Inteligencia Emocional y Fenomenología Afectiva: Introducción
Inteligencia Emocional y Fenomenología Afectiva: Introducción
Inteligencia Emocional y Fenomenología Afectiva: Introducción
fenomenología afectiva
INTRODUCCIÓN
En el ámbito de la Inteligencia Emocional, cuando se hace referencia a las emociones
no solamente deben entenderse como tales las emociones consideradas en cuanto a su
expresión como básicas o universales, esto es, la alegría, el miedo, la tristeza, el asco,
la sorpresa y la ira. Existen otros estados emocionales que se les han clasificado como
emociones secundarias o sociales como la culpa, los celos, la envidia, el altruismo, etc. que
muchos autores han clasificado también como sentimientos o estados de ánimo. Otros
estados emocionales como el amor, el odio, el rencor, se les ha llamado afectos. No existe
consenso acerca de cómo denominar mejor a toda esta fenomenología afectiva (Marina,
1996) que tan habitualmente se emplea para hacer referencia a los estados de ánimo que
vivimos en los diferentes momentos y circunstancias de la vida. Si bien es verdad que
existe cierto confusionismo entre términos de índole emocional, sí se pueden diferenciar
unos estados de otros.
Por otra parte, también la IE hace referencia a estados emocionales que se
caracterizan por su patología. Los trastornos emocionales como la alexitimia, el trastorno
bipolar, la depresión, etc., ponen de manifiesto que los mecanismos neurológicos que
constituyen el soporte neuroanatómico de la IE no funcionan o lo hacen defectuosamente
de un modo continuado, persistente, agudo o, cuanto menos, preocupante, de acuerdo
con la gravedad de las psicopatologías. ¿Una buena IE debería gestionar estos estados?
Indudablemente. Sería de sumo interés conocer cómo puntuarían aquellas personas con
estos trastornos ante un cuestionario de IE. Probablemente, estas pruebas, al ser del tipo
autoinforme, las personas que contesten a ellas se podrían percibir como competentes en
• Emociones.
a) Según la universalidad cultural (Expresión facial, Ekman, 1982).
-- Básicas o primarias: alegría, tristeza, ira, asco, miedo y sorpresa. Son
independientes de la cultura.
-- Secundarias o sociales (Damasio, 1994): se derivan de las básicas y
se combinan entre ellas (orgullo, celos, lástima, etc.).
b) Según la afectación psicológica.
-- Positivas: producen bienestar psicológico. Emociones y sus sentimientos
derivados.
·· Alegría: buen humor, felicidad, diversión, gratificación, optimismo,
regocijo, entusiasmo, contento, deleite, júbilo, gratitud, alivio, calma,
interés, curiosidad, encanto, paciencia, euforia, éxtasis, templanza,
simpatía y complacencia.
·· Amor: afecto, agrado, estima, consideración, respeto, aprecio,
aceptación, amabilidad, cariño, devoción, embeleso, adoración, ternura,
placer, cordialidad, aceptación, afinidad.
·· Felicidad: gozo, tranquilidad, paz interior, plenitud, dicha, placidez,
satisfacción, serenidad, bienestar, seguridad, gratificación, esperanza,
confianza, sosiego.
-- Negativas: producen bienestar psicológico. Emociones y sus sentimientos
derivados:
-- Alexitimia.
-- Emotividad.
-- Rasgo emocional.
-- Estado emocional.
-- Pasión.
-- Fluidez.
Sobre cada una de las emociones, de los sentimientos o afectos se han aportado
diversas definiciones y descripciones, bien atendiendo a su etimología o atendiendo a lo
que Lazarus (1994) denomina núcleos de temas relacionados con la emoción. Un ejemplo
de ello se ofrece en el siguiente cuadro:
2.6. humor
El humor es un estado de ánimo que refleja una tendencia o estilo de afrontar la
vida y sus problemas. Se dice que existe mal humor cuando existe una tendencia a ver
las cosas negativamente, a descubrir sus desventajas y a minimizar u obviar los aspectos
positivos. El buen humor es estado de ánimo distinto. Se caracteriza por adoptar una actitud
alegre y optimista de la vida, atendiendo a lo positivo, a las ventajas y los aspectos más
benevolentes de las situaciones. Incluye dosis de jocosidad y se manifiesta en expresiones
verbales de chistes, comentarios alegres, palabras de ánimo positivo, etc.
Es evidente que los estados psicológicos afectan a la salud. El humor puede ser
negativo y es el pesimismo quien gobierna el comportamiento emocional de la persona. El
2.8. apego
Es la relación afectiva que conecta biológicamente a las criaturas con sus
progenitores. Es el sentimiento fundamental que proporciona la base segura sobre la que
desarrollar emociones positivas y controlar y socializar las emociones negativas (Clemente
y Villanueva, 1999: 55). El apego es el causante de estados emocionales de satisfacción
cuando se tiene próximo la figura de apego (los padres, en el caso de los niños, por ejemplo)
y de aflicción en los casos de pérdida o separación, produciendo inseguridad emocional
en los períodos de adaptación. (una ampliación de estos aspectos puede verse en López,
Etxebarría, Fuentes y Ortiz, 1999).
2.9. temperamento
Tendencia a evocar una determinada emoción o estado de ánimo. Tiene un
determinismo biológico (jovial, agresiva, tímida, melancólica…). El temperamento hace
referencia a la constitución heredada, a los esquemas biológicos determinados. Una persona
con temperamento “fuerte” se manifiesta con excesivas reacciones de llanto, cólera o
intranquilidad (emocionalidad). También se le ha atribuido al temperamento la actividad,
la impulsividad, la irritabilidad y la sociabilidad (Buss y Plumin, 1975; citados por Marina,
1996: 270). Cuando se tiene tendencia a manifestar estados de ánimo con emociones
disfóricas se hace uso de la expresión “temperamento difícil”. Fox (1992; citado por López
et al., 1999) lo atribuye a una mayor activación del hemisferio derecho.
Otra forma de describir al temperamento es considerarlo como el conjunto de sus
estados de humor habituales (Bisquerra, 2000: 69).
2.11. Personalidad
Está formada por el carácter más el comportamiento (Marina, 1996: 270). La
personalidad se manifiesta en el modo de actuar. La personalidad está referida a un conjunto
de comportamientos habituales que se configuran como un estilo o manera de reaccionar
ante las situaciones. La consistencia de los estilos de actuar da lugar a los rasgos de la
personalidad: neuroticismo, extraversión, etc.
2.16. Emotividad
Algunas personas son muy emotivas, es decir, son muy sensibles para reaccionar
ante situaciones afectivas y lo hacen de manera brusca e intensa, de modo alterado y
exaltado. Ejemplo de ello es la tendencia a llorar con suma facilidad ante situaciones
poco importantes o ante una pequeña contrariedad, la reacción brusca de enfado ante
una negativa, (rabieta en los niños pequeños al no conseguir lo que quería) o la decepción
depresoide cuando no se consigue un propósito.
En el polo opuesto encontramos personas que son escasamente emotivas; son
las personas insensibles ante los afectos. Se muestran impasibles ante las situaciones
que objetivamente deben producir una reacción emocional. Las personas sin empatía
y aquellas que no muestran ninguna evidencia emotiva ante situaciones de alegría, de
miedo, de sorpresa y de cualquier otra manifestación afectiva son un claro ejemplo de esta
a-emotividad. El caso más grave es la alexitimia, un cuadro psicopatológico caracterizado
por la incapacidad para expresar los estados emocionales y para poder empatizar con los
demás.
2.19. Pasión
Son los sentimientos muy intensos, duraderos, vehementes y reiterativos que
influyen en el comportamiento y lo controlan en forma de acciones concretas. El modo
de comportarse está determinado y gobernado por la orientación hacia el propósito de la
pasión, lo cual, en algunos casos puede convertirse en comportamientos psicopatológicos
obsesivo-compulsivos o adictivos. Elevadas dosis de interés, motivación, dedicación hacia
un tema con repercusión psicofisiológica serían prototípico en las pasiones.
2.20. Fluir
Csikszentmihalyi, (1997) define lo define como “Un estado mental y emocional
como una experiencia de bienestar y de satisfacción que permite una mejor realización
de las tareas habituales, se pierde la noción del tiempo y se dirige toda la atención a la
actividad en sí misma”.
Para alcanzar este estado de placidez emocional es necesario dominar los impulsos,
ser capaz de diferenciar la satisfacción de los deseos, ejercer un cierto control sobre el
estado de humor, mantener la motivación cuando surjan las dificultades. Es pues, la IE
quien puede facilitar este estado de fluidez.
4. LA EMOCIÓN DE TRISTEZA
La tristeza es una de las emociones básicas consideradas como negativas, en el
sentido de que su duración, frecuencia e intensidad pueden alterar el estado de ánimo de
modo continuado, impidiendo el normal desarrollo de la personalidad. La autorregulación
emocional que debe realizarse está referida a gestionar esta emoción de acuerdo con
criterios de integridad y salvaguarda psicológica personal. Experimentar tristeza por la
pérdida de algo querido es una emoción universal que no se inhibe ni se controla, es
inevitable en el ser humano. Sin embargo, los sentimientos duraderos y persistentes de
abatimiento, congoja, consternación, desaliento, dolor, desconsuelo, soledad, conmoción,
melancolía, entre otros muchos de la misma familia semántica, pueden producir un malestar
psicológico duradero en el tiempo, dando lugar a episodios o estados permanentes de
trastornos psicológicos como la depresión.
La tristeza es una respuesta emocional que se produce como consecuencia de
sucesos que son considerados como displacenteros y denotan pesadumbre o melancolía.
Sentimientos de desánimo, desaliento y pérdida de energía y aflicción. Da lugar a estados
de desconsuelo, pesimismo, desesperación y autocompasión.
Desde el punto de vista cognitivo la tristeza como emoción es acompañada por
pensamientos irracionales negativos. Los cambios en el estado de ánimo hacia componentes
tristes o depresivos se producen porque se realizan evaluaciones distorsionadas de la
realidad, que consisten en sobredimensionar o enfatizan las dificultades para afrontar las
situaciones, y en minimizar los recursos personales de que se disponen; el sujeto adopta
creencias irracionales, realiza atribuciones catastrofistas, dirige su atención de forma
selectiva y concentradamente hacia los acontecimientos negativos. La consecuencia de
este procesamiento sesgado de la información es la de autopercibirse como incompetente
6. LA HONESTIDAD EMOCIONAL
La honestidad emocional se refiere a la expresión verdadera de los sentimientos y las
emociones que se viven. La Inteligencia Emocional es la que determina cuando tomamos
la decisión respecto a la conveniencia de ser emocionalmente honrados. Sin embargo,
este tipo de decisiones posee un elevado componente social y cultural que mediatiza
el que nos mostremos tal como nos sentimos o, por el contrario, se finjan sentimientos
que en realidad no se experimentan o se dimensione o decremente su expresividad. La
llamada cortesía social es uno de los obstáculos habituales para la honestidad emocional.
¿Cómo estás? Bien. Esa es la respuesta tópica cuando en realidad, es muy probable que
nos encontremos de mal humor, que hayamos sufrido alguna contrariedad o cualquier
otra contingencia. La norma social nos obliga a fingir emocionalmente. Sin embargo, este
fingir está condicionado por el grado de familiaridad que tengamos con el interlocutor.
La mayor honestidad emocional se da en la infancia, cuando los niños expresan
libremente sus sentimientos. Sin embargo, la educación social de los padres impone las pautas
de relación convenidas. ¿Por qué tiene que darle un beso un niño a otra persona adulta si
realmente no le apetece? ¿Por qué ha de sonreír ante otra persona cuando realmente está
enfadado? En esas pautas comienzan las dificultades para ser emocionalmente honesto. El
niño va aprendiendo de sus padres como fingir emocionalmente cuando los comentarios
que se realizan sobre terceras personas no coinciden con la expresividad y “afectuosidad”
mostrada para con ello. La pugna en la adolescencia entre padres e hijos ilustra claramente
la invalidación de sentimientos entre ellos. Se aprende que mostrando o inhibiendo uno u
otro sentimiento se consigue determinados objetivos ante los padres.
Indicadores de empatía:
-- Saber qué emoción expresa un amigo o compañero.
-- Ayudar a alguien afectivamente. Dar ánimos.
-- Ayudar a clarificar sentimientos en el otro.
-- Escuchar al interlocutor.
-- Parafrasear los comentarios del interlocutor.
-- Aclarar comentarios del interlocutor.
-- Mostrar interés.