Historia Del Renacimiento

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Renacimiento 

es el nombre dado en el siglo XIX a un amplio movimiento cultural que se


produjo en Europa Occidental durante los siglos XV y XVI. Fue un periodo de transición entre
la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna. Sus principales exponentes se hallan en el
campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias,
tanto naturales como humanas. La ciudad de Florencia, en Italia, fue el lugar de nacimiento y
desarrollo de este movimiento, que se extendió después por toda Europa.
El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una
nueva concepción del hombre y del mundo. El término «Renacimiento» se utilizó reivindicando
ciertos elementos de la cultura clásica griega y romana, y se aplicó originariamente como una
vuelta a los valores de la cultura grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza tras
siglos de predominio de un tipo de mentalidad más rígida y dogmática establecida en la
Europa medieval. En esta nueva etapa se planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser
humano, con nuevos enfoques en los campos de las artes, la política, la filosofía y
las ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por el antropocentrismo.
El historiador y artista Giorgio Vasari fue el primero que utilizó la palabra "Renacimiento"
(rinascita) para describir la ruptura con la tradición artística medieval, a la que calificaba como
un estilo de bárbaros, que más tarde recibirá el calificativo de Gótico. Vasari opinaba que las
artes habían entrado en decadencia al hundirse el Imperio Romano y solo habían sido
rescatadas por los artistas de la Toscana a partir del siglo XIII.1
El concepto actual de Renacimiento (del francés Renaissance) fue formulado a mediados del
siglo XIX por el historiador francés Jules Michelet, en su obra Renaissance et Réforme,
publicada en 1855.2 Por primera vez, Michelet usó el término en el sentido de un periodo
histórico, que abarcaría desde el descubrimiento de América hasta Galileo, y lo consideró más
importante por sus desarrollos científicos que por el arte o la cultura. Michelet, que
era nacionalista francés y republicano, le atribuyó al Renacimiento unos valores democráticos
opuestos a los de la Edad Media precedente y un protagonismo francés.3
El otro historiador que tuvo gran influencia en dar forma al concepto de Renacimiento fue el
suizo Jacob Burckhardt, quien lo definió como el periodo entre Giotto y Miguel Ángel, es decir,
del siglo XIV a mediados del XVI. Buckhardt destacaba del Renacimiento el surgimiento del
espíritu individualista moderno, que la Edad Media habría cohibido.4
Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento significó
una «ruptura» con la unidad estilística que hasta ese momento había sido «supranacional». El
Renacimiento no fue un fenómeno unitario desde los puntos de vista cronológico y geográfico:
su ámbito se limitó a la cultura europea y a los territorios americanos recién descubiertos, a los
que las novedades renacentistas llegaron tardíamente. Su desarrollo coincidió con el inicio de
la Edad Moderna, marcada por la consolidación de los estados europeos, los viajes
transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y América, la descomposición
del feudalismo, el ascenso de la burguesía y la afirmación del capitalismo. Sin embargo,
muchos de estos fenómenos rebasan por su magnitud y mayor extensión en el tiempo el
ámbito renacentista

Características
De forma genérica se pueden establecer las características del Renacimiento en:

 La «vuelta a la antigüedad»: resurgieron tanto las antiguas formas arquitectónicas


como el orden clásico y la utilización de motivos formales y plásticos antiguos.
Asimismo, se tomaron como motivos temáticos la mitología clásica y la historia,
así como la adopción de antiguos elementos simbólicos. Con ello el objetivo no
era efectuar una copia servil, sino la penetración y el conocimiento de las leyes
que sustentan el arte clásico. Buena parte de esta revalorización del arte clásico
vino por los hallazgos arqueológicos de piezas como monedas, camafeos o
esculturas romanas, así como la recuperación de tratados clásicos como los
de Vitruvio, esenciales en la renovación de la arquitectura.12

 Surgimiento de una nueva «relación con la naturaleza», que iba unida a una
concepción ideal y realista de la ciencia. La matemática se va a convertir en la
principal ayuda de un arte que se preocupa incesantemente en fundamentar
racionalmente su ideal de belleza. La aspiración de acceder a la verdad de la
naturaleza, como en la antigüedad, no se orienta hacia el conocimiento de
fenómeno casual, sino hacia la penetración de la idea.12

 El Renacimiento hace al «hombre» medida de todas las cosas. Presupone en el


artista una formación científica, que le hace liberarse de las actitudes gremiales y
mecanicistas más propias del medievo y elevarse en la escala social. Esto supone
revestir al artista de una nueva consideración, la de «creador». La figura humana
es el nuevo centro de interés del artista, que estudia con detenimiento la anatomía
para hacer una representación fidedigna, al tiempo que valora aspectos como el
movimiento y la expresión.12

 El «mecenazgo»: las clases altas patrocinaban y encargaban obras


constantemente, ya que el arte era visto como un instrumento de prestigio y
refinamiento, lo que condujo a un momento de gran brillantez en todas las
disciplinas artísticas. Los principales centros de mecenazgo fueron la Florencia de
los Médicis en el Quattrocento y la Roma papal en el Cinquecento.12
Estética[editar]

Ejemplo canónico para representar la cabeza humana acorde con La Divina Proporción de Luca Pacioli

La cultura renacentista supuso el retorno al racionalismo, al estudio de la naturaleza, la


investigación empírica, con especial influencia de la filosofía clásica grecorromana. La estética
renacentista se basó tanto en la antigüedad clásica como en la estética medieval, por lo que a
veces resultaba algo contradictoria: la belleza oscilaba entre una concepción realista de
imitación de la naturaleza y una visión ideal de perfección sobrenatural, siendo el mundo
visible el camino para ascender a una dimensión suprasensible.22
Uno de los primeros teóricos del arte renacentista fue Cennino Cennini: en su obra Il libro
dell'arte (1400) sentó las bases de la concepción artística del Renacimiento, defendiendo el
arte como una actividad intelectual creadora, y no como un simple trabajo manual. Para
Cennini el mejor método para el artista es retratar de la naturaleza (ritrarre de natura),
defendiendo la libertad del artista, que debe trabajar «como le place, según su voluntad»
(come gli piace, secondo sua volontà). También introdujo el concepto de «diseño» (disegno),
el impulso creador del artista, que forja una idea mental de su obra antes de realizarla
materialmente, concepto de vital importancia desde entonces para el arte moderno.23
En ese contexto surgieron varios tratados más acerca del arte, como los de Leon Battista
Alberti (De Pictura, 1436-1439; De re aedificatoria, 1450; y De Statua, 1460), o Los
Comentarios (1447) de Lorenzo Ghiberti. Alberti recibió la influencia aristotélica, pretendiendo
aportar una base científica al arte. También habló de decorum, el tratamiento del artista para
adecuar los objetos y temas artísticos a un sentido mesurado, perfeccionista.24 Fue Alberti
quien agrupó a la arquitectura, la escultura y la pintura en el grupo de las artes liberales, ya
que hasta entonces eran consideradas como artesanía; con ello, elevó al artista a la categoría
de creador intelectual.25 Ghiberti fue el primero en periodificar la historia del arte, distinguiendo
antigüedad clásica, período medieval y lo que llamó «renacer de las artes» (Renacimiento).26
El Renacimiento puso especial énfasis en la imitación de la naturaleza, lo que consiguió a
través de la perspectiva o de estudios de proporciones, como los realizados por Luca
Pacioli sobre la sección áurea: en De Divina Proportione (1509) habló del número áureo —
representado por la letra griega φ (fi)—, el cual posee diversas propiedades como relación o
proporción, que se encuentran tanto en algunas figuras geométricas como en la naturaleza, en
elementos tales como caracolas, nervaduras de las hojas de algunos árboles, el grosor de las
ramas, etc. Asimismo, atribuyó un carácter estético especial a los objetos que siguen la razón
áurea, así como les otorgó una importancia mística.27
Por otro lado, Giorgio Vasari, en Vida de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores
italianos desde Cimabue hasta nuestros tiempos (1542–1550), fue uno de los predecesores
de la historiografía del arte, al confeccionar una crónica de los principales artistas de su
tiempo, poniendo especial énfasis en la progresión y el desarrollo del arte.28

Arte[editar]
Artículo principal: Arte del Renacimiento

Etapas[editar]

David de Miguel Ángel. Diseñada y ejecutada para presidir la plaza principal de Florencia, esta escultura
es en realidad una estudiada alegoría política bajo la apariencia del tema cristiano. La visión resulta
amplificada por las dimensiones colosales de la estatua, pensada para no perderse en el espacio de la
plaza. Hoy en día la sustituye una copia, mientras que el original está en la Academia de Florencia.

Diferentes etapas históricas marcan el desarrollo del Renacimiento: la primera tiene como
espacio cronológico todo el siglo XV: es el denominado Quattrocento, y comprende el Primer
Renacimiento —también llamado «Renacimiento temprano» o «Bajo Renacimiento»—, que se
desarrolla en Italia; la segunda surge en el siglo XVI y se denomina Cinquecento: su dominio
artístico queda referido al clasicismo o Alto Renacimiento —también llamado «Renacimiento
pleno»—, que se centra en el primer cuarto del siglo. En esta etapa surgen las grandes figuras
del Renacimiento en las artes: Leonardo, Miguel Ángel, Rafael. Es el apogeo del arte
renacentista. Este período desemboca hacia 1520-1530 en una reacción anticlásica que
conforma el manierismo, que dura hasta el final del siglo XVI. Mientras que en Italia se estaba
desarrollando el Renacimiento, en el resto de Europa se mantiene el arte gótico en sus formas
tardías, situación que se iba a mantener, exceptuando casos concretos, hasta comienzos del
siglo XVI.29
En Italia el enfrentamiento y convivencia con la antigüedad grecorromana, considerada como
un legado nacional, proporcionó una amplia base para una evolución estilística homogénea y
de validez general. Por ello, allí fue posible su surgimiento y precedió a todas las demás
naciones. Fuera de Italia, el desarrollo del Renacimiento dependería constantemente de los
impulsos marcados por Italia: artistas importados desde Italia o formados allí harían el papel
de verdaderos transmisores. Monarcas como Francisco I en Francia o Carlos I y Felipe
II en España impusieron el nuevo estilo en las construcciones que patrocinaban, influyendo en
los gustos artísticos predominantes y convirtiendo el Renacimiento en una «moda».

Italia[editar]
Véase también: Renacimiento italiano

Arquitectura[editar]
Artículo principal: Arquitectura del Renacimiento

La Iglesia de Santa Maria Novella, en Florencia, con fachada de Leon Battista Alberti. La ordenación
geométrica que propone Aberti en el diseño queda mitigada por el empleo de mármoles polícromos,
conforme a la tradición local.

La arquitectura renacentista tuvo un carácter marcadamente profano en comparación con la


época anterior. Surgió en una ciudad en donde la arquitectura gótica apenas había
penetrado, Florencia. A pesar de ello, muchas de las obras más destacadas fueron edificios
religiosos.
Con el nuevo gusto, se buscaba ordenar y renovar los viejos burgos medievales e incluso se
proyectaban ciudades de nueva planta. La búsqueda de la «ciudad ideal», opuesta al modelo
caótico y desordenado del medievo, sería una constante preocupación de artistas y mecenas.
Así, el papa Pío II reordenó su ciudad natal, Pienza, convirtiéndola en un auténtico muestrario
del nuevo urbanismo renacentista. En sí, las ciudades se convertirían en el escenario ideal de
la renovación artística, oponiéndose al concepto medieval en el que lo rural tenía un papel
preferente gracias al monacato.
Al tomar elementos de la arquitectura clásica, los arquitectos renacentistas lo hacían de forma
selectiva, así por ejemplo en lugar de utilizar la columna dórica clásica se prefirió el orden
toscano. Igualmente se crearon formas nuevas, como la columna abalaustrada, nuevos
órdenes de capiteles o decoraciones que si bien se inspiraban en la antigüedad habían de
adaptarse al uso religioso de las iglesias. Así, los amorcillos clásicos que acompañaban
a Venus en las representaciones griegas o romanas pasan a ser angelotes (putti).
Los arquitectos emplean las proporciones modulares y la superposición de órdenes que
aparecía en los edificios romanos; las cúpulas se utilizaron mucho como elemento
monumental en iglesias y edificios públicos. A partir de este momento, el arquitecto abandona
el carácter gremial y anónimo que había tenido durante la Edad Media y se convierte en un
intelectual, un investigador. Muchos de ellos escribieron tratados y obras especulativas de
gran trascendencia, como en el caso de Leon Battista Alberti o Sebastiano Serlio.
Los elementos constructivos más característicos del estilo renacentista fueron:

 Estructurales: arco de medio punto, columnas, cúpula semiesférica, bóveda de


cañón y cubierta plana con casetones.30 Todos ellos habían sido usados en la
antigüedad, especialmente por el arte romano, y se recuperan ahora,
modificándolos. Decae paulatinamente el tradicional método de construcción del
gótico, y se abandona en gran medida las bóvedas de crucería, el arco apuntado,
las naves escalonadas y, sobre todo, la impresión de colosalismo y multiplicidad
de los edificios medievales. Predominarían ahora valores como la simetría, la
claridad estructural, la sencillez y, sobre todo, la adaptación del espacio a la
medida del hombre.

 Decorativos: pilastras, frontones, pórticos,
motivos heráldicos, almohadillados, volutas, grutescos, guirnaldas, motivos
de candelieri (candelabros o pebeteros) y tondos o medallones. Algunos de estos
ya se habían utilizado en el gótico, otros son creaciones originales y la mayoría se
inspiraron en modelos romanos y griegos. En cuanto a la decoración, el
Renacimiento preconizó el despojamiento, la austeridad, el orden. Solo a finales
del siglo XVI esta tendencia se rompería en favor de la fantasía y la riqueza
decorativa con el manierismo.
Por etapas, se pueden distinguir dos grandes momentos:
Basílica de San Pedro, obra de Bramante y Miguel Ángel, autor del diseño final que se ejecutó en su
mayor parte; la cúpula fue terminada por Giacomo della Porta, y la fachada es obra de Carlo Maderno,
de época barroca. Concebida inicialmente según un diseño centralizado, las variaciones en la dirección
de la obra dieron como resultado un nuevo prototipo de iglesia, llamado a extenderse con
la Contrarreforma.

 El Quattrocento tuvo su centro neurálgico en Florencia y la Toscana. La sencillez y


claridad estructural y decorativa fue el rasgo fundamental de la arquitectura de
este momento. Los modelos clásicos se someten a un proceso de estilización y se
adaptan al templo cristiano. Fue frecuente recurrir a los órdenes clásicos, con
columnas y pilastras adosadas, capiteles (con preferencia el corintio, aunque
sustituyendo los caulículos por figuras fantásticas o de animales), fustes lisos y
casi omnipresencia del arco de medio punto. Se usa también la bóveda de
cañón y de arista, y cubiertas de madera con casetones. Lo que
fundamentalmente distingue a la arquitectura del Quattrocento de la del Alto
Renacimiento es la decoración menuda (putti, guirnaldas de flores o frutos,
grutescos, etc.), las cúpulas con nervios, con ciertos resabios góticos (catedral de
Florencia, de Filippo Brunelleschi) y las fachadas simétricas de pisos superpuestos
(palacio Medici−Riccardi, de Michelozzo) o con sillares almohadillados (palacio
Rucellai, de Bernardo Rossellino, proyecto de Alberti, palacio Pitti). En general, la
arquitectura cuatrocentista da la impresión de orden, sencillez, ligereza y simetría,
predominando en el interior de los edificios la luminosidad y la desnudez. Los
arquitectos más destacados de este período fueron Brunelleschi (Basílica de San
Lorenzo, 1420; Basílica del Santo Spirito, 1436) y Leon Battista Alberti (San
Andrés de Mantua, 1460); y la principal obra fue la catedral de Santa María del
Fiore de Florencia y su famosa cúpula, obra de Brunelleschi.31 Del resto de Italia
destacan: la Cartuja de Pavía, de Giovanni Antonio Amadeo (1475); la iglesia de
San Zacarías de Venecia, de Mario Codussi (1470); y el Castel Nuovo de Nápoles,
de Francesco Laurana (1453).32

 El Cinquecento tuvo como centro Roma: en 1506 Donato Bramante terminaba su


célebre proyecto para la Basílica de San Pedro en el Vaticano, que sería el edificio
que marcaría la pauta en lo restante del siglo XVI.33 En esta etapa, los edificios
tienden más a la monumentalidad y la grandiosidad. Miguel Ángel introdujo el
«orden gigante» en su proyecto para la basílica vaticana, lo que rompió con el
concepto de «arquitectura hecha a la medida del hombre».34 Los palacios se
adornaban con elaborados bajorrelieves (palacio Grimani de Venecia, 1549, obra
de Michele Sanmicheli) o de esculturas exentas (Biblioteca de San Marcos, 1537–
1550, Venecia, obra de Jacopo Sansovino). Predominaría de este modo la idea de
riqueza, monumentalidad y lujo en las construcciones. A medida que avanza el
siglo, el manierismo se introdujo en la arquitectura, con edificios cada vez más
suntuosos, rebuscadas decoraciones y elementos que pretenden captar la
atención del espectador por su originalidad o extravagancia (palacio del Té,
en Mantua, de Giulio Romano). Podemos distinguir, de este modo, como en las
demás disciplinas artísticas, dos periodos: el «clasicismo» de principios de siglo,
con autores como Bramante, Miguel Ángel, Antonio da Sangallo el Viejo, o Jacopo
Sansovino;35 y el «manierismo», que se da a partir de 1530, siendo sus principales
autores Andrea Palladio, Giorgio Vasari, Giulio Romano, Jacopo
Vignola y Vincenzo Scamozzi.36 Hay que apuntar que la ruptura del manierismo no
fue radical puesto que ya en la obra de Miguel Ángel aparecen elementos que la
preludian.37
Pintura[editar]
Artículo principal: Pintura renacentista

El Nacimiento de Venus, obra de Botticelli, conservada en la Galleria degli Uffizi, Florencia. El


paganismo se introduce en el arte renacentista como contrapunto al mundo hermético y cerrado del
medievo en el que Dios era el fin de todo. El ser humano en su individualidad y diversidad será a partir
de ahora el objeto máximo del interés de los artistas.

En pintura, las novedades del Renacimiento se introdujeron de forma paulatina pero


irreversible a partir del siglo XV. Un antecedente de las mismas fue Giotto, pintor aún dentro de
la órbita del gótico, pero que desarrolló en sus pinturas conceptos como volumen
tridimensional, perspectiva y naturalismo, que alejaban su obra de los rígidos modos de la
tradición bizantina y gótica y preludiaban el Renacimiento pictórico.
En el Quattrocento (siglo XV) se recogieron todas estas novedades y se adaptaron a la nueva
mentalidad humanista y burguesa que se expandía por las ciudades-estado italianas. Los
pintores, aún tratando temas religiosos la mayoría de ellos, introdujeron también en sus obras
la mitología, la alegoría y el retrato, que se desarrollarían a partir de ahora enormemente. Una
búsqueda constante de los pintores de esta época sería la perspectiva, objeto de estudio y
reflexión para muchos artistas: se trató de llegar a la ilusión de espacio tridimensional de una
forma científica y reglada. La pintura cuatrocentista es una época de experimentación; las
pinturas abandonan lenta y progresivamente la rigidez gótica y se aproximan cada vez más a
la realidad. Aparece la naturaleza retratada en los fondos de las composiciones, y se
introducen los desnudos en las figuras.38
Los pintores más destacados de esta época fueron: en Florencia, Fra
Angélico, Masaccio, Benozzo Gozzoli, Piero della Francesca, Filippo Lippi y Paolo Uccello;
en Umbría, Perugino; en Padua, Andrea Mantegna; y, en Venecia, Giovanni Bellini. Por
encima de todos ellos destaca Sandro Botticelli, autor de alegorías, delicadas madonnas y
asuntos mitológicos. Su estilo dulce, muy atento a la belleza y sensibilidad femeninas, y
predominantemente dibujístico, caracterizan la escuela florentina de pintura y toda esta época.
Otros autores del Quattrocento italiano son Andrea del Castagno, Antonio
Pollaiuolo, Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cima da Conegliano, Luca Signorelli, Cosimo
Tura, Vincenzo Foppa, Alessio Baldovinetti, Vittore Carpaccio y, en el sur de la
península, Antonello da Messina.39
El Cinquecento (siglo XVI) fue la etapa culminante de la pintura renacentista, y denominada por
ello a veces como «clasicismo». Los pintores asimilan las novedades y la experimentación
cuatrocentistas y las llevan a nuevas cimas creativas. En este momento aparecen grandes
maestros, cuyo trabajo servirá de modelo a los artistas durante siglos. El primero de ellos
fue Leonardo da Vinci, uno de los grandes genios de todos los tiempos. Fue el ejemplo más
acabado de artista multidisciplinar, intelectual y obsesionado con la perfección, que le llevó a
dejar muchas obras inconclusas o en proyecto. Poco prolífico en su faceta pictórica, aportó sin
embargo muchas innovaciones que condujeron a la historia de la pintura hacia nuevos
rumbos. Quizá su principal aportación fue el sfumato o claroscuro, delicada gradación de la luz
que otorga a sus pinturas una gran naturalidad, a la vez que ayuda a crear espacio. Estudiaba
cuidadosamente la composición de sus obras, como en la Última Cena, donde las figuras se
ajustan a un esquema geométrico. Supo unir en sus trabajos la perfección formal a ciertas
dosis de misterio, presente, por ejemplo, en la celebérrima Gioconda, La Virgen de las
Rocas o el San Juan Bautista.40

La Virgen, el Niño Jesús y santa Ana, por Leonardo da Vinci, Museo del Louvre, París.


«Verdaderamente celestial y admirable fue Leonardo [...]. Hizo un cartón de Nuestra Señora y santa
Ana, con Cristo, que también les pareció maravilloso a todos los artistas; una vez terminado, estuvo
expuesto dos días para que lo vieran los hombres y las mujeres, los jóvenes y los viejos, como se va a
las fiestas solemnes, para ver las maravillas de Leonardo, que hicieron asombrar a todo este
pueblo». Giorgio Vasari, Las Vidas.

Retrato de Eleonora Gonzaga, por Tiziano. La dama se muestra en la lejanía aristocrática de su


opulento atuendo, pero con ciertas alusiones a la vida cotidiana (reloj, ventana abierta al paisaje, perrito
dormido) que la acercan al espectador. Galleria degli Uffizi, Florencia.

Miguel Ángel es, cronológicamente, la segunda gran figura. Fundamentalmente escultor, se


dedicó a la pintura de forma esporádica, a petición de algunos admiradores de su obra, sobre
todo el papa Julio II. Los frescos de la Capilla Sixtina muestran el atormentado mundo interior
de este artista, poblado de figuras monumentales, sólidas y tridimensionales como si fueran
esculturas, y de llamativa presencia física. En su obra cobra mucha importancia el desnudo,
aun cuando la casi totalidad de la misma fue hecha para decorar iglesias.41
Rafael Sanzio completa la tríada de genios del clasicismo. Su estilo tuvo un enorme éxito y se
puso de moda entre los poderosos. La pintura de Rafael buscaba ante todo la grazia, o
belleza equilibrada y serena. Sus madonnas recogen las novedades de Leonardo en lo que se
refiere a composición y claroscuro, añadiendo una característica dulzura. Anticipa claramente
la pintura manierista en sus últimas obras, cuyo estilo agitado y dramático copiarán y
difundirán sus discípulos.42
Con la aparición de estos tres grandes maestros, los artistas contemporáneos asumen que el
arte ha llegado a su culmen —concepto recogido en la obra de Giorgio Vasari Las Vidas—43 y
se afanarán por tanto en incorporar estos logros, por un lado, y en la búsqueda de un estilo
propio y original como forma de superarlos. Ambas cosas, junto con el ambiente pesimista que
se respiraba en la Cristiandad en la década de 1520 (Saco de Roma, Reforma protestante,
guerras), hizo surgir con fuerza a partir de los años 1530 una nueva corriente, el Manierismo.
Se buscaría a partir de entonces lo extravagante, lo extraño, lo exagerado y lo irreal.
Pertenecen a esta corriente pictórica Jacopo Pontormo, Bronzino, Parmigianino, Rosso
Fiorentino o Francesco Salviati. Otros autores tomarían algunas novedades manieristas pero
siguiendo una línea más personal y clasicista. Entre ellos podemos citar a Sebastiano del
Piombo, Correggio, Andrea del Sarto o Federico Barocci.44
Dentro de las diferentes escuelas que surgen en Italia en el Cinquecento, la
de Venecia presenta especiales características. Si los florentinos ponían el acento en
el disegno, es decir, en la composición y la línea, los pintores venecianos se centrarían en el
color. Las especiales características del estado veneciano pueden explicar algo de esta
particularidad, puesto que se trataba de una sociedad elitista, amante del lujo y muy
relacionada con Oriente. La escuela veneciana reflejaría esto mediante una pintura refinada,
hedonista, menos intelectual y más vital, muy decorativa y colorista. Precursores de la escuela
veneciana del Cinquecento fueron Giovanni Bellini y, sobre todo, Giorgione, pintor de
alegorías, paisajes y asuntos religiosos, melancólicos y misteriosos. Deudor de su estilo
fue Tiziano, el mayor pintor de esta escuela, excelente retratista, quizá el más demandado de
su tiempo; autor de complejas y realistas composiciones religiosas, llenas de vida y colorido.
En la última etapa de su vida deshace los contornos de las figuras, convirtiendo sus cuadros
en puras sensaciones de luz y color, anticipo del impresionismo.45 Tintoretto, Paolo
Veronese y Palma el Viejo continuaron esta escuela llevándola hacia el manierismo y
anticipando en cierta manera la pintura barroca.46
Escultura[editar]
Artículo principal: Escultura del Renacimiento

Como en las demás manifestaciones artísticas, los ideales de vuelta a la antigüedad,


inspiración en la naturaleza, humanismo antropocéntrico e idealismo fueron los que
caracterizaron la escultura de este período. Ya el gótico había preludiado en cierta manera
algunos de estos aspectos, pero algunos hallazgos arqueológicos (el Laocoonte, hallado en
1506, o el Torso Belvedere) que se dieron en la época supusieron una auténtica conmoción
para los escultores y sirvieron de modelo e inspiración para las nuevas realizaciones.
El condotiero  Gattamelata, en Padua, por Donatello. El monumento ecuestre conmemorativo apenas
sobrevivió a la antigüedad. La plástica renacentista recuperó esta tipología típicamente romana y la
aplicó, en este caso, al héroe característico de la época: el condotiero o capitán mercenario.

Detalle de la Puerta del Paraíso, en el Baptisterio de Florencia, obra de Lorenzo Ghiberti. Fue Miguel
Ángel quien, admirado por la perfección de los relieves de esta puerta, dijo que merecería ser la del
propio Paraíso.

Aunque se siguieron haciendo obras religiosas, en las mismas se advierte un claro aire
profano; se reintrodujo el desnudo y el interés por la anatomía con fuerza, y aparecieron
nuevas tipologías técnicas y formales, como el relieve en stiacciato (altorrelieve con muy poco
resalte, casi plano) y el tondo, o composición en forma de disco; también la iconografía se
renovó con temas mitológicos, alegóricos y heroicos. Apareció un inusitado interés por la
perspectiva, derivado de las investigaciones arquitectónicas coetáneas, y el mismo se plasmó
en relieves, retablos, sepulcros y grupos escultóricos. Durante el Renacimiento decayó en
cierta manera la tradicional talla en madera policromada en favor de la escultura en piedra —
mármol preferentemente— y se recuperó la escultura monumental en bronce, caída en desuso
durante la Edad Media. Los talleres de Florencia fueron los más reputados de Europa en esta
técnica, y surtieron a toda Europa de estatuas de este material.47
Los dos siglos que dura el Renacimiento en Italia dieron lugar, igual que en las demás artes, a
dos etapas:

 El Quattrocento (siglo XV): el centro escultórico principal fue Florencia, donde la


familia Médicis y, con posterioridad, la República, ejercieron de mecenas de
numerosas obras. Lorenzo el Magnífico era aficionado a las esculturas griegas y
romanas y había formado una interesante colección de las mismas, poniendo de
moda el gusto clásico. Los autores más destacados de la época fueron Lorenzo
Ghiberti (Puerta del Paraíso del Baptisterio de Florencia), Andrea
Verrocchio (Monumento al condotiero Colleoni), Donatello, el taller de los
hermanos Della Robbia —que introdujeron la cerámica vidriada y policromada
como novedad, utilizándola en decoraciones de edificios—, Jacopo della
Quercia, Desiderio da Settignano y Bernardo Rossellino. El más importante de
ellos es Donatello, gran creador que, partiendo de los supuestos del gótico,
estableció un nuevo ideal inspirado en la grandeza clásica. Suyo es el mérito de
rescatar el monumento conmemorativo público —su Condotiero Gattamelata es
una de las primeras estatuas ecuestres de bronce desde la antigüedad—, la
utilización heroica del desnudo (David) y la intensa humanización de las figuras,
llegando al retrato en ocasiones, pero sin abandonar nunca una orientación
claramente idealista.48

La Piedad del Vaticano, de Miguel Ángel, encargada por el cardenal francés Jean Bilhères de Lagraulas
para su sepultura, hoy se encuentra en la Basílica de San Pedro. El idealismo e impasibilidad de los
dioses clásicos se traslada aquí a un tema cristiano; la serena belleza de María y de Cristo apenas se ve
alterada por el dolor o la misma muerte.

 El Cinquecento (siglo XVI): esta época está marcada por la aparición estelar de


uno de los escultores más geniales de todos los tiempos, Miguel Ángel.49 Hasta tal
punto marcó la escultura de todo el siglo que muchos de sus continuadores no
fueron capaces de recoger todas sus novedades y estas no se desarrollaron hasta
varios siglos después. Miguel Ángel fue, como tantos otros en esta época, un
artista multidisciplinar. Sin embargo, él se consideraba preferentemente escultor.
En sus primeras obras recoge el interés arqueológico surgido en Florencia: así,
su Baco ebrio fue realizado con intención de que aparentara ser una escultura
clásica. Igual espíritu se aprecia en la Piedad, realizada entre 1498 y 1499 para
la basílica vaticana. Protegido primero por los Médicis, para los que creó
las Tumbas Mediceas, soberbio ejemplo de expresividad, marchó luego a Roma,
donde colaboró en los trabajos de construcción de la nueva basílica. El
pontífice Julio II lo tomó bajo su protección y le encomendó la creación de
su Mausoleo, denominado por el artista como «la tragedia de la sepultura» por los
cambios y demoras que sufrió el proyecto. En las esculturas hechas para este
sepulcro, como el célebre Moisés, aparece lo que se ha venido
denominando terribilitá miguelangelesca: una intensa a la vez que contenida
emoción que se manifiesta en anatomías sufrientes, exageradas y nerviosas —
músculos en tensión—, posturas contorsionadas y escorzos muy rebuscados. Los
rostros, sin embargo, suelen mostrarse contenidos. En sus obras finales el artista
desdeña de la belleza formal de las esculturas y las deja inacabadas, adelantando
un concepto que no volvería al arte hasta el siglo XX. Miguel Ángel continuó con la
tradición de monumentos públicos heroicos y profanos que inició Donatello y la
llevó a una nueva dimensión con su conocido David, esculpido para la Piazza della
Signoria de Florencia.50 En los años finales de la centuria, la huella de Miguel
Ángel tuvo sus réplicas en Benvenuto Cellini (Perseo de la Loggia dei Lanzi de
Florencia, espacio concebido como museo de escultura al aire libre), Bartolomeo
Ammannati, Giambologna y Baccio Bandinelli, que exagerarían los elementos más
superficiales de la obra del maestro, situándose plenamente todos ellos en la
corriente manierista. Destaca en esta época también la saga familiar de los Leoni,
broncistas milaneses al servicio de los Habsburgo españoles, auténticos
creadores de la imagen áulica, un tanto estereotipada, de estos monarcas. Su
presencia en España llevó allí de primera mano las novedades renacentistas,
extendiendo su influjo hasta la escultura barroca.51
España[editar]
Artículo principal: Renacimiento español

El Greco, La Resurrección de Cristo, pintado para Santo Domingo el Antiguo de Toledo. El Greco


rebasa el concepto de artista renacentista por su constante búsqueda de un universo propio y original.
Influido por Tintoretto y Miguel Ángel, su arte va a conocer su mayor desarrollo en Toledo.

En España el cambio ideológico no es tan extremo como en otros países; no se rompe


abruptamente con la tradición medieval, por ello se habla de un Renacimiento español más
original y variado que en el resto de Europa. Así, la literatura acepta las innovaciones italianas
(Dante y Petrarca), pero no olvida la poesía del Cancionero y la tradición anterior. En cuanto a
las artes plásticas, el Renacimiento hispano mezcló elementos importados de Italia —de
donde llegaron algunos artistas, como Paolo de San Leocadio, Pietro Torrigiano o Domenico
Fancelli— con la tradición local, y con algunos otros influjos —lo flamenco, por ejemplo,
estaba muy de moda en la época por las intensas relaciones comerciales y dinásticas que
unían estos territorios a España—. Las innovaciones renacentistas llegaron a España de
forma muy tardía: hasta la década de 1520 no se encuentran ejemplos acabados de las
mismas en las manifestaciones artísticas, y tales ejemplos son dispersos y minoritarios. No
llegaron a España plenamente, pues, los ecos del Quattrocento italiano —solo por obra de la
familia Borja aparecen artistas y obras de esa época en el área levantina—, lo que determina
que el arte renacentista español pase casi abruptamente del gótico al manierismo.

Monasterio de El Escorial, Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, San Lorenzo de El Escorial.

En el campo de la arquitectura, tradicionalmente se distinguen tres


periodos: plateresco (siglo XV-primer cuarto del siglo XVI), purismo o estilo italianizante
(primera mitad del siglo XVI) y estilo herreriano (a partir de 1559-mediados del siglo siguiente).
En el primero de ellos, lo renaciente aparece de forma superficial, en la decoración de las
fachadas, mientras que la estructura de los edificios sigue siendo gotizante en la mayoría de
los casos. Lo más característico del plateresco es un tipo de decoración menuda, detallista y
abundante, semejante a la labor de los plateros, de donde deriva el nombre. El núcleo
fundamental de esta corriente fue la ciudad de Salamanca, cuya Universidad y su fachada son
el paradigma del estilo. Arquitectos destacados del mismo fueron Rodrigo Gil de
Hontañón y Juan de Álava. El purismo representa una fase más avanzada de la italianización
de la arquitectura. El palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada, obra de Pedro de
Machuca, es ejemplo de ello. El foco principal de este estilo se situó en Andalucía, donde
además del citado palacio destacaron los núcleos de Úbeda y Baeza y arquitectos
como Andrés de Vandelvira y Diego de Siloé.52 Finalmente, apareció el estilo escurialense o
herreriano, original adaptación del manierismo romano caracterizada por la desnudez y el
gigantismo arquitectónico. La obra fundamental fue el palacio-monasterio de El Escorial,
trazado por Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, sin duda la obra más ambiciosa del
Renacimiento hispano. Lo escurialense traspasó el umbral cronológico del siglo XVI llegando
con gran vigencia a la época barroca.53
En escultura, la tradición gótica mantuvo su hegemonía durante buena parte del siglo XVI. Los
primeros ecos del nuevo estilo corresponden por lo general a artistas venidos de fuera,
como Felipe Vigarny o Domenico Fancelli, que trabajó al servicio de los Reyes Católicos,
esculpiendo su sepulcro (1517). No obstante, pronto surgieron artistas locales que asimilaron
las novedades italianas, adaptándolas al gusto hispano, como Bartolomé Ordóñez y Damián
Forment. En una fase más madura del estilo surgieron grandes figuras, creadoras de un
peculiar manierismo que sentó las bases de la posterior escultura barroca: Juan de
Juni y Alonso Berruguete son los más destacados.54
La pintura renacentista española está determinada igualmente por el pulso que mantiene la
herencia del gótico con los nuevos modos venidos de Italia. Esta dicotomía se aprecia en la
obra de Pedro Berruguete, que trabajó en Urbino al servicio de Federico de Montefeltro,
y Alejo Fernández. Posteriormente aparecieron artistas conocedores de las novedades
italianas coetáneas, como Vicente Macip o su hijo Juan de Juanes —influidos por Rafael
—, Luis de Morales, Juan Fernández de Navarrete o los leonardescos Fernando Yáñez de la
Almedina y Hernando de los Llanos.55 Pero la gran figura del Renacimiento español, y uno de
los pintores más originales de la historia, se inscribe ya en el manierismo, aunque rebasando
sus límites al crear un universo estilístico propio: El Greco.56

Francia[editar]
Artículo principal: Renacimiento francés

Vista del Patio del Caballo Blanco del palacio de Fontainebleau, con la famosa escalera, preludio de las
formas barrocas. Fontainebleau fue la auténtica capital artística de Francia durante el Renacimiento. En
el conjunto palaciego intervinieron algunos de los mejores artistas del momento.

En Francia la influencia italiana se dejó sentir desde muy temprano, favorecida por la cercanía
geográfica, los vínculos comerciales y la monarquía, que ambicionaba anexionar los territorios
limítrofes de la península italiana, y lo consiguió en algunos momentos. Sin embargo, el
impulso definitivo a la adopción de las formas renacentistas se dio bajo el reinado
de Francisco I. Este monarca, gran mecenas de las artes y aficionado a todo lo que procediera
de Italia, protegió a importantes maestros, solicitando sus servicios para la corte francesa —
entre ellos el mismo Leonardo da Vinci, que murió en el castillo de Cloux—, a la vez que
emprendió un ambicioso programa de revitalización cultural que revolucionó el desarrollo de
las artes en el país. Conviene tener presente que Francia fue la cuna del gótico y que, por
tanto, este estilo estaba fuertemente arraigado y podía ser visto como un estilo nacional. De
ahí que las formas góticas continuaran presentes durante un tiempo, a pesar del nuevo estilo
impuesto por la corte.
En cuanto a la arquitectura, la monarquía, fortalecida y en período de expansión territorial,
había patrocinado ya desde el siglo XV la remodelación de los viejos châteaux medievales y la
creación de nuevas residencias más acordes con los tiempos. Pero fue precisamente
Francisco I el que dio un impulso definitivo a esta operación renovadora, que tuvo varios
focos. El primer edificio renacentista en Francia fue el castillo de Saint-Germain-en-Laye,
imponente fortaleza de ladrillo y piedra en la que aparecen pequeños detalles renacentistas,
dentro de una general sobriedad de aire militar. De estilo más avanzado fueron los castillos
del valle del Loira, conjunto de mansiones para la realeza y la nobleza que muestran los
rasgos más característicos del Renacimiento francés: decorativismo de raigambre manierista,
recuerdos goticistas en las estructuras, y quizá lo más novedoso: una perfecta integración de
los edificios en la naturaleza circundante, como se ve en el Castillo de Montsoreau o en el
grácil puente del castillo de Chenonceau. El más célebre dentro de este conjunto es el castillo
de Chambord, que presenta grandes audacias estilísticas, como una escalera interna
helicoidal. Otros ejemplos de estas residencias suburbanas son los castillos
de Amboise, Blois y Azay-le-Rideau.57
Además de todas estas realizaciones, Francisco I se embarcó en la que quizá fue la obra
fundamental de este período: el palacio de Fontainebleau, vieja mansión de los reyes
franceses que se renovó totalmente. En el edificio en sí se aprecia ya el triunfo de las formas
italianas, aunque adaptadas al gusto francés con sus típicas chimeneas y mansardas. Incluye
fragmentos de desbordante creatividad, como la célebre Escalera Imperial, anticipo de
soluciones barrocas. No obstante, quizá lo más destacado del proyecto fue que involucró a
creadores de prácticamente todas las disciplinas artísticas, algunos venidos expresamente de
Italia, como los pintores Francesco Primaticcio o Rosso Fiorentino, el famoso
escultor Benvenuto Cellini o el arquitecto Sebastiano Serlio, importante autor de tratados de
arquitectura del que apenas se conocen obras salvo este palacio. Las novedades que se
fraguaron aquí trapasarían el ámbito local y darían origen a todo un estilo, el «estilo de
Fontainebleau», un manierismo refinado al servicio de los gustos aristocráticos.58
Tras Francisco I, las formas «a la italiana» acabaron imponiéndose definitivamente en la
arquitectura bajo Enrique II, cuya esposa, Catalina de Médicis, pertenecía a la familia
florentina más poderosa. Bajo su mandato (1547-1559) se reformó la antigua sede de la corte
en París, el palacio del Louvre, convirtiéndolo en un moderno edificio de estética plenamente
manierista. La reforma fue dirigida por uno de los arquitectos franceses más destacados del
momento, Pierre Lescot, que diseñó el gran patio central (Cour Carrée), con características
fachadas en las que utiliza el módulo de arco de triunfo clásico.59 Asimismo, estos monarcas
iniciaron la construcción de un nuevo palacio, enfrente del Louvre, el palacio de las Tullerías,
en el que intervino el otro gran arquitecto francés del Renacimiento, Philibert Delorme.60

La Resurrección, obra de Germain Pilon. Todo procede aquí de Miguel Ángel: la anatomía hercúlea de
Cristo, los escorzos, el efecto «no acabado». Hasta el diseño general del grupo remite a las Sepulturas
Mediceas del florentino. Museo del Louvre, París.

La escultura del Renacimiento en Francia fue también al compás de lo dictado por Italia.
Francia dejó de ser ya a finales del siglo XIV el gran centro escultórico de Europa que fue
gracias a los talleres catedralicios, situación que continuaría durante el siglo XV, y aún más en
el XVI. Es paradójico y a la vez revelador que esta situación coincida con la consolidación
progresiva de la institución monárquica, evidentemente deseosa de renovar su imagen y
dispuesta a usar el arte como instrumento propagandístico de primer orden. No obstante de la
pérdida de hegemonía en este campo, que de todas formas nunca había sido definitiva,
surgieron grandes figuras al calor de los proyectos reales; es de destacar el carácter
ornamental y decorativo que tuvieron las esculturas, subordinándose al proyecto general de
los edificios e integrándose en estos. Dos fueron los autores más sobresalientes: Germain
Pilon y Jean Goujon.61
La pintura también experimentó el progresivo declive de las formas góticas tradicionales y la
llegada del nuevo estilo. Como se ha señalado, se conocieron en Francia de primera mano las
formas pictóricas italianas en el siglo XVI gracias a la llegada de autores muy innovadores,
como Leonardo o Rosso Fiorentino. Francisco I impulsó la formación de artistas franceses
bajo la dirección de maestros italianos, como Niccolò dell'Abbate o Primaticcio, siendo este
último el responsable de la decoración del palacio de Fontainebleau y la organización de las
fiestas de la corte, y teniendo por tanto a sus órdenes a muchos artesanos y artistas. Esta
convivencia de talentos, escuelas, disciplinas y géneros dio origen a la llamada «escuela
pictórica de Fontainebleau», una derivación del manierismo pictórico italiano que incide en el
erotismo, el lujo, los temas profanos y las alegorías, todo ello muy del gusto de su clientela
principal, la aristocracia. La mayor parte de los artistas de Fontainebleau fueron anónimos,
precisamente por esa integración de las artes que se propugnaba y por el magisterio de los
artistas consagrados. No obstante, conocemos los nombres de algunos pintores,
figurando Jean Cousin el Viejo o Antoine Caron entre los más destacados. Sin embargo, el
pintor francés más importante de la época, a la vez que uno de los grandes retratistas de
todos los tiempos, aunque gran parte de su obra se haya perdido, fue François Clouet, que
superó a su padre, el también apreciable Jean Clouet, en la fiel plasmación de la vida de los
poderosos de la época, con una profundidad psicológica y brillantez formal cuyo precedente
hay que buscarlo en Jean Fouquet, gran pintor del siglo XV aún en la órbita del gótico.62

Alemania[editar]
Artículo principal: Renacimiento alemán

La liebre, obra de Durero. El interés por los fenómenos y los elementos de la naturaleza fue uno de los
pilares del humanismo. Durero analiza el mundo vegetal y animal en multitud de dibujos, bocetos y
acuarelas caracterizados por su precisión de científico. Albertina, Viena.

El Renacimiento artístico no fue en Alemania una tentativa de resurrección del arte clásico,


sino una renovación intensa del espíritu germánico, motivado por la Reforma
protestante. Alberto Durero fue la figura dominante del Renacimiento alemán. Su obra
universal, que ya en vida fue reconocida y admirada en toda Europa, impuso la impronta del
artista moderno, uniendo la reflexión teórica con la transición decisiva entre la práctica
medieval y el idealismo renacentista. Sus pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre
arte ejercieron una profunda influencia en los artistas del siglo XVI de su propio país y de
los Países Bajos. Durero comprendió la imperiosidad de adquirir un conocimiento racional de
la producción artística, e introdujo el idealismo de raigambre italiana en el arte alemán.63
La pintura germánica conoció en esta época uno de sus mayores momentos de esplendor.
Junto a la figura fundamental de Durero surgieron otros grandes autores, como Lucas
Cranach el Viejo, pintor por antonomasia de la Reforma protestante; Hans Baldung Grien,
introductor de temáticas siniestras y novedosas, deudoras en cierto modo del arte
medieval; Matthias Grünewald, uno de los precursores del expresionismo; Albrecht Altdorfer,
excelente paisajista; o Hans Holbein el Joven, que desarrolló casi toda su producción,
centrada en el retrato, en Inglaterra.64
En escultura pervivieron las formas góticas hasta bien entrado el siglo XVI. Destaca la obra
de Peter Vischer, autor de las tumbas imperiales de Innsbruck (1513) y de la tumba de San
Sebaldo en Núremberg (1520). También trabajaron aquí algunos artistas flamencos,
como Hubert Gerhard, autor del San Miguel de la fachada de la iglesia de San Miguel de
Múnich.65
En arquitectura, los primeros exponentes de relevancia fueron los edificios patrocinados por la
familia Fugger en Augsburgo, como la Capilla Fugger en la iglesia de Santa Ana (1509-1518)
o el barrio de casas obreras llamado Fuggerei (1519-1523).66 Tras la Reforma, el mecenazgo
de la nobleza alemana se centró en primer lugar en la arquitectura, por la capacidad de esta
para mostrar el poder y prestigio de los gobernantes. Así, a mediados del siglo XVI se amplió
el castillo de Heidelberg, siguiendo las directrices clásicas. Sin embargo, la mayoría de los
príncipes alemanes prefirieron conservar las obras góticas, limitándose a decorarlas con
ornamentación renacentista.67

Flandes y Países Bajos[editar]


Artículo principal: Pintura flamenca (siglos XV y XVI)

Pieter Brueghel el Viejo: El regreso de los rebaños. El paisaje se ha convertido en el tema principal del
cuadro. Brueghel introduce casi siempre la figura —en este caso, los pastores— como anécdota o
contrapunto a un universo del que el ser humano solo es una parte, mínima y frágil. Obsérvese el interés
por la plasmación de los efectos atmosféricos en los nubarrones que oscurecen el cielo. Museo de
Historia del Arte, Viena.

A la par que se desarrollaba en Italia el Cinquecento la escuela flamenca de pintura alcanzó


un desarrollo notable, como heredera y continuadora de la tradición tardogótica anterior
representada por Jan van Eyck, Rogier van der Weyden y otros grandes maestros. Se
caracterizó por su naturalismo, rasgo que comparte con los maestros italianos, aunque se
llegó más a él por la experimentación que por la teoría o los avances científicos, como en
Italia. Los modos del gótico pervivieron con mayor fuerza, aunque matizados con
características singulares, como cierta vena caricaturesca y fantástica y una mayor
sensibilidad a la realidad del pueblo llano y sus costumbres. Se recoge ese interés en obras
de carácter menos idealizado que las italianas, con una marcada tendencia por el detallismo
casi microscópico que aplican a las representaciones —influjo de los maestros tardogóticos ya
mencionados y la miniatura—, y tendencia hacia lo decorativo, sin demasiado interés por
disquisiciones teóricas. Por otro lado, la gran aportación del arte flamenco en esta época fue
la técnica de la pintura al óleo.68
A mediados del siglo XVI el clasicismo italiano entra con fuerza en la pintura flamenca,
manifestándose en la llamada Escuela de Amberes y en pintores como Jan van
Scorel o Mabuse, algunos de los cuales permanecieron en Italia estudiando a los grandes
maestros. A la difusión de los nuevos modelos contribuyó sobremanera el grabado, que puso
al alcance de prácticamente cualquier artista las obras producidas en otras escuelas y lugares,
poniendo muy de moda en toda Europa el estilo italianizante. Algunos grandes nombres de la
época fueron Joachim Patinir, uno de los creadores del paisaje como género autónomo de la
pintura, aunque apegado todavía al gótico; Quentin Metsys, que se inspiró en los dibujos
caricaturescos de Leonardo y en las clases populares para retratar vicios y costumbres; el
retratista Antonio Moro; el Bosco, uno de los pintores más originales de la historia, apegado
formalmente a la tradición de la vieja escuela flamenca, pero a la vez innovador, creador de un
universo fantástico, casi onírico que lo sitúan como uno de los precedentes del surrealismo (El
jardín de las delicias, 1500-1505); y Pieter Brueghel el Viejo, uno de los grandes maestros del
paisaje y las costumbres populares, quizá el más moderno de todos ellos, aun cuando en su
pintura glose sentencias morales y de crítica social que tienen algo de medieval (El triunfo de
la Muerte, 1563).69
En el campo de la escultura destacó Adriaen de Vries, autor de expresivas obras —
generalmente de bronce— en las que el movimiento, la línea ondulada o serpentinata y
el desnudo heroico las caracterizan como excelentes ejemplos de manierismo escultórico
fuera de Italia.
En arquitectura el gótico siguió teniendo una gran preponderancia hasta bien entrado el
siglo XVI, en que se recibió la influencia de la arquitectura renacentista francesa, como se
denota en el Ayuntamiento de Amberes (1561-1565), obra de Cornelis Floris de Vriendt.67

Hans Holbein el Joven: El retrato de Erasmo de Róterdam, que vivió y trabajó en Basilea desde 1521 en
la universidad más antigua de Suiza, es una de las obras más importantes del pintor. Museo del
Louvre, París.

Suiza[editar]
Con la llegada de la familia Holbein, Basilea se convirtió en el centro más importante del arte
del Renacimiento en Suiza. Más tarde, en 1661, la primera colección de arte público del
mundo también se fundó aquí. Una de las colecciones más importantes de arte renacentista
de la región del Alto Rin se encuentra aún hoy aquí.70 La influencia italiana se notó
especialmente en el cantón de Ticino, como se evidencia en las catedrales de San Lorenzo de
Lugano (1514) y San Francisco de Locarno (1528). En pintura destacó la obra de Niklaus
Manuel, aún cercana al gótico tardío.71

Otros países[editar]
Convento de Cristo de Tomar (Portugal), obra de Diogo de Torralva (1554-1562)

 Inglaterra: en arquitectura, durante prácticamente todo el siglo XVI pervivió el estilo


Tudor de origen gótico, mientras que las novedades renacentistas fueron
adoptadas únicamente en algunos elementos ornamentales; así, por ejemplo, en
la tumba de Enrique VII en la abadía de Westminster, realizada
arquitectónicamente en el más puro estilo gótico, se contrató al artista
italiano Pietro Torrigiano para realizar la decoración escultórica.72 Otros ejemplos
de estilo Tudor serían los palacios de Sutton (1523), Nonsuch (1530) y Hampton
Court (1514-1540).73 Más adelante se recibió la influencia palladiana, que se
desarrolló especialmente en la construcción de palacios.67

 Portugal: en arquitectura, el gótico pervivió hasta bien entrado el siglo XVI en el


llamado estilo manuelino. A mediados de siglo se recibió la influencia de
arquitectos italianos como Serlio o Palladio, como se denota en la iglesia de
Nuestra Señora de Gracia en Évora (1536) o en el claustro del convento de
Cristo de Tomar (1554-1562), obras de Diogo de Torralva.67 En este país trabajó el
arquitecto italiano Filippo Terzi, autor de la iglesia de San Vicente de
Fora en Lisboa (1582).74

 Austria y Bohemia: unidos por el imperio de los Habsburgo, estos países contaron


con la labor patrocinadora del emperador Rodolfo II, un gran coleccionista que
atesoró en su corte de Praga una gran variedad de obras de arte y objetos de todo
tipo (joyas, minerales, relojes, autómatas, instrumentos científicos), ya que
también era un gran amante de la ciencia. Adquirió cuadros de artistas
como Brueghel, Tiziano, Leone Leoni o Durero, y acogió a artistas como Giuseppe
Arcimboldo, un original pintor de retratos confeccionados con elementos propios
de los bodegones.75 En Bohemia se construyeron diversos palacios, como el
Comunal de Pilsen y el de Schwarzenberg en Praga; y castillos, como los
de Litomyšl, Černý y Kostelec.76

 Hungría: este país contó con el gran mecenazgo del rey Matías Corvino, un gran
amante del arte italiano, quizá por influjo de su esposa, Beatriz de Nápoles.77 El
monarca compró numerosas obras de arte italianas, y contrató artistas y
arquitectos italianos para reformar y decorar sus palacios, como Benedetto da
Maiano, Clemente Camicia y Giovanni Dalmata; el miniaturista Attavante degli
Attavanti fue autor del Breviario de Matías Corvino y del Códice de Marciano
Capella; el escultor Andrea Ferracci realizó el altar de la Anunciación de
la catedral de Esztergom.78
 Polonia: como en otros países, las novedades renacentistas llegaron de la mano
de artistas italianos llegados al país, como los arquitectos Franciscus
Italus y Bartolomeo Berecci (Palacio Real de Cracovia), Gian Maria
Mosca (Palacio Episcopal de Cracovia) y Giovanni Battista di Quadro (Palacio
Municipal de Poznań); y los escultores Santi Gucci (capilla de Segismundo de
la catedral de Cracovia), Girolamo Canavesi (monumento de Gorka, catedral de
Poznań) y Domenico Veneziano (monumento sepulcral de Esteban I Báthory,
catedral de Cracovia). En cambio, en pintura trabajaron mayormente artistas
alemanes, como Hans Sues von Kulmbach, Louz von Kitzingen y Martin Koeber.
También se desarrolló notablemente la miniatura, en la que destacan el Códice de
Baltasar Behem y el Libro de preces de Segismundo I.79
Artículo principal: Renacimiento en Polonia

 Rusia: durante esta época continuó la tradicional arquitectura rusa de


influencia bizantina, pero se recibió alguna influencia del Renacimiento italiano
a través del arquitecto boloñés Aristotele Fioravanti, que viajó en 1475 a Rusia
invitado por Iván III, donde construyó la catedral de la Dormición en el Kremlin
de Moscú (1475-1479); otro arquitaliano, Aloisio Nuovo, fue el encargado de
construir la catedral del Arcángel Miguel también en el Kremlin (1505-1508).
La influencia italiana se denota igualmente en la catedral de San Basilio de
Moscú, obra de Póstnik Yákovlev (1555-1560).80
Arte colonial hispanoamericano[editar]
Artículo principal: Arte colonial hispanoamericano

Catedral de Puebla

Las primeras muestras de arquitectura colonial en América tuvieron, al igual que en la


metrópoli, cierta pervivencia de rasgos góticos, si bien pronto empezaron a llegar las
nuevas corrientes que se producían en España, como el purismo y el plateresco (catedral
de Santo Domingo). Al iniciarse la colonización, la arquitectura que se desarrolló
principalmente fue de signo religioso: por orden real, el primer edificio que se debía
construir en cualquier nueva ciudad debía ser una iglesia. Durante la primera mitad del
siglo XVI fueron las órdenes religiosas las encargadas de la edificación de numerosas
iglesias en México, preferentemente un tipo de iglesias fortificadas, en un
conjunto almenado con iglesia, convento, un atrio y una capilla abierta —llamadas
«capillas de indios»—, como el Convento de Tepeaca, el de Huejotzingo y el de San
Gabriel en Cholula.81 A mediados de siglo se empezaron a construir las primeras grandes
catedrales, como las de México, Puebla y Guadalajara. Se sigue por lo general la planta
rectangular con testero plano, tomando como modelos la Catedral de Sevilla, la de Jaén y
la de Valladolid. En Perú, en 1582 se inició la catedral del Cuzco y, en 1592, la de Lima,
ambas obras del extremeño Francisco Becerra. En Argentina destaca la catedral de
Córdoba, obra del jesuita Andrés Blanqui.82
Las primeras muestras de pintura colonial fueron las de escenas religiosas elaboradas por
maestros anónimos, realizadas con medios precolombinos,
con tintas vegetales y minerales y telas de trama áspera e irregular. Destacaron las
imágenes de la Virgen con el Niño, con una iconografía de raíces autóctonas donde, por
ejemplo, se representaban los arcángeles como arcabuceros contemporáneos. La
producción artística hecha en Nueva España por indígenas en el siglo XVI es
denominada arte indocristiano. Adentrado el siglo XVI surgieron los
grandes frescos murales, de carácter popular. Desde mediados de siglo empezaron a
llegar, procedentes de Sevilla, maestros españoles (Alonso Vázquez, Alonso López de
Herrera), flamencos (Simon Pereyns) e italianos (Mateo Pérez de Alesio, Angelino
Medoro).83
En escultura, las primeras muestras fueron nuevamente en el terreno religioso,
en tallas exentas y retablos para iglesias, confeccionadas generalmente
en madera recubierta con yeso y decorada con encarnación —aplique directo del color—
o estofado —sobre un fondo de plata y oro—. A principios del siglo XVII nacieron las
primeras escuelas locales, como la quiteña, la cuzqueña y la chilota, destacando la labor
patrocinadora de la orden jesuita.

Artes gráficas y decorativas[editar]

Ilustración del Apocalipsis (1561), de Jean Duvet.

Las artes industriales tuvieron un gran auge debido al gusto por el lujo de las nuevas
clases adineradas: se desarrolló la ebanistería, sobre todo en Italia y Alemania,
destacando la técnica de la intarsia, embutidos de madera de varios tonos para producir
efectos lineales o de ciertas imágenes. La tapicería destacó en Flandes, con obras
basadas en bocetos desarrollados por pintores como Bernard van Orley. La cerámica se
elaboró en Italia con barnices vidriados, consiguiendo tonos brillantes de gran efecto.
El vidrio se desarrolló notablemente en Venecia (Murano), decorado a veces con hilos de
oro o con filamentos de vidrios de colores. La orfebrería fue cultivada por escultores
como Lorenzo Ghiberti o Benvenuto Cellini, con piezas de gran virtuosismo y elevada
calidad, destacando especialmente los esmaltes y camafeos.84
En esta época se desarrollaron notablemente las artes gráficas, especialmente gracias a
la invención de la imprenta, apareciendo o perfeccionándose la mayoría de las técnicas
de grabado: calcografía (aguafuerte, aguatinta, grabado al buril, grabado a media
tinta o grabado a punta seca), linograbado, xilografía, etc. En Italia se desarrolló el
grabado en metal, practicado especialmente por los orfebres florentinos durante los
siglos XV y XVI, mientras que en el Cinquecento se perfeccionó el aguafuerte gracias a la
obra del Parmigianino. En Alemania destacó la obra de Durero, especialista de la técnica
del buril, aunque también realizó xilografías. En Francia, el grabado fue practicado por
la escuela de Fontainebleau, en la que destacó Jean Duvet, famoso por su serie
del Apocalipsis (1561). En Flandes surgieron notables grabadores en la ciudad
de Amberes, como los hermanos Wierix, autores de estampas de excelente técnica y
detallismo, aunque basadas en composiciones ajenas; o Hieronymus Cock, que reprodujo
numerosas obras de Brueghel.85

Jardinería[editar]
Artículo principal: Jardín italiano

Jardín del Château d'Ambleville, Francia

En el Renacimiento la jardinería cobró una especial relevancia, en paralelo al impulso


otorgado a todas las artes en esta época, principalmente gracias al mecenazgo de nobles,
príncipes y altos cargos de la Iglesia. El jardín renacentista se inspiró en el romano, en
aspectos como la decoración escultórica o la presencia de templetes, ninfeos y estanques.
Los primeros ejemplos surgieron en Florencia y Roma, regiones con
una orografía accidentada y grandes desniveles de terreno, lo que originó el efectuar
estudios previos de índole arquitectónica para planificar la estructura del jardín, originando
la arquitectura paisajística. Un ejemplo de ello son los Jardines del Belvedere en Roma,
proyectados por Bramante en 1503, el cual resolvió los desniveles con un sistema de
terrazas, a las que se accede por amplias escalinatas y que están rodeadas de
balaustradas, esquema que pasaría a ser típico del jardín italiano, que se convertiría en el
prototipo de jardín renacentista. Se otorgó una especial importancia a la obra hidráulica,
con estanques y fuentes de gran complejidad, como los de la Villa de Este en Tivoli,
diseñados por Bernini. Estos diseños pasaron al resto de Europa, donde destacan por su
magnificencia los jardines franceses, como los de los castillos
de Amboise, Chambord y Villandry. En Francia era costumbre subdividir el jardín en
diversas zonas especializadas (jardín geométrico, medicinal, silvestre), así como la
construcción de canales que permitían el paseo en barca. En esta época comenzó la
costumbre de recortar los setos, apareciendo los primeros jardines en forma de laberinto.
También hay que resaltar la llegada de nuevas especies gracias al descubrimiento
de América, lo que favoreció la apertura de jardines botánicos dedicados al estudio y
catalogación de las plantas.86
La teoría jardinística renacentista se nutrió especialmente de la concepción elaborada
por Leon Battista Alberti de la casa y el jardín como una unidad artística basada en formas
geométricas (De Re Aedificatoria, IX, 1443-1452), así como en el modelo expuesto
por Francesco Colonna en su Hypnerotomachia Poliphili (1499), que introducía el uso
de parterres y el empleo del arte topiario para dar formas caprichosas a los árboles, o el
diseño de las eras a partir de formas axiales, expuesto por Sebastiano Serlio en Tutte
l'opere d'architettura (1537).87

Literatura[editar]
Artículo principal: Literatura renacentista

Don Quijote (1605), de Miguel de Cervantes.

La literatura renacentista se desarrolló en torno al humanismo, la nueva teoría que


destacaba el papel primordial del ser humano sobre cualquier otra consideración,
especialmente la religiosa. En esta época el mundo de las letras recibió un gran impulso
con la invención de la imprenta por Gutenberg, hecho que propició el acceso a la literatura
por un público más mayoritario. Ello conllevó a una mayor preocupación por la ortografía y
la lingüística, surgiendo los primeros sistemas de gramática en lenguas vernáculas (como
la española de Elio Antonio de Nebrija) y apareciendo las primeras academias de lenguas
nacionales.88
La nueva literatura se inspiró como el arte en la tradición clásica grecolatina, aunque
también recibió una gran influencia de la filosofía neoplatónica desarrollada
contemporáneamente en Italia. Por otro lado, refleja el nuevo ideal de hombre
renacentista, que se ejemplifica en la figura del «cortesano» definida por Baldassare
Castiglione: debía de dominar las armas y las letras por igual, y tener «buena gracia» o
naturalidad sin artificio.89
En Italia, cuna del nuevo estilo, perduraban aún los ecos de tres grandes autores
medievales considerados a veces precursores del nuevo
movimiento: Dante, Petrarca y Boccaccio. Entre los literatos surgidos en esta era conviene
destacar a: Angelo Poliziano, Matteo Maria Boiardo, Ludovico Ariosto, Jacopo
Sannazaro, Pietro Bembo, Baldassare Castiglione, Torquato Tasso, Nicolás
Maquiavelo y Pietro Aretino. Su influencia se denotó en Francia, donde
desarrollaron François Rabelais, Pierre de Ronsard, Michel de Montaigne y Joachim du
Bellay. En Alemania, la reforma protestante impuso una mayor austeridad y una temática
religiosa, cultivada por Ulrich von Hutten, Sebastian Brant y Hans Sachs. En Inglaterra,
cabe citar a Tomás Moro, Edmund Spenser, Michael Drayton, Henry Constable, George
Chapman, Henry Howard y Thomas Wyatt. En Portugal se halla la figura predominante
de Luís de Camões.89
En España comenzó una edad dorada de las letras, que se prolongaría hasta el siglo XVII:
la poesía, influida por la italiana del stil nuovo, contó con las figuras de Garcilaso de la
Vega, fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús; en prosa
surgieron los libros de caballería (Amadís de Gaula, 1508) y se inició el género de
la picaresca con el Lazarillo de Tormes (1554), mientras que despuntó la obra de Miguel
de Cervantes, el gran genio de las letras españolas, autor del inmortal Don Quijote (1605).

Teatro[editar]
El teatro renacentista también acusó el paso del teocentrismo al antropocentrismo, con
obras más naturalistas, de aspecto histórico, intentando reflejar las cosas tal como son. Se
buscaba la recuperación de la realidad, de la vida en movimiento, de la figura humana en
el espacio, en las tres dimensiones, creando espacios de efectos ilusionísticos,
en trompe-l'œil. Surgió la reglamentación teatral basada en tres unidades (acción, espacio
y tiempo), basándose en la Poética de Aristóteles, teoría introducida por Lodovico
Castelvetro. En torno a 1520 surgió en el norte de Italia la Commedia dell'arte, con textos
improvisados, en dialecto, predominando la mímica e introduciendo personajes
arquetípicos como Arlequín, Colombina, Pulcinella (llamado en
Francia Guignol), Pierrot, Pantalone, Pagliaccio, etc. Como principales dramaturgos
destacaron Niccolò Machiavelli, Pietro Aretino, Bartolomé Torres Naharro, Lope de
Rueda y Fernando de Rojas, con su gran obra La Celestina (1499). En Inglaterra descolló
el teatro isabelino, con autores como Christopher Marlowe, Ben Jonson, Thomas Kyd y,
especialmente, William Shakespeare, gran genio universal de las letras (Romeo y Julieta,
1597; Hamlet, 1603; Otelo, 1603; Macbeth, 1606).90

Música[editar]
Artículo principal: Música del Renacimiento

Orfeo - Toccata

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Toccata, de La favola d'Orfeo, una de


las primeras óperas (1607), compuesta
por Claudio Monteverdi

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La música renacentista supuso la consagración de la polifonía, así como el afianzamiento


de la música instrumental, que iría evolucionando hacia la orquesta moderna. Apareció
el madrigal como género profano que aunaba texto y música, siendo la expresión
paradigmática de la música renacentista. En 1498 Ottaviano Petrucci ideó un sistema de
imprenta adaptado a la música, en pentagrama, con lo que se empezó a editar música.
Las primeras novedades se produjeron en Flandes, donde se desarrolló la llamada
polifonía «a la flamenca», cultivada por Guillaume Dufay, Johannes Ockeghem y Josquin
des Prés. También cultivaron el madrigal Orlandus Lassus, Luca Marenzio, Carlo
Gesualdo, Claudio Monteverdi, Cristóbal de Morales y Tomás Luis de Victoria, mientras
que en polifonía religiosa destacó Giovanni Pierluigi da Palestrina. En música instrumental
descolló Giovanni Gabrieli, quien experimentó con diversos timbres de instrumentos de
viento y con efectos de sonido cruzado y de relieve.91
En los países protestantes la música cobró gran relevancia, ya que el propio Lutero
defendía la importancia de la música en la liturgia religiosa. Aquí se cultivó especialmente
el coral, un género musical a capella o con acompañamiento instrumental, generalmente a
cuatro voces mixtas. Algunos de los compositores que lo cultivaron fueron Johann
Walther y Valentin Bapst.92
A finales del siglo XVI nació la ópera, iniciativa de un círculo de eruditos (la Camerata
Fiorentina) que, al descubrir que el teatro griego antiguo era cantado, tuvieron la idea de
musicalizar textos dramáticos. La primera ópera fue Dafne (1594), de Jacopo Peri, a la
que siguió Euridice (1600), del mismo autor; en 1602 Giulio Caccini escribió otra Euridice;
y, en 1607, Claudio Monteverdi compuso La favola d'Orfeo, donde añadió una
introducción musical que denominó sinfonía, y dividió las estructuras cantadas en arias.93

Danza[editar]
Artículo principal: Danza renacentista

La danza renacentista tuvo una gran revitalización, debido de nuevo al papel


preponderante del ser humano sobre la religión, de tal manera que muchos autores
consideran esta época el nacimiento de la danza moderna. Se desarrolló sobre todo en
Francia –donde fue llamado ballet-comique–, en forma de historias bailadas, sobre textos
mitológicos clásicos, siendo impulsado principalmente por la reina Catalina de Médicis. Se
suele considerar que el primer ballet fue el Ballet comique de la Reine Louise (1581),
de Balthazar de Beaujoyeulx. Las principales modalidades de la época eran la gallarda,
la pavana y el tourdion. En esta época surgieron los primeros tratados sobre
danza: Domenico da Piacenza escribió De arte saltandi et choreas ducendi, siendo
considerado el primer coreógrafo de la historia; Thoinot Arbeau hizo una recopilación de
danzas populares francesas (Orchesographie, 1588).94

Filosofía[editar]
Artículo principal: Filosofía renacentista

Tiziano: Amor sacro y amor profano (Galería Borghese, Roma, 1514). Esta obra representa la


contraposición entre el amor humano (Venus Vulgaris) y el amor divino (Venus Caelestis), un
reflejo de la teoría neoplatónica de la época sobre que la belleza terrenal es un reflejo de la
belleza celestial, propugnada por Marsilio Ficino y la Academia Platónica Florentina.
La filosofía renacentista estuvo marcada en su origen por el declive de la teología, en un
mundo abocado a la modernidad que, sin renunciar aún a la religión, la circunscribe al
ámbito espiritual y personal del individuo. La nueva forma de afrontar los problemas del
ser humano será el racionalismo, el uso de la razón aplicada a la sociedad y a la
naturaleza.95 Aun así, la religión siguió presente en buena medida durante esta época,
aunque derivó de la teología escolástica hacia el misticismo, hacia una relación con Dios
basada más en el sentimiento que en el conocimiento, así como en la acción, la obra de
acercamiento a Dios, como se percibe en la obra de Jan van Ruusbroec, Dionisio
Cartujano y Tomás de Kempis.96
La nueva corriente de estos tiempos será el humanismo, más interesado en el hombre y la
naturaleza que en las cuestiones divinas y espirituales. El naturalismo impregna todos los
ámbitos del saber, y así se habla no solo de la ciencia natural, sino también del derecho
natural, la moral natural e, incluso, la religión natural, una religión que abandona todo lo
sobrenatural (revelación, dogma) para ser fiel reflejo de la posición del ser humano en el
mundo.97 El humanismo se fundamenta, como el arte, en la oposición a la cultura medieval
y el retorno a la antigüedad clásica; sin embargo, buena parte de la filosofía renacentista
evoluciona de la medieval en una línea continua que llega hasta Descartes, no en vano la
escolástica medieval estaba fundamentada en la filosofía griega platónica y aristotélica.98
Aun así, numerosos humanistas despreciaron el aristotelismo escolástico por ser
excesivamente teologizado, y abordaron a Platón desde la obra de sus seguidores
posteriores, el llamado neoplatonismo, especialmente desde el terreno de la filosofía
estoica que, como la renacentista, incidía más especialmente en el ser humano como
medida de todas las cosas. Sin embargo, muchos de estos autores abordaron el tema
desde una postura superficial y poco rigurosa, sin profundizar en los aspectos ontológicos
y metafísicos de los clásicos griegos, sin analizar la nueva situación intelectual del ser
humano alejado de Dios, cuestión que no llegará hasta el cartesianismo.99
El pensamiento humanístico nació en Italia, especialmente en torno a la Academia
Platónica Florentina patrocinada por Cosme de Médici, que aglutinó a pensadores
como Marsilio Ficino, Giovanni Pico della Mirandola, Cristoforo Landino, Angelo
Poliziano o Benedetto Varchi. Otros se encaminaron más hacia la política, como Nicolás
Maquiavelo, forjador del autotitarismo monárquico como seña de identidad de las nuevas
naciones-estado surgidas en esta época; o hacia el naturalismo, como Leonardo Da
Vinci y Bernardino Telesio.100 En Francia, el humanismo tuvo un componente más
escéptico, representado por Michel de Montaigne o Pierre Charron, mientras que algunas
figuras se adhirieron a la reforma protestante, como Pierre de la Ramée o Henri
Estienne.101 En Inglaterra destacó la figura de Tomás Moro, canciller de Enrique VIII, quien
lo decapitó por oponerse a la reforma anglicana; fue autor de Utopía, un esbozo de estado
ideal de reminiscencias platónicas.102 Pero el más afamado humanista surgió en Países
Bajos: Erasmo de Róterdam, que escribió en latín, con un estilo vivo y elegante, fiel al
dogma católico, pero de mentalidad abierta y comprensiva, reflejo de un espíritu de
concordia; fue autor del Elogio de la locura (1511).102
En Alemania no recaló tanto el humanismo de carácter marcadamente literario como en
otros países europeos, y la filosofía se encaminó más a la mística especulativa, heredera
del Maestro Eckhart; otras figuras mezclaron esta tendencia con elementos de las ciencias
naturales o aun de la alquimia y la astrología, como Agrippa von Nettesheim o Paracelso.
Por otro lado, la Reforma protestante contó con figuras como Martín
Lutero, Zwinglio, Philipp Melanchthon, Sebastian Franck y Jakob Böhme.103
En España el pensamiento filosófico no rompió del todo con el pasado medieval, y mostró
un especial interés por la lingüística, tanto clásica como vernácula (Antonio de
Nebrija, Benito Arias Montano). La corriente escéptica estuvo representada por Francisco
Sánchez, mientras que el humanismo antiescolástico —pero heredero de la tradición
católica— contó con la figura de Juan Luis Vives, preocupado especialmente por la moral
y la educación. Por otro lado, una reacción escolástica estuvo originada por
la Contrarreforma tridentina que revivió el misticismo y contó con figuras como
santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz.104
Por otro lado, además del humanismo hay otras corrientes de pensamiento que a través
de diversas vías, aparentemente dispares, convergerán en la filosofía cartesiana y en los
fundamentos de la filosofía moderna: una es heredera del pensamiento medieval,
representada por Nicolás de Cusa o por la escolástica española; otra está más
preocupada por la naturaleza y dará origen a la ciencia física moderna.105 Nicolás de
Cusa, cardenal y obispo de Bresanona, intentó conciliar la doctrina católica con la teoría
platónica, a través de una noción de Dios infinito y trascendente en el que se aglutinan la
verdad y la realidad (De docta ignorantia, 1440).106 La escolástica española estuvo muy
ligada a la Contrarreforma, y se asoció especialmente con la orden de los jesuitas; de
influencia tomista, estuvo representada por Francisco de Vitoria, Alfonso Salmerón, Luis
de Molina y, especialmente, Francisco Suárez.107 El estudio de la naturaleza dio en el
terreno filosófico la relevante figura de Giordano Bruno, autor de una
doctrina panteísta por la que fue quemado por hereje, y defensor de la razón y la
experiencia como única vía para conocer el mundo.108 También influyeron en la filosofía
las nuevas teorías científicas de Nicolás Copérnico, Johannes Kepler y Galileo Galilei.109

Ciencia[editar]
Esta sección es un extracto de Historia de la ciencia en el Renacimiento[editar]

El sistema copernicano (De revolutionibus orbium coelestium).


Hombre vitruviano, de Leonardo da Vinci, un ejemplo de la mixtura entre arte y ciencia en el
Renacimiento.

Ilustración de De humani corporis fabrica, de Andrés Vesalio (1543).

La historia de la ciencia en el Renacimiento comienza con el redescubrimiento de textos


científicos antiguos durante el Renacimiento y se acelera después de la caída de
Constantinopla en 1453 y la invención de la imprenta —que democratizaría al aprendizaje
y permitiría una propagación más rápida de nuevas ideas— y los descubrimientos
geográficos ocurridos en esta era.110
Las ciencias naturales, fundamentadas en la metafísica nominalista, se diferenciaron de
los estudios anteriores —de raíz aristotélica— en dos factores esenciales: la idea de la
naturaleza y el método físico.111 La primera evoluciona desde la física ontológica
aristotélica hacia un discurrir simbólico fundamentado en las matemáticas, pasando de
analizar el «ser de las cosas» a interpretar «variaciones de fenómenos»; por tanto, se
renuncia a conocer las causas a cambio de medir los fenómenos, sentando las bases de
la ciencia positiva.112 El método físico, por otro lado, se fundamenta en el empirismo,
basado en el «análisis de la naturaleza», el cual parte de una hipótesis de origen
matemático para llegar a una comprobación a posteriori de esa premisa apriorística.113
Uno de los principales teóricos de la nueva ciencia fue el filósofo inglés Francis Bacon,
padre del empirismo filosófico y científico; su principal obra, Novum organum, presenta la
ciencia como técnica, experimental e inductiva, capaz de dar al ser humano el dominio
sobre la naturaleza.114
Una de las disciplinas científicas que más se desarrolló en esta época fue la astronomía,
gracias principalmente a la figura de Nicolás Copérnico: este científico polaco fue el
difusor de la teoría heliocéntrica —los planetas giran alrededor del Sol— frente a
la geocéntrica impuesta en la Edad Media principalmente por la iglesia —la Tierra es el
centro del universo. Expuso esta teoría, basada en la de Aristarco de Samos.115116 Este
sistema fue posteriormente desarrollado por Johannes Kepler, quien describió el
movimiento de los planetas conforme a órbitas elípticas.117118 Por último, Galileo
Galilei sistematizó estos conocimientos y formuló los principios modernos del
conocimiento científico, por lo que fue procesado por la Inquisición y obligado a
retractarse; sin embargo, está considerado por ello el fundador de la física moderna.119
Otro astrónomo destacado de este período fue Tycho Brahe, creador del observatorio
de Uraniborg, desde el que realizó numerosas observaciones astronómicas que sirvieron
de base a los cálculos de Kepler.120 También cabe remarcar que en 1582 el papa Gregorio
XIII introdujo el calendario gregoriano, que sustituyó al anterior calendario juliano.121
Las matemáticas también avanzaron notablemente en esta época: Christoph
Rudolff desarrolló la utilización de las fracciones decimales; Regiomontano estudió
la trigonometría esférica y rectilínea;122 los italianos Gerolamo Cardano y Lodovico
Ferrari resolvieron las ecuaciones de tercer y cuarto grado, respectivamente; otro
italiano, Tartaglia, utilizó el triángulo aritmético para calcular los coeficientes de un
binomio;123 Rafael Bombelli estudió los números imaginarios;124 François Viète efectuó
importantes avances en trigonometría,125 y creó el simbolismo algebraico;126 Simon
Stevin estudió las primeras tablas de intereses, resolvió el problema de la composición de
fuerzas y sistematizó las fracciones decimales.127
En ciencias naturales y medicina también hubo importantes avances: en 1543 Andrés
Vesalio publicó De humani corporis fabrica, un compendio de anatomía con profusas
ilustraciones considerado uno de los más influyentes libros científicos de todos los
tiempos; Bartolomeo Eustachio descubrió las cápsulas suprarrenales; Ambroise
Paré inició la cirugía moderna; Conrad von Gesner inauguró la zoología moderna con una
primera clasificación de animales por géneros y familias; Miguel Servet describió
la circulación pulmonar, y William Harvey la de la sangre; Gabriele Falloppio estudió la
estructura interna del oído; Ulisse Aldrovandi creó el primer jardín
botánico en Bolonia; Bernard Palissy fundamentó la paleogeografía; Caspar
Bauhin introdujo un primer método de clasificación de las plantas; y Zacharias
Janssen inventó el microscopio en 1590.128
También avanzó notablemente la geografía y la cartografía, gracias a los numerosos
descubrimientos realizados en esta época. Cabe destacar la labor del flamenco Gerardus
Mercator, autor del primer mapa del mundo (1538) y descubridor de un método de
posicionamiento geográfico sobre un mapa del rumbo dado por una aguja imantada.129
En el terreno de la química, relacionada todavía con la alquimia medieval, hubo escasos
avances: Georgius Agricola fundó la mineralogía moderna, clasificando los minerales
según sus caracteres externos;130 Paracelso aplicó la alquimia a la medicina, estudiando
las propiedades de los minerales como fármacos, en el transcurso de cuyas
investigaciones descubrió el cinc; Andreas Libavius escribió el primer tratado sobre
química con una mínima base científica,131 e introdujo diversos preparados químicos,
como el ácido clorhídrico, el tetracloruro de estaño y el sulfato amónico, así como la
preparación del agua regia.132
Por último, conviene citar la figura polifacética de Leonardo da Vinci, ejemplo del hombre
renacentista interesado en todas las materias tanto artísticas como científicas (homo
universalis). En el terreno de la ciencia, realizó varios proyectos como máquinas
voladoras, concentradores de energía solar o calculadoras, que no pasaron de meros
proyectos teóricos. También realizó trabajos de ingeniería, hidráulica y mecánica, y
estudios de anatomía, óptica, botánica, geología, paleontología y otras disciplinas.133
Historiadores como George Sarton y Lynn Thorndike han criticado el efecto del
Renacimiento sobre la ciencia, argumentando que el progreso fue demorado porque los
humanistas favorecieron los temas centrados en el hombre, como política e historia, sobre
el estudio de la filosofía natural o la matemática aplicada. Otros se han localizado en la
influencia positiva del Renacimiento puntualizando factores como el descubrimiento de
muchísimos textos ocultos o perdidos, y el nuevo énfasis en el estudio de la lengua y la
correcta lectura de textos. Marie Boas Hall acudió el término «Renacimiento científico»
para designar la primera fase de la Revolución científica. Recientemente, Peter
Dear argumentó a favor de un modelo de dos fases para explicar la Génesis de la ciencia
moderna: un «Renacimiento científico» en los siglos XV y XVI, centrado en la restauración
del conocimiento natural de los antiguos, y una «Revolución científica» en el siglo XVII,
cuándo los científicos pasaron de la recuperación a la invención.

Vida y costumbres[editar]

Diseños de moda de los siglos XV y XVI

Con el Renacimiento y su cultura más humanista e individualista, así como el despegue


económico y su consecuente grado de ostentación social, y unido a los avances
tecnológicos, se desarrollaron notablemente todos los aspectos relacionados con el
aspecto individual y el cuidado personal, como la peluquería y la moda. La peluquería
sufrió una profunda transformación y un gran auge en cuanto a establecimientos y
productos dedicados al cuidado del cabello. Se puso de moda la depilación de las cejas,
así como de la frente, a veces hasta medio cráneo. Aumentó el gusto por el teñido, siendo
el rubio el color preferido. Por lo general, los peinados incluían un tocado, con cinco tipos
principales: las tocas, las cofias o albanegas, los bonetes, los rollos y los sombreros.
Desde el siglo XVI los peinados, especialmente los femeninos, fueron ganando en
complejidad, con sofisticadas estructuras de rizos, encajes, cintas y muselinas.134
En el Renacimiento surgió el concepto de moda tal como lo entendemos hoy día: se
introdujeron nuevos géneros y la costura adquirió un alto grado de profesionalización. En
la Italia renacentista aparecieron los trajes más ricos y espectaculares de la historia, de
vivos colores y formas imaginativas y originales, que otorgaban gran relevancia a las
mangas, a los pliegues y a las caídas de tela de forma vertical, con finos bordados y
rica pasamanería. En el siglo XVI el calzón corto era a modo de bombacho, y continuó
usándose el jubón medieval, junto a capas de diverso tipo y adornos como la gorguera,
una tela de encajes fruncidos que cubría el cuello. En el atuendo femenino apareció
el corsé, que ceñía la cintura, sobre una falda en forma de campana llamada crinolina,
hecha de tela y crin de caballo, y reforzada con aros metálicos.135
También cobró una especial relevancia la gastronomía, que llegó a altas cotas de
refinamiento y sofisticación. Destacó la cocina veneciana, que gracias a su comercio con
Oriente favoreció la importación de todo tipo de
especias: pimienta, mostaza, azafrán, nuez moscada, clavo, canela, etc. Un factor
determinante para una nueva gastronomía fue el descubrimiento de América, de donde
llegaron nuevos alimentos como el maíz, la patata, el tomate, el cacao, los frijoles,
el cacahuete, el pimiento, la vainilla, la piña, el aguacate, el mango o el tabaco.136

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