La Autoestima, Proceso Humano
La Autoestima, Proceso Humano
La Autoestima, Proceso Humano
DE HUANCAVELICA
FACULTAD DE ENFERMERÍA
CICLO: I
HUANCAVELICA - PERÚ
2021
LA AUTOESTIMA, PROCESO HUMANO
El ser humano al ser libre por naturaleza se encuentra en el derecho de poder satisfacer
todas sus necesidades, desde las más básicas hasta las más complejas. Dentro de las
necesidades básicas en la pirámide de Maslow se puede observar que la autoestima
(dentro del reconocimiento) es el pilar fundamental para el desarrollo psicológico del
hombre ya que lo encamina al éxito de sí mismo, realizando una valoración, una reflexión
de la capacidad de conocerse: como somos, que sentimos, que pensamos, lo cual se
genera por el reconocimiento de las demás personas y de los éxitos que uno tiene a lo largo
de su vida y de las experiencias vividas. Por ello, la autoestima en la actualidad viene a ser
un tema muy importante a tratar, pues involuntariamente este se encuentra en las
actividades diarias del hombre influyendo en sus manifestaciones afectivas, positiva o
negativamente.
Autoestima
La autoestima es el sentimiento y la capacidad valorativa que se tiene a sí mismo, es la
estimación que uno se realiza en relación con otras personas, principalmente con aquellas
que se encuentran dentro de un mismo grupo social. Estas interacciones acompañan al
hombre a lo largo de su vida; por ello, Lefrancois (2005) proporciona dos planteamientos
donde cita y explica cómo es que se debe realizar la adquisición de la idea de autoestima
para buscar e intentar definir la personalidad.
La autoestima que tengamos puede variar con el tiempo y con las diversas circunstancias.
Dentro de los tipos de autoestima, las más conocidas y mencionadas por Martinez (2010)
y la biblioteca práctica de comunicación (2002) son: la autoestima alta, hace alusión a las
actitudes positivas, a sentirse confiadamente apto para la vida, asumiendo
responsabilidades con audacia y enfrentando todo tipo de adversidades. Por otra parte, se
encuentra la baja autoestima que se caracteriza por la falta de confianza en uno mismo y
por bajo estado de ánimo; aquellas personas que poseen esta autoestima suelen evitar
responsabilidades, ya que no se sienten suficientemente realizadas, tienden a sentir
inferioridad, por ende, poco desarrollo de las habilidades sociales.
Componentes y factores de la autoestima
Siendo la autoestima un tema muy amplio y con abundante información para su estudio,
Martinez (2010) lo descompone en tres componentes o partes: el componente afectivo,
viene a ser la respuesta de lo que uno ve, si es algo benéfico o dañino; el componente
conductual, se refiere a la forma en la que ejecutamos nuestro comportamiento y nuestras
decisiones; el componente cognitivo, explica el conocimiento que cada uno tiene sobre sí
mismo, sobre sus virtudes y defectos.
Mencionando lo anterior, la biblioteca práctica de comunicación (2002) reflexiona que cada
ser humano es distinto y tiene factores que independientemente influyen es su autoestima.
La autoestima permite que el ser humano tenga mayor estabilidad emocional y mayor
desempeño en la sociedad; por ello, desde la infancia se debe desarrollar esta valía
personal. Empezando por la etapa del sí mismo primitivo, consta desde el nacimiento
hasta los 2 años, el niño se hace autoconsciente de sí por medio del reconocimiento en el
espejo; etapa del sí mismo exterior (principal etapa), va desde los 2 años hasta los 12,
por primera vez se tiene experiencia de las vivencias, entre los 8 y 9 años, los padres
inculcan una base y una adecuada enseñanza a sus hijos para su futuro; por último, se da
la etapa del sí mismo interior, va desde los 12 años en adelante, la persona va
perfilándose y buscando su identidad, va siendo más consciente al momento de la
interacción con otros.
Se observa hoy en día que la mayoría de las personas confunden el concepto de autoestima
y autoconcepto, ya que, dentro del primero, el autoconcepto se menciona repetidamente.
Estos dos términos no tienen el mismo significado; sin embargo, están relacionados. La
notable diferencia según Martínez es que “el autoconcepto, son los elementos que el sujeto
utiliza para describirse, ya sea por su cultura, costumbres, lenguajes, etc., en cambio, la
autoestima es la evaluación que se hace de esa información juntamente con los
sentimientos de uno mismo” (2010), además Block y Robins (citados por Lefrancois)
aportan otras diferencias y mencionan que “el autoconcepto se mantiene estable, por el
contrario, el autoestima siempre va cambiando de acuerdo a las experiencias a lo largo de
la vida” (2005). Después de las diferencias referidas, se puede afirmar que hay un lazo y
un mismo objetivo entre estos dos términos, como se menciona “el autoconcepto y la
autoestima van a favorecer el sentido de la identidad, interpretando las realidades externas
tanto como las propias experiencias pasadas” (Mejía, Pastrana y Mejía, 2011).
Conclusiones:
A pesar de las dificultades o barreras que se presentan día a día en la vida del hombre, uno
siempre debe tener la autoestima alta, saber afrontar, aprender a quererse, respetarse y
sobre todo a aceptarse tal y como es, con sus virtudes y defectos, ya que con este tipo de
autoestima la salud psicológica no se va a ver deteriorada, más al contrario, uno disfrutará
plenamente de su propio ser, su entorno social y cumplirá todas sus metas propuestas.
Incorporar los factores internos (vinculación, poder, singularidad) y los externos (contexto
social y el entorno) a la actividad del hombre, dan una mayor potencialidad al desarrollo de
la autoestima. Especialmente en la sociedad y en la interrelación nos formamos la idea de
nosotros, de lo que valemos, de los que somos y de lo que queremos ser, también la opinión
de los demás encamina nuestro estado de ánimo; es conveniente que las críticas y
observaciones que se puedan presentar por parte de otra persona, sean sustento para
realizar un cambio oportuno de calidad.
La influencia que tiene la familia, en particular la labor de los padres también juega un papel
muy importante en la base de la autoestima en los niños, ya que son ellos los que por
primera vez transmiten y enseñan a los niños la importancia de los valores y los mandatos
correctos de la sociedad; por ello la relación padre-hijo debe ser asertiva con una buena
comunicación y entendimiento para que desde la infancia se pueda formar una sólida
personalidad y un buen nivel de autoestima.