Inteligencia Emocional y Fenomenología Afectiva: Introducción

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tema 2 Inteligencia Emocional y

fenomenología afectiva

INTRODUCCIÓN
En el ámbito de la Inteligencia Emocional, cuando se hace referencia a las emociones
no solamente deben entenderse como tales las emociones consideradas en cuanto a su
expresión como básicas o universales, esto es, la alegría, el miedo, la tristeza, el asco,
la sorpresa y la ira. Existen otros estados emocionales que se les han clasificado como
emociones secundarias o sociales como la culpa, los celos, la envidia, el altruismo, etc. que
muchos autores han clasificado también como sentimientos o estados de ánimo. Otros
estados emocionales como el amor, el odio, el rencor, se les ha llamado afectos. No existe
consenso acerca de cómo denominar mejor a toda esta fenomenología afectiva (Marina,
1996) que tan habitualmente se emplea para hacer referencia a los estados de ánimo que
vivimos en los diferentes momentos y circunstancias de la vida. Si bien es verdad que
existe cierto confusionismo entre términos de índole emocional, sí se pueden diferenciar
unos estados de otros.
Por otra parte, también la IE hace referencia a estados emocionales que se
caracterizan por su patología. Los trastornos emocionales como la alexitimia, el trastorno
bipolar, la depresión, etc., ponen de manifiesto que los mecanismos neurológicos que
constituyen el soporte neuroanatómico de la IE no funcionan o lo hacen defectuosamente
de un modo continuado, persistente, agudo o, cuanto menos, preocupante, de acuerdo
con la gravedad de las psicopatologías. ¿Una buena IE debería gestionar estos estados?
Indudablemente. Sería de sumo interés conocer cómo puntuarían aquellas personas con
estos trastornos ante un cuestionario de IE. Probablemente, estas pruebas, al ser del tipo
autoinforme, las personas que contesten a ellas se podrían percibir como competentes en

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IE, sin embargo, ante el reto de afrontar emocionalmente las situaciones y las percepciones
distorsionadas que les originan su alteración, fracasan por sí mismos y necesitan de la
psicoterapia profesional para solucionar el trastorno psicológico emocional.
En este capítulo se repasan y clasifican las emociones, estados de ánimo y demás
elementos emocionales que constituyen el objeto de la IE, es decir, el procesamiento
de la información emocional, desde un enfoque únicamente lingüístico, en un intento
metodológico de clarificar los diferentes términos y expresiones de nuestro léxico que
empleamos para hacer referencia a la emocionalidad en general.
También se abordan algunas características de las reacciones emocionales de la ira,
la tristeza, la depresión, miedo, ansiedad y fobias a efectos de establecer matices entre
ellas. Los contenidos de estas emociones han sido ampliamente estudiadas por diferentes
autores. Así, Averill (1982) ha estudiado la ira, entre otros muchos. La esperanza, el miedo,
la decepción y el alivio han sido abordados por Mowrer (1960). La ansiedad ha sido tratada
ampliamente por infinidad de autores, entre ellos, por ejemplo, Epstein (1967) y Spielberger
(1972). Del mismo modo, en otro lugar (Vallés y Vallés, 2000) hemos abordado con mayor
profundización las características de las emociones y sentimientos positivos, negativos y
neutros. Lo que se expone en este capítulo complementa lo aportado en obras anteriores,
sin la pretensión de hacer una exposición pormenorizada de cada una de ellas. Remitimos
al lector a las obras mencionadas y, para una clarificación conceptual desde la perspectiva
fenomenológica y filosófica la obra de Marina (1996) “El laberinto sentimental”.

1. DIFERENCIANDO CONCEPTOS. LA FENOMENOLOGÍA AFECTIVA


En el ámbito de la emocionalidad o de los afectos es muy difícil encontrar un
consenso hasta en la propia definición de los elementos o componentes “emocionales”
y tanto más en el establecimiento de una clasificación que vertebre conceptos que
habitualmente, incluso, se emplean de manera equívoca o solapada, y cuyo denominador
común es la vivencia y expresión de la afectividad.
Se han empleado numerosos criterios clasificatorios para determinar qué emociones
se deben considerar como básicas o fundamentales. Ejemplos de ello los encontramos
en Arnold (1960), que emplea como criterio las tendencias a la acción, resultando como
emociones básicas el amor, la aversión, el desaliento, el deseo, la desesperación, la esperanza,
el miedo, la ira, la tristeza y el valor. Ekman, (1982) emplea como criterio la expresión
facial universal de las emociones, y de acuerdo con ello, las conceptualiza como básicas
o universales a la ira, la alegría o júbilo, el miedo, el asco o repugnancia, la sorpresa y la
tristeza. Otros autores como Izard (1971), Gray, (1982) postulan las necesidades del sistema
para clasificarlas. Adolphs (2002) clasifica las emociones desde criterios de bases neuronales.
Así, podríamos citar numeras clasificaciones que se han producido en los últimos cincuenta
años, sin que se alcance un consenso en la manera de ordenarlas y categorizarlas. En cada

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una de ellas se aboga por la primaridad o secundariedad y/o por la posible combinación
entre las emociones para dar lugar a otras. No existe acuerdo en este sentido.
Una clasificación de los tipos de emoción muy interesante, a nuestro parecer, es la
aportada por Ortony, Clore y Collins, (1996), con un enfoque eminentemente cognitivo
establecen una estructura global de las emociones con criterios de valencia.

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Por lo que respecta al lenguaje de las emociones, a su expresividad lingüística en
términos de sinonimia, habida cuenta de la gran abundancia léxica existente en el ámbito
emocional, probablemente sea Marina (1996), quien en su Laberinto sentimental haya
puesto un poco más de orden en este vasto mundo de la emoción, empleando para ello el
constructo de fenomenología afectiva para englobar en él un conjunto de términos de
corte emocional, afectivo, sentimental o como se prefiera denominar. También cabe citar
la estructurada clasificación ofrecida por Bisquerra (2000) sobre las emociones y sus tipos.
Un intento de clasificación global se ofrece a continuación para delimitar cada
uno de sus elementos y establecer posteriormente las diferencias, matices y semejanzas
(semánticas) que caracterizan a cada uno de ellos.

CUADRO UNA CLASIFICACIÓN DE LOS FENOMENOS AFECTIVOS (adaptación de Goleman,


1995; Marina, 1996; Ortony, Clore y Collins, 1996; Bisquerra, 2000; Vallés, 2000)

• Emociones.
a) Según la universalidad cultural (Expresión facial, Ekman, 1982).
-- Básicas o primarias: alegría, tristeza, ira, asco, miedo y sorpresa. Son
independientes de la cultura.
-- Secundarias o sociales (Damasio, 1994): se derivan de las básicas y
se combinan entre ellas (orgullo, celos, lástima, etc.).
b) Según la afectación psicológica.
-- Positivas: producen bienestar psicológico. Emociones y sus sentimientos
derivados.
·· Alegría: buen humor, felicidad, diversión, gratificación, optimismo,
regocijo, entusiasmo, contento, deleite, júbilo, gratitud, alivio, calma,
interés, curiosidad, encanto, paciencia, euforia, éxtasis, templanza,
simpatía y complacencia.
·· Amor: afecto, agrado, estima, consideración, respeto, aprecio,
aceptación, amabilidad, cariño, devoción, embeleso, adoración, ternura,
placer, cordialidad, aceptación, afinidad.
·· Felicidad: gozo, tranquilidad, paz interior, plenitud, dicha, placidez,
satisfacción, serenidad, bienestar, seguridad, gratificación, esperanza,
confianza, sosiego.
-- Negativas: producen bienestar psicológico. Emociones y sus sentimientos
derivados:

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·· Ira: rabia, cólera, desdén, menosprecio, ultraje, rencor, odio, furia, enfado,
indignación, resentimiento, aversión, exasperación, tensión, excitación,
agitación, acritud, animadversión, animosidad, venganza, humillación,
irritación, exasperación, hostilidad, enojo, odio, celos, envidia, reproche,
resquemor, impotencia, rebeldía, repudio, malevolencia.
·· Miedo: temor, horror, espanto, pánico, terror, congoja, pavor, desasosiego,
susto, fobia.
·· Ansiedad: angustia, desesperación, desasosiego, inquietud, estrés,
preocupación, azoramiento, anhelo, desazón, obnubilación, desconcierto,
consternación, nerviosismo, timidez, estupor, incertidumbre, inquietud,
insatisfacción, impaciencia.
·· Tristeza: autocompasión, abatimiento, congoja, depresión, desamparo,
frustración, fastidio, decepción, desaliento, malhumor, aflicción,
desolación, pena, desaliento, dolor, decepción, pesar, duelo, pesadumbre,
duelo, desconsuelo, desesperanza, desánimo, pesimismo, aburrimiento,
apatía, melancolía, abatimiento, añoranza, morriña, nostalgia, disgusto,
preocupación, resignación, soledad, conmoción, desdicha, infelicidad.
·· Vergüenza: arrepentimiento, culpa, timidez, inseguridad, vergüenza ajena,
bochorno, pudor, recato, rubor, sonrojo, verecundia, remordimiento.
·· Asco: aborrecimiento, aversión, aprensión, desprecio, hastío, repugnancia,
rechazo.
·· Otras: posesividad, egoísmo, avaricia, indiferencia, intriga, mezquindad,
confusión, desconfianza, desidia, pereza, prepotencia, recelo, sometimiento,
expectación, valor.
-- Neutras o ambiguas (denominadas también como bordeline y problemáticas):
no producen necesariamente ni bienestar ni malestar psicológico: sorpresa,
asombro y esperanza. (La sorpresa, a juicio de Ortony, Clore y Collins, (1996)
no constituye en sí una emoción, sino un estado cognitivo más próximo a una
actitud).
c) Según la procedencia o fundamentación.
-- Éticas: fundamentadas en valores humanos. Altruismo, prosocialidad, empatía,
compasión, solidaridad, bondad.
-- Estéticas: las producidas o evocadas por la apreciación de una obra artística.
Se pueden originar cualquiera de las emociones básicas o los sentimientos
derivados.

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(La clasificación del cuadro anterior es meramente artefactual, su propósito es el de
ofrecer una panorámica de los términos. Algunos de ellos se emplean indistintamente con
significados semejantes y existe solapamiento entre algunos de ellos. El campo semántico
en el ámbito afectivo es muy vasto).

Clasificación de sentimientos según su naturaleza o experiencia que los


genera (Adaptación de Marina, 1996)
-- Bipolares: amor y odio, miedo; ansiedad y tranquilidad. Con elevada carga
fisiológica.
-- Derivados de experiencias relevantes: interés, sorpresa, curiosidad, fascinación.
-- De falta de interés: desidia, aburrimiento.
-- Placenteros: regocijo, aversión.
-- Dolorosos: aversión, asco.
-- Cumplimiento de necesidades: alegría.
-- Incumplimiento de necesidades: frustración, tristeza.
-- De amenaza a la integridad personal: miedo, fobia, terror.
-- De obstaculización ante la consecución de objetivos: impotencia, frustración,
odio, envidia.
-- Facilitación de fines: amor.
-- Disminución o desaparición de un mal: alivio.
-- Incapacidad de prevención: impotencia, indefensión, inseguridad.
-- De inseguridad por el futuro: incertidumbre, angustia.
-- Seguridad y confianza en lo posible: esperanza.
-- Sentirse juzgado mal: vergüenza.
-- De responsabilidad de un acto: culpa, remordimiento, pena, arrepentimiento,
contrición.
-- Autovalorarse (autojuzgarse) y valoración ajena: orgullo, frustración,
autoestima (sentimiento de inferioridad*).
-- Sucesos ocurridos a otra persona: alegría (acontecimiento bueno) alegrarse
de lo malo ocurrido a otra persona, envidia, compasión.
-- Estados sentimentales.
-- Deseos.

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-- Afectos.
-- Estados de ánimo.
-- Humor.
-- Actitudes cognitivas emocionales.
-- Apego.
(*) Sentimiento de inferioridad
-- Temperamento.
Es un estado afectivo caracterizado por
-- Carácter. la desazón o molestia psicológica al
autopercibirse como inferior en algún
-- Personalidad. aspecto, rasgo o habilidad a los demás.
El “defecto” es considerado como algo
-- Reacción afectiva. vergonzoso, indigno, humillante e
-- Trastornos emocionales. inaceptable para uno mismo. Forma
parte de los componentes cognitivos en
-- Labilidad emocional. una baja autoestima.

-- Alexitimia.
-- Emotividad.
-- Rasgo emocional.
-- Estado emocional.
-- Pasión.
-- Fluidez.

Sobre cada una de las emociones, de los sentimientos o afectos se han aportado
diversas definiciones y descripciones, bien atendiendo a su etimología o atendiendo a lo
que Lazarus (1994) denomina núcleos de temas relacionados con la emoción. Un ejemplo
de ello se ofrece en el siguiente cuadro:

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NUCLEO DE TEMAS RELACIONADOS PARA CADA EMOCIÓN
EMOCIÓN NÚCLEO DE TAMS RELACIONADOS
ALIVIO. Condición de mejoría en le estado (físico o psicológico) personal.
Desear o participar en un afecto, aunque no sea necesariamente
AMOR.
correspondido o recíproco.
Reforzamiento social otorgado al grupo al que pertenece.
Gratificaciones materiales como regalos, obsequios y recepción de
ALEGRÍA. bienes.
Haber conseguido los objetivos personales previstos o estar en proceso
de conseguirlos.
ANSIEDAD. Enfrentamiento a una amenaza incierta.
ASCO. Lo que produce repugnancia, repulsión o avesión.
Resentimiento hacia una tercera persona por la pérdida o el miedo a
CELOS.
perder el apoyo o afecto de otro.
Situaciones en las que se impide o dificulta la consecución de objetivos
CÓLERA.
personales.
COMPASIÓN. Ser conmovido por el sufrimiento de otro, con el deseo de ayudarle.
CULPABILIDAD. Haber transgredido un imperativo moral.
ENVIDIA. Desear lo que otra personal quiere.
ESPERANZA. Temerse lo peor, pero esperando que mejore la situación.
FELICIDAD. Hacer progresos razonables hacia el logro de un objetivo.
IRA. Una ofensa desagradable en contra mía o de los míos.
Un peligro físico real o inminente.
Situaciones amenazantes para la integridad personal.
MIEDO.
Incertidumbre ante las consecuencias de un peligro.
Percepción de carencia de habilidades para enfrentarse a la situación.
Mejorar la identidad personal mediante el rendimiento, un honor, un
ORGULLO. mérito o algo deseado, logrado por sí mismo o por alguien del grupo
con el cual se identifica.
REPUGNACIA. Estar demasiado cerca de algo que es “indigesto”.
Experimentar una pérdida irreparable.
TRISTEZA. La pérdida de bienes.
Pérdida de seres queridos.
VERGÜENZA. Fracasar en vivir de acuerdo con el ideal del yo.

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2. TÉRMINOS Y EXPRESIONES EMOCIONALES
De acuerdo con la clasificación establecida en el cuadro expuesto anteriormente
diferenciamos el contenido semántico de cada concepto emocional a efectos de poder
discriminar unos de otros, pese a la proximidad semántica de muchos de ellos, lo que hace
que frecuentemente que se solapen y se mezclen entre sí. No obstante, una descripción,
aunque breve, contribuirá a emplearlos con mayor propiedad, aún a sabiendas de la gran
complejidad que ello exige en la vida cotidiana.

2.1. Las emociones


La emoción es una reacción intensa y relativamente breve, acompañada de fuertes
movimientos expresivos y asociada a sensaciones corporales. Las emociones son reacciones
a las informaciones (conocimiento) que recibimos en nuestras relaciones con el entorno.
La intensidad está en función de las evaluaciones subjetivas que realizamos sobre cómo
la información recibida va a afectar a nuestro bienestar. En esas evaluaciones previas
intervienen conocimientos previos, creencias, objetivos personales, percepción de ambiente
provocativo, etc. Una emoción depende de lo que es importante para nosotros y lo que
resulta valorativo para nosotros determinará la interpretación del evento que provoca la
reacción emocional. Ciertas situaciones nos afectan en función de la significatividad que
tienen para cada persona. Si la interpretación es negativa la emoción que puede producirse
es muy intensa y puede producir disfunciones intelectuales o trastornos emocionales
(fobias, estrés, depresión, etc.).
Con un enfoque eminentemente cognitivo Ortony, Clore y Collins, (1996:16)
aportan una definición basada en esta interpretación: son reacciones con valencia ante
acontecimientos, agentes u objetos, la naturaleza particular de las cuales viene determinada
por la manera como es interpretada la situación desencadenante.
En la atribución de significado al suceso se tienen en cuenta numerosos factores
como los valores, las expectativas, los deseos, los gustos, los intereses, las preocupaciones,
las creencias, los objetivos, etc. Sin embargo, también influye en la percepción de la
emoción las características objetivas y culturales de la situación. Etxebarría (2002) señala
que en prácticamente todas las culturas para cada emoción básica se dan características
relativamente uniformes. Pero no solamente estos factores influyen en la reacción
emocional sino que, de acuerdo con Ortony, Clore y Collins (1996: 22), existen tres aspectos
o cambios en el mundo o contexto que una persona toma en consideración para reaccionar
con una determinada valencia (positiva o negativa de acuerdo con los factores arriba
mencionados), que son:

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a) Los acontecimientos. Nos concentramos en los acontecimientos porque estamos
interesados en sus consecuencias.
b) Los agentes. Nos concentramos en los agentes en razón de las acciones que
realizan.
c) Los objetos. Nos concentramos en los objetos cuando estamos interesados
en ciertos aspectos de ellos, o propiedades que se les atribuyen, en tanto que
objetos.
Las emociones son pues, eventos internos que coordinan muchos subsistemas
psicológicos que incluyen respuestas fisiológicas, cogniciones y el conocimiento consciente.
A la emoción se la define también como un estado afectivo de conciencia en el que
la alegría, el dolor, el miedo, el odio, etc., es experimentado como distintivo de los estados
cognoscitivos y volitivos de la conciencia. La emoción es distinta a la volición (motivación)
y distinta también de la cognición (pensamiento). Pese a ello, el procesamiento de la
información emocional es complejo e interrelacionado y, aunque semánticamente pudieran
efectuarse diferenciaciones en la práctica cuando se experimentan emociones, éstas tienen
sus correlatos cognitivos y también presentan tendencias de acción (motivación).

2.2. Los sentimientos


El sentimiento es el estado de ánimo o estado psíquico que sigue a la emoción. Es
su consecuencia directa. Es un estado afectivo más estructurado, complejo y estable que
la emoción, menos intenso y presenta una menor implicación fisiológica. Su duración es
mayor que la emoción y se caracteriza por el elevado contenido cognitivo que presenta.
Se afirma incluso que el sentimiento es la parte cognitiva de la emoción, en el sentido
que las rumiaciones cognitivas (interpretaciones, atribuciones, inferencias, razonamientos,
etc.) están permanentemente asociadas al sentimiento. Así, por ejemplo, cuando se tiene
un sentimiento de pena, los pensamientos del tipo “Qué lástima que haya ocurrido eso”,
¡Qué mala suerte!, etc., le acompañan y pueden prolongar el estado de ánimo.

2.3. Los estados sentimentales


Son los sentimientos que tienen una gran duración, tienen un carácter más
permanente con respecto a otros que son efímeros en el tiempo. Marina (1996: 35) los
clasifica en hábitos sentimentales como el odio o el amor que tienen una permanencia
configuradora de la personalidad y estados de ánimo que tienen cierta duración pero son
menos consistentes.

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2.4. Los afectos
Es el conjunto de experiencias que tienen un componente evaluativo (Marina, 1996:
34). Los afectos son positivos o negativos y pueden clasificarse de acuerdo con:
a) Grado de placer: placentero/displacentero
b) Grado de atracción: atractivo/aversivo
c) Grado de agradabilidad: agradable/desagradable
d) Grado de positividad: positivo/negativo
e) Grado de activación: estimulante/deprimente
El afecto tiene habitualmente una connotación positiva relacionada con la expresión
de simpatía, estima, consideración y cariño hacia otra persona.

2.5. Los estados de ánimo


Son menos intensos que las emociones y más duraderos. Suelen prologarse desde unas
horas hasta varios días. La euforía y la depresión son dos estados de ánimo contrapuestos.
Suelen ser inespecíficos, es decir, no atribuibles a un motivo determinado aparente, no
sabemos bien por qué surgen ni de dónde provienen (“No sé lo que me ocurre hoy, me siento
deprimido”, hoy es un buen día y no sé por qué”) aunque, rastreando pormenorizadamente
los eventos del día y los pensamientos asociados a ellos encontraríamos alguna causa
explicativa, determinados pensamientos (rumiaciones cognitivas) provocados por detalles
nimios han podido generar una fabulación cognitiva inductora del estado de ánimo. Pero
no siempre es así, es decir, no siempre existe un objeto, situación o pensamiento provocador
del estado de ánimo, sin embargo, sí son numerosos los estados de ánimo que se suceden
como consecuencia de pequeños detalles o percepciones sutiles de lo que nos ocurre y
de sus interpretaciones cognitivas. Sin embargo, existen otros “motivos” menos precisos
y conocidos descritos por Thayer (1998) que tienen un origen biológico y se refieren a la
activación corporal como el cansancio físico, la calma, la energía y la tensión.

2.6. humor
El humor es un estado de ánimo que refleja una tendencia o estilo de afrontar la
vida y sus problemas. Se dice que existe mal humor cuando existe una tendencia a ver
las cosas negativamente, a descubrir sus desventajas y a minimizar u obviar los aspectos
positivos. El buen humor es estado de ánimo distinto. Se caracteriza por adoptar una actitud
alegre y optimista de la vida, atendiendo a lo positivo, a las ventajas y los aspectos más
benevolentes de las situaciones. Incluye dosis de jocosidad y se manifiesta en expresiones
verbales de chistes, comentarios alegres, palabras de ánimo positivo, etc.
Es evidente que los estados psicológicos afectan a la salud. El humor puede ser
negativo y es el pesimismo quien gobierna el comportamiento emocional de la persona. El

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pesimismo empeora la salud. El humor puede ser, por el contrario positivo y se corresponde
en este caso con el optimismo. El optimismo es una habilidad que puede enseñarse. Las
personas optimistas tienen mayor capacidad para motivarse por tareas y nuevos retos
y aprendizajes, alcanzan mayores niveles de logro personal y su salud física y mental es
mejor, es lo que Seligman (1991) denomina el optimismo sabio.

2.7. Las actitudes cognitivas emocionales


Son estados de hipervigilancia en los que el individuo presta atención selectiva a
determinadas emociones (miedo, ira…) y muestra una tendencia a desarrollar o mantener
un estado permanente (estado de ánimo) de reactividad. Se adopta una especial sensibilidad
a reacciones de determinado tipo. Las actitudes cognitivas emocionales permiten explorar
el ambiente con elevada atención selectiva, rastreando y amplificando la aparición de
estímulos emocionales, dando prioridad a su procesamiento y haciendo parecer un tipo
de respuesta determinado. Tienen una mayor duración que las emociones.

2.8. apego
Es la relación afectiva que conecta biológicamente a las criaturas con sus
progenitores. Es el sentimiento fundamental que proporciona la base segura sobre la que
desarrollar emociones positivas y controlar y socializar las emociones negativas (Clemente
y Villanueva, 1999: 55). El apego es el causante de estados emocionales de satisfacción
cuando se tiene próximo la figura de apego (los padres, en el caso de los niños, por ejemplo)
y de aflicción en los casos de pérdida o separación, produciendo inseguridad emocional
en los períodos de adaptación. (una ampliación de estos aspectos puede verse en López,
Etxebarría, Fuentes y Ortiz, 1999).

2.9. temperamento
Tendencia a evocar una determinada emoción o estado de ánimo. Tiene un
determinismo biológico (jovial, agresiva, tímida, melancólica…). El temperamento hace
referencia a la constitución heredada, a los esquemas biológicos determinados. Una persona
con temperamento “fuerte” se manifiesta con excesivas reacciones de llanto, cólera o
intranquilidad (emocionalidad). También se le ha atribuido al temperamento la actividad,
la impulsividad, la irritabilidad y la sociabilidad (Buss y Plumin, 1975; citados por Marina,
1996: 270). Cuando se tiene tendencia a manifestar estados de ánimo con emociones
disfóricas se hace uso de la expresión “temperamento difícil”. Fox (1992; citado por López
et al., 1999) lo atribuye a una mayor activación del hemisferio derecho.
Otra forma de describir al temperamento es considerarlo como el conjunto de sus
estados de humor habituales (Bisquerra, 2000: 69).

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2.10. carácter
Es el componente aprendido del temperamento que se ha ido forjando a lo largo
del historial de vida del individuo. El proceso de socialización modela el temperamento
hasta convertirse en el carácter individual o personal que identifica el modo habitual de
reaccionar emocionalmente antes las diferentes situaciones cotidianas. Es un término en
desuso que se funde con el de personalidad. Goleman llegó a emplearlo como sustituto
de la expresión Inteligencia Emocional.

2.11. Personalidad
Está formada por el carácter más el comportamiento (Marina, 1996: 270). La
personalidad se manifiesta en el modo de actuar. La personalidad está referida a un conjunto
de comportamientos habituales que se configuran como un estilo o manera de reaccionar
ante las situaciones. La consistencia de los estilos de actuar da lugar a los rasgos de la
personalidad: neuroticismo, extraversión, etc.

2.12. Reacción afectiva


Prolongación en el tiempo de una emoción con menor activación psicofisiológica y
de menor intensidad. Un ejemplo de ello es el mostrar una actitud de desprecio continuado,
de celos, de amor, hacia otra persona. etc. Equivalente a un sentimiento fuerte continuado
y persistente.

2.13. trastornos emocionales


Son las perturbaciones del estado de ánimo que se dan en los cuadros
psicopatológicos graves como la depresión, el trastorno bipolar, el trastorno límite de la
personalidad, trastornos esquizoafectivos, trastornos de ansiedad (fobias y estrés) (para
una ampliación de estos aspectos véase el manual del DSM-IV R).

2.14. Labilidad emocional


Consiste en el cambio de humor o estado de ánimo súbito y bipolar, en el sentido
de cambiar bruscamente de la alegría a la tristeza, o de la calma al enfado o viceversa,
o cualquier combinación posible entre los diferentes estados de ánimo. Todo ello sin que
concurran en el sujeto condiciones objetivas para que se produzca dicha oscilación, sino
que son debidas a interpretaciones distorsionadas de eventos, reacciones del interlocutor,
contenidos de conversación etc., unidos a un estilo emocional de responder y a una escasa
o nula regulación emocional.

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2.15. Alexitimia
Etimológicamente la palabra alexitímia significa la ausencia de palabras para
expresar las propias emociones. Es un trastorno emocional en el procesamiento de la
información afectiva. Las principales dificultades que presenta una persona alexitímica
en el ámbito emocional son:
1. Dificultad para identificar en sí mismo y en los demás las emociones, los
sentimientos y los afectos a través de la expresión facial, verbal o conductual.
2. Dificultad para describir las emociones, los sentimientos y los afectos. El sujeto
no puede verbalizar adecuadamente las emociones que siente ni las que sienten
los demás (carencia de empatía).
3. Dificultad para diferenciar los sentimientos de las sensaciones corporales que
acompañan a la activación emocional. Las manifestaciones psicofisiológicas que
van asociadas a la activación emocional son atribuidas erróneamente a mera
sintomatología física (Martínez Sánchez, 1999: 390), sin asociarla al estado
emocional en sí mismo.
4. Escasa habilidad en el manejo simbólico de las emociones. Expresión facial y
gestual muy pobre. Presenta un bajo nivel expresivo-motórico.
Las causas de la alexitimia se atribuyen a una disfunción o desconexión entre los
centros nerviosos del sistema límbico con las áreas expresivas de Broca y otros centros que
controlan la expresión facial y verbal de las emociones.

2.16. Emotividad
Algunas personas son muy emotivas, es decir, son muy sensibles para reaccionar
ante situaciones afectivas y lo hacen de manera brusca e intensa, de modo alterado y
exaltado. Ejemplo de ello es la tendencia a llorar con suma facilidad ante situaciones
poco importantes o ante una pequeña contrariedad, la reacción brusca de enfado ante
una negativa, (rabieta en los niños pequeños al no conseguir lo que quería) o la decepción
depresoide cuando no se consigue un propósito.
En el polo opuesto encontramos personas que son escasamente emotivas; son
las personas insensibles ante los afectos. Se muestran impasibles ante las situaciones
que objetivamente deben producir una reacción emocional. Las personas sin empatía
y aquellas que no muestran ninguna evidencia emotiva ante situaciones de alegría, de
miedo, de sorpresa y de cualquier otra manifestación afectiva son un claro ejemplo de esta
a-emotividad. El caso más grave es la alexitimia, un cuadro psicopatológico caracterizado
por la incapacidad para expresar los estados emocionales y para poder empatizar con los
demás.

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2.17. Rasgo emocional
El rasgo emocional se considera como tendencia o predisposición de la persona a
reaccionar de dicho modo. Así, se dice que una persona es iracunda cuando sus reacciones
emocionales son intensas, frecuentes, tiene mayor tendencia a percibir e interpretar
erróneamente situaciones que le inducen a su reacción de ira. Se es propenso a reaccionar
de forma emocionalmente alterada, es decir, de modo disfórico, con expresiones de rabia,
hostilidad, furia … Los parámetros comportamentales de intensidad, duración y frecuencia
son los que diferenciarían el estado del rasgo emocional de la ira.

2.18. Estado emocional


Esta denominación se emplea para diferenciarla de la anterior, es decir, del rasgo,
del cual difiere en cuanto a la permanencia, intensidad y duración de la emoción. El
estado emocional es una reacción transitoria, ocasional o con relativa frecuencia; incluye
sentimientos subjetivos negativos variables en su intensidad, desde una ligera molestia
hasta una furia o rabia intensa. Es fluctuante en función del grado de afectación que
produzca la circunstancia que provoque la emoción.

2.19. Pasión
Son los sentimientos muy intensos, duraderos, vehementes y reiterativos que
influyen en el comportamiento y lo controlan en forma de acciones concretas. El modo
de comportarse está determinado y gobernado por la orientación hacia el propósito de la
pasión, lo cual, en algunos casos puede convertirse en comportamientos psicopatológicos
obsesivo-compulsivos o adictivos. Elevadas dosis de interés, motivación, dedicación hacia
un tema con repercusión psicofisiológica serían prototípico en las pasiones.

2.20. Fluir
Csikszentmihalyi, (1997) define lo define como “Un estado mental y emocional
como una experiencia de bienestar y de satisfacción que permite una mejor realización
de las tareas habituales, se pierde la noción del tiempo y se dirige toda la atención a la
actividad en sí misma”.
Para alcanzar este estado de placidez emocional es necesario dominar los impulsos,
ser capaz de diferenciar la satisfacción de los deseos, ejercer un cierto control sobre el
estado de humor, mantener la motivación cuando surjan las dificultades. Es pues, la IE
quien puede facilitar este estado de fluidez.

PSICOPEDAGOGÍA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL 63


Tema 2. Inteligencia Emocional y fenomenología afectiva
COMPORTAMIENTO MOTORES EN LA EXPRESIÓN EMOCIONAL
ESTADO EMOCIONAL COMPORTAMIENTO
Ira. Agresión verbal y/o física hacia otra persona.
Miedo. Huida o enfrentamiento.
Vergüenza. Enconderse, huir de la situación.
Compasión Ayuda a la otra persona.
Asco. Vómito, náuseas.
Alegría. Gesticulación facial y corporal acusada.
Tristeza. Inactividad.
Amor. Mirada tierna.
Ansiedad. Tics nerviosos, temblores, huida y evitación.

3. DIFERENCIADO LA IRA, EL RESENTIMIENTO, LA HOSTILIDAD Y


LA AGRESIÓN
Algunas emociones y sentimientos llegan a confundirse por sus similitudes en las
reacciones que producen, como es el caso de las llamadas familias sentimentales. Por
ejemplo, desdén y menosprecio, animosidad y animadversión, entre otros muchos. Analizar
cada uno de ellos sería una ardua labor que no es el propósito de este libro. No obstante,
sí se abordan en las líneas que siguen algunas diferencias existentes entre una de las
emociones que mayor alteración disfórica produce en el comportamiento como es la ira.
La ira, además de ser una emoción básica lleva asociados sentimientos y actitudes
emocionales de furia, resentimiento, cólera, exasperación, indignación, acritud, animosidad,
fastidio, irritabilidad, odio, hostilidad, violencia, agresividad y, probablemente alguno más.
De cada uno de ellos podría hacerse una diferenciación semántica. Existe ambigüedad y
cierta confusión en la utilización de los términos de ira, hostilidad y agresión. La ira se
refiere a un estado emocional que incluye los sentimientos (en grado variable) de irritación,
molestia e incluso furia intensa o rabia y suele ocurrir cuando se da una respuesta emocional
ante una situación que se percibe como de provocación, de crítica, de maltrato o vejación
que pone en evidencia la dignidad personal y la autoestima.
A la ira también se la considera, además de una reacción emocional como una
predisposición de personalidad (Spielberger y cols., 1985; citado por Moscoso y Bermúdez,
1999: 234). Algunas personas se sienten encolerizadas de forma crónica, de modo que
reaccionan de este modo ante situaciones que objetivamente no deberían elicitar esta
reacción emocional. Son aquellas personas que se sienten amenazadas con cierta facilidad
sin que medien estímulos reales de provocación, sino que fundamentan su malestar en su
interpretación errónea y distorsionada de los hechos y comportamientos de los demás. La
reiteración o sistematicidad en reaccionar de modo furioso ante situaciones semejantes
es lo que da lugar a esa predisposición o rasgo estable de personalidad. Estas personas
con una actitud reactiva de irritación casi habitual y permanente, dan lugar a reacciones

64 PSICOPEDAGOGÍA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL


Tema 2. Inteligencia Emocional y fenomenología afectiva
de enfado y expresión de la ira con una intensidad, duración y frecuencia desmesuradas
y desproporcionadas a la situación que la provoca.
Cuando las situaciones elicitadoras de la ira se presentan como muy habituales el
sujeto puede desarrollar estados de resentimiento y hostilidad. Se dice que el resentimiento
es un estado de ira no resuelto. La hostilidad es una tendencia a desear o causar daño a los
demás o sentir ira hacia otras personas. La hostilidad implica una actitud social mantenida
de resentimiento con respuestas verbales y motoras, a modo de una mezcla de indignación
y desprecio asociada a sentimientos de irritación, enojo, furia y rabia. Se acompaña de
obnubilación. En la hostilidad se percibe a los demás como provocadores y causantes del
malestar personal y se tiene la creencia de que no merecen la confianza ni el respeto.
La manifestación conductual de este estado emocional es muy variable (ira manifiesta):
verbalizaciones negativas hacia la otra persona con descalificaciones, insultos, comentarios
cínicos, amenazas y agresión física. Es estos casos estaríamos haciendo referencia a la
agresión como reacción emocional y como un comportamiento punitivo o destructivo
hacia otra persona. Sin embargo, la ira puede ser contenida cuando los sentimientos que
van asociados como la molestia, frustración, indignación, etc. no son expresados.
La ira puede entenderse como un estado o como un rasgo emocional. Se
conceptualiza como estado cuando es una reacción transitoria, ocasional o con relativa
frecuencia, incluye sentimientos subjetivos negativos variables en su intensidad, desde una
ligera molestia hasta una furia o rabia intensa. Como estado emocional es fluctuante en
función del grado de frustración que produzca la situación que la provoque y los objetivos
no conseguidos, las percepciones de afrontamiento, la injusticia o la provocación (Moscoso
y Bermúdez, 1999: 245).
Como rasgo emocional, la ira se considera como tendencia o predisposición de la
persona a reaccionar de dicho modo.
La falta de regulación emocional lleva a los niños a manifestar los trastornos
externalizantes que representan una expresión inadaptada y desmesurada de las emociones
de cólera, hostilidad y afecto negativo (Clemente y Villanueva, 1999:64). Este descontrol
emocional se manifiesta a través del movimiento físico como pegar, hacer el payaso, no
estarse quieto y a través de los gestos o componentes verbales como gritar, insultar, quejarse,
exagerar, etc.). Estas denominaciones son variables según autores, pero en la base de todos
estos comportamientos subyace la falta o pobreza de control o autorregulación emocional.
En sentido contrario, los llamados trastornos internalizantes son aquellos que se
caracterizan por la inhibición comportamental, el aislamiento, la tristeza, la ansiedad y el
temor. Las emociones negativas se expresan a través de un exceso de regulación emocional,
controlando las emociones hasta el punto de inhibir o restringir la relación social.
Las reacciones de ira y hostilidad son el resultado del proceso de evaluar
cognitivamente el significado de lo que en ese momento está poniendo en peligro nuestra

PSICOPEDAGOGÍA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL 65


Tema 2. Inteligencia Emocional y fenomenología afectiva
seguridad, autoestima y estabilidad personal (Moscoso, 1996). La evaluación cognitiva
que hace la persona que responde de esa manera puede estar sesgada, es decir, puede
interpretar erróneamente las situaciones y atribuir equivocadamente causas no objetivas
ni ajustadas a la realidad puede encontrar intenciones ocultas en la expresión facial de otra
persona que le mira de determinada manera. Estos errores de atribución son también del
tipo generalización, como emplear términos de nunca, siempre, todo, nada (pensamientos
dicotómicos) … para valorar el comportamiento de los demás y el propio. Esta manera tan
peculiar (sesgada) de valorar cognitivamente las situaciones hace que se codifiquen los
hechos de manera negativa, burda y grosera, sin juicios razonados y sensatos que analicen
objetivamente los datos de la situación (los comentarios de otra persona, los gestos, las
intenciones, etc.) y se adopte una actitud reactiva de ira y hostilidad para imponer la
voluntad propia y los deseos personales como consecuencia de percibir falsamente una
amenaza hacia su integridad física o psicológica.

4. LA EMOCIÓN DE TRISTEZA
La tristeza es una de las emociones básicas consideradas como negativas, en el
sentido de que su duración, frecuencia e intensidad pueden alterar el estado de ánimo de
modo continuado, impidiendo el normal desarrollo de la personalidad. La autorregulación
emocional que debe realizarse está referida a gestionar esta emoción de acuerdo con
criterios de integridad y salvaguarda psicológica personal. Experimentar tristeza por la
pérdida de algo querido es una emoción universal que no se inhibe ni se controla, es
inevitable en el ser humano. Sin embargo, los sentimientos duraderos y persistentes de
abatimiento, congoja, consternación, desaliento, dolor, desconsuelo, soledad, conmoción,
melancolía, entre otros muchos de la misma familia semántica, pueden producir un malestar
psicológico duradero en el tiempo, dando lugar a episodios o estados permanentes de
trastornos psicológicos como la depresión.
La tristeza es una respuesta emocional que se produce como consecuencia de
sucesos que son considerados como displacenteros y denotan pesadumbre o melancolía.
Sentimientos de desánimo, desaliento y pérdida de energía y aflicción. Da lugar a estados
de desconsuelo, pesimismo, desesperación y autocompasión.
Desde el punto de vista cognitivo la tristeza como emoción es acompañada por
pensamientos irracionales negativos. Los cambios en el estado de ánimo hacia componentes
tristes o depresivos se producen porque se realizan evaluaciones distorsionadas de la
realidad, que consisten en sobredimensionar o enfatizan las dificultades para afrontar las
situaciones, y en minimizar los recursos personales de que se disponen; el sujeto adopta
creencias irracionales, realiza atribuciones catastrofistas, dirige su atención de forma
selectiva y concentradamente hacia los acontecimientos negativos. La consecuencia de
este procesamiento sesgado de la información es la de autopercibirse como incompetente

66 PSICOPEDAGOGÍA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL


Tema 2. Inteligencia Emocional y fenomenología afectiva
para resolver un problema, superar una exigencia ambiental o afrontar diariamente los
retos de la vida, aparece la autocrítica negativa y la autopunición. Esta autopercepción
del sí mismo como negativa (poco eficaz y poco valiosa) altera el estado de ánimo y una
vez que se instaura se repiten los errores de interpretación, perpetuándose así la tristeza,
melancolía, desánimo y demás sentimientos asociados.
La expresión conductual de la emoción de tristeza y de los rasgos o estados de
depresión, melancolía, etc. se caracteriza por la pasividad de movimientos, escasez de
actividades personales en todos los ámbitos, especialmente las de ocio y tiempo libre,
escasa habilidad manifestada para resolver pequeños problemas de la vida cotidiana. El
llanto suele acompañar numerosos episodios de tristeza intensa.
Desde el punto de vista afectivo la tristeza se acompaña también por otras respuestas
emocionales como las de ansiedad, sentimientos de culpabilidad, pérdida de motivación
general hacia las actividades diarias. En el ámbito psicofisiológico concurren síntomas
como cansancio, alteraciones en el sueño y en la alimentación, pérdida de interés sexual,
entre otros.
Cuando se está deprimido se razona peor. Al aumentar las imágenes producidas por
el cerebro emocional (sistema límbico) disminuye la del cerebro cognitivo (neocórtex). Las
personas con estados depresivos duraderos tienden a tener una salud debilitada (McEwen
y Stillar, 1993; Robertson & Ritz, 1990).
La psicoterapia pretende que el sujeto utilice las vías neurológicas que van desde
la corteza a la amígdala. Los fármacos antidepresivos producen sus efectos sobre los
trastornos de las emociones interrumpiendo las vías que van desde la amígdala hacia la
sustancia gris o corteza cerebral.

5. MIEDO, ANSIEDAD Y FOBIAS


Un tercer grupo de emociones que originan importantes alteraciones emocionales
que deben regularse es el formado por el miedo, la ansiedad y las fobias. El miedo es una
reacción emocional proporcionada al peligro real u objetivo que presenta la situación
que lo provoca producida por un peligro presente e inminente y está asociado al estímulo
que lo provoca. La ansiedad es una respuesta emocional que se asemeja a la emoción
de miedo y se diferencia de éste en que es un modo de responder anticipadamente
ante una situación futura hipotética. La ansiedad es un miedo sin objeto, la reacción es
desproporcionadamente intensa.
Los casos patológicos del miedo son las fobias. La fobia es un trastorno de
ansiedad. La DSM-IV define a la fobia “Como un miedo intenso y persistente a objetos o
situaciones claramente discernibles y circunscritos, ante cuya exposición se provoca casi
invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad que puede adquirir la forma de una
crisis de angustia situacional, o más o menos relacionada con una situación determinada”.

PSICOPEDAGOGÍA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL 67


Tema 2. Inteligencia Emocional y fenomenología afectiva
Son estados emocionales semejantes los de aprensión, desasosiego, malestar, tensión,
preocupación, recelo, susto, entre otros.

6. LA HONESTIDAD EMOCIONAL
La honestidad emocional se refiere a la expresión verdadera de los sentimientos y las
emociones que se viven. La Inteligencia Emocional es la que determina cuando tomamos
la decisión respecto a la conveniencia de ser emocionalmente honrados. Sin embargo,
este tipo de decisiones posee un elevado componente social y cultural que mediatiza
el que nos mostremos tal como nos sentimos o, por el contrario, se finjan sentimientos
que en realidad no se experimentan o se dimensione o decremente su expresividad. La
llamada cortesía social es uno de los obstáculos habituales para la honestidad emocional.
¿Cómo estás? Bien. Esa es la respuesta tópica cuando en realidad, es muy probable que
nos encontremos de mal humor, que hayamos sufrido alguna contrariedad o cualquier
otra contingencia. La norma social nos obliga a fingir emocionalmente. Sin embargo, este
fingir está condicionado por el grado de familiaridad que tengamos con el interlocutor.
La mayor honestidad emocional se da en la infancia, cuando los niños expresan
libremente sus sentimientos. Sin embargo, la educación social de los padres impone las pautas
de relación convenidas. ¿Por qué tiene que darle un beso un niño a otra persona adulta si
realmente no le apetece? ¿Por qué ha de sonreír ante otra persona cuando realmente está
enfadado? En esas pautas comienzan las dificultades para ser emocionalmente honesto. El
niño va aprendiendo de sus padres como fingir emocionalmente cuando los comentarios
que se realizan sobre terceras personas no coinciden con la expresividad y “afectuosidad”
mostrada para con ello. La pugna en la adolescencia entre padres e hijos ilustra claramente
la invalidación de sentimientos entre ellos. Se aprende que mostrando o inhibiendo uno u
otro sentimiento se consigue determinados objetivos ante los padres.

7. LA EMPATÍA Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL


La empatía es uno de los componentes de la Inteligencia Emocional en los modelos
de Goleman, Bar-On y, en un principio, lo fue también del de Salovey y Mayer (Salovey y
Mayer, 1990). Dada su importancia le dedicamos algunas reflexiones al constructo, aún
a sabiendas de la profundidad con que se ha abordado el tema (por ejemplo, Hoffman,
Eisenberg y Strayer, entre otros).
El término empatía procede de los vocablos griegos en, que significa dentro de él
(sitio, personas, etc.) y de páthos (lo que se siente, se sufre, la suerte …). Comprender la
vida anímica (estado de ánimo, emociones, afectos y sentimientos) de otra persona. La
persona empática no debe necesariamente compartir las opiniones, ni estar de acuerdo con
la manera de interpretar las situaciones que efectúa la otra persona. La empatía tampoco

68 PSICOPEDAGOGÍA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL


Tema 2. Inteligencia Emocional y fenomenología afectiva
es simpatía, ya que la simpatía implica una valoración positiva del otro y la empatía no
presupone valoración alguna del otro.
Pese a que el término tiene una larga historia y que ha sido objeto de abundantes
estudios como factor integrado en los modelos de personalidad, ha sido a través del
desarrollo del constructo de Inteligencia Emocional como ha vuelto a alcanzar una atención
cada vez más amplia, o lo que es lo mismo, está de moda referirse a la empatía como una
de las cualidades de una persona emocionalmente inteligente.
Muchas han sido las definiciones que sobre dicha expresión se han ofrecido por
parte de innumerables autores desde los primeros años del siglo XX e, incluso mucho
antes. Entre ellos destacan las clarificadoras aportaciones de Eisenberg y de Strayer (1992)
y Hoffman, (1982).
En las primeras definiciones de IE, Salovey y Mayer incluían a la empatía como
componente y sostenían que existía una relación positiva entre ambas. La empatía se
sitúa como un componente de la Inteligencia Emocional interpersonal. La empatía es un
constructo de la personalidad (y también de la IE, según el modelo de Bar-On) que ha
tenido numerosas definiciones, todas ellas vienen a expresar que ser empáticos es “Ponernos
emocionalmente en el lugar de los demás” (Fernández-Berrocal y Ramos, 2002: 364).

La empatía guarda una estrecha relación con otros componentes de la Inteligencia


Emocional, en concreto con la autoconciencia emocional y con la conciencia interpersonal
de los demás. La empatía está relacionada con la capacidad de uno mismo de identificar
sus propias emociones y sentimientos. La percepción y la conciencia emocional ajena
son elementos intrínsecamente unidos a las personas empáticas y son necesarias para la
resolución adecuada de los conflictos interpersonales (Fernández-Berrocal y Ramos, 2002:
360). La empatía comienza con el reconocimiento de los sentimientos y estados afectivos
propios. Si una persona es incapaz de identificar sus propios estados emocionales, cuán
difícil será que los pueda identificar en otras, y por lo tanto, comprenderlos. Cuanta
mayor autoconsciencia emocional se posea mejor se podrán comprender las necesidades,
deseos del otro, cuanto más y mejor identifiquemos nuestra propia vida emocional mejor
conectaremos con la vida emocional de los demás.
Para acceder a este conocimiento interpersonal debe existir una información
emocional explícita por parte de la otra persona; no siempre ocurre así, salvo que exista
cierto nivel de familiaridad o intimidad con el interlocutor. Si no así, para mostrar empatía
es necesario hacer preguntas, suponer, intuir, interpretar las señales no verbales, etc., es
decir, disponer de un buen repertorio comportamental interpretativo –objetivo- (habilidades
de comunicación) del comportamiento de los demás. Al mostrar empatía realizamos
evaluaciones que están basadas invariablemente en nuestras intuiciones acerca de las
condiciones en las que pueden surgir las diferentes emociones (Ortony, Clore y Collins, 1996).
Una pauta básica para mostrar sensibilidad empática es la de no invalidar los sentimientos

PSICOPEDAGOGÍA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL 69


Tema 2. Inteligencia Emocional y fenomenología afectiva
que nos manifiesta la otra persona, ni rechazarlos, ni juzgarlos peyorativamente. La
sensibilidad personal es una de las variables moduladoras de la empatía. Cuanta mayor
sensibilidad emocional se posea mayor puede ser la muestra empática que se ofrezca a la
otra persona, se es más susceptibles de identificar los sentimientos de los demás.
Cuando las personas con las que empatizamos son más expresivas emocionalmente
resulta más sencillo identificar sus estados de ánimo porque lo transmiten verbal y
facialmente. Como consecuencia podremos mostrar mejor nuestra empatía con expresiones:
“Comprendo como te sentías o con gestos o señales con el cuerpo o las manos”.
Si se ha experimentado o se han vivido situaciones emocionales semejantes a las de
la otra persona se podrá comprender mucho mejor su estado de ánimo, se podrá mostrar
la empatía de modo más claro y comunicativo, expresando frase del tipo: “Comprendo
bien como te puedes sentir”, “Sé cómo es eso de duro”, etc.
Es la base de la conducta altruista, de la conducta prosocial y las normas éticas y
morales, es una forma de compasión. Son estados emocionales empáticos la honestidad, la
humildad, la aceptación, la tolerancia, la gratitud, la esperanza, la compasión y el perdón.
También forma parte la empatía de las llamadas emociones morales, de hecho se le ha
denominado también Inteligencia Moral (Coles, 1997), haciendo referencia a los niños
que son “buenos”, amables y considerados con los demás, mostrar cortesía y ser generosos,
actuar con gentileza.
¿Qué ocurre cuando una persona no tiene ninguna capacidad empática? Se puede
empatizar con las personas con las que personal y voluntariamente decidamos, sin embargo,
cuando una persona es incapaz de mostrar esta capacidad es motivo de preocupación. La
ausencia de empatía es característica en personas con trastornos alexitímicos, agresivas
y psicópatas.
Entre los alumnos, los niveles bajos de empatía se asocian con un nivel de logro
escolar más pobre (Nowicki y Duque, 1992; citados en Frey, 1999).
La empatía puede utilizarse para fines adecuados (disfrutar de las relaciones
interpersonales, sentirse emocionalmente mejor, etc.) o inadecuados (cometer delitos). Ser
empático aporta ventajas en prácticamente todos los ámbitos de la vida diaria:
- Menor agresividad.
- Mayor participación social.
- Mayor prosocialidad: ayuda y compartir.
- Mejor apreciados por el grupo de iguales.
- Mejores relaciones interpersonales.
Los niños que responden de manera adaptativa a la situaciones adversas como el
enojo y la desesperación (resiliencia) logran un nivel académico más alto y mayor éxito social
(Dweck, 1996). Aquellos alumnos que perciben que sus maestros les apoyan, empatizan y se

70 PSICOPEDAGOGÍA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL


Tema 2. Inteligencia Emocional y fenomenología afectiva
preocupan más por ellos se comprometen más con su trabajo escolar, valoran más su trabajo
(Goodnow, 1993; citado por Frey, 1999). Sin embargo, la empatía, como cualquier otra
manifestación emocional positiva puede adolecer de honradez cuando existen propósitos
no éticos. Así, por ejemplo, los buenos timadores se caracterizan por una empatía muy
desarrollada con una finalidad muy clara, la de ofrecer una excelente imagen de atención
al otro para obtener un beneficio deshonesto e ilegal.
Una modalidad de empatía es la llamada ira empática, una especie de mezcla entre
la empatía y el enfado suave (expresado o no) hacia la otra persona por haber actuado de
determinado modo. Estos mensajes “suaves” tienen la finalidad de mostrarle la comprensión,
pero a la misma vez hacerle notar que su manera de comportarse es repetitiva y no resulta
muy agradable. Así, por ejemplo decimos: “Eso ya me lo has dicho muchas veces. Siempre
estás hablando de lo mismo. Se trata de un mensaje que tendría la siguiente leyenda:
Sí, ya lo sé, no es necesario que me lo repitas tantas veces, date cuenta que puedes ser
pesado diciendo siempre lo mismo y eso puede llegar a molestar”.
Relacionada con la empatía mencionamos la compasión. Se la considera como una
combinación de empatía y comprensión. Si se muestra más empatía se podrá obtener más
información emocional de la otra persona y lograr comprenderla mejor. Si se producen
similitudes entre los estados de ánimo o sus necesidades emocionales de la otra persona
y los propios. Cuanta mayor es la sensibilidad emocional mayor puede ser la comprensión
de los estados de ánimo de los demás, y, por consiguiente poder mostrar más empatía y,
como consecuencia mostrar también compasión.
Las personas que en su niñez han vivido situaciones de dolor, de abusos y de malos
tratos físicos y psicológicos pueden llegar a mostrarse insensibles a dicho dolor, desarrollando
mecanismos de adaptación (racionalización, justificación, rechazo, proyección, supresión,
etc.), de bloqueo del malestar emocional y, de adultos, ser incapaces de mostrar compasión
hacia el dolor ajeno. No muestran empatía.

7.1. La evolución de la empatía


En los primeros meses de vida los niños no se distinguen a sí mismos de los demás,
no con conscientes de sí mismo ni puede manejar sus emociones. Cuando sus necesidades
se lo exigen dan rienda suelta a sus expresiones emocionales. Así, se produce el llanto
cuando tienen hambre, sed o están incómodo, o experimentan una rabieta cuando no
consiguen algún propósito.
Los niños comienzan a conocerse a sí mismo y a los demás a partir del momento
en que ya son conscientes de ser diferentes a los demás, y eso ocurre cuando adquieren
la representación mental del sí mismo. El concepto del sí mismo le permite comprender
que es una persona diferente del resto de su familia y de sus compañeros, que posee unas
características específicas diferentes.

PSICOPEDAGOGÍA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL 71


Tema 2. Inteligencia Emocional y fenomenología afectiva
Las primeras evidencias evolutivas de la empatía se dan cuando al observar a otro
niño llorando se “contagia” el llanto y se “solidariza” con él. Sin embargo, todavía no
existen estas edades la capacidad de comprender qué siente el otro niño. En la primera
infancia el niño observa las reacciones de las demás personas de su entorno para alcanzar
el conocimiento de sí mismo y de las acciones que realiza que provocan una reacción o
respuesta en los demás. Se genera una retroalimentación que le indica el efecto de su
comportamiento. De este modo se produce el aprendizaje del manejo y regulación de sus
emociones en función de las reacciones de los demás.
En el inicio de este conocimiento del sí mismo, el niño aprende a distinguir el
repertorio de conductas que posee y las reacciones que producen en los demás, de tal
modo que discriminan entre qué personas reaccionarán de una manera o de otra ante la
misma conducta. La frase popular que muchos padres expresan refiriéndose al modo de
comportarse de su hijo: “nos tiene tomada la medida” se refiere al conocimiento que ya
ha adquirido el niño de su comportamiento y de las reacciones o respuestas diferenciales
que obtiene de los demás. Pero esto, no solamente ocurre con las personas que le rodean,
sino también tiene lugar con los objetos o situaciones que vive. Así, por ejemplo, si al
colocar los dedos sobre un objeto caliente se quema produciéndole una emoción de susto,
aprenderá a evitarlo en lo sucesivo.

Período Denominación Manifestación


Indiferenciación entre el yo y el
1er año de vida. Empatía global. otro.
(Lloro al ver a otro niño que llora)
De 1 a 2 años. Empatía diferenciada. Intento de ayudar al otro.
De 3 a 6 años. Individualización empática. Adopción de perspectivas ajenas.
Actuar conforme a las necesidades
De 6 a 10 años. Empatía cognoscitiva.
del otro.
Expresan preocupación por gente
De 10 a 12 años. Empatía abstracta.
desfavorecida.

7.2. Componentes de la empatía


Ser empático como habilidad de la IE exige unas subhabilidades o destrezas que
deben mostrarse ante la otra persona.
1. Saber escuchar.
Exige enfocar la atención hacia el otro, dejar de pensar en lo que queremos decir
y atender solamente a lo que expresa nuestro interlocutor. Ello exige. Las subhabilidades
necesarias para ello son:

72 PSICOPEDAGOGÍA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL


Tema 2. Inteligencia Emocional y fenomenología afectiva
-- Atender a las manifestaciones no verbales como los gestos y las expresiones
faciales del estado de ánimo manifestado.
-- Entender su modo de “ver las cosas”.
-- No interrumpir su discurso o habla, salvo en los momentos necesarios.
-- Reflexionar sobre el contenido de sus mensajes verbales.
-- Expresar señales de seguimiento de la conversación como mirar a la cara,
asentir con la cabeza, reflejar expresiones emocionales, no mostrar desacuerdo,
parafrasear, etc.
-- Mostrar interés preguntando y adoptando una expresión facial congruente
con la atención concentrada.
-- Ofrecer respuestas que permitan la continuidad de la conversación.
-- Responder en los silencios que se produzcan.

2. Interpretar las señales no verbales.


Supone conocer los gestos expresados facialmente, los parámetros de la voz (tono,
volumen, latencia de respuesta …), los movimientos, (habilidades sociales no verbales), etc.,
que proporcionan gran cantidad de información (sintonía física).

Indicadores de empatía:
-- Saber qué emoción expresa un amigo o compañero.
-- Ayudar a alguien afectivamente. Dar ánimos.
-- Ayudar a clarificar sentimientos en el otro.
-- Escuchar al interlocutor.
-- Parafrasear los comentarios del interlocutor.
-- Aclarar comentarios del interlocutor.
-- Mostrar interés.

PSICOPEDAGOGÍA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL 73


Tema 2. Inteligencia Emocional y fenomenología afectiva

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