Los Otros Extranjeros Catalanes Flamenco

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 61

LOS «OTROS EXTRANJEROS»: CATALANES,

FLAMENCOS, FRANCESES E INGLESES EN LA


SOCIEDAD CANARIA DE LOS SIGLOS XV y XVI
(Primera parte)

Juan Manuel Bello León


Universidad de La Laguna
Mª del Cristo Glez. Marrero
Universidad de Las Palmas de G. C.

INTRODUCCIÓN

La importancia y el protagonismo que han tenido los extranjeros en la histo-


ria económica, social y militar de la península Ibérica desde el siglo XI en adelante
es tan destacada y conocida que no es extraño encontrar alusiones a su asenta-
miento e influencia en todo tipo de obras relacionadas con la historia de España o
Portugal. Las referencias que componen la bibliografía sobre este tema podríamos
buscarlas al menos en los autores del siglo pasado y comienzos de éste, pero qui-
zás sea a partir de los años 30-40 cuando empiezan a aparecer las primeras
monografías de cierta importancia dedicadas a poner de manifiesto el papel desem-
peñado por los extranjeros en la España medieval y moderna1. El impulso que

1. Baste recordar los trabajos de SANCHO DE SOPRANIS, H. La colonia portuguesa del Puerto
de Santa María (siglo XVI). Notas y documentos inéditos. Jerez de la Frontera, 1940; Los

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 11 08/03/2013, 14:07


12

ejercieron estos trabajos iniciales va a tener su mejor plasmación en el primer


intento de síntesis que se elaboró sobre los extranjeros en la vida española. Nos
referimos al trabajo que en 1960 publicó Domínguez Ortiz2, en el que además de
mostrarnos un compendio que reflejaba los avances conseguidos en este tema,
llamaba la atención sobre la magnitud de un asunto que requería la participación
de investigadores de diversas especialidades, dispuestos a enfrentarse con la dis-
persión de los fondos documentales y con la heterogeneidad de campos como el
diplomático, financiero, militar, artístico o de relaciones familiares que envuelven
la vida de todos aquellos considerados como extranjeros. Las sugerencias del pro-
fesor Domínguez Ortiz no cayeron en saco roto, y a partir de ese momento una
gran cantidad de hispanistas e investigadores nacionales orientaron sus pasos ha-
cia el análisis de las diversas colonias extranjeras establecidas en España —es-
pecialmente en la Baja Andalucía, Barcelona y Valencia—, las causas de su emi-
gración, las disposiciones legislativas que les afectaban, sus actividades socio-
profesionales y su progresiva integración en la sociedad hispana3.
La historiografía canaria no ha permanecido al margen del proyecto auspi-
ciado por el ya mencionado profesor, hasta el punto de que mucho de lo que aquí
vamos a decir se apoya, entre otros, en los trabajos de L. de la Rosa, E. Serra, M.
Marrero, A. Cioranescu, F. Morales, E. Aznar o M. Lobo, donde podemos en-
contrar una abundante documentación para la historia de las Islas correspon-
diente al periodo de estudio que aquí vamos a analizar4. Tales trabajos —que se

genoveses en Cádiz antes del año 1600. Jerez de la Frontera, 1939; o «Los genoveses en
la región gaditano-xericiense de 1460 a 1500». En Hispania . Madrid, 1948, núm. 32,
pp. 355-402. En numerosos estudios sobre la Reconquista pueden encontrarse, además
de los aspectos políticos y militares del fenómeno, referencias a la presencia extranjera
en la repoblación de los distintos reinos hispanos.
2. DOMÍNGUEZ ORTIZ, A. Los extranjeros en la vida española durante el siglo XVII. Madrid,
1960.
3. Para una amplia bibliografía al respecto nos remitimos, además de a las notas que apoyan
este trabajo, al libro de uno de los autores BELLO LEÓN, J.M. Extranjeros en Castilla
(1474-1501). Notas y documentos para el estudio de su presencia en el reino a fines del
siglo XV. La Laguna, 1994. (En adelante BELLO LEÓN, «Extranjeros»).
4. Los investigadores canarios también han prestado mucha atención a la presencia extranje-
ra en las Islas, especialmente a la británica durante los siglos XVIII al XX. Las mayores
posibilidades que ofrecen las fuentes (matriculas de extranjeros, informes consulares,
registros parroquiales, etc.) han permitido elaborar varias monografías en las que se
analizan desde la condición jurídica de los que llegan a las Islas, las inversiones en el
comercio, la industria o la infraestructura turística, hasta llegar al estudio de sus relacio-
nes familiares e inquietudes culturales y religiosas. Aunque la bibliografía sobre estos
temas alcanza hoy proporciones muy importantes, puede verse una buena muestra de lo
que decimos en las obras de RUIZ ÁLVAREZ, A. «Matrícula de extranjeros en la isla de
Tenerife a fines del siglo XVIII». En Revista de Historia Canaria (En adelante R.H.C). La
Laguna, 1954, núm. 105-108, pp. 102-111. PÉREZ RODRÍGUEZ, M.J. Los extranjeros en

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 12 08/03/2013, 14:07


13

irán mencionando—, completados con la consulta directa de fuentes documen-


tales de diversa procedencia, nos han permitido ir esbozando un proyecto de
investigación con el que pretendemos acercarnos a lo que la mayor parte de las
fuentes y la bibliografía atestiguan: la numerosa presencia y actividad de los
extranjeros durante la incorporación de las Islas a la Corona de Castilla.
Pero antes de continuar queremos hacer la primera advertencia sobre este
trabajo. Aquí vamos a hablar de extranjeros, pero no de todas las comunidades
que pasaron al Archipiélago a lo largo de los siglos XV y XVI. Como se indica en
el título, dejamos fuera a las que sin duda eran las más numerosas de cuantas se
establecieron en las Islas. Evidentemente nos referimos a portugueses y a los
genoveses, europeos que por su número —en el caso de los portugueses— y por
su dominio económico —en el de los genoveses— han merecido la atención
preferente de los especialistas5. De ellos conocemos bastante bien su arraigo en

Canarias. Historia de su situación jurídica. La Laguna, 1990; IGLESIAS HERNÁNDEZ, Mª.L.


Extranjeros en Gran Canaria. Primer tercio del siglo XVIII. Santa Cruz de Tenerife, 1985;
MORALES LEZCANO, V. Los ingleses en Canarias (libros de viajes e historias de vida)
1986; GUIMERA RAVINA, A. Burguesía extranjera y comercio Atlántico. La empresa co-
mercial irlandesa en Canarias (1703-1771). Santa Cruz de Tenerife, 1985; BRITO GONZÁ-
LEZ, O. «La presencia extranjera en Tenerife durante el Antiguo Régimen. SS. XVII-XVIII».
En Strenae Emmanuelae Marrero Oblatae. (En adelante S.E.M.O) Universidad de La
Laguna, 1993, tomo I, pp. 203-223; GARCÍA PÉREZ, J.L. Viajeros ingleses en las Islas
Canarias durante el siglo XIX. Santa Cruz de Tenerife, 1988; BRITO GONZÁLEZ, A. Extran-
jeros en Lanzarote (1640-1700). Lanzarote, 1997; GONZÁLEZ LEMUS, N. Las Islas de la
Ilusión. Británicos en Tenerife, 1850-1900. Las Palmas, 1995.
5. La expansión comercial de los genoveses en la Península Ibérica cuenta con una cantidad
abrumadora de estudios salidos de la pluma de autores de uno y otro lado del Mediterrá-
neo. De nuevo remitimos al trabajo de BELLO LEÓN, «Extranjeros», p. 21 para ver una
amplia bibliografía al respecto. Para Canarias véanse los trabajos de ROSA OLIVERA, L.
de la «La varia fortuna de los Rivarola». En Anuario de Estudios Atlánticos (En adelante
A.E.A.) Madrid-Las Palmas, 1966, núm. 12, pp. 167-200 y «Francisco Riverol y la
colonia genovesa en Canarias». En A.E.A. Madrid-Las Palmas, 1972, núm. 18, pp. 61-
198; MARRERO RODRÍGUEZ, M. «Los genoveses en la colonización de Tenerife, 1496-
1509». En R.H.C. La Laguna, 1950, núm. 89, pp. 52-63 y «Los italianos en la fundación
de Tenerife hispánico». En Studi in Onore di Amintore Fanfani, V. Milán, 1962, pp. 331-
337; SANCHO DE SOPRANIS, H. «Los Sopranis en Canarias, 149?-1620». En R.H. La La-
guna, 1951, núms. 95-96, pp. 318-336; GÓMEZ GALTIER, M. «El genovés Francisco de
Lerca, prestamista y comerciante de orchilla en Las Palmas de Gran Canaria en el dece-
nio 1517-1526». En R.H. La Laguna, 1963-64, tomo XXIX, pp. 70-77; OTTE, E. «Los
Sopranis y los Lugo». En II Coloquio de Historia Canario Americana (En adelante
C.H.C.A.). Las Palmas, 1979, tomo I, pp. 239-259 y «Los Botti y los Lugo», en III
C.H.C.A. Las Palmas, 1980, tomo I, pp. 47-85 y HEERS, J. «La empresa genovesa en el
Atlántico durante el siglo XV: de la familia a la compañía». En VII Jornadas de Estudios
Canarias-América (En adelante J.E.C.A.). Santa Cruz de Tenerife, 1985, pp. 37-59. En
cuanto a los portugueses, también se ha puesto de manifiesto en numerosos estudios su
importancia durante la repoblación de las Islas. Véanse, a modo de orientación, los
trabajos de PÉREZ VIDAL, J. «Aportación portuguesa a la población de Canarias. Datos

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 13 08/03/2013, 14:07


14

la sociedad canaria, el patrimonio que llegaron a acumular, su papel en el comer-


cio de exportación, etc., aunque estamos peor informados sobre el número de
los que se establecieron o pasaron por las Islas6.
No obstante no queremos dejar atrás a algunos miembros que procedentes
también de Italia no han logrado la atención que quizás se merecían. Hablamos
de milaneses y florentinos, escasos en número y con menor influencia económi-
ca, pero no por eso menos importantes en la sociedad insular del Quinientos. Y
aunque haremos referencia a alguno de los genoveses afincados en las Islas,
vamos a centrar nuestra atención en el patrimonio inmobiliario que acumularon
toscanos y lombardos, así como en las relaciones familiares y económicas que
ambas comunidades tejieron con otros extranjeros y naturales del reino.
Insistimos en que nuestro interés se centra en otras tantas comunidades
para las que no se han dedicado todos los esfuerzos que han merecido genoveses
o portugueses7. No queremos decir que catalanes, flamencos o franceses no se
hayan ganado el interés de los historiadores, ya que contamos con una bibliogra-
fía interesante centrada en lo que fue el desarrollo de estas comunidades en el

para su estudio». En A.E.A. Madrid-Las Palmas, 1968, núm 14. pp. 41-106; «Esbozo de
un estudio de la influencia portuguesa en la cultura tradicional canaria». En Homenaje
a Elías Serra Ráfols. La Laguna, 1970, tomo I, pp. 371-390; de SERRA RAFOLS, E. Los
portugueses en Canarias. Universidad de La Laguna, 1941; de MARTÍN SOCAS, M.I. «So-
bre los oficios desempeñados por los portugueses establecidos en Canarias en el primer
cuarto del siglo XVI». En VII C.H.C.A. Las Palmas, 1990, tomo I, pp. 61-75. Aunque
iremos mencionando algunos trabajos sobre el comercio entre Portugal y las Islas o
entre éstas y Madeira y Azores, queremos destacar en estos momentos los de VIEIRA, A..
O comercio interinsular nos séculos XV e XVI (Madeira, Açores, Canarias). Funchal,
1987; y el de LOBO CABRERA, M. «El comercio de cereales entre Tenerife y Portugal en el
primer tercio del siglo XVI». En Arquipélago. Revista de Universidade dos Açores (2ª
Serie), 1995, vol. I, núm. 2, pp. 65-83.
6. En el caso de los portugueses es imposible realizar cualquier tipo de cuantificación
dado su grado de integración con el resto de la sociedad isleña, lo que impide distin-
guir en muchas ocasiones a los individuos de procedencia lusitana de los que vienen
de Extramadura o Andalucía. Lo único cierto es que en determinadas zonas de las
Islas —como la comarca NW de Tenerife— la presencia portuguesa es equiparable o
superior a la de origen castellano. Es más, quizás no sea aventurado afirmar que la
repoblación del Archipiélago debe más de lo que sabemos o imaginamos a los natura-
les del vecino reino.
7. Hay otro contingente de población del que no nos ocupamos aquí pero al que sin duda
también tendríamos que considerar como extranjeros. Nos referimos al de los esclavos
que, pasados los primeros años de la incorporación a la Corona, tienen un origen, en su
mayor parte, africano. En buena lógica, a ellos también habría que tenerlos en cuenta,
especialmente para aquellas zonas donde la existencia de grandes haciendas azucareras
haría necesaria la presencia de un importante grupo de población esclava. Los límites
que nos hemos impuesto, y la existencia de magníficos trabajos sobre la esclavitud en
las Islas (como los de M. Marrero, M. Lobo, A. Franco, etc.) nos permite centrarnos en
los que aquí vamos a considerar (catalanes, ingleses, italianos, franceses y flamencos).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 14 08/03/2013, 14:07


15

Archipiélago. Pero existen, no obstante, algunas lagunas sobre el número y nivel


de permanencia —nunca se ha elaborado una nómina lo más completa posi-
ble—; sobre los bienes que poseían, tanto muebles como inmuebles, rústicos o
urbanos, y las inversiones o métodos que emplearon para conseguirlos; su dedi-
cación mercantil y sus relaciones con otros comerciantes asentados en Cádiz,
Sevilla, Lisboa o Valencia; sus relaciones familiares, especialmente los entronques
matrimoniales y su importancia en el desarrollo de la terratenencia en las Islas,
etc. Con la documentación consultada hemos intentado reconstruir las circuns-
tancias —si se quiere la biografía— que rodearon la vida y actividades de mu-
chos de los extranjeros aquí considerados, descendiendo a un análisis «microso-
cial» que creíamos necesario para llegar a construir —con la suma de todos
estos casos— una visión más completa del fenómeno analizado.
Por razones lógicas impuestas a la edición, el trabajo se divide en dos partes8.
La primera —que ahora se publica— recoge una descripción de las comunidades
aquí analizadas, dejando para un próximo número de la revista los epígrafes dedi-
cados a las relaciones familiares y actividades económicas en las que participaron,
y algunos que dedicaremos a ciertos aspectos de su vida cotidiana. Completa el
trabajo un apéndice en el que tratamos de dar una nómina lo más amplia posible de
todos aquellos extranjeros (incluidos portugueses y genoveses) que hemos locali-
zado en la documentación y bibliografía consultadas, a lo que añadimos una serie
de árboles genealógicos que muestran los enlaces matrimoniales que protagoniza-
ron algunos extranjeros en la sociedad canaria del siglo XVI.
Las fuentes que han hecho posible este trabajo se centran básicamente en la
documentación procedente de los archivos notariales de Tenerife y de Gran Cana-
ria. En numerosas ocasiones los historiadores han puesto de manifiesto la impor-
tancia de estos fondos para la elaboración de todo tipo de investigaciones, por lo
que no creemos necesario volver a insistir en la amplitud de miras que surgen de
los testamentos, cartas de flete, compra-ventas, obligaciones, cartas de dote, etc.
El Archivo Histórico Provincial de Tenerife9 custodia un riquísimo fondo que, pese

8. Véase, además el artículo de BELLO LEÓN, J.M. «La participación de los extranjeros en los
repartimientos canarios. Introducción a su estudio». El Museo Canario (en prensa).
9. En el Archivo Histórico Provincial de Tenerife (En adelante A.H.P.T.) hemos consultado los
siguientes legajos de protocolos: 1; 2; 3; 4; 5; 6; 377; 378; 379; 380; 177; 179; 185; 186;
187; 188; 189; 190; 191; 192; 193; 194; 195; 2671; 2782; 2783. En el Archivo Histórico
Provincial de Las Palmas (En adelante A.H.P.L.P.) los legajos siguientes: 733; 734; 735;
736; 737; 2316 y 2772. El Archivo Histórico Provincial de Sevilla (En adelante A.H.P.S.),
en su sección de protocolos, también ofrece numerosas referencias útiles a nuestro traba-
jo, al igual que el Archivo General de Simancas (En adelante A.G.S.) en su sección de
Registro General del Sello (Enadelante R.G.S.). En ambos casos se hará oportuna referen-
cia cada vez que se utilicen. Los autores quieren agradecer a Miguel Ángel Gómez Gómez
y José Antonio Cebrián Latasa la ayuda prestada en la búsqueda de documentos y las
sugerencias ofrecidas a lo largo del desarrollo de esta investigación.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 15 08/03/2013, 14:07


16

a la pérdida o deterioro de algunos legajos correspondientes a las primeras déca-


das del siglo XVI, no deja de ofrecer miles de documentos útiles para nuestro traba-
jo. No ocurre lo mismo con el de Gran Canaria, ya que en esta isla tan sólo se han
conservado unos pocos legajos correspondientes a diversas escribanías de Las
Palmas y Gáldar, lo que no ha impedido localizar, gracias a los catálogos elabora-
dos en los últimos años, varios centenares de documentos directamente relaciona-
dos con esta investigación. Nuestra primera intención era proceder a un vaciado
exhaustivo de toda la documentación disponible en los protocolos de la época a
estudiar, pero pronto comprobamos —pese a que hoy disponemos de un buen
número de legajos transcritos y publicados— que el objetivo era difícil de abarcar
en un periodo de tiempo razonable. Por ello optamos por consultar todos los lega-
jos de los primeros años del siglo XVI y a partir de 1515-20 proceder a un rastreo de
las actas tomando como base la información que nos ofrecía la bibliografía, el
nobiliario de Canarias o los protocolos ya publicados.
Otras colecciones documentales, además de la procedente de los volúme-
nes correspondientes a las Fontes Rerum Canariarum, nos la proporcionaron los
fondos antiguos de la Biblioteca General de la Universidad de La Laguna. Allí
pudimos consultar un manuscrito que bajo el título «Arboles Genealógicos» copia
a lo largo de 346 folios una serie de genealogías elaboradas por Núñez de la
Peña, a los que el copista añadió lo que denomina «algunos aditamentos de las
mismas familias»10. Hemos de destacar también el expediente elaborado por el
licenciado Antonio Ruiz Bustamante en defensa de los vecinos de Vilaflor con-
tra los herederos del mayorazgo de los Soler11. Este amplio texto nos ofrece

10. Quizás lo más interesante de este manuscrito se encuentra en las últimas 50 páginas ya
que en ellas fray Manuel González Ramos recoge el «abecedario sacado a la letra del
original que se halla en el convento Agustino de La Laguna, que contiene los nombres y
apellidos de las familias de los árboles genealógicos de D. Juan Núñez de la Peña,
cronista general de estas Yslas, y las sitas de los instrumentos con que se conprueban».
Como indica el encabezamiento de este índice, el fraile aporta las fechas y los escriba-
nos en los que muchos de estos individuos otorgaron su carta de dote o testamento y,
aunque contiene algunos errores, nos ha sido de mucha utilidad para la búsqueda de la
documentación que nos interesaba.
11. Véase la obra: Alegato por diferentes ayuntamientos de las bandas del sud de Tenerife, y
por otras corporaciones y personas singulares de varias clases espresando agravios en la
Audiencia Territorial, de la sentencia definitiva del juzgado de Primera Instancia de La
Orotava en el pleito suscitado por el marqués de la Fuente de Las Palmas, sobre reinte-
grar al mayorazgo fundado por el capitán don Pedro Soler y su mujer doña María Cabre-
ra, de que es actual poseedor de distintos terrenos que dicen hallarse apartados de él
desde los tiempos inmediatos a la fundación. Cádiz, 1837. La evolución de los pleitos
suscitados entre los herederos del mayorazgo y los que hubo con los vecinos de Vilaflor
por la ocupación de tierras concejiles se puede seguir en el trabajo de NÚÑEZ PESTANO,
J.R. La propiedad concejil en Tenerife durante el Antiguo Régimen. El papel de una
institución económica en los procesos de cambio social. (Tesis doctoral inédita) La La-

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 16 08/03/2013, 14:07


17

valiosas noticias sobre la formación de una de las más importantes haciendas del
sur de la Isla, cuyos origenes se encuentran en las propiedades acumuladas por
el catalán Pedro Soler tras su matrimonio con Juana Padilla. El pleito que se
originó por la propiedad del mayorazgo que fundaron los Soler lo hemos podido
seguir en un proceso judicial que se conserva en la Real Audiencia de Canarias,
documentación que alberga el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas12.
En definitiva, no podemos quejarnos de la documentación disponible para
el desarrollo de nuestro trabajo, aunque debemos insistir en inconvenientes como
las grandes pérdidas de documentación o la dispersión «tipológica» de los docu-
mentos consultados. Son innumerables los reconocimientos de deudas y esca-
sean las compraventas, los contratos agrarios, las cartas de dote o los testamen-
tos. Dispersión y fragmentación que dificultan la reconstrucción de los hechos
históricos que pretendemos analizar.

1. ¿QUIÉNES Y CUÁNTOS ERAN LOS EXTRANJEROS?

Quizás la primera cuestión a la que tendríamos que hacer frente es aquella


relacionada con la condición de extranjero, es decir, quiénes son y quiénes se
acercan más al concepto que esta palabra tiene hoy en nuestro lenguaje. A medi-
da que avancemos en este trabajo podremos ir comprobando como una buena
proporción de los que se establecen en las Islas llega al Archipiélago después de
una estancia más o menos larga en alguna ciudad castellana (Sevilla, Cádiz,
Málaga, etc.). ¿Cabe, entonces, considerar extranjero a alguien que aún habien-
do nacido fuera del reino quizás ya conoce bien el idioma y las costumbres del
mismo, quizás se haya casado con algún o alguna natural del país, y tal vez sus
hijos hayan decidido permanecer en él? Es más, ¿hasta qué punto en una socie-
dad más dinámica y «abierta» —como lo era la castellana del siglo XV—, acos-
tumbrada a la continua presencia —al menos desde el siglo XI— de avecindados
o transeúntes de distintas partes del mundo, puede considerar como «hombres
extraños» a quienes participan de los mismos intereses políticos o se esfuerzan
en cultivar sus tierras y en cuidar sus ganados?. Y en ese mismo sentido, ¿es
posible aplicar el término de extranjero a muchos de los que repoblaron Cana-

guna, 1989, pp. 409 y ss. Agradecemos al profesor Núñez Pestano la comunicación del
citado expediente, la posibilidad de consultar su tesis doctoral y las sugerencias ofreci-
das sobre este tema.
12. A.H.P.L.P. Fondo Real Audiencia, núm. 5001. Testimonio de la fundación del mayorazgo
de los Soler.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 17 08/03/2013, 14:07


18

rias, teniendo presente que las peculiaridades fiscales, la lejanía geográfica, o la


dinámica económica cimentó la paulatina integración de todos aquellos hom-
bres que aún teniendo distinta procedencia obtenían los mismos derechos e in-
cluso privilegios que ya tenían los naturales del país?.
Pero no acaban aquí los interrogantes. ¿Se pueden considerar extranjeros a
los súbditos de la Corona de Aragón y a los de Navarra?. Sabemos que Aragón
es un reino independiente desde los herederos de Sancho el Mayor y que la
unión con el condado de Barcelona o la conquista de Baleares y Valencia no
alteró la condición que los habitantes de cada uno de esos territorios tenía en los
territorios ajenos. Y también sabemos que la unión entre Castilla y Aragón en
tiempos de los Reyes Católicos fue más un encuentro dinástico que una unión
política, cultural o económica. Lo cierto es que a partir de entonces no se deja-
ron de expedir salvoconductos por parte de la Corona a aquellos de sus súbditos
que necesitaran trasladarse libremente por uno u otro reino13.
Recordemos también que el derecho castellano no disponía de ningún
tipo de legislación de carácter general —ni las Partidas ni el Fuero Real lo
hacían— que regulase de forma sistemática la condición jurídica de los ex-
tranjeros14. Se limita a disponer para cada una de las villas y pueblos del reino
una serie de ordenanzas que recogen los derechos que atañen a los extranjeros,
ya que ni siquiera los privilegios concedidos desde tiempos de Fernando III a
los genoveses afincados en Sevilla eran aplicables al conjunto de los ligures
establecidos en los reinos hispanos.
¿Quiénes son, entonces, los extranjeros?, o mejor aún, ¿a quiénes habre-
mos de considerar como tales?. No teniendo una respuesta segura, lo único cier-
to es que mercaderes, peregrinos o embajadores procedentes de cualquiera de
los países que hoy forman Europa o el norte de Africa fueron vistos siempre
como extranjeros, incluso en el caso de que alguno de ellos tuviera representan-
tes (cónsules o consulados) en alguna de las ciudades del reino. Tampoco nos

13. Que los catalanes son vistos como extranjeros no presentaba dudas ni para los propios
isleños. Sirva de ejemplo la discusión entablada en el Cabildo de Tenerife por el acceso
a regidor de Rafael Fonte, al que los demás miembros del concejo tachaban de ser ex-
tranjero y «no natural de estos reinos de Castilla». Véase SERRA RAFOLS, E. y ROSA
OLIVERA, L. Acuerdos del Cabildo de Tenerife (1514-1518). La Laguna, 1965, vol. III,
doc. núm. 30 (28-7-1514). Fontes Rerum Canariarum, XIII. (En adelante SERRA y DE LA
ROSA, «Acuerdos del Cabildo III»).
14. Sobre la legislación que afectó a los extranjeros y su condición jurídica en los reinos
hispanos medievales pueden verse los trabajos de ÁLVAREZ-VALDÉS Y VALDÉS, M. Evolu-
ción del estatuto del extranjero en el derecho histórico español. Madrid, 1991; GILBERT,
R. «La condición de los extranjeros en el antiguo Derecho español». En Recueils de la
Societé Jean Bodin. Bruxelles, 1958, X, pp. 151-199; y BENITO RUANO, E.: De la alteridad
en la Historia. Madrid, 1988 (sobre todo p. 31 y ss.).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 18 08/03/2013, 14:07


19

sirve considerar como natural de él a todo aquel que tiene la voluntad de perma-
necer de forma definitiva en el reino, fijando su residencia y familia en el mis-
mo. Residir durante varios años, poseer la ciudadanía o el carácter de vecino de
un lugar no era suficiente garantía para perder la condición y consideración de
extranjero. Y en el caso de Canarias, tenemos dos buenos ejemplos al respecto.
El primero corresponde a los miembros de la familia Riverol (Francisco,
Cosme y Juanotto) a los que se les otorgó carta de naturaleza en 1492. El padre
de Francisco ya había conseguido el mismo reconocimiento en tiempos de
Juan II, lo que sin duda nos indica una clara voluntad de permanecer y avecin-
darse en el reino. Sin embargo, hasta su muerte en 1514 nunca se dejó de
considerar a Francisco y a sus hermanos como genoveses pese a que habían
participado en la financiación de la conquista de las Islas o en el levantamien-
to de los primeros ingenios azucareros15. El segundo está relacionado con los
repartos de tierras efectuados en Tenerife tras la conquista y la reforma que de
los mismos se intentó hacer en 1506. Entre las averiguaciones que emprendió
el reformador —Ortiz de Zárate— estaba la de conocer a quién se le había
entregado la tierra repartida por el Adelantado. Para ello preguntó a los testi-
gos «si saben y conoçen que muchas heredades e tierras se han dado por repar-
timiento a estranjeros e non naturales de los Reinos de Castilla». La respuesta
de todos ellos transmite la misma impresión: los denunciados (Mateo Viña,
Cristóbal Ponte, Fernando de Castro, Gonzalo Yanes, Benito Negrón, Luis
Álvarez, etc.) son considerados como extranjeros pese a que muchos de ellos
se han casado y avecindado en la Isla16
Lejos de obtener una respuesta clara, quizás lo más importante sea defi-
nir el matiz sociológico que este asunto pueda tener. En Castilla, y creemos

15. Pese a que fueron muchos los extranjeros que se establecieron definitivamente en las
Islas son muy pocas las cartas de naturaleza que conocemos. En realidad sólo tenemos
constancia documental de cuatro o cinco casos en los que se solicita al Cabildo de
Tenerife la naturalización en el reino (Juan Alberto Giraldin, Bernardo Escarlati, Juan
Folqui, Benito Negrón) aunque es evidente, por el gran número de ellos que aparece
como vecino en los protocolos, que fueron muchos más los que solicitaron y obtuvieron
la carta de naturaleza. Véase SERRA y DE LA ROSA, «Acuerdos del Cabildo III», doc. núm.
46 (20-11-1514) y doc. núm. 50 (11-12-1514). En cualquier caso esta circunstancia no
es una excepción del Archipiélago ya que para el conjunto del reino apenas se conser-
van unos pocos centenares de cartas de naturaleza para los siglos XV y principio del XVI,
lo que está en contradicción con la gran afluencia de población foránea y elinterés que
tienen muchos por naturalizarse con el fin de comerciar legalmente con las Indias. Véa-
se BELLO LEÓN, «Extranjeros», pp. 31-34.
16. SERRA RAFOLS, E. y ROSA OLIVERA, L.: Reformación del repartimiento de Tenerife en
1506. La Laguna, 1963 (vid. pp. 31 a 58). (En adelante SERRA y DE LA ROSA, «Reforma-
ción»).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 19 08/03/2013, 14:07


20

que también en Canarias, van a ser considerados como extranjeros todos aque-
llos que siendo avecindados o transeúntes mantienen una estrecha relación
con la entidad política de origen (Génova, Florencia, Lisboa, etc.) y, sobre
todo, mantienen un alto grado de intercomunicación mediante enlaces matri-
moniales —con un alto grado de endogamia como tendremos oportunidad de
ver—, relaciones económicas o inquietudes religioso-culturales. Tampoco po-
demos olvidar los privilegios fiscales que poseían y que en Canarias tuvieron
escasa aplicación, o el recelo que en determinados momentos hubo hacia ellos.
La imagen que tenían estos individuos ante el resto de la sociedad es la que les
va a otorgar su condición de no nativos del reino.
Dejar en manos de tal ambigüedad los contornos de la definición de extran-
jero podría llevarnos —en el caso de las Islas— a no considerar como tal a
muchos de los que aquí estudiamos. Somos conscientes de que es muy discuti-
ble colocar el apelativo de extranjero a un campesino portugués que en casi nada
se diferencia de otro extremeño o andaluz, y que además son mayoría en deter-
minadas zonas del Archipiélago. Como también lo es aplicarlo a los súbditos
catalano-aragoneses establecidos desde hace tiempo en la Baja Andalucía. Sin
olvidar todo este tipo de consideraciones, y reconociendo que no siempre debe-
ría entenderse como extranjero aquel grupo de población definido por el origen
geográfico de sus miembros, nosotros vamos a detenernos en aquellos que hoy
en día no cabe ninguna duda de su condición foránea (italianos, portugueses,
franceses, etc.), a los que añadimos el grupo catalano-aragonés atendiendo a que
en la realidad social y política del siglo XV y XVI eran considerados como extran-
jeros en el reino de Castilla. Es evidente que a medida que pasaban los años y sus
hijos y familiares fijaban su residencia en las Islas, unido a la tendencia a inte-
grarse con el resto de la población, se iría diluyendo la consideración de extran-
jeros que hacia ellos se pudiera tener.
En otra ocasión ya se han puesto de manifiesto las dificultades que entraña
la realización de un recuento de la población foránea presente en el reino de
Castilla a finales de la Edad Media. Con pequeños matices, esos mismos proble-
mas pueden trasladarse a cualquier intento que se haga para medir el tamaño de
las distintas colonias que se establecieron en el Archipiélago en la transición a
los tiempos modernos. Como es bien conocido en la demografía canaria, los
materiales con los que cuenta el investigador para el estudio de la población del
Archipiélago durante el siglo XVI —y ante la ausencia de las Islas de los diversos
vecindarios de carácter fiscal que se elaboraron para el reino durante la
decimosexta centuria— se limitan a los datos que aportan las Sinodales del Obispo
Arce de 1515, las referencias que aparecen en las descripciones de Gaspar
Frutuoso, Leonardo Torriani, la del regidor tinerfeño Valcárcel y Lugo, o a la
consulta que en 1587 se hizo al prelado de la diócesis canaria sobre el vecindario
de las Islas. Todos ellos, como han demostrado demógrafos e historiadores, se
caracterizan por el escaso rigor de los datos que aportan debido a diversas cir-

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 20 08/03/2013, 14:07


21

cunstancias, como son la ausencia de determinadas zonas geográficas —casi siem-


pre las más alejadas de los centros administrativos— o el silencio sobre algunos
grupos de población como el del clero, el de esclavos o el de extranjeros17.
De ese desalentador panorama tan sólo la isla de Tenerife parece escapar,
dado que para ella se han conservado una serie de documentos en los que se
recoge el recuento de población para el conjunto de la Isla o de determinadas
localidades. Se trata fundamentalmente de las tazmías, elaboradas por orden del
concejo para conocer la producción y cantidad de grano que se almacenaba en
cada una de las viviendas de los que residían en la Isla, lo que obligaba a un
recuento casa por casa de todos los habitantes de villas y pueblos de Tenerife18. A
las tazmías se pueden añadir algunos recuentos de población —como el de 1514
para La Laguna— insertos en los acuerdos del Cabildo o en memoriales eleva-
dos a la Corona19. En todos ellos quedan fuera del cómputo amplias zonas de la
Isla o simplemente se limitan a darnos una cifra general de vecinos, a modo de
resumen, de lo que seguramente fueron detallados recuentos.
¿Qué nos puede aportar este tipo de documentación para evaluar el número
de extranjeros presentes en las Islas por aquellos años?. La verdad es que bas-
tante poco. Si además tenemos en cuenta que todos estos «censos» ofrecen una
visión estática de la población, y que una de las características que definía a los

17. Véanse los trabajos de LOBO CABRERA, M. «La población de Tenerife en el siglo XVI». En
A.E.A. Madrid-Las Palmas, 1987, núm. 33, pp. 379-416; y MACÍAS HERNÁNDEZ, A. «Fuen-
tes y principales problemas metodológicos de la demografía histórica de Canarias». En
A.E.A. Madrid-Las Palmas, 1988, núm. 34, ( vid. pp. 51 a 79).
18. ROSA OLIVERA, L. «Tazmía de Tenerife en 1531». En Instituto de Estudios Canarios. 50
Aniversario. La Laguna, 1982; MORENO FUENTES, F. «Tazmía de la isla de Tenerife en
1552». En A.E.A. Madrid-Las Palmas, 1979, núm. XXV; 1561 (publicada por Núñez de
la Peña) y 1592 (de todas ellas puede verse la referencia bibliográfica exacta en el
trabajo de M. Lobo citado en la nota anterior), se conoce otra de 1540 correspondiente
a la comarca de Buenavista. Esta última fue publicada por MARTÍNEZ GALINDO, P. «Una
tazmía de Buenavista (Tenerife) de 1540». En Serta Gratulatoria in Honorem Juan Ré-
gulo. La Laguna, 1988, vol. III, pp. 573-580. Esta tazmía de 1540 aparece inserta en un
legajo de protocolos lo que sin duda nos indica que a medida que avancen nuestros
conocimientos sobre los fondos notariales de la isla irán apareciendo nuevos recuentos
de población como este de Buenavista.
19. Desgraciadamente no sabemos si se llegó a confeccionar el padrón de mercaderes que el
concejo de Tenerife mandó elaborar en 1522 con motivo de los problemas que planteaba
la recaudación del almojarifazgo y la elevación de sus tipos impositivos. Aunque no hay
ningún indicio en las fuentes que lo confirmen, lo cierto es que si el mencionado padrón
se hizo, sin duda recogería a un buen número de extranjeros ya que muchos de ellos,
como veremos más adelante, se dedicaron de forma casi exclusiva a las actividades
mercantiles. Puede verse este asunto en SERRA RAFOLS, E. y ROSA OLIVERA, L. Acuerdos
del Cabildo de Tenerife (1518-1525). La Laguna, 1970, vol. IV, doc. núm. 319 (21-7-
1522). Fontes Rerum Canariarum, XVI. (En adelante SERRA y DE LA ROSA, «Acuerdos del
Cabildo IV»).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 21 08/03/2013, 14:07


22

extranjeros afincados en el reino era su extraordinaria movilidad geográfica,


podemos concluir que este tipo de registros tan sólo pueden servirnos para ofre-
cer algún dato estimativo sin que ello nos permita acercarnos a los valores reales
de su peso demográfico.
Insistiendo en que la proporción de extranjeros no se mantuvo estable a lo
largo del periodo aquí estudiado, y teniendo presente que su nivel de permanen-
cia o transitoriedad es difícil de medir en unos núcleos cuya orientación econó-
mica —especialmente mercantil— determinaba un gran dinamismo en la pobla-
ción, nos proponemos ofrecer algunas consideraciones sobre la proporción de
extranjeros en el conjunto de habitantes del Archipiélago.
Un primer dato significativo es el procedente del recuento de vecinos de La
Laguna de 1514. En él se da una cifra de 317 casas con una población estimada
de 854 habitantes. De ellos se reconoce la condición de extranjeros a 12 portu-
gueses, aunque sabemos que algunos más también lo eran, como Fernando Yanes,
quizás Ruy Gomes o Jorge y Gonzalo Baes. Nada indica la condición de catalán
o italiano que tienen Rafael Spínola, Mateo Viña, Mateo Carbón, Ceriroles (An-
tonio Cereroles), Gabril Mas, etc., y así hasta 16 ó 17 viviendas que acogen a
algo más de 45 individuos (si entendemos como habitantes a una de las cifras
que aparece junto al nombre de cada uno de los vecinos). En resumen, entre
portugueses y otros extranjeros se registran más de 30 viviendas, es decir casi un
10% de las que por entonces existían en La Laguna.
Otro apunte destacable es el procedente de las actas bautismales que se
encuentran en la parroquia del Sagrario de Las Palmas20. Allí se ha conservado
un primer libro de bautismos que recoge el sacramento desde noviembre de 1498.
Su valor histórico y demográfico es inestimable dado que, entre otras cosas, nos
permite acercarnos a un ritmo cronológico de la presencia extranjera en la ciu-
dad. Pese a las deficiencias que contiene la fuente, este tipo de libros suele pro-
porcionar una información bastante aproximada sobre el origen de los padres o
padrinos que anualmente se acercan a la pila bautismal, y sobre todo no se limi-
tan a ofrecernos la imagen estática del fenómeno que nos dan las tazmías o los
recuentos de población. El estudio que de este libro han realizado M. Lobo y B.
Rivero permite contabilizar aproximadamente 130 individuos que en aquellos
primeros años del siglo XVI llevaban la condición de portugués, catalán, flamen-
co, genovés o francés. Si tenemos en cuenta que la cifra aproximada de pobla-
ción de Las Palmas hacia 1525 era de unos 2.000 habitantes, podría aventurarse
—como lo hacen los mencionados autores refiriéndose sólo a la colonia italia-

20. LOBO CABRERA, M. y RIVERO SUÁREZ, B. «Los primeros pobladores de Las Palmas de
Gran Canaria». En A.E.A.. Madrid-Las Palmas, 1991, núm. 37, pp. 17-95. (En adelante
LOBO y RIVERO, «Los primeros pobladores»).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 22 08/03/2013, 14:07


23

na— que la proporción de extranjeros mantuvo una cifra estable en torno al 10%
ó 15% de la población de la ciudad.
Un tercer dato es el procedente de la tazmía de Buenavista correspondiente
al año 1540. Como en otras ocasiones, el recuento de los vecinos no se acompa-
ña de notas que puedan ayudarnos a conocer su origen étnico, geográfico o de-
dicación profesional. En este caso lo más llamativo es que en toda la relación tan
sólo hay un vecino —Hernán González— que indica su procedencia lusitana,
cuando por otras fuentes (protocolos y libros de datas) sabemos que hubo un
porcentaje muy importante de individuos de aquella procedencia. De Antón Dorta,
Gómez Acevedo, Simón Lorenzo, Pedro Yanes, Ruy Gomes, etc. nada se dice
sobre su origen, aunque sabemos que eran portugueses. Naturaleza que queda
aún más clara en el caso del catalán Gaspar Jorba, yerno del también portugués
Gonzalo Yanes, y el hijo de éste, Bento González. En total, unas 10 casas —de
92 que se registran— que acogen a algo más de 140 personas sobre un conjunto
de 550 habitantes. En definitiva, de nuevo no sería aventurado situar en el 10%
el número de no castellanos que se encuentran en la zona, cifra que aumentaría
si atribuyésemos el origen portugués a nombres como Pedro Yanes, Gonzalo
Yanes, etc. cuyos apellidos rezuman un claro origen lusitano.
Finalmente veamos la posible utilidad que presentan los protocolos notaria-
les como complemento para nuestro análisis «demográfico» de la población ex-
tranjera. En la introducción ya advertimos el considerable número de actas que
reflejan la contratación que normalmente llegaba a los notarios a través de com-
praventas, testamentos, reconocimientos de deudas, etc. El recuento de cada uno
de los extranjeros que allí aparecen arroja un saldo de considerables dimensiones
(vid apéndice), si bien la estimación de su importancia numérica siempre será
relativa ya que la pérdida de documentación o el continuo ir y venir de la pobla-
ción foránea hace que cualquier nómina sólo se acerque de una forma prudente a
la realidad. No obstante, comparar lo que conocemos sobre la evolución de la
cifras de población en el Archipiélago con la amplia nómina obtenida permite
confirmar que el número de ciudadanos de otros paises que en algún momento
residían en las Islas o se avecindaron en ellas fue relativamente importante.
En cambio, estamos mejor informados sobre la distribución espacial de los
distintos grupos establecidos en las Islas. En las tres de realengo, y salvo en el
caso de los portugueses, la mayoría viven en las villas sedes de los concejos
insulares, y en menor medida en las localidades portuarias, inaugurándose así
una ubicación de estas comunidades que se mantendrá de forma ininterrumpida
a lo largo de nuestra historia. Tomando el caso de Tenerife, podemos ver varios
factores que condicionan la residencia y la actividad de estos grupos. La comar-
ca de Aguere reunía en las primeras décadas del siglo XVI algo más del 40% de la
población insular, porcentaje que aunque irá disminuyendo a lo largo de la cen-
turia no deja de situar a La Laguna como capital y como centro de las funciones
administrativas, religiosas y comerciales de la Isla. Tampoco podemos olvidar

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 23 08/03/2013, 14:07


24

que muchas de las tierras situadas en los alrededores de La Laguna y hasta El


Sauzal habían sido repartidas por el Adelantado para beneficiar a su familia, a
varios regidores y a numerosos extranjeros que se establecen en Tenerife. Esa
franja norte de la Isla pronto se convertiría en una extensa zona sembrada de
cereales con la que se abastecía buena parte de la población del Archipiélago.
Por otro lado, el deseo de participar en los círculos de poder que se genera-
ron en torno a los concejos propició que muchos extranjeros se establecieran en
las ciudades con el objetivo de obtener cargos y beneficios que redundasen tanto
en su situación social como económica. No obstante, iremos observando a lo
largo del trabajo como algunos poseían múltiples propiedades distribuidas por
distintos puntos de la geografía de cada una de las Islas, lo que les obligaba a
asentarse en alguno de ellos, que no siempre coincide con aquel donde posee los
bienes y rentas más importantes. Buenos ejemplos de este hecho son los merca-
deres catalanes Jaime Joven o Gabriel Mas.

2. LOS PROCEDENTES DE LA CORONA DE ARAGÓN

El interés de los vecinos de la Corona de Aragón, especialmente de mallor-


quines y catalanes, por la navegación y el comercio hacia el Atlántico Medio se
remonta a las primeras exploraciones de los marinos de aquel reino desde me-
diados del siglo XIV. Fueron los mallorquines los primeros en mostrar su interés
por el Archipiélago. En abril de 1342 el monarca aragonés concedía licencia a
Guillem Pere, primero, y a Francisco Devalers junto a Pere Magra y Bartholomeu
Giges después, para ir a las partes de poniente, a las consideradas como «islas
recién descubiertas». El mismo día que se concedía esta licencia, se otorgaba
otra similar en favor de Bernardo Valls y Guillermo Safont. Diez días después la
obtenía Domingo Gual, que llevaba como tripulantes a Guillem Bossa, Guillem
Descos, Pere Dalmau, Guillem Maimó, Benet Ramón y Johan Paga21. A aquellos

21. En 1960 Antonio Rumeu de Armas recogía en un trabajo exhaustivo toda la documenta-
ción conocida hasta entonces acerca de las expediciones mallorquinas a Canarias (véase
RUMEU DE ARMAS, A. El obispado de Telde. Misioneros mallorquines y catalanes en el
Atlántico. Madrid, 1960). Antes, los trabajos de Elías Serra y Buenaventura Bonet ci-
mentaron el análisis de estas expediciones (véase BONET REVERÓN, B. «Las expediciones
a Canarias en el siglo XIV». En Revista de Indias, núm.18-21. Madrid, 1944-45, pp. 48-
50; y SERRA RAFOLS, E. «Los mallorquines en Canarias». En Revista de Historia. La
Laguna, 1940-41, pp. 195-209. En 1970 el propio A. Rumeu aportaba nuevos documen-
tos del siglo XIV (véase «Mallorquines en el Atlántico». En Homenaje a Elías Serra
Ráfols. Universidad de La Laguna, 1970, tomo III, pp. 259-276. En 1972 Francisco
Sevillano daba a conocer otros documentos que completaban los conocidos hasta enton-

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 24 08/03/2013, 14:07


25

primeros viajes le siguieron varias expediciones a lo largo de las últimas déca-


das del siglo XIV en los que la participación como intérpretes de antiguos escla-
vos traídos desde las Islas demuestra que la llegada al Archipiélago había sido
posible, comenzando a marcar alguna de las pautas —como la captura de escla-
vos— a seguir por otras expediciones hasta el inicio de la conquista.
Las razones de ese interés por el Atlántico Medio hay que buscarlas en las
huellas de la presencia catalana en la Baja Andalucía desde las campañas milita-
res que terminaron con la conquista de Sevilla, y su posterior consolidación a
finales del siglo XIII cuando Alfonso X concede a los catalanes —tras petición de
sus representantes— una serie de privilegios fiscales y comerciales equipara-
bles a los que pocas décadas antes habían obtenido los genoveses. Ya en el siglo
XIV, y tras obtener de Sancho IV la concesión de un barrio propio y la designación
de sus cónsules, las relaciones comerciales y por ende la presencia catalana en la
región, experimentaron un auge creciente, culminando con la participación de la
flota aragonesa en el dominio del estrecho de Gibraltar22.
El tema de la participación de los súbditos de la Corona de Aragón en la
conquista-repoblación del Archipiélago y en el comercio de las Islas con distin-
tas plazas europeas y luego americanas, no ha tenido suficiente repercusión en
nuestra historiografía23. El interés que había despertado Canarias y sus posibili-

ces (SEVILLANO COLOM, F. «Los viajes medievales desde Mallorca a Canarias. Nuevos
documentos». En A.E.A. Madrid-Las Palmas, 1972, núm. XVIII, pp. 27-60. En 1981, A.
Rumeu daba a conocer otro documento sobre la preparación de otra expedición mallor-
quina en 1366, capitaneada por Joan Mora, con el objetivo de desalojar del Archipiélago
a los enemigos de la Corona de Aragón («La expedición militar mallorquina de 1366 a
las Islas Canarias». En A.E.A. Madrid-Las Palmas, 1981, núm. XXVII, pp. 15-25. Por
último, en 1986 el propio A. Rumeu publicaba una nueva edición, revisada y ampliada,
del primero de los libros aquí citados.
22. No obstante, y pese a que suponemos que hubo una importante presencia de súbditos de
la Corona de Aragón en la ciudad hispalense, no son muchas las nóminas que conoce-
mos de los estantes o vecinos en Sevilla. Hay que esperar a los primeros años del siglo
XV para obtener la primera imagen de un grupo de artesanos y mercaderes de origen
catalán, para luego desaparecer nuevamente de la documentación sevillana hasta las
últimas décadas de la centuria. Véase COLLANTES DE TERAN SÁNCHEZ, A. Sevilla en la
Baja Edad Media. La ciudad y sus hombres. Sevilla, 1977, p. 214. (En adelante COLLANTES
DE TERAN SÁNCHEZ, «Sevilla»).
23. Uno de los primeros que se interesó por la presencia catalana en las Islas —además de
los ya mencionadas expediciones mallorquinas— fue MADURELL MARIMON, J.Mª. «No-
tas sobre el antiguo comercio de Barcelona con las Islas Canarias y de Santo Domingo»
En A.E.A. Madrid-Las Palmas, 1957, núm. 3, pp. 563-592. Más próximo a nuestro
objeto de estudio se encuentran los artículos, editados en catalán, del profesor LOBO
CABRERA, M. «Un català a Canàries: Joan Codina, mercader en el comerç europeu i
atlàntic». En II Jornades d’Estudis Catalano-Americans. Barcelona, 1987, pp. 41-55; y
«Catalans de vocació atlántica». En III Jornades d’Estudis Catalano-Americans. Barce-
lona, 1990, pp. 135-149. El primero, centrado en la figura de Joan Codina, y el segundo

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 25 08/03/2013, 14:07


26

dades económicas a finales del siglo XV y principios del XVI quedó reflejada en la
numerosa concurrencia de mercaderes —equiparable en algunos casos a la de
flamencos y algunas comunidades italianas— que se asentaron bien como veci-
nos o bien como estantes desde los momentos iniciales del dominio castellano.
Hasta el punto de que quizás pueda sorprender la relativamente abundante re-
presentación de esta comunidad, sobre todo si lo contrastamos —como ya se ha
indicado— con la escasa participación de los catalanes en el comercio Atlántico
durante la segunda mitad del siglo XV.
La explicación quizás haya que buscarla nuevamente en la situación crea-
da por los mercaderes de aquel reino en la Baja Andalucía y por la superación
de la gravísima crisis económica —a consecuencia de la guerra civil de 1462-
1472— por la que había atravesado el comercio catalán durante este periodo.
En cualquier caso, la documentación y bibliografía que hoy en día conocemos
permiten afirmar que no hubo un abandono total de las relaciones mercantiles
con el Atlántico, ya que sabemos que la conquista de Canarias y la coyuntura
económica promovida por los Descubrimientos fue seguida muy de cerca por
las autoridades y mercaderes —sobre todo por los emigrados a Valencia y
Mallorca— de la confederación.
Como decimos, va a ser, sin duda, su asentamiento en Jerez, Málaga y so-
bre todo Cádiz24 el que explique la presencia de los mercaderes catalanes en
Canarias. Se ha puesto de relieve por numerosos autores el hecho de que quizás
una de las claves más novedosas del despegue económico de Andalucía en el
siglo XV sea el despertar al comercio exterior de muchas de las villas situadas en
el litoral Atlántico o la recuperación de enclaves hasta entonces de segundo or-
den. La expansión por la costa africana y las exploraciones que por entonces

en torno a la familia y actividades de Rafael Font. Es indudable que las escasas huellas
documentales que poseemos para el siglo XV limitan toda posibilidad de análisis, pero
las fuentes barcelonesas (básicamente seguros) y los protocolos notariales (sobre todo
de Tenerife) pueden aportar nuevas vías de información que enriquezcan el panorama
que hasta ahora conocemos.
24. La presencia de los catalanes en los puertos de la Andalucía Bética durante la Edad Media
no cuenta con numerosos estudios. Hay algunas referencias en el trabajo de SÁNCHEZ HE-
RRERO, J. Cádiz. La ciudad medieval y cristiana (1260-1525). Córdoba, 1986 y en la de
SANCHO DE SOPRANIS, H. y LA LASTRA y TERRY, J. Historia de Jerez de la Frontera desde su
incorporación a los dominiso cristianos. Jerez de la frontera, 1965 (vid especialmente
tomos I y II). Para Málaga puede verse el trabajo de RUIZ POVEDANO, J.Mª. «El consulado
catalán de Málaga en época de los Reyes Católicos» En En la España Medieval. Madrid,
1987, núm. 10, pp. 419-444. En cambio, la presencia catalana en los siglos XVII o XVIII e
mucho mejor conocida, sobre todo por los intereses que esta colonia desarrolló en el
comercio americano. Véase a modo de ejemplo el trabajo de MUSET PONS, A. «Cádiz y la
colonia catalana: una nueva aportación», en Actas del II Congreso de Historia de Andalu-
cía. Historia Moderna. Córdoba, 1995, tomo I pp. 503-510.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 26 08/03/2013, 14:07


27

dirigían castellanos y portugueses, repercutieron pronto en toda la costa de la


Baja Andalucía, atrayendo a numerosos mercaderes en busca de nuevos merca-
dos. Los puertos más importantes van a ser los de Sanlúcar, Santa María y Cádiz,
y a ellos acudirán grupos de catalanes que, como tendremos ocasión de compro-
bar, mantuvieron un activo comercio con las Islas, iniciando un largo proceso de
asimilación con la sociedad andaluza y canaria que les llevará de forma asidua a
compaginar su residencia en uno u otro lugar.
Como puede comprobarse en el apéndice, la nómina de los mercaderes,
tratantes, o patrones de navíos que acudieron a las Islas procedentes de la Coro-
na de Aragón es muy amplia, aunque nuestro interés se va a centrar en aquellos
que lograron reunir un amplio patrimonio, y sobre todo en los que por sus víncu-
los familiares o su dominio del comercio descollaron en la sociedad del Archi-
piélago durante la incorporación a la Corona de Castilla.
Comenzamos con Jaime Joven quien junto a Rafael Font, del que luego
hablaremos, fue uno de los principales mercaderes catalanes de cuantos se esta-
blecieron o tuvieron relación con el Archipiélago tras la conquista de las Islas de
realengo. La biografía del que fuera conquistador, jurado, mayordomo y alcalde
mayor de la isla de Tenerife puede ser bien reconstruida gracias a la numerosa
documentación que se ha conservado de sus actividades y negocios, y especial-
mente por su largo testamento25, que nos da una idea de sus bienes y de la ampli-
tud de sus intereses.
Su participación en el repartimiento de tierras en Tenerife se inició desde
los comienzos de la repoblación; primero como escribano que recogió las datas
y luego como uno de los mayores beneficiarios de todo el proceso. La primera
data que conocemos la obtuvo, junto con Pedro de Campos, en mayo del año
1500; por entonces el Adelantado les entregaba 36 fanegas de tierra de riego en
Taganana, además de darles la posibilidad de tomar toda la madera necesaria
para la construcción de unas casas e ingenio de azúcar. No obstante, no va a ser
en la comarca de Anaga donde el catalán reúna sus mayores propiedades. Será

25. Otorgó su testamento ante Bartolomé Justiniano en mayo de 1527, falleciendo un mes
después a la edad de 76 años. Se había casado con Olalla Font, y del matrimonio nacie-
ron Bartolomé Joven, que llegó a ser escribano de la Isla, Jaime Joven, Mateo Joven y
Juana Joven, casada con el lombardo Jácome de Carminatis. Puede verse su largo testa-
mento en GALVÁN ALONSO, D. Extractos de los protocolos del escribano Bernardino
Justiniano (1526-1527). La Laguna, 1990. Fontes Rerum Canariarum, XXIX doc. núm.
1411 (6-6-1527). (En adelante, GALVÁN AFONSO, «Protocolos de Bernardino Justiniano»)
Además del testamento y de las compraventas hemos logrado reunir más de 150 docu-
mentos, entre 1509 y 1514, en los que se reconocen deudas a Jaime Joven por un valor
superior a 1.200.000 maravedís lo que nos puede dar una primera, y buena idea, de su
poder económico. Veánse las notas núm. 80 y 83.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 27 08/03/2013, 14:07


28

entre La Laguna y Tacoronte y Adeje donde Jaime Joven reúna su mayor patri-
monio inmobiliario. Desde 1503 y hasta 1505 obtendrá 215 fanegas en una am-
plia comarca que iría desde lo que llamaban «las cabeçadas de Tacoronte» hasta
la misma villa de San Cristóbal. Estos bienes se verían acrecentados con el heri-
do de molino que obtiene en La Laguna en 1511, con las tierras de riego que
comparte con Antón de Vallejo y Antón de los Olivos en Adeje, y sin duda con
las 100 fanegas que entre su hijo —también llamado Jaime Joven— y su mujer
obtienen en 1513 junto al barranco del Ahorcado26. Finalmente también recibirá
en el repartimiento 150 fanegas de secano en un lugar indeterminado27, siguien-
do una fórmula muy empleada por el gobernador en los primeros años de la
repoblación, consistente en otorgar parcelas en lugares en los que quizás ya se
había concedido otra data, lo que acarreó numerosos problemas debido a la do-
ble adjudicación de una misma suerte.
Por los documentos que conocemos y por la declaración de sus bienes en el
testamento sabemos que Jaime Joven adquirió otras propiedades de cierta im-
portancia en la Isla. Es el caso de las 72 fanegas de secano situadas en Acentejo
que compró a unos indígenas de Gran Canaria28, o los 6 cahíces ubicados en La
Laguna que le vendió Diego Pérez Turiel, así como los solares y casas que ad-
quirió, también en La Laguna, de Juan Benítez, Pedro y Fernando del Castillo e
Inés Martín.
Todo este proceso de acumulación de tierras va a conocer con el transcurso
del tiempo una fragmentación debido a varias circunstancias. Por un lado la
forma de explotación de las tierras, ya que el mercader recurrió al sistema de
complantación y al arrendamiento para poner en cultivo alguna de las parcelas
que poseía en La Laguna29. El mercader no hace sino seguir una práctica,como

26. SERRA RAFOLS, E. Las datas de Tenerife (Libros I a IV de datas originales). La Laguna,
1978, docs. núm. 126; 172; 1109; 1186; 1079 y 1412 (En adelante SERRA RAFOLS, «Las
datas»). En el testamento Jaime Joven declara que su hijo había recibido las 50 fanegas
pasada la Rambla del Ahorcado, camino de La Orotava, a mano izquierda. La propiedad
de estas tierras fueron puestas en cuestión por Diego Riquel, alegando que él y su padre
tenían en ese mismo lugar 80 fanegas. El catalán admite que puede ser verdad, aunque
entiende que la propiedad de Riquel se encuentra un poco antes de llegar a la Rambla,
en la «lomada donde fue ahorcado el guanche».
27. SERRA RAFOLS, «Las datas», data núm. 1337 (20-12-1515). Quizás sean las mismas 150
fanegas de sembradura que declara, según su testamento, poseer en La Laguna y por las
que mantenía un pleito con el concejo de la isla.
28. SERRA RAFOLS, «Las datas», data núm. 1347 (6-12-1516).
29. Aunque no está muy claro el documento de complantación parece ser el caso de las 50
fanegas que entregó en 1506 a Francisco de Malpica. Estas tierras se encontraban en el
camino hacia Santa Cruz, seguramente cerca de la ermita de Gracia, lindando con par-
celas de Mateo Viña (véase A.H.P.T., leg. 2, fol. 164 (19-9-1506). También, leg. 380, fol.
875 (6-11-1514). Arrienda por tres años 40 fanegas que posee en La Laguna para que se
planten en ellas viñas y árboles frutales.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 28 08/03/2013, 14:07


29

veremos en otros casos, muy común entre los grandes propietarios: la cesión de
sus parcelas a arrendatarios para concentrar su interés en obtener las mayores
rentas de sus tierras, procurando evitar la participación en los costos de simiente
y trabajo, y desvinculándose de toda la organización del trabajo agrícola. Por
otro, porque en algún momento antes de 1506 vendió al regidor Lope Fernández
12 fanegas de riego que poseía en La Orotava30, y finalmente porque quizás
habría de entregar a su yerno, Jácome de Carminatis, parte de la hacienda acu-
mulada en concepto de dote por el matrimonio de su hija Juana Joven31.
Uno de sus hijos, el mencionado Jaime Joven, casado con Isabel Quintera y
fallecido a comienzos de la tercera década del siglo XVI (hacia 1520), también
llegó a ser un importante propietario de tierras en la Isla según nos consta por un
pleito que el catalán va a mantener con el concejo de la Isla por la titularidad de
unas tierras que se encontraban junto a la dehesa de La Laguna32. La causa y el
origen de este pleito no lo conocemos, aunque sin duda se trata una vez más de
usurpaciones de tierras comunales aprovechando la confusión de linderos y la
siembra de la dehesa. Las primeras referencias que tenemos a la existencia del
mismo proceden de varios acuerdos del Cabildo correspondientes al año 1526,
si bien por aquel tiempo es posible que el problema se hubiese planteado desde
hacía años ya que los regidores apelaban a los reyes para que les amparase en las
reclamaciones que hacían a Jaime Joven33. Por entonces, las tierras situadas en
los alrededores de La Laguna y su dehesa se habían convertido en las que produ-
cían un mayor volumen de cereales, lo que generó un proceso de acumulación y
usurpación de tierras por parte de los regidores y sus familiares en búsqueda de
unos mayores excedentes que les permitiesen participar en uno de los negocios
más lucrativos como era el de la exportación de cereales. En enero del año si-
guiente se llegaba a un acuerdo con los familiares de Joven mediante el cual
éstos procedían a la venta de las tierras en litigio, en total 222 fanegas de

30. SERRA y DE LA ROSA, «Reformación», pp. 79.


31. Véase recibo de la carta de dote en A.H.P.T., leg. 186, fol. 602 (1-1-1511).
32. Jaime Joven, el mozo, otorgó su testamento el 22 de julio de 1520. Se trata de un breve
documento en el que tras declarar las distintas mandas piadosas, da una relación de los
maravedís que le deben —casi todos correspondiente al alquiler de las casas de su propie-
dad— nombra por albaceas a su cuñado Carminatis y a su mujer, designa como herede-
ros a sus hijos Pablo y Antón y nada dice de sus bienes raíces o muebles. Véase PADRÓN
MESA, Mª. Extractos de los protocolos del escribano Juan Márquez, 1518-1520. La La-
guna, Fontes Rerum Canariarum, doc. núm. 969. (En adelante, PADRÓN MESA, «Protoco-
los de Juan Márquez»)
33. ROSA OLIVERA, L. de la y MARRERO RODRÍGUEZ, M. Acuerdos del Cabildo de Tenerife
(1525-1533). La Laguna, 1986, vol. V. Fontes Rerum Canariarum, XXVI. Cabildo de 8-1-
1526, p. 96 y Cabildo de 5-11-1526, p. 152. (En adelante, DE LA ROSA y MARRERO,
«Acuerdos del Cabildo V»).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 29 08/03/2013, 14:07


30

sembradura según el testimonio presentado por su viuda, pasando a engrosar


desde entonces los bienes de propios del concejo34. Con esta medida el Cabildo
incorporaba unos terrenos que seguramente venían a contrarrestar las ocupacio-
nes clandestinas de tierras comunales que se venían dando desde los primeros
años del siglo XVI y a compensar a unos campesinos que poco a poco iban per-
diendo una zona de pastos debido al impulso roturador que se daba en toda la
comarca de Aguere.
También procedente de Barcelona era el mercader Antón Joven, sobrino del
ya mencionado Jaime Joven. No sabemos en qué año llegó a Tenerife, pero cuan-
do comienza a aparecer en la documentación de la segunda década del siglo XVI
ya se le consideraba vecino de la Isla. Es por entonces, por el año 1514 cuando
recibe un solar de 1,5 fanegas en La Laguna para que pudiera instalar allí sus
tiendas y construir su morada, atendiendo a que ha venido a la Isla con su mujer
e hijos. A partir de ese momento, obtuvo o administró diversas propiedades,
siendo la primera de ellas la que se encontraba en el camino que va a Candelaria,
hacia Geneto, es decir, saliendo de la villa y seguramente próxima a las que ya
poseía su tío35. En La Laguna construirá —parece que a partir de 1521— la que
sería su casa, empleando para su edificación una importante cantidad de piedra,
lo que demuestra la capacidad económica de este mercader ya que el coste de
este material hacía que su empleo en la construcción de viviendas fuera poco
común y, desde luego, privilegio de unos pocos36. También en la comarca de La
Laguna compró unas tierras, casa y ganado a Sancho de Merando por un valor
de 350 doblas de oro, a lo que habría que unir las 20 fanegas que poseía o admi-
nistraba —no aparece claro en la documentación— junto con Antón Fonte en
Tacoronte37. Finalmente va a ser en el valle de La Orotava donde el catalán ad-
quiera y arriende alguna de sus más importantes propiedades. Comenzó reci-
biendo en 1516 veinte y cinco fanegas de secano —había solicitado 100— que

34. DE LAROSA y MARRERO, «Acuerdos del Cabildo V». Cabildo de 25-1-1527, p. 163 y
Cabildo de 29-7-1530, p. 248. También GALVÁN ALONSO, «Protocolos de Bernardino
Justiniano», doc. núm. 1249 (28-4-1527).
35. SERRA RAFOLS, «Las datas», núm. 1081. Véase también SERRA y DE LA ROSA, «Acuerdos
del Cabildo IV», p. 38.
36. PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Márquez», doc. núm. 1922. Acerca de la construc-
ción de viviendas en Tenerife durante estos años puede verse la obra de LARRAZ MORA,
A. La vida cotidiana en Tenerife a raiz de la conquista (1497-1526). La vivienda: tipolo-
gía y sistemas constructivos. Memoria de Licenciatura inédita. La Laguna, 1996.
37. RIVERO SUÁREZ, B. Protocolos de Juan Márquez, 1521-1524. La Laguna, 1992. Fontes
Rerum Canariarum, XXXIII, doc. núm. 566 (21-6-1522) . (En adelante RIVERO SUÁREZ,
«Protocolos de Juan Márquez») y PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Marquez», doc.
núm. 2087 (13-8-1521).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 30 08/03/2013, 14:07


31

luego se verían ampliadas con las 15 de riego que compró, en unión de Antón
Fonte, al regidor Alonso de las Hijas38. En Los Realejos tenía unas tierras de
secano —50 fanegas de sembradura— según consta de la donación que en 1521
hizo de las mismas a Mari Hernández, natural de Gran Canaria, con la que Antón
Joven había tenido dos hijas39. Por esos mismos años arrendaba a María de Abar-
ca, viuda de Hernando del Hoyo,todas las tierras que pertenecían al conquista-
dor en el llamado Traslatadere, nombre que corresponde a una de las más impor-
tantes haciendas de Tenerife, situada en la costa de Los Realejos, junto a tierras
del Adelantado y del portugués Hernando de Castro40. Junto a la Hacienda del
Cuchillo —propiedad de los Castro— compraría la tercera parte de una heredad
de viñas, parrales, huerta, lagar, casa y el agua necesaria para regarlas, que ha-
bían sido de Estéban Báez41. Ya regidor (desde 1520) y progresivamente muy
vinculado a la familia Hoyo42, Antón Joven decide edificar un ingenio en el mis-
mo lugar en donde lo había tenido Hernando del Hoyo, es decir en el Traslatadere.
Para su construcción, el mercader catalán recurre a la asociación con Juan de
Llerena, que por entonces explotaba las cañas que poseían María de Abarca y
Francisco de Mesa en la Rambla de los Caballos43. No obstante, y pese a que
contaban para su empresa con el dinero necesario así como con el agua y ma-
nantiales que Hernando de Castro les arrendó procedentes de su hacienda en la
costa de Los Realejos, no parece que la idea de ambos llegara a prosperar ya que
en 1522 Joven decidía moler sus cañas en el ingenio de El Realejo, propiedad
del Adelantado44. Pocos años después, Antón Joven accedía a la explotación de
una parte de otra de las grandes haciendas del valle, en este caso propiedad del
licenciado Cristóbal de Valcárcel y su mujer Isabel de Lugo. En septiembre de
1527 el genovés Doménigo Rizo arrendaba del citado matrimonio, y por cinco
años, la mitad del ingenio, huertas y tierras de riego que poseían en La Orotava,
además de una importante cabaña ganadera y siete esclavos. A finales del mis-
mo mes Rizo traspasaba la mitad de este arrendamiento a Antón Joven y a Lo-

38. SERRA RAFOLS, «Las datas», núm. 1839; PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Marquez»,
doc. núm. 1348 (15-10-1520).
39. PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Marquez», doc. núm. 2404 (18-12-1521).
40. PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Marquez», doc. núm. 1201 (15-9-1520).
41. GALVÁN ALONSO, «Protocolos de Bernardino Justiniano», doc. núm. 2051 (2-10-1527).
El precio de venta es de 50.000 maravedís.
42. El hijo mayor de Hernando del Hoyo y María de Abarca contrajo matrimonio con
Magdalene Joven, hija del aquí mencionado Antón Joven.
43. Véase RIVERO SUÁREZ, B. El azúcar en Tenerife, 1496-1550. La Laguna, 1991, pp. 74-75.
(En adelante RIVERO SUÁREZ, «El azúcar»).
44. RIVERO SUÁREZ, «Protocolos de Juan Marquez», doc. núm. 491 (27-5-1522) y doc. núm.
776 (10-9-1522).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 31 08/03/2013, 14:07


32

renzo de Palenzuela, lo que permitía al regidor disponer de una mayor produc-


ción de bienes (azúcar y ganado) que comercializar45.
Rafael Fonte es, sin lugar a dudas, el más importante de los catalanes que
mantuvo relaciones con las Islas o se afincaron en ellas. En general, los rasgos
esenciales de su biografía son bien conocidos gracias a la abundante documen-
tación que de él se conserva debido a sus funciones como regidor en Cádiz y
Tenerife y, sobre todo, a la amplitud de sus intereses económicos. Tras residir en
Cádiz, donde también vivían varios de sus familiares y en donde se dedicó al
tráfico de esclavos, al comercio del azúcar y a los seguros marítimos46, Rafael
pasó a la isla de Tenerife hacia 1506, en unos momentos en los que se iniciaba la
reforma de los repartos efectuados por el Adelantado y coincidiendo con la pe-
tición hecha por el concejo para que trajese armas con las que defender la Isla47.
Desde entonces irá tejiendo una maraña de relaciones económicas y personales
con el Adelantado y varios hacendados de la Isla que terminarán por convertirle
en uno de los individuos con mayor influencia en la sociedad isleña.
No obstante, y pese a su importancia social, resulta extraño comprobar como
el origen del patrimonio que acumulará Rafael Fonte no se encuentra, como en
otros casos, en los repartos de tierras efectuados por el gobernador. Y aunque es
probable que hayan desaparecido, lo cierto es que sólo conocemos una data en-
tregada al mercader catalán, en éste caso un modesto solar que en 1517 va a

45. GALVÁN ALONSO, «Protocolos de Bernardino Justiniano», doc. núm. 1921 (11-9-1527) y
doc. núm. 2039 (30-9-1527).
46. Una de las mejores muestras de la capacidad económica que desarrolló la familia Fonte
en Cádiz nos la ha proporcionado recientemente el profesor Alfonso Franco en su traba-
jo La Isla de León en la Baja Edad Media, Cádiz, 1995. (En adelante FRANCO SILVA, «La
isla de León»). En él se nos dice que en 1510, tras pasar por una serie de dificultades
económicas, el duque de Arcos, don Rodrigo Ponce de León, solicitó licencia a la Coro-
na para poder vender bienes de su mayorazgo, entre los que se encontraba la isla de
León. Así, en 1516 el duque procedía a sacar en pública subasta la mencionada isla; fue
entonces cuando los hermanos Fonte (Miguel y Rafael) se hicieron con la propiedad de
la Isla, sus rentas y tributos —excepto el castillo y la jurisdicción sobre los habitantes de
la Isla— por un precio de 825.000 maravedís, con el compromiso de devolver la propie-
dad si don Rodrigo entregaba la cantidad satisfecha por los Fonte. Tras un proceso de
varios años en los que esta familia (junto a otros catalanes establecidos en Cádiz) se
había ido forjando un puesto en el seno de la oligarquía local, los Fonte lograban conver-
tirse en señores del término territorial de la isla, lo que unido a sus negocios, les facili-
taría la entrada en el gobierno de la ciudad de Cádiz primero, para, más tarde, entrar
como caballeros veinticuatro del concejo jerezano.
47. SERRA RAFOLS, E. Acuerdos del Cabildo de Tenerife (1497-1507). La Laguna, 1948, vol.
I, pp. 108 (17-8-1506). Fontes Rerum Canariarum, IV. (En adelante SERRA RAFOLS, «Acuer-
dos del Cabildo I»)

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 32 08/03/2013, 14:07


33

recibir en La Laguna junto a otros que también obtienen sus hijos48. Para enton-
ces este catalán era ya uno de los más importantes hacendados de la Isla, puesto
que a lo largo de los años anteriores había procedido a la compra de una serie de
parcelas a las que habría que añadir los ingenios que llegaron a sus manos a
causa del impago de ciertos préstamos que había hecho al Adelantado.
Las primeras compras de tierras de las que tenemos constancia las hizo
entre 1510 y 1511 al adquirir de Diego de San Martín un total de 247,5 fanegas,
casi todas ellas de regadío, en el valle de La Orotava, a lo que habría que añadir
un majuelo que había pertenecido a Pedro de Lugo y un cercado que fue de
Pedro Coello, de los que desconocemos sus dimensiones, y que en el momento
de la venta eran del citado San Martín49. El origen de estas ventas hay que bus-
carlo en las relaciones que desde 1506 inició el madrileño con Rafael Fonte. En
ese año San Martín arrendaba al duque de Medina Sidonia el ingenio que éste
poseía en La Orotava por un periodo de nueve años y una renta de 600 arrobas
de azúcar anuales. En ese mismo año contraía las primeras obligaciones con
Rafael Fonte, comenzando un progresivo endeudamiento que obligó a San Mar-
tín a vender primero 187 fanegas, algunos esclavos y ganado —por un valor de
920.000 maravedís— y pocos meses después otras 60,5 fanegas, en este caso
por 162.500 maravedís. Una idea del volumen de deudas contraídas hasta enton-
ces nos la puede dar la relación de acreedores a los que Fonte había pagado en
nombre de Diego de San Martín50:

48. SERRA RAFOLS, «Las datas», núm.1804 (16-11-1517). En La Laguna ya poseía desde
hacian tiempo una casa y solar, además del que ya había comprado a Pedro Martín (vid.
A.H.P.T. leg. 187, fol. 72 [29-12-1512]).
49. A.H.P.T. leg. 186, fol. 452, aunque la escritura esta muy deteriorada y no lleva fecha,
sabemos por un documento que se adjunta a la misma que Rafael Fonte tomó posesión
de las tierras que le vendió San Martín el 30 de julio y el 7 de agosto de 1510; y CLAVIJO
HERNÁNDEZ, F. Protocolos de Hernán Guerra, 1510-11. Tenerife, 1980. Fontes Rerum
Canariarum, XXIII. Doc. núm. 1554 (17-10-1511). (En adelante CLAVIJO HERNÁNDEZ, «Pro-
tocolos de Hernán Guerra»). Diego de San Martín, natural de San Martín de Valdeiglesias
(Madrid) también fue uno de los grandes propietarios de la Isla, no sólo por las numero-
sas datas que obtuvo —pese a no ser conquistador— sino especialmente por la gran
cantidad de pequeñas parcelas que adquirió de numerosos vecinos de La Orotava y La
Laguna.
50. Véase nota anterior. El documento está muy deteriorado e incompleto por lo que la
relación de acreedores que aquí se da seguramente no era sino una parte de los que
entonces tenía Diego de San Martín. Ya en 1509 Diego reconocía que debía a Rafael
Font 205.333 maravedís por distintos conceptos (vid. A.H.P.T., leg. 185, fol. 471 [8-5-
1509]); también en noviembre y diciembre de 1510 reconoce deber al catalán 136.670
maravedís por ropa y mercancías que de él había recibido (vid. A.H.P.T., leg. 186, fol.
418 (30-11-1510) y fol. 420 (5-12-1510).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 33 08/03/2013, 14:07


34

NOMBRE PROFESIÓN CANTIDAD

Juan de la Fuente Mercader de Sevilla 297.769 mrs.


Antón Martín de Castilleja 30.652 mrs.
Francisco López 20.000 mrs.
Pero García 28.000 mrs.
Cristóbal Ruiz 13.000 mrs.
Juan Ruiz de Requena 10.000 mrs.
Godoy Calero 12.000 mrs.
Jácome de Caçaña 26.000 mrs.
Pero Gómez Trabajador 4.000 mrs.
Alonso Velázquez 22.000 mrs.
Francisco Sepúlveda 12.000 mrs.
Juan Benítez 6.000 mrs.
Mateo Viña 6.000 mrs.
Alonso Desburgador 10.000 mrs.
Alonso Prensero (¿) 8.000 mrs.
Jaime Joven 26.000 mrs.
Bartolomé González 13.000 mrs.
Fernad Darias 11.000 mrs.
Jaime Joven Otros 20.000 mrs.
Alonso Gallego Herrero 10.500 mrs.

La situación de San Martín no hizo sino empeorar cuando en 1510 tomaba


a censo perpetuo las 187 fanegas que Fonte le había comprado, a cambio de lo
cual tendría que pagar una renta anual de 368 arrobas de azúcar. Este proceso de
endeudamiento y la escasa rentabilidad de la hacienda concluye en 1513 cuando
el duque le vendió el ingenio y 44 fanegas de riego al mercader catalán. Rafael
Fonte adquiría su primer ingenio en la Isla, dejando su administración en manos
de otros catalanes, primero Jaime Joven y más tarde Luis de Jorba51.

51. Sobre estos último véase lo que dice RIVERO SUÁREZ, «El azúcar», pp. 47-49. Es sorpren-
dente comprobar como, pese a las dificultades por las que pasaba San Martín, éste tenía
aún capacidad para comprar tierras; y así lo hizo en 1512 cuando adquirió de Pedro de
Vergara 9 fanegas de secano en La Orotava (véase A.H.P.T., leg. 187, fol. 256 (28-5-1512).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 34 08/03/2013, 14:07


35

Pero quizás las que serían sus haciendas más importantes en la Isla las ob-
tuvo Rafael Fonte del Adelantado cuando éste se vio obligado a venderle a Ra-
fael y a su hermano Miguel los ingenios y tierras que el gobernador poseía en
Garachico e Icod tras haber contraído con los catalanes dos gigantesca deudas,
una de 3.252.000 maravedís y otra de 500.000 ducados52. Pese a la venta realiza-
da, la posesión del ingenio de Icod siempre le fue contestada por el Adelantado,
lo que le llevó a mantener una serie de pleitos con Rafael Fonte que tuvieron su
plasmación más violenta cuando en 1520 el gobernador intentó apropiarse de la
producción de azúcar y desalojar del ingenio a los trabajadores de Fonte53.
Además de estas tierras en La Orotava, Icod y Garachico también poseía
otras parcelas en Tacoronte —25 fanegas54— y La Laguna. En 1512 adquiría de
Pedro de Párraga unas huertas, noria y aparejos correspondientes en La Laguna,
y en 1513 compraba a Francisco de Corvalán 25,5 fanegas de riego55 en La
Orotava, seguramente próximas a las que había comprado en 1511.
El caso de Gaspar de Jorba56 es otro ejemplo de como el matrimonio pro-
porcionó a algunos extranjeros un acceso rápido a un patrimonio de considera-
ble importancia. Su enlace con Inés Borges, hija del portugués Gonzalo Yanes,
puso en sus manos 100 fanegas de tierra de secano en la comarca de Daute, junto
a otra parcela situada en el Palmar y otros bienes que completaban una dote

52. A.H.P.T., leg. 185, fol. 802; GONZÁLEZ YANES, E. y MARRERO RODRÍGUEZ, M. Protocolos
de Hernán Guerra, 1508-10. La Laguna, 1958. Fontes Rerum Canariarum, VII, doc. núm.
970 (26-10-1508). (En adelante, GONZÁLEZ y MARRERO, «Protocolos de Hernán Gue-
rra»); CLAVIJO HERNÁNDEZ, «Protocolos de Hernán Guerra», doc. núm. 1556 (18-10-
1511).
53. MARTÍNEZ GALINDO, P. Protocolos de Rodrigo Fernández, 1520-26. La Laguna, 1988.
Fontes Rerum Canariarum, XXVII. Doc. núm. 133 (28-6-1520). (En adelante MARTÍNEZ
GALINDO, «Protocolos de Rodrigo Fernández»); COELLO GÓMEZ, M.I. y RODRÍGUEZ GON-
ZÁLEZ, M. y PARRILLA LÓPEZ, A. Protocolos de Alonso Gutiérrez, 1522-25. Tenerife, 1980.
Fontes Rerum Canariarum, X. Doc. núm. 1356 (25-1-1524).( En adelante COELLO y RO-
DRÍGUEZ y PARRILLA, «Protocolos de Alonso Gutiérrez»).
54. Estas 25 fanegas quizás son las que compró en 1512 al regidor Jerónimo Valdés por un
valorde 110.000 maravedís (vid. A.H.P.T., leg. 187, fol. 265 [9-8-1512]).
55. A.H.P.T., leg. 5, fol. 219 (21-7-1512) y leg. 189 (12-11-1513). Las huertas de La Laguna
alcanzan un precio de 30.000 maravedís y las tierras de La Orotava en 76.500 maravedís,
RIVERO SUÁREZ, «Protocolos de Juan Marquez», doc. núm. 901 (1-10-1522).
56. Gaspar de Jorva, hijo de Lluis Jorva e Isabel Jorva, naturales de Barcelona, poseía en la
ciudad condal una torre rodeada de una heredad de viñas, tierras de cereales y montuosa,
además de ejercer o disfrutar del título de «escribano del Sacramental de Cataluña». En
1527, asentado ya en la isla desde hacía tiempo, entregaba estas propiedades a sus her-
manos para que las administrasen a cambio del pago de unos censos y tributos, y del
compromiso de acrecentar y mejorar la hacienda (véase GALVÁN ALONSO, «Protocolos de
Bernardino Justiniano», doc. núm. 1631 (1-8-1527).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 35 08/03/2013, 14:07


36

próxima a la nada despreciable cifra de un millón de maravedís57. Había llegado


a la Isla hacia 1518-20 y al poco tiempo adquiere en el valle de Santiago 24
fanegas de secano y quizás 21 en Tacoronte, ya que por estas últimas recibía en
1523 una renta anual de 30 fanegas de trigo58. Al establecerse en la comarca de
Daute compra varias casas en San Pedro, junto a la vivienda y el cercado de los
genoveses Silvestre Pinelo y Cristóbal de Ponte59. Por entonces ya habían co-
menzado las relaciones económicas entre el catalán y su futuro suegro. Al me-
nos desde 1521 administraba junto a Gaspar de Silva, hijo de Gonzalo Yanes, el
ingenio que éste último poseía en Daute60, situación que se prolongaría cuando
en 1531, tras la muerte del portugués, Paula Font le entrega en arrendamiento la
hacienda por un periodo de nueve años y una renta de 1.000 ducados de oro61.
Culminaba un proceso de varios años en el que Jorba se había dedicado al crédi-
to y a la venta de todo tipo de mercancías, especialmente de cereales.
A finales de nuestro periodo de estudio, se encuentran en Tenerife dos cata-
lanes que también llegaron a conformar un importante patrimonio, con la parti-
cularidad de que en ambos casos sus propiedades se van a concentrar en zonas
alejadas de La Laguna y que hasta entonces habían permanecido un tanto al
margen de la repoblación: Masca y Adeje. En ambas la colonización fue tardía y
llena de dif icultades debido a las condiciones orográf icas, climáticas y
edafológicas de las citadas comarcas. Pero lo que en principio era un retraso
para la formación de distintos núcleos de población, fue aprovechado por algu-
nos mercaderes y hacendados para conformar un amplio patrimonio semejante
al que podían tener algunas familias en el norte de la Isla. Se trataba de tierras
que hasta entonces no habían sido explotadas y de lugares donde la imprecisión
de los linderos permitía la ocupación más o menos clandestina de importantes
superficies.

57. GALVÁN ALONSO, «Protocolos de Bernardino Justiniano», doc. núm. 19 (8-1-1526). Tras
la muerte de Inés, Gaspar Jorva contrajo nuevo matrimonio, en este caso con Francisca
Sabcedo, nieta del mencionado Gonzalo Yanes.
58. SERRA RAFOLS, «Las datas», núm. 1329 (23-8-1521); RIVERO SUÁREZ, «Protocolos de
Juan Marquez», doc. núm. 2064 (18-11-1523).
59. MARTÍNEZ GALINDO, «Protocolos de Rodrigo Fernández», doc. núm. 404 (17-6-1521);
doc. núm. 1042 (4-1-1523); doc. núm. 1247 (15-2-1524) y doc. núm. 1351 (5-9-1524).
60. MARTÍNEZ GALINDO, «Protocolos de Rodrigo Fernández», doc. núm. 483 (6-9-1521 y
doc. núm. 430 (30-6-1521).
61. RIVERO SUÁREZ, «El azúcar», pp. 62-63. Las relaciones con los Font también venías
desde hacía tiempo ya que Paula, viuda de Rafael Font, había otorgado a Gaspar Jorva,
a principios de los años veinte, un poder general para que administrase sus bienes y
asuntos. Véase RIVERO SUÁREZ, «Protocolos de Juan Marquez», doc. núm. 1205 (28-11-
1522).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 36 08/03/2013, 14:07


37

Un buen ejemplo de esta circunstancia lo tenemos en el proceso de forma-


ción de la hacienda del mercader catalán Pedro Soler. Los origenes de su patri-
monio y del mayorazgo que llegaron a fundar sus herederos en el lugar de Vilaflor
nos son bien conocidos ya que se ha conservado numerosa documentación rela-
cionada con los pleitos a los que tuvieron que hacer frente los herederos del
mayorazgo. Pedro Soler, que se encuentra en la Isla al menos desde los primeros
años de la tercera década62 del siglo XVI, accedió a un importante patrimonio
cuando contrae matrimonio con la hija de Juan Martínez de Padilla. El enlace
con Juana Padilla63 permitirá al catalán disponer de la importante hacienda que
su suegro había formado en torno al barranco de Chasna tras adquirir una serie
de datas que se habían entregado por el Adelantado en torno al mencionado
barranco. El origen de esta hacienda hay que buscarlo en la data que el goberna-
dor concedía conjuntamente a Andrés Suárez Gallinato, Jerónimo Valdés, Fran-
cisco de Espinosa y Guillén Castellano, del río y arroyo de agua, junto a las
tierras que puedan aprovechar, situadas en lo que los aborígenes llamaban Chasna,
frontera entre los reinos de Abona y Adeje. En 1508 los propietarios, más intere-
sados en sus propiedades del norte de la Isla, traspasan a Sancho de Vargas la
data. Tras la muerte del que llegaría a ser regidor y alcalde mayor, los herederos
de Vargas vendían en 1525 —por 15.000 maravedís— a Juan Martínez lo que ya
era una amplia hacienda que no hizo sino aumentar con la excusa de unos límites
imprecisos y el subterfugio de una serie de obras de canalización de aguas que
permitió a los Soler incorporar tierras desde la cumbre hasta el mar. Cuando el
29 de agosto de 1602 el nieto de Pedro Soler y su mujer (el regidor Pedro Soler
y María Cabrera) instituyen mayorazgo a favor de su hijo con sede en el
heredamiento de Vilaflor, el patrimonio acumulado por los Soler en aquella lo-
calidad se componía de algo más de 2.000 fanegadas de tierra cultivable, una
superficie indeterminada de tierra montuosa, tres cuartas partes de las aguas de
riego del mencionado barranco, 900 fanegas más de tierra cultivada en las zonas
de El Pajonal, Arona y Altavista, y una importante cantidad de huertas, solares y
casas que poseían a tributo diversos vecinos del lugar.

62. En 1524 compraba a Diego de Ochoa unas casas y corral en La Laguna, lindantes con la
vivienda del que más tarde sería su suegro, Juan Martín Padilla. Véase COELLO y RODRÍ-
GUEZ y PADILLA, «Protocolos de Alonso Gutiérrez», doc. núm. 1602 (7-7-1524).
63. Del matrimonio nacieron seis hijos: Gaspar Soler, casado con Jacobina de Arguijo; Jua-
na, casada con Luis Carrillo de Albornoz; Pedro, beneficiado de la parroquia de Los
Remedios de La Laguna; Baltasar, emigrante a Indias; Isabel, casada con el licenciado
Albornoz; y Juana, mujer de Rodrigo Hernández Lordelo. Además, Pedro Soler tuvo
una hija natural, también llamada Juana, que contrajo matrimonio con Juan Monsalve.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 37 08/03/2013, 14:07


38

El otro caso se da en el valle de Masca, donde el mercader Juan Asensio64


iniciará a partir de 1531 un proceso de concentración de tierras y aguas, que
comenzó con la compra a Diego Álvarez de una «heredad con toda su agua» y a
Juan de Boniga de todas sus tierras de regadío y secano. Al año siguiente com-
praba a los nietos del mencey de Adeje (don Diego) unas tierras de regadío que
pronto dedica a la plantación de viñas65 No obstante, aquel proceso de concen-
tración de la propiedad que el catalán llevó adelante va a conocer el fenómeno
inverso cuando en la segunda mitad de la centuria Juan Asensio proceda, prime-
ro a la cesión en enfiteusis de una parte de sus dominios, y después a la división
de su hacienda entre los hijos de sus dos matrimonios. Y aunque durante las
últimas décadas del siglo las propiedades permanecieron dentro de la familia
Asensio —pese a las múltiples compraventas— ya en los últimos años del mis-
mo y en los primeros del siguiente, lo que había sido una gran propiedad de
regadío se ha transformado en varias parcelas, pequeñas y medianas, que
detentaban los herederos de Juan Asensio.
A medio camino entre Gran Canaria y Tenerife repartían sus intereses la
familia catalana de los Mas, siendo sus máximos representantes Gabriel Mas y
su sobrino Miguel Juan Mas. El primero, casado con Ana Gutiérrez, hija de
Guillén Castellano, y el segundo con María Perdomo hermana de aquélla. Am-
bos poseían o gestionaban numerosas parcelas de tierras en distintos puntos de
las Islas: en Telde, donde tenían a tributo el ingenio, tierras y aguas propiedad de
Gonzalo de Jaraquemada66; en Tacoronte, donde poseían unas tierras que habían
comprado a Lope de Arceo67; en La Orotava, junto a la dehesa de San Sebastián,
tenían 30 fanegas de tierra que destinaban al cultivo de cereales68; en Tegueste
poseían 36 fanegas de sembradura y un majuelo cercado69; en Los Realejos,

64. Las primeras referencias que tenemos de él datan de los años veinte del siglo XVI y le
situan como factor del también catalán Garpar de Jorba (véase MARTÍNEZ GALINDO, «Pro-
tocolos de Rodrigo Fernández», doc. núm. 1421 (22-12-1524).
65. Véase RODRÍGUEZ YANES, J.M. El agua en la comarca de Daute durante el siglo XVI. Santa
Cruz de Tenerife, 1988, pp. 41-45.
66. LOBO CABRERA, M. Protocolos de Alonso Gutiérrez (1520-1521). Tenerife, 1979. Fontes
Rerum Canariarum, XXII. Doc. núm. 153 (16-1-1520) (En adelante LOBO CABRERA, «Pro-
tocolos de Alonso Gutiérrez») y GALVÁN ALONSO, «Protocolos de Bernardino Justiniano»,
doc. núm. 1068 (13-3-1527).
67. PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Marquez», doc. núm. 1923 (18-6-1521).
68. RIVERO SUÁREZ, «Protocolos de Juan Marquez», doc. núm. 1971 (20-10-1523).
69. COELLO y RODRÍGUEZ y MARTÍNEZ, «Protocolos de Alonso Gutiérrez», doc. núm. 1155
(18-10-1523); RIVERO SUÁREZ, «Protocolos de Juan Marquez», doc. núm. 1373 (16-1-
15239 y doc. núm. 1077 (3-10-1522) y PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Marquez»,
doc. núm. 181 y 182 (31-8-1519).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 38 08/03/2013, 14:07


39

donde compraron 12 fanegas a Hernando y Agustín de León70, y finalmente en


la zona de Candelaria y «montaña de Taze» donde Gabriel Más había recibido
220 fanegas durante el repartimiento71.
Sobre el resto de catalanes afincados en Gran Canaria durante esta época y
sobre las propiedades que llegaron a poseer es muy poco lo que sabemos. En
número, parece que guardaban una proporción algo menor a la de Tenerife, aun-
que no podemos olvidar que los escasos protocolos conservados impiden ofrecer
una imagen aproximada de este grupo. Del primero que tenemos referencia es de
un tal Juan de Barcelona, elegido como personero del concejo y confirmado72 en
su puesto en 1499. En las primeras décadas del siglo XVI parece que fueron los
miembros de la familia Pons los que desplegaron una mayor actividad económica,
lo que sin duda les llevaría a la compra de tierras y casas. De ellos, el conocido
como Antonio Ponce (Antoni Pons) fue el primero —después de 1515— que pasó
a la Isla procedente de Sevilla. Sus relaciones mercantiles con Cádiz, Málaga o
Sevilla queda de manifiesto en los poderes que recibe u otorga para cobrar deudas
en las mencionadas ciudades73, así como la participación de alguno de sus familia-
res —Cristóbal Ponce— en la exportación de vino y harina hacia las Indias. Por lo
demás, tan sólo tenemos un caso en el que se documenta la propiedad de algunas
tierras en Gáldar. Se trata de las que tiene Juan de Montserrat, por las que en 1518
recibía una renta anual de 36 fanegas de trigo. Quizás los hermanos Rafael y Mi-
guel Font llegaron a poseer —al menos temporalmente— cuatro suertes que Mar-
tín de Vera y su mujer hipotecaron en el heredamiento de Moya por una deuda de
200 ducados de oro, pasando los catalanes a administrar dichos bienes mientras no
fuera devuelta dicha cantidad74.
También a finales de nuestro periodo de estudio se encuentra en Gran Ca-
naria el que quizás sería el catalán más importante de cuantos se afincaron en
aquella isla. Nos referimos a Joan Codina, del que conocemos muchos aspectos
de su biografía gracias al ya mencionado trabajo del profesor M. Lobo. Origina-
rio de Vilafranca del Penedès, llegó a la Isla a mediados de la cuarta década del
siglo XVI. Desde el Archipiélago se dedicó al tráfico de esclavos, al comercio

70. PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Marquez», doc. núm. 1325 (10-10-1520).
71. SERRA RAFOLS, «Las datas», núm. 1042 (1-12-1513) y MORENO FUENTES, F. «Las datas
deTenerife (Libro Primero de datas por testimonio)». La Laguna, 1992, p. 200 (20-4-
1514).(En adelante MORENO FUENTES, «Las datas...testimonio»)
72. AZNAR VALLEJO, E. Documentos canarios en el Registro General del Sello (1476-1517).
La Laguna, 1981. Fontes Rerum Canariarum, XXV. Núm. 454. (En adelante AZNAR VALLEJO,
«Documentos»).
73. A.H.P.L.P., leg. 733, fol. 270 (22-9-1517); leg. 736, fol. 193 (7-6-1524).
74. A.H.P.L.P., leg. 734, fol. 97 (6-5-1519) y fol. 143 (6-6-1519).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 39 08/03/2013, 14:07


40

entre las Islas y Cádiz, y sobre todo a la exportación hacia las Indias, lo que le
permitió alcanzar una posición de privilegio dentro de la sociedad grancanaria
que no hizo sino afirmarse cuando contrajo matrimonio con María Mayor de
Jaraquemada.
Además de los aquí reseñados, el número de catalanes afincados en las
Islas fue muy numeroso. Los ejemplos podrían multiplicarse: desde un Mateo
Juan Carbón75, mercader que aparece en numerosos documentos de los primeros
años del siglo XVI comprando y vendiendo todo tipo de mercancías, hasta la
familia de los Salavert —Bartolomé, Andrés y Juan— que hacia los últimos
años de nuestro periodo de estudio habían desarrollado tal cantidad de negocios
que a la muerte de Bartolomé de Salavert aparecen en sus libros de cuentas más
de 75 personas que sólo en la isla de Tenerife le debían cerca de medio millón de
maravedís76. Volveremos sobre todos ellos cuando analicemos las importantes
compraventas de esclavos que realizaron o estudiemos las estrechas relaciones
comerciales que mantuvieron con Cádiz y Sevilla.

3. LOS ITALIANOS (LOMBARDOS Y FLORENTINOS)

En la introducción a este trabajo ya señalábamos que no nos íbamos a ocu-


par de la que sin duda fue la más importante de las colonias que se establecieron
en Castilla durante la Baja Edad Media: la genovesa, que se encuentra en el reino
al menos desde el siglo XII, y que poco a poco van penetrando en Cádiz, Sevilla,
Jerez desde donde irradian sus intereses económicos y participan en las empre-
sas que Portugal o Castilla abren en Azores, Madeira, Canarias, La Mina o Cabo
Verde. Nuestra intención es acercarnos a otras dos comunidades, la lombarda y
la florentina —en Canarias no hemos encontrado presencia veneciana— con la
intención de completar la visión que tenemos de los italianos en el Archipiélago
tras los minuciosos estudios que se han dedicado a los genoveses.

75. Casado con Ana Serrana (pueden verse referencias a su dote en A.H.P.T., leg. 3, fol. 451,
13-10-1510), su fortuna parece que vino a menos ya que en el testamento de Jaime
Joven éste declaraba que Mateo le debía cierta cantidad de dinero, pero que al estar
pobre ordena que no le sean demandados. Hacia mediados de siglo sus hijos Melchora
Carbón y Gaspar Carbón, vivían en La Gomera. Véase PÉREZ HERRERA, E. Alonso Her-
nández, escribano público de Las Palmas, 1557-1560. Estudio diplomático, estractos e
índices. Las Palmas, 1992, doc. núm. 1 (11-12-1557).
76. GALVÁN ALONSO, «Protocolos de Bernardino Justiniano», doc. núm. 1777 (22-8-1527) y
doc. núm. 2230 (5-11-1527).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 40 08/03/2013, 14:07


41

3.1. Lombardos

Pese a que en los últimos años del siglo XV Milán y otras plazas lombardas
(Mantua, Pavía, Piacenza, etc.) conocieron un crecimiento económico gracias a la
exportación de sus manufacturas (armas, terciopelos y otros paños finos) a nume-
rosos mercados europeos, lo cierto es que su fortuna comercial no podía compa-
rarse con la de Venecia, Génova o Florencia, por entonces los mayores beneficia-
dos no sólo del comercio con Levante y la redistribución de sus productos por toda
Europa sino especialmente por la utilización de la gran ruta marítima que a través
del Estrecho de Gibraltar les unía a la Baja Andalucía, Inglaterra o Flandes. Tam-
poco podemos olvidar que la ciudad más importante de la región —Milán— su-
frió en numerosas ocasiones las consecuencias de la política expansiva, tanto de la
corona de Aragón en tiempos de Alfonso V, como la de los momentos de lucha por
el dominio de Italia entre los Reyes Católicos y la corona francesa. Así pues, no es
extraño que la representación lombarda sea más bien escasa dentro de la numerosa
y pujante presencia italiana en la península Ibérica.
La documentación que hoy en día conocemos nos muestra unas relaciones
muy irregulares entre las plazas lombardas y la España del siglo XV. Lo más impor-
tante de sus intercambios y encuentros se hacía en Valencia y Sevilla. En la prime-
ra de estas ciudades la comunidad lombarda era la más numerosa de entre las
italianas que se encontraban en la urbe a comienzos de la centuria, hasta el punto
de poseer en la misma una capilla edificada en el monasterio de San Francisco77.
En Sevilla los milaneses, al igual que los genoveses, aún poseían a finales del siglo
una lonja propia, conocida a través de un documento en el que se denunciaba su
ocupación por parte de algunas personas. A juicio del profesor Antonio Collantes
esta lonja era la misma que ocupaban los placentines, situada en la actual calle de
su mismo nombre; la escasa nómina de mercaderes milaneses que hoy en día co-
nocemos y el hecho de que el edificio fuera vendido en 1480 demuestra la progre-
siva decadencia de la colonia lombarda asentada en la ciudad78.

77. Véase GUIRAL-HADZIIOSSIF, J. Valencia, puerto mediterráneo en el siglo XV (1410-1525).


Valencia, 1989, pp. 513-514.
78. Véase COLLANTES DE TERAN SÁNCHEZ, A., «Sevilla», p. 217. El documento en el que se
denuncia la ocupación de la lonja fue publicado por CARANDE, R. y CARRIAZO, J. M.
Tumbo de los Reyes Católicos. Sevilla, 1929, tomo I, doc. núm. 24. Quizás el mejor
ejemplo de esta escasa presencia en la ciudad la proporciona Enrique Otte cuando al
analizar los protocolos notariales sevillanos entre 1489 y 1515 tan sólo ha encontrado a
dos lombardos (Francesco Gorricio y Melchiore Gorricio) de entre algo más de 450
italianos localizados durante este periodo. Véase OTTE, E. Sevilla y sus mercaderes a
fines de la Edad Media. Sevilla, 1996, pp. 184-193.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 41 08/03/2013, 14:07


42

Ante la ausencia de clanes familiares que sustentasen las relaciones comer-


ciales y lo esporádico de los intercambios, no es extraño que en Canarias la
presencia lombarda mantuviera la tónica general de los distintos reinos hispa-
nos. No obstante, y pese a que no se localizan más de dos o tres milaneses en el
periodo aquí estudiado, el Archipiélago contó con un representante de aquella
ciudad al que por sus actividades comerciales y familiares podemos calificar
como excepcional dentro del conjunto de extranjeros afincados en las Islas tras
la conquista. Nos referimos al mercader Juan Jácome de Carminatis.
Procedente del ducado de Milán, burgo de Monza, Jácome de Carminatis
es sin duda uno de los extranjeros mejor conocidos por la historiografía cana-
ria79. De él se conservan varios centenares de documentos, además de su testa-
mento, lo que ha permitido elaborar varios apuntes biográficos que ponen de
manifiesto la amplitud de sus intereses mercantiles y sus inversiones en bienes
raíces.
Aparece por primera vez en los protocolos de Tenerife hacia 1506, estable-
ciéndose en la Isla como representante de los hermanos Rondinelli (de origen
florentino) y al amparo de diversas operaciones comerciales que le llevan a la
venta de paños y otras mercancías procedente de diversos puntos de Europa.
Casi nada sabemos de su actividad antes de su llegada a la Isla. Probablemente
se trataba de un hombre joven —murió entre enero y mayo de 1537— que hasta
entonces habría mantenido algún tipo de relación con otras plazas hispanas para
luego trasladarse a unas Islas que a sus ojos le ofrecerían buenas perspectivas
económicas. Los primeros años de su estancia los dedicó Carminatis a la venta
de ropa —término genérico que alude a diversas mercancías— y cereales. Como
puede verse en el cuadro, las más de 140 escrituras de obligación de deuda80 que

79. Una breve biografía puede verse en el artículo de LUIS YANES, Mª. J. y FUMERO DE LEÓN,
C. «El mercader Juan Jácome de Carminatis: apuntes para su estudio». En S.E.M.O., La
Laguna, 1993, tomo I, pp. 627-633.
80. Algunas de estas escrituras —muy pocas— cuantifican la deuda en arrobas de azúcar,
en fanegas de trigo, en ducados de oro o en reales de plata. Siguiendo las tablas de
equivalencia conocidas le hemos otorgado un valor de 300 maravedís a la arroba de
azúcar, 500 maravedís al ducado de oro y 42 maravedís al real de plata. Casi todas las
deudas se habrá de pagar en «dineros de contado» lo que quizás indicaría que la canti-
dad de moneda circulante era mayor de lo que muchas veces hemos pensado. Pueden
verse estas equivalencias en los trabajos de AZNAR VALLEJO, E. La integración de Cana-
rias a la Corona de Castilla (1478-1520). La Laguna, 1983, pp. 334-335 (En adelante
AZNAR VALLEJO, «La integración»); LOBO CABRERA, M. Monedas, pesas y medidas en
Canarias en el siglo XVI. Las Palmas, 1989; y MACÍAS HERNÁNDEZ, A.. «Algunas reflexio-
nes sobre los orígenes de los primeros medios de pago metálicos de la economía cana-
ria, 1400-1525». En S. E M. O., La Laguna, 1993, tomo I, pp. 635-666. No hace falta

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 42 08/03/2013, 14:07


43

hemos localizado entre 1506 y 1514 por un valor superior a los 800.000 maravedís
reflejan actividades muy heterogéneas, aunque sin duda el mejor ejemplo de su
capacidad económica durante estos años la encontramos en dos testimonios; en
el primero, Carminatis llega a un acuerdo comercial con los florentinos afincados
en Sevilla y Cádiz Alberto Giraldin y los ya mencionados Pedro Rondinel y Juan
Rondinel81. En 1510 Jácome de Carminatis se comprometía a pagar a éstos
325.000 maravedís por la compra de diversas mercancías y por algunas letras de
cambio. El segundo82es de 1513 y corresponde a la compra que hizo a Miguel
Martín de 1.000 arrobas de azúcar blanco por un valor de 500.000. Estos pro-
ductos son los que Carminatis distribuía dando origen a su actividad más cono-
cida, la ya mencionada venta de ropa, azúcar y cereales83.

VALOR EN MARAVEDÍS DE LAS DEUDAS RECONOCIDAS A J. DE CARMINATIS, 1506-14

AÑO MARAVEDÍS

1506 5.150
1508 114.582
1509 287.262
1510 62.999
1511 103.247
1512 124.772
1513 62.242
1514 85.378

insistir en que la pérdida y deterioro de la documentación hace que las escrituras que
hemos encontrado quizás sean sólo una parte muy pequeña de las que realmente otorgó
Juan Jácome de Carminatis.
81. CLAVIJO HERNÁNDEZ, «Protocolos de Hernán Guerra», doc. núm. 364 (17-9-1510).
82. A.H.P.T., leg. 378, fol. 460 (7-5-1513) y leg. 380, fol. 338 (7-5-1514).
83. Tampoco hace falta advertir que ni los préstamos ni las obligaciones de deudas que he
localizado indican el tipo de interés que sin duda gravaban la cantidad prestada o adeu-
dada. Las escrituras de este tipo se limitan a especificar el nombre del acreedor y deu-
dor, su vecindad y en pocos casos su profesión, la cantidad y tipo de dinero (maravedís
de Canarias o Castilla) de la deuda, así como los plazos de devolución. Esta última
variable, que no hemos tenido en cuenta para este trabajo, merece destacarse porque a
través de ellas podría analizarse las fluctuaciones en el cobro de este tipo de obligacio-
nes. Por último, advertir también que en muy pocos casos se ha podido conocer las
fechas de redención de las deudas contraídas mediante estos tipos de escrituras ya que
ni el escribano ni el acreedor reconocen expresamente mediante la oportuna carta de
pago (o «finiquito») la fecha de cancelación de la deuda.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 43 08/03/2013, 14:07


44

Aunque el origen de su patrimonio inmobiliario se encuentra —como en


otros repobladores— en el repartimiento que efectuó el Adelantado, sin duda
fue la inversión en tierras y casas de los beneficios que obtuvo en los préstamos
y ventas —con un tipo de interés que no hemos podido determinar— lo que
explica la formación de una de las mayores haciendas que se podían encontrar
en la Isla por entonces. No es extraño que sea a partir de 1512-1513, tras la febril
actividad comercial que caracterizó sus primeros años, cuando el mercader se
decida a invertir en la compra de tierras situadas en distintos puntos de la Isla.
El núcleo más importante de su hacienda se encontraba en Icod de los
Vinos. Allí el lombardo comienza por obtener en 1512 —considerado ya veci-
no— 60 fanegas de tierra84 junto a parcelas de Juan Rodríguez. Y es precisa-
mente a este Rodríguez, maestro de azúcar, a quien Carminatis comprará la
mayor parte de las parcelas que van a conformar su hacienda en la zona85.
Pocos meses después de obtener la data, Juan Jácome comenzaría por adquirir
del citado maestro de azúcar 36 fanegas de tierra de secano lindantes con las
suyas por un precio de 12.000 maravedís86. Al año siguiente le compraba la
mitad de una huerta por 70.000 maravedís y 50 fanegas por 2.500 maravedís,
junto a las que ya había adquirido87. Detrás de estas compras, sin duda, se
encuentran las deudas que Juan Rodríguez había contraído con Carminatis88;
seguramente ante el impago no le quedó más remedio al maestro de azúcar que
vender las tierras colindantes al lombardo.

84. SERRA RAFOLS, «Las datas», núm. 123 (16-1-1512). Estas tierras comenzaron muy pron-
to a ser explotadas ya que pocos meses después Carminatis las entregaba en arrenda-
miento a Fracisco de Lisbona. El contrato es por nueve años y en él se estipulaba la
entrega por parte de Carminatis de dos yuntas de bueyes, 30 fanegas de trigo y diverso
instrumental agrícola (rejas, hachas, rozaderas, etc.. La renta sería de 20 fanegas de
trigo el primer año y 100 fanegas anuales el resto (Véase A.H.P.T., leg. 5, fol. 109 y leg.
377, fol. 576 (31-7-1512).
85. Parte de estas tierras las había comprado Juan Rodríguez entre 1506 y 1507 a Francisco
Borges y Juan Clavijo (véase SERRA RAFOLS, «Las datas», núms. 690, 703 y 931). Tanto
Borges como Clavijo habían obtenido varias datas en la isla, pero quizás las que vendie-
ron a Juan Rodríguez fueron las 36 fanegas que el primero obtuvo en 1506 (data núm.
893) y las 3 fanegas de riego que el segundo obtuvo en 1503 (data núm. 894). Tras la
compra el Adelantado autorizó a Juan Rodríguez a regar las tierras adquiridas.
86. A.H.P.T., leg. 377, fol. 761 (2-8-1512).
87. A.H.P.T., leg. 378, fol. 113 (3-1-1513) y leg. 379, fol. 543 (26-4-1513).
88. De entre las conocidas destacan los 38.000 maravedís y los 20.000 maravedís que debe
a Carminatis porque éste se había comprometido a pagarlos en nombre de Juan Rodrí-
guez a Álvarez, portugués, y a Gonzalo de Córdoba. Véase A.H.P.T., leg. 5, fol. 593 (9-
10-1512) y leg. 378, fol. 302 (3-1-1513).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 44 08/03/2013, 14:07


45

La localización exacta de estas tierras no es fácil de determinar. Las escri-


turas de venta aluden a los riscos de la vega de Icod, a la montaña real y al
auchón del rey de aquel menceyato. Parecen un poco más claros los cultivos de
estas parcelas, ya que casi todas las datas colindantes a las tierras compradas y
los documentos de arrendamiento mencionan la presencia de sarmientos y viñas
que sin duda comenzaron a plantarse en tiempos de sus primeros propietarios,
además del trigo y las arvejas según consta en el arriendo de 36 fanegas de estas
tierras que se concertó entre Carminatis y el portugués Francisco Pérez89. Pocos
años después, desde 1521 ó 1522 Jácome de Carminatis entablaría un pleito
contra los herederos de Juan Rodríguez por «la partida de una viña».90 Quizás de
nuevo los herederos de Rodríguez habían contraído algún tipo de duda con el
mercader, por lo que Carminatis exigiría la entrega del resto de las propiedades
de Rodríguez en un claro intento de unificar y ampliar la hacienda que poseía en
Icod.
El otro núcleo importante de sus propiedades se encontraba en La Laguna.
Allí comenzó adquiriendo entre 1506 y 1507 tres viviendas; la primera por 16.000
maravedís, casa y corral que le vendió un tal Francisco, vecino de Gran Canaria
y que se encontraban en la calle del Santo Espíritu. Ya en 1507, en la misma calle
y lindantes entre ellas, compra unas casas a Bartolomé de Milán y a Alonso de
Jerez91. Desde entonces su patrimonio se incrementa con la adquisición en 1510

89. A.H.P.T., leg. 189 (7-9-1513). Francisco Pérez era propietario de una de las parcelas
colindantes. El arrendamiento era por nueve años y la renta de 36 fanegas de trigo
anuales, excepto el primer año que no pagaría nada a cambio de roturar 6 fanegas en
otras tierras. Al año siguiente (1514) y por un periodo de cuatro años entregaba a partido
toda una viña y parral que había comprado al citado maestro de azúcar para que hiciese
las labores necesarias de poda, cava, colocación de horquetas, etc. y con la condición de
que el medianero desmontase unas tierras que se encontraba junto a este parral para que
se plantasen de malvasía (A.H.P.T., leg. 380, fol. 376 [28-6-1514]).
90. RIVERO SUÁREZ, «Protocolos de Juan Marquez», doc. núm. 960 (11-10-1522) y GALVÁN
ALONSO, D., «Protocolos de Bernardino Justiniano», doc. núm. 837 (5-1-1527). No será
el único pleito que mentendrá por la compra o administración de sus tierras. Sabemos
que en 1527, y tras un largo pleito que llegó a la Chancillería de Granada, alcanzaba un
acuerdo con Martín Rodríguez del Malpaís para el cobro de 120 fanegas de trigo y 16
doblas de oro por el incumplimiento de un contrato de arrendamiento de 60 fanegas de
tierra de secano que el citado Martín Rodríguez se había comprometido a roturar y
cultivar (véase GALVÁN ALONSO, «Protocolos de Bernardino Justiniano», doc. núm. 2290
(18-XI-1527).
91. A.H.P.T., leg. 177 (4-4-1506), y MARRERO RODRÍGUEZ, M. Protocolo del escribano Juan
Ruiz de Berlanga, 1507-1508. La Laguna, 1974. Fontes Rerum Canariarum, XVIII. (En
adelante MARRERO RODRÍGUEZ, «Protocolo del escribano Juan Ruiz de Berlanga»). Doc.
núm. 115 (agosto de 1507) y doc. núm. 124 (10-9-1507).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 45 08/03/2013, 14:07


46

de un herido de molino con su acequia que le vende Diego Maldonado y con la


compra en 1511 a Pedro de Párraga de 30 fanegas de tierra en el camino de
Gracia, junto al mencionado herido de molino92. Inicialmente dedicará la tierra
al cultivo de cereales, para lo cual la entrega en aparcería a Gonzalo Afonso,
para poco tiempo después dividir la suerte en dos cercados, uno que destinará a
viñas y el otro a trigo93. En los contratos agrarios que conocemos para estas
tierras, Carminatis pone nuevamente de manifiesto su poder económico al en-
tregar a cada uno de sus aparceros o arrendadores los bueyes y la simiente nece-
saria para su explotación. Sus posesiones laguneras quizás se incrementaron con
los bienes dotales que en 1511 aportó su esposa —Juana Joven— al matrimo-
nio94, la fuente de agua que el Adelantado le entrega en 1515, lo que le permite
regar unas tierras que inicialmente eran de secano, las 80 fanegas que consigue
en el barranco del Ahorcado ese mismo año, y las 24 fanegas que obtiene en
1516 en Tegueste95. Además de Jácome de Carminatis, se encontraba en la isla
de Tenerife por aquellos años otra persona que por su nombre, y sobre todo por
su condición de mercader y sus continuos negocios con Carminatis96, también
podría ser de origen lombardo. Nos referimos a Bartolomé de Milán, acerca de
quien no hemos encontrado ningún documento que aluda a su procedencia, pero
sí numerosos testimonios que ponen de relieve su actividad comercial y sus in-
versiones inmobiliarias. Probablemente se estableció en la Isla en los primeros
años del siglo, al amparo de los tratos que desde hacía tiempo mantenía con
Carminatis. En 1511, compró junto con Juan Jácome 10.000 tejas con las que
iniciar la construcción de su vivienda, y solicitó al concejo licencia para el corte

92. A.H.P.T., leg. 3 (6-12-1510); CLAVIJO HERNÁNDEZ, «Protocolos de Hernán Guerra», doc.
núm. 1289 (24-8-1511). En 1514 entregaba en arrendamiento estas tierras a Rodrigo
Alonso Gallego por una renta anual de 25 fanegas de trigo (A.H.P.T. , leg. 380, fol. 747
(28-9-1514).
93. CLAVIJO HERNÁNDEZ, «Protocolos de Hernán Guerra», doc. núm. 1289 (24-8-1511);
A.H.P.T., leg. 377, fol. 673 (28-11-1512); PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Marquez»,
doc. núm. 992 (30-7-1520).
94. A.H.P.T., leg. 186, fol. 602 (1-1-1511). Jaime Joven entregaba en concepto de dote 300do-
blas de oro y Carminatis 100 doblas como arras.
95. MORENO FUENTES, «Las datas...testimonio», Test. I, p. 209 (4-1-1515); Test. I, p. 213 (2-
10-1515) y Test. I, p. 239 (21-11-1516).
96. A.H.P.T., leg. 378, fol. 342 (16-2-1513) Documento por el que Carminatis y Bartolomé
de Milán dan por concluidas las «cuentas y contrataciones de mercaderías» que entre
ellos ha habido. Sus relaciones se documentan al menos desde 1504 pues así lo expresan
en un documento de 1507 en el que intentan arbitrar una solución para los pleitos y
cuentas que han tenido. Véase MARRERO RODRÍGUEZ, «Protocolos de Juan Ruiz de
Berlanga», doc. núm. 88 (11-8-1507).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 46 08/03/2013, 14:07


47

de ocho tozas de pino para la edificación de la misma97. También en 1511 el


Adelantado le entregaba 5 fanegas en el pago de San Lázaro98, propiedad lagu-
nera que se vería acrecentada con las huertas y tierras que compró en 1512 al
portugués Juan Páez99. Desde entonces son numerosos los documentos en los
que vecinos y mercaderes reconocen deber al Bartolomé de Milán distintas can-
tidades de maravedís por la venta de ganado, trigo, esclavos o «ropa». Fue uno
de los que en 1514 —junto a varios regidores y otros extranjeros— contribuyó
con un préstamo a la traída de agua a La Laguna, donde poseía, hacia 1516, una
tienda desde la que seguramente distribuía todos sus productos100. Al año si-
guiente arrendaba por un tiempo de dos años la renta del bodegón de Garachico,
lo que le permitía la comercialización de una serie de productos en un régimen
de casi monopolio en una de las comarcas más pobladas de la Isla101. Aunque no
conocemos cuando murió —en cualquier caso antes de 1527— si102 sabemos
que estuvo casado con Ana Rodríguez, pese a que ésta parece que había contraí-
do matrimonio en otra ocasión, lo que sin duda les acarreó no pocos problemas

97. SERRA RAFOLS, E. y ROSA OLIVERA, L.: Acuerdos del Cabildo, (1508-1513). La Laguna,
1952. Fontes Rerum Canariarum, V. (En adelante SERRA y DE LA ROSA, «Acuerdos del
Cabildo II»), (10-II-1511); (3-3-1511) y (7-3-1511). En enero de 1511 comparaba a Pe-
dro Afonso unas casas y una atahona en La Laguna por 29 doblas de oro (véase CLAVIJO
HERNÁNDEZ, «Protocolos de Hernán Guerra», doc. núm. 717 y 721 [3-1-1511]). En sep-
tiembre de 1512 compraba por 6.000 maravedís en La Laguna una casa, con sus corrales
y huertas, a Pedro de Pavía (?) (véase A.H.P.T., leg. 5, fol. 553, [25-9-1512]). En el
reparto que se hizo para limpiar la laguna en 1514 Bartolomé de Milán fue registrado en
la llamada calle de Rafael Font (véase SERRA y DE LA ROSA, «Acuerdos del Cabildo III»,
p. 50, 2-10-1514.
98. SERRA RAFOLS, «Las datas», núm. 1136 (30-5-1511). Cuando el concejo denunciaba en
1515 la introducción de ganado en la dehesa de La Laguna y ponía límites a los lugares
en los que podían pastar los puercos, señalaba la huerta de Bartolomé de Milán, «que
fue de Páez» (sic) como uno de los linderos que no se podían traspasar (véase SERRA y
DE LA ROSA, «Acuerdos del Cabildo III», p. 80 (11-5-1515).
99. A.H.P.T., leg. 5, fol. 645 (12-11-1512). El precio de venta es de 30.000 mrs. y la suerte
consiste en una huerta con su arboleda, y en tres almudes más un pedazo de tierra que se
encontraban junto a la mencionada huerta. En 1520 entregaba estas tierras en arrenda-
miento, por tres años, a Alonso Báez y Alonso Rodríguez, indicándose en el documento
que estaban plantadas de árboles, hortalizas y legumbres, además de poseer una noria
con «rueda y carretón» que proporcionaba agua a la parcela (Véase PADRÓN MESA, «Pro-
tocolos de Juan Marquez» doc. núm. 472 [14-2-15120]).
100. SERRA y DE LA ROSA, «Acuerdos del Cabildo III», núm. 14 (12 de mayo de 1514) y núm.
116 (19 de diciembre de 1515).
101. SERRA y DE LA ROSA, «Acuerdos del Cabildo III», núm. 188 (30 de marzo de 1517).
102. En agosto de 1527 su mujer declaraba que era viuda al otorgar un poder a dos procura-
dores de la Chancillería de Granada para que resolviesen diversos pleitos y asuntos que
tenía pendientes. Véase GALVÁN ALONSO, «Protocolos de Bernardino Justiniano», doc.
núm. 1659 (5-8-1527).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 47 08/03/2013, 14:07


48

legales con las autoridades eclesiásticas de las Islas103. Señalar, por último, que
por aquellos mismos años también es probable que se encontrase otro mercader
milanés en la Isla; nos referimos —salvo error de lectura— a Jácome de Damiano,
comerciante que hacia 1512 mantenía un pleito con el genovés Jácome Catano
por «cuentas y contrataciones» que hubo entre ellos104.

3.2. Florentinos

Aunque los mercaderes genoveses han eclipsado a los florentinos en los


intereses de los investigadores, lo cierto es que los procedentes de la Toscana
desplegaron, al menos desde el siglo XIV, una red comercial sobre el Occidente
europeo equiparable a la que los ligures tuvieron en Sevilla, Lisboa, Valencia,
Brujas o Londres105. La conocida compañía de Francesco Datini, la de los Pazzi
o la de los Medici disponían de representantes en todas estas ciudades formando
una amplia red comercial que controlaban anualmente mediante la exigencia de
rendir cuentas a la casa matriz. Los factores de una de estas casas —la de los
Medici— van a ser de los primeros que se interesen por las relaciones y los
negocios con el Archipiélago. Así nos encontramos con Gianotto Berardi, que a
finales del siglo XV se había convertido en uno de los mercaderes florentinos
más activos de Sevilla gracias a sus vínculos comerciales con Bartolomé
Marchioni, a su vez representante de los Medici en Lisboa, que por entonces
controlaba, gracias a una serie de privilegios concedidos por la corona portu-
guesa, el comercio de oro y esclavos procedentes del Atlántico Medio. Su parti-
cipación como intermediario en la rutas que unían Valencia-Sevilla-Lisboa le
había proporcionado una considerable fortuna, lo que le permitió intervenir en
la financiación de la conquista de La Palma106. Berardi, que llegó a poseer carta

103. PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Marquez», doc. núm. 246 (20-10-1519) y doc. núm.
1208 (16-9-1520).
104. A.H.P.T., leg. 5, fol. 652 (año 1512).
105. Para conocer la importancia de los florentinos en la península Ibérica, especialmente en
Andalucía, véase el trabajo de VARELA, C., Colón y los florentinos. Madrid, 1989. Para
el conocimiento de sus actividades en Canarias es fundamental el ya citado artículo de
OTTE, E., «Los Botti y los Lugo».
106. Junto con Francisco Riverol, firmó en 1492 la capitulación para la conquista de La
Palma. Se desconoce el texto de la misma, aunque sabemos que Berardi reclamaba a
Alonso de Lugo un tercio de los 700.000 maravedís que la corona había librado en favor
del gobernador para la conquista de la Isla. Véase AZNAR VALLEJO, «Documentos», núm.
381 (10-10-1494) y doc. núm. 382 (23-10-1494).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 48 08/03/2013, 14:07


49

de naturaleza en el reino, no pasó nunca a las Islas, si bien parece que poseyó
algunas propiedades en el Archipiélago que administraba su factor Lorenzo de
Rebata. De entre ellas, las más importantes serían las 60 aranzadas que el mo-
narca había entregado en Gran Canaria al también florentino Francesco
Bounaguisi; éste, a su vez, las había dejado en herencia al mencionado Berardi,
pese a lo cual no había podido tomar posesión de ellas dado que habían sido
repartidas entre algunos vecinos de la Isla107.
Quizás sea Juan Alberto Giraldin (Giovanni Alberto Geraldini) el miembro
más conocido de la colonia florentina establecida en el Archipiélago. Llegó a
Tenerife hacia 1510 como factor de Giovanni y Piero Rondinelli, y en sustitu-
ción de Jácome de Carminatis, hasta entonces representante de los hermanos
Rondinelli en las Islas108. Desde su llegada a San Cristóbal, se dedicó a compagi-
nar sus negocios como comprador y exportador de azúcar, aceite y otras mer-
cancías con destino a Cádiz, Sevilla o Madeira, con su interés por acceder al
control de la producción del azúcar mediante el arrendamiento o la compra de
un ingenio. Así, en 1512 tomaba del Adelantado las tierras que éste poseía en el
valle de Güímar, cesión que luego traspasaba al también florentino Bernardo
Escarlati109. Simultáneamente tomaba a partido o renta —se desconoce el con-
trato— el ingenio y tierras que los hermanos Blasino y Juan Felipe Inglesco de
Plombino habían edificado en el mismo valle110 y que por entonces era propie-
dad del licenciado Francisco de Vargas.
A partir de ese momento comienza a recibir una serie de datas que le permi-
ten ir acumulando un buen número de fanegas en el valle de La Orotava y en
Güímar, en torno al ingenio que ya explotaba. En 1513 obtenía su primera suer-
te, 10 fanegas que habrá de destinar a viñas en la ladera de San Lázaro; le siguie-
ron dos fanegas en La Laguna para casa, tienda y huerta y 25 que le entregan en
el llamado cercadillo de La Orotava, lindando con el barranco Hondo (hoy lla-
mado del Pino) y tierras del genovés Jácome Catano. Finalmente recibiría sus
datas más importantes en el camino de Agache (100 fanegas) y en Candelaria,

107. AZNAR VALLEJO, «Documentos», núm. 401 (25-3-1495).


108. No parece, tal y como indica E. Otte, que hubiese estado antes en el Archipiélago,
concretamente en La Palma; el documento de 1509 al que alude el profesor Otte no es
señal inequívoca de su estancia en la isla.
109. A.H.P.T., leg. 5 (B) (Cuaderno de escrituras del Adelantado), 28-8-1512; y leg. 5 (B), fol.
671 (23-11-1512).
110. RIVERO SUÁREZ, «El azúcar», p. 76. Las relaciones entre Los Romanos y Giraldin eran
frecuentes por aquellos años. Sirvan de ejemplo las deudas que Juan Romano tenía
contraídas con Giraldin y Escarlati (A.H.P.T., leg. 5 [C] fol. 724 a 726 [7-10-1512]).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 49 08/03/2013, 14:07


50

próximas al ingenio de Güímar111. Vecino y propietario de tan importantes datas,


Giraldin decide, tras realizar numerosas obras de mejora y ampliación, tomar a
censo perpetuo el heredamiento de Güímar y las propiedades que el Licenciado
Vargas poseía en Adeje112. Su proceso de integración en la sociedad isleña se
reforzaría cuando en 1520 contrae matrimonio con Leonor Viña, hija del geno-
vés Mateo Viña y Catalina Gallego. En el momento de concertar el enlace los
padres de la novia aportan una dote de 800 ducados de oro, comprometiéndose
Giraldin a entregar en concepto de arras 400 ducados113.
La evolución de las propiedades que poseía en el sur de la Isla y las rentas que
le generaban parece que no fueron muy satisfactorias114. La escasa productividad
del suelo, las diferentes plagas que cada cierto tiempo sufrían las plantaciones y
los problemas encontrados para el riego de la hacienda hicieron que Giraldin no
pudiese pagar la renta que anualmente le exigían los herederos del Licenciado
Vargas. Cuando en 1547 el florentino abandona el heredamiento de Güímar ante la
imposibilidad de hacer frente a las deudas, Giraldin dejaba unas tierras en las que
—pese al esfuerzo inversor realizado— la producción iba en descenso y el azúcar
era sustituido progresivamente por la vid y otros cultivos de huerta.
En enero de 1565 otorgaba su testamento —luego ratificado en 1571—; en
él destaca, entre otras cosas, los pleitos que en esos momentos mantenía con
Pedro de Alarcón, por entonces propietario del ingenio de Güímar115, debido a

111. SERRA RAFOLS, «Las datas», núm. 1059, 1094, 1806 y 1838; MORENO FUENTES, F.: «Las
datas...testimonio», p. 279. Además de estas datas, Juan Albertos administraba 200 fa-
negas de tierra en el barranco de Arafo, correspondientes a una data que había sido
entregada primero a Gonzalo Mexía, pero que al irse de la isla fue traspasada al Ldo.
Vargas y éste la cedió al florentino. En 1527 compraba a Juan Alcaide tres caurtas partes
del heredamiento de los Ascanios en Anaga (Almáciga, Benijo y Las Palmas) y toma a
renta otras 30 fanegas propiedad de Lugo. Debemos estas y otras noticias sobre Giraldin
a Migel Angel Gómez Gómez, quien ha elaborado un amplio trabajo sobre el valle de
Güímar en el siglo XVI y los protocolos de Sancho de Urtarte.
112. PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Marquez», doc. núm. 223 (s.d.-9-1519), núm. 943
(11-7-1520) y núm. 1857 (24-5-1521). RIVERO SUÁREZ, «Protocolos de Juan Marquez»,
doc. núm. 884 (27-9-1522).
113. PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Marquez», doc. núm. 764 y 765 (2-6-1520). Del matri-
monio entre Leonor y Giraldin nacieron Agustín, casado con Catalina Spínola, Juan Baptista,
casado con Damiana Cabrera, Francisco, casado con Leonor Pérez de Ayala, María casada
con Juan Meneses y Camila, casada con Pedro Antonio de Torres, hijo del mercader y
socio de Giraldin Juan de Torres. Antes de su matrimonio el florentino tuvo otro hijo,
Antón Albertos, casado con Francisca Pérez y avecindados en Candelaria.
114. RIVERO SUÁREZ, «El azúcar», p. 77.
115. Tras sucesivas ventas que habían hecho los herederos del Ldo. Vargas a Bartolomé Jo-
ven, Fabian Viña, García de Vergara y Diego Coronel, y éstos, a su vez, a Pedro de
Alarcón.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 50 08/03/2013, 14:07


51

unas tierras que Giraldin afirmaba que no pertenecían al heredeamiento —como


pretendía Alarcón— sino a las datas que él había recibido en el valle. No sabe-
mos la fecha exacta de su muerte, pero poco tiempo después (en 1572) se men-
ciona en algunos documentos la condición de viuda que ya tenía Leonor Viña.
Familiar directo, primo para más señas, de Juan Alberto era Andrés (Andrea)
Giraldín, del que existen algunos documentos que lo presentan muy vinculado a
su pariente. En 1519 declaraba ser natural de Florencia, hijo de Francisco Giraldin
y Elena Bardi, señalando que en aquella ciudad se encontraba su hermano, micer
Juan, por entonces prior de San Martín y abad de San Bracancio, al que concedía
su poder para que administrase los bienes raíces y muebles que sus padres les
habían dejado116. De la intensidad de las relaciones mercantiles que tuvieron
ambos familiares tenemos un buen ejemplo en la compra que hicieron de una
carabela propiedad de Pedro García, vecino de Ayamonte117, que sin duda desti-
narían al flete y exportación de sus propios productos.
Otro de los florentinos que mantuvo una estrecha relación con el Archipiéla-
go fue Jácobo Botti, miembro de una compañía que, formada por cinco hermanos,
actuaba en la península Ibérica al menos desde la segunda década del siglo XVI.
Estudiados por E. Otte, los Botti comenzaron a demostrar su interés por las Islas
en 1519, cuando estando en Cádiz, Jácobo recibía un poder del representante del
rey de Portugal para que entendiese en todos los negocios y asuntos que aquel
poseía en Lanzarote y Fuerteventura. Pero va a ser tras su matrimonio con la hija
de Rafael Font118 cuando los Botti se impliquen de forma más intensa en la econo-
mía y sociedad de las Islas. Primero, porque su mujer —Ana Francisca— estaba
vinculada, como una más de los herederos de Font, en la organización y recluta-
miento de 150 isleños que los hermanos Silva se comprometieron a hacer para la

116. PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Márquez», doc. núm. 50 (10-3-1519).


117. GALVÁN ALONSO, «Protocolos de Bernardino Justiniano», doc. núm. 1519
118. Las capitulaciones matrimoniales fueron firmadas en Cádiz el 12 de mayo de 1527,
actuando como testigos varios mercaderes florentinos y el catalán Luis de Jorba. El
contrato estipulaba la entrega de 3.000 ducados, que Botti obtendría de las rentas y
tributos de la isla de León; de ellos, 2.000 directamente de las mencionadas rentas, 500
se le pagarían 30 días después de celebrarse el matrimonio y los 500 restantes en plata,
oro, esclavos y ajuar para la casa. Véase al respecto el mencionado trabajo de FRANCO
SILVA, «La isla de León», pp. 27-28 y p. 111. Sobre las actividades de los Botti en
Andalucía, especialmente sobre su control de la exportación de atún procedente de las
almadrabas de Conil y Zahara y su participación en las rentas del duque de Medina
Sidonia, puede verse, además del trabajo de E. Otte ya citado, el de FRANCO SILVA, A. y
MORENO OLLERO, A. «Datos sobre el comercio del puerto de Sanlúcar de Barrameda en
el primer tercio del siglo XVI», en Actas del II Coloquio de Historia Medieval Andaluza.
Sevilla, 1982, pp. 283-296

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 51 08/03/2013, 14:07


52

gobernación de Diego de Ordás; en segundo lugar, porque financiaron parte de la


expedición que Alonso Luis de Lugo preparaba para Santa Marta; y en tercer
lugar, porque terminarían por hacerse con parte de las haciendas que los herederos
del Adelantado poseían en Los Realejos y en Los Sauces, a consecuencia de las
enormes deudas que habían contraído con Jácobo Botti.
Finalmente, también habría que tener presente a Bernardo Escarlati, al que
localizamos en Tenerife al menos desde 1512 y al igual que Juan Alberto Giraldin,
factor de los hermanos Rondinelli en las Islas. Casado con Marina Mirabala, no
parece que sus actividades económicas alcanzaran el volumen de otros florentinos
afincados en el Archipiélago. De sus propiedades sólo sabemos que poseía unas
tierras de secano en Tacoronte —quizás 50 fanegas— lindando con parcelas del
Adelantado y con el llamado barranco de Alvaro Báez119. De entre las activida-
des económicas, además de la venta de «mercaderías y ropa», parece que le
interesó la explotación y comercialización de la pez. Conocemos varios contra-
tos en los que compra importantes cantidades de aquella sustancia resinosa, y
sabemos que en 1522 era arrendador para toda la Isla del diezmo sobre la pez120.

4. LOS FRANCESES EN CANARIAS

Para el conjunto de la Corona de Castilla, el grupo que cuenta con un mayor


número de estudios y análisis en torno a la historia de su presencia en el reino es
el de los franceses121. Razones evidentes de índole geográficas y sobre todo po-
líticas y culturales hacen que la corriente migratoria entre los territorios de la

119. Véanse como ejemplo, PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Márquez». doc. núm. 660
(30-4-1520); RIVERO SUÁREZ, «Protocolos de Juan Márquez», doc. núm. 949 (9-10-1522);
COELLO, RODRÍGUEZ Y PADILLA, «Protocolos de Alonso Gutiérrez», doc. núm. 17 (28-8-
1521) y doc. núm. 482 (17-9-1522).
120. RIVERO SUÁREZ, «Protocolos de Juan Márquez», doc. núm. 48 (31-12-1521), doc. núm.
492 (27-5-1512) y doc. núm. 760 (8-9-1522).
121. El análisis de la emigración francesa hacia la península Ibérica cuenta en la actualidad
con numerosos trabajos, si bien la bibliografía que se ocupa de estas cuestiones se ha
centrado en dosperiodos muy distintos, el de los siglos XI al XIII para luego dar un salto
hasta los siglos XVII y XVIII, dejando las centurias bajomedievales un poco olvidadas.
Para el mundo medieval, sólo mencionaremos dos trabajos que plantean un marco gene-
ral; la ya clásica e importante obra de DEFOURNEAUX, M. Les Français en Espagne aux
XIe et XIIe siècles. París, 1949, y el sugerente estudio que bajo la dirección de VALDEON
BARUQUE, J. («Las relaciones entre Castilla y Francia. Siglos XIII-XV») se presentó al
seminario Les comunications dans la Péninsule Ibérique au Moye-Age. París, 1981. Un
marco cronológico más amplio puede verse en la obra «Relaciones hispano-francesas a

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 52 08/03/2013, 14:07


53

Francia actual y los de la península Ibérica hunda sus raíces en «la noche de los
tiempos», si bien es a partir del siglo XI cuando los intercambios culturales se
hacen más frecuentes. Quizás no sea extraño que historiadores españoles o his-
panistas franceses hayan estudiado con mayor o menor profundidad las colonias
galas distribuidas por el país durante los tiempos medievales y modernos, ya que
actualmente las fuentes locales y generales que hacen posible este tipo de estu-
dios son tan numerosas que es imposible tratar de reseñarlas en éste contexto122.

través del tiempo». En Cuadernos de Historia, II (Anexos de la revista Hispania). Ma-


drid, 1968. Los cuatro artículos de tema medieval se centran fundamentalmente en la
penetración francesa en la conocida como Marca Hispana y en su participación en la
repoblación del valle del Ebro. Con otros objetivos, aunque también imprescindible
para conocer la presencia franca (franceses, alemanes, italianos, etc.) en la ruta jacobea,
puede verse el fundamental trabajo de VÁZQUEZ DE PARGA, L., LACARRA, J.Mª. y URIA, J.
Las Peregrinaciones a Santiago de Compostela. Madrid, 1948-49 (3 vols.). El panorama
cambia cuando nos acercamos a la historia de su presencia en la España Moderna. En
este caso, tanto historiadores franceses como hispanos han realizado numerosas investi-
gaciones con las que se ha tratado de establecer las causas, el ritmo y las consecuencias
para las regiones más afectadas por las migraciones francesas. Desde el trabajo publica-
do por NADAL, J. y GIRALT, E.: La population catalane de 1553 à 1717: l’immigration
française et les autres factures de son développement. París, 1960, hasta los numerosos
artículos aparecidos en distintas revistas o congresos, son muchos las investigaciones
que confirman la importancia de la presencia de la emigración francesa en los distintos
reinos peninsulares. Aunque fuera de nuestro período de estudio, sirvan de ejemplo los
trabajos de ALCOUFFE, D.: «Contribution à la connaissance des émigrés Français de Ma-
drid au XVII siècle». En Melanges de la Casa de Velázquez. París, 1966, pp. 179-199;
POITRINEAU, A. «La inmigración francesa en el reino de Valencia (siglos XVI-XIX»). En
Moneda y Crédito, núm. 137,1976; LLOBET PORTELLA, J.Mª. «La emigració francesa a
Cervera segons els capítols matrimonials conservats a l’Arxiu Històric Comarcal de la
ciutat (1501-1700)». En Espacio. Tiempo y Forma. Serie IV (Historia Moderna), Ma-
drid, 1989, núm., pp. 45-61; AMALRIC, J.P. «Les migrations française en Espagne à
l’Epoque Moderne (XVI-XVIII siecles)». En Les migrations internes at à moyenne distance
en Europe, 1500-1900. Santiago de Compostela, 1994, vol. I, pp. 413-430.
122. Piénsese, por ejemplo, que sólo en el Archivo General de Simancas, en su Sección
Segunda (Secretaría de Estado) se conservan centenares de legajos sobre negociaciones
con Francia desde 1265 a principios del siglo XVIII (un catálogo de esta documentación
fue publicado por PAZ, J. Secretaría de Estado. Capitulaciones con Francia y negocia-
ciones diplomáticas de los embajadores de España en aquella corte. Años 1265-1714.
Madrid, 1914). El profesor J. GAUTIER DALCHE, en su trabajo «Les Colonies étrangères
en Castille: au nord du Tage», en A.E.M. Barcelona, 1980, núm. 10, pp. 469-486, señala
como en numerosos archivos y colecciones documentales ya publicadas existen referen-
cias a la presencia de «francos», durante los siglos XII y XIII, particularmente en toda la
vía que conocemos con el nombre de Camino de Santiago (vid. pp. 472-73). Esa amplia
documentación también puede comprobarse si observamos que en una de las coleccio-
nes publicadas por la Real Academia de la Historia («Archivo Documental Español»),
de los 35 volúmenes que contiene, once de ellos están dedicados a negociaciones y
embajadas con Francia.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 53 08/03/2013, 14:07


54

No obstante, y en el periodo en el que se centra nuestro estudio, la pene-


tración francesa en distintos territorios de la Corona de Castilla no conocía sus
mejores momentos. Las sólidas alianzas que se habían generado tras el apoyo
prestado por el monarca francés para el acceso de la dinastía Trastámara al
poder se tornaban, ya en la segunda mitad del siglo XV , en abiertos
enfrentamientos a consecuencia de los continuos ataques piráticos entre mari-
nos de ambos pueblos y por la escalada de tensión que generó la ocupación de
los condados catalanes de Rosellón y Cerdaña. Tan sólo Sanlúcar de
Barrameda123, al abrigo de los privilegios fiscales concedidos por el duque de
Medina Sidonia, y algunas villas del norte de Castilla, tras el acuerdo firmado
entre Luis XI y los Reyes Católicos, conocieron un importante número de comer-
ciantes franceses. A las dificultades políticas por las que atravesaron las relacio-
nes hispano-castellanas en aquellos momentos124 —de las que como luego vere-
mos Canarias no estuvo exenta— también habría que tener en cuenta, por lo que
al Archipiélago se refiere, el papel un tanto secundario que los marinos y comer-
ciantes franceses tuvieron en todo el proceso de expansión europea por el Atlán-
tico Medio, costa africana y posterior descubrimiento de América. Secundario,
porque fueron a remolque de portugueses y españoles, y sin continuidad porque
no pusieron todos los medios de los que disponía el naciente Estado Moderno al
servicio de los Descubrimientos125. Por aquellas décadas finales del siglo XV y
principios del XVI, Francia estaba más centrada en sus intereses europeos (es-
pecialmente en Italia) que en secundar las numerosas iniciativas descubridoras
del momento. De esta aparente dejación sólo se aparta la conocida e
importantísima expedición de Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle.

123. Véase MORENO OLLERO, A. Sanlúcar de Barrameda a fines de la Edad Media. Cádiz,
1983 pp. 131-131; y CARRASCO GONZÁLEZ, G. «Los mercaderes franceses en Sanlúcar de
Barrameda. Una información sobre los privilegios de la nación francesa en el Sanlúcar
del siglo XVII». En Actas de II Congreso de Historia de Andalucía. Historia Moderna.
Córdoba, 1995, tomo I. , pp. 381-389.
124. Aunque pueda parecer contradictorio, la inestabilidad política no siempre se tradujo en
una falta de relaciones comerciales. No es esta la ocasión de entrar en pormenores, pero
hay que recordar que las cifras de comercio, especialmente con Bretaña, eran bastante
altas, ya que algunos de sus puertos (Nantes, La Rochelle, Brets, etc.) se habían conver-
tido en puntos de intercambios esenciales en la ruta Castilla-Flandes. Al respecto véase
FERRERIRA PRIEGUE, E. Galicia en el comercio marítimo medieval. La Coruña, 1988, pp.
529-543. Véase también CASADO ALONSO, H. «La Bretagne dans le commerce castillan
aux XV et XVI siècles». En 1491 La Bretagne, Terre d’Europe. Brest, 1992, pp. 81-98.
125. Véase MOLLAT, M. Los exploradores del siglo XIII al XVI. Primeras miradas sobre nuevos
mundos. México, 1990.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 54 08/03/2013, 14:07


55

4.1. Franceses en Canarias (siglo XV)

La presencia de franceses en el Archipiélago, al igual que la de otros ex-


tranjeros, tiene su explicación más inmediata en todo el proceso de expansión
por el Atlántico Medio que conoció el mundo europeo a lo largo del siglo XV
como consecuencia del desarrollo económico («capitalismo comercial» o «pre-
capitalismo»), la recuperación demográfica tras las graves crisis sufridas duran-
te el siglo XIV, el reforzamiento de las monarquías y Estados europeos, y el efec-
to «multiplicador» que pudieron tener sobre la población del continente el mejor
conocimiento de la geografía y posibilidades económicas de las Islas. No obs-
tante, esa presencia es distinta a las de otras comunidades ya que no mantuvo
una continuidad a lo largo de nuestro período de estudio ni alcanzó los niveles
demográficos o económicos que lograron portugueses o genoveses, por citar
dos ejemplos bien conocidos. En cualquier caso la importancia de esta presencia
radica en un hecho indudable: tras una serie de expediciones depredatorias o
misionales por parte de castellanos, mallorquines y portugueses, los que inicia-
ron la conquista efectiva de alguna de las islas del Archipiélago fueron los nor-
mandos Juan de Bethencourt y Gadifer de la Salle126. Los detalles básicos de la
conquista franco-normanda son bien conocidos por lo que sólo nos detendremos
en valorar algunas de las consecuencias de aquél proceso de conquista y coloni-
zación, lo que no siempre resulta fácil dada la documentación fragmentaria de la
que hoy en día disponemos. En cualquier caso, veamos algunos de los cambios,
que por lo demás seprodujeron de una forma rápida en las tres Islas conquista-
das por la expedición bethencouriana.

126. La génesis y avatares de la expedición franco-normanda son hoy bien conocidas gracias
al Le Canarien y a la edición crítica que se ha hecho de estas crónicas. Véase SERRA, E.
y CIORANESCU, A. Le Canarien. Crónicas francesas de la conquista de Canarias. La La-
guna, 1959-65. (En adelante SERRA y CIORANESCU, «Le canarien»). La empresa nobiliar
francesa, la biografía de los principales conquistadores y las consecuencias del contacto
entre aborígenes y europeos tiene numerosos estudios. Véanse, entre otros, los de
CIORANESCU, A. Juan de Bethencourt. Santa Cruz de Tenerife, 1982; del mismo autor
«Dos documentos de Juan de Betehncourt». En Homenaje a Elías Serra Ráfols. La
Laguna, 1970, tomo II, pp. 71-85; MOLLAT, M. «La place de la conquête normande des
Canaries (XV siècle) dans l’histoire coloniale française». En A.E.A. Madrid-Las Palmas,
1958, núm. 4, pp. 537-554; AZNAR VALLEJO, E «La colonización de las Islas Canarias en
el siglo XV». En Canarias-América antes del Descubrimiento: la expansión europea. (VII
Jornadas de Estudios Canarias-América). Santa Cruz de Tenerife, 1985, pp. 195-226;
TEJERA GASPAR, A. y AZNAR VALLEJO, E. El asentamiento franco-normando de «San Mar-
cial del Rubicón» (Yaiza, Lanzarote). Un modelo de arqueología de contacto. Santa
Cruz de Tenerife, 1989; y AZNAR VALLEJO, E. Pesquisa de Cabitos. Las Palmas, 1990.
(En adelante, AZNAR VALLEJO, «Pesquisa»)

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 55 08/03/2013, 14:07


56

Desde el punto de vista de la aportación demográfica no debemos olvidar


que las cifras que indica Le Canarien han de tomarse con reservas. El primer
dato que aporta la crónica evalúa la expedición inicial en 53 ó 63 personas, a los
que se unirían luego unos 80 más entre los que seguramente se encontrarían
algunos castellanos y andaluces. En una segunda expedición, con un carácter
más repoblador que la primera, vendrían 80 hombres de armas (23 de ellos con
sus mujeres), más un número de artesanos algo superior al centenar. Eduardo
Aznar ha llamado la atención sobre estos datos, ya que, según señala, los medios
de transporte utilizados y descritos en la crónica (una nave y una o dos barcas)
eran unas embarcaciones de poco porte y por ello con escasa capacidad de car-
ga. A las reservas que hay que poner en el número de expedicionarios habría que
añadir las deserciones sufridas (antes incluso de llegar al Archipiélago127) entre
los repobladores en cuanto éstos comprobaron las limitadas posibilidades eco-
nómicas de las islas. La exigüidad de sus componentes (la mayoría procedía de
Normandía, de Poitou y de Gascuña) facilitó una progresiva integración con la
también escasa población aborigen de tal forma que cuando se realizó la Pesqui-
sa de Cabitos (1476-77) o se comenzó la conquista de las islas mayores se alude
a los habitantes de Lanzarote o Fuerteventura, muchos de ellos descendientes de
las expediciones de Bethencourt, como a «gentes de las islas» sin hacer distin-
ción de origen.
Los franceses que inicialmente se asentaron en las costas de Papagayo die-
ron origen al poblado de San Marcial del Rubicón, cuyo desarrollo, aunque efí-
mero, fue notable en las primeras décadas del siglo XV, dado que en él se estable-
cieron las primeras edificaciones capaces de asegurar la atracción de población
europea. A la torre, los pozos, las viviendas, las zonas fabriles y la Iglesia-Cate-
dral se suma a la creación del Obispado Rubicense (1404), lo que de inmediato
confiere al pequeño núcleo de población el carácter de ciudad. Sería su función
religiosa, defensiva y portuaria la que mantendría a San Marcial con cierto pres-
tigio dentro del escaso número de núcleos «urbanos» (Betancuria, Teguise, etc.)
que se podían encontrar en las islas conquistadas. La precaria existencia de la
ciudad se mantendría hasta que se traslada la Catedral a Gran Canaria; desde
entonces las ruinas del poblado sufrirían los ataques piráticos europeos y
berberiscos, manteniéndose el lugar tan sólo como dispositivo portuario y lugar
de aguada.

127. Tanto el texto de Gadifer como el de Bethencourt señalan como tras su llegada al Puerto
de Santa María y su estancia en Sevilla abandonan la expedición algo más de 200 perso-
nas alegando la falta de víveres y la incertidumbre de un viaje al que todos temían
(SERRA y CIORANESCU, «Le canarien», cap. III de La Salle y cap. III de Bethencourt).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 56 08/03/2013, 14:07


57

Desde el punto de vista político la enfeudación de Bethencourt respecto al


monarca castellano (Enrique III) supuso la creación de un señorío con un amplio
margen de autonomía dado que se le otorgaba al normando la posibilidad de
implantar usos y costumbres propias de señoríos franceses, alejadas, por tanto,
de las normas generales vigentes por entonces en Castilla128. En virtud de ese
«pacto feudal» el señor se reservaba la administración de justicia, sin mención
alguna al poder real, y obtenía una de las regalías más defendidas por los monar-
cas castellanos, la facultad de acuñar moneda129. Además los colonos francos
podrán utilizar sus propias pesas y medidas, si bien en la práctica las únicas
utilizadas (así lo corroboran los testimonios de la Pesquisa de Cabitos) fueron
las castellanas. El dominio de Bethencourt se manifestó también en la licencia
concedida para la libre instalación de repobladores y, sin duda, en el reparto de
lotes de tierras130. Finalmente obtuvo el monopolio del comercio exterior de las
islas conquistadas y la exención del quinto real sobre las mercancías que salie-
ran de ellas, lo que en la práctica significaba que él mismo se lo quedaría.
El señorío franco-normando sobre las Islas se mantendría hasta el 15 de
noviembre de 1418 en que Maciot de Betehncourt, presionado por las circuns-
tancias económicas cedía a don Enrique de Guzmán, conde de Niebla, todas las
Islas y el señorío de las mismas. Se abre entonces una etapa confusa de la histo-
ria del Archipiélago, caracterizada desde el punto de vista político, entre otras

128. Sobre los problemas suscitados en la sucesión del señorío y la administración del mismo
pueden verse, además de los trabajos de E. Aznar ya mencionados, los de PERAZA DE
AYALA, J. «La sucesión del señorío de Canarias a partir de Juan de Bethencourt hasta su
limitación a las islas menores», en Historia General de las Islas Canarias (reedic. de la
obra de Millares Torres), Las Palmas, 1977, VOL. II; y DÍAZ PADILLA, G. y RODRÍGUEZ
YANES. J.M. El señorío en las Canarias Occidentales. La Gomera y El Hierro hasta
1700. Santa Cruz de Tenerife, 1990 (especialmente cap. I).
129. En los últimos años los historiadores han puesto en duda la capacidad económica de
Juan de Bethencourt para hacer uso del privilegio de acuñación de moneda. Los testi-
monios arqueológicos no confirman la existencia de piezas acuñadas por los señores de
las Islas y los documentales plantean numerosas dudas, de tal forma que en unos casos
avalan y en otros desmienten el ejercicio de dicho privilegio. Al respecto el profesor
Antonio Macías apunta la existencia de diversos testimonios (el propio Le Canarien,
Viera y Clavijo, García del Castillo, escribano del Hierro y diversos informes redacta-
dos en el siglo XVIII) que avalan la existencia de unas posibles acuñaciones al amparo del
privilegio betehncouriano. Véase MACÍAS HERNÁNDEZ, A. «Algunas reflexiones sobre los
origenes de los primeros medios de pago metálicos de la economía canaria, 1400-1525».
En S.E.M.O., Universidad de La Laguna, 1993. Tomo I, pp. 635-666.
130. SERRA y CIORANESCU, «Le Canarien»: El cap. 82 (texto de Bethencourt) señala como el
normando tras regresar de Gran Canaria y antes de partir de la isla de Lanzarote proce-
dió a laentrega de distintas tierras y solares entre los aborígenes y los «del país de
Normandía», manteniendo la preferencia de los europeos sobre los canarios.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 57 08/03/2013, 14:07


58

cosas, por las donaciones, compraventa y pleitos entre los distintos señores de
las Islas. Quedaba en la memoria de todos, además de algunos de los hechos ya
expuestos, la huella de aquellos primeros colonizadores franceses, especialmen-
te perpetuados en apellidos tan frecuentes entre nosotros como Betancor,
Umpiérrez, Déniz, Berriel, etc.131
Para terminar, señalar que uno de los legados más perdurables de la presen-
cia franco-normanda en las Islas fue la evangelización de buena parte de la po-
blación de las Islas que incorporaron a su dominio132. Aunque el proceso de
cristianización lo habían iniciado en el siglo anterior los misioneros mallorqui-
nes en algunas de las islas, es con la conquista cuando la conversión y el bautis-
mo se promueven de forma generalizada. Baste recordar el bautizo, más o me-
nos forzoso, de los súbditos de Guadafrá, el rey de Maxorata o el rey de Jandía,
así como el esfuerzo de instrucción religiosa que se realizó con el breve catecis-
mo133 que se recoge en Le Canarien. Fruto de esa labor evangelizadora, además
de la creación del ya mencionado obispado del Rubicón, va a ser la devoción que
los conquistadores y sus herederos profesaron hacia San Marcial, uno de los
siete misioneros que según Gregorio de Tours envió el Papa en el siglo III para la
evangelización de algunas zonas de la Galia, y considerado como el fundador de
la sede episcopal de Limoges. Su primer santuario se encontraba en la iglesia
construida en la «ciudad» fundada por los conquistadores, hasta que el propio
abandono de la misma, producto, como se ha dicho, del traslado de la sede
episcopal y los ataques piráticos, forzaran el cambio del culto hacia Femés, lu-
gar más seguro que el primitivo emplazamiento situado junto al mar. Pese a
todo, el antiguo santuario se mantuvo en la memoria de los isleños, que aún en
este siglo seguían acudiendo en las vísperas del santo a la cruz que se elevó en el
lugar en el que se erigía la sede de la Iglesia-Catedral.

131. Baste recordar los numerosos apellidos franceses castellanizados que aparecen en la
Pesquisa de Esteban Pérez de Cabitos (Farrite Perdomo, Iohan de Unpierres, Bolancher,
Alfonso Marchal, etc.) Véase AZNAR VALLEJO, «Pesquisa», testimonio de Martín de To-
rre, pp. 289-290.
132. Sobre el papel que jugó la religión en el contacto entre aborígenes y europeos así como
el proselitismo desarrollado por éstos entre los isleños, puede verse el trabajo de AZNAR
VALLEJO, E. y TEJERA GASPAR, A. «El encuentro de las culturas prehistóricas canarias con
las civilizaciones europeas». En X Coloquio de Historia Canario-Americana (1992). Las
Palmas, 1994, tomo I. pp 21-73.
133. Un estudio de éste catecismo puede verse en el artículo de SÁNCHEZ HERRERO, J. «El
tratado de doctrina cristiana incluido en Le Canarien». En VI Coloquio de Historia Ca-
nario-Americana. (1984. Las Palmas, 1988, tomo II, pp. 743-764. Véase también CABA-
LLERO MUJICA, F. Canarias hacia Castilla. Datos de un proceso histórico. Las Palmas,
1992. Tomo I, pp. 345-359.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 58 08/03/2013, 14:07


59

4.2. Franceses en la repoblación de las islas de realengo

Desde el asentamiento de estos primeros colonizadores franceses hasta que


volvamos a encontrar a algunos galos por el Archipiélago transcurrieron muchas
décadas del siglo XV. Aún admitiendo que la documentación es fragmentaria y
escasa como para afirmarlo con rotundidad134, no parece que frecuentaran las
Islas hasta que se produjo la conquista de Gran Canaria, La Palma y Tenerife.
Los datos que hoy conocemos tampoco permiten afirmar que participaran direc-
tamente en la conquista realenga135, aunque si sabemos que alguno de ellos se
benefició de los repartos de tierras que se efectuaron en Tenerife tras su conquis-
ta. Son los casos de Simón Fue, Esteban Martín y sobre todo Juan Bordón o
Bordona. Los tres recibieron cada uno cuatro fanegas para viñas en un reparto
que se efectuó en noviembre de 1513 de diversas parcelas en las laderas de San
Lázaro, mientras que el último, además de estas cuatro obtuvo 50 fanegas en el
camino de Taoro136. Su condición de campesinos y artesanos, aparentemente

134. Para el análisis de la presencia francesa en el Archipiélago a finales del siglo XV y todo
el XVI contamos con el trabajo de LOBO CABRERA, M. «Los mercaderes franceses en
Canarias en el siglo XVI. Pablo Reynaldos». En VI Coloquio de Historia Canario-Ameri-
cana (1984). Las Palmas, 1987, tomo I, pp. 25-46; y los epígrafes que dedicó E. Aznar a
estos extranjeros en su obra ya citada «La integración». Aunque más centrado en los
siglos XVII y XVIII pueden encontrase algunas referencias en la obra de PÉREZ RODRÍGUEZ,
M.J. Los extranjeros en Canarias. Historia de su situación jurídica. La Laguna, 1990.
135. No es extraño que no participase ningún galo en la conquista de las Islas de realengo ya
que tampoco se habían destacado por sus acciones —salvo unos pocos bretones que
actuaron como bombarderos— en la coetánea conquista del reino de Granada (véase
LADERO QUESADA, M.A. Castilla y la conquista del reino de Granada. Valladolid, 1967).
Lo cierto es que fueron muy pocos los extranjeros que participaron directamente en la
conquista de las Islas realengas. Tan sólo algún borgoñón, como Jorge Grimón, hidalgo
de Namur, que intervino con armas de fuego en la conquista de Tenerife y algunos
portugueses, participaron en las campañas militares que se desarrollaron para la incor-
poración de las mencionadas islas. Otra cosa fue el apoyo financiero que genoveses,
catalanes y florentinos dieron a estas empresas. El profesor Manuel Pérez Rodríguez
afirma, tomando datos de Marin y Cubas y de J. Álvarez Delgado, que varios franceses
participaron en la conquista de las islas realengas, dando los nombres de Santa Gadea,
Hernando el Borgoñón, Jorge y Juan Grimón y Francisco Melián. Tenemos muchas
dudas sobre el origen francés de Santa Gadea ya que ni su apellido (claramente burga-
lés) ni sus relaciones comerciales denotan otra procedencia que no sea castellana. La
condición de conquistador de Francisco Melián aparece en las datas (núm. 478) pero no
su origen galo. En cuanto a los borgoñones, señalar que aunque el ducado de Borgoña
mantuvo siempre una estrecha dependencia política del rey de Francia —terminó por
incorporarse a la corona francesa en las ultimas décadas del siglo XV— el origen de los
aquí señalados (Namur, en la actual Bélgica) no permiten considerarlos como franceses.
136. Véase SERRA RAFOLS, «Las datas», núms. 979, 1006, 1033 y 1515).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 59 08/03/2013, 14:07


60

integrados en la sociedad local nos hablaría de una larga estancia en las Islas
pese a las malas relaciones que por entonces dominaba la política entre España y
Francia. Y es precisamente esa inestabilidad en las relaciones uno de los motivos
de la escasa inmigración francesa hacia las Islas en los primeros años del siglo
XVI y el origen de uno de los males que más afectó a los intereses comerciales del
Archipiélago: la piratería que ejercieron los galos, especialmente en la ruta que
unía a las Islas con la península Ibérica137.
La actividad de la piratería francesa en aguas de las Islas o próximas a ellas
se remonta a finales del siglo XV, cuando Cristóbal Colón, en su tercer viaje a las
Indias (mayo de 1498), se encontró en La Gomera con un navío francés que
llevaba a remolque dos barcos apresados a los castellanos138. Desde entonces , y
en un intento de interceptar el tráfico entre la Península y las Indias, se docu-
mentan algunos asaltos aislados, como el que sufrió el barco que en 1514 envia-
ba el regidor Bartolomé Benítez con destino a la Península, siendo interceptado
por unos franceses en las costas de Portugal y conducido a La Rochelle. Aunque
el perjudicado solicitó la correspondiente carta de represalia y las autoridades
francesas consideraron la presa de «mala guerra» (por ese mismo tiempo se
firmaba el tratado de Noyon), Benítez no logró resarcirse de las pérdidas sufri-
das hasta varios años después139. La situación se agravó con el acceso al trono de
Carlos I y Francisco I: ambos trasladaron a las acciones piráticas lo que se ha

137. Véase RUMEU DE ARMAS, A. Piratería y ataques navales contra las Islas Canarias. Madrid,
1947-1950, especialmente el tomo I. (En adelante RUMEU DE ARMAS, «Piratería») Tam-
bién PEREIRA FERREIRA, A. Mª. «O corso francés e o comércio entre Portugal e as Canárias
no século XVI (1521-1537)». En VII Coloquio de Historia Canario-Americana (1986).
Las Palmas, 1990, tomo I, pp. 77-98. Esta última autora afirma que entre 1521 y 1537
fueron asaltados no menos de 23 navíos que hacían la ruta entre Portugal y las Islas (vid.
p. 81).
138. Los detalles pueden verse en RUMEU DE ARMAS, «Piratería», vol. I, pp. 61 y ss. Del mismo
autor «Franceses y españoles en el Atlántico en tiempo del Emperador». En Charles-
Quint et sontemps. París, 1959. Véase también el trabajo de SERRA RAFOLS, E. «Los
primeros ataques piráticos a Canarias». En A.E.A. Madrid-Las Palmas, 1968, núm. 14,
pp. 383-403.
139. El navío fletado por Benítez, llamado Santa María de la Piedad, transportaba 2.000
arrobas de azúcar y diversa mercancía (jarras y tazas de plata, ropa, etc.) valorados en
más de 4.500 ducados. Véase AZNAR VALLEJO, E.; VIÑA BRITO, A.; PALENZUELA DOMÍNGUEZ,
N. y BELLO LEÓN, J.M. Documentos canarios en el Registro del Sello (1518-1525). La
Laguna, 1991 (doc. núm. 311, de 25-IX-1521). (En adelante AZNAR VALLEJO y otros,
«Documentos canarios») En este mismo documento se comunica a las autoridades de
las islas una carda dada en Bruselas (8-VII-1521) en la que Carlos V autorizaba a todos
sus súbditos a hacer la guerra, por mar y tierra, a los franceses tras la invasión que el
ejército galo había hecho de Navarra y Logroño.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 60 08/03/2013, 14:07


61

denominado como «primera guerra de rivalidad» (1520-26) entre ambas monar-


quías. Las secuelas de aquel conflicto armado también tuvieron su reflejo en el
Archipiélago, especialmente cuando en 1522 Jean Fleury atacó los navíos espa-
ñoles que se encontraban en Las Isletas140.
La actividad de los corsarios franceses en las Islas obligaron a tomar medi-
das para defenderlas. Así desde 1512-13 el concejo de Tenerife mostraba su preo-
cupación por la falta de una torre que defendiese a la Isla de un posible ataque
francés141. Y aunque el cabildo deliberó sobre las características de la fortaleza
que se habría de construir en Santa Cruz y sobre la cantidad que necesitarían
para llevar adelante la obra, lo cierto es que la idea de los regidores quedó en un
simple baluarte de escasa calidad. De nuevo, el concejo de Tenerife comenzó a
discutir desde enero de 1522 la necesidad de construir algún baluarte en Santa
Cruz y cómo proveerse de armas para la defensa del mencionado puerto142. En
abril de ese mismo año, a la sesión del cabildo reunida en Santa Cruz acudían
varios mercaderes143 con la intención de ofrecer algún tipo de préstamo con el
que armar los navíos necesarios para prevenir un ataque semejante al que los
franceses habían efectuado sobre el puerto de Las Isletas. La discusión entre los
regidores se centró en dos puntos; el primero calibrar si el número de navíos,
armas y artillería con las que contaba la Isla eran suficientes para hacer frente a
un ataque francés, ya que éstos eran «gente que viene muy armada y proveída»;
el segundo, de dónde obtener los recursos necesarios para hacer frente a los
gastos que ocasionaría defender la Isla. Finalmente se acordó, en la siguiente
sesión del concejo, tomar prestado de los mercaderes cien doblas con las que
armar un navío e intentar defenderse de los corsarios franceses. Por entonces el
pesimismo cundía entre los regidores, llegando a afirmar alguno de ellos (Pero

140. Un año antes, en 1521, los franceses lograron capturar cerca de Sanlúcar de Barrameda
dos carabelas que regresaban de las Indias lo que supuso un grave quebranto para los
mercaderes y armadores sevillanos. En junio de ese mismo año la armada castellana
devuelve el golpe al enfrentarse a siete navíos franceses junto al cabo de San Vicente
(vid. RUMEU DE ARMAS, «Piraterías», vol. I, pp. 73-74). Jean Fleury es especialmente
conocido en la historiografía nacional debido a su participación en el asalto, pocos días
después de su ataque a Las Isletas, a las naves que transportaban el tesoro de la recámara
de Moctezuma.
141. SERRA y DE LA ROSA, «Acuerdos del Cabildo II», doc. núm. 240. Cabildo de 8-1-1513.
Véase también AZNAR VALLEJO, «La Integración», pp. 52-53.
142. SERRA y DE LA ROSA «Acuerdos del Cabildo IV», doc. núm. 273, del 3-I-1522.
143. El documento señala que son los mercaderes a quienes «este negocio de armar toca más
principalmente a ellos como a mercaderes, para asegurar sus mercaderías e azúcares por
la mar». Véase SERRA y DE LA ROSA, «Acuerdos del Cabildo IV», docs. Núm. 297
(29.IV.1522); núm. 298 (30-IV-1522) y núm. 299 (2-V-1522).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 61 08/03/2013, 14:07


62

Fernández) que era inútil gastar nada en la custodia del puerto de Santa Cruz ya
que los franceses habían atacado en Las Isletas donde «había una buena torre y
un artillería y mucha más defensión...cuanto más en el Puerto de Santa Cruz,
que no había fortaleza ni aparejo ni defensa»144. El año 1523 se iniciaba con la
renovada amenaza de los corsarios franceses, lo que llevó al cabildo de Tenerife
a ordenar el reparo de la artillería que se encontraba en Santa Cruz145. La medida
llegaba tarde, ya que pocos meses después comparecía ante el concejo Pedro
Suárez Valcárcel para informar del ataque que había sufrido el puerto de Santa
Cruz por parte de una armada francesa. El peligro se haría aún más evidente
cuando en septiembre del mismo año hasta nueve navíos se adentren en la rada
de Santa Cruz saqueando todos los barcos que se encuentran en el puerto146.
Todos estos sucesos, junto a los que ya habían padecido las Islas por parte de la
piratería portuguesa durante el siglo XV, abren una serie de amenazas por parte
de los corsarios franceses, ingleses o berberiscos que alcanzan su apogeo a fina-
les del siglo XVI y durante todo el XVII.
Pese a todo, y como ya se ha dicho, se constata la presencia de franceses en
las Islas durante estos primeros años de la decimosexta centuria. Así en 1503 ya
se documentan en Santa Cruz de Tenerife147, y en 1513, en unos momentos,
como ya hemos visto, en los que se declaraba la guerra entre ambas naciones,
tanto en Tenerife como en Gran Canaria148. En cualquier caso, de todos los que
se establecieron en Canarias durante estos primeros años de colonización, sin

144. SERRA y DE LA ROSA, «Acuerdos del Cabildo IV», doc. núm. 320 (24-VII-1522). El conce-
jo, en ausencia del Adelantado, ordenó revocar el pago del salario que se daba a Pedro
Suárez Valcárcel como alcaide del baluarte de Santa Cruz ante la imposibilidad de que
éste rechazara, con los medios con los que disponía, un ataque de los franceses.
145. SERRA y DE LA ROSA, «Acuerdos del Cabildo IV», doc. núm. 378 (13-III-1523). Ese mismo
año había llegado a Gran Canaria el obispo fray Vicente de Peraza, denunciando el robo
sufrido a manos de unos corsarios franceses. En las cortes de Valladolid de 1523 Carlos V
reclamaba a los procuradores nuevos subsidios con los que combatir la piratería francesa
y berberisca que por aquel entonces tantos daños ocasionaba a la navegación comercial
hispana (véase lo que dice RUMEU DE ARMAS, «Piratería», vol. I, pp. 80 y ss.).
146. SERRA y DE LA ROSA, «Acuerdos del Cabildo IV», doc. núm. 401 (10-VII-1523); doc. 408
(14-VIII-1523) y doc. núm. 416 (18-IX-1523).
147. CIORANESCU, A. Historia de Santa Cruz de Tenerife. S/C. de Tenerife, 1977 (vid. tomo I).
Quizás sea el mismo que aparece, sin nombrarlo, en un documento de 1512 en el que
Jácome de Carminatis vendía unas casas en Santa Cruz junto a la casa y morada de un
francés que habitaba en dicho puerto (véase A.H.P.T., leg. 5, fol. 14 [4-2-1512]).
148. AZNAR VALLEJO, «Documentos», docs. 946 y 986). Un documento de 1514 señala que
cuando se declaró la guerra entre ambas naciones se encontraban en Gran Canaria al
menos tres carabelas propiedad de súbditos franceses (vid. doc. núm. 1037).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 62 08/03/2013, 14:07


63

duda el más importante fue el mercader Juan Mansel, originario de Ruán y veci-
no de Lanzarote que llegó a Gran Canaria poco después de la incorporación de
la Isla a la corona de Castilla149. Como ocurrió con otros extranjeros, va a ser su
enlace matrimonial con la hija del burgalés Hernando de Santa Gadea, conquis-
tador y uno de los más importantes propietarios de Gran Canaria, lo que le pro-
porcionó al comerciante francés uno de los mayores patrimonios inmobiliarios
de las Islas. Desde entonces, Juan Mansel con ayuda de otros mercaderes france-
ses —entre ellos su sobrino Martín Marcel— se dedicó a la importación y ex-
portación de toda una serie de productos que consolidaron su posición económi-
ca en la sociedad de la época. F. Caballero Mújica ha dado una muestra de los
artículos con los que por entonces abastecía a la Isla; entre ellos lienzos de Ruán,
damascos alemanes, tafetanes y paños portugueses, marfiles africanos, trigo de
Bretaña, etc. o los que exportaba a Francia o Flandes, especialmente los azúca-
res, mieles y remieles procedentes del ingenio de Arucas, propiedad de su sue-
gro, el mencionado Hernando de Santa Gadea150. A sus actividades comerciales,
uniría muy pronto las rentas que le generaban las tierras que adquirió en la Mon-
taña de Arucas o las setenta fanegas que compró en la llamada montaña de Gorjón,
además de los bienes que administraba en nombre de su mujer e hija procedente
del patrimonio acumulado por Santa Gadea. En 1547 fallecía, dejando por here-
dera a su hija Sofía de Santa Gadea; en la figura de esta joven mujer se acumu-
laría una de las más importantes fortunas del Archipiélago, la procedente de los
bienes de su abuelo y su padre, a los que añadiría los que aportó su marido Pedro
Cerón y Ponce de León, hijo del que fuera gobernador de Gran Canaria Martín
Hernández de Cerón. Ambos instituyeron en julio de 1572 el conocido como
mayorazgo de Arucas, con el que afianzaban los pasos dados por su linaje con el
fin de consolidar un proceso de ennoblecimiento que se había iniciado desde
principios de siglo.
También en Gran Canaria se encuentra por aquellas primeras décadas de la
centuria otro personaje de origen francés151 del que casi nada sabemos, pero del
que sospechamos que pudo alcanzar un puesto de cierto relieve en la sociedad
de la época. Nos referimos a un tal Juan de Alemania, que aparece en 1512 como

149. Una amplia biografía de este mercader francés puede verse en la obra de CABALLERO
MUJICA, F. Pedro Cerón y el mayorazgo de Arucas. Las Palmas, 1973. (En adelante,
CABALLERO MUJICA, «Pedro Cerón»).
150. CABALLERO MUJICA, «Pedro Cerón», pp. 32-33.
151. Los profesores M. Lobo y B. Rivero han localizado un total de 12 individuos de aquella
procedencia. Véase su ya citada obra «Los primeros pobladores», pp. 44-46.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 63 08/03/2013, 14:07


64

vecino y propietario de un ingenio de azúcar en la Isla152. Su nacionalidad parece


confirmarse en varios documentos de 1519 en los que aparece vinculado a otros
comerciantes franceses, aunque poco más sabemos de él, salvo que tenía arren-
dados los bienes que el Licenciado Zárate poseía en Gran Canaria por una renta
de 100.000 maravedís anuales y 665 arrobas de azúcar blanco153.
En Tenerife, la figura más destacada de origen francés fue la tercera mujer
de Alonso Fernández de Lugo, doña Juana de Masières. La biografía de la espo-
sa del primer Adelantado nos es bien conocida gracias a los documentos y rese-
ñas que de ella han aportado Serra Rafols, Rodríguez Moure y sobre todo Lobo
Cabrera y Torres Santana154. Doña Juana, que había llegado a Castilla en el sé-
quito de Germana de Foix, contrajo matrimonio con el Adelantado hacia 1514,
estableciéndose en la Isla a partir de ese momento y hasta la muerte de su mari-
do, para pasar luego a residir con la hija de ambos —doña Luisa— en Sevilla,
Madrid y finalmente Cuenca. Desde allí iniciará un largo pleito con el segundo
Adelantado, al que reclama parte de la dote que su marido le había otorgado y el
cumplimiento de varias disposiciones testamentarias de don Alonso, que com-
prometían a don Pedro al pago de varios millones de maravedís.
A finales del periodo aquí estudiado, hacia la tercera década del siglo XVI,
hay otro individuo en la isla de Tenerife que destaca por su actividad profesional
y nivel social. Nos referimos a Juan Fiesco, natural de Niza155, que procedente

152. A.H.P.L.P., leg. 2316, fol. 70 (marzo de 1512). Juan de Alemania vende seis caballos a
un almocrebe que se compromete a pagarlos mediante el servicio de los animales en el
ingenio del vendedor. Quizás habría llegado a la isla a principios de la centuria, figuran-
do en la documentación como casado con Isabel Romera.
153. PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Marquez», doc. núm. 101 (2-6-1519) y doc. núm.
111 (10-6-1519); AZNAR y otros, «Documentos canarios», doc. núm. 150 (11-10-1519).
En este último documento el licenciado Zárate acusa a Juan de Alemania de haber aban-
donado la isla con el azúcar y una deuda de 300.000 maravedís
154. LOBO CABRERA, M. y TORRES SANTANA, E. «Doña Juana de Masiéres y el pleito con el
segundo Adelantado de Canarias». En A.E.A. Madrid-Las Palmas, 1981, núm. 27, pp.
71-112.
155. A lo largo de la primera mitad del siglo XVI se encuentran otros nizardos en las Islas. El
más conocido de todos, aunque aquí no nos ocupamos de él, es Constantín Cairasco,
personaje al que se le ha relacionado más con Génova que con la ciudad francesa (no
olvidemos que Niza pertenecía entonces a la república ligur). También cabe mencionar
a Juan Bautista Amoreto, estante en Gran Canaria al menos desde 1546. En cualquier
caso fueron muy pocos los extranjeros que procedentes de Niza se establecieron en la
Península Ibérica a lo largo de los años finales del siglo XV y principios del XVI. Sobre
esta cuestión véase BARCELÓ I CRESPÍ, Mª.: «Niçards a la Mallorca baixmedieval». En
Anuario de Estudios Medievales Barcelona, 1994, núm. 24, pp. 67-87.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 64 08/03/2013, 14:07


65

de Gran Canaria156 se va a establecer como médico en La Laguna a partir de


1530. En junio de aquel año, el concejo se ve obligado a contratar los servicios
de Juan Fiesco ante las fricciones que mantenía con el bachiller Diego de Funes
y el interés de éste médico por trasladarse a Gran Canaria. El Cabildo considera
que el doctor Ysardo, Liçardo o Nisardo —que de las tres formas aparece en los
documentos— era persona de «çiençia e ysperençia» en el ejercicio de la medi-
cina, por lo que le piden que pase a residir en la Isla y acuerdan pagarle el salario
que le correspondía como médico, es decir 100 doblas y 100 fanegas de trigo
anuales157. Su contrato le fue renovado en varias ocasiones, lo que sin duda le
permitió ir adquiriendo cierta relevancia social y económica en la Isla, que cul-
minarían con su nombramiento como regidor el 13 de mayo de 1550.
En el caso de La Palma, los únicos indicios que tenemos de la presencia
gala participando como repobladores por aquellos años, es la mención que se
hace en algunas datas del llamado «barranco de los franceses» en Garafía158.
Aunque el por qué de este topónimo nos es desconocido, si sabemos que en
1523 un Juan Francés, vecino de Tenerife y aserrador (quizás sea el ya mencio-
nado Juan Bordón que vivía en Tenerife desde hacía varios años) recibía una
cueva y 10 cahíces de tierra de sembradura en La Breña, éstas últimas comparti-
das con el regidor Juan de Aguirre.
De todo el periodo de estudio aquí analizado, va a ser el trienio 1519-1521,
en una etapa de relativa paz entre ambos países, cuando se documenten un ma-
yor número de franceses en las Islas. En el primero de esos años, Felipe Martínez
e Ivan de Laome, mercaderes bretones representantes de otros tantos afincados
en Gran Canaria159, solicitan al Licenciado Sebastián de Brizianos, juez de resi-

156. Se conocen algunos de los contratos que firmó con el Cabildo Catedralicio para prestar
sus servicios como médico. Sobre esta cuestión véase BETANCOR GÓMEZ, Mª.J. y ANAYA
HERNÁNDEZ, L.A.: «Las epidemias en Gran Canaria hasta la tercera década del XVI». En
X C.H.C.A. Las Palmas, 1994, tomo II, pp. 829-858.
157. DE LA ROSA y MARRERO, «Acuerdos del Cabildo V», Cabildo del 4-6-1530. Juan Fiesco
declara que había llegado a La Laguna el 15 de mayo de 1530, a petición del ayunta-
miento, para curar a varios frailes del convento franciscano. Estaba casado con Olaya
Fonte del Castillo, hija del catalán Antón Fonte y de Marina del Castillo. Otorgó su
testamento ante el escribano Francisco de Mesa en el año 1571, aunque su fallecimiento
tuvo lugar en su ciudad natal, Niza.
158. Véase el trabajo de VIÑA BRITO, A. Conquista y repartimiento de la isla de La Palma.
Santa Cruz de Tenerife, 1997, pp. 48 y 78.
159. PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Márquez», doc. núm. 85 (17-V-1519) Los otros mer-
caderes bretones son Lorenzo Tomás, Guillermo Gebu, Nicolás Juan, Ibón Garmer y
Bastián Roberto. Quizás no deba extrañarnos el hecho de que la mayoría de los france-
ses que se acercan hasta Canarias sean de origen bretón, ya que por aquella misma

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 65 08/03/2013, 14:07


66

dencia de Tenerife, un salvoconducto para poder vender y comprar en la Isla


todo aquello que les fuera necesario. Atendiendo a que durante esos momentos
no existe ningún tipo de contienda entre Castilla y Francia, se les concede un
seguro para que permanezcan en la Isla el tiempo que quisiesen, advirtiéndoles
que si durante su estancia se produjera algún tipo de altercado entre ambas na-
ciones deberán abandonar la Isla en un plazo de 50 días. Días que emplearán en
cobrar sus deudas y en designar a uno de ellos o a un natural del reino para que,
con el correspondiente poder, procedan a administrar las deudas y bienes que
dejen en el Archipiélago. En parecidos términos y por las mismas fechas tam-
bién se dirigen a la justicia de Tenerife los bretones Francisco Cor, Juan de Liorda,
Ximón Fer, Yvón Tomás, Frances Gingan, Galamón Prior, Rico Coroler, Yvón le
Reste, Juan Penenque, Guillermo Lesan, Yvon Fer, Juan le Sant, Aleo Carrera y
Ximón Morio, todos ellos estantes en Tenerife y propietarios de la nao «La Ca-
talina de Morles», anclada en el puerto de Santa Cruz160. En todos estos casos,
que registran la presencia de un número de franceses mayor de los que hasta
ahora suponíamos, está presente el miedo al trato que puedan recibir por parte
de las autoridades locales y el temor a que sus bienes sean embargados a causa
de conflictos pasados161, así como su compromiso de respetar la paz o las treguas

época también los archipiélagos de Madeira y Azores cuentan con una importante colo-
nia de mercaderes bretones. Véase VIEIRA, A. Portugal y las islas del Atlántico. Madrid,
1992, pp. 80-81. (En adelante VIEIRA, «Portugal y las islas»). Además, como ya adverti-
mos, los bretones formaban una importante comunidad en Sanlúcar, lo que sin duda
facilitaría mucho sus relaciones con las islas.
160. PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Márquez», doc. núm. 90 (19-V-1519). Dos días an-
tes, los también mercaderes bretones Pedro de Bengín y Ruberto Ribera solicitan al
Ldo. Brizianos solicitan un salvoconducto en los mismos términos (ibídem, doc. núm.
86 , de 17-V-1519). Un mes después (doc. núm. 100, de 2-VI-1519) se encuentran en la
isla de Tenerife a bordo de la nao «Luisa» los siguientes franceses: Charles Minote,
vecino de Ruán, Juan de Alemana, Bernar Cosin, Antonio Piliover, Pierres, Guillermo
Frote, Juan Luxón, Giles Frotes, Madad Huyach, Guillermo de Huz, Cardín Belanjer,
Perrín Bourder, Ximón Lombardero, Guillermo Secalabrio, Juan Bervilla, Rautín Cotelo,
Esteban de Sahuz, Juan Dio, Juan Tortel, Enrique, Juan Fecan, Nicolás Din, Tomasín
Gorin, Guillermo y Juan Marín, Guillermo Neranqueo, Juan Mameluque, Juan Barvero
y Guillén Ber. Todos ellos se obligan a permanecer en la isla y se comprometen a que
durante el tiempo que permanezcan en el Archipiélago no harán mal ni daño a persona
alguna (vid. docs. núm. 101 y núm. 111).
161. No era la primera vez que se embargaban bienes a súbditos de la corona francesa. Sabe-
mos que en 1512, en los momentos en los que se recrudecía las tensiones entre Castilla
y Francia, le fueron tomados en Tenerife a los franceses Juan Bordón y Simón Francés
varias casas y cajas de azúcar que poseían en La Laguna y Santa Cruz (véase A.H.P.T.,
leg. 377, fol. 677 [3-12-1512]).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 66 08/03/2013, 14:07


67

entre ambos reinos, sin olvidar que alguno de ellos entiende que es vecino de las
Islas desde hace tiempo y que poseen en ellas casa, hacienda y familia162, por lo
que debe ser protegido y quedar exento de cualquier tipo de represalia.
Dado que durante buena parte del siglo XVI las relaciones franco-castella-
nas se desarrollaron bajo el signo de la inestabilidad, ¿en qué consistían por
entonces las relaciones entre Francia y Canarias?. Pues básicamente en el man-
tenimiento de un activo comercio de vino, azúcar163 y remieles canarios envia-
dos fundamentalmente hacia Ruán, San Malo y Nantes, en unos viajes que, como
indica Manuel Lobo, se hacían directamente desde el Archipiélago hasta el puer-
to de destino, salvo alguna escala técnica casi siempre en la costa de la Francia
occidental. A cambio, los mercados franceses enviaban hacia las Islas algunas
manufacturas textiles, estaño164, madera y pescados en conserva, distribuidos en
el Archipiélago por factores y mercaderes de origen galo establecidos en ellas165.

5. INGLESES Y FLAMENCOS

Fuera de los grupos mayoritarios, los individuos procedentes de Centro


Europa, Inglaterra y Flandes, también se encuentran representados, eso sí, con
porcentajes muy débiles, en el conjunto de los extranjeros relacionados con el
Archipiélago. Las razones por las que agrupamos a todos ellos en un mismo
epígrafe no es otra que la de su escasa representatividad, el hecho de que en ellos
se cumple muy bien aquella característica que sitúa a estos extranjeros como

162. Puede ser el caso de Simón Fernández, francés vecino de La Laguna y casado con
Francisca Álvarez. En 1521 declaraba poseer unas tierras en Tacoronte —las había apor-
tado su mujer como dote— que arrienda a Diego Estévez por dos años. Un año antes, su
mujer hacia testamento, y en el mismo reconocía que debía a un Guillermo Francés,
quizás de origen galo, media dobla de oro por ciertas ropas que le compró en su tienda.
Véase PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Márquez», doc. núm. 642 (18-IV-1520) y doc.
núm. 1782 (5-V-1521).
163. En junio de 1512 el Cabildo autorizaba a los «labradores de azúcar» a vender su produc-
ción a los franceses que por entonces se encontraban en el puerto de Santa Cruz. Véase
SERRA y DE LA ROSA, «Acuerdos del Cabildo II», Cabildo del 12-6-1512.
164. En 1521 Diego Santos reconocía que debía a Francisco Perón, mercader francés estante
en Tenerife, 13.860 maravedís por la compra de cierta cantidad de estaño. Véase PADRÓN
MESA, «Protocolos de Juan Márquez», doc. núm. 1770 (29-IV-1521).
165. Aunque fuera de nuestro periodo de estudio, véase el trabajo de TORRES SANTANA, E.:
«Las relaciones comerciales entre Gran Canaria y Francia en el siglo XVII. Una aproxi-
mación». En El comercio en el Antiguo Régimen. Las Palmas, 1995, pp. 179-186.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 67 08/03/2013, 14:07


68

transeúntes que no pasan del esporádico contacto comercial en busca de algún


producto o en ruta hacia otros mercados, o el hecho de que bajo la denominación
genérica de flamencos puedan aparecer, además de los naturales de los Países
Bajos, los procedentes de regiones alemanas limítrofes. Dicho esto, hemos de ad-
vertir que alguno de ellos —especialmente los flamencos en La Palma166— alcan-
zaron un patrimonio y posición social de considerable importancia, sin olvidar
lo que quizás fue más importante: fueron los miembros de esta comunidad los
que permanentemente mantuvieron unidas a las Islas con los mercados más di-
námicos de la Europa de entonces (Brujas, Amberes, Arnemuiden, etc.).
A diferencia de lo que sucedía con Castilla, donde la presencia inglesa ha-
bía sido tradicional desde que comenzaron las peregrinaciones a Santiago167,
viéndose incrementada a finales del siglo XV con motivo del progresivo acerca-
miento que se produjo entre las dos coronas con el fin de aislar a Francia, en
Canarias su estancia y arraigo fue más bien escaso durante el periodo de estudio
aquí analizado. Queda lejos aún el relevante papel que a partir del siglo XVII van
a jugar los británicos en la economía y sociedad canaria, con huellas en la cultu-
ra y en la vida cotidiana que han perdurado hasta la actualidad.
Tampoco los estudios dedicados a las relaciones anglo-canarias, y en gene-
ral para el análisis de su presencia en las islas atlánticas, durante el siglo XVI son
muy abundantes168. Aunque también es verdad que los protagonistas de estas

166. Sirvan de muestra de la completa bibliografía que se ocupa de los flamencos en el Archi-
piélago los siguientes trabajos: MARRERO RODRÍGUEZ, M. «Una sociedad para comerciar
con Castilla, Canarias y Flandes en la primera mitad del siglo XVI». En III C.H.C.A. Las
Palmas, 1980, tomo I, pp. 161-173; de la misma autora «Mercaderes flamencos en Tene-
rife durante la primera mitad del siglo XVI». En IV C.H.C.A. Las Palmas, 1982, tomo I,
pp. 599-614; LOBO CABRERA, M. «La diáspora flamenca en Gran Canaria durante el
Quinientos». En Vlamingen overzee flamands en outre-mer flemings overseas Brussels,
1995, pp. 25-75; del mismo autor «Flamencos en la carrera de Indias, vía Gran Cana-
ria». En VIII C.H.C.A. Las Palmas, 1991, tomo II, pp. 7-15.
167. Un magnífico estudio sobre la presencia de los peregrinos ingleses en Santiago y de las
relaciones comerciales que mantuvo Castilla con Inglaterra puede verse en el trabajo ya
citado de FERREIRA PRIEGUE, E. Galicia en el comercio marítimo medieval, pp. 574-633.
Para cuestiones más generales también son imprescindibles los trabajos de CAUNEDO DEL
POTRO, B. La actividad de los mercaderes ingleses en Castilla (1475-1492). Madrid, 1984
y el de CHILDS, W. Anglo-Castillian Trade in the Later Middle Ages. Manchester, 1978.
168. En este sentido hemos avanzado mucho desde que se publicaron las actas del curso que
se celebró en Gran Canaria en 1992 bajo el título de «Canarias e Inglaterra a través de la
Historia. Allí se presentaron dos trabajos fundamentales para nuestro periodo de estu-
dio. Son los de FERNÁNDEZ ARMESTO, F. «Inglaterra y el Atlántico en la Baja Edad Me-
dia», y el de LOBO CABRERA, M. «Canarias e Inglaterra en el siglo XVI», ambos recogidos
en el libro Canarias e Inglaterra a través de la Historia. Las Palmas, 1995, pp. 11-28 el
primero y pp. 29-50 el segundo.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 68 08/03/2013, 14:07


69

relaciones no se prodigaron ante los notarios isleños, quizás porque confiaban


más en las escrituras redactadas directamente entre las personas interesadas o
quizás porque organizaban sus negocios desde las plazas de origen (Londres,
Bristol, Plymouth). Si a ello le unimos la tantas veces aludida pérdida de docu-
mentación, podemos concluir que el conocimiento que saquemos sobre este tema
será siempre parcial y en general bastante pobre.
A pesar de todo sabemos que los ingleses se interesaron por las islas atlán-
ticas al menos desde la segunda mitad del siglo XV169. F. Fernández Armesto
señala como desde 1448 llegan a Inglaterra las noticias sobre exploraciones en
el Africa atlántica; si a esto le unimos la necesidad de buscar nuevos mercados
ante las dificultades que encontraban los naturales de Bristol para acceder a los
puertos nórdicos debido a la competencia de los mercaderes hanseáticos, y la
tendencia a contrarrestar esta situación con un progresivo incremento de la pre-
sencia inglesa en la Baja Andalucía desde 1480, podemos entender la apertura
de contactos directos entre Inglaterra y las islas atlánticas. Éstos comenzaron
con las Azores, ya que allí se constata en 1479 la presencia de un buque fletado
por dos mercaderes ingleses cargando trigo, al que siguieron varios viajes hacia
Madeira en 1480, 1486 y 1487. En éste contexto también ha de incluirse los
intentos de varios mercaderes ingleses que en 1480 habían llegado a la costa
andaluza con la intención de buscar pilotos y gente que los guiase hasta La Mina170.
Las primeras relaciones directas entre los ingleses y Canarias se van a cen-
trar en torno a la obtención de la orchilla, producto tintóreo necesario para la
floreciente industria lanera británica. W. Childs afirma que la orchilla se intro-
dujo en Inglaterra en el siglo XIV procedente de los mercados orientales, pero las
dificultades encontradas para abastecerse de estos mercados durante la segunda
mitad del siglo XV alentó a los genoveses a buscarla en la Berbería de Poniente
hasta transportarla, en régimen de monopolio, en sus propios barcos o en asocia-
ción con mercaderes ingleses171. Pese a estas circunstancias, F. Armesto advierte

169. La leyenda y cierta tradición historiográfica situaron a Robert Mchin, aventurero inglés
huído en 1344 de Bristol, como el primer descubridor de las islas de Madeira. Aunque
algunos documentos testifican la expulsión de Inglaterra de alguien apellidado Machim
o Matchico a principios del siglo XV no parece que sea cierta la presencia británica el
mencionado archipiélago ni en las islas atlánticas antes que portugueses o hispanos.
Sobre este asunto véase VIEIRA, «Portugal y las Islas», p. 290.
170. A.G.S.- Registro General del Sello, fol. 81 (3-11-1480).
171. Al respecto es interesante la asociación establecida entre Francisco Riverol y Jorge
Bulestrinpara enviar partidas de orchilla de Canarias con destino a Inglaterra. A.G.S.-
Registro General del Sello, fol. 23 (28-4-1497).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 69 08/03/2013, 14:07


70

que no es probable que este tráfico comercial diera lugar a una presencia efecti-
va de los ingleses en el Archipiélago. Todavía hay que esperar a los primeros
años del siglo XVI para documentar la llegada de los primeros, en este caso atraí-
dos por el azúcar que comenzaba a producirse en las Islas.
De entre ellos el que nos ha dejado un mayor rastro documental gracias a
los numerosos negocios que emprendió y a que llegó a establecerse en Tenerife,
fue Thomas Mailliard (Tomás Mallarte en los protocolos canarios). Procedente
de Sevilla, donde mantenía relaciones comerciales con otros compatriotas suyos
o participaba en el tráfico con Indias, llegó a Tenerife hacia 1511 ó 1512. A
partir de entonces, y en unión de quien quizás fue su factor en la Isla en aquellos
primeros momentos, aparece de forma frecuente en los protocolos de La Laguna
vendiendo todo tipo de productos. Un buen ejemplo de sus actividades y sobre
todo de su potencial económico, lo podemos ver en 1513 y 1514, al observar
como varios regidores (Bartolomé Benítez, Pedro de Lugo) y otros vecinos de la
Isla le reconocen deudas por un valor superior a los 400.000 maravedís172. Entre
los deudores también se encontraba el Adelantado, al que no le queda más reme-
dio ante el impago de la cantidad prestada que hipotecar a Mailliard y a Francis-
co Spínola —otro de los acreedores— una parte del ingenio de Los Sauces173.
En noviembre de 1513 el inglés otorgaba un poder a Pedro Guillén, vecino de
Sanlúcar, para que en su nombre pudiera administrar el mencionado
heredamiento174, lo que no frenó al gobernador para que impidiese —como tam-
bién había hecho en otras ocasiones— que el representante de Mailliard cogiese
el azúcar del ingenio hipotecado.
Por último, reseñemos para finales de nuestro periodo de estudio, la pre-
sencia de Juan Gan, mercader inglés establecido en la comarca de Daute, donde
llegaría a contraer matrimonio con una de las hijas del catalán Gaspar de Jorba.
Interesado en el comercio de la pez, obtuvo en 1538 un poder del arrendador del
diezmo de este producto para poder cobrar dicha renta en el N.W. de la Isla. Su
fallecimiento en los inicios de la década de 1540 truncaría su labor mercantil en
el Archipiélago.175

172. A.H.P.T., leg. 379, fol. 738; fol. 786; fol. 792; fol. 1112 y leg. 380, fol. 262; fol. 264; fol.
265; fol. 268; fol. 274; fol. 275; fol. 287; fol. 300; fol. 307
173. AZNAR VALLEJO, «Documentos», núm. 1059; 1098 y 1116.
174. A.H.P.T., leg. 379, fol. 1072 (11-11-1513).
175. MARTÍNEZ GALINDO, «Protocolos de Rodrigo Fernández», pp. 34.

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 70 08/03/2013, 14:07


71

Sobre el resto de mercaderes británicos que se acercan a las Islas es poco lo


que sabemos. En los protocolos de Tenerife aparecen unos pocos, entre ellos
alguna irlandesa176, que lo único que hacen es confirmar lo esporádico de unos
contactos que no cobrarán un auge mayor hasta la cuarta o quinta década del
siglo XVI.
(continuará)

La Laguna, octubre de 1997

176. Se trata de Isabel de los Olivos, a la que califican como natural de Galvey (Irlanda) e hija
de un tal Guillermo Pérez. Véase PADRÓN MESA, «Protocolos de Juan Marquez», doc.
núm. 1204 (16-9-1520).

01 (Juan Manuel Bello León y otra).pmd 71 08/03/2013, 14:07

También podría gustarte