculcar ciertos valores y normas de conducta que
establecen una continuidad con un supuesto pasado, muchas veces un pasado histórico
adecuado o pertinente (Salgado y Corbalán 2013, 156), de ahí que sean diversas las visiones
sobre la nación y las memorias sobre las mismas. Lo anterior sugiere que, durante principios
del siglo XX, la constitución de memorias tiene que ver con una memoria oficial construida
en el proceso de formación y consolidación de identidades nacionales (Lifschitz y Arenas
2012, 102).
15
Si bien existe una memoria oficial que se entiende como hegemónica, también es posible la
activación y construcción de “otras” memorias, en tanto que,
En cualquier momento y lugar, es imposible encontrar una memoria, una visión y una
interpretación únicas del pasado, compartidas por toda una sociedad. Pueden
encontrarse momentos o períodos históricos en los que el consenso es mayor, en los
que un libreto único de la memoria es más aceptado o hegemónico. Normalmente, ese
libreto es lo que cuentan los vencedores de un conflicto y batallas históricas. [Sin
embargo] siempre habrá otras historias, otras memorias e interpretaciones alternativas
(Jelin 2005, 230).
1.2. Monumento
Pensar el monumento como una categoría de análisis y no simplemente como el resultado de
una práctica de conmemoración que ha sido común en la mayoría de ciudades del mundo,
permite entrar en la discusión de la representación y la materialidad de la memoria que, a su
vez, ponen en escena las disputas que se dan por los lugares y las marcas territoriales que
implican erigir una estatua, busto, obelisco etc.
16
El esfuerzo por marcar y hacer presente en el espacio acontecimientos como el Holocausto o
los millones de desaparecidos que dejaron las dictaduras en el Cono Sur, hacen evidente un
fuerte contenido político que va disputando el significado y las re significaciones que pueda
tener un monumento. Además, pone en evidencia una lucha social por la representación de
aquello que se busca conmemorar, denunciar o, simplemente, hacer visible. Por ejemplo, para
el caso de principios del siglo XX, erigir monumentos a los héroes de la Independencia como
Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Joaquín Caicedo y Cuero, entre otros.
Correspondió a un proyecto cultural que hablaba “… de lo que constituye una civilización
moderna y de sus instituciones.” (Coronel y Prieto 2010, 13).
Según George Mosse (2007), para el caso de la Alemania Nazi, la práctica de erigir
monumentos estuvo asociada a una “estética de la política” que, entendiéndola en el contexto
del siglo XX, se relacionó con la emergencia de una política que recurrió, de forma mucho
más aguda, a elementos culturales y simbólicos para materializar muchas de sus
representaciones, entre ellas, la de la nación. Si bien el contexto al que nos referimos en esta
investigación es el de Santiago de Cali – Colombia (en adelante Cali), no está muy lejos la
relación de esta práctica, porque para el período de estudio que inicia en la década de 1930,
los discursos que circulaban en la emergente ciudad, apelaban a la nación y a la importancia
de erigir monumentos para recordar a los próceres de la Independencia que fueron entendidos,
durante la primera mitad del siglo XX, como un referente para la identidad de los caleños.
17
civilización” (Coronel y Prieto 2010, 13) y en ese sentido, la práctica de erigir monumentos
tomó varios referentes de ello.
El punto aquí es la comprensión del monumento como representación y materialidad que nos
hace referencia al pasado, no es algo que haya surgido espontáneamente en nuestra sociedad,
ni en ninguna otra, pues es parte de prácticas de poder y de la imposición de ciertos saberes
sobre otros. Entender el monumento de esta manera y tenerlo en cuenta en esta reflexión nos
permite problematizar ¿por qué son importantes los monumentos en una ciudad como Cali? O
¿por qué no lo son? Es decir, los monumentos no pueden ser expuestos simplemente como
bienes muebles de una sociedad. En ellos, hay unas luchas políticas y sociales por los
significados, por lo tanto, la conservación y declaración de éstos como patrimonio no son un
acto inocente y carente de conflicto. Esto se puede generalizar en la práctica de erigir
monumentos a nivel mundial, sin embargo, en el caso de Cali donde se constituye esta
práctica a principios del siglo XX, vale la pena tener en cuenta, como lo dicen Valeria
Coronel y Mercedes Prieto para el caso del Ecuador, que existió un proyecto civilizatorio
donde se tuvo en cuenta ciertos elementos tales como “ el establecimiento de un nuevo orden
de legitimidades y códigos que entran a imperar en el campo de estética, la geografía, el
urbanismos y la historia entre otros” (2010, 17). En este sentido, como bien lo expone Andrés
Castiblanco Roldán:
18
“vehículo de la memoria” (Jelin y Langland 2003), porque los monumentos se convierten en
una marca territorial. Posteriormente, dichas marcas serán re apropiadas y re significadas por
las personas que en su presente las viven, observan y usan, pues a través de este proceso se
generan gran parte de los discursos sobre la construcción de identidades.
De esta forma, incluir al monumento como una categoría de análisis permite situarnos en la
reflexión de un antes y un después de su marca, es decir, se hace necesario indagar por las
memorias que el monumento representa. Por un lado, las ideas originales por las que fue
establecido y, por otro lado, los significados que actualmente tiene. En otras palabras, interesa
reflexionar sobre las memorias que los monumentos activan y así comprender cuáles han sido
las apropiaciones y re significaciones que éstos tienen, porque, como bien lo explica
Castiblanco su significación va “de boca en boca”.
Entonces, podemos afirmar que el lugar del monumento funciona como una “objetivación de
la memoria” en tanto que “más que ver al monumento como un mensaje unívoco,
consensuado y gestor de nuevos consensos, lo que se despliega es un escenario de luchas de
sentido, de definición de distintos <<nosotros>> y de competencia entre distintas memorias”
(Jelin y Langland 2003, 11). Los monumentos reflejan su contexto histórico y social, además
que permiten entrever el contexto artístico y estético de donde provienen; a la vez nos hablan
del objetivo con el que fueron hechos, pero su verdadero significado y apropiación sólo se da
con el tiempo, puesto que, “ni el monumento ni sus significados son eternos” (Young 2000,
82). Por lo tanto, al hablar de monumentos, sólo estamos hablando de una forma de memoria
que, empieza a ser problemática porque “el monumento, en tanto hecho monumentalizado,
constituye la celebración del poder, de poder tener el poder de monumentalizar” (Achugar
2003, 206). Desde los objetivos de esta tesis, propongo una periodización en relación a los
monumentos, que tendría 2 momentos: 1) durante la primera mitad del siglo XX, que se
expresa como una especie de “… culto del pasado al monumento [que] coexiste con aquel que
pronto se designará como el de la “modernidad” (Choay [1992] 2007, 123) y 2) después de la
década de 1970 con políticas de patrimonio que empezarán a legislar qué monumentos deben
ser conservados por encima de otros.
Ahora bien, en este apartado nos interesa explicar lo que Françoise Choay (retomando
de Aloïs Riegl) ha denominado “el culto moderno a los monumentos”, en este sentido, es
19
necesario entender tres nociones que están articuladas entre sí y, a la vez, muy relacionadas
con la instauración de monumentos, éstos son la modernización, el ornato y el urbanismo.
1.3. Modernización
Nos aproximamos a esta noción desde los postulados de Eduardo Kingman, quien al asociarla
con el concepto de modernidad (desde la realidad de los Andes) la expone como “una
construcción imaginaria” (2008,45) porque usualmente “cuando nuestras elites miraban a
Europa, pensaban en ciudades. [Por lo tanto], la modernidad se identificaba históricamente
con el mundo urbano” (Kingman 2008, 48). Se entendió y relacionó con la transformación
física de los espacios, es decir con la “urbanización”, que se tradujo en el logro de alcanzar el
progreso y la civilización que, a su vez, se identificó de forma binaria, como oposición al
“atraso y barbarie.” La modernidad en las ciudades andinas (Kingman 2008) tuvo como base
unos criterios formales y de representación más que una racionalización y simplificación de
las relaciones sociales, que fue lo que realmente pasó en Europa con la modernidad.
En este contexto, lo que sucedió en Cali, es que se buscó que los poblados se convirtieran en
ciudades con calles, avenidas, puentes, edificios, medios de transporte, empresas, etc., y a eso
se le entendió y llamó modernización. Esto poco a poco, se fue materializando a través de una
serie de políticas y prácticas, entre las que destacaron, el ornato, el higienismo y el urbanismo.
Esta última, retomando las palabras de Manuel Delgado, permite entrever cómo lo urbano
“tiene lugar en (…) muchos contextos que trascienden los límites de la ciudad” (1999, 11),
por lo tanto, entra a operar sobre las relaciones sociales, pues “lo que implica la urbanidad es
precisamente la movilidad, los equilibrios (…) en las relaciones humanas, la agitación como
fuente de vertebración social, lo que da pie a la constante formación de sociedades
coyunturales” (Delgado 1999, 12). En otras palabras, con la modernización y las, ya
mencionadas, prácticas que la componen es posible acercarse a una antropología urbana
donde las configuraciones sociales y la vida cotidiana llama la atención constantemente, pues
permite hacer un análisis de las prácticas sociales.
20
1.3.1. Políticas de ornato y urbanismo
Santiago Castro-Gómez, en su texto Tejidos Oníricos, explica la modernización de Bogotá y
la creación de lo que ha denominado un homo urbano: “en tanto que tecnología de
intervención sobre un medio ambiente (milieu) y sus pobladores, el urbanismo no solo
buscaba construir edificios y avenidas sino construir al ciudadano, producir al homo urbano
como habitante de la ciudad moderna” (2009, 20). “Confort, higiene y goce de vivir”, eran los
términos que describían el ethos, o el modo de vida urbano, propio para los cambios físicos
que se comenzaban a evidenciar en la ciudad, los ideales también del urbanismo moderno. El
urbanismo no sólo se encargaba entonces de la planificación física de la ciudad sino también
de la producción misma del homo urbano. Las transformaciones que dejaban atrás el ethos
colonial, se manifestaron por ejemplo en los traslados espaciales que hizo la élite de su lugar
de vivienda del centro al norte:
Tal abandono representó un punto de quiebre cultural: los lugares donde se había
formado el habitus aristocrático quedaron atrás debido no sólo a cambios económicos y
demográficos (la población de la ciudad se duplicó entre 1907 y 1918) sino también a la
emergencia de nuevos sistemas de representación. El ideal de un sector de la élite ya no
era el arraigo a venerables tradiciones coloniales –con la inmovilidad que ello suponía-
sino la actividad empresarial moderna y su movilización permanente. Se produce,
entonces, una desterritorialización de las élites con respecto a su antiguo “lugar” de
fijación, lo cual no significa que el juego de jerarquías y linajes no se hubiese
resemantizado en los nuevos espacios (2009, 109)2.
Una de las realidades que tal traslado evidenciaba, era que la forma de diferenciación entre la
élite y la plebe ya no era el linaje exclusivamente sino también el dinero, es decir, que se
pasaba de la vieja sociedad de castas a la sociedad de clases. Concomitante a esto, el modelo
de ciudad que querían los intelectuales pasó de Atenas a Nueva York. La forma que se planteó
2
Esto mismo ocurrió en Cali durante la década del veinte. Sin embargo, el autor anota que “las antiguas
fronteras coloniales, centradas en la “limpieza de sangre”, no desaparecieron con el advenimiento del
capitalismo industrial, entre otras cosas porque los agentes impulsores de este proceso (empresarios,
comerciantes, banqueros) continuaban ligados a la tenencia de tierras y a identificaciones culturales de orden
colonial, de modo que difícilmente podríamos hablar de una burguesía “moderna” –en el sentido europeo del
término- sino, más bien, de una burguesía moderno/colonial” (pág. 109)
21
de gobernar a los otros3, fue el urbanismo, de tal manera que los ciudadanos se adaptaran al
ideal moderno/burgués de lo público (Castro-Gómez 2009, 124).
Para el caso caleño, el proceso no fue muy diferente, entonces la forma de materializar el
modelo de ciudad que proponía la modernización, fue un repertorio de políticas de ornato.
Éstas entendidas como discursos y prácticas que buscaron embellecer y organizar las
ciudades, se difunden en toda América Latina a lo largo del siglo XX, siendo muy fuertes
durante las primeras décadas de dicho siglo. En este proceso, las políticas de ornato junto con
discursos de higiene, progreso y civilización, fueron sentando las bases para que aquí, como
en el resto de ciudades latinas, también se diera una “modernidad construida desde arriba”
(Coronel y Prieto 2010, 11). En Cali, al igual que otras ciudades del continente, sucede que
En los primeros años del siglo XX era escenario de adopción de prácticas culturales y sociales
modernas – “espíritu moderno”- sobre bases que no se correspondían con ese espíritu. En tal
sentido, lejos de democratizar las relaciones sociales, lo moderno (…) se convirtió en
fundamento de nuevos mecanismos de distinción y separación social (Salgado y Corbalán
2013, 137).
En ese sentido, las directrices del ornato buscaban condicionar los gustos y las percepciones
que se tuviera de la ciudad y así mismo funcionó como una política de separación, de
selección que fue utilizada por las élites para distinguirse y así, “… establecer distancias con
respecto a lo “no culto” (Kingman 2008, 326). Las políticas – ornato, higiene y urbanismo- de
la modernización marcaron las relaciones urbanas que se fueron desarrollando e instaurando a
lo largo del siglo XX en la ciudad. En este sentido, hacemos uso de esta noción para analizar
políticas de separación y exclusión que fueron recurrentes en los discursos que circularon
durante la primera mitad del siglo XX en Cali.
3
Esto se refiere a los subalternos, a esa clase social que debía ser guiada hacía los valores y formas de
comportamiento del proyecto civilizatorio del que se habló anteriormente.
22
descripciones e incluso definiciones, caracterizar sus significados en una sociedad, puede
tornarse bastante subjetivo y, en muchas ocasiones, poco crítico. (Andrade 2014, 230) Lo cual
puede llevar a que se asuman como neutros e incluso inocentes.
Explica Laurajane Smith, que existe un “discurso patrimonial autorizado” que se desarrolló en
el continente europeo durante el siglo XIX “… luego de la discusión de arqueólogos y
arquitectos por la protección de la cultura material, que consideraban de valor innato y
23
heredable” (2011, 42 – 43). A través de la idea de que “… el patrimonio es algo que se
“encuentra”, que su valor innato, su esencia, es algo que “hablará” a las generaciones
presentes y futuras y asegurará su comprensión de su “lugar” en el mundo” (Smith 2011, 43)
se consolida un discurso patrimonial autorizado, que es dominante a la hora de crear las
políticas urbanas y sociales, porque invisibiliza la existencia de otras experiencias y, de este
modo, éstas no entran a conformar dicho registro o inventario porque el “… patrimonio
refuerza la idea y el imaginario de que éste representa lo bueno y glorioso del pasado” (Smith
2011, 44) y hay algunos elementos que no logran esta representación.
Según Kingman, para Quito, “la idea de patrimonio es resultado de una economía simbólica
relacionada con “políticas de la memoria” pero depende, además, de estrategias dirigidas a
rentabilizar el centro [de la ciudad] en función de determinados intereses, principalmente
relacionados con la industria del turismo y el negocio inmobiliario.” (Kingman 2004, 34
Revista Iconos) En este sentido, aunque discursivamente se presente al patrimonio como algo
que pertenece a todos, la realidad dista mucho de ello, es decir, el grueso de la sociedad no
discute ni define las políticas patrimoniales que se implementarán en la ciudad. Las personas
“comunes”, aquéllas de a pie, como quienes venden dulces, cartillas para pintar, comida, cds
de música o simplemente quienes transitan los espacios donde se encuentran emplazados los
monumentos, no son quienes están en las discusiones y decisiones respecto a dichas políticas
sobre el patrimonio, aunque, por supuesto, en el discurso se afirme que tal o cual monumento
declarado patrimonio representa su identidad.
En este sentido, nos interesa abordar como un campo de fuerza donde se disputa la memoria
social y participan distintos actores. Lo que buscamos entender son los procesos políticos y
sociales que se desarrollan en el espacio donde hay una materialización de la memoria. Hay
que ver el patrimonio como un campo donde no sólo existen discursos oficiales sobre su
significado y práctica, sino que al interior de este proceso se da resistencias y apropiaciones
por parte de los individuos que viven, habitan y transitan lo patrimonial. En este caso, nos
interesa indagar de qué forma las personas les han dado sentido a algunos monumentos
ubicados en el Centro Histórico de Cali. Las políticas de patrimonio que podemos hallar
desde los gobiernos locales, buscan preservar elementos de la sociedad bajo una lógica de
24
mercado relacionada con el turismo y la recualificación4 de espacios importantes de la ciudad
como lo son los centros históricos, sin embargo, dichas políticas no se dan en un espacio
vacío con sujetos pasivos, por lo tanto, entre el patrimonio, el trabajo de la memoria y los
lugares de memoria, existen las prácticas y usos cotidianos que los individuos hacen del
patrimonio.
Desde una mirada antropológica, es relevante preguntarse por “el significado y el valor que el
patrimonio (…) reviste para los sujetos sociales a partir del conocimiento desde el terreno
sobre las “prácticas concretas de uso, funcionalización y semantización” de objetos e
imágenes por parte de los actores sociales” (Andrade 2014, 241). Es decir, hay que
comprender que el campo patrimonial se convierte en una lucha simbólica y material de
significados, como bien lo decía Blanca Muratorio, “lo importante no son los monumentos y
los edificios patrimoniales sino el uso que se hace de ellos...” (Muratorio 2014, 251).
Es pertinente el estudio de los usos sociales del patrimonio en la medida que es imposible
reflejar y preservar las identidades en “… museos o libros de historia” (Salgado 2004, 77). El
patrimonio es una construcción social y, por tanto, la mejor forma de entender los usos que las
personas le dan, parte de conocer y entender la percepción que los sujetos tienen al respecto
del mismo.
4
El concepto de recualificación es retomado del concepto anglosajón denominado “gentrificación”. Ambos
conceptos aluden a cambios en los espacios urbanos, sin embargo, de acuerdo a lo que expone Lucía Durán
(2014) la gentrificación se da cuando el objetivo es la recomposición poblacional con clases medio – altas y la
modificación de estilos de vida. Ahora, respecto a la recualificación, lo que sucede es que la cultura, y, de
manera específica, el patrimonio cultural, (…) aparecen como el “principio de estructuración de las
ciudades…asociado al estilo de vida antes que como asunto crucial de lo político” (Lacarrieu et. al 2012: 21), es
decir ligados fundamentalmente al mercado y a la mercantilización de la ciudad, desplazando lo político al
campo social. (Durán 2014, 12)
25
1.5. Vida cotidiana, apropiaciones y desbordamiento de la realidad: la agencia
Anclado a la constitución de memorias, a la materialización de las mismas representadas en
distintos monumentos y a las políticas de patrimonio, independiente de la índole de sus
discursos, es decir, sean estos hegemónicos o alternativos; en la escena no puede pasar
desapercibida la forma cómo las personas se re apropian de los monumentos y los discursos
que se dan sobre ellos. A través de la experiencia, es decir la vida cotidiana, se identifica la
agencia de los sujetos que, en un gran porcentaje de casos, desborda las políticas de
patrimonio y las políticas de memoria que se difunden en un espacio determinado.
Retomando a Michel de Certeau, es posible analizar cómo el poder puede ser subvertido y
alterado en su significado por las prácticas cotidianas de aquéllos que lo habitan. Pues en esa
dicotomía entre tácticas y estrategias5; entre planificadores y consumidores se dan formas de
hacer que no pueden ser controladas desde el ente regulador que dicta el deber ser de las
cosas. Si bien, las “estrategias son capaces de producir, cuadricular e imponer, (…) las
tácticas pueden sólo utilizarlos, manipularlos y desviarlos” (de Certeau 1990, 36). Por lo
tanto, las realidades sociales no se pueden entender en un solo sentido, es decir, así como
existe un control y regulación, también existen prácticas que se salen de dichos parámetros
establecidos.
Hacer una aproximación a la vida cotidiana de un espacio, como es este caso, supone tener
presente la dialéctica entre el establecimiento de un orden y la utilización de ese orden. Por
más que se genere una norma o una política, eso no significa que se tenga que cumplir,
porque precisamente los usos que los individuos que consumen dicha regulación hacen de la
misma, transforma su esencia; en ese sentido, hay que entender que los consumidores no son
sujetos pasivos, ellos y ellas tienen agencia. A partir de ésta, re configuran y re apropian las
reglas establecidas y también las prácticas que se dan o no en un espacio determinado.
Observar y analizar un espacio público, como el centro histórico, implica encontrarse con
diversos actores que van construyendo una alteridad con el mismo espacio, pues ellos mismos
5
Michel de Certeau hablará de estos dos conceptos de la siguiente forma: Llamo estrategia al cálculo de
relaciones de fuerzas que se vuelve posible a partir del momento en que un sujeto de voluntad y de poder es
susceptible de aislarse de un “ambiente”. Este es un lugar propio. Por otro lado, llama táctica a un cálculo que no
puede contar con un lugar propio, ni por tanto con una frontera que distinga al otro como una totalidad visible.
Es decir, el primer concepto hará relación al poder establecido mientras que el segundo es la forma cómo ese
poder puede subvertirse (Michel de Certeau 1990, XLIX).
26
están en un entramado de discursos de poder que buscan organizarlos y disciplinarlos todo el
tiempo. Entre extranjeros, vendedores ambulantes, trabajadoras sexuales, caminantes,
jubilado, expendedores de drogas etc., la vida pública da cuenta de procesos de inclusión y
exclusión.
En ese sentido, se tienen en cuenta que, Manuel Delgado llama la atención sobre el hecho de
que “el objeto de la antropología urbana [son] estructuras líquidas, ejes que organizan la vida
social en torno a ellos, pero que raras veces son instituciones estables, sino una pauta de
fluctuaciones, ondas, intermitencias, cadencias irregulares” (1999, 26). En consecuencia,
utilizar como referentes los conceptos de vida cotidiana, apropiación y agencia, permite
entender la manera cómo se da un proceso de desbordamientos de la realidad, pues dado lo
fluctuante de la vida social en un espacio público es posible encontrar que los
comportamientos y relaciones sociales que se generan en el mismo, no correspondan a la
regla o política que lo rija.
Es por todo lo anterior que en esta investigación se parte del hecho que “un centro urbano está
siempre rebosante de memorias entre ellas las de todos los combates sociales que ha conocido
y que, de algún modo, continúan allí, impregnando las piedras y el ambiente (Delgado 2014,
204). Ahora bien, será tarea en los siguientes capítulos dar cuenta de estos procesos en el
Centro Histórico de Cali.
27
Capítulo 2
El paso de ciudad monumental a la ciudad patrimonial
De ahí que, durante este período se empezara la constitución de una “imagen moderna” de
Cali que, se vio reforzada en la difusión de libros, imágenes, cine, música y, en general, la
publicidad que circuló a lo largo de la naciente capital-provincial, que generó un ambiente y
unas prácticas que se dirigieron a la idea de habitar y contribuir a la transformación, como
diría la publicidad del periódico Relator, de un viejo “poblacho colonial” a una ciudad
“moderna” y “progresista”, que se traduciría en la construcción de “una gran urbe” (Periódico
el Relator, Cali, 1934 -1938).
A su regreso al Solar Nativo [Cali] experimentará Ud. la gran satisfacción de ver levantarse,
sobre las ruinas del poblacho colonial, la urbe moderna y floreciente nacida al empuje
tesonero de sus habitantes. Las grandes ciudades no han sido obras del ocaso ni han aparecido
al conjuro de la magia, como el palacio de Aladino. Ellas son fruto del esfuerzo decidido de
sus buenos hijos. (Aviso, Periódico el Relator, Cali, febrero 21 de 1934, Pág. 4).
En el discurso, fue frecuente que se hiciera mención a la modernidad teniendo como base el
desarrollo en la infraestructura urbana, por lo tanto, a través del recaudo de impuestos, se
28
buscó tener el dinero suficiente para invertir en obras públicas como la construcción de
edificios, la pavimentación de las calles y de avenidas; además, de acuerdo con la publicidad
de la prensa, fue importante invertir en el cuidado de la imagen de la sociedad caleña, a través
de la limpieza y control de espacios de la ciudad que eran “céntricos” e importantes para las
actividades económicas que se estaban empezando a realizar en la capital. De esa manera,
encontramos una noticia en el diario el Relator (1916-1960) donde se expone que “esta ciudad
está lapidada en sus mejores paseos lastimosamente en la míseria edificación, que
comercialmente no es lógica en lugares tan céntricos y dé tanto valor. Está bien el imperio de
las casuchas en lugares distantes de los sitios valorizados por el área urbana” (Anuncio Cali
abandonada, Periódico el Relator, Cali, marzo 24 de 1936, Pág. 5).
En este sentido, en Cali durante la primera mitad del siglo XX, se habló de la organización
urbana, teniendo como principio la permanencia de una imagen limpia y “moderna” que debía
predominar, sobre todo, en las zonas “céntricas” de la ciudad, porque éstas constituían un
espacio de tránsito y comercio. Sin embargo, es evidente, por la afirmación respecto a las
“casuchas”, que para esta época existieron realidades sociales y económicas que no
correspondieron a los planes de modernización que se promocionaban en la prensa y demás
documentos institucionales.
29
2.1.1. La ciudad culta y monumental
Dicho lo anterior, la primera realidad que podemos encontrar respecto al contexto en que se
erigen monumentos en Cali, está relacionada con la organización espacial de la emergente
ciudad; aquí se tuvo como centro la Plaza de la Constitución y alrededor de ella se ubicaron
los barrios La Merced, San Pedro, Santa Librada y San Francisco, todos habitados por las
élites de comerciantes, políticos, hacendados, médicos, sacerdotes, abogados y militares,
quienes “… entretejían los poderes políticos, religiosos y económicos” (Vásquez 2001, 45) a
través de redes de parentesco. Las familias recurrentes en este grupo fueron: “los Borrero,
Holguín, Garcés, Carvajal, Caicedo, Córdoba, Sinistierra, O´Byrne, Barberie, Zamorano,
Castro, Mallarino, Guerrero, Vernaza, Barona, Escobar, Herrera, Vergara, Lenis y Micolta”
(Vásquez 2001, 44-45).
Según Edgar Vásquez, entre más alejado se estuviese de la Plaza de la Constitución, las
desigualdades económicas y sociales se hacían mucho más marcadas. Al oriente, se
encontraban los barrios El Vallano o San Nicolás, constituido por casas de adobe, en muchas
ocasiones, con techos a base de paja, aquí vivían los pulperos, artesanos y peones. Al
suroriente, estaba el Calvario donde funcionaba La Carnicería, aquí sus habitantes eran las
gentes de una condición social y económica inferior que, además, protagonizaban
comportamientos “que eran objeto de la censura moral por parte de las gentes de bien”
(Vásquez 2001, 45) que vivían hacia el centro de la ciudad.
30
Figura 2. 1 Mapa Antiguo de Cali
De manera puntual me refiero a la existencia de una concepción de status y cultura que sienta
sus bases en la distribución espacial de la ciudad y al tiempo en el monumentalismo, puesto
que, como veremos más adelante, las primeras representaciones en los monumentos se
dirigieron a próceres de la Independencica, a políticos, médicos, escritores y militares locales;
para los cuales, se pensó su ubicación desde la centralidad, en tanto, los primeros
monumentos que se instalan en la ciudad a principios del siglo XX, se encuentran en el
Centro Histórico.
31
Volviendo al tema que nos ocupa, es muy importante resaltar que en el proceso de
modernización que se inició en la ciudad, la plaza fue cambiando y de esta forma, este espacio
dejó de ser un lugar abierto para todas las personas, para convertirse en un espacio donde la
cultura tenía que ser la protagonista. Siendo más especificos, hay que anotar que la Plaza de la
Constitución desde el siglo XIX, según Vásquez, fue utilizada semanalmente como puesto de
mercado, donde acudían y circulaban todos los habitantes del poblado sin discrimación de
clases sociales, pues aquí se abastecían de alimentos, pero también, fue el punto de
aglomeración donde se conversaba, comentaba, censuraba, informaba y elogiaba de los
eventos y sucesos de la época. Asimismo, en esta plaza se realizaban las procesiones y
celebraciones religiosas, como la semana santa; también se realizaban desfiles, actos políticos,
fiestas como los carnavales y, curiosamente, el espacio fue utlizado con mucha frecuencia
para realizar corridas de toros y cabalgatas (2001). Todo esto fue generando, según las
autoridades modernizadoras, problemas de salubridad e higiene, pues no había un buen
manejo del espacio y al haber tantas personas, la suciedad y las basuras fueron ganando
terreno.
Por estas razones, al terminar el siglo XIX el Cabildo dio autorización al señor doctor
Justianiano Lloreda para que cercara la plaza “con alambres de púas (…) se prohibieron las
carreras de caballos, las corridas de toros y las fiestas de plaza. En 1901 (…) se sembró pasto
“argentino”, se cambió el alambre de púas por uno nuevo y se dejaron cuatro entradas en la
mitad de los costados” (Vásquez 2001, 47). Este proceso coincide con las políticas de ornato
investigadas por Eduardo Kingman para el caso de Quito. Es decir, la modernización y su
política de ornato, suponen exclusión de poblaciones y segregación social en el espacio.
32
Figura 2. 2 Fotografía Costado de la Plaza de Caicedo
(Fuente: Archivo Fotográfico del Señor Alberto Lenis Burckhardt, 1920-1956. Biblioteca Luis
Ángel Arango.)
Designase por el Consejo a los Señores que a continuación se expresan para que formen la
Junta de Ornato y Embellecimiento de esta ciudad: Miguel Salazar, Emiliano Laserna, José
María Martínez, Francisco A Palau, José María Echeverri G., Alberto Carvajal B.,
Marcelino Calero, Guillermo E. Cabal, Tulio Sánchez, Liborio Hurtado, Nicolás Hormaza,
Ricardo Velázquez, Gonzalo D. Rengifo, Manuel María Buenaventura, Jorge Pineda (…)
el presidente Leopoldo Triana, el secretario Saúl Holguín, vocal Borrero (Sociedad de
Mejoras Públicas, Sesión 7 de junio de 1904, folio 1).
Consideremos ahora que, a partir de la constitución de esta institución, se despliega una
nueva forma de organizar la ciudad y disponer sobre los espacios. Aquí se empezaron a
33
gestar discursos y prácticas de ornato que apuntaron a la conformación de una mirada
estética a las realidades sociales, que fue representada a través de discursos sobre la
limpieza, la higiene y las construcciones, pero materializada en la arquitectura y la
instauración de monumentos.
Dicho problema definido como aterrador y de necesaria cooperación sin diferencia de clase,
ya permite entrever el imaginario que se estaba constituyendo respecto a la limpieza y lo
catastrófica que podría llegar a ser en un futuro, si no se lograba manejar y reducir la suciedad
que parece estaba viviendo la población caleña en esta época.
34
Esto nos sugiere que en Cali se estaba buscando consolidar la imagen de una ciudad moderna
y progresista que tenía como lógica y principio la preocupación por la higiene y la limpieza.
Por consiguiente, la noción de la limpieza y la fuerte implementación de discursos que
apuntaron a ello fueron recurrentes en Cali durante los primeros 50 años del siglo XX. Un
poco podría relacionar esto con lo que explica Georges Vigarello en su texto “Lo limpio y lo
sucio. La higiene del cuerpo desde la Edad Media” donde expone que:
En relación a lo anterior, nos cuenta el historiador Joan Manuel Largo que en Santiago de Cali
“uno de los directores del Centro de Higiene, por ejemplo, afirmaba que “nosotros estamos
firmemente convencidos de que antes de emprender en bellas obras (sic) de ornato, se necesita
resolver los problemas sanitarios y de higiene, por lo mismo que con ellos defendemos al
elemento humano como fuente primordial de toda riqueza y engrandecimiento de nuestro
pueblo” (2015, 205). Por lo tanto, en este punto, entender los discursos sobre el higienismo y
el ornato como las políticas más efectivas que se utilizaron en el proceso de modernización,
permite que entendamos que “estudiar lo urbano como recursos de representación y de
organización de los social [permite ver] la ciudad concebida, a su vez, como metáfora y como
recurso de funcionamiento social” (Kingman 2008,37).
Estos denominados “espectros” hacen referencia a una representación de unos “otros” que
debían ser controlados e incluidos en el proceso de limpieza e higiene que, por supuesto,
iba en pro de la modernización y urbanización que estaba viviendo la ciudad y que utilizó
los monumentos como una forma de expresión de las políticas de ornato.
35
homenaje al prócer local Joaquín de Cayzedo y Cuero quien luchó durante la coyuntura de la
Independencia; este cambio de nombre se da con la idea de “extirpar un residuo colonial”
(Vásquez 2001, 48) que parecía fijo en la mayoría de construcciones que poseía la ciudad.
Aquí lo que domina es la construcción de un imaginario nacional, la consolidación de
referentes sobre los que asentar la modernización de la nación, es decir, la ruptura con el
pasado atrasado.
Es por esto que, las iniciativas de memoria que encontramos en la ciudad durante los primeros
50 años del siglo XX tienen que ver con el ejercicio de exaltar un pasado soberano- con
monumentos- donde las figuras predominantes fueron personajes políticos, letrados, cultos,
ricos y mestizos, que en términos de representación apuntaron a una articulación de la
constitución de nación donde “la memoria pasaba por el tapiz de la historia: el pasado no
podía ser pensado en tanto memoria, para no dar cabida a las diferencias grupales, sociales y
políticas , debiendo limitarse a ser explicado en tanto historia” por lo tanto, la creación de
museos, colecciones y monumentos se utilizaron para dar consistencia a un proyecto
civilizatorio. Es decir, esta práctica fue dando “un sustento cultural” (Salgado y Corbalán
2013, 154) al discurso de la nación.
Ahora bien, en este contexto se habló de la existencia de unos “otros” que pertenecen a otra
esfera social, sin embargo, los monumentos de este primer período aluden principalmente a
36
los políticos, militares y escritores. Por lo tanto, de este momento de la historia de Cali no hay
registro de monumentos a los cargueros de plátano que trabajan en el río Cauca; no hay
representación monumental de las mujeres lavanderas que llevaban a cabo su oficios a las
orillas del río Cali, al margen del Centro Histórico; no hay monumentos a los emergentes
obreros de las minas que transportaron carbón desde la loma de Siloé para la construcción de
Ferrocarril del Pacífico, que inaugura la historia económica del siglo XX del Valle de Cauca y
que durante toda esta primera mitad de siglo, contribuyó a posicionar a Cali como una de las
ciudades más importantes de Colombia. Por supuesto, estos “otros” no tienen monumentos
que daten de este período6, porque aquí lo que se estaba construyendo era una idea e imagen
de la nación y de la identidad caleña que nada tuvo que ver con lo popular, aun cuando esto
estuviera presente en la cotidianidad. Es importante aclarar que este proceso no es exclusivo
de Cali, para la época era lo que se usaba, y tiene que ver con un tipo de historia y un modelo
de nación, así como con el papel específico que cumplió el Valle del Cauca en la construcción
de esa nación.
6
En la actualidad existen algunos monumentos en la ciudad que tienen relación con lo popular, pero en su
mayoría han sido construidos por iniciativa de la comunidad. El mejor ejemplo de estas representaciones se
puede encontrar en barrios populares como Siloé y el distrito de Agua Blanca.
37
Figura 2. 4 Lavanderas en el río Cali
(Fuente: Archivo Fotográfico del Señor Alberto Lenis Burckhardt, 1920-1956. Biblioteca Luis
Ángel Arango.)
Según Burbano, Recio y de la Fuente (2015) esta fue la segunda estatua que se instala en la
ciudad -la primera tuvo como personaje principal al monje franciscano fray Damián
González- y se proyectó su instalación para el 26 de enero de 1913, fecha que coincidía con el
aniversario de su fusilamiento en la ciudad de Pasto. El argumento principal para la
38
realización de este homenaje a Cayzedo y Cuero fue que su memoria iba a “…perpetuarse en
ese monumento” (Sociedad de Mejoras Públicas, Sesión 30 de septiembre de 1911, Folio 1).
39
Posteriormente, en el mes de junio de 1922, llegó la estatua del libertador a la ciudad y la
gobernación decidió que el mejor lugar para instalarla serían las “ceibas del otro lado del río”
en el Centro Histórico de la ciudad, pues este fue el sitio donde Simón Bolívar en el marco de
su campaña de liberación, da un discurso mientras se dirigía hacia el sur (Burbano, Recio y de
la Fuente 2015, 220).
2.1.2.4. A María
El monumento a la novela “María” del escritor Jorge Isaacs fue emplazado durante los
primeros años de la década de 1920; surge como iniciativa de algunas damas de la élite caleña
y bugueña, que en vista de la importancia cultural que esta obra tuvo para la época, decidieron
rendir un homenaje a través de la construcción de esta representación en mármol. El artista de
la obra fue el escultor catalán Luis A. Parera y las indicaciones que se dieron fue retomar las
figuras más importantes de la novela, para así plasmar en el mármol la historia de los mismos,
de esta manera, la representación de este monumento tiene las figuras de Efraín y María, de su
perro Mayo, un ave negra y al final de la composición un busto de Jorge Isaacs.
Inicialmente, el monumento fue instalado al lado del río Cali a unos metros de la estatua del
Batallón Pichincha (demolido en 1968) cerca de la estatua de Simón Bolívar. Sin embargo,
40
hacia la década de 1970 con la celebración de los Juegos Panamericanos en la ciudad, el
monumento fue dividido y sus partes se distribuyeron en el mismo espacio del Centro
Histórico al lado izquierdo del Río Cali. Luego, la obra volvió a su sitio original y hasta la
actualidad se encuentra en el mismo lugar, al lado del Centro Administrativo Municipal –
CAM, en el Centro Histórico.
Todo lo anterior, se ha expuesto porque nos parece pertinente mostrar en qué contexto
surgieron los monumentos que actualmente se encuentran ubicados en el Centro Histórico de
Cali y que harán parte de la etnografía que se realizará respecto a las políticas de patrimonio.
Inicialmente hablamos de estos tres monumentos, porque fueron los primeros en instaurarse
en el sector a trabajar.
En la medida en que se comprenda que hay luchas por la interpretación y representación del
pasado, será mucho más claro el papel de los monumentos en la ciudad. Dichos monumentos,
surgieron bajo las condiciones políticas, económicas, estéticas y sociales de una emergente
ciudad y, en este sentido, sus significados y usos han sido diversos. Los monumentos
conmemorativos que hasta aquí hemos expuesto corresponden a un culto por el pasado de una
sociedad que buscaba el ideal y el estado de la modernidad, enmarcado en procesos de
constitución de nación. Sin embargo, esto no ha sido una garantía para que en la actualidad y
41
en la cotidianidad de los espacios donde se instauraron estos monumentos sus sentidos e
importancia siga viva, pues es aquí donde se hace mucho más visible las luchas por
interpretación y re significación del pasado. Además, exponer las ideas y algunos de los
discursos que se generaron durante el primer momento de instalación de monumentos en Cali,
permite entender que éstos son creados bajo un ideal de constitución de nación y de dirección
de una identidad e historia caleña. En esta época, se buscó resaltar los valores que hicieron
referencia a los hitos fundacionales, por lo tanto, las tres estatuas que están ubicadas en el
centro histórico de la ciudad, nos hablan de ello.
La marca territorial que aquí se llevó a cabo, representa y enuncia un lugar de memoria que
evocaba una parte de la historia colombiana; esto es el periodo de la Independencia, que valía
la pena resaltarlo y guardarlo para la eternidad mientras la ciudad se fue conformando como
una urbe moderna y progresista. Pues esto permite entender que “la historia y memoria son
arenas de disputa del poder y de contestación social. La memoria y la historia son relatos que
están generalmente estructurados mediante una combinación de parámetros de clase,
etnicidad, género y nación” (Bustos 2010, 13).
Inicialmente, estos tres monumentos son una cara de la modernización y de sus políticas de
ornato e higienización. A su vez, cumplen la función de llamar la atención sobre el hecho que
“las celebraciones centenarias se nos revelan hoy en día como las huellas de nuevas formas de
mirar a las poblaciones, al territorio y los campos del saber” (Coronel y Prieto 2010, 11). De
acuerdo a nuestro análisis, el Centro Histórico de la ciudad hizo parte de esa nueva visión y
eso nos hace suponer que, por ello se cuidó y mantuvo al margen del ingreso de otros
monumentos que empezaron a representar otras temáticas diferentes a la nación y a los hitos
fundacionales. Si bien esos otros monumentos se expandieron por toda la ciudad, este espacio
quedó intacto hasta el año 1994 cuando se emplazan las estatuas en homenaje a los Poetas. Es
42
decir, tuvieron que pasar casi 70 años para que en el Centro Histórico se incluyera otro
monumento.
La idea original fue seguir construyendo más estatuas de otros escritores y poetas de la región
como: “Isaías y Mateo Gambo, Eustaquio Palacios, Mario Carvajal, Gilberto Garrido, Enrique
Uribe White y Helcías Marán Góngora” (Burbano, Recio y de la Fuente 2015, 295), sin
embargo, este proyecto no se materializó y en la actualidad sólo están las cinco estatuas
iniciales. A partir de la instauración de este monumento, el espacio pasó a llamarse “Parque
de los Poetas” y así es conocido por gran parte de los ciudadanos.
Ahora bien, parecerá que con este monumento lo que cambia es que en vez de homenajear al
prócer se homenajea al literato, pero su emplazamiento y su misma forma estética va más allá
de eso. Si bien, los cinco escritores representan la cultura letrada, la manera en la cual fueron
representados es mucho más real y cotidiana. Son estatuas que están sentadas y de pie
mostrando las figuras de hombres, ninguno está en un pedestal. Es más, se puede interactuar y
tocar al monumento.
43
Figura 2. 8 Monumento a los Poetas y transeúnte
(Fuente: Yadira Almario García, junio 2017.)
Las estatuas no limitan al transeúnte, visitante, caminantes u observador para que las toque.
Incluso las bancas donde las emplazaron tienen espacios para que las personas se puedan
sentar junto a ella. En ese sentido, este monumento irrumpe con su forma física la tipología de
monumentos que habían instaurado en este espacio, pues como ya se ha podido observar los
monumentos a Simón Bolívar, Joaquín Cayzedo y Cuero y María son diferentes.
Alexandre Petión, fue presidente de Haití desde 1808 hasta su muerte en el año 1818. Este
periodo de su gobierno ha sido reconocido como la primera República Negra. Según
Burbano, Recio y de la Fuente “su importancia radica en el apoyo que este líder brindó a
Simón Bolívar durante su estancia en Jamaica” (2015, 308) que consistió en dar provisiones
44
de armas, soldados y barcos para que continuara con su lucha por la independencia. Sin
embargo, dicen los mismos autores, “a cambio, Petión solicitó a Bolívar su compromiso
frente a la abolición de la esclavitud en los territorios que liberara” (Burbano, Recio y de la
Fuente 2015, 308).
Por lo anterior, la iniciativa de erigir un busto como homenaje salió de los miembros del
Concejo Municipal de Santiago de Cali durante el desarrollo de de la III Cumbre Mundial de
Alcaldes y Mandatarios Afrodescendientes. Inicialmente, lo que se presentó fue la propuesta
de que el actual Bulevar del Río tuviera el nombre de este líder afro. Según una nota en el
periódico El País, este proyecto causó bastante controversia, pues hubo quien se manifestó a
favor argumentando que era una forma de reivindicar la historia afro “en procesos libertarios
y de liderazgo de Latinoamérica” (El País, Cali, abril 17 de 2013), en contra de otros, que
manifestaron que en la historia de las gestas independentistas fueron muchos los afro caleños
que dieron la vida en la lucha. Incluso, en la misma nota, centraron la discusión en el
argumento de que
Lo cierto es que a pesar de la importancia que tuvo Petión en su tiempo, tanto por su apoyo a
Bolívar como por su labor contra la esclavitud, en Cali, la ciudad con más población negra de
América Latina después de Salvador Bahía en Brasil, muy pocas personas saben quién es el
haitiano y porqué es importante para la historia de los afrodescendientes (El País, Cali, abril
17 de 2013).
Según Germán Patiño “con la erección del busto en homenaje a Petion, Cali se convierte en la
primera ciudad de Colombia en hacer este reconocimiento reparador e incluyente (El País,
Cali, septiembre 16 de 2013). Ahora bien, esto es el discurso respecto a las motivaciones de
hacer una marca en un espacio, por ello, se discute qué memoria representar frente a otras;
pues se habla desde la lucha afro en términos de la historia de la esclavitud y ahí entra la
controversia y discusión de por qué Pétion y no otros afros que sean colombianos como por
ejemplo el escritor Manuel Zapata Olivella.
Quizá se podría seguir las discusiones y así identificar las diferentes posturas desde distintos
lugares de enunciación, pero no es eso lo que nos interesa en esta investigación. Aquí el punto
a exponer y por el cual se hizo mención a todo lo anterior, es el hecho de que se ocupara un
lugar del Centro Histórico de Cali, para rendir homenaje y poner una marca territorial a un
45
afro. Como bien se ha descrito, pasó más de un siglo para que a este lugar histórico entrara un
monumento distinto como éste.
En otros lugares de la ciudad ya se habían dado otras iniciativas de monumentos a afros, por
ejemplo, el monumento a La Negra del Chontaduro (1980), sin embargo, nunca se pensó o
por lo menos, según la documentación consultada, no hubo proyectos para que un monumento
a un personaje popular como lo es una afro vendiendo chontaduros se pusiera en un espacio
como el Centro Histórico de Cali. En este sentido, a lo que vamos es que en este espacio los
monumentos han representado y han sido parte de un discurso que apoya y legitima una
historia puntual. Por ello, el monumento a Pétion irrumpe un estado de representaciones que
se mantuvo durante mucho tiempo, de este modo, suponemos que lo que hace es “profanar”
un espacio que había estado reservado para la cultura y representaciones mestizas. De hecho,
después de este monumento, en Cali se han realizado dos monumentos más a personajes
afros: Jairo Varela (2013) compositor chocoano y conocido como fundador del Grupo Niche
y a Petronio Álvarez (2014) músico afrodescendiente que ha dejado un gran legado a la
música del Pacifico, tanto así que, actualmente, existe un festival de música del pacifico que
lleva su nombre.
Estas estatuas al igual que las de los Poetas mantiene una relación con el público distinta a la
de los otros cuatro monumentos mencionados. Las personas paran un momento su trayecto
para tomarse fotos con estos monumentos, los tocan, hacen caras con ellos. Incluso se suben a
ellos, pues su estructura permite que sean de fácil acceso.
46
declarados como patrimonio de la ciudad, tres corresponden al período que hemos
denominado como la ciudad monumental, mientras que los otros dos surgen y son emplazados
en lo que hablaremos seguidamente como ciudad patrimonial.
47
Posteriormente, en el año 1940 se declaró la Ley 5, por medio de la cual se hizo especial
referencia a los monumentos nacionales, entendiendo por “monumentos”: edificios y lugares
antiguos; es decir, la representación de lo monumental, inicialmente, se materializó en lo
arquitectónico, porque como se explicó anteriormente, la primera mitad del siglo XX
correspondió a un proceso de urbanización que tuvo como objetivo la creación de una imagen
de ciudad y, en esta imagen, el hilo conductor fueron las obras arquitectónicas que se pueden
considerar como las primeras formas de representación artística.
Más adelante, para ser exactos, 19 años después de la Ley 5, en Colombia se declaró la Ley
163 del 30 de diciembre de 1959 que consistió en “la defensa y conservación del patrimonio
histórico, artístico y monumentos nacionales” (Congreso de Colombia 1959), de este modo,
por primera vez, encontramos la mención al concepto de patrimonio que además contrasta con
la creación, por medio de esta misma ley, del Consejo de Monumentos Nacionales. Este
nuevo órgano institucional estuvo conformado por los representantes y/o directores de once
instituciones estatales, presentados en el siguiente orden: El ministro de Educación; el
presidente de la Academia Colombiana de Historia; el director del Instituto Colombiano de
Antropología; el director del Museo Nacional; el director del Museo Colonial; el director del
Museo de Oro; el presidente de la Comisión de Arte Sagrado; el presidente de la Sociedad
Colombiana de Arquitectos; el presidente de la Academia de la Lengua; el director del
Instituto de Ciencias Naturales y, finalmente, el director del Instituto de Bellas Artes. Todos
ellos, fueron los encargados de dirigir las políticas de patrimonio que empezaron a legislar en
el país. Todo ellos, se convirtieron en los especialistas sobre lo que debía ser o no ser
conservado para la posteridad.
48
Figura 2. 9 Plaza de Caicedo desde el lado oriental
(Fuente: Archivo Fotográfico del Otto Moll, 1950. Biblioteca Luis Ángel Arango.)
Ahora bien, todo este discurso sobre conservación y patrimonio viene direccionado desde los
países occidentales, especialmente, Francia y Gran Bretaña donde se da una consagración al
monumento y por tanto una ritualización para su conservación que se profundiza con el
advenimiento de la era industrial (Choay 2007). Antes de que se empezará a utilizar la palabra
“patrimonio”, se hacía referencia a lo monumental para así argumentar y justificar la
importancia de su cuidado y conservación, sin embargo, durante la coyuntura de la Segunda
Guerra Mundial, en el año 1942, los gobiernos (entre ellos Francia e Inglaterra) que estaban
enfrentando el nazismo se empezaron a preguntar cómo harían para reconstruir los sistemas
educativos una vez terminara la guerra. Pues bien, terminada la guerra en el año 1945, se
reunieron del 1 al 6 de noviembre en Inglaterra para la constitución de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura – UNESCO (UNESCO 2017).
Que empezó a regir a partir del año 1946 con la ratificación de 20 estados: Arabia Saudita,
Australia, Brasil, Canadá, Checoslovaquia, China, Dinamarca, Egipto, Estados Unidos de
América, Francia, Grecia, India, Líbano, México, Noruega, Nueva Zelandia, República
Dominicana, Reino Unido, Sudáfrica y Turquía.
49
De aquí resulta que como parte de la educación y de una cultura por la paz, se hace un
llamado al cuidado y protección de los bienes muebles de cada país, que deben ser
conservados por su importancia para conocer sobre las generaciones e historias pasadas. Es
decir, se empiezan a dar las bases y los lineamientos para que a nivel mundial se conserve y
proteja lo que hacía el año 1972 se definirá concretamente como patrimonio y tiene como
principal característica ser intangible y único. Más adelante, a este concepto se le
implementará otras condiciones como lo referente a la cultura inmaterial y natural, sin
embargo, no es eso lo que nos llama la atención en esta investigación y en este punto lo que
buscamos demostrar con esta breve contextualización es cómo se da “la mundialización de los
valores y de las referencias occidentales [que] ha contribuido a la expansión ecuménica de las
prácticas patrimoniales” (Choay 2007, 191).
Mientras que en los países occidentales se van consolidando estos valores patrimoniales y van
reconstruyendo sus bienes materiales; en Colombia la gran mayoría de ciudades apenas están
emergiendo y, en ese sentido, gran parte de sus construcciones corresponden al período
colonial y republicano. Por lo tanto, a lo que apunto, es que el uso del concepto patrimonio
viene condicionado por las realidades de donde surge y es validado. De ese modo, el discurso
sobre patrimonio que se difunde por todo el territorio colombiano, va dando fuerza al
imaginario de que éste representa lo antiguo y, por ello, lo bueno del pasado. Este proceso
parte de la exclusión, porque discursivamente se presenta como un discurso unívoco y
autorizado que determina qué, cómo y por qué debe conservarse sin tener en cuenta las
realidades propias de cada espacio y región.
50
Declaránse como monumentos nacionales los sectores antiguos de las ciudades de Tunja,
Cartagena, Mompós, Popayán, Guaduas, Pasto, Santa Marta, Santa Fe de Antioquia,
Mariquita, Cartago, Villa de Leiva, Cali, Cerrito y Buga. Las calles, plazas, plazoletas,
murallas, inmuebles, incluidas casas y construcciones históricas en los ejidos, muebles,
etc., incluidos en el perímetro que tenían estas poblaciones durante los siglos XVI, XVII y
XVIII (Congreso de Colombia 1959, la negrilla es mía).
A la par, durante esta segunda mitad del siglo XX, se ve mucho más claro la consolidación
del Centro como el lugar para la realización de actividades y asuntos importantes de la
ciudad; éste pasó de ser el espacio de prestigio y distinción social, para ser el espacio de
las entidades públicas o privadas que dirigieron muchos de los asuntos administrativos y
económicos de la ciudad.
Finalizando la década de 1960, el Centro Histórico debió disputar su lugar con otros
espacios que fueron ganando terreno, de este modo, muchos almacenes y entidades
empezaron a trasladarse hacia los nuevos centros comerciales y nuevos barrios que se
construyeron siguiendo como directriz el sur de la ciudad (CITCE 2014). En esta medida,
se fueron erigiendo otros monumentos y surgen nuevas tipologías artísticas, como
consecuencia del aumento considerable de clubes sociales y teatros que, durante las
décadas del 50 y 60, hicieron que se llevaran a cabo varios eventos y espectáculos a nivel
internacional y nacional, lo cual contribuyó a que la ciudad tuviera contacto con otros
escenarios artísticos y su campo de acción en esta área empezará a ser mucho más amplia
(Burbano, Recio y de la Fuente 2015).
51
población estaba concentrada en su área urbana, pasando a un 97% en 1964 (Escobar
2009, 1).
Cabe resaltar que así desde este momento se haya ampliado el repertorio en las
representaciones de los monumentos y se legitime en la jurisdicción de la nueva
52
Constitución, en el Centro Histórico de la Ciudad esto no cambió. En este sentido, el
emplazamiento de monumentos como “El Esfuerzo de la Raza” (1973); “La Negra del
Chontaduro” (1980); “La India Elena y su Perro” sólo por mencionar algunos, se da en
espacios públicos de la ciudad, diferentes al perímetro del Centro Histórico que se está
trabajando.
Por supuesto, entre estos 44 monumentos se encuentran los cuatro monumentos que hasta
el momento hemos ubicado en el Centro Histórico, es decir, las estatuas de Joaquín de
Cayzedo y Cuero, Simón Bolívar, la María y los Poetas. Después, cuando ya han
transcurrido doce años de la publicación del POT, en el Centro Histórico se inició el
proyecto de hundimiento de la conocida Avenida Colombia que está al costado derecho
del río Cali, para convertirla en el Bulevar de la Avenida Colombia que está sobre un túnel
que permite que los vehículos que circulaban por la misma, ahora lo hagan por el túnel.
53
Conservar el espacio público e impedir la instalación de vendedores ambulantes. [Dice]
Recuerdo que el día de la inauguración, antes de quitar los toldos verdes que cubrían la
obra, había una cantidad de vendedores esperando para instalarse. Para evitar la invasión
del espacio público tenemos 13 personas de logística que trabajan en turnos las 24 horas
(Fernando Marín, entrevista por Redacción de el País, Periódico el País, mayo 2016.
https://goo.gl/hjYcNm).
54
Figura 2. 11 Bulevar del río Cali o de la Avenida Colombia sentido oriente -oeste
(Fuente: https://goo.gl/ett3wd)
Llegados a este punto, es posible entrever un contexto donde los monumentos de la zona
del Centro Histórico que se está trabajando en esta investigación, no quedan por fuera o
sueltos del espacio que habitan. Por lo tanto, al aproximarse a la historia de los mismos, a
los usos y significados que tienen, es necesario no pasar por alto que el espacio donde
éstos se encuentran, también hace parte de la conformación del monumento, porque
precisamente este espacio es el que se presenta como un foco de conflictividad (Muratorio
2014, 250). En este sentido, el lugar donde habitan los monumentos a Joaquín de Cayzedo
55
y Cuero, Simón Bolívar, la María, los Poetas, Alexandre Pétion y las Gatas es el
transformado Centro Histórico de la ciudad, que vale la pena detallar y exponer de forma
más precisa en el trabajo etnográfico que aquí se pretende desarrollar y que se detallará en
el tercer capítulo.
56
Capítulo 3
Las personas y el espacio: entre la Plaza de Caicedo, el Parque de los Poetas, el Paseo de
Bolívar y el Bulevar del Río Cali
Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son
lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos
trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de
recuerdos. Ítalo Calvino
57
personas que se logró encontrar en estos los lugares donde los monumentos mencionados se
encuentran emplazados.
Si bien en el capítulo anterior, el marco temporal expuesto data desde 1930 hasta la
actualidad, en este capítulo resulta imposible que funcione igual. Esto se explica a través de
dos razones puntuales: primero porque esa referencia temporal se enfocó en explicar el
proceso de monumentalización desde comienzos del siglo XX para así entender los cambios
que el mismo proceso ha tenido en un tiempo de larga duración, donde se han ido instaurando
y difundiendo políticas de patrimonio. La segunda razón, parte de la metodología donde se
planteó realizar un trabajo de observación participante para intentar entender los usos que las
personas actualmente les dan a los monumentos del Centro Histórico, por lo tanto, la misma
metodología implicó que en este capítulo los datos y la información correspondieran a la
temporalidad reciente. Sin embargo, muchos de los relatos apelaron al pasado, haciendo que
la información se pudiera comparar, sobre todo en cuanto a cómo se ha ido transformando
estos sectores del Centro Histórico.
Acorde con la metodología, la dinámica propia que caracteriza cada proceso de investigación,
llevó a que en este trabajo la forma cómo se abordara a las personas implicara un cambio de
rol en los diferentes escenarios, es decir, no siempre se puso en escena que se estaban
buscando datos para la elaboración de una tesis; tampoco se hizo uso de una presentación
formal y un acercamiento a las personas llevando un cuaderno con una grabadora o cámara
fotográfica. Cada espacio y las diferentes personas con las que se logró una conversación,
reaccionaron mejor a un acercamiento fortuito donde el rol de investigadora pasó a un
segundo plano. Fue mucho más enriquecedor hacer las aproximaciones al campo como una
caleña más que estaba interesada en conocer sobre este espacio del Centro Histórico. Esto lo
comprobé en la Plaza de Caicedo, porque en las ocasiones que hubo una presentación formal,
las personas se mostraron celosas de la información que estaban dando; algunos preguntaron
si tenía algún vínculo con la alcaldía, porque el interés por los monumentos y saber sobre el
espacio, no era algo muy común. Además, gran porcentaje de las personas que habitan la
plaza se conocen entre sí; la respuesta a esta relación se encontró en el transcurso de la
investigación donde se llegó a comprender que estas personas comparten mucho tiempo de su
vida y de su cotidianidad en este espacio.
58
Por lo tanto, es importante aclarar que la muestra con la que se trabajó es significativa, en
tanto ésta no corresponde al total de las personas que se encontró en los espacios trabajados,
en consecuencia, no tiene características de ser una prueba con mecanismos probabilísticos.
De acuerdo con Rosana Guber:
De este modo, la población con la que se trabajó tuvo como principio de acercamiento el
factor oportunidad, donde los marcos para la selección de las personas a entrevistar o iniciar
conversaciones fue bastante flexible, pues los criterios para escoger a unos y no a otros lo
fue delineando la fluidez en la comunicación con las personas y la perspectiva de análisis
que fui definiendo como investigadora a medida que hacía observaciones en los diferentes
lugares (Guber 2004, 122).
En este sentido, también se tuvo en cuenta los cambios generacionales y los diferentes flujos
migratorios que se han dado en el país, pues éstos se hacen presentes y visibles en el momento
en que se inició la exploración de las personas que frecuentan el espacio, por ejemplo, la
población que frecuenta la Plaza de Caicedo es distinta a los que frecuentan el Bulevar, a su
vez, los que frecuentan el Paseo de Bolívar son diferentes a los otros dos espacios. Según la
proyección poblacional del Departamento Administrativo Nacional de Estadística –DANE,
para el año 2017 el total de la población del municipio es de 2.420.114 mil personas (Citado
por Departamento Nacional de Planeación 2017), lo cual implica que el flujo de personas que
transitan los espacios trabajados son abundantes y, por lo tanto, en un solo día se puede
encontrar que alrededor de 2.000 a 3.000 mil personas hayan estado o pasado por la Plaza de
Caicedo, el Paseo de Bolívar y el Bulevar. Por lo tanto, al momento de empezar a caminar por
los espacios escogidos para hacer las respectivas observaciones, fueron variadas las personas
con las que se logró contacto, de este modo, tanto la edad como su lugar de nacimiento fue
59
variado. Un gran porcentaje de las personas nacieron en Cali, pero otras migraron de otras
ciudades del país, en ese sentido, entre las personas que accedieron a las conversaciones
propuestas, se encontró que algunas provenían del Cauca, Barranquilla, Antioquia, Llanos
Orientales, Pacífico, Putumayo, Huila y Bogotá; además de algunos extranjeros que
aparecieron en el espacio mientras se llevaba a cabo parte del proceso de observación.
Las personas que habitan estos espacios también variaron de acuerdo a los días de las
semanas y las horas del día. Por lo general entre semana el flujo de personas que van con ropa
para ir a trabajar es bastante alta, sobretodo, alrededor de las 8:00 am; en horas anteriores las
personas salen a hacer ejercicio, por lo tanto, las conversaciones antes de este horario fueron
un poco más complicadas, porque la dinámica en el espacio generaba una distancia con los
que estaban alrededor. De esta forma, las veces que se estuvo en estos lugares entre las 6: 00
am y 8:00 am, sirvieron como un espacio para empezar a realizar la caracterización física de
los diferentes lugares a trabajar.
Después de las 8:00 am son muchas las personas recorriendo el Bulevar del Río de un lado
para otro, caminan con papeles en las manos, con bolsos, con maletines; la mayoría van
caminando, algunos despacio, otros muy rápido. Otros van en bicicleta, patines o patinetas.
Entre semana pocos se detienen, porque el tiempo va corriendo. O bueno, esa es una de las
primeras apreciaciones que a la ligera es posible concluir; pues, aunque se trabajaron tres
sectores del gran circuito del Centro Histórico de Cali, pese a estar muy cerca uno del otro,
cada espacio tiene su propia dinámica y la caracterización de las personas y el espacio son
diferentes.
En este punto, para no dar más vueltas en las descripciones, se da paso a la exposición de los
datos y conversaciones que fueron posibles recopilar en los tres espacios ya mencionados. Es
importante aclarar que para el análisis se cuenta con un total de 30 relatos, éstos corresponden
a las personas que accedieron a los acercamientos y preguntas propuestas; de estas 30
conversaciones un total de 20 corresponden al género masculino, mientras que las 10
conversaciones restantes corresponden al género femenino. Es decir, hubo una mejor
recepción para entablar conversaciones con los hombres que con las mujeres. Ahora bien,
entre los intentos de conversación no hay un dato puntual, porque el trabajo de campo se llevó
a cabo en un tiempo de dos meses aproximadamente, entre los meses de abril a junio y en este
margen de tiempo hubo muchos días en que por diversas circunstancias fue difícil lograr una
60
conversación que sirviera como dato para incluir en este capítulo. Por otro lado, y para
finalizar con este primer punto, hago la aclaración que debido a las realidades sociales que se
encontraron en los espacios donde se realizó el trabajo de campo, no se hará uso de los
nombres reales de las personas que proporcionaron información, si bien, se hace uso de la
información que confiaron, por seguridad se omitirán sus nombres verdaderos.
La plaza cuenta con ocho jardineras, cuatro fuentes de agua, dos jardineras centrales, ocho
faroles dentro del parque y alrededor de veinte y seis por fuera, cinco palmeras grandes y en
todo el conjunto de la plaza se contabilizó un total de 127 palmeras por jardineras. Tiene tres
árboles, seis bancas dentro del parque y veinte y seis alrededor; ocho tarros de basura dentro
del parque y 26 alrededor del mismo. En general, su diseño corresponde a una forma radial y
concéntrica. Por otro lado, en términos de seguridad en el parque se encuentra un puesto de
información de la Policía y se ve usualmente entre dos a cuatro policías caminando por la
plaza. También hay dos teléfonos públicos ubicados sobre la calle 11 y otros dos ubicados
sobre la calle 12, ambas son calles peatonales. En medio de todos los elementos que se han
mencionado, se encuentra la estatua a Joaquín Cayzedo y Cuero que se levanta sobre un alto
pedestal de aproximadamente 4 metros de altura.
Si bien el tiempo de observación que se llevó a cabo en este espacio fue una rutina (en gran
porcentaje) de lunes a domingo entre los meses de abril a junio, el relato sobre este espacio
será una articulación general de todas las visitas, para así lograr caracterizar este sector. Lo
primero que se encontró con las visitas es que en la Plaza de Caicedo ya no están los
escribanos y sus típicas máquinas de escribir, pues a partir del año 2007 fueron trasladados;
61
las bancas alrededor de la plaza con mucha frecuencia están vacías, porque la gente se sienta
alrededor de la estatua de Caicedo en pequeños muros de jardineras. En una de las visitas,
había un hombre que hablaba por celular y dijo: “¿pues a dónde más nos vamos a encontrar?
En la estatua de la plaza de Caicedo”.
La mayoría de las veces se observó que las personas leían un periódico de distribución
gratuita llamado “Zona C” el cual tienen como eslogan “El Centro Eres Tú”. Muchos parecían
jubilados por la edad y su apariencia, se encontraban leyendo, conversando, haciendo
crucigramas o pasatiempos. En su mayoría eran hombres; las mujeres que se vieron en las
diferentes ocasiones parecían estar de paso, como dirigiéndose a sus trabajos. Otras estaban
trabajando en venta de tintos y dulces, sólo una que otra adulta mayor estaban acompañadas
por sus esposos mientras tenían en sus manos periódicos que estaban rellenando.
Uno que otro indigente cruza el espacio. Los policías también. No se ven niños en la zona,
pues la mayoría de veces se visitó la Plaza entre semana en la mañana. Las palomas
acompañan a la estatua de Caicedo y Cuero que impertérrito sigue cargando su bandera. En
términos generales, el ritmo de este espacio es lento, aunque el ruido acompaña el mercado
que se apodera de la plaza.
Se hace un recorrido por los edificios alrededor de la plaza. Se inició al frente de la Plaza de
Caicedo en sentido oeste, donde antaño quedaba el Banco de la República, siguiendo hacia el
lado derecho la catedral de San Pedro que tiene al lado un local de la Librería Nacional. Se
sigue hacia el lado izquierdo pasando por el Edificio Otero y el Palacio Nacional. El espacio
está cargado por el comercio, las ventas ambulantes de dulces, cds con vídeos, ropa, tintos,
62
libros, chontaduros, jugos. Hay ruido, el sonido de los carros y motos al pasar por las carreras
4 y 5 que son las destinadas para el flujo vehicular.
Entre semana, es decir, de lunes a viernes entre las 9:00 am y las 5:30 pm, el parque de
Caicedo es habitado por señores que, en su mayoría, son jubilados. Este es el caso del señor
Pedro quien tiene 68 años, el viene de Antioquia y llegó a Cali cuando tenía 5 años. Su
principal recuerdo de la Plaza de Caicedo es que venía con su padre, pero en ese entonces en
el parque había árboles, no palmas como en la actualidad. Dijo también que las bancas
estaban en el centro de la plaza, donde está Caicedo, no afuera. Él permanece en el parque de
lunes viernes de 9 a 5 pm, tiene esta rutina desde hace 8 años que se jubiló. No habita la plaza
en las noches, sólo en el día. Cuenta que no va al Bulevar, no le interesa. En cambio, la Plaza
es diferente, “me gusta este espacio” (Pedro, entrevista por Lina Castaño, mayo 2017), se
refiere al lugar como si perteneciera al espacio y no al revés. Cuando se le menciona el
monumento, lo pasa de forma desapercibida, naturalmente sigue su relato explicando que su
gusto por el espacio del parque consiste en que este lugar se ha convertido en su nueva
oficina; para él es muy duro estar sin oficio después de tantos años trabajando, en ese sentido,
el parque funciona como su lugar de esparcimiento y de socialización.
Juana, tiene 56 años, nació en Cali y trabaja como vendedora ambulante. Ella habla de la
Plaza de Caicedo como su plaza, dice que no le interesa ir al Bulevar. Le parece que lo
especial que tiene la plaza es que "quienes vienen y habitan este espacio han ido envejeciendo
aquí"(Juana, entrevista por Lina Castaño, mayo 2017). En ese sentido es un lugar, no de paso,
como el Bulevar, sino lugar que se ocupa, de experiencia. Sus palabras indican propiedad del
espacio, es decir, la plaza no es un sitio más. Quienes habitan este espacio se lo han
apropiado; este espacio se vive, se siente y es querido por quienes pasan más tiempo ahí.
Los dos relatos anteriores, se plantean en la escena de esta investigación como construcciones
sociales de un espacio que en términos históricos y arquitectónicos significa y representa algo,
pero en la cotidianidad de las personas que permanecen en él es desbordado por las prácticas
y costumbres que ellos han ido creando con la Plaza. Los significados aquí varían entre las
personas que frecuentan la plaza, los que están de paso y los que hacen las políticas respecto
al funcionamiento de la misma, es decir, el gobierno local. Es decir, en este lugar, no se trata
tanto de estar de paso como pasa con el boulevard, por el contrario, se trata de ocuparlo por
horas, hacerle oficina, o lugar de socialización, en últimas, matar el tiempo ahí.
63
Eso se puede observar en las diversas conversaciones sostenidas que en su mayoría fueron
espontáneas; ahí se ubica el relato de Camilo de 61 años, él se jubiló hace 8 años y al no tener
una actividad alterna, viene con frecuencia a la plaza para compartir con otros señores
contemporáneos a quienes llama sus amigos, si bien su relación con la Plaza no es romántica
o cargada de un sentimiento especifico como los relatos de Pedro y Juana, él ha encontrado en
este lugar un espacio alterno para pasar el tiempo y socializar7. Por otro lado, Amanda, una
mujer de 46 años, se desempeña como vendedora ambulante. Frecuenta mucho el Parque de
Caicedo, porque según ella "es mejor plaza" para vender sus dulces. En el transcurso de la
conversación se le pregunta por los otros espacios de este circuito del Centro Histórico,
contestó que no le interesa, de hecho, "ni conozco el Bulevar"8.
Quizá de todas las personas con las que se logró contacto, Antonio un señor de 70 años, fue
quien proporcionó mayor información. Él contó que frecuenta la plaza todos los días, desde
hace muchos años atrás, tanto así que la conversación inicia mientras él hablaba sobre como
hace 10 años en la plaza no había palomas, "las palomas siempre fueron de San Francisco,
había muchas palomas allá y algunas se vinieron, alguien las alimentó y se quedaron"
(Antonio, entrevistado por Lina Castaño, mayo 2017). Antonio va contando que antes las
bancas de la plaza estaban en el centro de la plaza, no como ahora que están afuera. Según él,
cuando el alcalde Mauricio Armitage las puso alrededor de la Plaza "¡se tiró todo!". Al
preguntar por qué piensa eso, informa que cree que "lo hizo para evitar el rebusque que hacen
algunas mujeres. Algunas mujeres ofrecen sus servicios como trabajadoras sexuales"
(Antonio, entrevistado por Lina Castaño, mayo 2017), esto no le disgusta, pues piensa que
esas mujeres no están haciendo nada malo, no son como los que venden drogas o roban. Más
adelante cuenta que esto también puede ser que el alcalde lo hiciera para "evitar que
indigentes busquen bancas como sanitarios" (Antonio, entrevistado por Lina Castaño, mayo
2017), pues al parecer este ha sido un problema recurrente. Según Antonio, a él mismo le ha
tocado ir en busca de la policía para denunciar que este tipo de cosas están pasando.
Manifiesta que quiere que la Plaza esté limpia y por eso trabaja para que así sea. Don Antonio
recordó que en la Plaza anteriormente, se ubicaban algunos vendedores de revuelto,
refiriéndose a los vendedores de verduras, hierbas y frutas, para él está bien que los hubieran
7
Camilo, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017. En vista de que no se logró grabar la entrevista, se realizó
una reconstrucción indirecta de la conversación.
8
Amanda, entrevistada por Lina Castaño, mayo 2017.
64
quitado. En la continuación de su relato, vuelve al tema del espacio, así cuenta que, en las
noches, la Plaza se llenaba de "viciosos", de hecho, para él las zonas peatonales que han ido
construyendo (calle 11 y 12) han hecho que éstos se vayan alejando, pues éstos siempre
estaban en busca de clientes (Antonio, entrevistado por Lina Castaño, mayo 2017).
Entre risas cuenta cómo esta Plaza de Caicedo es también la Plaza de las Palomas Caídas,
pues todos los que permanecen en ella, son señores de edad avanzada. Según don Antonio, la
calle 12 que es peatonal, es llamada "La Calle de las Palmas", en este espacio fueron
reubicados y legalizados los loteros.
Entre las añoranzas de don Antonio está que vuelvan a colocar las bancas en su sitio (en el
centro de la plaza adentro), pues él y sus amigos quieren sentarse en el parque, no alrededor.
Lo cual tiene que ver con cómo se ocupa el espacio. También quisiera que hicieran más
control de drogas, pues le parece que el consumo de éstas es bastante alto en este espacio.
Este relato de don Antonio, hace pensar en un trabajo de la memoria donde constantemente se
apela al pasado sobre cómo era la plaza, su lugar especial del Centro Histórico es este lugar.
Él habló de como las palmas que se encuentran actualmente en la Plaza están ahí desde hace
50 años, entre sus recuerdos está que su abuelo le contaba esto, además de describirle cómo
era físicamente este espacio. Así dice que esta Plaza estaba construida con balastro, tenía
árboles y había muchas toldas con comida; la gente venía a caballo. En el río Cali, la gente
hacía paseo de olla, lavaban la ropa en el río. Pero eso es del pasado, son sus recuerdos de
cuando era un niño y fueron transmitidos por el relato de las historias de su abuelo. Para don
Antonio, este espacio tiene mucho por mejorar, por ejemplo, el principal problema que
encuentra de este lugar es que no tiene espacios para resguardarse, por eso cuando llueve
todos tienen que salir corriendo y meterse a los casinos. Mientras se termina la conversación
con don Antonio, pasan estudiantes caminando, ya es medio día.
En otra visita, se logró hablar con el señor Martín, que nació en Palmira – Valle y es un
jubilado, tiene 66 años; resaltó el hecho de que para él no es un secreto que el Parque de
Caicedo se encuentran las prostitutas, dice "todo el mundo sabe de la prostitución en la Plaza"
(Martín, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017). Su relación con este espacio está
mediada por la existencia de un café que está cerca a la Plaza, en éste, presentan películas de
contenido europeas. Esto le gusta, por eso visita la Plaza mientras espera el inicio de las
películas.
65
Don Marcos Galindo, tiene 65 años y viene de Medellín, hace unos años está viviendo en Cali
y lo agradece, pues el aire de esta ciudad le parece mucho mejor que el de la suya. Gran parte
de su relato estuvo enfocado en hablar sobre el Bulevar, sin embargo, contó que él reconoce
que es sabido por todo el mundo la existencia de la prostitución en la Plaza de Caicedo; él se
ha dado cuenta que a veces las trabajadoras sexuales tratan de dejar a sus hijos con alguien en
la plaza mientras se van con algún cliente, pero la policía no se los permite, en su opinión es
el único momento donde éstos intervienen y llaman al Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar – ICBF (Marcos, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017). Esto hace pensar en la
forma cómo se ha ido articulando en la práctica un discurso de lo que debe ser y no ser en este
espacio. Si bien la prostitución es una práctica que se lleva a cabo en este lugar y es sabido
por la mayoría de personas, incluyendo la fuerza pública y el gobierno local, es algo que no se
ha podido controlar, aunque sea evidente y público que existe.
De hecho, durante el proceso de observación y por las visitas tan constantes que se empezaron
a realizar en la Plaza de Caicedo, fue necesario dejar de frecuentar este espacio durante unas
semanas. Al ser una mujer joven que empezó a interactuar con los hombres y algunas mujeres
que estaban en este espacio, el ambiente se tornó agresivo, pues en la lógica de esta práctica
de prostitución que se lleva a cabo en es este lugar, mi presencia fue de invasora y empecé a
ser observada por las prostitutas y las dos proxenetas que se logró identificar eran las que
daban las órdenes a las mujeres que durante todo el día, en especial los fines de semana, están
caminando por la Plaza hasta que logran conversación con algún cliente y desaparecen del
espacio.
Sobre esta práctica en concreto, fue mucho más evidente que la estatua de Joaquín de Caicedo
y Cuero, héroe de las luchas independentistas contra los españoles, no tiene mayor significado
para las personas, pues no hay un uso específico de ella, es más, en la mayoría de casos, no
hay conocimiento respecto a su figura. Más allá de haber dado origen al nombre de la Plaza,
esta estatua permanece ahí; uno que otro transeúnte, en su mayoría extranjeros o provenientes
de otras regiones de Colombia son quienes paran a tomarse una foto, para el recuerdo, así lo
expresó don Wilmar Chávez, un señor de aproximadamente 50 años quien iba con una señora
y le tomó una fotografía a ella teniendo como fondo la estatua. Al generar un contacto, contó
que la señora venía del Putumayo y como estaba de visita habían decidido ir a recorrer el
centro. Cuando se le preguntó por qué era importante o especial llevarla a este espacio
respondió “porque en este centro es que nació la ciudad, además es un lugar seguro y
66
familiar” (Wilmar Chávez, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017). Su apreciación
representa su misma condición de transeúnte, él estaba de paso y era fin de semana cuando se
le encontró ahí, sus palabras fueron amables respecto al parque, sin embargo, no duró mucho
tiempo en este espacio, se tomaron la foto y se fueron al instante. Esto lleva a pensar en los
diferentes usos, o al contraste entre el consumo (más dirigido) turístico, apegado al discurso
patrimonial, y el uso cotidiano, de ocupación del espacio, un uso que otorga significados a la
vida concreta.
En la Plaza también se tuvo contacto con el señor Alberto, él tiene 65 años, viene de Timba
un municipio de departamento del Cauca ubicado al sur del país. Toda su vida trabajó en
construcción, actualmente hace algunos "trabajitos", pero por la edad no puede hacer lo
mismo que antes. Por eso, la Plaza se ha convertido en el lugar al cual viene cuando no le
salen trabajos. No está jubilado, siempre trabajó por su cuenta. Al Bulevar no va, siempre va a
la Plaza. Su principal recuerdo del Parque de Caicedo se remite a los "escribanos" con sus
máquinas de escribir. Su papá utilizaba mucho los servicios de estos señores para hacer
documentos9.
Hasta este momento, se puede afirmar que los relatos exponen una realidad respecto al uso del
espacio más que al del monumento que está en el centro de la Plaza. A través de las
observaciones y conversaciones sostenidas, se logró identificar que el conocimiento de la
historia de este espacio no proviene de la lógica institucional, es decir, las personas no hablan
de este espacio desde lo que se encuentra en los libros respecto a su arquitectura o la
existencia de la plaza desde la colonia. Las personas hablan de este lugar desde lo que les ha
sido transmitido por sus padres y abuelos o de desde lo que recuerdan de su infancia, que
tiene que ver con los usos. Hay un trabajo de memoria que se da a través de los relatos orales.
Así mismo, las personas hasta ahora han hablado de este espacio desde lo que sienten o viven
en él. La prostitución, las palomas, la ubicación de las bancas, su percepción de seguridad o
inseguridad, la relevancia que le dan que el espacio sea manejado de cierta forma u otra, lo
que piensan respecto a los beneficios o satisfacciones que el lugar les proporciona es lo que se
ha evidenciado hasta el momento. Sin embargo, es evidente que este lugar tiene otros usos y
otra historia que desborda la presencia de la estatua de Joaquín Caicedo y Cuero y que sólo
9
Alberto, entrevistado por Lina Castaño, mayo 2017.
67
fue posible percibirla visitando el lugar y hablando con los hombres y mujeres que
permanecen ahí.
En ese contexto, se desarrolló la conversación con el señor Pablo, él vende lotería, tiene 68
años y viene de Cartago – Valle, informó que fue trasladado de la Plaza de Caicedo alrededor
del año 2007, cuando el gobierno local del alcalde Apolinar Salcedo (2004 – mayo 2007),
representado por su secretario de gobierno Miguel Yusty les informó que iban a restaurar la
plaza y por eso debían salir mientras hacían las restauraciones pertinentes, les prometieron
que regresarían al espacio, pero no fue así. "¡Nos engañaron!" (Pablo, entrevistado por Lina
Castaño, junio 2017), esa fue la oportunidad de sacar a los loteros, lustrabotas y escribientes
de la Plaza, quienes habían estado en ese espacio por más de 80 años. Según don Pablo, ellos
fueron distribuidos entre las calles 11 y 12 (actualmente peatonales), quedaron juntos
lustrabotas, escribientes y loteros además de los otros vendedores ambulantes e informales
que estaban en la plaza. El principal problema de estar en este espacio es que ganan menos. Si
bien están legalizados y todo el mundo sabe dónde están, es diferente la situación en este
espacio. Dice: "no hubo ninguna reparación, sólo medio organizaron y limpiaron la plaza"
(Pablo, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017).
Por otro lado, doña Marisol, una señora de aproximadamente 56 años que nació en Cali.
Vende lotería en la calle 12, cerca de la Plaza de Caicedo, según su relato, antes no había
mujeres vendedoras de lotería, este oficio era sobre todo de hombres, sin embargo, cuando
murió su esposo ella heredó su trabajo y siguió vendiendo lotería como él, ahora lleva 30 años
68
en esta labor. Sus memorias nos llevaron hacía lo que representó para ella dejar la Plaza, para
ella no fue grato dejar la plaza, dice que fue un engaño de parte del gobierno local, pues el
argumento que expusieron a los diferentes gremios que habitaban la Plaza (loteros, lustrabotas
y escribientes) es que debían desocupar la plaza por un tiempo, mientras la remodelaban, eso
no fue así. Ella no ve los cambios que decían iban a hacer; ¡lo que hizo la alcaldía fue
amontonarnos en la calle 12 y nada ha cambiado! La inseguridad y la prostitución sigue,
aunque el Bulevar haya ayudado a sanear un poco la zona (Marisol, entrevistado por Lina
Castaño, junio 2017). El problema principal de este traslado es que donde están ubicados
actualmente (calle 12) sólo venden el 50 % de lo que vendían en la plaza. Doña María hace la
contextualización de cómo ha habido una lucha de parte de los gremios frente al gobierno
local, de este modo, en vista de cómo los amontonaron a todos en un solo espacio, ellos
metieron una demanda a la ciudad, porque por ser un espacio público, al estar así tan
hacinados estaban presentando un problema de invasión al espacio público, por lo tanto, la
ciudad perdió y tuvieron que pagar la demanda, ello consistió en separarlos de tal forma que
tuvieran un espacio menos repleto de trabajadores informales.
Dejando atrás este espacio de la calle 12 donde se sostuvieron las conversaciones con doña
Marisol y don Pablo, se llega a un gran espacio al aire libre, éste lo dejó el antiguo Hotel
Alférez Real, construido alrededor de la década de 1930 y demolido en el año 1972. En este
espacio se encuentran los que se hacen llamar “escribientes”. Atrás de sus puestos de trabajos
está el Parque de los Poetas, llamado así, como se mencionó en el capítulo anterior, por las
esculturas que hicieron en el año 1994 a los poetas Jorge Isaacs, Carlos Villafañe, Ricardo
Nieto, Antonio Llanos y Octavio Gamboa, todos nacidos en el departamento del Valle de
Cauca.
69
Figura 3. 2 Hotel Alférez Real
(Fuente: Archivo Fotográfico del Señor Alberto Lenis Burckhardt, 1920-1956. Biblioteca Luis
Ángel Arango)
Este parque está justo a un lado de la iglesia La Ermita, considerada una de las obras
arquitectónicas antiguas de la ciudad, pues fue construida a principios del siglo XX como
reemplazo de la primera que se derrumbó en un terremoto. Este espacio se caracteriza
principalmente por ser el lugar más cercano a la zona de trabajo de los escribientes que son
los señores que se encargan de hacer trámites y documentos notariales a la gente. Ellos
anteriormente, estaban ubicados en la Plaza de Caicedo, pero al igual que los loteros y
lustrabotas, fueron reubicados. En ese sentido, son ellos los que ocupan ese gran espacio que
dejó el Hotel Alférez Real.
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Figura 3. 3 Parque de los Poetas
(Fuente: Yadira Almario García, mayo 2017.)
71
Figura 3. 4 Máquina de escribir
(Fuente: Yadira Almario García, mayo 2017)
En este lugar, se logró hablar con el señor Diego, un señor de 62 años, escribiente de
profesión desde hace 48 años. Contó que llegó a Cali desde los Llanos Orientales. Empezó
como escribiente cuando tenía 14 años, su papá trabajaba en esto. Aclara antes de seguir la
conversación que no se le puede llamar “escribano” pues éstos “eran los que escribían los
documentos con pluma y tinta, yo soy escribiente porque uso máquina” (Diego, entrevistado
por Lina Castaño, junio 2017). Al exponerle que es sorprendente que sigan existiendo los
escribientes, él responde “la tecnología no me ha afectado porque las personas que me buscan
son las que no tienen acceso al computador o no usan abogados para trámites” (Diego,
entrevistado por Lina Castaño, junio 2017). En su relato, al igual que los loteros, expresa que
siente que “perdimos mucho al ser trasladados desde la plaza, porque cuando uno está en un
local con toda la clientela y se muda es un proceso para lograr que la clientela los busque
nuevamente” (Diego, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017). Don Diego, cuenta cómo
funciona ser escribiente, de este modo, informó que él junto a los otros escribientes tienen una
asociación registrada en la Cámara de Comercio de Cali, ésta se llama Asociación de
Auxiliares Tributarios de la Plaza de Caycedo – ATRIBUCAY. Dice “no tenemos que
72
cumplir con horarios como tal, pero si nos supervisan que trabajemos en el puesto, si nos
ausentamos por más de 15 días, perdemos el espacio y no podemos volver, porque se asume
que no necesitamos el trabajo… Siendo sinceros nosotros nos equivocamos con nuestro
comportamiento como gremio, porque antes cuando estábamos en la Plaza se presentaban
situaciones con las prostitutas, trago. Habían vídeos que nos pusieron en evidencia” (Diego,
entrevistado por Lina Castaño, junio 2017). Esas razones son las que hacen que el señor
piense que perdieron el espacio de la Plaza, sin embargo, expuso que por otro lado ganaron
“porque nos legalizaron, cada uno tiene un espacio asignado, con su mesa y su máquina que
son guardadas cada noche en una bodega que también nos asignaron” (Diego, entrevistado
por Lina Castaño, junio 2017).
Según don Diego, este espacio se mueve a través de los acuerdos, de esta forma, manifiesta
que actualmente “esta zona es muy segura e iluminada (…) [porque] cuando llegamos a esta
zona había mucho delincuente. Tuvimos que hacer un pacto de convivencia, ustedes no se
meten con nosotros [los escribientes], nosotros no los denunciamos a ustedes. Con el tiempo
la zona se saneó, los indigentes fueron sacados, pues tenían esta zona como baños públicos,
habían violaciones, prostitución, droga, robos detrás de la iglesia, todo eso cambió” (Diego,
entrevistado por Lina Castaño, junio 2017). Al preguntarle sobre cómo funciona esta
asociación a largo plazo, don Diego respondió que “estos puestos fueron asignados solo a los
que estamos ahora, pero no pueden llegar nuevos. Si alguno se muere el puesto no se hereda,
termina allí” (Diego, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017).
Lo anterior permite reflexionar, sobre la existencia de un control por parte del gobierno local,
que tiene como objetivo terminar con un trabajo que por muchas razones puede generar
algunos inconvenientes. Según el señor Ferney, un “caleño curioso”, así mismo se describió
él, el verdadero problema que hay con los que se hacen llamar escribientes “esos que usted ve
ahí tan viejitos, tan sanos, no viven de hacer papelitos y trámites de notaría, todos ellos
falsifican papeles y todo el mundo lo sabe, incluyendo la policía, pero no hacen nada, porque
ellos también están trazados” (Ferney, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017). Según don
Ferney, la razón por la que lo escribientes llevan tantos años existiendo es porque la gente
logra a través de ellos falsificar diplomas del bachillerato, escrituras, tarjetas militares,
compra ventas entre otros documentos. A ellos recurren muchas personas. Durante las
observaciones realizadas se notó que el lugar siempre estaba con personas. Si bien no se
puede confirmar que eso que dice don Ferney sea verdadero, sí es cierto que muchas personas
73
los buscan y ellos están de lunes a sábados prestando sus servicios a la gente que requiere de
los mismos.
Otro escribiente que accedió a hablar, fue don Simón, él tiene 67 años, nació en Jamundí –
Cali. Empieza la conversación manifestando que “El Bulevar le ha dado mucho realce a Cali,
esta zona se ha limpiado ya no es un antro” (Simón, entrevistado por Lina Castaño, junio
2017). Al preguntarle cómo llegó a este espacio donde trabaja actualmente respondió: “Nos
engañaron, dijeron que salíamos mientras arreglaban la Plaza de Caicedo. No remodelaron
sólo arreglaron un poco, nos hacinaron en la calle 12. Tanto a loteros, escribanos y lustrabotas
más vendedores ambulantes y callejeros… Mi papá era escribano, yo soy escribiente, con
misma máquina Olimpia he trabajado” (Simón, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017).
Lo que más ha indignado a don Simón es que los escribientes han estado en la plaza por más
de 80 años y siguen existiendo porque “la gente nos siguen necesitando porque es la
población que no usa la tecnología, el internet, todavía hay mucha gente que no lo hace, no
74
ganamos más dinero acá, pero ya nos adaptamos. Mucho sol y mucho viento, los papeles a
veces se vuelan” (Simón, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017).
Figura 3. 6 Escribiente
(Fuente: Yadira Almario García, junio 2017)
A pesar de que los sacaran del espacio que ocupaban en la Plaza, para don Simón, “La Plaza
de Caicedo y la 12 no se han mejorado” (Simón, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017).
Es casi una sensación generalizada por los escribientes y loteros que los engañaron. En este
sentido también se cuenta con el relato de don Jerónimo, él tiene 64 años y nación en Sevilla
– Valle del Cauca. Su historia comienza con lo mismo que nos cuenta don Simón y don
Diego:
Nos dijeron que saliéramos de la plaza porque la iban a arreglar; nos llevaron primero
para la 12 con loteros, lustrabotas, escribientes, vendedores ambulantes, vendedores
callejeros por dos años hacinados, amontonados. Eran más de 40 escribientes. Luego, nos
ofrecieron el Parque de los Poetas, a cada uno se le asignó un lugar marcado en el piso.
Tenemos la máquina de escribir, una mesa, un butaco y un parasol. Extraño la brisa y las
75
palmeras. En la calle 12 nos fue muy mal. No vendíamos. Acá en el Parque de los Poetas
no nos va tan bien como en la Plaza de Caicedo, allá a veces podíamos terminar al medio
día porque ya hacíamos la cuota, aquí hay que trabajar todo el día y sábados para
completar. Pero en el Parque de los Poetas hay más seguridad, ha mejorado la higiene y
todo el mundo sabe dónde estamos. No veo qué le hicieron a la Plaza de Caicedo
(Jerónimo, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017)
En contraste con los relatos anteriores, en el periódico El País salió la nota “El Parque de
los Poetas, una escuela de versos y prosas” donde se habló sobre una propuesta de
recuperar este espacio del estado tan deteriorado en el cual se encontraba. A partir de
clases de poesía impartidas en este espacio junto a las estatuas de los monumentos,
durante el año 2014 en este lugar se llevaron a cabo varias sesiones de declamación en las
cuales participaron varios poetas y literatos. Según la noticia, para la fecha de su
publicación, este espacio llevaba
18 meses [contaba con] un grupo de 150 poetas [que] logró recuperar de la apatía, el
olvido y los malos olores, [en el parque, en el momento] funciona la Escuela de Poesía
de Cali. Sus alumnos son 48 escolares, universitarios y niños de Polvorines, que
transitan por las letras en busca de poesía. [En este sentido, uno de los entrevistados en
esta nota, recuerda] lo primero fue recuperar el parque entre lavadas, la indiferencia y
el pesimismo de quienes consideraban que a ese dormitorio de los habitantes de la
calle no lo salvaba ni Dios. Pero se logró, y luego vinieron los recitales y cientos de
espectadores, pidiendo más y más poemas. De ahí surgió la escuela (Periódico El País,
Septiembre 27 de 2014, consultado el día lunes 26 de junio en:
https://goo.gl/8VpNaC)
A pesar de que existe esa noticia sobre este proceso de recuperación del espacio por parte de
un grupo de personas dedicadas a la poesía, no se encontraron más datos sobre estas clases.
Durante el período de observación en este espacio no se observó que esto se llevara a cabo y
en las conversaciones que se lograron entablar, no se menciona que esto haya sucedido. Al
parecer fueron eventos que duraron poco tiempo, no más del que se cuenta en la misma
noticia. Al hablar con los escribientes y demás vendedores, este proceso no está entre la
información que brindaron, incluso, son los escribientes quienes opinan que es a partir de su
reubicación que este espacio empieza a recuperarse, porque gracias a ellos dejaron de ocurrir
violaciones y prácticas anti higiénicas en este espacio.
76
Hasta este momento, no se ha encontrado un uso a los monumentos que se encuentran en este
espacio, más bien se ha encontrado un uso y significación al espacio donde se encuentran
ubicados los monumentos. En la mayoría de relatos que se han expuesto, las personas no
hacen mención de los monumentos, en cambio sí hablan de lo que han vivido en la Plaza, en
la calle 12 y en el Parque de los Poetas. Como se puede ver, en la noticia donde hablan de un
uso al Parque de los Poetas, no es un hecho reconocido por las personas con las que se
conversó. Así surge la pregunta, ¿qué están recordando y olvidando las personas en sus
relatos? Como bien lo expone Mireya Salgado “la memoria es selección e implica olvido, y en
ese juego define a los individuos y a la sociedad” (2004, 77). Hasta el momento no es claro
¿cuáles son los sentidos que, en los espacios trabajados del Centro Histórico de Cali, las
personas atribuyen a los monumentos? En sus historias éstos no existen, no son pronunciados,
por lo tanto, es posible hablar de una re-significación y re apropiación de los espacios donde
se encuentran emplazados los 6 monumentos trabajados en este circuito del Centro Histórico
de la ciudad. Esto tiene que ver con el tema de habitar en la cotidianidad, y no seguir la
disposición de unos usos impuestos, dictados desde prácticas patrimoniales diseñadas al
margen de una observación de los usos y significados locales.
Como lo sugiere Françoise Choay quizá en la actualidad se encuentre el problema de que los
monumentos estén expuestos al ultraje del tiempo, “el olvido, el desinterés, la obsolencia
llevan a abandonarlos y a olvidarlos” ([1992] 2007, 21), pero a ello hay que sumar la distancia
entre las políticas monumentales y patrimoniales y los usos, prácticas y significados
populares. Ahora bien, para completar y confirmar lo que ya se ha pronunciado, se seguirá
analizando la información que también se logró recopilar en el Bulevar del Río y en el Paseo
de Bolívar.
77
Figura 3. 7 Iglesia la Ermita – Bulevar del Río, sentido Oeste – Oriente
(Fuente: https://goo.gl/BMLDtB )
Desde la Ermita atravesando el Bulevar en sentido oriente – oeste, se nota mucho movimiento
de personas entregando volantes y propagandas de cadenas de supermercados, por lo general,
en esta zona se encuentran personas tomándose fotos junto a las esculturas de las gatas que se
encuentran ubicadas a lo largo del Bulevar.
78
Figura 3. 8 Escultura de la Gata Frágil del Bulevar
(Fuente: Lina Castaño, junio 2017)
79
Figura 3. 9 Vista del Bulevar sentido oriente - oeste
(Fuente: Yadira Almario García, junio 2017)
Este lugar cuenta con dispensadores de agua; las personas los usan con mucha frecuencia.
Tiene una distribución amplia de tarros de basura, ubicados a lo largo de todo el corredor, de
tal forma que siempre hay uno al alcance para arrojar los desechos. Hay personas con
uniformes, hasta el momento estos son de color azul; ellos informan y orientan al transeúnte y
se encargan de la seguridad del espacio. Son quienes vigilan este espacio las 24 horas del día
de los 7 días de la semana. Entre sus funciones están desalojar a los vendedores ambulantes;
no permitir que los indigentes se sienten o duerman en las bancas o en el suelo; cuidan que no
haya personas orinando o defecando en el espacio; ahuyentar a los ladrones; desalojan a los
artistas callejeros que pasen más de cierto tiempo en el espacio haciendo sus shows y
lucrándose con ello.
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Figura 3. 10 Vigilancia del Bulevar
(Fuente: Yadira Almario García, junio 2017)
Cuando se está caminando por el Bulevar, al mirar la ornamentación del espacio se infiere que
los detalles que se incorporaron tienen una alusión a París, por ello son acabados con
apariencia oxidada, lo cual se supone daría una impresión de antigüedad al ambiente. Se
buscó que los acabados tuvieran figuras sobre los soportes que están al costado del Bulevar
sobre el río Cali, por eso se encuentran diferentes figuras en éstos. A lo largo de este espacio
se encuentran muchos locales comerciales, la mayoría de éstos son estancos donde venden
todo tipo de licores y en algunos se vende comida típica de la ciudad como empanadas,
chorizos, papas rellenas, aborrajados entre otros. Hay pocos negocios de venta de ropa,
restaurantes y droguerías, este espacio es, sobre todo, para el consumo de música y licor aun
cuando según el nuevo código de policía nacional esté prohibido el consumo de estas bebidas
en espacios públicos.
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llamado “Artistas en el Bulevar”. De acuerdo a la página de la alcaldía, “esta iniciativa de
circulación local de artistas, busca (…) posicionarlo como un foco de atención turística,
donde cualquier visitante o residente de Cali, sepa que cada fin de semana de viernes a
domingo va a encontrar presentaciones urbanas de artistas.” (Alcaldía de Santiago de Cali
2017) Es decir, como lo plantearon, desde este momento en adelante todos los fines de
semana de viernes a domingo se encontraría esta actividad, sin embargo, durante el proceso
de observación hubo varios fines de semana donde las actividades no se llevaron a cabo, en
ese sentido, se les preguntó al personal de seguridad y logística de este espacio por qué no
habían presentaciones, ellos lo único que respondieron es que no sabían por qué. De acuerdo a
la información que proporcionó el señor Víctor supervisor del evento este programa se llevó
de forma consecutiva del 25 de agosto de 2016 al 4 de diciembre de 2016. Después se retomó
desde el 15 de abril de 2017 y la idea desde la Secretaría de Cultura es que siga hasta el 4 de
diciembre de 2017. Los artistas que se presentan en este espacio ha sido variado, entre ellos
destacan: “Bailarines o cantantes de hip hop, rap, salsa choque, música colombiana, andina,
clásica, de narración oral, cuentería, teatro y circo” (Alcaldía de Santiago de Cali 2017).
Según Héctor, quien trabaja en logística del Bulevar, pero también es artista, tiene los
seudónimos de “Potencia Máxima” y “César el Emperador”, este espacio es una oportunidad
para que las personas que tienen un potencial se puedan presentar y empezar a ser
reconocidos. Él dice que le ha gustado este programa y que está bien que desde el gobierno le
apunten a ello. Cuando se le preguntó sobre por qué estas mismas actividades no se llevan a
cabo en la Plaza de Caicedo, él informó que están intentando hacer eso, por ahora sólo el
último viernes de cada mes hay una tarima con cantantes en la Plaza, sin embargo, tanto el
espacio como las dinámicas propias de cada lugar es lo que hace que en uno sea más frecuente
que en el otro (Héctor, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017).
82
actividades que se realizan, el espacio se vuelve un lugar muy concurrido, pero diverso en su
audiencia, es decir, se observaron personas de diferentes edades, géneros y estilos musicales.
Durante los fines de semana se hacen recorridos turísticos donde grupos de personas, en su
mayoría, turistas han pagado para que les cuenten sobre la historia de la ciudad. Las personas
encargadas de realizar estos recorridos pertenecen a la Casa de la Cultura que es una sección
de la Secretaría de Cultura de Cali. En una ocasión se encontró a una señora con una camisa
de azul que era pasante del área de turismo del Servicio Nacional de Aprendizaje – SENA,
institución gubernamental que a nivel nacional imparte oferta académica de programas
técnicos y tecnológicos. Ella hablaba sobre el busto que le hicieron a Alexandre Petión y al
respecto le contó a la gente que este señor era importante porque representaba a la raza negra,
porque luchó por los esclavos y porque en Colombia hay unas leyes para minorías que han
sido excluidas históricamente. Ella habló de este homenaje como una forma de expresar que
Cali es una ciudad donde la cultura afro persiste. Se intentó tener una conversación con la
señora, pero informó que estaba ocupada porque debía seguir el recorrido con el grupo de
83
personas que iba. Informó que, si estaba interesada en tener un tour así, podía acercarme a la
Secretaría de Turismo y ahí me darían la información sobre costos. La única información
extra que proporcionó es que estas actividades la están llevando a cabo desde hace
aproximadamente dos meses atrás.
Este espacio es un lugar dinámico, el movimiento de las personas y de las actividades que se
realizan en sus inmediaciones hace que sea así. Un lugar con ruido, pero que se desvanece con
la brisa que cae fuertemente desde las montañas. Si bien el Bulevar conserva en sus
84
instalaciones los restos arqueológicos del Puente Ortiz, el puente más antiguo de la ciudad. Su
atmósfera no atañe a un museo o a un discurso sobre la importante del patrimonio y los
monumentos que ahí habitan. La mayoría de las personas pasan sin observar a Alexandre
Petión. Lo que llama la atención es el ambiente festivo que tiene este espacio, además del aura
de seguridad al ver que hay tanto respaldo de la fuerza pública en este lugar. Incluso en este
espacio se ven a los policías de turismo que van en sus bicicletas con uniformes de color
verde claro.
Si bien este lugar corresponde al Centro Histórico de Cali y anteriormente fue una de las
avenidas principales con las que contó la ciudad, en estos tiempos, del Bulevar del Río las
personas hablan y hacen referencia como algo positivo y moderno, por ejemplo, don Pedro
dice que éste fue realizado durante la alcaldía de Iván Ospina y piensa que le "dio realce y
lucidez a Cali , sin embargo, piensa que deberían habilitar el MIO (Transporte MASIVO)
para que las personas puedan acceder a la zona, pues a veces es un poco complejo el
transporte para llegar hasta este espacio. Dice que el MIO fue algo muy importante, porque
cambió los buses viejos (Pedro, entrevistado por Lina Castaño, mayo 2017).
A don Héctor, que viene de Buga y tiene aproximadamente unos 65 años, “el Bulevar le
encanta, las gatas son bonitas” (Héctor, entrevistado por Lina Castaño, mayo 2017), no hace
mención a Petión ni a los otros monumentos que están ubicados en el circuito que se trabajó.
Para don Antonio, que tanto habló sobre la Plaza de Caicedo, es evidente que el Bulevar
“tiene más acogida”, de hecho, en las observaciones fue posible dar cuenta que este espacio es
mucho más concurrido que los otros espacios, sobre todo, en horas posteriores a las 6:00 pm.
Según don Martín, “muy interesante cuando comenzaron las excavaciones, todo material
obtenido era sacado con mucho cuidado. Había geólogos, historiadores... Sacaban unos
ladrillos grandes como del tamaño de mi antebrazo, pesados, lisos, de un material que brillaba
como mármol” (Martín, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017). La percepción de don
Martín es que el alcalde Iván Ospina tuvo un plan muy ambicioso con esta remodelación, sin
embargo, hay que reconocer que
La zona anteriormente era muy contaminada, había mucho ruido porque la Av.
Colombia tenía mucho tráfico, buses, vendedores ambulantes, atracos, los peatones no
tenían espacio. Ahora es notable el mejoramiento ambiental. El río está en mejores
85
condiciones, la vegetación. La gente puede acceder a este lugar, pero los precios no son
para pobres, son elitistas (Martín, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017).
Los precios son elitistas, en el sentido de que no son asequibles a la mayoría de la población
que frecuente este espacio. Hay que contar con cierta solvencia económica para consumir en
este espacio, pese a que los eventos son gratuitos y abiertos al público general. No todas las
personas que frecuentan este espacio pueden consumir lo que este mismo espacio ofrece en
venta, lo cual va generando límites en el mismo espacio.
A pesar de ser un espacio abierto y público, como en muchos centros históricos del mundo, se
ejerce un control respecto a las prácticas que aquí se desarrollan. Desde el gobierno local se
vigilan y controlan las ventas ambulantes, los espectáculos de artistas callejeros, el tránsito de
indigentes entre otros. Por lo general hay un control de venta y consumo de drogas
psicoactivas; control de peleas o actos que se consideran no están bien vistos en lugares
públicos, sobre todo, las manifestaciones de amor de algunas parejas. Esto último se sustenta
86
en los variados episodios de parejas sorprendidas teniendo sexo en horas de la madrugada, de
este modo, para contrarrestar estas prácticas cuando se ve una excesiva demostración de
“amor”, algunos vigilantes intervienen, para esto toman como argumento el nuevo código de
policía, donde está explícito hasta dónde se puede llegar con manifestaciones de este tipo en
un espacio público.
Durante las 24 horas de los siete días de la semana, el Bulevar es vigilado y cuidado por parte
de la empresa Corporación para la Recreación Popular (CRP)10 y esto es percibido por una
gran mayoría de las personas que transitan este espacio. En ese sentido, el señor Gustavo de
68 años de edad, proveniente de Palmira – Valle del Cauca, dijo estar “… muy de acuerdo
con lo que hicieron en el Bulevar. Todo cambió, mejoró, más seguro. Soy un admirador de
este espacio junto al río” (Gustavo, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017). Este espacio
ha revitalizado la zona, según don Gustavo “todo el mundo se ve feliz”, mira hacia un lado e
indica a un grupo de jóvenes metaleros, ellos estaban ahí en el Bulevar en medio de la música
tropical que estaba sonando. “Las presentaciones son para todos los estratos. Antes la zona
tenía mucho tráfico, el peatón no podía pasar la calle, los carros iban a toda velocidad. Las
gatas son bonitas” (Gustavo, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017). El señor no se había
percatado de la existencia del monumento a Alexandre Petión, cayó en cuenta de éste después
de la conversación, pues a pocos metros se encontraba el busto.
Don Gabriel tiene 63 años, viene de Barranquilla y contó “salgo todos los días a recibir la
brisa. Me gusta el ambiente de este lugar. Es un espacio muy importante para los caleños,
pero este espacio no es pa´ todo el mundo, sólo para los que tienen plata. Aunque el alcalde
quiera hacer esto popular, los precios de lo que venden alrededor es pa´ gente con plata”
(Gabriel, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017). A él se le preguntó directamente por los
monumentos, contestó que sólo había visto las gatas, no tenía idea de Alexandre Petión,
cuando se le mostró el monumento, su reacción fue natural al decir “lo que pasa es que las
gatas lo opacan, son más bonitas” (Gabriel, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017).
10
Esta corporación surgió como una entidad de economía mixta, sin ánimo de lucro, que cuenta con aportes
desde el sector público, la empresa privada y la comunidad. Fue fundada a través del Acta de Constitución del 23
de febrero de 1979 y por el Acuerdo 050 de 1978 del Concejo Municipal de Santiago de Cali. De ese modo, el
capital privado invierte una cantidad considerable de dinero para hacer de este espacio turístico un lugar seguro,
que incluso lleva a ver el Centro Histórico de Cali como un espacio de consumo.
87
Lo escrito hasta este punto, permite poner en escena que existe una diferencia y unas luchas
entre el lugar físico y el de enunciación de los monumentos, en ese sentido, también entra en
juego la ubicación social de los sujetos que otorgan o no sentido a un espacio a través de sus
relatos y su memoria. Los monumentos y los espacios donde éstos se encuentran, están dados
y corresponden a diferentes contextos socio-históricos, que permiten que se analice cómo las
personas experimentan y le dan sentido a los discursos patrimoniales y a los monumentos que
están emplazados en estos lugares, pues los sujetos que se encontraron en el camino de esta
investigación no son pasivos y como hemos visto tienen sus propios significados,
apropiaciones y usos de los monumentos y sus espacios.
88
emplazado no es un lugar agradable para visitar y tampoco es un lugar donde se encuentren
muchas personas. Los fines de semana, se ven personas transitando por este lugar, pero no son
muchos los que aquí permanecen. Este espacio se presta para otro tipo de dinámicas, aquí sí
se ven indigentes y en algunos casos se percibió el consumo de drogas.
Según don Carlos, un señor de 48 años proveniente de Puerto Tejada – Valle del Cauca que
vende frutas frente al CAM, cuando se inició la conversación contó “antes los sitios más
importantes eran la Plaza de Caicedo y el Paseo de Bolívar, mucha gente pasaba por aquí para
ir al cine. La Av. Sexta era como el Bulevar ahora, pero la Sexta dejó de ser sitio de paseo. La
zona se volvió de mucho trago y peleas, se empezó a ver la prostitución, así la gente dejó de
frecuentar la zona” (Carlos, entrevistado por Lina Castaño, mayo 2017). Cuenta con algo
naturalidad que “ahora todo el mundo va al Bulevar”. Respecto a los monumentos, don Carlos
habló lo siguiente:
Bolívar siempre fue un símbolo, ahora nadie lo ve. La zona es un poco oscura y se ven
personas consumiendo al caer la tarde. Se pensó que con la plazoleta del CAM iba a
haber mucho saneamiento, pero ha traído mucho indigente. María no es importante,
nadie la visita, sólo algunos turistas. El Bulevar se llevó todo, ahora la gente sólo pasa
por aquí (Carlos, entrevistado por Lina Castaño, mayo 2017).
89
Figura 3. 14 Monumento a María
Fuente: Yadira Almario García, mayo 2017
90
En relación con los dos relatos anteriores, se encuentra el relato de don Francisco, profesor de
educación física en un colegio del Estado, llegó a Cali desde La Dorada – Caldas, él tiene
aproximadamente 57 años y vive en Palmira – Valle del Cauca. Entre sus recuerdos sobre este
espacio rescata que éste “era un sitio de encuentro. Iba a cine al teatro Bolívar. Yo venía
darme a un vitrinazo por la Av. Sexta, tenía mucha vida. Lo que acabó la vida de la Av. Sexta
fueron los centros comerciales, ya nadie viene a caminar, sino que van a los centros
comerciales” (Francisco, entrevistado por Lina Castaño, junio 2017). En esta conversación, se
llegó al punto de la existencia de los monumentos a María y Bolívar, dijo don Francisco
Este monumento cuenta con unas placas con frases de Bolívar muy interesantes. Todo
este Centro Histórico es patrimonio de Cali, pero se encuentran descuidados por la
Administración Pública, los caleños deberían educarse para conservarlos. No los
conservan. Hay que crear un sentido de pertenencia con nuestro patrimonio, inculcar
valores ciudadanos: cuidar, conservar y respetar (Francisco, entrevistado por Lina
Castaño, junio 2017).
Dicho todo lo anterior, se puede afirmar que el Paseo de Bolívar pasó de ser un lugar
importante y significativo en la historia de la ciudad11, para ser un lugar de paso, de conexión
con los otros dos espacios trabajados aquí: la Plaza de Caicedo y el Bulevar del río. A pesar
de que en sus inmediaciones se encuentran dos de los monumentos más importantes durante
el siglo XX, es decir, María y la estatua de Bolívar éstos no son reconocidos como tal.
Aunque bien en las conversaciones que se lograron concertar se haba de la existencia de
ambos, en las observaciones la relación de las personas que transitan este espacio con los
monumentos es casi que inexistente.
En última instancia, llegados a este punto y revisando los apuntes que se lograron tomar en
campo, parece demasiado simple y sencillo describir tantos detalles y observaciones en tan
pocas páginas. Quizá es por eso que los pintores y los fotógrafos logran recoger aspectos y
11
Este espacio de la ciudad fue un lugar de encuentro desde el siglo XIX cuando Simón Bolívar en su ruta hacia
el Sur se detiene en Cali y pronunció un discurso aquí, justo donde actualmente está una estatua de él. Así, este
espacio tuvo gran relevancia para la historia y relatos que se fueron consolidando durante los primeros 60 años
del siglo XX. Incluso, hasta entrado el siglo XXI, hacía el año 2007 al 2008, este lugar seguía siendo un espacio
donde se realizaban actividades y funcionaba como punto de encuentro. Sin embargo, con la inauguración del
Bulevar del Río Cali en el año 2013, éste perdió su estatus y ahora sólo funciona como un espacio de conexión
entre la avenida sexta y el Bulevar.
91
elementos de la realidad de una forma mucho más global, aun cuando esa no sea la realidad y
aun cuando estas palabras tampoco lo sean de forma exacta. Hasta aquí se ha hecho visible la
cuestión de que los monumentos no hacen parte del discurso común. Pese a que los lugares
visitados que proporcionaron la información aquí descrita son espacios patrimoniales, y
declarados monumentos nacionales desde el año 1959, para las personas que habitan y usan
estos lugares, la experiencia al respecto es diferente. No se tienen relatos donde se hable de la
palabra patrimonio (a excepción de uno), tampoco se tienen relatos donde se inicie la
conversación hablando sobre los monumentos que están aquí emplazados. En algunas
historias los espacios están directamente relacionados con sus memorias, sus recuerdos de
infancia o juventud, en otros, sus palabras se relacionaron con un factor económico y lo que el
espacio ha representado en términos de ganancias o pérdidas, se relacionan con prácticas
cotidianas significativas para su vida desde distintas esferas: en términos de socialización,
económicos, ocio, etc. De ahí que en el siguiente capítulo se haga una reflexión sobre las
prácticas cotidianas y la agencia de las personas en estos espacios.
92
Capítulo 4
El espacio como texto: la importancia de las prácticas cotidianas
Uno de los principales intereses al realizar esta investigación, consistió en indagar sobre el
uso que las personas hacían de los monumentos emplazados en el sector del Centro Histórico
de Cali conformado por la Plaza de Caicedo, el Bulevar y el Paseo de Bolívar. Interesó
indagar sobre las relaciones y las memorias que las personas han construido respecto a estos
bienes patrimoniales que se encuentran en esta zona denominada histórica. Inicialmente, se
pensó que era necesario explicar y analizar las maneras en la que los monumentos
patrimoniales se usan en los procesos de recordar, olvidar y/o conmemorar de las personas
que habitan el espacio.
Por lo tanto, uno de los objetivos que se trazó fue identificar las memorias que se activaban en
relación al discurso patrimonial que el gobierno local difunde sobre dichos monumentos del
Centro Histórico de la ciudad. Esto sirvió para indagar sobre la agencia de las personas
respecto a la política patrimonial, así mismo, para hacer un acercamiento en cuanto a la
memoria histórica sobre este espacio y los mismos monumentos. En este sentido, este cuarto
capítulo busca retomar las preocupaciones iniciales que motivaron esta investigación para
contrastarlas y analizarlas con la información que se logró recopilar en el trabajo de campo.
Para ello, el capítulo se ha dividido en dos momentos: En primer lugar, se realiza una
reflexión sobre las memorias que se activan en relación a las prácticas cotidianas, que
desbordan las políticas patrimoniales que legislan el Centro Histórico de Cali. Aquí se hace
un análisis del proceso de monumentalización en la ciudad teniendo en cuenta los usos y
significaciones que se le han dado a los monumentos y al espacio donde estos se encuentran
emplazados. En segundo lugar, se problematiza el concepto de los monumentos y los usos que
las personas le han dado a lo largo del siglo XX, pero, sobre todo, la significación y
percepción que tienen de ellos en la actualidad. Pues el objetivo principal de este apartado es
evidenciar que existen unas prácticas cotidianas que luchan y sobreviven a las disposiciones
gubernamentales.
93
que se activan en estos lugares no corresponden al desarrollo de procesos históricos oficiales
que den cuenta del cambio urbano y cultural de la ciudad. Es decir, dichas memorias vienen
desde la experiencia individual y colectiva de quienes habitan y frecuentan este sector, y esto
no necesariamente viene marcado por el discurso oficial sobre patrimonio e identidad. Los
relatos a los que se pudo tener acceso no dan cuenta de una memoria construida desde el
discurso de ser caleño. Esto se debe a dos cosas puntuales: primero porque no todas las
personas son propiamente nacidos en Cali y segundo, porque en relación a la construcción de
una identidad caleña los monumentos y este sector denominado Centro Histórico no
funcionan como un punto de referencia.
En términos generales, los procesos de apropiación de la historia son bastante diversos, por lo
tanto, las construcciones y referentes del pasado que las personas tienen, muchas veces estará
mediado por el habitus que reproducen. En ese sentido, las percepciones y apreciaciones de
las personas respecto a los monumentos y el espacio donde éstos habitan, sólo se puede
entender desde el lugar de enunciación de cada individuo, y no desde el lugar donde se legisla
la instauración de monumentos y las políticas de patrimonio, pues ambas están alejadas de las
realidades prácticas y cotidianas.
Una aproximación a este hecho se evidencia a través de una noticia del año 1986 donde se
criticaba el hecho que:
Los caleños ignoramos en una gran proporción el origen de prácticamente todos los
monumentos que adornan nuestra urbe. Son contados los que pueden responder a quiénes
se debe la erección del monumento al prócer Ignacio Herrera y Vergara en la plaza San
Nicolás, de don Jorge Isaacs en la plazuela del CAM, de Joaquín Caycedo y Cuero en
nuestra plaza principal, de Isaías Gamboa en la colina de san Antonio, del gran caudillo
Benjamín Herrera en las laderas del rio, frente a la iglesia de la ermita, del general
Santander en la avenida Colombia y desde luego de la grandiosa estatua del fundador de
Cali, en una de las colinas al occidente de la ciudad. (Magazín Despertar Vallecaucano.
Noticia “cómo surgió la estatua del fundador Sebastián de Belalcázar. N. 72, Cali, 1986,
p.10)
Como bien se puede leer, todos los monumentos que se mencionaron en la noticia, hacen
alusión a conmemoraciones que se realizaron a lo largo del siglo XX a personajes
94
políticos, militares y letrados. La sorpresa de quien escribe la nota es la falta de
conocimiento generalizada de “prácticamente todos los monumentos que adornan nuestra
urbe”, pues al parecer es inconcebible que los caleños no reconozcan a quienes antaño
marcaron una parte de la historia nacional y local. El cuestionamiento puntual se dirige
hacia dos asuntos: ¿cómo no reconocer los monumentos a los próceres que lucharon por
la independencia? ¿cómo no saber quiénes se encargaron de la erección de dichos
monumentos? Para el momento de la noticia, los cuestionamientos son bastante
normales, era la década de 1980 y toda Colombia estaba atravesando por uno de los
procesos que afectaría profundamente la historia socioeconómica y política del país: el
narcotráfico. Con este proceso, vinieron cambios a nivel urbanístico acompañados a su
vez con nuevas dinámicas culturales y artísticas. Si bien la política que regía estos
monumentos hacía énfasis en que los mismos hacen parte de la cultura material de la
ciudad y de la identidad nacional y caleña, la manera como la personas los interiorizan
y/o recuerdan dista de ello. Esta nota periodística alerta ya sobre las concepciones,
representaciones y memorias que los monumentos tienen para las personas y cómo estas
distan de los intereses de la memoria oficial.
Retomando ideas que se han desarrollado desde los capítulos anteriores, hay que tener en
cuenta que el proceso de monumentalización que se llevó a cabo en Cali a principios del siglo
XX correspondió a un período de la historia donde la emergente capital del departamento del
Valle del Cauca estaba definiendo y buscando las bases de su modernización. La creación de
su nueva imagen hizo parte de la dinámica en la que ingresaron muchas otras ciudades
capitales a lo largo del continente latinoamericano, de ahí que durante los primeros años de
ese siglo, se hiciera tanto énfasis en la consolidación del discurso de nación que si bien se
estaba presentando desde el siglo XIX con todo lo que significaron las gestas
independentistas, para el siglo XX se va relacionando con el proceso de modernización e
industrialización de las emergentes capitales latinoamericanas. De esta forma en Cali, a través
de la instalación de estatuas, bustos y la transformación de los espacios, se buscó dejar atrás el
aspecto de pueblo para ser una ciudad moderna y cosmopolita.
95
promovieron la instauración de un orden, un deber ser de las personas y el espacio urbano12.
A pesar de la conjunción de la política monumental, ligada a la construcción de un proyecto
nacional, y de las políticas y prácticas de modernización, la evidencia nos muestra que la
gente que habita la ciudad no responde pasivamente a estos procesos. Desde los inicios del
siglo XX, hasta la actualidad, dominada por discursos y prácticas patrimoniales, los habitantes
de Cali se apropian de la ciudad, y en su experiencia de la misma dan un uso y un significado
a los espacios y monumentos, que difieren de las lógicas oficiales.
Por ejemplo, según una nota en el periódico El País, “el Ministerio de Cultura declaró este
2017 como el ‘Año Jorge Isaacs’, con el fin de conmemorar su legado y exaltar su obra
literaria” (Ministerio de Cultura 2017). Al ser Cali la cuna del escritor posee entre su listado
de monumentos declarados patrimonio el grupo escultórico como homenaje a la novela
“María”. Dicho monumento ha generado varias polémicas por los intentos de traslado del
mismo. De hecho, en octubre de 2016 hubo un fuerte debate porque surgió la idea de
trasladarlo a un nuevo espacio que creó la alcaldía llamado “Corredor Verde”. Ante ello un
grupo muy pequeño de caleños decidieron manifestarse, entre éstos está Carlos Humberto
Giraldo, administrador de empresas y publicista, quien en una entrevista manifestó lo
siguiente:
12 Este tema ha sido ampliamente trabajado por autores como Eduardo Kingman (2004,2008,2015); Elizabeth
Jelin y Victoria Langland (2003); Lucía Durán (2014,2015); Manuel Delgado (1999,2015). Para mayor detalle se
puede revisar especialmente el texto: Kingman Eduardo.2015. Memoria social, políticas poblacionales y
patrimonio. En: Durán, Lucía, Kingman, Eduardo y Lacarrieu, Mónica [Editores]. Habitar el patrimonio. Nuevos
aportes al debate desde América Latina. Ecuador: FLACSO.
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Con bastante vehemencia habló don Carlos de la relación del monumento con la identidad
caleña, resaltando además que en el barrio El Peñón (barrio élite de la ciudad) sus habitantes
valorarán y protegerán la obra. Es decir, el señor Carlos apunta a que la obra no está siendo
valorada en el espacio donde se encuentra actualmente; incluso en esta entrevista expresó “tal
vez Cali tenga el baño público más caro del mundo. Está ubicado justo atrás del Concejo, en
el CAM: la escultura de Efraín y María. No es extraño que los transeúntes apurados por una
necesidad repentina orinen sobre la obra. ¿Qué pasaría si alguien hiciera lo mismo sobre el
David de Miguel Ángel, ubicado en Florencia?” (Carlos Humberto Giraldo, entrevista por
Redacción de el País, Periódico el País, octubre 03 de 2016). Por supuesto don Carlos habla
desde su bagaje cultural y desde las investigaciones que ha realizado sobre el monumento.
Tiene clara la historia del mismo y la relaciona con sus memorias pues, “recuerda de niño
prendido de la mano de su padre camino a la escultura para, simplemente, contemplarla, o
conversar sobre la novela de Jorge Isaacs: María” (Carlos Humberto Giraldo, entrevista por
Redacción de el País, Periódico el País, octubre 03 de 2016). Él como, quizá, otros caleños
tienen esa conciencia sobre lo valioso de esta obra, por ello la defiende y de manera enfática
manifiesta que en El Peñón estará bien cuidada, sin embargo, para las personas que transitan
por el espacio donde está este monumento la imagen del mismo es difusa. La mayoría de
personas no hacen mención a este monumento, es más, muchos no se han percatado que éste
se encuentre ahí. El espacio donde se ubica “María” es un lugar de paso.
97
En algunas de las visitas (figura 25) se encontró una campaña que pedía protección para este
monumento y justo en su estructura se encontraban algunos señores recostados y sentados. De
acuerdo a este estudio, el monumento de María no es una representación importante en las
memorias de las personas que compartieron información para esta investigación. Esto en el
sentido de que en cada relato se habló del espacio, de la dinámica de este circuito vial años
atrás, pero no habla del monumento como parte de sus memorias. Es decir, no es significativo
para quienes recorren ese espacio, ni ha logrado articular lo buscado por quienes fomentan su
“recuperación”, sea en un sentido identitario o cívico. El monumento a María, resulta
invisible para la mirada de los transeúntes, y en ese sentido no articula ni significados, ni
usos, ni apropiaciones.
Cabe resaltar en este punto que “la presencia y la circulación de una representación (enseñada
como código de la promoción socioeconómica por predicadores, educadores o vulgarizadores)
para nada indican lo que esa representación es para los usuarios” (De Certeau 1990, XLIII),
por lo tanto, las significaciones y los usos siempre van a variar. Habría que entender que cada
época tiene sus propias manifestaciones artísticas y culturales, no es posible que éstas sean
inmutables, de esta manera, debe resaltarse que estéticamente la producción de la mayoría de
los monumentos del sector de la Plaza de Caicedo, El Bulevar y el Paseo de Bolívar
corresponden precisamente a un momento político donde la tendencia fue transmitir valores
alusivos a la consolidación de un imaginario de nación, que estaba sustentado en los grandes
personajes del pasado.
Pero, sobre todo, y en relación a la significación y los usos de esos monumentos, las
representaciones que invocan corresponden a personajes ilustres ligados a la promoción
oficial de una supuesta identidad nacional y local (los monumentos de Joaquín Caicedo y
Cuero, Simón Bolívar y María). En ese sentido, corresponden a una época que acudía a
“grandes” personajes del pasado para asentar una pertenencia social y política. Sin embargo,
tanto la propuesta estética clasicista, como el sentido de la representación, retomadas hoy con
el monumento de Alexandre Petión, han sido desbordadas con la propuesta de monumentos
como el de las gatas llamadas “novias” del Gato de Tejada. Dichas gatas junto con las
estatuas a los Poetas que se encuentran en este sector del Centro Histórico, son los únicos de
los cuales, se puede decir, invitan a las personas a interactuar con ellos. Formalmente, estos
grupos escultóricos buscan la cercanía del visitante, se ofrecen de manera más asequible al
público; los otros cuatro monumentos marcan una distancia formal que parte desde el pedestal
98
en el cual están emplazados, hasta el lenguaje alegórico y representacional de la escultura en
sí. Esta cercanía se evidencia en la etnografía misma, y la frecuencia y cercanía con la que los
entrevistados hablan de las gatas y de los poetas, mostrando la apropiación de estos
monumentos en sus vidas y recorridos.
Con base en lo anterior, cabe retomar en este capítulo la noción de “no lugar” desarrollada por
Marc Augé donde explica como hay “ciertos lugares (que) no existen sino por las palabras
que los evocan…” (1992,53), pues los espacios están llenos de significados y resignificados.
Todos presentan usos y abusos mediados por las memorias que se activan en ellos y por lo
que representan para las personas. En ese sentido, para cada individuo un mismo espacio
puede significar cosas muy diferentes a las que se le han designado a ese espacio en concreto.
Por ejemplo, la Plaza tiene un significado importante para muchas de las personas que
permanecen en ella, los señores jubilados y vendedores son quienes hablan con más amor y
nostalgia sobre esta Plaza, ambos grupos se benefician de su existencia, sin embargo, la
significación que le dan no tiene nada que ver con la dispuesta desde el gobierno local que en
materia legal tiene unas disposiciones diferentes. La Plaza no está ahí para que los señores
jubilados la manejan y quieran disponer sobre su adecuación o transformación; no está para
que los vendedores ambulantes se apropien de ella; no está para ser el lugar de trabajo de
algunas mujeres y menos está para ser un espacio donde se venda drogas. Pese a ello, suceden
en la Plaza todas estas actividades, más las que no se lograron identificar. Es un espacio
cargado de experiencias que se evocan, y que no se definen en políticas municipales. Las
prácticas y usos con los que se ocupa esa plaza, desbordan las medidas del gobierno por
regular y administrar su uso.
Por lo tanto, se hace alusión al concepto de “no lugar” de Augé (1992), porque encontramos
que desde la política patrimonial se dan unos significados al Centro Histórico de Cali, que
desde la práctica cotidiana carecen de sentido y significación, por lo tanto, es como si este
espacio desde la legislación careciera de experiencia, pues se habla de él como algo
majestuoso, sólo porque en términos jurídicos así se le cataloga. Pero, en términos concretos,
no es así, por ello la importancia de la Plaza radica en el uso permanente que las personas que
la habitan y transitan hacen de ella. Contrario a lo que sucede con el Paseo de Bolívar, que se
ha convertido en un “no lugar”, pues con el paso del tiempo ha perdido la significación y el
uso que tuvo durante los siglos XIX y XX.
99
Lo anterior lo afirmamos, porque en el caso del Paseo de Bolívar, las personas hicieron
referencia al espacio, no al monumento de Bolívar. Este lugar representó en el pasado lo que
actualmente representa el Bulevar del Río para la escena social de la ciudad. Es decir,
anteriormente frecuentar el Paseo de Bolívar era algo común, este fue el espacio donde se
aglomeraba la sociedad para realizar celebraciones y eventos en fechas importantes.
Actualmente no es así. Es un espacio solo, esto nos da para pensar que fue transformado en un
“no lugar”, un lugar de paso, donde las personas pasan porque funciona como un conector con
el Bulevar, la calle 12 y la Plaza de Caicedo. Para el caso del Bulevar, lo que se encontró es
que, si bien las personas recuerdan que antes este espacio correspondía a una calle vehicular,
este lugar ofrece un espacio de recreación y turismo que hace que el Paseo de Bolívar y en
menor medida la Plaza de Caicedo pasen desapercibidas. Hace que la gente empiece a evocar
experiencias, se convierta en usuario y se apropie del espacio.
En otras palabras, lo que se quiere expresar con esas ideas es que, para entender las
representaciones de los espacios, como bien lo expuso Michel de Certeau, “hace falta analizar
su manipulación por parte de los practicantes que no son sus fabricantes” (1990, XLIII), pues
100
es justo en ese punto que se puede apreciar la creación de una imagen que sea símil o disímil
a la que se difunde oficialmente. Por consiguiente, hasta este punto, me preguntó ¿qué pasa
con los monumentos? ¿en términos concretos y prácticos cómo son usados? ¿acaso las
prácticas cotidianas de las personas desbordan la planificación urbana y el discurso histórico
oficial? Ante dichas preguntas, surge como respuesta la importancia del espacio que funciona
como un texto, pues ha permitido hacer lecturas sobre fenómenos y representaciones de la
vida común.
Por ejemplo, retomando lo anterior, las personas que frecuentan la Plaza de Caicedo son una
comunidad, se conocen entre ellos y tiene un vínculo atravesado por relaciones de vecindad,
si bien ninguno vive propiamente en la plaza, mantienen ahí y se reconocen entre ellos, tanto
así que saben perfectamente quién frecuenta la plaza y quién no. En este espacio, la mayoría
del público son adultos mayores y hombres, por supuesto se encuentra otro tipo de población
como los vendedores ambulantes, las trabajadoras sexuales y diversas personas que van de
paso. Para el caso del Bulevar, el mismo espacio es tan dinámico, abierto y actual que hace
que su público sea mucho más heterogéneo. Su ritmo es más acelerado, mucho más difícil
101
entablar relaciones tan marcadas y definidas como se da en la Plaza. Por otro lado, el Paseo de
Bolívar, es un lugar de paso donde los vendedores se conocen entre sí, pero no fue posible
identificar una constitución de lasos sociales fuertes como en la Plaza e incluso en la calle 12
y Parque de los Poetas donde los gremios de escribientes, loteros y lustra botas se conocen
entre sí.
Los relatos de la Plaza acuden al pasado, toman como referente la nostalgia de lo que ésta fue
y en lo que se ha convertido. Para algunas personas, este lugar significa mucho, por sus
recuerdos e historias sobre su infancia y juventud o porque actualmente les permite sentirse
parte de algo, además de los beneficios económicos que ella trae a sus usuarios.
En este proceso, vale cabe mencionar a Manuel Delgado quien en su artículo “la memoria
insolente. Luchas sociales en centros históricos” expone la importancia del espacio más allá
del monumento, es decir, para el autor lo que verdaderamente hace reconocible un centro
como dotado de valor protegible no sólo es la nobleza cultural o artística de sus componentes
o del conjunto, sino que esté vivo, es decir, que tenga pasado, pero también presente
(2014,197) Por lo tanto, alude al hecho de que hay que proteger los centros históricos, pero no
de sus habitantes y usuarios como usualmente sucede en lugares históricos que son
atravesados por procesos de recualificación. Aclaramos que no es el caso de Cali, pues hasta
el momento no se ha intentado desplazar a un grupo para traer a otro que represente mejor o
mayor clase social.
En Cali su Centro Histórico está alejado de ser una especie de museo, si bien se intenta
salvaguardarlo del paso del tiempo. El discurso sobre el patrimonio y sobre lo histórico no es
algo que haga parte de la vida del Centro. En este lugar hay un especial énfasis en lo
económico y en las diferentes actividades relacionadas con ese ámbito. Las disputas por los
espacios se han dado en términos de las ventajas y desventajas para la realización de
actividades económicas (como las descritas en la Plaza de Caicedo), no en términos de lo
histórico, sin embargo, esto no evita que subsistan discursos sobre la conservación e
importancia de lo histórico en este centro.
El Centro Histórico de Cali permite observar, como llama la atención Delgado, la relación del
ser con el espacio, o, en otras palabras, como bien lo ha explicado Henri Lefebvre, permite
observar esa relación en términos de una producción social que se da a lo largo del tiempo y
102
que, además, tiene una connotación política por las disputas y los diversos usos que de éste se
hacen (Lefebvre, 221-222). En este sentido, se entiende el espacio público como algo más que
lo arquitectónico, es este espacio, un lugar donde la sociedad se manifiesta y desarrolla desde
un ámbito sociopolítico, pero además es un espacio que la sociedad produce como tal.
De este modo, todas las observaciones anteriores se relacionan con el hecho de que el espacio
público, “no debe ser visto solo como espacio físico sino como el lugar donde interactúan y se
articulan actividades de tipo económico, político, social, ambiental y cultural” (Universidad
Nacional de Colombia 2005, 15). Componentes como los mercados y las economías
informales son elementos que permiten entrever posibles problemas de exclusión social; la
existencia de vendedores ambulantes que con mucha frecuencia son desalojados de espacios
públicos como el Centro Histórico, denotan las consecuencias de un modelo neoliberal donde
el mercado se extiende, pero es desigual en la medida que beneficia, sobre todo, a unos pocos,
por lo tanto, se ha encontrado en escena que, entre mercados formales e informales, se da una
disputa por el espacio del Centro Histórico.
103
Conclusiones
Como se propuso al inicio de esta investigación, el objetivo general era analizar las maneras
en la que los lugares y los monumentos declarados patrimonio se usan en los procesos de
recordar, olvidar y conmemorar en tres espacios del Centro Histórico de Cali: La Plaza de
Caicedo, Paseo de Bolívar y Bulevar de la Avenida Colombia. Para ello, se explicó que era
indispensable identificar cuatro elementos o momentos que nos permitieran llegar a ello: 1)
Identificar las memorias que se activan en relación con el discurso patrimonial respecto a los
monumentos ubicados en La Plaza de Caicedo, Paseo de Bolívar y Bulevar de la Avenida
Colombia. 2) Problematizar los discursos y prácticas del patrimonio autorizado para explicar
cómo los asuntos patrimoniales se usan para negociar ciertos problemas sociales y debates
sobre la interpretación del pasado 3) Identificar las prácticas y actividades cotidianas que se
llevan a cabo en La Plaza de Caicedo, El Paseo de Bolívar y El Bulevar de la Avenida
Colombia y 4) Reflexionar sobre la inscripción actual de monumentos y lugares de memorias,
y su relación con las leyes de patrimonio actuales, los inventarios y registros.
Pues bien, con base a lo anterior, lo primero que encontramos al respecto es que, el hilo
conductor de este trabajo fue dado por la agencia de las personas frente al discurso oficial
sobre monumentos y patrimonio, es decir, se trabajó sobre las discusiones, disputas y luchas
entre la posición y discurso popular versus las políticas gubernamentales que rigen el Centro
Histórico de la ciudad. De este modo, las conclusiones dan cuenta de las memorias y usos que
se identificaron durante la investigación. Así mismo, permite un acercamiento a identificar
cuál es la importancia que las personas le dan a los monumentos y cómo relacionan su pasado
con éstos. Finalmente, en estas conclusiones se expone cómo se puede categorizar el centro
histórico de Cali como un lugar insolente frente a las políticas de patrimonio que
universalizan el concepto y las experiencias cotidianas de quienes habitan y transitan el
Centro Histórico de la ciudad.
104
historia de supervivencia, con el espacio. En ese sentido, se identificó que la vida cotidiana
desborda el discurso histórico que, a su vez y en la mayoría de casos, representa un discurso
patrimonial autorizado que “supone que el patrimonio es algo que se “encuentra”, que su
valor innato, su esencia, es algo que “hablará” a las generaciones presentes y futuras” (Smith
2011,43).
Así, a través de la etnografía y la investigación de archivo fue posible acercarnos a las formas
en las que las políticas de imposición de una planificación y de significados urbanos, son re
apropiados y resignificados por los individuos y grupos que se convierten en usuarios de los
espacios patrimoniales. En ese sentido es posible afirmar que son las personas y los grupos las
que deciden, en las prácticas y formas de hacer y habitar cotidianas, cómo usar esos espacios
y qué sentidos darles. En esas prácticas, los usuarios desbordan los sentidos, consumos y usos
planificados y las ocupaciones normadas en los discursos oficiales de la memoria y en las
reglamentaciones, estrategias y planes definidos por las instituciones urbanas.
El trabajo de memoria se da en relación al espacio, que se define, entre otras cosas, por las
experiencias que detona y la evocación de las mismas. Por lo tanto, a pesar de que
inicialmente se buscó ver el uso que las personas hacían de los monumentos emplazados en el
Centro Histórico de Cali, lo que se encontró es que las memorias se activan, no en relación al
monumento y el recuerdo que busca conmemorar, sino por lo que las personas recuerdan,
aprecian y añoran del lugar donde están los monumentos, no propiamente por éstos en sí
mismos. Quizá en algún momento y para cierto tipo de personas concretas los monumentos
siguen siendo un referente histórico importante de la historia e identidad caleña, pero eso, en
el día a día en relación con la mayoría de personas que son habitantes continuos y
permanentes de estos espacios, no es así.
En los relatos recopilados, las personas que hacen sus actividades económicas en la Plaza de
Caicedo hablaron sobre los beneficios cotidianos que representa para ellos estar allí. Al ser un
lugar central, de intensa ocupación, que tiene a sus alrededores establecimientos públicos y
privados de índole comercial, estar en la plaza significa solucionar imprevistos que deben
estar a la mano de los compradores. Aquí cabe resaltar que, tanto la Plaza como el Bulevar
son espacios importantes por las relaciones y prácticas económicas que se desarrollan en las
interacciones que ocurren en la zona. Hay una lucha constante entre una economía informal y
una economía formal avalada por el gobierno local. La primera, es representada por todos
105
aquellos individuos que venden de forma ambulante sus productos, esta mercancía es diversa
y va a la par de lo que se comercializa; por ejemplo, si está de moda una camisa de una marca
determinada, en la Plaza de Caicedo se encontrará quien le venda esa camisa con la misma
marca que no es “original”, pero representa lo mismo y a un costo mucho menor. También
pasarán por el Bulevar ofreciendo productos que están de moda y que en términos reales no
todos están en la capacidad económica de encontrarlos. En general, se trata de formas de
consumo popular (Kingman 2009). Esta economía informal está representada también por las
trabajadoras sexuales que se pasean por la plaza y llegan hasta ciertos límites del Bulevar,
antes de ser desalojadas por parte de la seguridad que cubre este espacio. Aquí también entran
los vendedores de jugos, tintos, chicles, libros, etc.
Si bien los escribientes, lustrabotas y loteros deben cumplir ciertas reglas para mantener sus
espacios, esto les permitió encontrar formas de sobrevivir al cambio que tuvieron que
atravesar como consecuencia de la reubicación del año 2007. El punto aquí es que en este
espacio hay una línea muy delgada entre la legalidad y la ilegalidad articulada a las relaciones
económicas. Así como se benefician unos, se benefician otros y al final la norma está vigente,
106
pero existen estrategias y tácticas prácticas para hacerle frente a las realidades políticas y
disputas que se dan en un espacio como el centro de la ciudad. Este es un ejemplo de la
manera en la que, en la práctica, se resuelven desafíos que plantea la vida en la ciudad,
escapando a las políticas de planeamiento y regulación de uso del espacio. El caso de los
escribientes nos muestra la existencia de ciertos espacios de negociación en Cali, espacios
impulsados por unas necesidades y consumos populares que desbordan el ordenamiento legal.
Esta lectura pone en evidencia la necesidad de conocer la ciudad desde las prácticas, y
muestra los límites que una lectura de la ciudad, centrada en las políticas institucionales,
puede tener.
Este espacio, se convirtió en “su lugar” para muchos. “Quien llega a la plaza envejece en
ella”, como contó una señora que vende tintos en este espacio. Esto nos lleva a la conclusión
de que las maneras de hacer “constituyen las mil prácticas a través de las cuales los usuarios
se reapropian del espacio organizado por los técnicos de la producción sociocultural” (de
Certeau 1990, XLIV), de este modo, la vida cotidiana prima sobre las políticas urbanas y, en
este caso también, sobre las políticas de patrimonio.
107
habla” (Achugar 2003, 191), pues al interactuar con las personas del común, se encontró que
antes que los monumentos, es el espacio el que se usa para recordar, olvidar y conmemorar el
pasado. Por lo tanto, las experiencias, las prácticas y la cultura “ordinaria” y popular pone en
escena la necesidad de politizar las prácticas patrimoniales que se dictan desde un lugar de
enunciación, pero que se viven diferente desde la vida cotidiana.
Frente a estas esculturas distantes y solemnes, el monumento a los Poetas busca acercar a
estas figuras a la gente. No enfatiza las distancias, sino que las esculturas están hechas de tal
forma que las personas pueden sentarse junto a los poetas, sus figuras son reales, sus formas
son más cercanas a las formas de las personas comunes y corrientes, de ahí que muchas
personas se detengan para tomarse fotos con ellos. Después de este monumento, en el Bulevar
del Río irrumpen dos monumentos más. En primer lugar, el busto a Alexandre Petión, que si
bien tiene una estética que alude a la de principios del siglo XX, la diferencia radica en el
cambio en las políticas de representación: Petión es afro y entró a hacer parte de un espacio
que durante 100 años se mantuvo con representaciones monumentales que excluían la cultura
afro. El siguiente monumento es el de Las Gatas Novias del Gato de Tejada. Las gatas son de
colores y están ubicadas de tal forma que las personas se pueden acercar a ellas, tomarse fotos
e incluso subir a los niños a las mismas. Estas gatas son temáticas y tienen una historia
108
específica, de acuerdo a lo que expuso cada uno de sus creadores. Estos dos monumentos
rompen totalmente con la estética y temas de representación de los monumentos construidos y
emplazados hasta entonces en el Centro Histórico de Cali. Aunque muchas personas no tienen
consciencia de la figura de Petión, el hecho de que un afro entrara a este espacio denota un
cambio en las formas de representación que se completa con el ingreso de gatas temáticas que
llaman la atención de la mayoría de transeúntes.
De este modo, cabe afirmar que actualmente “el monumento se ha transformado en un lugar
de combate y pugna de significados. Algo más parecido a un sitio de conflicto cultural que de
valores e ideales nacionales compartidos” (Young 2000, 92). Por lo tanto, pese a que existe
una legislación que dicta cuáles monumentos son patrimonio sobre otros, las memorias de las
personas que habitan estos espacios no se activan en relación a ellos ni a los discursos
existentes. Cada persona tiene un relato diferente que lo relaciona con el espacio en el cual se
logró entablar una conversación, de ahí que la memoria no se constituye por los monumentos
ni por una supuesta memoria oficial compartida, sino por experiencias y evocaciones que
responden a otras lógicas. Pero, además, la estética y temática del monumento, y su capacidad
de diálogo con el presente y de interacción con el público, ha cambiado la relación de las
personas con el mismo.
Pese a que estos tres lugares, corresponden a un mismo circuito del Centro Histórico, no se
logró encontrar una misma narrativa en relación a la Plaza, el Bulevar y el Paseo de Bolívar,
si bien los tres están muy cerca, cada uno representa cosas diferentes. La Plaza es de
permanencia y mucho comercio, tanto formal como informal. Es un lugar de experiencia. El
Paseo de Bolívar es un conector, un lugar de paso y permanece solo, en ese sentido, se puede
109
proponer como un “no lugar”. Finalmente, el Bulevar, es un espacio dinámico donde se ha
dado apertura a espectáculos artísticos, este espacio se ha ido valorizando para el turismo,
pero también para el uso local, y actualmente representa el lugar más importante del centro de
la ciudad, en el que coinciden o se acercan las políticas de uso impulsadas por la alcaldía y la
aceptación ciudadana del espacio.
A diferencia de muchos otros centros histórico del mundo, en Cali son pocas las personas que
te hablan desde el discurso histórico oficial. Las personas que compartieron sus historias para
realizar esta investigación, permitieron llegar a la conclusión que este centro es insolente con
la memoria oficial, es un centro de conflicto y de disputa entre las prácticas cotidianas de las
personas comunes y la legislación que está inscrita y escrita, pero constantemente se negocia,
se olvida y se pasa por alto.
.
110
Anexos
Anexo 1
111
112
Anexo 2
113
114
115
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