Consecuencias A Largo Plazo Del Maltrato de Menores

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Consecuencias a largo plazo del maltrato de menores

Un estimado de 906.000 niños fueron víctimas de maltrato de menores en el año 2003


(U.S. Department of Health and Human Services, 2005). Mientras que las heridas
físicas pueden o no ser visibles inmediatamente, el abuso o abandono pueden tener
consecuencias para los niños, las familias y la sociedad que pueden durar de por vida, o
sino por generaciones.
El impacto del maltrato de menores es frecuentemente discutido en términos de las
consecuencias físicas, sicológicas, de comportamiento y sociales. Pero en la realidad,
sin embargo, es imposible separarlas completamente. Las consecuencias físicas (tales
como daño al crecimiento del cerebro del niño) pueden tener implicaciones sicológicas
(retardo cognitivo o dificultades emocionales, por ejemplo). Los problemas sicológicos
frecuentemente se manifiestan como comportamientos de alto riesgo. La depresión y la
ansiedad, por ejemplo, pueden hacer que una persona sea más propensa a fumar,
abusar de las bebidas alcohólicas o drogas ilícitas, comer en exceso. Los
comportamientos de alto riesgo, como consecuencia, pueden llevar a problemas de
salud a largo plazo tales como enfermedades de transmisión sexual, cáncer y obesidad.
Esta hoja informativa proporciona una perspectiva general de las consecuencias físicas,
sicológicas, de comportamiento y sociales del maltrato de menores, haciendo notar que
muchas de estas categorías existentes están interrelacionadas.
El gobierno federal ha hecho una investigación considerable en la búsqueda de las causas y las
consecuencias a largo plazo del maltrato de menores. Estas investigaciones están curso, para más
información, visite las páginas web enumeradas a continuación.
LONGSCAN (www.sph.unc.edu/iprc/longscan/) es un consorcio de estudios de investigación
logitudinal sobre las causas e impacto del maltrato de menores, iniciada en 1990 con el aporte
del National Center on Child Abuse and Neglect.
The National Survey of Child and Adolescent Well-Being (NSCAW)
(www.acf.hhs.gov/programs/opre/abuse_neglect/nscaw/index.html) es un proyecto de la
Administración de Niños, Jóvenes y Familias (Administration on Children, Youth and Families)
para describir el sistema de asistencia social infantil y las experiencias de los niños y las
familias quienes están en contacto con el sistema.
The National Institutes of Health Child Abuse and Neglect Working Group
(www.nimh.nih.gov/canwg/canwgsum.cfm) revisa los proyectos de investigación del NIH sobre
El maltrato de menores con otras agencies federales (Administration for Children and Families,
National Institute of Justice, Office of Juvenile Justice and Delinquency Prevention, Department
of Education, and Department of Defense).

No todos los niños que son abusados y abandonados experimentarán consecuencias a


largo plazo. Los elementos que afectan los resultados varían ampliamente y están
vinculados a una combinación de factores, lo cual incluye:
La edad del niño y el estado de desarrollo cuando el abuso o abandono ocurre
El tipo de abuso (abuso físico, abandono, abuso sexual, etc.)
La frecuencia, duración y severidad del abuso
Relación entre la víctima y su abusador (Chalk, Gibbons, & Scarupa, 2002).
Los investigadores también han comenzado a explorar porque, dadas las similares
condiciones, algunos niños experimentan consecuencias de largo plazo debido al abuso
y abandono mientras que otros salen relativamente ilesos. La habilidad para sobrellevar
y superar después de una experiencia negativa es algunas veces referida como
“resiliencia”. Un número de factores protectores puede contribuir a la resiliencia de un
niño abusado o abandonado. Estos incluyen las características individuales, tales como
optimismo, autoestima, inteligencia, creatividad, humor e independencia. Factores
protectores pueden también incluir el ambiente familiar o social, tales como el acceso
del niño a soporte social; en particular, un adulto interesado en su bienestar presente en
la vida del niño. El bienestar comunitario, incluyendo la estabilidad del vecindario y el
acceso a servicios de salud, es también un factor de protección. (Thomlison, 1997).
Los efectos físicos inmediatos del abuso o abandono pueden ser relativamente
pequeños (moretones o cortadas) o severos (fracturas, hemorragias o hasta la muerte).
En algunos casos los efectos físicos son temporales, sin embargo, el dolor y sufrimiento
que ellos causan a un niño no deben ser descartados. Mientras tanto, el impacto a largo
plazo del maltrato de menores en la salud física es solo comenzando a ser explorado.
Seguidamente están algunos resultados que las investigaciones han identificado:
Síndrome del niño sacudido. Los efectos inmediatos del niño sacudido (una forma
común de abuso infantil) pueden incluir vomito, conmoción cerebral, dolor al
respirar, convulsiones y la muerte. Las consecuencias a largo plazo pueden incluir
ceguera, problemas de aprendizaje, retardo mental parálisis cerebral.
Desarrollo de daño cerebral. El maltrato de menores ha sido indicado, en algunos
casos, ser el causante de que importantes regiones del cerebro no logren
desarrollarse adecuadamente, trayendo como resultado un deficiente desarrollo
físico, mental y emocional (Perry, 2002; Shore, 1997). En otros casos, el estrés del
abuso crónico causa una hiperestimulación en ciertas áreas del cerebro, lo cual
resulta en hiperactividad, perturbaciones del sueño y ansiedad, así como también el
incremento de la vulnerabilidad a trastornos de estrés postraumático, problemas de
deficiencia de atención o hiperactividad, trastornos comportamiento y de aprendizaje
y dificultad de memorización (Perry, 2001; Dallam, 2001).
Salud física deficiente. Un estudio de 700 niños quienes habían estado en cuidado
de crianza temporal (foster care) por un año encontró que más de un cuarto de los
niños habían tenido alguna clase de problema de salud física o mental recurrente
(National Survey of Child and Adolescent Well-Being). Un estudio de 9.500
participantes HMO mostró una relación entre varias formas de disfuncionalidad en el
hogar (incluyendo maltrato de menores) y problemas de salud a largo plazo tales
como enfermedades de transmisión sexual, enfermedades del corazón, cáncer,
enfermedades pulmonares crónicas, fracturas óseas y enfermedades del hígado
(Hillis, Anda, Felitti, Nordenberg, & Marchbanks, 2000; Felitti, Anda, Nordenberg,
Williamson, Spitz, Edwards, Koss, & Marks, 1998).

Factores que
afectan las
consecuencias
del maltrato de
menores
Consecuencias
de la salud
física

Los efectos emocionales inmediatos del abuso y abandono—aislamiento, miedo e


incapacidad de confiar—pueden traducirse en consecuencias para toda la vida
incluyendo baja autoestima, depresión y dificultad de interrelacionarse. Los
investigadores han identificado relaciones entre el maltrato de menores y los siguientes:
Salud mental y emocional deficiente. En un estudio de largo plazo, hasta el 80 por
ciento de los adultos jóvenes quienes han sido abusados cumplieron con el criterio
de diagnóstico de al menos un trastorno siquiátrico a la edad de 21 años. Existen
adultos jóvenes que presentan muchos problemas incluyendo depresión, ansiedad, problemas
de alimentación e intentos de suicidio (Silverman, Reinherz, & Giaconia,
1996). Otras condiciones sicológicas y emocionales asociadas con el abuso y
abandono incluyen trastornos de pánico, trastornos de disociación, trastornos de
deficiencia de atención/hiperactividad, trastornos de estrés post-traumáticos y
trastorno de apegamiento reactivo.
Dificultades cognitivas. El National Survey of Child and Adolescent Well-Being
recientemente encontró que los niños puestos en cuidado fuera del hogar debido a
abuso o abandono tienden a obtener menores puntajes que la población general en
las mediciones de capacidad cognitiva, desarrollo de lenguaje y logros académicos
(2003).
Dificultades sociales. Los niños quienes son abusados y abandonados por las
personas a su cargo frecuentemente no forman nexos efectivos con ellos. Estas
tempranas dificultades de establecer nexos pueden llevar más tarde a dificultades
en las relaciones con otros adultos como también con sus compañeros (Morrison,
Frank, Holland, & Kates, 1999).
No todas las víctimas del maltrato de menores experimentarán afectos en el
comportamiento; sin embargo, el maltrato de menores parece hacer que lo siguiente
sea más probable:
Las dificultades durante la adolescencia. Estudios han descubierto que los niños
abusados o abandonados son por lo menos el 25 por ciento más susceptibles a
experimentar problemas tales como delincuencia, embarazo, bajo rendimiento
académico, uso de drogas y problemas de salud mental (Kelley et al., 1997).
La delincuencia juvenil y criminalidad de adulto. Un estudio del Instituto Nacional
de Justicia señaló que el haber sido abusado o abandonado de niño incrementa la
probabilidad de arresto como adolescente en un 59 por ciento. El abuso y el
abandono incrementa la probabilidad de comportamiento criminal de adulto en un 28 por
ciento y crímenes violentos en un 30 por ciento (Widom & Maxfield, 2001).
El abuso de alcohol y drogas. Las investigaciones muestran consistentemente el
incremento de la probabilidad que los niños abusados o abandonados fumarán
cigarrillos, abusarán del alcohol o tomarán drogas ilícitas. De acuerdo con el
“National Institute on Drug Abuse”, tanto como dos terceras partes de la población
en tratamiento de drogas reportaron que fueron abusados en la infancia (2000).
El comportamiento abusivo. Los padres abusivos frecuentemente han
experimentado abuso durante su propia infancia. Se estima que aproximadamente
una tercera parte de los niños abusados y abandonados eventualmente victimizarán
a sus propios hijos (Prevent Child Abuse New York, 2001).

Consecuencias
sicológicas
Consecuencias
en el compor-
tamiento

Consecuencias a largo plazo del maltrato de menores


Mientras que el maltrato de menores casi siempre ocurre dentro de la familia, el impacto
no termina allí. Toda la sociedad paga el precio por el maltrato de menores, en términos
de costos directos e indirectos.
Los costos directos. Los costos directos incluyen esos asociados con el
mantenimiento de sistema de asistencia social del niño para investigar los alegatos
del maltrato de menores, así como también los gastos de los sistemas judiciales,
aplicación de leyes, salud y salud mental para responder y tratar niños abusados o
abandonados y sus familias. En un informe del año 2001 de Prevent Child Abuse
América se estima que estos costos llegan a $24 billones por año.
Los costos indirectos. Los costos indirectos representan las consecuencias
económicas a largo plazo del maltrato de menores. Esto incluye la delincuencia
juvenil y adultos criminales, enfermedades mentales, abuso de sustancias y
violencia doméstica. También puede incluir la perdida de productividad debido al
desempleo, el costo de servicios de educación especial y el incremento en el uso del
sistema de cuidado de salud. Prevent Child Abuse América recientemente estimó
estos costos en más de $69 billones por año (2001).
Muchas investigaciones han sido hechas acerca de las posibles consecuencias a largo
plazo del maltrato de menores. Los efectos varían dependiendo de las circunstancias
del abuso o abandono, características personales del niño y el entorno del niño. Las
consecuencias pueden ser desde leves a severas; desaparecer después de un corto
periodo de tiempo o durar toda la vida; y afectar al niño físicamente, sicológicamente, su
comportamiento o en alguna combinación de todas las tres maneras. Por ultimo debido
a los costos a las entidades públicas tales como el sistema de salud, servicios humanos
y educación, el abuso y abandono afecta no solo al niño y su familia, sino también a la
sociedad por completa.

1. Definición de maltrato infantil

Desde hace varios años, diversos autores han tratado de definir desde diferentes puntos de
vista y diferentes perspectivas al maltrato infantil con el fin de buscar una solución al problema
y la definición más aceptada hasta ahora ha sido la de Musito y García (1996) en la que se
menciona que el maltrato es cualquier daño físico o psicológico no accidental a un menor,
ocasionado por sus padres o cuidadores, que ocurre como resultado de acciones físicas,
sexuales o emocionales o de negligencia, omisión o comisión, que amenazan al desarrollo
normal tanto físico como psicológico del niño"
2. Tipos de maltrato infantil.

El maltrato infantil se subdivide en dos grupos:


1) Pasivo: Comprende el abandono físico, que ocurre cuando las necesidades físicas básicas
del menor no son atendidas por ningún miembro del grupo que convive con él. También
comprende el abandono emocional que consiste en la falta de respuesta a las necesidades de
contacto físico y caricias y la indiferencia frente a los estados anímicos del menor.
2) Activo: Comprende el abuso físico que consiste en cualquier acción no accidental por los
padres o cuidadores que provoquen daño físico o enfermedad al menor. La intensidad puede
variar desde una contusión leve hasta una lesión mortal. También comprende el abuso sexual,
que consiste en cualquier tipo de contacto sexual con un menor por parte de un familiar, tutor o
cualquier otro adulto. La intensidad del abuso puede ir desde el exhibicionismo hasta la
violación. El abuso emocional también entra en esta categoría de abuso activo y se presenta
bajo la forma de hostilidad verbal, crónica (insultos, burlas, desprecios, críticas, amenazas de
abandono, etc.) y el bloqueo constante de las iniciativas infantiles (puede llegar hasta el
encierro o confinamiento) por parte de cualquier miembro adulto del grupo familiar.
Otra forma de maltrato infantil es el caso de los niños testigos de violencia, "cuando los niños
presencian situaciones crónicas de violencia entre sus padres. Los estudios comparativos
muestran que estos niños presentan trastornos muy similares a los que caracterizan a quienes
son víctimas de abuso (Corsi, 1994).
Respecto a lo que se refiere a las agresiones psíquicas o psicológicas, que están dirigidas a
dañar la integridad emocional del niño comprenden todo tipo de manifestaciones verbales y
gestuales, así como actitudes que los humillan y degradan pero esto no es lo más grave, pues
las heridas del cuerpo duelen pero tienden a cicatrizar pero las heridas del alma –que no dejan
evidencia física- tardan mucho más en sanar si es que sanan antes de que se le acumule otra
herida más, estas generan sentimientos de desvalorización, baja estima e inseguridad
personal, los cuales más tarde pueden manifestarse en violencia social.

3. Actitudes y creencias hacia el maltrato infantil

Papalia y Olds (1998) señalan que "Los niños se ven afectados tanto por lo que sus padres
hacen como por lo que piensan", es decir por las actitudes y creencias de los mismos, según
este autor señala que "Podemos definir una actitud como una predisposición para responder a
un estímulo en particular de una manera particular. Una actitud representa una mayor
probabilidad de que una persona reaccione frente a una experiencia o comunicación dadas de
una forma en particular en vez de hacerlo en otra forma"(Manheim, 1983).
La actitud según Morales (1994), tiene tres componentes y son los que siguen:

1. Cognitivo: Consta de las percepciones de la persona sobre el objeto de la actitud y de


la información que posee sobre él.
2. Afectivo: Si la evaluación surge más bien de experiencias intensas, de carácter positivo
o negativo, con el objeto de la actitud, el proceso es afectivo. Éste está compuesto por
los sentimientos que dicho objeto despierta.
3. Cognitivo-conductual: El tercero incluye las tendencias, disposiciones e intenciones
hacia el objeto, así como las acciones dirigidas hacia él. Y finalmente es conductual si
la evaluación surge de manera gradual de la implicación conductual de la persona con
el objeto.

A las actitudes a veces se les suele llamar creencias pues según Manheim (1983) menciona
que las creencias son observaciones de hechos o realidades, no son lo mismo que la realidad
sino que representan la forma en que el individuo mira la realidad, la descripción de sí mismo,
de su medio ambiente físico y social, la forma en que percibe su contexto, el medio dentro del
cuál vive y acerca del cual se forma juicios y valores.
Con respecto a lo anterior, cabe señalar que no todas las creencias están sujetas a prueba y
para ello se señalará a continuación las dos clases de creencias.
Pueden existir al menos dos clases de creencias según menciona Manheim (1983) y son las
siguientes:
La primera es una creencia en algo, la segunda una creencia acerca de algo. La diferencia
entre las dos consiste en que la creencia en algo no se puede comprobar ni impugnar por
observación, por lo menos no brevemente. Tampoco existe una manera física de medirla,
aunque mucha gente cree que este tipo de creencias existe y esto influye en su conducta. Por
otro lado, las creencias acerca de algo son constantemente sujetas a pruebas. Cada una de
estas creencias pueden ser comprobadas. Cada creencia de este tipo puede ser juzgada a
través de hechos observables y se pueden evaluar sus méritos empíricamente por tanto, este
tipo de creencias son las que se evaluarán en el presente estudio.
Las creencias paternas, que son las que aquí interesan según Papalia y Olds (1998) tienen
origen en la cultura pues se encontró que un estudio realizado en California relacionó creencias
de los padres sobre crianza, inteligencia y educación, con el desempeño escolar de sus hijos
(Okagaki y Steinberg, 1993). La identificación de este estudio de diferencias culturales en las
creencias de los padres puede ayudar a los profesores y a los mismos padres a entender un
poco más a los niños, a desarrollar una forma de vida diferente a las de ellos y darse cuenta de
su propia situación.

4. Antecedentes históricos del problema del maltrato infantil

Según varios autores, que aquí se abordarán, este fenómeno del maltrato infantil ocurre desde
los inicios de la humanidad; "la historia de maltrato a menores ocurre desde que el ser humano
se encuentra en la faz de la tierra. Por lo tanto, debe entenderse y aceptarse que éste es un
fenómeno tan antiguo como la humanidad misma y no una característica peculiar de la
sociedad moderna"(Loredo 199 ), diversas culturas a lo largo de la historia de todo el mundo lo
han utilizado como una forma de educación y crianza para los hijos.
El maltrato infantil aparece como una forma de interacción humana muy difundida. Hoy en día
la violencia hacia los niños reviste formas más sutiles, se ejerce de manera silenciosa en el
hogar, la calle o la escuela, y se ha convertido en una práctica común y socialmente aceptada.
Sin embargo, hasta hace muy poco se le ha puesto el interés debido al problema, se le ha
clasificado y considerado como tal y ha incrementado la atención en éste, como lo menciona
"El fenómeno de la violencia y el maltrato dentro del ámbito familiar no es un problema reciente.
Los análisis históricos revelan que ha sido una característica de la vida familiar tolerada,
aceptada desde tiempos remotos. Sin embargo, algunas décadas atrás, expresiones tales
como niños maltratados, mujeres golpeadas o abuso sexual tal vez habían sido comprendidos
pero no consideradas como sinónimo de graves problemas sociales" Corsi (1994), según este
autor, la violencia familiar comenzó a abordarse como problema social grave a comienzos de
los 60, cuando algunos autores describieron el "síndrome del niño golpeado", redefiniendo los
malos tratos hacia los niños; también el abordaje periodístico de estos casos, contribuyó a
generar un incremento de la conciencia pública sobre el problema. También Cortés y Cantón
(1997) mencionan que el abuso infantil ha existido siempre aunque ha sido durante los últimos
150 años cuando ha ido emergiendo como un problema social y una considerable cantidad de
instituciones sociales y legales se han ocupado de él y que en un principio, este fenómeno no
recibió atención como tal, sino que dentro del esfuerzo por acabar con el problema de los niños
vagabundos e indigentes se encontraron diversos casos de maltrato infantil.
Berk (1999) señala un aspecto muy importante y decisivo en la aceptación del problema del
maltrato infantil como tal y señala que este problema es tan viejo como la historia humana, pero
solo recientemente ha habido aceptación amplia de que el problema existe, investigación
centrada en entenderlo, y programas dirigidos a ayudar al niño maltratado y a las familias y
quizá este aumento de interés público y profesional es debido al hecho de que el maltrato
infantil es muy común en grandes naciones industrializadas o desarrolladas como las no
desarrolladas y en vías de desarrollo, es decir que la incidencia de este problema se ha
incrementado tanto mundialmente que se ha salido del control social. Esto resaltó claramente
cuando Marcovich(1981) señaló que cada minuto un niño sufría maltrato físico o verbal por
parte de alguno de sus padres.
Por otro lado, "tanto el maltrato infantil como la violencia intrafamiliar son fenómenos sociales
que han gozado de aceptación en nuestra cultura, a pesar de que en los últimos tiempos estas
conductas han sido condenadas por constituir algunas de las formas de violencia más comunes
penetrantes en nuestra sociedad todavía miles de niños y mujeres sufren de manera
permanente actos de maltrato físico, psicológico y sexual en su propio hogar. Hasta ahora ha
habido una separación histórica entre la violencia doméstica y el maltrato infantil, la primera
salió a la luz pública debido al trabajo de las organizaciones de protección a las mujeres".
La revista Boletín (1996) en el artículo llamado el castigo corporal en la niñez: ¿endemia o
epidemia?, afirma que los años sesenta marcan un hito en la historia referente a la violencia
contra los niños, ya que durante este ese periodo se describió el síndrome del niño maltratado
y se le acuño este nombre y desde entonces se han multiplicado los trabajos sobre el tema
pero a pesar de las investigaciones realizadas, aún queda mucho por aclarar sobre la
epidemiología de la violencia contra los niños, sus causas y sus mecanismos y las medidas
más eficaces para prevenirla. Sin embargo, los conocimientos acumulados hasta ahora
constituyen suficientes bases para la acción y justifican la formulación de programas de
intervención sobre las bases científicas.
Por tanto, cabe aclarar que este tema en la actualidad ha cobrado interés pero no el necesario
para actuar de manera participativa, es decir, para implementar nuevos programas de
prevención y ayuda psicológica para padres así como poner en marcha los ya existentes.

5. Causas del maltrato infantil

Las fuentes revisadas concuerdan en que el maltrato infantil es un problema multi factorial, es
decir multi causal y multi disciplinario y de todos ellos, los que aborda el tema exhaustivamente
y de manera más acertada son el II Congreso sobre Maltrato Infantil (1998) y Cantón y Cortés
(1997) quienes determinan lo siguiente.
Entre las causas principales que generan el maltrato a menores, se pueden mencionar las
siguientes:

a. Personalidad o modelo psiquiátrico/psicológico (Cantón y Cortés, 1997) postulaba una


relación entre el abuso/abandono infantil y la presencia de enfermedades mentales o
de algún síndrome o desorden psicológico específico, en la actualidad varios autores
admiten que solo entre un 10 y un 15% de los de los padres abusivos ha sido
diagnosticado con un síntoma psiquiátrico específico. Estudios que se han hecho,
indican que los padres abusivos tienen dificultades para controlar sus impulsos,
presentan una baja autoestima, escasa capacidad de empatía, así mismo, se ha
encontrado que el abuso infantil se relaciona con la depresión y con la ansiedad de los
padres, entre otras características y rasgos de personalidad como el alcoholismo y la
drogadicción.
b. Económicas. Esto es a partir de la crisis que prevalece en nuestra entidad federativa y
el desempleo que trae consigo que los padres que se encuentran en esta situación
desquiten sus frustraciones con los hijos y los maltraten ya sea física o
psicológicamente, el maltrato infantil se presenta en mayor medida en los estratos de
menores ingresos, aunque se ha encontrado en diversas investigaciones que esta
conducta no es propia de determinada clase social y se suele dar en todos los grupos
socioeconómicos, estas características se encuentran dentro del modelo sociológico
mencionado por Cantón y Cortés (1997).
c. Culturales. En este rubro se incluye a las familias donde los responsables de ejercer la
custodia o tutela de los menores no cuenta con orientación y educación acerca de la
responsabilidad y la importancia de la paternidad y consideran que los hijos son objetos
de su propiedad. A estos tutores les falta criterio para educar a sus hijos. La sociedad
ha desarrollado una cultura del castigo, en la cual al padre se le considera la máxima
autoridad en la familia, con la facultad de normar y sancionar al resto de los miembros,
en esta concepción, el castigo se impone como una medida de corrección a quien
transgrede las reglas, además no se prevén otros medios de disciplina y educación de
los hijos, además de que la información existente acerca de este problema social no se
hace llegar a los padres de familia ni se promueven los programas de ayuda para éstos
y así, estos a su vez son ignorantes pues carecen de información, orientación y
educación al respecto (modelo sociológico).
d. Sociales. Cuando entre los padres se produce una inadecuada comunicación entre
ellos y sus hijos, se da pie a la desintegración familiar (modelo psiquiátrico/psicológico).
En la mayoría de los casos, esta causa va paralela al nivel socioeconómico de los
padres y el ambiente que rodea a la familia. Así mismo, es inducida por la frustración o
la desesperación ante el desempleo, los bajos ingresos familiares y la responsabilidad
de la crianza de los hijos. El estrés producido por estas situaciones adversas provoca
otras crisis de igual o mayor magnitud (modelo sociológico). Por otro lado, los conflictos
que son ocasionados por el nacimiento de los hijos no deseados o cuando la madre se
dedica a la prostitución y deja en la orfandad a sus hijos. En consecuencia el maltrato
que se genera en estos casos provoca un daño irreversible por la carencia de afecto
durante esta etapa de la vida del individuo(modelo psiquiátrico/psicológico).
e. Emocionales. La incapacidad de los padres para enfrentar los problemas, su inmadurez
emocional, su baja autoestima, su falta de expectativas y su inseguridad extrema
motivan que desquiten su frustración en los hijos y no les proporcionen los
requerimientos básicos para su formación y pleno desarrollo. Los estilos negativos de
interacción que generan la violencia doméstica; se ha comprobado que en los lugares
donde existe agresión y violencia entre el padre y la madre suele haber también
maltrato infantil y esto produce a su vez incapacidad de socialización en los padres con
el medio en que se desenvuelven. No hay que olvidar que a través de la familia se
transmiten las reglas y costumbres establecidas por la sociedad (modelo
psiquiátrico/psicológico).
f. La historia del maltrato de los padres. De acuerdo con múltiples estudios, es muy alto
el promedio de padres agresores que sufrieron maltrato en su infancia. Además, en la
mayoría de estos casos, los progenitores no reciben instrucción alguna acerca de la
forma de tratar a sus hijos y aunque la recibieran, sin una intervención psicológica
adecuada caerían de nuevo en la misma forma de tratar a sus hijos; a esto se le llama
transmisión intergeneracional, malas experiencias en la niñez, etc. (modelo
psiquiátrico/psicológico).
g. Biológicas. Se trata del daño causado a los menores que tienen limitaciones físicas,
trastornos neurológicos o malformaciones. Por sus mismas limitaciones, estos niños
son rechazados por la sociedad y por consiguiente sus padres o tutores los relegan o
aceptan con lástima. En estas circunstancias, el daño que se ocasiona a los menores
con discapacidad es mayor, pues agrede a un ser indefenso que no puede responder
en forma alguna (modelo centrado en el niño, Cortés y Cantón, 1997).

6. Formas o prácticas de crianza

El maltrato infantil está relacionado con el valor social que se otorga a los niños, las
expectativas culturales de su desarrollo y la importancia que se da al cuidado de los niños en la
familia o en la sociedad (Saucedo, 1995 citado en González, R.V. y Araiza, G.C. 1998) y esto a
su vez se relaciona con las pautas o formas de crianza y los mitos, creencias y actitudes que
los padres albergan en éstas, entre ellas están las creencias acerca de la necesidad de inculcar
la disciplina mediante medidas de corrección físicas o verbales inadecuadas, pues desde
tiempos inmemorables se ha aplicado la cultura del castigo y el miedo para educar a los hijos y
así desarrollar "hombres cabales y de provecho, también existe la idea de que los hijos son
propiedad de los padres. Gracias a este mito que data de la época romana, los progenitores
creen que gozan de poder absoluto sobre sus hijos.
Papalia y Olds (1998), señalan que cuando los niños son conscientes de su propia persona, su
educación puede ser un reto desconcertante y complejo; los padres de hoy educan a sus hijos
repitiendo los patrones que sus padres les aplicaron y otros adoptan prácticas muy diferentes a
las que utilizaron con ellos y para ello, estos autores describen tres clases de estilos de
paternidad basándose en Baumrind, (1971); Baumrind y Black, (1967) y son los siguientes:

a. Los padres autoritarios cuyos valores primarios en la crianza de sus hijos se basan en
el control y la obediencia incuestionables.
b. Los padres permisivos cuyos valores primarios en la crianza de sus hijos son la
autoexpresión y la autorregulación.
c. Padres democráticos cuyos valores primarios en la crianza de sus hijos mezclan el
respeto por la individualidad del niño con un deseo de transmitir valores sociales en él.

Según Baumrind, citado por Papalia y Olds (1998) el mejor de estos tres estilos de paternidad,
en niños de preescolar es el de padres democráticos pues dirigen las actividades de sus hijos
en forma racional, prestan atención antes que al miedo del niño al castigo o a la pérdida de
amor. Aunque confían en su capacidad para guiar a sus hijos respetan los intereses, las
opiniones y la personalidad de los niños. Son amorosos, consecuentes, exigentes y
respetuosos de las decisiones independientes de sus hijos, pero firmes en mantener los
estándares y la voluntad para imponer castigos limitados. Explican las razones que sustentan
las posiciones que adoptan y favorecen el intercambio de opiniones. Sus hijos, evidentemente
se sienten seguros al saber que los aman y que esperan de ellos. Estos niños de preescolar
tienden a confiar más en sí mismos y a controlarse, manifiestan interés por explorar y se
muestran satisfechos. Una investigación reciente también relaciona la paternidad democrática
con el aprendizaje. Estudios de andamiaje encontraron que los padres democráticos son más
sensibles para saber cuando cambiar el nivel de ayuda, y que sus niños lograron más éxito en
diferentes tareas (Pratt, Kerig, Cowan y Cowan, 1988 citados por Papalia y Olds, 1996).
Alice Miller (1997), psicóloga suiza, afirma que la mayor parte de la violencia y el dolor
psicológico que se ve en la actualidad surge de la privación psicológica que experimentan los
niños. Miller concluyó en su ensayo titulado Por tu propio bien, que existe la pedagogía negra y
que la utilizan gran cantidad de padres para educar a sus hijos inconscientemente, como una
reacción al daño emocional que ellos sufrieron en su infancia y concientemente, al creer que
ayudan a sus hijos a ser más competentes y autosuficientes pero al contrario, esto debilita el
auto confianza y la curiosidad del niño, lo ridiculiza por su falta de competencia y suprime la
expresión de sus sentimientos. Solo al romper la transmisión de generación en generación de
la pedagogía negra, afirma, los adultos pueden ayudar a los niños a crecer física y
psicológicamente saludables.
Alice Milller (1997), nos hace referencia de los problemas principales que lleva implícitos la
educación y que de manera aberrante están justificados y permitidos tanto por las instituciones
como por los padres de familia, a esto le llama la pedagogía negra.
Esta pedagogía esta llena de creencias y actitudes que Miller (1997) enumera en el siguiente
listado:

1. Los adultos son amos ( y no servidores) del niño dependiente.


2. Que dicen como dioses qué es lo justo y lo injusto.
3. Que su ira proviene de sus propios conflictos.
4. Que el niño es responsable de ella.
5. Que a los padres siempre hay que respetarlos.
6. Que los sentimientos vivos del niño suponen un peligro para el adulto dominante.
7. Que al niño hay que quitarle su voluntad lo antes posible.
8. Que todo hay que hacerlo a una edad temprana para que el niño no advierta nada y no
pueda traicionar al adulto.

Los métodos en que se ha trasmitido esta educación han sido de generación en generación,
tratando desde tiempos muy remotos al niño como adulto chiquito, reprimiendo la
espontaneidad vital, construyendo una base de informaciones e ideas falsas, que darán
sustento a sus posteriores creencias y actitudes.
Las principales informaciones e ideas falsas son:

1. Que el sentimiento del deber engendra amor.


2. Que se puede acabar con el odio mediante prohibiciones.
3. Que los padres merecen respeto a priori por ser padres.
4. Que los niños a priori no merecen respeto alguno.
5. Que la obediencia robustece.
6. Que un alto grado de auto estima es perjudicial.
7. Que una escasa auto estima conduce al altruismo.
8. Que la ternura es perjudicial (amor ciego).
9. Que atender las necesidades del niño es malo.
10. Que la severidad y la frialdad constituyen una buena preparación para la vida.
11. Que la gratitud fingida es mejor que la ingratitud honesta.
12. Que la manera de ser es más importante que el ser.
13. Que ni los padres ni dios sobrevivirán a una afrenta.
14. Que el cuerpo es algo sucio y repugnante.
15. Que la intensidad de los sentimientos es perjudicial.
16. Que los padres son seres inocentes y libres de instintos.
17. Que los padres siempre tienen la razón.

7. Consecuencias del maltrato infantil


El maltrato infantil trae serias consecuencias tanto en el individuo como en la como en la
sociedad en general, pero desgraciadamente existen muy pocas investigaciones acerca de
este tema y no obstante, poco o nada se hace en términos de promoción de la salud mental y
de la detección y la prevención, tratamiento y rehabilitación de los trastornos emocionales.
Únicamente se atienden las necesidades físicas de los menores, así mismo, al agresor
tampoco se les da un tratamiento y en este caso sería indispensable llevarlo a cabo a manera
de prevención y de tratamiento más sin embargo las autoridades de salud públicas pasan de
largo sin reconocerlos como individuos bio-psico-sociales. Por tanto, la reintegración y
adaptación de estas personas nuevamente a la sociedad la llevan a cabo solos y, la forma en la
que lo hacen no siempre es la más adecuada.
Por consecuencias entendemos toda serie de alteraciones en el funcionamiento individual,
familiar y social de las víctimas de maltrato, siendo los aspectos más conocidos la reproducción
del mismo y las alteraciones en el rendimiento académico, en el ajuste psíquico individual y en
el tipo de relaciones en las que el sujeto participa (Friederich y Wheeler, 1982; Lamphear, 1986
citado en Pino y Herruzo, 2000).
Los malos tratos que se llevan a cabo sobre los niños pueden provocar daño o consecuencias
negativas a dos niveles: somático y psicológico (Martínez, Roig y De Paúl, 1993; Querol, 1991
cit. en Pino y Herruzo, 2000).
Consecuencias somáticas.

a. Abandono físico: retraso pondoestatural, cronificación de problemas por falta de


tratamiento físico, vitaminopatías, eritemas de pañal, aplanamiento del occipucio,
aparición de ciertas enfermedades prevenibles mediante vacunación y producción de
quemaduras y otras lesiones por accidentes familiares debidas a una falta de
supervisión.
b. Maltrato físico: lesiones cutáneas, quemaduras, lesiones bucales (que pueden afectar a
la posición de los dientes), lesiones óseas (que pueden afectar el crecimiento y la
movilidad articular), lesiones internas (traumatismos craneales y oculares) entre las que
destacan aquellas que producen edemas cerebrales puesto que pueden tener secuelas
neurológicas.

En cuanto a las anteriores consecuencias, sin restar importancia, no nos compete abordarlas
ampliamente, pues la mayoría de este tipo de casos caen en manos del médico, entonces en
este caso, interesa abordar las consecuencias psicológicas.
Según Pino y Herruzo (2000), al hablar de consecuencias psicológicas se refieren a la variedad
de comportamientos que pueden aparecer, sean alterados o como ellos los llaman "excesos
conductuales" y también los retrasos o "déficits" en ciertos repertorios que se esperarían en los
niños en función de sus edades respectivas. Estas consecuencias pueden manifestarse a
corto, a mediano y largo plazo, es decir, en la infancia, adolescencia y edad adulta. Las
consecuencias que estos autores plantean serían las siguientes:

Consecuencias durante la infancia.


A corto plazo: Incluye los efectos que estos pueden tener sobre el desarrollo físico del niño en
el periodo comprendido entre los cero y los ocho años de edad, esto debido a que, según el
autor este es el periodo en donde los cambios más rápidos y drásticos se producen en el
periodo de cero a seis/ocho años.
La principal y secuela que los malos tratos producen en el desarrollo de los niños es
precisamente su retraso que se nota alrededor de la edad de un año, y ya es muy claro a los
veinticuatro meses.
Las áreas comportamentales que se encuentran más afectadas en este periodo son las
siguientes:

a. Area cognitiva: presentan un menor desarrollo cognitivo, se muestran más impulsivos,


menos creativos, más distraibles y su persistencia en las tareas de enseñanza
aprendizaje es menor. Son menos habilidosos resolviendo problemas y cuando llegan
a la edad escolar muestran peores resultados en las pruebas de CI y tienen malas
ejecuciones académicas. Los niños maltratados funcionan cognitivamente por debajo
del nivel esperado para su edad, ya que sus puntuaciones en escalas de desarrollo y
tests de inteligencia son menores que en los niños no maltratados, sus habilidades de
resolución de problemas son menores y hay déficit de atención que comprometen el
rendimiento en las tareas académicas.
b. Area social: Pino y Herruzo (2000) mencionan que estos niños, a los 18 y 24 meses
sufren un apego ansioso y presentan más rabia, frustración y conductas agresivas ante
las dificultades que los niños no maltratados. Entre los 3 y 6 años tienen mayores
problemas expresando y reconociendo afectos que los controles. También expresan
más emociones negativas y no saben animarse unos a otros a vencer las dificultades
que se presentan en una tarea. Por último, presentan patrones distorsionados de
interacción tanto con sus cuidadores como con sus compañeros. Según Gaensbauer et
al. (1979; 1980) citados por Pino y Herruzo (2000) identificaron seis patrones
distorsionados de comunicación afectiva entre los niños maltratados y sus cuidadores:
eran retraídos o distantes afectivamente, mostraban falta de placer o bienestar, eran
inconsistentes en la interacción, presentaban ambigüedad, frivolidad y una
comunicación afectiva negativa. Estos niños se acercan menos a los cuidadores, evitan
más a los adultos y a los compañeros y son más agresivos con los adultos. También
otros autores como Hoffman-Plotkin y Twentyman (1984) citados por pino y Herruzo
(2000), descubrieron que los niños maltratados físicamente eran más agresivos que los
controles y que los que padecían abandono interaccionaban menos de lo normal estos
mismos autores, pero en el año de 1988 indican que los niños maltratados han
mostrado falta de empatía. Son niños que entre 1-3 años de edad no mostraban interés
por escapar a las situaciones molestas de la guardería y cuando lo hacían eran
violentos, reaccionaban con ataques físicos, cólera o miedo (Main y Georges, 1985)
citados por Pino y Herruzo (2000), también se ha visto que los niños maltratados son
menos recíprocos en las interacciones con sus iguales y Elmer y Martin (1987) citados
Pino y Herruzo (2000) mencionan que estas dificultades en habilidades de empatía
perduran hasta la edad adulta.
c. Área del lenguaje: Pino y Herruzo (2000) ha revisado varios estudios al respecto y ha
encontrado lo siguiente. Beeghly, Carlon y Cicchetti (1986) descubrieron que los niños
que padecen de maltrato físico, a los 30 meses, no se diferencian de los niños control
en cuanto a lenguaje comprensivo pero si en el productivo, en lo que se refiere a
sensaciones, sentimientos y necesidades y los niños que padecen abandono y maltrato
físico presentan un déficit en la expresión de este tipo de verbalizaciones referentes a
estados internos. Coster, Gersten, Beeghl y Cicchetti (1989) estudiaron la interacción
verbal madre e hijo en niños de 31 meses. Observaron que los niños maltratados
físicamente utilizan un lenguaje menos complejo sintácticamente, tienen menos
vocabulario expresivo y conocen menos palabras que los normales. Burguess y Conger
(1978), observaron que las madres de los niños que padecen abandono y maltrato
físico hablan menos con sus hijos que las controles, en los casos de abandono físico
las madres dan menos recompensas verbales y aprobación a sus hijos, y se muestran
más propensas a criticarlos. En los casos de maltrato físico se ha visto que utilizan
menos instrucciones verbales para ayudar a sus hijos a superar las dificultades
normales de su ambiente. Inician menos interacciones de juego e ignoran más a sus
hijos. Estas dificultades de lenguaje no desaparecen a lo largo del tiempo, sino que
perduran hasta la edad escolar. Los niños maltratados, tal como lo señala Blager y
Mártin (1976), los niños maltratados presentan dificultades de comunicación y de
habilidades de expresión.
d. Área de autonomía funcional. Pino y Herruzo (2000) señalan que por un lado, puede
haber conductas de cuidado personal (aseo, vestido, nutrición, etc.) que en condiciones
normales deben ser aprendidas en el seno familiar y, por otro lado, están las
habilidades de la vida en comunidad, es decir, la capacidad que el sujeto tiene de
funcionar de forma independiente a sus progenitores o cuidadores y señalan que los
resultados de Egeland et al. (1981, 1983) muestran que los niños que padecían
diferentes formas de maltrato presentaban un apego ansioso, en especial los que
sufrían abandono emocional. Estos niños tendían a ser menos obedientes a sus padres
y educadores que los controles y presentaban menor repertorio de autocontrol. El
grupo de abandono físico resultó especialmente dependiente del educador para
aquellas tareas propias de la nutrición que se llevan a cabo en el colegio. Sin embargo
en cuanto a los comportamientos de funcionamiento independiente con respecto a los
padres en su medio, estos niños llegan a estar al nivel o por encima de los controles
(Pino, 1995). Esto podría ser consecuencia directa del número de horas que estos
pasan solos, muchas veces en la calle, desde edades muy tempranas.
e. Área Motora. Pino y Herruzo (2000) ha encontrado diversas investigaciones al respecto
y varias de ellas son las siguientes. Esta es el área que se encuentra menos afectada
(Pino, 1995). En el estudio de Egeland et al. (1981, 1983) los niños maltratados se
mostraron menos hábiles que los controles, en el uso de herramientas a los 24 meses
de edad. En Pino y Herruzo (1993) los niños que padecían abandono físico se
mostraban más tardíos en adquirir la locomoción y se apreciaban también déficits en
motricidad fina.
f. Problemas de Conducta. Se refiere a los problemas de comportamiento en general
(conductas agresivas, hiperactivas y disruptivas). Como ya se ha mencionado, los
problemas de conducta agresiva se presentan principalmente en los niños maltratados
físicamente. Kazdin, Moser, Colbus y Bell (1985) y Allen y Tarnowski (1989) citados en
Pino y Herruzo (2000) hallaron en estos niños más síntomas depresivos (mayor
externalidad en la atribución de control, más baja autoestima y desesperanza en
cuanto al futuro). Pino y Herruzo (1993) observaron una inusual aparición de
comportamientos sexuales precoces (frotis, masturbaciones con una alta frecuencia, en
presencia de otros niños) en niños que padecían abandono (Pino y Herruzo, 2000).

8. Consecuencias durante la edad escolar y la adolescencia.

Pino y Herruzo (2000) han revisado varias investigaciones y deducen lo siguiente de cada uno
de los siquientes autores.
Cichetti y Olsten (1990) afirman que el maltrato infantil tiene una serie de efectos en todas las
áreas del desarrollo del niño, lo que le coloca en una situación de alto riesgo para desarrollar
problemas de conducta y posteriores psicopatologías. Son diversas las alteraciones
conductuales que se engloban bajo la etiqueta general de conducta antisocial las más
relacionadas con el fenómeno de los malos tratos. Azar, Barnes y Twentiman (1982) han
encontrado altos niveles de conducta violenta y delitos con uso de violencia entre delincuentes
y jóvenes con alteraciones psiquiátricas que habían padecido malos tratos. Engfer y Schnewind
(1982) mencionan que el maltrato físico está relacionado con la aparición de ansiedad e
indefensión y estas reacciones se deben principalmente a las situaciones de rechazo (maltrato
emocional/abandono emocional), estos niños presentan un comportamiento agresivo tal vez
debido al mismo maltrato, lo cual crea un círculo vicioso en la relación padres-hijo. Mc Cord
(1983) en un estudio retrospectivo encontró que el 20% de los niños que habían padecido
abandono o maltrato físico, cuando llegaron a adolescentes cometieron delitos graves y una
vez que estos cometen delitos ésta conducta suele cronificarse hasta la edad adulta. También
se ha estudiado el Coeficiente Intelectual y su relación con los malos tratos y los niños con
abandono aparecen con un CI inferior al normal y las niñas tienen CI infranormal ya sea que
sufran maltrato físico o abandono. Otra consecuencia de los malos tratos es que los niños
acaban adoptando una visión distorsionada de la realidad, los adolescentes maltratados tienen
una idea distorsionada de la relación padre-hijo y ven a su padre como perfecto al lado del hijo
despreciable, también suelen tener expectativas poco realistas sobre la conducta de otros
niños y piensan que los niños deben saber hacer cosas que son poco adecuadas para la edad
de estos.

9. Panorama del maltrato infantil a modo de conclusión

Vivimos en un mundo en el que predomina la violencia. Y no debería extrañarnos que su


dominio se inicie en la familia, pues es ahí donde empieza a manifestarse. La mayor parte de
las agresiones graves a los niños se da precisamente en el hogar y esto da lugar a que dicho
problema del maltrato a los niños se encuentre en personas y circunstancias casi o totalmente
fuera de control, este tema se relaciona con el malinterpretado derecho de corrección y de una
u otra manera todos debemos hacernos responsables para no seguir incubando en la sociedad
ese fenómeno tan desastroso y responsable de diversas anomalías en la misma; pues tanto el
maltrato infantil como la violencia intrafamiliar son fenómenos sociales que han gozado de
aceptación en nuestra cultura. A pesar de que en los últimos tiempos estas conductas han sido
condenadas por constituir algunas de las formas de violencia más comunes y penetrantes en
nuestra sociedad, todavía miles de niños sufren maltrato físico, psicológico y sexual en su
propio hogar. La familia es y debería considerarse como la institución más compleja y la más
importante para nuestra sociedad, más sin embargo lo que sucede dentro de ella puede tener
efectos tanto positivos como negativos en cada uno de los individuos que la integran y por tanto
un ajuste o desajuste en las relaciones intrafamiliares. Diversos estudios en el tema han
demostrado que los padres son los principales autores del maltrato infantil y a pesar de las
graves consecuencias que este fenómeno desencadena no se debe calificar a estas personas
como pervertidas o anormales, ya que sufren al igual que el niño o la niña agredidos ya que en
la mayor parte de los casos éstos desahogan sus propias frustraciones que sus padres les
hicieron sufrir de niños en sus hijos y sin darse cuenta de que así es, es decir, es un proceso
inconsciente que se convierte en un círculo vicioso y que coincide con la teoría de frustración-
agresión. Toda sociedad encuentra los más hondos y sólidos cimientos de su futuro en las
generaciones jóvenes, que instruidas en forma adecuada y educadas de manera integral, serán
el sustento de una nueva conciencia social y humana que es el único camino hacia el
desarrollo y la paz social en México y en todo el mundo.

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