ENSAYOCARTAS DE PAULO FREIRE 1era Carta

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ENSAYO CARTAS A QUIEN PRETENDE ENSEÑAR DE PAULO FREIRE

INTRODUCCIÓN.

Desde el Espacio Curricular Alfabetización Académica, perteneciente al Primer año de la


carrera Profesorado de Danzas, se propone como tarea la redacción del presente Ensayo
Académico como parte de las actividades de formación del profesorado.

La elección de la temática se ajusta a los parámetros indicados desde la asignatura: se


seleccionó La Primer carta del reconocido Pedagogo brasilero Paulo Freire: Enseñar-
Aprender. Lectura del mundo- Lectura de la palabra. Esta carta hace referencia a los
conceptos de enseñanza y aprender y a la necesidad de leer el mundo (contextos sociocultural)
y la palabra (textos). Freire ha seleccionado de manera muy acorde en este libro diez cartas
dedicadas a la labor docente las cuales fueron escritas en sus últimos años y reflexionan sobre
el rol que debe cumplir el educador, y aplicó para ello todo el cúmulo de experiencias que
adquirió a lo largo de su vida. Lo más interesante de este libro está en el lenguaje que utiliza el
autor para llegar al lector de manera amena y clara hasta el punto de lograr que éste se
identifique con lo leído, Freire opina que el docente tiene la responsabilidad constante de
reflexionar sobre su práctica pedagógica, y de cómo mejorarla.

Desarrollo

El autor en su Primera carta

 Nos muestra lo relevante de la lectura y el cómo está entrelazado el proceso de enseñar y


aprender expresando que el enseñar no existe sin el aprender; debe existir una relación
intrínseca entre el docente y el alumno, lo que significa que el educador tiene la
responsabilidad ética, política y profesional de prepararse académicamente antes de educar.
Indiscutiblemente enseñar a leer implica también el que haya comprensión en la lectura para
que el educando se convierta en un individuo crítico y analítico, haciendo de la lectura un
proceso gratificante, lo cual lo lleva a la interpretación de su realidad social para poder
transformarla; expresa Freire en estas páginas que en la relación entre la teoría y la práctica de
la enseñanza se le da más importancia a la teoría desplazando la práctica lo que dicotomiza la
lectura, y aleja al niño de su entorno; esto significa que el docente deberá buscar estrategias
que permitan que la práctica de la lectura otorgue al educando la verdadera aceptación de la
realidad que lo rodea. Cuando el leer se realiza de esta forma, el escribir se hace de manera
fácil y amena, ya que la lectura además de ser amena incrementa el vocabulario lo que
permite fluidez a la hora de expresar lo que se piensa, permitiendo que otras personas
compartan su misma visión del mundo. El autor, expresa que ningún tema puede ser más
adecuado como objeto de esta primera carta para quien se atreve a enseñar que el significado
crítico de ese acto, así como el significado igualmente crítico de aprender. Es que el enseñar no
existe sin el aprender, y con esto quiero decir más que lo que diría si dijese que el acto de
enseñar exige la existencia de quien enseña y de quien aprende. Quiero decir que el enseñar y
el aprender se van dando de manera tal que, por un lado, quien enseña aprende porque
reconoce un conocimiento antes aprendido y, por el otro, porque observando la manera como
la curiosidad del alumno aprendiz trabaja para aprehender lo que se le está enseñando, sin lo
cual no aprende, el educador se ayuda a descubrir dudas, aciertos y errores. El aprendizaje del
educador al educar se verifica en la medida en que éste, humilde y abierto, se encuentre
permanentemente disponible para repensar lo pensado. El educador tiene un momento rico
de su aprender en el acto de enseñar. El educador aprende primero a enseñar, pero también
aprende a enseñar al enseñar algo que es reaprendido por estar siendo enseñado. La
responsabilidad ética, política y profesional del educador le impone el deber de prepararse, de
capacitarse, de graduarse antes de iniciar su actividad docente.

Esa actividad exige que su preparación, su capacitación y su graduación se transformen en


procesos permanentes. Su experiencia docente, si es bien percibida y bien vivida, va dejando
claro que requiere una capacitación constante del educador, capacitación que se basa en el
análisis crítico de su práctica. Partamos de la experiencia de aprender, de conocer, por parte
de quien se prepara para la tarea docente, lo que necesariamente implica estudiar. El estudiar,
que, al incluir el enseñar del educador, incluye también, por un lado, el aprendizaje anterior y
concomitante de quien enseña y el aprendizaje del principiante que se prepara para enseñar
en el mañana o que rehace su saber para enseñar mejor hoy, y, por otro lado, el aprendizaje
de quien, aún niño, se encuentra en los comienzos de su educación. El acto de estudiar
siempre implica el de leer, aunque no se agote en éste. De leer el mundo, de leer la palabra y
así leer la lectura del mundo hecha anteriormente. Pero leer no es mero entretenimiento ni
tampoco es un ejercicio de memorización mecánica de ciertos fragmentos del texto. Si en
realidad estoy estudiando, si estoy leyendo seriamente, no puedo pasar una página si no he
conseguido alcanzar su significado con relativa claridad. Mi salida no es memorizar trozos del
texto leyéndolos mecánicamente dos, tres o cuatro veces y luego cerrar los ojos y tratar de
repetirlos como si su fijación puramente maquinal me brindase el conocimiento que necesito.
Leer es una opción inteligente, difícil, exigente, pero gratificante. Nadie lee o estudia
auténticamente si no asume, frente al texto o al objeto de la curiosidad, la forma crítica de ser
o de estar siendo sujeto de esa curiosidad, sujeto de lectura, sujeto del proceso de conocer en
el que se encuentra. Leer es procurar o buscar crear la comprensión de lo leído. Enseñanza
correcta de la lectura y de la escritura, entre otros puntos fundamentales. Es que enseñar a
leer es comprometerse con una experiencia creativa alrededor de la comprensión. La
experiencia de la comprensión será tanto más profunda cuanto más capaces seamos de
asociar en ella –jamás dicotomizar- los conceptos que emergen en la experiencia escolar
procedentes del mundo de lo cotidiano.

Estudiar es des ocultar, es alcanzar la comprensión más exacta del objeto, es percibir sus
relaciones con los otros objetos. Implica que el estudioso, sujeto del estudio, se arriesgue, se
aventure, sin lo cual no crea ni recrea. También por eso es que enseñar no puede ser un simple
proceso, como he dicho tantas veces, de transferencia de conocimientos del educador al
aprendiz. Transferencia mecánica de la Nadie que lea, que estudie, debe abandonar la lectura
de un texto por considerarlo difícil, por el hecho de no haber entendido, por ejemplo, lo que
significa la palabra epistemología. Como lectores no tenemos derecho a esperar, mucho
menos a exigir, que los escritores realicen su tarea -la de escribir- y casi la nuestra -la de
comprender lo escrito-, explicando lo que quisieron decir con esto o con aquello a cada paso
en el texto o en una nota al pie de la página. Su deber como escritores es escribir de un modo
simple, escribir ligero, es facilitar, no dificultar la comprensión del lector, pero no es darle las
cosas hechas y prontas. La comprensión de lo que se está leyendo o estudiando no sucede
repentinamente como si fuera un milagro. La comprensión es trabajada, forjada por quien lee,
por quien estudia, por quien, al ser el sujeto de ella, debe instrumentarse para hacerla mejor.
Por eso mismo leer, estudiar, es un trabajo paciente, desafiante, persistente. No es tarea para
gente demasiado apresurada o poco humilde que, en vez de asumir sus deficiencias, prefiere
transferirlas al autor o a la autora del libro considerando que es imposible estudiarlo.

El tema del uso necesario de instrumentos indispensables para nuestra lectura y para nuestro
trabajo de escribir trae a colación el problema del poder adquisitivo del estudiante y de las
maestras y maestros, en vista de los costos elevados para obtener diccionarios básicos de la
lengua, diccionarios filosóficos. Cuando aprendemos a leer, lo hacemos sobre lo escrito por
alguien que antes aprendió a leer y a escribir. Al aprender a leer nos preparamos para, a
continuación, escribir el habla que socialmente construimos. En las culturas letradas, si no se
sabe leer ni escribir, no se puede estudiar, tratar de conocer, aprender la sustantividad del
objeto, reconocer críticamente la razón de ser del objeto. Uno de los errores que cometemos
es el de dicotomizar el leer y el escribir, y desde el comienzo de la experiencia en la que los
niños ensayan sus primeros pasos en la práctica de la lectura y de la escritura, tomamos estos
procesos como algo desconectado del proceso general del conocer. Es preciso que nuestro
cuerpo, que se va haciendo socialmente actuante, consciente, hablante, lector y "escritor", se
adueñe de manera crítica de su forma de ir siendo lo que es parte de su naturaleza,
constituyéndose histórica y socialmente. Si nuestras escuelas, desde la más tierna edad de sus
alumnos, se entregasen al trabajo de estimular en ellos el gusto por la lectura y la escritura, y si
ese gusto continuase siendo estimulado durante todo el tiempo de su escolaridad,
posiblemente habría un número bastante menor de posgraduados hablando de su in-
seguridad o de su incapacidad para escribir. Si estudiar no fuese para nosotros casi siempre
una carga, si leer no fuese una obligación amarga que hay que cumplir, si por el contrario
estudiar y leer fuese fuente de alegría y placer, de la que surge también el conocimiento
indispensable con el cual nos movemos mejor en el mundo, tendríamos índices que revelarían
una mejor calidad en nuestra educación. Es éste un esfuerzo que debe comenzar con los
preescolares, intensificarse en el período de la alfabetización y continuar sin detenerse jamás.

Conclusión

Uno de los aspectos fundamentales en esta obra es que plantea diversos cambios, y centra su
atención en un hilo coherente, de cómo facilitar el aprendizaje mediante técnicas, como por
ejemplo, saber enfrentar los temores es decir, sobre pasar obstáculos aprender a hacer, a
conocer, ' como aprender !o que significa aprender, que conlleva un hecho de asimilación,
comparación y futura aplicación de este, del compromiso del educador, estamos hablando
netamente de vocación, del amor por la profesión que está ligado a la agrupación de una serie
de valores descritos por Freire, porque de ellos dependerá el futuro de las personas que están
en proceso de formación , proceso que tiene que ver con la calidad humana y el crecimiento
que otorga el saber, es decir, e! ejercicio competente de la pedagogía de manera inclusiva,
democrática, que permita a los estudiantes desarrollar la autonomía, creatividad,
autosuficiencia en su aprendizaje y el pensamiento crítico.

Los planteamientos en esta carta y en la filosofía a lo extenso de la obra de Freire, plantea


puntos muy necesarios para el enriquecimiento como sociedad, si nos ponemos a pensar,
¿podríamos decir que en nuestra sociedad existen una cantidad apropiada de profesionales
competentes?, ¿Existe alguna forma de medición de la competencia docente adecuada? En la
actualidad a nuestro parecer, la educación está en deuda, como sociedad estamos en deuda
con nosotros mismos, porque de qué manera vemos el progresismo ¿Es acaso solo el
crecimiento materia

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