Maltrato Infantil
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Maltrato infantil
30 de septiembre de 2016
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Datos y cifras
Una cuarta parte de todos los adultos manifiestan haber sufrido maltratos físicos de niños.
Una de cada 5 mujeres y 1 de cada 13 hombres declaran haber sufrido abusos sexuales en la
infancia.
El maltrato infantil causa alteraciones en la salud mental y física que perduran toda la vida, y sus
consecuencias a nivel socioprofesional pueden, en última instancia, ralentizar el desarrollo econó
mico y social de un país.
Es posible prevenir el maltrato infantil antes de que se produzca, y para ello es necesario un
enfoque multisectorial.
Los programas preventivos eficaces prestan apoyo a los padres y les aportan conocimientos y té
cnicas positivas para criar a sus hijos.
La atención continua a los niños y a las familias puede reducir el riesgo de repetición del maltrato
y minimizar sus consecuencias.
El maltrato infantil se define como los abusos y la desatención de que son objeto los menores de
18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención,
negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud,
desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación
de responsabilidad, confianza o poder. La exposición a la violencia de pareja también se incluye a
veces entre las formas de maltrato infantil.
Magnitud del problema
El maltrato infantil es un problema mundial con graves consecuencias que pueden durar toda la
vida. A pesar de las encuestas nacionales recientes en varios países de ingresos bajos y medianos,
faltan todavía datos acerca de la situación actual en muchos países.
El maltrato infantil es complejo y su estudio resulta difícil. Las estimaciones actuales son muy
variables, dependiendo del país y del método de investigación utilizado. Dichas estimaciones
dependen de:
En situaciones de conflicto armado y entre los refugiados, las niñas son especialmente vulnerables
a la violencia, explotación y abusos sexuales por parte de los combatientes, fuerzas de seguridad,
miembros de su comunidad, trabajadores de la asistencia humanitaria y otros.
El maltrato infantil es una causa de sufrimiento para los niños y las familias, y puede tener
consecuencias a largo plazo. El maltrato causa estrés y se asocia a trastornos del desarrollo
cerebral temprano. Los casos extremos de estrés pueden alterar el desarrollo de los sistemas
nervioso e inmunitario. En consecuencia, los adultos que han sufrido maltrato en la infancia corren
mayor riesgo de sufrir problemas conductuales, físicos y mentales, tales como:
Más allá de sus consecuencias sanitarias y sociales, el maltrato infantil tiene un impacto econó
mico que abarca los costos de la hospitalización, de los tratamientos por motivos de salud mental,
de los servicios sociales para la infancia y los costos sanitarios a largo plazo.
Factores de riesgo
Se han identificado varios factores de riesgo de maltrato infantil. Aunque no están presentes en
todos los contextos sociales y culturales, dan una visión general que permite comprender las
causas del maltrato infantil.
No hay que olvidar que los niños son las víctimas y que nunca se les podrá culpar del maltrato.
No obstante, hay una serie de características del niño que pueden aumentar la probabilidad de que
sea maltratado:
Hay varias características de los padres o cuidadores que pueden incrementar el riesgo de maltrato
infantil, entre ellas:
Hay diversas características de las relaciones familiares o de las relaciones con la pareja, los
amigos y los colegas que pueden aumentar el riesgo de maltrato infantil, entre ellas:
Hay diversas características de las comunidades y las sociedades que pueden aumentar el riesgo
de maltrato infantil, entre ellas:
La prevención del maltrato infantil requiere un enfoque multisectorial. Los programas eficaces son
los que prestan apoyo a los padres y les aportan conocimientos y técnicas positivas para criar a sus
hijos. Entre ellos se encuentran:
las visitas domiciliarias de enfermeras para ofrecer apoyo, formación e información;
la formación de los padres, generalmente en grupos, para mejorar sus aptitudes para criar a los
hijos, mejorar sus conocimientos sobre el desarrollo infantil y alentarlos a adoptar estrategias
positivas en sus relaciones con los hijos, y
las intervenciones con múltiples componentes, que generalmente incluyen el apoyo a los padres y
su formación, la educación preescolar y la atención al niño.
Otros programas preventivos prometedores son:
los destinados a prevenir los traumatismos craneoencefálicos por maltrato (también conocido
como síndrome del bebé sacudido, síndrome del niño sacudido o lesión cerebral infligida por
traumatismo). Generalmente se trata de programas hospitalarios mediante los cuales se informa a
los nuevos padres de los peligros de zarandear a los niños pequeños y de cómo afrontar el
problema de los niños con llanto inconsolable.
los destinados a prevenir los abusos sexuales en la infancia. Generalmente se realizan en las
escuelas y les enseñan a los niños:
la propiedad de su cuerpo;
las diferencias entre los contactos normales y los tocamientos impúdicos;
cómo reconocer las situaciones de abuso;
cómo decir "no";
cómo revelar los abusos a un adulto en el que confíen.
Estos programas son eficaces para reforzar los factores de protección frente al abuso sexual en la
infancia (por ejemplo, el conocimiento del abuso sexual y los comportamientos protectores), pero
no hay pruebas de que reduzcan otros tipos de abusos.
Cuanto antes se producen estas intervenciones en la vida del niño mayores son los beneficios que
le pueden aportar a él (por ejemplo, desarrollo cognitivo, competencias conductuales y sociales,
logros educacionales) y a la sociedad (por ejemplo, reducción de la delincuencia).
Además, el reconocimiento precoz de los casos y la asistencia continua a las víctimas y sus
familias pueden ayudar a reducir la recurrencia del maltrato y a paliar sus consecuencias.
Para maximizar los efectos de la prevención y la atención, la OMS recomienda que las
intervenciones se realicen en un marco de salud pública y en cuatro fases:
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Maltrato_infantil
Se denomina maltrato infantil o abuso infantil[1] a cualquier acción (física, sexual o emocional) u
omisión no accidental en el trato hacia un menor, por parte de sus padres o apoderados, que le
ocasiona daño físico o psicológico y que amenaza el desarrollo de tales funciones.[2] El maltrato
infantil ha sido un conflicto que ha persistido desde los pueblos y civilizaciones de la antigüedad
donde utilizaban a los niños para realizar sacrificios y rituales.Sin embargo, según este texto, no
hace tanto tiempo que la sociedad obtuvo control sobre el abuso en los menores de edad. En los
Estados Unidos se creó una organización la cual, se dedicó ayudar a niños desamparados y la
misma fue conocida como “Child Welfare Movement” (Movimiento Bienestar de la Infancia).
Adem á s surgieron otras organizaciones contra el maltrato infantil tal como la Sociedad
Neoyorquina para la Reforma de los Delincuentes Juveniles en 1825, cuyo propósitos fue ayudar a
niños maltratados y abandonados por sus padres o familiares. Años más tarde se fundó en el
estado de Nueva York la “Society for Prevention of Cruelty of Children” la cual, surgió como
fuente de inspiración para desarrollar otras organizaciones contra el abuso infantil en los Estados
Unidos y Europa. Aunque, según el texto, en 1874 fue la primera vez que se ganó un caso referido
al abuso o maltrato de infantil cuando una menor de nueve años nativa del estado de Nueva York
fue sometida a abuso físico. Una trabajadora de caridad ayudó a la criatura y la misma acudió a
la Sociedad Americana para la Prevención de crueldad de los animales donde la trabajadora,
encargada del caso de la menor expresó lo siguiente: “la menor merecía tanta protección como a
un perro común” y con estos testimonios pudieron ganar el caso.[3]
El abuso físico
El abuso sexual
El maltrato emocional
El abandono físico
El abandono emocional
Maltrato psicológico
Índice
Concepto
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La definición de maltrato o abuso implica una valoración social en relación a lo que es peligroso o
inadecuado para el niño. Y aquí reside precisamente gran dificultad para definirlo, ya que hay
una falta de consenso social respecto a lo que constituyen formas de crianza peligrosas e
inaceptables. Resulta difícil establecer la raya de separación entre lo que es un maltrato y lo que
no lo es (...)[5]
De acuerdo a la OMS el maltrato infantil se define como los abusos y desatenciones que reciben
los menores de 18 años, incluyendo maltrato físico, psicológico o sexual que dañen su salud,
desarrollo o dignidad o bien que pongan en riesgo su supervivencia.
Se entiende el maltrato psicológico a toda aquella acción que produce un daño mental o emocional
en el niño, como: ridiculizar, insultos, menosprecio, causándole perturbaciones de magnitud
suficiente para afectar la dignidad, alterar su bienestar o incluso perjudicar su salud.[6]
El maltrato puede contribuir a las enfermedades del corazón, al cáncer, al suicidio y a las
infecciones de transmisión sexual.
El maltrato psicológico que recibe el niño a consecuencia del maltrato que se ejerce sobre él,
puede afectar su desarrollo en la infancia y si no se tiene un tratamiento psicológico podría tener
consecuencias en la vida adulta; ya que puede generar en el niño una baja autoestima, problemas
en el rendimiento escolar, ser introvertidos, pueden llegar a ser mas agresivos, comportamiento
mas hostiles y llegar hacer poco afectivos. Además es frecuente que estas conductas se repitan en
sus relaciones interpersonales, llegando a ser muy hostiles y/o dependientes hacia el otro.
Estas situaciones de maltrato psicológico, obliga a los niños a utilizar una gran cantidad de energí
a psicológica para desarrollar mecanismos de adaptación. Como por ejemplo en las relaciones
interpersonales caracterizadas por la dependencia y el rechazo; ésta aparece por la indiferencia de
los padres, por lo que el niño puede convertirse en un ser muy dependiente de los signos de afecto
de cualquier adulto, llamando su atención para procurarse un poco de afecto, exponiéndose
permanentemente al peligro del abuso sexual o del rechazo. [6]
Más allá de sus consecuencias sanitarias y sociales, el maltrato infantil tiene un impacto econó
mico que abarca los costos de la hospitalización, de los tratamientos por motivos de salud mental,
de los servicios sociales para la infancia y los costos sanitarios a largo plazo.
Prevención
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Principalmente se requiere de un planteamiento bien constituido que vaya dirigido a los padres
para que ellos reciban el conocimiento, apoyo e información adecuada y correcta para la educació
n de sus hijos, así como las escuelas para padres en las cuales se les alienta a adoptar buenas
estrategias en las relaciones padres-hijos.
Dar programas dentro de las instituciones hospitalarias y educativas para informar a los niños
sobre los abusos sexuales en la infancia. Haciendo énfasis en la propiedad de su cuerpo, las
diferencias entre los contactos normales y los tocamientos impúdicos, cómo reconocer las
situaciones de abuso, cómo decir "no" y sobre todo cómo revelar los abusos a un adulto en el que
confíen. Difusión de información sobre la eficacia de las intervenciones y expansión de la aplicaci
ón de las intervenciones de eficacia demostrada.
Tratamiento
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El niño podría necesitar tratamiento médico y asesoramiento. Existen grupos de asesoramiento y
apoyo que están disponibles para los niños y para los padres que quieren recibir ayuda. Hay
departamentos o agencias estatales y gubernamentales que son responsables de la protección de
los niños menores de 18 años. Las agencias de protección infantil usualmente toman una decisión
de si el niño debe ir a un hogar de cuidado temporal o puede regresar a casa. Las agencias de
protección infantil generalmente hacen un esfuerzo por reunir a las familias cuando es posible. El
sistema varía de un estado a otro, pero usualmente incluye un tribunal de familia o un tribunal que
maneja casos de abuso infantil.
Se define como «cualquier acción no accidental por parte de los padres o cuidadores que provoque
daño físico o enfermedad en el niño o le coloque en grave riesgo de padecerlo».[7]
El abuso de menores consiste en varios elementos y se enfatiza en dos ideas principales las cuales
son: la asimetría de edad y el abuso de poder. La asimetría de edad se refiere a la diferencia de
edad que hay entre el agresor y la víctima, mientras que el abuso de poder es un factor necesario
para el abuso infantil; ya que el mismo implica miedo y obtiene un rol dominante en el ámbito
social. El abuso de poder se obtiene por medio de las experiencias y la madurez del agresor. Por
esta razón la asimetría de edad se convierte en un factor en el maltrato infantil; ya que por medio
de la edad se pueden descifrar los niveles de experiencia, madurez y sobre todo de malicia del
agresor.[8]
Los indicadores típicos del abuso físico en un menor son las magulladuras o moretones en
diferentes fases de cicatrización y de forma extendida en diferentes partes del cuerpo; las
quemaduras con formas definidas; las fracturas de nariz o mandíbula, o en espiral de los huesos
largos; las torceduras o dislocaciones; las heridas o raspaduras en la cara y la parte posterior de las
extremidades y torso; señales de mordeduras humanas; cortes o pinchazos; lesiones internas (en el
cráneo o cerebro, síntomas de asfixia...).
La negligencia se identifica como la falta de proveer las necesidades básicas de un niño por parte
de sus padres o personas encargadas.
Se define como aquella situación donde las necesidades físicas (alimentación, vestido, higiene,
protección y vigilancia en las situaciones potencialmente peligrosas, educación y/o cuidados mé
dicos) y cognitivas básicas del menor no son atendidas temporal o permanentemente por ningún
miembro del grupo que convive con el niño.[9]
El maltrato de menores en el seno de las familias es una de las causas contribuyentes a la problem
ática social que hoy en día se vive, cuyo producto último es el aumento en la incidencia criminal
por parte de la juventud. El maltrato destruye el núcleo familiar, al romper los lazos de confianza y
amor que son fundamento mismo de ella. El uso de la violencia por parte de sus padres y/o
cuidadores la pone en tela de juicio la realidad de amor de los padres hacia los hijos.[11]
El maltrato institucional
El abuso infantil se puede detectar de diversas formas especialmente cuando los encargados
legales del menor dejan de tomar responsabilidades sobre el mismo. Según este artículo, ha
habido casos severos donde menores de 10 años tienden a cocinar ellos mismos porque los padres
no han podido traer comida a la casa e incluso han ocurrido situaciones donde el menor
permanecen más de 24 horas sin comer. Según esta revista, existen varios tipos de maltrato
infantiles tales como, el abuso sexual (donde hay un contacto directo entre el agresor y la víctima),
maltrato f í sico (donde ocurren lesiones y agresiones f í sicas en contra la v í ctima, no
necesariamente hay abuso sexual), negligencia infantil (donde los padres o encargados legales
descartan responsabilidades sobre el niño y al mismo lo abandonan) y el maltrato emocional
(donde el agresor cosecha el miedo y la angustia sobre la víctima).[13]
Un ejemplo de discriminación contra personas con discapacidad fue Cighid, un centro asemejado
a un campo de concentración donde niños con discapacidad considerados como "irrecuperables"
(en rumano: irecuperabili) murieron por el abandono al que eran sometidos.
Impacto
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Las situaciones de maltrato lo que revelan es una grave disfunción relacional que por lo tanto
afectará al normal desenvolvimiento del cumplimiento de tareas del menor. Este fracaso en la
ejecución de las metas del menor sería, en sentido amplio, el impacto del maltrato y es lo que se
viene a significar cuando en las definiciones de maltrato se señala que éste amenaza el desarrollo
de la competencia del niño o el desarrollo físico, psicológico y emocional considerado como
normal para el niño.[14]
El impacto del maltrato o abuso, al ser un fenómeno contextualizado, puede verse amortiguado,
según múltiples variables: no solo las más obvias, relacionadas con el tipo, duración o intensidad
del maltrato, sino también con las características de la víctima, los recursos y apoyos que tenga, y
las propias situaciones de su evolución vital. Según el artículo (2003). "Basta de indiferencia:
maltrato infantil", el abuso infantil es un conflicto del cual, hay muchas polémicas con respecto al
niño; ya que el mismo puede tener muchos problemas durante su desarrollo personal.[15]
Diversos estudios señalan además que el maltrato continúa de una generación a la siguiente. De
forma que un niño maltratado tiene alto riesgo de ser perpetuador de maltrato en la etapa adulta.
Aspectos históricos
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Consideraciones bíblicas
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En el libro Proverbios se identifican ideas que desarrollan conceptos ligados a los recursos de
crianza y enseñanza y se evidencia su clara inclinación hacia la práctica del maltrato con la
finalidad de producir cambios conductuales:
El látigo es para los caballos, el freno para los asnos, y el garrote para la espalda del necio.[18]
Los golpes y las heridas curan la maldad; los azotes purgan lo más íntimo del ser.[19]
Solá expresa que una mirada a la historia de la Biblia desvela que estos métodos por sí mismos
no hicieron nunca una sociedad mejor y más ajustada a la voluntad de Dios. Más adelante, en el
Nuevo Testamento se manifiesta un cambio de actitud respecto a las relaciones humanas:
Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De
hecho esto es la ley y los profetas.[20]
Desarrollo histórico
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A lo largo de la historia de la humanidad y en la actualidad, tomando a la humanidad como un
todo, puede decirse que lo normal, en el sentido de frecuente, es que los niños no reciban lo que
entendemos por «buen trato». La mayoría de los datos históricos que poseemos sobre el respeto
de los derechos de los niños por parte de muchas culturas de la antigüedad corroboran esta
afirmación.[21]
Estas labores pioneras dieron como resultado que antes de que acabase el siglo se creasen dos
sociedades pro derechos de los niños: The Society for the Preventión of Cruelty to Children, en
Nueva York, y The National Society for the Prevention of Cruelty to Children, en Londres.
La atención a los derechos de los menores es característica de la segunda mitad del siglo 20, que
es cuando se les reconoce como sujetos de derechos. En 1959, la Asamblea General de las
Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos del Niño; y, más tarde, en 1989, esa
misma Asamblea adoptó la Convención sobre los Derechos del Niño.
En 1962 se publicó en Estados Unidos un trabajo científico titulado «Síndrome del niño
apaleado» que incentivó de manera definitiva la atención a las víctimas de los malos tratos
infantiles, incluyendo con ellos la reformulación de las medidas legislativas y la sensibilización de
la opinión pública respecto del problema. En los países europeos más desarrollados, se produjo un
fenómenos similar en los años siguientes.
Habiéndose registrado una alta incidencia de querellas de maltrato de niños y un esfuerzo único
por este mal fue aprobada en varios estados de Estados Unidos la Ley Número 75 el 28 de mayo
de 1980, en la cual se establecía que un menor era víctima de "maltrato o negligencia" cuando
sufría daño o perjuicio, o se encontraba en riesgo de sufrir daño o perjuicio en su salud física,
mental emocional, o en su bienestar, por las acciones y omisiones no accidentales de sus padres o
de otras personas o instituciones responsables de su cuidado. En esta ley se estableció la política
pública de protección a menores.[22]
La atención de los expertos ha ido desde la casi concentración en los malos tratos de tipo físico a
la apertura hacia, por un lado, la comprensión de los conceptos de negligencia y de maltrato
emocional, y, por otro, el problema de los abusos sexuales. También, ha habido cambios en lo que
se refiere a la percepción de los maltratadores (en principio, identificados con personas con
problemas psíquicos y/o pertenecientes a contextos socio-económicos muy atrasados; después,
asumiendo el perfil variopinto del maltratador infantil) y en la forma de abordar los problemas (en
principio, la separación del maltratado de su entorno; después, el intento de rehabilitar ese
entorno).
Otro tipo de maltrato infantil, muy poco conocido es el llamado Síndrome de Münchausen por
poderes, consiste en inventar una enfermedad en el niño o producirla por la administración de
sustancias y medicamentos no prescritos. Generalmente se trata de un niño en la edad de
lactante-preescolar (edad media de 3 años). Los signos y síntomas aparecen solamente en
presencia de la madre (habitualmente el perpetrador del abuso), son de causa inexplicable y los ex
ámenes complementarios no aclaran el diagnóstico. Este síndrome presenta una mortalidad entre
10-20%, y su impacto a largo plazo puede dar lugar a desórdenes psicológicos, emocionales y
conductuales.
Referencias
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↑ Existe una preferencia cada vez mayor por el término «maltrato infantil» frente al de «abuso
infantil», por cuanto el primero resulta más inclusivo respecto de las distintas condiciones que
puede presentar y porque reduce el impacto emocional del término «abuso»; cf. Oscar Osvaldo
Camacho Mata y Gonzalo Musitu Ochoa, El maltrato infantil..., pág. 29.
↑ Cf. Enrique Gracia Fuster y Gonzalo Musitu Ochoa, El maltrato infantil..., pág. 35.
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↑ Cf. Mª oscar osvaldo camacho mata y Joaquín de Paúl, Maltrato a los niños..., pág. 26.
↑ Miguel Costa Cabanillas, «Prólogo» a Mª Ignacia Arruabarrena y Joaquín de Paúl, Maltrato a
los niños..., página 15.
↑ a b Mendoza. «CONSECUENCIAS DEL MALTRATO PSICOLÓGICO EN NIÑOS Y
NIÑAS DE TRES A SEIS AÑOS.». |autor= y |apellido= redundantes (ayuda)
↑ Mª Ignacia Arruabarrena y Joaquín de Paúl, Maltrato a los niños..., pág. 27.
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↑ Mª Ignacia Arruabarrena y Joaquín de Paúl, Maltrato a los niños..., pág. 29.
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↑ Teodoro, O. (1984), "La internación de menores y sus problemas sociales", Argentina:
Depalma
Bibliografía
Editar
El maltrato infantil es un problema que impregna a toda la sociedad, que a menudo ejerce un
impacto negativo devastador en los niños, no solamente durante la infancia, sino que durante toda
la vida.1,2,3,4 Aunque las fotos de niños maltratados que aparecen en los medios muestran grá
ficamente los hematomas, quemaduras, traumas cerebrales, la negligencia y la desnutrición, un
campo de investigación cada vez mayor sugiere que el daño emocional que acompaña a los actos
abusivos o negligentes, y no solamente el daño físico, pueden traducirse en los efectos dañinos m
ás significativos y de largo plazo para el niño. El maltrato que se infiere en los primeros cinco
años de vida, puede ser especialmente dañiño, debido a la vulnerabilidad de estos pequeños y al
hecho de que los primeros años de vida se caracterizan por un crecimiento neurobiológico y psicol
ógico más rápido que en los años siguientes..
Materia
Problemas
La investigación y las intervenciones en el área del maltrato infantil han enfrentado varios desafí
os.
El campo se ha visto obstaculizado por la falta de un claro criterio operacional frente a los actos
que constituyen maltrato infantil.2,8,9 Por lo tanto, las estimaciones en cuanto a la magnitud del
problema varían considerablemente debido al criterio utilizado para definir el maltrato.
Ha existido algún grado de controversia con respecto a la mejor forma de verificar la ocurrencia
del maltrato. Algunos investigadores abogan por el uso de cifras oficiales, mientras que otros
estiman que es preferible preguntarle al niño que ha sido maltratado o al cuidador del mismo que
es el maltratador. Idealmente, habría que utilizar una combinación de fuentes de información .
Debido a que los niños maltratados rara vez experimentan un solo tipo de abuso, los
investigadores también se han preocupado de cómo distinguir mejor entre las secuelas asociadas
con un particular tipo de maltrato.
Además, debido a que el maltrato es más habitual en familias de bajos ingresos, resulta todo un
desafío disociar los efectos del maltrato per se, en oposición a los efectos de la pobreza y las
tensiones asociadas a ella.
A pesar de que actualmente existe consenso respecto a que el maltrato afecta adversamente al
desarrollo, se ha logrado un menor avance en explicar los procesos y mecanismos que
contribuyen a la serie de consecuencias del desarrollo observados en niños maltratados.
De igual forma, para resolver los procesos de desarrollo implicados en las consecuencias del
maltrato infantil, se requiere de investigaci ó n longitudinal. Sin embargo, debido a temas
relacionados con el desgaste del estudio de la población, debido a una serie de factores tales
como la movilidad, el encarcelamiento, la hospitalización psiquiátrica y la ubicación de niños en
hogares adoptivos, resulta difícil retener cohortes lo suficientemente grandes.
Enfocarse de manera prácticamente exclusiva en los resultados conductuales y psicológicos del
maltrato durante los cinco primeros años, implica no considerar, en gran medida, la secuela
neurobiológica del maltrato y la negligencia..
La heterogeneidad de resultados entre los niños maltratados, sugiere que el maltrato no afecta a
todos los pequeños en forma similar. Los diferentes resultados acentúan la importancia de
examinar a los predictores de la resiliencia, a pesar de la adversidad del maltrato.
Pese a un amplio conocimiento de los efectos adversos del maltrato, con excepción de la obra de
David Olds,10,11 se ha avanzado considerablemente poco en crear estrategias efectivas de
prevención e intervención.
Contexto de Investigación
Las investigaciones en el área del maltrato infantil han sido necesariamente de amplio espectro,
abarcando aspectos de epidemiología y definición, consecuencias del desarrollo, resultados a
largo plazo e intervenciones. Pese a que el maltrato infantil atraviesa las clases económicas, gran
parte del trabajo se ha enfocado en las poblaciones de bajos ingresos.
Las preguntas clave de investigación emanan directamente de aquellos temas que salen a luz al
fragor del problema. Tenemos que construir basándonos en el vasto conocimiento de los efectos
negativos del maltrato, para abocarnos a preguntas cada vez más sofisticadas. Las investigaciones
deben usar definiciones de maltrato operacionalmente claras y estas definiciones deben
especificarse. En este sentido, debe examinarse todo el rango de experiencias del maltrato,
incluyendo variables tales como la edad de inicio, el perpetrador, la severidad y la cronicidad. Los
esfuerzos deben centrarse en la identificación de vías para resultados bien y mal adaptados y de
dominios de desarrollo múltiples versus individuales. Las investigaciones sobre resultados tambié
n requieren examinar indicadores neurobiol ó gicos psicofisiol ó gicos, junto con variables
socioemocionales. Finalmente, son necesarias las investigaciones longitudinales, que también
incorporan análisis de costo- beneficio en el fracaso en prevenir el maltrato o en proporcionar
tratamiento adecuado después que el maltrato se ha llevado a cabo.
El maltrato infantil ejerce un impacto devastador y prolongado en los niños y el costo para la
sociedad en su conjunto es muy alto. En una investigación longitudinal, Widom y Maxfield12
llegaron a la conclusión de que los niños abusados y objetos de negligencia, eran 1,8 veces más
proclives a ser arrestados como delincuentes juveniles, que los muchachos de su misma edad que
no habían sufrido maltrato. Los niños maltratados son además más proclives a desarrollar
problemas de abuso de sustancias.13,14 Además, más del 50% de los niños maltratados tiene
dificultades en la escuela y aproximadamente un 25% requiere de servicios especiales de educació
n.15,16
Conclusiones
No cabe duda de que el maltrato infantil es un problema enorme, que se hace sentir no sólo en
sus víctimas, sino también en toda la sociedad. Un informe del Instituto Nacional de Justicia30
estimaba que el costo anual de las consecuencias del maltrato y negligencia infantil en los
Estados Unidos ascendía a 56 mil millones de dólares. Este estimado incluía costos directos tales
como programas médicos, pérdida de ganancias y programas públicos, al igual que costos
indirectos asociados con el dolor y la disminución en la calidad de vida.
Un estudio realizado recientemente por la organización Prevent Child Abuse America (Prevenga el
Maltrato Infantil en Norteamérica), estimaba que el costo total del maltrato infantil en los
Estados Unidos superaba los 94 mil millones de dólares anuales.31 El maltrato infantil puede
afectar el exitoso desarrollo del niño no sólo en un determinado periodo de desarrollo, sino a lo
largo de toda su vida. Es importante reconocer, sin embargo, que se está procesando una
considerable diversidad de resultados en relación con el maltrato infantil. Se han aclarado nuevos
e importantes ángulos de investigación en torno a este crítico problema de toda la sociedad. Ya
no resulta productivo conducir investigaciones que se enfoquen exclusivamente a descubrir los
principales efectos asociados con el maltrato infantil, porque tales aproximaciones posiblemente
puedan arrojar resultados que no cubran con exactitud los riesgos para el desarrollo que
acompañan a tales maltratos. Existe igualmente una necesidad imperiosa por más investigaciones
respecto a los efectos del maltrato infantil durante la infancia y la niñez. También resulta
fundamental el desarrollo e implementación de investigaciones amplias y longitudinales respecto
al maltrato infantil y sobre los factores de riesgo coexistentes.
Las investigaciones sobre las consecuencias socioemocionales del maltrato durante los primeros
años de vida, proporcionan una base de conocimientos respecto a la forma adversa o negativa en
que el cuidado de los niños puede erosionar el desarrollo. Sin embargo, si estos descubrimientos
científicos han de aplicarse en forma apropiada a la formulación y evaluación de la prevención y
estrategias de intervención para niños y familias vulnerables, entonces es necesario implementar
una serie de recomendaciones.
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Para citar este artículo:
Toth SL, Cicchetti D. El Maltrato Infantil y su Impacto en el Desarrollo Psicosocial del Niño. En:
Tremblay RE, Boivin M, Peters RDeV, eds. MacMillan H, ed. tema. Enciclopedia sobre el
Desarrollo de la Primera Infancia [en l í nea].
http://www.enciclopedia-infantes.com/maltrato-infantil/segun-los-expertos/el-maltrato-infantil-y-s
u-impacto-en-el-desarrollo-psicosocial. Publicado: Diciembre 2004 (Ingl é s). Consultado:
14/09/2019.
Maltrato de Niños en Venezuela
https://www.tribunadelinvestigador.com/ediciones/2012/1-2/art-3/
José Francisco1
1Médico Pediatra-Puericultor. Doctor en Ciencias Médicas. Academia Nacional de Medicina.
Profesor de la Cátedra de Puericultura y Pediatría. Facultad de Medicina, Escuela Vargas.
Hospital de Niños “J. M. de los Ríos”.
[email protected]
Resumen
Summary
Discusses the increase of the interpersonal violence in Venezuela. It describes and analyzes the
abuse of children in Venezuela. Defined terms such as: child: human being under 18 years of age,
Convención de los Derechos del Niño [Convention on the Rights of the Child (CRC), 1990].
Children make up almost half the population of the country. Summarizes the historical evolution
of the concept of child abuse to global and national scale. Absence of official country data, timely
on the victims of the violence in the country. Discusses the legal provisions relating to the subject,
especially the Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente (Organic Law for the
Protection of Children and Adolescents, LOPNA, 1998) and the Ley Orgánica para la Protección
del Niño, Niña y Adolescente (Organic Law for the Protection of Children and Adolescents
LOPNNA, 2007) and resources and the Defensorías de Niños, Niñas y Adolescentes. (Local
Ombudsmen for Children and Adolescents). Analyzes the nomenclature and classifications used,
describes the most common symptoms and signs in the different types of child abuse, factors
involved in its existence, frequency of child abuse in Venezuela and other countries, procedures to
be followed, discusses the various forms of prevention and concluding comments.
Introducción
Vivir en Venezuela, es tener o sentir la violencia muy de cerca, basta hojear la prensa, escuchar la
radio, ver televisión, conversar con alguien o simplemente, atravesar una calle, para comprobarlo.
En el año 2012, según cifras extraoficiales, hubo 21.629 homicidios en todo el país.
Las tasas de mortalidad relacionan el número de veces de un determinado evento, por ejemplo
“homicidio”, con la población estimada para ese año, lo cual corrige el error de comparar cifras
absolutas que no toman en cuenta el sesgo que significa el incremento normal del número de
habitantes. Según el análisis realizado por el Dr. Alejandro Rísquez, Médico Pediatra y Epidemió
logo, la tasa de mortalidad por homicidios y suicidios significó el 22,47% de las muertes
registradas en 2008, según el último anuario disponible del Ministerio de Salud de Venezuela. Las
cifras oficiales informan que en Caracas, la tasa de mortalidad por la misma causa, aumentó de 83
homicidios por cien mil habitantes a 130 por cien mil habitantes en el lapso 1997-2007, mientras
Bogotá registró, en el mismo lapso, un descenso la misma tasa de 58 a 18 homicidios por cien mil
habitantes. Caracas ocupa, al inicio de 2013, el tercer lugar en la lista de ciudades violentas en el
mundo.
Entre los factores relevantes en el incremento del número y crueldad de los homicidios en
Venezuela, están el cambio de país “puente” de drogas ilícitas al de país consumidor, junto con
la aprobación de un proceso de desestructuración familiar, simultáneo con mayor impunidad y
corrupción judicial.
Los niños, que constituyen cerca de la mitad de la población en el país, también son víctimas de
la violencia y testigos de ella en muchos casos. Los más pequeños sufren diversas formas de
maltrato, los más grandes ingresan en las situaciones de violencia como víctimas o como
agresores.
Existen otras formas de violencia hacia los niños, sobre las cuales no hay cifras confiables
actualizadas en el país: los niños buhoneros, saltimbanquis o en brazos de sus madres pidiendo
limosna en los semáforos, niños de la calle y en la calle, generalmente alejados de su casa por
maltratos reiterados, prostitución infanto-juvenil, trabajadores ilegales, niños y jóvenes fuera de
instituciones educativas por falta de cupo o por carencia de recursos, familias disfuncionales, lo
cual se conoce bien como factor de riesgo para consumo de alcohol y drogas ilícitas así como
conducta antisocial, en los varones y de prostitución y embarazo precoz en las niñas. Las madres
adolescentes, mas de 130.000 cada año, que involucran dos o tres menores de edad: la madre, el
hijo y muy frecuentemente, el padre también adolescente; niños y jóvenes en los mal llamados
“refugios”, muchas veces durante varios años, niños sin cédula o sin registro de nacimiento, lo
cual los anula como ciudadanos, niños en los ranchos, en riesgo de violación cuando la madre sale
a trabajar, todo esto en violento contraste con el texto de las leyes de protección infantil vigentes
en el país, de redacción y contenidos ideales y deseables, pero poco útiles en la práctica
ciudadana.
Por otra parte, el “maltrato o abuso” de niños, objetivo principal de este material, concebido en
el límite de lo que sucede en el entorno familiar o escolar, en todas sus variantes, constituye un
daño que deja profunda huella en la personalidad en formación y muchas veces, como incapacidad
irreversible, definitiva. Hay un gran sub-registro; las cifras reales no son divulgadas por los
organismos oficiales.
Conceptos y definiciones
En este artículo se usa el término “niño”, en singular y en plural, como sinónimo de niños y de
adolescentes de uno y otro sexo, tomando en cuenta la terminología utilizada por la Convención
de los Derechos del Niño, disposición legal internacional refrendada por Venezuela. Los términos
“maltrato” y “abuso” son utilizados como sinónimos. En algunos países se utiliza “abuso”
en forma preferente para el maltrato sexual.
La violencia ha acompañado a la humanidad desde sus lejanos inicios. Superadas muchas de las
causas de enfermedad y muerte por el desarrollo social y científico, sorprende la persistencia y
avance de las diversas formas de lo violento: agresiones y accidentes que amenazan la
supervivencia y la tranquilidad de la humanidad, lo cual aparentemente, es más acentuado en los
países más pobres. La Organización Mundial de la Salud (OMS), declaró a la violencia, en 1996,
como un problema de salud pública. Venezuela tiene un lugar, tristemente destacado, en esta
escalada.
La OMS define la violencia como: “El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en
grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause
o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del
desarrollo o privaciones”. Esta definición incluye tanto la violencia interpersonal como el
comportamiento suicida y los conflictos armados, las amenazas e intimidaciones y las
consecuencias psíquicas, privaciones y deficiencias del desarrollo que afecten el bienestar de las
personas, las familias y las comunidades.
La OMS, ha utilizado para el maltrato de niños la siguiente definición: “El abuso o maltrato de
menores abarca toda forma de maltrato físico y/o emocional, abuso sexual, abandono o trato
negligente, explotación comercial o de otro tipo, de la que resulte un daño real o potencial para la
salud, la supervivencia, el desarrollo o la dignidad del niño en el contexto de una relación de
responsabilidad, confianza o poder”.
Según la Hoja informativa del Programa sobre Mujer, Salud y Desarrollo de la OPS/OMS, cada
año, más de 40 millones de niños son víctimas, en el mundo, de diversas formas de maltrato
(intrafamiliar, trabajo infra-humano, tr á fico, trata, prostituci ó n infanto-juvenil, infanticidio
selectivo, entre otras formas).
Todos los países de América Latina y el Caribe reconocen la existencia, en sus países, de violació
n, incesto, abuso sexual, explotación sexual, prostitución infantil y el uso de niñas en la pornograf
ía. Hay documentos de la OMS que señalan que más del 36% de las niñas y el 29% de los niños
de la región sufrió abuso sexual el año 2003.
Por razones difíciles de comprender, la violencia contra los niños fue marginada, por no decir
ignorada, hasta mediados del siglo XX. Posteriormente, ha quedado restringida, en la gran mayorí
a de las definiciones, a unas pocas modalidades, casi siempre limitadas por la conducta inadecuada
de los padres o de adultos que atienden a los niños en el entorno familiar, en el escolar o a cargo
de su cuidado. El concepto queda así encerrado, en los límites de la responsabilidad de los
progenitores y de los encargados de vigilarlos y/o cuidarlos. Sin embargo, cuando se trata de
comparar estadísticas de diferentes países o instituciones nos vemos obligados a utilizar las
citadas clasificaciones.
En Venezuela, la LOPNA (1998) y la LOPNNA (2007), basadas en la CDN, establecen, con más
detalles que ésta, los derechos de los niños y figuran, además, las faltas y las sanciones a quienes
incumplan las violaciones de estas disposiciones legales. En relación con el maltrato, el Artículo
32 de la LOPNNA establece (versión resumida y abreviada): “Todos los niños, niñas y
adolescentes (n.n.a.) tienen derecho a la integridad personal…. integridad física, síquica y
moral… no pueden ser sometidos a torturas, ni a otras penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes. El Estado, las familias y la sociedad deben proteger a todos los n. n. a. contra
cualquier forma de explotación, maltrato, torturas, abusos o negligencias que afecten su integridad
personal”.
En EEUU de Norteamérica, las concepciones de maltrato de niños (“Child abuse and neglect o
Child maltreatment”), varían entre los diversos estados que lo constituyen, sin embargo, utilizan
una definición común: “Cualquier acto reciente u omisión de parte de un progenitor o de un
cuidador, que resulte en la muerte del niño o una agresión grave de tipo físico, daño emocional,
abuso sexual o explotación, o un acto u omisión que signifique un riesgo inminente de daño
grave”.
La violencia contra los niños seguramente es tan antigua como la humanidad. Durante milenios se
consideró que eran propiedad absoluta de los padres, lo cual permitía tratarlos con violencia,
inclusive como una forma deseable de disciplina. Además podían venderlos o abandonarlos sin
ser sancionados por esas decisiones. Las primeras acciones de protección fueron promovidas por
los cristianos, en el área del infanticidio y en la creación de asilos para huérfanos y para niños
abandonados. Los educadores, tutores y cuidadores, también tuvieron, en el pasado, la potestad de
castigar a los niños a su cargo, como medidas de corrección y disciplina.
Los movimientos en defensa de los ciudadanos, como la Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano de 1789, al inicio de la Revolución Francesa, no incluyeron a los niños.
Un caso muy ilustrativo, es el de la niña Mary Ellen Wilson, (Nueva York, 1874), quien recibía
maltratos físicos reiterados por parte de su familia adoptiva. La denuncia de una Asistente Social
de la comunidad no progresaba por la carencia de leyes en defensa de los niños, hasta que un juez,
basándose en la Ley contra la Crueldad hacia los Animales, logró liberarla y asignarla a una
familia normal. De allí surgió, además, la creación de la primera organización contra la crueldad
hacia los niños, en los EEUU.
En el siglo XIX se produjeron algunas manifestaciones en contra del maltrato a los niños. El mé
dico forense francés Ambroise Tardieu (1818-1879), publicó varios artículos y libros sobre el
tema, incluido el abuso sexual y el infanticidio, entre 1857 y 1879, respaldados por estudios mé
dico legales y autopsias. Sus publicaciones fueron duramente criticadas y además olvidadas por
las autoridades y por los médicos. En la misma época, se publicaban los relatos del escritor inglés
Charles Dickens (1812-1870), especialmente David Copperfield (1849), de carácter autobiográ
fico, donde se relata una cadena de malos tratos, pero la situación seguía igual.
Salvo algunos estudios sobre fractura de cráneo y hematomas intra craneanos: (John Caffey en
1945 en EEUU), la publicación que causó gran conmoción, repercusión y el inicio de estudios má
s completos fue la de Henry Kempe (1922-1984) y colaboradores, m é dicos pediatras
norteamericanos, quienes publicaron, en 1962, el síndrome de niño golpeado (“battered child”).
Había pasado un siglo desde la publicación de Tardieu. En los años siguientes, Vincent Fontana y
otros autores plantearon la existencia de otras formas de maltrato como la psicológica, sexual y
por omisión (negligencia). Esa concepción, reducida a cuatro formas principales de maltrato, ha
sido ampliada posteriormente.
En 1959 la Organización de Naciones Unidas (ONU), publicó la Declaración sobre los Derechos
del Niño. Treinta años después, la misma organización internacional aprobó la Convención de los
Derechos del Niño (CDN), de valor internacional, suscrita, prácticamente, por todos los países del
mundo, dándole por primera vez en la historia, un sólido respaldo legal a un problema que solo
había sido motivo de protección y de recomendaciones. Venezuela, además de haber respaldado la
CDN, la adoptó como ley nacional, seis meses después: (Ley Aprobatoria de la Convención de
los Derechos del Niño), complementada en el año 1998, con la Ley de Protección del Niño y del
Adolescente (LOPNA).
Por otra parte, otra ONG, la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa
(AVESA), creada en 1984 por Elisa Jiménez, con sede en Caracas, ha desarrollado una muy
destacada actividad en relación con las diversas formas de violencia hacia las mujeres.
Las Defensorías de Niñas, Niños y Adolescentes (DNNA), pueden ser creadas por las autoridades
municipales o por la comunidad. Están ubicadas en, o cerca, de las comunidades, o al interior de
hospitales u otras instituciones públicas. Sus funciones principales son la divulgación de la
existencia y utilidad de la legislación relacionada con los niños, la promoción, protección y
defensa de estos derechos y la mediación en problemas relacionados; participan en gestiones de
información, divulgación, orientación y apoyo en el área de los derechos de los niños, su
conocimiento y defensa; por ejemplo: consultas sobre aspectos relativos a cupo en las escuelas,
consecución de documentos, permisos, entre otros, siempre que haya niños involucrados. Su
actividad, en relación con los problemas donde hay posiciones encontradas, es similar a la de los
“jueces de paz”, ya que tienen carácter orientador y conciliatorio. Igualmente, deben canalizar y
remitir a instancias más ejecutivas los problemas que exceden su competencia según las normas
que los rigen. Las DNNA se han multiplicado en todo el país. Solo en Caracas, en 2013, existen
53 de ellas. El impacto cuantitativo y cualitativo de este numeroso recurso, no ha sido divulgado.
Formas de maltrato
A partir de 1962 se han utilizado diversas denominaciones para los diversos tipos de maltrato:
inicialmente se limitaba a cuatro tipos principales: físico, psicológico, sexual y negligencia,
restringidos al grupo familiar y a otras personas responsables de la atención de los niños. Luego se
identificaron otras variantes de maltrato, tales como Prenatal, el Síndrome del niño zarandeado o
sacudido y el Síndrome de Münchhausen por poder o por delegación, que consiste en la invención
o la creación de enfermedades o de lesiones en niños, generalmente pequeños, por parte de un
familiar o cuidador, habitualmente la madre. Se trata de un problema psiquiátrico grave del adulto
involucrado, de difícil detección.
La Convención de los Derechos del Niño (1990), reconoció por primera vez a los niños como
sujetos de derecho
La Convención de los Derechos del Niño (1990), reconoció por primera vez a los niños como
sujetos de derecho
Lo denominaron “Menores en circunstancias especialmente difíciles”, posteriormente se sustituy
ó el término “menores” por el de “niños”. Abarca seis grandes subgrupos: 1.- Con necesidades
específicas de atención preventiva; 2.- En estrategias de supervivencia: comercio formal e
informal, mendicidad, prostitución infanto-juvenil; 3.- Maltrato y abandono; 4.- De la calle y en la
calle; 5.- Institucionalizados y 6.- Víctimas de guerra, desastres, entre otros.
El primer grupo: Se refiere al muy amplio grupo de niños que no reciben toda la atención y
recursos disponibles a los cuales tienen pleno derecho. Casi todos los niños de familias pobres
forman parte de este subgrupo, los que no disfrutan de la adecuada atención escolar, o de salud, o
de protección debida en cuanto a inmunizaciones, alimentación completa y adecuada, entre
muchas otras carencias.
El segundo grupo: En estrategias de supervivencia, incluye los niños que participan en el comercio
formal e informal, mendicidad, prostitución infanto-juvenil, en trabajos informales o el tipo
circense en los semáforos, o en brazos de su madre u otras personas para generar sentimientos de
caridad, entre otros.
El tercer grupo: Maltrato y abandono, incluye dos grandes subgrupos Maltrato: que abarca los
tipos clásicos de tipo físico (golpes, fracturas, mordeduras, quemaduras, sacudidas violentas,
entre otras. Tipo sexual con dos grandes áreas: sin contacto físico que incluye exhibicionismo,
voyeurismo, fotos y videos con sexo explícito, entre otras. La variante denominada con contacto f
ísico tiene, a su vez, dos tipos: sin penetración, que constituyen la mayoría y con penetración:
oral, vaginal, anal. El tipo negligencia u omisión, que aparentemente es el más frecuente en los pa
íses y organismos que investigan más profundamente la situación, consiste en descuidos
intencionales de personas conscientes de cómo hacerlo correctamente. Por otra parte, existe el
maltrato prenatal que consiste en no realizar los controles necesarios del embarazo, tener hábitos
tabáquicos, alcohol, drogas, a pesar de que la embarazada conozca los perjuicios de estas acciones
que pueden afectar el crecimiento y desarrollo del embrión o del feto. En cuanto al abandono se
considera el abandono total o reiterado, ya que los abandonos parciales entrarían dentro de la
categoría negligencia. Otro gran grupo es el tipo psicológico que se refiere a ofensas, críticas
duras, menosprecio, entre otras, las cuales causan daño en la autoestima, generalmente definitivo
en la personalidad de los niños y por supuesto del adulto.
El quinto grupo: Institucionalizados: se ocupa de los niños recluidos en los denominados retenes,
orfanatos, casas de observación, o peor aún, en cárceles, muchas veces en las mismas celdas que
delincuentes adultos. En este subgrupo deben agregarse los niños, generalmente lactantes o
preescolares, que conviven con sus madres privadas de libertad, procedimiento ejecutado en
nombre de un derecho del niño a estar con su madre, difícilmente explicable en términos lógicos,
ya que esos niños están expuestos a riesgos que, probablemente, no tendrían si permanecieran con
otros familiares.
Finalmente, el sexto y último grupo: Víctimas de guerra, desastres, rituales, entre otros, poco
frecuente entre nosotros, hasta que se registraron los deslaves e inundaciones del Litoral Central y
otras áreas del país. Muchos de los niños víctimas de esta situación y sus familiares, viven todav
ía, en 2013, en los mal llamados “refugios”, después de 14 años de espera.
Estas clasificaciones son formales, descriptivas, elaboradas con fines de clasificación estadística,
pero deben interpretarse y manejarse en forma dinámica, ya que muchos niños pasan de una a otra
categoría o participan en más de una categoría al mismo tiempo, por ejemplo: todos los niños
maltratados, además del tipo específico donde se les clasifique, son víctimas de maltrato psicoló
gico y seguramente, de alguna forma de negligencia.
Aunque no se trata de una relación indeseada entre adultos y niños, el Acoso Escolar, más
conocido por el término utilizado internacionalmente:“Bullying”, es incluido por muchos autores
como maltrato. Se refiere a diversas formas de violencia, por acción u omisión, entre los alumnos
de escuelas, colegios y liceos, que van desde bromas pesadas reiteradas hasta situaciones tan
graves como el homicidio del agresor y en otros al suicidio de la víctima. Se ha definido como
“el ataque repetido (físico, psicológico o verbal), por sujetos del mismo grupo amplio de edad,
solos o en grupo, que están en una posición de poder sobre otros que no tienen capacidad de
defenderse, con la intención de causar daño para obtener satisfacción o beneficio, o ambos
resultados”. Se describen generalmente tres grandes tipos de acoso escolar (AE): físico, psicoló
gico y verbal. Algunos autores agregan un cuarto grupo: acoso sexual. Prácticamente todos son
mixtos. Se ha descrito en casi todos los países, independientemente de su grado de desarrollo. En
Venezuela se ha utilizado también el término “chalequeo”, el cual, en nuestra opinión, tiene el
inconveniente de que hay formas no agresivas, lo cual puede desvirtuar parcialmente la
importancia de esta forma de agresión entre pares. Su frecuencia y gravedad se reporta cada año
con mayor frecuencia, de manera que se puede considerar una pandemia. La disponibilidad de las
redes sociales y de teléfonos móviles celulares ha agravado considerablemente la situación,
debido a la difusión de imágenes fijas o en videos, de mensajes, imágenes denigrantes, reales o
ficticias, de los niños acosados. Su importancia y gravedad obligan a una investigación amplia con
acciones preventivas y de atención, simultáneas, en todos los estratos económicosociales del país.
En nuestro país, CECODAP ha elaborado y divulgado materiales didácticos sobre el tema. Uno
de ellos, es la excelente publicación “Violencia en los pupitres”, de Fernando Pereira y Oscar
Misle.
Disciplina y maltrato
Hasta hace pocos años, se aceptaba que los padres, representantes, tutores y maestros podían
aplicar castigos físicos a sus hijos, representados o bajo su responsabilidad, inclusive respaldados
por la ley. Por ejemplo en el diccionario vigente de la Real Academia Española de la Lengua, (22ª
edición), una de las acepciones de disciplina es “Instrumento, hecho ordinariamente de cáñamo,
con varios ramales, cuyos extremos o canelones son más gruesos, y que sirve para azotar” y en
“disciplinar”, una de las acepciones es: “Azotar, dar disciplinazos por mortificación o por
castigo”. En el Diccionario Manual e Ilustrado de la Lengua Española de 1950, aparece el dibujo
del citado látigo de cáñamo, como ilustración anexa. El problema del maltrato físico como forma
de disciplina fue estudiado por FUNDACREDESA, en todo el país, en el lapso 1981-1987. En
promedio el 70,7% de los niños entre 5 meses y 19 años recibieron castigo físico (n: 35.724). Los
sectores de mayores y menores recursos informaron cifras menores y mayores, respectivamente.
La CDN y la LOPNNA (ésta en el Artículo 32 A), lo señalan expresamente como una forma de
maltrato: ... “ el padre, la madre, representantes, responsables, tutores(...), familiares y
educadores…, deberán emplear métodos no violentos en la crianza, formación, educación y
corrección de los niños(…) en consecuencia se prohíbe cualquier tipo de castigo físico o
humillante”).
Factores
Los diversos aspectos que intervienen en los maltratos a los niños están, principalmente, en la
estructura, valores y situación de la sociedad, de la familia y en algunos casos, en las caracterí
sticas del propio niño maltratado. El papel de la influencia de la programación violenta en los
medios de comunicación ha sido largamente discutido, a pesar de que parece obvia su contribució
n negativa, al menos como refuerzo del uso de la violencia para la resolución de conflictos. Por
razones didácticas se analiza en cuatro grandes grupos: los relacionados con la familia, con los
niños, con la comunidad y con la sociedad.
Tradicionalmente, se ha prestado poca atención al problema del maltrato y abuso sexual. Los
maltratos son detectados y reportados solo cuando se producen lesiones muy severas. La
enfermedad mental, aparentemente se encuentra en una proporción que no pasa de 10% de los
agresores.
Sospecha de maltrato
Varía según el tipo de maltrato, su frecuencia y gravedad. En casi todos los tipos se aprecia que
los niños victima son retraídos, faltan con frecuencia a clases, otras veces son irritables y/o
agresivos. Los cambios en el rendimiento escolar o el rechazo para asistir a la escuela, deben
conducir a la indagación sobre las causas, entre las cuales puede haber diversos tipos de maltrato.
El tipo físico es el más fácil de sospechar, debido a la presencia, no bien explicada, de marcas de
golpes, arañazos, mordeduras, fracturas en diferente grado de consolidaci ó n, quemaduras,
especialmente si las lesiones se repiten con frecuencia y/o son graves. La negligencia de los padres
o cuidadores se manifiesta frecuentemente por el incumplimiento de obligaciones, tanto de los
padres como del niño agredido. También desaseo, descuido en las ropas, entre otros. El abuso
sexual se da en ambos sexos, es más frecuente en niñas. La gran mayoría de los agresores
pertenecen al círculo familiar o de vecinos y amigos de la familia. En los varones se presenta en
edades más tempranas que en las niñas. Este tipo de maltrato o abuso, es más difícil de sospechar;
puede producir retraimiento, crisis de llanto sin causa aparente, manifestaciones de autoestima
baja y en ocasiones se manifiesta por conducta promiscua, especialmente en adolescentes. En
muchos casos se descubre por el embarazo de la niña maltratada. Otros tipos de maltrato tienen
signos y síntomas diferentes: El Síndrome de Münchhausen por poder o delegación, descrito en
niños en 1977, consiste en la invención o la creación de enfermedades o de lesiones en niños,
generalmente pequeños, por parte de un familiar o cuidador, habitualmente la madre. Son adultos
profundamente perturbados que hacen daño de dos formas: a través del tratamiento que aplica el
personal de salud por enfermedades falsas, inventadas hábilmente por el adulto responsable del
niño o por las enfermedades creadas en el niño por el progenitor perturbado al administrarle
alimentos contaminados o inyectarle substancias extrañas y nocivas.
Los hijos de las parejas donde existe la violencia verbal o física, son víctimas indirectas y
frecuentemente también son maltratados
Los hijos de las parejas donde existe la violencia verbal o física, son víctimas indirectas y
frecuentemente también son maltratados
Finalmente, hay otras formas, como el niño zarandeado o sacudido (“shaking baby” de la
literatura en inglés), que puede producir daños cerebrales muy graves al agitar al niño fuertemente
y el maltrato prenatal cuando la madre fuma o consume alcohol u otras drogas, durante el
embarazo, habiendo tenido conocimiento de que pueden ser dañinas para la gestación. La forma m
ás grave, en el caso de ingesta alcohólica, es el Síndrome de alcoholismo fetal.
Frecuencia
A pesar de la extensa difusión de su existencia, se ha estimado que solo se identifica el 10% de los
maltratos. En Venezuela, como en muchos otros países, la frecuencia y la incidencia de casos de
malos tratos son mal conocidas a pesar de los esfuerzos de organismos como CECODAP y
FONDENIMA en Caracas, PANACED en Barquisimeto y San Cristóbal, así como de otras
organizaciones similares en todo el país, producto todas ellas, más del esfuerzo privado que del
oficial, lo cual debe ser revertido para ampliar la cobertura y eficacia en proporción con la
importancia del problema.
En Venezuela, la preocupación, en algunos sectores, ha sido creciente en las últimas décadas. Las
facultades y escuelas de medicina y de otros profesionales de salud y educación han incluido,
progresivamente, el tema en las actividades docentes. Igualmente, se discute y actualiza en
eventos cient í ficos de pediatras, psic ó logos, psiquiatras y abogados. Tambi é n participan
organismos como las Sociedades Científicas de las profesiones relacionadas con el tema, la Red
de Sociedades Científicas Médicas Venezolanas y la Federación Médica Venezolana, entre otras.
El Ministerio de la Salud elaboró las Normas Oficiales de Atención Integral de Salud Sexual y
Reproductiva que incluyen lineamientos sobre la solución de problemas de violencia intrafamiliar
e indicadores de rendimiento en esta importante á rea. La prensa escrita, y oral divulga
frecuentemente noticias, informaciones técnicas y entrevistas sobre el tema, cumpliendo un
importante papel de información y formación ciudadana.
Salvo algunas cifras aportadas por el Cuerpo de Investigación de Ciencias Penales y Criminalí
sticas (CICPC), antes denominada Policía Técnica Judicial (PTJ), no están disponibles los datos
oficiales nacionales relacionados con el maltrato de niños.
En la década 1974-1983, analizamos las historias clínicas del Hospital de Niños de Caracas en las
cuales se diagnosticó maltrato. Se trata de 96 casos: el 92% eran de tipo físico; 5% por Síndrome
de Münchhausen, y 3% de abuso sexual. De los 89 casos de tipo físico, la mitad eran varones. Un
tercio de los pacientes con maltrato físico tenía menos de un año, dos tercios menos de 3 años. La
persona agresora fue la madre en 40% de los casos y el padre en el 21%.
Las fugas del hogar son una manifestación frecuente de maltrato, especialmente de tipo sexual
Las fugas del hogar son una manifestación frecuente de maltrato, especialmente de tipo sexual
En otra investigación nuestra, presentada en la Academia Nacional de Medicina y publicada en
2011 en Gaceta Médica de Caracas, sobre los informes de PANACED, de Barquisimeto, durante
una década (2000-2009), se analizan 11.893 casos de maltrato: 51,7% de sexo femenino. Se
encontró: 71% del tipo negligencia; 13,4% de maltrato sexual y 12,8% de maltrato físico. En
orden descendente siguen: trastorno de conducta, intento de suicidio, incumplimiento de
obligaciones parentales, maltrato psicológico y otros. La madre fue responsable en 23% de los
casos y el padre en 16%; otro familiar: 20%.; (n: 622). El maltrato sexual, fue más frecuente en
niñas (74%) y la frecuencia fue mayor en las niñas de 10 o más años, mientras que en varones
predominó en los menores de 9 años. Los agresores adolescentes figuran en el 50% de los casos
de víctimas masculinas y en el 20% e las víctimas femeninas. [véase: Francisco, J. Niños en
circunstancias especialmente dif í ciles. Venezuela 2000-2009. GacMedCaracas.
2011:119(3)218-242]. Esta Defensoría utiliza la clasificación (modificada), del UNICEF, lo cual
amplía considerablemente el espectro de los tipos de maltrato (más de 30 en esta muestra), pero
limita la comparación con estadísticas donde solo se utilizan los cuatro tipos clásicos, ya citados.
Por otra parte, las estadísticas conocidas sobre la frecuencia en adultos, del antecedente de abuso
sexual en la niñez, son inquietantes. Mediante encuestas realizadas en personas adultas de uno y
otro sexo, en países como EEUU, Suiza, Alemania y Canadá se revelan antecedentes de diversas
formas de abuso sexual antes de cumplir 18 años, con porcentajes entre 12 y 23% para las mujeres
y 4 a 7% para los hombres. Las de países como Nicaragua, Costa Rica oscilan entre 26 y 32%;
para las mujeres y 13 a 20% de los hombres.
Consecuencias
Dependen del tipo de maltrato, de su intensidad, duración, edad y sexo del paciente, detección
temprana, intervención médica, social y legal oportuna y adecuada e igualmente de la atención
posterior de la consecuencias o secuelas del maltrato. La muerte, la peor de las consecuencias,
puede ser atribuida erróneamente a un accidente o enfermedad, por ejemplo a la entidad clínica
denominada “muerte súbita en la cuna” que se refiere a la muerte repentina e inesperada de un
niño menor de un año de edad, en la cual una autopsia no revela una causa explicable de la muerte.
Su causa no ha sido dilucidada completamente. Su frecuencia ha disminuido desde que se
recomendó que los niños pequeños no deben dormir boca abajo, sino boca arriba. Uno de los
diagnósticos a investigar en estos casos es la sofocación intencional del lactante. El síndrome de
Münchhausen, el Síndrome del niño sacudido, el maltrato físico grave, las intoxicaciones
inducidas y la negligencia extrema, entre otros, también pueden producir daños graves inmediatos.
Los maltratos psicológicos, que son prácticamente todos los maltratos a los niños, pueden
producir shock postraumático, autoestima baja, personalidad agresiva, tendencia al suicidio, entre
muchas otras consecuencias.
El maltrato o abuso sexual, se encuentra entre los más importantes como causa de secuelas psicoló
gicas, con el agravante de que en una proporción muy elevada no son diagnosticados, por lo cual
no reciben tratamiento. El shock post-traum á tico es una importante secuela de maltrato,
especialmente del tipo sexual con penetración.
La negligencia causa consecuencias que parecen corresponder a diversas causas tales como
accidentes, enfermedades prevenibles por vacunas, talla baja, además de la autoestima baja, por la
falta de afecto que generalmente la acompaña. Es bien conocido el hecho de que los
sobrevivientes del maltrato, que no son tratados adecuadamente son, con mucha frecuencia,
cuando llegan a adultos, padres maltratadores y personas con graves conflictos emocionales.
Igualmente los maltratos se encuentran frecuentemente, en los antecedentes de los niños y jóvenes
que intentan suicidarse o lo logran.
Procedimiento
Aspectos legales
Un año después, en 1939, se promulgó la primera disposición legal venezolana aplicable a los
menores de 18 años: el Código de Menores. Posteriormente, en 1949 el Estatuto de Menores lo
sustituye hasta 1980, cuando la aprobación de la Ley Tutelar de Menores, con 160 artículos,
mejora la legislación, pero siempre dentro de los parámetros de tutela del estado en función de
protección.
La aprobación de la Convención de los Derechos del Niño por parte de Naciones Unidas, con el
compromiso firmado de casi todos los países del mundo en 1989, refrendada en enero de 1990 en
Nueva York, seguida, como en el caso de Venezuela, por su adopción como ley nacional y la
creaci ó n de leyes m á s espec í ficas como la LOPNA de 1998 y la LOPNNA de 2007,
transformaron definitivamente las leyes y actitudes previas de protección a la infancia por la
existencia de derechos concretos y precisos, exigibles, así como el establecimiento de sanciones
judiciales a sus infractores por omisión o por acción en las diversas categorías de maltratos.
Las consecuencias psicológicas de los maltratos a niños generalmente son graves y permanentes
Las consecuencias psicológicas de los maltratos a niños generalmente son graves y permanentes
En octubre de 1990 se aprobó en Venezuela la Convención de los Derechos del Niño y ocho años
más tarde, la Ley Orgánica para Protección
del Niño y del Adolescente (LOPNA), con las cuales los niños dejaron de ser objeto de tutela y su
acción dirigida a los menores abandonados o en situación irregular, como se les denominaba,
dentro de una tónica de compasión y represión, predominantes en las disposiciones legales
precedentes. Posteriormente, fue objeto de varias modificaciones, hasta sustituirla en 2007, por la
Ley Orgánica para Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (LOPNNA). Esta Ley, modificada
de la LOPNA de 1998, ha recibido numerosas objeciones, especialmente por las modificaciones
realizadas respecto a su predecesora, la LOPNA.
En 1998 se había aprobado la Ley sobre la violencia contra la mujer y la familia que abarca
aspectos de maltrato físico, psicológico y sexual, sustituida en 2007, por Ley Orgánica sobre el
Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Todas estas leyes están íntimamente relacionadas con acuerdos internacionales que comenzaron
con la Declaración de Ginebra de 1924 y la Declaración de los Derechos del Niño, aprobada en
1959 por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) por sólo citar los antecedentes más
importantes.
Lo más relevante de la LOPNNA tiene relación con cuatro grandes aspectos: Supervivencia,
Desarrollo, Protección y Participación. En el Artículo 10 establece que “todos los niños y
adolescentes son sujetos de derecho” y en el Artículo 13 se les reconoce, no sólo sus derechos
sino que se les exige “el cumplimiento de sus deberes...y su incorporación a la ciudadanía
activa”. La división en dos grupos denominados niño hasta los 11 años y adolescente desde los 12
hasta cumplir los 18 años, no altera el concepto global de “niño” como lo define la Convención,
cuyas definiciones predominan por tratarse de un acuerdo internacional reconocido por Venezuela.
La LOPNNA otorga a los niños y adolescentes una serie de derechos, antes reservados sólo a los
adultos, tales como: libertad de opinión, de reunión, de expresión libre, a recibir orientación sexual
oportuna, entre otras decisiones.
En septiembre de 2003, el Consejo Nacional de Derechos del Niño y del Adolescente aprobó una
“Normativa de identificación inmediata de los niños nacidos en instituciones, centros y servicios
de salud en el país”. En 2003, el mismo organismo aprobó las “Directrices generales para
garantizar la protección de los niños, niñas y adolescentes contra el abuso sexual y la explotación
sexual comercial”.
Hasta aquí hemos resumido los aspectos legales del tema, muy importantes como marco
normativo pero lamentablemente, lejos de su completa aplicación adecuada y oportuna en un país
que atraviesa una crisis de múltiples facetas: económicas, sociales, políticas, éticas, jurídicas y
culturales, todas en íntima relación con el ejercicio pleno de la ciudadanía. Un solo ejemplo es
suficiente para demostrarlo: Como el número de Médicos Forenses a la orden de estos organismos,
es tan limitado, la cita tardía disponible para la evaluación, hace que muchas lesiones no estén ya
presentes en el momento del examen físico, lo cual afecta la utilidad del expediente.
Prevención
La prevención de la violencia en general y de los maltratos contra los niños en particular, es una
tarea de largo aliento en todos los países del mundo. Desde el sonado caso de la niña Mary Ellen
Wilson en 1874, se han redactado y aplicado, con éxito muy relativo, numerosas normas y leyes
dirigidas a la eliminación de los maltratos y a las sanciones contra los infractores. Es indispensable
que los niños reciban afecto continuo de sus padres y demás familiares, lo cual forma parte de la
atmósfera de seguridad que es indispensable para su desarrollo emocional. La solución de
dificultades sin el uso de violencia es muy importante como parte de la educación y como ejemplo
permanente. La Promoción de la salud y la Prevención Primaria, deberían evitar que suceda el
maltrato, especialmente actuando de manera sistemática y sostenida frente a los factores de riesgo
más comunes. El documento de la OMS denominado Carta de Ottawa contiene una serie de
recomendaciones para el logro de una vida saludable. En este sentido, la divulgación de las
virtudes del “buen trato” como acción preventiva es muy lógica, pues actuaría como una
“vacuna social”. Una vez que el maltrato se produce, la Prevención Secundaria nos obliga al
diagnóstico temprano y a la aplicación de medidas terapéuticas oportunas y eficaces en las áreas
biológica, psicológica y social, tanto a la víctima como al agresor. La denuncia oportuna y la
disponibilidad real y eficaz de equipos trans-sectoriales de atención, forman parte de fórmulas
exitosas. Esta etapa necesita del apoyo organizativo y financiero oficial de los servicios
relacionados, tanto públicos como privados.
Finalmente, eliminada la causa y los daños inmediatos, hay que investigar y tratar las secuelas, de
consecuencias a mediano y largo plazo, mediante técnicas de Prevención Terciaria. La existencia
de Leyes e instituciones que faciliten la investigación de las diversas formas de maltrato de niños
y que sancionen adecuadamente las faltas, no son suficientes, si las familias y los servicios de
educación y de salud, no los detectan a tiempo y muy especialmente cuando diagnosticados y
denunciados, no son sancionados debidamente y rehabilitados, tanto las víctimas como los
agresores.
Consideraciones finales
La historia del maltrato de los niños, a escala mundial, demuestra con claridad las dificultades que
tenemos los seres humanos para cambiar una concepción ancestral, como es considerar a los hijos
como propiedad de los padres. Se ha avanzado, pero demasiado lentamente. El inmenso y muy
positivo salto legal que ha significado la Convención de los Derechos del Niño es, quizás, el paso
más importante que ha dado la humanidad en este campo. Lo más lamentable es la distancia
sideral que existe actualmente, en numerosos países, entre ellos el nuestro, entre lo señalado por
este documento internacional y otras disposiciones legales, en violento contraste con la cruda
realidad cotidiana.
Es obvio que no es suficiente con disponer de leyes justas si no se ejecutan a tiempo y con equidad.
Debemos aspirar a que no esté lejos la época en la cual haya clara conciencia colectiva, bien
informada y dispuesta a colaborar, respaldados por disposiciones legales que se cumplan
plenamente y que además, incluyan como maltrato de niños, no solo los casos relacionados con
los progenitores y los cuidadores, sino también a las numerosas circunstancias nada satisfactorias
para la vida de los niños, antagónicas de su felicidad y bienestar, como son las graves deficiencias
en educación, salud y hábitat, las condiciones inadecuadas de vida y las situaciones de riesgo alto,
que hoy no figuran formalmente en esa categoría. Nos referimos a niños en pobreza extrema,
violencia en la comunidad, vacunaciones no aplicadas, embarazo e hijos de adolescentes,
embarazos mal controlados, separación de los recién nacidos de sus padres, desconocimiento de
las ventajas de la lactancia materna, resolución agresiva de conflictos, debilidades de las acciones
de apoyo social, desempleo, subempleo, iniquidad, paternidad irresponsable, niños huérfanos, de
las numerosas víctimas de homicidio y accidentes, hijos de hogares mono-parentales con graves
carencias, los niños y jóvenes que intentan el suicidio, lentitud de los procesos judiciales,
impunidad, entre muchas otras circunstancias difíciles para los niños y para su familia. El espejo
macabro de la realidad cotidiana y de la violencia cibernética debe cambiar. Las políticas sociales,
de educación y de salud, bien entendidas, deben llegar a todos como un derecho inherente a la
condición humana, para que, a través del trabajo diario, bien remunerado y bien protegido, se
avance en el camino del desarrollo integral.
Las estrategias de resolución pacífica de conflictos deben ser practicadas y enseñadas con el
ejemplo. Mientras la estructura moral y social de la familia como núcleo, esté en decadencia, y la
seguridad social sea un mito o una dádiva ocasional, será muy difícil remontar la cascada de
dificultades que confronta, entre otras, la sociedad venezolana.
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