Dialogo Critico
Dialogo Critico
Dialogo Critico
2 MÉTODOS DESEADOS
El Dialogo Critico
¿Qué es dialogar?
Recordemos que las etimologías de la palabra diálogo son dos
palabras griegas: dia, a través y logos, razón y palabra. Así que
dialogar es un intercambio verbal y razonado entre dos o más personas
que se realiza de acuerdo a determinadas condiciones.
El diálogo crítico
La máxima expresión del diálogo es el diálogo crítico, cuyo objetivo es
llegar al fondo de algún tema o asunto y aproximarse lo más posible a
la verdad. Los diálogos de Platón constituyen el prototipo de los
diálogos críticos.
Los buenos seminarios académicos, se sustentan en el diálogo crítico.
En la educación superior es cada día más frecuente asistir a seminarios
en vez de los cursos tradicionales, lo cual es muy alentador. El
auténtico seminario es aquél en donde circulan las ideas con plena
libertad en aras de la verdad o de lo que se considera mejor para todos.
En esta cultura de la participación generalizada, es de primordial
importancia saber dialogar, para enriquecer cada sesión.
Las condiciones necesarias para el diálogo crítico
a) La amistad
Es necesaria una relación de persona a persona entre los dialogantes.
Una persona no puede dialogar cordialmente con un personaje, porque
estaría necesariamente a la defensiva impidiendo que el personaje, con
el delirio de grandeza que le caracteriza, lo avasalle, lo domine.
Pero la persona tampoco puede dialogar normalmente con un
personoide, ya que éste, cuando no está quejándose y sintiéndose
víctima de todo, sólo está esperando que le digan qué hacer o qué
opinar porque no tiene vida propia. Así pues sólo puede haber un
diálogo cordial, fluido, natural, entre las personas libres, con la
conciencia de su propia dignidad, dispuestas a aprender lo que no
saben pero también de aportar lo que está en sus manos.
Se requiere una relación de igual a igual. Al trascurrir del diálogo es
preciso que los dialogantes asuman actitudes congruentes con la
amistad. Como la cordialidad es una manera de ser y la amistad, una
actitud hacia el otro, es preciso que ambas estén presentes durante el
diálogo, y esto se muestra con otras actitudes afines como las
siguientes: Cordialidad, honestidad, sinceridad, humildad, confianza,
comprensión, aceptación de las diferencias y reconocimiento de los
propios errores.
Estar en desacuerdo con alguien no es atacarlo. Con frecuencia el
exceso de susceptibilidad nos hace creer que cuando alguien piensa
distinto de nosotros, nos está atacando personalmente y entonces nos
sentimos obligados a responder y no siempre en buenos términos.
Nuestra mentalidad tiene que cambiar para que el diálogo no se
interrumpa.
Como razón:
Desde el punto de vista de su naturaleza, algunos autores han
clasificado las verdades en:
a) verdades de razón, aquéllas que requieren de razonamiento lógico o
matemático.
b) verdades de hecho las que requieren de prueba experimental,
demostración fáctica o de
argumentación convincente.
En cuanto a lo que es evidente, lo que a todos nos consta, no es
necesario razonarlo, probarlo, demostrarlo o argumentarlo; solo hay
que percibirlo y aceptar dicha percepción.
Pensar lógicamente. Lo menos que nos exige el logos, es transitar
aceptablemente por los razonamientos deductivo, inductivo y analógico,
respetando las leyes de la lógica y conociendo además las limitaciones
de cada uno de los razonamientos anteriores: El primero, no es capaz
de generar nuevos conocimientos; el segundo es de carácter
probabilístico y el tercero es bastante débil ya que sólo se puede usar
sin mucho riesgo de equivocarnos, cuando se trata de conceptos o de
realidades semejantes para no caer en analogías abusivas.
Saber argumentar. Cuando el razonamiento lógico no es suficiente, se
hace necesaria la argumentación, entendida ésta como “el conjunto de
técnicas de organización lógica de un texto o discurso destinado a
demostrar la validez de una proposición, mediante las conclusiones
derivadas de su análisis” (Noel Angulo Marcial). Naturalmente que toda
argumentación requiere de una base lógica pero se nutre también de la
vida real, de la experiencia vivida y de las necesidades humanas.
Echar mano de los recursos intelectuales que están a nuestra
disposición.
Otra herramienta necesaria es la explicación, que pretende dar razón
del por qué de las cosas o en qué consiste algo.
Evitar los sofismas y sobre todo las falacias. Los pensamientos falsos
pero con apariencia de verdad expresados involuntariamente se llaman
sofismas. Cuando éstos se utilizan voluntariamente, reciben el nombre
de falacias.
Como palabra:
Saber discurrir, enhebrar enunciados, párrafos y discursos completos,
congruentes e inteligibles.
Cuidar y ampliar nuestro léxico. Darle su justo valor a las palabras y
llamar a las cosas por su nombre, lo que significa que únicamente
utilizaremos las palabras cuyo significado conozcamos perfectamente.
Para lograr lo anterior es preciso que leamos bastante y por gusto pero
también que redactemos con frecuencia, aunque sea nuestro diario
personal.
Asimismo, evitar las incorrecciones del lenguaje (solecismos), la
empobrecedora calca de vocablos y expresiones tomados
acríticamente del inglés (barbarismos) y los disparates.
Cuidar la semántica. Respetar el significado denotativo o propio de
palabras y expresiones. Otra forma de cuidar la semántica consiste en
definir el significado de arcaismos: palabras o expresiones actualmente
en desuso; o de neologismos: palabras o expresiones nuevas cuyo
significado no siempre es conocido por todos. Entre los primeros
tenemos los latinismos, como por ejemplo: “ ex professo” y “mutatis
mutandis”. Entre los segundos, encontramos múltiples expresiones
originadas en las nuevas tecnologías que diariamente se están
actualizando.
Cuidar la sintaxis. Consiste en construir correctamente desde los
enunciados bimembres hasta los discursos completos, de tal manera
que todos sepan de qué o de quién se está hablando y qué es lo que se
afirma o se niega de ese sujeto gramatical.
Cuidar el estilo académico. Esto no nada del otro mundo, sino escribir
en forma directa, con orden, claridad, unidad, concisión y precisión.
Respetar la congruencia externa (el género al que pertenece el escrito
en cuestión: ensayo, informe, monografía, etc.) así como la
congruencia interna (que no haya contradicciones a lo largo del
discurso).
Evitar las afirmaciones sin respaldo o fundamento y darle el crédito que
en justicia le pertenece, a cada autor del que se haya tomado
informaciones o ideas.
Cómo dialogar
Una vez que los dialogantes se ponen de acuerdo acerca de la fecha,
la hora, el lugar y el tema, el que coordina el diálogo (d1) es el mismo
que lo inicia mediante una lectura breve, un pequeño relato o
formulando una pregunta que provoque la participación. El siguiente
dialogante que toma la palabra (d2), antes de expresar su opinión, lo
primero que hace es sintetizar (algunos autores emplean el término
verificar) lo que dijo (d1). Y si éste está de acuerdo con la síntesis o
verificación, el diálogo continúa; pero si no está de acuerdo el mismo
(d1) sintetiza o verifica lo que dijo, o espera a que (d2) lo haga
satisfactoriamente. Una vez sintetizado lo que expresó (d1), es cuando
(d2) interviene expresando su punto de vista, que puede consistir en
alguna de estas acciones: ampliar, profundizar, matizar, ejemplificar,
rebatir, comentar, aclarar, explicar, demostrar, corregir, distinguir,
definir, etc. . El diálogo continúa con un tercer dialogante (d3) que
resume o verifica lo dicho por (d2) y así sucesivamente.
El coordinador intervendrá lo menos posible y sólo lo hará para agilizar
el intercambio de opiniones, procurando que todos participen, que
nadie acapare la palabra, evitando las digresiones innecesarias y
manteniendo el clima de cordialidad en todo momento.
Sin importar el número de participantes, lo verdaderamente importante
durante este proceso, es la capacidad de todos para reflexionar en
forma conjunta con la mayor objetividad para conservar la integridad del
logos, es decir el flujo del razonamiento, la atención concedida a las
palabras y las posiciones sometidas a análisis, hasta llegar juntos a la
verdad o aproximarse a ella.
Cuando el diálogo empieza a empantanarse, cuando se aproxima a un
callejón sin salida, es necesario hacer algo al respecto, sobre todo el
coordinador. Los especialistas aconsejan que en ese caso se cambie el
contexto del aquí y el ahora y empezar a imaginar, a soñar despiertos:
“Qué pasaría si . . . “ o “Vamos a suponer . . .” como si los presentes
vivieran en otro planeta y en otra época; es decir, en otras condiciones
y circunstancias.
Al final del diálogo conviene hacer una recapitulación de lo ocurrido,
bien sea el mismo coordinador o bien, otro dialogante y cuando se tiene
la fortuna de llegar a conclusiones, pues formularlas con claridad. Con
frecuencia sólo se llega a acuerdos parciales o puntos de acuerdo
aceptados por consenso y entonces hay que formularlos con claridad.
Con frecuencia a los dialogantes que no están formados en la cultura
del diálogo, les cuesta mucho trabajo aprender a escuchar con atención
a los demás dialogantes, ya que están más preocupados por pensar lo
que van a decir. Por esa razón al principio carecen de la habilidad para
resumir o verificar lo que dijo el dialogante que les antecedió en el uso
de la palabra. Ante esto y con toda la calma del mundo, el coordinador
insistirá en que cada resumen o verificación sea fiel y no “más o
menos”.