RENCOR
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RENCOR
de una respuesta urgente, pero, paradójicamente, también nos pueden anclar en el pasado si
no sabemos gestionarlas bien.
El caso del resentimiento es el ejemplo más claro de esto último: a través de él, una
experiencia pasada es capaz de mantenernos reviviendo una y otra vez el sentimiento de
molestia que alguna vez vivimos, pero que en realidad no tendríamos por qué estar sufriendo
en el presente.
En este artículo veremos varias claves acerca de cómo superar el resentimiento, reorientar
nuestras emociones y dejar de sentirnos frustrados por algo que ya no tiene la importancia
que le damos.
Estas son algunas claves para entender de qué manera se puede superar el resentimiento. Eso
sí, no hay que perder de vista el hecho de que cada caso es único y hay que saber adaptar
estas ideas al modo en el que se vive en un contexto y un momento determinados.
La gran mayoría de las ocasiones en las que se experimenta resentimiento, este está dirigido
hacia una persona o colectivo concreto (independientemente del tamaño de este último).
Por eso, el primer paso para afrontar este fenómeno psicológico es detectar contra quién
estamos dirigiendo esa hostilidad. Esto es algo que puede resultar cuestión de segundos en
algunos casos, pero en ocasiones resulta algo complejo, especialmente cuando aquello contra
lo cual adoptamos actitudes negativas es algo más bien abstracto.
En todo caso, identificar este elemento nos ayudará a deshacer esa dinámica de hostilidad del
modo más rápido posible.
El principal motivo por el que interesa desprenderse del resentimiento es dejar de hacerse
daño de uno mismo.
Es importante tener esto muy en cuenta, ya que si no lo hacemos, se dará la paradoja de que
el hecho de fantasear con la humillación o derrota de quien creemos que nos ha hecho daño
es algo que nos mantiene sumidos e un estado que nos hace sufrir, de manera que le damos a
esa otra persona más poder sobre nosotros de la que tendría normalmente.
Por eso, párate a pensar y haz un listado de las consecuencias negativas de sentirte tal y como
te sientes al albergar esa antipatía hacia alguien, sin olvidar que el tiempo también es un
aspecto a tener en cuenta: cuanto más prolonguemos esta fase, más durarán sus daños.
A veces, alejarse de una persona es bueno para superar la primera fase del enfado, pero esta
etapa no debería prolongarse demasiado si no queremos que las consecuencias negativas de
ver nuestra libertad restringida a la hora de movernos se convierta en una fuente más de
malestar y resentimiento.
No tomarse algo de manera personal no significa congraciarse con alguien y asumir que no
pretendía herirnos. En efecto, el mundo está lleno de personas que dadas las condiciones
adecuadas puede pretender herirnos, pero eso no significa que debamos darle importancia a
sus intenciones.
Si adoptamos una perspectiva distante, veremos que los sucesos solo tienen importancia si se
la damos, y que a no ser que les demos protagonismo a quienes nos ofenden, podemos hacer
que lo que opinen de nosotros o el hecho de que nos intenten incomodar no tenga
importancia.
La vida no es perfecta y todo el mundo tiene momentos en los que les fallan las fuerzas o en
los que se toman las decisiones equivocadas. Si eso nos produce frustración es una cosa, pero
no implica que debamos culpar a alguien por haberse equivocado.
Incluso aunque tengamos motivos muy válidos para estar resentidos con alguien o con un
grupo de personas, quien más se ve perjudicado por esa situación es uno mismo.
Por eso, saber cómo superar el resentimiento no es tanto un acto por el que valoramos si
tenemos motivos para culpar a alguien de algo malo que ha ocurrido, como un acto para pasar
página y centrarnos en otros aspectos de la vida que nos resulten más estimulantes.